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Alimentos transgénicos

Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir
de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le
han incorporado genes de otro organismo para producir las características
deseadas. Mediante técnicas de biotecnología, se pueden utilizar genes
extraídos de seres vivos, modificados en laboratorios y reintroducidos en
el mismo u otro organismo. Técnicamente se conocen como Organismos
Modificados Genéticamente (OMG) y su objetivo es dotar a estos
organismos de cualidades especiales de las que carecerían. De este modo,
las plantas transgénicas pueden sobrevivir a plagas, aguantar mejor las
sequías, o resistir el efecto de algunos herbicidas.

Esta práctica desarrollo una oposición muy fuerte. Esta oposición apunta
a que el uso de estos productos se ha generalizado en muy poco tiempo
sin que se pueda comprobar si los alimentos transgénicos tienen
consecuencias a largo plazo. Juan Felipe Carrasco, ingeniero agrónomo
que encabezó en 2010 una campaña de Greenpeace contra los
transgénicos, es uno de los muchos opositores a este tipo de alimentos
debido al impacto medioambiental y la pérdida de biodiversidad que
suponen si se plantan junto a otras especies más débiles. También se
suelen señalar como contras de los transgénicos las mutaciones que
causarán en virus y hongos para contrarrestar sus nuevas defensas o los
efectos que algunos estudios señalan que tienen en la fertilidad. Además,
la generalización de estos productos supone un problema para los
pequeños agricultores que no pueden competir contra los alimentos
transgénicos y no pueden adquirir las semillas debido a los altos precios.
Se realizó un estudio hecho con ratas en las que las alimentaron con
alimentos transgénicos y están perdían fertilidad y tenían menos
descendencia.
Un ejemplo que comúnmente podemos observar de estos alimentos
transgénicos son los tomates de un rojo deslumbrante, sandias sin pepitas
que siempre están dulces, frutas de temporada fuera de temporada

¿Qué problemas producen estos alimentos al medio ambiente?

Los alimentos transgénicos dañan la fauna del suelo, a otras especies de


insectos beneficiosas, además de que es imposible prevenir la
contaminación genética: no se puede contener el polen, trasportado por
el viento o las abejas. Una vez liberada una planta transgénica, es
imposible evitar que contamine a sus equivalentes no transgénicos. Una
semilla, transgénica o no, no conoce de fronteras.

Tanto Francia como Alemania prohíben el cultivo de maíz transgénico que


se cultiva en España, tanto por sus daños en para la salud humana, como
por sus graves impactos ambientales.

A nivel global se ha comprobado varias cosas:

 por un lado que los alimentos transgénicos multiplican el uso de


herbicidas y otros agrotóxicos. Con las plantas tolerantes a herbicidas,
el agricultor usa mayores cantidades de agrotóxicos para cavar con las
llamadas “malas hierbas”. Hoy por hoy existen datos que demuestras
que, debido a esto, se están utilizando muchos más pesticidas en los
cultivos transgénicos que en los convencionales. Con la aparición de
resistencias en los cultivos se necesitan pesticidas cada vez más fuertes.
Un ejemplo es el incremento cada vez mayor de glifosato (el herbicida
asociado a la soja transgénica) en el suelo, en las aguas y en los
alimentos.

 Por otro lado promueven un modelo de agricultura altamente


industrializado que está expandiendo la frontera agrícola en zonas
naturales de américa latina.

 También que muchos agricultores de EE.UU. y argentina tienen graves


problemas de control de malas hierbas, ya que las malas hierbas se
están volviendo resistentes a los herbicidas asociados a los cultivos
transgénicos.
 Algunos cultivos transgénicos transfieren los genes introducidos a
plantas silvestres emparentadas, transmitiendo esta modificación
genética, lo que afecta gravemente a la biodiversidad y plantea
consecuencias imprevisibles de estos nuevos seres liberados al entorno

 Y un punto muy importante que falta por mencionar es que muchas


veces, el suelo donde se cultivó esa planta transgénica queda
totalmente inservible o dependiente de esa planta, incapaz de que se
pues plantar otra cosa.

El cultivo de soja transgénica para alimentar la ganadería industrial es


responsable de gran parte de la deforestación en América del Sur. La
superficie de tierras cultivadas con la soja transgénica de Monsanto
aumenta mientras que los bosques, riquísimos en biodiversidad,
disminuyen notablemente.

Por ejemplo: en Argentina, más de 200.000 hectáreas de bosque primario


desaparecen cada año, debido principalmente a la expansión de los
monocultivos de soja transgénica.

Las imágenes de satélite muestran que en Brasil, entre 2001 y 2004,


540.000 hectáreas de bosque y 939.600 hectáreas de pastos se
convirtieron en cultivos de soja. Según las previsiones, la producción de
soja aumentará en 5 millones de hectáreas para 2020, llegando a las 26,85
millones de hectáreas (la superficie de Nueva Zelanda). La soja es el
principal producto de negocio de Brasil y ocupa más tierras que cualquier
otro cultivo. Es habitual talar bosques para cultivar soja; además la
expansión de la soja muchas veces sustituye y empuja a la ganadería hacia
los límites del bosque.

Dentro del modelo de agricultura industrial transgénica, se está


incrementando el uso de fertilizantes sintéticos para aumentar los niveles
de nitrógeno en el suelo, con la consiguiente emisión de N2O (óxido
nitroso), un poderoso gas de efecto invernadero.

Para concluir con el trabajo quiero señalar que las grandes empresas
producen y venden sólo unas cuantas variedades de semillas y luego
convencen a los agricultores de todo el mundo para que sólo utilicen estas
semillas, de esta forma se pueden perder muchas clases de plantas,
perjudicando la seguridad alimentaria. Pero el efecto más dañino de los
cultivos transgénicos al medio ambiente es la pérdida de la biodiversidad,
que es esencial para la salud del medio ambiente. Sin embargo, las
grandes empresas y los gobiernos siguen probando diariamente los
alimentos transgénicos, obligándonos a sembrarlos y consumirlos sin
saber con seguridad el daño que pueden causar.

Quiero agregar que un proyecto desarrollado por la ONU, la FAO, el Banco


Mundial y otras agencias sobre la agricultura mundial, que duro 4 años,
concluyo en que hay que apostar por métodos agrícolas biológicamente
diversos y los cultivos transgénicos no desempeñan un papel relevante en
la búsqueda de la sostenibilidad.

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