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El vampiro Ceguera

En el regazo de la tarde triste Me abismo en una rara ceguera luminosa,


yo invoqué tu dolor… sentirlo era un astro, casi un alma, me ha velado la vida
sentirte el corazón, palideciste ¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
hasta la voz, tus párpados de cera, O en su disco de luz he quedado prendida?
No sé…
Bajaron… callaste… y pareciste Rara ceguera que me borras el mundo,
Oír pasar la muerte… yo que abriera estrella, casi un alma, con que asciendo o me hundo.
Tu herida mordí en ella- ¿me mentiste?-
Como el oro de un panal mordiera. ¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!
Y exprimí más, traidora, dulcemente Delmira Agustini
tu corazón herido mortalmente,
por la cruel daga rara y exquisita Astros
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto.
Tendí a esa fuente abierta en tu quebranto. Por fuera luz de plata
Por dentro fuego rojo
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?... Como los cuerpos
¿Soy flor o estirpe de una especie obscura. Mundos del eterno tesoro.
Que come llagas y que bebe el llanto?
Juan Ramón Jiménez
Delmira Agustini
Inextinguibles
Ordéname el pensamiento
¡Oh tú que duermes tan hondo
Las palabras Ordéname el pensamiento
que no despiertas!
-lo único que te pido-
Dales la vuelta, Para eso me lo has revuelto.
Milagrosas de vivas,
cógelas del rabo (chillen, putas), Milagrosas de muertas
azótalas, Baldomero Fernández Moreno.
y por muertas y vivas
dales azúcar en la boca a las rejegas, Adolescencia eternamente abiertas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos, […] alguna noche de duelo
sécalas, El paisaje soñoliento yo encuentro tus pupilas
cápalas, Dormía sus vagos tonos, bajo un trapo de sombra
písalas, gallo galante, Bajo el cielo gris y rosa o una blonda de luna.
tuérceles el gaznate, cocinero, Del crepúsculo de otoño.
desplúmalas, Le dije que iba a besarla; Bebo en ellas la Calma
destrípalas, toro, Bajó;serena,los ojos como en una laguna.
buey, arrástralas, Y me ofreció sus mejillas,
hazlas, poeta, Como quien pierde un tesoro. Por hondas, por calladas,
haz que se traguen todas sus palabras. Caían las hojas muertas por buenas, por tranquilas
En el jardín silencioso. un lecho o una tumba
Octavio Paz […]. padece cada una.

Juan Ramón Jiménez Delmira Agustini


Entre irse y quedarse
Odio
A Dios en primavera Entre irse y quedarse duda el día,
Oh, primavera de las amapolas, enamorado de su transparencia.
Señor,matadme,si queréis Tú que floreces para bien mi casa,
(pero,señor¡no me matéis!) Luego que enjoyes las corolas, La tarde circular es ya bahía:
Señor Dios,por el sol sonoro, Pasa. en su quieto vaivén se mece el mundo.
Por la mariposa de oro , Beso, la forma más voraz del fuego,
Por la rosa con el lucero, Clava sin miedo tu endiablada espuela, Todo es visible y todo es elusivo,
Los corretines del sendero, Quema mi alma, pero luego, todo está cerca y todo es intocable.
Por el pecho del ruiseñor Vuela.
Por los naranjales en flor Risa de oro que movible y loca Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
Por la periferia del río Sueltas el alma, de las sombras, presa, reposan a la sombra de sus nombres.
Por el lento pinar umbrio En cuanto asomes a la boca,
Por los recientes labios rojos Cesa. Latir del tiempo que en mi sien repite
Se ella y por sus grandes ojos… Lástima blanda del error amante la misma terca sílaba de sangre.
¡señor,señor,no me matéis! Que a cada paso el corazón diluye,
(pero matadme si queréis). Vuelca tus mieles y al instante, La luz hace del muro indiferente
Huye. un espectral teatro de reflejos.
Juan Ramón Jiménez Odio tremendo, como nada fosco,
Odio que truecas en puñal la seda, En el centro de un ojo me descubro;
Odio que apenas te conozco,
Queda. No me mira, me miro en su mirada.

Alfonsina Storni Se disipa el instante. Sin moverme,


Margarita yo me quedo y me voy: soy una pausa.

¿Recuerdas que querías ser una Margarita Octavio Paz


Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita, Nocturno
en una noche alegre que nunca volverá.
Silencio de la noche, doloroso silencio
Tus labios escarlatas de púrpura maldita nocturno. ¿Por qué el alma tiembla de tal manera?
sorbían el champaña del fino baccarat; Oigo el zumbido de mi sangre,
tus dedos deshojaban la blanca margarita, dentro de mi cráneo pasa una suave tormenta.
Sí. No sí... no. ¡y sabías que te adoraba ya! ¡Insomnio! No poder dormir, y, sin embargo,
soñar. Ser la auto-pieza
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías; de disección espiritual, ¡el auto-Hamlet!
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo; Diluir mi tristeza
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías. en un vino de noche
en el maravilloso cristal de las tinieblas.
Y en una tarde triste de los más dulces días, Y me digo: ¿a qué hora vendrá el alba?
la Muerte, la celosa, por ver si me querías, Se ha cerrado una puerta.
¡como a una margarita de amor, te deshojó! Ha pasado un transeúnte.
Ha dado el reloj trece horas..¡Si será Ella!.
Rubén Darío
Rubén Darío
Libertad bajo palabra Palabras a un habitante de Marte

Viento ¿Será verdad que existes sobre el rojo planeta,


Cantan las hojas, Que, como yo, posees finas manos prehensiles,
bailan las peras en el peral; Boca para la risa, corazón de poeta,
gira la rosa, Y un alma administrada por los nervios sutiles?
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes flotan dormidas, algas del aire; Pero en tu mundo, acaso, ¿se yerguen las ciudades
todo el espacio Como sepulcros tristes? ¿Las asoló la espada?
gira con ellas, fuerza de nadie. ¿Ya todo ha sido dicho? ¿Con tu planeta añades
A la Vasta Armonía otra copa vaciada?
Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola y una desnuda Si eres como un terrestre, ¿qué podría importarme
vuela en el viento lomo de ola. Que tu señal de vida bajara a visitarme?
Busco una estirpe nueva a través de la altura.
Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje; Cuerpos hermosos, dueños del secreto celeste
todo es del viento De la dicha lograda. Mas si el tuyo no es éste,
y el viento es aire Si todo se repite, ¡calla, triste criatura!
siempre de viaje.
Alfonsina Storni
Octavio Paz

Setenta balcones y ninguna flor


¡Oh, tú! (selección se estrofas)
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor ¿Será verdad que existes sobre el rojo planeta,
¿A sus habitantes, señor, qué les pasa? Que, como yo, posees finas manos prehensiles,
¿Odian el perfume, odian el color? Boca para la risa, corazón de poeta,
Y un alma administrada por los nervios sutiles?
La piedra desnuda de tristeza agobia
¡Dan una tristeza los negros balcones! Pero en tu mundo, acaso, ¿se yerguen las ciudades
¿No hay en esta casa una niña novia? Como sepulcros tristes? ¿Las asoló la espada?
¿No hay algún poeta bobo lleno de ilusiones? ¿Ya todo ha sido dicho? ¿Con tu planeta añades
A la Vasta Armonía otra copa vaciada?
¿Ninguna desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín? Si eres como un terrestre, ¿qué podría importarme
¿En la piedra blanca trepar los rosales, Que tu señal de vida bajara a visitarme?
en los hierros negros abrirse un jazmín? Busco una estirpe nueva a través de la altura.

Si no aman las plantas no amarán el ave, Cuerpos hermosos, dueños del secreto celeste
no sabrán de música, de rimas, de amor. De la dicha lograda. Mas si el tuyo no es éste,
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave Si todo se repite, ¡calla, triste criatura!
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Alfonsina Storni
Baldomero Fernández Moreno.
Los amantes Mía Se nos ha muerto un sueñoñ

Ved en sombras el cuarto, y en el lecho Mía: así te llamas. Carpintero, haz un féretro pequeño
desnudos, sonrosados, rozagantes, ¿Qué más harmonía? de madera olorosa,
el ruido vivo de los dos amantes Mía: luz del día; se nos ha muerto un sueño,
boca con boca y pecho contra pecho. mía: rosas, llamas. algo que era entre el pájaro y la rosa.
Fue su vida exterior tan imprecisa
Se hace más apretado el mundo estrecho, ¡Qué aroma derramas que sólo se lo vio cuando asomaba
bailotean los dedos delirantes, en el alma mía a! trémulo perfil de una sonrisa
suspéndese el aliento unos instantes… si sé que me amas! o al tono de la voz que lo nombraba...
y he aquí el mundo sexual deshecho. ¡Oh Mía! ¡Oh Mía! Mas qué te importa el nombre, carpintero,
era un sueño de amor, tu mano clave,
Un desorden de sábanas y almohadas, Tu sexo fundiste pronto las tablas olorosas, quiero
dos pálidas cabezas despeinadas, con mi sexo fuerte, enterrar hondo el sueño flor y ave.
una suelta palabra indiferente, fundiendo dos bronces. ¡Al compás del martillo suena un canto!

un poco de hambre, un poco de tristeza, Yo triste, tú triste... «No vayas al campo santo,
un infantil deseo de pureza ¿No has de ser entonces porque los sueños de amor
y un vago olor cualquiera en el ambiente. mía hasta la muerte? no mueren, se muda en llanto
su forma de ave y de flor».
Baldomero Fernández Moreno. Rubén Darío
Conrado Nalé Roxlo (1898-1971)
Epitafio para un poeta

“Epitafio para un Poeta: Epitafio para un poeta


No le faltaron excusas,
para ser pobre y valiente: Hay que andar por el mundo como si no importara.
Supo vivir claramente. Sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
Amo a su amor, y a las musas. Ni al capitán del buque, a dónde lleva agua.
Yace aquí, como ha vivido,
en soledad decorosa. Mirar al otro lado del que todos señalan,
Su gloria cabe en la Rosa, Que es allí, dónde crece la rosa inesperada.
que ninguno le ha traído” Hablar con el herrero, del caballo y la fragua,
Pero mirando al fuego, con atenta mirada;
Conrado Nalé Roxlo (1898-1971) Puede que en un silencio, veas la salamandra.

Crear el nombre hermoso de alguna imaginaria mujer,


Y luego a todos preguntarles con ansia:
Apegado a mí Si no la han visto, acaso te lleven a su casa...

Yo que todo lo he perdido En la copa vacía beber con esperanza,


Ahora tiemblo hasta al dormir, Tal vez una divina locura, de cristal guarda.
No resbales de mi pecho, Sacar siempre a los ojos, el aire azul del alma,
¡Duérmete apegado a mí!... Ver lo que nunca alcanza la mirada...

Gabriela Mistral (frag.) Conrado Nalé Roxlo (1898-1971)


Besos
Dulzura
Hay besos que pronuncian por sí solos
Madrecita mía,
La sentencia de amor condenatoria,
Madrecita tierna,
Hay besos que se dan con la mirada
Déjame decirte
Hay besos que se dan con la memoria.
Dulzuras extremas.
Hay besos silenciosos, besos nobles
Es tuyo mi cuerpo
Hay besos enigmáticos, sinceros
Que juntarse en ramo
Hay besos que se dan sólo las almas
Deja revolverlo
Hay besos por prohibidos, verdaderos.
Sobre tu regazo.
Hay besos que calcinan y que hieren,
Juega tú a ser hoja
Hay besos que arrebatan los sentidos,
Y yo a ser rocío:
Hay besos misteriosos que han dejado
Y en tus brazos locos
Mil sueños errantes y perdidos.
Tenme suspendido.
Hay besos problemáticos que encierran
Madrecita mía,
Una clave que nadie ha descifrado,
Todito mi mundo,
Hay besos que engendran la tragedia
Déjame decirte
Cuantas rosas en broche han deshojado.
Los cariños sumos.
Hay besos perfumados, besos tibios
Gabriela Mistral
Que palpitan en íntimos anhelos,
Hay besos que en los labios dejan huellas
Como un campo de sol entre dos hielos.

Gabriela Mistral (frag.) El herido


Después del amor
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
No pudimos ser. La tierra
como un árbol carnal, generoso y cautivó,
no pudo tanto. No somos
doy a los cirujanos.
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Para la libertad siento más corazones
Un pie se acerca a lo claro.
Que arena en mi pecho: dan espuma mis venas,
En lo oscuro insiste el otro.
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
Por que el amor no es perpetuo
como en las azucenas.
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda un instante
Para la libertad me desprendo a balazos
Dentro del carbón más hondo.
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Rojo es el odio y nutrido.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
El amor, pálido y sólo.
de mi casa, de todo.(…)
Cansado de odiar, te amo.
( fragmento).
Cansado de amar, te odio.
( fragmento).
Miguel Hernández
Miguel Hernández
Masa Me sobra el corazón (Fragmento)

Al fin de la batalla, Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,


y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre hoy estoy para penas solamente,
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» hoy no tengo amistad,
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
Se le acercaron dos y repitiéronle y ponerlo debajo de un zapato.
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Hoy reverdece aquella espina seca,
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mí pecho el desaliento
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, plomo desalentado.
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la No pudo ser con mí estrella.
muerte!» Y me busco la muerte por las manos
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Mirando con cariño las navajas,
Y recuerdo aquel hacha compañera,
Le rodearon millones de individuos, Y pienso en los más altos campanarios
con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Para un salto mortal serenamente.
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. (…)
Ayer, mañana, hoy
Entonces todos los hombres de la tierra padeciendo por todo
le rodearon; les vio el cadáver triste, mi corazón, pecera melancólica,
emocionado; Penal de ruiseñores moribundos.
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar... Miguel Hernández

César vallejo El poeta a su amada

Redondillas Amada, en esta noche tú te has crucificado


sobre los dos maderos curvados de mi beso;
Hombre necios que acusáis y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
a la mujer, sin razón y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis. En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
Sin con ansias sin igual En esta noche de setiembre se ha oficiado
solicitáis su desdén, mi segunda caída y el más humano beso.
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal? Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
Combatis su resistencia y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos
y luego, con gravedad,
decis que fue liviandad. Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
lo que hizo la diligencia. ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.
Juana Inés de la Cruz.
César Vallejo
Las mujeres viejas Amor prohibido

Las mujeres viejas son jóvenes Subes centelleante de labios y de ojeras!


curadas ya del duelo Por tus venas subo, como un can herido
por aquellos que murieron que busca el refugio de blandas aceras.
por aquellos que aún viven
Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Tan sólo ahora aprendieron
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
ese modo de amar
que consiste en no pedir nada a cambio del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Tan sólo ahora Espíritu en el horópter que pasa


a través de la limpidez del mundo ¡puro en su blasfemia!
han logrado ver que dolor ¡el corazón que engendra al cerebro!
y alegría son la misma cosa que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
Tan sólo ahora han llegado que existe en el cáliz donde tu alma existe!
a ser criaturas
cuya fe está hecha ¿Algún penitente silencio siniestro?
de confianza y de deseo ¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
Tan sólo ahora han sabido ser hermosas el Amor es un Cristo pecador!
con la belleza de una apagada
estrella de tierra César Vallejo
Las mujeres viejas se miran en el espejo Yo no leo para ser mas inteligente,
Ésa no soy yo grito leo para ignorar un poco menos.
desde mi piel arrugada Yo no leo para ser una persona mas compleja,
leo para ser alguien mas simple.
Las mujeres viejas mueren Yo no leo para enriquecer mi vocabulario,
La verdadera juventud se encuentra
leo para no endeudarme con mi lengua.
al final del camino.
Yo no leo cientos de libros,
leo muchas veces el mismo.
Anna Kamienska
yo no leo para sentirme realizada,
leo lo que me realiza para sentirme.
Yo no leo para decir que leo,
“ En dos partes dividida leo para escuchar otras voces en mi silencio.
tengo el alma en confunsión: Yo no leo para olvidarme de la realidad,
una, esclava de la pasión leo para transformar la mia.
y otra, a la razón medida. Yo no leo para transportarme a otras historias,
Guerra civil, encendida, leo paras que otras historias sean parte de la mía.
aflige el pecho importuna: Yo no leo para creerme mas que otros,
quiere vencer cada una, leo para ser mejor que yo misma.
y entre fortunas tan varias, Yo no leo por que vaya a ser mejor persona,
moriran ambas contrarias yo simplemente leo porque leo.
pero vencerá: ninguna”.
Juana Inés de la Cruz.
Juana Inés de la Cruz.
La voz a ti debida Presente simple

Tú vives siempre en tus actos. Ni recuerdos ni presagios:


Con la punta de tus dedos sólo el presente.
Pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores, Ni silencio, ni palabras:
alegrías; es tu música. tu voz, sólo, sólo, hablándome.
La vida es lo que tú tocas.
Ni manos ni labios:
De tus ojos, sólo de ellos, Tan sólo dos cuerpos,
Sale la luz que te guía A lo lejos, separados.
los pasos. Andas por lo que ves. Nada más.
Ni luz ni tiniebla,
Y si una duda te hace Ni ojos ni mirada:
Señas a diez mil kilómetros, visión, la visión del alma.
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas, Y por fin, por fin,
estás ya allí; con los besos, Ni goce ni pena,
con los dientes la desgarras: Ni cielo ni tierra,
ya no es duda. Ni arriba ni abajo,
Tú nunca puedes dudar. Ni vida ni muerte, nada:
Sólo el amor, sólo amando.
Pedro Salinas
(fragmento) Pedro Salinas
Amada exacta
Besos (fragmento)
Tu aquí, delante. Mirándote
Hay besos que pronuncian por sí solos
yo. ¡Qué bodas
la sentencia de amor condenatoria,
tuyas, mías, con lo exacto!
hay besos que se dan con la mirada
Si te marchas, ¡qué trabajo
hay besos que se dan con la memoria.
Pensar en ti, que estás hecha
para la presencia pura!
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
Todo yo a recomponerte
hay besos que se dan sólo las almas
Con sólo recuerdos vagos:
hay besos por prohibidos, verdaderos.
te equivocaré la voz;
Hay besos perfumados, besos tibios
el cabello, ¿cómo era?
que palpitan en íntimos anhelos,
Te pondré los ojos falsos.
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Tu recuerdo eres tú misma.
Hay besos que parecen azucenas
Ahora ya puedo olvidarte
por sublimes, ingenuos y por puros,
Porque estás aquí, a mi lado.
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Pedro Salinas
Gabriela Mistral
¿Palabras? Sí, de aire, Piececitos (fragmento)
Y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras, Piececitos de niño,
Déjame ser el aire en unos labios, azulosos de frío,
Un soplo vagabundo sin contornos ¡cómo os ven y no os cubren,
Que el aire que desvanece Dios mío!
También la luz así misma se pierde.
¡Piececitos heridos
Octavop Paz por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
Entre la tarde que se obstina y lodos!
y la noche que se acumula
hay la mirada de una niña. El hombre ciego ignora
Deja el cuaderno y la escritura que por donde pasáis,
todo su ser dos ojos fijos. una flor de luz viva
En la pared la luz se anula. dejáis;
¿Mira su fin o su principio?
Ella dirá que no ve nada. que allí donde ponéis
Es transparente el infinito. la plantita sangrante,
Nunca sabrá que lo miraba el nardo nace más
fragante.
Octavio Paz
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
Miedo (fragmento) perfectos.

Yo no quiero que a mi niña Gabriela Mistral


la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Dos cuerpos frente a frente
Y cuando llegue la noche
son a veces dos olas
a mi lado no se acuesta...
y la noche es océano.
Yo no quiero que a mi niña
Dos cuerpos frente a frente
la vayan a hacer princesa.
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Y menos quiero que un día
Dos cuerpos frente a frente
me la vayan a hacer reina.
son a veces raíces
La subirían al trono
en la noche enlazadas.
a donde mis pies no llegan.
Dos cuerpos frente a frente
Cuando viniese la noche
son a veces navajas
yo no podría mecerla...
y la noche relámpago.
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
Octavio Paz
Gabriela Mistral
Delectación amorosa A los gauchos

La tarde, con ligera pincelada Raza valerosa y dura


que iluminó la paz de nuestro asilo, que con pujanza silvestre
apuntó en su matiz crisoberilo dio a la patria en garbo ecuestre
una sutil decoración morada. su primitiva escultura.
Una terrible ventura
Surgió enorme la luna en la enramada; va a su sacrificio unida,
las hojas agravaban su sigilo, cómo despliega la herida
que al toro desfonda el cuello,
y una araña en la punta de su hilo,
en el raudal del degüello
tejía sobre el astro, hipnotizada.
la bandera de la vida.
Poblóse de murciélagos el combo Luego al amor del caudillo
cielo, a manera de chinesco biombo; siguió, muriendo admirable,
sus rodillas exangües sobre el plinto con el patriótico sable
ya rebajado a cuchillo;
manifestaban la delicia inerte, pensando, alegre y sencillo,
y a nuestros pies un río de jacinto que en cualesquiera ocasión,
corría sin rumor hacia la muerte. desde que cae al montón
hasta el día en que se acaba,
Leopoldo Lugones pinta el cub de la taba
la existencia del varón.
Poema CXXIII de Campos de Castilla
Su poesía es la temprana
Una noche de verano gloria del verdor campero
—estaba abierto el balcón donde un relincho ligero
y la puerta de mi casa— regocija la mañana.
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a mi lecho Leopoldo Lugones
—ni siquiera me miró—, Con tu retrato
con unos dedos muy finos, Delmira Agustini (1886-1914)
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme Yo no sé si mis ojos o mis manos
la muerte otra vez pasó encendieron la vida en tu retrato;
delante de mí. ¿Qué has hecho? nubes humanas, rayos sobrehumanos,
La muerte no respondió. todo tu Yo de Emperador innato
Mi niña quedó tranquila, amanece a mis ojos, en mis manos.
dolido mi corazón. ¡Por eso, toda en llamas, yo desato
¡Ay, lo que la muerte ha roto cabellos y alma para tu retrato,
era un hilo entre los dos! y me abro en flor!… Entonces, soberanos
de la sombra y la luz, tus ojos graves
Antonio Machado dicen grandezas que yo sé y tú sabes…
y te dejo morir… Queda en mis manos
una gran mancha lívida y sombría…
¡Y renaces en mi melancolía
formado de astros fríos y lejanos!
La palmera Fragmento del poema “Retrato” de Campos de castilla

Al llegar la hora esperada Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,


en que de amarla me muera, y un huerto claro donde madura el limonero;
que dejen una palmera mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
sobre mi tumba plantada. mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Así cuando todo calle, Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido


en el olvido disuelto, ?ya conocéis mi torpe aliño indumentario?,
recobrará el tronco esbelto más recibí la flecha que me asignó Cupido,
la elegancia de su talle. y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

En la copa, que su alteza Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,


doble con melancolía, pero mi verso brota de manantial sereno;
se abatirá la sombría y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
dulzura de su cabeza. soy, en el buen sentido de la palabra, bueno […]

Entregará con ternura Antonio Machado


la flor, al viento sonoro,
el mismo reguero de oro A un ruiseñor
que dejaba su hermosura.
Canta en la noche, canta en la mañana,
Como un suspiro al pasar, ruiseñor, en el bosque tus amores;
palpitando entre las hojas, canta, que llorará cuando tú llores
murmurara mis congojas el alba perlas en la flor temprana.
la brisa crepuscular. Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
Y mi recuerdo ha de ser, suspirará también a los rigores
en su angustia sin reposo, de tu amor triste y tu esperanza vana.
el pájaro misterioso Y en la noche serena, al puro rayo
que vuelve al anochecer. de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.
Leopoldo Lugones Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo suave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.
Poema XXIX de Proverbios y cantares
José de Espronceda
Caminante son tus huellas el camino y nada más
Caminante, no hay camino se hace camino al andar
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar
Caminante no hay camino sino estelas en la mar

Antonio Machado
Canción de la muerte
Ven y tu ardiente cabeza
Débil mortal no te asuste entre mis manos reposa;
mi oscuridad ni mi nombre; tu sueño, madre amorosa;
en mi seno encuentra el hombre eterno regalaré;
un término a su pesar. ven y yace para siempre
Yo, compasiva, te ofrezco en blanca cama mullida,
lejos del mundo un asilo, donde el silencio convida
donde a mi sombra tranquilo al reposo y al no ser.
para siempre duerma en paz.
Deja que inquieten al hombre
Isla yo soy del reposo que loco al mundo se lanza;
en medio el mar de la vida, mentiras de la esperanza,
y el marinero allí olvida recuerdos del bien que huyó;
la tormenta que pasó; mentiras son sus amores,
allí convidan al sueño mentiras son sus victorias,
aguas puras sin murmullo, y son mentiras sus glorias,
allí se duerme al arrullo y mentira su ilusión.
de una brisa sin rumor.
Cierre mi mano piadosa
Soy melancólico sauce tus ojos al blanco sueño,
que su ramaje doliente y empape suave beleño
inclina sobre la frente tus lágrimas de dolor.
que arrugara el padecer, Yo calmaré tu quebranto
y aduerme al hombre, y sus sienes y tus dolientes gemidos,
con fresco jugo rocía apagando los latidos
mientras el ala sombría de tu herido corazón.
bate el olvido sobre él.
José de Espronceda
Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.
A un ruiseñor A un ruiseñor

xxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxx

A un ruiseñor A un ruiseñor

xxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxx
Martín Fierro Ser artista
José Hernández (1834-1886) Jorge Eduardo Eielson. (1924-2006)

Ninguno me hable de penas, Es convertir un objeto cualquiera


porque yo penando vivo, En un objeto mágico
y naides se muestre altivo Es convertir la desventura
aunque en el estribo esté: La imbecilidad y la basura
que suele quedarse a pie En un manto luminoso
el gaucho mas alvertido. Es padecer día y noche
Junta esperencia en la vida De una enfermedad deslumbrante
hasta pa dar y prestar Es saborear el futuro
quien la tiene que pasar Oler la inmensidad
entre sufrimiento y llanto, Palpar la soledad
porque nada enseña tanto Es mirar mirar mirar mirar
como el sufrir y el llorar. Es escuchar el canto de Giotto
El sollozo de Van Gogh
Soneto de la dulce queja El grito de Picasso
El silencio de Duchamp
Tengo miedo a perder la maravilla Es desafiar a la razón
de tus ojos de estatua y el acento A la época
que de noche me pone en la mejilla A la muerte
la solitaria rosa de tu aliento. Es acariciar mujer e hijos
Tengo pena de ser en esta orilla Como si fueran telas y pinceles
tronco sin ramas; y lo que más siento Es acariciar telas y pinceles
es no tener la flor, pulpa o arcilla, Como si fueran armas de combate
para el gusano de mi sufrimiento. Es acariciar armas de combate
Si tú eres el tesoro oculto mío, Como si fueran tubos de colores
si eres mi cruz y mi dolor mojado, Es acariciar tubos de colores
si soy el perro de tu señorío, Como si fueran pájaros vivos
no me dejes perder lo que he ganado Es pintar el cielo estrellado
y decora las aguas de tu río Como si fuera un basural
con hojas de mi otoño enajenado. Es pintar un basural
Como si fuera el cielo estrellado
Federico García Lorca Es vivir como un príncipe
Siendo solamente un hombre cualquiera
Es vivir como un hombre cualquiera
Siendo solamente un príncipe
Es jugar jugar jugar jugar
Es cubrirse la cabeza de azul ultramar
Es cubrirse el corazón de rojo escarlata
Es jugarse la vida por una pincelada
Es despertar todos los días
Ante una tela vacía
Es no pintar nada
El poeta pide a su amor que le escriba La casada infiel (Fragmento)

Amor de mis entrañas, viva muerte Y que yo me la lleve al río


en vano espero tu palabra escrita creyendo que era mozuela,
Y pienso con la flor que se marchita pero tenía marido.
que si vivo sin mi quiero perderte. Fue la noche de Santiago
El aire es inmortal, la piedra inerte, Y casi por compromiso.
ni conoce la sombra, ni la evita. Se apagaron los faroles
Corazón interior no necesita Y se encendieron los grillos.
la miel helada que la luna vierte. En las últimas esquinas
Pero yo te sufrí, rasgué mis venas toqué sus pechos dormidos,
tigre y paloma sobre tu cintura Y se me abrieron de pronto
en duelo de mordiscos y azucenas. como ramos de jacintos.
Llena pues de palabras mi locura El almidón de su enagua
o déjame vivir en mi serena noche me sonaba en el oído
del alma para siempre oscura. como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos. (…)
Federico García Lorca Y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
La monja gitana (Fragmento) cuando la llevaba al río.

Silencio de cal y mirto. Federico García Lorca


Malvas en las hierbas finas.
Encrucijada
La monja borda alelíes
sobre una tela pajiza.
Viento del Este;
Vuelan en la araña gris
un farol
siete pájaros del prisma.
y el puñal
La iglesia gruñe a lo lejos
en el corazón.
como un oso panza arriba.
La calle
¡Qué bien borda! ¡Con que gracia!
tiene un temblor
Sobre la tela pajiza
de cuerda
ella quisiera bordar
en tensión,
flores de su fantasía.
un temblor
¡Que girasol! ¡Que magnolia!
de enorme moscardón.
de lentejuelas y cintas
Por todas partes
¡Que azafranes y qué lunas
yo
en el mantel de la misa!
veo el puñal
Cinco toronjas de endulzan
en el corazón.
en la cercana cocina.
Las cinco llagas de cristo
Federico García Lorca
cortadas en Almería.
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas.(…)

Federico García Lorca


Mendiga en atrio romántico Verdad siempre

Una vieja Sí, sí, es verdad, es la única verdad;


llama y pide: ojos entreabiertos, luz nacida,
ruega. pensamiento o sollozo, clave o alma,
este velar, este aprender la dicha,
Nadie escucha. este saber que el día no es espina,
Sólo el agua sino verdad, oh suavidad. Te quiero.
suena. Escúchame. Cuando el silencio no existía,
cuando tú eras ya cuerpo y yo la muerte,
Agua impura entonces, cuando el día.
que se escurre
ciega. Noche, bondad, oh lucha, noche, noche.
Bajo clamor o senos, bajo azúcar,
Agua muda entre dolor o sólo la saliva,
o agua ronca. allí entre la mentira sí esperada,
Besa noche, noche, lo ardiente o el desierto.

lo que duerme Vicente Alexandre


o lo que sigue:
A veces un no, niega
tierra.
A veces un no niega
Una sombra,
más de lo que quería, se hace múltiple.
una pisada.
Se dice “no, no iré”
Piedra.
y se destejen infinitas tramas
tejidas por los síes lentamente,
Piedra o siglos,
se niegan las promesas que no nos hizo nadie
siglos lentos.
sino nosotros mismos, al oído.
¡Ea!
Cada minuto breve rehusado
-¿Eran quince, eran treinta?
Vicente Alexandre
se dilata en sin fines, se hace siglos,
y un “no, esta noche no”
Adolescencia puede negar la eternidad de las noches,
de Vicente Alexandre la pura eternidad.
¡Qué difícil saber a dónde hiere
Vinieras y te fueras dulcemente, un no! Inocentemente
de otro camino sale de labios puros, un no puro;
a otro camino. Verte, sin mancha ni querencia
y ya otra vez no verte. de herir, va por el aire.
Pasar por un puente a otro puente. Pero el aire está lleno
El pie breve, de esperanzas en vuelo, las encuentra
la luz vencida alegre. y las traspasa por las alas tiernas
su inmensa fuerza ciega, sin querer,
Muchacho que sería yo mirando y las deja sin vida y va a clavarse
aguas abajo la corriente, en ese techo azul que nos pintamos
y en el espejo tu pasaje y abre una grieta allí.
fluir, desvanecerse.
Pedro Salinas
Animal cansado Tú me quieres blanca

Quiero un amor feroz de garra y diente Tú me quieres alba,


Que me asalte a traición en pleno día, Me quieres de espumas,
Y que sofoque esta soberbia mía, Me quieres de nácar.
Este orgullo de ser todo pudiente. Que sea azucena
Quiero un amor feroz de garra y diente Sobre todas, casta.
Que en carne viva inicie mi sangría, De perfume tenue.
A ver si acaba esta melancolía Corola cerrada.
Que me corrompe el alma lentamente. Ni un rayo de luna
Quiero un amor que sea una tormenta, Filtrado me haya.
Que todo rompe y lo remueve todo Ni una margarita
Porque vigor profundo la alimenta. Se diga mi hermana.
Que pueda reanimarse allí mi lodo, Tú me quieres nívea,
mi pobre lodo de animal cansado, Tú me quieres blanca,
Por viejas sendas, de rodar, hastiado. Tú me quieres alba.

Alfonsina Storni (Fragmento).

Cero Alfonsina Storni

Invitación al llanto. Esto es un llanto,


ojos, sin fin, llorando, La loba (Fragmento)
escombrera adelante, por las ruinas
de innumerables días.
Yo soy como la loba.
Ruinas que esparce un cero —autor de nadas,
obra del hombre—, un cero, cuando estalla. Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Cayó ciega. La soltó, Fatigada del llano.
la soltaron, a seis mil Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
metros de altura, a las cuatro. Que no pude ser como las otras, casta de buey
¿Hay ojos que le distingan Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!
a la Tierra sus primores Yo quiero con mis manos apartar la maleza.
desde tan alto? Mirad cómo se ríen y cómo me señalan
¿Mundo feliz? ¿Tramas, vidas,
que se tejen, se destejen, Porque lo digo así: (Las ovejitas balan
mariposas, hombres, tigres, Porque ven que una loba ha entrado en el corral
amándose y desamándose? Y saben que las lobas vienen del matorral).
No. Geometría. Abstractos ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!
colores sin habitantes, No temáis a la loba, ella no os hará daño.
embuste liso de atlas. Pero tampoco riais, que sus dientes son finos
Cientos de dedos del viento ¡Y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!
una tras otra pasaban No os robará la loba al pastor, no os inquietéis;
las hojas
Yo sé que alguien lo dijo y vosotras lo creéis
márgenes de nubes blancas—
de las tierras de la Tierra, Pero sin fundamento, que no sabe robar
vuelta cuaderno de mapas. Esa loba; ¡sus dientes son armas de matar!

Pedro Salinas Alfonsina Storni


¡Si me llamaras, si…! Ceguera

Si me llamaras, sí; Me avisó en una rata ceguera luminosa,


si me llamaras! Un astro,casi un alma, me ha velado la vida
¿se ha perdido en mí como brillante mariposa,
Lo dejaría todo, O en su disco de luz ha quedado prendida?
todo lo tiraría; No sé…
los precios, los catálogos, Rata ceguera que me borras el mundo,
el azul del océano en los mapas, Estrella,casi alma, con que asciendo o me hundió.
los días y sus noches, ¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!
los telegramas viejos
y un amor. Edelmira Agustini
Tú que no eres mi amor,
¡si me llamaras! Con tu retrato

Y aún espero tu voz: Yo no sé si mis ojos o mis manos


telescopios abajo, Encendieron la vida en tu retrato;
desde la estrella, Nubes humanas ,rayos sobre humanos,
por espejos, por túneles, Todo tu yo de emperador innato
por los años bisiestos Amanece a mis ojos ,en mis manos,
puede venir. No sé por dónde. ¡Por eso, toda en llamas, yo desató
Desde el prodigio, siempre. Cabellos y alma para tu retrato,
Porque si tú me llamas Y me abro en flor!... Entonces, soberanos
-¡si me llamaras, sí; si me llamaras!- De la sombra y la luz tus ojos graves
será desde un milagro, Dicen grandezas que yo sé y tú sabes…
incógnito, sin verlo. Te dejo morir…queda en mis manos
Nunca desde los labios que te beso, Una gran mancha lívida y sombría…
nunca ¡Y tenaces en mi melancolía
desde la voz que dice: “No te vayas.” Formado de astros fríos y lejanos!

Pedro Salinas Edelmira Agustini

Boceto inconcluso

Aveces,cuando el amado y yo soñamos


En silencio
Un silencio agudo y profundo como el acecho
De un sonido insólito y misterioso
Siento como si su alma y la mía corrieran
Lejanamente,
Por yo no sé qué tierras nunca vistas,
En un raudal potente y rumoroso…

Edelmira Agustini
Nada reemplaza a pensar

Nada reemplaza a pensar,


nada reemplaza a dejar de pensar y salir a
caminar,
nada reemplaza a regresar de caminar y hablar
con una persona amada,
nada reemplaza a regresar de hablar con ella y
fundirse en un abrazo,
nada reemplaza a terminar el abrazo y preparar
un plato,
nada reemplaza a terminar de cenar y
disponerse a dormir,
nada reemplaza a despertarse y tomar un buen
baño,
nada reemplaza a vestirse y emprender el día,
nada reemplaza a lograr algo en tu día,
nada reemplaza a observar tu logro,
recordar tu persona amada, la caminata, el
abrazo
y pensar en ello.

Luis Pescetti
Al amor (fragmento) Despedida tipo 2

Un día para los hombres llegaste. Que tengas buen viaje


Eras, quizá, la salida del sol. que encuentres abrigo,
Pero eras más el mar, el duro, el terso, el transparente, ya toca abrir la puerta
amenazante mar que busca orillas, que derrama caminos.
que escupe luces, que deja atrás sus peces sin espinas
y que rueda por los pies de unos seres humanos, Yo veré otros ojos
ajeno al dolor o a la alegría de un cielo. y vos otro paisaje,
Seré en tu memoria
Llegaste con espuma, furioso, dulce, tibio, heladamente un ligero equipaje.
ardiente bajo los duros besos
de un sol constante sobre la piel quemada. Que tengas canciones,
comida, alegría,
El bosque huyó, los árboles volaron. y muchas aventuras,
Una sombra de pájaros oscureció un azul intangible. que agranden tu vida.
Las rocas se cubrieron con un musgo de fábula.
Y allá remotamente, invisibles, los leones durmieron. La suerte nos haga
cosquilla en la nariz,
Vicente Aleixandre y el viento nos bendiga.
Se feliz, feliz, feliz.

Luis Pescetti
Niño se pregunta sobre antes y nuevo

La luna, la luna…
la miro y no sé
si nos vimos antes
o es la primera vez.

Tu cara, tu cara…
la estudio pensando,
por que te conozco
y no se de cuando.

No todo lo nuevo
es desconocido,
de pronto algo tiene
sabor repetido.

Bien no me acuerdo
Pero estoy seguro
que ya hubo un antes
y estuvimos juntos.

Luis Pescetti
Canción a una muchacha muerta

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,


dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma.
Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano.
Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.
Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.
Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes...
¡Oh tú, cielo riente, que pasas como nube;
oh pájaro feliz, que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!

Vicente Aleixandre
Ven, siempre ven (fragmento) Estampas japonesas

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente, Cuatro bellezas tiene el año,
las huellas de unos besos, Cuatro bellezas como tú,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas, Que me enumera el bonzo extraño
ese resplandor contagioso que me queda en las manos, Con su puntero de bambú.
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una Es la primera, al desperezo
dura vida de lucero. De un amor todavía leve,
No quiero que vivas en mí como vive la luz, La temprana flor del cerezo
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz, Que se mezcla a la última nieve.
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une, La segunda es el sol del estío,
donde cada lucero inaccesible Que en el kaki de fuego y miel,
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza. Pinta al amante desvarío
La soledad destella en el mundo sin amor. La mordedura dulce y cruel.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil, Cuando el amor se acendra en lloro
donde el hombre no puede encontrar su descanso, Y el otoño agobia la rama,
por más que aplique su sueño contra un astro apagado. La tercera es la luna de oro
Sobre el lejano Fuziyama.
Vicente Aleixandre
Y la belleza del invierno
Es el frío, el frío sutil
Que refugia en mi pecho tierno
Tus lentas manos de marfil.

Mas se equivoca el bonzo extraño


Encanto Con su doctrina y su bambú.
Cuatro bellezas tiene el año,
No turba la tarde un vuelo. Pero ninguna como tú.
Un noble zafiro obscuro
Es el mar; y de tan puro, Leopoldo Lugones
Luz azul se ha vuelto el cielo.
La nube de la tarde
Azul es también la duna...
Y en esa uniforme tela, Nubecilla de la mar,
No hay más que una blanca vela Que volando a otras comarcas,
Que sale como la luna. Anticipas a las barcas
La ilusión de navegar.
Tan honda es nuestra ventura,
Que algo en ella va a llorar, En la tarde dulce y bella
Y lento solloza el mar Que te cuajó de su efluvio,
Su constancia y su amargura. Pareces un rizo rubio
Que se ha cortado la estrella.
Leopoldo Lugones
Leopoldo Lugones
Soneto XXIII Soneto XXXII

En tanto que de rosa y de azucena Mi lengua va por do el dolor la guía;


se muestra la color en vuestro gesto, ya yo con mi dolor sin guía camino;
y que vuestro mirar ardiente, honesto, entrambos hemos de ir, con puro tino;
con clara luz la tempestad serena; cada uno a parar do no querría;

y en tanto que el cabello, que en la vena yo, porque voy sin otra compañía,
del oro se escogió, con vuelo presto sino la que me hace el desatino,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, ella, porque la lleve aquel que vino
el viento mueve, esparce y desordena: a hacerla decir más que querría.

coged de vuestra alegre primavera Y es para mí la ley tan desigual,


el dulce fruto antes que el tiempo airado que aunque inocencia siempre en mí conoce,
cubra de nieve la hermosa cumbre. siempre yo pago el yerro ajeno y mío.

Marchitará la rosa el viento helado, ¿Qué culpa tengo yo del desvarío


todo lo mudará la edad ligera de mi lengua, si estoy en tanto mal,
por no hacer mudanza en su costumbre. que el sufrimiento ya me desconoce?

Garcilazo de la Vega Garcilazo de la Vega


Esperegia

Yo nací un día Soneto XXXVIII


que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo, Estoy continuo en lágrimas bañado,
que soy malo; y no saben rompiendo el aire siempre con sospiros;
del diciembre de ese enero. y más me duele el no osar deciros
[…] que he llegado por vos a tal estado;
Hay un vacío
en mi aire metafísico que viéndome do estoy, y lo que he andado
que nadie ha de palpar: por el camino estrecho de seguiros,
el claustro de un silencio si me quiero tornar para huiros,
que habló a flor de fuego.
desmayo, viendo atrás lo que he dejado;
[…]
Todos saben que vivo,
que mastico… Y no saben y si quiero subir a la alta cumbre,
por qué en mi verso chirrían, a cada paso espántanme en la vía,
oscuro sinsabor de féretro, ejemplos tristes de los que han caído.
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge Sobre todo, me falta ya la lumbre
preguntona del Desierto. de la esperanza, con que andar solía
[…] por la oscura región de vuestro olvido.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave. Garcilazo de la Vega
César Vallejo
La cólera que quiebra al hombre en niños Le llamo poesía, le llamamos,
a la aplumada hilera de ladrillos
La cólera que quiebra al hombre en niños, a la sopa fragante
que quiebra al niño en pájaros iguales, al cuaderno de puntas estropeadas.
y al pájaro, después, en huevecillos;
la cólera del pobre Le llamo, le llamamos poesía
tiene un aceite contra dos vinagres. a la espalda doblada de los viejos
transformadas en signos de pregunta.
La cólera que al árbol quiebra en hojas,
a la hoja en botones desiguales No importa si nos sobra endecasílabo
y al botón, en ranuras telescópicas; o si nos falta rima,
la cólera del pobre le llamamos estrofa a todo lo que canta.
tiene dos ríos contra muchos mares.
Le llamamos metáfora al sudor
La cólera que quiebra al bien en dudas, a la nuca dolida, al día que demora
a la duda, en tres arcos semejantes a los huesos de Carlos Fuentealba.
y al arco, luego, en tumbas imprevistas;
la cólera del pobre Nosotros, que tendemos las palabras
tiene un acero contra dos puñales. al sol como la ropa blanca
llamamos poesía al día que nos toca,
La cólera que quiebra al alma en cuerpos, nos hacemos poetas entre ayer y mañana.
al cuerpo en órganos desemejantes
y al órgano, en octavos pensamientos; Liliana Bodoc
la cólera del pobre
tiene un fuego central contra dos cráteres. La Saeta
César Vallejo
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
Detente, sombra de mi bien esquivo siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
Detente, sombra de mi bien esquivo que todas las primaveras
imagen del hechizo que más quiero, anda pidiendo escaleras
bella ilusión por quien alegre muero, para subir a la cruz!
dulce ficción por quien penosa vivo. ¡Cantar de la tierra mía,
Si al imán de tus gracias atractivo que echa flores
sirve mi pecho de obediente acero, al Jesús de la agonía,
¿para qué me enamoras lisonjero, y es la fe de mis mayores!
si has de burlarme luego fugitivo? ¡Oh, no eres tú mi cantar!
Mas blasonar no puedes satisfecho ¡No puedo cantar, ni quiero
de que triunfa de mí tu tiranía; a ese Jesús del madero,
que aunque dejas burlado el lazo estrecho sino al que anduvo en el mar!
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho Antonio Machado
si te labra prisión mi fantasía.

Sor Juana Inés de la Cruz


A una Rosa Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba

Rosa divina, que en gentil cultura Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
Eres con tu fragante sutileza como en tu rostro y tus acciones vía
Magisterio purpúreo en la belleza, que con palabras no te persuadía,
Enseñanza nevada a la hermosura. que el corazón me vieses deseaba.

Amago de la humana arquitectura, Y Amor, que mis intentos ayudaba,


Ejemplo de la vana gentileza, venció lo que imposible parecía,
En cuyo ser unió naturaleza pues entre el llanto que el dolor vertía,
La cuna alegre y triste sepultura. el corazón deshecho destilaba.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida Baste ya de rigores, mi bien, baste,


soberbia, el riesgo de morir desdeñas, no te atormenten más celos tiranos,
y luego desmayada y encogida. ni el vil recelo tu quietud contraste

De tu caduco ser das mustias señas! con sombras necias, con indicios vanos:
Con que con docta muerte y necia vida, pues ya en líquido humor viste y tocaste
Viviendo engañas y muriendo enseñas. mi corazón deshecho entre tus manos.

Sor Juana Inés de la Cruz Sor Juana Inés de la Cruz

Sus pestañas arqueadas me observaban


Mis latidos, reposaban los ojos
Mis mejillas, dos grandes soles rojos
Sus labios atroces encadenaban Melancolía

Mis rotos sentimientos despertaban La sutil hilandera teje su encaje oscuro


Sus pasos exterminan los enojos con ansiedad extraña, con paciencia amorosa.
Sus colosales manos, los despojos ¡Qué prodigio si fuera hecho de lino puro
Mis humildes noches ya lo alababan y fuera, en vez de negra la araña, color rosa!

Revoltoso mar ofuscado al sol, En un rincón del huerto aromoso y sombrío


Tormentosas heridas llena en sal la velluda hilandera teje su tela leve.
Germina pétalos del girasol En ella sus diamantes suspenderá el rocío
y la amarán la luna, el alba, el sol, la nieve.
Un par de fugitivas carantoñas
Revoluciona soledad en ti Amiga araña: hilo cual tú mi velo de oro
Mis pieles insisten en ser carroñas y en medio del silencio mis joyas elaboró.
Nos une, pues, la angustia de un idéntico afán.
Paronomasia: sol/sal
Metáfora: revoltoso mar ofuscado al sol Más pagan tu desvelo la luna y el rocío.
Anáfora: Mis/Sus ¡Dios sabe, amiga araña, qué hallaré por el mío!
Hipérbole: Mis mejillas, dos grandes soles ¡Dios sabe, amiga araña, qué premio me darán!
rojos
Juana de Ibarborou
Juana de Ibarbourou
Anoche cuando dormía Retrato

Anoche cuando dormía Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla


soñé ¡bendita ilusión! y un huerto claro donde madura el limonero;
que una fontana fluía mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
dentro de mi corazón. mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Dí: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí, Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
manantial de nueva vida —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignò Cupido
en donde nunca bebí?
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Anoche cuando dormía
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
soñé ¡bendita ilusión! pero mi verso brota de manantial sereno;
que una colmena tenía y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
dentro de mi corazón; soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
y las doradas abejas
iban fabricando en él, Adoro la hermosura, y en la moderna estética
con las amarguras viejas, corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
blanca cera y dulce miel. mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión! Desdeño las romanzas de los tenores huecos
que un ardiente sol lucía y el coro de los grillos que cantan a la luna.
dentro de mi corazón. A distinguir me paro las voces de los ecos,
Era ardiente porque daba y escucho solamente, entre las voces, una.
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
y porque hacía llorar. mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
Conversó con el hombre que siempre va conmigo
que era Dios lo que tenía
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
dentro de mi corazón. mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía.
Antonio Machado
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansiòn que habitò,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje


y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado
El fuerte lazo Amor

Crecí El amor es fragante como un ramo de rosas.


para ti. Amando, se poseen todas las primaveras.
Tálame. Mi acacia Eros trae en su aljaba las flores olorosas
implora a tus manos su golpe de gracia. de todas las umbrías y todas las praderas.

Florí Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,


para ti. de salvajes corolas y tréboles jugosos.
Córtame. Mi lirio ¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,
al nacer dudaba ser flor o ser cirio. ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!

Fluí ¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!


para ti. Perfume de floridas y agrestes primaveras
Bébeme. El cristal queda en mi piel morena de ardiente transparencia
envidia lo claro de mi manantial.
perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Alas di Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
por ti. y unge mi piel de frescas esencias campesinas.
Cázame. Falena,
rodeé tu llama de impaciencia llena.
Juana de Ibarborou
Por ti sufriré.
¡Bendito sea el daño que tu amor me dé!
¡Bendita sea el hacha, bendita la red,
y loadas sean tijeras y sed!
Como una sola flor desesperada
Sangre del costado
manaré, mi amado. Lo quiero con la sangre, con el hueso,
¿Qué broche más bello, qué joya más con el ojo que mira y el aliento,
grata, con la frente que inclina el pensamiento,
que por ti una llaga color escarlata? con este corazón caliente y preso,

En vez de abalorios para mis cabellos y con el sueño fatalmente obseso


siete espinas largas hundiré entre ellos. de este amor que me copa el sentimiento,
Y en vez de zarcillos pondré en mis orejas, desde la breve risa hasta el lamento,
como dos rubíes, dos ascuas bermejas. desde la herida bruja hasta su beso.

Me verás reír Mi vida es de tu vida tributaria,


viéndome sufrir. ya te parezca tumulto, o solitaria,
Y tú llorarás. como una sola flor desesperada.
Y entonces… ¡más mío que nunca serás!
Depende de él como del leño duro
Juana de Ibarborou la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.

Juana de Ibarborou
Romance la canoa y el río Pájaro azul

Cuentan que era blanca hay un pájaro azul en mi corazón que


y que amaba al río quiere salir
y que él la esperaba pero soy duro con él,
de tarde a las cinco. le digo quédate ahí dentro, no voy
Ella, una canoa, a permitir que nadie
él, un verde río, te vea.
ella de madera, hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
él, de junco y brillo.
pero yo le echo whisky encima y me trago
Cuentan que se amaban
el humo de los cigarrillos,
igual que dos chicos
y las putas y los camareros
y que en cada cita y los dependientes de ultramarinos
los esperaba un grillo. nunca se dan cuenta
Ella, con sus brazos de que esté ahí dentro.
de remos antiguos, hay un pájaro azul en mi corazón que
dulce, acariciaba, quiere salir
su cara de vidrio. pero soy duro con él,
Y él con sus labios le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
de agua, muy tibios, hacerme un lío?
a la canoa besaba ¿es que quieres
a las cinco. mis obras?
Cuentan que una tarde ¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
de color ladrillo, en Europa?
la canoa blanca hay un pájaro azul en mi corazón
no vino... no vino. que quiere salir
Loco de tristeza pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
la llamaba el río, a veces por la noche
a toda la costa cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
salpico su grito.
no te pongas
Ay--- que sin oírlo,
triste.
un pescadorcito
luego lo vuelvo a introducir,
la canoa blanca y él canta un poquito
llevó hacia otro río. ahí dentro, no le he dejado
Cuentan que a las tardes, morir del todo
cuando dan las cinco, y dormimos juntos
los labios del agua así
se ponen muy fríos. con nuestro
Buscan la canoa, pacto secreto
sus remos antiguos, y es tan tierno como
la lloran los sauces para hacer llorar
y la extraña el grillo. a un hombre, pero yo no
lloro,
Elsa Borneman ¿lloras vos?

Charles Bukowski
La pura verdad Los pies fríos ¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
Si ustedes lo permiten, Alicia se acuesta ¿por qué grita esa mujer?
prefiero seguir viviendo. con los pies muy fríos. andá a saber
Después de todo y de pensarlo bien, no Ni bolsa de goma esa mujer ¿por qué grita?
tengo ni tarro de vidrio. andá a saber
motivos para quejarme o protestar: Nada. mirá que flores bonitas
siempre he vivido en la gloria: nada Fríos. ¿por qué grita?
importante me ha faltado. El Conejo Blanco, jacintos margaritas
Es cierto que nunca quise imposibles; enam- su mejor amigo, ¿por qué?
orado le da unos patucos ¿por qué qué?
de las cosas de este mundo con inconsciencia blancos y amarillos. ¿por qué grita esa mujer?
y dolor Allicia se duerme ¿y esa mujer?
y miedo y apremio. sin decir ni pío. ¿y esa mujer?
Muy de cerca he conocido la imperdonable (Sentada en la rama vaya a saber
alegría; tuve más alta del pino, estará loca esa mujer
sueños espantosos y buenos amores, ligeros la luna contempla mirá mirá los espejitos
y culpables. su rostro dormido) ¿será por su corcel?
Me avergüenza verme cubierto de preten- andá a saber
siones; una gallina torpe, Carlos Murciano ¿y dónde oíste
melancólica, débil, poco interesante, Sonséense la palabra corcel?
un abanico de plumas que el viento despre- Para un instante, es un secreto esa mujer
cia, cruel y torpe, ¿por qué grita?
caminito que el tiempo ha borrado. vivimos; mirá las margaritas
Los impulsos mordieron mi juventud y parados en la sed la mujer
ahora, sin y en el castigo. espejitos
darme cuenta, voy iniciando Vivimos hermanados pajaritas
una madurez equilibrada, capaz de enlo- al último sonido, que no cantan
quecer a a la pena singular ¿por qué grita?
cualquiera o aburrir de golpe. del que no vuelan
Mis errores han sido olvidados definitiva- más cercano. ¿por qué grita?
mente; mi Buscando un corazón que no estorban
memoria ha muerto y se queja Con sangre de otro la mujer
con otros dioses varados en el sueño y los cuerpo, y esa mujer
malos sentimientos. gastamos nuestras armas ¿y estaba loca mujer?
sueño a sueño hasta Ya no grita
Francisco Urondo llegar. (¿te acordás de esa mujer?)
Y una noche de campanas
y cerzas perdidas, Susana Thénon
el lodo nos sonríe
y...
terminó el andar.
Para un instante vivimos
(uno sin par)
y, a veces lo perdemos.

Luis Suardíaz (13 de junio de 1955)


Canto nupcial (título provisorio) No hay que comprometerse sólo con la escritura,
me he casado sino con la vida:
me he casado hay que resistir con el escándalo
me he dado el sí y con la rabia, más que nunca,
un sí que tardó años en llegar (ingenuos como cabritos) en el matadero,
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia enajenados como víctimas, precisamente:
de encerrarme en la pieza hay que clamar más fuerte que nunca el desprecio
porque yo -el gran amor de mi existencia- contra la burguesía, gritar contra su vulgaridad,
no me llamaba escupir contra la irrealidad que ha elegido como reali-
no me escribía
no me visitaba dad,
y a veces no ceder ni en un acto ni en una palabra
cuando juntaba yo el coraje de llamarme en el odio absoluto contra sus policías,
para decirme: hola, ¿estoy bien? sus jueces, su televisión y sus periódicos.
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme
en una lista de clavos Pier Pàolo Pasolini (Italia, 1922-1975)
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían Pudiera ser
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
cuando yo me requería no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
me daba a entender no fuera más que algo vedado y reprimido
finamente
que me tenía podrida de familia en familia, de mujer en mujer.
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme Dicen que en los solares de mi gente, medido
y pasó tanto tiempo estaba todo aquello que se debía hacer…
que me extrañé
entonces dije Dicen que silenciosas las mujeres han sido
¿cuánto hace que no me llamo? de mi casa materna… Ah, bien pudiera ser…
añares
debe de hacer añares A veces en mi madre apuntaron antojos
y me llamé y atendí yo de liberarse, pero, se le subió a los ojos
y no podía creerlo
porque aunque perezca mentira una honda amargura, y en la sombra lloró.
no había cicatrizado
sólo me había ido en sangre Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
entonces me dije: hola, ¿soy yo? todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa? Alfonsina Storni
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo Instrucciones para vivir la vida:
que me sentía bien junto conmigo Prestar atención.
y así Rendirse al asombro.
de un día para el otro Contarlo.
me casé y me casé
y estoy junta
y ni la muerte puede separarme Mary Oliver
Susana Thénon
Para que sepan de mí Viviremos nuestros sueños

Viviremos nuestros sueños


Soy mujer de buena voluntad Los nuevos vendrán subrepticiamente.
mucho trabajo Vendrán de la oscuridad de los tiempos.
variadas noches sin sueño Traerán un nuevo sentido de la vida.
y carencia total de aburrimiento. Destruirán todas las acechanzas contra la vida.
Estoy al margen del margen Las madres y los niños se mirarán sonriendo.
porque no ando merodeando puertas. Serán hombres aguerridos y cálidos.
Podría decir que estoy bien así
muy bien Los ancianos en las puertas de sus casas y en las plazas inter-
y ustedes rumpirán por un momento sus conversaciones para hacer
bien gracias un signo de asentimiento.
y bien también la familia
pero no sería cierto. Serán hombres de la tierra.
Miento sólo por piedad Vendrán de los cuatro puntos cardinales.
o por terror Banderas de todas las naciones flamearán unidas.
y éste no es el caso. Las lenguas se fundirán en una sola voz clara.
Soy loba, hambre, beso de amor Destruirán las máquinas infernales.
para morder a fondo Los niños ya no morirán sin comprender.
el sentido de las cosas Con los nuevos vendrán días claros y sin violencia.
y solo brizna para soportar esta manera
de andar andando. La tierra que guarda a los que han muerto en lucha contra
Aprendí a callar los malvados producirá brotes potentes.
a llevar con disimulo
ciertas tristezas Para siempre será mellada la espada de la injusticia.
a romperme por dentro
y a recomponerme por dentro Hermoso proyectos varias veces milenarios se sustentarán
y a recomponer mis partes orgullosos sobre sus bases.
a fabricar juguetes nuevos
con pedazos viejos Se abrirán grandes espacios llenos de oxígeno.
Y acumular con avaricia Se inventarán nuevas reglas de juego.
el único capital La esperanza llegará a su plenitud y dará frutos sabrosos.
que merece mi fe
la fuerza del amor El esqueleto del pasado será sepultado en una sencilla cere-
que me das monia a la que asistirá todo el mundo.
que me dan
que me quitan Viviremos nuestros sueños.
y que estoy dando
para tirar hacia delante Tilo Wenner(De su libro “Límite real”)
aquí
ahora
hace ya millones de siglos
desde este margen sin remedio

Laura Devetach

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