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0-2
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ESTUDIOS
SOBRE
LA FILOSOFIA
DE
SANTO TOMÁS.
POR EL
TOMO II.
MANILA:
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DEL COLEGIO DE SANTO TOMÁS,
Ä CARGO DE D. IVÁN CORTADA.
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1864.
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•
LIBRO TERCERO.
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COSIIOLOGIA.
CAPITULO PRIMERO.
99e9.9-
20
CAPÍTULO SEGUNDO.
--ooNgoe--
24 CAPÍTULO SEGUNDO.
CAPITULO TERCERO.
(1) Ibid.
52 CAPÍTULO TERCERO.
Magno disipa y destruye por su base el frívolo racio-
cinio de su discípulo con las siguientes palabras: (I)
« Debe admitirse Como verdadero que las cosas que de
ningun modo se diferencian entre si, se identifican;
pero es falso el decir, que las primeras cosas simples
que por razon de su misma simplicidad no contienen
en sí alguna diferencia constitutiva, como parte de las
mismas, no se diferencian de ningun modo entre sí:
antes al contrario, por esta razon se diferencian en
sumo grado, pues se diferencian ó distinguen por sí
mismas: asi el hombre y el asno se distinguen por la
racionalidad é irracionalidad; pero si se pregunta,
como se diferencian entre sí la racionalidad y la irra-
cionalidad, es preciso decir que por si mismas, pues
de lo contrario sería necesario proceder in infinitutn
en la designacion de las diferencias, lo cual es im-
posible. Tambien es falso lo que añadió, ä saber; que
la mente se compara ä las almas como la materia ä los
cuerpos; pues las almas racionales no son producidas
de algun elemento material, sino que son criadas cada
una en particular.»
En la época del Renacimiento, en aquella época en
que los hombres de letras se dejaron arrastrar de in-
creible entusiasmo häcia los antiguos filósofos cuyos tex-
tos trajeran consigo los griegos espulsados de Constan-
tinopla, el Panteisino cuyo desarrollo y progresos re-
tardara basta entonces el espíritu religioso de la edad
media y la palabra autorizada de los grandes filósofos
católicos de la misma, levantó la cabeza con desusada
pujanza y energía, reapareciendo con nuevas preten-
CAPITULO CUARTO.
^-44?«.308,3•-•
64 CAPÍTULO CUARTO.
68 CAPITULO CUARTO.
CAPITULO QUINTO.
^-114403e-a-^
La creacion.
. . .
La tercera razon es, porque exigiendo todo acci-
dente algun sujeto, el cual en la accion es el mismo
que recibe la accion; aquella causa solamente no ne-
cesitará alguna materia recipiente, cuya accion no sea
accidente sino su misma sustancia; lo cual se verifica
en solo Dios y por lo mismo á él solo pertenece el crear.
La cuarta razon es, porque recibiendo todas las cau-
e
LA CREACION. 91
sas segundas de la primera, la fuerza 6 virtud con que
obran, el Agente primero determina en las segundas
el modo y &den de obrar, al paso que á el no se le
impone modo ú órden por otro agente superior. Y
como quiera que el modo de la accion depende tam-
bien de la materia que recibe la accion del agente,
sera propio del primer Agente obrar sin presuponer
materia alguna, suministrando el la materia á todas las
causas segundas.
La quinta razon procede por reduccion d imposible.
Porque la proporcion de las potencias el fuerzas acti-
vas que reducen alguna cosa de la potencia al acto,
es segun la distancia de la potencia al acto; pues
cuanto mas dista la potencia del acto, tanto se nece-
sita mayor virtud. Luego si hay alguna potencia ac-
tiva finita que puede producir alguna cosa sin presu-
poner ninguna potencialidad ö materia, es necesario
que haya alguna proporcion entre dicha potencia ac-
tiva, y otra que solo reduce alguna cosa de la poten-
cia al acto; y asi será necesario decir que existe pro-
porcion entre una no-potencia y una potencia posi-
tiva, lo cual es imposible, supuesto que no puede ha-
ber proporcion del no ser al ser. Resulta pues que
ninguna potencia de la criatura puede crear alguna
cosa, ni con -propia virtud, ni como instrumento de
otro agente.» (IV.)
22
CAPÍTULO SESTO.
>K00-
.•••••n-•••••••0
CAPITULO SÉPTIMO.
Existenzia da la Creacion.
CAPITULO OCTAVO.
--r-etne-a"
Libertad de la creaoion.
CAPITULO NOVENO.
1 36 CAPÍTULO NOVENO.
CAPITULO DIEZ.
--S,UNCUre-1."'
El Optimismo.
CAPÍTULO ONCE.
•
1 7 2 CAPÍTULO OACE.
Doctor « creia con Leibnitz que Dios se determina
siempre por la razon de lo mejor,» (1) nos sentimos in-
pulsados á calificar con dureza una superficialidad y
ligereza tan injustificables. Si no fueran suficientes
los pasages citados, facil nos seria aducir cien tex-
tos tan esplicitos y terminantes como los anteriores.
Pregunta el santo Doctor en los Comentarios sobre las
Sentencias, (2) si Dios pudo hacer al universo mejor,
nt runa Deus potuerit fácere universum mellas; y al resolver
la cuestion no solo admite que Dios puede hacer un
mundo mas perfecto y mejor que este, el cual seria
como una parte respecto de aquel, sino que aun con
respecto al mundo actual, admite que Dios puede me-
jorarlo ó hacerlo mas perfecto con bondad accidental;
y esto sin variar los seres que al presente lo compo-
nen y constituyen: que si se trata de mejora ó per-
feccion variando á aumentando los seres actuales, en-.
touces se puede admitir mejora y perfeccion esen-
cial superior á la del mundo actual; puesto que Dios
puede producir otras muchas especies de seres: «Po-
test inlelligi universunz fien i meiius vel per additionem
pluritim partium, ut scilicet crearentur inultae aliae
species, et implerentur multi gradas bonitatis, qui pos-
sunt esse • Et sic Deus melius universum fá-
cene potuisset, et posset; sed illud universum se haberet
ad hoc sicut totum ad partem 11ffle au-
tem melioratio omnium partium, vel potest intelligi
secundüm bottitatern accidentalem; et sic posset esse
talis nzelioratio át Deo manentibus eisdem partibus, et
•
EL OPTIMISMO Y LA TEORIA ETC. 173
eodem universo: vel secunchim bonitatem essentialem,
et sic etiam esset Deo possibilis, qui infinitas alias spe-
cies condere potest.»
Despues de proponerse el argumento, de que la pa-
labra, universo, significa una cosa que incluye todo
el bien, y que por consiguiente Dios, no podrá pro-
ducir otro universo mejor que este, contesta al argu-
mento en los siguientes terminos: (1) « Nosotros no ha-
blamos del universo en cuanto á la significacion que
puede darse á esta palabra universo, sino que hablamos
de la cosa que al presente llamamos universo; en el
cual, aunque se contiene todo lo que actualmente es
buetio, no se contiene sin embargo todo el bien que Dios
puede hacer: in quo, quamvis omne, quod actu bonum
est contineatur, non tomen onzne bonum, quod Deus po-
test facere.»
Tal es la sólida cuanto filosófica y cristiana teoria de
santo Tomás sobre este problema importante de la cos-
mología. ¿Y es este el optimismo enseñado por Leibnitz?
¿Hay algo de coman siquiera entre la doctrina que se
acaba de esponer, y la teorfa optimista del filósofo
Alemán? Semejante pensamiento solo puede tener lu-
gar y manifestarse á la sombra de esa ignorancia incali-
ficable que revelan no pocos escritores sobre este como
sobre tantos otros puntos de la filosofía del santo Doctor.
Lejos de haber identidad de doctrinas sobre esta
materia, puede decirse por el contrario, que la teoría
de santo Tomás constituye la ant1tesis mas te ompleta
y es la negacion mas radical de la teoría optimista de
Malebranche y Leibnitz.
CAPÍTULO DOCE.
CAPITULO TRECE.
•••••••"-tr",521".1)-------
(1) Sentent. Lib. 2.0 Dist. 12. Cuest. 1.0 Art. 2.°
SANTO TOMÁS, LA COSMOGONIA ETC. 187
sentan como criadas antes que le otras, como la tierra
antes que los animales, y el agua antes que los peces y
asi de los demas Del mismo
modo Moyses enseñando la creacion ä un pueblo rudo,
dividió en partes lo que habia sido producido simul-
táneamente.
Por el contrario san Ambrosio y otros PP. piensan
que en la distincioné separacion de las especies, exis-
tió distancia de tiempos, opinion mas comun y que
parece mas conforme al sentido literal del Texto;
pero la primera es mas razonable y mas á propósito
para vindicar la Sagrada Escritura de la irrision de
los infieles, cosa que, segun san Agustin, se debe tener
muy en cuenta, esponiendo de tal manera las Sagra-
das Escrituras, que no den ocasion de irrision ä los in-
fieles.»
Vése por este pasage que si santo Tomás creyó mas
razonable la opinion de san A gustin, que sumida la
existencia de una época indeterminada entre la crea-
cion de los cuerpos celestes, de la tierra, y de las sus-
tancias elementales y minerales, y la realizacion especi-
fica y determinada de las especies vegetales y animales,
no por eso niega la probabilidad de la opinion que ad-
mite la creacion de todas las cosas naturales segun el
Urden de sucesion inmediata y de duracion de tiempo
que parece indicar á primera vista el sentido literal
de la narracion mosäica.
Empero lo que especialmente resulta de aquí, es el
cuidado y profunda atencion en establecer la indepen-
dencia y superioridad de la cosmogonia mosäica en
cuanto revelada, con respecto ä las opiniones humanas
y observaciones geológicas que ä la misma pueden re-
•
1 88 CAPÍTULO TRECE.
LIBRO CUARTO.
—€.••=1«iile=oxe--
PSICOLOGIA.
CAPITULO PRIMERO.
213
CAPÍTULO SEGUNDO.
CAPITULO TERCERO.
-o-
--ireeeet-
235
CAPÍTULO CUARTO.
Continuacion.
Inmaterialidad absolut a del alma humana.
•
238 CAPÍTULO CUARTO.
CAPITULO QUINTO.
n•n•••1,
(1) !bid.
•
257
CAPÍTULO SESTO.
(1) ad 3.1n
SANTO TOMÁS Y LA ESCUELA ETC. 265
es que le olmos decir al comenzar la impugnacion del
panteísmo de Averroes fundado sobre la existencia de
una razon impersonal: (I) «Ni trato ahora de mani-
festar que semejante afirmacion es errónea, porque re-
pugna á la verdad de la fe cristiana.
Intento manifestar que la sobredicha opinion, no es
menos contraria it los principios de la filosofía, que á
la enseñanza de la fe.» Por eso es en fin, que despues
de haber puesto de relieve lo absurdo de la opiniott
del filósofo árabe sobre la unidad del entendimiento
humano, y despues de establecer y demostrar con ra-
zones puramente . naturales la personalidad del alma
humana, concluye diciendo: «Hé aquí lo que tuvimos
por conveniente escribir para destruir el citado error,
procediendo en esto, no por los documentos y ense-
ñanza de la fe, sino por las sentencias y razones de
los mismos filósofos.), (2)
CAPÍTULO StPTIMO.
Continuacion:
Santo Tomás y el Tradicionalismo en sus deduc-
ciones y tendencias.
fi
CAPITULO OCTAVO.
Con tinuazion:
Rezumen comparativo de lac afirmacionec y tenden-
cias do la escuela tradicionalist a y de la doctrina
de santo Tomás.
CAPÍTULO NOVENO.
que mueven
• . . . Aunque el alma tiene alguna operacion propia
en la cual no comunica el cuerpo, como es la accion de
entender, tiene tambien otras operaciones que le son
comunes con el cuerpo, como temer, irritarse, sentir
y otras; pues estas operaciones se verifican mediando
mutaciones é impresiones de determinadas partes del
cuerpo, perteneciendo por consiguiente al alma y
cuerpo simultáneamente. Luego es preciso que del
alma y cuerpo resulte un supuesto ó persona, y que no
se hallen en el hombre como seres diversos.
Empero á esta razon puede contestarse en conformi-
dad á la opinion de Platon, que no hay inconveniente
alguno en que el movente y el movido, tengan el mismo
acto ú operacion, aunque sean diversos entre si en
cuanto al ser.
Platon admitió que las sobredichas operaciones son
comunes al alma y al cuerpo, en el sentido de que
pertenecen al alma como movente y al cuerpo como
á la cosa movida. Esta opinion es tambien inadmisible
Aunque el movimiento
es un acto que se refiere al movente y al movido, sin
embargo una cosa es determinar ó producir el mo-
vimiento, y otra cosa diferente recibir el movimiento.
Luego si relativamente á la operacion de sentir, el alma
sensitiva tiene razon de agente y el cuerpo de paciente
una será la operacion del alma y otra muy diferente la
del cuerpo: luego el alma sensitiva tendrá alguna opera-
cion que le es propia sin el cuerpo. Luego tendrá tam-
bien subsistencia propia. Luego no dejará de existir
destruido el cuerpo. Luego las almas sensitivas de los
animales irracionales serán inmortales; lo cual cierta-
EL ALMA RACIONAL ETC. 303
mente no es probable, por mas que sea conforme ti la
opinion de Platon.
Otra razon: La cosa movida no recibe del movente
la especie ó naturaleza de su ser. Luego si el alma
solo se une al cuerpo en razon de movente á la cosa
movida, el cuerpo y sus partes no reciben su especie,
sea su determinacion esencial del alma: luego des-
pues de la separacion del alma, el cuerpo y sus partes
conservarán la misma naturaleza ó especie de ser que
tenian antes. Esto es evidentemente falso; porque la
carne, la boca, las manos y demas miembros, solo
pueden llamarse partes humanas en sentido equivoco
despues de la separacion del alma del cuerpo, toda
vez que despues de la muerte, ninguna de estas
partes conserva la operacion propia que le corres-
ponde conforme im su especie en cuanto humana.
Luego es absurdo decir que el alma se une al cuerpo
solo como el motor al movil, ó como el hombre con
su vestido.
Otra razon: La cosa movidi no recibe la existencia
de aquel por quien es movida, sino que su existen-
cia se presupone al movimiento: luego si el alma se
une al cuerpo solamente como motor, el cuerpo será
tí la verdad movido por el alma, pero no se podrá
decir que recibe la existencia mediante ella. Es asi
que el vivir es como el ser del viviente: luego el cuerpo
no vivirá mediante el alma.
Otra razon: Todo lo que se mueve ä si mismo, es
de tal condicion que tiene en su potestad el moverse
ó no moverse, mover ti no mover: es asi que segun
la opinion de Platon, el alma mueve al cuerpo como
naturaleza que se mueve a si misma: luego está en
304
la facultad del alma mover el cuerpo ó no moverle.
Luego si el alma solo se une al cuerpo como el mo-
y ente al inovil, estará en la potestad de la misma
el separarse del cuerpo cuando quisiere, y unirse otra
vez al mismo cuaudo le plazca, lo cual manifiestamente
es falso.» (XII.)
305
CAPÍTULO DIEZ.
--crece3e-s--
CAPITULO ONCE.
CAPITULO DOCE,
--erteCtUra.-3-^
(1) Ibid.
343
CAPITULO TRECE.
•
SI EL ALMA EXISTE ETC. 357
sustancia del mundo de los cuerpos se comp. one de
dos principios sustanciales, que pueden denominarse
sustancias incompletas y parciales, no habiendo tam-
poco inconveniente en conceder á una de ellas, es
decir, á la forma sustancial, la denominacion de
fuerza. Empero si se consideran estas sustancias como
completas y capaces de subsistir por sí solas, y mu-
cho mas desde el momento que se les atribuye no
solo actividad sino la facultad de percepcion, como
parece hacerlo Leibnitz; no puede haber nada comun,
ni puede admitirse -verdadera analogía entre la teoría
de santo Tomás y la del filósofo aleman.
De aqui es que la indivisibilidad del alma de los
brutos profesada por santo Tomás y que Leibnitz cita
en apoyo de su opinion, nada tiene que ‚ver con su
celebre monadologia. Para convencerse de esto bas-
tará recordar, que la incorruptibilidad del alma de
los animales que Leibnitz mira como una consecuen-
cia de su indivisibilidad, se halla formalmente y en
términos expresos negada por santo Tomas, el cual
dedica un capítulo entero (l) para probar que el alma
de los brutos no es incorruptible. El origen de la
equivocacion de Leibnitz está en que considera la in-
corruptibilidad como consecuencia necesaria de sola
la indivisibilidad cuantitativa, mientras santo Tomás
exige ademas de esa indivisibilidad la subsistencia
lo menos incompleta. (XIV.)
CAPITULO CATORCE.
CAPÍTULO QUINCE.
.4)
•
402 CAPÍTULO DIEZ Y SEIS.
que se hallan fundadas las graves acusaciones que
pesan hoy con sobrada razon sobre la doctrina fre-
nológica.
403
(1) lbid.
(2) Ibid. Cuest. 88. Art. 1.°
4 1 6 CAPÍTULO DIEZ Y SIETE.
está en el cuerpo conteniéndole y no como conte-
nida por él: » anima enirn est in corpore ut continens
rt non ut contenta.
. Alberto Magno habia hecho ya tarabien la misma
observacion, conforme en un todo no solo á la razon
sino á la esperiencia, puesto que esta nos revela que
la separacion del alma del cuerpo, es la que da origen
y determina la disolucion de este y la separacion de
sus partes unidas antes y contenidas pör el alma
tin de que formasen un todo continuo. No puede
decirse que lo que une dichas almas que se suponen
distintas, sea el cuerpo; porque el cuerpo lejos de
contener y unir las atinas, mas bien debe decirse que
el alma es la que une y contiene al cuerpo; y prueba
de esto es que cuando el alma se separa del cuerpo
en la muerte, al punto comienza este á perder la union
y continuidad de sus partes. » (1)
Pondré fin á este capítulo con otras dos pruebas
de santo Tomás que no son mas que una aplicacion
y desenvolvimiento de la doctrina consignada en el
pasage antes citado.
Del mismo principio (2) recibe una cosa su ser y su
unidad, pues la razon de uno sigue la razon de ente.
Luego recibiendo cualquiera naturaleza el ser de su
forma, de la misma recibirá tambien la unidad: luego
si se suponen en el hombre muchas almas como for-
mas diversas, el hombre no será ya un ente, sino mu-
chos. Ni bastaria para salvar la unidad en el hombre,
el arden de las formas entre si; porque el ser uno con
‘,2
cf-3
L-
CAPITULO VEINTE.
1.
PRELUDIO V.
PRELUDIO VII.
PRELUDIO XI.
PRELUDIO XIV.
PRELUDIO XVII.
JORDANO BRUNO.
IV.
y.
VI.
VII.
VIII.
IX.
XI
(1) Sum. cont. Gene Lib. 2. cap. 55. Bild equivocado et capi-
tulo en el cuerpo.
524 NOTAS DEL LIBRO CUARTO.
XI.
XII.
XIV.
PASAGE DE BALMES,
XV.
GALL.
PASAGES DE DEBREYNE
•
XVII.
occ
ÍNDICE DEL TOMO SECUNDO.
LIBRO TERCERO.
COSMOLOGÍA,
CAPÍTULO PRIMEBO.
CAPÍTULO SEGUNDO.
CAPÍTULO TERCERO.
CAPÍTULO CUARTO.
CAPÍTULO QUINTO.
LA CREACION
CAPÍTULO SESTO.
cAvin LO SÉPTIMO.
EXISTENCIA DE LA CREACIoN.
NPÍTL LO OC'I'Å'V O.
LIBERTAD DE LA CREACION.
GIPÍTILO 111E/.
EL orif3ils3io.
CANTIL() ONCE.
CAPÍTULO DOCE.
CAPÍTULO TRECE.
LIBRO CUARTO.
PSICOLOGIA.
CAPÍTULO PRIMERO.
CAPÍTULO SEGUNDO.
CAPÍTULO TERCERO.
CAPÍTULO CUARTO.
CAPÍTULO QUINTO.
CAPÍTULO SESTO.
CAPÍTULO SEPTIMO.
CAPÍTULO OCTAVO.
CAPÍTULO NOVENO.
CAPITULO DIEZ.
CAPÍTULO ONCE.
CAPÍTULO DOCE.
CAPÍTULO TRECE.
CAPÍTULO CATORCE.
CAPÍTULO QUINCE.
CAPÍTULO VEINTE.
Lino TERento.
Sobre el Capitulo primero. 453.
Sobre el Capitulo segundo. . . . . 187.
Preludio V. De la ciencia ti priori, que es, como se produjo el
universo conforme al chino. . . . . 188.
Preludio VII. Del aKiotna célebre en China: Vuan, Vue, te, Ti,
esto es, oninia sunt unum. . . . . 191.
Preludio XI. De los espíritus ti Dioses, que adora el chino, se-
gun la secta literaria. . . . . .
Preludio XIV. De varios atributos que da el chino a este pri-
mer principio ya esplicado. . . . . 493.
Preludio XVII. De lo que dijeron diversos letrados graves con
quienes traté estas controversias. • 495.
Sobre el Capitulo tercero. • 497.
Jordano Bruno. • 498.
Sobre el Capitulo quinto. . 500.
Sobre el Capitulo séptimo. . 505.
Sobre el Capitulo octavo. • 508.
LIBRO CUARTO.
•
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