Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
3 Minutos de Lectura
Erase una vez un león quien era el rey de la selva, venerado por todos los animales, ejercía
su poder con mano dura, todo animal que pasara por el frente debía reverenciarlo, era
temido y respetado por muchos.
Muy cerca de donde el león dormía, dos ratoncitos estaban jugando a las escondidas, el
ratoncito mas pequeño pensó que seria buena idea ocultarse en la melena del león, ahí
nunca seria encontrado, pero para su mala suerte el rey de la selva despertó.
— Disculpe su majestad, solo estaba jugando — Dijo el ratón con mucho miedo.
— No lo creo, pero no me gusta la comida que hable mucho, te perdonare la vida pero
piérdete de mi vista inmediatamente —El ratoncito partió rápidamente perdiéndose en la
maleza.
Días después el león e encontraba cazando, disfrutaba mucho ejercitarse antes de comer,
era su hobbie favorito, pero noto algo raro en el ambiente, pero igual no presto mucha
atención ya que tenia hambre y una presa había entrado en su campo visual.
Pasaron las horas y el león no pudo liberarse, las cuerdas lastimaban su piel, ya se
encontraba resignado a que no viviría otro día para ser rey.
— ¿A que vienes? te quieres burlar de mi, te alegra verme vulnerable, sin poder
liberarme — Dijo el león furioso.
Rápidamente el ratoncito procedió a liberar al león, le tomo mucho tiempo poder roer las
cuerdas pero con mucha paciencia logro liberarlo.
El ratoncito a pesar de todo tenia miedo de que el león cambiara de opinión, y se lo comiera
de un bocado.
— Muchas gracias, amigo, creo que he subestimado tu potencial, creo que un rey debe
tragarse su orgullo, como yo lo estoy haciendo en estos momentos, tienes mi entera gratitud
de por vida, para ti y para los de tu raza — Dijo el león enorgulleciendo al ratoncito.
El león se fue a su hogar sano y salvo, el ratoncito tuvo la certeza de que había ganado un
nuevo amigo.