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Vidas que son textos y se

ficcionalizan (Voces nuestras)

Federico Dalmazzo
Alejandro D. Gronda
Lara Guisolfi
Lucas E. Kavaliunas
Antonio J. M. Josa
Sofía Sueldo
Catálogo de obsesiones

Muchas sombras han pasado por mis palabras,


(...) Sin ellas, y sin otros que no han escrito nada, yo no estaría aquí esta tarde.

Roger Chartier

A simple vista, el índice de Voces nuestras pareciera ser la antesala a un compilado


absurdamente ecléctico. Un índice que nos advierte que estamos ante un inverosímil
mundo. Cierto es que en él Dante Alighieri le da indicaciones a un joven soldado argentino
que tiene que hacer un trámite. A pocos metros de ellos, el gordo Cooke despotrica ante una
impasible Pizarnik que bosteza, mira al costado y fija su mirada en un hombre que escribe
concentrado, Juan Forn. Éste aún no terminó de redactar la contratapa sobre la imposible
entrevista que tuvo con Ramón Carrillo y se avecina algo parecido a un viernes. Y mientras
escribe presuroso, comienzan a sonar misteriosos acordes de un rock bautizado tango. Pero,
¿qué tanto tiene de absurdo este universo antológico?

Tal vez convenga primero indagar este universo y a aquellos que están detrás de su
creación. En principio, Voces nuestras es el resultado de un proyecto colectivo de escritura
académica construido en el marco del Taller de Lectura, Escritura y Oralidad del Instituto
de Enseñanza Superior N°1 “Alicia Moreau de Justo” de la Ciudad de Buenos Aires. Los
autores, pues, son futuros profesores de Enseñanza Media y Superior (en Historia y Letras)
que a partir de consignas específicas de escritura comenzaron a desplegar una serie de
escritos biográficos breves abordando aspectos específicos de diversos personajes de la
cultura nacional e internacional.

La presente compilación ofrece diversas hipótesis de lectura, y en estas palabras


preliminares nos parece oportuno destacar algunas de las que consideramos más relevantes,
en su dimensión social e institucional: ¿qué lugar tiene la producción de textos a cargo de
docentes? ¿Quiénes son y qué interrogantes se plantean estos agentes de la educación? ¿A
quiénes buscan interpelar a través de sus escritos?
La producción de textos en el formato de taller suele tomar formas curiosas; al cabo de
cierto tiempo, las caras de los compañeros se confunden con su tema, o sus nombres se
intercambian azarosamente por el de su personaje, y las hojas escritas, y tachadas por uno u
otra, circulan de un cuaderno a otra mochila, a otro barrio, a otra vida. Así los textos
empezaron a personificarse; a mirarse entre ellos y por fin a retroalimentarse hasta ese feliz
momento en el que alguno ya no sabe qué parte de aquella oración era enteramente suya.

Esta selección, en partes iguales propone aproximarnos a los personajes, pero


fundamentalmente a la arista que interesó a los autores; una mirada que mientras intenta
arrojar luz sobre el personaje, la arroja sobre sí misma. De allí deriva la principal relevancia
de la presente publicación: existen en estos espacios formativos numerosas producciones
ensayísticas que no se vuelcan tan siquiera a los ámbitos académicos; pareciera que la voz
de los futuros docentes no es manifestada más que en tímidos foros, o en la marginalidad
sin borde de la web, como anónima garantía de prescindibilidad. En el mejor de los casos
sus palabras quedan impresas en apolillados ensayos etnográficos, que terminan siendo
leídos por ellos mismos. Por todo esto creemos que pensar en quiénes escriben no es un
dato menor. Quienes escribimos importamos y en esto radica la clave para entender tanto el
inverosímil plantel de figuras que integran la obra como al de los autores.

A este respecto creemos que la lógica de uniformidad y estandarización en la formación


docente es un eco que aún resuena -y brota en el núcleo del sistema educativo- y que sería
ingenuo negar la dimensión subjetiva de aquellos que elegimos esta profesión. La docencia
es un trabajo que vincula sujetos entre sí, aunque algunos lo olviden, y no hay afán
burocrático o automatizador que pueda contra la humanidad de quienes realizan dicha tarea.
Este volumen nos sirve para recordarlo.

Un recordatorio no viene mal pero mejor ir más allá: esta obra por medio de sus
narraciones contribuye a cuestionar la atávica sacralización de la vocación docente que
desoye que quienes enseñan no son mejores ni peores que nadie, son tan humanos como el
resto y, por eso mismo, aciertan y se equivocan, se entusiasman y se fastidian, se ríen y se
aburren, y algunas cosas les son anodinas mientras que otras los obsesionan.
Así, fundado en la multiplicidad de nuestras subjetividades, nació este catálogo de
obsesiones. Solo la casualidad habría logrado que los siete autores hurgáramos en el mismo
rincón. Eso o el flaquear ante la pretendida uniformidad.

Lara Guisolfi y Joan Josa

PRÓLOGO

Los prólogos tienen mala fama, y con mucha razón. La mayoría de la


gente simplemente los saltea, otra se aventura como usted y descubre que
no vale la pena, los que llegan al final se ven las más de las veces
recibiendo órdenes sobre cómo será su experiencia antes de leer el libro
propiamente dicho. No se preocupe, la vamos a hacer corta.

Este libro y las historias que contiene son resultado de un proceso


colectivo que no vamos a ocultar. Es la consecuencia de reuniones
semanales, de un largo proceso de trabajo grupal que incluye correcciones,
críticas, felicitaciones, decepciones y esa presión constante que genera la
necesidad de ponernos todos al mismo ritmo cuando tenemos
necesariamente ritmos distintos.

¿Cómo no va a ser esto un producto colectivo, si se da donde se


preparan los profesores de la educación pública? Educación pública y
gratuita, a pesar de todo, gracias a un constante esfuerzo colectivo, donde
se desdibuja el individuo y resalta todo lo otro. ¿El individuo? Es
simplemente una ficción, práctica solo para formulaciones teóricas. En la
realidad ¿Quién tiene sentido sin sus contextos, sus orígenes, sus
márgenes, sus momentos? ¿Cuál de nuestras escrituras? ¿Alguno de
nuestros personajes recorre caminos que no nos devele momentos
históricos particulares en lugares concretos? Quizá aquí esté nuestra
justificación: todos los seres humanos hacen historia, toda la historia se
hace hombres, pero en nuestros personajes se nota un poquito más que en
otros.

Nosotros, que emprendimos el camino de la docencia, de trabajar


con lo colectivo, situados aquí y ahora, no vamos a dejarle la escritura a
los profesionales ni a nuestros alumnos ¿Con que cara le vamos a evaluar
su escritura a los pibes si nosotros dejamos esta actividad de lado para
volvernos simples consumidores pasivos de letra y espacios? Antes de
tomarles examen a otros, venimos a tomar la palabra y a producir
conocimiento. Venimos a exponernos al conflicto que siempre va a generar
emitir una opinión sobre temas serios. Acá está nuestro examen escrito.

Desde un aula iluminada por largos tubos blancos, con ventanas


enormes que no abrimos para evitar el asalto de la hora pico sobre
nuestros intercambios, les ofrecemos los siguientes capítulos que ofrecen
facetas no tan conocidas de personajes conocidos. Esperamos que estos
textos de alguna forma u otra vuelvan a la rueda de la educación pública
que los generó, que sean útiles o simplemente placenteros para otro grupo
que esté como nosotros en este momento, tomando mate y comiendo
bizcochitos sobre pupitres de colores cremosos. O, quien sabe, tomando
tereré con chipá guazú, o café con arepa de chicharrón.

Por Federico Dalmazzo


Prólogo
“Hay eco de pisadas en la memoria
por el pasadizo que no tomamos,
la puerta que nunca abrimos”[1]
[1] T. S. Eliot. (1943) Burnt Norton (I, fragm. vv. 1-15). Cuatro Cuartetos

Dice Ortega y Gasset que «el hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es
historia». Esto es incuestionable si consideramos que la naturaleza es una ‘cosa’
con carácter radical, que consiste en que las cosas ‘son’, tienen un ser con una
estructura o consistencia fija y dada, de textura permanente. La vida del hombre
se desarrolla a veces de formas imprevistas, es fluctuante, no tiene una existencia
simple o fija. También en la vida de cada persona se da esa relación indisoluble
entre pasado, presente y futuro, ese equilibrio entre tradición y progreso. Todo
aquello que hemos vivido permanece en nosotros de dos maneras. Una primera,
como anotaciones en el registro vivo de la memoria; la memoria es el tiempo
acumulado del hombre, que se puede expandir, revisar, revivir y volver a guardar.
El hombre es también su remordimiento, su dolor, su nostalgia, su alegría, el
sufrimiento por su vida mal perdida, la serenidad por su vida lograda. Tal vez no
sean necesarios criterios o conceptos más complejos para entender o acercarnos
a la vida de los hombres que dejaron su paso por la historia, sino que es necesario
poner el foco más allá de la fotografía siempre vista. Para poder ahondar por estos
pasadizos nunca antes transitados, o tal vez muy poco, para poder dar luz a esos
caminos jamás tomados y a esas puertas nunca antes abiertas es necesario leer
más allá de esos poemas, canciones, anécdotas e historias recurrentes.
En el IES N° 1 Alicia Moreau de Justo, afrontamos en el espacio de Taller
de Lectura, Escritura y Oralidad un proyecto llamado ‘Vidas que son textos’. Esta
pequeña antología recopila algunas biografías, de diferentes personajes, escritas
por alumnos de los Profesorados de Historia y Letras.
Una biografía significa, etimológicamente, una narración escrita de una
vida. ‘Vida que son textos’ intenta aventurarse en la compleja acción de
desenredar la cosificación de la vida de personajes, conocidos o no, y complejizar
esta fotografía que teníamos, atravesados por diferentes hechos históricos.
Podemos leer sus libros, sus artículos, escuchar sus temas pero nuestra idea es
trabajar en una dimensión diferente a la cual estamos acostumbrados a escuchar
sobre ellos. Es un desafío al intentar buscar detrás de los datos conocidos, un
relato original que nos sirva como hilo conductor para plasmar esta nueva imagen.
Escribir un libro de historias de vidas, significa un gran esfuerzo de
recopilación y selección de datos, una profunda reflexión y un gran amor para
revivir al hombres y sus historias, y otorgarles nueva presencia. Esta antología
tiene los alcances y los límites de haber sido elaborada desde el amor y la pasión
que sentimos por la historia y la literatura. Este libro es una incitación a pensar,
reflexionar y disfrutar, mediante instrumentos diferentes, a los personajes
elegidos atravesados por la historia. Podríamos pensar tiene como objetivo ser un
disparador del pensamiento. Notaremos cómo esta vida anterior y presente
determina y ayuda a comprender mejor a nuestras personas retratadas.
Acompañamos a Dante ‘En el medio del camino de la vida’ llegando a ‘La tierra
menos ajena’ para darnos cuenta que en ‘La década de los 80’ ‘La pinta es lo de
menos’ y aunque podamos entender ‘¿Cuánta vida cabe en Un Viernes?’ y tal vez
sin entender mucho pensar porque odiamos a los panqueques. Recorramos juntos
estas páginas que nos ayudarán a enriquecer las imágenes preestablecidas,
cristalizadas o simplemente más conocidas de estas personas.

Alejandro Gronda y Sofía Sueldo


El agua no se mastica

“Porque después de todo eh comprendido que lo que el árbol tiene de florido vive de lo
que tiene sepultado.”

Gritaba un viejo borracho en un bar: “No sé qué fue de la noche, volví a caer en lo que
dejé.”

Escuchar a ese veterano escupiendo lo que me queda en el vaso no es demasiado


para mi sed, con el ancho de espadas pegado en la frente, junto a un par de muchachos de
esa edad, es sinónimo de poder vernos por dentro, de entender que existen cosas que se
pueden apreciar en un mundo que genera una ceguera entre las personas que miramos a
los ojos deseando que hagan juego con nuestras esperanzas. El leernos entre líneas como
género, significa entender que cualquiera es un señor y cualquiera es un ladrón,
¡CUALQUIERA! Es tratar de razonar que hay códigos que se están perdiendo, los pocos que
quedan y que la moral se está tirando de un precipicio, pidiendo que se entienda de lo que
se trata o que lo traten en un suplicio. Es entre algunas cosas, volver a ser parte de aquello
que se presupone perdido, de los que en ocasiones nos encontramos perdidos o no
encontramos un lugar en este mundo.

En estas palabras vamos a encontrar la sensación de sentirnos un poco menos


huérfanos si podemos llegar a entender cuánta vida cabe en un simple día de un escritor.
Y hasta aquel que se crea un semidiós va a sentir los escalofríos más humanos al meterse
en estos relatos. Las sensaciones son raras y los sentimientos más que encontrados, pero
lo que nos determina es saber que se puede ganar la eternidad o morir intentándolo.

Una de esas motivaciones es escribir, hacerlo por y para aquellos que a veces no
nos podemos hacer escuchar, que tratamos mientras la ignorancia hace oídos sordos o la
gilada piense que te saque por pinta, así que a la gilada ni cabida, cuando llegue acá que
pare por que no va a soportar el final. Mal o bien, acertados o no en estas elecciones de
ofrecer un letra por letra desde lo más profundo del Cuore. Cualquiera se puede
equivocar, nadie está exento de ello, pero si existen esos errores y aunque alguno quiera,
aquí a nadie se le va a pedir perdón.

Hay momentos en los que una persona puede quedar en la historia, la que se
puede contar de una manera u otra, horrible sería que nunca se nombre nuevamente su
gracia, o que jamás se cuenten sus anécdotas, apócrifas si se quiere, como la de un simple
oficial hablando con su general. O la de un pistolero enfrentando a un batallón en
momentos de crisis, pensando en matar y vivir, ya que debía dar cátedra luego en el arte
del escolazo. Aquí hay lugar para muchos, para amigos, colegas, padres y madres sin lugar
a dudas, para los que sueñan con un mundo mejor, pero no hay espacio para la desunión
ni para aquellos que intenten desestimar lo que el prójimo puede brindar.

En estas simples palabras, sentimos el honor de poder hacer una breve reseña de
lo que se puede encontrar en estos escritos, elaborados en conjunto ya que de otra
manera no podrían haber salido a la luz, a regalar un poco de luz. No nacimos para ser
ortivas, ni mucho menos lengua larga y para hablarle al engrupido acá se lo hace con
distinción. Y si le suena un tango no lo dude compañero, a estas frases no las entiende un
otario pero si lo hace un varón.

Este es el intento de brindar en algunas líneas un poco de la emoción que sintió


cada intérprete al escribir y cada compañero al escuchar. Sabiendo que estas palabras
conmueven más al que las escribe que al que tenga los cojones para leerlas, los invitamos
a meterse en este encuentro de figuras buscadas apasionadamente. Y así como dijo el
Viejo Gronda: “El que se sienta reflejado que regale una sonrisa y al que le quede el
poncho que se lo ponga ya.”

Lucas Emiliano Kavaliunas.

Buenos Aires, noviembre de 2016


La década del 60

Por Lucas Kavaliunas

“Decime lo que estás pensando viejo que ya casi no puedo perderme en tu


labia, me duele el pecho de solo pensar que pronto voy a dejar de escuchar esos
consejos bien curdas”. Así comienza un tango nacido y llorado en la esquina de
Catamarca y Caseros, donde este servidor recuerda la imagen de su tata antes de
un día de laburo. Visión actoral de un ropaje desprolijo y esa baranda a membrana
de cuatro milímetros, mucho antes de meterse en el mundo de la milonga y esas
noches de La viruta. Es el barrio de Parque Patricios, ahí donde nació el gran
“Ringo” Bonavena, en el mismo lugar donde la gente se sigue amontonando
rumbo a Alcorta y Luna, en ese suburbio que será inmortal ya que los años 70 y 73
distinguen sus glorias.

La década del 60 dicen que tuvo varios finales, algunos afirman que fue
cuando Mohamed Alí besó la lona del “Madison”, otros que fue un 16 de
septiembre cuando el globito dio la vuelta con el “Fulbo” más lindo que un potrero
embarrado imaginara jamás. Por ese camino en el que miles de ojos
enlagrimeados le agradecen al flaco tal hazaña, se puede ver pintado en las
paredes un “Dale campeón” por la calle Colonia que llega hasta Rivadavia, pero
claro, ahí cambia de nombre, ahí cambia la historia.

En esa esquina de Jujuy nunca se vio tanta luz en el bar de un simple


gallego donde caían obreros transeúntes, estudiantes y vagantes nocturnos,
poetas, escritores, artistas y “Locos cuerdos de las seis cuerdas” confiesa Javier
Martínez:

Te voy a hablar de un personaje más que curioso, un virtuoso, un enamorado de la


música. Por ejemplo todas las noches salíamos de La Cueva de Pueyrredón y nos íbamos
caminando a La Perla del Once. Era automático, La Cueva cerraba a las cuatro de la
madrugada y nos íbamos todos a pie. En eso, Tanguito venía con su guitarra en una
funda de lona, una funda de lona finita. No se podía tocar por la calle, imagínate que si
te llevaban en cana por tener el pelo largo con más razón te podían llevar por tocar.
Bueno, tango llevaba su guitarra como si la tuviera colgada, la sostenía con el antebrazo
contra el pecho, entendés, y tocaba muy bajito ¡con la funda puesta!

En ese grupo de muchachos que caminaba por Pueyrredón todas las noches
se encontraba, entre otros, su amigo Pippo Lernaud, que recuerda:

El baño del boliche, especialmente, tenía muy buena acústica para cantar y tocar la
guitarra. Sentado en el inodoro se podía soñar que se estaba en un estudio, con cámara
de eco y otros sistemas de grabación. Para los que veían muy lejano el momento de
grabar y hacer pública la música que estaban creando, el baño era un recurso cotidiano.
Fue así que Tanguito estaba, como siempre, rasgueando la viola a toda velocidad y
canturreando estoy muy sólo y triste acá en éste mundo de mierda…/ tengo una idea es
la de irme al lugar que yo más quiera… Y Litto que había entrado al baño por problemas
más terrenales, lo escucho desde los mingitorios y dijo: ‘che Tango, ¡qué bueno que
suena eso! ¿Me dejas seguirlo?’ Diez minutos después, las mesas del fondo de La Perla y
nosotros alrededor de ellas, fuimos testigos de la creación de un tema que cambiaría la
historia de la música popular argentina: La balsa.

Impulsados por dicho éxito y sabiendo que Tango se estaba convirtiendo en


un mito en los circuitos de la noche porteña, la gente de RCA se le acercó para
hacer un simple con vistas a un álbum, Tango hizo una prueba con sus temas
preferidos que aun circulaban como inéditos y los productores eligieron “La
princesa dorada” como punta de lanza. La princesa… era una canción con letra de
Pippo Lernaud que compusieron juntos una noche de naufragio en Plaza Francia, y
que describe la historia de Sonia, una de las primeras participantes del mundo de
las plazas, pintada como si fuera Alicia en el país de las maravillas. El tema junto
con el lado B “El hombre restante”, fue grabado el 18 de enero de 1968 en RCA
Víctor con arreglos de Horacio Malvicino.

Por esa bohemia hermosa que lo convirtió en leyenda1, por los nuevos aires
que llegabas de amores de primavera y lo natural de la juventud revolucionaria, el
onganiato no quiso dar el brazo a torcer, y con dedicación, persiguió a esos
payadores controversiales que no querían ser esclavos de una tradición. – El trata
de comunicarse, de explicar lo que siente, pero la policía no lo comprende- lo
cataloga como sospechoso o peligroso, o delincuente, y por ahí surge un señor
aburrido, que no sabe qué hacer de su puto tiempo, y entonces se dedica a lanzar
acusaciones furibundas y monstruosas que pueden ser tanto de cocainómanos,
comunistas o cosa por el estilo-. En un momento duro, donde a “El extraño de pelo
largo” lo rapaban las fuerzas del orden público, este loco no fue la excepción y
comenzó a ser habitué de distintas comisarías.

Una vez fui preso, que la melena, que las canciones, que las buenas costumbres, yo que sé.
El comisario quería conocerme; así que me interrogo. Me dijo que seguramente estaba todo
sucio, así que me dijo que me saque los pantalones. Ahí empezó el dilema, yo había salido
apurado de mi casa y al no encontrar mis calzoncillos cacé una prenda de mi hermana.
Cuando me saqué los pantalones la sorpresa de todos fue inmensa, no faltaba higiene, pero
las cosas igualmente no eran correctas-.

-¿Y eso?- me gritó el comisario.

-Esto es un pantalón muy original que acabo de recibir de Paris, como pensaba ir a la playa
me lo puse.

-¡Estos franceses! Ya no saben que inventar- Y me dejo ir-.

Más allá de esta anécdota y de tantas otras que cuentan algunos de los que
compartieron escenarios diversos con él, también están aquellos que lo difamaron
sin conocer un caso de su vida diría “El tano” del conventillo de la calle Bahía
Blanca 527 de la república de Caseros. El mismo que lo vio crecer, lo vio cambiar
un baño compartido por bañarse en crudos inviernos en una casa en construcción
y lo aconsejó cuando su padre no estaba: “Después a un viejo tano cualquiera
piensa que le puede venir a hablar de amor”.

Es así, al margen de todo, que un febrero del año 1971 este excéntrico
personaje fue detenido en su casa y acusado de ser parte de una banda que
planeaba comercializar 5kg de marihuana fue presentado ante la prensa el día 10
de ese mismo mes. Según La Razón2, “José Alberto Iglesias, alias Tanguito, nacido
un 16 de septiembre de 1945 en la ciudad de San Martin, presentaba evidentes
muestras de haber hecho uso de drogas.” En aquellos tiempos, los consumidores
de estupefacientes eran enviados a un pabellón especial del neuropsiquiátrico
Borda. Un ala muy particular, con paredes grises y tristes, guardias armados (los
cazapatos) y puertas blindadas que hacían oír el cerrojo del encierro – una cárcel
con todas las letras- donde aún se escuchan los gritos de esos internos que sufrían
del hoy demolido cuarto de electroshocks.

La paradoja de esta historia se lleva a cabo una noche como cualquiera, su


madre, doña Juana lo iba a ir a retirar definitivamente. Pero el ajedrez de esta vida
tenía otra jugada en mente para ofrecer en el tablero cuando una se mide ante “La
Parca”, ya que, al ver la luna alta y solitaria, esos pensamientos y sentimientos se
entrelazaron y así fue que, más loco que empedernido, decidió ir a verla primero.

Esa madrugada de otoño vio como José Alberto Iglesias escaba de su


calvario, copaba el 59 con destino a Retiro y perecía en las vías del ferrocarril San
Martin. Por eso, me voy a tomar el atrevimiento de faltarle el respeto a miles, y
como bien criado en el lejano oeste, mal aprendido, robar las palabras de Víctor
Pintos3 al decir que la década del 60 no termino cuando el reloj marcó las doce,
sino más bien, un 19 de mayo de 1972, cuando un tren mató a Tanguito.


En el medio del camino de la vida

Por Sofía Sueldo

Cuenta la leyenda literaria que el general Bartolomé Mitre, durante la guerra


del Paraguay, dedicaba las horas vacías de los largos días sin combate a la lectura
y a las traducción de grandes obras. Alto, garrido, muy esbelto, de naturaleza
recia, cabellera larga y rizada, la mirada pronta, vivísima, muy despierta. En la
frente, un agujero extraño: una cicatriz, la huella perdurable de un balazo.
Semejante herida trae a la memoria su condición guerrera y de militar. Nadie
pensaría que tan cumplido caballero, manejara la espada a la par que la pluma.

En una de aquellas bochornosas tardes en el monte, un oficial entró en la tienda


de campaña del militar y al verlo sumergido entre diccionarios y hojas
desparramadas, con curiosidad, inició el siguiente diálogo:

–¿Qué anda haciendo, mi general?

–Aquí me ve, traduciendo al Dante.

–Hace bien, a esos gringos hay que darles con todo.

La anécdota, probablemente apócrifa, circuló a lo largo del siglo en un


puñado de variantes que alteraban el contexto y los interlocutores de Mitre. Por su
parte, el trabajo de Bartolomé inició una tradición de versiones de la Divina
Comedia en el Río de la Plata. La primera edición de la traducción de Bartolomé
Mitre se publicó en 1889 con el título El infierno de la Divina Comedia. En su
prólogo, Mitre señala dos causas que lo impulsaron a comenzar esta tarea. En
primer lugar tenía una necesidad personal, ya que fue un arduo trabajo, esa obra
es el resultado de cuarenta años de relecturas obsesivas del texto. En segundo
lugar, en un gesto de dantesca autosuficiencia destaca lo que considera una
carencia objetiva: no existen traducciones en español dignas de la obra. En este
punto Mitre era particularmente crítico de la traducción española de Pezuela, de
moda hacia finales del siglo XIX. En la parte superior el general alcanzó a estampar
su nombre y lo acompaño con las iniciales s.d prosiguió más abajo “En el medio
del camino de la vida…” las primeras líneas. Miguel Granada nos explica (2012):

Así abre la Comedia, para indicar que a los treinta y cinco años de vida, por
lo tanto los años 1300, Dante vivió una experiencia excepcional sobrenatural, de la
‘selva oscura’ en la que había perdido la dirittia vía […] El objetivo de ese viaje no
es otro que el recibir el Purgatorio y en el Paraíso de la boca de personajes como
Beatriz, Constantino y San Pedro, en primer lugar una explicación del sentido de la
historia de los últimos siglos, concretamente una exposición de las causas de la
sociedad cristiana como consecuencia de la degeneración tanto del Imperio como
la misma Iglesia de Cristo.(p.313).

Han transcurrido más de seiscientos años, y los comentarios continúan. No


pasa día, sin que se descubran cosas nuevas o se susciten dudas acerca de su
sentido místico, histórico o moral, o se corrijan con nuevos documentos las erradas
interpretaciones de sus comentadores.

Italia en general y, en particular Toscana -región donde Florencia está


enclavada-, son escenario de un tiempo de violencia signada por la lucha entre dos
grandes partidos: los güelfos y los gibelinos. Entre los gibelinos se cuenta la vieja
nobleza feudal, en tanto los güelfos representan a la burguesía. Los primeros ven
en el emperador germánico la fuente de su poder; los segundos procuran aliarse a
los jerarcas de la Santa Sede. Esta división básica no es válida para todas las
situaciones, que varían de acuerdo con las viejas rivalidades locales,
manifestándose en luchas que, en su mayor parte, poco o nada tienen que ver con
la Iglesia o el Imperio. En el verano de 1289 se produce la primera experiencia
militar de Dante, con su participación en dos episodios de guerra: la batalla de
Campaldino, contra los gibelinos de Arezzo y la toma del castillo de Caprona,
ocupado por las milicias de Pisa.

En Florencia, los güelfos detentan el poder. La familia de Dante, aunque de


origen noble, es de tradición güelfa; no participó del exilio ni de la reconquista del
poder. La lucha terminó con el triunfo completo de los güelfos. Florencia, una vez
más libre y democrática, estableció una organización especial dentro de la
República, conocida como Parte güelfa, para mantener los principios güelfos y
castigar a los sospechosos gibelinos. Con la guerra ganada se inicia una división y
luchas violentas entre güelfos, se dividieron en Blancos y Negros, Dante formó del
lado de los güelfos Blancos. En 1300 llegó a ser elegido como uno de los seis
magistrados más altos de Florencia. Pero el Papa Bonifacio VIII tenía otras
intenciones en esta ciudad a la que quería ocupar militarmente. Dante fue
designado para resolver ese problema, pero al llegar a Roma el Papa lo detuvo,
porque pretendía que la ciudad de Dante se anexara a los Estados Pontificios. El
Papa tomó finalmente la ciudad por la fuerza en 1301 y los güelfos blancos fueron
perseguidos.

Dante hacia 1302 se verá expulsado de Florencia por un período de dos


años y le impusieron una elevada multa. Al no hacerla efectiva le amenazaron con
ejecutarlo si regresaba a la ciudad, la cual estuvo exiliado hasta su muerte. En
1310, año de la invasión a Italia de Enrique VII de Luxemburgo, Dante publicará
una obra teórica escasamente divulgada y reconocida: su tratado De la monarquía.
En ella, el autor intenta resolver las disputas entre el poder espiritual y el poder
temporal y su incidencia conflictiva al poner en cuestión la legitimidad del ejercicio
de poder de los distintos soberanos; defiende Dante el gobierno universal de uno
solo, inspirado en el modelo del Imperio Romano de Augusto. Habló de la
necesidad de la existencia de un Sacro Imperio Romano. Sobre todo, abogó
siempre por la separación entre la Iglesia y el Estado.
No nos es extraño que detrás de ese insondable poema se esconda no solo
la figura de un gran poeta, sino que también podamos encontrar la historia un
gran ciudadano y político. Durante su época fue más importante como político y
diplomático, que como escritor. De regreso a Ravena en 1321, después de haber
encabezado una misión diplomática de paz en Venecia ante el dogo Giovanni
Soranzo, Durante Aligherio III acompañado por una comitiva atravesó por las
lagunas de Comacchio, en la desembocadura del río Po para pasar la noche en la
abadía Santa María de Pomposa. Este conflicto territorial surgido por la
explotación salitrera entre Ravena y Venecia lo llevo -a pedido de su benefactor,
Guido da Polenta- a encabezar esta misión diplomática de paz ante el dogo de la
ciudad marítima. Concluida esta exitosa negociación con la comitiva que lo
acompañaba emprendió el fatal regreso. Allí en la desembocadura del río Po
contrajo Malaria, pero pudo llegar a la abadía donde solía hacer retiros espirituales
para descansar. Abatido por la fiebre despertó la mañana siguiente. Casi ciego, por
las luces externas que se filtraban por las cortinas de las ventanas, tomó la pluma
y escribió:

Cuando las circunstancias lo permitan, en este arduo peregrinar que me


aleja, contra mi voluntad, de mi tierra y de los míos - escribe Dante-, he decidido
dejar un testimonio de mi paso por este mundo y contar a alguien las experiencias
que marcaron mi vida. Le revelaré también los incidentes que me tuvieron como
protagonista y las pruebas contundentes que demuestran mi inocencia y mi buena
práctica cuando debí cumplir con mis obligaciones ciudadanas. Ofrezco pues, en
estos escritos un fiel testimonio de mis actos ante Dios y ante los hombres.

Su inteligencia comenzaba a ofuscarse y sus sentidos a obnubilarse, hasta el


punto de no saber qué opción debía elegir, si afrontar la muerte o esperar en el
sombrío y oscuro bosque una salvación incierta, y corriendo de acá para allá
intentaba con todas sus fuerzas salir; cuanto más se penetraba en él, más se
oscurecía.Los hechos suceden inapelablemente y nos encontramos de pronto como
por arte de magia, en medio de algo que jamás imaginamos. Baudelaire decía que
todo aquello que nos parece natural puede tender pronto hacia lo sobrehumano.
Enloquecido por un gran pavor, ya solamente esperaba que cualquier fiera lo
asaltara por alguna parte de las sombras de la habitación para ser devorado. Su
mente estaba desconcertada y casi sin esperanza. En ese momento encontró
serenidad y el miedo a la muerte desapareció de la alcoba y se encontró
recordando.

Cuando se encontraba en el vientre de su madre, Gabriela degliaAbati había


tenido hermosos y extraños sueños ya desde el principio del embarazo. Bella,
como la llamaban familiarmente en el barrio, casada con Aligherio II, consultó
secretamente por sugerencia de una vecina a un adivino. Éste no quiso predecir
nada, pero intuyó que el hijo que iba a traer al mundo estaría iluminado por la
Llama Divina.

Un hombre de letras y congojas. Ya cansado, harto del devenir del mundo


complejo para la simplicidad de muchos hombres, aceptaba sus amarguras y
desdichas pasadas, sometiéndose a lo que viniera. Con la mano temblorosa atisbó
unas palabras finales en un cuaderno Bonum certamen certavi.

BIBLIOGRAFIA

Alifano, R. (2015). Yo, Dante Alighieri, Madrid, España, KHAF Ediciones

Alighieri, D. (1994). La Divina Comedia. Barcelona, España. Editorial Altaya S.A

Alighieri, D. (1999) De la Monarquía. Barcelona, España. Salamanca.

Alighieri, D. (2000). Vida Nueva. Buenos Aires, Argentina. Centro de Lingüística


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Renucci, P. (1968). Dante. Los Hombres De La Historia. Página 12, (59).


La tierra menos ajena

Por Lara Guisolfi

La casona de los escritores Oliverio Girondo y Norah Lange ubicada en la calle


Suipacha al 1444, escenario de tertulias vanguardistas de los años 30 y 40, y de
alguna que otra fiesta de disfraces entre cuyos invitados figuraban personalidades
consagradas del mundo artístico e intelectual de la época. Un hábitat poblado por,
en palabras del pintor y poeta Enrique Molina (1975): “faroles de barco, vías
férreas que cruzaban la sala, piedras totémicas, inmensos roperos de caoba,
arañas de murano, piezas diaguitas, un ombú en uno de los ángulos del comedor,
y el ídolo polinésico” (p.3). Una porción del barrio de Retiro donde confluían
fragmentos de mundo recolectados por Girondo, empedernido viajante, y también
por Lange, quien se convertiría en su fiel compañera de viajes. Quienes han
participado de aquellas célebres reuniones suelen recordar entre los artistas
habitués a los amigos de siempre de la pareja y también a las figuras conspicuas.
Y ahí es cuando resuena un listado de nombres altisonantes como Pablo Neruda,
Federico García Lorca, Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges. Pero también es
conocido que las puertas de la imponente casa Girondo-Lange se hallaban abiertas
a nuevas generaciones de artistas y flamantes adeptos a las vanguardias poéticas.

Dos versiones circulan acerca de quién la guió hasta allí: tanto Juan Jacobo
Bajarlía como Olga Orozco se han adjudicado haber sido el nexo entre el
matrimonio Girondo-Lange y Alejandra Pizarnik. El primero, asegura haberla
presentado entre el 54 y el 55; por su parte, Orozco, quien era amiga íntima de
Norah Lange, asegura haberlas presentado en el 56 ó 57. Lo cierto es que una
joven Pizarnik, de aproximadamente veinte años, conoció y se fascinó con tan
peculiar morada. Y veinte años tenía yo cuando la conocí y me fasciné con la
precisión de sus palabras para dar cuenta del dolor de no poder hallarse en el
mundo.
No es difícil imaginar el encantamiento que ejerció la casa girondina sobre la
escritora al saber que acostumbraba a estar recluida en la casa familiar de la “Villa
Neda”1, tal como ella se refería a su Avellaneda natal, hogar de clase media. En
Avellaneda también y no muy lejos estaba la Escuela Nº7 donde escribió la
composición sobre María Antonieta que llamó la atención de su maestra. Más cerca
aún, las librerías donde con diez centavos ganados a su madre a través de un “me
aburro”, se abastecía de libros desde temprana edad. Y también por la zona se
ubicaba la Escuela Normal Mixta donde realizó todo el secundario. Toda una vida
escolar coincidente con los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón.

En resumidas cuentas, si la casa Girondo-Lange abría puertas a singulares


rincones del mundo, la casa de los Pizarnik implicaba replegarse en ella, ir al
núcleo: la habitación de la poeta. Sucede que su confinamiento hogareño se
restringía a su habitación, modesto refugio donde escribir, preferentemente
durante la noche; una extensión limitada cuyo decorado fue cambiando con el
correr de los años y que supo tener paredes pintadas de negro cubiertas por
marquillas de cigarrillos y dibujos, y techos empapelados con láminas -provocativa
decoración que despertaba admiración entre sus pares-. Pero su impronta se
desparramaba a lo largo de esos escasos metros cuadrados para terminar allí
donde los criterios estéticos de los hogares burgueses de mediados de los
cincuenta asomaban. Cabe decir que el decorado fue mutando, a la par de su
escritura y también de su creciente biblioteca y dicho cuarto lo puede atestiguar.

Ahora bien, la oportunidad de conocer la casa de Girondo y Lange, se elija la


versión que se elija, no hubiera sido posible de no ser por esos amigos que harían
de mediadores entre una aún ignota Pizarnik -aspirante a vivir de y por su
escritura- y los escritores y pintores que admiraba. Si bien amistades nunca le
faltaron, desde que inició su vida como estudiante académica forjó ciertos
vínculos2 que posibilitaron que se convirtiera efectivamente en escritora, una
determinación que manifestó abiertamente a su familia cursando su último año del
secundario. Por aquellos años fue que expresó su deseo de ser periodista y como
si quisiera probarles a sus amigas sus dotes para ejercer este oficio, en 1954, con
diecisiete años, se fue a cubrir la primera edición del Festival Cinematográfico de
Mar del Plata -iniciativa del gobierno peronista y que supuso un lazo entre las
estrellas y el pueblo argentino-. Eso sí, lo hizo con un carnet de periodista trucho.
¿Qué mejor jugada que ésta para probar sus dotes de periodista?

No obstante, el momento de optar por una carrera adecuada la tuvo vacilante.


Tenía claro su deseo de escribir pero los canales eran diversos. Sus sueños de
grandeza perfilaban a una escritora literaria y no a una periodista. Pero el tiempo
apremiaba, las épocas de colegiala tocaban a su fin y de los egresados del Normal
que realizaron el típico viaje a la colonia de Chapadmalal -creada en el marco del
turismo social- la mayoría seguramente elegirían carreras tradicionales como
Medicina o Derecho y lo que era seguro es que éstas no tenían cabida.

Ni bien hubo finalizado la escuela secundaria, la escritora, sin saberlo, se


embarcó en un viaje a la tierra menos ajena: la tierra de la Academia. No habría
sido el mejor de los viajes de no ser por las contingencias, oportunas desviaciones
de un rígido recorrido que crearon estaciones allí donde los mapas aparecen
yermos.

Podría decirse que la primera parada programada en la que se detuvo Pizarnik


estaba representada por la carrera de Filosofía dentro de ese territorio llamado
Facultad de Filosofía y Letras. Dicen que eligió esta disciplina que poco tiempo la
tuvo como alumna por sus lecturas intuitivas de autores existencialistas, aunque
las fuentes solo hagan mención de Jean Paul Sartre. Lo seguro es que fueron
cruciales para su elección las impresiones que este autor despertaba con su El
humanismo es un existencialismo -y que gustaba de compartir entre sus
compañeras como si de confidencias íntimas se tratara-.

Mientras la poetisa tomaba sus primeras clases de filosofía -y paulatinamente


comenzaba a fastidiarse por la sistematización subyacente en ellas- el 16 de junio
de 1955 aconteció. El cimbronazo que produjo fue tal que una despolitizada
Alejandra (2003) no pudo evitar que su falta de conciencia social ocultara una
“inconsciencia social”, y así fue que en su diario registró lo siguiente:

Anoche soñé que estallaba una revolución. Despierto y mi madre me dice que hay
serios disturbios políticos. Pienso en mi sueño (¿premonitorio?). No he leído los
periódicos desde la última hecatombe fechada en 16 de junio. Tampoco he querido
oír los comentarios de mis compañeros. ¿A qué se debe pues este sueño mío? No
sé… (p.62)

Su sueño político no derivó en una toma de posición ni mucho menos. Siguió


asumiéndose extranjera social -e inevitablemente ahistórica- y mi fascinación hacia
su figura se perdió por esta pretensión. Pero al menos le debo el hecho de
haberme invitado a cuestionarme la relación entre literatura y política y el rol del
escritor en la sociedad.

Luego del paso fugaz por la filosofía, visitaría el terreno del periodismo, éste
enmarcado en una nueva región: la Escuela de Periodismo de la calle Libertad. En
esta carrera, Juan Jacobo Bajarlía era quien dictaba la materia Literatura Moderna
que, según sus palabras, era el “nombre con el que disfrazaba una apasionante
historia de los movimientos de vanguardia rechazados oficialmente en los institutos
de enseñanza” (Bajarlía; 1998). Sus clases, despertaron un gran entusiasmo en
Pizarnik, quien asistía con regularidad y tomaba notas sin cesar sentada en la
primera fila, según recuerda el profesor que pronto devendría en amigo.
Finalmente habría de dirigirse a la última estación del trayecto oficial: Letras,
nuevamente en la Facultad de Filosofía y Letras. En este espacio, la poeta
comenzaría a profesar, según la escritora y ensayista Ivonne Bordelois (1991):
(…) la teoría -en muchos casos profundamente justificada- de que los profesores de
literatura asumen sus cátedras guiados por un inconsciente odio a la literatura, que
profesan pero no pueden crear ni vivir. Desde sus altos cargos ejercen su
destructividad con eficacia temible. (p.86)

Sin embargo, insospechadas paradas emergieron sobre la marcha. Sedes de la


facultad que la misma institución desconocía: “Viamonte”, “Jockey”, “Moderno”,
“Florida”, “Letras” y “Verbum”; bares y librerías próximas a la facultad donde se
concentraban estudiantes y escritores y que conformaban ámbitos de discusión e
intercambio tanto de ideas como de libros. Allí, la poetisa, encontraría nuevos
rumbos no solo para su formación como -voraz- lectora sino también, como antes
mencioné, para constituirse como poeta.

La tierra que resulta más ajena3 a la generalidad es aquella sembrada con la


palabra, especialmente, la palabra poética. Parcela en la que ella pudo morar,
sobrevivir a un mundo del que nunca se sintió parte. Pizarnik (2012) expresó su
condición de extranjera así:

Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo
de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas
concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y
vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando
me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a
tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un
“saber volver”. No lo querré acaso. (p.30)

Y si algo consiguió acrecentar ese extrañamiento era el orden de lo práctico.


Programas, consignas, horarios fijos, materias correlativas y trámites, por
supuesto. Un mundo académico que no era ajeno a lo práctico y tal vez a
kilómetros de distancia de la poesía como forma de vida, principio que Alejandra
Pizarnik sostuvo férreamente desde el día en que tomó conocimiento de él hasta
apagarse definitivamente.
Notas

1
Cuentan sus allegados que Pizarnik tenía un peculiar modo de expresarse oralmente. No solo por
su voz grave, su particular acentuación y rítmica, también por el trastocamiento que hacía de las
palabras. Su rigurosidad al escribir parecía contrastar con su forma de hablar donde no importaba
tanto la corrección. Así es como, según Roberto Yahni (2014), cuando ambos se encontraban en
París, al Café de Flore frecuentado por Sartre y Simone de Beauvoir, lo llamaba “El Fiori”.

2
Un ejemplo muy claro de esas amistades surgidas en dicho círculo, es el de Roberto Yahni, Doctor
y Profesor en Letras, que conoció a Alejandra Pizarnik en el bar Letras. En una entrevista Yanhi
(2014) cuenta sobre el primer encuentro: “Fue en el año 56, cuando estaba en la facultad. Después
de clase yo siempre iba a la librería Letras para con María Rosa Vaccaro, que era la dueña y una
persona con la que yo me sentía muy cómodo. Un día de junio llego ahí y empiezo a charlar. No me
di cuenta de que había alguien más en el mostrador hasta que una persona chiquita, envuelta en
un Montgomery enorme, me dice con una voz impresionante: ‘¿Vos leés poesía?’. Era Alejandra. Yo
le dije: ‘Sí, ¿cómo no voy a leer poesía?’. Entonces ella fue hasta la vidriera y sacó su primer libro,
La tierra más ajena; lo firmó y me puso su teléfono. Recuerdo que luego dijo: ‘Si te gusta, llamame’
Esa misma tarde leí el libro y me pareció que era algo completamente distinto a lo que se hacía en
el momento. La llamé por teléfono y ella me dijo: ‘Bueno, nos vemos en la facultad’. Y así
empezamos a vernos” (p.31).

3
La tierra más ajena es el primer libro editado de Alejandra Pizarnik. La autora, al poco tiempo de
haberse publicado, renegaría de éste. Pizarnik a lo largo de su obra menciona lo ajeno de manera
peyorativa y como causa de un profundo miedo. Sin embargo, también puede rastrearse que ella
misma se autopercibe como “ajena” o “extranjera a muerte” en un mundo que la ha abandonado.
Ese mundo envilecido que es la vida cotidiana es el que representa el “horror de la civilización”,
recurriendo a las palabras de su poema “Salvación”.

Referencias

Ardito, E., Molina, V. (productores) & Ardito, E., Molina, V. (directores). (2011).
Memoria Iluminada: Alejandra Pizarnik [Cinta cinematográfica]. Argentina:
Canal Encuentro.
Bajarlía, J. J. (1998). Alejandra Pizarnik: anatomía de un recuerdo. Buenos Aires:
Editorial Almagesto.
Blanc, N. (2013. 12 de abril). Aquí vivieron. La Nación. Recuperado de
http://www.lanacion.com.ar
/1571769-aqui-vivieronlas-huellas-de-un-mundo-desaparecido
Ostrov. L y Pizarnik, A. (2012). Cartas. Villa María: Eduvim.
Piña, C. (1991). Alejandra Pizarnik. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta.
Pizarnik, A. (2003). Diarios. Barcelona: Editorial Lumen.
Molina E. (1975, 27 de noviembre). La casa y el espantapájaros. Clarín, p. 3.
Ragone, V., Yeregui, M. (productoras) & Ragone, V., Yeregui, M. (directoras).
(1993). Vértigos o Contemplación de Algo que Cae [Cinta cinematográfica].
Argentina: Blakman Video No Convencional.
Roberto Yahni habla sobre Alejandra Pizarnik. (2014, junio). Los Inútiles (de
siempre), pp. 31-34.


LA PINTA ES LO DE MENOS

Por Federico Dalmazzo

Si hay algo que John William Cooke nunca tuvo es la forma física para
cumplir exitosamente con ese enfrentamiento que tan necesario veía. Ya le decía
en Cuba el Che que al monte no tenía que ir, que con su panza estaba “para
guerrillero urbano” y John se calentaba. De esto estaba muy consciente, de ser el
más gordo de los peronistas revolucionarios, pero quería dar el ejemplo, esa era su
mayor intención. Como aquel 16 de junio en el que la Aviación de Marina intentó
matar al presidente bombardeando la Casa Rosada, dejando en el camino
trescientos cincuenta y cinco muertos y mil heridos. Pero al golpe se opuso el
Ejército, al que se sumaron comandos civiles. Sobrevolando la plaza en hora pico,
en su heroico bautismo de fuego, la Aviación Naval probó el fuego de los Avro
Lincoln británicos que les había comprado justamente Perón, pero pintados con la
frase “Cristo Vence” para no generar dudas de su filiación. Y allí abajo estaba el
Bebe disparando su pistola automática, cubriéndose con la estatua ecuestre de
Belgrano y seguramente puteando a la virgen porque Evita estaba muerta. Él solo
con un par de cargadores, difícil vencer, pero quería dar el ejemplo de cómo tenía
que ser la cosa: la vida por Perón.

Se podría decir que era muy moralista, aspecto que resaltaba en sus
discursos y escritos. El cénit en este sentido lo alcanzó en Cuba, donde encontró
un mar de gente con quienes discutir el tema, y donde a escribió un celebrado
ensayo llamado La revolución y su ética, un análisis filosófico sobre la moral liberal
y su contraste con la socialista. Ojo, que esto tampoco lo convertía en ese hombre
aguerrido de mameluco gris del arte soviético. Tampoco los extremos.
Meses después iba a llegar el golpe propiamente dicho, y durante el primer
tramo de la presidencia de Eduardo Lonardi, Cooke comenzó a organizar milicias
populares en los barrios, a espaldas del Consejo Superior Peronista, que se
distinguía por su pasividad. Invicto jugador de póker, hijo de un ex ministro, bon
vivant, el Bebe pudo haber sido un pituco, como correspondía a su origen (y a su
nombre), pero se transformó en el cuadro político más importante de la
Resistencia. Aunque su línea no era la predominante, tampoco era un marginal,
situación que se confirmó en noviembre de 1956, ya preso en Santa Cruz “por
cumplir su deber de peronista”, cuando Perón emite una carta desde Caracas en la
que autoriza al “compañero doctor don John William Cooke” a “presidir a la
totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero”. “Su
decisión será mi decisión y su palabra la mía”, escribe el conductor exiliado, y
aclara que en caso de fallecimiento todo el mando queda en Cooke.

La primera etapa la tuvo que militar desde la cárcel -en realidad, de cárcel
en cárcel, porque lo pasearon lindo, de Caseros a Ushuaia, de vuelta a Caseros, y
así hasta terminar en el penal de Río Gallegos. Entonces el Gordo se puso de
nuevo en acción, y protagonizó una de las fugas más espectaculares de presos
políticos, en marzo de 1957, junto a Jorge Antonio, el secretario de Perón Héctor
Cámpora, Guillermo Patricio Kelly y los gremialistas Pedro Gomis y José Espejo,
todos disfrazados de obreros de frigorífico. Este grupo revoltoso puede tomarse
como buen ejemplo de lo que era el peronismo en la época de la resistencia.
Guillermo Patricio Kelly era un referente de la Alianza Libertadora Nacionalista,
agrupación nacionalista, católica y anti-marxista, o como le dicen a eso, de
derecha, con una apuesta por los choques frontales y la acción directa, lo que le
valió durante el golpe de septiembre la demolición a cañonazos de tanque de
sussede central, con gente adentro. Jorge Antonio era un empresario nacional de
esos que quería Perón. Llegó a ser director de General Motors y Mercedes Benz,
luego dueño de Radio Belgrano, Canal 7 y la agencia de noticias Telam, además de
un banco. Sus propiedades le serían expropiadas por la dictadura que llegó para
defender la propiedad privada, excepto la peronista. José Espejo era la contracara
obrera de Antonio, con una carrera ascendente dentro del sindicalismo que a la
larga del proceso histórico se volvió peronista. Ni yanqui ni marxista,
efectivamente, fue secretario de la CGT entre 1947 y 1952 manteniéndose lejos
tanto de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres como de la Federación
Sindical Mundial, pero cercano a Evita. Acá el muestrario, que otro haga la
taxonomía.

Cuentan que el auto que los llevaría hasta Chile demoró casi media hora en
llegar y que, mientras esperaban, Cámpora preguntó: "¿Y si nos fugamos otro
día?". Para Cooke, lo que debía hacerse, debía hacerse. Y se hizo, pero otra vez lo
traicionaría su cuerpo de malos hábitos, y, cruzando la frontera a pie, se esguinzó
el tobillo demorando al resto.
Es que le gustaba divertirse fuerte: no se perdía ningún estreno de cowboys –
quizás imaginando a los cowboys como descamisados y a los indios como
oligarcas- y los disfrutaba comiendo un chocolate tras otro y fumando con la otra
mano. Eso cuando no estaba tomando los mejores whiskys y bailando un tango,
otra gracia que desempeñaba con excelencia, además del póker y el combate
parlamentario.

Ya fugado se fue a Cuba a principios del año 60, buscando, sin saberlo, un
acercamiento entre el movimiento peronista y la revolución cubana. Allí la
revolución había “sacado a la luz todas las virtudes nacionales”, confirmándole el
buen rumbo entre tanta represión. Cooke iba y venía, organizaba en la
clandestinidad. Estuvo metido en la famosa y trágica huelga del frigorífico Lisandro
de la Torre, a principios del 59. Los rumores ubicaban a Cooke aquí y allá. En La
Plata, discursando en la universidad. En Mataderos, luchando contra la policía. En
Berisso, resistiendo en otro frigorífico. En República Dominicana, dialogando con
Perón. Cooke ya era una leyenda.
Tendido el puente entre Buenos Aires y La Habana, yendo y viniendo,
comenzó a gestar las primeras experiencias guerrilleras de Argentina, que exigían
el regreso de Perón, pero usando ya la técnica del Che. Con su compañera Alicia
fundó por esos años la Acción Revolucionaria Peronista y escribe tras el
derrocamiento de Illia el “Informe a las bases del movimiento”, que muchos
entienden como su testamento político y que, en su apuesta por un “peronismo de
clase” daría su base teórica a FAP y Montoneros. Las consecuencias de estas
mezclas extrañas no las llegó a ver, pero sí entendió que lo que estaba pasando
era raro y que El General jugaba sólo.
Tras los hechos del frigorífico la relación entre Cooke y Perón, documentada
en la correspondencia, fue empeorando a la vez que aumentaba el conflicto en
todo el continente y las definiciones se volvían imperativas. Desesperadamente
Cooke le pedía al líder exiliado que proclamara su orientación revolucionaria ya que
la sola palabra del jefe podía definir la interna.
“¿Qué somos desde el punto de vista de nuestra orientación? Lo único que
es posible: un partido de izquierda. Si postulamos la revolución social y la
liquidación de los lazos coloniales, somos de izquierda y ocultándonos esa realidad
no progresamos nada…Como izquierda, sintiéndonos izquierda, somos una fuerza
del futuro; como un extraño bicho que es de izquierda y busca congraciarse con la
derecha, duraremos lo que usted dure y luego vendrá la diáspora, fraccionados en
partículas sin nada que ofrecer”
A mediados de los sesenta, pisa definitivamente Argentina. “Vengo
dispuesto a insuflar un inquietante aire subversivo en los pulmones del peronismo,
cuyos cuadros dirigentes están aburguesados” – exclama al llegar- “El movimiento
peronista es revolucionario, no puede ser otra cosa…”. Pero al poco tiempo, un día
de septiembre del ’68, estaba leyendo un libro sobre la esclavitud de los africanos
cuando deja de respirar. Con solo 48 años deja escritos varios textos de combate y
una detallada lista de los pesos que le debían quienes osaban enfrentársele en un
juego de cartas, además de indicaciones precisas a su compañera Alicia sobre la
disposición de sus restos. Allí prohíbe realizarle cualquier ceremonia, prohíbe que
se le acerquen curas y demanda la donación de sus órganos útiles. Deja anotado
en aquel papelito su última doctrina:

“Ya que no he podido, por medio de una muerte heroica, contribuir a la


solución revolucionaria de nuestro drama americano, al menos podré ayudar a
resolver algún problema individual, servir para la práctica de estudiantes de
medicina, etc., y, al mismo tiempo; quedaría eliminado el problema de disponer de
mis restos mortales, con el consiguiente alivio en materia del orden establecido en
materia de velorio, entierro, etc.(…)”.


¡Odio los panqueques!
Por Alejandro Gronda

Las vueltas de las vida, Dios o cualquier otra deidad, póngale usted el culpable
que más quiera, lo pusieron en un lugar que él nunca quiso estar, este personaje,
como un viajero del tiempo y de la historia, participó de hechos que lo marcaron a
fuego.

Siendo muy joven en la década del 40, se marchó de su provincia natal,


territorio nacional del Chaco, como se llamaba en ese entonces, al sur de nuestro
país. Cambió el calor tropical, por una dura vida de aspirante a suboficial en la
Infantería de Marina, cerca de Bahía Blanca, en Pto. Belgrano, que con los años,
terminó su carrera casi al mismo tiempo que la Segunda Guerra Mundial.

Entretanto, se gestaba en Argentina, un cambio social sin precedentes, que


marcó para siempre la historia de nuestra nación y nuestro personaje, no escapó
de ser parte de esos acontecimientos.

Pensó que podía mejorar su vida y pide la baja en la infantería de Marina e ingresa
en una joven fuerza de seguridad, la Gendarmería Nacional, pero ahora como
oficial.

Empezó de cero toda la carrera, siendo mucho más fácil para el al tener
entrenamiento previo, tal vez podía ser destinado al egresar, en el norte del país
con su futura esposa y tener una familia, una vida tranquila y planificada.

En 1946 gana las elecciones para presidente un oficial del Ejército llamado Juan
Domingo Perón y ya nada será igual para sus habitantes, sus instituciones, su
política, cultura, nada sería igual.

Una nueva etapa se gesta en nuestro país y la carrera de este joven se


desarrolla casi sin contratiempos. Se casó, tuvo junto a su querida esposa tres
hermosos hijas. Su vida militar transcurre sin muchos problemas, trató de ser lo
más profesional posible, ser apolítico, ser un buen militar, cosa que se dificulta ya
que muchas veces se mezclan en su vida militar, órdenes que están totalmente
fuera de todo reglamento y teñidas de mucha política partidaria.

Así pasan los años de la primera y segunda presidencia de Perón, la muerte de


Evita, todo cargado de tensión política, no tanto por el mismo, ya que ve con
agrado los nuevos vientos de cambio para las clases bajas y los trabajadores. El
mismo viene de una provincia pobre y su origen, criado en el campo, en pleno
monte chaqueño, hace que se sienta contento por estos logros. Además, como
nunca en la historia de nuestra joven nación, Perón fortaleció, desarrolló y equipó
a sus fuerzas armadas, siendo la más poderosa de Latinoamérica, cosa que a
nuestro personaje lo llenaba de orgullo.

Pero le molestaba mucho ver a superiores y compañeros que hablaran todo el


tiempo de Perón, que con el correr de los días, se hacían más peronistas que los
mismos descamisados…

Evidentemente, tanto crecimiento y conquistas sociales, no son buen ejemplo


para los demás países de la región y los países aliados, con Estados Unidos e
Inglaterra a la cabeza, no permiten un país díscolo a sus intereses, para eso hay
que buscar una elite y socios para derrocar al hombre fuerte de nuestra nación.

El joven gendarme, de nuevo por esas vueltas de la vida, está en pleno centro
de Capital Federal, haciendo trámites, era el 16 de junio de 1955. Como buen
milico, se levantó muy temprano, tiene que pasar por el bajo de la ciudad y luego
a media cuadra de plaza de mayo para sellar unos papeles. Inusuales movimientos
de camiones y de gente se ven cerca del Ministerio de Marina en esa mañana.

Ese joven, pasó muy cerca de dicho Ministerio y nada hacía suponer que se
encontraría con sus antiguos compañeros de la infantería de Marina en el bajo de
la ciudad. Al preguntarles que hacían por ahí tan temprano, le cuentan como
confidencia, que están por cambiar la historia… ante la sospecha de lo que esas
palabras encierran, seguramente nada bueno, se dio cuenta que algo muy raro y
trágico se avecinaba, así que apeló a su antigua amistad y les rogó que no hagan
locuras, recibiendo por única respuesta: “Andá a tu casa y no te acerques a la
Plaza de Mayo”.

Al alejarse de sus ex camaradas y mientras piensa sobre este oscuro


encuentro, sin darse cuenta, termina el primer trámite en pocas horas y luego se
acercó a su último destino. Caminando cabizbajo, pasan las cuadras una tras otra,
hasta que un ruido como de miles de abejas, hacen que su vista se dirija al cielo y
pocos segundos después, un estampido tremendo, hace vibrar el suelo y estallar
en miles de pedazos los vidrios de las ventanas.

Instintivamente busca refugio en la recova de Av. Alem, muy cerca de la Casa


Rosada, hasta que se empezaron a escuchar tiros desde todas direcciones, hay
que correr y cubrirse, es la vida real, cruda y salvaje.

Me asomé y vi cómo dos personas nos tiraban con ametralladoras: sólo se


veían las luces, como en las películas de guerra. Yo calculo que eran 50 o
60 los que tiraban; casi todos estaban escondidos. Para él, el objetivo del
escuadrón que los atacó era tomar la Casa de Gobierno, pero al encontrarse
con fuerzas leales al presidente decidieron abrir fuego. Rodríguez, H,
(2011). Hugo Rodríguez, el riocuartense que sobrevivió al bombardeo a
Plaza de Mayo. Locales. Río Cuarto, Córdoba.

En ese caos de corridas, disparos y caídas de bombas tiradas por los aviones,
todavía tiene tiempo para pensar en su familia y preguntarse por qué y quienes
hacían esta locura. “El bombardeo aéreo tuvo como objetivo asesinar a Juan
Domingo Perón, que enfrentaba el rechazo de la Iglesia Católica, la Sociedad Rural
y sectores de las Fuerzas Armadas” (Clarín, 16/06/2015, Política, Se cumplen 60
años del bombardeo a la Plaza de Mayo, Clarín. Recuperado de
http://www.clarin.com)
Los escombros, los cuerpos sin vida y el fuego lo cubren todo, es una escena
que nunca creyó ver, estaba preparado para una guerra pero para una salvajada
traicionera como esta no, se repite todo el tiempo, esto no me puede estar
pasando. Es el intento de golpe de estado tan temido para derrocar a Perón, es
una pesadilla en tiempo real que lo marca para toda la vida, imágenes que no se
podrá quitar de su cabeza nunca más…

“Fue una especie de prólogo a lo que sucedería el 16 de septiembre que fue la


caída de Perón, el objetivo era matar a Perón, pero no se pudo concretar porque el
Ejército no salió” (Diario Canal 26, 16/06/2015, Pacho 0' Donnell recordó los 60
años del bombardeo a la Plaza de Mayo, Recuperado de http://www.diario26.com)

Ver tanta gente muerta lo cubrió de bronca hasta llegar a lo más profundo de
su alma y sucedió algo que el mismo nunca supo explicar, el, un joven militar, que
no le interesa la política, que solo piensa en tener una placida carrera profesional,
se convirtió en peronista para toda la vida.

No pasa mucho tiempo para que otro levantamiento sacara definitivamente al


presidente constitucionalmente elegido por la mayoría del pueblo. Ese joven militar
ahora se plegó a las fuerzas constitucionales, como correspondía a un soldado leal,
haciendo lo correcto, defendiendo lo justo, su vida ese día volvió a cambiar, no
hacía más que fortalecer su decisión por la actitud tomada al defender el gobierno
constitucional. La lealtad y su honor no son negociables, pero este accionar le
costara muy caro.

Sus mismos superiores y otrora compañeros que se llenaban la boca con Perón
horas antes, ahora, como esos patéticos y tristemente célebres traidores de la
historia universal, lo capturan y entregan a las fuerzas golpistas. Esto último,
también lo marca a fuego, siempre repetía a quien quisiera escucharlo: “Los
panqueques son el peor tipo de persona que hay en la vida, no los banco… Te
muestran la careta un día y al otro te muestran la verdadera cara, son la escoria
de la humanidad” contaba entre sabio y dolido.
Muchos militares peronistas fueron encerrados en el barco prisión
Washington, anclado a varios kilómetros aguas adentro del Puerto de
Buenos Aires. Allí estaban castigados y aislados los generales Valle y Tanco,
entre otros muchos oficiales como él. Allí comenzaron a conspirar para
diseñar un movimiento que exigía el cese de la persecución al peronismo; la
restitución de la Constitución de 1949 y la libertad a los miles de presos
políticos. (Clarín, 04/06/2006, Informe Especial, últimos secretos de los
fusilamientos de 1956. Recuperado de http://www.clarin.com)

Pero las cosas se irán poniendo poco a poco cada vez peor.

Ahora como preso, con falsos fusilamientos, encerrado en un sucio barco, con
una baja deshonrosa por el solo hecho de cumplir con su deber como soldado y
respetar la constitución, los días pasaban como la peor de las torturas.

Incomunicado del mundo, no sabe cómo estarán su esposa y sus hijas, teme
que cayera sobre ellas cualquier tipo de revancha o incluso que las mataran, se
había filtrado la noticia de los fusilamientos por parte de la Libertadora y todo era
posible en la locura que se desató después del golpe a Perón.

Por fin, a los pocos meses, lo trasladan a tierra firme y pudo ver a su familia,
ahora era cuestión de esperar qué harían con él y sus compañeros de prisión.
Unos meses más, para amansar el espíritu, le dijeron como confidencia y pudo
salir en libertad.

Pero era tal el encono y persecución a los que se decían peronistas, que no
tuvo otra opción que elegir el exilio obligado, era muy peligroso seguir en la
Argentina de la Revolución Libertadora, y dijo, vamos al Paraguay. Toda la
pequeña y joven familia lo siguió sin chistar, iniciando una nueva vida en un lugar
desconocido, dejando atrás a sus demás seres queridos.

Fue sumamente difícil haber tomado esa decisión, pero no había otra salida, la
vida continuó a los tumbos decía… pero a pesar de estar lejos de su país, siguió
militando en el peronismo y se conectó con los exiliados, llegando a estar en
comunicación directa con Peron para el tan esperado regreso del líder político al
poder.

Las cosas volvían a ser difíciles y a complicarse demasiado, lo que serían unos
pocos años, fueron más de diez, entrando y saliendo de ambos países, según la
peligrosidad del gobierno de turno, toda la familia se exiliaba en el Paraguay y se
trasladaba de una provincia a otra para despistar a los que lo seguían…

Empezar una vida nueva se hace muy difícil, llena de sinsabores y privaciones,
la palabra estabilidad no existe en la familia, pero el ideal de justicia y nobleza por
la causa peronista lo ha consumido hasta el tuétano, era lo que mueve su alma.
Esa forma de ser, lo hizo confiable a los ojos del General, por esa razón, fue
elegido como jefe de seguridad para el regreso a la Argentina, volviendo por
Paraguay.

Los hechos políticos en nuestro país se habían enrarecido demasiado para esa
vuelta, para luego esperar más tiempo, ya en los 70, con un nuevo presidente de
facto que abrió la posibilidad de nuevas elecciones. Por fin se pudo poner a un
político peronista para preparar el regreso de Perón, esa era una alegría que
duraría poco.

Las ideas de ultra izquierda habían calado hondo en este nuevo gobierno y al
asumir Cámpora en la Casa Rosada, él estaba con sus viejos camaradas de armas
presenciando una extraña situación.

Jóvenes armados, con ideas que no eran peronistas, pugnaban por tomar el
control absoluto de la ceremonia, descontrolando un acto que tenía que ser
tranquilo y largamente esperado. Casi se convierte en un campo de batalla dentro
de los salones de la vieja Casa, solo salvado por primar la cordura sobre los
ánimos…
Nada sería lo que fue y el también sintió que esperaría a la llegada de su
General, esperar nuevas órdenes, estabilizar la nación y luego dar un paso al
costado, pero no calculó que uno no elige la historia y que es la historia la que lo
elige a uno. Pero esa es otra historia, de las tantas que contaba y de la que fue
parte, esa persona, ese soldado, ese idealista, ese era mi viejo.

Bibliografía

1 - Fuente: Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 4, Buenos Aires, Planeta,
págs. 330-336.

Las primeras bombas cayeron a pocos metros de la Pirámide. Sobre la Casa Rosada
cayeron en total 29 bombas, de entre cincuenta y cien kilos cada una. Otra de ellas destrozó
un trolebús repleto de pasajeros. En la Plaza de Mayo y sus alrededores quedaron los
cuerpos de 355 civiles muertos, y los hospitales colapsaron por los más de 600 heridos. Se
había perpetrado el peor ataque terrorista de la historia argentina. Sus autores eran
“respetables” militares y civiles que se frotaban las manos imaginándose el triunfo de un
golpe militar que devolvería a la “negrada”, a los “cabecitas”, a los lugares de los que
nunca debieron haber salido.

2 - La Prensa, 17 de junio de 1955 –

Perón habló esa noche por la cadena nacional de radio y televisión. En los pocos televisores
que había en la Argentina se pudo ver a un Perón desencajado, dolido, que decía: “lo más
indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo. […] Nosotros, como pueblo
civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la
reflexión […]. Para no ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; que cada
uno vaya a su casa […]. Les pido que refrenen su propia ira; que se muerdan, como me
muerdo yo en estos momentos, que no cometan ningún desmán. No nos perdonaríamos
nosotros que a la infamia de nuestros enemigos le agregáramos nuestra propia infamia […].
Los que tiraron contra el pueblo no son ni han sido jamás soldados argentinos, porque los
soldados argentinos no son traidores y cobardes. La ley caerá inflexiblemente sobre ellos.

3 - puntal.com.ar - Hugo Rodríguez, el rio cuártense que sobrevivió al bombardeo a


Plaza de Mayo -
“Empezaron a tirarnos en forma alevosa, y nosotros estábamos todavía encima de los
camiones; no veíamos nada por las lonas. Era terrible: los compañeros gritaban pidiendo
socorro. Muchos quedaron heridos”. Rodríguez recuerda que, pese a que eran las 12.45, la
niebla del Riachuelo persistía y esto dificultaba la visión.
“Me asomé y vi cómo dos personas nos tiraban con ametralladoras: sólo se veían las luces,
como en las películas de guerra. Yo calculo que eran 50 o 60 los que tiraban; casi todos
estaban escondidos”, repasa el hombre. Para él, el objetivo del escuadrón que los atacó era
tomar la Casa de Gobierno, pero al encontrarse con fuerzas leales al presidente decidieron
abrir fuego.

4 - Clarin.comPolítica16/06/15 –

Un bombardeo aéreo tuvo como objetivo asesinar a Juan Domingo Perón, presidente
argentino que enfrentaba el rechazo de la Iglesia Católica, la Sociedad Rural y sectores de
las Fuerzas Armadas.
La jornada trágica estuvo precedida por un desfile militar que terminó en desbande por el
bombardeo de los aviones de la Marina y la Fuerza Aérea.

5 - Juan Carlos Cena y Elena Luz González Bazán Argenpress –

Se debía terminar con ese proceso populista de carácter nacional, insoportable para las
clases dominantes. La distribución del ingreso, a pesar de la crisis, el gobierno peronista, es
decir Perón, había decidido mantener a como de lugar el porcentaje más alto de la
distribución del ingreso en forma equitativa con el pueblo, más alto de toda la historia de
Latinoamérica. La participación de los trabajadores de la Argentina en el PBI rayaba en el
53 por ciento, hubo momentos del 61 por ciento. Muy mal ejemplo.

6 - Los socialistas y la Revolución Libertadora. La Vanguardia y los fusilamientos de


junio de 1956 Claudio Panella –
Pues dicho decreto llevó el Nº 4161, fue firmado el 9 de marzo de 1956 y sancionaba con
prisión de 30 días a 6 años –y multas de $ 500 a $ 1.000.000 además de inhabilitación
absoluta por el doble de tiempo de la condena para desempeñar cargos públicos, políticos y
gremiales- a toda persona que utilizase o difundiese “con fines de afirmación ideológica
peronista”, los símbolos partidarios del gobierno constitucional depuesto (marchas,
imágenes, banderas, escudos, etc.), como así también los nombres propios del presidente
derrocado y de su esposa.

7 - MARTES 16 DE JUNIO DEL 2015 - Pacho 0' Donnell recordó los 60 años del
bombardeo a la Plaza de Mayo

“Fue un bombardeo planeado, como un golpe de estado. Fue una especie de prólogo a lo
que sucedería el 16 de septiembre que fue la caída de Perón”, contó. “El objetivo era matar
a Perón, pero no se pudo concretar porque el Ejército no salió”, prosiguió.
O' Donell remarcó que “el conflicto de Perón con la Iglesia hizo que la oposición se
agrupara (su símbolo era una V con un Cristo abajo que se significaba Cristo Vence)

8 - Clarín - DOM 04.06.2006 –

Muchos militares peronistas fueron encerrados en el vapor-prisión Washington, anclado a


varios kilómetros aguas adentro del Puerto de Buenos Aires. Allí estaban castigados y
aislados los generales Valle y Tanco, entre otros oficiales. Allí comenzaron a conspirar para
diseñar un movimiento que exigía el cese de la persecución al peronismo; la restitución
de la Constitución de 1949 y la libertad a los miles de presos políticos. Esa fue la
génesis del movimiento que comenzaron a gestar con fuerza en el verano de 1956. Los jefes
indiscutidos del movimiento eran los generales Valle y Tanco y oficiales.

9 - Por su parte, Perón brindó su testimonio de los hechos en su obra "Del poder al
exilio", escrita en Panamá, en 1956 –

En ella señala que el 15 por la noche fue advertido por el general Lucero (leal ministro de
Ejército) que "en el Ministerio de Marina se estaba tramando algo". Relata Perón que "la
mañana del 16, me levanté como de costumbre a las cinco. Contrariamente a mi costumbre
no hice la media hora de esgrima. A las seis, marchaba en automóvil hacia la Casa Rosada.
Llevaba a mi lado, al mayor Máximo Renner, que está ahora preso. Lucero me esperaba en
la antesala de mi despacho (...) por fin dijo: -quiero darle un consejo, Presidente. Se trata
nada más de una medida de precaución. Le aconsejaría que dejase la Casa de Gobierno y se
trasladase a trabajar en mi Ministerio. Allí estará más tranquilo, se encontrará entre gente
adicta y tendrá protección de las tropas. (...) Agradecí a Lucero y le aseguré que más tarde
iría a reunirme con él. Después del Ministro de Ejército, entró en mi despacho el embajador
de los Estados Unidos, señor Nuffer, el cual conversó conmigo hasta cerca de las ocho (...)

10 - http://www.todo-argentina.net/historia/civmil/aramburu/1955.html
Pero grupos de militares cerradamente antiperonistas (llamados “gorilas”) entienden que
Lonardi es demasiado blando y no lleva a cabo la tarea de “desperonizar” al país con
suficiente energía. En Noviembre, se lo remueve del cargo y en su lugar ocupa la
presidencia el general Pedro Eugenio Aramburu. Comienza así una etapa de Mayor
represión. Se disuelve el Partido Peronista y se intervienen los sindicatos.

¿Cuánta vida cabe en un viernes?


Escribir acerca de (y desde) Juan Forn

Por A. J. Manuel Josa

Ayer mi viejo se fue de vuelta para otro continente, y como cada vez que se
va a pasar unas temporadas de trabajo para allá, desde 2001, a ese abrazo de
aeropuerto, tácitamente decidimos agregarle la idea del largo adiós; ese de la
respiración larga.
Esta idea de la orfandad me anda visitando ida y vuelta estos días en los que trato
de sentarme a pensar en cómo empezar a hablar de Juan Forn.
El cuento que escribió en 1991 narra la aparición del padre muerto, que
llega para saber qué había sido de la vida de su hijo los últimos cuatro años. Y
entre otras cosas, con la misma liviandad con la que se habla de cualquier otra
cosa -como suelen hablar los muertos en los sueños - dice algo acerca de cómo
se siente eso de estar allá: “es parecido a nadar en una pileta iluminada, de
noche”.
En más de una oportunidad dijo que en sus primeros años de pensarse
escritor, no existía espacio para sí mismo al interior de una potencial producción.
Sin embargo desde aquella primera novela, desde aquellos primeros cuentos, lo
único que hace es poner el cuerpo: “Venía de la muerte de mi viejo y me puse a
escribir acerca de un pibe problema, al que mandan a vivir a Córdoba con su
abuelo porque nadie sabe qué hacer con él”1.
Luego de Nadar de noche, las novelas Frivolidad y Puras mentiras, representan
casi meros antecedentes a la extraordinaria María Domecq.
Pero para llegar ahí, primero hubo que hacer crack: En el año 2004, un
cuadro de stress lo dejó al borde de la muerte y lo obligó a abandonar la dirección
del suplemento de cultura de Página /12, al que le había dado nombre y espíritu
("Este suplemento tiene que ser lo mismo que apoyar la oreja en el asfalto de
Buenos Aires y escuchar el rumor; tiene que hablar de lo que está pasando")1.
Villa Gesell será el escenario del retiro obligado, de la vida reposada y de la
escritura exquisita: allí, se encontró primero con las rutinas y el aburrimiento, y
sólo después, con su biblioteca; con esa biblioteca potencial hecha de un pila de
libros "para leer después".
En esa cosa parecida a un recuerdo fantasmal en la que se convierten las
localidades turísticas entre temporadas, Forn se encontró con ese después. Y a
partir de allí, casi la totalidad de su obra la constituyen las Crónicas de los Viernes.
En María Domecq se conjugan dos elementos nodales en la prosa del autor,
desarrollados en el ejercicio periódico de sus crónicas: por un lado, la idea de la
escritura como un proceso escultural, (con la referencia ineludible en Monterroso2)
y por otro, el diálogo que vincula a la historia (de la novela) con la Gran Historia.
Aquí, Los Viernes entran por la ventana como un grito de guerra: el
desinterés por el mismo “concepto de ficción”.
¿Qué es un Viernes? No es una valentía definirlo como un género literario, pero es
un principio. Es un formato si no inédito, casi intransitado, de lo breve. Para ser
algo más precisos y -con perdón- poéticos, Los Viernes son algo así como un gran
catálogo de obsesiones que encuentra su unidad en la profunda relación que
establece entre lectura y escritura. En un Viernes, siempre vamos a encontramos,
primero, con el lector, y sólo después con el escritor. Pero en el medio se nos va
a hacer deslizar la historia del personaje, y la propia Historia, como fondo,
superficie y excusa. Allí donde la Historia habla de todos: de los que leemos; de los
protagonistas, y del que escribe. En este caso, y de esta forma, sólo escribe Juan
Forn.
Toda argumentación, toda defensa de sus crónicas pasa por la forma íntima
de la divulgación. No en todas pero en la gran mayoría de sus contratapas nos
acerca a autores, o bien a específicas obras y “lados b” incunables - ya por falta
de traducciones, ya por escaseces caprichosas de las editoriales- a las que sólo él
pareciera capaz de abrevar de un viernes al otro. Pero jamás para escribir desde
la jactancia de quien conquista lo desconocido, sino desde la urgencia por decir a
partir de. La magnitud de su precisión estriba en la delicada familiaridad con que
se acerca a sus personajes, mirándolos como desde una medianera; lo
suficientemente cerca como para verle hasta los huesos, pero sin hacer la porno
de nadie.
El autor se da permiso para aproximarse con elegancia a la superficie del texto. En
estos casos, las marcas ya no están sólo en el estilo, sino que se erigen en el
centro mismo del texto: son el autor, apenas orbitando el tema de la crónica. No
importa la confesión o el acontecimiento histórico: todo siempre es una (genial)
excusa de la superficie para hacer asomar las esquirlas de lo que realmente se
quiere contar. Esto es, siempre, una nueva lectura, un nuevo ángulo: un ojo
microscópico encontrando agujas en el barro de la historia.
A veces lo hace directamente narrando lo que le pasó el día anterior; la visita a la
madre ciega, cómodamente alojada en una residencia de ancianos en Belgrano,
que deriva en la crónica del autor de la novela que intentó leerle mientras la
visitaba; o narrando una anécdota de primera mano con Bioy, en la que el joven
cadete de Emecé -que Forn supo ser antes y después de publicar su primera
novela por esa editorial- ofició de partenaire en la presentación de un libro en un
pueblito fantasma de la provincia de Buenos Aires.
En una de sus contratapas confesionales, describe, mientras mira, o luego de
haber visto, y escuchado al pasar a un poeta en ciernes, en el que encuentra a un
pretérito sí mismo; un emulador que sueña con ser Rimbaud, un bellísimo
farsante. Nos propone no sólo la idea primigenia de pensarse escritor -y en las
arrogancias, licencias y plagios a los que se pliegan quienes pretenden escribir -
sino también nos acerca a la idea de perseguir una concatenación, una específica
tradición, un linaje, una herencia.
Algo maravilloso que les ocurre a los grandes escritores, (y que es
fácilmente reconocible en casi todos los casos en los que eso sucede, por escaso
que resulte) es encontrarse con su forma perfecta, y darse cuenta a tiempo de
eso. Ese algo que le pasó a Juan Forn después de meterse hasta las rodillas en el
fango de las redacciones, y pasar temporadas interminables en los baños de los
aeropuertos y de los bares. Tímidamente supongo que ese algo se sentirá parecido
a despertarse la mañana de un viernes y saber en una respiración larga, que con
certeza es viernes, y que él, hermosamente nos volvió a escribir para que todos
nos sintamos un poco menos huérfanos.

1. Forster, Tomás. “El hombre que soñaba ser Rimbaud” Tiempo Argentino, 2012
http://tiempoargentino.com/nota/128989/el-hombre-que-sonaba-ser-rimbaud
Consultado: 20/09/16

2. Cuenta Forn que, en el vértigo de las redacciones, esa relación íntima que pretendía vincular aquél pulso de la realidad con el habitualmente
enclaustrado panorama cultural expresado en otras publicaciones, tuvo su punto culminante en la crisis y el estallido social del 19 y 20 de diciembre de
2001, cuando “(…) Íbamos a la redacción, veíamos la imágenes televisadas y salíamos a la calle a ver exactamente eso que estaba pasando, y volvíamos
a la redacción a escribir, y volvíamos a salir (…)”.

3. Resulta interesante la práctica metatextual que pone en juego el propio Forn en una contratapa sobre Monterroso, en la que el autor se divierte en la
estrecha relación entre su producción de Los Viernes con la obra del autor de “El Dinosaurio”; en ese artesanado de lo mínimo. Monterroso, citado en
Forn, dice que esa característica estilística lo obligaba no ya a escribir, sino a sustraer escritura: “Yo no escribo; yo sólo podo”.

Bibliografía

Berlanga, A. (2011). "Hoy por hoy, el concepto de ficción ya no me interesa.”. 20/09/2016, de Página / 12.
Sitio web: http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/espectaculos/4-22651-2011-08-20.html

Duarte, R. (2011). " Evidentemente no soy un animal político”. 20/09/2016, de Infobae.


Sitio web: http://www.infobae.com/2015/09/27/1758350-juan-forn-evidentemente-no-soy-un-animal-politico

Forn, J. (1987). Corazones cautivos más abajo. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (1991). Nadar de Noche. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (Comp.) (1993). Buenos Aires. Una Antología de Nueva Ficción Argentina. Barcelona: Anagrama

Forn, J. (1995). Frivolidad.. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2001). Puras mentiras. Buenos Aires: Emecé.


Forn, J. (2005). La tierra elegida. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2007). María Domecq. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2011). Ningún hombre es una isla. Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2015). Los Viernes (Tomo I). Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2015). Los Viernes (Tomo II). Buenos Aires: Emecé.

Forn, J. (2015). Los Viernes (Tomo III). Buenos Aires: Emecé.

Forster,T. (2012). “El hombre que soñaba ser Rimbaud”. 20/09/2016, de Tiempo Argentino, Sitio web:
http://tiempoargentino.com/nota/128989/el-hombre-que-sonaba-ser-rimbaud

Guerrero, P.P. (s.f.). “Juan Forn y su decepción del mundo editorial.” 20/09/2016, de Letras de Chile.
Sitio web: http://www.letrasdechile.cl/Joomla/index.php/entrevistas/2136-2136

Varela, F. y Otros (2012) “Entrevista a Juan Forn” 20/09/2016, de Hijos de Babel.


Sitio web: https://www.youtube.com/watch?v=cq85njuQgjg

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