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SUADAE MEDULLA: RETÓRICA Y ELOCUENCIA EN LA ÉPICA DE ENNIO

JORGE FERNÁNDEZ LÓPEZ


Universidad de La Rioja

Resumen: A pesar de estar compuestos mucho antes de que se generalizara en


Roma la enseñanza de la retórica, los Annales de Ennio muestran claramente la
influencia de esta disciplina. En primer lugar, por los recursos literarios alta-
mente sofisticados que, procedentes de la tradición helenística, constituyen una
auténtica ‘retórica de la épica’ que se despliega a lo largo de toda la obra. En
segundo lugar, porque Ennio hace aparecer a varios personajes que desempeñan
el papel de oradores: el retrato de estos últimos obedece al ideal del uir bonus
dicendi peritus reelaborado más tarde por Cicerón y Quintiliano y que poseería,
además de una destacada eloquentia gobernada por principios morales, una sapientia
ciuilis que se opondría a la sophia griega, imperfecta y de fácil identificación
con la sofística. Ennio contribuye así al momento fundacional de este modelo
humano que persiste en la historia cultural de Roma.

Palabras clave: Ennio, retórica, épica.

Summary: Though written before the teaching of rhetoric spread in Rome, Ennius’s
Annales clearly show the influence of the discipline: first, in the highly sophisticated
literary resources that, extracted from the Hellenistic tradition, constitute an authentic
‘rhetoric of epic’ unfolded by Ennius throughout his work. Second, Ennius introdu-
ces several characters in his Annales who play their role as orators, and he portraits
them taking into account the ideal of the uir bonus dicendi peritus later refashioned
by Cicero and Quintilian. Ennius’s ideal orator, much in the same way as that of his
successors, would be endowed both with an outstanding eloquentia ruled by moral
principles and with a sapientia ciuilis opposed to Greek sophia (imperfect and easily
likened to sophistry). Ennius contributes thus to the foundational moment of a human
ideal that runs persistently through Roman cultural history.

Key words: Ennius, Rhetoric, Epic.


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1. INTRODUCCIÓN

Es casi un lugar común de la historia de la retórica clásica hablar de la ‘orato-


ria antes de la retórica’ y aludir como muestra de ello a los más célebres discur-
sos que pronuncian los personajes de la Ilíada o a otros textos homéricos y de
Hesíodo caracterizados por su evidente organización persuasiva1: cierta prisca
rhetorica precedería, así –en la épica, en la filosofía presocrática–, a la retórica
más propiamente dicha institucionalizada en la Atenas del siglo V a. C y sería,
incluso, una expresión más de la dimensión esencialmente ‘retórica’ que defini-
ría la comunicación humana en cualquier civilización2.
Se ha discutido también cuál fue el proceso de origen –o de nacimiento– de la
retórica en Atenas3, y acerca de cuándo debemos situar el momento en el que
podemos hablar de una reflexión ‘retórica’ acerca del hecho oratorio, pero más
allá de los términos en los que se prefiera relatar dicho proceso, no cabe duda de
que uno de los rasgos que más claramente definen a la Atenas del siglo IV a. C.
es la conciencia, extendida entre sus ciudadanos, de que la comunicación es un
proceso problemático que puede ser sometido, mediante técnicas precisas, a
regulaciones finalistas4. Recordemos, de paso y porque nos interesa para lo si-
guiente, que esta situación, a medida que se gesta, desarrolla y extiende, tiene
sus consecuencias evidentes en el mundo de lo que llamamos ‘literatura’.
Ahora bien, ¿cuál es el caso paralelo en Roma, en especial en lo que atañe a esto
último de la relación entre ‘retórica’ y ‘literatura’ (que es prácticamente como decir
‘poesía’ si nos centramos en los primeros decenios de la ‘literatura romana’)? Ha de
ser necesariamente distinto, porque la literatura romana nace ya ‘sofisticada’ y en
manos de autores docti poseedores de una técnica a la que, para el mundo helenizado
del siglo III a. C., no se le puede escatimar el adjetivo de ‘retórica’. Sin embargo,
como es sabido, hay que esperar hasta la década de los 90 del siglo I a. C. para que se
vaya generalizando de modo irreversible la enseñanza de la retórica entre los roma-

1. Cf. por ejemplo A. L ÓPEZ EIRE, «Sobre los orígenes de la oratoria (I)», Minerva 1 (1987), pp. 13-
31 y A. L ÓPEZ EIRE, «Sobre los orígenes de la oratoria (II)», Minerva 2 (1988), pp. 117-132; o J. W ALKER,
«Before the beginning of ‘Poetry’ and ‘Rhetoric’: Hesiod on eloquence», Rhetorica 14 (1996), pp. 243-
264.
2. Según una idea ya formulada tradicionalmente pero que ha hecho fortuna más reciente gracias
a G.A. KENNEDY, Comparative rhetoric: an historical and cross-cultural introduction, Nueva York y
Oxford 1998.
3. Así, hay quien habla de un ‘nacimiento’ que habría que situar en el siglo V a. C. (cf. R. W ARDY,
The birth of rhetoric, Londres y Nueva York 1996) o quien prefiere la idea más imprecisa de unos
‘comienzos’ que, como tales, no se darían hasta que en el siglo IV a. C. se asienta un metalenguaje para
el estudio del discurso en el que se incluye por vez primera el término rJhtorikhv (E. SCHIAPPA, The
beginnings of rhetorical theory in classical Greece, New Haven y Londres 1999); ya Quintiliano sintió
la necesidad de desembarazarse de esta cuestión, como ha mostrado L. SPINA, «Nec diu nos moretur
quaestio quae rhetorices origo sit: perché si può ancora essere d’accordo con Quintiliano», L. Calboli
Montefusco (ed.), Papers on Rhetoric VII, Bolonia 2006, pp. 235-245.
4. T H. COLE, The origins of rhetoric in ancient Greece, Baltimore y Londres 1991.
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nos de la elite política5, proceso cuyo arranque podríamos marcar con el hito que
supone la composición de la primera ars romana de la que tenemos noticia, el ma-
nual –del que no conservamos ni una línea– redactado por el orador Marco Antonio
(cónsul en 99 a. C.) en el que, según parece, aún predominaban los consejos de orien-
tación práctica sobre las indicaciones de índole más ‘teórica’6.
Pues bien, lo que nos proponemos en las páginas siguientes es fijar nuestra
atención sobre cómo aparece la retórica dentro de esta situación paradójica en la
que encontramos poetas ‘retóricos’ en Roma ciento y pico años antes de que la
cultura romana fuera propiamente ‘retórica’; nos centraremos para ello, por ra-
zones de espacio, en un solo caso: el de la producción épica de Ennio, la figura
más relevante de la literatura romana arcaica7.

2. UNA ‘RETÓRICA DE LA ÉPICA’ EN LOS ANNALES

Nos enfrentamos, pues, a un autor que, aun componiendo su obra mucho antes de
la generalización de la enseñanza de la retórica en Roma, estaba más que familiariza-
do con todo tipo de pormenores de técnica e historia literarias. Con frecuencia se ha
descrito a Ennio como un ‘poeta helenístico’, que escribe en latín pero que comparte
muchas de sus coordenadas literarias con sus ‘colegas’, predecesores y coetáneos,
de la otra lengua: en efecto, el alto grado de ‘auto-conciencia’ poética que demuestra
Ennio lo pone más en relación con la manera helenística de concebir la poesía y la
labor del poeta que con lo que podríamos considerar ‘arcaico’ como categoría gene-
ral8. Es más, se puede decir que esta paradoja que estamos aquí presentando de un
poeta ‘retórico antes de la retórica’ es uno de los aspectos en los que se manifiesta la

5. Cf. G. CALBOLI, «La retorica preciceroniana e la politica a Roma», W. Ludwig (ed.), Éloquence et
rhétorique chez Cicéron, Vandoeuvres y Ginebra 1982, pp. 71-99.
6. Cf. G. CALBOLI, «L’oratore M. Antonio e la Rhetorica ad Herennium», Giornale Italiano di
Filologia 3 (1972), pp. 120-177.
7. La bibliografía que ha generado este poeta, aun con lo limitado de lo que hemos conservado de
su producción, es considerablemente amplia; contamos afortunadamente con el excelente panorama al
respecto de W. SUERBAUM, Ennius in der Forschung des 20. Jahrhunderts. Eine kommentierte Biblio-
graphie für 1900-1999 mit systematischen Hinweisen nebst einer Kurzdarstellung des Q. Ennius
(239-169 v. Chr.), Hildesheim, Zúrich y Nueva York 2003; entre las publicaciones posteriores merecen
señalarse el número 39 de la revista Arethusa (2006), dedicado monográficamente a la figura de Ennio
(del que citamos más abajo varias contribuciones) y W. F ITZGERALD - E. GOWERS (ed.), ‘Ennius peren-
nis’: The ‘Annals’ and beyond, Cambridge 2007.
8. Este asunto fue estudiando con detalle por W. SUERBAUM, Untersuchungen zur Selbstsdarste-
llung älterer römischer Dichter. Livius Andronicus. Naevius. Ennius, Hildesheim 1968 (sobre Ennio,
pp. 43-295); cf. también K. Z IEGLER, Das hellenistische Epos. Ein vergessenes Kapitel griechischer
Dichtung. Mit einem Anhang: Ennius als hellenistischer Epiker, Leipzig 1966, pp. 53-77 y P. W ÜLFING-
VON MARTITZ, «Ennius als hellenistischer Dichter», O. Skutsch (ed.), Ennius. Six exposés suivis de
dicussions par…, Ginebra 1972, pp. 253-289; una recapitulación más reciente en P. T OOHEY, Reading
epic: an introduction to the ancient narratives, Londres y Nueva York 1992, p. 98, que remite a extensa
bibliografía anterior.
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tensión a la que se ve sometido Ennio entre los polos opuestos del refinado arte
literario alejandrino y de la recia tradición romana que, en el ámbito de las letras,
Ennio está ayudando a fundar y modificar9.
Podemos acudir, así, en primer lugar, al conjunto de estrategias literarias y
comunicativas, de recursos y procedimientos con los que se construye el lengua-
je poético del género y trazar los rasgos que constituirían la ‘retórica de la
épica’10: para ilustrar esta cuestión nos ceñiremos a tres ejemplos basados en
textos relativamente extensos (para lo habitual de los fragmentos conservados),
que permiten vislumbrar el ‘tenor’ del texto11.
El primero de ellos (Ann. 15, 5, citado por MACROB. 6, 3, 3) dibuja la escena
arquetípica del héroe singular en el fragor del combate. Se trata de un héroe de
identificación dudosa, ya que los manuscritos y los editores no alcanzan acuerdo
al respecto, y por ello mismo da la impresión de ser más ‘universalmente épico’
su contenido. En cualquier caso lo que le ocurre al tribuno Celio al que se
referiría este pasaje se inspira directamente en el Ayante homérico (Il. 16, 102-
111) y es, a su vez, fuente de un episodio similar que Virgilio hace padecer a
Turno (Aen. 9, 806-814)12. El texto es el siguiente:

391(401) Vndique conueniunt uelut imber tela tribuno:


Configunt parmam, tinnit hastilibus umbo,
Aerato sonitu galeae, sed nec pote quisquam
Vndique nitendo corpus discerpere ferro.
395 Semper abundantes hastas frangitque quatitque.
Totum sudor habet corpus, multumque laborat,
Nec respirandi fit copia: praepete ferro
Histri tela manu iacientes sollicitabant.

9. Cf. al respecto J.L. VIDAL, «Catón y Ennio: Notas sobre el conflicto entre helenismo y tradición
romana», A. Cascón Dorado (coord.), ‘Donum amicitiae’: estudios en homenaje al profesor Vicente
Picón García, Madrid 2008, pp. 519-528 y A. ROSSI - B.W. BREED, «Introduction: Ennius and the
traditions of epic», Arethusa 39 (2006), pp. 397-425 (pp. 415-418).
10. Para una reflexión sobre las implicaciones de concebir una ‘retórica de la épica’ (frente a una
‘retórica en la épica’), cf. J. FARRELL, «Towards a rhetoric of (Roman?) epic», W.J. DOMINIK (ed.), Roman
Eloquence: Rhetoric in Society and Literature, Londres y Nueva York 1997, pp. 131-146.
11. Dicha extensión, además, hace que se trate de pasajes transmitidos por Cicerón y otros autores
que acuden a Ennio debido al contenido de los pasajes citados, y no por gramáticos o tratadistas que
nos ponen ante los ojos al Ennio exótico y hasta bizarro de las peculiaridades léxicas, sintácticas, etc.
Para las citas de los Annales recurrimos a la edición comentada de O. SKUTSCH, The Annals of Quintus
Ennius, Oxford 1985 (reproducimos la numeración de versos de esa edición, que a su vez incluye entre
paréntesis la numeración previa de Vahlen, y respetamos las decisiones ortográficas del editor); hemos
acudido también al comentario ya antiguo de Q. ENNIO, I Frammenti degli Annali, editi e illustrati da
Luigi Valmaggi, Turín 1900; recordemos además que hay dos traducciones modernas al castellano (en
las colecciones «Alma mater» y «Biblioteca Clásica Gredos»): Q. ENNIO, Fragmentos, trad. Manuel
Segura Moreno, Madrid 1999 y ENNIO, Fragmentos, trad. Juan Martos Fernández, Madrid 2006.
12. O. SKUTSCH, op. cit., 556-562.
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Si hay un recurso estilístico que resulta especialmente marcado e identifica-


ble en la épica, ya sea de carácter oral o culto, ese es el llamado ‘símil homérico’.
Un buen ejemplo de ello nos lo proporciona un pasaje de Ennio (Ann. sedis
incertae frg. 82) que, de nuevo, Macrobio (6, 3, 8) recuerda como intermediario
entre Homero (Il. 6, 506-511) y Virgilio (Aen. 11, 492), a lo que los estudiosos
modernos añaden la contribución de un Apolonio Rodio (3, 1259-1262) que
continuaría perfilando el Ennio helenístico del que venimos hablando13. Los cin-
co hexámetros rezan así:

535 (514) Et tum, sicut equos qui de praesepibus fartus


Vincla suis magnis animis abrumpit et inde
Fert sese campi per caerula laetaque prata
Celso pectore; saepe iubam quassat simul altam,
Spiritus ex anima calida spumas agit albas

Y en ellos Ennio habría condensado el original de la Ilíada, prescindiendo de


los detalles que no le parecen relevantes en un intento de obtener un texto más
‘alejandrino’ que ‘homérico’14.
La tercera y última muestra de esta ‘retórica de la épica’ la encontramos en
uno de los fragmentos más extensos de los Annales (1, 29, citado por CIC. diu.
1, 40-41), que presenta un pasaje en el que se contiene uno de los recursos
formales que más claramente caracterizan a la épica: el discurso en primera
persona de los personajes que participan en la acción del poema. En este caso es
Ilia quien habla, que aquí se presenta como hija de Eneas y madre de Rómulo y
Remo y que relata el sueño turbador que ha tenido15:

34 (35) Et cita cum tremulis anus attulit artubus lumen.


Talia tum memorat lacrimans, exterrita somno:
‘Eurydica prognata, pater quam noster amauit,
Vires uitaque corpus meum nunc deserit omne.
Nam me uisus homo pulcer per amoena salicta
Et ripas raptare locosque nouos. ita sola
40 (41) Postilla, germana soror, errare uidebar
Tardaque uestigare et quaerere te neque posse
Corde capessere: semita nulla pedem stabilibat.
Exim compellare pater me uoce uidetur
His uerbis: «o gnata, tibi sunt ante gerendae

13. O. SKUTSCH, op. cit., 683-687.


14. M. VON ALBRECHT, «Ennius. Elocutio. A horse simile or a clash of two cultures. A Hellenistic
poet in an archaic society», Id., Roman Epic. An interpretative introduction, Leiden, Boston y Colonia
1999, pp. 63-73.
15. L. VALMAGGI, op. cit., pp. 10-12 y O. SKUTSCH, op. cit., pp. 193-202.
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45 (46) Aerumnae, post ex fluuio fortuna resistet.»


Haec efatus pater, germana, repente recessit
Nec sese dedit in conspectum corde cupitus,
Quamquam multa manus ad caeli caerula templa
Tendebam lacrumans et blanda uoce uocabam.
50 (51) Vix aegro cum corde meo me somnus reliquit.’

Una vez más, las resonancias nos llevan la Eneida (al coloquio entre Dido y su
hermana en el libro IV) y, de manera similar a los dos casos anteriores, la técnica
de Ennio le sitúa aquí de pleno dentro del gusto helenístico por el conflicto
interno y el psicologismo de los personajes16.
Señalemos, antes de pasar al apartado siguiente, que esta dimensión de texto
altamente retorizado fue ya detectada en el momento en el que Ennio reingresa
en la cultura europea moderna: la primera edición de cierta calidad filológica, la
de Girolamo Colonna de 158517 (que sucedió a la pionera y meritoria pero defi-
ciente de los Étienne de 1564), incluye en sus largos prolegómenos una Vita
Ennii18 que dedica nada menos que un tercio de su extensión a ilustrar cómo en
los fragmentos editados aparece una larga serie de figuras retóricas19. Entiénda-
se: un filólogo de esa época, es cierto, no puede dejar de leer cualquier texto
poético antiguo sub specie elocutionis, pero la prolija ejemplificación que des-
pliega Colonna es una muestra de que Ennio admite tan bien como Virgilio esta
lectura retórica.

3. ORADORES EN LOS ANNALES: LA RETÓRICA EN ACCIÓN

Como explica von Albrecht, «the pioneers of Latin epic coud not have created
their poetic language, if there had not been the linguistic arsenal of Latin political
and forensic oratory and of Roman law.»20 Esto apunta a algo evidente: a la vez
que Ennio compone sus Annales, la práctica de la oratoria es habitual en Roma –
no hay más que pensar en Catón el censor21–, y por más que el adiestramiento

16. Cf. al respecto R. ONIGA, «La tecnica drammatica nel sogno di Ilia (Ennio, Annales, vv. 34-50
Skutsch)», I. Tar (ed.), Epik durch die Jahrhunderte (Internationale Konferenz Szeged 2.-4. Oktober
1997), Szeged 1998, pp. 99-107 y J. ELLIOT, «The voices of Ennius’ Annals», W. Fitzgerald - E. Gowers
(ed.), op. cit., pp. 48-50 (pp. 46-50).
17. El título completo reza Q. Ennii Poetae vetustissimi quae supersut Fragmenta, ab Hieronymo
Columna conquista, disposita et explicata, ex officina Salviana, 1585 (hemos consultado el ejemplar de
British Library, c.107.de.4).
18. Q. Enni poetae uetustissimi quae supersunt fragmenta, Nápoles 1585, pp. VIII-XVI y 1-32 (la
numeración de las páginas recomienza y cambia de romanos a arábigos).
19. Ibidem, pp. 23-32.
20. M. VON ALBRECHT, Roman Epic. An interpretative introduction, Leiden, Boston y Colonia 1999, p. 21.
21. Sobre la relación personal entre Ennio y Catón, cf. A. ROSSI - B.W. BREED, op. cit., pp. 405-406,
donde se recapitulan las posturas al respecto y se remite a la bibliografía pertinente.
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retórico no sea enseñanza extendida en Roma, los oradores constituyen una rea-
lidad relativamente familiar que también tiene cabida en el mundo de una epope-
ya que además del pasado legendario canta hechos históricos y poco remotos
cronológicamente.
Nos detendremos por ello a continuación en unos pocos pasajes de los Annales
en los que la acción de la retórica no es que se deje sentir en la composición del
poema, sino que pasa a ser tratada como parte del contenido argumental del
mismo, de manera más o menos directa.
El primero de ellos (Ann. 6, 17, citado por VARR. L. L. 7, 41) nos remite a un
mundo en el que la oratoria aún está en una situación ‘pre-institucional’22. En
efecto, aparece el término orator, pero la acción que se le atribuye a quien
recibe este nombre no se desarrolla ante una asamblea o un tribunal, sino que es
la de haber fracasado en la obtención de la paz en una misión diplomática:

202 (207) Orator sine pace redit regique refert rem

Valmaggi ya indicó que el valor que tiene aquí orator (‘negociador’, ‘embaja-
dor’), apuntaría al significado primitivo del término y a la función que desempe-
ñaba el individuo así denominado, algo atestiguado ampliamente en otros autores
arcaicos 23.
El término orator vuelve a aparecer en otro texto también citado por Varrón
en el mismo pasaje del De lingua latina (L. L. 7, 41). Se trata de un par de
palabras cuya situación en parte alguna de esta obra de Ennio resulta imposible
(Ann. sedis incertae frg. 131):

593 (582) oratores doctiloqui

Según se extrae del contexto en el que Varrón inserta esta cita, estamos toda-
vía ante oratores que desempeñan labores diplomáticas, aunque el uso del curio-
so adjetivo compuesto doctiloquus –que no volvemos a tener atestiguado hasta
el siglo IV– nos remite a la importancia que revestía el ejercicio público de la
palabra en manos de estos personajes24.
Hay otro fragmento (Ann. 17, 6), citado por Servio (SERV. auct. Georg. 4,
188) a cuenta del significado del verbo musso (‘callar’), en el que también pare-
ce apelarse a la necesidad de que ciertos ciudadanos cualificados alcen su voz
cuando ello sea conveniente:

435 (446) Noenu’ decet mussare bonos qui facta labore


Enixi †militiam peperere

22. O. SKUTSCH, op. cit., pp. 364-365.


23. L. VALMAGGI, op. cit., p. 56.
24. O. SKUTSCH, op. cit., pp. 730-731.
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Según Skutsch, se puede deducir casi con seguridad que de lo que aquí se trata
es de requerir la intervención oral en la vida pública de aquellos ciudadanos que
se han distinguido por su conducta en campañas militares: ya no estaríamos ante
oratores que actúan ante naciones extranjeras, sino ante milites cuya autoridad,
expresada verbalmente –en público, como es lógico–, ha de guiar a su comunidad
una vez que salgan del indeseable silencio en que se han instalado25.
En el texto siguiente (Ann. 9, 6) hace ya su aparición el orator denominado
como tal y presentado como participante activo de la vida pública. Los versos de
Ennio, citados por Cicerón en su Brutus (57-59) evocan la figura de Marco
Cornelio Cetego, que desempeñó el consulado junto con Marco Tuditano en 204
a. C.26

304 (303) Additur orator Cornelius suauiloquenti


Ore Cethegus Marcus Tuditano collega
Marci filius. is dictus popularibus ollis
Qui tum uiuebant homines atque aeuom agitabant
Flos delibatus populi Suadaique medulla.

El adjetivo con el que se califica a Cornelio Cetego –suauiloquens, calco del


griego hJduephvs- es claramente análogo al doctiloquus que veíamos más arriba,
aunque aquí la alusión a las dotes oratorias del personaje es más evidente: a
Cetego, como dice Ennio, se le llamaba popularmente «médula de la Persuasión»
(Suadai … medulla), en una metáfora de fácil comprensión para los hablantes
de distintas lenguas modernas (español o inglés, sin ir más lejos) pero que en
latín, como ya señaló Skutsch, es inusitada27.
La imagen transmite una fuerza innegable: la personificación de la persuasión,
la Peiqw' que en el mundo griego tenía ya larga tradición28, se traduce aquí en una
Suada –etimológicamente relacionada con el suauis de suauiloquens29– que la
elocuencia de Cetego encarnaría ejemplarmente. El orator Cetego sería enton-

25. O. SKUTSCH, op. cit., pp. 595-597.


26. O. SKUTSCH, op. cit., pp. 480-486; hay, sin embargo, quienes prefieren pensar que Ennio se
refiere a la censura en la que coincidieron como colegas en 209 a. C. o, incluso, proponen, a partir del
sentido de orator que ya hemos examinado, una embajada de fecha imposible de determinar (L. VALMA-
GGI, op. cit., p. 90).
27. O. SKUTSCH, op. cit., p. 486, consigna tan solo dos loci paralleli en griego y advierte de que
difícilmente los coetáneos de cetego se hubieran expresado en los términos que imagina Ennio.
28. Cf. G. CALBOLI - W.J. DOMINIK, «Introduction: the Roman Suada», W.J. Dominik (ed.), Roman
eloquence: rhetoric in society and literature, Londres y Nueva York 1997, pp. 3-12 (pp. 3-4); Peito,
divinización de la persuasión, aparece a menudo en el cortejo de Afrodita, y en las etapas más antiguas
se la considera hija de Ate (el Error), pero otras versiones, que la ponen más en conexión con el papel
que desempeña en las polis, prefieren presentarla como hermana de Tique y Eunomia y como hija de
Prometeo (Grimal remite en su popular Diccionario de mitología griega y romana (Barcelona 1981, s.
u.) a PAUS. I, 22, 3; ESQ. Agam. 385 ss; A LCMÁN, ap. PLUT. De fort. rom. IV, 318 b).
29. W. BEARE, «Flos delibatus populi suadaeque medulla», Classical Review 40 (1926), p. 192.
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ces una especie de intermediario entre poderes de origen divino que escapan al
control humano y los ciudadanos cuyas vidas administra desde la más alta magis-
tratura de la república.
El último de los textos sobre el que nos detendremos (Ann. 8, 1) nos lo
transmiten varios autores, aunque es Aulo Gelio (20, 10, 4) quien nos proporcio-
na la versión más extensa. El fragmento, aun fuera de su contexto, apunta explíci-
tamente a los desastres de la guerra como resultado funesto del abandono de la
oratoria, de la renuncia, puede deducirse, a solventar el conflicto mediante el uso
de la palabra. Los seis hexámetros y medio, que algunos estudiosos han conside-
rado parte de un discurso que Ennio haría pronunciar a uno de sus personajes30,
dicen así:

247 proelia promulgantur,


(268) Pellitur e medio sapientia, ui geritur res;
Spernitur orator bonus, horridus miles amatur;
250 Haud docti dictis certantes, nec maledictis
Miscent inter sese inimicitias agitantes;
Non ex iure manu consertum, sed magis ferro –
Rem repetunt regnumque petunt – uadunt solida ui

Como ya señaló Valmaggi31, parte de este fragmento es también citado por


Cicerón en uno de sus discursos (Pro Murena 30), donde contrapone este orator
bonus al «orator odiosus in dicendo ac loquax». Asistimos, pues, a uno de los
primeros lugares en los que se formula, siquiera de manera indirecta y
autoconcediéndonos cierto margen de interpretación, el ideal romano del uir
bonus dicendi peritus que Catón perfila por los mismos años y que de tan larga
fortuna posterior gozó. El orator bonus cuyo desprecio acarrea las desgracias
que describe Ennio –o su personaje– es el probus uir que interviene en la
administración del estado ofreciendo su sapientia y sus dotes oratorias, el uir
ciuilis uereque sapiens que postuló Quintiliano como ideal humano tres siglos
más tarde en su Institutio oratoria32.
En efecto, según se ha ocupado de mostrar Habinek33, Ennio contrapone en
otro pasaje (Ann. 7, 2, vv. 211-212) la sophia griega con la sapientia romana,
en la idea de que la segunda es un perfeccionamiento de la primera. Ennio pro-
porcionaría así los cimientos para una concepción clave de la ideología imperial
según la cual muchos de los elementos de la cultura griega acabaron por encon-
trar su plena realización en la Roma del Imperio34. El ideal del sapiens quintilianeo,

30. O. SKUTSCH, op. cit., pp. 432-437.


31. L. VALMAGGI, op. cit., p. 77.
32. Inst. 11, 1, 35.
33. TH.N. HABINEK, «The wisdom of Ennius», Arethusa 39 (2006), pp. 471-488.
34. Ibidem, p. 486.
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al igual que en la concepción fundadora de Ennio, supera al philosophus griego


gracias a la conjunción ideal de esa sabiduría (sapientia) que no es sólo sophia
y de una elocuencia que el sophos injusta y ciegamente desprecia.

4. CONCLUSIÓN: ORATORIA ‘PRE-RETÓRICA’ Y RETÓRICA MORAL

A pesar de las limitaciones que impone la naturaleza fragmentaria de lo que


podemos leer de los Annales de Ennio, la presencia de la retórica se hace evi-
dente en dos vertientes: en primer lugar, en la técnica épica enniana, refinada a la
manera helenística y atravesada de recursos retóricos en los que se mezcla el
sabor homérico con la sofisticación alejandrina; y, en segundo lugar, en la apari-
ción ocasional de personajes que desempeñan la función de oradores que pode-
mos calificar como ‘pre-retóricos’, tanto por la época en la que se ambientan los
acontecimientos que narra el poema como por la formación cultural estándar de
la Roma en la que vive el autor.
Si dirigimos nuestra atención hacia los versos en los que Ennio da vida a estos
personajes, se percibe con intensidad el ideal moral y catoniano del uir bonus
que preside un retrato del orator en el que, así, confluyen lo descriptivo con lo
prescriptivo, el relato de lo pasado con la formulación de un ideal presente y
futuro. En esta propuesta moral de Ennio residiría buena parte de la ‘romanidad’
de los Annales, que, como han señalado Rossi y Breed, «has tended to be either
ignored or downplayed, as the epic was usually seen as a work that openly and
polemically distanced itself from (…) Latin tradition»35.
Ennio contribuiría de este modo36, y en un momento muy temprano de la
literatura y la cultura romanas, a perfilar la figura de un orador ideal dotado ya de
rasgos como la sapientia, la probitas y la ‘bona’ eloquentia. Con el paso de los
siglos, este modelo humano apuntado por Ennio es perfeccionado en su descrip-
ción por Cicerón y Quintiliano, y gracias a la reelaboración del mismo en el
seno del humanismo renacentista, acaba por constituirse en una referencia ideo-
lógica y cultural firmemente instalada en la historia occidental.

35. A. ROSSI - B.W. BREED, op. cit., p. 418.


36. La figura de un Ennio mucho más activamente comprometido con el ambiente político en el que
se sustenta que sus predecesores alejandrinos ha sido defendida por E. SCIARRINO, «The introduction
of epic in Rome: cultural thefts and social contests», Arethusa 39 (2006), pp. 449-469.

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