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MI MAMÁ… ¿PIRATA?

Liana Castello

Me encantan las historias de piratas, pero cuando empecé a sospechar que mi mamá era una de ellos, la
idea mucho no me gustó. Un día escuché una conversación entre mi mamá y mi abuela.

Sí, ya sé, no debo escuchar las conversaciones ajenas, pero mi mamá hablaba muy fuerte porque mi abuela
no oye bien. Entonces -aunque yo estaba en mi cuarto- fue inevitable oír lo que hablaban ¡Y hablaban de tesoros,
ni más, ni menos!

Yo no podía creer lo que escuchaba, mamá le decía que guardaba muy bien sus tesoros porque eran muy
valiosos, tanto más que el oro y la plata. Y yo me preguntaba: “¿Serán piedras preciosas? ¿Qué puede valer más
que el oro y la plata? ¿Cómo era que mi mamá guardaba tesoros? ¿Dónde? ¿Los escondía? ¿Cómo los conseguía?
Muchas preguntas para ninguna respuesta.

Y ahí se me ocurrió que tal vez mi mama fuese un pirata. Era una idea un poco loca, pero quizás… Uno
nunca sabe. Cierto es que jamás la vi en alguna actitud piratezca, no usaba parche en ninguno de sus dos ojos, le
temía al agua, con lo cual era muy difícil suponer que pudiese ser pirata, pero .. ¿Si en realidad lo era y yo no me
había dado cuenta?

Tesoros… ¿Cuántos tesoros tenía mi mamá? ¿Dónde? ¿Serían tan valiosos como ella decía? El asunto me
pareció lo suficientemente serio como para investigarlo. Comencé entonces a mirarla con más detenimiento, a
prestar más atención a sus movimientos. Nada parecía sospechoso. No podía pensar en otra cosa.

Soñaba con mamá vestida de pirata con un sobrero rosa y un pantalón y una chaqueta haciendo juego
que, por qué no decirlo, nada mal le quedaban. Estaba desconcertado, no podía dejar de recordar esa conversación
entre ella y la abuela. Tal vez le estaba confesando un secreto guardado por años, tan bien guardado como los
tesoros que tenía.

Hablando de los tesoros… decidí buscarlos. Tenía que sacarme esa duda que tanto me preocupaba. Tenía
que enfrentarme con la verdad. Una mañana, mamá había salido de compras y entonces entré en su cuarto y
comencé, con mucho cuidado, a revisar todo: cajas, cajones, cajitas.

Entre las tantas cosas que tenía mi mamá, encontré una caja distinta al resto, especial y hermosa “¡Aquí
están!” pensé y la abrí. Grande fue mi desilusión y mi desconcierto al ver que en esa caja no había nada de oro,
ni de plata, ni brillantes, ni perlas. Su contenido era bien distinto: mis primeros dientitos, fotos, tarjetas de
cumpleaños, cartas de amor de mi papá, dibujos míos.

Pensé que me había equivocado de caja y mientras guardaba todo, volvió mi mamá y me descubrió. Muy
seria, me preguntó qué hacía revisando sus cosas y yo, con mucha vergüenza, decidí contarle mis sospechas.

Mamá rió a carcajadas y yo no entendí qué era lo gracioso de esa situación: yo sospechaba que ella era
un pirata, ella me descubrió haciendo algo incorrecto, nada tenía mucho sentido.
Entonces me explicó que lo que
yo había encontrado sí eran sus valiosos
tesoros, que esa caja contenía nuestra
historia, demostraciones de amor,
momentos inolvidables de su vida,
recuerdos que atesoraría por y para
siempre en esa caja y sobre todo en su
corazón.

Ese día entendí a qué podemos


llamar valioso realmente, me sentí feliz,
la abracé, la acaricié y respiré aliviado
porque mi mamá no era un pirata, era
una mamá como cualquier otra o tal vez
no, porque a mis ojos era la más linda y
la mejor.

¿Qué piensas de la mamá de la historia?


¿Qué tesoros crees que guarda tú mamá?
¿Qué es lo que más disfrutas hacer con
tú mamá?
¿Te gustaría ser un niño/a pirata?
¿Qué tesoros guardarías?
¿Qué emociones reconoces en la
historia?

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