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Millones de columnas
28-06-2006
1973 - 27 de junio - 2006
A 33 años de la huelga general que nunca se decretó
Andrés Capelán
Comcosur
Nadie discute que la Huelga General de 1973 fue el hito más importante en la historia del
movimiento sindical uruguayo. Durante 15 días, el pueblo reunido y desarmado resistió el
avasallamiento de las instituciones perpetrado desde la mismísima presidencia de la república.
Ante la inacción o la complacencia de los partidos políticos, la clase obrera organizada se
constituyó en vanguardia para defender la democracia.
En nuestro imaginario colectivo, la huelga del 73 fue un hecho épico y heroico protagonizado por
una monolítica Convención Nacional de Trabajadores. Sin embargo no fue ello así; en el seno del
movimiento popular uruguayo existían importantes contradicciones, imprevisiones, y
debilidades, que fueron determinantes al momento de la derrota de la insurrección. Por distintos
motivos, y a pesar de que no sólo hay abundante documentación al respecto sino que muchos de
los protagonistas de aquellos acontecimientos aún viven, nadie parece interesado en revisionar
seriamente lo sucedido.
EL VACÍO DE PODER
Uno de los pocos trabajos periodísticos sobre aquellos acontecimientos es el que los periodistas
Anahí Canelas y Guillermo Reimann realizaron en 1988 para la revista "Temas de Mate
Amargo" ("La Huelga General del '73, una polémica abierta"). En una parte del
artículo, el entonces dirigente bancario y hoy diputado Víctor Semproni, explica que no fue la
dirección de la CNT la que decretó la huelga, sino "la convicción de la gente sobre lo que
había que hacer en caso de golpe".
"Ante nuestro requerimiento y discrepancia con esa valoración -continuaba Semproni- Díaz
nos explicó que esa noche habría una nueva reunión del Secretariado, y que de seguir habiendo
condiciones, al día siguiente se decretaría otro paro de 24 horas, y así sucesivamente. Recuerdo
que así se decretaron tres paros generales en los tres primeros días, al cuarto no existió posición
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de la central acerca de lo que había que hacer. Recién al octavo día apareció un volante con un
comunicado de la dirección de la CNT, que decía que la huelga se venía deteriorando y había que
buscar una salida decorosa".
"La falta de un plan de movilizaciones -continúa la nota- impidió que la excelente disposición
de los trabajadores, al resistir desde las ocupaciones, se complementara con movilizaciones de
masas en torno a los lugares de trabajo, en los barrios, etc. Recién el 9 de julio se realizaría una
acción de masas de envergadura..." (a las cinco de la tarde). Dos días después, la huelga
general fue levantada por la Mesa Representativa de la CNT, manifestando en un comunicado la
"esperanza de que todos los patriotas, incluídos aquellos que forman parte de las Fuerzas
Armadas, comprendan que ese es el único criterio" a sustentar para "salvar la
República".
La dirección de la CNT destacaba también que "La actitud digna y respetuosa de algunos
integrantes de esas fuerzas (militares y policiales) en medio de los dramáticos días que nos han
tocado vivir, confirman plenamente la justeza de esas, nuestras posiciones de principios". Se
decía que se había decidido "la terminación de esta etapa de la lucha, levantando la huelga
general", y que se abría "una nueva etapa de continuación de la lucha por otros
caminos y métodos, adecuados a las circunstancias".
Canelas y Reimann recuerdan que "Poco tiempo después de levantada la huelga, tres
gremios representativos de la línea sindical impulsada por la Tendencia (la Federación de Obreros
y Empleados de la Bebida; el sindicato de la Fábrica Uruguaya de Neumáticos Sociedad Anónima y
la Federación Uruguaya de la Salud) daban a conocer un documento conjunto en el que
evaluaban la experiencia". En el luego conocido como "documento de las tres
efes" se fustigaba "la práctica de un sindicalismo conciliador, el ablandamiento
sistemático de los métodos" y la condena que se hacía por parte del Partido Comunista
"de toda expresión de radicalizacion en los métodos de lucha".
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que los militares golpistas pretendieron ocultar su fascismo con una pátina de nacionalismo y
progresismo.
Héctor Rodríguez también dice: "Yo recuerdo que gente del MLN e incluso de la ROE
pensaban que el Partido Comunista iba a poder parar la huelga general. Yo estaba convencido de
que no. No la decretaron pero no la pudieron parar. En el GAU, un grupo chico, habíamos decidido
que si no se decretaba la empezábamos igual con la base que teníamos en textiles y en
profesores. Y de alguna manera se hizo algo así". Y además: "En el plenario del Frente
Amplio de ese mismo día [27 de junio de 1973] se hablaba de las gestiones de la CNT con
Bolentini [ministro del Interior de Bordaberry] pero no de huelga general, el tema ni se
mencionaba. Nosotros lo planteamos, y si Seregni no lo hubiera asumido tan bien como lo asumió,
creo que se armaba un lío bárbaro en el movimiento popular".
"No ir a la huelga significaba rehuir al combate por cuarta vez: '68, '69, febrero del '73, y
ahora junio. Finalmente se fue al enfrentamiento y caímos todos juntos, no hubo condiciones para
ir más allá -reflexionaba Rodríguez- Pero fue mejor caer así, todos juntos, que caer en una pelea
interna; esto sí hubiera sido negativo. Se cumplió con la resolución que ya existía de huelga
general frente al golpe de estado. Fue una carencia del movimiento popular no contar con los
elementos para enfrentar el golpe de otra manera. ¿Qué hubiera pasado si a lo largo del '72
hubieran continuado las acciones de propaganda armada [del MLN y de la OPR33] y la guerrilla
hubiera sido fuerte en el '73? Yo no tengo dudas que todo hubiese sido diferente".
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