Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
igual carátula
Confirmar
colección
LÓGICA, DIALÉCTICA Y RETÓRICA
(EN ARISTÓTELES Y LAS TEORÍAS DE LA ARGUMENTACIÓN)
Confirmar
colección
Universidad del Valle
Programa Editorial
Este libro, salvo las excepciones previstas por la Ley, no puede ser reproducido por ningún medio
sin previa autorización escrita de la Universidad del Valle.
El contenido de esta obra corresponde al derecho de expresión del (de los) autor(es) y no
compromete el pensamiento institucional de la Universidad del Valle, ni genera responsabilidad
frente a terceros. Cada autor es el único responsable del respeto a los derechos de autor del material
contenido en la publicación (fotografías, ilustraciones, tablas, etc.), razón por la cual la Universidad
del Valle no asume responsabilidad alguna en caso de omisiones o errores.
CONTENIDO
Presentación 11
I. Dialéctica, Lógica y Retórica en Aristóteles 19
1. El concepto de ‘razonamiento’ en los Tópicos
y en las Refutaciones sofísticas 21
2. La concepción aristotélica de la lógica y sus relaciones
con la dialéctica 53
2.1. El orden cronológico de los libros del Órganon 53
2.2. Algunas pesquisas terminológicas 57
2.3. La versión aristotélica de la lógica 60
2.3.1. El carácter ontológico de la lógica aristotélica 64
2.3.2. La noción aristotélica de la verdad 66
2.4. La lógica en los Analíticos 68
2.5. Los primeros principios del razonamiento y de la demostración 70
2.6. Los vínculos entre Dialéctica y Analítica 77
2.7. Consideraciones finales sobre la lógica aristotélica
(la diferencia entre el silogismo válido y el demostrativo) 80
3. La retórica como antistrofa de la dialéctica 85
3. 1. Sobre los inicios de la reflexión sobre la Retórica hasta Platón 85
3. 2. La Retórica de Aristóteles 100
12
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Llamo ajenas al arte a cuantas no se obtienen por nosotros, sino que existían
de antemano, como los testigos, las confesiones bajo suplicio, los documen-
tos y otras semejantes; y propias del arte, las que pueden prepararse con
método y por nosotros mismos, de modo que las primeras hay que utilizarlas
y las segundas inventarlas (1355b 35).
13
Pedro José Posada Gómez
De entre las pruebas por persuasión, las que pueden obtenerse mediante el
discurso son de tres especies: unas residen en el talante del que habla, otras
en el disponer al oyente de alguna manera y, las últimas, en el discurso mis-
mo, merced a lo que éste demuestra o parece demostrar. (1356a)
Dice el filósofo que los tratadistas se han centrado o bien en las pruebas
ajenas al arte, o en las que se refieren al ἦθος del orador y al πάθος del audi-
torio; de allí su afán por destacar las pruebas basadas en el discurso mismo,
en el λόγος. La aplicación en la retórica de estas distinciones aristotélicas
ha dado lugar a innumerables debates. Me limito aquí a presentar una in-
terpretación que considero plausible para la tesis de que hay una conexión
sistemática entre la dialéctica, la lógica y la retórica aristotélicas.
Aristóteles describe el componente lógico de la retórica en analogía con
la dialéctica:
14
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
1 Por el análisis previo se puede recordar que en los Tópicos y las Refutaciones también se anali-
zan los argumentos demostrativos y erísticos, y que ellos, además de los dialécticos, son emplea-
dos en la lógica y la retórica de Aristóteles.
15
Pedro José Posada Gómez
16
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
17
Pedro José Posada Gómez
permitiría refinar los criterios para evaluar la fuerza de los argumentos (efi-
cacia y validez), y para distinguir el modo como la persuasión de auditorios
particulares puede pretender (explícita o implícitamente) el convencimiento
de un auditorio universal mediante sus pretensiones de validez; es decir,
el modo como “una opinión puede transformarse en saber”. La distinción
habermasiana entre ‘discurso’ y ‘crítica’ refleja esta tensión entre los aspec-
tos universalistas y particularistas de la argumentación.
Finalmente, y ya en las conclusiones del trabajo, se presentan algunas
ideas sobre cómo se podría enriquecer la propuesta habermasiana para el
análisis de la argumentación, retomando aportes de las otras teorías consi-
deradas. A este modelo de análisis propongo llamarlo “dinámica de la ac-
ción argumentativa”, pues vista como una actividad, la argumentación pre-
senta un aspecto dinámico que se podría descomponer en tres momentos:
el momento del pre-acuerdo epistemo-lógico; el momento del desenlace
dialéctico del desacuerdo y el debate, y el momento de la evaluación “retó-
rica” del acuerdo logrado.
Esta propuesta tiene aún varios problemas por resolver: ¿qué concepción
de la lógica y qué herramientas formales son más adecuadas para el análisis
de los argumentos en general, académicos y cotidianos?, ¿cómo distinguir
los procedimientos dialécticos enfocados en el acuerdo cooperativamente
alcanzado de aquellos realizados de forma competitiva, agonística o erísti-
ca?, y, sobre todo, ¿qué criterios orientan el “proceso retórico” al momento
de evaluar las pretensiones de validez de cada argumentación y su posible
universalización? Por el momento solo tengo respuestas parciales y aproxi-
madas a estos interrogantes.
18
parte i
2 En general, sigo la traducción de Miguel Candel Sanmartín (M. C. S.) (1982), para Gredos. En
notas al pie irán las traducciones de otros autores cuando muestren alguna diferencia significa-
tiva. Así, en vez de ‘podamos razonar’, Francisco Larroyo (1981) traduce: “podamos formar
todo tipo de silogismos”, que es más literal, si se tiene en cuenta que en las primeras obras de
Aristóteles ‘silogismo’ significa ‘razonamiento’ en general. En la traducción inglesa de W. A.
Pickard (W. A. P.) (1928): “be able to reason…”.
3 “sobre todo género de cuestiones…” (Francisco Larroyo (F. L.), 1981).
Pedro José Posada Gómez
4 “partiendo de proposiciones simplemente probables” (F. L.). “from opinions that are generally
accepted” (W. A. P.)
5 “cuando sostenemos una discusión” (F. L.), “an argument” (W. A. P.)
6 “qué es el silogismo” (F. L.); “what reasoning is” (W. A. P.)
7 “silogismo dialéctico” (F. L.); “dialectical reasoning” (W. A. P.)
8 En griego: “συμβαίνει”, “coincidencia necesaria” (M. C. S, 1982, p. 90, nota 4).
9 “El silogismo es una enunciación en la que, una vez sentadas ciertas proposiciones, se concluye
necesariamente una proposición diferente de las proposiciones admitidas, mediante el auxilio
de estas mismas proposiciones” (F. L.). En la versión inglesa: “Reasoning is an argument in
which, certain things being laid down, something other than these necessarily comes about
though them.” (W. A. P.). En su Introducción a la Lógica Formal, Alfredo Deaño (1978) asume
esta como la definición aristotélica del silogismo. Jean. B. Gourinat (J. B. G.) (2002) traduce:
“El silogismo es un razonamiento…” y lo compara con la definición que se dará en Analíticos
I, 24 b 17 (p. 95), (J. B. G.:“Diálogo y dialéctica en los Tópicos y las Refutaciones sofísticas”,
Centre de Recherches sur la Pensée Antique, Paris, Francia).
10 “Es una demostración cuando el silogismo…” (F. L.); “(reasoning) is a ‘demonstration’…” (W.
P. A.).
22
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
23
Pedro José Posada Gómez
24
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Así, pues, la dialéctica es, a la vez, un método para razonar, para discu-
tir, para encontrar la verdad, o al menos, lo verosímil, en cada caso, y para
encontrar los primeros principios de las ciencias. Esto último es enunciado
enseguida por Aristóteles como una utilidad adicional de la dialéctica: “…
además es útil para las cuestiones primordiales propias de cada conocimien-
to” (101 a 35).
Y continúa:
20 “The possession of a plan of inquiry will enable us more easily to argue about the subject pro-
posed. For purposes of casual encounters, it is useful because when we have counted up the
opinions held by most people, we shall meet them on the ground not of other people’s convic-
tions but of their own, while we shift the ground of any argument that they appear to us to state
unsoundly. For the study of the philosophical sciences it is useful, because the ability to raise
searching difficulties on both sides of a subject will make us detect more easily the truth and
error about the several points that arise” (W. A. P.).
21 “de los que no se puede hacer demostración, puesto que una demostración parte precisamente
de esos principios” (J. B. G.).
22 Cito de la traducción que hace Millán Bravo de la respectiva cita en I. M. Bochenski (1985, p.
63). En la versión inglesa de W. A. P.: “It has a further use in relation to the ultimate bases of
the principles used in the several sciences. For it is impossible to discuss them at all from the
principles proper to the particular science in hand, seeing that the principles are the prius of
everything else: it is through the opinions generally held on the particular points that these have
to be discussed, and this task belongs properly, or most appropriately, to dialectic: for dialectic
is a process of criticism where in lies the path to the principles of all inquiries”.
25
Pedro José Posada Gómez
23 Alfonso Monsalve (1992, p. 28 ss) toma nota de este papel de la dialéctica como herramien-
ta para la consecución de la verdad, y se hace dos preguntas: “¿Cómo es posible que pueda
basarse la certeza en el método dialéctico, siendo este universal como es, vale decir, aplicable
a cualquier asunto, indiferente a la verdad o falsedad de las premisas —pues ya se sabe que
sobre premisas probables cabe la argumentación en contrario—? Y ¿cómo llegar a las propo-
siciones punto de partida de las ciencias, aquellas que se imponen por su propia fuerza?” A las
que responderá apoyándose en las reflexiones de Joseph Moreau (“Rhétorique, Dialectique et
Exigence Première”, en Logique et Analyse, (21-24), 1963) y de Sally Van Noorden («Rhetori-
cal Arguments in Aristotle and Perelman” en Revue Internationale de Philosophie, (127-128),
1975). Se volverá más adelante sobre este asunto.
24 La prioridad de la dialéctica de los Tópicos sobre los Analíticos es ampliamente aceptada (Cfr.
Aubenque, Bochenski, Kneale, Gourinat, entre otros). Dice J. B. Gourinat (2002): “Aristóteles
ha sacado su teoría del silogismo demostrativo de su teoría del silogismo dialéctico, al separar
el razonamiento demostrativo del razonamiento dialéctico y al restringirlo a premisas verda-
deras” (p. 478), “esta ciencia aristotélica de la demostración ha nacido de la dialéctica de los
Tópicos” (p. 179), y cita a P. Aubenque (1962/1974, p. 15): “la dialéctica aristotélica no ha na-
cido, como se ha creído a menudo en el siglo xix, de una prolongación de la lógica, cuyo rigor
sacrificaría (…), sino que, al contrario, la lógica, o más exactamente la apodíctica, es decir, la
teoría del razonamiento demostrativo, tema de los Segundos analíticos, es la que reduce (es la
reducción de) la dialéctica a un caso particular: aquél en el que las premisas son necesarias”.
La misma tesis se encontrará más adelante en Aubenque (1970).
25 “Of arguments in dialogue form there are four classes: Didactic, Dialectical, Examination-ar-
guments, and Contentious arguments. Didactic arguments are those that reason from the prin-
26
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
ciples appropriate to each subject and not from the opinions held by the answerer (for the
learner should take things on trust): dialectical arguments are those that reason from premises
generally accepted, to the contradictory of a given thesis: examination-arguments are those that
reason from premises which are accepted by the answerer and which any one who pretends
to possess knowledge of the subject is bound to know-in what manner, has been defined in
another treatise: contentious arguments are those that reason or appear to reason to a conclu-
sion from premises that appear to be generally accepted but are not so. The subject, then, of
demonstrative arguments has been discussed in the Analytics, while that of dialectic arguments
and examination-arguments has been discussed elsewhere: let us now proceed to speak of the
arguments used in competitions and contests” (W. A. P.).
26 F. Larroyo traduce ‘instructivo’ (didáctico), ‘examinativo’ (crítico), ‘contencioso’ (erístico).
27 Hoy en día se acepta que las referencias a los Analíticos fueron interpoladas posteriormente
(Candel, 1982, p. 312, nota 7).
28 En los Tópicos.
29 “argumentos de combate y de disputa” (F. L.); es decir, ‘agonísticos’ y ‘erísticos’.
27
Pedro José Posada Gómez
30 κατασκευάζοντα, “el que establece” y ἀνασκευάζοντα, “el que refuta” (129b 24; 129b 30;
también 154 a 34; 154 b).
31 J. B. Gourinat prefiere hablar de “los razonamientos en el diálogo didáctico (dialéctico, crítico,
erístico)”.
32 Como se explica en Tópicos, VIII, 5. J. B. Gourinat (2002, pp. 463-498), prefiere mantener
una traducción etimológica de ‘crítico’ o ‘examinativo’ como ‘peirástico’: “Los razonamientos
peirásticos son los que parten de las opiniones de quien es interrogado y que es necesario que
conozca cualquiera que pretenda poseer la ciencia” (165b 5).
28
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
33 Esta misma frase ha sido traducida como: “la dialéctica es probatoria relativamente a las cosas
que la filosofía quiere hacer notorias” (J. L.); “Dialectic is merely critical where philosophy
claims to know” (W. D. Ross) (La dialéctica es meramente crítica allí donde la filosofía afirma
saber). Sin embargo, J. B. Gourinat concluye su escrito diciendo: “Cuando Aristóteles afirma
que ‘la dialéctica es la puesta a prueba de lo que conoce la filosofía’ (Metafísica, D, 2, 1004b25-
26), no significa, en efecto, que la dialéctica permita descubrir lo que la filosofía conoce, sino
que ahí donde la filosofía tiene un conocimiento verdadero de los principios, la dialéctica no
hace más que examinarlos, puesto que toda la descripción de la dialéctica y de la peirástica
muestra claramente que la dialéctica no da, por sí misma, ningún conocimiento” (2002, p. 479).
29
Pedro José Posada Gómez
Más adelante se dirá algo más sobre la erística como razonamiento so-
fístico y sobre las falacias o elencos que la caracterizan. Como ahora se
trata de aclarar el concepto de razonamiento y sus tipos en los Tópicos y las
Refutaciones, conviene mirar la forma como opera el razonamiento dialéc-
tico y cuál es su relación con la filosofía en general.
Aristóteles analiza el método dialéctico partiendo del ideal de que “si
pudiéramos hacernos cargo de a cuántas y cuáles cosas se refieren y de
qué constan los enunciados, así como el modo de disponer sin restricciones
de ellas, cumpliríamos adecuadamente el programa establecido”34, es decir,
dominar “un método que no descuide ninguna de sus posibilidades”, tal
como lo hacen los que dominan los métodos de la medicina o la retórica.
Pasa luego Aristóteles a construir los elementos de este método: “Son
iguales en número e idénticas las cosas de las que constan los argumentos
(λόγοι) y aquellas sobre las que versan los razonamientos (συλλογισμοί)35”.
Lo que dice a continuación Aristóteles podría conducir a aclarar más la
situación: “En efecto, los argumentos (λόγοι) surgen de las proposiciones
(προτάσεις36) y aquello sobre lo que versan los razonamientos (συλλογισμοί)
son los problemas (προβλήματα)…”37.
34 “First, then, we must see of what parts our inquiry consists. Now if we were to grasp (a) with
reference to how many and what kind of, things arguments take place, and with what materials
they start, and (b) how we are to become well supplied with these, we should have sufficiently
won our goal” (W. A. P.). “Ante todo es preciso ver cuáles son los elementos de donde puede
salir este método. En efecto, si supiéramos a cuántas cosas y a cuáles se aplican los razona-
mientos dialécticos, de qué elementos se sacan y cómo puede tenerlos uno siempre a su dispo-
sición, habríamos conseguido suficientemente el objeto que aquí nos hemos propuesto” (F. L.).
35 “Now the materials with which arguments start are equal in number, and are identical, with the
subjects on which reasonings take place” (W. A. P.). M. Candel justifica su traducción aclaran-
do que aquí se trata de una relación entre el razonamiento en general, λόγοι y el caso particular
del “razonamiento por concatenación de juicios”, συλλογισμοί.
36 “También ‘premisas’, por influencia de una frecuente versión latina del término…” (M. C. S.).
προτάσεις: “a proposition, the premiss”. Greek Vocabulary List.
37 “For arguments start with ‘propositions’, while the subjects on which reasonings take place
30
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
are ‘problems’” (W. A. P.). “Los razonamientos dialécticos proceden de las proposiciones. Los
elementos con que se forman los silogismos son precisamente las cosas que deben resolverse”
(F. L.).
38 “Los elementos de donde salen los razonamientos dialécticos son tantos como los elementos
con que se forman los silogismos y se confunden con ellos”, Traduce F. Larroyo.
39 Estos son los “predicables” o predicados generales de la dialéctica (voces, modi praedicandi),
ya desarrollados en el texto de las Categorías. Ver la traducción de los Tópicos por J. Tricot
(Topiques – Órganon V, Vrin, 2004, p. 22, nota 3).
40 “The difference between a problem and a proposition is a difference in the turn of the phrase”
(W. A. P.). Erróneamente la edición de Gredos dice: “el problema y la definición difieren en el
modo”. “La proposición y la cuestión difieren únicamente en la forma” (F. L.).
41 «‘“An animal that walks on two feet” is the definition of man, is it not?’ or ‘“Animal” is the
genus of man, is it not?’ the result is a proposition: but if thus, ‘Is “an animal that walks on two
feet” a definition of man or no?’ [or ‘Is “animal” his genus or no?’] the result is a problem» (W.
A. P.).
31
Pedro José Posada Gómez
general, pueda ser una simple afirmación, mientras que el problema, como
punto de partida de un razonamiento o silogismo dialéctico, asuma nor-
malmente la forma de una interrogación. Esto parece posible atendiendo a
lo que dirá más adelante Aristóteles cuando empieza a explicar qué es una
‘proposición dialéctica’ y qué un ‘problema dialéctico’: “No toda proposi-
ción ni todo problema se ha de considerar dialéctico: pues nadie en su sano
juicio propondría lo que para nadie resulta plausible, ni pondría en cuestión
lo que es manifiesto para todos o para la mayoría” (104 a 5).
Aquí, la proposición ‘propone’ y el problema ‘pone en cuestión’ (plantea
un interrogante). La siguiente definición de ‘proposición dialéctica’ y ‘pro-
blema dialéctico’ plantea un punto de vista diferente:
Una proposición dialéctica es una pregunta plausible, bien para todos, bien
para la mayoría, bien para los sabios, y, de entre éstos, bien para todos, bien
para la mayoría, bien para los más conocidos (de ellos), y que no sea paradó-
jica: pues cualquiera haría suyo lo que es plausible para los sabios, siempre
que no sea contrario a las opiniones de la mayoría. (104 a 5-10)42
42 “Now a dialectical proposition consists in asking something that is held by all men or by most
men or by the philosophers, i.e. either by all, or by most, or by the most notable of these, pro-
vided it be not contrary to the general opinion; for a man would probably assent to the view of
the philosophers, if it be not contrary to the opinions of most men” (W. A. P.). F. Larroyo inicia
la traducción de este párrafo con: “Una proposición dialéctica es una interrogación que ha de
ser probable, ya para todos...”
43 “Theórema, etim.: “espectáculo”, es decir, lo que es objeto de contemplación o consideración”
M. C. S. p. 106, nota 31. El vocablo está asociado a “contemplación” y “teoría”, además de a
“teorema”. El theórema es “presentado” a la consideración de otro.
44 “A dialectical problem is a subject of inquiry that contributes either to choice and avoidance, or
to truth and knowledge, and that either by itself, or as a help to the solution of some other such
problem. It must, moreover, be something on which either people hold no opinion either way,
or the masses hold a contrary opinion to the philosophers, or the philosophers to the masses, or
each of them among themselves” (W. A. P.). “... consideración en la que el vulgo no piensa ni
en uno ni en otro sentido...” (F. L.).
32
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
45 “all opinions that are in accordance with the arts are dialectical propositions” (W. A. P.). “todas
las opiniones recibidas en ciertas artes son proposiciones dialécticas” (F. L.).
33
Pedro José Posada Gómez
suponer que las primeras son “evidentes”, y las segundas exigen un proceso
demostrativo demasiado largo para efectos del intercambio dialéctico.
Queda por ver cómo serían los ‘argumentos’ y los ‘razonamientos’ dia-
lécticos, que surgirían de las proposiciones y problemas correspondientes.
Efectivamente, Aristóteles pasa a ocuparse de los ‘argumentos dialécticos’,
aunque, curiosamente, no agrega nada sobre los ‘razonamientos dialécti-
cos’. Pues dice que los argumentos dialécticos son de dos tipos: los que
se dan por comprobación (ἐπαγωγή46) y los que se dan por razonamiento
(silogismo) (105a 10). Y aclara que se ocupará de los primeros, pues ya
anteriormente ha dicho qué es razonamiento. Aunque, como se ha visto, lo
único que ha dicho antes es la definición general de razonamiento (100a 25)
que sirvió de base a la división en razonamientos demostrativos, dialécticos,
erísticos y desviados (paralogismos). Así, da la impresión de que el concep-
to general de razonamiento es, a la vez, un caso de argumento dialéctico (O
que las formas del silogismo deductivo y de la comprobación se dan por
igual en todos los argumentos dialécticos).
Define entonces Aristóteles la comprobación como “el camino que va
desde las cosas singulares hasta lo universal”47. Por ejemplo: “si el más
eficaz piloto es el versado en su oficio, así como el cochero, también en
general el versado es el mejor en cada cosa” (105a 15). Y agrega una acla-
ración importante: “La comprobación es un argumento más convincente
y claro, más accesible a la sensación y común a la mayoría, mientras que
el razonamiento es más fuerte y más efectivo frente a los contradictores”
(105a 16-19)48. El origen sensible de la comprobación la hace más accesible
34
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
49 “Propositions and problems there are (…) three divisions: for some are ethical propositions,
some are on natural philosophy, while some are logical” (W. A. P.).
50 Bochenski traduce: “si una misma ciencia puede tener como objeto cosas opuestas”; F. Larro-
yo: “si la ciencia de los contrarios es única o no lo es”; W. A. P.: “‘Is the knowledge of opposites
the same or not?’”.
51 “For purposes of philosophy we must treat of these things according to their truth, but for dia-
lectic only with an eye to general opinion” (W. A. P.).
35
Pedro José Posada Gómez
36
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
nombre” (154a 34- 154b 4); en el caso de lo propio y el género “es más fácil
refutar que establecer” (154b 13); en el caso del accidente “el universal es
más fácil de refutar que de establecer: pues el que establece ha de mostrar
que se da en todas las cosas, y al que refuta le basta mostrar que no se da
en una. El particular, en cambio, a la inversa: es más fácil de establecer que
de refutar: pues al que establece le basta mostrar que se da en alguna cosa;
al que refuta, en cambio, que no se da en ninguna” (154b 33- 155a 3), etc.
El Libro VIII está dedicado a cuestiones generales de la práctica dialéc-
tica: reglas de la interrogación, papel del que pregunta y del que responde,
claridad y falsedad de los argumentos, petición de principio, entre otros.
En el primer parágrafo, sobre las reglas de la interrogación, Aristóteles
plantea el orden y la manera como se debe preguntar. Establece tres pasos:
1. Encontrar el lugar (τόπος) desde el cual se va a atacar, 2. Formular las
preguntas y ordenarlas para uno mismo, 3. Plantearlas al otro (155b 1-7). Lo
que agrega enseguida es importante para la comprensión de las relaciones
entre la dialéctica y la filosofía:
Dos cosas quedan claras en este párrafo: 1. Una diferencia entre el razo-
namiento dialéctico y la indagación filosófica radica en el carácter público
de la primera y el privado de la segunda; 2. Se afirma una semejanza entre la
indagación filosófica, la indagación para sí mismo y el razonamiento cien-
53 “Now so far as the selection of his ground is concerned the problem is one alike for the phi-
losopher and the dialectician; but how to go on to arrange his points and frame his questions
concerns the dialectician only: for in every problem of that kind a reference to another party is
involved. Not so with the philosopher and the man who is investigating by himself: the prem-
ises of his reasoning, although true and familiar, may be refused by the answerer because they
lie too near the original statement and so he foresees what will follow if he grants them: but
for this the philosopher does not care. Nay, he may possibly be even anxious to secure axioms
as familiar and as near to the question in hand as possible: for these are the bases on which
scientific reasonings are built up” (W. A. P.).
37
Pedro José Posada Gómez
tífico: en los tres casos se parte de premisas que sean “verdaderas y conoci-
das”, que sean “los más conocidos y próximos posible”.
Aristóteles pasa a continuación a precisar el orden y el modo de formular
las preguntas en el debate dialéctico. Pero antes aclara qué proposiciones
sirven como punto de partida, distinguiendo entre estas las “necesarias”
y las “que se pueden adoptar”. Llama “necesarias” a aquellas “mediante
las cuales se realiza el razonamiento” (silogismo), y distingue cuatro tipos
en “las que se pueden adoptar”: 1. Las que sirven para la comprobación
(inducción), 2. Las que sirven para la “ampliación del enunciado”, 3. Las
que sirven para “disimular la conclusión”, y 4. Las que sirven “para que el
enunciado sea más claro” (155b 15-20).
Respecto de las premisas necesarias, dice, además, que éstas “se han
de hacer aceptar por razonamiento o por comprobación, o bien unas por
comprobación y otras por razonamiento, proponiendo por sí mismas to-
das aquellas que son demasiado evidentes…” (155b 35). Aquí se distin-
gue, pues, entre premisas para el razonamiento deductivo y premisas para
el razonamiento inductivo (comprobación). Las premisas adoptadas para la
comprobación sirven para que se conceda, a partir de casos singulares, lo
universal (156a 4). La ‘técnica’ de la ampliación consiste en un “hincha-
miento provocado con vistas a adornar sus elementos esenciales y facilitar
su aceptación” (Candel, 1982, p. 276, nota 124); el ‘método’ de ‘disimu-
lar’ (κρύψις) la conclusión se realiza “al probar por razonamientos previos
aquellas proposiciones mediante las cuales se realiza el razonamiento pro-
batorio de lo que se pretende desde el principio, y esto en la mayor cantidad
posible” (156a 7-10)54. Este procedimiento es uno de los muchos trucos que
enseña Aristóteles para vencer al contendor en la disputa dialéctica; trucos
que abundan en los Tópicos, dirigidos tanto al que pregunta como al que
responde. Este es uno de varios casos en los que Aristóteles introduce en
su dialéctica elementos típicamente retóricos. Otros ejemplos, en el Libro
VIII, serían: “Es preciso también lanzarse una objeción a uno mismo, pues-
to que los que responden se comportan sin recelo ante los que parecen abor-
dar la cosa imparcialmente” (156b 18); “Además, conviene no insistir sobre
un mismo argumento, aunque sea útil: pues, ante los que insisten, se ofrece
más resistencia” (156b 24); “... conviene alargar e intercalar cuestiones no
útiles para el enunciado (…) pues al haber muchas cosas, no está claro en
cuál está lo falso” (157a 1)55.
38
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
En el capítulo 4 del Libro VIII se precisa cuál es la tarea del que “respon-
de bien” y la del que “pregunta bien”:
Es misión del que pregunta conducir el discurso (λόγος) de modo que haga
decir al que responde las más inadmisibles de las consecuencias necesarias
obtenidas a través de la tesis; es misión del que responde, en cambio, hacer
que lo imposible o lo paradójico no parezca desprenderse por su mediación,
sino a través de la tesis: pues sin duda son distintos el error de exponer pri-
mero lo que no se debe y el de no defender del modo debido lo ya expuesto.
(159a 20-25)56
(…) pues el que aprende debe exponer siempre lo que él opina: y, en efecto,
nadie se va a dedicar a enseñarle algo falso […] Entre los que contienden, en
cambio, el que pregunta debe aparentar por todos los medios que ejerce algu-
na influencia, y el que responde, parecer que no le afecta para nada […] En
los encuentros dialécticos, en que no se construyen los argumentos por mor
cianas “máximas de la conversación”, en aras de salir triunfante del debate. Theodor Gomperz
(2000, p. 65 y nota 1) hace el inventario de los consejos aristotélicos para confundir al adver-
sario, en los Tópicos, después de comentar: “Aristóteles, joven aún, parece haber compuesto
este manual de dialéctica belicosa, sin sentir escrúpulos en proporcionar consejos incluso para
confundir al adversario”.
56 “The function of the questioner is so to direct the discussion as to make the answerer give
the most paradoxical replies that necessarily result because of the thesis. The function of the
answerer is to make it seem that the impossible or paradoxical is not his fault but is due to the
thesis; for, possibly, to lay down the wrong thesis originally is a different kind of mistake from
not maintaining it properly after one has laid it down” (Forster, Trad., 1960/1997, pp. 701-703).
39
Pedro José Posada Gómez
57 “in an assembly of disputants discussing in the spirit not of a competition but of an examina-
tion and inquiry, there are as yet no articulate rules about what the answerer should aim at, and
what kind of things he should and should not grant for the correct or incorrect defense of his
position” (W. A. P.).
58 Y más adelante se enfatiza que “todos cuantos se dedican a razonar a partir de cosas menos
plausibles que la conclusión, es evidente que no razonan correctamente: por ello a los que pre-
guntan así no se les han de aceptar las preguntas” (160a 15-17).
40
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
41
Pedro José Posada Gómez
1. “si uno postula aquello mismo que es preciso mostrar” (162b 35).
2. “cuando, siendo preciso demostrar algo particularmente, alguien postu-
la que se demuestre universalmente” (163a).
3. “si alguien, habiéndose quedado en mostrar algo universalmente, postu-
lara que se mostrase particularmente” (163a 5).
4. “si alguien, habiéndolo ya dividido (el caso universal en sus casos par-
ticulares), postula el problema” (163a 9)60.
5. “si alguien postulara una de las cosas que se siguen necesariamente la
una de la otra” (163a 12)61.
60 “when he divides the proposition up and begs its separate parts” (E. S. F., p. 731).
61 “People appear to beg their original question in five ways: the first and most obvious being if
any one begs the actual point requiring to be shown: this is easily detected when put in so many
words; but it is more apt to escape detection in the case of different terms, or a term and an
expression, that mean the same thing. A second way occurs whenever any one begs universally
something which he has to demonstrate in a particular case: suppose (e.g.) he were trying to
prove that the knowledge of contraries is one and were to claim that the knowledge of opposites
in general is one: for then he is generally thought to be begging, along with a number of other
things, that which he ought to have shown by itself. A third way is if any one were to beg in
particular cases what he undertakes to show universally: e.g. if he undertook to show that the
knowledge of contraries is always one, and begged it of certain pairs of contraries: for he also is
generally considered to be begging independently and by itself what, together with a number of
other things, he ought to have shown. Again, a man begs the question if he begs his conclusion
piecemeal: supposing e.g. that he had to show that medicine is a science of what leads to health
and to disease, and were to claim first the one, then the other; or, fifthly, if he were to beg the
one or the other of a pair of statements that necessarily involve one other; e.g. if he had to show
that the diagonal is incommensurable with the side, and were to beg that the side is incommen-
surable with the diagonal” (W. A. P.).
62 “Let us now discuss sophistic refutations, i.e. what appear to be refutations but are really falla-
cies instead. We will begin in the natural order with the first” (W. A. P.).
42
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
enfatizando que así como hay cosas que son lo que son (por ej. la salud) y
cosas que aparentan ser (p. ej. el maquillaje que quiere aparentar salud), así
mismo hay razonamientos (συλλογισμοί) y argumentos (λόγοι) que apa-
rentan serlo pero no lo son, y “del mismo modo, esto es un razonamiento
(συλλογισμός) y una refutación (ἔλεγχος), mientras que esto otro no lo es,
pero lo parece a causa de la inexperiencia: pues los inexpertos contemplan
las cosas como desde lejos” (164b 25-27).
Y continúa Aristóteles con la definición de ‘razonamiento’ (muy pareci-
da a la ya citada de 100a 25), con la definición de lo que es una refutación, y
con su clasificación de los cuatro tipos de argumentos en el diálogo, que ya
se han comentado antes: “El razonamiento parte de unas cuestiones puestas
de modo que necesariamente se ha de decir, a través de lo establecido, algo
distinto de lo establecido; una refutación, en cambio, es un razonamiento
con contradicción en la conclusión” (165a)63.
Comenta Aristóteles que algunas refutaciones no logran esto, pero apa-
rentan hacerlo de muchas maneras. La más común es la que se obtiene por
el uso (indebido) de los nombres, de las palabras; debido a que usamos un
lenguaje limitado para referirnos a un mundo infinito de cosas, y a que tene-
mos que usar un mismo enunciado para referirnos a cosas diferentes (165a
5-10); y así como los que no saben hacer cuentas son engañados por los que
manejan hábilmente el ábaco, los que son inexpertos en el uso de los nom-
bres (de las palabras) “son víctimas del falso razonamiento, tanto cuando
ellos argumentan como cuando escuchan a otros” (165a 17)64. Esta es la
63 (165a.). “For reasoning rests on certain statements such that they involve necessarily the asser-
tion of something other than what has been stated, through what has been stated: refutation is
reasoning involving the contradictory of the given conclusion” (W. A. P.). “El silogismo es un
razonamiento en el que, sentados ciertos datos, se saca de ellos alguna conclusión, que sale ne-
cesariamente de ellos, y que es diferente de los mismos” (Traduce F. Larroyo, y anota que esta
es la “definición dada en los Primeros Analíticos, Libro I”). E. S. Forster traduce: “Reasoning
is based on certain statements made in such a way as necessarily to cause the assertion of things
other than those statements and as a result of these statements; refutation, on the other hand,
is reasoning accompanied by a contradiction of the conclusion” (p. 13). En la edición inglesa
de la Historia de Bochenski se traduce la definición de ‘refutación’ (élenchos): “Refutations is
reasoning involving the contradictory of the given conclusion” (p. 55) y en la versión española:
“La refutación (es) un silogismo que descubre la contradicción de la conclusión (del silogismo
del adversario)” (p. 67).
64 Traduzco de E. S. Forster (p. 13). M. Candel traduce: “los que tienen inexperiencia en el uso de
los nombres, hacen razonamientos desviados, tanto si discuten ellos como si escuchan o otros.
Y Pritchard-Cambridge: “those who are not well acquainted with the force of names misreason
both in their own discussions and when they listen to others”.
43
Pedro José Posada Gómez
65 “For this reason, then, and for others to be mentioned later, there exists both reasoning and
refutation that is apparent but not real” (W. A. P.).
66 “it is the business of one who knows a thing, himself to avoid fallacies in the subjects which he
knows and to be able to show up the man who makes them” (W. A. P.).
67 “Of arguments in dialogue form there are four classes: Didactic, Dialectical, Examination-ar-
guments, and Contentious arguments Didactic arguments are those that reason from the prin-
ciples appropriate to each subject and not from the opinions held by the answerer (for the
learner should take things on trust): dialectical arguments are those that reason from premisses
generally accepted, to the contradictory of a given thesis: examination-arguments are those that
reason from premisses which are accepted by the answerer and which any one who pretends
to possess knowledge of the subject is bound to know-in what manner, has been defined in
another treatise: contentious arguments are those that reason or appear to reason to a conclu-
sion from premisses that appear to be generally accepted but are not so. The subject, then, of
demonstrative arguments has been discussed in the Analytics, while that of dialectic arguments
and examination-arguments has been discussed elsewhere: let us now proceed to speak of
the arguments used in competitions and contests” (W. A. P.). F. Larroyo traduce ‘instructivo’
(didáctico), ‘examinativo’ (crítico), ‘contencioso’ (erístico).
68 Es decir, “agonísticos y erísticos”, “argumentos de combate y de disputa” (F. L.), “the argu-
44
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Refiere entonces los cinco fines hacia los que tienden los que “con-
tienden y aspiran a vencer al otro”69: “Estos fines son cinco: la refutación
(ἐλέγχος), la falsedad (ψεῦδος), la paradoja (παράδοξον), la incorrección
(σολοικισμὸς) y, el quinto, hacer que el interlocutor parlotee vanamente
(…); o bien que cada una de estas cosas sea, no real, sino aparente” (165b
16)70. Y esto último es lo que hacen los sofistas.
A continuación Aristóteles distingue dos modos de refutación: los que se
dan “en función de la expresión” (de dictione) y los que se dan “al margen
de la expresión” (extra dictionem) y, como las refutaciones pueden ser apa-
rentadas sofísticamente, lo que seguirá será la presentación de la conocida
lista de 6 elencos o refutaciones sofísticas que se dan “en función de la
expresión” (y que la tradición posterior denominó ‘falacias dependientes
del lenguaje’): “la homonimia (ομωνυμία), la ambigüedad (ἀμφιβολία), la
composición (σύνθεσις), la división (διαίρεσις), la acentuación (προσῳδία),
y la forma de expresión (σχῆμα λέξεως)” (165b 25)71.
Me limito ahora a las anotaciones pertinentes para el tema de este capí-
tulo. Después de enumerar este primer grupo de elencos sofísticos, Aris-
tóteles afirma que tal clasificación puede ser garantizada u obtenida por
comprobación (inducción) o por razonamiento (silogismo), lo cual sugiere
que estas dos modalidades de razonamiento cumplen un papel heurístico y
transversal en los dos textos.
En 166b 20, el autor introduce el segundo tipo de elencos sofísticos,
aunque esta vez se refiere a ellos como “razonamientos desviados (paralo-
gismos) al margen de la expresión”72.
Estos son siete: 1. En función del accidente; 2. Deducir de manera abso-
luta, o no absoluta sino bajo algún aspecto, o en algún sitio, o en alguna oca-
sión o respecto a algo; 3. En función del desconocimiento de la refutación;
ments used in competitions and contests” (W. A. P.), “competitive and contentious arguments”
(E. S. F.).
69 “aims entertained by those who argue as competitors and rivals to the death” (W. A. P.).
70 “refutation, fallacy, paradox, solecism, and fifthly to reduce the opponent in the discussion to
babbling-i.e. to constrain him to repeat himself a number of times: or it is to produce the ap-
pearance of each of these things without the reality”.
71 “Those ways of producing the false appearance of an argument which depend on language are
six in number: they are ambiguity, amphiboly, combination, division of words, accent, and
form of expression” (W. A. P.). “The methods of producing a false illusion in connexion with
language are six in number: equivocation, ambiguity, combination, division, accent and form
of expression” (E. S. F.).
72 Habíamos visto que en los Tópicos se introdujo a los paralogismos como un cuarto tipo de
razonamiento que surgía por el planteamiento errado de los principios (o procedimientos) de
una ciencia (la geometría), aquí el concepto se asimila al de elenco sofístico.
45
Pedro José Posada Gómez
73 “for a refutation is a proof of a contradictory, and so one or two proofs of a contradictory make
up a refutation” (E. S. Forster, p. 58). “For a refutation is the proof of the contradictory of a giv-
en thesis, so that either one or two proofs of the contradictory constitute a refutation” (W. A. P.).
46
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
su “solución”, la objeción que cabe hacerles (170b 5). Por otro lado, hay
refutaciones que no lo son para cualquiera, sino para tal o cual individuo, y
son también infinitas. El dialéctico debe conocer los distintos modos como
surgen, a partir de principios comunes, las refutaciones reales o aparentes;
es decir, las refutaciones dialécticas o las aparentemente dialécticas, o las
que son examinativas (críticas) (170b 10)74. La crítica (peirástica) pone a
prueba al que es ignorante y pretende saber (171b 5). Los razonamientos
erísticos y sofísticos pueden ser de dos tipos: los que son razonamientos
aparentes aunque tengan conclusión verdadera (pues surgen de premisas
que la dialéctica somete a crítica y “son engañosos respecto al por qué”);
y los razonamientos desviados que “no estando de acuerdo con el método
propio de cada uno, parecen estar de acuerdo con las técnicas en cuestión”
(171b 10)75. El razonamiento que solo es aparente en relación con el asun-
to u objeto es un razonamiento erístico, aunque sea un razonamiento (for-
malmente) correcto (171b 20)76. Y aquí una distinción entre los que usan
argumentos erísticos y los sofistas. Los primeros se caracterizan por usar
métodos ilegítimos de combate, “son considerados hombres disputadores
(ἐριστικοί) y amigos de pendencias”, los otros, los sofistas, además, “actúan
por mor de la reputación (propicia) para el lucro”, “pues la sofística es una
cierta técnica lucrativa basada en una sabiduría aparente”. Unos y otros se
sirven de los mismos argumentos, el disputador para obtener una aparente
victoria crítica y el otro para aparentar sabiduría (171b 25-35).
La dialéctica es una técnica interrogativa, que no pregunta sobre las co-
sas primordiales, pues las toma como punto de partida de la interrogación
(172a 17); y es también crítica, pues aun los que no conocen las artes espe-
cíficas pueden ejercer la crítica, dado que “la crítica no es el conocimiento
de nada definido”. De allí que:
74 “Accordingly it is clear that the dialectician’s business is to be able to grasp on how many
considerations depends the formation, through the common first principles, of a refutation that
is either real or apparent, i.e. either dialectical or apparently dialectical, or suitable for an ex-
amination” (W. A. P.).
75 “those misreasonings which do not conform to the line of inquiry proper to the particular sub-
ject, but are generally thought to conform to the art in question” (W. A. P.).
76 “any reasoning that merely appears to conform to the subject in hand, even though it be gen-
uine reasoning, is a contentious argument: for it is merely apparent in its conformity to the
subject-matter, so that it is deceptive and plays foul” (W. A. P.).
47
Pedro José Posada Gómez
77 “Now a syllogistic argument is most incisive if from premisses that are as generally accepted
as possible it demolishes a conclusion that is accepted as generally as possible” (W. A. P.).
78 “the one that puts its conclusion on all fours with the propositions asked” (W. A. P.).
79 “and second comes the one that argues from premisses, all of which are equally convincing”
(W. A. P.).
48
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) el más incisivo de los argumentos erísticos es aquel que, en primer lu-
gar, no queda claro de entrada si ha probado o no, y si la solución es en fun-
ción de la falsedad o de la división; el segundo, es aquel que está en función
de la división o de la eliminación, pero no queda de manifiesto mediante cuál
de las cosas preguntadas, dividiéndola o eliminándola, hay que resolverlo, o
si esta solución está en función de la conclusión o de alguna de las preguntas.
(183a 5-10)80
Este parágrafo termina con una observación que parece anticipar, par-
cialmente, la triple distinción de las ‘pruebas retóricas’ —según correspon-
dan al ἦθος, al λόγος o al πάθος (al orador, al argumento o al ánimo del
auditorio) (Retórica, 1356a 1)—, solo que aquí se plantean como maneras
de resolver las disputas por cada una de las partes que debaten: así, para el
que responde, “la solución es posible darla unas veces respecto al argumen-
to (λόγον), otras respecto al que pregunta y respecto a la pregunta, y otras
respecto a nada de esto..”, y para el que pregunta: “de manera semejante
también es posible preguntar y razonar respecto a la tesis (θέσιν), respecto
al que responde y respecto al tiempo —cuando la solución precisa de más
tiempo del que se dispone para la discusión relativa a la solución—” (183a
21-25)81.
Comparativamente:
Vías para la solución de las disputas des- Vías para la solución de las disputas des-
de la perspectiva de el que responde de la perspectiva de el que pregunta
a. preguntar y razonar respecto a la tesis
a. respecto al argumento (λόγον).
(θέσιν).
b. respecto al que pregunta y respecto a la
b. respecto al que responde.
pregunta.
c. respecto a nada de esto. c. respecto al tiempo.
80 “Of contentious arguments, on the other hand, the most incisive is the one which, in the first
place, is characterized by an initial uncertainty whether it has been properly reasoned or not;
and also whether the solution depends on a false premiss or on the drawing of a distinction;
while, of the rest, the second place is held by that whose solution clearly depends upon a dis-
tinction or a demolition, and yet it does not reveal clearly which it is of the premisses asked,
whose demolition, or the drawing of a distinction within it, will bring the solution about, but
even leaves it vague whether it is on the conclusion or on one of the premisses that the decep-
tion depends” (W. A. P.).
81 “Just as it is possible to bring a solution sometimes against the argument, at others against the
questioner and his mode of questioning, and at others against neither of these, likewise also
it is possible to marshal one’s questions and reasoning both against the thesis, and against the
answerer and against the time, whenever the solution requires a longer time to examine than
the period available” (W. A. P.).
49
Pedro José Posada Gómez
82 “Our programme was, then, to discover some faculty of reasoning about any theme put before
us from the most generally accepted premisses that there are. For that is the essential task of the
art of discussion (dialectic) and of examination (peirastic)” (W. A. P.).
50
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
83 Para M. Candel (1982, p. 84) el término τόποι “se refiere a una proposición, o mejor, un esque-
ma proposicional (…) que permite, rellenándolo con los términos de la proposición debatida,
obtener una proposición cuya verdad o falsedad (…) implica la verdad o falsedad, también, de
la proposición debatida”. Para E. S. Forster (1960/1997, p. 268), “The term topoi is somewhat
difficult to define. They may be described as ‘commonplace’ of argument or as general princi-
ples of probability which stand in the same relation to the dialectical syllogism; in other words,
they are ‘the pigeon-holes from which dialectical reasoning is to drive its arguments’” (Ross,
p. 59, citado por Forster, 1960/1997).
51
Pedro José Posada Gómez
Se considera, sin embargo, que lo expuesto permite sostener aún las hi-
pótesis iniciales (que no aspiran a ser originales, sino pertinentes):
1. Que el desarrollo de la teoría lógica aristotélica se deriva de su reflexión
sobre el diálogo y la dialéctica, como un caso especial de ella, aquel de
los razonamientos demostrativos y científicos que parten de premisas
verdaderas y aplican las formas correctas de razonar84.
2. Que los argumentos dialécticos no se distinguen de los demostrativos
por su aspecto formal, sino por la calidad epistémica de sus premisas (el
ser verdaderas o el ser plausibles).
En apoyo de (1) se puede agregar el uso (implícito y explícito), en los
Tópicos y las Refutaciones, de principios y criterios lógicos (como los prin-
cipios de no-contradicción, de identidad, de tercero excluido, y el criterio
de la mayor aceptabilidad de las premisas con respecto a la conclusión) para
evaluar la validez de los distintos razonamientos.
En apoyo de (2), el hecho de que la dialéctica sirva también para encon-
trar o criticar las hipótesis que se presentan como verdaderas y científicas.
Jules Tricot (2004, pp. 8-9) concluye su introducción a su traducción de
los Tópicos con esta observación:
52
Capítulo 2
86 El texto de W. D. Ross es una reseña crítica del libro de Solmsen (1929): Die Entwicklung der
aristotelischen Logik und Rhetorik, y el artículo de Solmsen (1941) responde al artículo W. D.
Ross.
54
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Sin embargo, aclara Solmsen, para Platón los primeros principios de los
matemáticos son meras hipótesis, cuya validez depende del principio supe-
rior del Bien; mientras que para Aristóteles los principios de cada ciencia
son independientes y pueden partir de postulados indemostrables (o inde-
mostrados). Para él no son hipótesis, sino “principios” auto-evidentes y que
no requieren verificación exterior al tema.
55
Pedro José Posada Gómez
87 “… having recognized in the Topics two kinds of argument, a dialectical kind resting on topoi,
and a scientific kind resting on protasis, and having discussed the first kind at length in the
Topics, the natural order would be that Aristotle should next discuss the second kind, as he does
in the Posterior Analytics. That is a natural order, but another would have been equally natural.
Already in the Topics Aristotle shows himself well aware of two kinds of argument. Might
that awareness not have led him directly to trying to discover the form that was common to
both kinds? And having got, in the syllogism, a form that guaranteed the entailment of certain
premises, was it not natural that he should then turn to ask what further characteristics than
syllogistic accuracy reasonings must posses in order to be worthy of the name of demonstrative
science? Apart from the points of detail in which, as I have pointed out, the Posterior Analytics
presupposes the Prior, I have the impression that throughout in Aristotle betrays the conviction
that he already has a method (viz., the syllogism) which guarantees that if certain premises are
true certain conclusions undoubtedly follow, but guarantees no more than this, and that he is
searching for a logic of truth to add to his logic of consistency.”
56
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
88 En su estudio anterior Ancient Formal Logic (1951, p. 23), Bochenski ya había afirmado que
“In any case, two periods can be distinguished with certainty: (1) Top. Soph. El., Met. G, De
Int. y (2) Analytics”.
89 Aquí Bochenski remite a An. Post. A 22, 84 a 7 s.
90 An. Post. A 32, 88 a 18 y 30.
91 An. Pr. B 16, 65a36 s.; A 30, 46a9 s.; B 23, 68b9 s.; Top. A I, 100a23 y 29 ss.
57
Pedro José Posada Gómez
58
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
59
Pedro José Posada Gómez
60
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) además es útil para las cuestiones primordiales propias de cada cono-
cimiento… porque de los principios particulares de una ciencia dada es im-
posible sacar nada al respecto, por ser los principios lo primero de todo96; es
preciso, más bien, abordar el tema valiéndose de proposiciones probables
relativas al objeto en cuestión. Y esta es la virtualidad propia de la dialéctica,
o su efecto más genuino. Porque, siendo un arte indagatoria, domina el ac-
ceso a los principios de todas las ciencias. (Top. 101 a 35)97
96 “de los que no se puede hacer demostración, puesto que una demostración parte precisamente
de esos principios” (Gourinat, 2002).
97 Cito de la traducción que hace Millán Bravo de la respectiva cita en Bochenski (1985, p. 63).
En la versión inglesa de W. A. P.: “It has a further use in relation to the ultimate bases of the
principles used in the several sciences. For it is impossible to discuss them at all from the
principles proper to the particular science in hand, seeing that the principles are the prius of
everything else: it is through the opinions generally held on the particular points that these have
to be discussed, and this task belongs properly, or most appropriately, to dialectic: for dialectic
is a process of criticism wherein lies the path to the principles of all inquiries”.
61
Pedro José Posada Gómez
98 Previamente ha aclarado Bochenski (p. 45) que ya en Platón se encuentra la idea de “ley de
necesidad universal”.
99 (Cursivas y mayúsculas de Bochenski). En una obra previa, Ancient Formal Logic, Bochenski
(1951, p. 11) ya había anotado: “… technical means useful for the study of logic are introduced
by Aristotle in his Prior Analytics, namely variables and a peculiar terminology; at this stage
laws are not yet distinct from rules. The fifth and last stage is represented by a clear distinction
of both, such as we find in fragments of the Stoics”. Usando el programa Cratilo, para analizar
las apariciones de los términos en la traducción inglesa del Órganon, encontramos que en los
Tópicos se habla constantemente de ‘reglas’ ligadas a los lugares comunes y a lo verosímil; el
concepto de ‘ley’ solo aparece en su uso cotidiano de ‘ley natural’ o ‘ley jurídica’. En los Ana-
líticos I tampoco encontramos un uso técnico de la palabra ‘ley’, pero sí abundantes referencias
a ‘reglas’ ligadas a los silogismos (y, especialmente, como premisas de algunos de ellos). En
los Analíticos II volvemos a encontrar el concepto de ‘ley’ en su uso cotidiano y el de ‘regla’
ligado a lo verosímil.
62
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Una vez delimitado esto vamos a decir de qué (premisas), cuándo y cómo
surge el silogismo; luego hemos de hablar de la demostración. Y se ha de
hablar antes del silogismo que de la demostración, porque el silogismo es
más general, ya que la demostración es un determinado silogismo, pero no
todo silogismo es una demostración.
100 En griego: “συμβαίνει”, “coincidencia necesaria” (Candel, 1982, p. 90, nota 4).
101 “El silogismo es una enunciación en la que, una vez sentadas ciertas proposiciones, se concluye
necesariamente una proposición diferente de las proposiciones admitidas, mediante el auxilio
de estas mismas proposiciones” (F. L.). En la versión inglesa: “Reasoning is an argument in
which, certain things being laid down, something other than these necessarily comes about
though them” (W. A. P.).
102 συλλογισμός δέ ἐστι λόγος ἐν ὧι τεθέντων τινῶν ἕτερόν τι τῶν κειμένων ἐξ ἀνάγκης
συμβαίνει τῶι ταῦτα εἶναι. “A syllogism is a discourse in which, certain things being stat-
ed, something other than what is stated follows of necessity from their being so” (Jenkinson,
1984).
63
Pedro José Posada Gómez
103 Analíticos II, A 10, 76 b 24. “That which expresses necessary self-grounded fact, and which we
must necessarily believe, is distinct both from the hypotheses of a science and from illegitimate
postulate-I say ‘must believe’, because all syllogism, and therefore a fortiori demonstration,
is addressed not to the spoken word, but to the discourse within the soul, and though we can
always raise objections to the spoken word, to the inward discourse we cannot always object”
(Mure, 1960/1997).
64
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
table del razonamiento interior (especialmente del que parte de cosas que
“sabemos” verdaderas), del carácter exterior (¿más sometido al relativismo
de lo convencional?) del lenguaje hablado104. Que es lo que quiere resaltar
Bochenski.
En De Interpretatione (y en los Tópicos) la relación entre el razonamien-
to y el lenguaje se expresa de modo semejante. Dice Aristóteles en Peri
Hermeneias (16b 26-17 a):
104 O como lo plantea E. S. Forster (Trad., 1960/1997, p. 72, n): “The axioms used in demonstra-
tion appeal directly to the inner reason and are accepted by it, but the assumptions of spoken
argument or instruction are always open to verbal objection”.
105 “A sentence is a significant portion of speech, some parts of which have an independent mean-
ing, that is to say, as an utterance, though not as the expression of any positive judgement…
Every sentence has meaning, not as being the natural means by which a physical faculty is
realized, but, as we have said, by convention” (Edghill, 1928).
106 “Now if the spoken word corresponds with the judgement of the mind, and if, in thought, that
judgement is the contrary of another, which pronounces a contrary fact, in the way, for instance,
in which the judgement ‘every man is just’ pronounces a contrary to that pronounced by the
judgement ‘every man is unjust’, the same must needs hold good with regard to spoken affir-
mations” (Edghill, 1928).
107 “Thus we may say that for Aristotle logic is primarily an affair of right thinking and, second-
arily, a matter of correct speaking”.
65
Pedro José Posada Gómez
66
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Así como los pensamientos surgen en el alma, bien sin ser verdaderos o
falsos, bien de forma que necesariamente les haya de convenir una de las
dos cosas, así sucede también en el lenguaje. Pues verdad y falsedad se dan
en dependencia de la composición y la división. Los nombres y verbos por
sí solos se asemejan a la representación sin composición ni división. (Herm.
1, 16 a 9-14)
(…) está en la verdad el que crea que lo que está dividido está en efecto divi-
dido, y que lo que es compuesto es realmente compuesto. Y está en lo falso
el que crea lo contrario de lo que las cosas son en la realidad. ¿Cuándo existe
o no existe lo que llamamos verdadero o falso? Hay que considerar que es lo
que decimos respecto a esto. Porque no eres tú blanco porque nosotros crea-
mos en verdad que tú eres blanco, sino que porque tú eres, en efecto, blanco,
es verdad nuestra afirmación de que eres blanco. (Met. 10, 1051 b 6 ss)111
67
Pedro José Posada Gómez
115 “We must first state the subject of our inquiry and the faculty to which it belongs: its subject
is demonstration and the faculty that carries it out demonstrative science”, en la version de
A. J. Jenkinson (1984) (A. J. J., en lo sucesivo). La traducción de Gredos habla de la “ciencia
demostrativa”, aunque me parece claro que Aristóteles se refiere a las ciencias demostrativas,
es decir, aquellas que usan el razonamiento demostrativo; así, en 84 a 10: “…en las ciencias
demostrativas, sobre las que versa esta investigación…” La traducción de Forster es “demon-
strative knowledge”.
68
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
116 “The demonstrative premises differs from the dialectical, because the demonstrative premises
is the assertion of one of two contradictory statements (the demonstrator does not ask for his
premises, but lays it down), whereas the dialectical premises depends on the adversary’s choice
between two contradictories. But this will make no difference to the production of a syllogism
in either case; for both the demonstrator and the dialectician argue syllogistically after stating
that something does or does not belong to something else. Therefore a syllogistic premises
(…); it will be demonstrative, if it is true and obtained through the first principles of its science;
while a dialectical premises is the giving of a choice between two contradictories, when a man
is proceeding by question, but when he is syllogizing it is the assertion of that which is apparent
and generally admitted, as has been said in the Topics” (A. J. J.).
69
Pedro José Posada Gómez
Hemos visto cómo en los Tópicos (100 a 26) son definidos los razona-
mientos demostrativos como aquellos que “parten de cosas verdaderas y
primordiales, o de cosas cuyo conocimiento se origina a través de cosas
primordiales y verdaderas”. Y aclara inmediatamente que “son verdaderas
y primordiales las cosas que tienen credibilidad, no por otras, sino por sí
mismas”, dado que “en los principios del conocimiento no hay que inquirir
el por qué, sino que cada principio ha de ser digno de crédito por sí mismo”
(100 b 20). En el Libro VIII (subtítulo 3: Dificultad de los argumentos dia-
lécticos) Aristóteles señala que “es imposible demostrar nada sin empezar
por los principios adecuados y anudando la argumentación sin interrupción
hasta las últimas cuestiones” (158 a 37) y agrega un poco más adelante que
“las demás cosas se muestran por medio de éstas (los principios), mientras
117 En la versión de Candel (1982, p. 94) la frase citada se traduce: “pues el que demuestra no
pregunta, sino que asume”.
70
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
que éstas no es posible demostrarlas por medio de otras, sino que es necesa-
rio conocer cada una de ellas con una definición” (158 b).
Es claro que para Aristóteles los primeros principios son indemostra-
bles, pero se pueden establecer mediante la definición. Esta es presentada
en los Tópicos como uno de los cuatro “predicables”, al lado del género, el
accidente y lo propio. La definición “es un enunciado que significa el qué
es ser” (101 b 37)118. En el Libro VIII agregará que “es posible obtener por
razonamiento la definición y el qué es ser” (153 a 15). Sin embargo, en los
Analíticos II se distinguirá claramente entre definición y demostración.
En el Libro II de los Analíticos II (dedicado a la definición y la causa)
se plantea la diferencia entre la definición y la demostración. Si llegamos
a saber algo por demostración (o por comprobación) de ello no habrá defi-
nición (90 b 5-15), y viceversa: “no hay demostración de aquello de lo que
hay definición” (90 b 30), pues siendo las definiciones los principios de las
demostraciones “de los que se ha demostrado antes que no habrá demos-
traciones: o bien los principios serán demostrables y habrá también princi-
pios de los principios, y esto seguirá hasta el infinito, o bien las cuestiones
primeras serán definiciones indemostrables” (90 b 24-27). Así, para evitar
el regreso al infinito, Aristóteles distingue claramente a las definiciones de
las demostraciones: “Pues la definición lo es del qué es y de la entidad; las
demostraciones, en cambio, parecen presuponer y dar por sentado el qué
es” (90 b 31). Dicho de otro modo: “la definición indica qué es tal cosa, la
demostración, en cambio, indica que tal cosa es o no es con relación a tal
otra” (91 a).
En los Analíticos I (capítulo 27: Normas generales para la construcción
de razonamientos asertóricos) se plantea dónde buscar los principios co-
rrespondientes a cada cuestión planteada para la demostración:
Es preciso escoger las proposiciones acerca de cada cosa del siguiente modo:
primeramente el sujeto mismo y las definiciones y todo cuanto es propio de
la cosa en cuestión, y después de eso todo cuanto se deriva de la cosa y, a su
vez, aquello de lo que la cosa se deriva, y todo lo que no es admisible que
se dé en ella (…) Hay que distinguir también, de entre lo que se deriva, todo
lo que se predica en el qué es y todo lo que se predica como propio y todo
lo que se predica como accidental y, de eso, qué clase de cosas se predican
a título opinable y cuáles se predican con arreglo a la verdad… (43b 1-11)119
71
Pedro José Posada Gómez
120 “By demonstration I mean a syllogism productive of scientific knowledge, a syllogism, that is,
the grasp of which is eo ipso such knowledge. Assuming then that my thesis as to the nature of
scientific knowing is correct, the premisses of demonstrated knowledge must be true, primary,
immediate, better known than and prior to the conclusion, which is further related to them as
effect to cause. Unless these conditions are satisfied, the basic truths will not be ‘appropriate’
to the conclusion. Syllogism there may indeed be without these conditions, but such syllogism,
not being productive of scientific knowledge, will not be demonstration” (Mure, 1960/1997).
72
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Aclara Aristóteles que existen, por un lado, las cosas que son “anteriores
y más conocidas para nosotros”, que son más cercanas a la sensación, y a
las que llama singulares, y, por otro, las cosas que son “anteriores —‘por
naturaleza’— y más conocidas sin más”, “más lejanas” (a la sensación), a
las que llama universales (71 b 33- 72 a 5).
A continuación Aristóteles define: principio, proposición, proposición
dialéctica, proposición demostrativa, aserción y contradicción:
121 “The premisses must be true: for that which is non-existent cannot be known-we cannot know,
e.g. that the diagonal of a square is commensurate with its side. The premisses must be primary
and indemonstrable; [otherwise they will require demonstration in order to be known, since to
have knowledge, if it be not accidental knowledge, of things which are demonstrable, means
precisely to have a demonstration of them.] The premisses must be the causes of the conclu-
sion, better known than it, and prior to it; its causes, since we possess scientific knowledge of
a thing only when we know its cause; prior, in order to be causes; antecedently known, this
antecedent knowledge being not our mere understanding of the meaning, but knowledge of
the fact as well.” (…) La última frase es traducida por Forster: “…not merely in the one sense
that their meaning is understood, but also in the sense that they are known as facts” (Forster,
1960/1997, p. 31).
73
Pedro José Posada Gómez
122 La continuación de esta cita generaliza lo común a los distintos sentidos de “principio”: “Las
causas se toman en tantas acepciones como los principios, pues todas las causas son principios.
Por consiguiente, es común a todos los principios el ser el punto de partida desde el que una
cosa es, se hace o se conoce. (…) Por esta razón son principio la naturaleza, los elementos, el
pensamiento, la voluntad, la sustancia. Y en el mismo caso está la causa final…” (Met. 1013 a,
15-21).
74
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Así, el orden del conocimiento que se plantea es: sensación (de los sin-
gulares) → comprobación → universales.
En el capítulo final del Libro II de los Analíticos II, el tema se plantea
desde el marco de una teoría general del conocimiento: se parte recordando
que “no cabe saber mediante demostración si uno no conoce los princi-
pios inmediatos”, y surge la pregunta sobre si tales principios los poseemos
de modo innato o los adquirimos. Aristóteles rechaza la primera opción, y
justifica la segunda haciendo un recorrido argumental que empieza con la
tesis de que todo ser vivo posee “una facultad innata para distinguir, que se
llama sentido”, aunque solo en algunos se produce “una persistencia de la
sensación”, y “al sobrevivir muchas sensaciones (de algún tipo), surge ya
una distinción, de modo que en algunos surge un concepto, a partir de la
persistencia de tales cosas”.
Aristóteles resume su teoría: “del sentido surge la memoria,…, y de la
memoria repetida de lo mismo, la experiencia: pues los recuerdos múltiples
en número son una única experiencia. De la experiencia o del universal
todo que se ha remansado en el alma (…) surge el principio del arte y de la
ciencia” (99 b, 20 - 100 a, 9). Y concluye un poco más adelante: “está claro,
entonces, que nosotros, necesariamente, hemos de conocer por comproba-
75
Pedro José Posada Gómez
Hacia el final de su principal obra lógica, irrumpe una imagen bella y signi-
ficativa. Así como al producirse un contraste en el campo de batalla un gue-
rrero valeroso, luego un segundo, un tercero y otros cada vez más numerosos
cierran filas, así a la primera imagen consistente de una impresión sensible
recibida se agrega una segunda, una tercera y así sucesivamente, hasta que
de la suma de estas percepciones ya no fugitivas se eleva el edificio completo
de una experiencia. Es de la percepción de donde surge en primer lugar el
recuerdo, y de éste, luego de múltiples repeticiones, la experiencia. De ésta
a su vez, o de todo “universal que como unidad surge de lo múltiple y toma
consistencia en el alma”, resultan el arte y la ciencia; entendiéndose como
ciencia la teoría pura, como arte la teoría aplicada a la práctica. Expresa-
mente declara el filósofo a tal propósito que es la “percepción sensible” la
que produce los conceptos generales, y que “todos los primeros conocimien-
tos” los adquirimos de necesidad por “inducción”. Esta vez, el asclepíade ha
triunfado sobre el platónico en Aristóteles. (Gomperz, 2000, p. 68)
(…) puesto que de los modos de ser relativos al pensamiento por los que
poseemos la verdad, unos no son siempre verdaderos y están expuestos a
incurrir en lo falso, v. g.: la opinión y el razonamiento, mientras que la cien-
cia y la intuición son siempre verdaderas, que ningún otro género de saber
es más exacto que la intuición (…) no habrá ciencia de los principios (…),
habrá intuición de los principios (…) la intuición será el principio de la cien-
cia. (100 b 5- 15)
123 “Thus it is clear that we must get to know the primary premisses by induction; for the method
by which even sense-perception implants the universal is inductive” (Mure, 1960/1997).
76
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) el método para todos los casos es el mismo, tanto en lo tocante a la filo-
sofía como a cualquier arte y disciplina: pues es preciso contemplar lo que se
da y aquello en lo que se da respecto a cada uno de los dos términos y tener
la mayor abundancia posible de ello, y estudiar esto a través de los tres tér-
minos, destruyendo de tal manera y estableciendo de tal otra; partiendo de lo
que está bien perfilado que se da en verdad (κατ› ἀλήθειαν) cuando se trata
de razonar en verdad; partiendo, en cambio, de las proposiciones opinables
(κατὰ δόξαν) para los razonamientos dialécticos. (46 a 3-10)124
124 “The method is the same in all cases, in philosophy, in any art or study. We must look for the
attributes and the subjects of both our terms, and we must supply ourselves with as many of
these as possible, and consider them by means of the three terms, refuting statements in one
way, confirming them in another, in the pursuit of truth starting from premisses in which the
arrangement of the terms is in accordance with truth, while if we look for dialectical syllogisms
we must start from probable premisses” (Jenkinson, Trad., 1984).
77
Pedro José Posada Gómez
Ahora habría que decir que no sólo los razonamientos dialécticos y demos-
trativos se forman a través de las figuras antes explicadas, sino también los
retóricos y, sin más, cualquier argumento convincente y con cualquier méto-
do. Pues de todas las cosas tenemos certeza, bien a través de un razonamien-
to, bien a partir de la comprobación. (68 b 10-15)
78
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
127 Sigo la traducción de Candel (1982), agregando entre paréntesis otras traducciones. La de E.
S. Forster (1997) dice: “Similarly too with logical arguments, whether syllogistic or inductive;
both effect instruction by means of facts already recognized, the former making assumptions as
though granted by an intelligent audience, and the later proving the universal from the self-evi-
dent nature of the particular. The means by which rhetorical arguments carry conviction are just
the same; for they use either examples, which are a kind of induction, or enthymemes, which
are a kind of syllogism”.
79
Pedro José Posada Gómez
La traducción de G. R. G. Mure, contiene matices interesantes: “and so are the two forms of
dialectical reasoning, syllogistic and inductive; for each of these latter make use of old knowl-
edge to impart new, the syllogism assuming an audience that accepts its premisses, induction
exhibiting the universal as implicit in the clearly known particular. Again, the persuasion ex-
erted by rhetorical arguments is in principle the same, since they use either example, a kind of
induction, or enthymeme, a form of syllogism” (Mure, 1960/1997).
128 Que se analiza con más detalle en el capítulo 3 de esta obra: “La retórica como antistrofa de la
dialéctica”.
129 En términos peircianos, permite abducir que un hecho X es un caso de una regla.
80
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Es posible, pues, que ocurra de tal manera que sean verdaderas las propo-
siciones (προτάσεις) de las que surge el razonamiento (συλλογισμός), es
posible que ocurra de tal manera que sean falsas y que una sea verdadera
y la otra falsa. Ahora bien, la conclusión será por fuerza verdadera o falsa.
Así, pues, a partir de cosas verdaderas no es posible probar por razonamiento
(συλλογίσασθαι) algo falso, en cambio, a partir de lo falso es posible probar
lo verdadero, sólo que no el porqué (διότι), sino el qué (ὅτι): en efecto, el
razonamiento (συλλογισμός) del porqué (διότι) no surge a partir de cosas
falsas… (53 b 5-10)
130 Puesto en la forma típica: “Si toda piedra es un animal, y todo hombre es una piedra; entonces,
todo hombre es un animal” (silogismo barbara de la primera figura).
131 Mure traduce: “Knowledge of the fact differs from knowledge of the reasoned fact”.
81
Pedro José Posada Gómez
82
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Y a eso hace referencia cuando distingue los silogismos válidos con pre-
misas falsas y conclusión verdadera, que serían razonamientos del qué, del
resto de silogismos válidos —que sí podrían expresar el porqué—. Las ra-
zones, pues, de Aristóteles para preferir el silogismo demostrativo sobre el
meramente válido, no son de naturaleza lógica, sino epistemológica (no son
sintácticas, sino que dependen de una concepción semántico-pragmática del
razonamiento y de la verdad). Así lo afirma en el capítulo 6 del Libro I de
los Analíticos II: “… el que no tiene explicación del porqué, aun siendo
posible la demostración, no tiene ciencia…” (74 b 28). Podría objetarse
que aquí Aristóteles está pensando en un tipo de ciencia empírica o de la
naturaleza, pero lo que me interesa resaltar es la separación implícita entre
“demostración” y “ciencia”.
83
Capítulo 3
86
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(...) Kerferd, “The Image of the Wise Man in Greece in the Period before
Plato”… ha mostrado convincentemente que la explicación tradicional de
la evolución del término, desde un sentido concreto (habilidad en un arte
particular) a uno abstracto (sabiduría científica, teórica o filosófica) es falsa
y depende de la esquematización aristotélica que procede de lo particular
a lo universal. De hecho, en el período clásico sophia y sus derivados se
aplicaban al conocimiento sobre los dioses, el hombre o la sociedad, que
los poetas, los videntes y los sabios poseían, un conocimiento no accesible
al común de los mortales. Desde comienzos del siglo V sophistés se aplica
a muchos de estos antiguos sabios —Homero, Hesiodo, Orfeo, rapsodas,
adivinos, los siete sabios, los filósofos presocráticos, Prometeo—. Es a esta
noble tradición a la que Protágoras y los sofistas desean asociarse... (Melero,
1996, p. 11, n. 2)
87
Pedro José Posada Gómez
distinción neta entre los hechos y las convenciones que no obstante parece
ser uno de los avances fundamentales que debemos al pensamiento sofístico.
(Danblon, 2005, pp. 26-27)132
Los otros, en efecto, echan a perder a los jóvenes. Porque a ellos, que han
huido de los saberes técnicos, los conducen y ponen, en contra de su volun-
tad, en manos de otras técnicas, enseñándoles cálculo, astronomía, geome-
tría y música (...) En cambio, el que llega a mi escuela no aprenderá nada
más que aquello por lo que a ella viene. Y esa ciencia consiste en un decidir
correctamente sobre los bienes familiares —el modo de administrar de la
mejor manera la casa propia— y sobre los asuntos de la ciudad —cómo
obrar y hablar sobre los asuntos de la ciudad del modo más eficaz posible—.
(Protágoras, 318d)
88
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
133 El texto continúa con una sustentación de cada una de las tres tesis (pp. 117-124).
89
Pedro José Posada Gómez
el fondo, toda ciencia es ciencia del discurso. (...) El tratado de Gorgias es,
pues, una introducción filosófica a la ciencia del discurso. Una tercera vía de
interpretación ha puesto el énfasis en los problemas lógicos que subyacen
a los argumentos presentados. Así kerferd (Sophistic Movement, pág. 95)
recuerda la tendencia general de la filosofía griega a ocuparse de problemas
de predicación, que los griegos formulaban en términos de inherencia o de
cualidades y características de los objetos del mundo real. En tal sentido, no
debe extrañar que se defienda, por ejemplo, que Parménides no se ocupó de
cuestiones de existencia o no existencia, sino de simples problemas lógicos
de predicación. Cf. A. P. D. mourrelatos, The Route of Parménides, New
Haven, 1970, y G. E. L. owen, «Plato on Not Being», en G. vlastos, Plato.
A Collection of Critical Essays, Nueva York, 1971, 1, cap. 12. Para Parmé-
nides una predicación del tipo «A es no B» es inaceptable. La cuestión está
directamente relacionada con el uso del verbo «ser» en griego, más próximo
al valor predicativo que al existencial, si bien nunca falta por completo cierto
matiz existencial (vid. ch. kahn, The Greek Verb to Be and the Concept of
Being in Ancient Greece, Dordrecht, 1973). (Melero, 1996, pp. 115-116, n.
69)
90
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Gorgias pensaba que las imágenes y las figuras retóricas tocan directamente
al alma y contribuyen a provocar la persuasión indispensable para la ad-
hesión... la incomunicabilidad según Gorgias cae principalmente sobre la
pretensión del lenguaje de hacer corresponder las palabras y las cosas. Pero
las imágenes poéticas no tienen tal pretensión puesto que ellas tocan directa-
mente a las emociones. (Danblon, 2005, p. 28)
No sobra recordar que esta concepción del discurso retórico hizo de Gor-
gias uno de los primeros maestros de la prosa poética que “pretendió com-
petir con la lírica” (Reyes, 1961, p. 59).
Finalmente, en este breve recuento de la Retórica antes de Aristóteles, es
necesario repasar las posiciones de Isócrates y de Platón.
91
Pedro José Posada Gómez
92
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
134 “Pues, en lo que a mí respecta,... los hacedores de discursos... me parecen en gran manera
sabios y, tomado en sí mismo, su arte me parece divino y sublime (...) este es, en efecto, una
parte del arte de los encantamientos, apenas inferior a él. El de los encantamientos consiste en
encantar serpientes, tarántulas...; el otro se dirige a los jueces, a los miembros de la Asamblea
y a las otras multitudes para encantarlas y apaciguarlas” (Platón, Eutidemo, 289e - 290a).
93
Pedro José Posada Gómez
Sócrates: Ahora bien, tanto los que han aprendido algo como los que tienen
una creencia están persuadidos. (...)
Sócrates: La retórica, pues, tiene que ver con lo justo y lo injusto; mas,
según parece, es artesana de la persuasión que mueve a creer, no de la que
instruye. (...)
Sócrates: Así pues, tampoco el orador ejerce una función docente sobre los
tribunales y las restantes reuniones de ciudadanos en lo que concierne a lo
justo y lo injusto, sino que se limita a inspirar la creencia. Y, en efecto, no
puede en verdad serle factible el instruir en poco tiempo a tamaña multitud
sobre cuestiones de tanta envergadura. (Gorgias, 454 d- 455b)
135 Cito la traducción de Francisco García Yague (1981) para las Obras completas de Platón.
94
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
136 Cito la traducción de María Araújo para las Obras completas de Platón (1981).
95
Pedro José Posada Gómez
Es decir, un arte que se aplica a todo uso del lenguaje, que se ejerce ante
un público, que procede por un método (distinguir las semejanzas) y que
permite descubrir los argumentos engañosos. Pero, nótese que Sócrates no
menciona aquí a la retórica, sino a la ‘esfera de la controversia’. Lo que
sugiere un salto de la retórica a la dialéctica o la sugerencia de que el retó-
96
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) el que se proponga adquirir el arte de la retórica debe... tener hecha una
división metodológica de estas cosas y haber recogido ciertas características
de ambas clases de cuestiones: aquella en la cual la multitud tiene necesaria-
mente ideas vagas y aquella en que no. (263c)
En ambas hay que analizar una naturaleza: la del cuerpo en la una, la del
alma en la otra, si se quiere recurrir no solo a una rutina y a una práctica,
sino a una técnica, para suministrar al cuerpo las medicinas y alimentos y
producir así en él la salud y la fuerza, y al alma, ideas y ocupaciones justas
para transmitirle la convicción y la virtud que se desea. (270b)
Pasa Sócrates a exponer sus ideas sobre “el modo como se debe reflexio-
nar acerca de la naturaleza de cualquier cosa” (imitando el proceder de Hi-
pócrates, discípulo de Asclepíades), lo que le lleva a postular que “todo el
que enseñe técnicamente a otro la elocuencia deberá mostrar con exactitud
137 Más abajo dice Sócrates algo que parece contradecir esto: “el que conoce la verdad puede, ju-
gando con las palabras, extraviar a los oyentes” (262c), solo que la aparente incompatibilidad
desaparece si entendemos el ‘extraviar’ en el sentido de ‘extasiar’, como sugiere la subsiguien-
te apelación a las musas para justificar que Sócrates haya podido hacer buenos discursos. Ya
hemos mencionado la vinculación mágica y ritual de la retórica.
97
Pedro José Posada Gómez
Este programa retórico incluye las que desde Aristóteles serán conocidas
como “pruebas por persuasión” basadas en el ἦθος o talante del orador y en
el πάθος del auditorio.
Más adelante Sócrates reitera este triple conocimiento que debe poseer
el retórico y agrega que:
(...) que no hay que dar a estas cosas unos aires tan solemnes, ni lanzar a
nadie a un ascenso tan largo y sinuoso. Que, en efecto, no tiene ninguna
necesidad de habérselas con la verdad, tratándose de cosas justas o injustas,
o aun de hombres, que son lo que son por naturaleza o por educación, el que
se propone ser un buen orador, pues nadie en los tribunales de esta índole
se preocupa en absoluto de la verdad, sino de lo convincente; que esto no es
sino lo verosímil, y que a ello debe aplicarse el que se preocupa de hablar
con arte. Que ni aun los hechos deben exponerse en ocasiones, si no se han
realizado de un modo verosímil, sino solo las verosimilitudes, tanto en la
acusación como en la defensa. En resumidas cuentas, que se ha de procurar
98
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(...) hace ya tiempo que venimos diciendo que sin duda esa verosimilitud
se produce en la mente del vulgo en virtud de una semejanza con la verdad;
y en cuanto a las semejanzas, acabamos de explicar que es siempre el que
conoce la verdad quien mejor sabe descubrirlas (...) que quien no enumere
las naturalezas de sus oyentes, y no sea capaz de distinguir las cosas según
sus especies y de abarcarlas en una sola idea, jamás será un técnico de los
discursos en la medida en que ello es posible para un hombre. Y eso jamás
lo adquirirá sin gran trabajo, trabajo en el que el hombre no debe afanarse
con el fin de hablar y obrar a gusto de los hombres, sino con el fin de hablar
lo que es grato a los dioses y obrar siempre según su voluntad en la medida
de lo posible. (273c)
Mientras no se conozca la verdad sobre cada una de las cosas acerca de las
cuales se habla o se escribe, mientras no se sea capaz de definir cada cosa por
sí misma, y, una vez definida, se sepa dividirla de nuevo por especies hasta
lo indivisible; y se pueda discernir de este modo la naturaleza del alma, y
descubrir las especies de discurso que se adapta a cada una para establecer y
ordenar así el discurso, y presentar al alma abigarrada discursos también abi-
garrados que armonicen con todo, y discursos sencillos al alma sencilla, no
será posible manejar con arte, en la medida en que su naturaleza lo permite,
el arte oratoria, ni para enseñar, ni para persuadir, como nos lo ha indicado
toda la discusión precedente. (277a)
99
Pedro José Posada Gómez
3. 2. La Retórica de Aristóteles
138 Así, Quintín Racionero aclara que, muy posiblemente, el orden primitivo de la obra era: Libro
I, 3-14 + Libro II, 19-26 con el cap. 18 como enlace; y, siguiendo a Grimaldi, afirma que la
sistematización final de la obra, por Aristóteles, tendría: “1) las pruebas persuasivas, éntechnoi,
de enunciados propios (dià tou lógou: I 4-15; pathetiké y ethiké: II 1-17; 2) los lugares y pro-
cedimientos lógicos, apodeiktikaí, comunes a todos los enunciados: II 19-26”. El Libro III se
ocupa de las partes y el estilo de los discursos. (Racionero, 1999, pp. 394-395, n. 215).
100
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
139 Ἡ ῥητορική ἐστιν ἀντίστροφος τῇ διαλεκτικῇ· ἀμφότεραι γὰρ περὶ τοιούτων τινῶν εἰσιν ἃ
κοινὰ τρόπον τινὰ ἁπάντων ἐστὶ γνωρίζειν καὶ οὐδεμιᾶς ἐπιστήμης ἀφωρισμένης.
“Rhetoric is the counterpart of Dialectic. Both alike are concerned with such things as come,
more or less, within the general ken of all men and belong to no definite science.” (Roberts,
1984).
Q. Racionero explica que “la traducción de antístrophos es difícil: creado, según parece por
Platón sobre la base de antistréphein (Rep. VII 522a; Fil. 40d; Tim. 87c; Leyes XII 953c; y es-
pecialmente Gorg. 464b y 465a, d), el término designa el movimiento de réplica, idéntico pero
inverso al de la estrofa, con que el coro se desplazaba en las representaciones teatrales. El senti-
do de la metáfora es, pues, que entre dialéctica y retórica se da, a la vez, identidad y oposición”.
Agrega que las traducciones del término como “análoga”, “correspondiente” o “correlativa”,
no dan cuenta del doble significado del término. Para Racionero la calidad de antistrofa impli-
ca: “1. que la retórica es como la dialéctica: un saber de orden formal-lógico, que no se refiere
a “materia de ninguna ciencia determinada”; y 2. que la retórica es independiente de la ética”,
con lo que se superan las objeciones del Gorgias platónico (Racionero, 1999, p. 161, n. 1).
140 “Accordingly all men make use, more or less, of both; for to a certain extent all men attempt to dis-
cuss statements and to maintain them, to defend themselves and to attack others” (Roberts, 1984).
“διὸ καὶ πάντες τρόπον τινὰ μετέχουσιν ἀμφοῖν· πάντες γὰρ μέχρι τινὸς καὶ ἐξετάζειν καὶ
ὑπέχειν λόγον καὶ ἀπολογεῖσθαι καὶ κατηγορεῖν ἐγχειροῦσιν”
141 Una costumbre (συνήθεια) nacida del modo de ser del sujeto (ἕξις); lo cual se enmarca en la
idea de que la retórica comporta una facultad (δύναμις) sin cuya existencia no cabe establecer
101
Pedro José Posada Gómez
102
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
juez (1354a 30)148. Aconseja el filósofo que el legislador debe dejar lo me-
nos posible al arbitrio de los que juzgan y retoma su crítica a los que “pres-
criben reglas como qué debe contener el exordio o la narración y cada una
de las otras partes, puesto que en todo esto no tratan de ninguna otra cosa
sino de cómo dispondrán al que juzga en un sentido determinado, sin que,
en cambio, nada muestren acerca de las pruebas por persuasión propias del
arte, que es con lo que uno puede llegar a ser hábil en entimemas” (1354b
15-21). Finalmente, en esta crítica, rechaza el énfasis de los tratadistas en
el discurso forense, pues “aun siendo más bella y más propia del ciudadano
la actividad que se refiere a los discursos ante el pueblo que la que trata de
las transacciones, con todo, los autores no hablan para nada de aquellos y
más bien se esfuerzan todos por establecer el arte de pleitear, dado que en
los discursos ante el pueblo aprovecha menos hablar de lo que es ajeno al
asunto y, además, la oratoria política es menos engañosa que la judicial, por
ser más propia de la comunidad” (1354b 30). Resumiendo: los tratadistas
de la retórica se han ocupado de asuntos como el manejo de las pasiones y
han privilegiado el discurso jurídico, menospreciando el discurso político,
y, además, han ignorado las pruebas por persuasión propias del arte y su
herramienta básica: el entimema. Paso entonces a hablar del entimema.
El entimema, la primera de las pruebas persuasivas propias del arte, es la
versión retórica del silogismo, análoga a los razonamientos de los Tópicos
(es decir, no solo al razonamiento demostrativo, sino también al silogismo
dialéctico, y al erístico).
Veamos cómo lo presenta Aristóteles en la Retórica (luego comparare-
mos con su versión en los Analíticos): El método propio del arte retórico es
“el que se refiere a las pruebas por persuasión” (περὶ τὰς πίστεις) y siendo
que “la persuasión es una especie de demostración (puesto que nos per-
suadimos sobre todo cuando pensamos que algo está demostrado)”149, se
hablará aquí de la “demostración retórica”, es decir, del entimema, que es
148 “… a litigant has clearly nothing to do but to show that the alleged fact is so or is not so, that it
has or has not happened. As to whether a thing is important or unimportant, just or unjust, the
judge must surely refuse to take his instructions from the litigants: he must decide for himself
all such points as the law-giver has not already defined for him” (Roberts, 1984).
149 “ἐπεὶ δὲ φανερόν ἐστιν ὅτι ἡ μὲν ἔντεχνος μέθοδος περὶ τὰς πίστεις ἐστίν, ἡ δὲ ̓στιν ὅτι ἡ
μὲν ἔντεχνος μέθοδος περὶ τὰς πίστεις ἐστίν, ἡ δὲ πίστις ἀπόδειξίς τις (τότε γὰρ πιστεύομεν
μάλιστα ὅταν ἀποδεδεῖχθαι ὑπολάβωμεν)” (1355a 5).
“It is clear, then, that rhetorical study, in its strict sense, is concerned with the modes of persua-
sion. Persuasion is clearly a sort of demonstration, since we are most fully persuaded when we
consider a thing to have been demonstrated” (Roberts, 1984).
103
Pedro José Posada Gómez
“la más firme de las pruebas por persuasión”150. El entimema es, pues, un
silogismo “y sobre el silogismo en todas sus variantes corresponde tratar a
la dialéctica, sea a toda ella, sea a una de sus partes...” (1355a 10)151. De lo
cual se sigue para Aristóteles que:
(…) el que mejor pueda teorizar a partir de qué y cómo se produce el silo-
gismo, ése será también el más experto en entimemas, con tal que llegue a
comprender sobre qué (materias) versa el entimema y qué diferencias tiene
respecto de los silogismos lógicos (λογικοὺς συλλογισμούς). (1355a 15)
Este párrafo termina con una aclaración importante para el tema de las
relaciones entre la Retórica y la Dialéctica, por un lado, y la Lógica (y la
Filosofía) por el otro:
150 “ἔστι δ’ ἀπόδειξις ῥητορικὴ ἐνθύμημα, καὶ ἔστι τοῦτο ὡς εἰπεῖν ἁπλῶς κυριώτατον τῶν
πίστεων”.
“The orator’s demonstration is an enthymeme, and this is, in general, the most effective of the
modes of persuasion” (Roberts, 1984).
151 “ τὸ δ’ ἐνθύμημα συλλογισμός τις, περὶ δὲ συλλογισμοῦ ὁμοίως ἅπαντος τῆς διαλεκτικῆς ἐστιν
ἰδεῖν”
“The enthymeme is a sort of syllogism, and the consideration of syllogisms of all kinds, with-
out distinction, is the business of dialectic, either of dialectic as a whole or of one of its branch-
es” (Roberts, 1984).
152 “The true and the approximately true are apprehended by the same faculty; it may also be noted
that men have a sufficient natural instinct for what is true, and usually do arrive at the truth.
Hence the man who makes a good guess at truth is likely to make a good guess at probabilities”
(Roberts, 1984).
“Τό τε γὰρ ἀληθὲς καὶ τὸ ὅμοιον τῷ ἀληθεῖ τῆς αὐτῆς ἐστι δυνάμεως ἰδεῖν, ἅμα δὲ καὶ οἱ
ἄνθρωποι πρὸς τὸ ἀληθὲς πεφύκασιν ἱκανῶς καὶ τὰ πλείω τυγχάνουσι τῆς ἀληθείας· διὸ πρὸς
τὰ ἔνδοξα στοχαστικῶς ἔχειν τοῦ ὁμοίως ἔχοντος καὶ πρὸς τὴν ἀλήθειάν ἐστιν.”
104
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
153 Quintín Racionero (1999, p. 167, n. 15) considera que la expresión usada por Aristóteles,
ἀπόδειξίς τις, no debe ser entendida como demostración en sentido estricto o ἀναλυτική, y
remite para su interpretación a Et. Nic. I, 3 y Top. I, 1, 100a 27- b 23. De todos modos no queda
clara la diferencia entre los dos tipos de demostración. Volveremos sobre ello.
154 No comparto la interpretación de Racionero (p. 169, n. 18), quien dice que: Aristóteles opone
‘silogismos lógicos’ a ‘silogismos analíticos’ (remite a Anal. Pos. I 22, 88a 8, 86a 22 y 88a 19),
y que por tanto, en el párrafo citado ‘silogismos lógicos’ debe entenderse como ‘silogismos
dialécticos’, contrapuestos a los silogismos retóricos o entimemas.
105
Pedro José Posada Gómez
Por lo demás, conviene que se sea capaz de persuadir sobre cosas contrarias,
como también sucede en los silogismos, no para hacerlas ambas (pues no
se debe persuadir de lo malo), sino para que no se nos oculte cómo se hace
y para que, si alguien utiliza injustamente los argumentos, nos sea posible
refutarlos con sus mismos términos. (1355a 30)155
155 “Further, we must be able to employ persuasion, just as strict reasoning can be employed, on
opposite sides of a question, not in order that we may in practice employ it in both ways (for
we must not make people believe what is wrong), but in order that we may see clearly what the
facts are, and that, if another man argues unfairly, we on our part may be able to confute him”
(Roberts, 1984). Q. Racionero anota que aquí Aristóteles resuelve el problema planteado en el
Gorgias platónico (466 ss.) subordinando la retórica a la ética “por medio de una apelación a la
verdad y al conocimiento” (pp. 170-171, n. 24).
156 ὅτι μὲν οὖν οὐκ ἔστιν οὐθενός τινος γένους ἀφωρισμένου ἡ ῥητορική.
“rhetoric is not bound up with a single definite class of subjects, but is as universal as dialectic”
(Roberts, 1984).
157 καὶ ὅτι χρήσιμος, φανερόν, καὶ ὅτι οὐ τὸ πεῖσαι ἔργον αὐτῆς, ἀλλὰ τὸ ἰδεῖν τὰ ὑπάρχοντα
πιθανὰ περὶ ἕκαστον, καθάπερ καὶ ἐν ταῖς ἄλλαις τέχναις πάσαις. (1355b 10)
“It is clear, further, that its function is not simply to succeed in persuading, but rather to discov-
er the means of coming as near such success as the circumstances of each particular case allow.
In this it resembles all other arts” (Roberts, 1984).
158 πρὸς δὲ τούτοις ὅτι τῆς αὐτῆς τό τε πιθανὸν καὶ τὸ φαινόμενον ἰδεῖν πιθανόν
“it is the function of one and the same art to discern the real and the apparent means of persua-
sion” (Roberts, 1984).
159 “just as it is the function of dialectic to discern the real and the apparent syllogism” (Roberts,
1984).
106
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Llamo ajenas al arte a cuantas no se obtienen por nosotros, sino que existían
de antemano, como los testigos, las confesiones bajo suplicio, los documen-
160 ἡ γὰρ σοφιστικὴ οὐκ ἐν τῇ δυνάμει ἀλλ’ ἐν τῇ προαιρέσει· πλὴν ἐνταῦθα μὲν ἔσται ὁ μὲν κατὰ
τὴν ἐπιστήμην ὁ δὲ κατὰ τὴν προαίρεσιν ῥήτωρ, ἐκεῖ δὲ σοφιστὴς μὲν κατὰ τὴν προαίρεσιν,
διαλεκτικὸς δὲ οὐ κατὰ τὴν προαίρεσιν ἀλλὰ κατὰ τὴν δύναμιν.
“What makes a man a ‘sophist’ is not his faculty, but his moral purpose. In rhetoric, however,
the term ‘rhetorician’ may describe either the speaker’s knowledge of the art, or his moral pur-
pose. In dialectic it is different: a man is a ‘sophist’ because he has a certain kind of moral pur-
pose, a ‘dialectician’ in respect, not of his moral purpose, but of his faculty” (Roberts, 1984).
161 Q. Racionero remite también a Met. III 2, 1004b 24-25.
162 Ἔστω δὴ ἡ ῥητορικὴ δύναμις περὶ ἕκαστον τοῦ θεωρῆσαι τὸ ἐνδεχόμενον πιθανόν.
“Rhetoric may be defined as the faculty of observing in any given case the available means of
persuasion” (Roberts, 1984).
163 “But rhetoric we look upon as the power of observing the means of persuasion on almost any
subject presented to us; and that is why we say that, in its technical character, it is not concerned
with any special or definite class of subjects.” (Roberts, 1984)
107
Pedro José Posada Gómez
tos y otras semejantes; y propias del arte, las que pueden prepararse con
método y por nosotros mismos, de modo que las primeras hay que utilizarlas
y las segundas inventarlas. (1355b 35)164
(…) significa el acto de la facultad por el que ésta elabora, de acuerdo con
un método, una red o trama de estructuras epistémicas que, o bien hacen la
causa probable y persuasiva, o bien cierta y demostrativa. En el caso más
saturado, es decir, en el caso en que la contradicción de la prueba sea imposi-
ble, se desemboca, así, en la ciencia; mientras que en los casos en que la con-
tradicción es posible, aunque no sea probable, se permanece en el dominio
de la dialéctica y de la persuasión... (Racionero,1999, pp. 175-176, n. 32)165
De entre las pruebas por persuasión, las que pueden obtenerse mediante el
discurso son de tres especies: unas residen en el talante del que habla, otras
en el disponer al oyente de alguna manera y, las últimas, en el discurso mis-
mo, merced a lo que éste demuestra o parece demostrar. (1356a)166
164 τῶν δὲ πίστεων αἱ μὲν ἄτεχνοί εἰσιν αἱ δ’ ἔντεχνοι. ἄτεχνα δὲ λέγω ὅσα μὴ δι’ ἡμῶν πεπόρισται
ἀλλὰ προϋπῆρχεν, οἷον (35) μάρτυρες βάσανοι συγγραφαὶ καὶ ὅσα τοιαῦτα, ἔντεχνα δὲ ὅσα διὰ
τῆς μεθόδου καὶ δι’ ἡμῶν κατασκευασθῆναι δυνατόν, ὥστε δεῖ τούτων τοῖς μὲν χρήσασθαι, τὰ
δὲ εὑρεῖν.
“Of the modes of persuasion some belong strictly to the art of rhetoric and some do not. By the
latter I mean such things as are not supplied by the speaker but are there at the outset-witnesses,
evidence given under torture, written contracts, and so on. By the former I mean such as we can
ourselves construct by means of the principles of rhetoric. The one kind has merely to be used;
the other has to be invented” (Roberts, 1984).
165 Racionero cita en apoyo de su tesis a P. Aubenque (1970, p. 16): “La dialéctica no se opone a
la ciencia, sino que es como la matriz de donde la ciencia se ha desgajado por un proceso de
especialización”.
166 τῶν δὲ διὰ τοῦ λόγου ποριζομένων πίστεων τρία εἴδη ἔστιν· αἱ μὲν γάρ εἰσιν ἐν τῷ ἤθει τοῦ
λέγοντος, αἱ δὲ ἐν τῷ τὸν ἀκροατὴν διαθεῖναί πως, αἱ δὲ ἐν αὐτῷ τῷ λόγῳ διὰ τοῦ δεικνύναι ἢ
φαίνεσθαι δεικνύναι.
“Of the modes of persuasion furnished by the spoken word there are three kinds. The first kind
108
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Representado esquemáticamente:
Con las pruebas propias del arte se trata pues de tres pruebas, referidas
al ethos (ἦθος) del orador, al pathos (πάθος) del auditorio y al logos (λόγος)
del argumento, pero que se definen por respecto al logos (λόγος), entendido
como discurso en general. Como aclara Q. Racionero (pp. 175-176, n. 33):
“Aristóteles significa con písteis las clases de enunciados persuasivos que
intervienen en la demostración oratoria, entendidas tales písteis como enun-
ciados del argumento”167.
Las pruebas por el talante del orador se producen “cuando el discurso es
dicho de tal forma que hace al orador digno de crédito” (1356a 5). Es decir,
que no se trata del prejuicio que se tiene de la persona del orador, sino del
que se construye en el discurso mismo. De igual modo, se persuade por la
disposición de los oyentes, “cuando estos son movidos a una pasión por
medio del discurso”. Y reitera el autor que los tratadistas se han limitado
a este tipo de pruebas. En fin, se persuade a los hombres por el discurso,
“cuando les mostramos la verdad, o lo que parece serlo, a partir de lo que es
convincente en cada caso”.
depends on the personal character of the speaker; the second on putting the audience into a
certain frame of mind; the third on the proof, or apparent proof, provided by the words of the
speech itself” (Roberts, 1984).
167 Racionero agrega la referencia al mismo asunto que aparece en la Poética: “lo que concierne a
la inteligencia (diánoia) debe tener su lugar en los tratados consagrados a la retórica (...) Per-
tenecen a la inteligencia todas aquellas cosas que han de ser dispuestas apó tou lógou. Partes
de esa totalidad de cosas son el demostrar y el refutar, el excitar las pasiones —tales como la
compasión, la cólera y todas las otras pasiones de este género— y el amplificar y disminuir”
(Poét. 19, 1456b, como se citó en Racionero, 1999).
109
Pedro José Posada Gómez
110
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Ejemplo
Para Aristóteles, “toda cuestión sobre una cosa o sobre una persona se
demuestra o bien aportando un silogismo o bien por medio de ejemplos”
171 τῶν δὲ διὰ τοῦ δεικνύναι ἢ φαίνεσθαι δεικνύναι, καθάπερ καὶ ἐν τοῖς διαλεκτικοῖς τὸ μὲν
ἐπαγωγή ἐστιν, τὸ δὲ συλλογισμός, τὸ δὲ φαινόμενος συλλογισμός, καὶ ἐνταῦθα ὁμοίως· ἔστιν
γὰρ τὸ μὲν παράδειγμα ἐπαγωγή, τὸ δ’ ἐνθύμημα συλλογισμός, τὸ δὲ φαινόμενον ἐνθύμημα
φαινόμενος συλλογισμός . καλῶ δ’ ἐνθύμημα μὲν ῥητορικὸν συλλογισμόν, παράδειγμα δὲ
ἐπαγωγὴν ῥητορικήν.
“With regard to the persuasion achieved by proof or apparent proof: just as in dialectic there is
induction on the one hand and syllogism or apparent syllogism on the other, so it is in rhetoric.
The example is an induction, the enthymeme is a syllogism, and the apparent enthymeme is an
apparent syllogism” (Roberts, 1984).
111
Pedro José Posada Gómez
Puesto que ningún arte se ocupa de lo singular (…) de igual manera tampoco
la retórica aporta un conocimiento teórico sobre lo que es plausible de un
modo singular (…) sino sobre lo que lo es respecto de una clase, como tam-
bién hace la dialéctica. (1356b 30-35)
172 Hay un aparente lapsus en el texto de Gredos —que aparece correcto en la edición de Aguilar,
p. 119—, anotando ‘inducción’ (ἐπάγοντα) en vez de ‘ejemplo’. Igualmente la versión inglesa
de Roberts (1984) anota ‘inductions’.
173 “Anal. Pr. II 23 (en especial, 68b 9-14) y Anal. Post. I 18, 81a 39- b42. La aplicación, según el
modelo de los Analíticos, de los métodos deductivo-inductivo a la filosofía práctica de Aristó-
teles se encuentra igualmente en Ét. Nic. VI 3, 1139b 27.” (Racionero, 1999, p. 180, n. 44).
174 Nótese que esta doble posibilidad incluye, en la analogía, tanto a los silogismos necesarios o
demostrativos como a los silogismos probables.
175 ὅτι τὸ μὲν ἐπὶ πολλῶν καὶ ὁμοίων δείκνυσθαι ὅτι οὕτως ἔχει ἐκεῖ μὲν ἐπαγωγή ἐστιν ἐνταῦθα
δὲ παράδειγμα, τὸ δὲ τινῶν ὄντων ἕτερόν τι διὰ ταῦτα συμβαίνειν παρὰ ταῦτα τῷ ταῦτα εἶναι
ἢ καθόλου ἢ ὡς ἐπὶ τὸ πολὺ ἐκεῖ μὲν συλλογισμὸς ἐνταῦθα δὲ ἐνθύμημα καλεῖται.
“When we base the proof of a proposition on a number of similar cases, this is induction in
dialectic, example in rhetoric; when it is shown that, certain propositions being true, a further
and quite distinct proposition must also be true in consequence, whether invariably or usually,
this is called syllogism in dialectic, enthymeme in rhetoric” (Roberts, 1984).
176 Recordemos que algo semejante dijo en los Tópicos I 12, 105a 16 en relación con los silogis-
mos y las comprobaciones (inducciones): “La comprobación es un argumento más convincente
y claro, más accesible a la sensación y común a la mayoría, mientras que el razonamiento es
más fuerte y más efectivo frente a los contradictores” (105a 16-19).
112
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
La tarea de esta última (la retórica) versa, por lo tanto, sobre aquellas mate-
rias sobre las que deliberamos y para las que no disponemos de artes especí-
ficas, y ello en relación con oyentes de tal clase que ni pueden comprender
sintéticamente en presencia de muchos elementos ni razonar mucho rato se-
guido. (1357a)177
Lo último sugiere una diferencia entre las dos artes por relación al pú-
blico al cual se dirigen. Lo primero no parece establecer diferencia, pues
ambas, retórica y dialéctica, se ocupan de asuntos sobre los que debemos
deliberar, es decir, sobre aquello “que puede resolverse de dos modos, ya
que nadie da consejos sobre lo que él mismo considera que es imposible que
haya sido o vaya a ser o sea de un modo diferente, pues nada cabe hacer en
estos casos” (1357a 5). Con lo cual, además, quedan adscritas ambas dis-
ciplinas a la filosofía práctica —o al menos la retórica, según Q. Racionero
(p. 183, n. 52)—.
Y continúa con otra diferencia entre retórica y dialéctica, que es el reflejo
de la anterior: En la dialéctica “es posible concluir silogismos y proceder
por deducción en aquellas cuestiones que, o bien han sido ya antes estable-
cidas a partir de silogismos, o bien no proceden de silogismos pero requie-
ren de ellos por no ser de opinión común”. Pero, en la retórica, el primer
tipo de razonamiento “no puede seguirse bien a causa de su longitud (pues
se supone que el que juzga es un hombre sencillo)”, mientras que el otro “no
es convincente por no proceder de premisas ya reconocidas o plausibles”178.
De allí que sea necesario
(…) que el entimema y el ejemplo versen sobre aquellas cosas que pueden
ser de otra manera (…) y todo ello a partir de pocas premisas, incluso menos
de las que consta el silogismo de la primera figura. Porque si alguna de estas
premisas es bien conocida, no hace falta enunciarla. (1357a 15-17)179
177 “The duty of rhetoric is to deal with such matters as we deliberate upon without arts or systems
to guide us, in the hearing of persons who cannot take in at a glance a complicated argument,
or follow a long chain of reasoning” (Roberts, 1984).
178 Recuérdese que los problemas y las tesis, en la dialéctica, y especialmente en sus silogismos
críticos o ‘examinativos’, pueden partir de premisas controvertidas y aun paradójicas.
179 “It is possible to form syllogisms and draw conclusions from the results of previous syllogisms;
or, on the other hand, from premisses which have not been thus proved, and at the same time
are so little accepted that they call for proof. Reasonings of the former kind will necessarily be
hard to follow owing to their length, for we assume an audience of untrained thinkers; those of
the latter kind will fail to win assent, because they are based on premisses that are not generally
admitted or believed.
The enthymeme and the example must, then, deal with what is in the main contingent, (…),
about such matters. The enthymeme must consist of few propositions, fewer often than those
113
Pedro José Posada Gómez
which make up the normal syllogism. For if any of these propositions is a familiar fact, there is
no need even to mention it…” (Roberts, 1984).
114
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Porque cuando se cree que ya no es posible refutar una tesis, se piensa en-
tonces que se aduce un argumento concluyente en la medida en que se aduce
180 τὸ μὲν γὰρ εἰκός ἐστι τὸ ὡς ἐπὶ τὸ πολὺ γινόμενον, οὐχ ἁπλῶς δὲ καθάπερ ὁρίζονταί τινες, ἀλλὰ
τὸ περὶ τὰ ἐνδεχόμενα ἄλλως ἔχειν, οὕτως ἔχον πρὸς ἐκεῖνο πρὸς ὃ εἰκὸς ὡς τὸ καθόλου πρὸς
τὸ κατὰ μέρος.
“A probability is a thing that usually happens; not, however, as some definitions would suggest,
anything whatever that usually happens, but only if it belongs to the class of the ‘contingent’ or
‘variable’. It bears the same relation to that in respect of which it is probable as the universal
bears to the particular” (Roberts, 1984).
El orden sugerido parece ser “Si todos los A son B, es probable que estos A sean B”, aunque
parece más evidente el orden inverso: “si estos A son B, es probable que todos los A sean B”,
es decir, de lo particular a lo universal.
181 τῶν δὲ σημείων τὸ μὲν οὕτως ἔχει ὡς τῶν καθ’ ἕκαστόν τι πρὸς τὸ καθόλου, τὸ δὲ ὡς τῶν
καθόλου τι πρὸς τὸ κατὰ μέρος. τούτων δὲ τὸ μὲν ἀναγκαῖον τεκμήριον, τὸ δὲ μὴ ἀναγκαῖον
ἀνώνυμόν ἐστι κατὰ τὴν διαφοράν. ἀναγκαῖα μὲν οὖν λέγω ἐξ ὧν ίνεται συλλογισμός· διὸ καὶ
τεκμήριον τὸ τοιοῦτον τῶν σημείων ἐστίν·
“Of Signs, one kind bears the same relation to the statement it supports as the particular bears
to the universal, the other the same as the universal bears to the particular. The infallible kind
is a ‘complete proof’ (tekmerhiou); the fallible kind has no specific name. By infallible signs I
mean those on which syllogisms proper may be based: and this shows us why this kind of Sign
is called ‘complete proof’” (Roberts, 1984).
115
Pedro José Posada Gómez
182 ὅταν γὰρ μὴ ἐνδέχεσθαι οἴωνται λῦσαι τὸ λεχθέν, τότε φέρειν οἴονται τεκμήριον ὡς δεδειγμένον
καὶ πεπερασμένον· τὸ γὰρ τέκμαρ καὶ πέρας ταὐτόν ἐστι κατὰ τὴν ἀρχαίαν γλῶτταν.
“when people think that what they have said cannot be refuted, they then think that they are
bringing forward a ‘complete proof’, meaning that the matter has now been demonstrated and
completed (peperhasmeuou); for the word ‘perhas’ has the same meaning (of ‘end’ or ‘bound-
ary’) as the word ‘tekmarh’ in the ancient tongue” (Roberts, 1984).
116
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Sócrates es sabio
Sócrates es justo
________________________
∴Todos los sabios son justos
Y
[Toda mujer que tiene leche ha dado a luz]
Esta mujer tiene leche
___________________________________
∴ Esta mujer ha dado a luz
Es decir:
[Todo el que respire agitadamente tiene fiebre] ¿?
X respira agitadamente
_______________________________________
∴ X tiene fiebre
117
Pedro José Posada Gómez
(…) no hay una relación de la parte con el todo, ni del todo con la parte, ni
del todo con el todo, sino de la parte con la parte y de lo semejante con lo
semejante: cuando se dan dos proposiciones del mismo género, pero una es
más conocida que la otra, entonces hay un ejemplo, como cuando se afir-
ma que Dionisio, si pide una guardia, es que pretende la tiranía. Porque, en
efecto, como con anterioridad también Pisístrato solicitó una guardia cuando
tramaba esto mismo y, después que la obtuvo, se convirtió en tirano, e igual
hicieron Teágenes en Mégara y otros que se conocen, todos estos casos sir-
ven de ejemplo en relación con Dionisio, del que todavía no se sabe si la pide
por eso. Por consiguiente, todos estos casos quedan bajo la misma proposi-
ción universal de que quien pretende la tiranía, pide una guardia. (1357b 35)
183 Anota Racionero (p. 189, n. 64) que esta referencia al “método dialéctico de los silogismos”,
“sólo puede significar que la ciencia analítica no es más que la culminación de la dialéctica
formal”.
118
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
119
Pedro José Posada Gómez
Relacionando las dos citas, vemos que en el discurso judicial se usan los
entimemas para demostrar y establecer las causas de los hechos; mientras
que en el discurso deliberativo, los ejemplos tomados del pasado permiten
sustentar los pronósticos sobre el futuro.
Terminaremos este capítulo con una breve revisión del Libro II, espe-
cialmente de su tercera parte. Pues, como es sabido, en la primera parte se
presentan las pasiones; en la segunda, los caracteres; mientras que la tercera
amplía el tema de los lugares comunes a todos los géneros de discursos (Tó-
pica mayor), y el de las pruebas por persuasión comunes a los tres géneros
oratorios: el ejemplo, las máximas y los entimemas (incluyendo los lugares
comunes de los entimemas, o tópica menor), además de un capítulo dedica-
do a los entimemas aparentes y otro dedicado a la refutación.
En el inicio de este Libro II, Aristóteles plantea que:
184 ὅπερ γὰρ καὶ πρότερον εἰρηκότες τυγχάνομεν ἀληθές ἐστιν, ὅτι ἡ ῥητορικὴ σύγκειται μὲν ἔκ τε
τῆς ἀναλυτικῆς ἐπιστήμης καὶ τῆς περὶ τὰ ἤθη πολιτικῆς, ὁμοία δ’ ἐστὶν τὰ μὲν τῇ διαλεκτικῇ
τὰ δὲ τοῖς σοφιστικοῖς λόγοις.
“The truth is, as indeed we have said already, that rhetoric is a combination of the science of
logic and of the ethical branch of politics; and it is partly like dialectic, partly like sophistical
reasoning” (Roberts, 1984).
120
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) puesto que la retórica tiene por objeto formar un juicio (dado que tam-
bién se juzgan las deliberaciones y la propia acción judicial es un acto de
juicio), resulta así necesario atender, a los efectos del discurso, no solo a que
sea demostrativo y digno de crédito, sino también a cómo ha de presentarse
uno mismo y a cómo inclinará a su favor al que juzga. (1377b 20)
(...) el uso de los discursos convincentes tiene por objeto formar un juicio
(...); como también se usa del discurso aun si se dirige a una sola persona,
para aconsejarla o disuadirla... (porque no por ser uno solo se es menos juez,
dado que aquel a quien se pretende persuadir, ese es, hablando absolutamen-
te, juez); como además, si alguien habla contra un contrincante o contra una
proposición, esto da lo mismo (pues también es forzoso usar del discurso
para refutar los argumentos contrarios, contra los cuales, como si se tratase
de un contrincante, se hace el discurso) e igualmente sucede en los discursos
epidícticos (en el cual el discurso se dirige al espectador como si fuera un
juez...). (1391b 5-15)
121
Pedro José Posada Gómez
Aquí, como bien anota Racionero (p. 424, n. 298), el acuerdo sobre las
premisas es lo que hace al silogismo (retórico y dialéctico) ‘demostrativo’
(δεικτικά), mientras que los silogismos refutativos (ἐλεγκτικοὶ συλλογισμοί)
son “aquellos que hacen notar que sobre las opiniones del contrario no hay
acuerdo, es decir, que no son plausibles”.
El capítulo 24 está dedicado a los entimemas aparentes (análogos de los
silogismos aparentes), también llamados aquí ‘paralogismos’ (y, posterior-
mente, falacias). Aristóteles retoma aquí algunas de las falacias examinadas
en las Refutaciones sofísticas, y agrega un nuevo tipo de falacia típicamente
retórica, la exageración o deinosis (Racionero, pp. 451-452, n. 401).
Finalmente, el capítulo 25 se refiere a la refutación. La refutación se hace
o bien mediante un contrasilogismo o bien aduciendo una objeción. Dado
que los silogismos retóricos provienen, generalmente, de opiniones plausi-
bles; y que muchas de estas opiniones son contrarias entre sí; los contrasilo-
gismos encuentran allí la materia para su formación (1402a 23).
Por otro lado, como la mayoría de los entimemas se forman a partir de lo
probable (“que no es lo que sucede siempre sino la mayoría de las veces”):
122
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) resulta así palmario que todos estos entimemas son refutables aducien-
do una objeción, pero se trata de una objeción aparente y no siempre verda-
dera, puesto que el que la propone no refuta que la cosa de que se trata no sea
probable, sino que no es necesaria. (1402b 23)
Pero “no basta con refutar que algo no es necesario, sino que se debe
refutar también que sea probable” (1402a 35). Incluso se puede refutar un
argumento concluyente (y el entimema que se basa en él) “demostrando que
el argumento alegado no es pertinente” (1403a 15).
Así, en conclusión, Aristóteles construye su versión de la retórica tenien-
do como marco de referencia los tipos de razonamiento que había estudiado
en la dialéctica (Tópicos y Refutaciones sofísticas), por lo cual su retórica
no es opuesta al razonamiento dialéctico (y lógico) sino que muestra un
uso persuasivo de los razonamientos analizados en sus obras previas. En
este sentido, la retórica es homóloga de la dialéctica, un “esqueje” de ella,
y contiene un componente estrictamente racional en las “pruebas” (πίστεις)
propias del arte, que son los entimemas y ejemplos.
123
PARTE II
185 Traducción de The uses of argument, editado en 1958 por Cambridge University Press. En este
mismo prólogo afirma que más adelante cayó en la cuenta de que “Aristóteles era más prag-
matista, y menos formalista, de lo que habían considerado los historiadores por norma general
desde la Alta Edad Media” (p. 10).
Capítulo 4
187 “Ya que... la discusión con un único interlocutor o incluso la deliberación íntima dependen,
para nosotros, de una teoría general de la argumentación, la idea que tenemos del objeto de
nuestro estudio, lógicamente, rebasa con mucho al de la retórica clásica”, dicen P-O en la in-
troducción del Tratado de la argumentación (1989, p. 38). La expresión “retórica clásica” no se
opone todavía aquí a “retórica antigua”, como sucederá después en el Imperio Retórico, donde
la primera (clásica) se referirá a la retórica que parte de Petrus Ramus y la segunda (antigua) a
aquella de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano.
128
A los métodos que permiten acceder al conocimiento científico, a la con-
templación de verdades eternas, Aristóteles añade, en su Órganon, las téc-
nicas dialécticas y retóricas, indispensables cuando se trata de hablar del
elogio y de la censura, de lo justo y de lo injusto, de lo conveniente y de lo
inconveniente, es decir, las técnicas que debemos utilizar para examinar y
exponer de una manera razonable los problemas concernientes a los valores.
(1969/1970, p. 220)
188 Cita de Aristóteles, Retórica, Libro I, 1357 a. (sigo la traducción de Racionero, 1999, p. 182).
Pedro José Posada Gómez
130
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
tóteles, entre lógica, dialéctica y retórica (si bien el estagirita no las confun-
día ni subordinaba la una a la otra).
Sin entrar, por ahora, a examinar la asimilación que hace la Nueva Re-
tórica de los razonamientos dialécticos y retóricos, retengamos que con el
énfasis en la oposición entre el razonamiento analítico y el persuasivo, en
la Nueva Retórica tienden a desaparecer los vínculos de la lógica con la
dialéctica y la retórica.
131
Pedro José Posada Gómez
En este mismo ensayo se señala el peligro ético que, para los autores
(Perelman y Olbrechts-Tyteca), representó el enfoque logicista y formalista
de la razón, que condenó al irracionalismo, al ciego decisionismo, o a la
violencia, la solución de los problemas de la razón práctica:
Las luchas incesantes que, desde Descartes, han opuesto los racionalistas a
sus adversarios en la tradición filosófica occidental, han contribuido a re-
forzar una tesis común en los dos campos, la de la unión de la razón a los
razonamientos necesarios. Lo racional se extiende a los dominios que se
cree están sometidos a las pruebas apodícticas, y todo lo que no es suscep-
tible de una prueba necesaria se califica como irracional: Ahora bien, me
parece que es esta tesis común, esta concepción de la razón, la que es inade-
cuada, y es responsable, en gran parte, del camino sin salida en el cual se
encuentra el racionalismo contemporáneo. En efecto, las dos actitudes que
el racionalismo podría adoptar, parecen ambas desastrosas: o bien él limita
la competencia de la razón al dominio explorado por la lógica formal y las
matemáticas, mientras abandona a lo irracional el dominio de la experiencia
y de la acción, y amplía otro tanto el campo donde la violencia es el principal
elemento de decisión; o bien extiende el dominio de la razón apodíctica, y
excluye, por este mismo hecho, del dominio examinado, todo lo que es re-
lativo a la individualidad y a la libertad humanas, a la cultura y a la historia,
pues sólo se puede ver como un obstáculo para la razón inmutable y eterna a
las condiciones individuales, sociales e históricas de su puesta en obra. Y lo
que es grave para un racionalista, es que esta extensión de la razón por fuera
de lo formal, no puede justificarla por procedimientos conformes a lo que
considera como racional, sino gracias a una construcción metafísica más o
menos frágil. De otra parte, esta misma concepción inadecuada de la razón,
concebida como una facultad del razonamiento necesario, es responsable, a
la vez, de una limitación indebida de la lógica moderna, de la insuficiencia
de las concepciones modernas de la inducción, de la inexistencia de una
metodología filosófica de las ciencias humanas y de la ausencia de una lógi-
ca adecuada de los juicios de valor, que pueda suministrar las razones para
una decisión humana. (Perelman, 1952/1963, p. 4)
¿Si este análisis de las ciencias formales ha sido tan fecundo, no podría em-
prenderse un análisis semejante en el dominio de la filosofía, del derecho, de
132
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
133
Pedro José Posada Gómez
(...) ya Aristóteles había analizado las pruebas dialécticas al lado de las de-
mostraciones analíticas, las que conciernen a lo verosímil junto a las que son
necesarias, las que sirven para la deliberación y la argumentación junto a las
que se emplean en la demostración. (Perelman-Olbrechts, 1958/1989, p. 33)
Nótese que, aunque los autores hablan de que las pruebas de cada tipo
estaban, en Aristóteles, “al lado de” las del otro tipo, P-O no toman en con-
sideración que ya desde los Tópicos y las Refutaciones sofísticas, las prue-
bas demostrativas son un tipo de argumento dialéctico. Idea que expuse en
el capítulo 1 de esta tesis y que fue planteada por P. Aubenque (y que será
asumida luego por P-O cuando planteen el “primado de la razón práctica”
sobre la razón teórica).
Ya en Lógica y retórica habían planteado esta oposición entre dos tipos
de prueba:
134
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Las distinciones anteriores servirán a los autores para puntualizar las di-
ferencias entre la Nueva Retórica o Teoría de la argumentación y la lógica
formal, cuya presentación podemos sintetizar en cinco puntos, siguiendo el
artículo Logique et Rhétorique, así:
135
Pedro José Posada Gómez
136
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Así que en una discusión, dos adversarios que buscan convencerse el uno al
otro pueden ambos ver sus opiniones modificadas por el punto de vista del
contendiente. Ellos terminan en un compromiso que será diferente tanto de
la tesis del uno como de la del otro, a lo que no se podría llegar razonando
en un sistema deductivo fijado unívocamente. (Perelman-Olbrechts, 1952,
pp. 28-29)
137
Pedro José Posada Gómez
Las consideraciones que preceden nos parecen suficientes para poder afirmar
que el dominio de la argumentación retórica no puede ser reducido por un es-
fuerzo, por avanzado que sea, de retrotraerla, sea a la argumentación lógica,
sea a la sugestión pura y simple. (Perelman-Olbrechts, 1952, p. 33)
189 Resumo lo dicho por Adolfo León Gómez (2001/2006) en Seis conferencias sobre Teoría de la
Argumentación, quien se inspira, en parte, en un texto de Gochet.
138
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
139
Pedro José Posada Gómez
140
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Creo que es justo decir que la Nueva Retórica es principalmente eso, una
teoría sobre la retórica, que además puede reclamar pertinencia como teoría
dialéctica por dos razones: 1) Por la ya mencionada recuperación del tipo
de argumentos que Aristóteles llamó dialécticos en los Tópicos y las Refu-
taciones sofísticas; y 2) Por las constantes alusiones a la situación dialéctica
(diálogo, debate, controversia) que aparecen diseminadas en el Tratado de
la argumentación y en otras obras de P-O, o de Perelman solo.
Es importante, de todos modos, señalar aquí la diferencia fundamental
de la Nueva Retórica con la dialéctica aristotélica. Tal como lo ha recordado
F. Jacques (y lo hemos mostrado en la primera parte de este trabajo):
(...) para Aristóteles, los razonamientos dialécticos, lo mismo que los pro-
piamente retóricos, se presentan como formalmente rigurosos. En principio,
ellos pueden ser llevados al modelo silogístico. Ya sean sus conclusiones
reales o aparentes, que se apoyen en premisas establecidas como verdaderas
o meramente aceptadas, ellos muestran al menos una necesidad relativa. El
dialéctico que discute, el orador que persuade, emplean un razonamiento tan
riguroso como el del profesor que expone. Sólo el contexto de aplicación del
razonamiento, y por tanto su punto de partida, difieren. (Jacques, 1979, pp.
50-51)
142
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
No hay que olvidar que la lógica formal surgió como una forma de análisis
del razonamiento cotidiano. Que, desde la antigüedad, la lógica estuvo vincu-
lada con la dialéctica, siendo a veces un complemento de ella, o siendo incluso
identificada con ella. Paralelamente, la relación de la retórica con la dialéc-
tica ha sido de “sempiterna unión y rivalidad” (Mortara, 1988/1991, p. 327).
En la obra de Perelman-Olbrechts la relación de la lógica con la Nueva
Retórica parece haber pasado por varias etapas: 1. Una de oposición, que se
puede ver en el libro Logique et Rhétorique (1950); 2. Otra de complemen-
tariedad, como se expresa en algunos pasajes del Tratado de la argumen-
tación190; y 3. Al final, una de inclusión de la lógica en la retórica, como lo
aclara Olbrechts-Tyteca en una nota al pie del artículo de 1963: “Rencontre
avec la rhétorique”:
190 “Los lógicos deben completar con una teoría de la argumentación la teoría de la demostración
así obtenida” (Perelman y Olbrechts, 1989, p. 42). (Cfr. Perelman, 1997, p. 23).
191 Debo esta observación al profesor Adolfo León Gómez, quien la ha desarrollado en un trabajo
de investigación inédito hasta la fecha.
143
Pedro José Posada Gómez
Para justificar esta clasificación, el autor se vale de la que llama “la idea
de razón dialéctica” de Perelman (pp. 128-129). Esta la encuentra en el “do-
ble movimiento de la razón y la voluntad” —que plantea Perelman en el ar-
tículo “Lo que una reflexión sobre el derecho puede aportar al filósofo”—,
como una dialéctica que permite, al juez, pasar de las premisas (normas y
hechos) a las decisiones judiciales. De estos dos polos de la “razón dialécti-
ca”, la razón y la voluntad, el primero es el “polo objetivo” (la razón como
“el conjunto de estructuras que determinan los marcos de una acción” con
base en el conocimiento de la realidad) y el segundo es el “polo subjetivo”
(la voluntad como “las decisiones que precisan, adaptan y modifican esos
marcos de acción”, con base en los valores admitidos)192.
192 R. Schmetz se apoya en una cita del artículo de Perelman titulado “Ce qu’une réflexion sur le
droit peut apporter au philosophe”, en Éthique et droit (1962, p. 439).
144
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
145
Pedro José Posada Gómez
146
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
147
Pedro José Posada Gómez
148
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
195 El concepto de nociones confusas fue desarrollado por E. Dupreèl y Ch. Perelman. Para una
presentación sistemática de este concepto véase: Adolfo León Gómez (2004).
196 La edición colombiana del Imperio cambió la palabra “separar” (dègager) por “superar” (Perel-
man, 1997, p. 184).
149
Pedro José Posada Gómez
decir planteando una pregunta que nos permite una primera interpretación
a las nociones de eficacia y validez: “¿El argumento fuerte es aquel que
persuade eficazmente, o aquel que debería convencer a todo espíritu razo-
nable?” y agrega:
150
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
151
Pedro José Posada Gómez
152
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Por otro lado, ¿no aspiran los miembros de todo partido y secta a que
los demás (en el límite, todos) acepten sus tesis (o al menos, les den reco-
nocimiento)? y si examinamos el asunto desde un punto de vista subjetivo,
¿podemos distinguir con claridad cuándo una argumentación nos ha con-
vencido o nos ha persuadido? ¿El test del acuerdo intersubjetivo permite
distinguir entre lo que nos persuade y lo que nos convence? La respuesta no
parece fácil de encontrar.
En 1979 (127-128), Leo Apostel presentó un intento de precisar la idea
de fuerza de un argumento. Según Apostel, los autores del Tratado de la
Argumentación no presentan una definición de la noción de “fuerza de un
argumento”, ni un listado completo de criterios operacionales que permitan
determinar la fuerza de los argumentos; se limitan a enumerar algunas ca-
racterísticas esenciales de las que depende esta “fuerza”.
Apostel sintetiza estos factores en cuatro, que presenta como parámetros
comparativos de la fuerza de un argumento A1 frente a un argumento A2.
Dicho en forma breve, un argumento A1 es más fuerte que uno A2 si:
A. A1 tiene mayor grado de aceptación ante el auditorio que los considera.
B. A1 es más relevante o pertinente para el orador y el auditorio.
C. Existen menos contra-argumentos frente a A1 que frente a A2.
D. El auditorio Gi considera que A1 es más válido que A2, para un audito-
rio Gj de rango superior.
197 Creo que aquí Apostel confunde el carácter ambiguamente normativo y descriptivo de la noción
confusa de fuerza, con la posible ambigüedad del concepto de validez, que, como hemos visto,
es el componente normativo de la fuerza.
153
Pedro José Posada Gómez
198 Apostel complementa los anteriores criterios de fuerza con una lista de 6 máximas, adaptadas
del “cálculo de los placeres” propuesto por J. Bentham, bajo el lema: “Argumenta de tal manera
que maximices la fuerza de tus argumentos”. Las máximas son:
1. “Use argumentos que produzcan en su audiencia una adhesión tan intensa como sea posible”.
2. “Use argumentos que produzcan creencias en su público, tanto tiempo como sea posible”.
3. “Use argumentos que produzcan tan probablemente como sea posible los efectos uno y dos”.
4. “Use argumentos que persuadan a su audiencia de la proposición que usted desea, sin que al
mismo tiempo lo persuadan de proposiciones que usted no deseaba, es decir, use argumentos
puros”.
5. “Use argumentos que produzcan la persuasión que usted desea, pero que con el tiempo no
causen persuasiones indeseadas”.
6. Use los argumentos que produzcan los efectos anteriores, “en el menor tiempo posible y con
el menor esfuerzo posible”.
7. “Use argumentos que sean aceptables para su público”.
Nótese que estas máximas parecen adolecer de cierta circularidad, pues no es posible aplicarlas
si no se tiene ya un conocimiento previo de la fortaleza del argumento que se debe usar en cada
caso.
154
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
155
Capítulo 5
199 Citaré además la traducción castellana: Toulmin, S. E. (2007), Los usos de la argumentación
(Morras y Pineda, Trads.). Barcelona: Ediciones Península.
200 Citado por Toulmin en el Prólogo a la edición actualizada, julio de 2002.
201 Esta pretensión de construir un “nuevo organón” no es formulada explícitamente por Toulmin.
Aunque debe parecer exagerada, recordemos que los Tópicos de Aristóteles fueron en principio
el programa inicial para fundamentar la disciplina dialéctica, programa que continuó con la
elaboración del proyecto de una ciencia analítica, la lógica formal, como hemos mostrado en la
primera parte de este trabajo.
Pedro José Posada Gómez
202 Contra esta lectura de los Analíticos de Aristóteles he intentado mostrar en la primera parte de
este trabajo que lo que el estagirita tenía en mente era el análisis de la forma de argumentación
que le permitía a las ciencias hacer demostraciones, más que una ciencia de la demostración.
203 En Toulmin, Janik y Rieke (1979, p. 9), se destaca también esta función crítica de la argumenta-
ción: “Reasoning is thus not a way of arriving at ideas but rather a way of testing ideas critica-
lly.”
158
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
204 Esta exigencia de “crítica racional” emparenta a Toulmin con Perelman; ambos reivindican la
racionalidad a la que pueden aspirar las deliberaciones de la razón práctica.
159
Pedro José Posada Gómez
sarse en términos formales; no como un mero silogismo (...) sino como una
deducción estrictamente concluyente según la geometría euclidiana” (p. 9).
Toulmin agrega que este ideal geométrico tendría su origen en la tra-
dición platónica y habría sido retomado por Descartes y los racionalistas
modernos y contemporáneos205.
Ya en la Introducción de la obra encontramos dos pistas para aclarar
la noción de ‘lógica’ que emplea el autor. Aparecen en el contexto de la
respuesta a la pregunta: ¿qué clase de ciencia puede esperar llegar a ser la
lógica?206 Toulmin pasa revista crítica a cuatro respuestas comunes:
a. La lógica trata de las leyes del pensamiento (modelo psicológico).
b. La lógica es el estudio de los hábitos de inferencia (modelo sociológico,
representado aquí por el filósofo J. Dewey, para quien, según Toulmin
(2007, p. 20): “... el lógico es un estudioso de los hábitos de inferencia
apropiados y de los cánones racionales de inferencia”207).
c. La lógica es el “arte de pensar” (que remite al título del conocido libro
de la escuela de Port-Royal).
d. La lógica es una ciencia objetiva, que estudia las “relaciones lógicas” y
su modelo implícito es la matemática pura (p. ej. Carnap).
205 El autor remite, para la sustentación de esta tesis, a sus obras: Cosmopolis - The Hidden Agenda
of Modernity (1990) y Regreso a la razón (s.f.). Al final citaremos un amplio pasaje de Cos-
mopolis en el que Toulmin sintetiza la pérdida del ideal humanista en el paso al racionalismo
cartesiano.
206 Tema que ya había planteado Toulmin en su artículo: “What Kind of Discipline is Logic?” (Mar.,
1955).
207 Toulmin cita el texto de Dewey: Logic: the theory of enquiry.
208 El autor ha hecho una aclaración previa que parece más dirigida a la cuarta concepción: “inferir
no siempre implica calcular”. Idea que retomará Alfredo Deaño en su libro Concepciones de la
lógica. Aunque para Deaño se trata también de ver cuánto de cálculo hay en el razonamiento.
160
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
segunda cita que nos da una pista muestra ya algunos de los términos que
serán típicos del modelo de Toulmin:
209 El profesor Adolfo León Gómez (en un trabajo inédito titulado Los modelos jurídicos de las teo-
rías argumentativas de Perelman y Toulmin) ha comparado este recurso de Toulmin al modelo
legal con el uso que hace Perelman del mismo modelo para su Nueva Retórica. La conclusión
del profesor Gómez es que hay una diferencia básica entre ambos acercamientos, pues mientras
que el modelo de Toulmin sería el del alegato del litigante, el de Perelman sería el del juez.
210 Resalto los conceptos de “proceso” (judicial o racional) y “procedimientos”, que serán retoma-
dos más adelante.
211 Traduzco del texto inglés.
161
Pedro José Posada Gómez
Desde este punto de vista se podrá decir que un argumento sólido (“una
afirmación bien fundamentada y firmemente respaldada”) es aquel (aquella)
que resiste a la crítica212. Con lo que queda señalado un aspecto dialéctico
en este criterio, que, me parece, no es desarrollado por el autor. Insistiendo
en el modelo jurídico nos dirá, al final de la Introducción que “... las pre-
tensiones extra-judiciales deben ser justificadas, no ante los jueces de Su
Majestad, sino ante el ‘Tribunal de la Razón’”. Y dirá la consigna ética que
regirá su pesquisa: “Nuestro tema será la prudentia, no simplemente del
ius, sino de manera más general de la ratio” (p. 26). No obstante, ha dicho
previamente que “a Aristóteles, como ateniense, el trecho que va de la ar-
gumentación ante un tribunal a la argumentación en el Liceo o en el Ágora
le habría parecido todavía menor de lo que nos parece a nosotros” (p. 25).
212 Una idea semejante será planteada por Leo Apostel (1979, pp. 127-128) en su ensayo: “What is
the force of an argument?”.
162
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
213 Véanse, sin embargo, nuestras consideraciones en 2.3.1., y en las notas 135 y 136.
214 En su Prólogo a la edición española del Tratado de la argumentación de Perelman-Olbrechts,
Jesús González Bedoya anota que: “Carnap reconoce (al final) que la lógica formal no sirve para
la vida” (1989, p. 11).
163
Pedro José Posada Gómez
215 Aquí Toulmin cita el mismo pasaje de Dewey que citará en la Introducción del libro del 58,
aunque, como vimos, allí es usado para ilustrar la concepción psicologista de Dewey.
164
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
216 Toulmin comenta un pasaje del libro de Carnap: Logical foundations of probability (1950, p.
39).
217 En el Prefacio de 1957, Toulmin confiesa su deuda con John Wisdom, quien en sus clases de
Cambridge de 1946-47 había llamado su atención sobre el problema de la “inferencia transver-
sal”; es decir, la que pasa de un tipo lógico a otro.
165
Pedro José Posada Gómez
Se dice que dos argumentos pertenecen al mismo campo cuando los datos y
las conclusiones en ambos argumentos son, respectivamente, del mismo tipo
lógico; se dice que proceden de campos diferentes cuando el fundamento
(respaldo, backing) o las conclusiones en ambos argumentos no son del mis-
mo tipo lógico. (2007, p. 33)
167
Pedro José Posada Gómez
(los lógicos profesionales) siempre han esperado que se pudiera probar que
era posible exponer argumentos procedentes de campos diferentes bajo una
fórmula común [unificación de la estructura formal], así como criticar argu-
mentos y conclusiones como débiles, sólidos o concluyentes, o como posi-
bles, probables o ciertos, recurriendo a una serie única y universal de criterios
igualmente aplicables a todos los campos de la argumentación [unidad de los
criterios de evaluación de la fuerza]. (Toulmin, 1958, p. 39/2007, p. 63)218
168
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
220 Se podría hacer aquí una analogía con la distinción de Austin-Searle entre el contenido proposi-
cional de una locución y la intencionalidad y condiciones del acto ilocucionario.
221 Subrayados míos.
222 Veremos más adelante cómo algunos autores han desconocido esta crítica de Toulmin al silogis-
mo aristotélico y han pretendido —erróneamente, a mi parecer— reducir el esquema de Toulmin
a un silogismo.
169
Pedro José Posada Gómez
por tanto, conclusión”. La cuestión que surge entonces es si esta forma es-
tándar está lo suficientemente elaborada o es lo bastante transparente. Desde
luego, la simplicidad es una virtud, pero en este caso, ¿no se ha pagado un
precio demasiado alto por ella? ¿Se pueden clasificar adecuadamente todos
los elementos de los argumentos bajo los tres apartados (...) o resultan estas
categorías tan reducidas en número que inducen a interpretaciones equivo-
cadas? ¿Acaso hay similitudes suficientes entre la premisa mayor y menor
para que se las agrupe provechosamente bajo la etiqueta única de “premisa”?
(Toulmin, 1958, pp. 95-96/2007, p. 131)
En tanto que los lógicos formales pretenden decir algo que sea pertinente
sobre los argumentos de tipos diferentes al analítico, no cabe sino un juicio
negativo sobre su labor: para el estudio de otros tipos de argumentos se ne-
cesitan nuevas categorías, y las distinciones al uso —sobre todo el embrollo
comúnmente señalado mediante los términos “deductivo” e “inductivo”—
debe dejarse de lado.
(…) desde los tiempos de Aristóteles los lógicos han encontrado atractivo el
modelo matemático, en cambio, una lógica modelada sobre la jurispruden-
cia y no sobre la geometría no podría aspirar a mantener toda la elegancia
matemática de su ideal. Pero —agrega—, aunque el modelo jurídico de la
argumentación no puede aspirar a la elegancia del modelo matemático, “una
lógica idealizada, como la que proviene de un modelo matemático, no puede
170
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
171
Pedro José Posada Gómez
223 Uso, en esta parte, las nociones de “garantía”, “respaldo”, “modalizador”, etc., que hacen parte
del conocido esquema de Toulmin, y que serán mejor definidos en el siguiente apartado.
172
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
173
Pedro José Posada Gómez
De allí que sea un error proponer los argumentos analíticos de las ma-
temáticas —cuyos problemas no son dilemas (o incompatibilidades, en el
sentido perelmaniano) y cuya solución no tiene caducidad temporal ni su-
ponen dar pasos sustanciales—, como modelos representativos para otros
tipos de argumentos (1958, p. 127/2007, p. 170)224.
El análisis de Toulmin de esta distinción “analítico-sustancial” mues-
tra que ella no coincide con aquellas entre “válidos-no válidos”, o entre
argumentos “Que usan garantías – o que las establecen”, o entre los “que
conducen a conclusiones necesarias – y los que llevan sólo a conclusiones
probables”. Este análisis le permite refinar su definición de los argumentos
analíticos. Pues, en un primer momento, el carácter de analíticos se puede
apoyar en tres criterios: su carácter tautológico, su carácter verificable y
su carácter auto-evidente (1958, p. 131 ss./2007, p. 174 ss.). Dado que los
caracteres tautológico y autoevidente presentan dificultades para clasificar
todos los argumentos analíticos, Toulmin redefinirá este concepto a partir
del criterio de verificación:
224 Nótese que este rechazo a regir los argumentos en general por el modelo matemático es común a
Toulmin y a Perelman. Sobre este último, véase el ensayo de A. L. Gómez: “¿Se pueden forma-
lizar los argumentos?”, texto agregado a la segunda edición de su libro Seis conferencias sobre
teoría de la argumentación (2001/2006, pp. 149-185).
174
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(...) clasificaremos un argumento como analítico si, y sólo si, satisface este
criterio —es decir, cuando la comprobación del respaldo de la garantía su-
ponga ipso facto la comprobación de la verdad o falsedad de la conclusión—,
y procederemos así tanto si conocer todo el respaldo supone de hecho verifi-
car la conclusión o falsarla. (1958, p. 133/2007, p. 177)
225 Esta hipótesis de Toulmin es válida si entendemos que los Analíticos de Aristóteles son el inicio
de la “teoría lógica”, pero no se sostiene si aceptamos que, históricamente, Aristóteles inició su
estudio con la dialéctica (en los Tópicos y las Refutaciones sofísticas) como vimos en la primera
parte de este trabajo.
175
Pedro José Posada Gómez
Data-----------------------So, Qualifier-----------Claim
since unless
Warrant Rebuttal
On account of
Backing
En: Toulmin, The Uses of Argument, 1958, p. 104.
176
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Teniendo en cuenta R
177
Pedro José Posada Gómez
(…) los enunciados de las garantías... son enunciados hipotéticos, que fun-
cionan a modo de puente; en cambio, el respaldo para las garantías puede
expresarse en forma de enunciados categóricos sobre hechos, al igual que
sucede con los datos que se alegan para apoyar directamente las conclusio-
nes. (Toulmin, 1958, p. 105/2007, p. 143)
Por su parte, los datos se distinguen de los respaldos por la función que
desempeñan en el argumento: “Para que haya un argumento deben presen-
227 Warrant puede también ser traducido como ‘justificación’ o ‘seguro’. El término “garantía”
permite la analogía con lo que en el comercio se llama “documento de garantía”.
178
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
tarse datos de algún tipo”, sin ellos no hay argumento; mientras que los
respaldos no tienen que ser explícitos, pueden quedar sobreentendidos.
Estas distinciones tendrán un papel importante en la crítica de lo que
Toulmin llama “la ambigüedad del silogismo”. Distinguiendo entre la fuer-
za de las premisas universales, cuando son consideradas como garantías, y
el respaldo que les otorga autoridad, el autor llega a la conclusión de que
“la forma habitual de expresión (“Todo A es B” o “Ningún A es B”, en los
razonamientos silogísticos) tenderá a difuminar ante los hablantes la distin-
ción entre la garantía por inferencia y el respaldo en que se basa” (1958, p.
111/2007, p. 150). Mientras que en el esquema de análisis propuesto por el
autor no hay lugar para tal ambigüedad, puesto que la garantía y el respaldo
del que depende su autoridad están en lugares claramente separados. El he-
cho es que en los enunciados con la estructura “Todo A es B” se puede estar
aludiendo al mismo tiempo a la fuerza de la garantía y al contenido factual
del respaldo en que se basa, y es frecuente que tales enunciados se utilicen
para cumplir ambas funciones, diluyendo así la transición del respaldo a la
garantía.
Además, mientras que los enunciados de la forma “Todo A es B” pueden
ser interpretados como “Puede tenerse la total certeza de que A es B”, con
una fuerza invariante con respecto al campo, “el tipo de razones o respaldo
en que se basa un argumento de este tipo dependerá del campo de la argu-
mentación”. Así, en algunos campos el enunciado significará: “La propor-
ción de A que son B es del 100 por ciento”; en otro podrá significar: “Está
establecido por la ley que A debe tenerse incondicionalmente como B”; en
un tercer caso: “La clase de B incluye taxonómicamente a la clase entera
de A”; o, en un cuarto caso: “La práctica de hacer A lleva a las siguientes
consecuencias intolerables”, etc. (1958, p. 95/2007, p. 112).
La distinción entre garantías y respaldos sirve igualmente para cuestio-
nar la forma tradicional del silogismo conformado por dos premisas y una
conclusión, y la misma noción de “premisa universal”, que a veces ocupa
el lugar de una justificación o garantía y a veces el de un respaldo. Para
Toulmin, «la doble distinción entre “premisas” y “conclusión” parece insu-
ficientemente compleja y, para hacer justicia a la situación, hay que adoptar
en su lugar una cuádruple distinción entre el “dato”, la “conclusión”, la “ga-
rantía” y el “respaldo”» (1958, pp. 113-114/2007, pp. 153-154). También
se puede aclarar el conocido problema lógico del “presupuesto o contenido
existencial” (“implicaciones existenciales” lo llama Toulmin) de las premi-
sas universales, en la medida en que ese contenido viene a depender de que
la premisa en cuestión ocupe el lugar de una garantía o de un respaldo.
179
Pedro José Posada Gómez
“Peterson es sueco.
La proporción conocida de católicos romanos en Suecia es cero;
luego Peterson no es, con total certeza, católico romano”
(…) mediante su aplicación sucesiva a una serie de casos en los que tanto
los “datos” como la “conclusión” han sido verificados de modo independien-
te. En este tipo de argumento, es en la garantía —y no en la conclusión—
donde radica la novedad y por tanto es eso lo que debe probarse. (1958, p.
120/2007, pp. 161-162)
180
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
181
Pedro José Posada Gómez
Que puede ser leído como: Los fundamentos (F), soportan, de modo cua-
lificado (M) la aseveración (C), dados los respaldos (R) y las garantías (G),
a menos que tengan lugar las objeciones (O).
Para finalizar este aparte, pasaré revista a algunas críticas que se han he-
cho al modelo de análisis de la argumentación propuesto por Toulmin. Las
críticas tienen que ver, principalmente, con tres aspectos: a) Si el esquema
de Toulmin logra efectivamente superar las limitaciones de la lógica formal,
especialmente del silogismo analítico; 2) La casi total ausencia de elemen-
tos retóricos y dialécticos en este modelo de análisis, es decir, su centra-
miento en el mensaje o en el λόγος de la argumentación; y 3) Su limitación
al aspecto “procedimental” del habla argumentativa. Las dos primeras críti-
cas las encontramos en autores como M. Meyer, C. Hoogaert, E. Danblon y
F. van Eemeren, la tercera es de J. Habermas.
Corine Hoogaert (2001) considera que lo que construye Toulmin es “una
teoría sobre el discurso, sobre el mensaje” en la cual “el orador y el interlo-
cutor ocupan un lugar restringido” (p. 156), siendo así una teoría “logocén-
trica” (p. 158). Y, mientras que Toulmin considera que el esquema de un ar-
gumento explicita la función de cada uno de los elementos que intervienen,
Hoogaert ve en tal pretensión el olvido del intercambio entre un orador y su
auditorio, pues se estaría considerando que, en el esquema, “el argumento
se hace explícito por sí mismo, por su propia lógica” (2001, p. 159).
Hoogaert reconoce que Toulmin reprocha a Platón el haber creado un
ideal filosófico apodíctico, que influenció a generaciones de filósofos, ha-
ciéndoles preferir el razonamiento matemático al lenguaje humano; pues,
“el lenguaje lógico, que utiliza la demostración, es más estéril que el len-
guaje ordinario” (2001, p. 160)228; pero enseguida reduce a un silogismo
o “cuasi-silogismo” el esquema de Toulmin: «El esquema de análisis que
propone descansa sobre una estructura del tipo: “X es A, lo que se puede
traducir en Toulmin por D, Todos los A son B, que corresponde a (F o G),
donde X es B, y uno llega a C”» (p. 160).
Nótese que este intento de reducir el esquema de Toulmin a un silogismo
se logra solo al precio de difuminar la diferencia entre Garantías (G) y Res-
paldos (F), y de omitir el modalizador y el posible refutador.
228 Hoogaert remite a la conferencia de Toulmin (1992), “Logic and the Criticism of Arguments”,
en The Rhetoric of Western Toughts. Fendall: Hunt, pp. 265-277.
182
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
183
Pedro José Posada Gómez
229 El profesor Adolfo León Gómez, en el artículo inédito antes citado (Los modelos jurídicos de
las teorías argumentativas de Perelman y Toulmin), hace estas precisiones sobre el epiquere-
ma: «El epiquerema es un silogismo dialéctico para Aristóteles (Tópicos, VIII, 11, 162 a 6), y,
por lo mismo, distinto de los silogismos demostrativo y erístico. En la lógica posterior es un
silogismo en que una, e incluso, sus dos premisas se prueban. Por ejemplo, este de Cicerón en
el que se justifica la muerte de Clodius a manos de Milón: “está permitido matar a un injusto
agresor para defenderse, pues la razón, la ley y la costumbre garantizan el derecho de legítima
defensa”. Ahora bien, Clodius era un injusto agresor, prueba de ello son sus antecedentes, sus
preparativos y las circunstancias del drama. Luego, está permitido a Milón matarlo. Valga
observar que al epiquerema se le puede llamar silogismo retórico, pero en un sentido lato, así
como llamamos retóricos al entimema y al sorites (o polisilogismo). Pero en sentido estricto
no, porque para que ello sea posible se requiere que haya orador y auditorio, cosa que no se da
en el silogismo toulminiano».
230 Los autores remiten para ello al texto de I. C. Jarvie (1976): “Toulmin and the rationality of
science”. En: Cohen, Feyerabend & Wartofsky: Essays in Memory of Imre Lakatos. Dordrecht:
Reidel, pp. 311-333.
184
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Para Danblon, igual que para los críticos que hemos señalado, Toulmin
no logra, sin embargo, escapar al modelo logicista que critica. Así mismo, la
autora señala que, en su análisis de la argumentación, Toulmin se centra en
el mensaje o tema del argumento, adoptando el punto de vista del orador y
no el del auditorio (p. 60). Incluso se queda corto en su pretensión de centrar
su reflexión en el contexto de la razón práctica. En otras palabras, su modelo
seguiría más bien los lineamientos de una racionalidad técnico-científica.
Danblon hace un detenido análisis de los componentes del modelo de
Toulmin y los examina a la luz de sus posibles usos retóricos. Merece es-
pecial mención su tratamiento de la noción de “refutador potencial del ar-
gumento” (Rebuttal - Restriction, en la versión francesa). La autora parte
de una observación de Carl Hempel232, en el sentido de que en un silogismo
estadístico (es decir, en un razonamiento inductivo o probabilístico) es po-
sible llegar a conclusiones contradictorias. Lo que le sirve a Danblon para
mostrar que los razonamientos considerados por Toulmin nunca pueden
satisfacer lo que Carnap233 llamó “el requisito de evidencia total” (“requi-
rement of total evidence”). Se trata para Danblon de que, en el modelo de
Toulmin, “cada refutación puede ser objeto de una nueva refutación que
conduce a una conclusión opuesta”, y esto hace inaccesible “el cumplimien-
to del ‘requisito de evidencia total’, puesto que cada refutación acrecienta el
conjunto de datos considerados como pertinentes” (Danblon, 2005, p. 67).
Y ante la posibilidad de que surjan infinitas restricciones, y para evitar el
231 Por su parte, los pragma-dialécticos se esforzarán por desarrollar una “concepción dialéctica”
de la racionalidad.
232 C. Hempel (1965), “Inductive inconsistencies”, en Aspects of scientific explanation.
233 R. Carnap (1948): On the applications of Inductive Logic
185
Pedro José Posada Gómez
234 Danblon remite a Plantin (1990), Essais sur l’argumentation, y a Ducrot (1984): Le dire et le dit.
186
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
235 El texto de 1979 tiene más el carácter de un manual, sin el aparato reflexivo y polémico del
libro de 1958.
187
Pedro José Posada Gómez
Antes de 1600, tanto la retórica como la lógica eran vistas como campos le-
gítimos de la filosofía. Las condiciones externas en las que los “argumentos”
—es decir, las emisiones públicas— acarrean la convicción de un auditorio
determinado eran aceptadas a la par con los pasos internos ligados con los
argumentos relevantes —esto es, la cadena de enunciados—. Se asumía que
las nuevas formas de plantear argumentos teóricos podrían basarse en cam-
pos meramente empíricos; pero nadie cuestionaba el derecho de la retórica a
estar al lado de la lógica en el canon de la filosofía; ni fue tratada la retórica
como un campo de segundo rango, necesariamente inferior.
Esta postura pre-cartesiana contrasta fuertemente con la que fue asumi-
da durante la historia de la filosofía moderna. En el debate filosófico que
empezó con Descartes, todos entendieron las cuestiones sobre la sensatez
(soundness) o la validez de los “argumentos” como algo referido, no a la
emisión pública ante auditorios particulares, sino a las cadenas escritas de
enunciados cuya validez dependía de relaciones internas. Para los filósofos
modernos ya no es asunto de la filosofía la pregunta retórica: “¿Quién dirige
este argumento a quién, en qué foro, y mediante qué ejemplos?”. Desde su
punto de vista, el mérito racional de los argumentos no puede residir tanto
en hechos relacionados con su aceptación humana como en el mérito de
una prueba geométrica que descansa, para Platón, en la exactitud de los dia-
gramas de que se vale... Así, el programa de investigación de la filosofía
moderna deja de lado las cuestiones acerca de la argumentación —entre
personas particulares en situaciones específicas, tratando casos concretos, y
arriesgando diversos asuntos— a favor de pruebas que podrían ser puestas
por escrito, y juzgadas como tales.
188
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
189
Capítulo 6
236 En esta presentación inicial sigo a Van Eemeren y Houtlosser (2003), “The Development of the
Pragma-dialectical Approach to Argumentation”, en Argumentation, (17), pp. 387-403. Neth-
erlands: Kluwer Academic Publishers. En un artículo del 2000, los autores presentan el origen
de su teoría en estos términos: “In the 1970s, inspired by Karl Popper’s critical rationalism,
an approach to argumentation was developed at the University of Amsterdam that aimed for
a sound combination of linguistic insight from the study of language use often called ‘prag-
matics’ and logical insight from the study of critical dialogue known as philosophical ‘dialec-
Pedro José Posada Gómez
tics’ (van Eemeren and Grootendorst, 1984). Therefore, its founders labelled this approach
pragmadialectics. In pragma-dialectics, argumentation is viewed as a phenomenon of verbal
communication; it is studied as a mode of discourse characterized by the use of language for
resolving a dispute. Van Eemeren and Houtlosser (2000), “Rhetorical Analysis within a Prag-
ma-Dialectical Framework. The Case of R. J. Reynolds”, en Argumentation, (14), pp. 293-305.
Netherlands: Kluwer Academic Publishers.
237 Las nociones de “validez-problemática” y “validez-intersubjetiva” se basan en ideas desarro-
lladas por Crawshay-Williams e introducidas por Barth y Krabbe (1982). “Validez- problemá-
tica” se refiere a una valoración de la conveniencia de ciertas herramientas teóricas para satis-
facer el propósito para el que ellas fueron diseñadas; “validez-intersubjetiva”, a su aceptación
por el conjunto de personas que se supone que las aplican.
238 Además del artículo de 2002 antes citado, sigo aquí la exposición de Van Eemeren y Grooten-
dorst (2002), Argumentación, comunicación y falacias (una perspectiva pragma-dialéctica).
Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, pp. 29-30. Estos cuatro aspectos fueron pre-
sentados como bases meta-teóricas o metodológicas de la pragma-dialéctica en el artículo del
2000, “Rhetorical Analysis within a Pragma-Dialectical Framework”, antes citado: “In the
pragma-dialectical research programme, argumentative discourse is approached with four ba-
sic metatheoretical, or methodological, starting points: the subject matter under investigation is
to be ‘externalized’, ‘socialized’, ‘functionalized’, and ‘dialectified’”.
192
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
239 Existe versión española: Van Eemeren y Grootendorst (2002), Argumentación, comunicación y
falacias (una perspectiva pragma-dialéctica). Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile.
193
Pedro José Posada Gómez
240 Van Eemeren y Houtlosser remiten a los siguientes textos de Jackson y Jacobs:
- Jackson and Jacobs (1980), ‘Of Conversational Argument: Pragmatic Bases for the En-
thymeme’, Quarterly Journal of Speech, (66), pp. 251-265.
- Jacobs (1982). The Rhetoric of Witnessing and Hackling: A Case Study in Ethno-rhetoric. Ph.
D. dissertation. University of Illinois at Urbana-Champaign.
- Jacobs and Jackson (1981). ‘Argument as a Natural Category: The Routine Grounds for Ar-
guing in Natural Conversation’, Western Journal of Speech Communication, (45), pp. 118-132.
- Jacobs and Jackson (1982). ‘Conversational Argument: A Discourse Analytic Approach’, in
J. R. Cox and C. A. Willard (eds.), Advances in Argumentation Theory and Research, Southern
Illinois University Press, Carbondale, IL, pp. 205-237.
- Jacobs and Jackson (1983). ‘Strategy and Structure in Conversational Influence Attempts’,
Communication Monographs, (50), pp. 285-304.
194
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
195
Pedro José Posada Gómez
I. a. En el nivel filosófico
196
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
244 Los autores refieren como ejemplo de modelo epistémico-retórico los trabajos de Willard:
“La retórica como epistémica” (1989) y Argumentation and the Social Grounds of Knowledge
(1983).
197
Pedro José Posada Gómez
Tabla 6.1. Versión Dialéctica versus Versión Retórica (hipotética) del programa
de investigación246
Programa Retórico Programa Dialéctico
I. Filosofía antropo-relativista I. Filosofía crítico-racionalista
II. Teoría epistémico-retórica II. Teoría pragma-dialéctica
III. Reconstrucción orientada al auditorio III. Reconstrucción orientada a la resolución
IV. Descripción centrada en la persuasividad IV. Descripción centrada en la fuerza lógica
V. Práctica orientada a la prescripción V. Práctica orientada a la reflexión
245 Como ya indiqué, he seguido la presentación de este tema en Van Eemeren y Grootendorst
(2002, pp. 26-28). Una presentación más amplia puede ser consultada en Van Eemeren y Groo-
tendorst (2004, pp. 9-41).
246 Tomado de Van Eemeren y Grootendorst (2002, p. 30). Valga anotar que en la concepción de
la Nueva Retórica se considera que hacen parte de esta tanto el esfuerzo de persuadir (a un
auditorio particular) como el de convencer (al auditorio universal).
198
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
I. El nivel filosófico:
P/ ¿Cuándo debería uno, en tanto que crítico racional que juzga razona-
blemente, considerar como aceptable una argumentación?
R/ Retórica: Cuando la argumentación corresponda a los estándares in-
herentes a la comunidad cultural donde ella tiene lugar.
R/ Dialéctica: Cuando la argumentación resuelva una diferencia de opi-
nión de acuerdo con las reglas de discusión sobre la validez del problema
(“problem valid”) que son aceptadas por las partes.
199
Pedro José Posada Gómez
V. Nivel práctico:
P/ ¿Cómo puedo contribuir al mejoramiento de la práctica argumentati-
va?
R/ Retórica: Puedo enseñar a la gente a dirigirse a su auditorio de tal
modo que sean capaces, en distintas circunstancias, de ganar una confronta-
ción argumentativa, y puedo enseñarles los modos más fáciles de refutar la
argumentación de otros.
R/ Dialéctica: Puedo promover la reflexión sobre los procedimientos que
se usan en diferentes prácticas argumentativas y sobre las distintas habili-
dades requeridas para una adecuada producción, análisis y evaluación del
discurso argumentativo247.
247 Versión ligeramente adaptada de Van Eemeren y Grootendorst (2002, pp. 38-39).
248 Aquí, y hasta nuevo aviso, me apoyo en la primera parte de Van Eemeren y Grootendorst
(2002, p. 33).
200
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
reacciona ante una crítica que ha sido o que podría ser presentada en contra
de su punto de vista. (2002, p. 33)249
249 Este carácter dialéctico de toda argumentación ha sido señalado por varios autores, entre ellos
Ch. Plantin (La Argumentación). Van Eemeren-Grootendorst agregan en nota a píe de página:
“En el discurso argumentativo siempre existen, en principio, dos partes involucradas, pero en
un texto argumentativo las contribuciones de una parte están, por lo general, sólo implícita-
mente representadas: el discurso argumentativo, que es básicamente dialógico, se manifiesta
entonces monológicamente” (2002, p. 33, n. 13).
201
Pedro José Posada Gómez
Siendo:
A, B usuarios del lenguaje;
“p” la proposición en discusión;
“+” el signo de un punto de vista positivo;
“-” el signo de un punto de vista negativo;
“?” signo de un punto de vista cero,
las anteriores definiciones pueden ser esquematizadas así (Van Eemeren
y Grootendorst, 2002, p. 38)250:
1. Las dos variantes de la forma simple de disputa:
1a. A: + / p
B: ? / (+ / p)
1b. A: - / p
B: ? / (- / p)
250 Pueden consultarse algunos ejemplos en Van Eemeren y Grootendorst (2002, pp. 39-40).
202
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) para que estos enunciados puedan contar como una realización del acto
de habla complejo de la argumentación, deben cumplirse dos tipos de condi-
ciones de identificación:
251 Esta distinción también fue analizada por Habermas (1981/1999) en su Teoría de la acción
comunicativa (Vol. 2, p. 99 ss.).
252 Extrapolando la noción de “macro-acto” de habla desarrollada por Van Dijk, el profesor Adolfo
León Gómez ha propuesto caracterizar a la argumentación como un “mega-acto” de habla: “la
argumentación sería una secuencia ordenada y coherente de argumentos. Es decir, de macroac-
tos, de los macroactos más simples” (Gómez, 2001/2006, p. 96).
203
Pedro José Posada Gómez
3. Condiciones preparatorias:
a) El hablante cree que el oyente no acepta (o, al menos, no acepta automáti-
camente o completamente) su punto de vista con respecto a p.
b) El hablante cree que el oyente está preparado para aceptar las proposicio-
nes expresadas en los actos de habla elementales 1, 2,... n.
c) El hablante cree que el oyente está preparado para aceptar la constelación
de actos de habla elementales 1, 2,... n como una justificación aceptable de p.
4. Condiciones de responsabilidad:
a) El hablante cree que su punto de vista con respecto a p es aceptable.
b) El hablante cree que las proposiciones expresadas en los actos de habla
elementales 1, 2,... n, son aceptables.
c) El hablante cree que la constelación de actos de habla elementales 1, 2,...
n, es una justificación aceptable de p. (Van Eemeren y Grootendorst, 2002,
pp. 51-52)253
253 Cfr. Cuadro 3.1 en Van Eemeren y Grootendorst (2002): “Las condiciones y efectos del acto de
habla complejo de la argumentación: un ejemplo”, p. 54.
254 Realmente, en Searle (1969/1989) las reglas preparatorias, derivadas de las condiciones pre-
paratorias son presentadas como parte de las “reglas semánticas para el uso de cualquier dis-
positivo indicador de fuerza ilocucionaria” o “reglas para el uso del dispositivo indicador de
fuerza ilocucionaria”. Para Searle es la regla esencial (regla 5) la que identifica el acto, es
decir, su propósito ilocucionario; ella es una “regla constitutiva” y “en general, determina a las
restantes” (Searle, 1969/1989, pp. 70-71/1989, p. 77).
204
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
cible, es decir, de qué manera puede ser reconocido como tal en la práctica.
(Van Eemeren y Grootendorst, 2002, p. 51, n. 24)255
255 Una distinción semejante había sido hecha por Searle (1969/1989) a propósito de las promesas
mendaces o insinceras: “Una promesa incluye una expresión de intención, ya sea sincera o
insincera. Así, para tomar en consideración las promesas insinceras, necesitamos solamente
revisar nuestras condiciones y enunciar que el hablante asume la responsabilidad de tener la
intención más bien que enunciar que la tiene efectivamente” (Searle, 1969/1989, pp. 69-70).
205
Pedro José Posada Gómez
256 Los autores consideran que estas etapas de la discusión son equivalentes, aunque con un crite-
rio de clasificación diferente, a las fases de la retórica clásica: exordium, narratio, argumenta-
tio y peroratio.
257 En los enfoques de Popper y Perelman no se considera que una disputa haya sido resuelta defi-
nitivamente, de una vez por todas, excepto en el caso de la cosa juzgada del derecho.
206
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Tabla 6.2. Función de los actos de habla en las etapas del debate crítico
Etapa Tipo de acto de habla y su rol en el debate*
ASEVERATIVOS
I. - Expresar un punto de vista
II. - Presentar un argumento
III. - Sostener o rechazar un punto de vista
IV. - Establecer el resultado
CONMISIVOS
I. - Aceptar o no-aceptar, sostener la no aceptación de un punto de vista.
II. - Aceptar el desafío de defender un punto de vista.
III. - Aceptar iniciar una discusión; acordar las premisas y las reglas de la
discusión.
IV. - Aceptar o rechazar una argumentación.
V. - Aceptar o rechazar un punto de vista.
DIRECTIVOS
II. - Retar a defender un punto de vista.
III. - Pedir una argumentación
I-IV - Pedir un declarativo de uso.
DECLARATIVOS DE USO**
I-IV - Definir, especificar, ampliar, etc.
* En los enfoques de Popper y Perelman no se considera que una disputa haya sido resuelta defi-
nitivamente, de una vez por todas, excepto en el caso de la cosa juzgada del derecho.
** En la teoría estándar de los actos de habla los declarativos (como abrir una sesión, declarar
a una pareja marido y mujer o despedir a un empleado), son actos que se realizan, generalmente, en
contextos más o menos institucionalizados (procesos legales, asambleas, ceremonias religiosas), y en
los cuales está claro qué persona posee la autoridad para realizar exitosamente el respectivo acto de
habla declarativo. Para los pragma-dialécticos “Una excepción importante la constituyen los declara-
tivos de uso, como las explicaciones, aclaraciones, amplificaciones y definiciones”, cuyo propósito es
“facilitar o incrementar la comprensión del oyente respecto de otros actos de habla, indicándole cómo
deben ser interpretados. Para la realización de un acto de habla declarativo de uso no se requiere una
autoridad especial” (Van Eemeren y Grootendorst, 2002, p. 60)258.
Por otro lado, los declarativos que no son de uso no hacen ninguna con-
tribución directa a la resolución de una disputa, no tienen una función en la
discusión crítica. Por el contrario, los declarativos de uso pueden ser útiles
en todas las etapas de la discusión:
258 En Searle (1979) se distinguen dos tipos de declarativos, el primero de los cuales no conlleva la
necesidad de una autoridad o institución extralingüística; en este tipo se incluye el acto de defi-
nir (que los pragma-dialécticos clasifican como “declarativo de uso”). Dice Searle: Las únicas
excepciones al principio de que toda declaración requiere una institución extralingüística son
aquellas declaraciones que conciernen al lenguaje mismo, como por ejemplo cuando se dice
“defino, abrevio, nombro, llamo o estipulo” (Searle, 1978/1995, p. 465). Parecería pues que la
categoría de “declarativos de uso” sería solo un nombre para este segundo tipo de declarativos
señalada por Searle.
207
Pedro José Posada Gómez
259 También Searle (1979) había combinado su teoría con la de P. Grice en su análisis de los actos
de habla indirectos y los tropos y figuras literarias.
208
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
260 Las referencias son a N. Rescher (1980), Induction. An Essay on the justification of inductive
reasoning. Oxford: Blackwell. Y a T. Govier (1987), Problems in argument analysis and eval-
uation. Dordrecht: Foris-Berlin.
209
Pedro José Posada Gómez
centra en estudiar los sistemas deductivos; y esto incluye a las versiones ac-
tuales de las lógicas de proposiciones y de predicados. No parece haber otro
criterio de validez lógica que sea claro. Otro problema es que se considere
que solo son aceptables los argumentos lógica y deductivamente válidos en
la argumentación en el lenguaje cotidiano. Pero este ya es el viejo error del
logicismo, denunciado y descartado por Perelman y Toulmin, entre otros
teóricos de la argumentación. Lo que me parece claro es que no es posible
usar las herramientas de la lógica formal (de proposiciones no analizadas
o de proposiciones analizadas, etc.) sin adoptar un criterio deductivo de
validez lógica.
Retomo la exposición de los pragma-dialécticos. Aplicando las reglas de
la comunicación, un hablante sincero, que considera que su argumentación
no es inútil, supone unos criterios de aceptabilidad que también atribuye
a sus oyentes. Entre tales criterios está el de validez lógica. Cuando la in-
terpretación literal de un argumento produce un argumento inválido (por
incompleto, debido a que algo se ha dejado implícito), pareciera que el ha-
blante hubiese violado la regla 4 al hacer un acto de habla inútil; y también
podría aparecer como insincero, violando la regla 2. Pero, dado que “el dis-
curso argumentativo se debe analizar partiendo de la base de que el hablante
observa el principio de la comunicación y que, en principio, desea respetar
todas las reglas de la comunicación”, entonces “el analista debe examinar
si es posible complementar el argumento inválido de manera que llegue a
ser válido” (pp. 82-83). Nótese que los autores no hacen ninguna referencia
explícita a la posibilidad de que el argumento por analizar resulte, después
del análisis, como indefendible lógicamente, es decir no-válido.
Interpretando las premisas implícitas como un tipo especial de actos
de habla indirectos, se encuentra que es necesario distinguir entre una re-
construcción de lo implícito que restablece la validez lógica (obtención del
“mínimo lógico”) y una reconstrucción que establece la premisa implícita
pragmáticamente apropiada para cumplir con todas las reglas. Esto es así
porque la validez lógica no basta para los fines pragmáticos:
Si, por ejemplo, se cuenta con la premisa “Ángela es una verdadera mu-
jer” y la conclusión: “Por lo tanto, Ángela es curiosa”, se obtiene el mínimo
210
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Por otro lado, para el análisis de las premisas implícitas, los pragma-
dialécticos reconocen la utilidad de otras herramientas de la lógica tradicio-
nal o “clásica” y de la lógica formal, además de las mencionadas: la lógica
clásica del silogismo, las reglas del modus ponens y del modus tollens, y la
regla de doble negación (pp. 88-93).
No nos detendremos en la presentación de otro elemento técnico del aná-
lisis pragma-dialéctico: la clasificación de las estructuras de argumentación
complejas (“argumentación múltiple”, “argumentación compuesta coordi-
211
Pedro José Posada Gómez
212
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
está siendo racional. Es fácil decir que uno rechaza la camisa de fuerza de la
lógica, que sin lógica la vida es más libre, más cálida y más vital, pero, de
hecho, se está diciendo algo que no tiene sentido. Desde Aristóteles y los ló-
gicos de la India, la gente ha tomado la perspectiva de que las proposiciones
como ésa deberían evitarse. Ningún ser humano racional pretendería afirmar
que los enunciados “El teléfono está allá” y “El teléfono no está allá” pue-
den ser ambas verdaderas al mismo tiempo. Ningún ser humano racional lo
haría; sólo algunos filósofos insisten en que es así. (F. Staal, 1984, como se
citó en Van Eemeren y Grootendorst, 2002, p. 115).
Este párrafo merecería amplios comentarios. Los autores dicen que aquí
Staal “enfatiza con gran fuerza” la importancia de evitar las contradiccio-
nes. Pero no es solo que enfatice fuertemente, sino que, además, convierte
al principio lógico de no-contradicción en un criterio universal de racionali-
dad. Los desarrollos de las lógicas (mal) llamadas no-clásicas (polivalentes,
modales, deónticas, temporales, etc.) y, sobre todo, los análisis del uso del
lenguaje realizados desde la teoría de los actos de habla y las teorías de la
argumentación, relativizan (por lo menos) el carácter universal del criterio
lógico de consistencia.
En nota al pie, los autores reconocen que “En el discurso cotidiano mu-
chas veces resulta difícil identificar las contradicciones. También es difícil
a veces decidir si realmente hay una contradicción o alguna otra clase de
inconsistencia”. Y reconocen que,
La lógica no tiene mucho que ofrecer en este punto. A pesar de las importan-
tes diferencias (...) parece existir unanimidad entre ellos [los lógicos] en pen-
sar que su preocupación por la validez es acerca de las relaciones formales
más que de las relaciones sustanciales entre las premisas y las conclusiones,
acerca de los aspectos sintáctico-semánticos más que los pragmáticos, acer-
ca del razonamiento aislado más que en un contexto, de las implicaciones
más que de las inferencias y —lo que es más importante para nosotros en
esta coyuntura— de la transmisión de la verdad más que de la aceptación.
(Van Eemeren y Grootendorst, 2002, pp. 115-116, n. 61)
214
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
262 Los autores anotan que el concepto de ‘esquema argumentativo’ también ha sido usado por au-
tores como Hasting (1962), Windes & Hastings (1969) y Perelman & Olbrechts-Tyteca (1958).
215
Pedro José Posada Gómez
216
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
217
Pedro José Posada Gómez
218
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
en que incurre una falacia no radica en la invalidez del argumento (p. ej. El
argumentum ad verecundiam o el argumentum ad populum), 5. La referen-
cia, en la definición clásica, a que un argumento “parece válido” contiene un
sesgo subjetivo y no es un criterio claro de identificación263.
Comparando el desarrollo histórico del tratamiento de las falacias con
la versión original de Aristóteles, Hamblin encontró una diferencia funda-
mental: para el filósofo griego las falacias eran errores que se producían
(voluntaria o involuntariamente) en el desarrollo de un encuentro dialéctico
(aunque en los Analíticos intentó dar un análisis lógico formal de algunos
de ellos).
A partir de Hamblin, y coincidiendo parcialmente con Toulmin (1979)
Perelman-Olbrechts (para quienes ningún argumento es falaz por sí mismo,
pues todos dependen del contexto y del auditorio frente al cual se argumen-
ta), Van Eemeren y Grootendorst definirán las falacias como “pasos (moves)
que impiden la resolución de una diferencia de opinión” (2002, p. 121).
No hay, por tanto, falacias lógicas, pues toda falacia surge en una situación
dialéctica.
Para el desarrollo de su teoría sobre las falacias, los pragma-dialécticos
intentan superar las limitaciones del trabajo de John Woods y Douglas Wal-
ton, quienes desarrollaron un análisis de las falacias alternativo al trata-
miento estándar (cuestionado por Hamblin) acudiendo al uso de las lógicas
no clásicas para construir un análisis de cada falacia. Para los pragma-dia-
lécticos, el análisis de Woods-Walton tiene dos inconvenientes: 1. Al apo-
yarse en sistemas lógicos diferentes para analizar cada falacia produce des-
cripciones fragmentarias y no permite hacer un cuadro global y sistemático
de ellas, 2. Supone un amplio conocimiento de las herramientas lógicas y le
da un valor excesivo a la lógica en el análisis de las falacias.
Sobre este segundo punto los pragma-dialécticos son enfáticos:
263 Por su parte, A. L. Gómez (1993) había llegado a conclusiones similares en: un capítulo dedica-
do al argumento ad hominem (pp. 15-18), otro a la Petición de principio (pp. 19-44), así como
un par de capítulos dedicados a analizar críticamente la clasificación tradicional de las falacias
(pp. 61-118).
219
Pedro José Posada Gómez
264 Los autores aclaran que “en su estado actual (la pragma-dialéctica) es básicamente una teoría
de las normas y no una teoría de los criterios” (p. 125).
265 Aquí los autores introducen una importante nota al pie: “Solo en conjunto con el cumplimiento
de las ‘condiciones de orden superior’ apropiadas puede el cumplimiento de las reglas consti-
tuir también una condición suficiente (de primer orden) para la resolución de una disputa. Para
las condiciones de segundo orden, relacionadas con las actitudes y disposiciones de los que
discuten, y las condiciones de tercer orden, relacionadas con las circunstancias en las que tiene
lugar la discusión, véase Van Eemeren y Grootendorst (1988)” (Van Eemeren y Grootendorst,
1988, (2), pp. 271-291).
266 Sigo la versión de F. van Eemeren y R. Grootendoorst (1996, pp. 229-230). Los títulos iniciales
fueron agregados en Van Eemeren, Grootendorst y Snoeck Henkemans (2002, 2006).
220
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
221
Pedro José Posada Gómez
222
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Los autores resaltan las diferencias entre este enfoque y el enfoque tra-
dicional de las falacias:
Nuestro enfoque de las falacias es más amplio y, al mismo tiempo, más espe-
cífico que el enfoque tradicional centrado en la lógica. Es más amplio porque
abarca en su análisis, desde un comienzo, todas las violaciones de las reglas
de la discusión, no sólo los errores “lógicos” relacionados con la validez. Es
más específico, porque las falacias se conectan sistemáticamente con la re-
solución de las diferencias de opinión. La consecuencia más significativa de
esto es que nuestro enfoque permite comprender por qué algo es considerado
una falacia. (Van Eemeren y Grootendorst, 2002, p. 124)
223
Pedro José Posada Gómez
224
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Como una regla, pretenderán, por lo menos, que están interesados prima-
riamente en la resolución de sus diferencias de opinión. La gente que se
compromete en el discurso argumentativo puede considerarse como com-
prometida con lo que ha dicho o implicado. Si un movimiento no es exitoso,
no se puede evadir de su responsabilidad dialéctica diciendo “era sólo retó-
rica”. Aunque busque de todas las formas posibles que su punto de vista sea
aceptado, debe sostener la imagen de alguien que juega a resolver el juego
mediante reglas. (Van Eemeren y Houtlosser, 2006, p. 4)
267 Artículo basado en las ponencias presentadas por los autores en la 10th AFA/SCA Conference
on Argumentation in Alta, Noruega.
225
Pedro José Posada Gómez
dialécticas sin sacrificar sus objetivos retóricos. Ellos intentan hacer un uso
retórico de las oportunidades ofrecidas por la situación dialéctica para resol-
ver la diferencia de opinión en su propio beneficio268.
268 “The balancing of people’s resolution-minded objective with the rhetorical objective of having
their own position accepted regularly gives rise to strategic manoeuvring as they seek to
fulfil their dialectical obligations without sacrificing their rhetorical objectives. They attempt
to make rhetorical use of the opportunities offered within the dialectical situation in order to
conclude the difference of opinion in their own favour” (1997, p. 4). En el artículo de 2000, los
autores presentan esta misma idea así: “People engaged in argumentative discourse are charac-
teristically oriented toward resolving a difference of opinion and may be regarded committed to
norms instrumental in achieving this purpose – maintaining certain standards of reasonableness
and expecting others to comply with the same critical standards. This does, of course, not mean
that they are not interested in resolving the difference in their own favor. Their argumentative
speech acts may even be assumed to be designed to achieve primarily this effect. There is, in
other words, not only a dialectical, but also a rhetorical dimension to argumentative discourse”
(2000, p. 295).
269 La referencia es a la edición inglesa del Tratado de Perelman-Olbrechts (1969), The New Rhe-
toric. A Treatise on Argumentation. London: University of Notre Dame Press.
226
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
227
Pedro José Posada Gómez
270 “Rhetorical strategies in our sense are designs of discourse consisting in the deliberate and
systematic use of opportunities available for carrying out moves aimed at resolving a difference
of opinion to one’s own advantage” (Van Eemeren y Houtlosser, 2006, p. 4).
271 “In order to achieve the optimal rhetorical result, the selected moves must be an effective
choice from the available potential, the moves much be in such a way adapted to the audience
that they comply with auditorial demands, and the presentation of the moves must be discur-
sively and stylistically appropriate” (...) “A rhetorical strategy is, in fact, optimally successful
if the rhetorical efforts at the three levels converge, so that a fusion of persuasive influences is
generated” (Van Eemeren y Houtlosser, 2006, p. 4).
272 Cuando las estrategias retóricas se comportan de modo contra-dialéctico incurrirán en falacias.
228
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Cada una de las etapas o niveles del proceso de resolución de una dispu-
ta (confrontación, apertura, argumentación y conclusión) tiene un objetivo
dialéctico específico y, además, conlleva su propio objetivo retórico: “the
dialectical objective of a particular discussion stage always has a rhetorical
complement” (Van Eemeren y Houtlosser, 2000, p. 298).
Así, por ejemplo, en la etapa de confrontación, pueden presentarse las
siguientes maniobras estratégicas:
I.- En primer lugar, hacer una selección estratégica del espacio de des-
acuerdo potencial inherente al acto argumentativo. Si el acto es no
asertivo, sus condiciones de felicidad son la fuente principal para la
identificación de este potencial. Si el acto es asertivo, la teoría clásica
brinda una especificación de las condiciones de felicidad, que pueden
ser refinadas incluso más adelante por la diferenciación entre los varios
tipos de proposición a los cuales el asertivo puede pertenecer (descrip-
tivo, evaluativo o incitativo).
II.- En segundo lugar, el hablante puede poner el tema en una perspectiva
que esté de acuerdo con las visiones del antagonista o del auditorio.
III.- En tercer lugar, el hablante puede emplear herramientas de presentación
que refuercen su posición ante el auditorio, por ejemplo, eligiendo for-
mulaciones que brinden atributos positivos a su caso. (Van Eemeren y
Houtlosser, 2006, p. 13)
Omitimos aquí el desarrollo de este punto. Por otro lado, la idea de inmunizar un argumento
contra la crítica proviene del racionalismo crítico de Hans Albert y Popper.
229
Pedro José Posada Gómez
Los autores señalan las coincidencias de este primer momento del aná-
lisis de los elementos retóricos en el debate dialéctico con los aportes de la
Nueva Retórica de Perelman-Olbrechts:
El potencial tópico asociado con una fase dialéctica particular puede ser con-
siderado como el juego de movimientos alternativos pertinente en esa fase
del proceso de la resolución. Perelman y Olbrechts-Tyteca acertadamente
enfatizan que, por el mismo hecho de que se seleccionen ciertos elementos,
“queda implícita su importancia y la pertinencia en la discusión” (1969, pág.
119). Además de dotar a los elementos de una presencia, la supresión delibe-
rada de un movimiento es también un notorio fenómeno de elección (1969,
p. 116). (Van Eemeren y Houtlosser, 2000, p. 298)
También los recursos retóricos de las etapas II y III son pensados si-
guiendo el modelo de la Nueva Retórica:
For optimal rhetorical result, the moves that are made in the various stages
of the discourse must be adapted to audience demand in such a way that they
comply with the listeners’ or readership’s good sense and preferences. In
general, adaptation to audience demand will consist of an attempt to create
a certain amount of empathy or ‘communion’ between the arguer and his
audience. This endeavor may manifest itself in the confrontation stage in the
avoidance of unnecessary or unsolvable contradictions. As a rule, an actor’s
effort in the opening stage is directed to provide (the basis for) his argumen-
tation with ‘the status enjoying the widest agreement’ (1969, p. 179). (Van
Eemeren y Houtlosser, 2000, p. 298)
For optimally conveying rhetorical moves and making them have a real ef-
fect on the listener or reader, the various presentational devices that can be
employed must be put to good use. It is not surprising that Perelman and
Olbrechts-Tyteca observe that all argumentative discourse presupposes ‘a
choice consisting not only of the selection of elements to be used, but also
230
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
of the technique for their presentation’ (1969, p. 119). (Van Eemeren y Hout-
losser, 2000, p. 299)
La dialéctica fue vista por los sofistas como erística, mientras que Platón la
vio como un medio para encontrar la verdad. Según Reboul (1990), Aris-
tóteles desarrolló la dialéctica en los Tópicos como un sistema de diálogos
regulados para refutar una afirmación, partiendo de las concesiones de la otra
parte. En la época medieval la dialéctica logró una importancia a expensas
de la retórica, la cual —después de que el estudio de la inventio y la disposi-
tio fuera trasladado de la retórica a la dialéctica— se redujo a una doctrina de
la elocutio y la actio. Con Ramus este desarrollo culminó en una separación
estricta entre la dialéctica y la retórica; la retórica que será exclusivamente
consagrada al estilo, y la dialéctica será incorporada en la lógica (Meerhoff,
1988). (Van Eemeren y Houtlosser, 2000, pp. 295-296)274
273 La referencia incluída es a: Kennedy, G. A. (1994), A New History of Classical Rhetoric. Princ-
eton, NJ: Princeton University Press.
274 La referencia es a: Meerhoff, C. G. (1988), ‘Agricola et Ramus: Dialectique et Rhétorique’,
in F. Akkerman and A. J. Vanderjagt (eds.), Rodolphus Agricola Phrisius 1444-1485. Leiden:
231
Pedro José Posada Gómez
232
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
277 Referencia a: Eemeren, F. H. van, R. Grootendorst, S. Jackson and S. Jacobs, (1997), ‘Argu-
mentation’, in T. A. van Dijk (Ed.), Discourse as Structure and Process. Discourse Studies:
A Multidisciplinary Introduction, Vol. I, Ch. 8. London: Sage, pp. 208-229. En un artículo
posterior darán esta definición de la retórica: “rhetoric is the theoretical study of the potential
effectiveness of argumentative discourse in convincing or persuading an audience in actual
argumentative practice.” Frans H. van Eemeren & Peter Houtlosser (2006/2007), ‘Strategic
Maneuvering: A Synthetic Recapitulation’, en Argumentation (20), pp. 381392. Springer, p.
383.
278 En un trabajo posterior los autores agregan que “The dialectical phasing is instrumental in
resolving the difference of opinion; the rhetoric phasing is instrumental in acquiring the
audience’s assent” (“La fase dialéctica es instrumental para resolver la diferencia de opinión;
la fase retórica es instrumental para adquirir el asentimiento del público”) (Van Eemeren y
Houtlosser, 2007, p. 10, n. 8).
233
Pedro José Posada Gómez
234
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
235
Capítulo 7
279 McCarthy, Thomas (1987). La Teoría Crítica de Jürgen Habermas. Madrid: Tecnos; Gabás,
Pedro José Posada Gómez
Voy a sostener la tesis de que no sólo el lenguaje [la lengua] sino también el
habla, es decir, el empleo de oraciones en emisiones, es accesible a un aná-
lisis formal. Al igual que las unidades elementales del lenguaje (oraciones),
también las unidades elementales del habla (emisiones) pueden analizarse en
la actitud de una ciencia reconstructiva. (Habermas, 1993, p. 304)281
Raúl, (1980), J. Habermas: Dominio técnico y comunidad lingüística. Barcelona: Ariel; Corti-
na, Adela, (1985), Crítica y utopía: la Escuela de Fráncfort. Madrid: Cincel; entre otros.
280 Habermas, J. (1976). “Was heisst Universalpragmatik”. En Apel, K.O. (Ed.), Sprachpragmatik
und Philosophie. Fráncfurt. Cito aquí la versión española en Habermas, J. (1993).
281 En un escrito posterior titulado “Ciencias sociales reconstructivas vs. Comprensivas (Verste-
hende)” encontramos esta aclaración: “Me refiero a las reconstrucciones racionales del know-
how del sujeto capaz de hablar y de actuar y al que se confía la producción de manifestaciones
válidas y que también es capaz de distinguir entre las manifestaciones válidas y Las no válidas,
al menos de un modo intuitivo (...) las reconstrucciones racionales pueden explicar los casos
desviados, y con esta autoridad legislativa indirecta también pueden aspirar a ejercer una fun-
ción crítica (...) Y si conseguimos analizar condiciones de validez muy generales, pueden darse
reconstrucciones racionales que pretendan describir universales y, por lo tanto, representar un
conocimiento teórico competitivo” (Habermas, 1983/1985, p. 45).
238
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
La intención básica que la teoría de los actos de habla comparte con el pro-
yecto de desarrollar una pragmática universal se refleja en que esa teoría
tematiza las unidades elementales del habla (emisiones, Ausserungen) con la
misma actitud que la Lingüística tematiza las unidades del lenguaje (oracio-
nes, Sätze). Meta del análisis reconstructivo del lenguaje es la descripción
explícita de las reglas que un hablante competente tiene que dominar para
formar oraciones gramaticales y emitirlas de forma aceptable (...) Se supo-
ne, además, que la competencia comunicativa tiene un núcleo tan universal
como la competencia lingüística. Una teoría general de los actos de habla
describiría, por tanto, exactamente el sistema fundamental de reglas que los
hablantes adultos dominan en la medida en que son capaces de cumplir las
condiciones de un empleo afortunado de oraciones en actos de habla- con
independencia del lenguaje particular al que esas oraciones pertenezcan y de
los contextos contingentes en que tales emisiones estén insertas. (Habermas,
1993, pp. 325-326)
239
Pedro José Posada Gómez
240
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
241
Pedro José Posada Gómez
242
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Aquí está implícita una primera definición de lo que Habermas está en-
tendiendo por argumentación. Veamos:
1. La argumentación es una instancia de apelación,
- que permite la continuación de la acción comunicativa (con otros
medios),
- que se hace presente cuando se produce un desacuerdo (desacuerdo
que no puede ser absorbido por las rutinas cotidianas, ni por el uso
del poder).
2. Alude a la racionalidad de la argumentación como instancia de ape-
lación para dirimir mediante deliberación una diferencia de opinión.
3. Señala los “medios” especiales de los que se valdrá la argumenta-
ción, que estarán enmarcados en el tipo de “discurso” o “crítica” del
que se trate en cada caso (Como ampliaremos más adelante, Haber-
mas distinguirá tres tipos de discurso: teórico, práctico y explicativo,
y dos tipos de críticas: estética y terapéutica).
4. Alude a que la argumentación busca resolver un desacuerdo, por me-
dios diferentes a la mera costumbre y al uso del poder.
282 “konstative Sprechhandlungen”, Habermas se refiere al tipo de actos de habla que Austin
(1962) llamó “verdictives” y que Searle (1979) denominó “assertives”.
243
Pedro José Posada Gómez
283 En Teorías de la verdad (1972) Habermas había definido un argumento como “la razón que nos
motiva a reconocer la pretensión de validez de una afirmación o de una norma o valoración”
(Habermas, 1993, p. 141).
284 En alemán: Geltungsansprüche, que está formada por las palabras Geltung (valor, validez) y
anspruch (pretensión, reivindicación).
244
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
285 El concepto de verdad había sido analizado por Habermas en Teorías de la verdad (1972).
Aquí se trata del primero de los tipos de pretensiones de validez: Las pretensiones de validez
podrán adoptar la forma de verdad proposicional, eficacia de las reglas de acción teleológica
(instrumental o estratégica), rectitud de las normas de acción intersubjetiva (práctico-moral),
adecuación de los estándares de valor de tipo cultural, veracidad (o autenticidad) de las ma-
nifestaciones o emisiones expresivas de los actores sociales, o de inteligibilidad y corrección
constructiva de los productos lingüísticos y simbólicos.
245
Pedro José Posada Gómez
(…) llamamos racional a aquel que en un conflicto normativo actúa con luci-
dez, es decir, no dejándose llevar por sus pasiones ni entregándose a sus in-
tereses inmediatos, sino esforzándose por juzgar imparcialmente la cuestión
desde un punto de vista moral y por resolverla consensualmente. (Habermas,
1981/1999, Vol. 1, p. 38)
246
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
(…) llamamos racional a una persona que interpreta sus necesidades a la luz
de los estándares de valor aprendidos de su cultura; pero sobre todo cuando
es capaz de adoptar una actitud reflexiva frente a los estándares de valor con
que interpreta sus necesidades. (Habermas, 1981/1999, Vol. 1, pp. 39-40)
247
Pedro José Posada Gómez
286 En sus “Observaciones sobre el concepto de acción comunicativa” (1982) anota: “Una teo-
ría de la argumentación planteada en términos de pragmática formal puede, partiendo de los
diferentes papeles de las pretensiones de validez en la acción comunicativa, distinguir entre
distintas formas de discurso y clarificar las relaciones internas entre esos tipos de discurso”
(Habermas, 1984/1989, p. 507).
248
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
287 Para Habermas “Popper se atiene (...) al primado del mundo frente a la mente y entiende el
segundo y tercer mundos ontológicamente por analogía con el primero” (p. 113). “De esta
determinación del status del tercer mundo se siguen dos importantes consecuencias: la primera
concierne a la interacción entre los mundos y la segunda al estrechamiento cognitivista que
representa la interpretación que Popper hace del tercer mundo” (p. 114), y hace una crítica al
intento de I. C. Jarvie (Concepts and Society, 1972) de usar la teoría popperiana de los tres
mundos en una teoría sociológica, transfiriendo a aquella desde el contexto epistemológico en
el que la desarrolló Popper, hacia un contexto de la teoría de la acción social (pp. 115-122).
249
Pedro José Posada Gómez
250
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
288 Habermas critica del modelo toulminiano su centramiento en el aspecto lógico de la argumen-
tación y su ambivalencia entre un aspecto universalista y otro relativista: “Toulmin desarrolla
su programa extrayendo siempre el mismo esquema de argumentación de las formas de argu-
mentación dependientes de cada campo; en este sentido, esos cinco campos de argumentación
pueden entenderse como diferenciaciones institucionales de un marco conceptual general vá-
lido para todas las argumentaciones en general. Según esta lectura, la tarea de la lógica de la
argumentación se reduciría a desarrollar un marco para todas las argumentaciones posibles. De
este modo, las distintas empresas, como son el derecho y la moral, la ciencia, la dirección de
empresas, la crítica de arte, deberían su racionalidad a este núcleo común. Pero en otros con-
textos Toulmin se vuelve decididamente contra tal interpretación universalista, pues pone en
tela de juicio la posibilidad de que nos podamos hacer directamente con un marco fundamental
e inmutable de racionalidad. Y así, al procedimiento ahistórico de la teoría normativa de la
ciencia popperiana le opone una investigación de tipo histórico-reconstructivo del cambio de
conceptos y del cambio de paradigmas” (1981/1999, p. 57). Además, “Toulmin no empuja con
suficiente decisión la lógica hacia los campos de la Dialéctica y la Retórica. No establece los
adecuados cortes conceptuales entre las acuñaciones institucionales, por un lado, y las formas
de argumentación, por otro” (p. 59). Y “... el error radica en que Toulmin no distingue clara-
mente entre pretensiones convencionales dependientes de los contextos de acción y pretensio-
nes universales de validez” (p. 60).
251
Pedro José Posada Gómez
Esta situación ideal de habla tiene que cumplir dos condiciones “trivia-
les”: la posibilidad de participación general de todos los potenciales impli-
cados en el discurso, y la tematización de todas las opiniones y puntos de
vista (pp. 153-154)289.
Volviendo al texto de 1981, Habermas confiesa que ahora avala con re-
servas esta intención de “reconstruir las condiciones generales de simetría
que todo hablante competente tiene que dar por suficientemente satisfechas
en la medida en que cree entrar genuinamente en una argumentación”; no
obstante, agrega que:
289 Habermas agrega otras dos condiciones o presupuestos que deben satisfacer los actos de habla
en esta situación ideal. Las cuatro serán retomadas por Alexy (1978) y otra vez por Habermas
(1983/1985).
252
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
253
Pedro José Posada Gómez
254
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
290 Las referencias entre paréntesis son aportadas por Habermas en notas al pié que corresponden
a obras de Perelman-Olbrechts, Toulmin y Habermas, ya citadas aquí (ver bibliografía).
291 De hecho, en su análisis del enfoque de W. Klein, llegará a la conclusión de que está errado por
centrarse exclusivamente en el aspecto del producto (de la validez de los argumentos), elimi-
nando el factor de la eficacia de la argumentación.
292 El autor remite a pie de página a B. R. Burleson (1979), “On the Foundation of Rationality”,
en Jour. A. Forensic Assoc., (16), pp. 112 ss. Nótese, además, que el orden de presentación en
el texto de 1981 había sido: Proceso (retórico), Procedimiento (dialéctico) y Producto (lógi-
co), aquí se parte de la esfera lógica de los productos y se cierra con el círculo retórico de los
procesos. Veremos que este cambio de orden puede no ser casual. Por otro lado, el cambio de
“esfera” a “círculo” no parece entrañar ninguna diferencia importante.
255
Pedro José Posada Gómez
tes, desde el punto de vista de sus propiedades intrínsecas, con los que se
puedan comprobar o rechazar las aspiraciones de validez” (p. 110).
Se trata, pues, de elaborar argumentos lógicamente válidos, en un senti-
do amplio de la palabra ‘lógica’ (Habermas considera ejemplos “las reglas
de la lógica mínima que se discuten en la escuela de Popper, o bien aquellas
exigencias de consistencia planteadas por Hare, entre otros”293).
293 Desafortunadamente, Habermas no da datos más precisos sobre esta “lógica mínima” poppe-
riana y no he podido encontrar referencias exactas de ella. Es sabido que Popper considera a la
lógica como Órganon de la crítica de teorías y para ello se atiene a la lógica clásica bivalente
de primer orden (debo esta precisión al profesor Adoldo León Gómez).
256
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
294 En otro lugar se refiere a ellas como contradicción realizativa (o performativa). Para Adela
Cortina, la contradicción performativa (o contradicción pragmático-trascendental) funciona
como una regla de reducción al absurdo y le sucede a “quien, entrando en un discurso, pretende
abjurar de los presupuestos que le dan sentido”. Un ejemplo trivial sería el enunciado “Yo no
existo” (dicho aquí y ahora) (Cortina, 1985, pp. 163, 169). Jaakko Hintikka se ha referido a este
fenómeno como “enunciados doxásticamente incompatibles” y Searle-Vanderveken (Speech
Acts and Pragmatism) como “inconsistencias ilocucionarias”.
257
Pedro José Posada Gómez
258
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
295 Theorie der juristischen Argumentation. Die Theorie des rationales Discurses als Theorie der
juristischen Begründung. Francfort del Meno: Shurkamp. 1978. Aquí cito la edición española
del Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997. Traducción de Manuel Atienza e Isabel
Espejo.
259
Pedro José Posada Gómez
296 Más adelante nos dirá que las reglas de razón, junto con las de fundamentación, “constituyen las
reglas fundamentales de una teoría general del discurso práctico racional” (p. 142).
260
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Alexy (como Habermas) reconoce que estas reglas no pueden ser cum-
plidas en un sentido pleno, pero no por ello deben ser consideradas como
carentes de sentido, pues sirven a cuatro propósitos:
(1) Definen un ideal que puede ser cumplido por aproximación, (2) son un
instrumento de crítica de las limitaciones injustificables de los derechos y
posibilidades de los interlocutores, (3) (son) al menos un criterio hipotético
y negativo sobre la corrección o veracidad y (4) ofrecen una explicación de
las pretensiones de corrección o verdad. (Alexy, 1997, p. 137)
297 Llama la atención la referencia a la noción de “verdad” que, como hemos dicho, correspondería
para Habermas al “discurso teórico”, no al discurso práctico.
261
Pedro José Posada Gómez
298 Alexy agrega que (1.3’) es una formulación del principio de universalidad de Hare.
262
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
299 En nota al pié 39, Alexy remite a La nouvelle rhétorique (Tratado de la argumentación) de
Perelman-Olbrechts para la idea del “carácter comunitario del uso del lenguaje como presupues-
to indispensable de toda argumentación”.
263
Pedro José Posada Gómez
264
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Anota Habermas que algunas de las reglas de esta esfera tienen un claro
contenido ético (en el ejemplo, la regla (II.1), que es la (1.2) de Alexy, y que
hemos asociado con la regla de sinceridad de Searle). Además, nos dice el
autor, en este nivel ya se suponen presupuestos que comparten el discurso y
la acción orientada al entendimiento (acción comunicativa) tales como las
relaciones de reconocimiento recíproco. La regla (II.2) presenta una formu-
lación ligeramente distinta de su equivalente en la lista de Alexy, la regla
(2): “Todo hablante debe, cuando se le pide, fundamentar lo que afirma, a no
ser que pueda dar razones que justifiquen el rechazar una fundamentación”.
La formulación habermasiana parece centrada en evitar la violación de la
máxima de la conversación (Grice): “Sé pertinente” (a menos que puedas
justificar el argumento que parece impertinente); mientras que la versión de
Alexy se enfoca en el deber de fundamentar las aserciones (a menos de que
se pueda justificar el no hacerlo).
265
Pedro José Posada Gómez
266
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
300 Por ejemplo, para Michel Meyer: “Mais la tentative de Habermas reste intéressante en raison de
ce besoin de revivifier l’êthos par une théorie de l’argumentation centrée, cette fois, sur le locu-
teur soumis au logos universalisant, parce que logos en situation” (Meyer, 2008, p. 73). También
en Meyer, 1999, p. 280.
267
Pedro José Posada Gómez
268
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
argumento, y 3) las reglas del proceso retórico que permitan decidir el grado
de universalidad del convencimiento logrado en cada caso.
Sobre 1): Mientras que Alexy apela a la lógica formal en general (y a la
lógica deóntica, para los argumentos que contienen enunciados normativos)
Habermas se limita a la insinuación vaga de una “lógica mínima” de inspi-
ración popperiana o una apelación a la regla de consistencia de Hare, que
cumplirían esta función.
Sobre 2): Aparte de las dos reglas tomadas de Alexy, a modo de ejem-
plos, Habermas tampoco ofrece una lista detallada del tipo de reglas del
procedimiento dialéctico que cumplirían con la tarea asignada.
Sobre 3): Si interpretamos la idea de “proceso retórico” como una bús-
queda de aproximarse a las condiciones de una “situación ideal de habla”,
que sería equivalente a una apelación a la idea perelmaniana de “auditorio
universal”, resta aún resolver, al menos, un problema: ¿dónde quedan los
usos persuasivos de la retórica que, en principio, no buscan convencer al
auditorio universal sino persuadir a auditorios particulares (Perelman)?, es
decir ¿cómo evaluar el proceso retórico de las argumentaciones que no son
ni científicas ni filosóficas?301
En mis conclusiones generales intentaré dar una respuesta a estos inte-
rrogantes. Por el momento podemos sacar las siguientes conclusiones:
El modelo habermasiano posee dos características que lo distinguen de
otras teorías de la argumentación: su intento de integrar las perspectivas de
la lógica, la dialéctica y la retórica, y su carácter de modelo ideal o formal.
La primera característica parece darle una ventaja en relación con otras teo-
rías que (como la de Toulmin o la de Perelman) se han construido sobre la
separación del aspecto lógico respecto de los aspectos retóricos y dialécti-
cos. Esta separación, inspirada en la distinción aristotélica entre los razona-
mientos apodícticos y los dialécticos, tiende a olvidar que para Aristóteles
era posible y necesario percibir el carácter lógico de ambos tipos de razona-
miento. En esta separación se asume primero la reducción positivista de la
301 Paul Ricoeur ha señalado este problema a propósito del auditorio universal de Perelman: “... el
objetivo de la discusión filosófica, si ella está a la altura de lo que acabamos de llamar auditorio
universal, trasciende el arte de persuadir y de gustar, bajo sus formas más honestas, que prevale-
ce en las situaciones típicas susodichas [la asamblea política, la asamblea judicial y la asamblea
festiva]” (Ricoeur, como se citó en Meyer, 1986, p. 147). Esta separación entre un tipo de argu-
mentación que busca convencer al auditorio universal (la ciencia y la filosofía) y otra que busca
persuadir a auditorios particulares no aparece en Habermas, posiblemente porque para él toda
argumentación busca ser convincente. Aunque hemos señalado la analogía de esta separación
con la que establece Habermas entre los contenidos del discurso práctico y los de las críticas
estética y terapéutica.
269
Pedro José Posada Gómez
270
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
271
Capítulo 8
Conclusiones
En primer lugar haré una breve síntesis del camino recorrido en los capí-
tulos anteriores, en segundo lugar, finalmente, presentaré, también de modo
esquemático, un modelo de análisis de la argumentación que sigue la idea
básica del esquema habermasiano pero trata de mejorarlo, o al menos com-
pletarlo, con elementos de los capítulos precedentes.
En los primeros tres capítulos de este texto hicimos un repaso de las tesis
de Aristóteles sobre las tres disciplinas que Habermas llama “el canon aris-
totélico”: Dialéctica, lógica y retórica.
Acogiendo el criterio del posible orden cronológico de su composición,
empezamos este análisis con los textos aristotélicos que presentan su teoría
dialéctica: Los Tópicos y las Refutaciones sofísticas. En el capítulo 1: “El
concepto de ‘razonamiento’ en los Tópicos y las Refutaciones sofísticas”
pudimos constatar que Aristóteles concibió primero una teoría general so-
bre los razonamientos, luego determinó las funciones de los razonamientos
dialécticos (y de los erísticos) y dejó planteado el espacio de los razona-
mientos demostrativos apodícticos, que serían el objeto de los Analíticos I y
II. Tal como anotábamos allí: 1. El desarrollo de la teoría lógica aristotélica
se deriva de su reflexión sobre el diálogo y la dialéctica, y, como un caso
especial de ella, deriva los razonamientos demostrativos o científicos, que
parten de premisas verdaderas y aplican las formas correctas de razonar;
y 2. Para Aristóteles, los argumentos dialécticos no se distinguen de los
demostrativos por su aspecto formal, sino por la calidad epistémica de sus
premisas (el ser verdaderas o el ser plausibles). Con ello, redescubrimos que
la prioridad de la dialéctica aristotélica con respecto a su teoría lógico for-
Pedro José Posada Gómez
274
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
302 La lógica aristotélica supone un sistema conceptual preciso (las Categorías y los Peri Herme-
neias) y este sistema se levanta sobre una ontología del sentido común y su perfeccionamiento
por la ciencia.
303 La Retórica no solo refleja el uso persuasivo de la dialéctica (los elementos críticos de la lógica
y el razonamiento verosímil), sino también los elementos éticos del conocimiento de los carac-
teres y los elementos agonísticos del ejercicio de la “fuerza simbólica” del debate.
275
Pedro José Posada Gómez
304 Por nuestro análisis previo podemos agregar que en los Tópicos y las Refutaciones también se
analizan los argumentos demostrativos y erísticos, y que ellos, además de los dialécticos, son
empleados en la lógica y la retórica de Aristóteles.
276
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
305 Parodiando la distinción que hace M. Meyer entre los aspectos efectivo y proyectivo del ἦθος y
el πάθος, podríamos decir que el auditorio concreto es un auditorio efectivo, mientras que las
pretensiones de validez (sean universales o particulares) se dirigen a un auditorio proyectivo
(Meyer, 2004, p. 42 ss.).
306 En un escrito titulado “¿Pueden ser formalizados los argumentos retóricos?” el profesor Adolfo
León Gómez (2001/2006) ha puesto en duda la relevancia de la formalización para valorar los
argumentos retóricos.
277
Pedro José Posada Gómez
278
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
279
Pedro José Posada Gómez
308 Esta doble perspectiva, epistémica y moral, también está implícita en la clasificación perel-
280
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
281
Pedro José Posada Gómez
sor Adolfo León Gómez que hemos citado en el capítulo 4: Extrapolando la noción de “ma-
cro-acto” de habla desarrollada por Van Dijk, el profesor Adolfo León Gómez ha propuesto
caracterizar a la argumentación como un “mega-acto” de habla: “la argumentación sería una
secuencia ordenada y coherente de argumentos. Es decir, de macroactos, de los macroactos más
simples” (Gómez, 2001/2006, p. 96).
311 Una “lógica” que está interpretada semánticamente, y para la cual vale lo que anota Popper a
propósito de las reglas lógicas de inferencia: “... si por lenguaje entendemos un simbolismo que
nos permite hacer enunciados verdaderos (...) Una regla válida de inferencia con respecto a tal
sistema semántico de lenguaje sería una regla a la cual, en el lenguaje en cuestión, no puede
hallarse ningún contraejemplo, porque no existe ningún contraejemplo” (Popper, 1967, p. 256).
312 Esta concepción del componente lógico de la argumentación podría ser conciliada con la “teo-
ría expresiva de la lógica” defendida por Robert Brandom, según la cual “la importancia filosó-
fica de la lógica no consiste en capacitar a los que dominan el uso de las locuciones lógicas para
probar una clase especial de afirmaciones, es decir, de legitimarse a sí mismos para un tipo de
compromiso en un estilo formal privilegiado. Más bien, la importancia del vocabulario lógico
consiste en lo que permite decir a aquellos que lo dominan, o sea en capacitarlos para expresar
esta clase especial de afirmaciones. El vocabulario lógico dota a los participantes en la prác-
tica lingüística del poder expresivo para hacer explícitos como contenido de sus afirmaciones
precisamente aquellos rasgos implícitos en la práctica lingüística que en primer lugar confieren
contenido semántico a sus enunciados. La lógica es el órgano de la autoconciencia semántica”
(Brandom, 2005, pp. 25-26).
282
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Si nos valemos de los tres elementos del discurso persuasivo que postu-
ló Aristóteles en su Retórica, podemos afirmar que el momento epistemo-
lógico hace énfasis en el aspecto del logos, entendido como las propiedades
formales del discurso; el momento dialéctico lo hace en el ethos de los
interlocutores del diálogo o debate; y el momento retórico-evaluativo en las
características del pathos de los auditorios.
283
Pedro José Posada Gómez
- las reglas (1.3) y (1.4) de Alexy (en Habermas (1.2) y (1.3)) que son reglas
básicas de consistencia semántica:
284
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
Valga anotar que estas reglas son comunes a todo tipo de discurso (teó-
rico, práctico) y a la argumentación cotidiana. Además, podrían ser
derivadas de la “Regla de justicia” perelmaniana.
286
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
287
Pedro José Posada Gómez
Estas reglas también podrían ser consideradas como condiciones del mo-
mento dialéctico, pero su carácter ideal las hace aptas para satisfacer las
condiciones de la “situación ideal de diálogo”, que es la versión haberma-
siana de las condiciones en las que se pueden lograr conclusiones que sean
válidas universalmente.
Desde esta perspectiva, las argumentaciones con pretensiones particula-
ristas no pueden ser objeto de discursos universalistas, sino tal vez de crí-
ticas terapéuticas o estéticas y de evaluación en términos de su adecuación
a contextos particulares del discurso (a sus “auditorios particulares”). Sin
embargo, un aporte importante de la teoría habermasiana es su tipología
288
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
289
BIBLIOGRAFÍA
Obras de Aristóteles
CANDEL, M. (1982). Tratados de lógica I (Órganon). Madrid: Gredos.
EDGHILL, E. M. (1928). Peri hermeneias (Sobre la interpretación).
Londres.
FORSTER, E. S. (Trad. y Ed.). (1960/1997). Topica. Londres: Harvard
University Press.
JENKINSON, A. J. (1984). “Prior Analytics”. En: Aristotle (1984). The
complete works of Aristotle. The revised Oxford translation. 2 volumes. J.
Barnes (Ed.). Trans. a.o. by W. A. Pickard-Cambridge (Topics and Sophis-
tical refutations, 1928), J. L. Ackrill (Categories and De interpretatione,
1963), A. J. Jenkinson (Prior analytics), and W. Rhys Roberts (Rhetoric,
1924). Princeton, NJ: Princeton University Press.
LARROYO, F. (1981). Tratados de lógica - El Órganon. México: Edi-
torial Porrúa.
MURE, G. R. G. (1960/1997). Posterior Analytics. Massachusetts: MIT
University Press.
PICKARD, W. A. (1928). “Topics”. En: Aristotle (1984). The complete
works of Aristotle. The revised Oxford translation. 2 volumes. J. Barnes
(Ed.). Trans. a.o. by W. A. Pickard-Cambridge (Topics and Sophistical ref-
utations, 1928), Princeton, NJ: Princeton University Press.
Pedro José Posada Gómez
Otros autores:
AUBENQUE, P. (1962/1974). El problema del ser en Aristóteles. (Vidal
Peña, Trad.). Madrid: Taurus.
AUBENQUE, P. (1970, julio-septiembre). “Evolution et constantes de la
pensée dialectique”. Les Etudes Philosophiques, (3).
BLANCHÉ, R. (1970). La logique et son histoire. Paris: Presses Univer-
sitaires de France.
BOCHENSKI, I. M. (1951). Ancient Formal Logic. Amsterdam:
North-Holland Publishing Company.
BOCHENSKI, I. M. (1985). Historia de la lógica formal. Madrid: Gre-
dos.
CARNAP, R. (1948). On the Application of Inductive Logic. Philosophy
and Phenomenological Research 8, 133-148.
DANBLON, E. (2005). La fonction persuasive (Anthropologie du dis-
cours rhétorique: origines et actualité. Paris: Armand Colin éditeur.
DEAÑO, A. (1978). Introducción a la Lógica Formal. Madrid: Alianza.
DUPRÉEL, E. (1948). Les Sophistes. Paris: Neuchtel, éd. Griffon.
FERRATER MORA, J. (1994/2004). Diccionario de Filosofía, 4 tomos.
Barcelona: Ariel.
GOMPERZ, T. (2000). Pensadores griegos, una historia de la filosofía
de la antigüedad, Tomo 3. Barcelona: Herder.
292
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
293
Pedro José Posada Gómez
294
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
295
Pedro José Posada Gómez
296
Lógica, dialéctica y retórica (en Aristóteles y las teorías de la argumentación)
297
Pedro José Posada Gómez
298