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CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE.

La acción pasa a situarse al año 2022, en una Nueva York poblada por cuarenta millones
de habitantes y con una cifra de veinte millones de parados. Hasta las iglesias se
encuentran abarrotadas. La base para la subsistencia consiste en unos concentrados de
vegetales energéticos elaborados a base plancton o bayas asiáticas, denominados
Soylent, cuyos distintos modelos responden a un color específico.
Suplen la escasez de alimento y actúan como espónsor de otros productos menos
sofisticados, hasta el punto de tener asignado cada uno de ellos un determinado día de
la semana; un alimento sazonado con algunos ingredientes de las lúcidas tramas
conspirativas de los setenta.
La historia nos muestra una sociedad que ha llegado hasta tal punto, que el suicidio está
bien visto, alentado a través de centros especiales creados expresamente para facilitar y
gestionar unas muertes que deben servir para aligerar los problemas de superpoblación
y falta de recursos. Espeluznante.
Una realidad en la que las frutas y las verduras, la mermelada o un bistec, el agua
caliente o el jabón, o los libros, dada la carestía de papel, son bienes de lujo sólo para
los privilegiados, por el colapso medioambiental causado por el efecto invernadero.
Carencia de recursos, sobrepoblación, pobreza crónica predominante, contaminación.
Ese es el paisaje, o circunstancia, que se refleja en la película.
Aunque la contaminación del medio ambiente es el tema central de la película,
considero que el fin de la misma no es otro que el de concienciar a la sociedad y las
instituciones en cuestiones de protección ambiental.
Su punto fuerte recae en el argumento, en una historia que aparentemente versa sobre
una investigación de un homicidio, pero que sirve de mero hilo conductor para mostrar
hasta dónde ha llegado la sociedad en su vorágine de desarrollo y descontrol, para
acabar desembocando con su revelador final, en algo completamente distinto y
sorprendente.
Considero que en la actualidad le hemos dado poco valor a los que realmente lo debería
de tener, no hemos detenido nuestra marcha para pensar un poco en que es lo que
estamos haciéndole al mundo, nos hemos preocupado más por lo material, creemos
que el dinero y los bienes son lo único que realmente vale, desgraciadamente no
analizamos que cuando llegue el momento en que estemos como lo refiere la película,
tendremos que pelear por un trozo de pan, un trago de agua o un espacio para “vivir” si
así se le pude llamar.

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