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FUNCIÓN FAMILIAR Y CONDUCTAS ANTISOCIALES Y DELICTIVAS DE

ADOLESCENTES DE INSTITUCIONES PÚBLICAS EDUCATIVAS DE LA


CIUDAD DE IBAGUÉ – COLOMBIA

En el estudio participaron 409 adolescentes en edades comprendidas entre 13 y 19


años, la edad promedio de los participantes es de 16 años. El 43% hombres y el
57% mujeres, los cuales se encuentran cursando décimo y onceavo grado. Los
participantes se encuentran escolarizados en 9 instituciones educativas públicas de
la ciudad de Ibagué que atienden población de estrato 1, 2 y 3.

RESULTADOS

Ver tablas y gráficas en el anexo. El 84% de los adolescentes participantes del estudio han
cometido conductas antisociales y el 12% de los participantes han efectuado conductas
delictivas. En su orden las tres conductas antisociales de mayor frecuencia son: comer en
lugares o recintos donde ciertamente está prohibido (74%), llamar a la puerta de un
desconocido y salir corriendo después (71%) y utilizar palabras ofensivas o insultos (65%).
Otras de las conductas antisociales que sobresalen en el estudio son: realizar trampas en
los exámenes (60%), llegar tarde al colegio o sitio de reunión (59%), y salir sin permiso de
la casa o la escuela (52%). Más de la mitad de los encuestados (52%) afirman haberse
peleado con otras personas ya sea de forma verbal o física; el 44% afirman que en algún
momento le han contestado mal a un superior o a una figura de autoridad, y el 43% se ha
negado de forma rotunda a realizar una tarea o actividad específica encomendada. Las 3
conductas delictivas de mayor frecuencia son: El 32% han ingresado en un club prohibido
a comprar bebidas embriagantes (32%). En segundo lugar el 23% de los encuestados
coinciden que gastan dinero frecuentemente en el juego (tragamonedas, video juegos, etc.).
Y en tercer lugar el 14% afirman que en algún momento han destrozado o dañado cosas
en lugares públicos. Las conductas delictivas más representativas efectuadas por ambos
géneros son: el pertenecer a una pandilla o grupo delictivo (7%), el 10% afirma que han
consumido drogas, el 14% afirma que han llevado un arma por si se presenta una pelea o
disputa con otras personas, y el 11% han peleado y forcejeado con un policía para lograr
escapar de él. El 12% han robado de las máquinas tragamonedas o teléfonos públicos, el
11% han robado cosas de lugares públicos o el colegio por valores superiores a 14.000
pesos colombianos; el 9% han forzado la entrada de un almacén, garaje o guardamuebles
y el 7% han robado productos de grandes almacenes o supermercados cuando estos están
abiertos al público. Frente a la función familiar los resultados obtenidos a través de
la aplicación del APGAR se logró identificar que el 30.8% de las familias tanto de
hombres como mujeres presentan una buena función familiar y el 69.2% presenta
algún tipo de disfuncionalidad. La disfunción leve representa la condición más
frecuente en esta población (39.7%), la disfunción moderada (19.2%) y la disfunción
severa (10.3%).

Al 38% no les satisface como la familia expresa afectos y responde a las emociones
de rabia, tristeza y amor; el 36% de los encuestados no están conformes en la forma
en que ellos comparten en familia el tiempo para estar juntos, los espacios en la
casa, y el dinero. El 26% de los evaluados no les satisface la participación que la
familia les brinda o permite; asimismo el 25% no está conforme como la familia
acepta y apoya los deseos de emprender nuevas actividades y el 24% no les agrada
la ayuda que recibe de su familia cuando se tiene un problema o necesidad. El 84%
han realizado más de 5 conductas antisociales, de ellos el 39% presentan una
disfunción familiar leve. El 20% evidencian una disfunción moderada y el 10%
mostró una disfunción familiar severa. El 12% de los adolescentes han realizado
conductas delictivas, el 43% presentan una disfunción familiar leve, el 16%
evidencian una disfunción moderada y el 14% tienen una disfunción severa

Los resultados indican que la presencia de conductas antisociales y delictivas, tiene


una directa relación con el grado de disfuncionalidad familiar. Siguiendo los
planteamientos de Hirschi (1990), el 84% de los adolescentes que comenten
conductas antisociales y el 12% que cometen conductas delictivas, no han logrado
desarrollar de una manera adecuada los elementos del vínculo social en su entorno
familiar.
El clima familiar y las conductas antisociales y delictivas de los
estudiantes de cuarto y quinto de secundaria de un Institución
Educativa del Distrito de Amarilis - Huánuco - 2015

En la presente investigación se buscó conocer las relaciones entre el clima familiar


y las conductas antisociales y delictivas de los estudiantes de cuarto y quinto de
secundaria de la Institución Educativa Julio Armando Ruiz Vásquez del Distrito de
Amarilis Huánuco. La muestra fueron 135 estudiantes

La presente investigación se buscó conocer las relaciones entre el clima familiar y


las conductas antisociales y delictivas de los estudiantes de cuarto y quinto de
secundaria de la Institución Educativa Julio Armando Ruiz Vásquez del Distrito de
Amarilis Huánuco. La muestra fueron 135 estudiantes de cuarto y quinto grado de
educación secundaria a quienes se les aplicó la Escala del Clima Social Familiar
(FES) y el cuestionario de las Conductas Antisociales y Delictivas (A-D).

RESULTADOS

El diseño empleado fue el descriptivo correlacional. El coeficiente de correlación de


Pearson que se obtuvo fue; -0.679, lo que implica una correlación inversa, negativa y
fuerte entre las variables de clima familiar y conductas antisociales y delictivas. Esto
significa que el clima familiar está relacionada con las conductas antisociales y delictivas
de manera inversa, es decir que, a valores bajos de clima familiar suelen corresponder
valores altos de conductas antisociales y delictivas. Asimismo se evidencia en los
resultados de la evaluación de clima familiar en la Dimensión Relaciones el 53% de
adolescentes se encuentra en la categoría Mala, esto implica que una cantidad
considerable de los estudiantes evaluados están viviendo un grado caótico de
comunicación familiar, dificultad en libre expresión de sus sentimientos y emociones,
déficit en cohesión familiar donde los miembros de la familia no se apoyan ni ayudan
entre sí. Del mismo modo, en la Dimensión de Desarrollo se observa que el 47% de
estudiantes se ubica en la categoría Mala, un 37% en la categoría Deficitaria y por último
en la Dimensión de Estabilidad el 35%, se encuentra en la categoría Deficitaria y un
28% en la categoría Mala lo que indica que estos estudiantes posiblemente están
presentando carencia de afecto y apego entre padres e hijos, poco práctica de valores
y dificultades con respeto de las normas de convivencia dentro de la familia, estos
factores dificulta un buen desarrollo personal, déficit autonomía, déficit en su buena
formación de autoestima y en su proyecto de vida. Estas evidencias de clima familiar se
asocia a las conductas antisociales como se observa en los resultados de la escala
antisocial el 33% de estudiantes se ubica en la categoría Muy Alto y con un 21 % en la
categoría Alto, esto significa que los estudiantes tienden a cometer actos, como, peleas,
acciones agresivas piromanía, deserción escolar, huidas de casa o mentiras reiteradas,
hacer trampas en competencias, burlarse de sus colegas, no mostrando respeto por las
reglas socialmente aceptables. Por último, se observa en los resultados de la escala de
Conducta Delictiva que un 17% de estudiantes se encuentran en la categoría Muy Alto,
y el 22.0% se encuentran en la categoría Alto, esto indica que una cantidad significativa
de estudiantes de cuarto y quinto de secundaria de la Institución Educativa Julio
Armando Ruiz, ya transgredieron las leyes sociales jurídicamente calificadas como
delito, así como refiere el autor del instrumento "las conductas delictivas, incorpora
comportamientos que fácilmente caen fuera de la ley Seisdedos, 2001, es decir que los
estudiantes cometieron comportamientos como actos vandálicos, hurto, asaltos a mano
armada, robar cosas de los coches, llevar algún arma como cuchillo o navaja por si es
necesario en una pelea, conseguir dinero amenazando a personas más débiles.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS JÓVENES Y SUS CONDUCTAS DE
RIESGO

El presente capítulo expone las características generales de los jóvenes en las 47 ciudades
de interés y las cuatro conductas de riesgo seleccionadas. El primer apartado presenta la
distribución de la población de jóvenes según su edad y sexo, así como su condición de
ocupación. Asimismo, se indaga en algunas variables relacionadas con el hogar donde
reside el joven, tales como la presencia de figuras parentales y la escolaridad del jefe de
familia. El análisis de las variables del ámbito familiar cobra particular relevancia, ya que
inciden – directa o indirectamente – en la posibilidad de que algunos de sus hijos se
involucren en comportamientos de riesgo.26, 27, 28 Por ejemplo, el tiempo que los padres
le dedican a sus hijos, la forma de comunicación entre ellos,29 el establecimiento de reglas
de conducta30 y la manera como resuelven los conflictos intrafamiliares,31 determinan el
marco de valores bajo el cual los jóvenes toman decisiones para su propio actuar. El
segundo apartado de este capítulo presenta los resultados de las cuatro conductas de
riesgo en los jóvenes y su relación entre ellas.

Del total de la población de jóvenes de 12 a 29 años que residía en las 47 ciudades de


interés de la ECOPRED, 44% tenía entre 12 y 17 años; 37% entre 18 y 23 años y 19% entre
24 y 29 años de edad. Como se indica en el Cuadro 1, del total de la población de 12 a 29
años, 48.6 % fueron mujeres y 51.4% hombres; siendo la distribución por sexo similar en
los tres grupos etarios.
Validación del Cuestionario de conducta antisocial-delictiva (A-D)
para adolescentes mexicanos de zonas urbanas

En México se incrementó la conducta antisocial del 2002 al 2003, del 15.6% al


16.3%, por lo que se sugiere perfeccionar estrategias de investigación, así como la
creación y afinación de instrumentos de medición, con el fin de diagnosticarla a más
temprana edad. El Cuestionario de conducta antisocial–delictiva A-D ofrece esta
opción, y se estandarizó en Yucatán, por lo que se tuvo que adecuar
lingüísticamente a la población urbana del Distrito Federal. A través de un grupo de
jueces se determinó cambiar 7 del primer segmento de los primeros 20 ítems, de un
total de 40, posteriormente se aplicó a 366 adolescentes de educación media de la
zona urbana del Distrito Federal, encontrándose que miden efectivamente la
conducta antisocial y que la consistencia interna (coeficiente alfa de Cronbach
=0.88) del instrumento es adecuada.

Al principio de esta investigación se mencionó que los índices delictivos en


adolescentes se han incrementado NEGI, 2003, 2004, 2005, Juárez 2005, por lo
que es urgente diseñar herramientas de detección de la conducta antisocial en
adolescentes a efecto de prevenir e intervenir oportunamente. Tabla 6. Factores
que explican el valor Eigen y el porcentaje (%) de varianza de la conducta delictiva
han establecido que la conducta antisocial se puede identificar tanto en la infancia
como en la adolescencia, a través de la observación de conductas que llaman la
atención, por ejemplo: ausentismo injustificado a la escuela, llegar tarde
intencionalmente, copiar en un examen, robar, ensuciar las calles y las aceras
rompiendo botellas o vertiendo los botes de basura, tirar piedras a casas, coches,
entre otras conductas. Los anteriores comportamientos constituyen conductas
extremas en relación con sus contrastes de la vida diaria (discusiones y pequeñas
peleas entre hermanos). En concreto, se exploran conductas antisociales asociadas
al gamberrismo y a conductas de transgresión de normas sociales en relación con
la edad. El Cuestionario A-D contiene ítems que identifican las conductas arriba
descritas, entre otras, por lo que se aplicó a 366 estudiantes de secundaria de la
Ciudad de México, debido a que su validación se efectuó en la Península de
Yucatán y había que modificar algunas expresiones lingüísticas. La validación se
llevó a cabo a través del análisis factorial de la siguiente manera: el primer análisis
se realizó con el total de ítems. Se observó que los factores se agrupaban casi igual
que dividiéndolos en dos secciones, sin embargo; una vez que se llevó el análisis
de cada factor se pudo detectar una mejor discriminación de la conducta antisocial
y la conducta delictiva
Conductas antisociales-delictivas en adolescentes: relación con
el género, la estructura familiar y el rendimiento académico

Los adolescentes pueden involucrarse en situaciones que implican conductas de riesgo debido a la
falta de supervisión paterna y a las pocas alternativas escolares. Este estudio analiza la presencia de
conductas antisociales–delictivas y su posible relación con la estructura familiar, la repetición del
año escolar y el género. Participaron treinta adolescentes, 43.3% mujeres y 56.7% hombres. El 60%
repetían el año escolar. El 66.7% vivían con sus dos padres y 33.3% con sólo uno de ellos. A este
grupo le fue aplicado el cuestionario Conductas Antisociales–Delictivas, cuyos resultados revelan
que los hombres presentan un mayor número de conductas antisociales-delictivas en contraste con
las mujeres, sin ser significativa tal diferencia. Los repetidores tienen mayores puntajes en ambas
conductas. El vivir con uno o con ambos padres no mostró diferencias. Se sugiere el diseño y
aplicación de programas de prevención para los adolescentes y sus padres para fortalecer vínculos
entre ellos.

En nuestro país existe un número considerable de adolescentes que son víctimas de los problemas
de los países en desarrollo, como son la crisis económica, la escasez de empleos lícitos, predominio
de oportunidades para enrolarse en el comercio informal, la falta y mala calidad de educación, la
carencia o inadecuado acceso a los servicios públicos que favorecen un nivel de calidad y bienestar
de vida, el aumento a la propensión a ser víctima de asaltos y robos, la accesibilidad a sustancias
tóxicas, entre otros. La Organización Mundial de la Salud (World Health Organization-WHO-2011)

El Consejo Nacional para la Infancia y la Adolescencia (2010) reporta que el 22.5% de los
adolescentes entre 13 y 15 años padecen pobreza alimentaria, y 30.6% pobreza de recursos de
apoyo para su desarrollo integral. Estas condiciones pueden convertirse en una amenaza potencial
para el desarrollo de la familia, del individuo y para el desarrollo social y económico de un país (OMS,
2003).

Estos datos nos llevan a considerar el contexto en el que se desarrollan los adolescentes, dado que
presentan cambios cognitivos y psicosociales que favorecen la experimentación de situaciones
nuevas que pueden conducir a la ruptura de las normas sociales, incrementando con ello las
posibilidades de presentar conductas no adaptativas, como las conductas antisociales y las delictivas
Algunos ejemplos de estas conductas pueden ser el romper objetos de otras personas, golpear a
otros, no asistir a la escuela, tirar piedras a la gente o las casas, etc. Por otra parte, la conducta
delictiva se define como la realización de conductas en contra de las leyes de un país (Kazdin y Buela-
Casal, 1996), tales como el hurto, el vandalismo, y la venta de drogas.

El Instituto Nacional de Estadísticas de México (2013) reporta una mayor incidencia de delitos
cometidos por adolescentes entre los 14 y 17 años, siendo menor en las mujeres que en los varones.
El Consejo de Menores (2005) identifica que los hombres, con edades entre los 11 a los 17 años,
infringen más las leyes en comparación con las mujeres, observándose una mayor incidencia entre
los 15 a los 17 años. Actualmente, más adolescentes en edades tempranas se encuentran a
disposición ante la ley para un proceso judicial. Las infracciones más comunes son los robos,
participación en riñas, daños a objetos o propiedad ajena. Infracciones como el homicidio, la
portación de armas prohibidas y el abuso sexual se presentan en menor índice; sin embargo, su
tendencia de aparición ha aumentado en los últimos años, principalmente en las mujeres (Juárez,
Villatoro, Gutiérrez, Fleiz y Medina – Mora, 2005)

Menciona que actualmente los adolescentes enfrentan desafíos como la pobreza, la falta de un
grupo familiar estable, escaso acceso a la información y servicios de salud, por nombrar algunos de
ellos, y que se vuelven un obstáculo para lograr su bienestar psicológico y físico.
FUNCIONAMIENTO FAMILIAR Y CONDUCTA ANTISOCIAL EN ADOLESCENTES DE
INSTITUCIONES EDUCATIVAS ESTATALES.

Se analizó la relación entre funcionamiento familiar y la conducta antisocial, en una


muestra de 258 alumnos de nivel secundaria, de 3 Instituciones Educativas estatales
pertenecientes a Chimbote. La investigación asume un diseño no experimental, de tipo
descriptivo correlacional. Los instrumentos utilizados fueron el Cuestionario de evaluación
de CASIA y Escala de Funcionamiento Familiar (EFF). Se encontró una relación
significativa de funcionamiento familiar con la conducta antisocial sin agresividad, puesto
que está muy remarcada la agresión verbal. Se encontró un nivel de funcionamiento
familiar bajo (30%) y en el caso de la conducta antisocial con agresión se encuentra en un
6,2% y sin agresión está en un 29,8%. Así también en la variable funcionamiento familiar
se encontraron diferencias referente a la edad, sin embargo en la conducta antisocial se
hallaron diferencias en el sexo, se vio más agresividad en los varones.
BIBLIOGRAFIA

Hernán, R. y Pardo, C. (2013). Función Familiar y Conductas Antisociales y Delictivas


de Adolescentes de instituciones Publicas Educativas de la ciudad de Ibagué Colombia
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Villanera, L. (2015). El clima familiar y las conductas antisociales y delictivas de los


estudiantes de cuarto y quinto de secundaria de un Institución Educativa del Distrito de
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