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CRISIS EN VENEZUELA

La situación en Venezuela es preocupante y tiende a agravarse. No solo es la


destrucción del sistema productivo y del entorno económico que ha
degenerado en una incontrolable hiperinflación, escasez y empobrecimiento de
las mayorías. Tampoco es que esa crisis económica se vea reflejada en lo que
podría considerarse dentro de poco como una crisis humanitaria (hambre,
emigración, inseguridad). Mucho menos es la hasta ahora reconocida pérdida
de libertades de los ciudadanos venezolanos y la eliminación de la democracia.

Por un lado, lo que se está presenciando es la lucha de un régimen por


mantenerse en el poder. En las circunstancias actuales eso no puede hacerse
sino restringiendo más las libertades, persiguiendo a lo que huela a oposición
y, claro está, haciendo uso indiscriminado de la fuerza. El régimen venezolano
caerá algún día pero mientras tanto utilizará todas las oportunidades y
herramientas para demorar su destino.

Por el otro, así no pueda concebirse, aún persiste una parte de la población
difícil de determinar que considera al régimen chavista como legítimo o
adecuado para su país. Esto facilita que el régimen persista en el poder y
legítima la creación de enemigos contra los cuales se hace uso de la fuerza y
de la propaganda estatal.

Por dificultosa y compleja, la situación en Venezuela ha suscitado


innumerables y muy diversas opiniones. Crisis, desabasto, hambre,
inseguridad, violencia, autoritarismo, falta de democracia; estos son algunos de
los calificativos con que los medios de comunicación representan el estado que
guarda nuestro hermano país latinoamericano, calificativos que de hecho
inundan los espacios comunicativos e informativos a los que acceden millones
de personas en él.
Esta información es bombardeada día a día por radio, televisión, medios
impresos e internet, mostrando no sólo una visión sesgada del acontecer
venezolano, sino también un crudo ataque ideológico en contra del gobierno de
Nicolás Maduro, representando a éste y a sus partidarios con tintes impositivos,
incapaz políticamente, e incluso, mentalmente. ¿Por qué no nos muestran los
métodos, violentos o anti democráticos, que emplean los opositores al
gobierno chavista?

Venezuela atraviesa la peor crisis económica de toda su historia. Y esto, entre


otras razones, se debe a la ausencia de una economía de libre mercado, pues
los controles, cada vez más severos, terminaron por estrangular a la empresa
privada y crear una serie de distorsiones pulverizó el poder adquisitivo del
ciudadano. Así lo reflejan las estadísticas: hay una inflación anualizada del
397%, la más alta del planeta. Mientras el salario sube por la escalera, la
inflación va por el ascensor.

La crisis que atraviesa Venezuela escapa de la comprensión de quienes la ven


desde lejos. La polarización política, la crisis económica, la escasez de
medicinas y productos básicos, las largas colas para la compra de alimentos, la
caída de los precios del petróleo, los prolongados racionamientos del servicio
eléctrico, la ausencia absoluta del Estado de Derecho, la inseguridad, los
hechos de corrupción y un largo etcétera, han desembocado en una serie de
protestas que se repiten a diario cada vez con más fuerza- y que amenazan
con la posibilidad de un estallido social en un país que, curiosamente, posee
las mayores reservas petroleras del planeta.

La escasez forma parte del día a día. Lejos de aprovechar el boom petrolero, el
gobierno, durante la última década, decidió eliminar la capacidad de producción
propia e importar todo lo que consumen los civiles. De esta manera, al verse
reducidos los ingresos de la renta petrolera por la caída de los precios del
crudo, también se reducían las importaciones. Ante la ausencia de divisas, las
pocas empresas nacionales se quedaron sin la posibilidad de importar la
materia prima necesaria para la producción de los bienes y servicios.

La calidad de vida se ha reducido considerablemente a raíz de los


racionamientos eléctricos. Los niveles críticos de los embalses más
importantes del país, además de la inactividad de las centrales termoeléctricas,
obligaron al gobierno venezolano a suspender el servicio durante cuatro horas
diarias, lo que sin duda no sólo significó un duro golpe para los ciudadanos,
sino también para la empresa privada que registra pérdidas incalculables, lo
que indudablemente tuvo un impacto tremendo en la economía del país
sudamericano, completamente paralizado y a oscuras.

En ese sentido conseguir alimentos es tan complicado como lograr el boleto a


la Copa del Mundo. La venta de los productos básicos es regulada, lo que abre
un mercado negro en el que el valor los alimentos es calculado al precio del
dólar paralelo, que es muy superior a la tasa oficial. Por eso, al no poder pagar
un costo tan elevado por productos de primera necesidad, los venezolanos
necesitan hacer largas filas en los supermercados, donde a veces incluso son
marcados con números para ordenar la entrada a estos establecimientos.

La economía de Venezuela depende principalmente en el petróleo. La salud


financiera del país se encontraba en excelente condición cuando el precio del
barril del crudo era de 100 dólares, entre 2013 y 2014.

Ahora, los precios del petróleo han caído tan bajos como 28.36 dólares, el
precio más bajo en 12 años.

Mientras los precios del crudo mantengan mínimos históricos, Venezuela


continuará con problemas para crecer.
El economista de Barclays Alejandro Arreaza denominó a Venezuela “el gran
perdedor” en América Latina, derivado de la caída del precio del petróleo.
Arreaza predijo que las exportaciones del crudo venezolano le representarán
unos 27,000 millones de dólares en 2016, una baja dramática de los 75,000
millones de dólares que obtuvo por este producto en 2014.

La moneda de Venezuela, el bolívar, ha caído a un ritmo frenético.

En 2015, un dólar equiparaba 175 bolívares. Ahora, un dólar representa 865


bolívares. Para ponerlo de otra manera, un bolívar vale 0.0011 dólares, menos
de un centavo, según el sistema de intercambio no oficial dolartoday.com.

La mayoría de los venezolanos intercambian bolívares y dólares bajo un


sistema de cambio no oficial porque el régimen de Maduro ha creado un
sistema confuso que involucra tres intercambios oficiales de moneda: dos para
diferentes tipos de importaciones y una para los venezolanos ordinarios.

Los dos principales tipos de intercambio sobrevaluan el dólar, creando una alta
demanda de dólares.

Algunos venezolanos ya tuvieron suficiente de Maduro. En diciembre de 2015,


el partido de oposición, Unidad Democrática, ganó 109 asientos en las
elecciones legislativas, mucho más de los 55 escaños que ganó el oficialista
partido socialista.

La oposición ahora controla el 65% del Congreso. Eso es importante porque


este nivel de representación permite a la Unidad Democrática destituir a
integrantes del gabinete de Maduro y autorizar reformas que el mandatario no
podrá rechazar.

Por supuesto, no es tan fácil. Maduro designó a nuevos integrantes del Tribunal
Supremo de Justicia justo antes de que los nuevos legisladores tomaran
protesta. Los nuevos ministros podrían echar abajo las leyes de la oposición,
creando una lucha de poderes.

En cualquier caso, la inestabilidad política nunca es buenas noticias para la


economía y los problemas por el poder solo se empeorarán

El mercado de trabajo está soportando la parte más dura del ajuste, aquella
que se traduce en pérdidas de empleo, o sea, cierre de empresas y personas
que se quedan sin trabajo, así como un descenso brutal de la probabilidad de
volver a emplearse o encontrar el primer empleo. También forma parte de este
proceso de ajuste un notable deterioro de las relaciones laborales, en forma de
pérdidas efectivas de derechos laborales y mayor dificultad para el ejercicio de
tales derechos.

Ahora, la sola aplicación del Convenio Colectivo, muchos sin discutir, en


muchas empresas es motivo de conflicto, y en bastantes se convertirá en un
imposible. Pero en el mercado de trabajo, como en el resto de las cosas que
nos suceden, los repartos tampoco son equitativos. Hay algunos que se llevan
la peor parte. Del sueldo nadie vive. Hay que marañar.

Los venezolanos son los que más recienten los problemas económicos. El
gobierno no puede pagar para importar artículos comestibles como la leche,
harina y huevos, lo que ha provocado que muchos estantes de los
supermercados se encuentren vacíos. Apenas en 2015, McDonalds en
Venezuela se quedó sin papas fritas.

La falta de alimentos en Venezuela, así como las largas filas para obtener
comida, son un gran problema para la inestabilidad social en la nación
sudamericana.

Después de años de erosión, el sistema político se ha convertido en un híbrido


de rasgos democráticos y autoritarios, una mezcla muy inestable, según los
expertos.

Sus reglas internas pueden cambiar día a día y los centros de poder compiten
ferozmente por el control. Esos sistemas han demostrado ser mucho más
susceptibles de experimentar un golpe o un colapso.

Maduro ha luchado para reafirmar su control, como suelen hacer los líderes de
esos sistemas.

Sin las relaciones personales de Chávez ni los grandes ingresos petroleros,


Maduro tiene poca influencia porque es sumamente impopular y su control
sobre las instituciones democráticas es muy débil.

Después de que la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional en 2015,


la tensión entre esos dos sistemas explotó en un conflicto directo. El Tribunal
Supremo de Justicia, lleno de magistrados leales al régimen, trató de disolver
los poderes de la legislatura. Maduro convocó una asamblea constituyente a
principios de mayo.
La paradoja de Venezuela, según Levitsky, es que el gobierno es demasiado
autoritario para coexistir con las instituciones democráticas, pero demasiado
débil para abolirlas sin correr el riesgo de colapsar.

Los manifestantes han tomado las calles, pero parece que las acciones de las
fuerzas de seguridad y los colectivos han logrado frenarlos. Francisco Toro, un
experto venezolano en Ciencias Políticas, dijo que no está claro qué lado
tomarán los militares si son llamados a intervenir.

Ninguno de los bandos parece ser capaz de ejercer el control. Ese sistema
político incapaz de acabar con el régimen o negociar ha alejado a Venezuela
de la riqueza y la democracia, llevándola al borde del colapso.

Y PARA FINALIZAR ¿CUAL SERÍA LA SOLUCIÓN DE LA CRISIS DE


VENEZUELA?

Cambiar de gobierno. Las políticas de Chávez y Maduro son las que tienen al
país en su grado actual y dudo que tenga Venezuela mucho respaldo a nivel
internacional o alguien intente darles dinero continuando con sus mismas
políticas.

Endeudarse con créditos internacionales poniendo como garantía cambios


importantes en el funcionamiento del país. Y aceptando reglas y acuerdos con
varios países, como cambios en el presupuesto de acuerdo a sugerencias
internacionales.

Reestablecer de alimentos al país y asegurar la red alimenticia, que todos


puedan adquirir alimentos. Esto para recuperar la paz del país.
Invertir al campo y lograr la sustentabilidad alimentaria. (A largo plazo).

Aceptar el capitalismo y volver a Venezuela un lugar seguro para empresas


extranjeras, maquiladoras y transnacionales. Tal vez a muchos no les guste,
pero Venezuela está en un pozo del que necesita salir. Asegurando el
desarrollo empresarial se mejoraría la inversión. Si la gente no trabaja no tiene
ingreso, si no tiene dinero pues no gasta y si no gasta no se desarrolla la
economía del país.

Que se recuperen los precios del petróleo es indispensable, pero no depende


de Venezuela.

Y lo más importante, un pueblo exigente que vigile al gobierno de forma


permanente.

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