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Capitulo 7 Rapoport - Resumen Historia económica, política y


social de la Argentina (1880-2000)

Estructura Económica Argentina (Universidad Nacional de La Matanza)

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Capítulo 7
1. ¿Cuáles fueron las causas que se produjeron a nivel internacional para que estimulo la movilidad especulativa
del capital internacional e incrementado la inestabilidad de los tipos de cambios?
La crisis económica y monetaria de fines de los años 60 y principios de los 70 y, luego, la suba de los precios del petróleo
tuvieron amplias y trascendentes consecuencias para la económica mundial y el funcionamiento del sistema financiero
internacional. La duplicación de las reseras monetarias mundiales, resultado del aumento de la cantidad de dólares en
circulación a principios de la década del 70, paso a cubrir en los años siguientes la mayor demanda internacional de
liquidez producida por la inflación mundial y la crisis petrolera. Esta situación derivo en un notable crecimiento del
mercado del eurodinero, estimulando la movilidad especulativa del capital internacional e incrementando la
inestabilidad de los tipos de cambio entre las monedas más importantes del mundo. Dado que este tipo de transacciones
no podía ser controlado por los gobiernos nacionales, termino afectando negativamente la política monetaria de los
diferentes Estados y aumentando el riesgo de una crisis del sistema bancario internacional, al no existir normas de
cobertura para los fondos interbancarios.

2. ¿Por qué aumento la liquidez de los mercados mundiales? ¿Qué hizo la banca internacional debido a esto?
El proceso de avance protagónico de la yPEP y los países del Tercer Mundo y los desequilibrios del comercio exterior
norteamericanos generaban una gran liquidez en los mercados mundiales, que no eran absorbidos productivamente,
dada la reducción de las tasas de inversión y el bajo crecimiento del producto y la demanda. Esto impulso a la banca
internacional a ofrecer a los países en desarrollo, en especial de América Latina, amplios préstamos con bajas tasas de
interés. La deuda latinoamericana contraída en esos años obedecía en parte a la competencia entre bancos
internacionales por participar en el atractivo mercado que parecían ofrecer los países del Tercer Mundo, aprovechando,
además, que la expansión de la liquidez internacional había debilitado la disciplina financiera ejercida tradicionalmente
por el FMI. En general, las tendencias recesivas que se observaban en los países centrales desde los inicios de los años 70
generaron una caída en las demandas domesticas de créditos elevando la liquidez de los bancos, de manera tal que los
impulsaron a buscar nuevos clientes entre los países periféricos.

3. ¿Cuáles fueron las causes de la baja en la cotización del dólar? ¿Qué medidas tomo EEUU?
El sistema de cambios flexibles transformaba el mercado de divisas en un ámbito incierto e inseguro al producir una
oscilación considerable en los precios de los bienes transables, lo que hacía subir los costos de los intercambios y
alimentaba las tendencias inflacionarias en los países más desarrollados. En ese sentido, resulto importante el impacto
que produjo el déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos norteamericana, que aumentó considerablemente
entre 1977 y 1978, generando una caída importante en la cotización del dólar. Pero hacia fines de 1978, el gobierno
estadounidense estableció un programa antiinflacionario, seguido en 1979 por restricciones monetarias que produjeron
aumentos en las tasas de interés. De este modo, la moneda norteamericana se fortaleció, lo que limito el crecimiento del
resto de las económicas occidentales, aunque esta política de deflación monetaria se llevó adelante junto a una
considerable expansión del déficit fiscal, ampliando, en consecuencia, el saldo negativo del balance comercial. En este
contexto, y dado que no existía una autoridad monetaria que controlara la liquidez internacional, el dólar se consolido
como moneda de reserva, permitiéndole a los Estados Unidos una mayor libertad para posponer su propio ajuste y
transferir los efectos de este hacia otros países. Una nueva estampida de los precios del petróleo, que comenzó a fines
de 1978 y se extendió hasta 1980, produjo serios efectos recesivos sobre la economía mundial. Esta suba en los precios
de los combustibles genero un impacto negativo en el mundo industrializado y, sobre todo, en las alanzas de pagos de los
países en vías de desarrollo no petroleros, lo que redujo los ingresos disponibles para saldar importaciones y pagar los
intereses de la deuda externa.

4. ¿Cómo fue la política exterior de Estados Unidos, cuando asumió James Carter?
La política exterior de los Estados Unidos dio un giro temporario a sus orientaciones globales a partir de 1977, con la
asunción a la presidencia el demócrata James Carter. La elección de este mandatario fue producto del espíritu de
autocrítica colectiva de la sociedad estadounidense luego de la derrota miliar en Vietnam y del escandaloso caso
Watergate. Como una manera de reconstruir la respetabilidad del sistema institucional norteamericano ante el concierto
internacional y de denunciar los métodos autoritarios de gobierno implantados en los países del Este, aunque también
en algunos otros regímenes del mundo occidental, la nueva administración desplego un programa destinado a fortalecer
el respecto por los derechos humanos, política que se consideraba más eficaz que los tradicionales enfoques

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estratégicos. Carter y su secretario de Estado buscaban la distinción contra la Unión Soviética a través de los acuerdos
SALT II, pero dando a conocer al mundo las contracciones que minaban el sistema socialista y apuntando a fortalecer
internamente a los disidentes en aquel país, así como a provocar posibles fracturas en el bloque soviético.

5. ¿Cuáles eran los problemas de EEUU y la URSS entre fines de los 70 y comienzo de los 80? ¿Y cuáles fueron las
políticas de Reagan?
A fin de hacer frente a la guerra civil que había estallado en Afganistán y en apoyo a un gobierno pro soviético
amenazado por la rebelión fundamentalista que contaba con eventuales o efectivos apoyos de los servicios de
inteligencia de yccidente, en diciembre de 1979 la Unión Soviética envió tropas a ese país. En este marco, los Estados
Unidos se negaron a ratificar los acuerdos sobre reducción de armamentos SALT II, al mismo tiempo que se
incrementaban las divergencias políticas entre Pekín y Moscú.
Como la económica soviética atravesaba ya serias dificultades, demostrando alarmantes signos de estancamiento y
retroceso con respecto a los países capitalistas y aumentaba la disidencia política en el interior del país, la intervención
de Afganistán pareció una válvula de escape para el Kremlin con la finalidad de descomprimir su convulsionado frente
interno y los problemas que experimentaba su política exterior. Ante esta situación, los Estados Unidos respondieron de
inmediato, a principios de 1980, especialmente un embargo cerealero y un boicot contra los juegos olímpicos que iban a
celebrarse en Moscú, y que incluyeron previeron a sus aliados de la yTAN y del hemisferio occidental para adoptar la
misma actitud.
Así, la nueva década se abrió en el contexto de un ambiente internacional sumamente tenso y de recalentamiento de la
Guerra Fría, agravando al año siguiente con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos. Este
mandatario republicado abandono la política exterior de su predecesor en defensa de los derechos humanos; reanudo la
carrea armamentista, con un programa denominado “Iniciativa de defensa estrategia”, más conocido como “Guerra de
las Galaxias”; respaldo a diversos gobiernos dictatoriales y desarrollo una posición mucho más dura con respecto a la
Unión Soviética, sobre todo en las cuestiones estratégicas y militares.

6. ¿Cómo fue la deuda de América Latina en la década de los 70?


La deuda externa de América Latina aumento así rápidamente en el decenio de los años 70 y principios de los 80 por la
apertura. En 1960, la deuda global de la región era de 7200 millones de dólares y en 1970 había trepado a 20900
millones de la misma moneda, es decir, había sufrido un incremento del 290%. Pero en 1980 se debían 243000 millones
de dólares, lo cual significaba un alza del 1162% con respecto a 1970 y de 2275%, si se la comparaba con 1960.

7. ¿Qué cambios se produjeron a partir del Golpe de Estado del 24/3/1976? ¿A qué factores internos se debieron
este proceso de cambio? ¿Y qué factores externos?
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comenzó a implementarse un conjunto de medidas que tuvieron
un importante impacto en la esfera económica argentina, produciendo una ruptura de las características estructurales
del funcionamiento de la económica del país.
El proceso de cambio se encontraba estrechamente vinculado a factores de orden interno, aunque también a las
transformaciones de la coyuntura económica internacional, y a la particular articulación entre ambos conjuntos de
factores. Respecto el contexto internacional, existen las consecuencias del proceso de internacionalización que se
desarrolló en un marco general de crisis, con la exacerbación de prácticas especulativas en los mercados financieros. Esos
formaron parte de una puja desde los grandes centros de la economía mundial y los organismos internacionales para
lograr la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.
Los factores internos vinculados al proceso de liberalización eran algo más sutiles. Nuestro país vivió desde fines de los
años ’60 un proceso de agudos conflictos sociales y políticos, las movilizaciones populares así como la existencia de
fuertes grupos radicalizados en la escena política nacional entrañaban una seria dificultad, tanto para la persistencia de
los modos de regulación vigentes como para la implementación de otros diferentes, que implicaban el abandono del
proceso de sustitución de importaciones, la liberalización de la economía y un nuevo tipo de inserción en la economía
mundial.
La existencia de numerosos grupos políticos radicalizados puso en guardia a las grandes potencias que ya habían
intervenido apoyando golpes de Estado en una lucha que adquirió tanto la forma Norte-Sur (guerra de liberación
nacional) como Este-yeste (luchas en relación con el posicionamiento geopolítico y el acercamiento/alejamiento del
bloque soviético).

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8. ¿Cuál era, según su discurso, el objetivo del plan económico de Martínez de Hoz? ¿Según él cuál era el
problema de Argentina?
Martínez de Hoz sintetizaba los objetivos centrales de su plan económico en:
Lograr el saneamiento monetario y financiero indispensable, como base para la modernización y expansión del aparato
productivo del país, en todos sus sectores, lo que garantizará un crecimiento no inflacionario de la economía.
Acelerar la tasa de crecimiento económico.
Alcanzar una razonable distribución del ingreso, preservando el nivel de los salarios, en la medida adecuada a la
productividad de la economía.
Su diagnóstico señalaba que la economía argentina era básicamente sana y que su problema central consistía en una
excesiva tasa de inflación, originada en la puja distributiva y en el déficit fiscal.

9. ¿Qué medidas se implementaron inmediatamente? ¿Qué medidas se tomaron con las inversiones extranjeras?
¿Y cuáles en el sector externo? ¿Cómo se superaron las dificultades del mercado de capitales?
Se implementó inmediatamente un congelamiento de salarios por tres meses, se eliminaron los controles de precios, y
se practicó una devaluación del tipo de cambio. Las medidas de contención del salario nominal se complementaron con
otras tendientes al disciplina miento de la fuerza laboral. A mediados de 1976 comenzó el avance sobre aspectos más
estructurales.
Se desreguló la inversión extranjera, otorgando igualdad de derechos al capital trasnacional respecto del nacional
incluyendo a las matrices de las empresas instaladas en Argentina. Respecto el sector externo, se unificó el tipo de
cambio, se eliminaron regulaciones y subsidios a las exportaciones y se redujeron los aranceles de importación.
Las dificultades que arrastraba el mercado de divisas desde 1975 fueron superadas rápidamente. Dados los excelentes
vínculos del ministro con los organismos financieros internacionales, no le fue difícil lograr que el FMI aprobara diversos
créditos, que fueron acompañados por préstamos de la banca privada. El ingreso de divisas provocó un cambio de
expectativas entre los operadores financieros locales, que detuvieron su corrida contra el peso, disminuyendo la
demanda especulativa de moneda extranjera.

10. ¿Qué medidas se tomaron con respecto a las cuentas públicas? ¿Y cómo influye esto en el déficit fiscal?
En materia de cuentas públicas, se incrementaron las tarifas y la presión tributaria. Simultáneamente se procedió a
indexar los créditos a favor del Estado emergentes de impuestos, tasas, contribuciones y multas. Con el congelamiento
salarial, el gasto en personal se redujo un 40%. El déficit fiscal paso del 12,3% del PBI, en 1975, al 7,6%, y su
financiamiento por medio de emisión monetaria se contrajo del 55 al 29%.

11. ¿Qué efecto tuvo el congelamiento de los salarios? ¿Cómo fue la Reforma Financiera de 1977? ¿A que
apuntaba? ¿Qué es la Cuenta de Regulación Monetaria?
El congelamiento de los salarios produjo una drástica reducción del consumo con características recesivas, lo cual ponía
límites a la política de contención salarial; cuando se intentó liberar esta variable, se produjo un rebrote inflacionario.
Esta circunstancia provoco la aplicación de un congelamiento de precios por 120 días.
A principios de 1977, se implementó una reforma financiera que ubicaría al sector financiero en una posición
hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos. El nuevo Régimen de Entidades Financieras apuntaba a
la liberalización de los principales mercados internos y a una mayor vinculación con los mercados internacionales. La
reforma financiera consistía, en lo fundamental, en:
- la creación de un sistema de reservas fraccionarias que reemplazaba al anterior sistema centralizado de
depósitos con un encaje de 100%;
- la liberalización de las tasas nominales de interés activas y pasivas;
- una mayor responsabilidad de los bancos en la relación con su clientela, estableciendo, requisitos sobre la
solvencia y la liquidez de dichas entidades;
- el establecimiento de un régimen de garantía plena de los depósitos en el marco de una mayor liberalidad de los
requisitos para la expansión o instalación de nuevas entidades y sucursales sin importar la nacionalidad;
- la recreación de la función del Banco Central como prestamista en última instancia.
La reforma apuntaba a:
- Incrementar el rol del sector financiero privado y disminuir la participación del Estado por ser el primero un
asignado más eficiente de recursos. Además por su intermedio se conformaría un sistema financiero más apto,
solvente y competitivo, que redujera el costo de los servicios bancarios.

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- Aumentar las tasas de interés pasivas. De esta forma, los ahorristas incrementarían sus colocaciones en activos
financieros cuasi líquidos y no presionarían tanto sobre el mercado de bienes. Ese aumento del ahorro podría
canalizarse a inversiones productivas.
Al reemplazarse el sistema de nacionalización de depósitos por uno de encajes fraccionarios, la base monetaria quedo en
niveles demasiado altos, por lo que, para neutralizar los efectos expansivos. Se fijó un encaje del 45%, que luego
descendió al 15%. Mantener inmovilizada una parte de los depósitos implicaba para los bancos un costo que incidiría
ampliando la brecha entre las tasas de interés activas y pasivas, encareciendo los créditos y provocando un
desplazamiento por parte de los tomadores de hacia fuentes financieras externas. Para evitar estos efectos, se creó la
Cuenta de Regulación Monetaria (CRM), por la cual el gobierno remuneraba los encajes obligatorios, asumiendo el costo
mencionado. A su vez, cobraba un pequeño impuesto sobre la porción prestable de los depósitos. El saldo negativo de la
CRM se transformó pronto en una fuente de creación de dinero, operando implícitamente como un subsidio al sector
financiero e impactando sobre las cuentas públicas.

12. ¿Cuáles fueron las críticas a este modelo? ¿Qué provoco las medidas contractivas? ¿Pudieron controlar el
precio las políticas de ajuste tradicionales? ¿Qué provoco? ¿Qué es la medida llamada “La Tablita”? ¿Qué se
esperaba con esa medida?
Las críticas al modelo fueron tanto desde diferentes sectores afectados, como de diversos economistas que planteaban
sus reservas sobre los beneficios de la reforma. Sostenían que desde el ministerio de economía, se había dado los tres
pasos fundamentales para producir la anarquía financiera que soporto el país: 1) se concedió al mercado financiero la
facultad de un verdadero libertinaje, eliminando o limitando a su mínima expresión el control del Estado; 2) mientras
tanto, y sin contrapartida, se mantenía la garantía de devolución a cargo de la Nación; y 3) se asegura a los depositantes
tasas de interés positivas.
La aversión al riesgo por parte de los empresarios y los altos niveles de las tasas de interés impedían la canalización de
los recursos financieros hacia las actividades productivas, agudizando los estrangulamientos del lado de la oferta que
influían sobre las altas tasas de inflación.
El alto precio nominal del dinero modificaba la estructura de costos, convirtiéndose en un factor autónomo de aumento
de los precios. La reforma se mostraba impotente frente a la inflación y no promovía el aumento esperado de la
inversión. El costo financiero pasaba a ser un componente importante en los costos de las actividades productivas.
ytra crítica apunto a las transformaciones estructurales que la reforma produjo sobre el financiamiento del sector
industrial y el funcionamiento de la economía argentina a partir de entonces. En el nuevo esquema aplicado a partir de
1976, el objetivo era la eficiente asignación temporal de los recursos, de acuerdo con las preferencias del consumidor,
que entrañaba la necesidad de una liberalización absoluta, para que dichas preferencias pudiesen revelarse. En ese
marco, los problemas del crecimiento y de la inversión carecían de entidad y quedaban subordinados al disciplina miento
del acontecer social; tanto uno como otro se convertían en cuestiones aleatorias, de modo que el estancamiento no
podía ser interpretado, bajo los parámetros del nuevo modelo, como un fracaso. El sistema financiero previo a la reforma
se orientaba a subsidiar al sector industrial por medio de tasas de interés reales negativas. A partir de 1977, ese
mecanismo se revirtió y en los años posteriores las tasas de interés para el sector se tornaron positivas, provocando una
transferencia de recursos desde la industria hacia las actividades financieras.
Se impugnaron las debilidades en la conformación del nuevo mercado financiero, tomando en cuenta que este se
organizó sobre la base del corto plazo, incrementando el riesgo y las dificultades de los empresarios para obtener fondos
de largo plazo. Desviaba el grueso de los recursos a la actividad especulativa e incrementaba la volatilidad, que se
agravaba con las bruscas fluctuaciones de las tasas de interés.
Las criticas señalaban que la reforma financiera provoco un gran impacto negativo sobre las actividades productivas,
mientras sus resultados en materia de control de la inflación resultaron altamente cuestionables.

Medidas contractivas: entre estas se destacó una política monetaria mucho más restrictiva, que derivó en el alza
sostenido de las tasas de interés. Se desencadeno una recesión que interrumpió la recuperación que se venía insinuando
los meses anteriores y se manifestó en las estadísticas agregadas en 1978, cuando el PBI se contrajo casi un 4%.
El ritmo inflacionario se mantuvo inconmovible, haciendo fracasar nuevamente el objetivo de controlar la evolución de
los precios.
Se esperaba que la compra de activos financieros movilizara recursos para inversiones productivas que expandieran la
oferta, y todos estos cambios desacerarían la tasa de inflación. Sin embargo, las altas tasas de interés pasivas se
conjugaban también con tasas activas muy elevadas, lo cual disuadía la inversión productiva y desviaba recursos de la
producción al sistema financiero, contrayendo la inversión e inhibiendo el incremento esperado en la oferta. El alto

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precio del dinero modificaba la estructura de costos y conducía, en contra de lo esperado, a generar una inflación mayor,
al trasladarse los mayores costos financieros a los precios finales.

Las políticas de ajuste tradicionales se revelaban cada vez más impotente para controlar el aumento de los precios. Se
fue gestando un cambio en la orientación en la política económica, iniciado con la desindexación del tipo de cambio, que
produjo un progresivo retraso en la cotización de las divisas y una gran diferencia en las tasas de interés locales frente a
las internacionales. A fines de 1978, se impone una política que tenía por objetivo la confluencia de la inflación y las
tasas de interés locales con los valores internacionales, combinando la apertura de la economía con la implementación
del enfoque monetario del balance de pagos, mientras se tomaba al tipo de cambio como ancla para los precios internos.

“La Tablita” era la fijación pautada del tipo de cambio y de las devaluaciones futuras de acuerdo con un cronograma
decreciente. Preveía reajustes posteriores del precio del dólar en forma periódica y decreciente, hasta arribar a un tipo
de cambio fijo a principios de 1981. Se esperaba que la inflación local descendiera paulatinamente hasta llegar a niveles
similares a los internacionales. Si esto no ocurría, se produciría un retraso cambiario y las importaciones se harían menos
costosas, forzando a los industriales a reducir sus precios, bajo pena de ser desplazados por la competencia de los
productos importados.
Para que la competencia externa fuese efectiva como freno para el incremento de los precios, se estimó necesario
reducir además los aranceles aduaneros, fijándose un cronograma descendente en enero de 1979, que se fue
anticipando en el tiempo para lograr un efecto más veloz en el combate contra la inflación. En junio de 1980, se
eliminaron los aranceles de aquellos bienes que no se producían en el país y se estableció una estructura arancelaria
para los que si se fabricaban localmente.

13. ¿Qué es el Enfoque Monetario de la Balanza de Pagos? ¿Qué produjeron el comportamiento del nivel general
de precios sobre la estructura productiva? ¿Qué provocaba el aumento del riesgo?
Enfoque Monetario del balance de pagos: según este enfoque, la inflación puede ser atribuida exclusivamente a la oferta
de dinero, cuando la economía se encuentra cerrada a las importaciones. En el caso de una economía abierta, en
cambio, el exceso de gastos provocado por una oferta excedente de dinero puede derivarse hacia las importaciones, sin
provocar inflación. Se considera al resultado de la balanza comercial como una situación derivada de la relación entre los
ingresos y los gastos agregados de la población de un país. Cuando el ingreso supera los gastos, hay un superávit
comercial, y cuando se produce el caso inverso hay déficit. En ese marco, la cantidad de dinero se ajustara
automáticamente al nivel de la demanda; en una economía con tipo de cambio fijo y perfecta flexibilidad de los precios
en todos los mercados, un exceso de oferta de dinero estimulara las importaciones.
El comportamiento del nivel general de precios, y especialmente de los precios relativos descriptos, produjo graves
consecuencias sobre la estructura productiva por diferentes motivos. En primer lugar, se distorsionaba la rentabilidad de
los diferentes sectores, lo que, a mediano y largo plazo, suponía un desplazamiento de recursos hacia el sector de no
transables que podría calificarse de artificial. En segundo lugar, el sector de transables se veía aprisionado entre la
imposibilidad de incrementar sus precios por la presión ejercida por las importaciones y el incremento de sus costos
debido a que parte de sus insumos se componía de bienes o servicios no transables. Por último, dado que la tasa de
inflación era mayor a la de devaluación, se producía una reevaluación del peso, que abarataba aún más a las
importaciones en comparación a la producción local.

El progresivo retraso cambiario estimulaba la suposición de una modificación del cronograma de devaluaciones,
introduciendo un factor de riesgo que crecía con la persistente revaluación del peso. Ese riesgo elevaba la tasa de
interés, impidiendo la convergencia con la tasa internacional, lo cual tenía importantes efectos sobre la economía en su
conjunto:
Limitaba la inversión productiva a proyectos con una tasa de ganancia esperada extraordinariamente alta
Desviaba importantes recursos del sector productivo a la especulación financiera, debilitando el crecimiento económico.
Imponía una diferenciación en la financiación de proyectos de inversión según el tipo de empresa: las grandes firmas
podían conseguir recursos en el exterior a tasas de interés mucho más bajas que las pequeñas y medianas, que no tenían
acceso al crédito internacional. Esto provocaba diferencias en la competitividad que no se debían a cuestiones de
eficiencia microeconómica, sino al clima macroeconómico artificialmente creado por la política económica
Dado el contexto internacional caracterizado por bajas tasas de interés y sobreoferta de capitales líquidos, estimulaba el
ingreso de recursos desde el exterior. Estos flujos externos eran, en su mayoría, capitales especulativos, por lo que, en
lugar de fortalecer las estructuras productivas internas, alimentaban la valorización financiera de carácter cortoplacista.
Contribuían a incrementar la inestabilidad del sistema y las debilidades del mercado cambiario.
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14. ¿Cuál fue la evolución del plan? ¿Cómo impacto en los sectores?
El nuevo enfoque de la política económica no hizo más que fortalecer las tendencias que se prefiguraban en las primeras
etapas del gobierno militar. Luego de un breve periodo de crecimiento, la recesión provocada por la apertura comercial y
el retraso cambiario se manifestó con crudeza, dejando como saldo una economía estancada, ya que el PBI solo creció un
2,3% entre 1975 y 1983.
Sin embargo, no todos los sectores se vieron afectados de la misma manera. Los vinculados principalmente al mercado
interno o sometido a la competencia de la importación sufrieron un derrumbe muy pronunciado. Su comportamiento,
sin embargo, reconoció una etapa de auge hasta 1980, debido a grandes y discutidas obras públicas en infraestructura.
La industria mostro un comportamiento fluctuante que ocultaba una profunda transformación estructural, aunque el
resultado cuantitativo fue una contracción del 12,4% en el periodo. Por el contrario, el sector agropecuario y la
explotación de recursos mineros, con algunos altibajos, lograron una expansión, por medio de una mayor inserción
exportadora. Le primero creció un 19% mientras que el segundo lo hizo en un 29%
Pero el mejor barómetro de la evolución de la economía y de la incidencia de la política economía de Martínez de Hoz
fue el sector financiero, que comenzó un lento crecimiento en el trienio 1976-1978, para convertirse en el epicentro de
una febril actividad especulativa entre 1979 y 1981; en 1980 su contribución al PBI arrojaba un incremento de más del
40% comparado con 1975.
La política económica tuvo también una importante incidencia en la evolución del comercio exterior. Al compás de las
transformaciones productivas y de la declinación del mercado interno, las exportaciones se triplicaron entre 1975 y 1981.
A lo largo del último lustro de la década del 70, la Argentina se vio favorecida por términos del intercambio más elevados
que en el lustro anterior, a tal punto que los precios de las exportaciones en 1980 eran dos veces y media superiores a
los de 1970. El quantum de las exportaciones también se duplico en el transcurso de la década, de modo que el
crecimiento de las ventas al exterior se debía tanto a mayores cantidades exportadas como a mejores precios.

15. ¿Qué transformación tuvo Argentina en su perfil comercial? ¿Qué sucedieron con las exportaciones? ¿Y que
sucedieron con las importaciones?

A partir de 1976 se transformaría el perfil comercial de la Argentina, lo cual explica por qué, en el marco de una crisis sin
parangón, en la que desaparecieron ramas enteras de la producción, algunos sectores tuvieron tasas de crecimiento
elevadas. Las exportaciones argentinas se habían diversificado progresivamente en la última etapa del proceso de
sustitución de importaciones, con un avance lento pero firme de la venta de productos industriales. Bajo las nuevas
condiciones, esa diversificación comenzaría a desdibujarse y las ventas externas se concentrarían cada vez más en un
reducido conjunto de productos agropecuarios y mineros y sus derivados a partir de la transformación de procesos
industriales. Empezaron a crecer las colocaciones de carnes, de aceites vegetales, de derivados del gas y del petróleo, de
mátales ferrosos y no ferrosos y de pescado. Las exportaciones argentinas registraron un incremento generalizado, que
abarco todos los destinos.
El comportamiento de las importaciones fue distinto al de las exportaciones. Mientras estas últimas tendían a
concentrarse en un conjunto reducido de bienes, aquellas se diversificaron, creciendo aún más que las ventas,
especialmente a partir de 1979. La reducción de aranceles y el retraso cambiario alentaban el ingreso de productos
importados, al situarlos en una posición competitiva privilegiada frente a la producción nacional.

16. ¿Cuáles fueron las causas del endeudamiento en este periodo? ¿Quiénes, según la literatura, fueron los
beneficiados por este endeudamiento?
Los países subdesarrollados recurren a pedir préstamos para poder financiar su déficit comercial, cubrir sus necesidades
de industrialización, solventar los gastos del Estado o desarrollar estrategias financieras.
Se pueden identificar 2 etapas en el proceso del endeudamiento argentino:
La 1ra etapa  (Entre 1976 y 1979). Principal protagonista: Sector Público. Dadas las dificultades para acceder al crédito
interno, la necesidad de financiamiento se orientó hacia los bancos internaciones. Los préstamos se dirigieron para
formar reservas de divisas y que tenía por objeto fortalecer las condiciones para una posterior implementación de
política de estabilización basada en la utilización del tipo de cambio como ancla del sistema de precios.
La 2da etapa  (Entre 1980 y 1981). Se relacionó con el enfoque del programa económico y los desequilibrios que
provocó la balanza de pagos. La apertura comercial y el retraso cambiario incrementaron la demanda de importaciones,
los viajes turísticos al exterior y la remisión de utilidades por el capital y la tecnología, provocando un déficit comercial y
de la cta. cte. También se inició un crecimiento acelerado del endeudamiento del empresariado, pero como
contrapartida fue la especulación o fuga de capitales. Además se produjo un incremento de erogaciones no identificadas
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en la balanza de pagos que incluía movimientos como la fuga de capitales y las compras de material bélico por parte del
Estado.
En resumen, en la 1ra etapa el endeudameento se reflejaba en el crecemeento de las reservas, y en la 2da etapa rompeó
con este comportameento. Las saledas de devesas represento más del 60% del encremento del nuevo endeudameento
contraído.
En la Argentina el endeudameento fue utilezado para solventar la especulaceón, la fuga de capetales, la compra de
armamento y la demanda de consumo (con un alto costo en materea productiva).
El país de endeudó para destruer su aparato productivo, hepotecando su economía y arrasando la base productiva que
podía contrebuer a levantar luego esa hepoteca.

Según la literatura, los principales beneficiados con el endeudamiento fueron 4 (cuatro): los altos funcionarios del
gobierno; los grupos de empresarios y financistas (maniobras especulativas); las Fuerzas Armadas (compra de armas); y
los sectores empresario-especuladores (transferían sus activos monetarios al exterior).

17. ¿Cuál fue el comportamiento de las cuentas públicas durante este periodo? ¿Qué sucedió con la inversión
pública? ¿Qué cambios se produjeron en la estructura impositiva?
Unos de los objetivos explícitos de Martínez de Hoz era la disminución del peso del Estado en la actividad económica,
que debía abandonar actividades en las que el mercado podía desempeñarse de manera más eficiente. Pero además,
tomando en cuenta la prioridad enunciada en materia inflacionaria, podía suponerse que se operaria sobre el déficit
fiscal. El mismo se lograría reduciendo los gastos por medio de una reforma administrativa y se incrementarían los
ingresos recomponiendo las tarifas públicas e incrementando la presión tributaria.
Sin embargo, muchas de las pautas trazadas inicialmente estuvieron muy lejos de cumplirse. En especial, el peso
cuantitativo de los gastos gubernamentales se incrementó casi trece puntos del PBI entre 1975 y 1981. El crecimiento de
las erogaciones del Estado fue inverso al de la evolución de la actividad económica, ya que en los años de recesión la
relación del gasto con respecto al PBI fue creciente, mientras que en los años de crecimiento del producto dicha relación
se redujo.
A pesar de las oscilaciones se produjo una importante modificación en la composición del Gasto, ya que el peso de
partidas como el Gasto en salud o en educación se redujo sustancialmente, mientras crecían partidas como los
armamentos. Especialmente significativo fue el recorte en personal, cuya participación en la estructura se contrajo, tal
motivo, se relacionaba con una caída en los salarios de los empleados públicos, que con una racionalización.
ytra partida afectada fue la inversión pública, la calidad del gasto se resintió notablemente con la ejecución de obras
“faraónicas” de poca o nula incidencia sobre el desarrollo económico del país, como la infraestructura para el
campeonato mundial de futbol o la construcción de autopistas y de la terminal de ómnibus de Buenos Aires: Incluso
estas, que podía ser necesarias, se realizaron sin estudios del impacto ambiental, sin un compromiso de relocalización de
los pobladores afectados y fuera del marco de planificación urbana integral.
En ese contexto debe inscribirse también la nacionalización de algunas empresas, como la Compañía Ítalo-Argentina de
electricidad (de la cual Martínez de Hoz había sido director) o de la Línea Aérea Austral. Se trataba de firmas con un alto
grado de obsolescencia, cuyos accionistas no estaban en condiciones o no tenían interés de iniciar la costosa
reestructuración que demandaban.
El notable crecimiento del Gasto Publico condujo a la necesidad de reforzar en una proporción mayor los ingresos. Por
eso se reformo, la estructura tributaria, de tal forma que la relación entre los impuestos y el PBI se duplico entre 1975 y
1978. Cobraron peso los impuestos indirectos, es decir, aquellos que se trasladan a los precios y son pagados, en
definitiva por el consumidor final. Así, el impuesto al valor agregado se extendió a actividades exentas. De igual forma se
comportaron el impuesto a las actividades lucrativas y los impuestos internos.
Los impuestos al capital, apuntaban a gravar más a los sectores productivos que a los financieros estimulando desde el
lado fiscal a las actividades especulativas. La recaudación del impuesto al trabajo se contrajo bruscamente, lo que ocurrió
fue un desmoronamiento de los salarios y que la presión de estos impuestos se incrementó. Es decir, que la reducción se
debía al achicamiento de la base imponible, que excedía al aumento de la tasa con la que se gravaba.
Como dato anecdótico, puede consignarse la eliminación del impuesto a la herencia, que beneficiaba directamente al
ministro de Economía, ya que días antes había fallecido su padre y, en consecuencia se convirtió en el heredero de una
importante fortuna por cuyo traspaso debía tributar. La eliminación del impuesto que el mismo impulso, lo eximio de tal
compromiso.

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18. ¿Qué efecto tuvo durante este periodo sobre la distribución del ingreso? ¿Y hacia donde se concentró el
Capital?
Mediante el planteo de “sincerar” los precios, la implementación del plan de Martínez de Hoz condujo de inmediato a
una redistribución del ingreso desde los salarios hacia los beneficios empresarios y, fundamentalmente, financieros. EL
congelamiento y control de salarios nominales contrajo los sueldos reales y redujo por consecuencia, la participación de
los salarios en el ingreso nacional desde el 45% en 1974 al 26% 1983.
Las personas de ingresos más altos vieron crecer sus ganancias a costa de una reducción en los de los estratos medios y
bajos.
Pero la puja distributiva se extendió dentro de los empresarios, en donde prevalecieron los incipientes grupos
económicos (en general, integrados a la creciente esfera financiera). Hacia el interior del Sector Industrial se produjeron
modificaciones cualitativas: los grupos económicos y las empresas transnacionales integradas se beneficiaron a expensas
de las pequeñas y medianas empresas nacionales y grupos independientes y de las empresas transnacionales
especializadas.
Esta situación se relacionaba, con el marco internacional, pero también de las propias características de la política
económica local, que no distribuía de manera uniforme y homogénea costos y beneficios.

19. ¿Cuál fue la causa del desmoronamiento de la economía en 1980?


Los sucesivos planes, además de su devastador efectos sobre la estructura productiva, reflejaban una fragilidad
asombrosa desde el punto de vista técnico y amplificaban cada vez más los profundos desequilibrios macroeconómicos.
Su perdurabilidad se debía al fuerte apoyo recibido por la conducción desde el plano político-castrense y de los
principales grupos económicos, así como a un contexto internacional favorable. Esa suerte de consenso comenzó a
desmoronarse en 1980, cuando diversos acontecimientos trocaron el contexto favorable por otro crecimiento ríspido. En
primer lugar, la cuestión de la sucesión presidencial abrirá las primeras grietas en la conducción militar y permitía el
surgimiento de tímidos cuestionamientos hacia la política seguía hasta entonces, en el marco de una creciente lucha
interna por el poder. Pero lo que más afecto al propaga fue el súbito viraje del contexto internacional por los nuevos
lineamientos económicos impulsados por los EEUU., que provocaron una fuerte alza en las tasas de interés, alterando
radicalmente los mercados financieros mundiales; el crédito internacional se tornó, entonces, caro y escaso. La
importancia de los flujos financieros para la Argentina era capital, debido al incipiente déficit comercial y al saldo
negativo de la cuente corriente, sobre la que comenzaron a pesar cada vez más los pagos de intereses de la deuda
contraída en los últimos años, multiplicados ahora por el alza de las tasas de interés internacionales.

20. ¿Cuál fue la política implementada por el ministro Sigaut? ¿Y cuáles las medidas del ministro Alemann?
Sigaut es nombrado el 2 de abril de 1981, se puso en práctica un intento de conjurar la crisis, operando
fundamentalmente sobre el sector financiero. Ese día, luego de que el ministro afirmase que “el que apueste al dólar
pierde”, se devaluó la moneda en un 28%, eliminando la “tablita” cambiaria e implementando un sistema de tipo de
cambio fijo a ser establecido día a día por el BCRA. También se redujeron ligeramente los aranceles y se establecieron
retenciones temporarias para las exportaciones agropecuarias. Ya en junio, volvió a devaluarse el peso en un 30%,
estableciéndose una pauta futura de devaluación del 6% mensual, que en septiembre se troco por la apertura de un
mercado de cambio financiero libre y otro comercial con una paridad establecida diariamente por el BCRA.
Mientras tanto, trataba de atenderse la crisis del sector bancario por medio de múltiples mecanismos, tales como,
adelantos, redescuentos, apoyo financiero especial, o el establecimiento de un régimen de préstamos destinados a la
adquisición y fusión de entidades financieras de capital nacional.
El objetivo principal de la política de Alemann se centraba en el control de la indomable inflación por medio de una
política monetaria activa. Para ello, se unifico el mercado cambiar y se liberó la cotización de las divisas, eliminando la
participación del Estado y las empresas públicas en ese mercado. En los hechos, este curso de acción implico una
devaluación del peso. Simultáneamente, se suspendían las disposiciones referentes a los seguros de cambio y las
operaciones de pases, aunque se mantenían las que ya habían sido concretadas. Las tasas de intereses siguieron en
niveles elevados, tratando de restringir la circulación monetaria. Se intentó reducir el déficit de las cuentas públicas,
consideradas el principal factor de la expansión monetaria que provocada la inflación por medio de una mayor presión
tributaria, imponiendo un derecho del 10% a las exportaciones que gozaran de reembolsos y extendiendo el importo al
valor agregado a los alimentos y medicamentos con tasas entre el 10 y 12%. Además, se reajustaron las tarifas públicas,
que luego fueron congeladas. Del lado del gasto, se limitaron los montos de los reembolsos a las exportaciones y se
congelaron los salarios del sector público.

21. ¿Qué características presentaba el sector industrial y como fue el proceso de desindustrialización?
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Al iniciarse la dictadura, el sector industrial presentaba características contradictorias. Las últimas dos décadas
mostraban una cara positiva: el crecimiento había sido persistente e intenso, y fue la industria la que lidero la expansión
global. Sin embargo, también ofrecía una cara negativa que ponía de manifiesto sus limitaciones. Las principales
debilidades de la industria se encontraban en los sectores productores de insumos industriales y de bienes de capital, lo
que acarreaba dos consecuencias problemáticas. La prima era la necesidad de importar dichos insumos, que afectaba la
balanza comercial y la segunda se vinculaba a la falta de desarrollo de un proceso propio de creación de tecnología, que
alejaba a las industrias locales cada vez más de la frontera productiva de los países desarrollados.
Las dificultades para conformar una fuerte industria de bienes de capital propia generaban una profunda dependencia
de la disponibilidad de divisas para importar maquinarias y del interese de empresas extranjeras para instalarse en el
país o para vender sus desarrollos tecnológicos. El objetivo de alcanzar a los países desarrollados se convertía en una
meta cada vez más utópica.
Las transformaciones del contexto mundial y el propio agotamiento del modelo de crecimiento argentino hacia mediados
de la década del 70 expresaban la necesidad de una profunda redefinición del perfil productivo nacional, que se
plasmaba en dos alternativas. La primera consistía en trazar una estrategia de largo plazo que consolidara los indudables
avances que se habían concretado en la industria en las tres décadas anteriores y la segunda alternativa consistía en
atribuir las dificultades a las características naturalmente endebles de la industria local y apuntar a una política que
permitiera descubrir los nichos en los cuales existían ventajas comparativas que tornaran competitiva la producción local,
sin una defensa y un intento de fortalecer ligeramente al sector.

Luego del rebrote inflacionario de fines de 1976 se redujeron los subsidios y la regulación, apuntando a una liberalización
del comercio exterior. Para dominar la inflación se racionalizo el gasto público, se congelaron los precios y se realizó una
reforma financiera que liberaba el mercado crediticio y las tasas de interés. Su resultado fue un cambio en el
comportamiento de las empresas industriales; los activos fijos pasaron a ser una garantía para tomar nuevos créditos.
Estas empresas se convirtieron en agentes financieros que tenían una fábrica, las plantas industriales se compraban y
vendían como parte de la especulación, dando lugar a superar a los salarios en la estructura de costos y el
endeudamiento llego a niveles inconcebibles.
A lo largo de 1987 cuando se implementó el enfoque monetario de balanza de pagos, se diagramo la tablita cambiaria y
un nuevo cronograma de rebajas arancelarias. Se trataba de limitar el incremento de los precios, exponiendo a la
producción interna a la competencia disciplinadora de las importaciones.
En el sector industrial se quebró una tendencia que se había iniciado entre las décadas del 30 y 40 caracterizada por el
crecimiento de la producción, la progresiva aparición de actividades nuevas más complejas y la densificación de las
relaciones intersectoriales. Los efectos de la política de Martínez de hoz fueron inversos: contracción de la producción,
desaparición de actividades, desarticulación de las relaciones intersectoriales y simplificación de la estructura
morfológica. La industria era ahora más dependiente de la importación, no había solucionado sus problemas de
subdesarrollo y se encontraba en una posición más vulnerable.

22. ¿En qué situación se encontraba el sector agropecuario durante este periodo?
El sector agropecuario se encontraba, en las consideraciones previas, en un lugar privilegiado dentro de la estrategia de
Martínez de Hoz. En su primer discurso afirmaba que “la política agropecuaria constituye un capitulo fundamental en
nuestra estrategia, tendiente a obtener el máximo de posibilidades que ofrece el país en ese orden”. A partir de esa
premisa, trazaba un conjunto de objetivos primarios, compuestos por el incremento de la producción y la productividad,
la mayoría del nivel de ingresos de la actividad industrial, la modernización de la empresa agraria por medio de la
incorporación de tecnología, la extensión de la frontera agropecuaria, y la resolución de los problemas sociales de
algunas regiones del interior atribuidos al minifundio o a un bajo ingreso per cápita.
El ministro impulso una progresiva reducción de las retenciones a las exportaciones, y se apartó al Estado de la
comercialización exterior de los granos, retornando al sistema de comercialización privada. La actividad de la Junta
Nacional de Grano quedaba reducida a la fijación de precios sostén para el caso de que los valores internacionales
sufrieron una marcada contracción.
La respuesta de los productores fue inmediata, y la producción comenzó a crecer casi sin pausa hasta 1983, con la sola
excepción del año 1980. Los dos rubros casi excluyentes den la generación de un mayor volumen de producen fueron los
cereales y las oleaginosas.
El sector ganadero registro una declinación, sobre todo a partir de 1978. Se inició un proceso de liquidación de vientres
entre 1977 y 1982. A esto se le sumo la venta de carnes subsidiadas de la Comunidad Económica Europea, que redujo el
mercado y la rentabilidad para las carnes argentinas.
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Capítulo 8
1. ¿Cómo estaba la economía internacional en los años 80?
Los años 80 se caracterizaron por una gran inestabilidad en la económica, que se manifestó en las grandes fluctuaciones
de las tasas de crecimiento, de los precios y de los flujos de comercio y de capitales. Eso motivo también periódicos
reajustes en las paridades cambiarias y las tasas de interés. Como respuesta a esto, los países centrales comenzaron a
delinear diferentes estrategias de ajuste macroeconómico y de reestructuración industrial. De este modo, los Estados
Unidos lograron recuperar sus niveles de actividad productiva y comercial, ciclo que se interrumpió a fines de la década
del 80 y volvió a iniciarse a mediados de los años 90. Japón y Alemania también aumentar su participación en el mercado
mundial de productos industriales, a partir de una mayor competitividad. Se fue delineando un sistema multipolar
conformado por estas nacionales bajo cuyo liderazgo se consolido en capitalismo.

2. Entre 1986 y 1987 el endeudamiento latinoamericano se volvió crítico, ¿Por qué? ¿Qué sucedió después?
Entre 1986 y 1987, la situación del endeudamiento latinoamericano volvió a tornarse critica, sobre todo cuando el Brasil
anuncio unilateralmente, en febrero de 1987, una virtual moratoria y un rechazo de los condicionamientos impuestos
por el FMI. Como consecuencia de estos episodios y del deterioro de las condiciones económicas internas, los mercados
financieros en los EEUU comenzaron a tenderse y la banca norteamericana aumento en previsión sus reservas. Pero esto
no pudo impedir que el 21 de octubre de 1987 se desencadenara una grave crisis bursátil en Wall Street, que hizo
recordar la crisis de 1929, obligado a la intervención del gobierno norteamericano.
Los problemas derivados del endeudamiento y de la crítica coyuntura mundial provocaron también un agravamiento de
las crisis fiscales, de los conflictos distributivos y de “cuellos de botella” en el mercado de divisas de los países
latinoamericanos, que condujeron a alimentar altas tasas de inflación. En algunos casos, especialmente en Brasil,
Argentina y Perú, la aceleración del crecimiento de los precios desemboco en graves episodios hiperinflacionarios.
El rechazo del Brasil al plan de ajuste del FMI influyo en la idea de apoyar nuevo procesos de renegociación, con fórmulas
de reducción de deuda en lugar de créditos nuevos como planteaba el Plan Baker. Fue así como, en marzo de 1989, el
nuevo secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Nicholas Brady, propuso que los países que habían puesto en práctica
planes de ajusto, recibieran ayuda de los acreedores oficiales e instituciones financieras internacionales para reducir sus
deudas, apoyados por recursos financieros facilitados por los EEUU y Japón.
La banca inicio un proceso de reprogramación de las deudas a tasas de interés más bajas, mientras los programas de
privatizaciones comenzaron a atraer capitales privados hacia las mayores economías de América Latina.
Al mismo tiempo, los precios del petróleo iniciaron una tendencia declinante y posibilitaron mejorar las condiciones de la
competitividad internacional de los países desarrollados, como en el caso de Japón, que pronto desplazo a las naciones
de la yPEP como principal fuente de fondos excedentes.
Al mismo tiempo, el comercio internacional se incrementó notablemente, al amparo de cierta liberalización, aunque el
grado del proteccionismo, la regulación y las barreras al comercio no disminuyeron demasiado. Por eso, a pesar del
mayor dinamismo internacional, más del 80% de la producción continúo volcándose en los mercados internos, mientras
que las exportaciones representaron menos del 20% del producto mundial.
Además, gran parte del comercio exterior se concretó en el interior de los principales bloques económicos, que
comenzaron a funcionar como mercados internos ampliados. En verdad, el comercio mundial de los años 80 y 90 no fue
completamente libre, si no, administrado, debido al predominio de grandes corporaciones en cuyo interior se desarrolló
una parte importante del flujo internacional de mercancías.

3. Explique el rol de las IED en el Comercio Internacional. Ny


4. ¿En que se basa el discurso globalizador (neoliberal) conocido como el “Consenso de Washington”?
El discurso globalizador fue obteniendo la unanimidad de organismos internacionales y gobiernos, y alejando la
posibilidad de explorar otras alternativas. Esta concepción alcanzo mayor eficacia luego de las críticas que sufrieron las
políticas keynesianas, en los años 70, y de la caída del socialismo, a fines de los años 80, que desacreditaron la inversión
del Estado y los ensayos dirigistas. El nuevo punto de vista, que apareció apoyado por instituciones y líderes de opinión
vinculados al capital mundial, como el FMI, el BM, bancos de inversión y empresas multinacionales, fue conocido como
el “Consenso de Washington”.

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Los 10 puntos expresados a través de este consenso de ideas, tiene como eje el control del gasto público y la disciplina
fiscal, la liberalización del comercio y del sistema financiero, el fomento de la inversión extranjera, la privatización de las
empresas públicas, y la desregulación y reforma del Estado. Los gobiernos deben limitarse a fijar le marco que permita el
libre juego de las fuerzas del mercado, pues solo este puede repartir de la mejor manera posible los recursos productos,
las inversiones y el trabajo. La economía de bienestar desaparece y el individuo se vuelve enteramente responsable de su
propia suerte.

5. ¿Cuáles fueron los procesos de integración que se plasmaron en este periodo?


Para enfrentar el escenario económico incierto, las principales potencias comenzaron a rediseñar sus estrategias
económicas y políticas, destacándose en este terreno el impulso a los procesos de integración. En diciembre de 191, los
países de la CEE firmaron el Tratado de Maastricht y pusieron en marcha un arduo proceso de negociaciones para lograr
un acuerdo de unión económica y monetaria, dirigido hacia la unidad política, crearon la Unión Europea. Mediante el
Informe Delors, se inició una nueva fase en el proceso de integración del Viejo Continente al proponerse el cambio más
radical de políticas económicas que se haya registrado en Europa. Se avanzó, entonces, en el rediseño de las políticas
industriales y en la búsqueda de una mayor competitividad, en la coordinación de políticas macroeconómicas y,
finalmente, en la concreción de una unión monetaria. De esta manera, se trataba de incentivar la gestación de empresas
“europeos” que revitalizaran unan región que padecía desde hacía años bajas tasas de crecimiento y alta desocupación.
También en el continente americano se plasmaron procesos de integración. Entre ellos se destaca el NAFTA que
constituyo por un lado, la coronación de un proceso previo de asociación económica de países con desiguales
características como EEUU, Canadá y México, y por otro, un movimiento de respuesta político-estratégica de
Washington al proceso de regionalización europea y al desafío asiático, a la que le siguió la idea de la creación de Área de
Libre Comercio de las Américas.

6. Desarrolle el plan económico del gobierno radical llevado a cabo por la gestión de Sourrouille y el Plan Austral
En enero de 1985 Sourrouille dio a conocer un documento que pretendía cubrir la ausencia de un plan de mediano plazo
para la evolución de la economía argentina, en el marco de las restricciones que imponía la difícil coyuntura.
El proyecto fijaba como objetivo de crecimiento una tasa del 4% anual, por medio del crecimiento basado en las
exportaciones y en la inversión. Las proyecciones se basaban en el mantenimiento de altas demandas de nuestros
productos exportables en los mercados internacionales y en un comportamiento favorable de la tasa de interés
internacional. Se delineaba la necesidad de reducir las tasas de inflación para lograr niveles de inversión aceptables,
mientras se manifestaba la necesidad de coherencia entre las medidas económicas de corto y mediano plazo.
Las primeras medidas apuntaron a recomponer los ingresos públicos y profundizar la inserción exportadora por medio de
reajustes del tipo de cambio y de las tarifas públicas. Se redujeron los plazos legales para el ingreso efectivo de los pagos
impositivos y aduaneros, en el mercado de la carne se impulsó un aumento importante, dejando actuar a la oferta y la
demanda en condiciones particulares y se dieron señales que incentivaron alzas de determinador precios industriales.
Por medio de un decreto de necesidad y urgencia se inició el “Plan Austral”, este implico un ajuste fuerte, con el objetivo
de evitar una hiperinflación. Las medidas fueron las siguientes:
Cambio del signo monetario introduciendo el austral (su unidad equivalía a 1000 pesos), congelamiento de precios al 12
de junio, de las tarifas públicas y los salarios, reducción de las tasas de interés reguladas, devaluación del 15% y
congelamiento del tipo de cambio, fijándolo en 0.80 por dólar, compensada por un incremento de los impuestos a las
exportaciones e implementación de una política monetaria y fiscal estricta, que comprendía una reducción del déficit y
del PBI. Esta pauta debía ser alcanzada por un recorte en los gastos, mayor recaudación y financiamiento por medio de
créditos externos.

7. ¿Cómo se deterioró el Plan Austral y cuáles fueron los ajustes?

Luego del éxito inicial, comenzaron a visualizarse algunos efectos no deseados. Si bien la inflación se había contraído,
persistía un aumento de precios que comenzaría a distorsionar la estructura de precios relativos. El efecto del Plan
Austral sobre los ingresos de los asalariados no fue homogéneo en todos los sectores. El más afectado fue el sector
público, por la rebaja de los salarios en el ajuste de las cuentas públicas. El Plan Austral implico una caída de las
remuneraciones reales en casi todos los sectores de la economía debido a los períodos de alta inflación.
Las empresas se vieron favorecidas por la caída inicial de los costos financieros y la reducción de las expectativas de
devaluación. Pero cuando estas ventajas quedaron absorbidas, reaparecieron los deslizamientos de precios junto a los
pedidos de flexibilización de los controles.

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Las tasas de interés positivas afectaban a las empresas pequeñas y medianas ya que tenían menor acceso al crédito
externo. Esto implicaba una presión recesiva. A su vez las tasas pasivas positivas también incentivaban el ingreso de
capitales a corto plazo. En abril de 1986 se anunciaron correcciones al programa de ajuste, en procura de lograr ciertas
flexibilizaciones. Las medidas consistían en nuevos aumentos de las tarifas públicas y los precios de los combustibles,
incluyendo la primera devaluación del Austral con respecto al dólar. A partir de este momento la política de
flexibilización se mantuvo con reajustes periódicos de estas tarifas y precios de combustibles. Con esto se pasaba de una
política de congelamiento a otra de administración o flexibilización de precios. La nueva fase del Plan Austral no sólo
significaba la administración de los precios sino también la de tipo de cambio, tasas de interés, la de salarios y la de
egresos e ingresos fiscales.
Durante 1986, el Plan Austral pareció mantener una relativa estabilidad de los precios y favorecer el crecimiento
económico, luego de la recesión de 1985.
En agosto de 1986, se mostraba una lenta aceleración del ritmo del incremento de los precios. El gobierno intento, un
segundo ajuste debido a las presiones inflacionarias. En este momento el presidente del Banco Central, Alfredo
Concepción, fue reemplazado por José Luis Machinea, quien propuso una política más restrictiva en el manejo de la
oferta de dinero, con el fin de reducir la inflación. Las tasas de interés reales activas descendieron durante dos meses y
luego comenzaron a elevarse otra vez. Por consiguiente el nivel de billetes y monedas en poder del público descendió
con respecto al PBI, mientras que las mayores tasas estimularon un crecimiento de los depósitos a plazos.
Esta política monetaria dio un salto hacia arriba en el déficit fiscal desde octubre 1986 hasta enero de 1987. Esto paso
por la caída de la recaudación aduanera debido a la reducción de los precios de los productos agropecuarios en los
mercados internacionales y a la declinación de las cantidades exportadas. Por otra parte, la compra de divisas del
gobierno para cancelar sus compromisos con el exterior generaba una expansión monetaria que se trataba de evitar por
medio de altas tasas de interés.
Sin embargo, la política monetaria constrictiva también afectaba a las cuentas públicas. Por un lado, su presión recesiva
reducía la recaudación, y por otro, incrementaba la remuneración a los encajes del sistema bancario, lo que aumentaba
el gasto.
En consecuencia cobraron más vigor las tensiones inflacionarias. En febrero de 1987 el equipo económico lanzó, un
congelamiento de precios y salarios, ante el crecimiento de los desequilibrios en los sectores público y externo, y la
incapacidad de tomar medidas para frenar la inflación. Así hubo intentos de intervenir en algunos mercados cuyos
precios influían en el costo de vida. A su vez el congelamiento de precios y salarios se combinó con una minidevaluación,
pero este intento fracasó rápidamente.
Para el proyecto de ley de presupuesto de 1987 el equipo económico planteo medidas, las cuales proponían una mayor
integración de la economía al comercio mundial, a través de una apertura exportadora, el aliento a la inversión privada,
brindando un marco de expectativas estables con apoyo tecnológico; la reestructuración de mercados de capitales, del
sistema financiero y la reforma del Estado. Esta reforma del Estado suponía una transformación del régimen de salarios
y empleo público, la privatización de empresas públicas, reforma tributaria y reducción del gasto provincial excesivo.
La situación económica comenzó a dar signos de mayor deterioro, influyendo en ello la presión sindical por mayores
salarios y contra la racionalización del sector público; la presión de la banca privada internacional por el pago de la
deuda; la lentitud en la ejecución de las privatizaciones de las empresas del Estado.
También existían problemas de financiamiento en el sector público. El compromiso de mantener bajo control la cantidad
de dinero se vía contraído por el déficit fiscal y por la necesidad de comprar divisas para cancelar los compromisos
externos. Esto obligaba a recurrir a herramientas de política económica que podían ser explosivas en mediano plazo, en
definitiva, deuda externa por deuda interna.
A medida que el mercado de esos títulos se fue saturando, que la deuda crecía y que la inflación ardía, el gobierno se vio
forzado a incrementar las tasas de interés para que sus bonos no perdieran atractivo, lo cual volvía a repercutir sobre la
deuda. Un perverso círculo vicioso comenzaba a horadar las bases del Plan Austral.
A pesar de estas dificultades, el gobierno intento profundizar las reformas estructurales ya programadas: 1.- Ley de
coparticipación federal (apoyo de las provincias hacia el gobierno nacional).-2.- Desregulación de servicios públicos y de
la actividad petrolera.-3.- La venta del 40% de Aerolíneas Argentinas.4.- Las reformas del régimen de producción
industrial.-5.- La reducción de la protección arancelaria y paraancelaria en determinados sectores económicos. El margen
de acción del gobierno se fue acotando: las medidas se desmoronaban, y simultáneamente, las herramientas de política
económica en manos del equipo se iban limitando.
A pesar de los signos negativos, se logró concluir las negociaciones con la banca acreedora, permitiendo la llegada de
recursos financieros, aliviando el panorama. Pero la caída del saldo del balance comercial condujo al agotamiento de las
reservas de divisas del Banco Central a principios de 1988. Así el FMI. Retiró su apoyo y en abril de 1988 el gobierno
suspendió el servicio de la deuda a los bancos comerciales por lo que el país ingreso en una moratoria.
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8. ¿De qué se trató el Plan Primavera?


A mediados de 1988, la economía argentina se encontraba en una situación crítica, en la que se combinaban la recesión,
la inflación, la caída salarias y la desocupación, mientras que la deuda interna alcanzaba los 46000 millones de dólares. El
retroceso salarial genero un conjunto de huelgas en distintos sectores, y un paro general de los trabajadores de servicios
públicos terminó con un importante desorden en la Plaza de Mayo y actos de vandalismo en los alrededores.
En tanto la situación económica y política interna se deterioran, el sector externo mostraba signos de mejoría: una
sequía en el hemisferio norte elevaba los precios internacionales de algunos productos agrícolas. Ante esta compleja
situación, se presentó una nueva versión de plan de shock, el llamado “Plan Primavera” de agosto en 1988, que contaba
con el apoyo de diversas entidades empresarias, como la UIA, la CAC y la CGI, pero, dadas las medidas implementadas se
granjearía la oposición de otras entidades de no menor peso, como la SRA.
El plan incorporaba varias medidas no implementadas hasta entonces. Por un lado, ante la promesa de Alfonsín a lo
productos rurales de no aplicar nuevos impuestos a las exportaciones agropecuarias, se desdoblo el mercado cambiario,
quedando aquellas en el segmento regulado con un tipo de cambio menor. El segundo mercado llamado “financiero” fue
liberado formalmente, pero se anunció que el Banco Central intervendría en el mismo para que la diferencia entre
ambos no superase el 35%. En el primer mercado se liquidarían el total de las exportaciones agrícolas y el 50% de las
industriales, mientras que en el segundo se negociarían las divisas correspondientes al otro 50% de las exportaciones
manufactureras, de las importaciones y los intereses de la deuda externa de los particulares. Se esperaba un exceso de
demanda en el mercado libre, ya que la mitad del valor de las exportaciones no cubriría el valor de las importaciones
más interés, y ese exceso seria financiado por ventas diarias de divisas por las autoridades monetarias, de forma tal de
mantener la brecha prevista. Por medio del desdoblamiento cambiario, el gobierno trataba, entonces, de redistribuir a su
favor una parte del incremento del precio de los productos agrícolas sin recurrir a las retenciones; de allí la oposición de
la SRA.
La estabilidad de precios se basaba en un acuerdo desindexatorio con las empresas líderes y refrendado por las cámaras
patronales mas importantes, y no en un congelamiento.
Dado que el Congreso había aprobado a finales de 1987 una ley en la que se restablecía las negociaciones paritarias
libres, los salarios no podían ser fijados unilateralmente por el gobierno. Se esperaba que los acuerdos entre sindicatos y
cámaras empresarias respetaran las pautas de corrección de precios planteadas entre el gobierno y los empresarios.
El efecto antinflacionario del programa se prolongó esta vez por un periodo mucho más corto, aunque la inflación
mensual bajo del 25% a comienzo del plan al 6,8% en diciembre. A su vez, tanto las tarifas públicas como el tipo de
cambio tendieron a retrasarse, acentuando los efectos negativos sobre el desequilibrio fiscal y el del sector externo.
El control sobre la oferta monetaria por el Banco Central se fue debilitando dado el creciente déficit fiscal, el renovado
superávit comercial y la caída en la demanda de títulos gubernamentales. Ante ello, se optó por la colocación forzosa de
deuda en el sistema financiero, a través de encajes remunerados.
En el marco de la campaña electoral, creció la incertidumbre política y la debilidad del gobierno. La escasa capacidad del
mismo para administrar los desequilibrios económicos y la presión de los grupos de poder económicos que buscaban
consolidar posiciones futuras, trababan cualquier proyecto de reforma y quitaban al equipo económico la posibilidad de
fijar incluso políticas de corto plazo.

9. ¿Cuáles fueron las características principales a finales de la gestión de Alfonsín con respecto a la
hiperinflación, la crisis social y la especulación financiera?
A comienzo de 1989, las expectativas inflacionarias crecieron, colaborando para ello causas tanto económicas como
políticas. El Banco Mundial, que al principio había apoyado el programa económico, en vista de las dificultades y ante
los nuevos aires que soplaban en la recientemente asumida Administración Bush en el gobierno norteamericano,
suspendió los desembolsos prometidos. Para mayo de 1989 era previsible el triunfo peronista y se esperaba una política
redistribucionista moderada, con discurso populista pero sin modificar el modelo económico en marcha.
Durante enero, se produjo una corrida especulativa contra el Austral, en el cual el Banco Central vendió 900 millones de
dólares en quince días. Así el intento del gobierno por preservar el valor del Austral concluyo en un fracaso. Estas
dificultades en el sector externo se sumaron los vencimientos de la deuda del tesoro, lo que complicaba el manejo
monetario.
El 06 de febrero de 1989, las autoridades monetarias ya no contaban con suficientes reservas para intervenir en el
mercado cambiario, por lo que procedieron a reorganizarlo nuevamente, abriendo dos segmentos con precios regulados
para exportaciones e importaciones respectivamente y un tercero libre para operaciones financieras. Se inició una fuerte
fuga de capitales, lo que ocasiono un golpe económico catastrófico. La especulación fue imparable, lo que disparo la

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cotización del dólar libre. A su vez, los precios comenzaron a acompañar la evolución del dólar, por lo que se ingresó en
un proceso hiperinflacionario.-
Las causas de la hiperinflación eran múltiples y generaron gran controversia en la economía. Estas causas fueron:
1.- La crítica situación de la balanza de pagos.-
2.- El comportamiento especulativo de importantes sectores económicos.-
3.- El encadenamiento de aceleraciones crecientes de la inflación.-
4.- La presión por la distribución del ingreso.-
A ello contribuyó también una errática política de contención por parte del gobierno.-
A fines de marzo, renuncio el equipo económico de Sourruille, y los sucedió Pugliese, quien puso en práctica una nueva
reforma cambiaría. Así en las siguientes semanas se desacelero el aumento del precio del dólar, pero la inflación
continuo ascendiendo. Pugliese reconoció su impotencia, criticando ácidamente a los operadores económicos que
continuaban especulando contra el Austral. Renunció a su cargo.
El 27 de mayo asumió Jesús Rodríguez, quien reintrodujo un régimen de control de cambios y una regla de Crawling Peg
(ajuste del tipo de cambio por la inflación pasada). El 08/07/1989 Alfonsín entrego la banda presidencial al negro,
corrupto, hijo de puta y traidor a la patria, entre otras cosas “Carlos Menem”.-
El traspaso del poder se concretaba en el marco de un recrudecimiento hiperinflacionario. Los precios, salarios y tarifas
de gas, electricidad y teléfonos subieron en gran medida, pero los salarios en un índice menor. Aunque en agosto la
inflación descendió pero la participación de los asalariados cayo. Las consecuencias de la hiperinflación fueron graves:
1.- La monetización de la economía cayó a valores ínfimos.
2.- La deuda interna creció en forma exponencial
3.- Los ingresos de la tesorería General de la Nación se redujeron violentamente en términos reales.

10. ¿Cuál fue la situación de los sectores productivos?


La década de 1980 resultó particularmente fatídica para la Argentina. Nunca se habían conjugado al mismo tiempo un
contexto internacional tan desfavorable con una situación interna tan crítica como la que había dejado la dictadura
militar.
La política de Martínez de Hoz había iniciado una profunda transformación de las estructuras económicas de la Argentina
que implicaba el fin del modelo se sustitución de importaciones; El país parecía encaminarse hacia a la especialización en
un conjunto determinado de bines más reducido que en la posguerra y en una creciente salida exportadora de los
sectores correspondientes. Al mismo tiempo, se observó un proceso de concentración económica de empresas, que
gano peso en el mercado, desarrollo en muchos casos una estrategia de diversificación de la producción y trabo fuertes
vínculos con el estado como proveedor, como fuente de financiamiento, como receptor de cuantiosos subsidios abiertos
o encubiertos y como factor de presión política.-
En ese sentido, el gobierno radical no produjo modificaciones sustanciales ni en el nuevo balance de poder entre los
diferentes sectores económicos, ni en la orientación general del proceso económico.-
Las actividades exportadoras se beneficiaron claramente con las políticas radicales por diversos factores:
1.- La consolidación de las pautas de distribución funcional del ingreso que se habían perfilado durante la dictadura, con
lo que sí la depresión del consumo interno perjudicaba a los sectores que se encontraban en el mercado interno, los que
desarrollaban estrategias exportadoras lograban mejorar su competitividad. Por ese motivo, la inflación también tendía
a favorecerlo.-
2.- Luego de la sanción de la ley 23101 en 1984, se impuso una legislación que creaba o perfeccionaba diversos
mecanismos de promoción de las exportaciones. Los exportadores contaban así con incentivos fiscales impositivos
(exentos de pagos de impuestos internos), incentivos financieros (financiación de exportaciones), beneficios en el marco
de la producción industrial y estímulos varios. Estos mecanismos tuvieron un importante impacto sobre las cuentas
públicas, en un momento en que el déficit fiscal resultaba difícil controlar.-
3.- A nivel oficial se trató de fortalecer los vínculos con los socios comerciales de la Argentina, destacándose el programa
de integración y cooperación económica con el Brasil en 1986. Se adoptaba para ello un enfoque sectorial, basado en
acuerdos en diversas ramas de la producción. Aunque los acuerdos se fueron debilitando, se logró un aumento efectivo
del comercio y una transformación de su composición. Además, quedaran sentadas las bases para el MERCySUR.
En ese marco, se produjo un rápido crecimiento de las exportaciones del sector primario. Sin embargo, el mayor
dinamismo exportador se registró en el sector manufacturero, aunque asociado en gran medida a la producción
agropecuaria. También crecieron significativamente las colocaciones del sector pesquero y de pasta del papel.
De esa forma, se produjo una fuerte concentración de las actividades exportadoras en un reducido grupo asociado a la
explotación de recursos naturales. Por eso, se redujo el grado de transformación de los productos exportados,

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disminuyendo su valor agregado. La concentración también afecto a la cantidad de empresas que participaban
activamente del comercio exterior.-
En el caso de las manufacturas de origen industrial, se observa el ascenso de productos estandarizados, como la
transformación de metales y petróleo, o las sustancias químicas básicas. Mientras tanto declinaba la exportación de
productos más complejos y con mayor valor agregado, como automotores, maquinarias y equipos.
La inserción exportadora permitió a un conjunto de rubros, independizarse en parte de la evolución del mercado interno
y evitar los efectos de la inestabilidad y de la reducida demanda interna.
El Estado todavía jugaba un rol significativo en el nuevo modelo, pero su progresivo debilitamiento y su ahogo financiero
impedían el despegue de todo el potencial de los nuevos grupos dominantes. Por eso, comenzó una fuerte predica a
favor de una profunda reforma del Estado, que sé tono imprescindible con el estallido hiperinflacionario. Los nuevos
lineamientos y cursos de acción corresponderían, en este terreno, al nuevo gobierno justicialista que asumiría en junio
de 1989.-

11. Explique las políticas económicas de los gobiernos menemistas teniendo en cuenta los primeros planes
económicos.
Durante la gestión menemista, las políticas económicas observaron una orientación claramente neoliberal, dirigida a
avanzar en el retiro del Estado de una serie de funciones, para confiarlas a los mecanismos del mercado. El proceso
reconoció diversas etapas, aunque mantuvo una continuidad en sus ejes conductores.
La primera se denominó el “Plan Bunge y Born”, debido a que dicha empresa, un conglomerado destacado entre los
grupos económicos del país, aporto, como vimos, a dos de sus directivos para ocupar el Ministerio de Economía.
El plan económico intentaba apoyarse en un modelo exportador sobre la base de un esquema regresivo de
funcionamiento de la economía. La hiperinflación y la recesión persistían luego del cambio de gobierno, de manera que
la prioridad del nuevo equipo económico era estabilizar el sistema de precios, reduciendo los desequilibrios del sector
externo y del sector fiscal. Estaba fundado en la economía de mercado y en la apertura externa, pero en la práctica
mantuvo el control de precios, concertado con los empresarios, y el cierre a las importaciones. Sus resultados en materia
de incremento de las reservas, ordenamiento de las cuentas fiscales y estabilización de los precios pronto mostraron alta
volatilidad. Por eso, se lanzaron nuevas medidas, entre las que se destacaron: una drástica devaluación de la moneda
nacional, fuertes subas en los precios de los combustibles, las tarifas eléctricas, el gas, los transportes y otros servicios
públicos, mientras se otorgaba un aumento limitado a las remuneraciones. Sus efectos se tradujeron en un
recrudecimiento inflacionario inicial, que llego al 200% mensual, para luego descender al 9%. Como contrapartida, se
profundizo la recesión, especialmente en el sector industrial, se amplió la brecha entre el tipo de cambio oficial y el
paralelo, y se produjo una pérdida significativa de divisas. También fracaso la concertación de precios con el sector
empresario, al no poder retrotraer los precios al 3 de julio como se esperaba. El país quedo sumergido en una segunda
ola hiperinflacionaria, con tasas del 40% en diciembre, el 79% en enero, el 61% en febrero y el 95% en marzo.
Esta primera etapa represento un intento de establecer una política económica basada en la comprensión de los ingresos
de los sectores populares, privilegiando a grandes grupos económicos internos. Aunque el programa estuvo enmarcado a
nivel internacional por el Plan Brady, no contó con la simpatía de la banca acreedora ni de algunos sectores
exportadores, ya que la reducción del gasto público dilato los pagos a los acreedores externos y suspendió subsidios de
promoción.
La segunda etapa se inició el 18 de diciembre de 1989 y se prolongó hasta febrero de 1991, bajo la conducción de
Antonio Erman González. Ante las dificultades para controlar las principales variables, Erman Gonzales aplico al principio
una política de tipo de cambio libre con flotación sucia y una liberalización de los precios, y dispuso un aumento salarial
de suma fija equivalente a aproximadamente quinde dólares. Se mantuvieron las tarifas públicas y se derogo un
incremento de las retenciones agropecuarias que había sido dispuesto pocos días antes por la gestión económica
anterior. Este conjunto de medidas, denominado “Plan Erman I”, genero nuevas tendencias inflacionarias, sin solucionar
los desequilibrios fiscales, agravados por las abultadas deudas interna y externa.
Pocos días después, en enero de 1990, se lanzó el “Plan Erman II”, consistente en un canje compulsivo de los depósitos a
plazo fijo y en caja de ahorro existentes al 28 de diciembre de 1989 y los títulos de deuda interna de Estado por títulos
públicos en dólares a diez años. Solo se reintegró en efectivo un pequeño porcentaje de los depósitos a las personas
físicas, y a las empresas, el monto necesario para el pago de los sueldos y jornales, el aguinaldo y las cargas sociales de
diciembre. Además, se prohibió temporalmente a las entidades financieras la recepción de depósitos a plazo dijo,
autorizándoles luego la aceptación con plazos mayores a 90 días. En el periodo de transición, las entidades solo podían
recibir depósitos y otorgar créditos en Bonex y en divisas a tasa libre.
El Estado logro reestructurar su pasivo, canjeando deuda de corto plazo en moneda nacional por otra a largo plazo en
divisas, con lo cual alivio la situación presupuestaría y anulo una de las principales fuentes de distorsión al eliminar el
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déficit cuasifiscal provocado por la remuneración a los encajes bancarios. Se esperaba una caída de las demanda y de la
cotización del dólar, por el presidente del Banco Central se lanzó a comprar divisas, expandiendo la masa monetaria,
generando una desconfianza que mantuvo elevada la demanda de dólares. Se produjo otro pico hiperinflacionario en
febrero.
En consecuencia, el 1º de marzo se lanzó el “Plan Erman III”, que reafirmo el rumbo neoliberal, encarando reformas de la
estructura del sector público y de la economía en su conjunto: se dispuso un severo control de las compras y
contrataciones del Estado; se redujo el personal del sector público nacional con congelamiento de las vacantes,
jubilaciones de oficio y eliminación de secretarias; se incrementó la presión tributaria; se acortaron los plazos de pago de
los impuestos y se inició el proceso de privatizaciones. Los planes Erman se fundaban en liberar le mercado cambiario y
los precios, congelando los salarios. Como resultado de estos planes, y en gran medida, a causa de la recesión que
provocaron, se incrementaron las exportaciones y se redujeron las importaciones, lográndose un superávit en la balanza
comercial, un incremento de las reservas y una estabilización del perico del dólar. Los salarios reales, en cambio, se
contrajeron debido al congelamiento de las remuneraciones nominales en un marco de persistente inflación. El aumento
de la presión fiscal, a pesar de provocar una recesión, permitió incrementar los ingresos, fortalecidos por la disminución
de la inflación que los desvalorizaba en el pasado. La reducción del gasto contribuyo a cerrar el déficit desde el plano de
las erogaciones. Por un lado, el superávit fiscal tenía una función de estabilización del patrón monetario, y por otro,
permitía la transferencia de fondos a la banca acreedora. De allí que el plan lograra el acuerdo del FMI, con el cual se
firmó un memorándum de entendimiento que destrabo un crédito aún pendiente.
Las iniciativas del mínimo, a las que se añadió otro plan, el “Plan Erman IV, encontraron limites ante la dificultad para
incrementar aún más los ingresos fiscales debido a la persistencia de la recesión. Para mantener el superávit fiscal
necesario para el pago de los intereses de la deuda externa, solo podía recurrirse a una modificación del esquema
tributario tendiendo hacia una mayor progresividad, lo que implicaba gravar también a los sectores locales más
pudientes, alternativa que no entraban en las consideraciones de Erman Gonzales.
El “Plan Erman V”, de octubre de 1990, se propuso, entonces, una severa reducción del gasto público, efectivizada a
través de medidas tales como la reducción de la inversión gubernamental; el incremento de las tarifas públicas; la
demora en el pago a proveedores del Estado y la licuación de las deudas con aquellos, refinanciándolas a largo plazo; el
congelamiento de los salarios estatales; la eliminación de contribuciones y subsidios sociales; la suspensión de nuevos
proyectos de promoción industrial y la reducción a un tercio de los montos destinados a programas ya establecidos.
A pesar de las sucesivas medidas, la actividad económica continuaba deprimida, mientras que la inflación no podía ser
vencida por complejo, gestándose una situación social y política cada vez más completa.
Los objetivos principales de los sucesivos planes lanzados por Erman Gonzales consistieron en intentar sanear las
finanzas públicas para alcanzar un superávit fiscal, controlar la emisión de dinero, mantener el superávit del balance
comercial, recomponer las reservas de divisas, privatizar algunas de las más importantes empresas públicas, liberalizar el
mercado de cambios y los precios internos, renegociar la deuda externa y, especialmente, reestructurar el
endeudamiento público interno. De esta manera se preparó la etapa posterior, de estabilización monetaria y
profundización de las transformaciones estructurales, de muy difícil ejecución sin el preacondicionamiento realizado por
Erman González.
Asumió entonces, Cavallo con el “Plan de Convertibilidad”, con objetivos muchos más amplios y radicales que los planes
previos. No solo se planteaba reducir la inflación a la mínima expresión, sino, además, implementar un conjunto de
medidas articuladas que profundizaran la reforma estructural en curso, extendiendo la privatización de empresas
públicas y descentralizando las funciones del Estado, equilibrando las cuentas fiscales, flexibilizando el mercado laboral,
desregulando y liberalizando la económica, y realizando un amplia apertura comercial y financiera. En ese sentido, el
plan trataba de escapar en sus propósitos de una lógica de corto plazo, ampliando el horizonte hacia el largo plazo e
intentando insertarse en un sendero de crecimiento signado por la búsqueda de una mayor eficiencia en la asignación y
utilización de los recursos financieros y productivos. Tenía tres pilare fundamentales, establecer una paridad cambiara
fija y exigir un respaldo total de la moneda en circulación, trataba de lograr una estabilidad de precios a largo plazo. El
segundo eje era la apertura comercial, que buscaba disciplinar al sector privado, y el tercero eje estaba constituido por la
reforma del Estado y, especialmente, el programa de privatizaciones. Por medio de esta reforma se trataba de arribar al
equilibrio de las cuentas fiscales, reduciendo el gasto, incrementando los ingresos regulares y sumándole una fuente
importante de ingresos transitorios con la venta de las empresas públicas.

12. La convertibilidad y las finanzas públicas


Una de las primeras medidas adoptadas por Cavallo fue la fijación de una banda de fluctuación del tipo de cambio, con
un tipo de 10.000 australes por dólar y un piso de 8.000. En caso de alcanzar el límite superior, el Banco Central debía
vender dólares y en el caso de alcanzar el inferior, comprarlos. De esta forma, se avanzaba hacia el establecimiento de un
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régimen de tipo de cambio fijo. En ese contexto, el BCRA aumento los encajes bancarios, provocando una relativa
liquidez, que obligo a los actores económicos a desprenderse de divisas para obtener dinero local y poder concretar s
transacciones. Esto tuvo como consecuencia una caída en la cotización, que permitió al Banco Central proseguir
incrementando sus reservas por medio de compras en el mercado, solidificando la cobertura del circulante.
El 1º de abril se estableció la convertibilidad, sancionada por el Congreso Nacional, que fijo como paridad cambiaria sin
límite temporal la de 10.000 australes por dólar. La ley dispuso la libre convertibilidad de la moneda nacional con
respecto a cualquier moneda extranjera, y estableció que los contratos deberían ser cumplidos en la moneda que fijaran
las partes. Se prohibió la emisión de dinero no respaldada en un 100% por reservas de libre disponibilidad y se anularon
las indexaciones, intentando evitar la traslación de la inflación pasada hacia el futuro. El Banco Central fue autorizado
también a cambiare la denominación del signo monetario. En consecuencia, a partir del 1º de enero de 1992 se
estableció el peso como moneda de curso legal, equivalente a 10.000 australes, y se fijó el tipo de cambio de 1 peso por
dólar. Los encajes bancarios sobre los depósitos en moneda nacional fueron rebajas, mientras que se aumentaron los
que afectaban a los depósitos en moneda extranjera, tratando de estimular las transacciones en pesos en lugar de las
realizadas con divisas.
El sistema procuraba evitar que el estado emita dinero para solventar el déficit público. La creación y la absorción de
dinero quedaron limitadas al ingreso o egreso de divisas, lo que transformara la oferta monetaria en una variable
exógena, que no puede ser controlada por la política económica.
En este marco, el peso queda transformado de hecho en un vale por un dólar, de aplicación dentro de las fronteras
nacionales, actuando exclusivamente como unidad de cuente, mientras que las demás funciones del dinero son
satisfechas por el dólar, lo cual implica la renuncia a los principales instrumentos de política monetaria.
La convertibilidad formaba parte de un conjunto de normas que buscaban reducir el campo de acción del Estado,
individualizado como la principal fuente de inestabilidad del proceso económico. Las autoridades suponían que, para
generar mayor confianza en la perdurabilidad e la estabilidad de precios, se debía renunciar explicita e irreversiblemente
a un conjunto de herramientas de política económica que podrían desarticular el nuevo modelo económico, entre ellas,
el financiamiento del déficit por medio de emisión monetaria.
Aun así, se dejaron algunos huecos para introducir pequeñas modificaciones en la masa monetaria, como los bonos
públicos que no requieren respaldo de oro o divisas. A través de la colocación de estos títulos, se produciría una emisión
encubierta.
Los efectos de aplicación de esta norma fueron exitosos, en primer lugar se logró la estabilidad de precios. Pero la
desaceleración de la inflación resulto mucho más lenta que lo previsto, ya que se suponía una detención inmediata del
crecimiento de los precios e incluso las autoridades especulaban con una deflación inicial del 20% que no ocurrió. La
estabilidad de precios se vio acompañada inicialmente por altas tasas de crecimiento económico, interrumpidas recién
por los efectos de la crisis mexicana en 1995. La expansión de la oferta monetaria producida por el ingreso de capitales
externos, la reaparición del crédito para el consumo y el incremento de los salarios reales, luego de haber alanzado su
mínimo histórico en la hiperinflación, se complementaron con el envejecimiento que había sufrido el parque de bienes
de consumo no durable en la década anterior por la depresión del consumo, para generar un boom económico
inmediato. Asimismo, se logró un precario equilibrio fiscal, debido especialmente a un incremento de los ingresos
tributarios, al mayor nivel de actividad económica y a la menor evasión fiscal derivada de controles más rigurosos y
efectivos. A pesar del retraso cambiario, aumentaron en gran medida las exportaciones. Sin embargo, también se
incrementaron las importaciones, con lo cual el balance comercial se tornó deficitario, agravado por los saldos negativos
de los servicios reales y financieros.
El objetivo de la estabilidad se alcanzó con un conjunto de medidas que van desde los clásicos disciplinamientos
monetarios y fiscales hasta el aumento de la competencia en los mercado interno por medio de la desregulaciones, la
eliminación de la indexación en todo tipo de contrario y la apertura a la importación, cambiando la reducción de trabas
arancelarias y paraarancelarias con el congelamiento del tipo de cambio. La convertibilidad elimino las expectativas
inflaciones y devaluatorias de corto plazo, aunque, según la interpretación neoliberal, también tuvo un efecto
estabilizador la reforma de la carta organiza del BCRA, que le otorgo independencia respecto del Poder Ejecutivo.
Sin embargo, el éxito inicial del programa estuvo asociado a un viraje favorable de la coyuntura internacional derivado
del descenso de la tasa de interés, el incremento de la oferta de fondos líquidos y un escenario más laxo para la
renegociación de la deuda externa.
A partir del establecimiento de la convertibilidad, el déficit fiscal ya no pudo ser financiado mediante emisión de
moneda e, inicialmente, la capacidad de endeudamiento del gobierno también era limitada. En consecuencia, se hizo
indispensable el aumento en la recaudación impositiva. Esos ingresos fueron apuntalados, sobre todo al principio, por
recursos provenientes de las privatizaciones. Sin embargo, luego de 1995 estos comenzaron a declinar, en la media en
que la enajenación de empresas del Estado se completaba. A partir de ese momento, el equilibrio fiscal comenzó a
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peligrar y las autoridades avanzaron en el recorte de diversa partidas, como sueldos y salarios, gastos operativos e
inversiones públicas. A pesar de ello, los gastos totales continuaron en ascenso debido, por lo menos a tres factores: en
primer lugar, con el advenimiento de los sistemas de jubilación privada, comenzó a desfinanciarse con el sistema de
seguridad social; en segundo término una mala asignación de los recursos, con la generalización de gastos reservados
para el Poder Ejecutivo y partidas de dudosa importancia; y por último, el peso de los intereses del endeudamiento se
multiplico y su monto se elevó más del 130%
Hasta 1993 se había logrado llegar al superávit fiscal para compatibilizar las cuentas públicas con los requerimientos del
Plan de Convertibilidad. Pero en 1994, el déficit comenzó a crecer en relación directa al incremento del pago de
intereses. Dado que no se puede emitir dinero para cubrir los desequilibrios, el déficit impulso la toma de nuevos
créditos, que implicaron mayores interés y, por consiguiente, déficit más abultados.
Mientras la deuda externa se reducía temporariamente por los acuerdos de renegociación, la deuda interna en moneda
nacional y extranjera continuaba creciendo por la consolidación de las deudas de Estado, tanto con los proveedores
como con los jubilados.
A partir de 1996, los ingresos por privatizaciones se redujeron sustancialmente, mientras los intereses pagados por el
sector público ascendieron a casi el 15% de los ingresos.
ytro aspecto importante de las cuentas públicas fue el desequilibrio de los gastos provinciales. El fuerte ajuste fiscal de
los gastos corrientes a niveles nacional fue menos profundo en las provincias, favorecidas por el incremento de la
recaudación de impuestos coparticipados, durante la primera fase del Plan de Convertibilidad.
Tanto los ingresos como las erogaciones principales siguieron una curva ascendente hasta 1994, para estabilizarse luego.
Los ingresos volvieron a incrementarse entre 1995 y 1997, aunque nunca llegaron a equilibrar las cuentas. De esa forma,
al igual que en el caos de la administración central, el endeudamiento creció sin solución de continuidad, esterilizando
los intentos de ajuste realizados en los gastos sociales y de recursos humanos.
Por otra parte, la mejora de los servicios esperada no parece cumplirse ya que la capacidad de gestión de las
jurisdicciones suele ser baja, y la presión de los factores de poder social local puede distorsionar el destino de los
recursos. De hecho, durante todos estos años, la ley de coparticipación impositiva no llego a sancionarse, dando lugar a
un sistema de reparto de los fondos recaudados sobre la base de tributos nacionales muy poco transparente y eficiente,
librado en parte a condicionalidades y a la discrecionalidad del PEN.

13. La reforma del estado y las privatizaciones


ytro de los aspectos centrales de la estrategia económica menemista fue la amplia reforma del Estado, que avanzo tanto
en el sentido de reducir el paso cuantitativo del sector público en el empleo, en la producción de bienes y servicios y en
el número de empresas, como en la disminución de la capacidad y voluntad de intervención y regulación.
A los pocos días de iniciado el gobierno, se aprobaron las leyes de Emergencia Económica y Reforma de Estado. A través
de la primera de ellas se suspendieron por 180 días los regímenes de promoción industrial, regional y de exportaciones,
así como los beneficios de la ley de “compre nacional”, que obligaba al Estado a priorizar en sus compras a empresas
nacionales. También se eliminaron determinados regímenes salariales de empleados públicos denominados “de
privilegio” y se permitió el licenciamiento de los trabajadores del Estado. Asimismo se derogaron las normas que podían
trabar le ingreso del capital extranjero a determinadas áreas hasta entonces reservadas al capital nacional.
Por medio de la segunda ley se fijaron las condiciones para la privatización de numerosas empresas públicas, autorizando
al Poder Ejecutivo a intervenirlas, eliminar sus directorios y sus órganos de administración, modificar sus normas
societarias, dividirlas y enajenarlas. Una vez aprobado el marco legal, comenzó un proceso que puede ser dividido en
dos etapas, la prime ola de reformas fue empujada por la necesidad de reducir el déficit fiscal y lograr una mínima
estabilidad de precios. Lograda la estabilidad de precios, se inició la segunda etapa, en la que, sin abandonar esos
objetivos iniciales, se enfatizó más en la modificación del rol del Estado en la economía, tomándolo mucho más presente
y buscando un mayor papel del mercado en la asignación de recursos y en el establecimiento de mecanismos sociales de
regulación.
Los objetivos del plan de privatizaciones fueron múltiples. En primer lugar, se planteaba como un camino para equilibrar
el presupuesto, ya que las empresas públicas eran mayormente deficitarias. La venta de activos permitía generar
también ingresos transitorios de fondos. Además, la posibilidad para los compradores de pagar una parte con título de la
deuda externa reducía la deuda externa, y con ella la carga futura de intereses sobre las cuentas públicas. En segundo
lugar, en un contexto de apertura, se esperaba que, en el mediano plazo, las privatizaciones eliminaran las distorsiones e
ineficiencias inherentes a las viejas empresas públicas que actuaban en mercados protegidos. En tercer lugar, las
privatizaciones ayudaban a recomponer la previsibilidad. Gran parte de las políticas sectoriales eran realizadas hasta
entonces por medio de las empresas públicas.

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En la implementación de las privatizaciones no se balanceaban de igual forma dos cuestiones importantes, que se
relacionaban con las causas más profundas de las ineficiencias y el déficit. Estas podían deberse a una mala
administración, en cuyo caso, la privatización podría ser un camino, pero existían otras alternativas, como controlar la
corrupción de sus administradores o evitar la política de beneficiar o subsidiar al sector privado, seguida
sistemáticamente desde por lo menos quince años antes.
Sin embargo, los problemas también podrían deberse al prolongado periodo de declinación de la inversión pública. En
este caso, las privatizaciones responderían a la necesidad de encarar una profunda renovación del capital físico de las
empresas, que el Estado, casi en bancarrota, no podría realizar: la venta de dichas empresas encontraban una
justificación más atendible. Aunque el deterioro de las empresas publicas era la consecuencia de ambos factores, solo el
primero fue tomando en cuenta al trazar el programa de privatizaciones, según se desprende de la escasa relevancia que
tuvieron las pautas de inversión tanto en los contratos de venta o cesión como en los argumentos esgrimidos en los
debates sobre la cuestión.
La ola inicial de privatizaciones se realizó con un ritmo sustancialmente acelerado, sin cumplir las recomendaciones
habituales para este tipo de procesos.
Las privatizaciones realizadas a partir del Plan de Convertibilidad, con una menor presión de los desequilibrios fiscales y
de la búsqueda de credibilidad, tuvieron un diseño algo más prolijo y un marco más abierto en el proceso de licitación,
intentando garantizar, además, metas mínimas en el crecimiento futuro de la productividad y de la competitividad.
También se crearon paralelamente al proceso de privatización, las normas regladoras de los respectivos sectores, de
forma que existieran mayores garantías de tarifas y servicios adecuados.
A lo largo de los años siguientes, se fueron privatizando progresivamente casi todas las empresas publicas restantes,
entre ellas las principales líneas y ramales ferroviarios urbanos y de carga, los subterráneos, la provisión de agua
corriente y la red cloacal, las instalaciones portuarias, entidades bancarias, empresas siderurgias, establecimientos del
área miliar, la empresa oficial de correos y una pléyade de compañías productivas y de servicios más pequeñas.
Una característica destacada del proceso privatizador ha sido la concentración de la propiedad de las empresas en un
reducido grupo de conglomerados locales, fortalecido durante la dictadura miliar y consolidado a lo largo del gobierno
radical mediante subsidios, exenciones tributarias y contratos con el Estado. Estos grupos de empresarios locales se
agruparon con empresas extranjeras, pero en muchos casos, luego de un tiempo, estos grupos locales retiraron su capital
de la empresa privatizada, quedando los socios extranjeros al frente de la misma.
Entre 1990 y 1998, el Estado obtuvo por medio de las privatizaciones casi 20.000 millones de dólares en efectivo y en
títulos de la deuda externa, de los cuales casi el 60% correspondió a inversiones provenientes del exterior y más del 30%
a grupos de origen nacional, sin poder determinarse el origen de un 11% de los fondos.

14. La desregulación, apertura externa y liberalización económica interna


A fines de 1991, se profundizo la desregulación económica interna, con un avance hacia la flexibilidad del mercado
laboral, la apertura a la competencia del transporte de carga y de pasajeros y la disolución de los organismos regulares
de los mercados de productos agrícolas y ganaderos. También se desregulo el funcionamiento del mercado minorista, de
los seguros y de la práctica de algunas profesiones liberales. Mientras tanto, se avanzaba en una profunda reforma de las
regulaciones del comercio exterior. Desde 1976, como vimos, comenzó un proceso de apertura caracterizado por la
rebaja de aranceles, agravada periódicamente por la sobrevaluación de la moneda local. Estos lineamientos se
profundizaron a partir de 1990. Luego de algunas vacilaciones entre utilizar los aranceles como fuente de recursos
adicionales para paliar el déficit público o reducirlos como elemento disciplinador de los precios internos, predomino
esta última alternativa. El objetivo de reducir en un lapso de cuatro años el arancel máximo al 20% y eliminar los
instrumentos paraarancelarios, como cupos, licencias y prohibiciones de importación, se había alcanzado hacia
comienzos de 1991.
Ese año, se estableció una estructura arancelaria con tres nivele. Esta estructura fue modificada luego y complementada
con la eliminación casi total de restricciones paraarancelarias y los cupos cuantitativos. La única excepción fue la
conservación de trabas la importación de automotores. También, se eliminaron las retenciones a la exportación. Como
efecto de la apertura comercial, se produjo un descenso de precios de la mayoría de los bienes industriales frente a los
de los servicios y alimentos. La reforma portuaria y aduanera, con un reordenamiento de los procesos operativos,
administrativos e informáticos, también facilito el intercambio. De esta manera, afectando a menudo las condiciones y
conquistas gremiales del pasado, se logró bajar el costo burocrático del comercio exterior.
Luego de una primera etapa muy restrictiva, simultánea al lanzamiento del Plan de Convertibilidad, se reintrodujeron
algunos estímulos de promoción a las exportaciones. Se estableció, asimismo, un régimen especial al sector automotor
para el intercambio compensado con Brasil.

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ytro capítulo fundamental del proceso de liberalización fue la apertura financiera y la desregulación del mercado de
capitales. Ya en 1989 se estableció una total libertad de ingreso y egreso de capitales, y se autorizó la salida irrestricta de
fondos en concepto de intereses, dividendos, etc. A partir de 1990, comenzaron a desregularse las operaciones en bolsas
y mercados de valores locales, aumentando la oferta de papeles de nuevas empresas. Se creó un régimen de oferta
pública para instrumentos financieros de empresas, proveyendo un financiamiento a menor costo que en el mercado
cambiario. El mercado de capitales también se vio favorecido por el ingreso masivo de inversiones financieras del
exterior, que convirtieron a la Argentina en un nuevo “mercado emergente”.
El pago de la deuda externa y las privatizaciones demandaban, por otra parte, la apertura irrestricta de los flujos
financieros con el exterior, ya que limitarlos se habría contrapuesto a los requerimientos de los inversores externos para
poder girar libremente los beneficios a obtener. Asimismo, la lógica del pago de la deuda externa con fondos externos
reciclados, que incluyera tanto capitales argentinos fugados como créditos externos nuevos requería una apertura
financiera.
En ese contexto, se produjo una reconversión del sistema bancario por medio del cierre de bancos oficiales, la
privatización de bancos provinciales, una fuerte reducción de los bancos cooperativos y un avance de entidades de
origen extranjero.
Esta tendencia se profundizo luego de la crisis mexicana, para afianzarse con las sucesivas crisis posteriores, dando como
resultado una importante concentración de los depósitos y una acentuada disminución de la cantidad de bancos, a partir
del cierre, la fusión y la absorción de numerosas entidades.

15. ¿Cómo se desarrolló el sector externo durante este periodo? (1989-1999)


El sector externo resume, probablemente como ningún otro, los resultados y los problemas del Plan de Convertibilidad.
Para realizar el análisis, conviene separar inicialmente la balanza comercial de los movimientos de capitales. Desde un
punto de vista cuantitativo, el comercio exterior registro un notable avance. Exceptuando los años 1995 y 1996, se
revirtió el saldo positivo de la balanza comercial registrado a lo largo de una década y se incurrió en persistentes déficit.
Las exportaciones argentinas se beneficiaron hasta 1996 con un crecimiento paulatino de precios en los mercados
internacionales, lo que permitió compensar parcialmente un tipo de cambio poco favorable para competir en el exterior.
Sin embargo, esa tendencia comenzó a revertirse en 1997. Desde ese momento, las ventas argentinas comenzaron a
estancarse medidas en valor, aunque continuaron creciendo en volumen.
Desde el punto de vista sectorial, se observaron pocos cambios en la estructura de las exportaciones. En general, el
crecimiento de las ventas se concentró en torno a los productos que mayor dinamismo habían mostrado en el pasado,
tales como cereales, aceites vegetales, carnes, productos químicos derivados de los hidrocarburos o metales y sus
manufactureras.
Sin embargo, se observan algunos aspectos que merecen destacarse. El primero de ellos es la notable expansión de las
exportaciones de pescados y mariscos. En segundo término, se aprecia un crecimiento en las exportaciones de
combustibles entre 1989 y 1997, impulsado por la privatización y la desregulación del sector y por la integración con
Brasil. El tercer aspecto llamativo fue el vertiginoso crecimiento de las exportaciones de material de transporte, que se
refiere a la industria automotriz.
A pesar del importante crecimiento de las exportaciones, con la excepción de un reducido conjunto de productos
tradicionales de origen agropecuario, de commodities en los que la argentina tiene importantes ventajas comparativas, y
de sectores promovidos con regímenes especiales como el automotor, la mayoría de las ramas industriales tuvo
dificultades con sus ventas al exterior, a causa del retraso del tipo de cambio.
Lo verdaderamente llamativo en materia del comercio exterior fue el notable avance de las importaciones. El acelerado
crecimiento de las compras externas se relacionó, en primer lugar, con el levantamiento de numerosas restricciones,
tanto arancelarias como un arancelarias, utilizadas en el pasado para proteger a la industria nacional o para tratar de
sostener un superávit comercial que generara divisas para el pago de los intereses de la deuda externa.
También jugó un rol muy importante la evolución del tipo de cambio, que fue considerado por numerosos analistas
económicos como sobrevaluado en relación con las necesidades de los productores de bienes exportables y de bienes
transables destinados al mercado interno. Por ese motivo, la industria local sufrió una competencia cada vez más dura a
partir del ingreso creciente de mercaderías extranjeras. Solo una parte de los servicios estaba a salvo de la combinación
de apertura comercial y dólar barato.
El atraso cambio constituyó un instrumento de control para los precios internos, buscando disciplinar a los empresarios
locales para que su producción no superara los costos y precios internacionales. Pero, al igual que en aquel momento, la
fijación del tipo de cambio como ancla de los precios solo podía resultar eficaz con un amplia liberalización del comercio
exterior como la recién descripta. Debe destacarse que la liberalización apunta estructuralmente a la determinación del
nivel de precios, dejando de lado restricciones a la importación por razones de índole técnica o sanitaria.
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En la orientación oficial primo un criterio de eficiencia microeconomía, sin interés por la necesidad de preservar y
desarrollar una estructura industrial integrada, aun sin los nieles de eficiencia de los países más avanzados.
Desde el punto de vista sectorial, también se produjeron cambios en el perfil de las importaciones. Hubo una notoria
contracción de las importaciones de insumos, lo que se relaciona con la desaparición de un sinnúmero de actividades
industriales, que redujo la demanda de ese tipo de productos y, por el otro, con el avance de la importación de bienes de
consumo que antes se producían localmente utilizando, en parte, materias primas importadas. El impulso a la actividad
petrolera y gasífera, mientras tanto, redujo en forma considerable la demanda de importación de combustibles, que
prácticamente ha desaparecido.
Mientras tanto, se incrementó notablemente la importación de bienes de capital. En este caso, los determinantes fueron
varios, en primer lugar se destaca la recuperación del nivel de inversión; en segundo lugar, parte de la producción
nacional fue sustituida por bienes de capital importados beneficiados por la desgravación arancelaria; en tercer lugar las
cifras registran el ingreso de bienes de capital destinados a la provisión de servicios de infraestructura suntuaria en las
zonas urbanas, pero con un débil efecto multiplicador sobre el conjunto de las actividades económicas.
El mayor dinamismo de las importaciones frente a las exportaciones determino que, luego de varios años consecutivos
de superávit comercial, reaparecieron los déficit, que se superpusieron a los saldos crecientemente negativos del sector
servicios y contribuyeron a generar un alto déficit en cuenta corriente. El saldo de los servicios reales se relacionó, por un
lado, con la creciente carga del sector transportes, fruto del crecimiento del comercio exterior y la virtual ausencia de
líneas de transporte nacionales, y, por el otro, del incremento de los viajes y el turismo en el exterior.
Sin embargo, con el correr del tiempo aumento todavía más la incidencia del déficit en el sector de servicios financieros,
que nos remite al análisis del comportamiento de la cuenta capital. El incremento del endeudamiento externo de las
tasas de interés y de la remisión de utilidades de las empresas extranjeras provocó un creciente drenaje de recursos.
Desde el punto de vista de las cuentas públicas, la revaluación del peso aligeraba la carga del pago de la deuda externa,
tomando en cuenta que las principales fuentes de ingresos del gobierno se recaudan en moneda nacional y la deuda
externa debe pagarse en divisas. Pero la persistencia de esas condiciones llevaba como requisitos el superávit fiscal, una
tasa de ahorro interno más elevada y un contexto más favorable para la reinversión de las utilidades de las empresas
extranjeras, requerimientos que no se concretaron.
La necesidad de financiar el déficit en la cuenta corriente con capitales externos exponía al país a las oscilaciones de la
coyuntura internacional. Sin embargo, dadas las favorables condiciones delos mercados de capitales internacionales a
comienzos de la década, no se prestó atención a esa cuestión hasta que dichas condiciones comenzaron a transformarse
en 1994. Aunque las tasas de interés locales eran superiores a las internacionales y jugaran a favor de la atracción de
capitales, el riesgo para los inversores extranjeros en situaciones de turbulencia en los mercados financieros
internacionales podía impulsar súbitas huidas de capitales.
La necesidad de reequilibrar el seco externo sin recurrir a una devaluación se logró durante 1995 y 19965 mediante la
presión de la recesión sobre el mercado laboral y los precios, apuntalada por circunstancias coyunturalmente favorables,
como mejores precios para algunas exportaciones, el incremento de las ventas al Brasil y las mejoras de competitividad
por reducciones impositivas y disminución de algunos componentes del costo de producción. No obstante, las
condiciones adversas se mantuvieron desde ese momento y recrudecieron periódicamente, con recuperaciones cada
vez menores y más cortas. En consecuencia, los desequilibrios internos se agravaron, demandando recientes ingresos de
capitales financieros externos, en momentos en los que el mercado financiero se tornaba cada vez más restrictivo,
afectando tanto la cuenta capital como la cuenta corriente del balance de pagos.
Inicialmente, la cuenta capital logro un resultado favorable debido al proceso de privatizaciones y la estabilidad
monetaria, que revirtieron el flujo negativo de capitales a partir de 1991. Por un lado ingresaron los pagos de las
privatizaciones, mientras que, por el otro, se registró un flujo de inversiones extranjeras directas. A esos momentos se les
agregaba el retorno de parte de los fondos locales girados al exterior durante los años anteriores. Sin embargo, los
desequilibrios fiscales y de la cuenta corriente contribuyeron a reimpulsar le endeudamiento con el exterior.
Aunque la deuda externa pública disminuyo en forma temporaria con las privatizaciones, pronto retorno a un sendero de
expansión. Superado el “efecto tequila”, el Estado argentino volvió a financiarse nutridamente en lo mercados
internacionales de capitales. Por otro Aldo, aumento también el endeudamiento privado, en gran parte a partir del
financiamiento buscado en el exterior por los consorcios adjudicatarios de las empresas privatizadas. Estas compañías
son las principales emisoras de bonos y obligaciones negociables colocados en los merados de capitales externos, así
como las tomadoras más importantes de duda financiera con la banca internacional. ytro componente de gran
importancia en el balance de pagos fue inversión extranjera directa, que mostro una fuerte expansión. La mayor parte de
la inversiones extranjera directa correspondió a la transferencia de paquete accionario de empresas de capital nacional,
tanto públicas como privadas.

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Mientras la reinversión se mantuvo en niveles relativamente estables, las crecientes ganancias fueron remitidas en forma
masiva a las casas matrices, lo que contribuyó a transferir una importante masa de recursos y a gravitar de manera
negativa sobre los flujos de fondos. Desde este punto de vista, parte del nuevo endeudamiento externo representa, de
modo indirecto, la forma de conseguiré las divisas para permitir ese drenaje de fondos.
En endeudamiento público y privado, a través del pago de intereses y amortizaciones y la emisión de utilidades de las
empresas extranjeras genero una serie de egresos hacia el exterior, a lo que debe sumarse, una considerable fuga de
capitales al exterior que, en 1998, representaban un monto cercano a los 100.000 millones de dólares. Para Basualdo, el
endeudamiento externo no solo produjo una transferencia de recursos a los acreedores externos, sino también hacia
grupos económicos y diferentes tipos de capital extranjero, a través de la redistribución del ingreso y de transferencias
de recursos provenientes del Estado, dando lugar, a su vez, a esa salida de capital.
En síntesis, se puede observar que a lo largo de la década de los indicadores del sector externo tuvieron un
comportamiento parabólico que espeja el comportamiento global de la economía argentina. Partiendo de una situación
muy compleja y delicada a principios del decenio, se verifico una mejoría tan rasante como fugaz, que dio paso, luego de
1995, a un progresivo deterioro. Los desequilibrios en las cuentas externas comenzaron a manifestarse de manera cada
vez más obstensible, sin que se adoptaran medidas correctivas estructurales.

16. ¿Cuál fue la situación de los sectores productivos?


Con la hiperinflación de 1989, la Argentina se había sumergido en una recesión sin parangón en la historia. Las medidas
de estabilización comenzaron a revertir esta situación. La recuperación parcial de los niveles de demanda y la reaparición
del crédito al consumo permitieron incrementar la producción y utilizar más plenamente la capacidad instalada, hecho
que se reflejó en las altas tasas de crecimiento de 1991 y 1992. A pesar de que la tasa de crecimiento disminuyó en los
dos años siguientes, la producción continuó manteniéndose en niveles elevados. A partir de 1995, con el estallido de la
crisis del tequila, el crecimiento se interrumpió momentáneamente, y desde entonces se volvió mucho más volátil,
mostrando gran sensibilidad a la evolución de la coyuntura internacional.
La producción de bienes sufrió mayores oscilaciones que la de servicios, lo que explica, en parte, por la influencia de la
coyuntura internacional, que afecta mucho más a los primeros que a los segundos a través del comercio exterior. Con el
retraso cambiario, se produjo un cambio en la estructura de precios relativos a favor del sector no transable, que mejoró
la rentabilidad de los servicios a expensas de la producción de bienes.
La evolución del sector industrial fue mucho más volátil, y su crecimiento menos intenso que el conjunto del PBI, hecho
que se reflejó en un progresivo deterioro de su participación relativa. Diversos autores han señalado que el crecimiento
del sector industrial argentino fue, en el transcurso de la década, cinco veces más elevado que el de la producción
industrial mundial, convirtiéndose en la experiencia más exitosa de la historia Argentina. La apertura y retraso cambiario
afectaron seriamente al sector industrial, provocando la virtual desaparición de la producción de bienes de capital y
mutilando a otras actividades, incluso aquellas con un desarrollo de larga data
La evolución del sector industrial introduce también la discusión sobre los modelos de crecimiento. Durante el
Menemismo y con el correr del tiempo fueron planteándose importantes problemas que permiten dudar de lo adecuado
del enfoque. Como se esperaba, el resultado fue, una importante reorientación de la actividad productiva, concentrada
en diversos sectores en los que el país cuenta con ventajas comparativas, mientras se desmantelan ramas enteras debido
a la apertura. Los aspectos negativos superaron cuantitativamente a los positivos, abriendo numerosos frentes de
desequilibrio. Un ejemplo fue la superación de las importaciones a las exportaciones que provocaron un importante
déficit comercial. Este déficit duplicó el endeudamiento externo y, con él, el drenaje de recursos en concepto de
intereses, comprimiendo aún más el ingreso disponible e incrementando la necesidad de financiamiento externo.
Muchas de las empresas en actividad reemplazaron buena parte de sus insumos obtenidos en el mercado local por
importaciones. Si se restringiera el financiamiento externo y debieran comprimirse forzosamente las importaciones o
practicarse una devaluación, se pondría de manifiesto la precaria situación productiva de la Argentina y se estaría ante el
riesgo de un colapso productivo mayor. Por último la reestructuración productiva también generó una desocupación
mucho mayor a la esperada, que comenzó a ser absorbida posteriormente de manera algo lenta.

17. ¿Cómo fue la actividad agropecuaria durante este periodo?


En los últimos años la producción agrícola global creció debido a una serie de transformaciones ocurridas en varios
cultivos, que se tradujeron en un aumento de los rendimientos y de la superficie dedicada a la agricultura. Las
oleaginosas y los cereales fueron los cultivos más importantes por el valor de su producción y por su participación en las
exportaciones. El complejo agroindustrial oleaginoso argentino tiene hacia fines del siglo XX una posición de

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preeminencia en los mercados mundiales como primer exportador mundial de aceites vegetales de grano y harinas
proteicas.
En los años 90’ la producción agropecuaria experimentó un proceso de incorporación de innovaciones tecnológicas
necesarias para el proceso productivo, con el fin de aumentar el valor agregado del producto y para poder competir en el
mercado internacional. En contraposición con la agricultura, la producción ganadera refleja un estancamiento
generalizado con bajo crecimiento y disminución del número de cabeza de ganado de las principales especies. Un
informe oficial apuntaba como causales de la baja performance de la ganadería la limitación de la participación argentina
en los mercados mundiales desde comienzos de la década del 80’: la inestabilidad económica interna que influyó sobre
el consumo y las decisiones de inversión; la tasa de interés real positiva, que limitó el acceso al crédito e incrementó el
costo de oportunidad de las inversiones; el desplazamiento de la actividad ganadera por cultivos agrícolas anuales, como
los cereales y las oleaginosas; la poca productividad de la ganadería, fruto de la baja tasa de inversión y el
desplazamiento hacia tierras de menor calidad; la disminución de la demanda de carnes rojas debida a la sustitución por
carne de aves; y la falta de una política pecuaria articulada con un enfoque de largo plazo.
En el sector ganadero las transformaciones tecnológicas han sido menos importantes y se han aplicado al mejoramiento
de las razas y de la alimentación de los rodeos. Un aspecto favorable para la ganadería vacuna fue la eliminación de la
fiebre aftosa en 1997.Dicha enfermedad un motivo esgrimido por parte de los mercados potenciales para impedir el
ingreso de carnes argentinas.

18. ¿Qué impacto regional genero la evolución de las economías de la Argentina en este periodo?
La evolución económica de la Argentina tendió a concentrar sus frutos en torno a la zona de influencia del puerto de
Buenos Aires y de algunos centros urbanos del interior, como Córdoba y Rosario. Este esquema se consolido con el
modelo agroexportador y dio forma posteriormente a la estructura espacial del proceso de industrialización, ya que las
fabricas tendieron a instalar en zonas próximas a los principales centros de consumo.
Pocas veces se intentó poner en marcha una política económica que tratara de promover explícitamente el desarrollo
económico del interior, de manera que el esquema de “país abanico” del que hablaba Bunge en los años 30 se mantuvo
vigentes en líneas generales. La producción, el acceso a la educación y a las mejores condiciones de vida continuaron
concentrados en una porción relativamente reducida del territorio, mientras que el resto conservaba su posición de
retraso, solo matizado por el crecimiento de algunas economías regionales específicas.
El nuevo modelo plasmado a partir del Plan de Convertibilidad no implico una transformación profunda de los patrones
históricos. Por el contrario, la eliminación de buena parte de los incentivos de promoción quito alicientes para la
radicación de inversiones, al tiempo que los procesos de privatización de los ferrocarriles y las concesiones de las
principales carreteras supusieron un incremento del costo de transporte, proporcional a la distancia del centro de
consumo situado fundamentalmente en la Capital y el Gran Buenos Aires.
Desde un punto de vista del largo plazo, muchas regiones se vieron seriamente afectadas por los procesos de
racionalización previos o posteriores a la privatización de empresas públicas. Los programas de retiros voluntarios
permitieron un breve auge por el flujo dinero derivado de las indemnizaciones de esos programas de los despidos, pero
luego se puso de manifiesto la secuela de desocupación y la falta de proyectos colectivos que canalizaran esos fondos en
proyectos de inversión sustentables.
En consecuencia, el panorama regional ofrece hoy una profunda heterogeneidad, que depende de la trayectoria histórica
de cada zona y del impacto específico de la reestructuración. La política de apertura, como vimos, provoco una marcada
transformación de la morfología de la producción, en la que muchas actividades se contrajeron; mientras que aquellas
que gozaban de ventajas comparativas lograron cierta expansión.
Sin embargo, la reestructuración y modernización productiva produjeron una creciente heterogeneizacion también hacia
el interior de cada región. Un autor que analiza la evolución de los circuitos del petróleo, del carbón y del azúcar da
cuenta de un significativo proceso de concentración económica que margina a buena parte de los trabajadores y de los
pequeños productores en el seno de actividades con importantes tasas de crecimiento, como en el caso de la
producción de peras y manzanas en el Alto Valle de Rio Negro, en el que se advierte el avance implacable de una firma
multinacional que desplazo a las producciones familiares. La reestructuración viñatera de Cuyo, por su parte, se agilizo
con programas de diferimiento impositivo que beneficiaron a los grandes grupos económicos y excluyeron a los
productos minifundistas. También se produjo un notable avance en la tecnificación de algunas actividades, como en el
citado ejemplo del Alto Valle, o en la producción del algodón, que redujo notablemente el nivel de empleo.
La divergente evolución del desempleo tiene relación con la reestructuración productiva, pero también con la
profundidad del ajuste del sector público nacional y provincial. En este último caso, la distribución de recursos del Estado
nacional hacia las provincias fue notoriamente asimétrica, obligando en algunos casos a un ajuste más severo que en
otros. Este es el caso de La Rioja ,provincia de nacimiento de Menem, que, a pesar de no tener una estructura productiva
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fuerte, logro mantener baja tasa de desempleo gracias a los fondos especiales que fomentaron la ocupación en el sector
público.
Por eso, la heterogeneidad nos remite al rol del Estado, que sufrió un giro importante en la década del 90, adquiriendo
un carácter marcadamente pasivo, lo que abrió crecientes oportunidades a aquellos actores sociales que detentaban
mayor poder de negociación para imponer sus estrategias. No obstante, en los casos en los que el Estado jugo un rol más
importante, reforzó la acción de esos grupos por medios de facilidades tributarias, privatizaciones, subsidios específicos
o normativas en el plano laboral. Desde este punto de vista, el Estado fue también propulsor de la creciente
heterogeneidad.

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