Por el contrario, cuando el autor expresa implícitamente su punto
de vista, los modalizadores son indirectos. Se identifican a partir de:
El uso de la connotación, que se presenta en términos que
conllevan –además de su significado propio– otro de tipo expresivo o apelativo. Por ejemplo, la palabra “Sol” hace referencia a la estrella luminosa, centro de nuestro sistema planetario; usualmente se emplea de manera denotativa. Esta misma palabra se usa de forma connotativa cuando alguien expresa: “Marco es tan valioso como un sol”.
La adjetivación calificativa (importante, bueno, despreciable) en
lugar de la especificativa (negro, pequeño, mediano, maduro).
El uso de frases adverbiales (a menudo, a ciegas, al pie de la letra,
verdaderamente, etcétera).
El uso de figuras retóricas (metáfora, comparación o símil,
enumeración, exclamación, interrogación, anáfora, etcétera) para convencer al interlocutor mediante el efecto persuasivo propio de cada figura: la metáfora y la comparación, para enfatizar características que se desean resaltar; la enumeración, para dar argumentos o detalles de ellos, y la exclamación, para llamar la atención con un efecto dramático. Por su parte, la interrogación suele ser puramente retórica, es decir, no se plantea en sentido real, sino para hacer reaccionar al interlocutor, al igual que en la anáfora (repetición de términos al principio de cada frase u oración).