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Summary: Though written before the teaching of rhetoric spread in Rome, Ennius’s
Annales clearly show the influence of the discipline: first, in the highly sophisticated
literary resources that, extracted from the Hellenistic tradition, constitute an authentic
‘rhetoric of epic’ unfolded by Ennius throughout his work. Second, Ennius introdu-
ces several characters in his Annales who play their role as orators, and he portraits
them taking into account the ideal of the uir bonus dicendi peritus later refashioned
by Cicero and Quintilian. Ennius’s ideal orator, much in the same way as that of his
successors, would be endowed both with an outstanding eloquentia ruled by moral
principles and with a sapientia ciuilis opposed to Greek sophia (imperfect and easily
likened to sophistry). Ennius contributes thus to the foundational moment of a human
ideal that runs persistently through Roman cultural history.
1. INTRODUCCIÓN
1. Cf. por ejemplo A. L ÓPEZ EIRE, «Sobre los orígenes de la oratoria (I)», Minerva 1 (1987), pp. 13-
31 y A. L ÓPEZ EIRE, «Sobre los orígenes de la oratoria (II)», Minerva 2 (1988), pp. 117-132; o J. W ALKER,
«Before the beginning of ‘Poetry’ and ‘Rhetoric’: Hesiod on eloquence», Rhetorica 14 (1996), pp. 243-
264.
2. Según una idea ya formulada tradicionalmente pero que ha hecho fortuna más reciente gracias
a G.A. KENNEDY, Comparative rhetoric: an historical and cross-cultural introduction, Nueva York y
Oxford 1998.
3. Así, hay quien habla de un ‘nacimiento’ que habría que situar en el siglo V a. C. (cf. R. W ARDY,
The birth of rhetoric, Londres y Nueva York 1996) o quien prefiere la idea más imprecisa de unos
‘comienzos’ que, como tales, no se darían hasta que en el siglo IV a. C. se asienta un metalenguaje para
el estudio del discurso en el que se incluye por vez primera el término rJhtorikhv (E. SCHIAPPA, The
beginnings of rhetorical theory in classical Greece, New Haven y Londres 1999); ya Quintiliano sintió
la necesidad de desembarazarse de esta cuestión, como ha mostrado L. SPINA, «Nec diu nos moretur
quaestio quae rhetorices origo sit: perché si può ancora essere d’accordo con Quintiliano», L. Calboli
Montefusco (ed.), Papers on Rhetoric VII, Bolonia 2006, pp. 235-245.
4. T H. COLE, The origins of rhetoric in ancient Greece, Baltimore y Londres 1991.
SUADE MEDULLA: RETÓRICA Y ELOCUENCIA EN LA POESÍA LATINA ARCAICA 571
nos de la elite política5, proceso cuyo arranque podríamos marcar con el hito que
supone la composición de la primera ars romana de la que tenemos noticia, el ma-
nual –del que no conservamos ni una línea– redactado por el orador Marco Antonio
(cónsul en 99 a. C.) en el que, según parece, aún predominaban los consejos de orien-
tación práctica sobre las indicaciones de índole más ‘teórica’6.
Pues bien, lo que nos proponemos en las páginas siguientes es fijar nuestra
atención sobre cómo aparece la retórica dentro de esta situación paradójica en la
que encontramos poetas ‘retóricos’ en Roma ciento y pico años antes de que la
cultura romana fuera propiamente ‘retórica’; nos centraremos para ello, por ra-
zones de espacio, en un solo caso: el de la producción épica de Ennio, la figura
más relevante de la literatura romana arcaica7.
Nos enfrentamos, pues, a un autor que, aun componiendo su obra mucho antes de
la generalización de la enseñanza de la retórica en Roma, estaba más que familiariza-
do con todo tipo de pormenores de técnica e historia literarias. Con frecuencia se ha
descrito a Ennio como un ‘poeta helenístico’, que escribe en latín pero que comparte
muchas de sus coordenadas literarias con sus ‘colegas’, predecesores y coetáneos,
de la otra lengua: en efecto, el alto grado de ‘auto-conciencia’ poética que demuestra
Ennio lo pone más en relación con la manera helenística de concebir la poesía y la
labor del poeta que con lo que podríamos considerar ‘arcaico’ como categoría gene-
ral8. Es más, se puede decir que esta paradoja que estamos aquí presentando de un
poeta ‘retórico antes de la retórica’ es uno de los aspectos en los que se manifiesta la
5. Cf. G. CALBOLI, «La retorica preciceroniana e la politica a Roma», W. Ludwig (ed.), Éloquence et
rhétorique chez Cicéron, Vandoeuvres y Ginebra 1982, pp. 71-99.
6. Cf. G. CALBOLI, «L’oratore M. Antonio e la Rhetorica ad Herennium», Giornale Italiano di
Filologia 3 (1972), pp. 120-177.
7. La bibliografía que ha generado este poeta, aun con lo limitado de lo que hemos conservado de
su producción, es considerablemente amplia; contamos afortunadamente con el excelente panorama al
respecto de W. SUERBAUM, Ennius in der Forschung des 20. Jahrhunderts. Eine kommentierte Biblio-
graphie für 1900-1999 mit systematischen Hinweisen nebst einer Kurzdarstellung des Q. Ennius
(239-169 v. Chr.), Hildesheim, Zúrich y Nueva York 2003; entre las publicaciones posteriores merecen
señalarse el número 39 de la revista Arethusa (2006), dedicado monográficamente a la figura de Ennio
(del que citamos más abajo varias contribuciones) y W. F ITZGERALD - E. GOWERS (ed.), ‘Ennius peren-
nis’: The ‘Annals’ and beyond, Cambridge 2007.
8. Este asunto fue estudiando con detalle por W. SUERBAUM, Untersuchungen zur Selbstsdarste-
llung älterer römischer Dichter. Livius Andronicus. Naevius. Ennius, Hildesheim 1968 (sobre Ennio,
pp. 43-295); cf. también K. Z IEGLER, Das hellenistische Epos. Ein vergessenes Kapitel griechischer
Dichtung. Mit einem Anhang: Ennius als hellenistischer Epiker, Leipzig 1966, pp. 53-77 y P. W ÜLFING-
VON MARTITZ, «Ennius als hellenistischer Dichter», O. Skutsch (ed.), Ennius. Six exposés suivis de
dicussions par…, Ginebra 1972, pp. 253-289; una recapitulación más reciente en P. T OOHEY, Reading
epic: an introduction to the ancient narratives, Londres y Nueva York 1992, p. 98, que remite a extensa
bibliografía anterior.
572 JORGE FERNÁNDEZ LÓPEZ
tensión a la que se ve sometido Ennio entre los polos opuestos del refinado arte
literario alejandrino y de la recia tradición romana que, en el ámbito de las letras,
Ennio está ayudando a fundar y modificar9.
Podemos acudir, así, en primer lugar, al conjunto de estrategias literarias y
comunicativas, de recursos y procedimientos con los que se construye el lengua-
je poético del género y trazar los rasgos que constituirían la ‘retórica de la
épica’10: para ilustrar esta cuestión nos ceñiremos a tres ejemplos basados en
textos relativamente extensos (para lo habitual de los fragmentos conservados),
que permiten vislumbrar el ‘tenor’ del texto11.
El primero de ellos (Ann. 15, 5, citado por MACROB. 6, 3, 3) dibuja la escena
arquetípica del héroe singular en el fragor del combate. Se trata de un héroe de
identificación dudosa, ya que los manuscritos y los editores no alcanzan acuerdo
al respecto, y por ello mismo da la impresión de ser más ‘universalmente épico’
su contenido. En cualquier caso lo que le ocurre al tribuno Celio al que se
referiría este pasaje se inspira directamente en el Ayante homérico (Il. 16, 102-
111) y es, a su vez, fuente de un episodio similar que Virgilio hace padecer a
Turno (Aen. 9, 806-814)12. El texto es el siguiente:
9. Cf. al respecto J.L. VIDAL, «Catón y Ennio: Notas sobre el conflicto entre helenismo y tradición
romana», A. Cascón Dorado (coord.), ‘Donum amicitiae’: estudios en homenaje al profesor Vicente
Picón García, Madrid 2008, pp. 519-528 y A. ROSSI - B.W. BREED, «Introduction: Ennius and the
traditions of epic», Arethusa 39 (2006), pp. 397-425 (pp. 415-418).
10. Para una reflexión sobre las implicaciones de concebir una ‘retórica de la épica’ (frente a una
‘retórica en la épica’), cf. J. FARRELL, «Towards a rhetoric of (Roman?) epic», W.J. DOMINIK (ed.), Roman
Eloquence: Rhetoric in Society and Literature, Londres y Nueva York 1997, pp. 131-146.
11. Dicha extensión, además, hace que se trate de pasajes transmitidos por Cicerón y otros autores
que acuden a Ennio debido al contenido de los pasajes citados, y no por gramáticos o tratadistas que
nos ponen ante los ojos al Ennio exótico y hasta bizarro de las peculiaridades léxicas, sintácticas, etc.
Para las citas de los Annales recurrimos a la edición comentada de O. SKUTSCH, The Annals of Quintus
Ennius, Oxford 1985 (reproducimos la numeración de versos de esa edición, que a su vez incluye entre
paréntesis la numeración previa de Vahlen, y respetamos las decisiones ortográficas del editor); hemos
acudido también al comentario ya antiguo de Q. ENNIO, I Frammenti degli Annali, editi e illustrati da
Luigi Valmaggi, Turín 1900; recordemos además que hay dos traducciones modernas al castellano (en
las colecciones «Alma mater» y «Biblioteca Clásica Gredos»): Q. ENNIO, Fragmentos, trad. Manuel
Segura Moreno, Madrid 1999 y ENNIO, Fragmentos, trad. Juan Martos Fernández, Madrid 2006.
12. O. SKUTSCH, op. cit., 556-562.
SUADE MEDULLA: RETÓRICA Y ELOCUENCIA EN LA POESÍA LATINA ARCAICA 573
Una vez más, las resonancias nos llevan la Eneida (al coloquio entre Dido y su
hermana en el libro IV) y, de manera similar a los dos casos anteriores, la técnica
de Ennio le sitúa aquí de pleno dentro del gusto helenístico por el conflicto
interno y el psicologismo de los personajes16.
Señalemos, antes de pasar al apartado siguiente, que esta dimensión de texto
altamente retorizado fue ya detectada en el momento en el que Ennio reingresa
en la cultura europea moderna: la primera edición de cierta calidad filológica, la
de Girolamo Colonna de 158517 (que sucedió a la pionera y meritoria pero defi-
ciente de los Étienne de 1564), incluye en sus largos prolegómenos una Vita
Ennii18 que dedica nada menos que un tercio de su extensión a ilustrar cómo en
los fragmentos editados aparece una larga serie de figuras retóricas19. Entiénda-
se: un filólogo de esa época, es cierto, no puede dejar de leer cualquier texto
poético antiguo sub specie elocutionis, pero la prolija ejemplificación que des-
pliega Colonna es una muestra de que Ennio admite tan bien como Virgilio esta
lectura retórica.
Como explica von Albrecht, «the pioneers of Latin epic coud not have created
their poetic language, if there had not been the linguistic arsenal of Latin political
and forensic oratory and of Roman law.»20 Esto apunta a algo evidente: a la vez
que Ennio compone sus Annales, la práctica de la oratoria es habitual en Roma –
no hay más que pensar en Catón el censor21–, y por más que el adiestramiento
16. Cf. al respecto R. ONIGA, «La tecnica drammatica nel sogno di Ilia (Ennio, Annales, vv. 34-50
Skutsch)», I. Tar (ed.), Epik durch die Jahrhunderte (Internationale Konferenz Szeged 2.-4. Oktober
1997), Szeged 1998, pp. 99-107 y J. ELLIOT, «The voices of Ennius’ Annals», W. Fitzgerald - E. Gowers
(ed.), op. cit., pp. 48-50 (pp. 46-50).
17. El título completo reza Q. Ennii Poetae vetustissimi quae supersut Fragmenta, ab Hieronymo
Columna conquista, disposita et explicata, ex officina Salviana, 1585 (hemos consultado el ejemplar de
British Library, c.107.de.4).
18. Q. Enni poetae uetustissimi quae supersunt fragmenta, Nápoles 1585, pp. VIII-XVI y 1-32 (la
numeración de las páginas recomienza y cambia de romanos a arábigos).
19. Ibidem, pp. 23-32.
20. M. VON ALBRECHT, Roman Epic. An interpretative introduction, Leiden, Boston y Colonia 1999, p. 21.
21. Sobre la relación personal entre Ennio y Catón, cf. A. ROSSI - B.W. BREED, op. cit., pp. 405-406,
donde se recapitulan las posturas al respecto y se remite a la bibliografía pertinente.
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retórico no sea enseñanza extendida en Roma, los oradores constituyen una rea-
lidad relativamente familiar que también tiene cabida en el mundo de una epope-
ya que además del pasado legendario canta hechos históricos y poco remotos
cronológicamente.
Nos detendremos por ello a continuación en unos pocos pasajes de los Annales
en los que la acción de la retórica no es que se deje sentir en la composición del
poema, sino que pasa a ser tratada como parte del contenido argumental del
mismo, de manera más o menos directa.
El primero de ellos (Ann. 6, 17, citado por VARR. L. L. 7, 41) nos remite a un
mundo en el que la oratoria aún está en una situación ‘pre-institucional’22. En
efecto, aparece el término orator, pero la acción que se le atribuye a quien
recibe este nombre no se desarrolla ante una asamblea o un tribunal, sino que es
la de haber fracasado en la obtención de la paz en una misión diplomática:
Valmaggi ya indicó que el valor que tiene aquí orator (‘negociador’, ‘embaja-
dor’), apuntaría al significado primitivo del término y a la función que desempe-
ñaba el individuo así denominado, algo atestiguado ampliamente en otros autores
arcaicos 23.
El término orator vuelve a aparecer en otro texto también citado por Varrón
en el mismo pasaje del De lingua latina (L. L. 7, 41). Se trata de un par de
palabras cuya situación en parte alguna de esta obra de Ennio resulta imposible
(Ann. sedis incertae frg. 131):
Según se extrae del contexto en el que Varrón inserta esta cita, estamos toda-
vía ante oratores que desempeñan labores diplomáticas, aunque el uso del curio-
so adjetivo compuesto doctiloquus –que no volvemos a tener atestiguado hasta
el siglo IV– nos remite a la importancia que revestía el ejercicio público de la
palabra en manos de estos personajes24.
Hay otro fragmento (Ann. 17, 6), citado por Servio (SERV. auct. Georg. 4,
188) a cuenta del significado del verbo musso (‘callar’), en el que también pare-
ce apelarse a la necesidad de que ciertos ciudadanos cualificados alcen su voz
cuando ello sea conveniente:
Según Skutsch, se puede deducir casi con seguridad que de lo que aquí se trata
es de requerir la intervención oral en la vida pública de aquellos ciudadanos que
se han distinguido por su conducta en campañas militares: ya no estaríamos ante
oratores que actúan ante naciones extranjeras, sino ante milites cuya autoridad,
expresada verbalmente –en público, como es lógico–, ha de guiar a su comunidad
una vez que salgan del indeseable silencio en que se han instalado25.
En el texto siguiente (Ann. 9, 6) hace ya su aparición el orator denominado
como tal y presentado como participante activo de la vida pública. Los versos de
Ennio, citados por Cicerón en su Brutus (57-59) evocan la figura de Marco
Cornelio Cetego, que desempeñó el consulado junto con Marco Tuditano en 204
a. C.26
ces una especie de intermediario entre poderes de origen divino que escapan al
control humano y los ciudadanos cuyas vidas administra desde la más alta magis-
tratura de la república.
El último de los textos sobre el que nos detendremos (Ann. 8, 1) nos lo
transmiten varios autores, aunque es Aulo Gelio (20, 10, 4) quien nos proporcio-
na la versión más extensa. El fragmento, aun fuera de su contexto, apunta explíci-
tamente a los desastres de la guerra como resultado funesto del abandono de la
oratoria, de la renuncia, puede deducirse, a solventar el conflicto mediante el uso
de la palabra. Los seis hexámetros y medio, que algunos estudiosos han conside-
rado parte de un discurso que Ennio haría pronunciar a uno de sus personajes30,
dicen así: