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La Fe Bíblica: ¿Hebraica o Helénica?

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Rev. Steve M. Schlissel


Febrero 2,002

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora,” dice el Predicador
(Eclesiastés 3:1).

Este es el tiempo para que los Cristianos sean más Judíos. La orientación Helenista de la iglesia está
alcanzando el clímax de su desafortunado curso; este es el momento de recuperar la perspectiva, tanto
mental como de actitud, de la Escritura.

Esto no quiere dar a entender que el pensamiento Griego no nos hizo ningún bien. Ni tiene la intención de
implicar que el pensamiento Griego fuese del todo eludible. Fue completa inevitable. El evangelio, el cual
fue primero para el Judío, y luego para el Griego, tuvo que ser “convertido” a las formas del pensamiento
Griego si es que iba a conquistar (lo cual hizo) al mundo de entonces, Helénicamente informado. Como
señaló Dix, Atanasio “Finalmente formuló las doctrinas de la Encarnación y la Trinidad en los únicos
términos Griegos que podían expresar plenamente el Mesianismo y el Monoteísmo Judeo-Cristiano al
mismo tiempo que satisfacía el intelectualismo y la racionalidad Griega” (Judío y Griego, p. 55). Desde el
momento de la Ascensión los Credos Ecuménicos se volvieron inevitables porque los Gentiles, quienes
desde entonces habían sido excluidos de la ciudadanía de Israel y quienes habían sido advenedizos al
pacto, estaban siendo hechos cercanos por medio de la sangre de Cristo. Como los Gentiles se estaban
convirtiendo en “conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efe. 2), tenían que
escuchar la Verdad en su idioma.

Pero la Verdad incluía el siguiente mandamiento de San Pablo: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor:
que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente” (Efe. 4:17). El Nuevo
Israel había de actuar y pensar de manera distintiva. Durante la Reforma se puso un alto, en algunas
maneras, al amplio alejamiento de la manera de pensar Bíblica, pactal y antitética. Pero el retorno estuvo
lejos de ser completo. Les presento a Uds., en forma condensada, cuatro áreas del pensamiento que
continúan en necesidad de ser Reformadas (esta lista no tiene la intención de ser exhaustiva):

Lo Dinámico vs. lo Estático

Boman mira la diferencia entre el pensamiento Hebreo y el pensamiento Griego “bosquejado con gran
relieve por dos figuras características: el pensante Sócrates y el Judío Ortodoxo en oración. Cuando
Sócrates era alcanzado por un problema permanecía inmóvil... en profundo pensamiento; cuando las
Santas Escrituras son leídas en voz alta en la sinagoga, el Judío Ortodoxo mueve todo su cuerpo
incesantemente en profunda devoción y adoración” (El Pensamiento Hebreo Comparado con el Griego, p.
205). El Griego experimenta al mundo en reflexión, el Hebreo lo hace en movimiento.

Las figuras contrastantes de Boman son ofrecidas aquí solo con propósitos ilustrativos; ¡nadie está
abogando por la oración al estilo Judío como si ésta fuese requerida por el Principio Informado de
Adoración! (Cf. www.messiahnyc.org/content.php?menu=9&page_id=1.) No lo es. El valor de la
ilustración es este: capta las maneras contrastantes de encontrar, mirar y vivir el ser en relación con el
mundo. El Griego comienza con una presuposición de independencia intelectual y termina con el mundo
sujetándose a la interpretación autónoma. El Judío está buscando su lugar en un mundo que él no hizo y
que opera por normas que no son de su invención. Ud. podría decir que el Griego permanece quieto y
busca entender el mundo, mientras el Judío se mece mientras el mundo de Dios y Su Palabra toman
posesión de él. Mejor aún, La Palabra toma posesión del Judío como parte de un pueblo, nunca
meramente como un individuo. Lo que nos lleva, con mucha naturalidad, a nuestra segunda área.
El Pueblo vs. la Persona

Aunque a Sócrates le gustara hablar sobre sus conclusiones con otros seres humanos, él llegaba a ellas de
manera aislada. Para el Judío esto es imposible. Es tan equivocado pensar del ser aparte del grupo como lo
es pensar de una gota de lluvia aparte de la lluvia misma. Lo uno es definido, esencial y necesariamente,
en términos de lo otro. El ideal en la mente Griega es el héroe solitario; en la mente Hebrea es el grupo:
Am Yisroel Chai, el Pueblo Vivo de Israel. Hércules se sirve a sí mismo; David sirve al pueblo de Dios. La
Biblia no dice, “Yo seré vuestro Dios, y Uds. serán mi persona,” sino “vosotros seréis mi pueblo.” En
Hechos 2, “alrededor de tres mil fueron añadidos a su número aquel día,” luego “el Señor añadía a su
número diariamente a aquellos que iban siendo salvados,” y después, “más y más hombres y mujeres
creían en el Señor y eran añadidos a su número.” La palabra es prostithemi y significa “añadir, esto es,
juntar a, reunir con cualquier compañía.” La salvación Bíblica es inseparable del ser unido al cuerpo de
Israel. La incapacidad de los Cristianos modernos de pensar una pulgada más allá de su “salvación
personal” es un legado del individualismo Griego.

El Todo vs. la Parte

La adopción no crítica y universal de la tecnología de capítulos y versículos, sobre impuesta sobre la


Escritura, ha tenido un efecto devastador sobre la iglesia. Claro, ha facilitado el estudio, el aprendizaje y la
adoración, pero a un precio. Por ejemplo, virtualmente hemos perdido por completo la habilidad de pensar
acerca de una carta de Pablo como una carta. En lugar de ello, la consideramos meramente como una
colección de versículos, divinamente autorizados, claro, pero real y esencialmente un depósito que fue
hecho aparte de la historia, la personalidad o el conflicto; una selección a discreción de trocitos de
palabras, separadas las unas de las otras y desconectadas del mundo.

Sin embargo, obviamente esta no es la manera como la Biblia nos fue entregada. Fue más tosca y
accidentada que bonita. Y ningún versículo “epistolar” jamás fue dado aislado de una historia, una
personalidad, un conflicto o un propósito. Esto significa que los “versículos” no pueden ser entendidos
apropiadamente separados de los contextos, cercanos y lejanos. Ud. puede ver con cuánta cercanía este
problema se alinea con el problema previo: La individualización Griega no solamente ha alquilado nuestra
concepción del ser y de la iglesia; ha hecho pedazos la idea misma de la Palabra (eso es singular) de Dios
y la ha convertido en una serie (en el mejor de los casos) o una colección (en el peor) de dichos, palabras,
fórmulas, aforismos, ideas. Como un hombre señaló, “El resultado es que la Palabra de Dios aparece como
una especie de mezcolanza sosa de la cual el teólogo profesional extrae, como un mineral fuera de su
matriz, pequeños pero preciosos pedacitos de conocimiento, y es su trabajo clarificar y sistematizar ese
conocimiento.” Pero la Palabra de Dios, en la concepción Judía, no es aquello que el hombre define, sino
aquello que define al hombre. Y ella hace esto en su totalidad. Nosotros podemos leer solamente una parte
a la vez, pero debemos leer, escuchar y ser tomados por el todo.

Lo Orgánico vs. lo Abstracto

Para el Griego, la idea de una calidad de ser fresa había de preferirse más que las fresas. Las fresas rojas,
llenas de hoyitos, jugosas y deliciosas, eran meros ejemplos de la calidad de ser fresa, y era en la idea, la
calidad de ser de una cosa, donde había de encontrarse el objeto inmóvil y fijo de la fe. Al final, tal
pensamiento convierte la Encarnación en un problema más que ideológico o metafísico – se convierte en
un real dilema moral. Es, para el pensamiento Helénico, una justificación permanente y peligrosa de “la
carne,” e.d., la creación – este mundo – en contra de la “idea” inmutable. Y en este esquema, ¡la
resurrección de la carne es un escándalo positivo! Pero... adivine qué. Dios fue manifestado en la carne.

El hombre no puede vivir solo sobre la calidad o idea de ser fresa – o en lo absoluto. Él no fue hecho para
esto. Ni tampoco Dios nos hizo para vivir basados en proposiciones que existan sin pies. Sin embargo,
esta es precisamente la mentalidad de demasiados “amigos” de la Reforma. Creen que la totalidad de lo
que Dios nos ha confiado es descubierta en un asentimiento a un conjunto de solas, que viven, se mueven
y tienen su ser en una órbita abstracta en algún lugar por encima de la tierra. La noción de que Dios no
permitirá, o no permite, o no puede permitir que una fe justificadora pueda existir aparte de pies
obedientes, es, para estos “amigos,” un completo anatema – a pesar de lo contrario que Dios pueda decir.
Después de todo, ellos tienen sus “versículos.” Y, como buenos Procrusteanos,* aquellos versos que no se
ajustan a su sistema inventado, son cortados, para ser recogidos solo en emergencias éticas y
epistemológicas.

Es la mentalidad Helénica la que explica la comodidad que estos amigos tienen con la separación radical
entre fe y vida. En tanto que sus proposiciones nos recuerden a patos muy bien portados en una fila, todo
está bien. Pero los únicos patos que se quedan en fila o están muertos o son de madera. Los patos vivos se
mueven. Este no es un argumento contra el orden, lo arreglado, el sistema, o la verdad en proposiciones,
per se. Es un rechazo a la idea de que las ideas pueden existir, en un mundo creado por Dios, sin
consecuencias. Ni tal tipo de animal.

Algunos piensan que la Reforma solo puede continuar entre nosotros mientras excomulguemos a
cualquiera que falle en someterse a nuestro arrebato, como si fuese nuestro “látigo de cinco solas.” Pero
propongo que puede continuar solo mientras busquemos completar la recuperación parcial de la
mentalidad Hebrea iniciada en la Reforma. ¿Cómo es posible que alguien crea que el problema número
uno que enfrenta hoy la iglesia es que los Cristianos están intentando, con mucho esfuerzo, obedecer a
Dios? Como dice nuestra gente joven, “Hola... ¿ajá?”

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Steve Schlissell ha sido pastor de la Congregación del Mesías en Brooklyn, Nueva York desde 1979. Sirve
como Supervisor de Naciones Urbanas (una misión al mundo en una sola ciudad) y es el Director de
Meantime Ministries (un esfuerzo de alcance para mujeres que fueron abusadas sexualmente cuando
fueron niñas). Steve vive con su esposa Jeanne y sus cinco hijos. Puede contactarse con él en
http://www.chalcedon.edu/report/2001nov/steve@schlissel.com

*
La palabra se deriva de Procrustes, personaje de la mitología clásica. Este era un ladrón que estiraba o amputaba
los miembros de los viajeros a fin de que alcanzaran las dimensiones de su cama. Fue muerto por Teseo. También
llamado Damastes. (Random House Webster’s Unabridged Dictionary, version electrónica.)

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