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En esta época, en general, las fiestas mostraban los grandes momentos positivos de la vida
pública de los gobernantes del lugar, es decir, eran instrumentos de propaganda política que
servían tanto para atestiguar el poder del monarca como para certificar las aspiraciones de los
herederos al trono. Pero también mostraban el poder que había tenido el monarca cuando
este fallecía mediante grandes celebraciones.
Los monarcas, aparte de querer poder en vida, querían pasar a la posteridad, perpetuarse en
el tiempo cuando fallecían permitiéndole alcanzar la inmortalidad manteniendo ese poder que
se tuvo en vida (Pina Polo, 2004). Carlos I de España y V de Alemania, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, es un ejemplo perfecto de estas dos situaciones, por la fiesta de
su coronación en Bolonia y por las exequias en la Piazza Navona.
Habiendo acudido a varias conferencias del seminario internacional llamado “Los inicios de la
fiesta renacentista”, y dentro de ésta habiéndose hablado de la figura de Carlos V, he decidido
realizar un resumen de la charla “Sacra romanitas y representación imperial: el encuentro
entre el ceremonial de los Habsburgo y la corte papal” a cargo del profesor de la Universitat
Jaume I de Castellón Pablo González Tornel.
El primer nombre que salió a relucir en la charla es el del monarca español del siglo XVI Carlos I
de España y V de Alemania. Pablo González comentó que el propio Carlos V es una figura que
se reíste a un etiquetado cronológico y que el título de la charla es el encuentro de dos
realidades, Roma, la ciudad eterna, y Carlos V, que se necesitan y se odian al mismo tiempo
creando una hibridación del triunfo y de la muerte y de España y Roma. Ante este último
punto Pablo González mostró las portadas de dos libros que exponen esta última idea: Spanish
Rome del historiador Thomas James Dandelet y La Città Rituale, Roma e le sue cerimonie in età
moderna de la profesora de Historia Moderna María Antonietta Visceglia.
También se explicó el recorrido que hizo Carlos V de sur a norte en la campaña de Italia tras la
victoria en Túnez comenzando desde el desembarco en Sicilia y siguiendo por las entradas
triunfales en cada una de las ciudades independientes tanto de Sicilia como en el resto de
Italia, poniendo los ejemplos de Mesina, Palermo y Roma.
En Mesina, aparte de la construcción de los tres arcos triunfales de Yedra, Olivo y laurel,
tuvieron un especial protagonismo los arcos diseñados por el pintor Polidoro de Caravaggio,
que hacían referencia al emperador como el tercer africano después de los dos Escipiones y la
recreación extramuros de una Via Triumphalis adornada con cuatro arcos del triunfo obra de
Domenico de Carrara.
En Roma, orquestado por los gobernantes de la ciudad, se hizo un elaborado recorrido (desde
Porta San Sebastiano, una de las puertas mejor conservadas de las antiguas Murallas
Aurelianas hasta San Pablo del Vaticano, para impactar al emperador con arcos del triunfo en
cada esquina.
Como segundo y último punto de estas dos realidades, se habló del funeral de Estado,
poniendo el ejemplo de las exequias romanas que tuvieron lugar el 4 de marzo de 1559 en la
Iglesia de Santiago de los Españoles en la Piazza Navona de Roma.
Para finalizar la conferencia, Pablo González comentó sus conclusiones, que fueron las
siguientes: primero, Carlos V tiene una fascinación para todos; y segundo, debemos de
desprendernos de la visión del arte y de las políticas del arte y visual.