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Federico Dalmazzo
Alejandro D. Gronda
Lara Guisolfi
Lucas E. Kavaliunas
Antonio J. M. Josa
Sofía Sueldo
Catálogo de obsesiones
Roger Chartier
Tal vez convenga primero indagar este universo y a aquellos que están detrás de su
creación. En principio, Voces nuestras es el resultado de un proyecto colectivo de escritura
académica construido en el marco del Taller de Lectura, Escritura y Oralidad del Instituto
de Enseñanza Superior N°1 “Alicia Moreau de Justo” de la Ciudad de Buenos Aires. Los
autores, pues, son futuros profesores de Enseñanza Media y Superior (en Historia y Letras)
que a partir de consignas específicas de escritura comenzaron a desplegar una serie de
escritos biográficos breves abordando aspectos específicos de diversos personajes de la
cultura nacional e internacional.
Un recordatorio no viene mal pero mejor ir más allá: esta obra por medio de sus
narraciones contribuye a cuestionar la atávica sacralización de la vocación docente que
desoye que quienes enseñan no son mejores ni peores que nadie, son tan humanos como el
resto y, por eso mismo, aciertan y se equivocan, se entusiasman y se fastidian, se ríen y se
aburren, y algunas cosas les son anodinas mientras que otras los obsesionan.
Así, fundado en la multiplicidad de nuestras subjetividades, nació este catálogo de
obsesiones. Solo la casualidad habría logrado que los siete autores hurgáramos en el mismo
rincón. Eso o el flaquear ante la pretendida uniformidad.
PRÓLOGO
Dice Ortega y Gasset que «el hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es
historia». Esto es incuestionable si consideramos que la naturaleza es una ‘cosa’
con carácter radical, que consiste en que las cosas ‘son’, tienen un ser con una
estructura o consistencia fija y dada, de textura permanente. La vida del hombre
se desarrolla a veces de formas imprevistas, es fluctuante, no tiene una existencia
simple o fija. También en la vida de cada persona se da esa relación indisoluble
entre pasado, presente y futuro, ese equilibrio entre tradición y progreso. Todo
aquello que hemos vivido permanece en nosotros de dos maneras. Una primera,
como anotaciones en el registro vivo de la memoria; la memoria es el tiempo
acumulado del hombre, que se puede expandir, revisar, revivir y volver a guardar.
El hombre es también su remordimiento, su dolor, su nostalgia, su alegría, el
sufrimiento por su vida mal perdida, la serenidad por su vida lograda. Tal vez no
sean necesarios criterios o conceptos más complejos para entender o acercarnos
a la vida de los hombres que dejaron su paso por la historia, sino que es necesario
poner el foco más allá de la fotografía siempre vista. Para poder ahondar por estos
pasadizos nunca antes transitados, o tal vez muy poco, para poder dar luz a esos
caminos jamás tomados y a esas puertas nunca antes abiertas es necesario leer
más allá de esos poemas, canciones, anécdotas e historias recurrentes.
En el IES N° 1 Alicia Moreau de Justo, afrontamos en el espacio de Taller
de Lectura, Escritura y Oralidad un proyecto llamado ‘Vidas que son textos’. Esta
pequeña antología recopila algunas biografías, de diferentes personajes, escritas
por alumnos de los Profesorados de Historia y Letras.
Una biografía significa, etimológicamente, una narración escrita de una
vida. ‘Vida que son textos’ intenta aventurarse en la compleja acción de
desenredar la cosificación de la vida de personajes, conocidos o no, y complejizar
esta fotografía que teníamos, atravesados por diferentes hechos históricos.
Podemos leer sus libros, sus artículos, escuchar sus temas pero nuestra idea es
trabajar en una dimensión diferente a la cual estamos acostumbrados a escuchar
sobre ellos. Es un desafío al intentar buscar detrás de los datos conocidos, un
relato original que nos sirva como hilo conductor para plasmar esta nueva imagen.
Escribir un libro de historias de vidas, significa un gran esfuerzo de
recopilación y selección de datos, una profunda reflexión y un gran amor para
revivir al hombres y sus historias, y otorgarles nueva presencia. Esta antología
tiene los alcances y los límites de haber sido elaborada desde el amor y la pasión
que sentimos por la historia y la literatura. Este libro es una incitación a pensar,
reflexionar y disfrutar, mediante instrumentos diferentes, a los personajes
elegidos atravesados por la historia. Podríamos pensar tiene como objetivo ser un
disparador del pensamiento. Notaremos cómo esta vida anterior y presente
determina y ayuda a comprender mejor a nuestras personas retratadas.
Acompañamos a Dante ‘En el medio del camino de la vida’ llegando a ‘La tierra
menos ajena’ para darnos cuenta que en ‘La década de los 80’ ‘La pinta es lo de
menos’ y aunque podamos entender ‘¿Cuánta vida cabe en Un Viernes?’ y tal vez
sin entender mucho pensar porque odiamos a los panqueques. Recorramos juntos
estas páginas que nos ayudarán a enriquecer las imágenes preestablecidas,
cristalizadas o simplemente más conocidas de estas personas.
“Porque después de todo eh comprendido que lo que el árbol tiene de florido vive de lo
que tiene sepultado.”
Gritaba un viejo borracho en un bar: “No sé qué fue de la noche, volví a caer en lo que
dejé.”
Una de esas motivaciones es escribir, hacerlo por y para aquellos que a veces no
nos podemos hacer escuchar, que tratamos mientras la ignorancia hace oídos sordos o la
gilada piense que te saque por pinta, así que a la gilada ni cabida, cuando llegue acá que
pare por que no va a soportar el final. Mal o bien, acertados o no en estas elecciones de
ofrecer un letra por letra desde lo más profundo del Cuore. Cualquiera se puede
equivocar, nadie está exento de ello, pero si existen esos errores y aunque alguno quiera,
aquí a nadie se le va a pedir perdón.
Hay momentos en los que una persona puede quedar en la historia, la que se
puede contar de una manera u otra, horrible sería que nunca se nombre nuevamente su
gracia, o que jamás se cuenten sus anécdotas, apócrifas si se quiere, como la de un simple
oficial hablando con su general. O la de un pistolero enfrentando a un batallón en
momentos de crisis, pensando en matar y vivir, ya que debía dar cátedra luego en el arte
del escolazo. Aquí hay lugar para muchos, para amigos, colegas, padres y madres sin lugar
a dudas, para los que sueñan con un mundo mejor, pero no hay espacio para la desunión
ni para aquellos que intenten desestimar lo que el prójimo puede brindar.
En estas simples palabras, sentimos el honor de poder hacer una breve reseña de
lo que se puede encontrar en estos escritos, elaborados en conjunto ya que de otra
manera no podrían haber salido a la luz, a regalar un poco de luz. No nacimos para ser
ortivas, ni mucho menos lengua larga y para hablarle al engrupido acá se lo hace con
distinción. Y si le suena un tango no lo dude compañero, a estas frases no las entiende un
otario pero si lo hace un varón.
La década del 60
La década del 60 dicen que tuvo varios finales, algunos afirman que fue
cuando Mohamed Alí besó la lona del “Madison”, otros que fue un 16 de
septiembre cuando el globito dio la vuelta con el “Fulbo” más lindo que un potrero
embarrado imaginara jamás. Por ese camino en el que miles de ojos
enlagrimeados le agradecen al flaco tal hazaña, se puede ver pintado en las
paredes un “Dale campeón” por la calle Colonia que llega hasta Rivadavia, pero
claro, ahí cambia de nombre, ahí cambia la historia.
En ese grupo de muchachos que caminaba por Pueyrredón todas las noches
se encontraba, entre otros, su amigo Pippo Lernaud, que recuerda:
El baño del boliche, especialmente, tenía muy buena acústica para cantar y tocar la
guitarra. Sentado en el inodoro se podía soñar que se estaba en un estudio, con cámara
de eco y otros sistemas de grabación. Para los que veían muy lejano el momento de
grabar y hacer pública la música que estaban creando, el baño era un recurso cotidiano.
Fue así que Tanguito estaba, como siempre, rasgueando la viola a toda velocidad y
canturreando estoy muy sólo y triste acá en éste mundo de mierda…/ tengo una idea es
la de irme al lugar que yo más quiera… Y Litto que había entrado al baño por problemas
más terrenales, lo escucho desde los mingitorios y dijo: ‘che Tango, ¡qué bueno que
suena eso! ¿Me dejas seguirlo?’ Diez minutos después, las mesas del fondo de La Perla y
nosotros alrededor de ellas, fuimos testigos de la creación de un tema que cambiaría la
historia de la música popular argentina: La balsa.
Por esa bohemia hermosa que lo convirtió en leyenda1, por los nuevos aires
que llegabas de amores de primavera y lo natural de la juventud revolucionaria, el
onganiato no quiso dar el brazo a torcer, y con dedicación, persiguió a esos
payadores controversiales que no querían ser esclavos de una tradición. – El trata
de comunicarse, de explicar lo que siente, pero la policía no lo comprende- lo
cataloga como sospechoso o peligroso, o delincuente, y por ahí surge un señor
aburrido, que no sabe qué hacer de su puto tiempo, y entonces se dedica a lanzar
acusaciones furibundas y monstruosas que pueden ser tanto de cocainómanos,
comunistas o cosa por el estilo-. En un momento duro, donde a “El extraño de pelo
largo” lo rapaban las fuerzas del orden público, este loco no fue la excepción y
comenzó a ser habitué de distintas comisarías.
Una vez fui preso, que la melena, que las canciones, que las buenas costumbres, yo que sé.
El comisario quería conocerme; así que me interrogo. Me dijo que seguramente estaba todo
sucio, así que me dijo que me saque los pantalones. Ahí empezó el dilema, yo había salido
apurado de mi casa y al no encontrar mis calzoncillos cacé una prenda de mi hermana.
Cuando me saqué los pantalones la sorpresa de todos fue inmensa, no faltaba higiene, pero
las cosas igualmente no eran correctas-.
-Esto es un pantalón muy original que acabo de recibir de Paris, como pensaba ir a la playa
me lo puse.
Más allá de esta anécdota y de tantas otras que cuentan algunos de los que
compartieron escenarios diversos con él, también están aquellos que lo difamaron
sin conocer un caso de su vida diría “El tano” del conventillo de la calle Bahía
Blanca 527 de la república de Caseros. El mismo que lo vio crecer, lo vio cambiar
un baño compartido por bañarse en crudos inviernos en una casa en construcción
y lo aconsejó cuando su padre no estaba: “Después a un viejo tano cualquiera
piensa que le puede venir a hablar de amor”.
Es así, al margen de todo, que un febrero del año 1971 este excéntrico
personaje fue detenido en su casa y acusado de ser parte de una banda que
planeaba comercializar 5kg de marihuana fue presentado ante la prensa el día 10
de ese mismo mes. Según La Razón2, “José Alberto Iglesias, alias Tanguito, nacido
un 16 de septiembre de 1945 en la ciudad de San Martin, presentaba evidentes
muestras de haber hecho uso de drogas.” En aquellos tiempos, los consumidores
de estupefacientes eran enviados a un pabellón especial del neuropsiquiátrico
Borda. Un ala muy particular, con paredes grises y tristes, guardias armados (los
cazapatos) y puertas blindadas que hacían oír el cerrojo del encierro – una cárcel
con todas las letras- donde aún se escuchan los gritos de esos internos que sufrían
del hoy demolido cuarto de electroshocks.
En el medio del camino de la vida
Así abre la Comedia, para indicar que a los treinta y cinco años de vida, por
lo tanto los años 1300, Dante vivió una experiencia excepcional sobrenatural, de la
‘selva oscura’ en la que había perdido la dirittia vía […] El objetivo de ese viaje no
es otro que el recibir el Purgatorio y en el Paraíso de la boca de personajes como
Beatriz, Constantino y San Pedro, en primer lugar una explicación del sentido de la
historia de los últimos siglos, concretamente una exposición de las causas de la
sociedad cristiana como consecuencia de la degeneración tanto del Imperio como
la misma Iglesia de Cristo.(p.313).
BIBLIOGRAFIA
Ciattino, O., (1929). Dante, su vida y sus obras, Buenos Aires, Argentina.
La tierra menos ajena
Dos versiones circulan acerca de quién la guió hasta allí: tanto Juan Jacobo
Bajarlía como Olga Orozco se han adjudicado haber sido el nexo entre el
matrimonio Girondo-Lange y Alejandra Pizarnik. El primero, asegura haberla
presentado entre el 54 y el 55; por su parte, Orozco, quien era amiga íntima de
Norah Lange, asegura haberlas presentado en el 56 ó 57. Lo cierto es que una
joven Pizarnik, de aproximadamente veinte años, conoció y se fascinó con tan
peculiar morada. Y veinte años tenía yo cuando la conocí y me fasciné con la
precisión de sus palabras para dar cuenta del dolor de no poder hallarse en el
mundo.
No es difícil imaginar el encantamiento que ejerció la casa girondina sobre la
escritora al saber que acostumbraba a estar recluida en la casa familiar de la “Villa
Neda”1, tal como ella se refería a su Avellaneda natal, hogar de clase media. En
Avellaneda también y no muy lejos estaba la Escuela Nº7 donde escribió la
composición sobre María Antonieta que llamó la atención de su maestra. Más cerca
aún, las librerías donde con diez centavos ganados a su madre a través de un “me
aburro”, se abastecía de libros desde temprana edad. Y también por la zona se
ubicaba la Escuela Normal Mixta donde realizó todo el secundario. Toda una vida
escolar coincidente con los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón.
Anoche soñé que estallaba una revolución. Despierto y mi madre me dice que hay
serios disturbios políticos. Pienso en mi sueño (¿premonitorio?). No he leído los
periódicos desde la última hecatombe fechada en 16 de junio. Tampoco he querido
oír los comentarios de mis compañeros. ¿A qué se debe pues este sueño mío? No
sé… (p.62)
Luego del paso fugaz por la filosofía, visitaría el terreno del periodismo, éste
enmarcado en una nueva región: la Escuela de Periodismo de la calle Libertad. En
esta carrera, Juan Jacobo Bajarlía era quien dictaba la materia Literatura Moderna
que, según sus palabras, era el “nombre con el que disfrazaba una apasionante
historia de los movimientos de vanguardia rechazados oficialmente en los institutos
de enseñanza” (Bajarlía; 1998). Sus clases, despertaron un gran entusiasmo en
Pizarnik, quien asistía con regularidad y tomaba notas sin cesar sentada en la
primera fila, según recuerda el profesor que pronto devendría en amigo.
Finalmente habría de dirigirse a la última estación del trayecto oficial: Letras,
nuevamente en la Facultad de Filosofía y Letras. En este espacio, la poeta
comenzaría a profesar, según la escritora y ensayista Ivonne Bordelois (1991):
(…) la teoría -en muchos casos profundamente justificada- de que los profesores de
literatura asumen sus cátedras guiados por un inconsciente odio a la literatura, que
profesan pero no pueden crear ni vivir. Desde sus altos cargos ejercen su
destructividad con eficacia temible. (p.86)
Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo
de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas
concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y
vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando
me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a
tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un
“saber volver”. No lo querré acaso. (p.30)
1
Cuentan sus allegados que Pizarnik tenía un peculiar modo de expresarse oralmente. No solo por
su voz grave, su particular acentuación y rítmica, también por el trastocamiento que hacía de las
palabras. Su rigurosidad al escribir parecía contrastar con su forma de hablar donde no importaba
tanto la corrección. Así es como, según Roberto Yahni (2014), cuando ambos se encontraban en
París, al Café de Flore frecuentado por Sartre y Simone de Beauvoir, lo llamaba “El Fiori”.
2
Un ejemplo muy claro de esas amistades surgidas en dicho círculo, es el de Roberto Yahni, Doctor
y Profesor en Letras, que conoció a Alejandra Pizarnik en el bar Letras. En una entrevista Yanhi
(2014) cuenta sobre el primer encuentro: “Fue en el año 56, cuando estaba en la facultad. Después
de clase yo siempre iba a la librería Letras para con María Rosa Vaccaro, que era la dueña y una
persona con la que yo me sentía muy cómodo. Un día de junio llego ahí y empiezo a charlar. No me
di cuenta de que había alguien más en el mostrador hasta que una persona chiquita, envuelta en
un Montgomery enorme, me dice con una voz impresionante: ‘¿Vos leés poesía?’. Era Alejandra. Yo
le dije: ‘Sí, ¿cómo no voy a leer poesía?’. Entonces ella fue hasta la vidriera y sacó su primer libro,
La tierra más ajena; lo firmó y me puso su teléfono. Recuerdo que luego dijo: ‘Si te gusta, llamame’
Esa misma tarde leí el libro y me pareció que era algo completamente distinto a lo que se hacía en
el momento. La llamé por teléfono y ella me dijo: ‘Bueno, nos vemos en la facultad’. Y así
empezamos a vernos” (p.31).
3
La tierra más ajena es el primer libro editado de Alejandra Pizarnik. La autora, al poco tiempo de
haberse publicado, renegaría de éste. Pizarnik a lo largo de su obra menciona lo ajeno de manera
peyorativa y como causa de un profundo miedo. Sin embargo, también puede rastrearse que ella
misma se autopercibe como “ajena” o “extranjera a muerte” en un mundo que la ha abandonado.
Ese mundo envilecido que es la vida cotidiana es el que representa el “horror de la civilización”,
recurriendo a las palabras de su poema “Salvación”.
Referencias
Ardito, E., Molina, V. (productores) & Ardito, E., Molina, V. (directores). (2011).
Memoria Iluminada: Alejandra Pizarnik [Cinta cinematográfica]. Argentina:
Canal Encuentro.
Bajarlía, J. J. (1998). Alejandra Pizarnik: anatomía de un recuerdo. Buenos Aires:
Editorial Almagesto.
Blanc, N. (2013. 12 de abril). Aquí vivieron. La Nación. Recuperado de
http://www.lanacion.com.ar
/1571769-aqui-vivieronlas-huellas-de-un-mundo-desaparecido
Ostrov. L y Pizarnik, A. (2012). Cartas. Villa María: Eduvim.
Piña, C. (1991). Alejandra Pizarnik. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta.
Pizarnik, A. (2003). Diarios. Barcelona: Editorial Lumen.
Molina E. (1975, 27 de noviembre). La casa y el espantapájaros. Clarín, p. 3.
Ragone, V., Yeregui, M. (productoras) & Ragone, V., Yeregui, M. (directoras).
(1993). Vértigos o Contemplación de Algo que Cae [Cinta cinematográfica].
Argentina: Blakman Video No Convencional.
Roberto Yahni habla sobre Alejandra Pizarnik. (2014, junio). Los Inútiles (de
siempre), pp. 31-34.
LA PINTA ES LO DE MENOS
Si hay algo que John William Cooke nunca tuvo es la forma física para
cumplir exitosamente con ese enfrentamiento que tan necesario veía. Ya le decía
en Cuba el Che que al monte no tenía que ir, que con su panza estaba “para
guerrillero urbano” y John se calentaba. De esto estaba muy consciente, de ser el
más gordo de los peronistas revolucionarios, pero quería dar el ejemplo, esa era su
mayor intención. Como aquel 16 de junio en el que la Aviación de Marina intentó
matar al presidente bombardeando la Casa Rosada, dejando en el camino
trescientos cincuenta y cinco muertos y mil heridos. Pero al golpe se opuso el
Ejército, al que se sumaron comandos civiles. Sobrevolando la plaza en hora pico,
en su heroico bautismo de fuego, la Aviación Naval probó el fuego de los Avro
Lincoln británicos que les había comprado justamente Perón, pero pintados con la
frase “Cristo Vence” para no generar dudas de su filiación. Y allí abajo estaba el
Bebe disparando su pistola automática, cubriéndose con la estatua ecuestre de
Belgrano y seguramente puteando a la virgen porque Evita estaba muerta. Él solo
con un par de cargadores, difícil vencer, pero quería dar el ejemplo de cómo tenía
que ser la cosa: la vida por Perón.
Se podría decir que era muy moralista, aspecto que resaltaba en sus
discursos y escritos. El cénit en este sentido lo alcanzó en Cuba, donde encontró
un mar de gente con quienes discutir el tema, y donde a escribió un celebrado
ensayo llamado La revolución y su ética, un análisis filosófico sobre la moral liberal
y su contraste con la socialista. Ojo, que esto tampoco lo convertía en ese hombre
aguerrido de mameluco gris del arte soviético. Tampoco los extremos.
Meses después iba a llegar el golpe propiamente dicho, y durante el primer
tramo de la presidencia de Eduardo Lonardi, Cooke comenzó a organizar milicias
populares en los barrios, a espaldas del Consejo Superior Peronista, que se
distinguía por su pasividad. Invicto jugador de póker, hijo de un ex ministro, bon
vivant, el Bebe pudo haber sido un pituco, como correspondía a su origen (y a su
nombre), pero se transformó en el cuadro político más importante de la
Resistencia. Aunque su línea no era la predominante, tampoco era un marginal,
situación que se confirmó en noviembre de 1956, ya preso en Santa Cruz “por
cumplir su deber de peronista”, cuando Perón emite una carta desde Caracas en la
que autoriza al “compañero doctor don John William Cooke” a “presidir a la
totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero”. “Su
decisión será mi decisión y su palabra la mía”, escribe el conductor exiliado, y
aclara que en caso de fallecimiento todo el mando queda en Cooke.
La primera etapa la tuvo que militar desde la cárcel -en realidad, de cárcel
en cárcel, porque lo pasearon lindo, de Caseros a Ushuaia, de vuelta a Caseros, y
así hasta terminar en el penal de Río Gallegos. Entonces el Gordo se puso de
nuevo en acción, y protagonizó una de las fugas más espectaculares de presos
políticos, en marzo de 1957, junto a Jorge Antonio, el secretario de Perón Héctor
Cámpora, Guillermo Patricio Kelly y los gremialistas Pedro Gomis y José Espejo,
todos disfrazados de obreros de frigorífico. Este grupo revoltoso puede tomarse
como buen ejemplo de lo que era el peronismo en la época de la resistencia.
Guillermo Patricio Kelly era un referente de la Alianza Libertadora Nacionalista,
agrupación nacionalista, católica y anti-marxista, o como le dicen a eso, de
derecha, con una apuesta por los choques frontales y la acción directa, lo que le
valió durante el golpe de septiembre la demolición a cañonazos de tanque de
sussede central, con gente adentro. Jorge Antonio era un empresario nacional de
esos que quería Perón. Llegó a ser director de General Motors y Mercedes Benz,
luego dueño de Radio Belgrano, Canal 7 y la agencia de noticias Telam, además de
un banco. Sus propiedades le serían expropiadas por la dictadura que llegó para
defender la propiedad privada, excepto la peronista. José Espejo era la contracara
obrera de Antonio, con una carrera ascendente dentro del sindicalismo que a la
larga del proceso histórico se volvió peronista. Ni yanqui ni marxista,
efectivamente, fue secretario de la CGT entre 1947 y 1952 manteniéndose lejos
tanto de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres como de la Federación
Sindical Mundial, pero cercano a Evita. Acá el muestrario, que otro haga la
taxonomía.
Cuentan que el auto que los llevaría hasta Chile demoró casi media hora en
llegar y que, mientras esperaban, Cámpora preguntó: "¿Y si nos fugamos otro
día?". Para Cooke, lo que debía hacerse, debía hacerse. Y se hizo, pero otra vez lo
traicionaría su cuerpo de malos hábitos, y, cruzando la frontera a pie, se esguinzó
el tobillo demorando al resto.
Es que le gustaba divertirse fuerte: no se perdía ningún estreno de cowboys –
quizás imaginando a los cowboys como descamisados y a los indios como
oligarcas- y los disfrutaba comiendo un chocolate tras otro y fumando con la otra
mano. Eso cuando no estaba tomando los mejores whiskys y bailando un tango,
otra gracia que desempeñaba con excelencia, además del póker y el combate
parlamentario.
Ya fugado se fue a Cuba a principios del año 60, buscando, sin saberlo, un
acercamiento entre el movimiento peronista y la revolución cubana. Allí la
revolución había “sacado a la luz todas las virtudes nacionales”, confirmándole el
buen rumbo entre tanta represión. Cooke iba y venía, organizaba en la
clandestinidad. Estuvo metido en la famosa y trágica huelga del frigorífico Lisandro
de la Torre, a principios del 59. Los rumores ubicaban a Cooke aquí y allá. En La
Plata, discursando en la universidad. En Mataderos, luchando contra la policía. En
Berisso, resistiendo en otro frigorífico. En República Dominicana, dialogando con
Perón. Cooke ya era una leyenda.
Tendido el puente entre Buenos Aires y La Habana, yendo y viniendo,
comenzó a gestar las primeras experiencias guerrilleras de Argentina, que exigían
el regreso de Perón, pero usando ya la técnica del Che. Con su compañera Alicia
fundó por esos años la Acción Revolucionaria Peronista y escribe tras el
derrocamiento de Illia el “Informe a las bases del movimiento”, que muchos
entienden como su testamento político y que, en su apuesta por un “peronismo de
clase” daría su base teórica a FAP y Montoneros. Las consecuencias de estas
mezclas extrañas no las llegó a ver, pero sí entendió que lo que estaba pasando
era raro y que El General jugaba sólo.
Tras los hechos del frigorífico la relación entre Cooke y Perón, documentada
en la correspondencia, fue empeorando a la vez que aumentaba el conflicto en
todo el continente y las definiciones se volvían imperativas. Desesperadamente
Cooke le pedía al líder exiliado que proclamara su orientación revolucionaria ya que
la sola palabra del jefe podía definir la interna.
“¿Qué somos desde el punto de vista de nuestra orientación? Lo único que
es posible: un partido de izquierda. Si postulamos la revolución social y la
liquidación de los lazos coloniales, somos de izquierda y ocultándonos esa realidad
no progresamos nada…Como izquierda, sintiéndonos izquierda, somos una fuerza
del futuro; como un extraño bicho que es de izquierda y busca congraciarse con la
derecha, duraremos lo que usted dure y luego vendrá la diáspora, fraccionados en
partículas sin nada que ofrecer”
A mediados de los sesenta, pisa definitivamente Argentina. “Vengo
dispuesto a insuflar un inquietante aire subversivo en los pulmones del peronismo,
cuyos cuadros dirigentes están aburguesados” – exclama al llegar- “El movimiento
peronista es revolucionario, no puede ser otra cosa…”. Pero al poco tiempo, un día
de septiembre del ’68, estaba leyendo un libro sobre la esclavitud de los africanos
cuando deja de respirar. Con solo 48 años deja escritos varios textos de combate y
una detallada lista de los pesos que le debían quienes osaban enfrentársele en un
juego de cartas, además de indicaciones precisas a su compañera Alicia sobre la
disposición de sus restos. Allí prohíbe realizarle cualquier ceremonia, prohíbe que
se le acerquen curas y demanda la donación de sus órganos útiles. Deja anotado
en aquel papelito su última doctrina:
¡Odio los panqueques!
Por Alejandro Gronda
Las vueltas de las vida, Dios o cualquier otra deidad, póngale usted el culpable
que más quiera, lo pusieron en un lugar que él nunca quiso estar, este personaje,
como un viajero del tiempo y de la historia, participó de hechos que lo marcaron a
fuego.
Pensó que podía mejorar su vida y pide la baja en la infantería de Marina e ingresa
en una joven fuerza de seguridad, la Gendarmería Nacional, pero ahora como
oficial.
Empezó de cero toda la carrera, siendo mucho más fácil para el al tener
entrenamiento previo, tal vez podía ser destinado al egresar, en el norte del país
con su futura esposa y tener una familia, una vida tranquila y planificada.
En 1946 gana las elecciones para presidente un oficial del Ejército llamado Juan
Domingo Perón y ya nada será igual para sus habitantes, sus instituciones, su
política, cultura, nada sería igual.
El joven gendarme, de nuevo por esas vueltas de la vida, está en pleno centro
de Capital Federal, haciendo trámites, era el 16 de junio de 1955. Como buen
milico, se levantó muy temprano, tiene que pasar por el bajo de la ciudad y luego
a media cuadra de plaza de mayo para sellar unos papeles. Inusuales movimientos
de camiones y de gente se ven cerca del Ministerio de Marina en esa mañana.
Ese joven, pasó muy cerca de dicho Ministerio y nada hacía suponer que se
encontraría con sus antiguos compañeros de la infantería de Marina en el bajo de
la ciudad. Al preguntarles que hacían por ahí tan temprano, le cuentan como
confidencia, que están por cambiar la historia… ante la sospecha de lo que esas
palabras encierran, seguramente nada bueno, se dio cuenta que algo muy raro y
trágico se avecinaba, así que apeló a su antigua amistad y les rogó que no hagan
locuras, recibiendo por única respuesta: “Andá a tu casa y no te acerques a la
Plaza de Mayo”.
En ese caos de corridas, disparos y caídas de bombas tiradas por los aviones,
todavía tiene tiempo para pensar en su familia y preguntarse por qué y quienes
hacían esta locura. “El bombardeo aéreo tuvo como objetivo asesinar a Juan
Domingo Perón, que enfrentaba el rechazo de la Iglesia Católica, la Sociedad Rural
y sectores de las Fuerzas Armadas” (Clarín, 16/06/2015, Política, Se cumplen 60
años del bombardeo a la Plaza de Mayo, Clarín. Recuperado de
http://www.clarin.com)
Los escombros, los cuerpos sin vida y el fuego lo cubren todo, es una escena
que nunca creyó ver, estaba preparado para una guerra pero para una salvajada
traicionera como esta no, se repite todo el tiempo, esto no me puede estar
pasando. Es el intento de golpe de estado tan temido para derrocar a Perón, es
una pesadilla en tiempo real que lo marca para toda la vida, imágenes que no se
podrá quitar de su cabeza nunca más…
Ver tanta gente muerta lo cubrió de bronca hasta llegar a lo más profundo de
su alma y sucedió algo que el mismo nunca supo explicar, el, un joven militar, que
no le interesa la política, que solo piensa en tener una placida carrera profesional,
se convirtió en peronista para toda la vida.
Sus mismos superiores y otrora compañeros que se llenaban la boca con Perón
horas antes, ahora, como esos patéticos y tristemente célebres traidores de la
historia universal, lo capturan y entregan a las fuerzas golpistas. Esto último,
también lo marca a fuego, siempre repetía a quien quisiera escucharlo: “Los
panqueques son el peor tipo de persona que hay en la vida, no los banco… Te
muestran la careta un día y al otro te muestran la verdadera cara, son la escoria
de la humanidad” contaba entre sabio y dolido.
Muchos militares peronistas fueron encerrados en el barco prisión
Washington, anclado a varios kilómetros aguas adentro del Puerto de
Buenos Aires. Allí estaban castigados y aislados los generales Valle y Tanco,
entre otros muchos oficiales como él. Allí comenzaron a conspirar para
diseñar un movimiento que exigía el cese de la persecución al peronismo; la
restitución de la Constitución de 1949 y la libertad a los miles de presos
políticos. (Clarín, 04/06/2006, Informe Especial, últimos secretos de los
fusilamientos de 1956. Recuperado de http://www.clarin.com)
Pero las cosas se irán poniendo poco a poco cada vez peor.
Ahora como preso, con falsos fusilamientos, encerrado en un sucio barco, con
una baja deshonrosa por el solo hecho de cumplir con su deber como soldado y
respetar la constitución, los días pasaban como la peor de las torturas.
Incomunicado del mundo, no sabe cómo estarán su esposa y sus hijas, teme
que cayera sobre ellas cualquier tipo de revancha o incluso que las mataran, se
había filtrado la noticia de los fusilamientos por parte de la Libertadora y todo era
posible en la locura que se desató después del golpe a Perón.
Por fin, a los pocos meses, lo trasladan a tierra firme y pudo ver a su familia,
ahora era cuestión de esperar qué harían con él y sus compañeros de prisión.
Unos meses más, para amansar el espíritu, le dijeron como confidencia y pudo
salir en libertad.
Pero era tal el encono y persecución a los que se decían peronistas, que no
tuvo otra opción que elegir el exilio obligado, era muy peligroso seguir en la
Argentina de la Revolución Libertadora, y dijo, vamos al Paraguay. Toda la
pequeña y joven familia lo siguió sin chistar, iniciando una nueva vida en un lugar
desconocido, dejando atrás a sus demás seres queridos.
Fue sumamente difícil haber tomado esa decisión, pero no había otra salida, la
vida continuó a los tumbos decía… pero a pesar de estar lejos de su país, siguió
militando en el peronismo y se conectó con los exiliados, llegando a estar en
comunicación directa con Peron para el tan esperado regreso del líder político al
poder.
Las cosas volvían a ser difíciles y a complicarse demasiado, lo que serían unos
pocos años, fueron más de diez, entrando y saliendo de ambos países, según la
peligrosidad del gobierno de turno, toda la familia se exiliaba en el Paraguay y se
trasladaba de una provincia a otra para despistar a los que lo seguían…
Empezar una vida nueva se hace muy difícil, llena de sinsabores y privaciones,
la palabra estabilidad no existe en la familia, pero el ideal de justicia y nobleza por
la causa peronista lo ha consumido hasta el tuétano, era lo que mueve su alma.
Esa forma de ser, lo hizo confiable a los ojos del General, por esa razón, fue
elegido como jefe de seguridad para el regreso a la Argentina, volviendo por
Paraguay.
Los hechos políticos en nuestro país se habían enrarecido demasiado para esa
vuelta, para luego esperar más tiempo, ya en los 70, con un nuevo presidente de
facto que abrió la posibilidad de nuevas elecciones. Por fin se pudo poner a un
político peronista para preparar el regreso de Perón, esa era una alegría que
duraría poco.
Las ideas de ultra izquierda habían calado hondo en este nuevo gobierno y al
asumir Cámpora en la Casa Rosada, él estaba con sus viejos camaradas de armas
presenciando una extraña situación.
Jóvenes armados, con ideas que no eran peronistas, pugnaban por tomar el
control absoluto de la ceremonia, descontrolando un acto que tenía que ser
tranquilo y largamente esperado. Casi se convierte en un campo de batalla dentro
de los salones de la vieja Casa, solo salvado por primar la cordura sobre los
ánimos…
Nada sería lo que fue y el también sintió que esperaría a la llegada de su
General, esperar nuevas órdenes, estabilizar la nación y luego dar un paso al
costado, pero no calculó que uno no elige la historia y que es la historia la que lo
elige a uno. Pero esa es otra historia, de las tantas que contaba y de la que fue
parte, esa persona, ese soldado, ese idealista, ese era mi viejo.
Bibliografía
1 - Fuente: Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 4, Buenos Aires, Planeta,
págs. 330-336.
Las primeras bombas cayeron a pocos metros de la Pirámide. Sobre la Casa Rosada
cayeron en total 29 bombas, de entre cincuenta y cien kilos cada una. Otra de ellas destrozó
un trolebús repleto de pasajeros. En la Plaza de Mayo y sus alrededores quedaron los
cuerpos de 355 civiles muertos, y los hospitales colapsaron por los más de 600 heridos. Se
había perpetrado el peor ataque terrorista de la historia argentina. Sus autores eran
“respetables” militares y civiles que se frotaban las manos imaginándose el triunfo de un
golpe militar que devolvería a la “negrada”, a los “cabecitas”, a los lugares de los que
nunca debieron haber salido.
Perón habló esa noche por la cadena nacional de radio y televisión. En los pocos televisores
que había en la Argentina se pudo ver a un Perón desencajado, dolido, que decía: “lo más
indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo. […] Nosotros, como pueblo
civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la
reflexión […]. Para no ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; que cada
uno vaya a su casa […]. Les pido que refrenen su propia ira; que se muerdan, como me
muerdo yo en estos momentos, que no cometan ningún desmán. No nos perdonaríamos
nosotros que a la infamia de nuestros enemigos le agregáramos nuestra propia infamia […].
Los que tiraron contra el pueblo no son ni han sido jamás soldados argentinos, porque los
soldados argentinos no son traidores y cobardes. La ley caerá inflexiblemente sobre ellos.
4 - Clarin.comPolítica16/06/15 –
Un bombardeo aéreo tuvo como objetivo asesinar a Juan Domingo Perón, presidente
argentino que enfrentaba el rechazo de la Iglesia Católica, la Sociedad Rural y sectores de
las Fuerzas Armadas.
La jornada trágica estuvo precedida por un desfile militar que terminó en desbande por el
bombardeo de los aviones de la Marina y la Fuerza Aérea.
Se debía terminar con ese proceso populista de carácter nacional, insoportable para las
clases dominantes. La distribución del ingreso, a pesar de la crisis, el gobierno peronista, es
decir Perón, había decidido mantener a como de lugar el porcentaje más alto de la
distribución del ingreso en forma equitativa con el pueblo, más alto de toda la historia de
Latinoamérica. La participación de los trabajadores de la Argentina en el PBI rayaba en el
53 por ciento, hubo momentos del 61 por ciento. Muy mal ejemplo.
7 - MARTES 16 DE JUNIO DEL 2015 - Pacho 0' Donnell recordó los 60 años del
bombardeo a la Plaza de Mayo
“Fue un bombardeo planeado, como un golpe de estado. Fue una especie de prólogo a lo
que sucedería el 16 de septiembre que fue la caída de Perón”, contó. “El objetivo era matar
a Perón, pero no se pudo concretar porque el Ejército no salió”, prosiguió.
O' Donell remarcó que “el conflicto de Perón con la Iglesia hizo que la oposición se
agrupara (su símbolo era una V con un Cristo abajo que se significaba Cristo Vence)
9 - Por su parte, Perón brindó su testimonio de los hechos en su obra "Del poder al
exilio", escrita en Panamá, en 1956 –
En ella señala que el 15 por la noche fue advertido por el general Lucero (leal ministro de
Ejército) que "en el Ministerio de Marina se estaba tramando algo". Relata Perón que "la
mañana del 16, me levanté como de costumbre a las cinco. Contrariamente a mi costumbre
no hice la media hora de esgrima. A las seis, marchaba en automóvil hacia la Casa Rosada.
Llevaba a mi lado, al mayor Máximo Renner, que está ahora preso. Lucero me esperaba en
la antesala de mi despacho (...) por fin dijo: -quiero darle un consejo, Presidente. Se trata
nada más de una medida de precaución. Le aconsejaría que dejase la Casa de Gobierno y se
trasladase a trabajar en mi Ministerio. Allí estará más tranquilo, se encontrará entre gente
adicta y tendrá protección de las tropas. (...) Agradecí a Lucero y le aseguré que más tarde
iría a reunirme con él. Después del Ministro de Ejército, entró en mi despacho el embajador
de los Estados Unidos, señor Nuffer, el cual conversó conmigo hasta cerca de las ocho (...)
10 - http://www.todo-argentina.net/historia/civmil/aramburu/1955.html
Pero grupos de militares cerradamente antiperonistas (llamados “gorilas”) entienden que
Lonardi es demasiado blando y no lleva a cabo la tarea de “desperonizar” al país con
suficiente energía. En Noviembre, se lo remueve del cargo y en su lugar ocupa la
presidencia el general Pedro Eugenio Aramburu. Comienza así una etapa de Mayor
represión. Se disuelve el Partido Peronista y se intervienen los sindicatos.
Ayer mi viejo se fue de vuelta para otro continente, y como cada vez que se
va a pasar unas temporadas de trabajo para allá, desde 2001, a ese abrazo de
aeropuerto, tácitamente decidimos agregarle la idea del largo adiós; ese de la
respiración larga.
Esta idea de la orfandad me anda visitando ida y vuelta estos días en los que trato
de sentarme a pensar en cómo empezar a hablar de Juan Forn.
El cuento que escribió en 1991 narra la aparición del padre muerto, que
llega para saber qué había sido de la vida de su hijo los últimos cuatro años. Y
entre otras cosas, con la misma liviandad con la que se habla de cualquier otra
cosa -como suelen hablar los muertos en los sueños - dice algo acerca de cómo
se siente eso de estar allá: “es parecido a nadar en una pileta iluminada, de
noche”.
En más de una oportunidad dijo que en sus primeros años de pensarse
escritor, no existía espacio para sí mismo al interior de una potencial producción.
Sin embargo desde aquella primera novela, desde aquellos primeros cuentos, lo
único que hace es poner el cuerpo: “Venía de la muerte de mi viejo y me puse a
escribir acerca de un pibe problema, al que mandan a vivir a Córdoba con su
abuelo porque nadie sabe qué hacer con él”1.
Luego de Nadar de noche, las novelas Frivolidad y Puras mentiras, representan
casi meros antecedentes a la extraordinaria María Domecq.
Pero para llegar ahí, primero hubo que hacer crack: En el año 2004, un
cuadro de stress lo dejó al borde de la muerte y lo obligó a abandonar la dirección
del suplemento de cultura de Página /12, al que le había dado nombre y espíritu
("Este suplemento tiene que ser lo mismo que apoyar la oreja en el asfalto de
Buenos Aires y escuchar el rumor; tiene que hablar de lo que está pasando")1.
Villa Gesell será el escenario del retiro obligado, de la vida reposada y de la
escritura exquisita: allí, se encontró primero con las rutinas y el aburrimiento, y
sólo después, con su biblioteca; con esa biblioteca potencial hecha de un pila de
libros "para leer después".
En esa cosa parecida a un recuerdo fantasmal en la que se convierten las
localidades turísticas entre temporadas, Forn se encontró con ese después. Y a
partir de allí, casi la totalidad de su obra la constituyen las Crónicas de los Viernes.
En María Domecq se conjugan dos elementos nodales en la prosa del autor,
desarrollados en el ejercicio periódico de sus crónicas: por un lado, la idea de la
escritura como un proceso escultural, (con la referencia ineludible en Monterroso2)
y por otro, el diálogo que vincula a la historia (de la novela) con la Gran Historia.
Aquí, Los Viernes entran por la ventana como un grito de guerra: el
desinterés por el mismo “concepto de ficción”.
¿Qué es un Viernes? No es una valentía definirlo como un género literario, pero es
un principio. Es un formato si no inédito, casi intransitado, de lo breve. Para ser
algo más precisos y -con perdón- poéticos, Los Viernes son algo así como un gran
catálogo de obsesiones que encuentra su unidad en la profunda relación que
establece entre lectura y escritura. En un Viernes, siempre vamos a encontramos,
primero, con el lector, y sólo después con el escritor. Pero en el medio se nos va
a hacer deslizar la historia del personaje, y la propia Historia, como fondo,
superficie y excusa. Allí donde la Historia habla de todos: de los que leemos; de los
protagonistas, y del que escribe. En este caso, y de esta forma, sólo escribe Juan
Forn.
Toda argumentación, toda defensa de sus crónicas pasa por la forma íntima
de la divulgación. No en todas pero en la gran mayoría de sus contratapas nos
acerca a autores, o bien a específicas obras y “lados b” incunables - ya por falta
de traducciones, ya por escaseces caprichosas de las editoriales- a las que sólo él
pareciera capaz de abrevar de un viernes al otro. Pero jamás para escribir desde
la jactancia de quien conquista lo desconocido, sino desde la urgencia por decir a
partir de. La magnitud de su precisión estriba en la delicada familiaridad con que
se acerca a sus personajes, mirándolos como desde una medianera; lo
suficientemente cerca como para verle hasta los huesos, pero sin hacer la porno
de nadie.
El autor se da permiso para aproximarse con elegancia a la superficie del texto. En
estos casos, las marcas ya no están sólo en el estilo, sino que se erigen en el
centro mismo del texto: son el autor, apenas orbitando el tema de la crónica. No
importa la confesión o el acontecimiento histórico: todo siempre es una (genial)
excusa de la superficie para hacer asomar las esquirlas de lo que realmente se
quiere contar. Esto es, siempre, una nueva lectura, un nuevo ángulo: un ojo
microscópico encontrando agujas en el barro de la historia.
A veces lo hace directamente narrando lo que le pasó el día anterior; la visita a la
madre ciega, cómodamente alojada en una residencia de ancianos en Belgrano,
que deriva en la crónica del autor de la novela que intentó leerle mientras la
visitaba; o narrando una anécdota de primera mano con Bioy, en la que el joven
cadete de Emecé -que Forn supo ser antes y después de publicar su primera
novela por esa editorial- ofició de partenaire en la presentación de un libro en un
pueblito fantasma de la provincia de Buenos Aires.
En una de sus contratapas confesionales, describe, mientras mira, o luego de
haber visto, y escuchado al pasar a un poeta en ciernes, en el que encuentra a un
pretérito sí mismo; un emulador que sueña con ser Rimbaud, un bellísimo
farsante. Nos propone no sólo la idea primigenia de pensarse escritor -y en las
arrogancias, licencias y plagios a los que se pliegan quienes pretenden escribir -
sino también nos acerca a la idea de perseguir una concatenación, una específica
tradición, un linaje, una herencia.
Algo maravilloso que les ocurre a los grandes escritores, (y que es
fácilmente reconocible en casi todos los casos en los que eso sucede, por escaso
que resulte) es encontrarse con su forma perfecta, y darse cuenta a tiempo de
eso. Ese algo que le pasó a Juan Forn después de meterse hasta las rodillas en el
fango de las redacciones, y pasar temporadas interminables en los baños de los
aeropuertos y de los bares. Tímidamente supongo que ese algo se sentirá parecido
a despertarse la mañana de un viernes y saber en una respiración larga, que con
certeza es viernes, y que él, hermosamente nos volvió a escribir para que todos
nos sintamos un poco menos huérfanos.
1. Forster, Tomás. “El hombre que soñaba ser Rimbaud” Tiempo Argentino, 2012
http://tiempoargentino.com/nota/128989/el-hombre-que-sonaba-ser-rimbaud
Consultado: 20/09/16
2. Cuenta Forn que, en el vértigo de las redacciones, esa relación íntima que pretendía vincular aquél pulso de la realidad con el habitualmente
enclaustrado panorama cultural expresado en otras publicaciones, tuvo su punto culminante en la crisis y el estallido social del 19 y 20 de diciembre de
2001, cuando “(…) Íbamos a la redacción, veíamos la imágenes televisadas y salíamos a la calle a ver exactamente eso que estaba pasando, y volvíamos
a la redacción a escribir, y volvíamos a salir (…)”.
3. Resulta interesante la práctica metatextual que pone en juego el propio Forn en una contratapa sobre Monterroso, en la que el autor se divierte en la
estrecha relación entre su producción de Los Viernes con la obra del autor de “El Dinosaurio”; en ese artesanado de lo mínimo. Monterroso, citado en
Forn, dice que esa característica estilística lo obligaba no ya a escribir, sino a sustraer escritura: “Yo no escribo; yo sólo podo”.
Bibliografía
Berlanga, A. (2011). "Hoy por hoy, el concepto de ficción ya no me interesa.”. 20/09/2016, de Página / 12.
Sitio web: http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/espectaculos/4-22651-2011-08-20.html
Forn, J. (Comp.) (1993). Buenos Aires. Una Antología de Nueva Ficción Argentina. Barcelona: Anagrama
Forster,T. (2012). “El hombre que soñaba ser Rimbaud”. 20/09/2016, de Tiempo Argentino, Sitio web:
http://tiempoargentino.com/nota/128989/el-hombre-que-sonaba-ser-rimbaud
Guerrero, P.P. (s.f.). “Juan Forn y su decepción del mundo editorial.” 20/09/2016, de Letras de Chile.
Sitio web: http://www.letrasdechile.cl/Joomla/index.php/entrevistas/2136-2136