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Poetas Cubanas 80~90

Selección Poética
Poetas

Odette Alonso
María Helena Hernández
Rita Martin
Teresa Melo
Damaris Calderón
ODETTE ALONSO

Nacio en Santiago de Cuba, em 1964. Poeta, narradora y crítica literaria.


Textos suyos están incluidos en varias antologías cubanas y de otros países.
Ha publicado Enigma de la sed (1989), Historias para el desayuno (1989),
Palabra que vuelve (1996), Linternas (1997), Onírica, última función (1999),
Insomnios en la noche del espejo (1999), Cuando la lluvia cesa (2002) y
Diario del caminante (2003). Reside actualmente en México.
OLEO

La muchacha del lienzo me ha mirado


de su pincel renazco sin saberlo
dos manchas en el lienzo
tinta negra
El pincel es mi dedo dibujado en su espalda
su dedo en mi nariz
la caricia en la nuca.
El lienzo es esta cama
y la ciudad entera
corazón que se abre sin confianza
blanco y negro en el lienzo
es muchacha y yo

DESAYUNO CON SILVIA

Nunca te bastarán la miel y mis dos dedos


ni las explicaciones del amor que no fue
te abrirás como una flor como una mariposa
y morderás el poco pan que tengo a mano.
Mis palabras no pueden con la sed de tu espalda
de tu boca que se abre a lo que ponga en ella
de tu grito final.
Poca será la luz que no amanece nuestra
y echas sobre tu cuerpo el peso de este día
la urgencia de vivir lo poco que nos toca
de saber que mañana sucederá lo mismo
o ya no será nada.

PREMONICIÓN

Cuando el avión se alzó sobre La Habana


y se perdió hacia el sur como una baratija
era otra vez el rito de las horas
y el aullido del mar
otra vez esa música enterrada en la arena.
Todavía te alzabas sobre mi dedo índice
desde allí me observabas aterradoramente.
Pero aquella ciudad ya no sería mi límite
ni colgaría en la puerta tus lluvias tiernecitas.
La píldora horadaba el iracundo vientre
y la noche era un ave
un halcón que se pierde con las alas desnudas.
MARÍA ELENA HERNÁNDEZ

Nació en La habana cuba en 1967. Sus poemas aparecen recogidos


en diversas publicaciones y antologías. Ha publicado Donde se dice
que el mundo es una esfera que Dios hace al bailar sobre un pingüino ebrio
(1989), Elogío de sal (1996), Electroshok-Palabras (2001),
La rama se parte (2013) y la novela Libro de la derrota (2010).
Reside actualmente en Chile donde junto a Damaris Calderón
dirije la editorial Las Dos Fridas.
AÑO NUEVO

En el corazón de Rusia
sobre la nieve pisoteada
Anna Ajmátova no escribe
cuenta
los álamos derribados por la barbarie.
Yo
escribo en términos abstractos
la pérdida de las navidades
la vacuidad del humo.
También en el dolor los extremos se tocan.

LETANÍA DE SUEÑO

De alguna guerra o enfermedad aberrante todos íbamos a morir.


Tarareando un himno cavando un túnel bajo tierra asfixiados.
Avancé en la fila por la parte de afuera.
Rayé la ventanilla con la esperanza de mostrar las uñas.
- ¿Ha tenido usted lepra?
Anduve a medio vestir allá por los años 40/
tenía la boca pestilente/ y me perseguía mi
madre con un cuchillo de mesa/ los misiles
bombardeaban la calle/ yo acarreaba agua para
quitarme la mugre/ y aparecer sonriendo en los
diarios/ alguna vez me crucé con Ana Frank/
puedo jurar que lloraba/ y que pedía ayuda/
y yo qué podía a medio vestir/ si no había
tiempo/ y en los ratos libres hacía de extra/
en una película de amor de los años 30/ y
amaba al director/ y a la primera actriz/ y
también lloraba/ y el día siguiente me veía
siempre con telarañas en los ojos/.

No debería marcar esta ciudad en los mapas.


Ni en las esquinas sacudirme el polvo de los autos.
Todos íbamos a morir, no a pedalear por las mismas calles.
Con el mismo cansancio de quien nunca estuvo en otra parte.
Pedaleo/ con la certeza del desconocido que
a nadie debe/ pero esta ciudad al final me derrota/
ya había derrotado al deportista/ y al cartero/
y derrotó al amigo/ y al vecino que me descubrió
un día/ y ahora pinta mis brazos/ abiertos a los cuatro
vientos/ mi cuerpo bamboleándose/ atravesado por
una vara/ con un cristo orinando en el centro/ y algunos
pájaros encima/.

De alguna guerra o enfermedad aberrante todos íbamos a morir.


Afuera llueve.
Alguien raspa el cristal con la esperanza de mostrarme las uñas.
SEÑALES

Los oceanógrafos descubren que las aguas están muertas


y yo me río sola.
Y yo me río sola con mi cabeza llena de barcos.
Del otro lado del muelle hay infinitas banderas esperándome
infinitas ciudades infinitos puertos.
Tiro mi lengua- anzuelo y la abro como un mapa.
Conozco todos los idiomas. Aun puedo orientar a los peces.
Pero los peces huyen.
Los oceanógrafos se ríen solos
y yo digo que están muertas las aguas.

VIAJERO

El que se marcha levanta el cuello del abrigo.


El que inmóvil, el que impasible espera,
no comprendo los signos que en la tierra traza.
Los días pasados anula con una mano:
Adiós lejana aventura de la carne oh lejano tiempo.
Levanta el cuello del abrigo y este roce lo borra todo.
Todo desaparece bajo la mirada ágil de los que tienen prisa.
Ningún mensaje, ninguna carta entregues.
Olvidará los teléfonos, trocará las direcciones.
No con amor ni odio te nombrarán si es que te nombran.
Un roce suave del abrigo lo borra todo.
Pero el que nunca parte un doble exilio guarda.
Nostálgico de sí y de los otros. Sin mapas ni equipaje.
El viajero es él.
RITA MARTIN

Nació en La Habana en 1963. Poeta, narradora y ensayista. Ha publicado los cuadernos


de poesía El cuerpo de su ausencia (1991), Estación en el mar (1992), Tocada por el astro (2006)
y el libro de cuentos Sin perro y sin Penélope (2013). Reside actualemente en Miami.
Cómo recordar, Kollla, que aquella vez todos
estábamos unidos. Ante qué paisaje
que no puedo nombrar sin que la mano tiemble:
ante qué o quiénes dentro del círculo
que arrojaba a la tierra al más débil, al más pequeño,
al muerto que nos hacía bien.
Los hermanos, Kolla, el alcohol
del padre y la pedrada. Luego el llanto.
Pero las manos, Kolla, las manos
unidas en ese instante. Cómo recordar
que no existió el instante
en que estábamos unidos: Sólo el sueño,
el desdeo de que sucediera algo noble y hermoso
ante la tumba hizo que él escribiera tal final.
Sólo su anhelo de resurección, Sólo el anhelo
rompiéndose en una habitación
entre la muerte, la epilepsia y las palabras.

Como la quinta rueda eres.


Como ella creyendo que fuera del límite
existía algún camino.
Verde era el sendero
y la colina, gris: el tonto baila.
Sólo ellos, sin rostro, danzan y se acercan.
Están todos los muertos bienvenidos
en la habitación donde reposas.
No gimas: aún tienes las piernas
seguras y tus manos recuerdan el lenguaje
que los ojos aprendieron. Todo perdido:
nada falta a la vida que quisiste

La ciudad como el alcohol.


Caminar y sólo el golpe seco
donde saciar la sed.
A la noche, una ola de viento
calma y acaricia bajo los faroles
apagados por el racionamiento.
Una ciudad echa su aliento
para aliviarnos
dentro de su ruina. Su pestilencia
tira las náuseas, el sudor,
y el extraño alivio de su vaho último
es el único recuerdo
dentro de las ruinas.
PÁJAROS NEGROS

Es el negro pájaro sobre el farol,


no el cuervo. Un pelícano
resucitó sobre su ala.
La lluvia, pertinaz, sobre el asfalto.
Las cosas por decir, a medio hacer,
como sin fondo.
El perro muerto durante meses
en la carretera. Su olor.
su desintegración al sol. Polvo de nuevo.
El rito fundador, oh, Hialeah.
Y nada más que el salto.
Nada más que el vuelo
de pájaros negros
picoteando el cristal.
Tragando el vidrio.

MOTIVOS PERSONALES

Para que no se pudrieran los versos


como se pudre el ser
escribí sobre el amor. Sobre el amor
de nuevo. Esa palabra, extraña
a los sentidos de lo humano, esa palabra
ceniza, escarcha, mito.
Pero el poeta nunca es previsible:
los versos se pudren sin remedio.
TERESA MELO

Nació en Santiago de Cuba en 1961. Su poesía aparece recogida


en diversas antologías sobre la poesía cubana de su promoción.
Ha publicado Libro de Estefanía (1990), El vino del error (1998),
Yo no quería ser reina (2000), Incesante rumor (2002).
Una vez en La Haban:
- Vamos a jugar a quiénes de los que están aquí pudieran estar
en cualquier lugar del mundo ahora.

Otra voz:
- Nadie

Nosotros podríamos estar en cualquier lugar del mundo ahora


mira que fácilmente uno abre y cierra las ventanas
así de fácil podríamos
pero mira fácilmente
uno no es el extranjero de ningún lugar
uno no está nunca de regreso
Esa calle otra calle
y el único rostro anda por ellas movido por el ademán
del director de escena
Todo parece estar listo para el gran final:
una manera de rasgarse con elegancia el estómago
o una gaviota congelada sobre las risas mudas
de extraños que bailan
a otros extraños abrazados
Mira que fácilmente una voz en la Habana
nos borra –lo pretende-
pero al final de la película ni la voz en off
ni dios ni yo lo conocemos
Tiene que haber un modo menos amargo
de salvar la luminosidad del cielo
para la foto infinita del turista.
La isla cae en mí
como el martillo del juez sobre la mesa
sobresalta los rostros más inocentes
la isla está en mí
mira qué fácilmente lo decimos
los que no sabemos si vamos a salvar ningún cielo
ni a cruzar seguros la esquina
donde las voces se interrogan y dicen:
CERCADOS POR LAS AGUAS

Es cierto. No atravesaremos este mar


ni le conoceremos su probable semilla.
Como el pájaro en su nido vacilante
cercado por el mar y el sueño
su intención duradera el equívoco de los altavoces
ahogando la alta voz

Cercados por las aguas los ojos que adivinaron


la fijeza de los ojos de Ella en flores temporales.
Cercadas por las aguas las canciones que perdieron su
mitad tras esas aguas mismas. Cercadas por las aguas
las piernas de quienes no pudieron caminar por las aguas.

El viaje de la memoria en torno a esas señales


se irá desdibujando
uno y otro morderán su cola
uno y otro arañarán la piedra pero el limo
inunda esa piedra
lamida interminable por el agua.
Vamos siendo nuestra propia isla
arriesgando leyendas sobrre los límites del mundo
nos sentamos a desgarrar consejas
palabras traídas por otros pero

Podría no haber nada más allá de las aguas


podrían mentir los libros y los noticieros
y nunca lo sabríamos.

Cercados por las aguas usamos trucos infantiles


contra la desmemoria elementales carnadas por lo
común inútiles cuando está a punto
de ser barrido por las aguas
quien siempre estuvo a merced de las aguas.
DAMARIS CALDERÓN

Nacio en La Habana en 1967. Poeta, narradora y ensayista. Poemas suyos aparecen


incluidos en diversas antologías sobre poesía cubana y latinoamericana actual.
Ha publicado los poemarios Con el terror del equilibrista (1987),
Duras aguas del trópico (1992), Guijarros (1994),
Duro de roer (1999) y Sílabas, Ecce Homo (2001).
Astillas
A mi madre
Mueres de día. Sobrevives de noche.
Paisaje de guerra
de posguerra
paisaje después de la batalla.
Piedra sobre piedra donde sólo se escuchan, en la
(noche a los gatos,
a las parejas de amantes que no tienen dónde meterse,
chillando.
Basuras, hierbas ralas, trapos, condones
aristas de latas con sangre.
Cuando salgo a la calle
como otro artista anónimo del hambre
más de algú cuerpo ha roto la fingida simetría
con un salto mortal.
Yo me sentaba en tus rodillas.
No me daba vergüenza, Sulamita
tu cabello de oro de ceniza.
Extranjeros ridículos colgando
sobre árboles inexistentes.
Hace frío.
Las cortezas sangrantes del otoño aprietan como una mortaja.
Si me siento a la mesa
el vacío es demasiado inmenso para poder rasparlo
con una uña.
EN LA CASA DEL MIEDO

En el hueco
de la mano
como un pájaro
el miedo hace
su pequeño nido.

UN LUGAR PARA PONER LOS PIES

He llegado con mis maletas en desorden


-no me espera nadie.
Mis pies son dos extraños
los he arrastrado como perros.
Un paisaje sangriento
sostenido apenas por la escarcha.
Todo perdido.
Tengo 34 despiadados años
manos para amputar lo necesario.
Todavía soy fuerte.

EXHUMACIÓN COLECTIVA

El combustible
(o la falta de combustible)
hace que los muertos
en la muerte
vuelvan a tener una vida gremial
cuyo correlato heroico será
que sin la carreta rural
(ni la alegórica)
serán sacados de sus fosas
y quemados en una pira común
que intentarán descifrar otros bárbaros.
''El sol aun no se habia alzado. Solo los leves pliegues como los de un paño algo arrugado,
permitian distinguir el mar del cielo. Poco a poco, a medida que el cielo aclareaba, se iba
formando una raya oscura en el horizonte, que dividia el cielo del mar, y en el paño gris
aparecieron gruesas lineas que lo rayaban, avanzando una tras otra, bajo la superficie,
cada cual siguiendo a la anterior, persiguiendose una a otra, perpetuamente”

V. W. Las Olas

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