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La trascendentalidad y la ciencia después la muerte

Laura S. Morales L - Karol G. Moreno G.

El miedo a la muerte se deriva del miedo a la vida. Un hombre que vive plenamente
está dispuesto a morir en cualquier momento. Mark Twain

Resumen

Detrás de la legalización del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses


en Colombia, en el año de 1914, se hallaba la prioridad de fomentar y legalizar las
prácticas forenses en el país y el objetivo de regular una cadena de acciones practicadas
por la gente del común, prácticas que se buscaban develar las causas de la muerte. El
presente estudio entrega una elaborada síntesis de hechos que llevaron a la constitución
de la entidad en el país, por medio de una revisión teórica donde se incluyeron libros de
profesionales, revistas académicas y artículos de investigación, con el objetivo de
entender cómo la muerte siempre será un tema que afectará a la cotidianidad de la vida
humana. La sociedad estuvo y estará en búsqueda de esta incógnita constante.

Palabras clave

Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, muerte, legalización, procesos


judiciales, Colombia.

Introducción

A través de una revisión teórica muy elaborada y amplia, se exponen datos esenciales,
construyendo así el recorrido histórico de cómo prácticas tradicionales llevaron a la
legalización y constitución del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
en Colombia, destacando a su vez, evidentemente, hechos con mucha trascendencia e
importancia.

La figura de la muerte, ya sea causada de forma natural, provocada voluntariamente o por


un tercero, y las circunstancias que la rodean ha sido siempre una constante en el
desarrollo de la vida del hombre. Ya desde los tiempos en el que el hombre blanco aún
no había llegado a América, las comunidades indígenas propias de este territorio ya
estaban intentando responder a esta incertidumbre que aqueja la vida cotidiana, mediante
la instauración de tradiciones o rituales alrededor de la muerte, asegurándose de confirmar
el descenso de sus congéneres para luego proceder a examinar sus heridas.

No solo fueron los aborígenes quienes establecieron procedimientos en torno a los


asesinatos, ya que cada civilización, comunidad o colectividad, moderna o antigua,
presenta una preocupación y religiosidad respetuosa por la muerte. Es evidente que a
medida que la humanidad da pasos agigantados hacia el futuro su concepción del
fallecimiento evoluciona con ella.

La legitimización de la ley 53 del 29 de octubre de 1914 permitió la constitución y


legalización del Instituto Nacional de Ciencias Forenses y Medicina Legal y permitió que
la práctica de la medicina, en cualquier campo de estudio que esta abarca, llegara a ser
reconocida por la ley, legalizada, normalizada, fomentada y regida con responsabilidad.
De igual forma, el surgimiento de esta entidad originó una acción en cadena que comenzó
con una avalancha de avances científicos en la praxis perital y continuó con el trabajo
conjunto de varios especialistas nacionales e internacionales, lo que llevó a que Colombia
se uniera a la ola latinoamericana de establecer entidades gubernamentales dadoras de
respuestas a incógnitas de las causas de muerte.

Marco teórico

Previo a la acción de indagar y esclarecer la historia de la constitución y legalización del


Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, es pertinente brindar una
definición que contextualice el término especifico de “ciencias forenses”, debido a que
será fundamental en el momento de exponer los hallazgos de la presente revisión literaria.
Para ello nos valemos de una afirmación expuesta en Apuntes de Medicina Legal, en el
cual Quintero (2005) aclara que “La medicina legal o forense es la parte de la ciencia
médica que auxilia a disciplinas jurídicas y procedimentales, como el Derecho Penal,
Civil, Canónico y Administrativo por medio de los dictámenes médicos que aportan a la
fundamentación técnico-científica”. Es a partir de esta definición que, con mayor
facilidad, se pone en sintonía al lector con el desarrollo del presente trabajo.
Claro está que el Instituto de Ciencias Forenses tiene raíces e influencias de varias
instituciones internacionales. Es ejemplo la Escuela Estadounidense de Ciencias
Forenses, como también La Cátedra Francesa de Medicina Legal. Adicional a esto, la
historia del instituto también tiene cimientos en tradiciones propias de la cultura
colombiana, las cuales intentaban generar conocimientos desde sus propias experiencias.

En Colombia, la historia de la medicina legal se remonta a la figura del chamán o


curandero de las tribus indígenas, quien era el encargado de realizar los procedimientos
médicos y los actos funerarios de la población. Este oficio era transmitido mediante línea
sanguínea, debido al hecho de que estas comunidades poseían una estructura social
fundamentada en el patriarcado. Es a causa de esto que los oficios eran pasados de padres
a hijos, permitiendo la continuidad y perduración de los conocimientos que se poseían.

Gracias a los antiguos pueblos indígenas ha sido posible elaborar una documentación
fiable de una de las practicas inherentes de la medicina legal, hoy llamada el
levantamiento del cadáver. Esto a razón de un ritual propio que consistía en llamar por su
nombre al caído tres veces; si este no se levantaba se le consideraba muerto. A
continuación, se procedía con la examinación del cuerpo, identificando las lesiones que
este podía llegar a presentar. “Las heridas se medían con espiga de trigo, la ubicación la
señalaban arriba o abajo del corazón, y la profundidad, se decía que por los dedos. En las
características de las heridas se decía que eran secas, moradas, maduras, o en el cuerpo
hecho un solo cardenal” (Gonzáles, 2002).

Es destacable la labor del arzobispo Fray Cristóbal de Torres, quien funda el Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pues con este crea la primera cátedra de medicina
de la Gran Colombia. No es hasta 1827, bajo el gobierno del general Francisco de Paula
Santander, cuando por primera vez se inaugura el curso de medicina legal en esta misma
institución universitaria, siendo este impartido gratuitamente por los doctores Ricardo
Parra y Camilo Manrique, quienes también dictaban el curso de anatomía humana. Todo
en congruencia con el artículo 17 de la ley 30 de mayo de 1835.

Adicionalmente, gracias a diferentes investigaciones, se sabe que el primer dictamen


psiquiátrico, realizado por los doctores Francisco Orta, Pedro Uribe, Hugo Blair y Fausto
Santamaría, fue efectuado al “padre José María Botero quien había sido rector del Colegio
de Antioquia y en 1837 promovió una revolución contra el gobierno del general Santander
por lo que fue condenado a muerte”.
La primera protagonista del progreso médico, a la vez influyente en los ámbitos
científicos y sociales, fue la Academia de Medicina de Medellín, fundada por Marcelino
Vélez en 1887, academia a la que además contribuyó la Escuela de Medicina de la
Universidad de Antioquia, creada en 1871 por el gobierno de Pedro Justo Berrío. Luego
del establecimiento de esta entidad médica, la Academia de Medicina creó y fomentó una
comisión de Toxicología, fundada por el doctor Andrés Posada Arango y otros
profesionales del mismo ámbito.

En Bogotá, la Academia Nacional de Medicina hacía lo propio para medicalizar el


dictamen pericial, y en su revista científica, que se publicaba desde 1873 como Revista
Médica de Bogotá, intentó conseguir los mismos alcances, siendo uno de ellos el ir
fomentando la entidad oficialmente. En años posteriores se reglamenta la ley 30 de 1886,
por medio de la cual se creó la Junta Central de Higiene de Cundinamarca, de gran
importancia, debido a que tuvo un papel definitivo en los propósitos médico-legales que
se estaban llevando a cabo en varios sectores de la región. Son estos los antecedentes que
motivaron la conformación de La Oficina de Medicina Legal de Bogotá en 1891, cuyos
miembros fundadores fueron los doctores Carlos Putnam, Nemesio Sotomayor y José
Ignacio Barberi.

Para el año de 1893 se organiza el Primer Congreso Médico Nacional, celebrado en la


ciudad de Bogotá, que fue promovido por la Academia Nacional de Medicina. Allí se
presentaron una ponencia y un trabajo muy bien elaborados por el doctor Luis de Roux,
quien expuso de forma organizada la reglamentación para el ejercicio de la Medicina
Legal en Colombia. También se conoce la existencia de la Oficina Médico Legal de
Cundinamarca, para el año de 1894. Según Giraldo, (2014):

La ley 100 de 1892 creó el Instituto de Medicina Legal de Cundinamarca, que fue
luego organizado por la Ordenanza 45 de 1894, reglamentada por el Decreto
departamental 188 de 1897 e incluía servicios de necropsias, química legal y
toxicología y la exigencia de dos médicos para cada autopsia. (p.328)

Todos estos datos y acontecimientos son de vital importancia para explicar y darle un hilo
conductor a las practicas que se llevarían a cabo por medio de la ley 53 del 29 de octubre
de 1914, creada a manos del doctor Ricardo Fajardo Vega. Junto con Eduardo Lleras
Codazzi se constituiría y se legalizaría el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
que se organizó como organismo del Estado en 1914. En ese año la ley dio comienzo al
"Servicio Nacional de Medicina Legal". “La ley 53 reafirmó la oficina central y gestó la
creación de despachos médico-legales en cada una de las capitales de los departamentos;
también facultó a los alcaldes municipales para que inscribieran como médicos legistas
en sus respectivos municipios” (Giraldo, 2014). Este servicio dependía exclusivamente
del Ministerio de Gobierno. Su primer director fue el doctor José María Lombana
Barreneche. Posterior a esta ley se generó la ley 83 de ese mismo año, reglamentando el
ejercicio de la Medicina. Ambas leyes profesionalizaron la práctica médico-legal.

Es con el artículo de la ley 94 del 21 de diciembre de 1940 que el presidente de este


entonces, Eduardo Santos, ordena la construcción del edificio del instituto después de su
visita al Instituto de Medicina Legal.

Carlos Ibar en Santiago de Chile, queda admirado por su construcción y consigue los
planos para la construcción del edificio del Instituto. Por medio del alcalde de Bogotá,
doctor Carlos Sáenz de Santamaría, logra que el Consejo Municipal, por un acuerdo
cediera a la Nación un lote en la carrera 13 con calle séptima. En el mes de junio de
1943 se coloca la primera piedra, durante la administración del doctor Alfonso López.
Se inaugura el 24 de agosto de 1948, bajo el gobierno del doctor Mariano Ospina Pérez
(Gonzáles, 2002).

Finalmente, la creación de este establecimiento público representó un paso gigantesco


para la sociedad colombiana, al igual que para el desarrollo de la medicina en el país. Es
con este hecho que se genera un estado de sosiego en la comunidad. Se difunde una
sensación de tranquilidad a consecuencia de que ya existía alguien, o algo, que les
permitiera conocer las causas de muerte de algún familiar o figura popular.

Han sido numerosos los aportes que el instituto ha hecho a la nación. Siendo siempre fiel
a las doctrinas con las que fue fundado, ha afrontado las consecuencias de sacar a la luz
pública sucesos escabrosos o inconvenientes para ciertas elites. La realidad de los
acontecimientos prima, sobre todo; un precepto que se ve reflejado en el trabajo de los
científicos de la muerte.

Conclusiones

En medio de nuestra cotidianidad es necesario ver cómo la muerte misma tiene tanta
importancia y ocasiona tantos impactos de distintas maneras, impactos de orden social,
familiar y psicológico. La manera en que la persona murió es de vital importancia, tanto
si fue provocada, como si alguien externo la ha llevado hasta su fin. Es importante
destacar cómo desde tiempo atrás ya se estaban tratando de revolver las incógnitas que
deja la muerte a su paso.

Con el presente trabajo se buscó dar a entender al lector que el ser humano, aún sin
conocimientos profesionales desde su cotidianidad, sufre una preocupación por el tema
de la muerte. Los grupos humanos de todos los periodos históricos no han sido
indiferentes a las causas de la muerte. En la actualidad nuestra sociedad cuenta con la
ciencia, la cual está a favor de regular la vida, pero también esclarece los hechos que
llevaron a la finalización de esta, y lo realiza por medio de entidades que facilitan y
estudian este acontecimiento que tanto aqueja la vida en el ayer, en el hoy y en el mañana
de la sociedad.

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