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Así pues, cada etapa del hombre, de su historia y cosmovisión, determina de alguna
manera su expresión de arte. Y también, a su vez, cada forma de hacer arte nos
revela la condición del espíritu humano. Y lo que con mayor fuerza hoy podemos
hoy vislumbrar de ese espíritu, son las tendencias rupturistas, la resistencia a ser
reducidas a un canon y la libertad de albergar en sí la ambigüedad y contradicción.
Esto es lo que las actuales manifestaciones artísticas heredaron de las
vanguardias, si bien desde una perspectiva integrante de los movimientos artísticos,
en las vanguardias encontramos los ecos y aportes de las corrientes anteriores.
Si bien dicha rebeldía se percibe quizás con mayor frecuencia contra las formas, (en
literatura, por ejemplo, el rompimiento de las convenciones métricas de la poesía, y
la versificación de la narrativa), lo que más profundamente rompe con los
convencionalismos del arte es el sentimiento con el que éste es concebido, es decir,
el descubrimiento de un arte deslindado de reglas y prejuicios que en alguna época
pretendieron regirlo, cortando otras vías expresivas, negando el alzamiento de un
nuevo espíritu . En realidad, espíritu y forma no están disociados, sino que la forma
responde a las inquietudes de aquél. El sentir del espíritu de las vanguardias, a
decir de De Micheli,2 es el de una repulsión activa, repulsión de la artificialidad que
se había gestado en el seno de un arte burgués oficialista, un arte encasillado para
1
Mario De Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX. 1979.
2
Ibidem p.60-61.
el decoro de una clase social, dejando de lado las verdaderas problemáticas
sociales, y más aún, las inquietudes individuales, como ya decíamos, crisis del
lenguaje y de corte existencialista.
3
Ibidem. P. 68
4
Ibidem p.72.
“la sinceridad de las pasiones y la violencia de los impulsos primitivos” 5, en
concordancia con lo que decíamos del primitivismo y del negrismo retomados por
artistas como Matisse y Vlaminck. La segunda tendencia fue la insistencia en
“sustraerse de la dureza de la vulgaridad y de la sociedad civil, refugiándose en el
reino de inalienable del espíritu”6. En esta condición de inalienable, acaso se
pretenda defender la primacía de los valores espirituales sobre los materiales. Y por
último, la tendencia de oposición activa en sentido crítico y polémico, con objetivos
específicos e incluso políticos”. En este punto, vemos de nuevo reminiscencias que
ponen en diálogo a este movimiento con el Romanticismo, por el carácter reflexivo y
crítica a la sociedad y sus sistemas de valores, éticos, artísticos, políticos, contra los
que se rebela. Sin embargo, quizá lo que distingue al expresionismo, es que la
crítica la llevará a un plano concreto de acción, incidiendo en la realidad social.
Ejemplos de es la simpatía por el anarquismo, que artistas como Vlaminck y
Rouault manifestaban. Pero más que la simpatía por el anarquismo, son artistas que
plasman en su obra el aspecto social: temas como la vida obrera, la pobreza,
prostitución.
5
Ibidem. P.80.
6
Idem.
Bibliografía consultada:
De Micheli, Mario, Las vanguardias artísticas del siglo XX, Alianza Editorial,
traducción de Ángel Sánchez. 1979.