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Compilado de textos.
¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?
Sobre esto Laje refiere que “El malestar de la adolescencia pobre, puede expresarse
con otros indicadores que señalan cuestiones centrales que presentan
coincidencias entre los investigadores.” (Pag. 4)
• La visión de la escuela secundaria como una vía muerta, una institución que
no responde eficazmente ni a sus demandas actuales ni a sus necesidades
de formación profesional.
Laje sostine que “Las prácticas estratégicas para sobrevivir de estos jóvenes,
muchas veces no surgen sólo de una situación de crisis económica, tienen que ver
además, con una dimensión cultural en la que se construyen identidades a partir de
problemas: delincuencia, desarraigo, migración familiar; traslados, mudanzas,
desestructuración familiar y abandonos, estigmatización, discriminación y diferentes
situaciones de riesgo; drogadicción, embarazo adolescente, sida, violencia familiar,
etc. (….) El futuro es experimentado como azar, los acontecimientos se presentan
aleatoriamente con una marcada sensación de regresión, de pesimismo, de
estancamiento. Situación que se refleja en un estilo de vida, en su específica forma
de relacionarse con el mundo, lo que implica entre otras cosas, una valoración
particular de los acontecimientos en los que ellos son protagonistas.(…) Son estos
jóvenes los que develan paradigmáticamente la situación hoy”. (Pag. 4)
Es ante esta cuestión que María Inés Laje aporta: “No sorprende que exista un
consenso creciente acerca de que la adolescencia ha sido construída como una
categoría de personas con derechos sociales reducidos y escaso poder de
demanda.” ( pág. 5)
La exclusión puede cobrar distintas formas: hay una exclusión total, asimilable a la
imagen de la marginalidad, con toda su carga estigmatizante y perturbadora,
mientras que otra, la exclusión relativa que se inspira en Bourdieu (“la miseria del
mundo”), lo es a esferas específicas de la vida social (exclusión de los servicios de
salud, de la formación profesional, de la vida cultural, de ciertos bienes colectivos,
etc.) que sin definir la exclusión total, van conformando una degradación de las
condiciones de vida. (Margulis, M.)
Agrega la autora que “Se trata de promover y calificar las demandas adolescentes
ubicándolos a ellos como los verdaderos protagonistas, activos y conscientes.”
¿QUÉ ES LA ADULTEZ?
La adultez es la etapa vital más larga de la vida de una persona y por ello se
le suelen asociar las funciones psicosociales más importantes del ser
humano.
“En esta perspectiva, vemos distintas adolescencias con grados muy diversos de
satisfacción de sus necesidades, espectro que tiende a una creciente polarización. Para
unos, la ausencia de derechos propios es subsanada por la acción de sus familias e
instituciones que pueden proveerles de lo necesario. Mientras que para otros se agudiza
su situación de desprotección. A su vez, la adolescencia está en medio de dos
tendencias contradictorias de nuestra sociedad: por un lado, una juventud vulnerable y
pobre, sin ingreso, sin posibilidad de acceso a las opciones del mercado, y por el otro,
un mercado que, en virtud de su diversificación, ofrece modelos de identidad e
independencia vía el consumo para aquellos adolescentes que sí disponen de ingresos,
por intermedio de sus familias” (Pag.3)
El trabajo y la familia son los puntos cruciales de esta etapa, en la cual se forman
comportamientos de producción y de protección hacia la familia.
En este periodo los adultos todavía son vigorosos; con suficiente energía para
cumplir con su trabajo y estudios. Es la etapa de mayor crecimiento laboral, con
preminencia de la productividad y desarrollo del rol profesional, así como de
establecimiento del proyecto de vida familiar. En esta etapa tienen intereses
diferentes los adultos casados de los solteros. Si bien en ambos casos están en
pleno desarrollo de sus proyectos vitales laborales en los que están casados
aparece además el interés por la familia y los hijos, la preocupación por el ajuste al
matrimonio y al hogar si se ha formado recientemente, así como la crianza de los
hijos que suele ser un arduo desafío. Mientras que para los solteros es el periodo
de establecer los nuevos parámetros sociales adecuados a las necesidades de
desarrollo personal y proyecto vital. Nuevamente del contexto sociocultural y
económico en que ha logrado insertarse el adulto resultarán las conflictivas en
relación a la consolidación del proyecto vital o la revisión del mismo.
Polly Cooper piensa que con solo saber el estado civil y profesión de un adulto ya
podemos hacernos una idea general de quién es. A veces, basados en estereotipos
de la sociedad, asumimos que un hombre casado es el sostén económico y jefe de
su hogar, que su esposa se dedica exclusivamente a su casa y que todos sus hijos
van a la escuela. Esto no siempre es así, si en el hogar la que manda es la mujer
podemos estar ante situaciones totalmente diferentes de las que imaginamos, todo
eso influye en la personalidad, el posicionamiento socioeconómico, cultural y los
estudios de quien tengamos enfrente.
b) redefinición de las relaciones con los padres, los hijos y la pareja, con la
elaboración del duelo por “los padres de la infancia” y el “síndrome del nido
vacío”, etc.
Padres: envejecimiento de ellos. Se produce un cambio de rol (los hijos toman el rol
que antes correspondía a los padres). Crisis por la toma de conciencia de la finitud
propia y su elaboración.
El logro de estabilidad laboral, social, familiar, más los cambios físicos propios de
esta etapa, generan una fase de introversión que se relaciona con el proceso de
individuación (descrito por Jung), donde se produce un mayor conocimiento de sí
mismo y se integran los nuevos aspectos a la personalidad. Este proceso desarrolla
la capacidad de aceptar el paso del tiempo, las frustraciones y genera mucha
confianza en los recursos internos (ser capaz de tolerar cosas que antes no creía
posibles). Si se logran integrar experiencias, se logra una expansión de la
personalidad y del conocimiento; se es más consistente frente al resto y con uno
mismo. Al haber dominado las presiones externas se pueden dedicar la energía al
conocimiento de sí mismo.
Se espera que el adulto medio se conozca más, que el sí mismo se vuelva más
auténtico, en el sentido de que se tiene una visión más realista de la vida. Se viven
procesos de duelo (cómo era antes, cómo soy ahora, qué me queda por vivir). Las
relaciones con el mundo externo se hacen más selectivas. Existe una mayor
tolerancia a la frustración. Valoración más alta de la paciencia. Las funciones yoicas
se vuelven más eficientes (se puede vivir estados emocionales sin desbordarse ni
perjudicar a otros).
Estos signos si bien se plantean como crisis, son elementos necesarios para el
cambio, donde se da una mejor comprensión en todos los ámbitos y favorece la
integración.
Este periodo de la adultez está vinculado con la realización en todos los aspectos
de su proyecto vital. Se espera que el adulto en esta etapa tenga buena salud si ha
desarrollado buenos hábitos, que haya establecido su máxima diferenciación en los
rasgos de personalidad que lo definen y en la elección de la modalidad de
establecimiento de vínculos. También se espera el pleno desarrollo laboral y/o
profesional, el pasaje de junior a senior, ya que es el momento vital donde se
traspasan los estandartes de la productividad, comenzando a ceder espacios para
acompañar, formar y aconsejar a las nuevas generaciones; y se logra la estabilidad
económica.
Los adultos mayores deben afrontar un trabajo interno que permita aceptar la propia
historia, donde se comprenda más profundamente la vida e integrar los sentimientos
ambivalentes que surjan en el proceso para una mejor vivencia de la vejez.
Al mismo tiempo todos estos aspectos del desarrollo son afectados por procesos
psicológicos motivacionales, responden lento para evitar errores, ya no les interesa
el éxito, la fama ni la efectividad sino la posibilidad de permanecer activos.
Las pérdidas del mundo externo son menos intensas, ponen mucha más atención
a sus señales internas, están mucho más preocupados de lo que pasa en su cuerpo,
la vulnerabilidad física los deja mucho más sensibles a cambios corporales, del
entorno, etc. Pero los cambios se producen rápidamente y hay poco tiempo para
asimilarlos. Se confronta con la realidad biológica y la acepta. La aceptación
significa asumirla responsablemente, lo que implica autocuidado.
También se debe enfrentar en esta etapa el retiro y la jubilación, con lo que aparece
más tiempo libre para reorganizar, reorientar e invertir. También es una etapa donde
las pérdidas (familiares, amigos, etc.) son más frecuentes y el círculo de afectos y
relaciones se reduce. Los vínculos sociales son fundamentales en este periodo para
asegurar una red social lo más amplia posible.
Es en este momento de la vida donde la oferta educativa viene a completar
más de una función educativa, de ampliación de horizontes culturales, de
compensación y de soporte afectivo-social.
En esta etapa se evalúa el logro de una identidad integrada, más plena, que está
vinculada con el logro de la vida que se tiene como la única posible, con los aspectos
positivos y negativos de las elecciones y vivencias para aceptar que ese proyecto
vital es reflejo de quien uno es, de lo que fue eligiendo ser y disfrutar de lo logrado.
ADULTEZ
Entre las principales necesidades de las personas adultas destacamos las de:
• Sentirse actores de los procesos de aprendizaje
• Disfrutar de la cultura y del arte y, en general, de todos los estímulos que brinda la
existencia
“Activo, en tanto no solo recibe sino que produce, no solo opera sino que busca.
El adulto tiene que reconocer y aceptar que necesita realizar una inversión de
tiempo en aprender, lo que significa un reconocimiento contundente de que ese
aprendizaje representa una necesidad para él, en un momento preciso, por lo que
estará dispuesto a pagar un precio de esfuerzo y adaptación.
El adulto cuenta siempre con un bagaje experiencial que supone una fuente de
aprendizaje en sí mismo. Sabemos que los aprendizajes se convierten en
significativos cuando se establecen nexos o conexiones con otros aprendizajes
previos, tejiéndose así una cada vez más sólida relación, que no hace sino
consolidar y aumentar nuestra capacidad de aprender. En ocasiones también este
bagaje experiencial puede suponer una cierta dificultad, porque el adulto se muestra
reacio a aceptar y, por lo tanto, a integrar ciertos aprendizajes que puedan
cuestionar planteamientos que considera propios, seguros y de algún modo
inamovibles.
El adulto suele manifestar un ritmo propio ante los procesos que inicia, cada
persona necesita dar los pasos a su modo, ir desarrollando las sucesivas fases,
según sus particulares características personales, y los docentes deben contar con
ello. Esto no quiere decir que no funcione bien dentro de los grupos, y que cada
grupo imprima un carácter determinado al proceso.