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Kant, por su parte, entiende que el proceso cognoscitivo está compuesto por
tres elementos: el sujeto, el fenómeno y la cosa en sí. El sujeto, por medio de sus
representaciones, determina al objeto y lo vuelve cognoscible. El espacio y el tiempo
son, advierte Kant, representaciones a priori que posee el sujeto como formas de
intuición sensible. En este sentido, estas formas, en tanto condiciones subjetivas, no
forman parte de la constitución de la cosa en sí, sino que solo conforman la condición
de posibilidad de representación de la cosa en tanto fenómeno. En otras palabras, el
objeto fenoménico se constituye a partir de las formas de la sensibilidad, esto es,
tiempo y espacio, que imprime el sujeto. El espacio, tal como quedó expuesto en la
estética transcendental, siendo este forma del sentido externo, es el presupuesto por
el cual los sentidos pueden concebir a los objetos como externos y, a su vez,
distinguidos entre ellos.
Ahora bien, en lo que concierne a la cosa en sí, Kant afirma que su existencia
no es inferida, sino que su realidad efectiva se prueba por medio de la percepción
inmediata del fenómeno. En este sentido, señala el filósofo alemán, el idealismo
transcendental puede ser entendido como un realismo empírico y, por ende, un
dualismo, dado que, por medio de la conciencia, asentándose en la certeza de las
representaciones, se admite la existencia efectiva de la materia. Kant afirma:
“[…] existen las cosas externas, exactamente como existo yo mismo; y ambos sobre el
testimonio inmediato de mi conciencia de mí mismo […]. En lo tocante a la realidad
efectiva de objetos externos, no tengo necesidad de inferir, así como tampoco lo tengo
en lo tocante a la realidad efectiva del objeto de mi sentido interno (mis pensamientos);
pues tanto uno como otro no son nada más que representaciones, cuya percepción
inmediata (conciencia) es a la vez una prueba suficiente de la realidad efectiva de ellas.”
(KrV, A371)
Tal como indica el pasaje citado, Kant equipara, en contraposición con la tesis cartesiana, al
sujeto con el objeto en tanto que ambos se constituyen como fenómenos, con la salvedad de
que el objeto se da en el espacio y el tiempo, mientras que el sujeto solo se concibe desde lo
temporal. En este sentido, en tanto fenómenos, ambos pueden ser conocidos, mientras que
considerados como cosas en sí son incognoscibles.