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YV. R. D E V I L L A j - U R R U T I A

E S P A N A.

EN EL

CONGRESO DE VIENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA. OFICIAL DE

D. PEDRO GÓMEZ LABRADOR

MARQUES DE LABRADOR

De la. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.

MADRID
f ÍPOÜRAFÍA DE LA REVISTA DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS
Calle de las Infantas, n ú m . 42.
•1907
REV. DE A R C H . , BIBL. Y MUSKOS TOMO X V . — L Á M . I

DON P E D R O GÓMEZ LABRADOR, MARQUÉS DIC LABRADOR


W. R. D E V I L L A - U R R U T I A

E S P A Ñ A

EN EL

CONGRESO DE VIENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA. OFICIAL DE

D. PEDRO GÓMEZ LABRADOR

•MARQUÉS D E LAB R A D Í R

be la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.

MADRID
TIPOGRAFÍA DE LA REVISTA DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS
Galle de las Infantas, n ú m . 42.
1907
ESPAÑA EN EL C O N G R E S O DE VÍENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA OFICIAL

DE D . PEDRO GÓMEZ LABRADOR, MARQUÉS DE LABRADOR

M UCHOS son los libros que corren, ó mejor dicho, d u e r m e n impresos


sobre el Congreso de Viena; escritos los unos por los contempo-
r á n e o s d e aquella ilustre Asamblea diplomática,de cuyos acuerdos
apenas queda hoy r a s t r o en el mapa de Europa, y publicados los otros en
nuestros días, ya para dar á conocer las archivadas correspondencias y
m e m o r i a s de los protagonistas, ya para poner á éstos más á n u e s t r o alcan-
ce, despojados de su aureola y con todas las debilidades propias del h u -
m a n o linaje, ya para recordar, especialmente á los vieneses, las incompara-
bles fiestas que, como bordado de riquísimas flores, cubrieron la t r a m a
política del Congreso d u r a n t e los varios meses en que la imperial ciudad
se vio elevada al rango de capital de la Europa.
En todos estos libros apenas hallamos mención del Plenipotenciario
español D. Pedro Gómez L a b r a d o r . Su retrato figura entre los claros v a -
r o n e s que dibujó Isabey, engalanados con lujosos uniformes y preciadas
cruces, departiendo amistosamente, en el palacio de la Cancillería i m p e -
rial, sobre los arduos negocios sometidos al Congreso. Su n o m b r e lo cita
T a l l e y r a n d con olímpico desdén en algunas de sus cartas; pero no lo ha-
llamos al pie de los T r a t a d o s de I 8 I 5 , que se negó á firmar en Viena,
y que años después suscribió en París el C o n d e de F e r n á n - N ú ñ e z . A p e -
nas lo menciona en su Crónica m u n d a n a el Conde de la G a r d e que nos

i Fétes et souvtniís>du Congrés de Vietine. Tableaux des Saions. Sccnea anecdoiiques et


partraits, 1814-1S15. Pari<¡, 1843, 2 vols. ¡n 8."
2 KEVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

habla del Encargado de Negocios de España D. Camilo Gutiérrez de los


Ríos. Pero cuantos españoles han escrito, harto s o m e r a m e n t e , sobre el
Congreso de Viena, culpan á L a b r a d o r del secundario y deslucido papel
que en él hizo nuestra diplomacia y del escaso fruto que nuestros t r i u n -
fos militares nos valieron, atribuyendo la responsabilidad del fracaso á la
manifiesta incapacidad de nuestro Plenipotenciario, á quien h a n clavado
en la picota de la"historia con la nota de inepto. ¿Merece L a b r a d o r este
ejemplar castigo; ó ha sido víctima, como tantos otros, de un error histó-
rico que lo ha condenado á perpetua ignominia?
Más de una vez nos habíamos hecho esta pregunta; pero para darla
cumplida respuesta y resolver en justicia era preciso oir, en p r i m e r t é r -
mino, al propio L a b r a d o r ; no lo que él ha querido contarnos en sus a p u n -
tes autobiográficos que escribió poco antes de su m u e r t e , cargado ya de
años y achaques y algo descabalado de memoria y de juicio, sino lo que
nos dicen sus cartas oficiales y las instrucciones de sus jefes y todos los
papeles archivados en el Ministerio de Estado, que se refieren á las n e g o -
ciaciones del famoso C o n g r e s o . Y para esto se necesitaban ocios mayores
que aquellos de que puede disponer u n diplomático en activo servicio,
aun en tiempos como los presentes, harto liberales en punto á comisiones
y licencias.
A la bondadosa amistad de antiguos jefes míos, que han llegado á serlo
del Gobierno, y á quienes doy aquí público testimonio de mi agradeci-
miento, he debido no pocos meses de forzado reposo en mi carrera, que
he podido dedicar á este estudio, el cual, a u n q u e parezca á m u c h o s de es-
caso interés, y lo sea ciertamente como obra mía, debe merecer alguna
1

indulgencia por el laudable propósito que revela de buscar la vervad y de


contribuir, siquiera con u n grano de arena, á la historia h a r t o ignorada y
somera de la diplomacia española. Si para e m p r e n d e r este trabajo rae h a
faltado la debida preparación, no me ha estorbado, en cambio, n i n g ú n
prejuicio. Ni me he propuesto rehabilitar á L a b r a d o r , reintegrándole en la
carrera con los honores de perfecto Embajador, ni he querido borrarle de
ella sin formación de expediente.
Con gran imparcialidad y no m e n o r paciencia he leído el que obra en
el Ministerio de Estado sobre el Congreso de Viena, v consta de siete

i Mélanges sur la vie privée et publique du Marquis de Labrador, cents par lui-méme et
renfermant une revue de la politique de l'Europe depuis 1798 jusqu, au mois d'Octobre 1849 ce
des révélations tres importantes sur le Congres de Vienne. París, 1840.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VI EN A 3

abultadísimos legajos. En él figuran todos los papeles que, en el prólogo de


su autobiografía, dice L a b r a d o r había juntado con el propósito de escribir
la historia del Congreso de Viena, los cuales quedaron en R o m a en I83I,
y durante su ausencia, el Secretario Encargado de Negocios envió de ellos
una lista al Ministerio de Estado, y éste dispuso que se remitieran á dicho
•Centro. Los reclamó, años después, por conducto del Embajador de S. M .
e n París, al cual se dijo, en Real orden de i.° de Marzo de i85o, que era
d e todo punto inexactoJo que L a b r a d o r estampaba respecto á estos p a p e -
les en el prólogo de su folleto, puesto que en despacho de 3o de Abril
,de 1831, siendo Embajador en R o m a , había manifestado el propio L a b r a -
d o r que, por no saber á quién entregarlos, los había conservado en su p o -
der; que los dejaba en el Archivo de la Embajada, y enviaba un i n v e n t a -
rio á fin de que se pudieran dar las órdenes para el ulterior destino de
ellos; en consecuencia de lo cual, se dispuso, en 18 de Mayo de I 8 3 I , su
remisión á la P r i m e r a Secretaría, no siendo posible acceder á su d e v o l u -
ción, porque, según el informe del Archivo, eran «documentos referentes
á las mismas negociaciones, y papeles de semejante naturaleza no son, ni
•pueden ser, de propiedad particular.» Y, en efecto: éstos no son m á s que
los despachos del m i s m o L a b r a d o r , en borrador y en copia, y las Reales
órdenes originales que le fueron dirigidas, documentos todos ellos ofi-
ciales.
De su lectura se desprende que no era L a b r a d o r más que una d o r a d a
medianía; uno de tantos diplomáticos del m o n t ó n de la carrera, que en
tiempos normales y en circunstancias ordinarias llenan su misión cumpli-
d a m e n t e y aun logran pasar á la posteridad con fama de discretos, que
entre sus coetáneos no gozaron. Había sido con él la fortuna más pródiga
,que la naturaleza, y como tenía los favores de aquélla por justificada r e - ~"
.compensa de sns naturales dones, de tal suerte había recrecido su ingénita
vanidad, que se consideraba en su oficio m u y superior á cuantos con él
trataban y hallábase siempre dispuesto á dar, pero no á recibir consejo. Si
n o reconocía límites su vanidad, teníalos, en cambio, m u y estrechos su en-
tendimiento. Faltaba extensión y penetración á su mirada: no abarcaba,
d e s d e luego, u n negocio en su conjunto y sus detalles, ni acertaba á dar
a l a s cosas sus verdaderas proporciones; fijábase en las pequeneces a b u l -
tándolas, y éstas le ocultaban los puntos principales de la cuestión. C a r e -
cía, además, de la viveza de ingenio, que á veces acompaña y á veces s u -
ple al entendimiento, por lo q u e , despreciando la negociación verbal, alma
4 f'EVJSTA DE ARCHUOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de la diplomacia, reducíalo todo, á manera de pleito, á escritos en que se


revelaba el leguleyo. Jactábase de discurrir y aun de escribir con cristiana
libertad, reñida con los usuales artificios del lenguaje diplomático, y nó
era, sin embargo, ni firme, ni franco, ni sencillo. Habíale, por último, to-
cado en suerte una parte no pequeña de la nativa soberbia, patrimonio de
la raza, y como tenía menos crianza de l a q u e el oficio requería, resultaba
altivo y d u r o en su trato, y, por consiguiente, insoportable, habiendo su
sequedad genial dado lugar á quejas de Cortes extranjeras y á amones^
taciones de la nuestra '.
¿ C ó m o se explica que con estas condiciones, que le hacían tan poco á
propósito para la carrera diplomática, hubiera llegado, n o sólo á represen-
tar á España en el Congreso de Viena, lo que pudo ser m e r o capricho d e .
la suerte, sino á desempeñar después tranquilamente, d u r a n t e m u c h o s
años, otras importantes Embajadas? Hay que reconocer, en primer t é r -
m i n o , aunque nos duela el confesarlo, que no era L a b r a d o r una excepción
entre los Embajadores que produjo en España la escuela de la desgracia, y
que florecieron en la primera mitad del siglo pasado. T o d o s debían sus
puestos á la intriga, y si no servían los más para negociar tratados, nadie
les aventajaba en negociar ascensos y sobresueldos, bandas y toisones;
eran, por decirlo así, Embajadores domésticos, que sólo ejercitaban,sus
aptitudes diplomáticas en la propia Corte y no en' las extrañas, cerca de
las cuales estaban acreditados. Y en punto á intrigas y t r a m o y a s cortesa-
nas podía pasar L a b r a d o r por un Maquiavelo mal traducido al castellano.
Había conocido al Rey m u y de cerca, por lo que procuraba mantenerse
siempre á respetuosa distancia de la real persona, cultivando al propio
tiempo la amistad de cuantos formaban parte de la camarilla. Poseía, ade-
m á s , como ninguno, el arte de hacer valer, realzándolos, sus méritos y s e r 1

vicios, y como entre nosotros se presta una distraída atención á las c u e s -


tiones internacionales, que L a b r a d o r había tratado m a n o á m a n o con los
. i

i Dice Pizarro CD SUS Memorias (tomo II, pág. 1 2 1 ) : «De más de una Corte vinieron indicü!-
ciones.de que su sequedad [genial contribuía al entorpecimiento de los negocios, y aun Lord
Vvellington me'.hizo decir lo mismo.» 1

Y en un despacho]dirigido por Labrador á Pizarro, en 1 7 de Diciembre de 1816, recayóía


siguiente resolución: «La advertencia que se hizo al Sr. Labrador, y que s e ' e recite, se funda
en que S. M. mismo, que es nuestro dignísimo modelo, quiere imprimir en sus relaciones pól'fc-
ticas el mismo aire de afabilidad y dulzura que tanto brillan en el carácter de S. M. y que tanto
contribuyen al éxito de'Jos 'negocios diplomáticos. Por esto fué preciso hacérsela para que ¿I
lenguaje de S. M. y de todos sus Ministros 'sea uno y guarde conformidad, falta por la que no
:

pocas veces se complican los negocies, y como hasta aquí no se había dado á este punto la ma-
yor atención, me pareció advertírselo, para que obrase de acuerdo.» '•'.)
ESPAÑA EN- KL CONGRESO DE VIESA 3

más poderosos Monarcas y Ministros, y en las que se decía peritísimo,


teníanlo las gentes por tal, y corroboraba esta opinión el Gobierno p r e -
niiando, con la G r a n C r u z de Carlos III, el fracaso de Viena. De este fra-
caso n o fué, sin embargo, L a b r a d o r el único culpable.
Hay derecho á exigir de u n Embajador que interprete fielmente s u s
instrucciones y las cumpla con habilidad y acierto, y cuando este E m b a -
jador, como sucedía á T a l l e y r a n d y á los demás Plenipotenciarios de las
grandes Potencias en el Congreso de Viena, es, no sólo el representante del
Gobierno, sino el Gobierno m i s m o , es decir: la cabeza que piensa y el
brazo q u e ejecuta, nada de extraño tiene lo q u e al D u q u e de Broglie ha
merecido tanto elogio, atribuyendo á T a l l e y r a n d el haber ensanchado y
engrandecido la misión del Embajador, haciéndole arbitro y no i n s t r u -
m e n t o de la política del Gobierno. P e r o L a b r a d o r no se encontraba en
igual caso. Podía, es cierto, porque la latitud de sus instrucciones se lo
permitía, obrar con algún desembarazo y a u n imprimir determinado
r u m b o á sus gestiones para conseguir lo único que la Corte de Madrid per-
seguía con empeño, ó sea la restitución de los Estados de Italia á los d e s -
poseídos Príncipes de la Casa de E s p a ñ a ; m a s precisamente la falta de
orientación de nuestra política exterior, claramente revelada en la v a g u e -
dad de las instrucciones, dejaba á L a b r a d o r á obscuras 'y le obligaba á
buscar á tientas su camino. Si no lo encontró, no fué la culpa exclusiva-
mente suya, y la responsabilidad de ella alcanza, en primer t é r m i n o , á los
Ministros, que todo lo fiaron al tino, conocimientos y particular celo del
Embajador.
Movería á risa, si no se tratara del buen n o m b r e de España y de i n t e -
reses tan altos y negocios tan serios como los que tuvieron en sus manos
aquellos Ministros de Estado, la falta de criterio, el desconcierto, la infor-
malidad que presidió á la dirección de estos asuntos, y de la q u e , por des-
gracia, h a y n u m e r o s o s ejemplos en la historia de nuestra diplomacia.
Cuando la Regencia envió primero á Pizarro y después á F e r n á n - N ú ñ e z
para el ajuste de la paz general, y propuso al Embajador inglés en Madrid
la celebración de un T r a t a d o de alianza por el que se comprometería Es-
paña á no renovar en ningún caso el Pacto de familia, obraba aquel G o -
bierno movido del temor de que los aliados se entendieran con Napoleón
y del deseo de continuar la g u e r r a . Restituidos á su Patria Luis XVIII y
F e r n a n d o V I I , creyó éste ocioso el tal T r a t a d o , y si lo firmó, cediendo á
exigencias de Inglaterra, no fué su ánimo q u e sirviera de base á la política
6 REVISTA DE ARCHIVOS, BIHLIOTECAS Y MUSEOS

de la .Monarquía restaurada, la cual buscó más bien la amistad de Rusia,


ya por la personal influencia del Ministro del Zar en Madrid, Tatistscheff;
ya porque se creyera, como decía P i z a r r o , que el E m p e r a d o r Alejandro
era el mejor abogado de causas justas perdidas; ya, en fin, por el proyecto,
que acarició el Monarca español, de unirse en matrimonio con una G r a n
Duquesa rusa P e r o , ni aun en esta amistad se fijó y perseveró el Go-
bierno español, sino q u e , al m i s m o tiempo, por u n artículo secreto del T r a -
tado de paz con Francia, obtuvimos que ésta apoyase con sus buenos ofi-
cios en el Congreso de Viena nuestras reclamaciones respecto á los E s t a -
dos de Italia, y hasta h u b o intento de r e n o v a r , siquiera en la parte h o n o -
rífica, el Pacto de familia, porque, al fin y al cabo, no podía menos de ha-
ber entre los dos Soberanos restaurados, unidos por los vínculos de la
sangre, cierta comunidad de simpatías é intereses, que había de reflejarse
én sus relaciones políticas. Así, pues, alternativa y aun simultáneamente
solicitó el Gabinete de Madrid la amistad y el apoyo de Inglaterra, de R u -
sia, de Francia y hasta de Prusia (sólo al Austria consideró como enemiga
por su política en Italia), sin decidirse por ninguna ante el temor de d i s -
gustar á las demás, y este temor fué entonces, como lo ha sido también en
m u c h a s otras ocasiones, causa principal de que dejáramos á todas igual-
m e n t e disgustadas y de que ninguna se atreviera á socorrernos en la me-
dida que lo necesitábamos. Nuestra amiga y natural aliada la Inglaterra,
que tan poderosamente había contribuido á arrojar de la Península á los
franceses, y que tan dispuesta se hallaba á a y u d a r n o s en las negociaciones
diplomáticas del Congreso de Viena, no gozó, quizás por lo que de liberal
tenía su Gobierno, de las simpatías de F e r n a n d o VII y de sus consejeros,
y si no se renovó el Pacto de familia, ni se concertó una alianza con R u -
sia, fué porque lo estorbaron nuestras vacilaciones y la poca confianza que
en el cumplimiento de nuestros compromisos internacionales llegamos á
inspirar. Es de esperar que el desfavorable, pero merecido, juicio que de
nosotros formaron los extraños, pertenezca ya definitivamente á la h i s t o -
ria, y que ésta nos enseñe á n o reincidir en errores q u e , como los cometi-
dos por nuestra diplomacia d u r a n t e el Congreso de Viena y de que va á
darnos fehaciente testimonio la correspondencia de D. P e d r o Gómez La-
brador, r e d u n d a n en desprestigio de la Nación y en menoscabo de sus de-
rechos é intereses.

i Sobre este proyecto matrimonial ha publicado un interesante trabajo el erudito histo-


riador Sr. Becker.
LSPAÑA fcN EL CONGRESO DE VIENA 7

En el verano de 1814 aprestábase la imperial ciudad de Viena á recibir


con cordial agasajo y nunca visto atuendo á los más sesudos y famosos
diplomáticos del m u n d o , q u e iban allí á juntarse para rehacer á su antojo,
tras hondas meditaciones y prolijos debates, el mapa de Europa, algún tanto
desfigurado y maltrecho por los tajos y reveses de u n soldado de fortuna.
G r a n d e y legítima era la satisfacción de los vieneses. Ellos sabían, p o r -
que lo decían verídicas historias, que su ciudad natal había sido, allá en
el siglo XVII, baluarte de la cristiandad en E u r o p a y había resistido heroica
y victoriosamente el asedio y embate de los turcos. Y a u n q u e de esto h a -
cía m u c h o tiempo, seguían considerándose inexpugnables é invencibles,
cuando un suceso tan imprevisto como doloroso vino á poner t é r m i n o á
sus patrióticas ilusiones. U n día, al pie de la t o r r e de San Esteban, que se
yergue secular y altiva en medio de la ciudad, desfilaron, con batientes
t a m b o r e s y tricolores banderas desplegadas, unos soldados advenedizos
que se enseñorearon de la capital á n o m b r e de un E m p e r a d o r de n u e v o
c u ñ o , que nada tenía de c o m ú n con la augusta, sacra y cesárea majestad
de los Habsburgos, que á los austríacos venían d u r a n t e largos siglos g o -
bernando.
Y aquel obscuro a v e n t u r e r o , oriundo de Córcega, en quien parecía ha-
ber encarnado el genio de la guerra, descansó sendas veces sobre sus l a u -
reles de Austerlitz y de W a g r a m en el palacio de S c h ó n b r u n n , sin respeto
para la memoria de la gran María T e r e s a , á la que infirió aún m a y o r agra-
vio exigiendo, á guisa de barnaje, la mano de una Archiduquesa, hija del
propio E m p e r a d o r Francisco I, para que compartiera con el u s u r p a d o r el
t r o n o en que acababa de sentarse la infortunada María Antonieta. L o s
vieneses, que habían visto atónitos todas estas cosas y habían tenido q u e
someterse á todas estas humillaciones, saboreaban ahora el placer de los
dioses. Napoleón, vencido por la E u r o p a , se veía reducido á una irrisoria
soberanía en la isla de Elba; el E m p e r a d o r de Austria, con sus aliados los
soberanos de Rusia y P r u s i a , había entrado en París al frente de los ejér-
citos triunfadores; Luis XVIII ocupaba ya el restaurado t r o n o de sus ma-
yores, y todos los Monarcas desposeídos ó vencidos por Bonaparte se r e -
gocijaban de la caída de aquel colega extraño, á cuya soberanía le faltaba,
para su legitimación, la sanción del tiempo que, juntamente con la del éxito,
8 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSIÍOS

reemplaza muchas veces con ventaja el indiscutible título del derecho h e -


reditario. E n este universal regocijo de Reyes y de pueblos cabía parte
m u y principal á la ciudad de Viena, designada para albergar al C o n g r e -
so, cuyos acuerdos, á semejanza de los de Westfalia, habían de formar
época en la historia de la diplomacia europea. De aquí la grande y legí-
tima satisfacción de los vieneses cuando, en el verano de 1814, se a p r e s t a -
ban á recibir con cordial agasajo y nunca visto atuendo á los más sesudos
y famosos diplomáticos del m u n d o .
E n t r e estos varones ilustres, mandatarios y arbitros de E u r o p a , cuyos
n o m b r e s conserva la historia y cuya imagen ha transmitido a l a posteridad
con suprema elegancia el lápiz de Isabey figuró como representante de
España D . P e d r o Gómez L a b r a d o r . 2

Presidió á su elección, á la usanza española, el deseo de premiar s e r -


vicios políticos, más que nacionales domésticos, sin tener para nada en
cuenta las condiciones personales del sujeto ni la relación que debieran
g u a r d a r con la misión que se'le confiaba, porque eso de la especial aptitud
y preparación para determinados cargos, que en otras partes se busca y
aun se encuentra, anda entre nosotros reñido con nuestra manera de g o -
b e r n a r y de administrar la cosa pública. N o hay país donde reine con m a -
y o r imperio que en España el principio esencialmente democrático de la
igualdad ante el destino, ni donde el nepotismo haya echado más h o n d a s
raíces, favorecido por las propicias condiciones de la raza. T o d o español,
por el hecho de serlo, posee una aptitud constitucional, antes ingénita que
escrita, para el desempeño de cualquier cargo público, sobre todo d i p l o -

1 Cuenta el Conde de \-\ Garde en su libro Fiestas y recuerdos del Congreso de Viena que,
lamentándose un día Isabey en casa de Tallevrand. en París, de las consecuencias de una Res-
tauración que parí él había sido una ruina, puesto que le había quitado los destinos que á Na-
poleón debía; fijóse el Príncipe en el cuadro de Terburg, de la paz dé Munster, y señalándoselo al
artista le dijo: «Va á abrirse un Congreso en Viena; va va usted allí.» Asi lo hizo, y no tuvo por
qué arrepentirse, pues retrató á casi todos los soberanos v personajes que se reunieron en Viena,
que no fueron pocos, y su dibujo, que representa una sesión de los Plenipotenciarios del Con-
greso, mereció unánimes elogios. Grabó esta preciosa estampa John Godefroy, y su costo, de
40.000 francos, lo cubrieron los ocho Gobiernos firmantes, á razón de 5.ooofancos cada uno, por
. 10 ejemplares antes de la letra y 20 con letra. El precio anunciado en el prospecto era de 240 y 120
francos respectivamente el ejemplar, suscrito de antemano,'y el doble para los que después se
pusieran á la venta.
2 El retrato de Labrador que acompaña á este trabajo, y cuya reproducción debemos á la
amabilidad de su actual poseedor el Excmo. Sr. D. Aureliano de Beruete, es obra admirable
de D. Vicente López y fué pintado en Madrid en 1831 ó 1832 durante un viaje que Labrador, á
la sazón Embajador en Roma, hizo á la corte en uso de licencia, á poco de haber contraído ma-
trimonio.
En la Biblioleca Nacional hay otro retrato de Labrador, grabado por F. Lefman, busto per-
dido, sin letra, que corresponde á la misma época.
I SPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA <)

mático, y basta que un Soberano bondadoso ó un Ministro pariente ó


amigo le saque del anónimo m o n t ó n , para que surja, como Minerva de la
cabeza de Júpiter, el embajador ó el estadista que vivía, quizás en bien de
la Patria, latente y desconocido.
¿Quién era y qué servicios había prestado L a b r a d o r ? D. P e d r o Gómez,
que así se firmaba en los primeros años de su carrera y así se le llama
en los primeros nombramientos que figuran en su expediente personal,
nació en Valencia de Alcántara, siendo sus padres D. Diego Gómez P a t i -
no, Regidor' perpetuo de aquella villa, y D . Catalina Havela Alvarado, y
a

sus abuelos paternos D. Bartolomé Gómez L a b r a d o r y D . María Josefa


a

Patino. A los doce años de edad fué á Salamanca, donde permaneció más
de ocho, estudiando Matemáticas con D. Justo García; Derecho natural y
de gentes con el que después fué Ministro de Gracia y Justicia de C a r -
los IV y Marqués de Caballero, y poesía, á la que siempre tuvo gran afi-
ción, con Meléndez Váldés. C o m p u s o en sus mocedades u n poema, cuyos
versos no le parecían peores que otros que sirvieron á sus autores para
llegar á Embajadores y Ministros de Estado, y cita en su autobiografía,
para probar la quimera de la fraternidad universal, los cuatro versos si-
guientes, que son los únicos que de él se conservan, y bastan para que no
sintamos la pérdida de los demás:

«El indio llora de amargura lleno


Si una hormiga p só mientras pasea,
:

Y el caribe voraz, frío y sereno.


Humana carne en asador voltea.»

«¡Cómo han de ser, pues, hermanos—añade—el indio y el caribe!»


En 17 de Agosto de 1792 fué n o m b r a d o Oficial octavo de la P r i m e r a
Secretaría de Estado, y el i3 de Noviembre del siguiente año se le conce-
dió plaza supernumeraria de Oidor en la Audiencia de Sevilla, «para cuyo
desempeño era absolutamente incapaz, y á cuyas tareas tenía el odio m a y o r
que puede imaginarse, teniendo, además, una rija en el ojo derecho, de la
que no podía curarse en Sevilla por no haber cirujano oculista», según
manifiesta en instancia de 27 de Diciembre, solicitando su exoneración y
los honores de Intendente con opción á la primera vacante, que le fueron
negados.
El 29 de Agosto de 1798 empezó su carrera diplomática como E n c a r -
gado de Negocios en Florencia, habiéndole desde allí enviado Carlos I V
cerca de Pío V I , para que acompañara en su destierro y peregrinación á
¡O REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

aquel Pontífice, que en una bula le llamó «Ángel enviado del cielo para
su socorro». A la m u e r t e de Pío VI fué acreditado como Ministro pleni-
potenciario en R o m a cerca de Pío VII, y a u n q u e se le designó en 5 de Di-
ciembre de 1801 para Secretario de la Embajada de S. M. encargada de
ajustar las paces en A m i e n s , juntamente con D. L o r e n z o T e r á n , Ministro
residente en Genova, y D. Pascual Vallejo, Intendente de Ciudad Real, n o
llegó á desempeñar este cargo porque, n o m b r a d o Embajador extraordina-
rio en reemplazo del C o n d e de C a m p o Alange D. José Nicolás de Azara,
que lo era á la sazón en París, llevó como Secretario al de la Embajada en
Francia D . J u a n del Castillo y C a r r o z . De R o m a volvió L a b r a d o r á F l o -
rencia, cerca de la nueva Corte de Etruria, acompañando á S. M . la I n -
fanta D . María Luisa y á su hijo, p r i m e r o á Milán, donde lo recibió N a -
a

poleón, y después á Aranjuez. Predestinado al acompañamiento de Reyes,


hizo con Fernando VII el viaje á Bayona en unión del M a y o r d o m o Mayor
D u q u e de San Carlos; del Ministro de Estado D. P e d r o Cevallos; del Du-
que del Infantado, de Escóiquiz y del Marqués de Múzquiz; y cuando se
trató de designar un Plenipotenciario que se entendiera con el Ministro de
Relaciones exteriores C h a m p a g n y , fué elegido L a b r a d o r precisamente por
los términos despectivos en que respecto de él se había expresado N a p o -
león. Claro está que no se entendieron, cobrando L a b r a d o r fama, según
él m i s m o cuenta, de ser el más feroz de todos los españoles. T r a s l a d ó s e
de Bayona á Florencia, donde se le comunicó la orden, que se negó á c u m -
plir, de prestar j u r a m e n t o al Rey José, por lo que fué encarcelado con el
Secretario de la Legación, A r g u m o s a , y enviado á Dijon y de allí á N i m e s ;
logrando, al fin, escaparse y llegar á Cádiz, tras varias aventuras terrestres
y marítimas, cuando los franceses levantaron el sitio.
Las diferentes misiones que había L a b r a d o r desempeñado en Italia y
el cautiverio que acababa de padecer en Francia le acreditaban de diplo-
mático celoso y buen patriota, títulos a m b o s que tuvo presente la R e g e n -
cia al confiarle, en reemplazo del Marqués de .Casa Irujo, la cartera de
Estado, que d e s e m p e ñ ó desde el 27 de Septiembre de 1812 hasta el 11 de
Julio del siguiente año. T o c ó l e á L a b r a d o r , d u r a n t e su Ministerio, e n t r e -
gar al Nuncio Gravina sus pasaportes, extrañándole del Reino y ocupán-
dole sus temporalidades, por haber protestado en forma irrespetuosa con-
tra el Decreto que abolía la Inquisición en España, y esta m u e s t r a de ga-
llarda energía, tan conforme á las tradiciones españolas y al espíritu libe-
ral que importaron de F r a n c i a las Cortes de Cádiz, mientras á sangre y
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA II

fuego combatían á franceses y afrancesados, dio al n o m b r e de L a b r a d o r


m a y o r realce y pública notoriedad. P e r o , lejos de prestar oído alas sirenas
de la libertad que cantaban su elogio y le tentaban á perseverar en la d e -
fensa de la Constitución que había jurado y de la que se había m o s t r a d o
entusiasta partidario, se acogió o p o r t u n a m e n t e L a b r a d o r al bando absolu-
tista, bien por mera y espontánea inclinación de su espíritu, bien por h a -
ber pensado m a d u r a y cuerdamente que el Rey constitucional soñado por
los legisladores de Cádiz no encarnaba en el deseado D. F e r n a n d o VII, el
cual, por su carácter, su educación y sus instintos, y hasta por los amigos
con quienes se solazaba y que alternativamente le servían de consejeros y
rufianes, n o había de amoldarse á las exigencias del nuevo régimen ni ha-
bía de consentir trabas en el ejercicio de la heredada realeza.
Luego que se vio en España el deseado R e y , entre populares aclama-
ciones, lisonjas cortesanas, entusiasmos casamenteros de las Cortes
bendiciones del clero y alardes militares de marcado sabor pretoriano,
germen de los pronunciamientos que habían de constituir la historia de la
Monarquía española d u r a n t e la m a y o r parte del pasado siglo, apresuróse á
hacer sentir á sus fieles pero ingenuos vasallos todo el peso de la autori-.
dad de que había sido por Dios investido para gobernar el Reino, con
arreglo á su conciencia, por demás holgada. Y así como en los campos de
Villalar tuvieron, con la rota de los C o m u n e r o s , sangriento y trágico fin
las libertades castellanas, así también en el campo de Puzol, al imponer
F e r n a n d o VII el besamanos al Presidente de la Regencia, Cardenal y A r -
zobispo de T o l e d o D. Luis de Borbón, acabó de u n modo visible, pero in-
cruento y cómico, con aquella Constitución del año x n , sazonado fruto de
las Cortes de Cádiz, que fué compendio y lábaro del naciente liberalismo.
E n t r e los españoles que rodearon al Monarca en Valencia, dispuestos
á prestarle consejo y ayuda para el restablecimiento del poder absoluto en
su prístina pureza, se señaló, desde luego, por su celo D. P e d r o G ó m e z
L a b r a d o r , á quien, en unión de D. Juan Pérez Villamil, e n c o m e n d ó el
Rey la redacción del manifiesto y decreto de 4 de Mayo de 1814, para dar
forma y sanción jurídica, si así puede decirse, al acto de Puzol; declarando

1 Los Diputados á Corte": cedieron sus dietas correspondientes al día que se supiera que el
Rey estaba en camino para la capital, p;ira dote de una doncella madrileña que se casara con el
granadero soltero más antiguo del ejercito español, buscando sin duda con este cruzamiento
aventajar la talla de los naturales de la villa y corte; y otro día de dietas para dote de la pri-
mera india que casara con un español europeo, en el primer lugar de los disidentes, que diera
á la nación, con motivo de la venida de Femando V I I , el cunsuelo de volver á su seno.
¡2 R E VISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

nulos la Constitución y los decretos emanados de las Cortes, como si no


hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo.
N o m b r a d o Labrador Consejero de Estado en premio de este servicio, que
hizo olvidar los anteriormente prestados á la Regencia y á las Cortes en
el desempeño del Ministerio de Estado, obtuvo bien pronto m a y o r recom-
pensa y empleo más adecuado á sus aficiones, si no á sus aptitudes, con
la designación que de él hizo S. M., el 26 de Mayo, para representar á Es-
paña, como Plenipotenciario y con título y rango de Embajador, en el
Congreso de Viena. M u y lisonjeado y satisfecho con esta misión diplo-
mática y lleno de esperanzas, que tenían por base una excesiva confianza
en su propio valer y la errónea creencia de que nuestras recientes v i c t o -
rias con los ingleses compartidas en los campos de batalla de la Península,
nos habían granjeado la admiración y el respeto de las grandes Potencias,
emprendió L a b r a d o r , á principios de Junio, su viaje á París y Viena,
donde, en lugar de los soñados laureles, le aguardaban decepciones, dis-
gustos y desaires, además del desamparo en que suele dejar el Gobierno
á los negociadores españoles.

II

E n la guerra que sostuvieron, los españoles contra el Atila corso die-


r o n la medida de su patriotismo, de su menosprecio de la vida y bienes
terrenos, de su valor y tesón en la pelea y del a m o r á su Rey, en el que
encarnaban, con los recuerdos del antaño glorioso y legendario, esperanzas
quiméricas de bienandanzas y grandezas. J u n t a m e n t e con estas cosas de
que dieron los españoles tan gallarda m u e s t r a en la guerra de la Indepen-
dencia, brotó por todas partes y se hizo más sensible el espíritu de indis-
ciplina, efecto de la nativa soberbia, que, unas veces latente y otras mani-
fiesto, ha existido en todo tiempo y se ha extendido á todas las manifes-
taciones de la vida, siendo, por decirlo así, la característica de n u e s t r a
raza y el leitmotiv de nuestra historia.
O t r o rasgo distintivo del alma española, que la asemejaría á su divino
Creador, si pudiera ser cierta la vulgar creencia de que Dios sólo sabe de-
cir más, es la falta de ponderación y de medida, la exageración en todo, en
él a m o r como en el odio, en el premio como en el castigo, en el homenaje
como en el vilipendio, en la exaltación como en la caída. De aquí que
haya germinado \ se cultive sin esfuerzo en n u e s t r o suelo la más e x t r e -
r
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 13

mada intolerancia en todas las esferas, y de aquí también que el patrio-


tismo revista entre nosotros carácter agudo y patológico, y sea algo para
uso exclusivo de semidioses y s u p e r h o m b r e s , que encarna en héroes de
tragedia griega ó de d r a m a de Echegaray y no en personajes de comedia
h u m a n a , hechos á nuestra medida y semejanza; por lo cual hemos c a r e -
cido y seguimos careciendo de ese espíritu patriótico, que es el pan c o t i -
diano con q u e se n u t r e n las naciones grandes y fuertes.
Y así sucedió, que cuando h u b i m o s echado de la Península.á los fran-
ceses, con la ayuda de Dios y la de los picaros herejes que m a n d a b a
Wellington, y cuando, restituido á su patria, para desdicha de ésta, el
deseado Rey que no se merecían aquellos españoles constitucionalmente
justos y benéficos del año xn, se restableció en España el régimen a b s o -
luto en toda su integridad y su pureza, lejos de haber sacado algún partido
de nuestros sacrificios y de nuestras victorias y de haber aprovechado las
simpatías que el triunfo de la legitimidad y del absolutismo debían inspi-
rar á los Monarcas del N o r t e , que con el de la Gran Bretaña formaron la
Cuádruple Alianza y dispusieron á su antojo de los destinos de Europa,
fuimos tratados, no como vencedores, sino como vencidos, y tuvimos que
pasar por humillaciones y despojos no menores que los que nos impuso
Bonaparte en el apogeo de su fortuna.
V e r d a d es que al fragor del combate y á la embriaguez del triunfo su-
cedió el abatimiento consiguiente al desmedido esfuerzo y el desconsuelo
que producen los daños de la guerra cuando no hay recursos con que
acudir á su remedio. No teníamos barcos, porque nuestra Marina había ya
perecido gloriosa, pero estérilmente, en Trafalgar. El Ejército aguerrido,
pero mal equipado y peor artillado, padecía plétora de h é r o e s y anemia de
soldados. Derruidas las plazas fronterizas é indefensas las costas, ofrecía-
m o s al invasor tentadora y fácil presa. Las arcas reales estaban, como
siempre, exhaustas. E n la administración reinaban el descontento y el
abandono. Las Cortes se habían cerrado á mano a r m a d a y el poder R e a ^
sustituyéndose al judicial, imponía con escándalo de E u r o p a arbitrarias
penas á supuestos reos, cuya culpabilidad no resultaba probada en el suma-
rio. Llenaban las antesalas de Palacio los cortesanos, grandes y chicos,
con más ó menos ejercicio y servidumbre, y con ellos u n tropel de preten-
dientes ansiosos de m e d r a r , que fiaban á la lisonja el logro de sus aspira-
ciones. Y, bien fuera porque en la provisión de los altos cargos prevaleció
m á s el capricho que el acierto, bien porque se hubiese extremado la p o -
14 REVISTA DE ARCHIVOS. BIBLIOTECAS Y .MUSEOS

breza de administradores y gobernantes que Siempre sufrió España, ello


es que en los m o m e n t o s en que más necesitados nos hallábamos de un es-
tadista para la dirección de las relaciones exteriores y de u n diplomático
para que nos representara en el Congreso de Viena, tuvimos al frente de
la P r i m e r a Secretaría de Estado, en menos de tres años, tres Ministros,
dos de ellos de la notoria incapacidad del Duque de San Carlos y de D. Pe-
dro Cevallos y como Embajador, para ajustar las paces en París y en
Viena, á u n negociador de tan escasa habilidad y fortuna como D. P e d r o
Gómez L a b r a d o r .
El error más grave en que incurrieron aquellos gobernantes fué el de
haber ido á Viena sin orientación ninguna y sin alianzas ó inteligencias
previas con aquellas Potencias, de cuyo concurso habíamos menester aun
para ser admitidos á hacer valer bajo un pie de igualdad nuestros d e r e -
chos. Y en este error, por sus consecuencias funestísimo, reincidieron
después en análogos casos nuestros Ministros de Estado q u e , a t o r m e n t a -
dos quizás por el atávico efecto de los Pactos de familia, pusieron todo su
empeño y todo su orgullo en no estrechar amistades con ninguna d e t e r -
minada Potencia, porque, «habiendo de mendigar el socorro de todos, no
debemos tratar de disgustar á ninguno» . Y claro está que, reducidos á
2

nuestros propios recursos y al triste papel de hidalgos pordioseros, nos


h e m o s visto más veces desairados que socorridos por las grandes P o t e n -
cias cuando á ellas hemos tenido que acudir apremiados por la necesidad.
P e r o se dirá, con apariencia de razón, que fuimos á Viena aliados á In-
glaterra, como lo prueba el T r a t a d o de paz, amistad y alianza ajustado y
firmado en Madrid á 5 de Julio de 1814, por cuyo artículo secreto «Su Ma-
jestad Católica se obliga á no contraer con la F r a n c i a ninguna obligación
ó T r a t a d o de la naturaleza del conocido con el n o m b r e de pacto de fami-
lia, ni otra alguna que coarte su independencia ó perjudique los intereses
de Su Majestad Británica y se oponga á la estrecha alianza que se estipula
por el presente T r a t a d o . »
Esta es la letra del T r a t a d o : veamos ahora cuál fué su objeto, según
sus propios negociadores, como después veremos la escasa influencia que
t u v o en las gestiones de nuestra diplomacia en Viena.

1 El tercero fué D. José Pizarro, único diplomático de aquella época con condiciones de tal;
pero falto de las necesarias para ser Ministro de Estado con Fernando VII, por io que se vio
obligado á dejar el Ministerio y no volvió á desempeñar ningún cargo público.
2 Despacho de Labrador á Cevallos de 13 Enero de I8I5.
K S P A Ñ A KN EL CONGRESO DE VIENA l5

En 21 de Marzo de 1814 propuso la Regencia al Embajador inglés


H e n r y Wellesley, h e r m a n ó del D u q u e de Ciudad Rodrigo, la celebración
de u n tratado de alianza, ofreciéndose á no renovar el pacto de familia en
el caso de que se restableciera en Francia la dinastía de Borbón, y á no
celebrar otros pactos que aquellos regulares de buena alianza. El objeto
era el de continuar la guerra contra Napoleón, sin ajustar con él las paces
á que parecían inclinarse los negociadores de Chátillon. «Es m u y cierto—
decía nuestro Ministro de Estado al Embajador británico—que sin la c o -
operación de las naciones aliadas del Norte debe de ser m u y aventurada
una lucha con Napoleón; pero también lo es que la G r a n Bretaña puede di-
rigir las relaciones diplomáticas de un modo suficiente á desvanecer toda
transacción de paz con Napoleón, ó á lo menos para demorarla, y a u n q u e
no se consiguiere más que esto último, sería lo suficiente para dar lugar á
que el D u q u e de Ciudad Rodrigo pudiese completar el plan que podría
proponérsele, reducido á verificar, en la m a y o r totalidad posible, la a d h e -
sión de los departamentos meridionales de la Francia á la causa de los
Borbones; y es seguro que tal cuerpo podría t o m a r esta adhesión, que
bastaran los esfuerzos reunidos de la G r a n Bretaña y de la España para
hacer frente al tirano y arrancarle la corona que ha usurpado. S. A. me ha
autorizado para decir á V. E . que.está pronta á hacer un tratado en que del
modo más positivo se estipule que la España, aun cuando los Borbones
ocupen el trono de Francia, no restablecerá con ellos las relaciones que se
llamaban de pacto de familia, ni más que aquellas sencillas y naturales de
amistad, armonía y buena correspondencia que es de tener entre dos n a -
ciones que se llaman amigas y no aliadas.»
De esta nota se dio traslado á nuestro Embajador en L o n d r e s el C o n d e
de F e r n á n N ú ñ e z , encargándole se apersonase con L o r d Liverpool para
conocer la resolución del Gobierno británico. El 12 de Abril contestó el
Embajador que recibió la Real orden el m i s m o día en que se supo la e n -
trada de los aliados en París, por la cual no pudo ver á Liverpool, p a r e -
ciéndole además ya inútil el asunto que la motivaba; pero que cuando viera
al Ministro le diría cuáles habían sido nuestras intenciones. El 19 de Abril
d a cuenta de su entrevista con Lord Liverpool, cuya respuesta fué «que
ya había contestado por el correo pasado á D. Henrique (Wellesley) y que
las ocurrencias que habían sobrevenido hacían ya inútil este paso y, por
consiguiente, no se debía de hablar de él». No sorprendió á F e r n á n Núñez
la respuesta, porque Liverpool había estado á la cabeza del partido que
l6 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

pretendía se debía íirmar la paz con Bonaparte y conservarle en el trono de


Francia. P o r último, el 29 de Abril dice nuestro Embajador que, á pesar de
la respuesta de L o r d Liverpool, sabe positivamente que la que se m a n d ó
dar al Embajador inglés en Madrid fué que se admitía la proposición del
Gobierno español y que se le enviarían á Wellesley poderes para firmar el
Tratado.
De esta correspondencia se desprende que, tanto los españoles como los
ingleses, juzgaban ya inútil, por falta de objeto, el tratado de alianza p r o -
puesto por la Regencia, si bien al Gabinete de St. James le pareció que
siempre resultaría ventajoso para los intereses británicos que se c o m p r o -
metiera España á n o renovar los pactos de familia con Francia, n o c o n -
trayendo, por su parte, Inglaterra ningún compromiso especial. Así es
que el i.° de Junio avisó Wellesley que había ya recibido la plenipotencia
para ajustar y firmar el T r a t a d o , y como n o obtuviera respuesta, se quejó
de ello en nota oficial diez días después. Sentían cierta repugnancia F e r -
nando VII y su Ministro el D u q u e de San Carlos á firmar u n pacto que
era obra de la Regencia y carecía ya de objeto; pero no se atrevían á d i s -
gustar á un aliado poderoso á quien tanto debíamos y de quien tanto ha-
bíamos todavía de necesitar, y sin procurar obtener ventaja alguna para E s -
paña á cambio de la valiosa concesión que hacíamos, firmóse en 5 de Julio
el T r a t a d o de alianza, que no respondió á ninguna determinada orientación
política, ni h u b o de producir, dado lo limitado de su alcance, ningún efecto
inmediato y provechoso en el desarrollo de n u e s t r a acción diplomática en
París y en Viena.
L a s cuatro Cortes que se aliaron por el T r a t a d o de C h a u m o n t de i.° de
Alarzo de 1814, se concertaron, no sólo para hacer la guerra hasta acabar
con la dominación napoleónica, sino para hacer la paz con arreglo á deter-
minadas bases secretas que habían de asegurar el equilibrio y la t r a n q u i -
lidad de E u r o p a . Y, una vez cumplida con el T r a t a d o de Fontainebleau, de
11 de Abril, que puso t é r m i n o al reinado de Napoleón en Francia, la pri-
mera parte del p r o g r a m a de C h a u m o n t , y ajustadas las paces con
Luis XVIII por el tratado de P a r í s de 3o de Mayo, ál que prestaron desde
luego su adhesión Portugal y Suecia, y en el que se consignaron ya pú-
blica y explícitamente las antes reservadas bases del arreglo europeo, se
convino, por el artículo 32, que en el t é r m i n o de dos meses todas las P o -
tencias que hubiesen t o m a d o parte en la guerra enviarían Plenipotenciarios
á Viena para proceder, en u n ' C o n g r e s o general, á los arreglos que debían
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 17

completar el T r a t a d o . P e r o un artículo secreto, el i.° del mencionado T r a -


tado de París, reservaba á las Potencias aliadas la iniciativa de las discu-
siones del Congreso, en virtud del derecho que tenían de establecer como
bases de discusión los arreglos entre ellas convenidos; es decir: que el re-
parto de los territorios disponibles en virtud de la guerra y del tratado de
París quedaba al arbitrio de los aliados, n o m b r e con que siguieron toda-
vía designándose en Viena los firmantes del pacto de C h a u m o n t .
Podía el Gabinete de Madrid, por su deficiente información d i p l o m á -
tica, ignorar este artículo que reducía al m i s m o secundario y deslucida
papel á los Plenipotenciarios de Francia y de España, representante el pri-
m e r o de la Nación vencida, cuyos despojos iban á repartirse, y r e p r e s e n -
tando el segundo á una Nación que tenía legítimos títulos para atribuirse
p a r t e principal y gloriosa en la victoria; pero lo que no hubiera debido
ignorar, porque para saberlo no se necesitaban despachos de Embajadores,
ni e x t r a o r d i n a r i a s luces, ni más perspicacia diplomática que la que hay
derecho á exigir al Ministro de Estado menos genial y de más adocenado
talento, era que la comunidad de aspiraciones y de intereses que unió á
las cuatro Cortes en estrecha alianza mientras se trató de combatir á N a -
poleón y de establecer principios generales para el mantenimiento del equi-
librio europeo, no había de subsistir cuando llegara el caso de aplicar estos
principios al reparto del botín. El E m p e r a d o r Alejandro reclamaba todo
el ducado de Varsovia. L a Prusia pedía nada menos que el Reino de S a -
jón ia para llevar sus fronteras hasta el Austria. Esta tenía puestas sus m i -
r a s en Italia; pero no podía consentir que la cercasen tan poderosos veci-
nos. Inglaterra, que había enriquecido su Imperio colonial en América y
en África, y se había apoderado de Malta, no tenía en el Continente e u r o -
peo más interés directo que el representado por el Reino de Hannover, y
favorecía el engrandecimiento de Prusia, oponiéndose al de Rusia. Y aun-
que el robusto apetito de las grandes Potencias había de satisfacerse, como
siempre, á costa de los débiles, que no tenían voz en el capítulo, cada una
de aquéllas pretendía adjudicarse una parte leonina y protestaba airada
contra las que abrigaban análogas pretensiones. Mucho antes de. que el
C o n g r e s o se reuniera en Viena, y cuando estaban en París los Secretarios
de Estado de los Soberanos aliados, empezó entre ellos la discordia con.
motivo de la cuestión .polaca, en que de una parte estaban Rusia y P r u s i a
y de la-otra Austria é Inglaterra, y tan hondas fueron las diferencias en la
m a n e r a de pensar y tan vivos los términos en que se expresaron, que

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l8 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

llegó á temerse que el Congreso no se reuniría y que los pacificadores


vendrían á las manos para que la suerte de las a r m a s dirimiera la c o n -
tienda y la espada del vencedor cortara el n u d o que los más afamados d i -
plomáticos no acertaban á desatar. Así lo creyó D. Pedro Gómez L a b r a -
dor y lo comunicó desde París al Duque de San Carlos en despacho de
10 de Julio de 1814, encareciendo, en los siguientes términos, la necesidad
de conocer el pensamiento del Gobierno: « E n t r e tantos intereses opuestos
y guerra política de Gabinetes convendría que V . E. me dijese cuáles son
las miras y los deseos de S. M., pues no siempre podré engañar con b u e -
nas palabras á los unos y á los o t r o s . T a m p o c o m u c h a s veces es posible
mantenerse en tan estrecha neutralidad que no se desagrade á los p a r t i -
dos contrarios, y para más probabilidad de acierto me parece indispensa-
ble que S. M. decida á qué parte podré inclinarme cuando sea indispensa-
ble declararme por alguna.» A lo que, en 26 de Julio, se le c o n t e s t ó : « S u
Majestad se decidirá en favor de lo que pueda ser más conducente para los
intereses de su M o n a r q u í a . »
Esta respuesta, que no debió dejar satisfecha la legítima curiosidad del
Embajador, ni pudo servirle de n o r m a de conducta, basta para pintar y
para desacreditar á aquel ilustre procer, tan corto de vista como de alcan-
ces , en quien la amistad del Rey descubrió dotes de h o m b r e de Estado
l

q u é sus contemporáneos ignoraron y que siguen para la posteridad igual-


mente ocultas. Con razón, aunque con excesiva libertad, pudo L a b r a d o r ,
al dar la enhorabuena á D. Pedro Cevallos por su n o m b r a m i e n t o para el
Ministerio de Estado, decirle en despacho de 17 de Diciembra de 1814:
«Si V . E. hubiese sido n o m b r a d o algunos meses antes, probablemente n o
habría recibido la Monarquía las graves y casi insanables heridas que aca-
barán con ella, como han acabado ya con su crédito en los países extranje-
r o s . V . E. no habría aconsejado al Rey nuestro señor la renovación de todas
las monstruosidades del anterior reinado, reforzadas con dos nuevas, que
son el excesivo favor de los palaciegos y de los G r a n d e s . V . E. dirá, sin
duda, á S. M. que para ser M a y o r d o m o mayor, Caballerizo, Sumiller,
Gentilhombre, ó desempeñar cualquiera otro empleo de material s e r v i -
d u m b r e á la real persona no se necesita de más que de honradez y p u n -
tualidad, y que, por consiguiente, en aquellos destinos no se contraen los

1 Dimitió San Carlos por su mucha cortedad de vista la primera Secretaría de Estado en i5
•de Noviembre de 1 8 1 4 . En 6 de Octubre de I 8 I 5 fué nombrado Embajador en Viena, reiterándosele
la orden que se dio en 1802 al Principe de Castelfranco, de que se abstuviera de besarla manó
de 11 Enipcrairiz. porq :e los Embajadores Imperiales no hacían este acto de obsequio á la Reina.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 19

v e r d a d e r o s méritos, los méritos dignos de recompensa, cuales son los q u e


se adquieren en los empleos en que se sirve al R e y ' y al Estado y para
cuyo desempeño se requieren talento, instrucción, tino, experiencia y v a -
l o r ó firmeza de ánimo. En cuanto á los Grandes, nada desalienta más que
el darles exclusivamente las Presidencias de los Consejos, las Embajadas,
los T o i s o n e s y las Grandes Cruces, tanto más que no se limita á las pocas
Casas que por su antigüedad y por su opulencia inspiran respeto, sino q u e
se extiende á una m u c h e d u m b r e que debieron su elevación en el siglo pa-
sado y en el actual, no á señalados servicios militares ó políticos, sino al
favor procurado tal vez por medios poco dignos. No extrañe V . E. que me
haya extendido á tratar de lo que parece ajeno de una carta de e n h o r a -
buena y no propio de mi profesión. Nadie me gana en a m o r y respeto
á S. M . ; me he sacrificado por su servicio y el de la Patria, y no me es
posible guardar el silencio cuando veo que, teniendo S. M. tan excelentes
p r e n d a s , tanto deseo del acierto y tanta rectitud de ánimo, en lugar de ha-
b e r l e inspirado los que tenían su confianza, las ideas propias para refor-
m a r los antiguos abusos, han introducido á la sombra de su autoridad
otros nuevos.»
N o quiere esto decir que si el D u q u e de San Carlos fué un Ministro de
E s t a d o notoriamente incapaz, resplandecieran en su sucesor las dotes de
q u e aquél carecía y hubiera de acompañarle mayor fortuna en el desem-
peño de su cargo. A pesar de las lisonjeras y exquisitas alabanzas con que
se ensalzaban los méritos y servicios de D. P e d r o Cevallos en el Real de-
creto que le concedió el privilegio de añadir á los blasones de su escudo
de a r m a s el lema ó mote Pontífice ac Rege cegué defensis, no pasó aquel
P r i m e r Ministro de ser un funcionario adocenado y rutinario, sin ideas ni
iniciativas, de cuyas manos salieron peor librados los intereses de la n a -
ción que los del Papa y los del Rey, si no mintió el lema de su escudo.
Cevallos, como San Carlos, L a b r a d o r , Bardaxí, Vargas L a g u n a y
tantos otros que debieron principalmente su encumbramiento á la saña con
q u e combatieron á Godoy, después de h a b e r sido muchos de ellos h e c h u -
r a s de aquel valido, «nunca fueron—como dice el Sr. Pérez de G u z m á n
en su interesante estudio sobre Machado — m á s que nulidades c o n d e -
1

c o r a d a s , de esas q u e , á fuerza de obtener con sus intrigas la vinculación


perpetua de todas las gracias inmerecidas, acaban por persuadirse á sí

i Recuerdos diplomáticos de España: La misión de Machado á Viena (1812-1814).


20 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

m i s m o s , y casi por persuadir á la opinión, de que son grandes notabilida-


des, h o m b r e s extraordinarios, casi genios.»
Pero como el árbol por sus frutos se conoce, de aquellos cerebros, en
los que la ambición corría parejas con la envidia y no abarcaba mayor ho-
rizonte que el del propio m e d r o , no brotó nada grande ni patriótico; todo
fué mezquino y ruin, como las pasiones é intereses del estrecho círculo en
que el Rey y sus consejeros se movían. Al Rey no le preocupaban, en
punto á negocios de Estado, más que su propia boda, el temor de q u e
Carlos IV reivindicara la abdicada corona y el deseo de que recobraran las
que en Italia habían perdido su tío el Rey F e r n a n d o IV de las Dos Sicilias
y su h e r m a n a la Infanta Doña María Luisa, Reina de Etruria. Esto y la
persecución, dentro y fuera del Reino, de los españoles que habían servido
al intruso José ó que aún conservaban añoranzas constitucionales, alimen-
taban la actividad intelectual del Monarca y de sus Ministros. N o había
que pedirles orientación ninguna política, ni plan premeditado respecto á
las cuestiones exteriores. Viviendo, como viven generalmente los españo-
les en España, lejos del movimiento político europeo y fuera de toda reali-
dad, creían, tanto San Carlos como L a b r a d o r , que habíamos de hacer en
el Congreso de Viena el mismo papel que las Potencias aliadas, y que éstas
habían de tratarnos, no sólo como iguales, sino aun con cierta admiración
y respeto por nuestras recientes hazañas, evocadoras de otras no menos
gloriosas, a u n q u e más remotas. Y creían también que no necesitábamos li-
gar nuestra suerte á la de ninguna otra nación, puesto que todas se d i s p u -
taban nuestra amistad y alianza, y no sería difícil obtener su apoyo cuando,
llegado el caso de necesitarlo, lo reclamáramos para sacar adelante nues<f
t r a s legítimas d e m a n d a s . L a Inglaterra se hallaba dispuesta á seguir p r o -
tegiéndonos y á hacer efectivo el tratado de alianza que había firmado y
q u e nosotros considerábamos sin objeto; el Austria nos brindaba frater-
nal amistad por conducto de Machado, nuestro agente secreto en Viena;
Tatistscheff, n o m b r a d o Ministro del Zar en Madrid, procuraba ganarnos
en favor de Rusia, y D. José Pizarro, nuestro Representante en Berlín, se
vanagloriaba de la estrechez que había creado con Prusia; mientras la
Francia con su nuevo Rey y su antiguo Ministro de Negocios extranjeros,
intentaba renovar, si n o en la forma, de hecho, el pacto de familia. T o d o
esto contribuía á que nuestra diplomacia, más ingenua que experta, se
considerara en cierto modo arbitra de Europa, puesto que con tanto e m -
peño se solicitaban nuestro voto y nuestra alianza, y como no teníamos
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 21

cabal idea de nuestros intereses, confundiendo los puramente familiares ó


dinásticos con los nacionales y no nos habíamos tampoco formado exacto
juicio de los intereses ajenos que inspiraban la conducta de las grandes
Potencias, navegábamos, sin brújula ni r u m b o , entre desconocidos esco-
llos, estimando contrario á nuestra dignidad el ir á remolque de otros,
para dolemos luego de que no nos hicieran caso cuando pedíamos soco-
r r o . Agravaba también nuestra situación diplomática la frecuente mu-
d a n z a de gobernantes y negociadores, tan usual en España y tan contraria
a l éxito de estos asuntos.
El primer Plenipotenciario español n o m b r a d o por la Regencia el iS de
A g o s t o de I8I3 para tratar de la paz general en el Congreso que se reunió
en Praga, fué D. José García de León y Pizarro, Ministro plenipotencia-
rio destinado á Berlín, á quien debía acompañar en calidad de Secretario
D . Justo Machado, que, como negociador secreto, se hallaba en comisión
•en Viena; pero seis días antes de que se hicieran estos n o m b r a m i e n t o s se
había disuelto el Congreso y había retirado el Austria su mediación, a d -
hiriéndose á la coalición europea contra Bonaparte. Pasó, sin embargo,
.Pizarro á Berlín y desde allí al Cuartel general, donde tuvo ocasión de
r e a n u d a r antiguas amistades, como la de Metternich, y de estrechar otras
para los intereses de España no menos valiosas, que no fueron aprovecha-
d a s , porque el Gobierno dejó sin efecto la misión de Pizarro cuando de
ella se hubiera podido sacar algún fruto. L l a m ó Pizarro á Machado y lo
presentó en Basilea á la Corte Imperial como Encargado de Negocios, que-
-dando desde entonces éste agregado al Cuartel general, con el que entra-
r o n ambos en París el 10 de Abril de 1814. A poco d é l a llegada á esta ca-
pital se trató d c u n armisticio general para preparar la paz, ya desventa-
j o s a m e n t e prevenida por el tratado de Fontainebleau con Bonaparte, y
P i z a r r o firmó, invitado por los aliados, este armisticio en 23 de Abril, á
pesar de estar ya n o m b r a d o , en 21 de Enero, Plenipotenciario para el
C o n g r e s o de Chátillon el Conde de F e r n á n Núñez, Embajador en L o n -
-dres, que al dar las gracias por su n o m b r a m i e n t o , que le había dejado a b -
s o r t o ', manifestaba, que las instrucciones que se le habían comunicado
n a d a le dejaban que desear, y con la asistencia del Secretario n o m b r a d o ,
D . Evaristo Pérez de Castro , creía que podría cumplir exactamente la
2

1 Despacho de 9 de Febrero de 1814. Según Pizarro, Fernán Núñox puso gran empeño en
..obtener este nombramiento, habiendo enviado con este objeto á Madrid á su hermano Luis.
2 En 2 de Mayo se dio á Pérez de Castro orden de ir á su destino.
22 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

voluntad de S. A. Este n o m b r a m i e n t o , «que excluía contra todas las r a z o -


nes de interés público, de justicia y aun de rutina, á un antiguo y bene-
mérito empleado» no impidió que Pizarro, obrando con actividad y
patriotismo, y desentendiéndose de su impotencia, lograra ser el único Ple-
nipotenciario español que estuvo en Ghátillon d u r a n t e las conferencias T

a u n q u e sin asistir á ellas, pues el Conde de F e r n á n Núnez aguardaba en


Londres á que el Ministerio, inglés le avisase el m o m e n t o oportuno de ve-
nir al Continente.
A principios de Mayo, y por indicación de Castlereagh, trasladóse F e r -
nán N ú ñ e z á París, donde empezó por encargarse de los papeles d é l a
Embajada, que estaban en poder del Conde de C a m p o Alange; haciéndolo
en la forma siguiente. Al dejar C a m p o Alange la casa que ocupaba, p r o -
piedad del D u q u e de Castries, encerró los papeles en un cuarto, en c u y a
puerta puso sus sellos juntamente con los del dueño de la finca, y al día
siguiente, á presencia de éste, quitó F e r n á n Núñez los sellos de la E m b a -
jada de José, poniendo los suyos. E n las primeras conferencias que t u v o
con el Príncipe de Benevento, Plenipotenciario en el Congreso, el C o n d e
de Laforest, Ministro de Megocios extranjeros y L o r d Castlereagh, y a u n
con Sus Altezas los Duques de Artois y de Berri, de que dio cuenta al
Gobierno en despacho reservado de 11 de Mayo, se le dijo que en las con-
ferencias con los cuatro Plenipotenciarios de las Potencias aliadas sólo se
trataba de firmar la paz con Francia, dejando para el Congreso los p u n t o s
que interesaban á todas, como los de P a r m a , Ñapóles, etc.; pero él hacía-
todo lo posible p o r ' q u e se le diera entrada en dichas conferencias, por
creer que así lo ¡exigía n u e s t r o propio decoro y no aguardar á que nos
presentasen el proyecto como ofrecían. Pedía, por último, instrucciones
en vista del cambio de situación; exponía que la suya era m u y crítica, y
suplicaba que de ella se le sacase cuanto antes.
• • Pocos días después 2
laméntase F e r n á n Núñez de no haber podido con-
seguir.que se le admita á las juntas que tienen entre sí diariamente los
Plenipotenciarios de Austria, Rusia, Inglaterra y Prusia, ni haber sacado
otra respuesta sino que estas juntas tenían por objeto fijar los límites d e
Francia, y que, siendo los nuestros indisputables, se había convenido en
n o aumentar el n ú m e r o de vocales para evitar dilaciones.

1 Memorias de Pizarro, tomo i, pág. 355.

2 Despacho reservado núm.'S, de i'7 de Mayo.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 23

A fuerza de pedir, obtuvo F e r n á n N ú ñ e z de L o r d Castlereagh el p o -


d e r n o m b r a r u n sujeto que, en unión del Conde Munster, n o m b r a d o por
I n g l a t e r r a , nos representara en una de las secciones en que se dividían las
j u n t a s , encargada de señalar los límites generales y las reclamaciones de
..intereses; habiendo designado á este efecto al Mariscal de Campo Conde
•de Casa Flórez, que desde el día 19 asistió á ella. Ese día se trató precisa-
m e n t e de u n proyectado artículo presentado por Laforest sobre las canti-
./dades que debía la España á la Francia por suministros á la escuadra
e n Brest, negocio en el que estaba directamente interesado T a l l e y r a n d ,
según dice Labrador en uno de sus despachos. El Comisario prusiano
Barón H u m b o l d t exigió entonces compensaciones, y como alegara L a -
forest la imposibilidad en que se hallaba Luis XVIII de satisfacerlas,
prefiriendo renunciar á la Corona, se dio por nulo el artículo, en vista
de lo cual se suspendió, dice F e r n á n N ú ñ e z , entablar la demanda de los
5o.000 millones que sus instrucciones prescribían y se evitó, p o d e -
mos añadir, el ridículo trance en que nos hubiera la tal demanda colo-
cado.
Intentó también F e r n á n Núñez, en cumplimiento de sus instrucciones,
•que se insertara en el T r a t a d o algún artículo público ó privado respecto á
la devolución de los manuscritos,.alhajas, cuadros y objetos de arte q u e
los franceses se habían llevado de los palacios, iglesias y museos e s p a ñ o -
les; pero perdió la esperanza dé lograrlo por la actitud de los aliados, que
n o quisieron hacer objeto de una estipulación formal, ofensiva para el
a m o r propio de los franceses, lo que debía ser tratado directamente d e
-Gobierno á Gobierno.
Supo, por último, nuestro. Embajador, que L o r d Castlereagh había
•exigido y obtenido de Francia que continuase siendo española la parte de
"ia isla de Santo Domingo que antes lo había sido; pero respecto á la L u i -
.siana, manifestóle el Ministro británico que era punto imposible de lograr,
pues ni tenía el actual Gobierno francés el dinero en que la había cedido
Bonaparte, ni podía disponer de la T o s c a n a , ni de P a r m a , y que si todas
las Potencias se pusieran en el pie de hacer reclamaciones en grande por los
perjuicios que les había causado la falta de cumplimiento de los T r a t a d o s
p o r Napoleón celebrados, se haría imposible la existencia de la F r a n -
cia, con la cual deseaban los aliados hacer la paz cuanto antes, dejándola
g r a n Potencia en el m u n d o , pero con u n equilibrio correspondiente á las
«demás.
.24 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

N o sin razón hallábase algo inquieto F e r n á n N ú ñ e z por la falta de n o -


ticias de España, puesto que sus poderes • emanaban de la Regencia y no-
habían sido confirmados por el Rey, á quien suponía ya en Madrid, y c u -
yos días se disponía á celebrar con una comida á la que había invitado á
todos los Ministros, Embajadores, Generales en Jefe y principales perso-
najes de las diferentes Cortes que se hallaban en París, así como al P r í n -
cipe de Benevento y al Conde de Laforest. « N o debo ocultar á V . E . — d e -
cía en despacho de 22 de Mayo — que, siendo tan contradictorias las n o t i -
cias que aquí llegan de España, está la opinión general con el m a y o r
interés sobre la llegada del R.ey á Madrid, añadiéndose á esto que, c o m o
ni el S r . Pizarro ni yo nada sabemos, nos hallamos, no sólo en u n c o m -
promiso para desvanecer cuanto sea falso, sino también me encuentro y o
sin nervio en mis relaciones y reclamaciones diplomáticas, no sabiendo si
la variación que ha sufrido la F r a n c i a en su m u d a n z a de Jefe puede cau-
sarla también en la conducta que yo he de guardar.»
Con este oficio cruzóse el de San Carlos, de 16 de Mayo, c o m u n i c á n -
dole á F e r n á n Núñez era la voluntad de S. M . que no saliera de Londres,
por haber dispuesto el Rey que asistiera otra persona como Plenipoten-
ciario al Congreso. Dolióse en extremo el C o n d e de que sus sacrificios,
sus servicios y su conducta n o hubieran sido acreedores á la confianza
de S. M. para la honrosa misión que en su Real n o m b r e le había sido
confiada; pero, acatando lo m a n d a d o , dio de ello conocimiento á L o r d
Castlereagh y solicitó el pasaporte para restituirse á L o n d r e s . Hízole pre-
sente Castlereagh la conveniencia de que suspendiera por unos días su
viaje para firmar la paz con Francia, puesto que el Gobierno español pa- -
recia ignorar que F e r n á n Núñez se hallaba en París, y el nuevo P l e n i p o -
tenciario no podría llegar antes de que los Soberanos aliados y sus M i n i s -
tros hubiesen abandonado esta capital, y como F e r n á n Núñez insistiera en.
la necesidad de cumplir las órdenes recibidas, le contestó Castlereagh q u e
él asumía la responsabilidad del retraso del viaje para que firmase el T r a -
tado, y que así se lo haría saber al Gobierno español por conducto del
Embajador inglés acreditado en Madrid.
Nó sabía F e r n á n Núñez qué partido tomar. Creía haber hecho todo
lo posible por obedecer las órdenes de S. M., y no dejándoselas cumplir le
habían' puesto en la d u r a precisión de faltar á ellas ó de incomodar á t o -
das las Potencias aliadas. Pidió de nuevo con toda urgencia instrucciones
á San Carlos por medio de un correo de gabinete, que despachó el 28 d e
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 2D

Mayo á I r ú n , y aquel m i s m o día, inspirado por D. Justo Machado que


fué en esta ocasión su ninfa Egeria y su ángel ¡tutelar, dirigió otra nota á
L o r d Castlereagh manifestándole que no podía firmar el T r a t a d o sin ó r -
denes de su Gobierno, que esperaba recibir en breve. Encarecióle L o r d
Castlereagh en su respuesta las ventajas de firmar el T r a t a d o sub spe rati,
y lo propio hicieron T a l l e y r a n d y los Ministros de los demás Soberanos
aliados; pero la desairada situación en que había dejado á F e r n á n N ú ñ e z
la Real orden de 16 de Mayo, poniendo término á su misión, y la no m e -
nos crítica en que le colocaban el silencio y desamparo del Gobierno n o
contestando los despachos que, por cartas particulares sabía el Embajador
habían llegado á su destino, le hizo negarse á firmar, ni siquiera sub spe
rali, porque estimaba demasiado su opinión y su propio honor para p o -
nerse en el caso de que S. M. no se sirviese ratificar el tratado que hubiese
él firmado.
El día de San F e r n a n d o , y á altas horas de la noche, después del b a n -
quete con que celebró F e r n á n Núñez la fiesta de su Rey, y por el que ni
aun las gracias le dieron S. M. ni su Gobierno, firmaron la paz con F r a n c i a
los Plenipotenciarios de Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia, quedando
convenido con el Príncipe de Benevento que los de Portugal, Suecia y
España firmarían otro día; pero con la misma fecha, por la falta de t i e m p o
para sacar más copias del T r a t a d o . El 7 de Junio firmáronlos Plenipoten-
ciarios portugués y sueco, y F e r n á n N ú ñ e z , por consejo también de M a -
chado , envió una nota á T a l l e y r a n d diciéndole que no podía firmar d i -
2

cho pacto por no haber tenido en su elaboración la parte directa que c o m o


Plenipotenciario le correspondía y por no haber recibido respuesta á las

1 En despacho cifrado de 31 de Mayo decía Machado á San Carlos: «Habiéndome pedido el


Conde de Fernán Núñez mi parecer, le he manifestado que, en mi corto entender, ni el decoro
ni los intereses de nuestro Soberano permiten de ningún modo que firme un tratado en que no
ha tenido parte, hasta recibir nuevas órdenes é instrucciones de V. E., mucho más cuando en este
tratado no se ha querido insertar un articulo secreto relativo a los indisputables derechos de
S. M . y de Su Real familia á Ñapóles, Etruria y Parma, sobre cuyo particular ha pasado el señor
Conde, á persuasión mía, una Nota al Principe de Benevento. Es superfluo manifestar á V. E.
cuan necesario y urgente es que para el Congreso general de Viena se encargue de tan ardua
empresa una persona dotada de todas las cualidades necesarias para desempeñarla d i g n a -
mente.»
2 «Reputando muy conveniente á los intereses del Rey nuestro Señor y al decoro de su
trono el que el Conde de Fernán Núñez no pase á firmar una paz que no ha tratado, sin recibir
antes las órdenes y autorización de V. E. que, en mi corto entender, son indispensables para
proceder legítimamente en asunto tan grave y trascendental, he persuadido á S. E. á dar al
Principe de Benevento la respuesta de que incluyo á V. E. copia.» Despacho reservado de Ma-
chado á San Carlos de 7 de Junio de 1814.
3
J5 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

notas que le había dirigido sobre asunto de la m a y o r importancia (la i n -


serción en el T r a t a d o de una cláusula secreta que reconociera los d e r e -
chos de la Corona y Familia Real de España al Reino de Ñapóles, al de
Etruria y á los ducados de P a r m a , Plasencia y Guastalla), debiendo aguar-
dar las órdenes de su Gobierno. Y al comunicárselo al Duque de San Car-
los, decíale F e r n á n Núñez: «Podrá V. E. calcular fácilmente si mi posición
es agradable, añadiendo el sentimiento natural que me debe causar el adver-
tir la poca parte que toma V . E. en la situación de u n fiel servidor del Rey,
cuando ni siquiera para el mejor acierto de mis resoluciones he podido aún
lograr el tener una simple contestación. En esto no sólo padezco yo (que
sería lo de menos), sino los intereses del Rey, la opinión general y el d e -
coro de la nación.»
A los despachos en que F e r n á n N ú ñ e z pedía instrucciones se le con-
testó en 6 de Junio comunicándole la siguiente resolución: «S. M. se
halla m u y satisfecho de la conducta observada por V . E. en este p a r t i -
cular, y en atención á que la llegada de D. P e d r o L a b r a d o r á esa C o r t e
debe desvanecer y hacer cesar todas las dificultades que pudieran pre-
sentarse para la conclusión del T r a t a d o de paz próximo á firmarse e n -
t r e las Potencias aliadas y la F r a n c i a , quiere el Rey que regrese V . E.
á L o n d r e s , á servir su Embajada en aquella Corte, en donde no duda
S. M. que continuará desempeñándola con el celo y acierto que hasta
aquí.»
Y así sucedió que en París se juntaron los tres Plenipotenciarios suce-
sivamente n o m b r a d o s para representar á España en la negociación de la
paz general: Pizarro, F e r n á n N ú ñ e z y L a b r a d o r , de los cuales era el p r i -
m e r o ciertamente el más idóneo y el último el menos capacitado para el des-
empeño de tan importante misión. Pinta el carácter de los tres la m a -
nera que tuvieron de tratar á los afrancesados. F e r n á n N ú ñ e z los recibía
privadamente, pero no en público, disculpándose con ellos á costa del
Gobierno, sistema que ha tenido siempre en España el mejor éxito, y
con el cual se queda bien con todo el m u n d o . L a b r a d o r , al revés, afectó
una dureza brutal, y en su portería fijó un cartel insultante rechazando
á todo afrancesado. Pizarro recibía francamente á todo el m u n d o , fun-
dado en que, como funcionario español, debía oir á cuantos á él a c u -
dieran.
La situación de los dos Embajadores extraordinarios en París hubiera
podido fácilmente acabar en ruidosa pendencia, dadas, sobre t o d o , la e x -
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 27

cesiva soberbia y escasa crianza de Labrador, si F e r n á n Núñez, que sabía


pedir consejo y era dócil para seguirlo, no hubiese escuchado el de Piza-
r r o y entregado sin dificultad los negocios á su sucesor. Y a u n q u e , á fuer
de leal vasallo, sólo atribuyó el Conde su desgracia á la parte que en ella
había tenido San Carlos, dolióle m u c h o , y asaz mohíno se restituyó á L o n -
dres, recordando el virgiliano Sic vos non vobis, que á tantos diplomáti-
cos pudiera servir de lema.

III

Hemos dicho que España fué al Congreso de Viena sin ninguna orienta-
ción política ni premeditado plan sobre la dirección más conveniente á
nuestros intereses; pero no quiere esto decir que no se redactaran para
uso del negociador español instrucciones que, si no pueden compararse,
como documento diplomático, con las que se hizo dar T a l l e y r a n d , tienen
cierto valor como documento histórico, porque nos dan á conocer cuáles
eran las cuestiones que á los españoles preocupaban y cuál el criterio con
que pretendían resolverlas.
L a s primeras instrucciones fueron las que el Ministro interino de E s -
tado L u y a n d o comunicó á F e r n á n Núñez en 21 de Enero de 1814, las cua-
les parecieron dé perlas á nuestro Embajador, quien, con ayuda de ellas y
la de u n buen Secretario, como el S r . Pérez de Castro, creyó que podría
cumplir fielmente su misión. Estas «bases para la instrucción del negocia-
dor español que en representación de S. M. deberá intervenir en el C o n -
greso preconizado para establecer la paz de la Europa» se presentaron á
examen del Consejo de Estado, el cual, en 18 de Mayo, evacuó la consulta
q u e se le pedía con toda la latitud propia de esta clase de documentos ofi-
ciales en que las palabras a b u n d a n más que las ideas De esta consulta
debió tener conocimiento L a b r a d o r tan luego como fué n o m b r a d o P l e n i -

1 Los señores del margen son los Consejeros D. Andrés García, el Marqués de Astorga, el
Marqués de Castelar, D. Martín de Garay, el Conde de Vistaflorida, D. Francisco Xavier Cas-
taños, D. Pedro Cevallos, el Marqués de Piedrablanca, D. Justo María Ibar Navarro, D. José
Aycinena, D. Antonio Ranz Romanillos, D. Francisco Requena y D. Esteban Varea.
28 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

potenciado, puesto que, enterado de ella, se dirigió al Ministro de Estado,


en oficio de 26 de Mayo, pidiendo instrucciones acerca de muchos puntos
principales que habían q u e d a d o por decidir, y sobre los cuáles deseaba
conocer, la voluntad del Rey. El 29 de Mayo dio el D u q u e de San Carlos
cumplida respuesta al oficio de L a b r a d o r ; pero la Consulta del Consejo de
Estado no le fué comunicada oficialmente hasta el i.° de Agosto en los
siguientes términos: «Ha resuelto S. M. que no se atenga V. E . estricta-
mente á lo que en la m i s m a Consulta se previene, pues, como ya en
el día han variado m u c h o las circunstancias y, por otra parte, deben for-
marse las pretensiones en el Congreso según las disposiciones que en el
m i s m o se noten por parte de los demás Plenipotenciarios, deja S. M .
al tino, conocimientos y particular celo d e - V . E. el separarse de lo
que expresa la citada Consulta en aquello que á V . E. le parezca c o n v e -
niente.»
C o m o de estas palabras claramente se desprende, las únicas verdaderas
instrucciones que L a b r a d o r llevó á Viena fueron las que se le dieron s o -
bre algunos puntos concretos que, á su juicio, eran principales y habían
quedado por decidir. N o se le hizo indicación ninguna que pudiera s e r -
virle de guía respecto á determinada orientación política, autorizándosele,
por el contrario, á obrar con toda libertad y á separarse, si lo creía o p o r -
t u n o , de cuanto expresaba la Consulta del Consejo de Estado. T o d o lo
que hallamos, pues, en ella respecto al futuro equilibrio europeo y al s i s -
t e m a de alianzas más conveniente para mantenerlo no puede considerarse
sino como expresión del pensamiento de. la Regencia y del Consejo y tiene,
por su vaguedad, u n carácter m á s especulativo que práctico; siendo difícil
que á tales instrucciones, por el propio Gobierno desvirtuadas, pudiera
ajustar su conducta el negociador español. Si á ello se añade que n o era
éste u n T a l l e y r a n d ; que no tenía ni la natural sagacidad, ni la dilatada
experiencia, adquirida en el desempeño de los más altos cargos, que hacían
del negociador francés una autoridad diplomática, y q u e carecía, sobre
todo, de la maravillosa flexibilidad de espíritu y de conducta que había
permitido al Obispo de A u t ú n llegar á ser Ministro d e Negocios E x t r a n -
jeros de Napoleón y de Luis XVIII, como había de ser después E m b a j a -
dor de Luis Felipe, se comprenderá que la a r d u a empresa á L a b r a d o r e n -
comendada fuese superior á sus fuerzas y que su tino, conocimientos y
particular celo no lograran suplir las deficiencias de las instrucciones 'mi-
nisteriales; faltándole, como-le faltó al Gobierno, el cabal conocimiento d e
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 29

lo que debía ser nuestra política exterior, y siendo esta falta causa princi-
pal de desaciertos y torpezas.
El espíritu que informa las instrucciones de F e r n á n N ú ñ e z es el del
odio y t e m o r á los franceses que, ya como aliados, ya como enemigos,
habían sido causa de todos nuestros males. Después de declarar que E s -
paña no tenía miras de conquista, reduciéndose todas sus aspiraciones á
que fuera restituido y reconocido su legítimo Rey el Sr. D. F e r n a n d o VII
y su Real familia; que, una vez roto el Pacto de familia y el ominoso T r a -
tado de alianza hecho en San Ildefonso, la España contribuiría á sostener
el equilibrio europeo; que, siendo los intereses de Inglaterra los m i s m o s
que los de España en cuanto á la disminución de! poder de la Francia,
para mejor conseguirlo, uniría el Plenipotenciario español su voto y su in-
flujo al del Plenipotenciario inglés y haría el mayor esfuerzo para que
volviera la Francia á sus antiguos límites, anteriores á la Revolución; tra-
tan las instrucciones del estado en que deben quedar todos los países que
fueron usurpados por la Francia ó puestos bajo su indirecto dominio, y no
pudiendo dársele al Plenipotenciario reglas fijas, se le recomienda tenga
presente las siguientes bases: i . Debe quedar de tal manera restablecido
a

el equilibrio de la Europa, que nunca tenga que temer la España una


nueva invasión de la Francia. 2. ' P a r a el logro de este objeto debe h a -
a

cerse de modo que el influjo y poder efectivo de las naciones naturalmente


aliadas de la España contrapese el de las naciones que puedan tener ó ten-
gan unidos sus intereses á los de la Francia. 3 . Las naciones que tienen
a

un interés más inmediato á la integridad é independencia de la Monarquía


española son, por el orden en que se escriben, Inglaterra, Portugal,
Rusia, Prusia, Suecia, Holanda y Austria. 4 . De todo lo dicho resulta
a

q u e es menester procurar que en la nueva división política de E u r o p a


influya nuestro Representante del modo conveniente á que se consiga el
m a y o r poder posible en las naciones que estarán más prontas á p r e s t á r -
noslo.

No le pareció al Consejo de Estado m u y acertada la clasificación hecha


en estas bases de las naciones interesadas en el mantenimiento de la i n -
tegridad é independencia de nuestra Monarquía. Reputa natural la enemis-
tad entre la España y la Francia, porque los vecinos, por los frecuentes
motivos de colisión, son enemigos, y entre una y otra nación, además de
la diversidad en el carácter, hay el choque de resentimientos por encon-
tradas pretensiones. T a m b i é n son inextinguibles los motivos de discordia
3o REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

entre la Inglaterra y la Francia, y los intereses de aquella Potencia están


en perfecta combinación con los n u e s t r o s . E n cuanto al Austria, debe
ocupar, n o el último, sino u n o de los primeros lugares y ser considerada
como u n a aliada natural nuestra por la enemistad habitual, desde r e m o -
tos tiempos, entre el A u s t r i ^ y la Francia. Los dominios de la Rusia están
m u y separados de la España> no se pueden hacer daño, que es u n o de los
requisitos de la alianza, pero falta el m u y esencial de poderse auxiliar
m u t u a m e n t e , y la amistad política se desvanece cuando no se alimenta con
servicios recíprocos. No obstante, como el influjo de esta Potencia ha v e -
j a d o á ser grande y es aliada natural del Austria y de la G r a n Bretaña,
enemigas de Francia, puede colocarse entre las más interesadas en conser-
var la España en todo su poder. El Portugal nos toca por relaciones de
consanguinidad entre los dos Monarcas y por su alianza con el Austria y
la Inglaterra; pero, como es vecino; como las relaciones de familia rara
vez prevalecen contra los intereses nacionales; como siempre vive receloso
de nuestro superior poder y de que algún día el Gabinete español recuerde
que el Portugal fué en otro tiempo provincia de España, tentación m u y
seductora contra la buena armonía de los Estados, se debe considerar su
amistad como m u y achacosa y su interés por la integridad de la España
como dependiente de las circunstancias políticas; mas no por esto se
puede poner en duda la ventaja recíproca de estas dos naciones en vivir
con la mejor inteligencia. L a Prusia y la Suecia son aliadas naturales de la
Francia, y la Holanda, como Gobierno republicano, no trata sino de con-
servarse neutral.
Sentadas estas bases para instrucción del negociador, encargábasele se
esforzara á conseguir que, por todas las naciones representadas en el Con-
greso, se firmase un T r a t a d o de alianza ofensiva y defensiva, en el que se
estipularía por único objeto las fuerzas c o n q u e cada una debería concurrir
para ir contra aquella Potencia que intentase violar ó no cumplir algo de lo
que se hubiera concluido ó negociado en el Congreso: la Francia no sería
admitida en este T r a t a d o de alianza. Este encargo, así como el de obtener
de las Potencias aliadas, no sólo el reconocimiento de la integridad de la
Monarquía española, sino la promesa de defenderla contra todos sus ene-
migos, así externos como domésticos, recuerdan los votos platónicos que
suelen insertarse en el protocolo final de las Conferencias internacionales,
teniendo las altas partes contratantes la seguridad de que n o han de verlos
cumplidos.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 3l

En cuanto á encargos positivos, hacíase al negociador el de pedir


que -se devolvieran al Papa los Estados pontificios; al R e y Fernan-
do I V , el Reino de Ñapóles, y al de España, la Luisiana, cedida á F r a n -
cia por el incumplido T r a t a d o de 1801 y por Francia vendida á los
Estados Unidos; así como el de reclamar los derechos que tenía España
á varios Estados de E u r o p a en caso de variaciones que pudieran perjudi-
carlos.
No se ajustaría en el Congreso ningún T r a t a d o de Comercio, ni
se consentiría estipulación ninguna que pudiera contradecir lo p r e v e -
nido en las leyes y decretos, ya sobre afrancesados, ya sobre pose-
sión de bienes mal adquiridos desde la entrada de los franceses en la
Península.
Debía pedirse la devolución de los manuscritos, libros, alhajas y p r e -
ciosidades artísticas de que se habían apoderado los franceses, y si éstos
quisieren introducir alguna cláusula ó artículo referente á reclamación de
cantidades que creyeran les debíamos, el Plenipotenciario las cancelaría
todas, pidiendo, en compensación de daños y gastos causados por los ejér-
citos franceses en la Península, lá cantidad de So.ooo millones de reales.
Pareció al Consejo de Estado difícil de obtener en metálico tan cuantiosa
indemnización (dos veces y media más crecida que la que exigió Alemania
á Francia en 1870) y opinó que el Embajador debía facilitarla proponiendo
que la parte que no pudiera satisfacerse en n u m e r a r i o se satisficiera en
yeguas, reses vacunas y mulares.
T a l e s fueron, en r e s u m e n , las bases presentadas al Consejo de Estado
y sobre las cuales emitió su dictamen aquel alto Cuerpo consultivo. De
nuevo se solicitó su opinión con motivo de los oficios del Ministro de Su
Majestad cerca del Rey de Prusia en París, D. José Pizarro, que debían
tenerse presente al formar las instrucciones para el negociador español en
Viena. Según ellos, el E m p e r a d o r de Austria deseaba que la T o s c a n a
fuera devuelta al A r c h i d u q u e F e r n a n d o , su augusto h e r m a n o ; teniendo la
m i s m a pretensión respecto á dicho E s t a d o la Reina de Etruria, como m a -
dre y tutora de su hijo. El Consejo fué de parecer que no había derecho
para reclamar la T o s c a n a en favor de la Infanta D . María Luisa, y que
a

todos los principios del derecho de gentes reclamaban la restitución de este


Estado al A r c h i d u q u e F e r n a n d o , actual G r a n Duque de W u r z b u r g o . En
cuanto al Ducado de P a r m a , que, según las noticias corrientes, se daba á
la Archiduquesa María Luisa á título de compensación, debía volver al
32 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

goce y posesión del sucesor del Duque difunto, y el negociador español


debería apoyar los derechos de la Infanta Doña María Luisa como madre
y tutora de su hijo el Príncipe D. L u i s .
Avisaba también Pizarro que no se hallaba el E m p e r a d o r de Austria
m u y gustoso con que á Bonaparte se le asignase la isla de Elba para su fu-
tura residencia, á causa de su inmediación á la costa de Italia, y deseaba
que se le dejara en situación de que no pudiera ser temible. Y á esto r e s -
pondía el Consejo: «Ya que no se pueda esperar la decapitación de Bona-
parte siquiera por que no se acostumbren los pueblos á ver sin sorpresa
igualados los Soberanos con los delincuentes particulares, al menos deberá
el negociador español solicitar que Napoleón sea privado de toda libertad
y asegurado en términos que no pueda volver á conturbar la Europa. La
España tiene en esto el m a y o r interés. L o s Estados Unidos son el recep-
táculo de todos los malvados, y puesto Napoleón en este punto no es fácil
sujetar á cálculo el daño que puede hacernos capitaneando á los subleva-
dos de las Américas.»
En el temor de Bonaparte y en el deseo de reducirlo á la impotencia
coincidía con el E m p e r a d o r de Austria y con el Consejo de Estado D. Pe-
d r o Gómez L a b r a d o r , el cual, desde París, propuso un medio tan' eficaz
como sencillo para lograr aquel deseo. Correspondiendo al Rey de España,
en derecho, la propiedad de la isla de Elba, si las circunstancias lo p e r m i -
tiesen, ño habría causa más justa ni empresa más digna que el que Su
Majestad enviase secretamente una expedición para apoderarse de aquella
isla y del m o n s t r u o que desde ella podía volver á ser el azote del m u n d o ;
expedición m u y fácil, pues, aunque P u e r t o Ferrajo era m u y fuerte, ni p o -
día haber prevenciones ni tropas para resistir á tres ó cuatro mil españoles
bajo el mando de alguno de tantos excelentes y denodados Oficiales que
habían superado mayores dificultades . Las de carácter internacional que
2

ofrecía la empresa hicieron que ño mereciese la aprobación del Gobierno,,


y al saberlo L a b r a d o r dio á entender que le habían sugerido este proyecto
el Conde de Blacas, Ministro de la Casa Real y h o m b r e de la confianza
de S. M., y el Conde Pozzo di Borgo, Ministro de Rusia; el primero de

1 Bárdaxí planteó durante su Ministerio, en 1 8 1 1 , el proyecto de asesinar á Napoleón, dando


el encargo á un oficial de guardias, bello personaje que le habla sido recomendado por varias
personas de distinción, el cual debía ir á Filadelíia, no s i sabe á que, y de allí á Francia.
Llevaba ya gastados varios railes en los Estados Unidos cuando entró Pizarro en el Ministerio
y acabó ron esta ridicula y costosa barbaridad.
2 Despacho de 10 de Julio de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 33

los cuales le había dicho que sólo España, que no había tratado con Napo-
león, podría hacer á la E u r o p a el servicio de apoderarse de aquel malvado,
y el segundo le había hablado en el mismo sentido de que correspondía á
Esparía el poner fin á la inquietud que agitaba á la E u r o p a mientras e s t u -
viese el tirano vivo y suelto . 1

P o r lo demás, ya hemos dicho que las instrucciones del Consejo de E s -


tado parecieron á L a b r a d o r deficientes y pidió aclaraciones, que le fueron
dadas, sobre los siguientes puntos:
i.° Restitución á Francia de los establecimientos de Cayena y la Gua-
yana. A u n q u e los portugueses sean los más interesados en conservarlos,
la restitución podría ser también funestísima á España por los auxilios q u e
ios negociantes y aventureros franceses darían á los revoltosos de las pro-
vincias de Tierrafirme.
2.° Debe solicitarse de las Potencias aliadas que exijan de los Estados
Unidos la devolución de la Luisiana, quedándoles la repetición contra la
Francia por el precio que dieron. Y en el caso de que no fuese posible
recobrar los Ducados de P a r m a , Plasencia y Guastala, pídase para la
Casa de P a r m a la isla de Cerdeña, que fué de España, donde se habla
español y cuyos habitantes tienen las mismas- costumbres que las n u e s -
tras.
3.° Respecto á Ñapóles debe reclamarse directamente su restitución á
su legítimo Rey.
4. 0
Si Francia pretendiese la renovación del Pacto de familia, podría
tomarse un t é r m i n o medio, renovando sólo los artículos honoríficos y
conservando la igualdad entre los Embajadores y Ministros de ambas
Cortes.
5.° Respecto a l a restitución de secuestros, que se ponga delicada-
mente alguna cláusula que indique que, á medida que se hagan las e n t r e -
gas en Francia, se entregará lo embargado en España.
6." Las deudas recíprocas debían liquidarse ó compensarse en globo,
y por lo que hace á los daños y perjuicios recibidos por parte de la Francia,
quería S. M. que, en resarcimiento de ellas, se pidieran, no los 5o.000 mi-
llones de reales que Labrador califica de pretensión extravagante y de im-
posible logro, sino unas seis á ocho mil yeguas de buena raza y dos mil ca-
ballos enteros, á fin de poder repartirlos.

1 Despacho de 13 de Agosto de 1814.


34 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

y." Comercio con las provincias españolas de América. Debía eludirse


el entrar en negociaciones comerciales.
8.° Que se reclamen los papeles, pinturas y objetos de bellas artes é
Historia natural que haya trasladado á Francia el Gobierno intruso; para
lo cual se pedirán listas de lo que se llevaron los enemigos del Archivo de
Simancas, del de Sevilla y de la Corona de Aragón, de los Palacios Reales,
del Monasterio de El Escorial, catedrales é iglesias, como igualmente del
Gabinete de Historia natural y de la Dirección de trabajos hidrográ^-
ficos.
9. 0
Respecto á la recomendación que pudiera hacer el Gobierno fran-
cés en favor de los que se refugiaron en Francia con José Bonaparte, aun-
que S. M. se reserva tomar sobre estos sujetos la providencia que juzgue
más oportuna, quiere que se trate de eludir semejante recomendación con
buenas palabras, y sin que respecto á ella se contraiga obligación alguna,
por tratarse de asuntos m e r a m e n t e de gobierno del Reinó. Debe pedirse,
desde luego, que no se les permita el uso en Francia de uniformes, títulos
ni condecoraciones que les hubiesen sido por el Gobierno intruso c o n c e -
didos.
Antes de que recayera está resolución del Ministerio de Estado r e s -
pecto á los puntos que consultaba L a b r a d o r , creyó éste de su deber llamar
la atención del D u q u e de San Carlos, en oficio de 27 de Mayo, sobre lo
que en París ocurría y había llegado á su noticia por cartas de persona ve-
raz y que tenía proporciones de saber él estado de las negociaciones polí-
ticas, que es de creer fuera Machado. Decían estas cartas que eran casi
diarias las conferencias entre los Plenipotenciarios de las Potencias aliadas
y el de Francia, y se hablaba de la próxima conclusión de la paz, sin que
por parte del Rey nuestro Señor hubiese habido quien tomase parte en las
negociaciones pues, aunque se hallaba en París el C o n d e de F e r n á n N ú ñ e z .
ni tenía poderes de S. M. ni había sido convidado á conferencia alguna,
A u n q u e L a b r a d o r se disponía á apresurar su viaje á París, creía c o n v e -
niente que por el Ministerio de Estado se pasara una Nota al Embajador
d e Inglaterra comunicándole, en consecuencia de la alianza, el n o m b r a -
miento de L a b r a d o r para que lo pusiera en conocimiento del Plenipoten-
ciario británico, « á fin de que se verifique que habiendo hecho la guerra
de c o m ú n acuerdo, y contribuido poderosamente al glorioso éxito de ella,
se proceda con la m i s m a uniformidad en las negociaciones». Debería lla-
marse después la atención del Embajador sobre las noticias contradictorias
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 35

que corren respecto á lo que en París se está ya tratando, y decirle que


« S . M. espera que el Plenipotenciario de S. M. Británica hará causa c o m ú n
y se opondrá á que, siendo uno de los frutos principales que la E u r o p a debe
sacar de sus esfuerzos el respeto de los derechos legítimos y el de las for-
mas sancionadas por el derecho de gentes, no se quebranten, como suce-
dería si se tratase de disponer de los Estados de Príncipes de la Casa de
España, sin haber contado con los propietarios ni con S. M. como cabeza
de su Real familia. Esta manera indirecta, pero eficaz, de hacer conocer á
los aliados que se acabaron los tiempos en que la debilidad del Gobierno
iba colocando la España en la clase de las Potencias subalternas producirá,
si yo no me engaño, m u y buen efecto».
C o n f o r m e con la opinión de L a b r a d o r , pasó San Carlos en la propia
fecha una Nota al Embajador inglés Wellesley, que contestó el i.° de J u -
nio, que a u n q u e ignoraba las instrucciones que se habían dado á F e r n á n
N ú n e z , siempre entendió que iba provisto de plenos poderes para asistir
á u n Congreso en que se tratara de la paz general. No se consideraba, por
lo demás, autorizado á dar su opinión sobre la cuestión de los derechos de
la Casa de España, a u n q u e la Nota hubiese estado en este punto más e x -
plícita; debiendo limitarse á dar de ella conocimiento á L o r d Castlereagh.
Y mientras esto sucedía en Madrid, L o r d Castlereagh, y, después de
su partida para L o n d r e s , Sir Charles Stuart, que quedó encargado de la
Embajada inglesa en París hasta la llegada del Duque de W e l l i n g t o n , po-
nían todo su empeño en que F e r n á n Núñez firmase las paces con Francia.
Ya h e m o s visto que á ello se negó, aconsejado por Machado, aquel ilustre
procer; veamos ahora cómo las firmó L a b r a d o r y mereció en recompensa
de tan eminente servicio ser propuesto para la G r a n C r u z de Carlos III,
que S. M. no se dignó, sin embargo, concederle, aunque aprobó su con-
ducta en los más lisonjeros términos.

IV

Comenzaba Junio cuando tomó Labrador el camino de Francia, p r o -


visto de sus instrucciones, que de ningún apuró habían de sacarle, y de
sus plenos poderes en que se le daba el título de Embajador, a u n q u e no
llevara cartas reales que como tal le acreditaran ni cerca del Rey Cristianí-
36 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

simo, para después de ajustadas las paces con Francia, ni cerca del E m p e r a -
dor de Austria, en la capital de cuyos Estados iba á juntarse el Congreso
para la negociación de la paz general. En la noche del 16 llegó á París, donde
encontró á D. Justo Machado, n o m b r a d o Secretario de la Embajada, y á
D. Francisco Bustillo que, como Agregado, debía también formar parte de
ella, y á su llegada supo las grandes instancias que se habían hecho al
Conde de F e r n á n N u ñ e z para'que firmase el T r a t a d o de paz de 3o de Mayo,
n o obstante que carecía de plenos poderes para hacerlo y que no había
sido llamado á ninguna de las conferencias que le precedieron. «Por for-
tuna — escribía L a b r a d o r á San Carlos —, las órdenes que V . E. le c o -
1

m u n i c ó libraron á nuestro Gabinete de la ignominia que el maquiavelismo


de los demás le había preparado. T o d o s contaban ya con haber colocado
la España entre las Potencias de segundo orden, dejándola sin representa-
ción propia. T a n general era esta especie de conjuración c o n t r a í a España,
que cuando anuncié al Príncipe de Benevento mis plenos poderes para tra-
tar y firmar la paz, m e respondió que la paz entre la España y la Francia
estaba ya hecha, pues la habían tratado por nosotros nuestros aliados, y,
por consecuencia, no faltaba que hacer más que firmarla yo, supuesto que
traía los plenos poderes.»
P e r o no sospechaba T a l l e y r a n d con quién tenia que habérselas, «cos-
tándole mucha fatiga el persuadirse de que se había acabado la prepoten-
cia que había ejercido d u r a n t e tantos años y que miraba como u n efecto de
su talento ó de su astucia, cuando realmente la había debido al poder y
arrogancia de los tiranos á quienes había servido y á la debilidad y h u m i -
llación de los Gobiernos con que había tratado» . Y a u n q u e «el Príncipe de
2

Benevento no respondía jamás cuando no tenía razón y, acostumbrado á


obrar contra ella cuando su Gobierno era omnipotente, se cuidaba poco de
que lo convencieran ó de contestar con alguna vulgaridad ó con alguna
máxima general» 3, fueron tan fuertes las reflexiones que L a b r a d o r le hizo,
que h u b o de rendirse á ellas y de prestarse á hacer con S. M . C. un t r a -
tado directo; es decir: que firmaría Labrador en su Real n o m b r e el T r a t a d o
de 3o de Mayo, que es, ni más ni m e n o s , lo que iba á hacer el Conde de
F e r n á n N ú ñ e z . «Con hacer un tratado directo, como lo habían hecho R u -
sia, Prusia y la G r a n Bretaña, se lograba borrar la humillación á que pre-

1 Despacho núm. i i , de 26 de Junio de 1814.


2 Despacho núm. 5g, de 20 de Julio de 1814.
3 Despacho núm. 46, de 10 de Julio de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 37
tendía reducirse la Monarquía española, haciendo firmar á su Plenipoten-
ciario lo que habían tratado en n o m b r e de España sus aliados, es decir,
haciendo que u n Soberano que siempre ha dividido el primer rango con
el de Francia en Europa, hiciese el m i s m o papel que los pequeños P r í n c i -
pes condenados á ser satélites de los mayores planetas»
Vencida esta primera dificultad, que sólo existió en la imaginación de
L a b r a d o r , y le hizo creer, creyéndolo igualmente el Duque de San Carlos,
que había librado y ganado una gran batalla diplomática, principió á t r a -
tar acerca de los artículos adicionales. Dos eran los que había propuesto
F e r n á n Núñez : el uno relativo á la devolución de los manuscritos y o b -
2

jetos preciosos que se habían llevado los franceses, artículo, á juicio de los
mismos aliados, inadmisible, tanto por humillante como por innecesario,
y el otro no menos inaceptable, en que se estipulaba que las disposiciones
del T r a t a d o no podrían causar en manera alguna perjuicio á los derechos
de propiedad, sucesión ú otros que la España pudiera tener que reclamar,
y c u y a discusión reservaba para el Congreso general. El primer p u n t o
n o ofreció dificultad, porque, acordada por Luis XVIII la restitución de
los manuscritos y alhajas, no h u b o necesidad de pedirla ni de estipularla s.

1 Despacho núm. 3, de 21 de Junio de 1814.


2 En el legajó núm. 2 del Congreso de Vieña, y bajo una carpeta rotulada «Proyecto del
Tratado de paz entre las Potencias aliadas y la Francia copiado en casa de Lord Castlereagh
el 27 de Mayo del original dado por éste», hay un papel de puño y letra de Fernán Núñez y al
margen Proposés par moi F. N. (rubricado), que contiene el texto, que vamos á copiar lite, al-
íñente, de los dos artículos adicionales secretos:

Les dispositions du présent Traite ne pourront porter préjudice en aucune maniere aux
droits de propriété, succession ou autres que l'Espagne peut avoír á réclamer et dont elle reserve
ladiscussion au futur Congrés general.

II
La Cour de France s'engagc á faire remettre aus Commissionnaires, qui seront nommés á
cet effet par Ja Cour de Madrid, tous les actes, manuscrits, papiers d'archives, effets précieux, & . ,
a

tant de la Couronne comme des particuliers, qui auront été enlevés d'Espagne pendant la guer-
re, ainsi que les objets précieux et curieux qui se trouvaient au Cabinet d'Histoire naturel de
Madrid et ceux des Maisons Royales á Aranjuez, el Pardo, St. Ildefonse et St. Laurent.
Les présents anieles additionnels et secrets auront la mime forcé et valeur que s'ils
ctaien insérés mot á mot au traite patent de ce jour.
3 Con su despacho núm. 13, de 26 de Junio de 1814, remite Labrador copia de un papel del
Marqués de Cilleruelo, como apoderado de S. M. y AA., respecto á la expoliación que sufrieron
los bi'enes y efectos de su dominio privado. Cuando Napoleón resolvió en Bayona la internación
en Francia de S. M. é Infantes, ordenó se formase una completa vajilla de plata, que existía en
Palacio, para el servicio de S. M. y AA., disponiendo al mismo tiempo que dichos señores nom-
brasen una persona de su confianza que pasase á Madrid revestida de los plenos poderes nece-
sarios para que se entregase de dichas prendas. Recayó el nombramiento en Cilleruelo, quien
recibió el 11 de Mayo de 1808 del Ministro de Relaciones exteriores Mr. de Champagny, los c o -
rrespondientes pasaportes, con una carta para el Gran Duque de Berg, que á la sazón se hallaba
38 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

E n cuanto al levantamiento de los secuestros no quería el Plenipotencia-


rio francés que se hablase sino de los hechos en consecuencia de la última
guerra; pero, al fin, se extendió en términos generales el primer artículo
adicional. El segundo se refería al comercio, que había de quedar en el
pie en que estaba en 1 7 9 2 .
Pretendió también L a b r a d o r , como lo había pretendido F e r n á n N ú ñ e z ,
que se dejaran á salvo en u n artículo adicional secreto los derechos de la
Casa Real de España á los Estados de Italia, de que había sido desposeída;
pero, apenas empezó á hablar L a b r a d o r de T o s c a n a , de Ñapóles y de Par-
ma, le hizo observar T a l l e y r a n d que no era la Francia, sino nuestros alia-
dos los que habían dispuesto de esos países. Mostróse, sin e m b a r g o , p r o -
picio á apoyarnos en nuestras reclamaciones, ofreciendo para ello los
buenos oficios de la Francia, y después de discutidos ampliamente los tér-
minos en que había de redactarse, se convino en el siguiente artículo a d i -
cional: « S . M. Cristianísima promete emplear sus buenos oficios siempre
y en cualquier parte que fuera necesario, y especialmente en el próximo
Congreso, tanto en favor de los Príncipes de la Casa de Borbón de la r a m a
española que tengan posesiones en Italia, como para hacer que la España
obtenga una indemnización por las pérdidas que pudieran resultar contra
ella de la no ejecución del T r a t a d o de Madrid de 21 de Marzo de 1801.»

Arreglados estos puntos, nada parecía q u e debía oponerse á la firma


del T r a t a d o , cuando el Plenipotenciario francés propuso dos artículos adi-
cionales, el uno para la admisión en España de los condenados á n o entrar
en ella, y el otro para la restitución de los bienes que se les habían c o n -
fiscado. «La primera vez que el Príncipe de Benevento me habló de este
asunto — dice L a b r a d o r en su despacho de 26 de Junio —, respondiéndole
yo que no podía dar oído á proposición alguna acerca de él, m e replicó si
quería yo que Luis X v I I l heredase tan buenos muebles; pero tomándolo
en el m i s m o tono le repuse que, más natural era que el Rey de Francia
heredase lo bueno y lo malo del que había sido E m p e r a d o r de los france-

de Lugar Teniente, y, no sólo tuvo lugar la entrega de la expresada vajilla, sino también la de
todos los cuantiosos efectos, que asi S. M. como los Infantes poseían en Madrid y sitios reales.
Un año después, el i.° de Mayo de 1809. se le comunicó á Cilleruelo un decreto del Rey intrusa
que ponía á cargo de la Dirección'de bienes secuestrados los pertenecientes á S. M. y AA., man-
dándole cesar en su encargo y trasladándole á la ciudadela de Pamplona y de allí á Francia,
desde cuya época nada había vuelto á saber de los preciosos efectos que se le habían confiado.
Esta vajilla con las armas antiguas de España, se la llevó José Bonaparte y la tenía en una
casa de París, según delación"de los mismos que la encajonaron y escondieron. Así se lo escribid
Labrador á Cevallos en carta particular de 6 de Septiembre de 1816.
ESPAÑA EN El. CONGRESO DE VIENA 3g

ses, que no que el Rey de España heredase los criados de un aventurero


que intentó usurparle el trono.»
El b de Julio fué presentado L a b r a d o r al Rey Luis XVIII; habiéndose
retrasado esta audiencia por las dificultades que puso el Protocolo, que
con indiscutible imperio rige en Francia en todo tiempo y sea cualquiera
la forma de gobierno. P o r una parte era L a b r a d o r , según sus plenos p o -
deres, Embajador extraordinario, y como tal debía ser recibido con todos
los honores y ceremonias que la Revolución había suprimido y q u e la
Monarquía restaurada se proponía restablecer; pero, por otra, no traía cre-
denciales, ni siquiera una m e r a carta de su Soberano para S. M. Cristianí-
sima, lo cual le colocaba en la categoría de extranjero ilustre, que fué la
q u e al fin prevaleció después de muchas dudas. Estas, y los frecuentes
ataques de gota de que el Rey padecía bastan á explicar una tardanza en
l a q u e no tuvo ni interés ni intervención el Príncipe de T a l l e y r a n d .
En lo que sí tuvo el Príncipe gran empeño, y éste constituyó el princi-
pal obstáculo para la conclusión del T r a t a d o , fué en obtener el perdón de
los afrancesados, lo cual tenía para L a b r a d o r sencilla explicación. «El
Príncipe de Benevento no puede dejar de ser aquel m i s m o Talleyrand,
que, valiéndose de la prepotencia del Directorio y de la mayor de su ultimo
a m o Napoleón, ponía á contribución todo el continente de la Europa y en
particular la España; el m i s m o qué con O u v r a r d , Hervás y Compañía,
g a n ó tantos millones en el surtido de la escuadra de Brest y en cuantos
encargos se daban en París ó en cuantos proyectos formaba D. Manuel
Godoy para su propio engrandecimiento ó para sostenerse en el m a n d o .
U n h o m b r e tal no sería extraño que protegiese por inclinación á los M i -
nistros de José Bonaparte, aun cuando no hubiese tenido con algunos de
ellos tantos motivos de amistad; pero concurriendo con la semejanza del
carácter y de los vicios las antiguas conexiones y la memoria de las g r a n -
des ganancias hechas de m a n c o m ú n , necesariamente ha de mirar T a l l e y -
r a n d como intereses propios los de su confidente Hervás» . Y no era úni-
l

camente T a l l e y r a n d quien se interesaba en favor dé los emigrados espa-


ñoles. T a m b i é n protegía la misma mala causa Laforest, y entre los
Ministros extranjeros no faltaba quien la apadrinase excitado por el Coro-
nel L a Harpe, ayo que fué del E m p e r a d o r de Rusia, «que es uno de aque-
llos metafísicos de gabinete que, confundiendo el amor de la h u m a n i d a d

i Despacho de Labrador núm. 46, de 1 0 d e Julio de 1814.


40 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS y MUSEOS

con la impunidad de los más enormes delitos, hablan de filantropía y. de


olvido general cuando deberían hablar de justicia». L a Harpe había dado
muchos pasos en favor de Azanza, de quien fué amigo cuando éste era
Secretario y Encargado de Negocios en Rusia. «Por fortuna — añade L a -
b r a d o r — la persona que más influye en el espíritu de S. M. Cristianí-
sima ' es u n antiguo amigo mío, y éste me ha asegurado que, lo único que
desea esta Corte es que se disminuya e l ' n ú m e r o de los refugiados por la
molestia que dan con sus pretensiones, y al m i s m o tiempo me ha ofrecido
que no dejaremos de hacer el T r a t a d o por causa de personas tan odiosas.»
De acuerdo con este amigo que tenía cerca de S. M . Cristianísima, v
por cuyo medio hacía llegar á S. M. las razones que se oponían á que en el
T r a t a d o de paz se incluyera ningún artículo en favor de los apóstatas,
pasó L a b r a d o r al Príncipe de Benevento una Nota participándole h a b e r
recibido órdenes del Rey de no admitir los artículos propuestos . Y como 2

al propio tiempo había L a b r a d o r indicado que el mejor medio de obtener


el perdón de las personas en cuyo favor el Gobierno francés se interesaba
era el de recomendarlas á la clemencia del Monarca español, renunció
T a l l e y r a n d á los artículos adicionales que había propuesto y defendido, y
el m i s m o día en que firmó el T r a t a d o , él 20 de Julio, envió con una Nota
la lista de los españoles que S. M. Cristianísima recomendaba á la clemen-
cia y bondad de S. M. Católica 3.
Al remitir á Madrid el T r a t a d o que acababa de firmar, no se detenía
Labrador en hablar de las dificultades vencidas de que no hacía mención
por atribuirse todo el mérito de haberlas superado. « N o lo hubiera conse-
guido — dice — sin mi antigua amistad con el C o n d e de Blacas d ' A u l p ,
Ministro de la Casa Real de S. M. Cristianísima, que siguió siempre la
suerte de su Soberano y en quien S. M. tiene la m a y o r confianza. P o r su
medio han llegado á manos de S. M. Cristianísima mis observaciones y
notas de que no daba cuenta al Príncipe de Benevento» 4.
Hubiera deseado Labrador que el T r a t a d o se extendiese en castellano
y en francés; pero se lo impidió el proponerlo el ejemplo de las d e m á s
grandes Potencias que, por abreviar, consintieron que los suyos se hicie-
sen solamente en esta m i s m a lengua; habiendo también ya muchos ejem-

1 Alude al Conde, después Duque, de Blacas d'Aulp, Ministro de la Casa Real.


2 Despacho núm. 5o, de 12 de Julio de 1814.
3 Despacho núm. 6 1 , de 20 de Julio de 1814.
4 Despacho núm. 59, de 20 dé Julio de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 41

píos de hacerse los T r a t a d o s solamente en francés y publicarse, con la tra-


ducción castellana.
G r a n d e fué la satisfacción con que se recibió en el Ministerio de Estado
el T r a t a d o concluido con Francia, del que no podrían menos de resultar
las mayores ventajas para España, no siendo la menor el que se hubiera
terminado con la dignidad correspondiente al rango que ocupaba la M o -
narquía española entre las demás de Europa. T o d a s estas ventajas se d e -
bían, á juicio del Ministerio, á la pericia, tino y circunspección con que
condujo este delicado asunto el Embajador extraordinario D. P e d r o G ó -
mez L a b r a d o r , que, por este nuevo importante servicio á S. M. y á la
Monarquía, se había hecho acreedor á recibir un testimonio público de la
Real aprobación, que podría ser la Gran C r u z de Carlos III ó bien cual-
quiera otra que fuera del agrado de S. M. Informado en estos favorables
términos el despacho de Labrador y el T r a t a d o que le era anexo, recayó
en 28 de Julio la resolución siguiente, que en 2 de Agosto fué comunicada
al Embajador: « S . M. está m u y satisfecho del servicio importante que ha
hecho L a b r a d o r en este T r a t a d o y no duda S. M. los continuará haciendo.»
En cuanto á los españoles, que en n ú m e r o de setenta fueron recomen-
dados en la Nota del Príncipe de Benevento á la clemencia de S. M. C a -
tólica, hubieron de esperarla en vano largo tiempo, y muchos murieron en
el destierro, antes de que el Gobierno constitucional les abriera las p u e r -
tas de la patria. Figuraban en la lista el Príncipe de Masserano, los Duques
de S o t o m a y o r , del Campo de Alange (antes Conde), de Mahón, de Santa
F e (Azanza), de Cotadilla (Conde de Negrete), los Marqueses de Casa
Calvo, de Virués, de Benavente, de Bedmar, de Guardia Real, de San
Adrián, de Bendaña, de Arneva, de Almenara (Hervás), los Condes de
Casa T i l l y , de Montarco, de T e b a , de G u z m á n , de C a b a r r ú s , de C a n -
celada, de Montezuma, el Barón de Cheste, los Generales N a v a r r o S a n -
gran y O ' F a r r i l , el diplomático D. Leonardo Gómez de T e r á n y gran
n ú m e r o de los que hoy llamaríamos intelectuales como D. J u a n M e l é n d e z
Valdés, D. José Antonio C o n d e , D . Manuel C a m b r o n e r a , D. Estanislao
de L u g o , D. Bernardo de Iriarte, D. Vicente González Arnao. y otros
m u c h o s , además de algunas señoras, como la Marquesa de Buscayolo, la
Condesa de Berberana, D . Catalina de Asenjo y la Sra. de Mazarredo y
a

familia. Entre éstos tenía la Corte de Francia el mayor empeño por M a s -


serano, Azanza, C a m p o Alange, Gómez de T e r á n y algún otro, y en su
audiencia de despedida oyó L a b r a d o r de labios de Luis X V I I I que S. M.
42 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

desearía que su augusto sobrino usase de clemencia con los que faltaron
á sus obligaciones, á lo que respondió que el Rey, su a m o , tenía el buen
corazón de todos los Borbones y en ocasión oportuna usaría de benigni-
dad con algunos que habían pecado solamente por débiles '. Pero como
todavía no hubiese usado de ella cuando terminó sus trabajos el Congreso
de Viena, recibió orden el Duque de Dalberg de proponer de parte del
Rey de Francia un artículo para suavizar la suerte de los portugueses y
españoles que se encontraban aún en Francia, y algunos de los cuales se
habían trasladado á Gante. Negóse L a b r a d o r á asistir á la reunión á que
había sido por Dalberg invitado y le contestó en términos de e x t r a o r d i n a -
ria dureza, manifestándole que, si d u r a n t e el Congreso hubiesen suscitado
los Plenipotenciarios esta cuestión haciendo la más insignificante r e c o -
mendación ó insinuación en favor de los partidarios de José Bonaparte, se
hubiera opuesto á ella y hasta se hubiera m a r c h a d o de Viena, en caso de
insistencia, publicando la razón que tenía su Gobierno para no admitir la
ingerencia de los extraños en asuntos que afectaban al ejercicio de la s o -
beranía . 2

No eran sólo los españoles afrancesados los que dieron que hacer á
L a b r a d o r en París. Otros españoles igualmente emigrados, pero de más
alta alcurnia, se dirigieron desde R o m a á su pariente el Rey Cristianísimo
en demanda de un socorro pecuniario que remediase la necesidad en que
se hallaban por el olvido y desamparo en que los tenía el Rey su hijo
D. F e r n a n d o VII. Había llegado á París D. Felipe Viérgol, portador de la
carta de Carlos IV para Luis X V I I I , y por él supo Labrador que ya había
hecho entrega de ella y que había sido el Rey padre socorrido con unas
letras por valor de i5o.ooo francos. G r a n contrariedad produjo al E m b a -
jador esta noticia, y a u n q u e él carecía de fortuna hubiera buscado el dinero
necesario para evitar este paso del Rey Carlos IV, si de él hubiese tenido
oportuno conocimiento. Pero ya era tarde, y cuando de esto le habló T a -
lleyrand sólo pudo darle como explicación de lo ocurrido el que se h u -
bieran perdido las cartas del Rey F e r n a n d o , de cuyo filial a m o r y respeto
podía dar testimonio el propio Príncipe que les había ofrecido su hospita-
lidad en Valencay. Según Viérgol, Godoy tenía en cautiverio á Carlos I V ,
que había cobrado verdadero odio al valido, y mientras aquél compraba
casas de campo, los criados del Rey tenían que remendarle á éste los dos

1 Despacho núm. 147, de 5 de Septiembre de 1814.


2 Despacho núm. 392. Viena, 9 de Julio de I8I5.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 43

únicos vestidos que tenía. T a m b i é n tuvo Labrador noticia por Viérgol, y


de ella dio parte á la Corte en despacho reservado, de un proyecto for-
mado por D. Manuel Godoy de casar á su hija con el Infante D. F r a n -
cisco de Paula, quien se había excusado manifestando su deseo de a b r a -
zar la carrera eclesiástica, cosa que se consideraba m u y próxima, y que Su
Santidad le daría el capelo
P e r o si cultivó Labrador con esmero la gacetilla diplomática, que en
rigor correspondía á la jurisdicción de su colega de R o m a Vargas Laguna,
y atizó el odio que contra Godoy sentía su augusto a m o , también trató
en sus despachos los arduos problemas de la política internacional que á
la sazón se ventilaban en París, subordinándolos al que se consideraba
primordial para España de obtener la restitución de los Estados de Italia
á los desposeídos Borbones de la rama española; haciendo cesar el escán-
dalo de ver al sanguinario M u r a t usurpando el trono de Ñapóles, y al hijo
del Atila corso apoderado de la herencia que la Casa de Farnesio trajo á
la de Borbón. Y como los intereses de España estaban en evidente contra-
dicción con las intenciones que debían suponerse al Austria respecto de
Italia, indicaba Labrador la conveniencia de que nuestros representantes
en Inglaterra, Rusia y Prusia llamasen la atención de los Gobiernos cerca
de los cuales estaban acreditados, sobre los males graves que esta actitud
del Austria podía acarrear. Así lo hicieron sin apreciable resultado . 2

Entre tanto, la conducta de Metternich, pues él era el alma de la p o -


lítica austríaca, preocupaba'á L a b r a d o r y le parecía s u m a m e n t e extraña,
pues á influjo de ella se atribuía la venida de la Archiduquesa María Luisa
á los baños de Aix en Saboya, como si no hubiese en Alemania aguas
minerales equivalentes, y también se aseguraba que á los prisioneros fran-
ceses se les hacía pasar por S c h ó n b r u n n , y presentándoles al hijo de N a -
poleón se procuraba inflamarlos en su favor. En fin, lo hecho en Italia
probaba hasta la evidencia que el Austria mantenía su antiguo sistema de
rivalidad contra la Casa de Borbón y la ambición desmedida que había sido
siempre la pasión dominante de aquella Casa. Y como á esto se agregaba
el desprecio que los militares rusos y prusianos hacían d e los austríacos,

1 Tres años después casó el Infante con la Princesa Luisa Carlota de las Dos Sicilias, cuya
mano pidió Labrador siendo Embajador en Ñapóles.
2 Despacho de Labrador núm. 4, de 21 de Junio de 1814, á consecuencia del cual se dirigie-
ron en 22 de Julio cartas al Embajador en Londres y Ministros en Petersburgo y Berlín para que
pasasen una Nota pidiendo el apoyo de los respectivos Soberanos para las pretensiones de Es-
paña respecto á la devolución del Reino de Ñapóles y Estados de Parma.
44 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

no sería extraño, según nuestro Embajador, que llegase á turbarse la tran-


quilidad de Europa, cuando se creía asegurada con la caída del tirano ' .
Había además entre los aliados no pocos motivos de disgusto. Del viaje
del Emperador Alejandro á Londres había resultado una gran animosidad
entre las dos Cortes, por estar persuadido el Gabinete inglés de que
S. M. I. había contribuido, á lo menos indirectamente, á que se m a l o -
grase el matrimonio proyectado entre el Príncipe heredero de Orange y la
hija del Príncipe Regente de la G r a n Bretaña . L o r d Castlereagh estaba
2

también personalmente quejoso del E m p e r a d o r Alejandro por no haberle


éste dispensado la acogida que esperaba. Este disgusto de Inglaterra y
Rusia hacía más difícil la reunión de los ánimos en los principales artícu-
los que habían de tratarse en el Congreso y más delicada la situación de
los que, como nosotros, teníamos que apoyarnos sobre los buenos oficios
de otras Potencias que por casualidades felices habían logrado m u c h o
crédito, al m i s m o tiempo que gozábamos de m u y poco 3.
Quejábase también el Ministro inglés de que el de Rusia, en virtud de
órdenes de su Gobierno, pretendiera no alternar sino con el de Austria y
tener el paso sobre todos los demás. Recuerda L a b r a d o r que las Cortes
de España y Francia pactaron con la Emperatriz Catalina que le darían el
título de Emperatriz y lo continuarían dando á sus sucesores, bajo la pala-
bra y promesa Real que S. M. empeñó de que no por esto se alteraría la
etiqueta 4 . Y habiendo consultado sobre la conducta que debía seguir, se
le contestó que se había convenido en Londres por el Conde de F e r n á n
Núñez y el de Lieven que alternarían, lo cual le parecía á L a b r a d o r m u y
difícil de conseguir en París de su colega de Rusia.
P o r lo que hace á las relaciones entre España y Francia, tanto el Conde
de Blacas como el Príncipe de Benevento insinuaron varias veces á L a -
brador la necesidad de estrechar los vínculos entre los dos Soberanos y
restablecer el Pacto de familia , á lo que había contestado nuestro Pleni-
5

1 Despacho núm. 37, de 5 de Julio de 1S14.


2 Despacho núm. 48, de 10 de Julio de 1814.
3 Despacho núm. 144, de 5 de Septiempre de 1814.
4 Despacho núm. 8, de 26 de Junio de 1814.
5 Respecto al Pacto de familia, decía Cevallos á Labrador en Real oiden de i.° de Octubre
de I 8 I 5 : «El Pacto de familia fue inspirado por la venganza, y sus efectos para-la España fueron
cuales se podían esperar de un hijo de tal madre. Para renovarle en las actuales circunstancias
era preciso haber perdido el sentido común. El primer objeto de toda alianza debe ser la con-
servación de la paz, haciendo ésta respetable por la fuerza combinada. Esto no se conseguiría
confederándose con una Potencia que teme y debe temer el verse abrasada por el fuego de los
partidos, pues la España en tal caso vendría á estar en guerra con alguno de ellos. Si esto no
FSPAÑA EN EL CONGRESO DE VIEÑA 4§

potenciarlo con frases generales y dilatorias; habiendo hecho otro tanto


con el Principe de Laval, Embajador designado para Madrid, que le p a -
recía fácil de manejar por su ninguna experiencia y no tener, según decían,
grandes talentos C u a n d o se despidió del Rey, manifestóle S. M. que
daría al Príncipe de Benevento sus instrucciones para proceder en todo de
acuerdo con España, y añadió que esperaba m u c h o del apoyo de Ingla-
terra, con quien se entendía perfectamente, y que aunque había dificulta-
des que vencer y contrariedad de intereses entre las principales Potencias,
confiaba en la Providencia que todo se arreglaría . 2

Esta inteligencia de la Francia con la que había sido y parecía ser su


mayor enemiga se convirtió pocos meses después en una alianza de que
formó también parte el Austria, desmintiendo los hechos cuanto en sus
sabias especulaciones, respecto á las alianzas naturales, había expuesto el
Consejo de Estado para instrucción del negociador español. Ni éste ni su
Gobierno se percataron del significado y alcance de la nueva política fran-
cesa, ni tuvieron la menor noticia ni sospecha del T r a t a d o de alianza cuando
se firmó en Viena el 3 de Enero de I 8 I 5 . Obligada Francia á optar por la
amistad de Inglaterra ó la de Rusia, se decidió Talleyrand por la pri-
mera; porque ahitos de gloria y hartos de guerras, no soñaban los fran-
ceses sino con una paz duradera que les permitiera reponerse y reconsti-
tuirse, aunque fuera dentro de los antiguos límites de la Monarquía, y como
los ingleses pensaban de igual modo y se hallaban animados de los m i s -
mos pacíficos deseos, era natural que se entendieran y que esta inteligen-
cia r e d u n d a r a en beneficio de la paz que ambos países anhelaban. La
alianza rusa, en cambio, perseguía otros fines, que sólo por una nueva
y empeñada guerra, de dudoso éxito, podrían alcanzarse. Francia hubiera
quizás llevado su frontera hasta el Rhin, mientras Rusia hubiera exten-
dido ilimitadamente las suyas en Asia y no poco en Europa, con constante
peligro de la paz general. A esta paz europea sacrificó T a l l e y r a n d patrió-

sucede, y la Francia continúa débil y encadenada por algunos años, sería el mnyor de los deli-
rios asociarse con una Potencia de que no se puede sacar apoyo en caso de necesitarse. Si la
Francia, por un favor de la Providencia, ahoga los partidos, y reuniendo los ánimos se dedica á
recuperar aquel poder á que e u á llamada por su riqueza natural, por su situación- geográfica y
por su población, en tal caso sus primeros designios serán renovar la guerra para engrandecerse
y vengarse de su actual humillación. Y la España por su alianza se vería comprometida en gue-
rras, resistidas por todas las razones que debe tener presente un Gobierno para no entrar en las
que no estén autorizadas por algún principio de interés. Dejo aparte las consideraciones que se
deducen del resentimiento de las Potencias enemigas naturales de la Francia.»
1 Despacho núm. 9 3 , de 5 de Agosto de 1814.
2 Despacho núm. 147, de 5 de Septiembre de 1814.
46 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ticas ambiciones y posibles pero inseguros engrandecimientos, y por ella


incurrió en la implacable enemistad del E m p e r a d o r Alejandro, que le
obligó á dejar el Ministerio en la plenitud de su triunfo, después del Con-
greso de Viena, y cuando mayores servicios hubiera podido prestar á
su país.
El Austria era la que, por razón de vecindad, más temía á los r u s o s ,
así como el que llegaran éstos á aliarse á los franceses, y tanto pudo en
ella este t e m o r , que habiendo aspirado al m a t r i m o n i o de F e r n a n d o VII con
una Archiduquesa, promovió después con todo empeño la idea del m a t r i -
monio de S. M. con la G r a n Duquesa de Rusia, por evitar que se verifi-
case el proyectado con el D u q u e de Berri. De la G r a n Duquesa A n a , h e r -
m a n a del E m p e r a d o r Alejandro I, aseguraban los que habían residido en
P e t e r s b u r g o que reunía en u n grado eminente las más apreciables p r e n -
das morales con una h e r m o s a presencia, una salud robusta y todas las
gracias de la juventud Y como estas noticias de L a b r a d o r coincidían con
las que por otros conductos habían llegado al Rey, vínole á S. M. en gana
llevar adelante las negociaciones que para casarlo, sin anuencia suya, había
entablado la Regencia en Petersburgo y en las cuales h u b o de intervenir
también L a b r a d o r durante su misión en Viena . 2

T e r m i n ó felizmente la de París con el canje de ratificaciones del T r a -


tado de 20 de Julio 3 y el de los acostumbrados regalos, que consistieron:
en una caja de oro con el retrato de Luis XVIII, de un valor de i5.ooo
francos, para L a b r a d o r , y otra caja de igual precio, con el retrato de F e r -
nando VII, para T a l l e y r a n d 4, recibiendo éste, además, 90.000 reales para
el Ministerio de Negocios extranjeros y la m i s m a s u m a L a b r a d o r para el
Ministerio de Estado. Machado fué el peor librado, pues «no recibió ni aun
la expresión que suele hacerse á los Secretarios, que en el Congreso de
Amiens ascendió á i5.ooo francos por cada C o r t e , recibiendo el Secretario
de la Embajada de España 45.000, y en cuanto al Plenipotenciario D. José
Nicolás de Azara recibió una e n o r m e s u m a , pues fué punto convenido en-
tre él y sus compañeros q u e , en lugar del joyel a c o s t u m b r a d o , cada Pleni-

1 Despacho núm. 9 , de 26 de Junio de 1 8 1 4 .


2 Becker: Relaciones entre España y Rusia. Un proyecto matrimonial.
3 Con su despacho núm. 104, de 10 de Agosto, envió Labrador el acta del canje de ratifica-
ciones que tuvo lugar la noche anterior.
4 De Real orden se encargó al Embajador una caja de 3 0 . 0 0 0 francos para el Plenipotenciario
francés; pero habiendo sabido Labrador que la caja que le estaba destinada no valía sino i5.ooo,
hízolo asi presente ala Corte, la cual dispuso que se rebajara á la mitad el precio de la encar-
gada caja.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 47
potenciado debía recibir no sé si 60.000 pesetas ó más de cada una de las
Cortes»
N o podían faltar en la correspondencia de L a b r a d o r , como en la de
todo Embajador español de aquella época, y aun de otras anteriores y pos-
teriores, las obligadas quejas por el retraso en el envío de sus haberes, que
más de una vez puso en apretada situación á nuestros representantes en el
extranjero, y por la escasez del sueldo, q u e n a d a tenía de mezquino y que
ya lo quisieran nuestros actuales Embajadores, cuyos sueldos, puramente
nominales, están sujetos á toda clase de m e r m a s y descuentos. Obtuvo La-
brador que, además del sueldo de Embajador, se le señalasen, como á
F e r n á n N ú ñ e z , 3.000 duros mensuales de gratificación, manifestando que
había tenido que t o m a r casa, y una de las más suntuosas de Viena, por
un año, por negarse los propietarios á alquilarlas por meses . 2

C o m o T a l l e y r a n d contaba salir para Viena el 10 de Septiembre, q u e -


dando d u r a n t e su ausencia encargado del Ministerio de Negocios e x t r a n -
jeros el C o n d e de Jaucourt, su amigo, miembro que fué del Gobierno
provisional, no m u y libre de ideas revolucionarias en los tiempos anterio-
res, pero que pasaba por convertido 3, dispuso también su viaje, sin más
tardanza, L a b r a d o r , y antes de salir de París tuvo la satisfacción de e n -
viar á S. M. y á su augusto h e r m a n o el Infante Don Carlos la Orden del
Saint-Esprit, que sólo tenían en España Carlos IV y el Infante Don Anto-
nio; habiéndosela pedido en su audiencia de despedida á Luis X V I I I , por
indicación de T a l l e y r a n d , según lo declara ingenuamente -f. Estas mercedes,
que los Príncipes no estiman menos que sus subditos, aunque con menor
fatiga las alcancen, contribuyeron no poco á acrecentar la buena fama que
ya gozaba D. Pedro Gómez Labrador por su acendrado a m o r al Rey y por
su probada pericia en el difícil arte de negociar.

1 Despacho de Viena, de 22 de Junio d e i 8 i 5 . No es esto, sin embargo, enteramente exacto.


Al dar cuenta Azara (Despacho de París, núm. 351, de 23 de Mayo de 1802) de los regalos que se
cambiaron con motivo de la paz de Amiens, dice que José Bonaparte y Schimmelpenninck, Em-
bajadores respectivamente de Francia y Holanda, prefirieron tener un regalo en dinero, y que
Inglaterra, siguiendo la costumbre de regalar brillantes, envió tres joyeles ¡guales, con el
retrato de S. M. B., pero de mucho más valor que el que se acostumbra, para los Embajadores, y
cajas guarnecidas de brillantes con cifra y corona para los Secretarios. A Lord Cornwallis le
entregó Azara una caja con el retrato de S. M. cercado de dos órdenes de solitarios.
2 La casa que tomó Labrador en Viena para li Embajada extraordinaria era el Palacio
Palffy sito en la Minoritten Plat% núm. 5o (hoy Schenkenstrasse) según vemos en el «Guide
des étrangers á Vienne pendant le Congrés, contenant les noms des Souverains présents, ainsi
que ceux des ministres et chargés d'affaires au mois d'Octubre 1814 avec l'indication des rúes et
números des maisons qui ils habitentv.—Vienne, 1814, in 8."
3 Despacho núm. 149, de 5 de Septiembre de 1814.
4 Despacho núm. 143, de 2 de Septiembre de 1814.
"48 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Marca el Congreso en los anales Üe Viena el apogeo de su g r a n d e z a .


Más de ioó.ooo forasteros invadieron la imperial ciudad para tomar parte,
como actores ó como espectadores, en la comedia h u m a n a á que iba á ser-
vir aquélla de teatro. Fué una de tantas representaciones á beneficio de
las grandes Potencias, en que los protagonistas obran á impulsos de la más
desatentada ambición, p r o c u r a n d o con diplomáticas artes disfrazar, de
nobles, propósitos que no lo son, para que el vulgo convidado al espec-
táculo se regocije y aplauda, sin percatarse de lo que entre bastidores
o c u r r e . Había sido escándalo de E u r o p a el revolucionario proceder de
Bonaparte que, no contento con proclamarse E m p e r a d o r , fué creando
Reyes á su imagen y semejanza, aunque con él sólo tuvieran de c o m ú n el
parentesco, sin respeto alguno á los derechos de dinastías seculares, que
se vieron desposeídas de sus tronos, y sin tener para n a d a en c u e n t a la
voluntad de los pueblos, que cambiaban de dueño como siervos adscritos
á la gleba. Hora era ya de poner t é r m i n o á proceder tan revolucionario y
tan inicuo, y p a r a eso sin duda se j u n t ó el Congreso de V i e n a , que, s e ñ a -
ladas ya á F r a n c i a , y aun á España, por fronteras aquellas que tuvieron
con anterioridad á la Revolución francesa, se ocupó en el equitativo r e -
parto de los países que por ser conquistas francesas se consideraron sin
dueño y á disposición del vencedor. Y a u n q u e todas las naciones europeas
podían, con razón, r e c l a m a r una parte de gloria en el vencimiento del
coloso, porque fué obra á que contribuyeron todas, las unas c o b r a r o n su
p a r t e en feraces y pobladas tierras, y las otras, como sucedió á España,
hubieron de contentarse con inscribir la suya en las páginas de la Histo-
ria p a r a que p e r d u r a r a en la memoria de las generaciones venideras. Más
adelante veremos cómo se realizó el reparto del botín y cómo en n o m b r e
de la legitimidad, contagiadas por el mal ejemplo, pusieron en práctica
las grandes Potencias el mismo procedimiento revolucionario que había
sido, en manos de Napoleón, escándalo de E u r o p a ; lo cual p r u e b a que la
ambición, ya tenga por objeto el propio l u c r o , ye el engrandecimiento de
la patria, es pasión que los h u m a n o s sienten y manifiestan de igual modo,
y al fin y al cabo, en la lucha por la existencia, trátese de individuos ó de
pueblos, tienen siempre derecho á m a y o r tajada los más fuertes.
ESPAÑA EN EL CONGRESO ' DE VIENA 49

E n t r e los protagonistas del Congreso correspondió el p r i m e r lugar á


los Soberanos que, no sólo dieron con su presencia m a y o r realce á las
fiestas, sino que también t o m a r o n parte principal, y aun algunos, como el
de Rusia, decisiva en los asuntos políticos, objeto de las deliberaciones de
los Gabinetes europeos. La C o r t e de Viena, para cuya averiada hacienda
debía ser carga pesadísima aquel aluvión de testas coronadas, no r e p a r ó
en gastos para dejar complacidos á sus augustos huéspedes. Alojáronse en
la Burg dos E m p e r a d o r e s y dos Emperatrices, cuatro Reyes, una Reina,
dos Príncipes herederos, dos Grandes Duquesas y tres Príncipes. Sólo la
mesa imperial costaba 5o.ooo florines, y en más de 200.000 calculábase el
gasto diario de la Corte. P a r a impedir que el ocio engendrase el tedio y
éste influyese desfavorablemente en la m a r c h a de los negocios, habíase
n o m b r a d o una Comisión de fiestas encargada de proporcionar cotidianos
y honestos placeres á los que no habían ido á Viena para aburrirse a u g u s t a -
mente en familia. Agotóse el repertorio de los banquetes, conciertos, b a i -
les de trajes y de máscara, loterías, c u a d r o s vivos, funciones de t e a t r o ,
variados alardes hípicos y cinegéticos, paseos en t r i n e o , revistas milita-
res y hasta excursiones á los vecinos campos de batalla de Aspern, evi-
tando los de W o g r a m ; en una palabra: cuanto pudo inventarse para dis-
t r a e r el á n i m o sin fatiga y para cansar el cuerpo con deleite. Fiestas h u b o ,
como la g r a n redoute del 2 de Diciembre, que fué espectáculo único en
su género por la magnificencia y riqueza de los trajes. Componíase el lo-
cal de tres grandes salones, unidos por galerías y escaleras adornadas de
tapices y plantas, y formaba un conjunto tan espacioso que podían c i r c u -
lar cómodamente 12.000 personas. A l u m b r a d o por 6.000 bujías, servía el
picadero imperial de salón de baile, donde, al compás de una orquesta de
más de cien músicos, se a r r o b a b a n los vieneses bailando, como ellos saben
bailarlos, esos walses que, nacidos á orillas del azul D a n u b i o , se han
enseñoreado de todas las orillas conocidas, desde las del Neva hasta las
del Tajo, sin omitir las del exiguo M a n z a n a r e s .
A ejemplo de la C o r t e , esforzóse la soo'edad de Viena en agasajar á los
extranjeros, y fueron muchos los salones de la nobleza que les a b r i e r o n
sus puertas y en ¡os que pudieron disfrutar la afable hospitalidad de aque-
llos grandes señores auténticos, que, unidos los más por lazos de la s a n g r e ,
forman una familia aparte de la del común de los mortales. A estos salo-
nes acudieron Reyes y Príncipes, cuya frecuente presencia en casas de
simples particulares halló T a l l e y r a n d harto inconveniente, por parecerle
50 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

que m e r m a b a el prestigio propio de la realeza. T a m b i é n la aristocracia


del dinero celebró, en honor del Congreso, fiestas suntuosísimas, en que
no faltó nada de cuanto puede p r o p o r c i o n a r tan precioso metal, á m a n o s
llenas d e r r a m a d o . Y, por último, los diplomáticos extranjeros, entre los
que se distinguieron por su esplendidez rusos é ingleses, procuraron c o -
rresponder á los obsequios recibidos, y con sus banquetes y saraos dieron
mucho que ganar y no poco que m u r m u r a r á los vieneses.
A l i m e n t a r o n asimismo la curiosidad y las conversaciones de los diaris-
tas y ociosos que deambulaban en el Graben y calles adyacentes dos espec-
táculos fúnebres con que no contaba la Comisión de festejos: las h o n r a s
que el 21 de E n e r o hizo celebrar T a l l e y r a n d en la Catedral de Viena para
c o n m e m o r a r el aniversario de la ejecución de Luis X V I , y el entierro del
Mariscal del Imperio, Príncipe de Ligne.
Más de cien mil florines, que pagó el E m p e r a d o r de Austria, costaron
las h o n r a s de Luis X V I , ideadas por T a l l e y r a n d , en las que tomaron parte:
como asistentes, todos los Soberanos con sus respectivas Cortes; como ofi-
ciante, el octogenario Arzobispo de Viena, H o h e n w a r t ; como orador sa-
g r a d o , el c u r a de Santa Ana, Zaignelins, francés de origen, aunque h u b o
quien creyó ver en el sermón la m a n o del Obispo de Autun; como artistas
decoradores del templo, el arquitecto Moreau y el pintor Isabey, y como
ejecutores de la música, unos 25o coristas que, dirigidos por Salieri, maes-
t r o de la Capilla imperial, cantaron á voces solas una misa de réquiem
compuesta por N e u k o m m , discípulo de H a y d n .
T e n í a n estas h o n r a s , según T a l l e y r a n d , u n fin moral y político, que se
alcanzó; siendo u n a ceremonia que, en recuerdo de una gran desgracia,
debía ofrecer una gran enseñanza. J a u c o u r t , entusiasmado con la idea ge-
nial del P r í n c i p e , la llamó expiatoria, monárquica y europea. El Rey
Luis XVTII mostróse altamente satisfecho. Únicamente el E m p e r a d o r Ale-
jandro se permitió recordar las palabras de César, citadas por T á c i t o , de
q u e las desgracias domésticas deben cubrirse con un velo de tristeza.
No pensaba el Príncipe de Ligne dar á los Reyes y á las gentes hastia-
das de los placeres del Congreso el imprevisto espectáculo del entierro de
un Feld-Mariscal, porque, aun siendo muchos sus años, que llegaban á
ochenta, mayores eran sus ilusiones de sanar de la que fué su última e n -
fermedad. Pertenecía el Príncipe á u n a generación anterior á la R e v o l u -
ción francesa, y conservaba todos los rasgos característicos dé sus contem-
poráneos: el ingenio, la galantería, la frivolidad, el menosprecio de la
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 51

vida. E r a poeta fácil, pero de cortos vuelos, y prosista copioso, sobre todo
en el género epistolar, que cultivaba provechosamente con las damas. Su
conversación resultaba amenísima, porque <.n su larga vida había c o n o -
cido á mucha gente y visto m u c h a s cosas, que recordaba con fidelidad y
refería con gracia, siendo él mismo el protagonista de sus cuentos. E n -
viado por la gran María Teresa á Versailles para llevar á Luis XV la no-
ticia de la victoria de Maxen, alcanzó el n inado de Madame D u b a r r y y
figuró entre los adoradores platónicos de María Antonieta, á la sazón Del-
fina. Fué devotísimo de José II de Austria y de Federico II de Prusia y de
la E m p e r a t r i z Catalina de Rusia. Frecuentó á Voltaire y á Rousseau, y á
Madame Dudeffand y á Madame de Stáel y á las Princesas de Lamballe y
de Polignac, y no hubo personaje de su tiempo á quien no t r a t a r a con ma-
yor ó m e n o r intimidad. A c o m p a ñ ó á Catalina de Rusia en su expedición
á Crimen, y obtuvo, en recompensa de su ardimiento y de su celo, los fa-
vores que la incasta Emperatriz, hasta en sus deslices g r a n d e , otorgaba
con larga m a n o á cuantos acertaban á servirla á medida de su insaciable
y veleidoso deseo. Habíanle mimado sin rubor la fortuna y las mujeres, y
aunque ya aquélla le había retirado su protección, que es justo galardón
de gente moza, y éstas nada tuvieran que esperar ni que temer de sus s e -
niles arrestos, no le faltaba su pequeña corte femenina, á la que entretenía
con sus cuentos, y que contribuía inocentemente á fomentar las peligrosas
ilusiones del octogenario galán. No hemos de citar las damas ilustres que
en la lista de sus conquistas figuraron, y á cuyo recuerdo, como al de las
batallas en que había ganado á punta de espada todos sus giados militares,
se enardecía y remozaba el viejo Mariscal. Fué su desgracia el que no le
bastaran los recuerdos, y una noche que esperó d u r a n t e largo tiempo, al
pie de las murallas, á cierta beldad griega, que no acudió á la cita, vino la
muerte traidoramente envuelta en un cierzo glacial que le penetró hasta
los huesos, y dio con ellos, á los pocos días, en la sepultura. Con el P r í n -
cipe de Ligne desapareció una de las figuras más populares de Viena: c a -
ballero de otros tiempos, que había servido á tres generaciones imperiales
y en quien e n c a r n a r o n la galantería y el ingenio del siglo xvm. Su e n -
t i e r r o fué "una imponente manifestación de duelo, no sólo por los honores
militares debidos á su alta jerarquía, sino porque la universal simpatía
hizo su m u e r t e sentidísima.

Lo que más satisfizo en Viena á los Soberanos extranjeros, por ser


para ellos cosa completamente nueva, fué la libertad de que gozaron, y
52 R E V I S T A DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

que les permitió sustraerse á la insoportable férula de la etiqueta palatina,


viviendo, según la frase del Príncipe de Ligne, como Reyes en vacaciones.
Eso de pasear solos, á pie, por las estrechas calles de la ciudad m u r a d a , ó
á caballo por la ancha avenida del P r a t e r , sin que los molestara la policía
con su solícita vigilancia, ó la m u c h e d u m b r e con su indiscreta curiosidad,
les encantaba por lo insólito, y no menos les complacía frecuentar, como
simples particulares, los salones vieneses. T a l l e y r a n d , para quien estas
libertades regias constituían casi un delito de lesa majestad, no siendo
tampoco el E m p e r a d o r Alejandro m o n a r c a de su devoción, cuenta en una
de sus cartas al Rey Luis XVIII que cuando la Cuaresma acabó con los
bailes y hubo que r e c u r r i r , para e n g a ñ a r al tedio que á todos consumía, á
diferentes juegos inocentes, púsose de moda el de la lotería, á la que cada
cual contribuía con un regalo, teniendo, á su vez, derecho á un premio.
Procurábase que la suerte, que presidía á la distribución de los lotes, lo
hiciera á gusto, si no de todos, del m a y o r n ú m e r o , y m u y especialmente
de las personas Reales; pero alguna vez, como sucedió en casa de la P r i n -
cesa María Esterhazy, la t r a v e s u r a de María Metternich, la hija del C a n -
ciller, alteró la predispuesta insaculación, proporcionando una desazón al
E m p e r a d o r Alejandro, que empezó á e n c o n t r a r que las tertulias de Viena
no eran de tan buen gusto como á su llegada le habían parecido.
Verdad es que, por entonces, no era sólo la lotería la que negaba sus
favores á Alejandro. Sus planes de engrandecimiento territorial y de p r e -
potencia política se habían visto frustrados por T a l l e y r a n d y Metternich,
con los que tuvo serios altercados, hasta el punto de que quiso batirse en
duelo con el Canciller austríaco, según nos lo refiere éste en sus M e m o -
rias. Vencido Napoleón, aspiraba Alejandro á hacer sus veces en E u r o p a .
Creía que el n a t u r a l encanto que poseía su persona, puesto al servicio del
fin político que perseguía, había de bastarle para conquistar voluntades
con la misma facilidad con que conquistaba pueblos la espada vencedora
de B o n a p a r t e . Y no fué así. Roto el encanto, no sólo hubo de r e n u n -
ciar á sus ensueños de grandeza, sino q u e se sintió profundamente herido
en su a m o r propio de A g a m e m n ó n eslavo.
C o m o le acompañó á Viena la E m p e r a t r i z Isabel, prescindió, d u r a n t e
el Congreso, de los servicios del M o n t e r o m a y o r Nariskine, cuya bella
esposa M a r í a Antonia tenía aprisionado en amorosas redes el bondadoso
corazón del Zar, padre de todos sus subditos y m u y especialmente de
aquellos que Nariskine llamaba cínicamente los hijos de la C o r o n a .
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 53

Estrecha amistad unió á Alejandro con el hijastro de Napoleón, E u g e -


nio de Beauharnais, á cuya casa iba á comer y con quien paseaba del brazo
por las calles, aun después de la evasión de Bonaparte de la isla de Elba,
lo que produjo tal indignación en ciertas gentes, que hubieron de a d v e r -
tírselo al Z a r para evitarle posibles desmanes. T u v o el E m p e r a d o r grande
empeño en que se cumpliera el T r a t a d o de Fontainebleau de 11 de A b r i l ,
que era obra suya, y firmada ya el Acta final de Viena, pasaron les Pleni-
potenciarios rusos, por orden de su Soberano, u n a Nota al C o m e n d a d o r
Ruffo pidiendo que S. M. Siciliana diera en el Reino de Ñapóles un t e -
rritorio de 5o.ooo almas á Eugenio Beauharnais, lo que no pudo conse-
guirse.
No fué menor el afán de Alejandro de que se c u m p l i e r a el precitado
T r a t a d o de Fontaineblau en lo referente á la E m p e r a t r i z María Luisa,
cuyos intereses tomó á su cuidado, en perjuicio de los de la Reina de
E t r u r i a , defendiéndolos con más calor que el propio padre d é l a Archidu-
quesa, el E m p e r a d o r F r a n c i s c o , y con más éxito que el que obtuvo en su
c a m p a ñ a en favor del Príncipe Eugenio.
E r a María Luisa, ante todo y sobre todo, Archiduquesa austríaca, y
además vienesa, yquien ha residido, aun por poco tiempo, en Viena, c o m -
prende que el apego á la ciudad natal sea allí más fuerte que en otras capi-
tales, y que lejos de ella se sienta la nostalgia tan bien expresada por las
saudades portuguesas. No podía a m a r á los franceses, que habían d e r r a -
mado recientemente en un cadalso la sangre inocente de María A n t o -
nieta, sangre como la suya de Habsburgo Lorena, ni podía sentir cariño
ni admiración por Bonaparte, al que, desde n i ñ a , se había acostumbrado
á a b o r r e c e r , como autor de cuantos males afligían al Austria. Su entendi-
miento sencillo no alcanzaba á explicarse las alambicadas combinaciones
de la política de Metternich, y sólo veía que, para a p l a c a r l a cólera divina y
detener en su furor el brazo del enemigo de su pueblo, había sido ella la
víctima escogida y sacrificada en nupcial holocausto. Y ella, que a d m i r a b a
á Judit decapitando á Holofernes rendido al p r e m a t u r o sueño, y aun á
Dalila cortándole á Sansón, tras'dulces coloquios, la opulenta cabellera, no
se sentía, sin e m b a r g o , con vocación bastante p a r a imitar á aquellas es-
forzadas mujeres, á quienes el sexo no sirvió de estorbo, sino de aliciente,
en su patriótica empresa. Resignóse, pues, al sacrificio obscuro y silen-
cioso, también grato á los ojos de Dios, y cuando Napoleón vencido e n c e -
r r ó su grandeza en la isla de Elba, restituyóse ella con su hijo á Viena,
(
D4 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tranquila por haber cumplido todos sus deberes y dichosa por sentirse de
nuevo Archiduquesa en las frondosas alamedas de S c h ó n b r u n n . Allí p e r -
maneció d u r a n t e el Congreso, alejada de las fiestas palatinas más por el
bien parecer que por su gusto, pero interviniendo desde su retiro en los
negocios que la tocaban de cerca, y cuyo gobierno, j u n t a m e n t e con el de
su Casa y Estado, había puesto en manos del General Conde de Neipperg
con el título de Caballero de honor de S. M., aunque otro más íntimo y
menos honroso le diera la malicia. Advertida por Neipperg del desposei-
miento que la amenazaba, imploró á título de d a m a desvalida la protec-
ción de Alejandro, que se jactaba de caballero y fiel cumplidor de su pala-
bra, y tal m a ñ a se dio para meterse en el corazón y ganarse la voluntad
del poderoso Monarca, que al Z a r debió el reinar en P a r m a , donde vivió
muchos años felices y tranquilos, casada ya con Neipperg, sin r e m e m b r a r
jamás los tiempos heroicos de la epopeya napoleónica, que estaba para ella
escrita en griego.
Alejandro en Viena y Luis XVIII en París fueron los dos Soberanos
que con Metternich y Castlereagh decidieron el negocio de P a r m a , único
que, por razón de nuestra Infanta, preocupó á España en el Congreso. Los
demás Reyes que á él asistieron tenían otros intereses y cuidados. El de
Prusia, fiel Acates de Alejandro, desbarató con su lealtad todas las conju-
ras, en que el Congreso fué fecundo, encaminadas á romper la alianza ruso-
prusiana. Al ventripotente é imperioso Rey de W u r t e m b e r g acompañábale
su hijo el Príncipe heredero, cuyos amores con la G r a n ^Duquesa Catalina
de Rusia despertaban universales simpatías. El agudo ingenio del Rey de
D i n a m a r c a le hacía pasar por el gracioso de la compañía; pero no le va-
lió para sacar ventaja alguna p a r a su r e i n o , por lo que, al despedirse de
Alejandro, como éste le dijera que se llevaba todos los corazones, pudo
responder con verdad y fina ironía: «Los corazones puede ser, pero no me
llevo ni un alma.» P o r último: el Rey de Baviera era la bondad misma, y
a u n q u e había servido como Coronel en el ejército francés, y después con
los aliados contra Napoleón, no contaba con n i n g ú n enemigo. Hallábase
en Viena en familia, con su augusta esposa y sus dos hijos, ya mozos,
y el segundo arrogantísimo; lo cual no fué obstáculo para que figurara
como protagonista en una a v e n t u r a amorosa que refiere el Conde de la
Garde.
Claro es que entre la m u c h e d u m b r e que había invadido á Viena no
todos eran Príncipes, ni muchos siquiera caballeros. Los Soberanos traje-
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 55

r o n sus respectivas Cortes, con sus altos cargos palatinos, G r a n d e s C h a m -


belanes y Mariscales, Caballerizos y Monteros mayores, Edecanes y Gen-
tiles hombres, C a m a r e r a s y Damas de honor, con la correspondiente ser-
v i d u m b r e subalterna. Los Ministros de Negocios extranjeros vinieron
con todo el a p a r a t o correspondiente al a r g u m e n t o de la comedia diplo-
mática que iba á representarse; es decir: con un n u m e r o s o y brillante
personal de Secretarios y Agregados de Embajada, destinados los unos á
sudar tinta redactando ó copiando Actas y Memorias, mientras los otros
soportaban la pesada carga de los deberes sociales y m u n d a n o s placeres.
Llenaban las calles y salones, haciendo resonar sables y espuelas, u n a
multitud de Generales y Oficiales, sin otro objeto aparente que el de lucir
sus flamantes uniformes y las relucientes cruces que proclamaban sus ha-
zañas y el de cosechar nueves laureles ejercitando su bizarría con las da-
mas, ya deslumbradas por los marciales arreos. Había también muchos
hombres de negocios; banqueros, atraídos por el olor de los empréstitos
q u e preceden y siguen á las guerras; jugadores que vivían del tapete v e r -
de, ayudando al azar para desplumar incautos, y usureros, judíos y c r i s -
tianos, que, con mengua de su reputación, acorrían á los menesterosos. No
era menor el n ú m e r o de los artistas extranjeros de todo género que h a -
bían invadido la ciudad: pintores que, como Isabey, venían á disputar á
los famosos miniaturistas vieneses lauros y florines; músicos y c o m e d i a n -
tes que, envidiosos de T a i m a , soñaban con el aplauso de un público de
Reyes; cantantes y bailarines, traídos ó venidos de todas partes para r e -
forzar los elencos de las compañías imperiales, y una m u c h e d u m b r e de
artistas anónimos p a r a quienes el arte no era más que el sudor con que
amasaban el pan cotidiano. Pululaban por el G r a b e n , á caza de noticias,
los infatigables diaristas y gaceteros, precursores de nuestros grandes
reporters. Y, en fin, había acudido á Viena m u c h a gente maleante, sin
oficio ni beneficio, que iba en busca de la ganancia que á tales pescadores
suelen ofrecer los ríos de turbias y revueltas aguas.
Pero todo este pueblo advenedizo de cortesanos, diplomáticos, milita-
res, banqueros, jugadores, usureros, pintores, músicos, cómicos, c a n t a n -
tes, bailarines, diaristas y vividores de todo género hubiéralo pasado m u y
m a l , tan mal como Adán en la soledad del Paraíso cuando gozaba de la
integridad de sus costillas, si no hubiera tenido para distraerse y sola-
zarse u n a legión de hijas de Eva, esquivas las unas, benévolas las otras,
bellísimas las más y seductoras todas á porfía. Diríase que los habitantes
56 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de Viena, aun los más sesudos y absorbidos por las graves tareas del Con-
greso, habían tomado por lema los versos de la Aminta:

Perduto e tutto il tcrapo


Che in amar non si spendc.

El idilio del Príncipe de W u r t e m b e r g y de la G r a n Duquesa Catalina


de Rusia sirvió de ejemplo á muchos que, con honestos fines, requirieron
de amores á encopetadas Dulcineas. Otros buscaron alguna d a m a de san-
gre ilustre y c a r n e pecadora con quien compartir en misteriosas citas los
paradisíacos goces terrenales. Muchos, de gustos más rastreros ó más e x -
quisitos, que esto es discutible, prefirieron saborear, en toscos y humildes
vasos, supuestas primicias a m o r o s a s . Pero los más, por afición ó por n e -
cesidad, acudieron á las cortesanas, que húbolas siempre en Viena f a m o -
sísimas, con gran poder y en número infinito, émulas y herederas de aque-
llas cortesanas griegas que ennoblecieron un oficio antes vil y, aunque
necesario, despreciable, trocándolo en arte á que rindió culto una raza
privilegiada de pensadores y de estetas.
Una de estas artistas', que nada tenía que aprender de Ovidio, ni que
envidiar á F r i n é , de n o m b r e Carolina y de desconocida aunque tal vez ilus-
tre prosapia, blanca y rubia beldad, en cuyos azules ojos, llenos de espe-
ranzas y promesas, se retrataba el cielo, hallábase un día en su casa de
plática con el buen Rey Maximiliano de Baviera, cuando se presentó un
alguacil con una orden del director de la policía, para que c o m p a r e c i e r a
á responder de cierto escándalo n o c t u r n o que, por ruidoso, había m o l e s -
tado á los vecinos. Hay que advertir que la policía paternal de Viena cas-
tigaba á las personas del sexo y del oficio de la bella Carolina con unos
cuantos azotes, aplicados con el rigor correspondiente á la gravedad de la
falta, pero con toda decencia, en u n a apartada estancia y por m a n o de
u n a dueña encargada de tan cruel ministerio. Recibir Carolina la misiva,
presentarse ante sus azules ojos la visión de la furia e m p u ñ a n d o el i n s t r u -
m e n t o del suplicio, sentir sus blancas carnes profanadas por las policía-
cas é inciviles caricias y arrojarse llorosa á los pies de Maximiliano para
que la a m p a r a r a en tan a p r e t a d o lance, todo fué u n o . El buen Rey, m o r

vido á compasión, llamó al alguacil, y dándose á conocer, declaró que


aquella dama pertenecía á su casa y servidumbre, y gozaba, por lo t a n t o ,
del privilegio de ser sólo por él juzgada; con lo que se retiró confuso el
policía y la beldad de los azules ojos probó á su augusto protector, como
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA bj

ella sabía hacerlo, que no es siempre el agradecimiento una palabra v a n a .


Y así se convirtió en perdurable afecto un pasajero capricho, y c u a n d o ,
t e r m i n a d o el Congreso, se restituyó Maximiliano á su reino, dejó á la aban-
donada favorita cubierta de joyas y con una viudedad de 12.000 florines,
que d u r a n t e varios años pagó p u n t u a l m e n t e el b a n q u e r o de S. M. T o d o ,
sin e m b a r g o , acaba en este m u n d o , y llegó un día en que acahó la pensión
de la frustrada D u b a r r y , la cual, al saberlo, cayó desmayada en brazos del
banquero encargado de darle la noticia. Desde entonces la bella Carolina
siguió c o b r a n d o sus alfileres de m a n o s del banquero; pero ya no figuró su
n o m b r e entre las pensionistas que gravaban el presupuesto secreto del
Monarca bávaro.
Algo hemos de decir aquí de los Ministros de Estado que decidieron la
cuestión de P a r m a . A Metternich túvolo L a b r a d o r por incapaz, ligero,
poco delicado y mujeriego. Y de ligero también lo acusó T a l l e y r a n d , d i -
ciendo que no perdía ocasión de divertirse, y que las fiestas consumían la
m a y o r parte de su tiempo; pero en esto se traslucía cierta envidia, porque
no eran las fiestas, sino las damas que á ellas c o n c u r r í a n las que le tenían
al Canciller sorbido el seso. Es innegable que tuvo esta debilidad, la
cual, como todas las h u m a n a s flaquezas, fué mayor con los años y menos
disculpable; pero no cabe afirmar que ella influyera por modo decisivo v
con olvido de sus deberes políticos en las resoluciones del h o m b r e de E s -
tado. Dio éste al César lo que era del César, y lo que era suyo lo distri-
buyó generosamente entre sus amigas. Se necesitaba estar cegado por la
pasión ó tener, como L a b r a d o r , u n a potencia visual de escasísimo al-
cance, para no descubrir en Metternich prenda alguna de h o m b r e s u p e -
rior. Quien presidió el Congreso de Viena y gobernó d u r a n t e c u a r e n t a
años el imperio, que llegó en sus manos al apogeo de su grandeza en los
m o d e r n o s tiempos, no pudo ser u n a dorada medianía ni un intrigante vul-
gar e n c u m b r a d o y protegido por la fortuna. Esta tiene, á veces, inexpli-
cables caprichos; pero n o otorga sus favores por tan largo plazo á quien
no los merece. El éxito reiterado y perdurable es obra del acierto y título
de legitimidad p a r a el ejercicio del poder. Que se equivocó Metternich m á s
de u n a vez como Ministro. ¿A qué gobernante no le sucedió lo mismo?
Que fué h o m b r e de muchas flaquezas. ¿Quién entre los h u m a n o s no las
tiene? P e r o si no llegó Metternich á las alturas en que se cierne el genio,
tuvp un claro y singular entendimiento y fué, en el arte de negociar, maes-
trq eximio.
5
.'58 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

No le iba en zaga T a l l e y r a n d , y aun en la viveza del. ingenio y la pro-


fundidad del pensamiento aventajaba el francés al austríaco. E n a m o r a d o
de la alianza rusa, ha censurado T h i e r s , sin razón, la labor admirable de
T a l l e y r a n d en el Congreso. Mostróse allí lo que siempre fué: gran nego-
ciador, hombre de Estado, buen patriota; y a u n q u e los españoles no t e n -
gamos que agradecerle sino el haberss opuesto abiertamente á los p l a -
nes de Napoleón respecto á España, por lo que incurrió en la desgracia
del E m p e r a d o r , según nos cuenta en sus Memorias, y el haber hospe-
dado á F e r n a n d o VII en Valencay poniendo á su disposición la rica bi-
blioteca de que no quiso el Rey servirse, no hemos de pecar, como L a b r a -
d o r , de injustos y ridículos negándole lasdotes que hicieron de T a l l e y r a n d
u n o de los primeros diplomáticos del m u n d o .
No puede decirse otro t a n t o de Lord Castlereagh. Hubieran podido
ser los ingleses, según Gentz, los arbitros de la paz en el Congreso, c o m o
lo habían sido de !a guerra contra Napoleón. A ellos se debía, en p r i m e r
t é r m i n o , la victoria, por el tesón con que habían resistic)o v peleado y por
el eficaz auxilio pecuniario que habían prestado á los aliados. Pero no
a p r o v e c h a r o n todas las ventajas de su situación por la falta de habilidad
•de los negociadores. E r a Castlereagh en extremo orgulloso, inflexible y
tenaz, sinceramente convencido de que al defender los intereses b r i t á n i -
cos no hacía más que defender los eternos principios de la justicia y del
derecho, y temeroso siempre de c o m p r o m e t e r su characler en nefandas
transacciones. Porque Castlereagh, á diferencia de los demás Plenipoten-
ciarios, tenía que c o n t a r con el P a r l a m e n t o , cuyo g á r r u l o vocear sonaba
en sus oídos y le incitaba á buscar aquellos triunfos diplomáticos que, aun
siendo vanos, halagan el a m o r propio nacional y mueven al aplauso. Ha-
llábase el noble L o r d afligido de incurable tedio, al que buscaba alivio en
el ejercicio, alguna vez ridículo, del baile; pero el esplénico mal creció
después en L o n d r e s , ayudado por el propicio clima, y t u v o que apelar
Castlereagh á u n remedio heroico: el suicidio. W e l l i n g t o n , que reemplazó
á Castlereagh en Viena, tuvo en los salones e x t r a o r d i n a r i o éxito; pero
ninguno en el Congreso, cuya labor diplomática podía ya considerarse
terminada.
C u a n t o á los rusos, el E m p e r a d o r Alejandro dirigió por sí mismo las
negociaciones, asesorado de un Consejo, al cual no era llamado el M i n i s -
t r o de Negocios extranjeros Nesselrode, y que se componía de un polaco,
el Príncipe Adam C z a r t o r i n s k i ; de un griego, el C o n d e Capo d'Istria, y
ESPAÑA EN EL CON GRESO DE VIENA 5a

de un prusiano, el Barón de Stein. Alejandro se había fijado en Stein


desde 1 8 1 2 para hacer de él el a r b i t r o futuro de los destinos de A l e m a n i a ,
y desempeñó un importante papel en la organización de la Confederación
g e r m á n i c a . G r a n indignación causó á L a b r a d o r leer en la Gaceta de Ma-
drid (que no hacía más que copiar sin discernimiento las francesas é i n -
glesas) que el Ministro que pasaba por oráculo del Congreso y tenía en él
m a y o r influencia era el Barón de Stein, que tenía poderes de más de 3o
Príncipes del Imperio, pero que, no teniéndolos de ninguna de las ocho
Potencias, ni había asistido á conferencia alguna del Congreso, ni había
sido, ni sería consultado sino para el p u n t o del arreglo interior de los E s -
tados de que había recibido poderes. De aquí deducía L a b r a d o r que no ha-
>bía que hacer caso de los elogios desmedidos que se t r i b u t a b a n á d e t e r m i -
nados Plenipotenciarios, porque los gaceteros apenas habían dicho acerca
,de los negocios que se t r a t a b a n en el Congreso cosa alguna que fuera con-
forme á la verdad, bien porque no tuvieran medios de saberla, ó bien p o r -
q u e casi todos los Gabinetes se sirvieran de las Gacetas para hacer c o r r e r
las noticias que les acomodaban
Al llegar L a b r a d o r , acompañado de Machado y de Bustillo, hallábase
e n Viena, representando á E s p a ñ a , como E n c a r g a d o de Negocios, D. C a -
milo de los Ríos, que había reemplazado á Pérez de Castro á los pocos
días de haber éste tomado posesión de su destino, antes desempeñado por
Machado. Hijo natural del C o n d e de F e r n á n Núñez y de una cantante ita-
l i a n a , y h e r m a n o de nuestro Embajador en L o n d r e s , habíase criado fuera
de España y parecía un francés hasta en su m a n e r a de hablar el caste-
llano. T e n í a talento y viveza, m u c h o m u n d o y gran manejo con las m u -
jeres, especialmente con las viejas de algún influjo, que suelen ser más
¡sensibles que las jóvenes á ciertas atenciones, y mucho más agradecidas.
E l caballero de los Ríos, que así se le llamaba, había sido Agregado en
V i e n a en 1798, d u r a n t e la Embajada del Conde de Campo Alange, y c o n -
t a b a con muchos amigos en la alta sociedad. Veíasele en todos los salones
y solía comer, c u a n d o n o estaba convidado, en la fonda de la Emperatriz
de Austria, cuya mesa redonda venía á ser un club, donde se r e u n í a n ,
h u y e n d o de la etiqueta de los banquetes oficiales, muchos ilustres é i m -
portantes personajes, generales, embajadores, altos funcionarios palatinos
-y aun Altezas Reales. No teniendo los mismos gustos y aficiones, ni igual

1 Despacho número 253, de 17 de Enero de i8i5.


6o REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

educación y m a n e r a de pensar, no se-entendieron Ríos y L a b r a d o r , ni tu-


vieron entre sí más relaciones que las p u r a m e n t e oficiales é indispensa-
bles.
Porque no era L a b r a d o r h o m b r e de m u n d o . C r i a d o en Extremadura
y formado en S a l a m a n c a , no estaba destinado á la exportación; pero su
paisano el Príncipe de la Paz, de quien después renegó, lo llevó a la S e -
cretaría de Estado, y allí l e ' b r o t a r o n las icáreas alas de la diplomacia. A
pesar de su nativa soberbia, sentíase algún tanto cohibido en Viena, y si
bien asistía á cuantas fiestas le invitaban, no se le veía como á Ríos,
en muchos salones aristocráticos en que no bastaba el m e r o título oficial
para ser admitido. Había á la sazón plétora de personajes, y el que carecía
de valor propio tenía que resignarse al papel de comparsa. P r o c u r a r o n ,
además, los Embajadores extranjeros corresponder con banquetes y saraos
á los agasajos que de la Corte y de la sociedad vienesa recibían; pero L a -
brador, en est'i p u n t o , ni siquiera respondió á lo que, según Castelar, ha-
bía derecho á exigir de todo Embajador español: «un buen cigarro, una
copa de Jerez y nada más.» C l a r o es que cuando el gran o r a d o r imponía á
nuestros diplomáticos esta frugal hospitalidad no habíamos perdido t o d a -
vía las Colonias que nos suministraban el tabaco. No dio, pues, m u c h o
que h a b l a r d u r a n t e su estancia en Viena nuestro D. Pedro, ni alimentó
con sus dichos y hechos la crónica m u n d a n a , ni figuró como protagonista
en ninguna de las muchas aventuras amorosas con que se regalaba á pasto
la pública maledicencia. Aquella atmósfera saturada de eróticos efluvio,
debió poner á d u r a prueba la austera virtud de L a b r a d o r , y si acaso
cayó en la tentación y pagó su tributo á la a l m a diosa, á quien se rendía
no m e n o r culto en Viena que en Pafos ó en Citeres, hízolo seguramente
sin ostentación ni escándalo, á s o m b r a de tejado, en las modestas a r a s de
las sacerdotisas ambulantes que á la caída de la tarde pululaban en el G r a -
ben dispuestas siempre al sacrificio.

T a l e s e r a n las figuras, p a r a nosotros principales, del Congreso, y tal el


ambiente de ocasionados y pecaminosos galanteos en que vivieron, y que
hemos creído oportuno recordar antes de e n t r a r en la materia principal
de nuestra investigación. Este ambiente no influyó, sin e m b a r g o , como ya
hemos insinuado al h a b l a r de Metternich, en los negocios de Estado. No
había entre las Soberanas n i n g u n a María T e r e s a , ni ninguna P o m p a d o u r
e n t r e las favoritas. Y en cuanto á las ninfas del G r a b e n , n o se sentían con
vocación ni alientos de Egerias. T o d a s aquellas d a m a s , exóticas ó indíge-
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 6l

ñas, linajudas ó plebeyas, honestas ó pecadoras, ilustres ó a n ó n i m a s , p a r a


nada se cuidaron de los trabajos diplomáticos del Congreso. Otra fué su la-
b o r más p r i m o r o s a y más a m e n a , y aun quizás más provechosa y más fe-
cunda, sin que se permitieran t r a s p a s a r las lindes de lo que fué siempre
c a m p o de acción y n a t u r a l esfera de la influencia femenina.

VI

La reconstrucción del orden social, la regeneración del sistema polí-


tico de E u r o p a , la paz d u r a d e r a sobre la base de u n a justa repartición
de fuerzas, fueron las frases de que se valieron los Gabinetes europeos
p a r a tranquilizar á los pueblos y para dar al Congreso de Viena u n aire de
dignidad y de grandeza: su verdadero objeto fué el reparto entre los vence-
dores de los despojos del vencido.» Así lo dice clara y acertadamente F e -
derico de Gentz, quien, como Secretario de la ilustre Asamblea y h o m b r e
de toda la confianza de Metternich, tuvo hartos motivos para saberlo y
en análogos t é r m i n o s escribía á San Carlos nuestro Embajador c u a n d o
empezó á enterarse del papel que le estaba reservado en el Congreso: «Las
tres Potencias del Norte hicieron á la E u r o p a en el T r a t a d o de París mag-
níficas promesas de equilibrio, restablecimiento de los principios del dere-
cho de gentes, de u n sistema, en fin, enteramente c o n t r a r i o al que la F r a n -
cia revolucionaria había introducido; pero ahora hallan que, si han de
cumplir su palabra, no podrá la u n a aplicarse todo el G r a n Ducado de Var-
sovia, u s u r p a r la otra la Sajonia y la tercera saciar su ambición en I t a -
lia. Es ya t a r d e para impedir que tenga lugar el Congreso, y t r a t a n de
hacer que sea u n a reunión de pura ceremonia que apruebe lo que en la
obscuridad de sus conferencias particulares traten entre sí los Plenipoten-
ciarios de las tres. P o r fortuna, no tienen el talento necesario para llevar
adelante su plan, y cada paso que dan es una nueva torpeza» . Y en otros2

despachos decía: «Es tan seguro que la Rusia, la Prusia y el Austria t r a -


t a n , n o de dar la tranquilidad á la E u r o p a , poniendo en práctica los prin-
cipios anunciados en el T r a t a d o de París, sino de engrandecerse, sin p a -
r a r s e en la legitimidad de las adquisiciones, que apenas pueden disimular
sus Plenipotenciarios su sentimiento por haberse c o m p r o m e t i d o en q u e

1 Memoria de 12 de Febrero de I8I5.


2 Despacho núm. 204, de 3 de Noviembre de 1814.
6
62 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

haya un Congreso, y todas las dilaciones para a b r i r l o son efecto del deseo
de ponerse de conformidad en la repartición y h a b l a r después c o m o de
cosa ya ajustada, que es precisamente el método de Napoleón B o n a p a r t e ,
cu va ambición y sistema han heredado los que se unieron p a r a d e r r i -
barlo» «Todo lo anunciado en el T r a t a d o de París y en nuestra decla-
ración son meras frases con que entretener á los poco reflexivos. El A u s -
tria, la Rusia, la Prusia, y á'su imitación o t r a s Potencias, m i r a n la r e u n i ó n
de Plenipotenciarios en Viena c o m o u n a ocasión de ponerse de acuerdo
los más fuertes para dividir entre sí los países ocupados p r e v i a m e n t e por
sus tropas, ó p a r a despojar, si es necesario, á los Soberanos que tienen
m e n o s medios de resistencia; es decir, en s u m a : que la E u r o p a sigue
afligida de la misma dolencia que la ha atormentado desde la Revolución
francesa. L a ambición de la m a y o r p a r t e de los Gabinetes y las torpezas
de algunos Ministros hacen del supuesto Congreso de Viena u n caos de
pretensiones complicadas, y no hay esperanza de que tenga el feliz r e s u l -
tado de asegurar p o r mucho tiempo la tranquilidad g e n e r a l » . 2

No nos proponemos referir por m e n u d o las negociaciones á que dio


lugar en Viena el reparto de los despojos napoleónicos, ni hemos de r e p r o -
ducir tampoco todas las reflexiones y lamentaciones que sugirió á nuestro
Plenipotenciario. De la correspondencia de L a b r a d o r sólo hemos de t o m a r
aquello que, refiriéndose á las negociaciones en que no estuvimos directa-
mente interesados, ofrezca alguna novedad, y cuanto sirva para d a r n o s á
conocer la conducta de nuestro Embajador en los asuntos que fueron o b -
jeto preferente, y casi pudiéramos decir exclusivo de su misión en Viena.
P e r o antes de p e n e t r a r , guiados por L a b r a d o r , en las h o n d u r a s m i s t e r i o -
sas de nuestra desafortunada diplomacia, hemos de exponer en pocas pala-
b r a s , y p a r a la mejor inteligencia de los despachos y Reales órdenes que
h a n de servir de base á nuestra historia, cuáles fueron las cuestiones prin-
cipales sometidas á la deliberación de los aliados, cuál la actitud de los di-
ferentes Gobiernos y cómo la intervención de un elemento, en un principio
extraño y aun molesto, logró modificar acuerdos que parecían definitivos
y r o m p e r , siquiera t e m p o r a l m e n t e , alianzas que se tenían por i n q u e b r a n -
tables, facilitando él pacífico arreglo de los más pavorosos problemas.
Este elemento fué la vencida F r a n c i a , personificada en T a l l e y r a n d .

1 Despacho húm. ig¡, de 12 de Octubre de 1814.


2 Despacho núm. 280, de 28 de Febrero de i8if>.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 63

La p r i m e r a cuestión que, ya en París, apenas ajustadas las paces, puso


en peligro las buenas relaciones entre los aliados, fué la de Polonia. Pres-
cindiendo de lo convenido en I 8 I 3 con la Prusia y el Austria, en los T r a -
tados de Kalisch, Reichenbach y Tceplitz, respecto al reparto del G r a n
Ducado de Varsovia, pretendía el E m p e r a d o r Alejandro erigirlo en Reino
é i n c o r p o r a r l o como tal á su Imperio. No se trataba de reconstituir el an-
tiguo Reino de Polonia bajo el cetro de un G r a n Duque ruso, según el
primitivo pensamiento del E m p e r a d o r , sino de llevar los límites de Rusia
m á s acá del Vístula, haciendo que el Imperio tenido por asiático se c o n -
virtiera por medio de la Polonia en europeo. Este engrandecimiento deja-
ba sin fronteras militares al Austria y á la Prusia y abría á los rusos
tanto el camino de Viena como el de Berlín; pero, lejos de repugnarlo los
prusianos, contaba Alejandro con el resuelto apoyo de Federico Guiller-
m o , á quien había prometido, á cambio de las provincias polacas, todo el
Reino de Sajonia y alguna o t r a compensación por la parte del Rhin. La
amistad de los dos Soberanos, cimentada en los campos de batalla por co-
m u n e s reveses y victorias, constituía la base más firme de la alianza ruso-
p r u s i a n a , que no lograron r o m p e r ni q u e b r a n t a r , aunque lo i n t e n t a r o n
Castlereagh, Metternich y T a l l e y r a n d . Y tan estrecha como la amistad de
ambos Soberanos e r a la relación entre las dos cuestiones en que habían
puesto todo su empeño, hasta el punto de que la solución de la u n a p r e -
juzgaba desde luego la de la otra. El Austria, por su p a r t e , no podía ver
con buenos ojos este engrandecimiento de sus dos vecinos, á cuya merced
iba á quedar Viena; pareciéndole insuficiente compensación los Estados de
Italia, que e r a n la presa destinada al águila imperial. En cuanto á Ingla-
t e r r a , hallábase L o r d Castlereagh en una situación s u m a m e n t e difícil. Es-
taba resuelto á oponerse á que Rusia se extendiera aquende el Vístula y,
sobre todo, á que llevara sus fronteras hasta el Ader; pero, al propio
tiempo, fomentaba la ambición de Prusia p a r a que pudiera ésta servir de
contrapeso al Austria en Alemania y de dique á la E u r o p a central c o n t r a
las posibles invasiones de F r a n c i a por un lado y de Rusia por otro. Este
propósito, que Je había movido á unir bajo el cetro del Príncipe de Orange
pueblos tan discordes como el belga y el holandés, le había hecho también
consentir en la anexión del Reino de Sajonia á Prusia, sin percatarse de
que con esta anexión favorecía los planes del E m p e r a d o r Alejandro, y sin
cuidarse de los demás Reyes y Príncipes alemanes que á voz en grito pro-
testaban contra t a m a ñ a iniquidad. T a l era la situación de los aliados
64 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cuando llegó á Viena T a l l e y r a n d con el encargo de evitar que la Polonia


entera cayera en manos de Rusia y que adquiriese Prusia la Sajonia, p o r
lo menos en su totalidad. C o m p r e n d i e n d o T a l l e y r a n d , como lo c o m p r e n -
día también Metternich, que Castlereagh corría derechamente a u n fraca-
so, y que únicamente este fracaso podría hacerle r e n u n c i a r á la idea á que
se había aferrado con británico tesón, lejos de t r a t a r de convencerlo, le
dieron alas en su c a m p a ñ a Contra Rusia, y m i e n t r a s Castlereagh combatía
el engrandecimiento de Rusia y favorecía el de P r u s i a , T a l l e y r a n d se opo-
nía al sacrificio de Sajonia y se desinteresaba de la suerte de Polonia, no
ocultándosele que sus esfuerzos, tan infructuosos en este puntó como los
de Castlereagh, habían, sin e m b a r g o , de servirle para separar á Inglate-
r r a de Prusia, al par que de Rusia, y para hacerla buscar el apoyo de Aus-
tria y de F r a n c i a , á fin de resistir los ambiciosos planes de rusos y p r u -
sianos. Y así nació la alianza por T a l l e y r a n d concebida, y así se firmó
el 3 de E n e r o de 1815 el T r a t a d o secreto, á que se adhirieron la Baviera,
el Hanover y los Países Bajos, y del que no tuvo L a b r a d o r la menor n o t i -
cia ni sospecha. Y tan bien guardado estuvo el secreto, que sólo llegó á
conocerlo el E m p e r a d o r Alejandro c u a n d o , á punto de salir de Viena p a r a
ponerse al frente de sus ejércitos, trájole el Encargado de Negocios de Ru-
sia en P a r í s , Butiakin, el ejemplar que Napoleón le enviaba para que p u -
diera apreciar el Zar la lealtad de su aliado austríaco '. Mas si n o se h i -
cieron públicos los t é r m i n o s del T r a t a d o , el acuerdo á que habían llegado
ingleses, austríacos y franceses fué en las conferencias evidente y obligó á
ceder, mal de su grado, á rusos y prusianos, quienes, después de un vergon-
zoso regateo respecto al n ú m e r o de almas que habían de adjudicarse mu-
t u a m e n t e , vinieron á un arreglo, dejando Rusia el Ducado de Posen en
m a n o s de Prusia, para que ésta se contentara con una tercera parte de l a
Sajonia. Así t e r m i n ó aquella laboriosa negociación que estuvo á punto de
p e r t u r b a r la paz de E u r o p a , apenas conseguida.
C u a n d o llegó á Viena L a b r a d o r , el 17 de Septiembre, encontró allí á
los Plenipotenciarios de las Potencias aliadas, qué a g u a r d a b a n , según de-
cían, á T a l l e y r a n d p a r a dar principio á los trabajos del Congreso; h a -
biendo convenido nuestro E m b a j a d o r en la p r i m e r a conferencia que cele-
b r ó con Metternich el día 19, en que los asuntos fuesen discutidos por las

1 Reinhardt escribía á Talleyrand desde Bruselas, el 28 de Marzo de I 8 I 5 , que sentía no ha-


berse llevado los Tratados del 3 de Enero, que eran los únicos papeles de la Cancillería que p o -
dían traer consecuencias.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 65

seis grandes Potencias, es decir, por los c u a t r o aliados con F r a n c i a y E s -


paña, y sometidos después á la aprobación del'Congreso . Pero tres días l

después, la víspera de la llegada de T a l l e y r a n d , reuníanse Metternich,


Nesselrode, Castlereagh, H a r d e n b e r g y H u m b o l d t , y n o ya v e r b a l m e n t e ,
como T a l l e y r a n d creía, sino en la forma solemne de u n protocolo, por
ellos suscrito, declaraban que la disposición de las provincias conquista-
das correspondía á las Potencias á cuyo esfuerzo se debía la conquista, y
que sólo cuando hubiese recaído u n perfecto acuerdo sobre la distribución
territorial del Ducado de Varsovia, de la Alemania y de la Italia, e n t r a r í a n
en conferencia con las otras dos Potencias, F r a n c i a y España. De este pro-
tocolo logró L a b r a d o r ver y hacer ver á T a l l e y r a n d u n ejemplar á media-
dos de M a y o , y al participárselo á Cevallos, le decía: «Yo pienso no hacer
caso del casual descubrimiento de esta iniquidad, si en los asuntos de I t a -
lia prescinden de su pacto secreto; pero si intentasen hacerse los dueños de
la negociación y l l a m a r n o s á a p r o b a r ó desaprobar lo que sus cuatro Po-
tencias hubieren convenido, el conocimiento de su secreto y la amenaza
de descubrirlo á la E u r o p a serán en mis m a n o s un a r m a que los forzará á
lo que no alcanzan la razón y la justicia cuando se trata de Gabinetes c o -
rrompidos» . 2

Vana resultó, sin e m b a r g o , la, amenaza de L a b r a d o r , puesto que el


protocolo se hizo, á poco, público, sin el m e n o r escándalo, protesta ni aun
sorpresa por parte de la E u r o p a , y sin que nuestro Embajador pudiera
hacer uso ni sacar provecho de aquel a r m a terrible que u n a feliz casuali^
dad había puesto en sus manos y con la que pensaba imponerse á los c o -
r r o m p i d o s Gabinetes de Londres y de Viena, de San Petersburgo y de
Berlín.
El 3o de Septiembre acudieron T a l l e y r a n d y L a b r a d o r á u n a reunión
á que fueron invitados por Metternich en su n o m b r e y en el de sus cole-
gas de Rusia, Prusia é Inglaterra. E n esta reunión, de la que hallamos en
la correspondencia de T a l l e y r a n d con Luis XVIII u n amenísimo relato,
lució su ingenio el Plenipotenciario francés y su acritud el nuestro, y t r a s
prolija discusión no se llegó á n i n g ú n acuerdo, a u n q u e se m o s t r a r o n d i s -
puestos los aliados á admitir á sus juntas á los representantes de P o r t u g a l
y de Suecia, como firmantes del T r a t a d o de París 3.

1 Despacho núm. 167, de 23 de Septiembre de 1814.


2 Despacho núm. 292, de 14 de Marzo de I 8 I 5 . La resolución, de letra de Cevallos, dice:
Visto. Vello modo de hacer el contraste con la moral de Napoleón.
3 Despacho núm. 178, de 3 de Octubre de 1814.
66 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Esto dio lugar á que al día siguiente dirigiese T a l l e y r a n d u n a Nota á


los cinco Plenipotenciarios manifestándoles la conveniencia de que las
ocho Potencias signatarias del T r a t a d o de París formasen u n a Comisión
directiva y organizadora del Congreso. Produjo esta Nota el peor efecto á
los a l i a d o s ^ q u e hubieran deseado que el Príncipe de T a l l e y r a n d la r e t i -
rase y dejase en su lugar un apunte ó m e m o r i a confidencial, y h a b i é n d o -
sele encargado á L a b r a d o r que le hiciera esta propuesta, quedó T a l l e y -
r a n d en que, si bien no podía retirar la Nota formalmente, porque t a n t o
él como L a b r a d o r la habían ya c o m u n i c a d o á sus respectivos Gobiernos,
se la tuviese por u n simple b o r r a d o r , que no exigía contestación . D i s c u -
l

tióse también en la sesión del 5 de O c t u b r e un proyecto de L o r d C a s t l e -


reagh p a r a que se aplazase la reunión del Congreso hasta que pudiesen
ser sometidos á su deliberación los puntos pendientes de a r r e g l o por p a r t e
de los Gobiernos interesados.
Después de dos días de descanso, motivado por las fiestas con que el
E m p e r a d o r de Austria p r o c u r a b a entretener los ocios de sus augustos
huéspedes, reuniéronse el 8 de O c t u b r e los Plenipotenciarios de las ocho
Potencias, acordando aplazar la. a p e r t u r a del Congreso hasta el i.° de No-
viembre y publicar u n Manifiesto, cuya redacción dio lugar á vivas dis-
cusiones y á un t r e m e n d o alboroto por haber propuesto T a l l e y r a n d , s e -
cundado por L a b r a d o r , que se dijese que el Congreso se abriría conforme
á los principios del derecho público, frase que desató la cólera de los pru-
sianos y que, por supérflua, rechazaron los demás. «Si fuera posible reco-
ger cuanto dijeron y publicarlo—escribe L a b r a d o r — , la E u r o p a se admi-
raría de que los Gabinetes de las principales Potencias se hallasen en t a -
les m a n o s , y los autores cómicos tendrían a b u n d a n t e materia para sus
composiciones» . 2

La conducta de L a b r a d o r , que, á pesar del tono despectivo con q u e de


T a l l e y r a n d nos habla en sus despachos, frecuentaba la casa y trato del
francés en busca de noticias y consejos., y con él se mostraba siempre de
acuerdo en las juntas de Plenipotenciarios, atrájole las censuras de sus co-
legas del Norte, y aun el mismo E m p e r a d o r Alejandro, al recibir de m a -
nos de L a b r a d o r el Toisón de o r o , le dijo que quería hablarle como s o l -
dado y no como político: que la F r a n c i a había sido la enemiga terrible de

1 Despacho núm. 183, de 7 de Octubre de 1814.


2 Despacho núm. 184, de 11 de Octubre de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 67

la España y de la Rusia y demás Potencias nuestras amigas, y así era me-


nester que caminásemos de acuerdo con ellas y no nos allegásemos tanto
á los franceses. Este lenguaje era el mismo que más de una vez había oído
usar á los Plenipotenciarios ruso y prusiano, que querían se m a n t u v i e s e ,
después de hecha la paz con la F r a n c i a , la misma disposición hostil que
antes de firmarla . l

Mientras aparecíamos tan estrechamente unidos á los franceses en


V i e n a , siguiendo L a b r a d o r en todo á T a l l e y r a n d , adoptando sus ideas y
hasta repitiendo.sus d i s c u r s o s , por lo que pudo T a l l e y r a n d decir con
2

cierta ironía en sus Memorias que se h o n r a b a en haber hecho causa co--


m ú n con L a b r a d o r en las deliberaciones del Congreso 3, surgió en París
un incidente que estuvo á punto de producir u n a completa r u p t u r a diplo-
mática entre el Gabinete de Madrid y el de las T u l l e r í a s . Fracasado el
intento de apoderarse de la plaza de P a m p l o n a , refugióse en F r a n c i a E s -
poz y Mina, y habiendo llegado, por un r a r o accidente, á noticia de n u e s -
t r o E n c a r g a d o de Negocios el Conde de Casa Flórez, que el rebelde g u e -
rrillero se hallaba en una posada de P a r i s , acompañado de otros españo-
les, sus probables cómplices, lo hizo prender junto con ellos, valiéndose
de un Comisario de policía, sin contar con el Gobierno francés, aunque
con protesta de hacerlo 4. Esta a r b i t r a r i a detención, hija de un exceso de
celo y de ignorancia de Casa F l ó r e z , hirió profundamente á los franceses,
y los que más irritados se m o s t r a r o n fueron los Príncipes de la s a n g r e ,
sobrinos del Rey, y especialmente el Duque de Berri, de suyo violento y
precipitado, los cuales, en el Consejo de Ministros por el M o n a r c a p r e s i -
dido, hicieron que triunfase la pasión sobre la prudencia. A Mina, puesto
en libertad, se le expulsó de F r a n c i a , y otro t a n t o se hizo con Casa F l ó -
rez, entregándole sus pasaportes, en vez de haber pedido, como propuso
J a u c o u r t , que el Gabinete español retirase á su E n c a r g a d o de Negocios . 5

G r a n d e fué la indignación de F e r n a n d o VII y de sus Ministros cuando


llegó á sus oídos la expulsión de Casa Flórez, motivada por un acto que
merecía, á juicio del M o n a r c a español, plácemes y recompensas, y que se
ajustaba además á los principios del derecho de gentes, que en punto á

iDespacho núm. 190, de 12 de Octubre de 1814.


1
2Thiers: Histoire du Consulat et de l'Empire, tomo X V I I I , pág. 4 6 1 .
3 Talleyrand: Mémoires, tomo 1 1 , pág. 2 7 9 .
4 Nota de Cevallos á Jaucourt, de 2 de Noviembre de 1814.
5 Jaucourt: Correspondance avec le Prince de Talleyrand pendant le Congres de Vienne,
página 48.
68 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

extradición de criminales venía rigiendo desde el tiempo de los Macabeos,


según lo demostraba Cevallos con gran copia de textos latinos en u n a eru-
dita Memoria que hizo gemir á L a b r a d o r cuando de ella le dio lectura
Talleyrand Suspendió su viaje á París, que ya tenía dispuesto el Conde
de Peralada, Embajador n o m b r a d o cerca de S. M. Cristianísima, y se en-
tabló una embrollada negociación que d u r ó varios meses y que t e r m i n ó
gracias á la evasión de Napoleón de la isla de Elba, y no á entera satis-
facción del Gobierno español, pues éste pretendía que fuera recibido Casa
Flórez por el Monarca francés en audiencia de despedida antes de que el
nuevo Embajador presentase sus credenciales, y sólo consintió Luis X V I I I
en recibir á Casa Flórez después de Peralada.
A las quejas de la Corte de Madrid por el proceder del Gobierno fran-
cés en el asunto Casa Flórez juntáronse otras por el insuficiente apoyo que
los Plenipotenciarios franceses prestaban al nuestro en Viena, quejas que,
transmitidas p r i m e r o por el Encargado de Negocios en Madrid Conde
d ' A g o u s t y después por el Embajador Príncipe de Laval 3 , pusieron en
2

gran aprieto á L a b r a d o r cuando se las leyó T a l l e y r a n d , en presencia de


algunas personas, con la seguridad que debía darle el que no había en
Viena quien no supiese con evidencia que, así él como los demás Plenipo-
tenciarios franceses, ocultaban poco su empeño de que todos los Borbones
ocupasen sus tronos. «Puede V . E. considerar — escribía L a b r a d o r — c o n
c u á n t a sorpresa y mortificación oí leer el despacho en que se dice que
á V. E. le escriben de Viena lo c o n t r a r i o . » A lo que contestó Cevallos:
«Es cierto que la indiferencia de los Plenipotenciarios franceses en los in-
tereses de las r a m a s de la Casa de Borbón en Italia ha corrido aquí m u y
válida por diferentes caudales y m u y autorizados; pero también lo es
que S. M. no ha dado crédito á semejante especie por estar en oposición

1 Talleyrand: Correspondance avec Louis XVIII, pág. 222.


2 «Le Ministre (Cevallos) s'est plaint du peu d'assistance que le Prince de Talleyrand
prétait á Mr. de Labrador: il m'a repété, méme (plusieurs fois, que la France n'avait pas encoré
demandé le rétablissement de la Maison de Bourbon sur le trñne de Naples; que l'Espagne ne
pouvait pas étre chargée seule de toute la résistance contre les protecteurs de Murat.» Carta del
Conde d'Agoust, de 5 de Diciembre de 1814.
3 «El Príncipe de Talleyrand me ha leído un despacho de oficio en el que le comunican de
Paris, con fecha 4 del corriente, que V. |E. ha dicho al Príncipe de Laval, Embajador de S. M.
Cristianísima en esa Corte, que escribían á V. E. de Viena que los Plenipotenciarios franceses en
el Congreso se mostraban indiferentes sobre la suerte de las ramas de la augusta familia de
Borbón, desposeídas de sus Estados de Italia, y, particularmente, sobre la restitución del reino
de Ñapóles á su legítimo soberano. El despacho concluye diciendo que, si yo escribo de esta ma-
nera, es claro que no estamos de acuerdo los Plenipotenciarios de S. M. Cristianísima y yo.»
Despacho de Labrador núm. 2 7 5 , de 13 de Febrero de I 8 I 5 .
ESPAÑA E N EL CONGRESO DE VIENA 69

con las noticias oficiales que V. E . tiene comunicadas. Bajo de este s u -


puesto, y p a r a su satisfacción, puede V. E. asegurar al Príncipe de T a -
lleyrand que sólo en este sentido y no en otro se ha podido hablar aquí de
tal noticia»
Seguían entretanto en Viena las reuniones de los Plenipotenciarios sin
otro objeto que el de g a n a r tiempo para la r e u n i ó n del Congreso, a u n q u e ,
al parecer, se perdiera en nimias y baldías deliberaciones. Así sucedió en
la sesión del 3o de Octubre, en la que sólo se acordó publicar u n aviso
relativo al examen de los plenos poderes, dejar p a r a lo último las cuestio-
nes de precedencia y confiar la presidencia del Congreso al Plenipoten-
ciario austríaco, P r í n c i p e de Metternich. A esta conferencia asistieron por
p r i m e r a vez el representante de Suecia y los de Portugal, cuyo n ú m e r o
pareció tanto más extraño, cuanto que Saldanha de G a m a venía del Bra-
sil y L o b o , de Suecia, no teniendo otra pretensión que el oponerse a l a abo-
lición de la trata de negros y pedir la restitución de Olivenza, que creían
era el p r i m e r punto en que debía ocuparse el Congreso . 2

El 2 de Noviembre se reunieron de nuevo, y el P r í n c i p e de Metternich


se e m p e ñ ó en p r o b a r que el Congreso no podía dividirse en Comisiones,
como p r o p o n í a T a l l e y r a n d , porque entonces los Plenipotenciarios no obra-
rían por propio derecho, sino com,o delegados del Congreso, y éste deli-
beraría sobre lo que le p r o p u s i e r a n / l o cual n o podía admitirse, pues no
era u n a asamblea deliberante. «No molestaré á V. E.—escribe Labrador—
con la fastidiosa relación d e s ú s raciocinios, fundados todos en falta de
ideas y sobra de presunción; habló l a r g a m e n t e , hablaron otros, y q u e d a -
mos, al fin, en que, en vez de formarse Comisiones, se formasen reuniones
de negociaciones, que fué la frase ridicula que pareció al referido Príncipe
más adaptada y menos expuesta á malas interpretaciones. Si en las rela-
ciones que hasta ahora he remitido de nuestras conferencias hay tantas
puerilidades y tan pocas cosas dignas de u n Congreso es porque la ma-
yor parte de los que lo c o m p o n e n , ó no son capaces de más, ó p o r q u e , de-
fendiendo malas causas tienen, á falta de razones, que r e c u r r i r á disputas
de palabras. P o r mi parte me he propuesto g u a r d a r un profundo silencio
m i e n t r a s las necedades q u e se digan no perjudiquen á los derechos que
estoy encargado de r e c l a m a r , y como hacen otro tanto los Plenipotencia-

1 Real orden de 9 de Marzo de I8I5.

2 Despacho núm. 201, de i.° de Noviembre de 1814.


70 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

rios más cuerdos, son regularmente los más incapaces los que hacen más
l a r g o s discursos»
Aceptada en principio y en cuanto al procedimiento la autoridad de las
ocho Potencias signatarias del T r a t a d o de París, convínose al fin en que
aquellas directa ó principalmente interesadas en las grandes cuestiones
territoriales de las dos regiones en que podía considerarse dividida la E u -
ropa, formarían las Comisiones encargadas del estudio y solución de estos
problemas. A s i l a Comisión del N o r t e , á la que tocaba decidir, no sólo la
cuestión de Polonia y de Sajonia, sino las referentes á otros países, c o m o
el H a n o v e r , los Países Bajos, la D i n a m a r c a , la Suecia, se compuso de los
Plenipotenciarios de las c u a t r o Potencias aliadas, y en ella se dio después
entrada al de F r a n c i a . Los asuntos del Mediodía, ó sean los de Italia, i n -
teresaban al Austria en p r i m e r t é r m i n o , y á España y F r a n c i a por las
reclamaciones de estas dos últimas respecto á los Estados de P a r m a y al
Reino de Ñapóles; por lo que formaron parte de la Comisión c o r r e s p o n -
diente los Plenipotenciarios de estas tres Potencias, y además los de Ingla-
t e r r a y Rusia, á título de mediadores. N o m b r á r o n s e también Comisiones
para los asuntos de Suiza, p a r a el de la libertad de la navegación fluvial y
para el de la extinción del comercio de n e g r o s .
Veamos ahora cuál fué la política en que se inspiró el Gabinete de
Madrid y cuál la conducta de su representante en Viena d u r a n t e las lar-
gas y prolijas negociaciones que cristalizaron en el Acta final del famoso
Congreso.
Ya desde París había pedido L a b r a d o r i n s t r u c c i o n e s , que no se le d i e -
r o n , respecto á la actitud que debía observar en la cuestión polaca, y como
ésta había de ser la p r i m e r a de que se trataría y la que ofrecería mayores
dificultades, aunque no fuese, en este p u n t o , directo el interés de E s p a ñ a ,
insistió de nuevo nuestro Plenipotenciario, apenas llegó á V i e n a , en la con-
veniencia de que se le c o m u n i c a r a la voluntad del Rey , y así lo hizo C e -
2

vallos en los siguientes términos: «Aunque nuestras relaciones con r e s -


pecto á la Polonia y á su suerte n o obliguen á que la E s p a ñ a tome u n a
parte activa ni eficaz, los deseos del Rey nuestro señor de estrechar su
alianza con la Rusia y de que las dos naciones se apoyen recíprocamente
en sus intereses mueven á S. M. á p r e v e n i r m e que e n c a r g u e á V . E. m u y

1 Despacho núm. 204, de 3 de Noviembre de 181.1.

2 Despacho núm. 167, de 23 de Septiembre de 1814.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 71

particularmente que, no sólo no contradiga las pretensiones de la Rusia


sobre este particular, sino que con la prudente precaución que exige la
materia, para no dar celos á otras naciones ni llamar demasiado la aten-
ción de sus representantes en el Congreso, coopere V , E. á ellas, con e s -
pecialidad si se t r a t a de u n modo significante de establecer c o m o Rey de
Polonia á u n G r a n Duque de Rusia. S. M. fía del talento de V. E., no m e -
nos que de su penetración y tino político, que sabrá conducirse en este
delicado encargo de una m a n e r a tal, que haciéndose el lugar que desea
S. M. con la Corte de Viena, no desobligue a l a s demás naciones, con p a r -
ticularidad á la F r a n c i a y á la I n g l a t e r r a , con quienes debe la E s p a ñ a , n o
sólo no chocar, mas también conservar la mejor a r m o n í a , g u a r d a n d o en
su caso la consideración que á estas Potencias se las debe, y procediendo,
en cuanto las circunstancias lo p e r m i t a n , de acuerdo con ellas. Con este
objeto no perderá V . E. de vista el influjo del Príncipe de Benevento s o -
bre lo que ya se halla V . E. prevenido de a n t e m a n o . El pensamiento de
S. M. de estrechar por vínculos de sangre con la Corte de Rusia, en cuyo
'misterio está V . E . , e m p e ñ a decididamente á interesarse en favor de esta
augusta familia y á encargar igualmente á V . E. que, 'aprovechándose de
las ocasiones que en el día se le p o d r á n presentar, dé algún, paso opor-
t u n o sobre este importantísimo y urgente asunto, en el que, por la falta
de la correspondencia de Bardají, ignora S. M. lo que se haya adelantado y
en qué estado se halla. V . E., cuya actividad tiene bien conocida S. M., cui-
d a r á de p r o p o r c i o n a r , con la reserva que le caracteriza, todos los medios
de enterarse de lo que haya y de a c l a r a r l o , é informará á S. M . reserva-
damente de cuantas noticias adquiera, pues las desea y le conviene saber-
las lo más p r o n t o posible. Si lo cree V . E. necesario, despachará un correo
á Bardají p a r a q u e le i n s t r u y a de sus pasos, y, por último, n a d a omitirá
p a r a d a r expedición á esta negociación y saber su estado, en el supuesto
de que esta es la voluntad de S. M.»
Antes de que le fuera ésta conocida á L a b r a d o r , escribía en 29 de Sep-
tiembre, que de la cuestión de Polonia dependía el arreglo de los puntos
principales, y que, por lo tocante á nosotros, sería de desear que la Rusia
n o adquiriese más y que la Sajonia se conservase independiente; pero que
era difícil, que ni aun con el auxilio de la F r a n c i a pudiéramos influir p o -
derosamente en ambos particulares, y nuestro principal fin, si no se le or-

1 Real orden de 9 de Octubre de 1814.


72. REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

denaba otra cosa, debía ser que lo que se conviniera entre los p r i n c i -
pales interesados no perjudicase á la restitución de Ñapóles al legítimo
Soberano, ni á la de T o s c a n a , ó un perfecto equivalente, al Rey de
Etruria
Y pocos días después, al manifestar la evidencia del proyecto de a g r e -
g a r la Rusia á su Imperio el Ducado de Varsovia. y de apoderarse la P r u -
sia de la Sajonia, al que n o se opondría el Austria si le prometían algún
territorio en Italia, encarecía la necesidad de conocer en este punto el
pensamiento de S. M. «El Plenipotenciario francés está resuelto á o p o -
nerse particularmente á la usurpación de la Sajonia, y yo me hallaré en
u n a situación s u m a m e n t e delicada, pues si r e ú n o mis esfuerzos con los
suyos, se arriesgará que la Rusia y la Prusia abandonen la justa causa de
las Casas de Sicilia y de P a r m a , y si me presto á la usurpación de la
Sajonia, desmentiré con hechos los principios de la legitimidad y de la
justicia que nos h a n hecho triunfar de los ejércitos y de las t r a m a s del
Atila corso. Se hace, por lo t a n t o , necesario que V. E. me diga cuál
es la voluntad del Rey nuestro señor en cuanto al engrandecimiento
de la-Rusia en Polonia y de la P r u s i a en Sajonia, pues en punto de tal
importancia, sin t e r m i n a n t e resolución del S o b e r a n o , no es posible que
un negociador acierte á desempeñar su comisión. Si el Plenipotenciario
inglés obrase de concierto conmigo, con el de F r a n c i a y con el de P o r -
tugal, para sostener la razón y las reglas del derecho p ú b l i c o , p o d r í a -
mos l u c h a r con ventaja; pero, ó se muestra indeciso, ó se inclina al
Austria. E n c u a n t o al Plenipotenciario sueco parece partidario de la
Rusia» . 2

A este despacho contestó Cevallos con ambigüedades y distingos que,


no sólo a t e n u a b a n , sino que, en cierto m o d o , desvirtuaban las instruccio-
nes que respecto á la alianza con Rusia se le habían comunicado en 9 de
Octubre, pues se le decía á L a b r a d o r en 3 de N o v i e m b r e : «S. M., que por
u n a parte no q u i e r e desmentir sus principios de rectitud, y que por o t r a ,
no debe desentenderse de los derechos de su Casa á P a r m a y Sicilia, ha
creído que para conciliar estos dos importantes objetos, sin c o m p r o m e -
terse, es el único medio el de la conducta p r u d e n t e y reservada que
debe V. E . observar cuando haya de tratarse de agregar al Imperio ruso

1 Despacho núm. 176.


2 Despacho núm. 19?, de 12 de Octubre de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA

el G r a n Ducado de Varsovia y de indemnizar á la Prusia, de lo que en


esto p i e r d e , con la Sajonia. Ningún empeño conocido debe manifes-
tar V. E. en este caso; pero, sin declararse, y huyendo siempre de formar
partido hasta el punto que se pueda decorosamente conseguir, trabajará
por evitar estas escandalosas adquisiciones que, tarde ó t e m p r a n o , h a b r á n
de t u r b a r la paz de la E u r o p a y tal vez subyugarla. Está bien cooperar
bajo de estas mismas bases á la contradicción indicada ya por parte de la
F r a n c i a , y aun sería m u y o p o r t u n o interesar sobre lo m i s m o á la I n g l a -
t e r r a y á la Suecia, que no pueden menos de ir acordes en estas ideas; m a s
como quien tiene el principal interés en oponerse á ellas es la Casa de
Austria, i m p o r t a r á m u y p a r t i c u l a r m e n t e negociar con ésta p a r a que n o
esté pasiva ni se contente con lo poco que puede adquirir de la Italia, que
n u n c a la será de gran provecho. E n fin, repito á V. E. que cualesquiera
que sean las circunstancias en que se halle, trabaje sin c o m p r o m e t e r s e , y
siempre sin a p a r t a r la m i r a de m a n t e n e r el equilibrio de la E u r o p a y r e -
sistir u n a preponderancia que sea funesta.»
No se dio por enterado ni satisfecho L a b r a d o r , y aunque era g r a n d e
su vanidad y dolíale pedir consejo, m a y o r era su t e m o r de incurrir en el
desagrado del Rey si, obligado á declararse, ya que en lo de trabajar c a -
bía el abstenerse, no acertaba á interpretar la voluntad del Soberano, que
de tan diversos modos y en tan ambiguos términos le había sido comunicada
por Cevallos. En un principio era evidente el deseo del Rey de estrechar,
hasta por vínculos de sangre, la alianza con Rusia, cuyas pretensiones en
el Congreso no habían de contradecirse. A esta alianza rusa n u n c a se mos-
t r ó inclinado L a b r a d o r , bien porque él estuviese, a u n q u e con rebeldías
verbales, sujeto al influjo de T a l l e y r a n d , bien porque la protección que el
Z a r dispensaba á la E m p e r a t r i z María Luisa fuese el escollo en q u e trope-
zaba la restitución de los Estados de P a r m a á la Reina de E t r u r i a . Q u e -
jábase, además, L a b r a d o r de que el E m p e r a d o r Alejandro se rodease d e
Generales ó jóvenes edecanes sin idea alguna de política ni e x p e r i e n -
cia de gobierno, siendo los que t r a t a b a n los asuntos el Coronel suizo La
H a r p e y el alemán Nesselrode, que, de Secretario que era hacía poco, de
la Embajada rusa en París, ascendió á Ministro de Negocios extranjeros,
y no podía, por la cortedad de su talento, tener influencia sobre el ánimo,
de S. M. I. L a s nuevas instrucciones de Cevallos dejaron perplejo á La-

i Despacho núm. 192, de 18 de Octubre de 1814.


74 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

orador, porque indicaban un cambio completo de orientación política,


que no estaba de acuerdo con la insistencia del Rey en el punto de la n e -
gociación matrimonial que se le había encargado p r o m o v i e r a , tomándola
e n t e r a m e n t e á su cuidado V e r d a d es que, aunque se le encargaba que co-
o p e r a r a á la contradicción indicada ya por parte de F r a n c i a , lo que prin-
cipalmente se le recomendaba era que trabajase sin comprometerse y sin
declararse. Esto último era- lo que á L a b r a d o r preocupaba, ante el temor
de verse solicitado por unos y por otros y obligado á manifestar pública-
mente su parecer en el Congreso. Acudió, pues, de nuevo y repetidas veces
á la Secretaría de Estado en d e m a n d a de instrucciones explícitas, y como
temiese no recibirlas, por ser p u n t o que interesaba poco á E s p a ñ a , insistió
en el íntimo enlace que este asunto podía tener con los de Italia, en que
teníamos puestos el corazón y los ojos . 2

La insistencia de L a b r a d o r produjo el apetecido efecto, y sugirió á


Cevallos u n a idea genial y peregrina: la de obtener la devolución de la
Luisiana, p a r a lo cual debía empezar nuestro Plenipotenciario por pedir
la restitución de la T o s c a n a á la Reina de E t r u r i a : «Al ceder en este punto
en obsequio del Austria, se recabará la mediación de esta Potencia con
la Inglaterra, á fin de que ésta se obligue formalmente á no hacer la
paz con los americanos sin que p r e c é d a l a entrega de la Luisiana. Y como
el Plenipotenciario francés se ha empeñado en que V. E. se le agregue
en la oposición al despojo del Rey de Sajonia, exigirá V. E . por precio
de esta condescendencia su obligación formal de obtener de los Estados
Unidos la devolución de la L u i s i a n a , y c u a n d o esto n o pueda ó no quiera,
que al menos se nos entreguen los quince millones de duros en que n u -
lamente la vendió la F r a n c i a , y los navios y millones que, además, r e c i -
bió Napoleón por la T o s c a n a . Que la condescendencia con la Casa de
Austria en el punto de la T o s c a n a debe servir para desviarla del b o c h o r -
noso empeño de sostener á M u r a t con menoscabo de los derechos del Rey
de las Dos Sicilias, y que proteste contra todo acuerdo ofensivo á dichos
derechos. En c u a n t o al engrandecimiento de los Estados de P a r m a , que
lo procure sin daño de tercero, y m u c h o menos del R o m a n o Pontífice.
Que procure estrechar sus relaciones con el Austria, Rusia é Inglaterra,

1 Real orden de 2 2 de Octubre de 1814. Véase Becker: Relaciones entre España y Rusia. Un
proyecto matrimonial.
2 Despachos números 218 y 223, de 18 de Noviembre y 6 de Diciembre de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 75

sin celos de la F r a n c i a , ú n i c a m e n t e con la m i r a de que ésta nos respete


viéndonos en estrecha a r m o n í a y buena inteligencia con las Potencias que
pueden enfrenarla; pero que n o pase de aquí, porque los deseos del Rey
son de afianzar u n a d u r a d e r a paz, medio indispensable p a r a que esta de-
solada Nación repare sus q u e b r a n t o s . I

La idea de Cevallos era ingeniosa y sutil; pero para concebirla era


preciso prescindir por completo de la realidad de las cosas. La restitución
de la T o s c a n a habíala ya pedido L a b r a d o r en Nota dirigida á Metternich
el 22 de N o v i e m b r e , con el negativo resultado que más adelante veremos,
y en cuanto á lá Luisiana, baste ahora decir que con la Real orden de 26
de Diciembre cruzóse u n despacho de L a b r a d o r que se expresaba en los
siguientes términos: «Cuando he hablado aquí del asunto, se me ha r e s -
pondido que el Congreso no se ha juntado p a r a r e p a r a r las necedades que
h e m o s hecho fiándonos del Directorio y de Napoleón Bonaparte. P o r lo
t a n t o , m i r o como asunto perdido la reclamación de la Luisiana, y sola-
mente deseo que nos sirva de escarmiento para no enajenar las provincias
de la M o n a r q u í a , ni prodigar sus tesoros, por satisfacer la pueril vanidad
de que todas las hijas de nuestros Reyes sean Reinas, que es lo que indujo
á S. M. la Reina María Luisa al impolítico é injusto T r a t a d o de cambio
de P a r m a con T o s c a n a , T r a t a d o , para decirlo de paso, que no se hubiera
hecho si no se hubiese establecido desde el favor de Godoy el funesto sis-
tema de tomarse las más graves resoluciones sin c o n t a r con más parecer
que el de un Secretario de Despacho» . 2

Las nuevas instrucciones señalan también otro cambio de r u m b o en


n u e s t r a política exterior, debido p r o b a b l e m e n t e al incidente Casa Flórez.
Ya no se trata de apoyar, por rectitud, á F r a n c i a en su oposición al d e s -
pojo del Rey de Sajonia, sino que se le exigen, como precio de esta c o n -
descendencia, condiciones que antes del Congreso reputaba Castlereagh
de imposible c u m p l i m i e n t o , y para hacer que nos respete F r a n c i a han de
estrecharse las relaciones con Austria, Rusia é Inglaterra. E n grave
aprieto hubiérase visto L a b r a d o r si hubiese tenido que tomar parte activa
en las negociaciones y que ajustar en ellas su conducta á las instrucciones
que de M a d r i d se le enviaban; mas, por fortuna suya, nada tuvo que hacer
y nada hizo, según de sus propíos despachos y de los ajenos se desprende,

1 Rea! orden de 26 de Diciembre de 18.14.


2 Despacho núm. 246, de 27 de Diciembre de 1814.
76 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ni nadie le pidió su parecer y su voto, en la cuestión del reparto de los


territorios que á las Potencias del Norte principalmente interesaban.
Y c u a n d o la disputa acerca de la Polonia y la Sajonia parecía ya p r ó x i m a
á arreglarse, sin intervención ninguna del buen L a b r a d o r , atribuyóse
éste, según su costumbre y á medida de su v a n i d a d , parte decisiva en el
arreglo, y escribió á Cevallos: «La resistencia que h e m o s hecho el P l e n i -
potenciario francés y y o ; el amago de u n a protesta que p u b l i c a r í a -
mos y que firmarían también la Baviera, el W u r t e n b e r g y casi todos
los Príncipes de Alemania, ha hecho lo que n o había podido hacer la
justicia ni la razón. L a conservación de la Sajonia se deberá á los
que tienen menos medios y menos razones que la I n g l a t e r r a y el A u s -
tria»
L a respuesta fué que suscribiera, respecto á la Sajonia, el acuerdo de
los demás y sobreseyera en la oposición que se le previno á su total d e s -
pojo . P e r o como L a b r a d o r , por otras causas,, n o firmó el Acta final de
2

Viena, pudo con verdad jactarse de no h a b e r contribuido á la inicua r e -


partición de la Polonia y á la atroz usurpación de u n tercio de la Sajo-
nia 3, y con no m e n o r razón vanagloriábase Cevallos de que, si n o h a -
bíamos sacado del Congreso lo que en nuestro favor reclamaba la j u s -
ticia, habíamos conservado al menos el decoro, y librádonos de la
responsabilidad de h a b e r cooperado á los despojos dictados p o r la a m b i -
ción 4.

VII

N o fueron los asuntos del N o r t e , sino los de Italia, los que p r e o c u p a -


r o n al Rey F e r n a n d o VII, á sus Ministros de Estado y al Plenipotenciario
español en el Congreso de Viena. Solicitado el Monarca con empeño por
su h e r m a n a la desposeída Infanta Doña María Luisa, Duquesa que había
sido de P a r m a y Reina de Etruria, y por su tío el Rey de las Dos Sicilias,

1 Despacho múm. 229 de 14 de Diciembre de 1814.


2 Real orden de 9 de Enero de I 8 I 5 .
3 Despacho núm. 3 7 6 , de 10 de Junio de I 8 I 5 .
4 Real orden de 28 de Julio de i 8 i 5 .
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 77

de cuyo Reino de Ñapóles seguía M u r a t apoderado, creyó que todos los


esfuerzos de nuestra diplomacia no debían tener otro empleo ni otro fin
que el de acorrer á sus augustos parientes, y hacia esta meta enderezó sus
pasos L a b r a d o r .
A u n q u e era grande la confianza que éste tenía en su habilidad diplo-
mática y en la bondad de su causa, y no menor la que le prestaba la ayuda,
con que creía contar, de T a l l e y r a n d , por el particular interés del Rey
Luis XVIII en el asunto de Ñapóles, no se le ocultaba que había de trope-
zar con dificultades, sobre las que ya había llamado Castlereagh la a t e n -
ción de F e r n á n Núñez en P a r í s . Habíale parecido en- Madrid á L a b r a d o r
cosa m u y llana, y así lo consignaron, conforme á sus indicaciones, las ins-
trucciones de 29 de Mayo de 1814, que se pidiera á las Potencias aliadas, y
éstas la exigieran de los Estados Unidos, la devolución de la Luisiana;
q u e d a n d o al Gobierno americano la repetición contra Francia por el p r e -
cio en que había adquirido dicha provincia: que á tal punto llegaba la can-
didez de nuestra diplomacia. Hizo presente F e r n á n Núñez á San Carlos, por
encargo de Castlereagh, que era este asunto imposible de lograr, en el s u -
puesto de que á Francia acudiéramos en demanda de la restitución del
precio que por la Luisiana habían recibido los franceses, porque n i á C a s -
tlereagh ni á ningún diplomático en su sano juicio podía ocurrírsele que
pretendiéramos de las Potencias aliadas que interviniesen en asunto c o m -
pletamente extraño al Congreso y exigiesen de un Gobierno, que no estaba
tampoco en él representado, la restitución de una provincia incorporada
de hecho y de derecho á la Confederación americana, y cuyo precio se
hallaba, a d e m á s , Francia, en la imposibilidad de devolver. P o r el T r a t a d o
de San Ildefonso de i.° de Octubre de 1800, firmado por D. Mariano Luis
de Urquijo y el General Berthier , cuyas estipulaciones se recuerdan en el
1

de A r a n juez de 21 de Marzo de 1801, ajustado por el Príncipe de la Paz


con Luciano Bonaparte, retrocedió España la Luisiana y entregó á F r a n c i a
seis navios de guerra, a d e m á s de unos cuantos millones, á cambio de una
amplia indemnización, que consistió en el G r a n Ducado de T o s c a n a , eri-
gido en Reino de E t r u r i a y cedido en el T r a t a d o de Lunéville por el E m -
perador de Austria al Infante Duque de P a r m a , el cual no quiso consentir
en el engrandecimiento de sus Estados á costa de los de u n pariente tan
cercano, por lo que el tratado de Aranjuez estableció en ellos á su hijo,

1 Cantillo: Colección de Tratados. Véase la nota á este Tratado, pág. 693.


7
78 REVÍSTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

m e n o r de edad. Después de siete años de precaria existencia, fué el Reino


de Etruria cedido de nuevo por España á F r a n c i a por el artículo g.° del
T r a t a d o de Fontainebleau de 27 de Octubre de 1807, firmado por el C o n -
sejero de Estado D. Eugenio Izquierdo y el General de división Duroc.
Este T r a t a d o se cumplió en cuanto á la toma de posesión de la T o s c a n a ,
que pasó á poder de Francia, sin protesta de la Reina de Etruria, quien, en
su n o m b r e y en el de su hijo m e n o r de edad, hizo saber á sus subditos, por
edicto de 10 de Diciembre de 1807, que cesaba su gobierno y que desligaba
de su j u r a m e n t o de fidelidad á la nación toscana. Mas no sucedió lo propio
respecto á la proyectada creación del Reino de la Lusitania septentrional
(provincia entre Miño y D u e r o , con P o r t o por capital) para la Reina de
E t r u r i a y el Principado de los Algarbes (Alentejo y Algarbes) para el
Príncipe de la Paz que quedó sin efecto, porque á poco invadieron
los franceses la Península y dejó de reinar en España la Casa de
Borbón.
T a l e s eran los antecedentes diplomáticos de la cuestión y los términos
del problema planteado. No podía pedirse á Luis X V I I I que cumpliera el
T r a t a d o de Fontainebleau y pusiera á la Reina de E t r u r i a en posesión de
la Lusitania septentrional, ni cabía reponer las cosas en el ser y estado
que tenían después del T r a t a d o de Aranjuez, que fué por Francia y E s -
paña fielmente ejecutado. Reconquistada por los austríacos la T o s c a n a ,
reclamábala su antiguo Soberano el G r a n D u q u e , con mejor derecho, r e -
conocido por nuestro Consejo de Estado, que la Infanta María Luisa. L o s
Estados de P a r m a , en poder también de los austríacos, se habían adjudi-
cado, por el T r a t a d o de 11 de Abril de 1814, á la E m p e r a t r i z A r c h i d u -
quesa María Luisa. E n cuanto á la Luisiana, cedida por la Francia en
i5 millones de d u r o s á los Estados Unidos, no había que pensar en
arrancarla, ni á la fuerza, ni por persuasión, de las robustas garras del
águila americana. L a Francia n o podía, pues, disponer ni de la Lusitania,
ni de la Etruria, ni de P a r m a , ni de la Luisiana, ni aun siquiera de los
i5 millones de d u r o s , que en las guerras napoleónicas se habían malgas-
tado. N o le cabía al Rey Luis XVIII parte ni responsabilidad en el i n c u m '

1 Falta descaradamente á la verdad Godoy en sus Memorias (redactadas por el abate Si-
cilia) al negar su proyecto de formarse, con el auxilio de Napoleón, un trono en los Algarbes,
siendo mediador en estos tratos el Embajador de España en París, Izquierdo. «Ni Izquierdo—dice
Godoy—recibió jamás encargo mío de pedir cosa alguna á Bonaparte, ni él de su propia idea se
adelantó á pedirle nada en mi provecho.» Pero sobre esta afirmación están los documentos origi-
nales que desmienten á Godoy, y, sobre todo, el Tratado de Fontainebleau, cuyas ratificaciones
se canjearon en San Lorenzo el 8 de Noviembre de 1807.
ESPAÑA EN El. CONGRESO DE VIENA 79

plimiento del T r a t a d o de Fontainebleau de 1807, ni este incumplimiento


traía aparejada la invalidación de pactos anteriores que habían estado en
vigor durante algunos años. Si tenía, por consiguiente, escasas probabili-
d a d e s de éxito cualquiera reclamación que se formulara para recobrar de
la Francia la Luisiana ó los millones en que había sido cedida, menos ha-
bían de prosperar cuantas gestiones se practicaran directa ó indirectamente
cerca de los Estados Unidos para obtener la retrocesión de aquella p r o -
vincia. Verdad era esta tan clara como la meridiana luz, é iluminado por
ella en Viena L a b r a d o r , que había hasta entonces vivido en las tinieblas
de la P r i m e r a Secretaría, reconoció el error en que ésta estaba, a u n q u e no
el propio, y así se lo dijo á Ceballos en despacho oficial antes citado No
fué, sin embargo, perfecta la conversión de L a b r a d o r , y todavía se le ocu-
rrió proponer á L o r d W e l l i n g t o n , poco después de firmado el T r a t a d o de
G a n t e , que puso término á la guerra entre Inglaterra y los Estados Unidos,
«que aunque por él se hallase obligada aquélla á restituir á éstos la L u i -
siana, no lo hiciese, sino que retuviese en su poder esta provincia, en aten-
ción á la falta de buena fe con que la enajenó el Gobierno francés, á que
con la m i s m a mala fe la adquirieron los Estados Unidos y, en fin, á que
la Casa de P a r m a no podía recobrar la T o s c a n a , por cuya adquisición se
cedió la Luisiana» . 2

Ofreció L o r d W e l l i n g t o n comunicar á su Gobierno esta proposición,


y se encargó á F e r n á n Núñez que la apoyara en L o n d r e s ; pero cuando trató
éste de hacerlo, pudo cerciorarse de que el D u q u e de Ciudad Rodrigo
n o había hecho la m e n o r comunicación á L o r d Castlereagh, el cual se
desentendió enteramente de ello, porque habiendo faltado del todo la e x -
pedición contra Nueva Orleáns, se habían llamado las tropas que allí se
hallaban 3.
E n cuanto á la restitución de Ñapóles á su legítimo soberano el Rey de
las Dos Sicilias, asunto era éste en el que, por odio á Murat, tenía a ú n m a -
y o r empeño Luis XVIII que F e r n a n d o VII, y hallándose á T a l l e y r a n d
encomendado, poca fué la ayuda que le prestó nuestro Plenipotenciario.
La dificultad que h u b o que vencer dependía del Austria, aliada á M u r a t
por los T r a t a d o s de n de E n e r o y 10 de Abril de 1814, y de Metternich,
u n i d o por los lazos más fuertes de un antiguo afecto á Carolina Bona-

1 Despacho núm. 240, de 27 de Noviembre de 1814.


2 Despacho núm. 2 9 3 , de 14 de Marzo de I 8 I 5 .
3 Despacho de Fernán Núñez, núm. 692, de 31 de Mayo de 1815
80 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

parte, la esposa de M u r a t . Esta debilidad del Canciller, h a r t o c o m ú n y


1

disculpable entre las h u m a n a s , y una de aquellas á que, por razón de ofi-


cio, están más sujetos los más altos, no halló indulgencia en L a b r a d o r ,
sino antes bien aprovechó tan propicia ocasión para e m p u ñ a r la palmeta
que se complacía en esgrimir con más frecuencia que motivo. «Quien no
conozca personalmente á Metternich —escribía nuestro P l e n i p o t e n c i a r i o -
n o podrá creer que haya u n h o m b r e público puesto al frente de u n Minis-
terio de tanta importancia y tan colmado de favores y distinciones por su
Soberano, que sea tan poco delicado en su manera de pensar, que por
antiguas conexiones proteja á u n u s u r p a d o r , cuñado de Napoleón Bona-
parte, contra el legítimo Soberano, que tantos vínculos de parentesco tiene
con el E m p e r a d o r de Austria» P e r o Metternich, que conocía m u y bien
á M u r a t , sabía que éste cometería, m á s tarde ó más t e m p r a n o , la i r r e p a -
rable torpeza, y cuando así sucedió y pudo el Austria desligarse de los
compromisos contraídos por el T r a t a d o de 11 de E n e r o , firmó en 29 d e
Abril d e 1815 u n convenio con el Rey de las Dos Sicilias, por el cual, con-
quistado que fuera el Reino de Ñapóles, se obligaba á poner en posesión de
él al legítimo Soberano. P o r u n artículo secreto de este T r a t a d o , cedió
S. M. Siciliana al Austria el E s t a d o de los Presidios de T o s c a n a , que per-
tenecía á la Corona de España y que Carlos III dio en depósito á su hijo el
Rey de Ñapóles; no siendo la primera vez que el Gobierno siciliano incu-
rría en igual falta, pues por el T r a t a d o que firmó con Francia en F l o r e n -
cia, el 28 de Marzo de 1801, hizo al entonces P r i m e r Cónsul la m i s m a ce-
sión, sin contar con nuestro Ministerio. «Hablo de ambas infracciones
—añadía Labrador— solamente en confirmación de lo poco que E s p a ñ a
puede nunca esperar de las Cortes de Italia, y de que sería una calamidad
que se continuasen haciendo en favor de ellas los sacrificios que se han
hecho en los anteriores reinados con la seguridad de ser pagados con i n -
gratitudes» 3.

Y á esta que L a b r a d o r calificaba de calamidad, redújose, no sólo en


Viena, sino en todas las Cortes de Europa durante los primeros años del

1 Madame de Remusat, hablando de la llegada de Metternich á París, en el verano de 1806,


dice en sus Memorias (tomo nr, pág. 4 8 ) : «II était jeune, agréable. II obtint des succés auprés des
femmes. Un peu plus tard il parut s' attacher á Madame Murat et il lui a conservé un sentiment
qui a soutenu longtemps son mari sur le troné de Naples.» Y Jaucourt escribía á Talleyrand
el 4 de Enero de I 8 I 5 : «M. de Metternich a des rapports d'intrigues de toute espéce avec la Reine
de Naples; il agit de concert avec elle; cela est tres sur.»
2 Despacho núm. 220, de 26 de Noviempre de 1814.
3 Despacho núm. 3 4 8 , de 6 de Mayo de I 8 I 5 .
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 8l

reinado de F e r n a n d o VII, la infructuosa labor de la diplomacia española,


enderezada á satisfacer á la Reina de E t r u r i a y á los criados toscanos que
tenían aprisionada la débil voluntad de nuestra Infanta.
En la primera entrevista que, á su llegada á Viena, tuvo L a b r a d o r con
el Príncipe de Metternich, protestó éste de haber tenido parte en el señala-
miento de P a r m a á la Archiduquesa María Luisa, y de que el E m p e r a d o r
tuviera empeño en conservar á su hija aquel Estado K D o s días después
era recibido en audiencia por S. M. I., quien, hablándole de los asuntos
de Italia, le dijo que tenía atadas las manos por el tratado que las circuns-
tancias le habían obligado á hacer con Murat; pero que no sostendría á
éste si los que no tenían T r a t a d o s con él le arrojaban de un trono que no
le pertenecía; que sus principios eran que se restituyera á cada uno lo que
le pertenecía, y así si habían dado P a r m a á su hija, había sido sin su c o -
nocimiento y que procuraba que reinase el mejor orden en aquel país para
que se conservase intacto para quien hubiese de tenerlo, según dispusiese
el Congreso. A l o q u e contestó nuestro Embajador, manifestando á S . M . la
necesidad de dar á la Casa de P a r m a , no solamente lo que por herencia le
pertenecía, sino u n equivalente de lo que perdía no conservando la T o s -
cana, que había adquirido sin odiosidad, pues se hallaba por u n T r a t a d o en
manos de la Francia cuando la España la adquirió de ella con inmensos
sacrificios .
2

Aceptado para la discusión de los asuntos'de Italia el orden geográfico,


empezóse por Genova para acabar por Ñapóles. P o r persona de su con-
fianza supo Labrador que, viéndose los genoveses amenazados de su r e -
unión al Piamonte y aborreciendo á los piamonteses con el m a y o r furor,
habían formado el plan de pedir u n Soberano, el cual, según el Marqués
de Brignole, sería el joven Rey de Etruria. «Se procurará—decía L a b r a -
dor — ganar aquí alguno de los Plenipotenciarios de más influencia. Como
Metternich tiene m u c h a s deudas y se dice no es inaccesible á las tentacio-
nes del interés, se trata de hacerle adoptar el proyecto, y se cuenta con
medio millón de florines en el caso necesario, los cuales no se suministra-
rán ni por el Rey de E t r u r i a ni por la España. Según mi dictamen, Genova
sería la indemnización única que la Casa de P a r m a pudiera tener: así no h e
dudado en admitir el proyecto; pero deseo saber la voluntadde S. M.» 3.

1 Despacho núm. 167, de 23 de Septiembre de 1814.


2 Despacho núm. 166, de 22 de Septiembre de 1814.
3 Despacho en cifra núm. 169, de 23 de Septiembre de 1814.
82 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

El proyecto mereció la aprobación de S. M . , y por Real orden de 9 d e


Octubre, se le encargó que para llevarlo á cabo se valiera principalmente
de la Rusia y demás Potencias del N o r t e , á quienes, como más indiferen-
tes, sería más fácil interesar en el a s u n t o .
El Senado de Genova pidió su independencia con un Soberano, bien
fuese el Archiduque F e r n a n d o , G r a n D u q u e de Toscana; bien el D u q u e
de Módena,..ó bien un Príncipe de la augusta familia que con tanto acierto
gobernó P a r m a y T o s c a n a , y como los dos primeros no habían de c a m -
biar sus Estados por el de Genova, claro está que el candidato del Senado
era el joven Rey de E t r u r i a , el Infante Don Carlos L u i s . Al c o m u n i c á r -
selo al Duque de San C a r l o s , añadía L a b r a d o r : «Desgraciadamente en el
T r a t a d o de París hay una promesa de a u m e n t a r el territorio del Piamonte
por la parte del Estado de Genova, con la quimérica idea de hacer que el
Rey de Cerdeña sea más poderoso para defender la entrada de Italia, y
llamo quimérica esta idea, porque 5oo.ooo subditos adquiridos por fuerza,
lejos de a u m e n t a r el poder del Rey de Cerdeña, lo debilitarían, pues esta-
rían siempre prontos á recibir á los franceses para libertarse del yugo
odioso de los piamonteses, con quienes los genoveses han tenido siempre
una rivalidad y una oposición insuperables.' Es tan clara esta razón, q u e
me lisonjearía de poderla hacer valer con mis compañeros en el C o n g r e s o ,
si no hubiera dé parte del Plenipotenciario inglés una repugnancia g r a n -
dísima á que se aumente la costa marítima sujeta á los Príncipes de la
Casa de Borbón, y si el Austria n o temiese tanto que tengan los franceses
una p u e r t a para Italia, en donde no ignora que se halla aborrecida»
Y al dar cuenta de una conferencia que sobre los asuntos de Genova
habían tenido los Plenipotenciarios con el representante de Genova M a r -
qués de Brignole, y el de Cerdeña Marqués de Saint-Marsan, decía L a -
brador: « N o dudo que el Príncipe de Metternich, el gran protector d e
M u r a t y de las injusticias de Italia, hará cuanto pueda por entorpecer el
trabajo acerca de los asuntos de aquel país; pero cuento con que las justas
reclamaciones, q u e ' d e parte de nuestro Gobierno debo hacer, hallarán
apoyo en los demás Plenipotenciarios, si la Providencia no tiene decidido
que el Congreso de Viena sea el más injusto de cuantos ha h a b i d o , así
como seguramente es la reunión de los h o m b r e s de Estado más incapaces
que habrá jamás n o m b r a d o la Europa para asuntos de tal magnitud» . 2

1 Despacho núm. 199, de 28 de Octubre de 1S14.


2 Despacho núm. 2 i 5 , de 14 de Noviembre de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 83

Ello es, que ni logró L a b r a d o r que entendieran de razones sus colegas,


ni se dejó Metternich sobornar por el medio millón de florines que le e s -
taba destinado, y del que probablemente no llegó á tener noticia; arreglán-
dose la cuestión de Genova, no á gusto de españoles y genoveses, pero sí
conforme á los deseos de los aliados, del Piamonte y aun del propio R e y
L u i s X V I I I , es decir, incorporándose además de la ciudad de Genova todo
el Genovesado á la Corona de Cerdeña y reconociéndose el derecho de su-
ceder en ella á favor de la r a m a de Saboya Carignan.
Habíase pensado que las Legaciones cedidas por el Papa Pío VI á F r a n -
cia por el T r a t a d o de T o l e n t i n o , y consideradas, por consiguiente, como
territorios disponibles, pudieran servir para indemnizar á la Reina de E t r u -
ria; pero la piedad del Rey F e r n a n d o VII y de su hija la Infanta D . María
a

Luisa no consintió en aceptar ningún establecimiento en tierras de la Santa


Sede. E n t r e t a n t o el Cardenal Consalvi, Secretario de Estado de Su S a n t i -
dad, pedía, en una Nota dirigida a l a s Potencias, la restitución de las tres
Legaciones, de Aviñón, del Condado Venasino y de P a r m a y Plasencia,
recordando que la Santa Sede nunca había cedido sus derechos sobre a q u e -
llos Ducados ni dado el título de ellos á sus poseedores. « T a l e s reclama-
ciones— decía L a b r a d o r — no privarán ciertamente á la Francia de Aviñón,
ni á la Casa de P a r m a de sus E s t a d o s ; pero conviene tener presente esta
constante política de la Curia R o m a n a de pretender más y más á medida
que se tienen por ella miramientos; de suerte que los beneficios que recibe,
lejos de ser un lazo que la una con el dispensador de ellos, es u n título
para aumentar sus peticiones»
El 22 de N o v i e m b r e , adelantándose á los deseos de su Gobierno, pasó
el Plenipotenciario español al austríaco una Nota reclamando la T o s c a n a
á favor de la Reina, como Regente y tutora de su hijo. Sospechaba Labra-
dor que ninguno de sus compañeros de comisión había de ayudarle, á juz-
gar por lo que les había oído. El Plenipotenciario francés se limitaba á
proponer que se volvieran á la Casa de P a r m a sus Estados hereditarios,
y á esto se inclinaban los que más nos favorecían, pues el Austria q u e -
ría conservar los tres Ducados y dar su equivalente en las Legaciones.
«Pienso — escribe L a b r a d o r — q u e no podrá aspirarse más que á ellos,
pues habiéndose dispuesto del Genovesado, y repugnando el R e y , n u e s -
t r o augusto Soberano, por religiosidad, las Legaciones ó parte de ellas,

i Despacho núm. 206, de 3 de Noviembre de 1814.


84 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

como por el mismo principio las repugna la Reina de T o s c a n a , no queda


qué poder agregar á los Estados de P a r m a , Plasencia y Guastala. Á la ver-
dad, S. M. la Reina de T o s c a n a me ha escrito que pretenda el territorio de
Luca, y para poder ponerlo en contacto con P a r m a , que solicite también
Massa de C a r r a r a ; pero este último Estado es propiedad hereditaria de la
Archiduquesa Beatriz, m a d r e de la Emperatriz de Austria, que no querrá
desprenderse de él en perjuicio suyo y de su hijo el D u q u e de Módena, y
aun logrado, siempre Luca sería una mala adquisición, p o r estar enclavada
en la T o s c a n a . De cuantos negocios hay en el Congreso, ninguno es para
mí más desagradable, por la suma dificultad de conseguir la restitución de
los tres Ducados y la seguridad dé no agradar á la Reina de T o s c a n a , aun-
que fuese posible conseguir m á s . Luego que S. M . salió del C o n v e n t o de
R o m a en que la encerró el tirano corso, fueron á reunirselé- su antigua
azafata la Pallici y el Gentilhombre Guicciardini, viudo de la Margarita
Pallici, dama que fué de S. M., y que con su marido y su h e r m a n a d o m i -
naba, por desgracia, su real ánimo. Las referidas personas y alguna otra
de la misma clase fueron las que hicieron- el Gobierno de S. M. menos
feliz en T o s c a n a , y las que en España la indujeron á escribir á M u r a t las
cartas sobre los asuntos de Aranjuez, que tanto daño hicieron al buen cré-
dito de S. M . misma. Ignorantes y poseídos del deseo de volver á d o m i n a r
en su país y del ansia de manejar caudales, aquellos sujetos h a n logrado
persuadir á la Reina que debe pretender la restitución de los tres Ducados
por herencia de su hijo y el Reino de T o s c a n a por haber sido dado en dote
á S. M., y q u e d e esta manera, cuando el joven Rey llegue á s e r m a y o r de
edad, lo que debe verificarse d e n t r o de pocos años, S. M. gobernará sus
tres Ducados y la Reina la T o s c a n a . E n consecuencia de este desconcer-
tado plan hicieron que la Reina diese á u n b a n q u e r o de París, llamado
M r . Goupy, plenos poderes, expresando en ellos que debía hacer ambas
pretensiones»

Había llegado á Viena el tal M r . Goupy á fines de Septiembre, y había


desde luego acudido, en demanda de consejo y ayuda, á L a b r a d o r , que le
dispensó la peor acogida. Ni se prestó á apoyar las gestiones del francés,
ni se atrevió á desautorizarlas, y como no quiso p o n e r s e c o n él de acuerdo,
sino que lo dejó en libertad de dirigirse como quisiera al Congreso, hízose
patente la doble y discorde representación de S. M. etrusca, lo cual quitó

1 Despacho núm. 224, de 6 de Diciembre.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 85

fuerza á las reclamaciones de Goupy, sin dársela á las de L a b r a d o r . No


conocemos los poderes é instrucciones que dio á su agente la Reina viuda;
pero la correspondencia que medió en Viena entre éste y el Plenipotencia-
rio de España en el Congreso basta para probar que incurrió Labrador en
e r r o r , ó faltó á la verdad á sabiendas, al atribuir á Goupy el propósito de
reclamar juntamente los Estados de P a r m a y la T o s c a n a . Precisamente en
carta de 3o de Noviembre, pocos días antes de que L a b r a d o r dijese esto á
la Corte, escribíale Goupy que se le había ocurrido solicitar provisional-
mente la restitución de los Estados de P a r m a , la cual vendría á consagrar
la obligación de compensar definitivamente el valor de la T o s c a n a ; h a -
biendo aprobado el Príncipe de T a l l e y r a n d la Nota que sometía á L a b r a -
dor. L a respuesta de éste, que literalmente transcribimos, retrata gráfica-
mente á nuestro Embajador, con su desmedida altanería y escasa crianza:
«Que sin duda me expliqué mal ó no me entendió; que yo no puedo c o m -
plicar las pretensiones, ni debo pasar más notas, ni hacer otras reclama-
ciones que la restitución de la T o s c a n a ; que no he tomado en la que pasé
el título de Plenipotenciario de S. M. T o s c a n a , porque con él no sería a d -
mitido; que si Mr. Goupy piensa que lo que propone conviene á la Reina,
puede hacerlo por sí, y que respetando la opinión del sujeto que dice, pre-
fiero la mía de insistir en pedir la T o s c a n a y ver lo que me ofrecen, si n o
se resuelven á dármela.»
Más de un mes tardó Metternich en dar respuesta á la Nota de L a b r a -
dor, é hízolo cuando ya la T o s c a n a había sido restituida á su antiguo S o -
berano el G r a n D u q u e , cuyo D u c a d o de W u r z b u r g o , cedido al A u s t r i a ,
fué después adjudicado á la.Baviera, á cambio del T i r o l . La Nota de Metter-
nich hacía la historia diplomática de la T o s c a n a desde que pasó á poder
de la Francia por el T r a t a d o de Lunéville hasta que la reconquistaron los
ejércitos austríacos, y sostenía que la Francia, á quien pertenecía dicho
Estado por haberlo en favor de ella renunciado primero el Austria y d e s -
pués la España, lo había cedido á las Potencias aliadas por el T r a t a d o de
París de 3o de Mayo de 1814, y estando libre y disponible, en v i r t u d de
esta cesión, parecía natural que fuera restituido á un Príncipe que lo poseía
legítima y tranquilamente antes de la revolución á que había puesto t é r -
mino la última guerra, y qué sirviera de indemnización al G r a n D u q u e
por la cesión que había hecho de la soberanía de W u r z b u r g o

1 Nota de Metternich á Labrador, de 29 de Diciembre de 1814.


86 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Resuelta, pues, la cuestión de T o s c a n a , como lo había sido la de G e -


nova, á satisfacción de todos los Plenipotenciarios, menos L a b r a d o r , no le
quedó á éste más recurso que reclamar para la Infanta Reina de Etruria
sus Estados patrimoniales de P a r m a , de que estaba en posesión, en fuerza
del T r a t a d o de n de Abril, la Archiduquesa María Luisa. Apenas supo
ésta que se trataba de disponer de los tres Ducados, escribió é instó al
E m p e r a d o r Alejandro, que hizo punto de h o n o r el sostenerla. « E n tal
aprieto — dice L a b r a d o r — habíamos formado un plan, que sería dar al I n -
fante Rey de E t r u r i a los tres insinuados Ducados, la parte del de Mantua,
que por estar á la derecha del P o no debe quedar al Austria, y, en fin, al-
guno de los feudos imperiales de la Lunigiana. Y para acallar á la Archi-
duquesa María Luisa, proponíamos darle el Estado de L u c a , que, aunque
no es grande, está m u y poblado, tiene u n terreno m u y bien cultivado y
goza de un excelente clima; pero hemos reflexionado que convendría más
no dejar m a n d a r ni en el más pequeño rincón de Italia á un hijo del atroz
Bonaparte, y hemos creído que sería mejor reunir el Estado de Luca á la
T o s c a n a , cosa que el Austria ha deseado con suma ansia desde que era
G r a n D u q u e el padre del actual E m p e r a d o r , y dar á la misma Austria el
territorio de Ragusa, que, por estar al otro extremo de Italia, no puede ser
útil sino á ella, y en recompensa de Luca y Ragusa exigimos que el A u s -
tria y la T o s c a n a paguen un millón de francos anualmente á la A r c h i d u -
quesa. Este proyecto ha parecido m u y bien á L o r d Castlereagh y no lo
desaprobará la Rusia si lo acepta el Austria. Hace ya días que se le p r o -
puso á Metternich, que no parece contrario á él; pero dijo que necesitaba
tomar las órdenes del E m p e r a d o r »
N o cejaba, por su parte, en sus pretensiones la Reina viuda de .Etruria,
que escribía á L a b r a d o r para que, en caso de n o restituirle á su hijo la
T o s c a n a , se le dieran los tres ducados de P a r m a , Plaséncia y Guastala,
añadiendo la Spezia, el L o d e s a n o , él Estado de Reggio, la Lunigiana y el
Estado dé Luca. «Hago mención de las pretensiones de S. M. Toscana—de-
cía L a b r a d o r al dar cuenta de ellas— porque t e m o que al m i s m o tiempo
que será menester continuar los mayores esfuerzos para conseguir los tres
Ducados y poco m á s , lejos de agradecer lo que se haga, se creerá S. M . mal
servida, pues las personas que tiene á su lado y son meros criados sin
instrucción, ni más mérito ni experiencia que el servicio material de Pala-

i Despacho núm. 258, de 17 de Enero de i8i5.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 87

ció, dan por facilísima la concesión de todos aquellos territorios que les
parecen bien en el m a p a »
El 13 de F e b r e r o daba L a b r a d o r noticia de u n contraproyecto presen-
tado por Metternich, ofreciendo á la Reina de E t r u r i a los tres Ducados de
P a r m a , Plasencia y Guastala; pero conservando el Austria la ciudad de
Plasencia y la parte del Mantuano á la derecha del P o . «Pienso oponer á
estas pretensiones—escribía—el texto del T r a t a d o de París, é insistir por
que, además de conservar la ciudad de Plasencia, capital de uno de los tres
Ducados, se añada á ellos el mencionado territorio del Mantuano á la de-r-
recha del P o , territorio que contiene una población de 54.000 almas. Si lo
consigo habré logrado un triunfo, según el poco crédito que tenemos, no
porque en toda E u r o p a no se conozca por experiencia que ninguna nación
es capaz de tan grandes esfuerzos en casos apurados, y especialmente
cuando se trata de su honra, sino porque en los tiempos ordinarios no son
las naciones las que obran, y así, en vez de darles influencia en lugar de su
poder, se les da únicamente en proporción de la opinión que justa ó injus-
tamente hay de su sistema de Gobierno. Desde luego hay ya dos dificulta-
des vencidas, que son dos pasos adelantados: el primero, que no se trata
de indemnizar á la Casa de P a r m a dándola las Legaciones, ni tampoco se
destina parte alguna de ellas á la Archiduquesa María Luisa, y así se con-
servan al Papa, punto en que la religiosidad del Rey nuestro señor se h a -
lla tan empeñada. La segunda ventaja es que se da Luca á la A r c h i d u -
quesa María Luisa, sin que haya de heredarla su hijo, y así no queda la
descendencia del Atila francés ocupando ningún Estado» . 2

Poco duraron las esperanzas y alegrías de nuestro Embajador. Seis


días después avisaba, en despacho cifrado, que la Archiduquesa María
Luisa había escrito al E m p e r a d o r de Rusia implorando su protección, y
que esto era efecto de la ligereza de Metternich, que en lugar de haber ido
á S c h o e n b r u n n á persuadir á la Archiduquesa, dio el encargo al General
Neiperg, empleado cerca de S. A. I. y h o m b r e el menos i propósito, como
lo probó acalorando á la Archiduquesa y haciendo que buscara apoyo en
un Soberano extranjero contra su m i s m o padre, que era el desairado en
este asunto, pues fué el que dio el contraproyecto. «Si el Austria quiere
proceder contra lo que ella m i s m a ha propuesto y conservar á la Archidu-
quesa los tres Ducados renovaré—decía L a b r a d o r — m i pretensión de que

1 Despacho núm. 265, de 31 de Enero de i8i5.

2 Despacho núm. 273, de 13 de Febrero de I8I5.


88 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

se restituya la T o s c a n a al S r . Infante Don L u i s , y sin que asi sea, no fir-


m a r é ningún artículo del Congreso y expondré á la E u r o p a entera que en
vez de las magníficas promesas del T r a t a d o de París, se confirman dé
hecho las máximas de usurpación y los proyectos ambiciosos que se con-
denaban en Bonaparte. Deseo con ansia salir de este asunto de la Casa de
P a r m a , el más desagradable para nosotros y en el cual nos echan conti-
n u a m e n t e en cara el escandaloso T r a t a d o de adquisición de la T o s c a n a y
el más vergonzoso todavía del cambio de la m i s m a por una parte del P o r -
tugal, sin que nos sirva de disculpa el ser error del anterior reinado» '.
A este despacho siguió otro, también en cifra, en que Labrador parti-
cipaba que el E m p e r a d o r de Rusia, llevando en su compañía á Eugenio
Beauharnais, había ido á almorzar con la Archiduquesa María Luisa en
S c h o e n b r u n n , y que desde aquel día los cortesanos de la Archiduquesa
publicaban que ésta conservaría los tres Ducados, y que Beauharnais o b -
tendría un Estado en Italia, donde no los había para sus legítimos dueños.
Y a u n q u e procuraba L a b r a d o r oponer á los esfuerzos de los malévolos la
influencia de L o r d W e l l i n g t o n y la de T a l l e y r a n d , preveía no pequeñas di-
ficultades, no siendo la m e n o r la debilidad de m u c h a s personas con q u i e -
nes había que tratar y la facilidad con que m u d a b a n de parecer algunos
de los Soberanos . 2

Así las cosas, llegó á Viena el 7 de Mayo la noticia de la evasión de


Napoleón de la isla de Elba, y como aquella noche hubo concurrencia en
Palacio, pudo observar L a b r a d o r , y nos cuenta en los siguientes términos
la impresión que esta noticia había hecho en el ánimo de los principales
Soberanos allí reunidos: «El Rey de Prusia se mostraba m u y irritado, y
repitió varias veces que no se habría verificado lo sucedido si se hubiese
hecho lo que él había repetidas veces propuesto. El Rey de Baviera mani-
festaba inquietud, como si temiese que la presencia de Bonaparte en F r a n -
cia pudiese causar en ella algún trastorno que obligase á e m p r e n d e r una
nueva guerra; pero su hijo primogénito se llegó á mí y m e dijo que estaba
contentísimo de la fuga de Napoleón, pues de esta manera no habría d i s -
culpa para acabar con él y con M u r a t , bien que éste, según su parecer, de-
bería ser enviado á Madrid para expiar ahí el 2 de M a y o . C o m o S. A. R. es
algo sordo, a u n q u e p r o c u r ó hablarme al oído, lo dijo en voz bastante alta
para que lo oyesen algunos de los Ministros y otras personas inmediatas.

1 Despacho cifrado núm. 278, de 19 de Febrero de I8I5.

2 Despacho cifrado núm. 281, de 28 de Febrero de i8i5.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 89

El E m p e r a d o r Alejandro ha mirado el asunto como un lance de aventura


que tiene más de ridicula que de seria, y llegándose al Príncipe de Talley-
r a n d , á cuyo lado me hallaba, le dijo que estas eran las consecuencias de
no pagar á Napoleón la suma prometida; pero el Ministro francés respon-
dió con su imperturbable serenidad, que no conocía en E u r o p a S o b e r a n o
alguno que pagase en F e b r e r o lo que debe ser pagado en Abril. No pude
oir cómo se explicaba el E m p e r a d o r de Austria; pero su Ministerio daba
al suceso mayor importancia de la que razonablemente debe dársele»
Napoleón escribió el 11 de Marzo una carta á la Archiduquesa María
Luisa, dándole parte de que los franceses le habían llamado, que tenía su
vanguardia en Macón y se hallaría en París á últimos del mes, por lo cual
se reunirían m u y en breve, y concluía encargándole tuviese cuidado de su
hijo ; pero la desgraciada Archiduquesa se había mostrado s u m a m e n t e
2

afligida de la evasión y empresas de su marido, y había protestado á su


• augusto padre que en ningún caso se reuniría con él 3; y en cuanto al
hijo de Napoleón, se le había separado de su m a d r e y traído del sitio de
S c h o e n b r u n n al Palacio imperial de Viena, poniéndolo bajo la custodia de
personas seguras 4.
E n una conferencia que en la noche del i 3 celebraron los Plenipoten-
ciarios de las ocho Potencias, se convino en insertar en el Protocolo y en
publicar una Declaración acerca de la evasión de Bonaparte de la isla de
Elba, declarándolo fuera de la ley y entregándolo á la vindicta pública.
A u n q u e , según L a b r a d o r , el proyecto de aquel h o m b r e tan inquieto como
feroz no podía tener otro objeto que el de conducirlo prontamente al ca-
dalso , había creído el Congreso que debía manifestar la manera de pen-
5

sar de los grandes Soberanos, que no conquistaron á tanta costa la paz de


E u r o p a para permitir que volviera á ser perturbada . 6

D e esta Declaración del i 3 de Marzo arrancó el T r a t a d o que firmaron


el día 25 las cuatro Potencias aliadas, renovando el de C h a u m o n t , c o m -
prometiéndose cada una de ellas á sostener un ejército de i5o.ooo h o m -

1 Despacho núm. 289 de 13 de Mayo de i 8 i 5 .


2 Despacho núm. 299 de 25 de Mayo de I 8 I 5 .
3 Despacho núm. 296 de 1 4 de Mayo de I 8 I 5 .
4 Despacho núm. 300 de 25 de Mayo de I 8 I 5 .
5 Wellington escribía á su hermano Enrique Wellesley, el Embajador en Madrid: «Quisiera
que hubieses estado aquí anoche y que hubieses visto á Labrador en la conferencia con los Ple-
nipotenciarios. Es un verdadero representante de la España, y me habías hecho de él un exce-
lente retrato.»
6 Despacho núm. 294, de 14 de Marzo de : 8 i 5 .
Q0 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

bres, y teniendo las Altas Partes contratantes la libertad de acreditar r e s -


pectivamente cerca de los Generales que mandasen sus ejércitos, oficia-
les que podrían corresponder libremente con sus Gobiernos para infor-
marlos de los sucesos militares. Estipularon también el invitar á todas las
Potencias de E u r o p a á acceder al T r a t a d o , y en cuanto á Francia, sería
especialmente invitada á adherirse y á manifestar el socorro con que p o -
dría acudir al objeto del convenio. A la Nota que dirigieron los Plenipo-
tenciarios de las Potencias aliadas á L a b r a d o r , contestó éste con su a c o s -
t u m b r a d a acritud é intemperancia de lenguaje, y á vuelta de no pocas i n -
conveniencias en loor de nuestras hazañas y mengua de las ajenas durante
la guerra contra Napoleón, se declaró autorizado á acceder sin demora al
T r a t a d o en n o m b r e de su augusto Soberano, si se entendía q u e , e n fuerza
de esta accesión, la España sería considerada parte igualmente principal
en la alianza que cada una de las cuatro Potencias que la habían n e g o -
ciado y firmado, de manera que para los convenios que pudieran cele-
brarse, ya para la ejecución ó complemento de dicho T r a t a d o , ya para los
arreglos definitivos que se hicieran, una vez conseguido el objeto de la
alianza, el Plenipotenciario español tomaría parte en todas las discusiones
y conferencias sin ninguna reserva ni limitación
Esta contestación mereció la aprobación de S. M., cuya política noble
y generosa estaba bien marcada en su Manifiesto de guerra ; pero no h a - 2

biendo recibido L a b r a d o r respuesta alguna de los aliados, la pidió en Nota


de 18 de Junio dirigida á L o r d Clancarty, único de los Plenipotenciarios
ingleses que quedaba en Viena, el cual contestó evasivamente, que la pon-
dría en conocimiento de sus colegas tan pronto como llegara al Cuartel
general 3. Aquel m i s m o día ganaba W e l l i n g t o n la batalla de W a t e r l o o , y
conseguido el objeto del T r a t a d o de 25 de Marzo, nadie volvió á acordarse
de nuestra d e m a n d a de accesión condicional, que, además de inoportuna,
resultaba superflua
En cuanto á nuestra cooperación militar en esta campaña contra N a p o -
león, apenas se resolvió la salida del Duque de Wellington para el ejército
de los Países Bajos, le propuso L a b r a d o r que le hiciese una-apuntación de

1 Despacho núm. 3 1 3 de 14 de Abril de I8IÍ>.


2 Real ordexi de 10 de M;iyo de i 8 i 5 . '
3 Despacho núm. 384, de 24 de Junio de i 8 i 5 .
4 En despacho núm. 404, fechado en París á 10 de Agosto de i 8 i 5 , escribe Labrador: «No.ha
vuelto á tratarse de nuestra adhesión al Tratado de alianza, ni desearán las cuatro Potencias
que se trate, pues han acabado con Bonaparte sin intervención nuestra y nos borrarán, si pue-
den, de la lista de las Potencias de Europa.»
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA gi

lo que, según su dictamen, convendría se hiciese por nuestra parte, y el


ilustre caudillo le hizo u n borrador que sólo contenía algunas generalida-
des, por n o dar la estrechez del tiempo lugar á más, ni poder extenderse
á tratar de operaciones que dependían de las circunstancias. Creía el D u -
que que el Rey podía t o m a r parte en la guerra con 80.000 h o m b r e s , con
los cuales se formarían dos cuerpos de ejército, uno en las provincias Vas-
congadas y otro en Cataluña, destacándose de este último 5 á 10.000 hom-
bres, que se destinarían á Jaca. P a r a el ejército del Bidasoa no conocía
General más á propósito que D . Manuel F r e y r e , por su talento, experien-
cia y por la severa disciplina que hacía observar á las tropas. P a r a el de
Cataluña propuso á Elío, aunque añadiendo que no lo conocía personal-
mente, y era sólo por la idea que le habían dado: que La Bisbal era m u y
buen militar, pero que su carácter era violento. Que llegado el caso de ha-
ber de entrar en Francia, debería empezarse por el sitio de Bayona. «Me
recomendó m u c h o q u é escribiese con la mayor fuerza para que si llega el
caso de entrar nuestras tropas en Francia, se cuide por el honor de ellas,
y para no dificultar el buen éxito, de que observen la más severa disci-
plina, y que en vez de permitir á los soldados ni á los oficiales el hacer
exacciones ni vivir á discreción, se pida por los intendentes lo que haya de
contribuirse, con cuyo método el país n o se arruina ni los habitantes se
a r m a n , como infaliblemente sucederá si llevamos á Francia el desorden y
la licencia, que parecen inseparables de nuestros ejércitos. T a m b i é n me
habló del gran n ú m e r o de mujeres que los siguen, por ir con sus maridos
las de los oficiales, sargentos y soldados, sin contar otras de mala vida,
cuando en los ejércitos extranjeros, y particularmente en los alemanes, in-
gleses y rusos no hay más mujeres que algunas vivanderas y lavanderas.
Sería m u y de desear que no fuese necesario que nuestros ejércitos e n t r a -
sen en Francia, por el fundado temor de que, entrando, contribuyan á
confirmar la mala opinión que hay de nosotros, pues así como nadie nos
disputa el valor personal y la constancia, casi todos nos creen incapaces
de orden y exactitud, sin lo cual no hay ejército que merezca el n o m b r e
de.tal» .
Recomendaba también nuestro Plenipotenciario que si hacíamos uso
de la facultad de enviar oficiales á los ejércitos de las otras Potencias alia-
das, conforme á lo estipulado en el T r a t a d o de 25 de M a r z o , cuidáramos

1 Despacho núm. 305, de 29 de Marzo de I8I5, al que acompaña el borrador original de


Wellington.
g2 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de que la elección recayera en personas de capacidad y de i n s t r u c c i ó n , } '


que con estos indispensables requisitos reuniesen la amabilidad de carác-
ter, los buenos modales y aun la agradable figura, pues se trataba de apro-
vechar una ocasión de adelantar en la ciencia militar y de dar al m i s m o
tiempo una buena idea de nosotros á las demás Naciones. E n t r e éstas se
procuraba regularmente que las personas enviadas á otros países t u -
vieran todas ó la mayor parte de estas cualidades; pero entre nosotros se
había cuidado tan poco de ello, ó, por mejor decir, se habían empleado tan
frecuentemente en las comisiones para fuera del Reino h o m b r e s tan limi-
tados, tan ignorantes, tan groseros y de tan ruin y ridicula figura, que ha-
bían contribuido en gran parte á que hubiera de nosotros en toda E u r o p a
un concepto tan bajo
E n cuanto á los auxilios pecuniarios que, para sostener la guerra, a n -
dábamos pretendiendo de Inglaterra, dudaba L a b r a d o r de que nos los pro-
porcionaran, ni aun en forma de empréstito, porque era tan triste la idea
que de nuestra manera de administrar tenían los Cortes extranjeras, que
no había Gobierno que quisiera hacer nada en nuestro favor; hablando de
nosotros los Soberanos como los diaristas -. T a l l e y r a n d llegó á decir á
L a b r a d o r , que el sistema de gobierno adoptado en España era tan poco
conforme al de todas las demás Potencias, que no extrañaría que el C o n -
greso nos requiriese para que lo m u d á s e m o s 3.
T a n t o los Soberanos que habían estado en Viena, como los Plenipo-
tenciarios del Congreso, atribuían lo poco ó nada que creían contribuiría-
m o s á la guerra contra Bonaparte, más bien que al estado en que había
quedado el Reino, á lo que ellos llamaban indolencia española y sistema de
ocuparnos en.disputas de teólogos y legistas, en lugar de hacer valer los
muchos y buenos soldados que tenemos. «Si nuestra mala suerte quiere
—exclamaba L a b r a d o r — q u e el ejército de S. M. no coopere activamente á la
ruina de Bonaparte, podemos renunciar desde luego á tener en Europa, no
digo influencia alguna, sino ni aun aquella estimación que nos había gran-
jeado la resistencia heroica de la Nación» 4.

1 Despacho de 29 de Marzo de i 8 i 5 .
2 Despacho de 1 4 de Abril de I 8 I 5 .
3 Despacho de 10 de Enero de I8IÓ.
4 Despacho núm. 2 6 5 bis, de 23 de Mayo de i 8 i 5 . El verdadero inventor de la canditura del
Duque de Orleáns fué el Emperador Alejandro, que la propuso á Lord Clancarty, y si no pros-
peró fué por haberle negado su apoyo el Gabinete británico, aunque no se hubiese éste compro-
metido á restablecer én Francia la casa de Borbón, según lo declaró en las Cámaras al comuni-
carles el Tratado de 25 de Marzo.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA g3

P o r aquellos días ocurrió en u n a de las reuniones de los Plenipotencia-


rios de las ocho Potencias un incidente, al que dio L a b r a d o r tales propor-
ciones, que llegó á persuadirse, y se jactó después toda su vida, de haber
salvado la Europa de cruentas guerras é innúmeras calamidades, oponién-
dose á que prosperara u n nuevo proyecto de declaración, presentado por
T a l l e y r a n d en la conferencia del u de Abril, en el que se estampaba la
siguiente frase: «que la Europa no dejaría las armas hasta que la Francia
tuviese instituciones que fuesen una prenda de seguridad.» Esta frase,
preñada de aviesas intenciones, era el resultado de los conciliábulos que
con Talleyrand había tenido Montrond, el emisario de Bonaparte, é iba
derechamente encaminada á facilitar el destronamiento de la dinastía legí-
tima en favor de la r a m a de Orleáns, representada por el hijo de Felipe
Igualdad, el regicida. Gracias á L a b r a d o r , según él mismo ha cuidado de
decírnoslo, se malogró este maquiavélico plan, y la E u r o p a le debió m u -
chos años de paz y Luis XVIII no pocos de reinado.
Hora es ya de que reanudemos el hilo de la negociación de P a r m a , in-
terrumpida, como nuestra historia, por la evasión de Bonaparte de la isla
de Elba. Roto por este hecho el T r a t a d o de Fontainebleau, del que arran-
caban los derechos de la Archiduquesa María Luisa, que había tomado
bajo su protección el E m p e r a d o r Alejandro, no había ya, al parecer, n i n -
gún obstáculo que se opusiera á que los Estados de P a r m a se dieran al
Infante Rey de Etruria. Persuadido de la fuerza invencible de estas r a z o -
nes, disponíase Labrador á hacerlas valer en el Congreso, cuando Talley-
r a n d le participó que L o r d Castlereagh, á su paso por París, se había pre-
sentado al Rey de Francia en compañía del General Vincent, Ministro
austríaco, y que habían hecho consentir á S. M. en que la Casa de P a r m a
se estableciera en Luca y que la Archiduquesa María Luisa poseyese, d u -
rante su vida, los Estados de P a r m a , los cuales, después de su m u e r t e ,
serían restituidos al señor Infante, pagándole entre tanto el Austria una
pensión, pues no teniendo el Estado de Luca más que 120.000 almas, mal
podría contribuir á la manutención de una Corte, aunque se pusiese en el
pie de la mayor economía. Dejemos ahora la palabra á nuestro indignado
Embajador, que en estos términos refirió al Gobierno su .conferencia con
el Plenipotenciario francés:
« T a l l e y r a n d me protestó que esta t r a m a había sido urdida aquí por,
Castlereagh y Metternich sin su noticia, y que ninguna había tenido hasta
que se la comunicó de París el Conde de Jaucourt. Ignoro si es así, pues
8
94 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de los grandes talentos que generalmente se suponen á T a l l e y r a n d yo; no


he descubierto nunca sino una inalterable serenidad para sostener las m á s
claras patrañas y las injusticias más manifiestas, con tal que sean p r o v e -
chosas para él ó para aquellos de quienes espera ganancia ú honores. Én
todo caso, es extraño que no me haya hablado de esto hasta ahora, y mu-
cho más que crea que correspondía á S . M . Cristianísima el decidir la suerte
del señor Infante Rey de.Etruria. C o m o era inútil hacerle semejantes re-
flexiones, me limité á decirle que por sus manos mismas había pasado el
contraproyecto dado por el Austria, que lo habíamos aceptado en lo prin-
cipal y que después de ofrecernos de oficio los tres Ducados, excepto P í a -
sencia, era una especie de mofa ofrecernos ahora m u c h o menos; que ha-^
bíamos consentido en el Congreso el engrandecimiento de las Potencias
que habían contribuido m u c h o ó poco á la caída de Bonaparte, y habíamos
dado por miramiento hacia ellas el Estado de Genova al Rey de Cerdeña,-
que refugiado en su isla nada había hecho ni podido hacer por la buena-
causa, y el Reino de los Países Bajos al Príncipe de Nassau Orange, que
se hallaba en el mismo caso, y entretanto España, que había hecho más
que ninguna Potencia, no solamente n o lograba para sí ninguna r e c o m -
pensa, sino que había de consentir que un Príncipe de su familia viviese
en una casa ajena con pensión del Austria, mientras una Archiduquesa
ocupaba la casa paterna de aquel Príncipe desgraciado. F i n a l m e n t e , que
todo esto podía acaso tolerarse mientras subsistía el T r a t a d o de F o n -
tainebleau; pero que, roto éste por Bonaparte, sería una monstruosidad
nunca vista que se mantuviese á su mujer en posesión de lo que le había
sido dado porque aquél abdicase el m i s m o Imperio que acaba de invadir
n u e v a m e n t e . N o creo que haya h o m b r e de sano juicio á quien n o conven-
zan tales razones; pero el hablar de razón, de justicia y de decoro á quien
por tantos años sirvió con gran celo al Directorio ejecutivo y á Bonaparte
es lo m i s m o que hablar de colores á un ciego de nacimiento. T a l l e y r a n d
insistió en que era m u y ventajoso el partido propuesto, pues el Austria
daría al señor Infante D. Carlos L u i s una pensión equivalente á la r e n t a
de P a r m a , y luego por la m u e r t e de la Archiduquesa María Luisa, L u c a
se incorporaría á la T o s c a n a y P a r m a se devolvería al señor Infante. N o
es necesario u n gran talento para conocer que si el Austria h a de dar al
señor In fante Rey de E t r u r i a una pensión igual á la renta de P a r m a , n o
sacaría de este arreglo la Archiduquesa María Luisa más ventaja que la
del mero título de Duquesa de P a r m a , y á cualquiera le ocurre que en vez
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 95

d e semejante embrollo es m u c h o más sencillo que se dé á S. A . I. el E s -


t a d o de Luca y se le pague por el Austria la misma pensión que se propo-
nía dar al señor Infante Rey de Etruria, restituyendo á éste sus Estados
paternos; pero el Austria quiere apoderarse de ellos, y esta es la clave de
la complicación del asunto. E n prueba de ello sé, sin poderlo dudar, que
mientras se fraguaba el proyecto de que estoy hablando, se hizo que la
Archiduquesa María Luisa firmase u n acto por el cual renuncia perpetua-
mente la administración de los Estados de P a r m a en favor de su padre, y
al m i s m o tiempo se compuso una Memoria intentando probar que por la
sucesión del Sr. D. Carlos III en el t r o n o de España debió pasar á suce-
derle en el de Ñapóles la r a m a de P a r m a , y devolverse los tres Ducados al
Austria. V . E. sabe lo que hay en esto y no es del caso hablar yo de ello al
presente. El hecho es que si la Casa de Austria lograse administrar c u a -
renta ó cincuenta años, que puede vivir la Archiduquesa, los Estados de
P a r m a , no podrían sacarse de sus manos sino con la fuerza, así como es
también cierto que la familia Real de P a r m a moriría de h a m b r e si había
de vivir de la pensión que le pagase una Corte que ha hecho en poco tiempo
m á s de una bancarrota y que está amenazada de hacer próximamente otra.
Después de haber expuesto á T a l l e y r a n d estas y otras razones, creía que,
:si n o había podido persuadirlo para que me ayudase á deshacer esta nueva
t r a m a , al menos no la favorecería; pero, por el contrario, buscó al Comen-
dador Ruffo, Ministro siciliano, y aun al Príncipe D . Leopoldo, para que
se empeñasen para que yo aceptase el partido, intentando persuadirles que
de esta m a n e r a se lograría que el Austria hiciese u n T r a t a d o secreto con
nosotros ofreciendo la restitución de Ñapóles al Rey legítimo. El C o m e n -
dador Ruffo y S. A . R . le respondieron que no podían encargarse de per-
suadirme de lo que les repugnaba, pues miraban como vergonzoso que
u n a r a m a de su familia quedase por el espacio de muchos años privada de
sus Estados y viviendo á expensas de un Gobierno extranjero,-así como no
•concebían que, estribando todo el derecho y la esperanza de S. M. Siciliana
en la legitimidad, pudiesen pretender hacerla valer, dando por sí mismos el
ejemplo de atrepellarla en la Casa de P a r m a . »
«En vista de todo he creído que el único medio de evitar que se llevase
adelante el proyecto era n o esperar á que m e lo comunicase de oficio el
Príncipe de Metternich, y adelantarme con una Nota en que, desenten-
diéndome de tener noticia de él, pidiese enérgicamente la restitución de
P a r m a , fundándome en haberse roto por Bonaparte el T r a t a d o de F o n -
6)6 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tainebleau. Así lo he hecho en los términos que verá V . E . por la copia


que le incluyo. N o he tenido hasta ahora respuesta; pero me aseguran que
Metternich se m u e s t r a m u y descontento de este paso, y que protesta que
se quejará á nuestra C o r t e . Sin duda, este Ministro, que es la ruina y el
descrédito del Austria, piensa que ésta se halla para con la España en el
mismo pie que la Francia antes de 1808, cuando bastaba quejarse de u n
empleado español que sostenía el decoro ó la razón de su Gobierno para
que fuese sacrificado al descontento del Sultán del Sena.»
«En cuanto al. empeño de T a l l e y r a n d es fácil explicarlo, ó porque halla
su interés en complacer á Metternich, ó porque esté quejoso de nuestra
Corte. De hecho, en vez de mostrarse agradecido por la alta condecoración
que el Rey nuestro señor le concedió se cree desairado porque no se le
ha dado la Grandeza de España para sí y sus sucesores, como dice que se
le hizo esperar, y desde que llegó á Viena me ha hecho repetidas instan-
cias para que lo haga presente, a u n q u e desde la primera vez le respondí
que no era asunto que tenía conexión alguna con mi comisión, ni yo tenía
antecedente alguno de él. C o m o los hechos y las pretensiones son los me-
jores medios para conocer los h o m b r e s , he querido añadir esta indica-
ción» . 2

Más inexplicable á los ojos de Labrador era el empeño del E m p e r a d o r


de Rusia en favor de la Archiduquesa María Luisa, que llegaba hasta el
punto de querer que se cumpliera el T r a t a d o de F o n tainebleau, y que por
m u e r t e de la Archiduquesa pasaran sus Estados á su hijo, de manera que,
según voluntad del E m p e r a d o r Alejandro, debía reformarse el acuerdo que
sus Plenipotenciarios y los de Austria, Inglaterra, F r a n c i a y P r u s i a habían
hecho de que la Casa de P a r m a se estableciese en L u c a , y que por m u e r t e
de la Archiduquesa María Luisa volviese á los Estados de P a r m a y se r e -
uniese Luca á la T o s c a n a . P o r haberse declarado en Inglaterra insubsis-
tente el T r a t a d o de Fontainebleau, se opuso el Plenipotenciario inglés
Clancarty á la propuesta del E m p e r a d o r de Rusia, y protestó de que n o
pondría su firma sin orden expresa de su Gobierno, á quien había expedido-
u n correo que no podía estar de vuelta antes de veinte días, y como d e n t r o
de ocho debían partir los Soberanos, este incidente haría imposible la con-
clusión del Congreso y verosímil que se suspendiera la resolución sobre
P a r m a , las Legaciones y otros asuntos no convenidos, hasta después de la

1 Se le concedió el Toisón de oro en 30 de Mayo de 1814.


2 Despacho núm. 314, de 14 de Abril de I8I5.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 97

g u e r r a actual, y entretanto el Austria continuaría a t o r m e n t a n d o aquellos


países con tributos y vejaciones de todas clases. A u n q u e el Príncipe de
Metternich repetía diariamente que dentro de la semana se concluiría todo
lo pendiente, como no había conferencias de los Plenipotenciarios de las
ocho Potencias y ni una sola vez se habían juntado para examinar de qué
m o d o se iban reduciendo á artículos de tratado los puntos convenidos en
los protocolos, parecía imposible que pudiera terminarse el Congreso antes
de la partida de los Soberanos Verdad es que, á pesar del acuerdo t o -
m a d o el 1 2 de Marzo de que en la comisión de redacción del T r a t a d o figu-
rara u n Plenipotenciario de cada una de las ocho Potencias 2
en lugar de
llamarlos, se extendían los artículos, según cuenta L a b r a d o r , por el Secre-
tario Gentz, pensionado de la Inglaterra y del Austria, que hablaba á favor
d e los q u e lo pagaban, en términos que había puesto como artículos c o n -
venidos los referentes á la abolición de la trata de negros, á que se opusie-
ron Portugal y España; no siendo este el único ejemplo de la mala fe de
las Potencias aliadas, ni de la venalidad de Gentz 3.
El 2 de J u n i o participó L a b r a d o r que aquella noche debía firmarse el
T r a t a d o con que daría fin el Congreso; pero que, por su parte, no p o -
dría firmarlo, porque lo adoptado acerca de los Estados de P a r m a era
e n t e r a m e n t e c o n t r a r i o á la justicia y al decoro. El E m p e r a d o r de Rusia
se había e m p e ñ a d o , á instancias de la Archiduquesa María Luisa, en que el
hijo de Napoleón heredase los Ducados, y aunque se había hecho todo lo po-
sible para hacer desistir de este empeño á S. M. I., había partido de Viena
a m e n a z a n d o que sin esta condición podía darse por concluido el Congreso
sin que se firmase el resultado. «La E u r o p a ciertamente habría g a n a d o m u -
cho en ello — escribe L a b r a d o r —, pues la reunión diplomática de Viena
no h a hecho más que sancionar usurpaciones, violar todos los principios
de la justicia universal y acabar con lo poco que quedaba de i n d e p e n d e n -
cia de las naciones y del derecho de gentes; pero al Austria, á la Rusia, á
la P r u s i a y á Ta G r a n Bretaña les faltaba u n título cualquiera para lo que
h a n ganado ó p r o c u r a d o á sus protegidos, y así cedieron, adoptando por
artículo que los tres Ducados se d a r á n en propiedad y soberanía á la A r -

1 Despacho núm. 360, de 20 de Marzo de I 8 I 5 .


2 Fueron designados: por Francia, el Conde La Tour du Pin; por Austria, el Barón W e s -
senberg; por Inglaterra, Lord Catheart; por Rusia, el Conde de Nesselrode; por Prusia, el
Barón Humboldt; por España, Labrador; por Suecia, el Conde de Loevvenhielm, y por Portugal,
Saldanha da Gama; y como Secretarios: Gentz, La Bernardicre y el Barón de Anstett. Despacho
número 2 9 1 , de 13"de Marzo de I 8 I 5 .
3 Despacho núm. 330, de 22 de Abril de i 8 i 5 .
98 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

chiduquesa María Luisa, y que la reversibilidad de ellos, después de s u s


días, se arreglará de acuerdo con el Austria, la España y demás principa-
les Potencias. Por consiguiente, en conformidad de lo expresado en m i
Nota de 4 de Abril y reservas anteriores, no debo p r e s t a r m e á firmar el
T r a t a d o . En él no hay cosa alguna que nos sea favorable, y h a y , por el
Contrario, la cesación del comercio de negros dentro de un breve t é r m i n o ,
lo cual nos es perjudicial, y el asentimiento á la desmembración de la S a -
jonia, la donación de Genova á la Cerdeña, las usurpaciones del Austria
en perjuicio de la Santa Sede y otras disposiciones que nos era imposible
impedir; pero que siempre es odioso en alguna m a n e r a autorizar, a u n q u e
sea pasivamente; sin contar con que apenas u n a décima parte de los a r -
tículos del T r a t a d o han sido acordados en las conferencias de las ocho P o -
tencias, pues todo lo demás se h a discutido y fijado e n t r e el Austria, la
G r a n Bretaña, la Rusia y la P r u s i a , sin que hasta a h o r a h a y a m o s tenido
noticia de ello, y sin que sepamos lo que encierra el T r a t a d o de que se nos
d a r á cuenta por p r i m e r a vez p a r a exigir nuestras firmas»
En la noche del 4 de Junio fué invitado L a b r a d o r á u n a conferencia
de los Plenipotenciarios aliados y el de F r a n c i a , cuyo objeto fué el de darle
lectura de los artículos del T r a t a d o ó Acta final del Congreso. E n t r e estos
artículos se hallaba el que, como ya hemos dicho, daba P a r m a en toda
propiedad y soberanía á la E m p e r a t r i z M a r í a Luisa, añadiéndose que
el punto de la sucesión ó reversibilidad se arreglaría de acuerdo con la Es-
paña, el Austria, la Rusia, la G r a n Bretaña, la F r a n c i a y la Prusia, sin
perjuicio del derecho de reversión á las Casas de Austria y de C e r d e ñ a .
En otro artículo se d a b a Luca con el título de Ducado al Infante de E s -
p a ñ a D. Carlos Luis y sus sucesores masculinos, con una pensión de
5oo.oop francos, pagadera mitad por él Austria y mitad por la T o s c a n a ,
hasta que mejorase de suerte, y por falta de sucesión masculina ó por s u -
ceder en otro Estado, se r e u n i r í a L u c a á la T o s c a n a , añadiéndose que el
citado Ducado de Luca debería tener una Constitución fundada en los mis-
mos principios que la que le fué dada en i8o5, en que con título de P r i n -
cipado, y unido al de Piombino, pasó al dominio de P a u l i n a Bonaparte. E n
fin, en otro artículo las Potencias reunidas en Congreso recomendaban al
Rey de E s p a ñ a la restitución de Olivenza y de su territorio á P o r t u g a l ,
por creerlo necesario para quitar motivos de resentimiento y por parecer-
Íes conforme á justicia.
1 Despacho núm. 370, de 2 de Junio de I8I5.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 99

De acuerdo con lo expresado en su Nota de 4 J e A b r i l , dijo L a b r a d o r


al Príncipe de Metternich y á los demás Plenipotenciarios, que n o podía
firmar el T r a t a d o , y que todo lo que podía hacer era remitirlo á Madrid
y esperar las órdenes de S. M. «Si yo no me engaño — escribe nuestro E m -
bajador —, la resolución de no firmar el T r a t a d o hubiera hecho efecto si
los referidos Plenipotenciarios, autores de tantas sinrazones, no estuvieran
persuadidos de que los pasos que d a r á n los Enviados de sus Gobiernos en
esa Corte h a r á n que S. M . resuelva que se firme. Así lo dieron á e n t e n -
der, y no me causa maravilla, pues creen que hallarán en nuestro actual
Gobierno aquella timidez sin causa, aquella excesiva circunspección y, en
fin, la debilidad suma de que hemos dado tantas pruebas en el anterior
r e i n a d o , igualmente que la facilidad en dejarnos s o r p r e n d e r . Espero que
esta vez se e n g a ñ a r á n , pues de no firmar un T r a t a d o , por el que nada se
nos concede y se nos íalta á la justicia y al decoro, ningún mal se nos
puede seguir»
El Acta final que puso término á las tareas del Congreso se firmó en
la noche del 9 de Junio; pero hasta el día 11 no quedó definitivamente
redactada y enriquecida á última h o r a con u n a docena más de artículos . 2

«De los muchos de que se compone — escribía L a b r a d o r — , son m u y p o -


cos los que han sido, no digo aprobados en las conferencias, sino tratados
en ellas, ni vistos hasta ahora por los Plenipotenciarios de las ocho Poten-
cias, á quienes se hizo, por el Secretario, u n a lectura rápida, no para que
pudiésemos poner reparos, sino para que dijésemos si accedíamos á ellos ó
n o , y para que, accediendo, los firmásemos. Bastará decir que de los artícu-
los de la Confederación alemana no se leyeron sino dos, por no hallarse
todavía puestos en francés los demás, y, no obstante, todo fué firmado por
mis compañeros; por unos, como los Plenipotenciarios de Austria, Rusia,
G r a n Bretaña y Prusia, por h a b e r sido ellos los autores de este nuevo m é -
todo de Congresos, en conformidad de lo que habían acordado en el famoso
Protocolo reservado de 22 de Septiembre. Los Plenipotenciarios franceses,
porque, según m á x i m a de T a l l e y r a n d , convenía que se pusiesen sus fir-
mas, fuese ó no razonable ó arreglado lo que se firmase. La suma d e p e n -
dencia en que la Suecia está de la Rusia no ha permitido al P l e n i p o t e n -

1 Despacho núm. 3 7 1 , de 5 de Junio de i8i5


2 «Votre Altesse est partie d'ici le dimanche 11 de ce mois. Ce n'est que ce jour la que le
grand Acte du Congrés, enrichi encoré dans les derniers'moments d une douzaine de noureaux
a n i e l e s , a été définitivement terminé.» (Carta de Gentz á Talleyrand, de Viena 16 de Junio
de i8i5.)
100 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ciario sueco otra cosa, a u n q u e conociendo el triste papel á que se le ha


reducido. Y, en fin, los Plenipotenciarios portugueses se h a n contentado
con poner una reserva sobre algunos artículos de la extinción del c o m e r -
cio de negros, y han firmado todo lo demás, muy pagados de la recomen-
dación que en favor de la retrocesión de Olivenza hacen al Rey nuestro
Señor, es decir, á quien la posee legítimamente en fuerza de un T r a t a d o ,
las Potencias que en este mismo T r a t a d o acaban de confirmar la inicua
repartición de la Polonia, la atroz usurpación de un tercio de la Sajonia,
la de P a r m a y sus dependencias, la de Genova, y tantas o t r a s , pues el
C o n g r e s o no ha sido más que una oficina de usurpaciones de unos t e r r i -
torios y traspasos de otros á favor de las c u a t r o Potencias y sus allegados.
P e r o los Plenipotenciarios portugueses estaban furiosamente poseídos del
deseo de que se viese que habían hecho alguna cosa en el Congreso, y no
h a n querido creerme cuando les he dicho que, si hay algún medio para no
alcanzar la cesión de Olivenza, es precisamente el que han tomado. En
cuanto á los intereses de P a r m a , ya incluí los artículos de erección de L u c a
en Ducado y señalamiento de u n a pensión de 5oo.ooo francos, con la c i r -
cunstancia de sucesión, según la ley Sálica, que jamás se ha admitido en
la Familia Real de Esparta pues el ansia de reunir aquel pequeño E s -
tado á la T o s c a n a hace atropellar al Austria por todo» . 2

Y en despacho siguiente manifestaba nuestro Embajador: «En el P r o -


tocolo de la Conferencia del 9 del c o r r i e n t e , el Plenipotenciario sueco de-
claró formalmente que no se creía autorizado p a r a sancionar con su firma
las disposiciones de los artículos 101 y 102 del T r a t a d o , relativas á la preten-
dida compensación que se ofrece á la Reina de E t r u r i a , porque siendo esta
u n a negociación e n t r e dos Potencias, no la podía m i r a r c o m o t e r m i n a d a
m i e n t r a s el Plenipotenciario de la una se negaba a b i e r t a m e n t e á admitir lo
que se le proponía por el de la otra, por lo que, al firmar el T r a t a d o , se
proponía dar cuenta á su C o r t e de los referidos dos artículos, como también
del relativo al restablecimiento de F e r n a n d o IV en el Reino de Ñapóles.
L a conducta que h a observado el Plenipotenciario sueco ha sido e n t e r a -
m e n t e espontánea, y es de n o t a r y m u y de agradecer que el único que en
el Congreso se ha opuesto, en el modo que podía hacerlo, á la injusticia
que se hace á la Casa de P a r m a , es aquel de quien menos motivos había

1 Apenas murió Fernando VII se declaró carlista Labrador.


2 Despacho núm. 376, de 10 de Junio de I8I5.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 101

p a r a esperar esta oposición, atendidas las lejanas relaciones de la Corte á


que pertenece con la nuestra»
De g r a n d e y único consuelo debió servir á L a b r a d o r en aquellos días
de duelos y quebrantos la real aprobación que recayó sobre su gestión
poco afortunada. T u v o la suerte de que no fuera m a y o r que el suyo el en-
tendimiento de Cevallos, y de que, c o r r i e n d o parejas la torpeza del n e g o -
ciador y la del Ministro, a c h a c a r a n ambos á c o m ú n desgracia el desacierto.
Así se hizo saber á L a b r a d o r el 18 de Junio que S. M . no podía confor-
m a r s e con u n a medida tan injusta y tan ofensiva á los derechos de su a u -
gusta h e r m a n a , como asimismo que no podía dejar de e x t r a ñ a r que el
E m p e r a d o r de Rusia le fuera c o n t r a r i o en estas negociaciones, después de
haber asegurado su Ministro en Madrid que protegería todos los intereses
de S. M. en Italia; siendo, por t a n t o , su Real voluntad que no firmara el
T r a t a d o con u n a condición tan h u m i l l a n t e sobre ofensiva. Y un mes des-
pués de firmada el Acta final de Viena, escribía Cevallos: «S. M. no ha
podido menos de e x t r a ñ a r el inicuo arreglo que los cinco sobredichos Ple-
nipotenciarios (los de las cuatro Potencias aliadas y F r a n c i a ) han hecho de
los Estados de P a r m a p a r a la E m p e r a t r i z M a r í a Luisa, la mezquina y pre-
caria indemnización del Ducado de L u c a p a r a el Infante Rey de E t r u r i a
y el incompetente empeño que pretenden emplear para la restitución al
P o r t u g a l de la plaza de Olivenza. E n su consecuencia, se ha servido m a n -
dar .que de n i n g ú n modo firme V. E. el T r a t a d o , y m u c h o menos los a r -
tículos relativos á P a r m a , Luca y Olivenza; los dos primeros, por injustos,
y el ú l t i m o , porque, además de haberse respondido aquí á las Potencias
mediadoras con razones irresistibles, ha sobrevenido n u e v a m e n t e otra
m u y poderosa, y es que el mismo Gabinete del Brasil, contestando á mi
c a r t a con fecha de 3i de Marzo de este año, reconoce q u e este punto d e -
pende exclusivamente de la voluntad del Rey nuestro Señor» . 2

T e m í a asimismo L a b r a d o r , no sin fundamento, que la Infanta D . Ma- a

ría Luisa, sobre cuyo ánimo ejercían u n a casi irresistible influencia los
criados toscanos, á los cuales, ya que no podían ir á Florencia á m a n d a r
y enriquecerse como antes, les sería m u y agradable poderlo hacer en
L u c a , aceptaría los artículos del T r a t a d o que él sé había negado á fir-
m a r 3; p e r o vino á tranquilizarlo la Real orden de 29 de Julio, participán-

1 Despacho núm. 398, de 30 de Junio de I8I5.


2 Real orden de 8 de Julio de I 8 I 5 .
3 Despacho núm. 388, de 30 de Junio de I8I5.
102 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

dolé que la Reina de E t r u r i a había escrito al Rey, su h e r m a n o , para c o -


m u n i c a r l e la firme resolución en que se hallaba de n o acceder de m a n e r a
a l g u n a al Acta que había puesto fin al Congreso de Viena, por la que se
la privaba de sus legítimos Estados de P a r m a y se la compensaba con el.
mezquino Ducado de L u c a .
Además del negocio de P a r m a , que tuvo en Viena t é r m i n o tan poco
satisfactorio p a r a los intereses de la Reina de E t r u r i a y p a r a la r e p u t a c i ó n
de nuestra diplomacia, h u b o otros dos asuntos en que L a b r a d o r i n t e r v i n o ,
y de los que vamos á dar sucinta cuenta.
' El u n o , para Inglaterra de capital i m p o r t a n c i a , c o m o cuestión de p r i n -
cipio, y para España y Portugal por ser las naciones á quienes m a t e r i a l -
mente afectaba, fué el de la abolición de la t r a t a . Con el fin de facilitar la
Concesión, de -subsidios p a r a la g u e r r a , que había pedido Cevallos á W e -
llesley, convino L a b r a d o r con L o r d C l a n c a r t y , que se sustrajeran del T r a -
tado general del Congreso los artículos sobre extinción del comercio de
negros y que n o quedara en él más que la declaración general sobre a b o -
lirio, sin expresarse c u á n d o , y á ello se prestaron todos los demás Plenipo-
tenciarios. Los artículos suprimidos eran aquellos en que se expresaba el
t é r m i n o pasado el cual debería prohibirse aquel comercio y el señala-
miento de la-parte de la costa de África en que h a b r í a de hacerse d u r a n t e
el t é r m i n o fijado Y a u n q u e á S. M. le pareció m u y bien que se hubiesen
suprimido estos artículos, recelaba, n o obstante, si de la supresión saca-
rían los ingleses motivo para sostener la necesidad de u n Congreso en
L o n d r e s para a c l a r a r y d e t e r m i n a r lo que no había sido resuelto . 2

El otro negocio fué el encomendado á la Comisión, n o m b r a d a en la con-


ferencia del 14 de Diciembre para p r o p o n e r los medios de evitar en a d e -
lante las disputas de preferencia e n t r e los Soberanos y todo lo que con
ellas tuviese relación. E o r m a d a la Comisión como de interés general, por
los Plenipotenciarios.de las ocho Potencias.firmantes del T r a t a d o de P a -
rís, tocóle por suerte la presidencia á nuestro E m b a j a d o r , y en casa de éste
celebró sus sesiones. Claro es que bastó esta circunstancia p a r a que el n e -
gocio, aun siendo de m e n o r cuantía, pareciera á L a b r a d o r de e x t r a o r d i -
naria magnitud y sirviera para realzar á sus ojos y á los de su G o b i e r n o el
prestigio diplomático de que gozaba en Viena; pero de todos modos fué un
buen servicio el que prestó el Congreso, d e t e r m i n a n d o el orden de p r e c e -

1 Despacho núm. 382, de 24 de Junio de I8I5.


2 Real orden de 28 de Julio de I8IÍ>.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 103

ciencia, dentro de cada categoría diplomática, con arreglo á la antigüedad


de la presentación de credenciales, y poniendo así definitivo t é r m i n o á
disputas que, no por ser leve el motivo, dejaban de tener graves c o n s e -
cuencias. T u v o que r e n u n c i a r el Congreso al propósito que a b r i g a b a dé
clasificar á los Jefes de Estado y sus representantes en dos categorías: la
p r i m e r a la de los E m p e r a d o r e s y Reyes, en la cual se colocaría al S u m o
Pontífice, y la segunda, la de los demás Soberanos, juntamente con los Go-
biernos republicanos. T a m b i é n dio lugar á empeñados debates la cuestión
de la precedencia de los Nuncios, que el C a r d e n a l Consalvi defendió en
u n a Nota cor. a r g u m e n t o s de tan poca fuerza como el de e q u i p a r a r á los
Cardenales con los Príncipes Electores del Imperio germánico y que la
Comisión resolvió en sentido negativo. No creyó L a b r a d o r de interés del
Rey el oponerse al proyectado arreglo, ni le pareció que de quedar igua-
lado un Nuncio con u n Embajador, en concurrencias profanas pudiera re-
sultar mal alguno á la Religión ; habiéndosele contestado que a u n q u e
2

á S. M. l e s e r í a más grato el que los Nuncios conservasen la preeminencia,


por lo menos en las Cortes católicas, n o debía insistir en términos de e n -
torpecer una medida útil á todos aspectos y en la que parecía c o n c o r d a -
ban los más 3.

Al partir de V i e n a T a l l e y r a n d , invitó á L a b r a d o r á que le a c o m p a ñ a r a


á Gante, donde ningún español sería tan bien recibido como él por Su Ma-
jestad Cristianísima; pero comprendiendo L a b r a d o r que lo que T a l l e y r a n d
deseaba era que hubiese en aquellos momentos un representante del Rey
de España cerca del de Francia, le contestó que hacía tiempo estaba n o m -
brado u n Embajador, el Conde de Peralada, cuya ida á Gante no se re-
tardaría 4. La verdad es que no le halagaba el encerrarse en Gante con
Luis X V I I I y T a l l e y r a n d , sino q.ie aspiraba á ir al C u a r t e l general de los
aliados con los demás Plenipotenciarios del Congreso que á él iban acom-
p a ñ a n d o á sus respectivos Soberanos, y a u n q u e declaraba que n o le pesaría,
fuera otro el elegido p a r a tal cargo, porque el T r a t a d o de París y el C o n -
greso de Viena le habían demostrado que, según el estado de España y de
las otras Potencias, en semejantes comisiones apenas, á costa de ia más
í m p r o b a fatiga, se podía hacer más que impedir el m a l , y no tenía él mor

1 Despacho núm. 252, de 17 de Enero de iSif.


2 Despacho núm. 233, de 20 de Diciembre de 1814.
3 Real orden de i 5 de Enero de 1815.
4 Despacho núm. 3 7 8 , de 12 de Junio de i 8 i 5 .
104 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tivos para desear nuevos trabajos *, ello es que, no deseándolos, no c r e y ó


que podía libertarse, si no de ir al Cuartel general, p o r q u e S. M. nombrase
otro, de ir á las inmediaciones; habiéndole Metternich hecho saber que, á
fin de que fuera menos n u m e r o s o el C u a r t e l general de los tres Soberanos,,
se había convenido en que no hubiera en él más que un Plenipotenciario
de cada Corte . 2

•El I I de Julio salió de Viena L a b r a d o r , c a m i n o de París, sin que h u -


biera llegado á sus manos la respuesta á sus despachos, que fué la si-
guiente: «Satisfecho S. M. de los buenos servicios que ha hecho al Estado
d u r a n t e su p e r m a n e n c i a en Viena, quiere que con el mismo carácter siga
representando su Real persona en el C u a r t e l general de las Potencias alia-
das, pues, á más del celo y a m o r al Real servicio, c o n c u r r e en V. E. la cir-
cunstancia de hallarse instruido en la serie de las actas y negociaciones del
Congreso, acabado sólo en lo material de la reunión» 3. P e r o a u n q u e esto
se dijo á L a b r a d o r , había sido ya n o m b r a d o el General Álava para repre-
sentar á E s p a ñ a en el Cuartel general, según así lo expresa la nota de
p u ñ o y letra de Cevallos: « ¿ P a r t i r á L a b r a d o r al Cuartel general? ¿ C o n -
viene esto, á pesar de estar n o m b r a d o Álava? Conviene, porque Álava es
útil para sus relaciones personales con W e l l i n g t o n y por su talento i n d a -
gador y L a b r a d o r porque está en toda la serie de l a s a d a s y negociaciones
del Congreso.»
Antes de e m p r e n d e r su viaje, cumplió L a b r a d o r con el deber de reco-
m e n d a r á sus colaboradores el Secretario de la Embajada D. Justo M a -
chado, y e l a g r e g a d o D . Francisco Bustillo, «lisonjeándose de que pocas
Comisiones de tanto trabajo habían sido desempeñadas con tanta exacti-
tud y l u c i m i e n t o , n o solamente entre nosotros, que r a r a vez hemos tenido
Embajadores y aun Secretarios que sepan su oficio, sino tampoco e n t r e
los de aquellas Cortes en las cuales, así como no se confía el m a n d o de u n
ejército á quien n u n c a ha sido militar, ni el de un navio á quien n u n c a fué
m a r i n o , no se n o m b r a tampoco p a r a las Embajadas que no sean de m e r a
p o m p a á los cortesanos, ni se eligen por Secretarios sino á los que han
d a d o de a n t e m a n o pruebas de saber, de tino y de laboriosidad. En c u a n t o
á Machado, lejos de haber conseguido hasta ahora n i n g ú n p r e m i o , no h a
tenido sino desaires; el p r i m e r o , cuando se le privó del encargamiento, que

1 Despacho núm. 335, de 29 de Abril de I8I5.


2 Despacho núm. 378, de 12 de Junio de I8I5.
3 Real orden de 8 de Julio de I8I5.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 105

d e s e m p e ñ a b a cumplidamente, para darlo á D . E v a r i s t o Pérez de C a s t r o ; y


el s e g u n d o , c u a n d o , p r i v a d o éste del destino de que acababa de t o m a r pose-
sión, fué elegido en su lugar D. C a m i l o de los Ríos, como si fuese una fa-
talidad inseparable de la diplomacia española que haya en ella dos clases
de personas, una que, trabajando y sufriendo peligros, no medre, y o t r a
que, holgando, consiga cuanto apetece, y disfrute, por decirlo así, del c a m p o
que otros han desmontado»
Al fin obtuvo Machado, en 28 de Agosto, el n o m b r a m i e n t o de Cónsul
y Agente general de España en F r a n c i a , con residencia en París, bajo las
órdenes del Embajador, de S. M. en aquella C o r t e , y sin perjuicio de c o n -
t i n u a r trabajando á las órdenes de L a b r a d o r mientras durase la misión de
éste en el Congreso ; y Bustillo, ascendido á Oficial de Embajada, fué
2

destinado, el 11 de Septiembre, á la de Viena.


Habíase resuelto q u e con motivo del Congreso no hubiera regalos ni
condecoraciones p a r a los Plenipotenciarios; mas pareció necesario que por
cada Corte se hiciera una expresión al Secretario de las Conferencias,
•Gentz, y á los que le habían ayudado á escribir los protocolos. A imitación
y propuesta de los ingleses, decidieron los de las demás Cortes hacer los si-
guientes regalos: á Gentz u n a caja con cifra y 800 ducados oro; á cuatro
de los auxiliares sendas cajas y 5oo ducados, y á otros dos más subalternos
100 ducados; lo que formaba u n total en metálico dé 3.000 ducados, p u -
diendo calcularse que cada ducado de oro equivalía, con c o r t a diferencia,
á 45 reales de vellón 3. Aprobado este gasto, se pasó o r d e n por la Secreta-
ría de Estado á la de Hacienda para que, en atención á la calidad y u r -
gencia del e m p e ñ o , se encargase á la T e s o r e r í a general que, con preferen-
cia á todo, p r o c u r a s e poner en París fondos p a r a satisfacer este crédito de
3.000 ducados oro. Y,'en efecto: un año después se dirigía el Consejero
G e n t z , en carta confidencial al E n c a r g a d o de Negocios del Rey en V i e n a ,
pidiéndole noticias del regalo que esperaba de nuestra Corte por haber
sido Secretario del Congreso. Y siguió el asunto sus naturales trámites, re-
mitiendo el E n c a r g a d o de Negocios la carta de Gentz al Ministerio de E s -
tado, el cual, por falta de antecedentes, que ya los tenía, de p u r o añejos,
olvidados, la pasó á informe de L a b r a d o r , que á la sazón se hallaba en Pa-

1 Despacho de 22 de Junio de i 8 i 5 .
2 Por carecer de fortuna para seguir la carrera diplomática pidió Machado el Consulado de
París ó el de Marsella, y demostró después en el desempeño del primero su vocación para los
negocios, ó sea para lucrarse con el dinero ajeno.
3 Despacho núm. 389, de 30 de Junio de 1 8 1 5 .
106 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

rís. Contestó éste que no había recibido los tales ducados de oro ni había
vuelto á saber de ellos,y que era más n a t u r a l que se enviasen directamente
al Duque de San Carlos, nuestro Embajador de Viena, para que los distri-
buyese entre los interesados. Se resolvió de conformidad y se pasó una
nueva y a p r e m i a n t e orden al Ministerio de Hacienda, que demoró algún
tiempo el cumplirla, no por m e r o perecear administrativo ó accidental
vacío de las arcas reales, .sino por cierta repugnancia ingénita á todo apre-
s u r a m i e n t o , que reputamos propio de gente advenediza. Ello es que el d i -
nero llegó á Viena tardíamente, á usanza española, y fué, al fin, repartido
e n t r e Gentz y sus colaboradores. .
Desconsoladora es la impresión que deja en el á n i m o esta larga y fati-
gosa peregrinación á través de la correspondencia oficial de L a b r a d o r d u -
rante su estancia en Viena. N a d a , absolutamente nada consiguió el n e g o -
ciador español de cuanto á su tino, conocimientos y particular celo estuvo
encomendado; y aunque es verdad que empresas c o m o la de la r e c u p e r a -
ción de la Luisiana eran más propias de un caballero andante tocado de
vesania que de un varón sesudo llamado á d i r i m i r pacíficamente contien-
das diplomáticas, en otras menos arduas n o fué m e n o r el fracaso. E n él
cupo, ya lo hemos dicho repetidas veces, parte principal de responsabili-
dad al G o b i e r n o que, habiendo ido á Viena sin premeditado plan ni c o n -
certada alianza que respondieran á las exigencias de la realidad, no hacía
después sino lamentarse, por boca de Cevallos, de la incoherencia de la
política inglesa, de la indiferencia del Gabinete francés y de la e x t r a ñ a
conducta del E m p e r a d o r Alejandro en los asuntos de Italia. A u n en el caso
de q u e la habilidad del negociador, supliendo las deficiencias de sus i n s -
trucciones, hubiera obtenido p a r a la Reina de E t r u r i a , no ya los h e r e d a -
dos Estados de P a r m a , sino el propio G r a n Ducado de T o s c a n a , esta a d -
quisición, para la Infanta D . María Luisa valiosísima, hubiera sido de nin-
a

gún provecho p a r a la C o r o n a de E s p a ñ a , que sólo ingratitudes había


recogido y podía esperar de las Cortes de Italia á ella unidas por ataduras
tan flojas como las del parentesco.
Estos que pudiéramos llamar e r r o r e s de concepto del Gobierno, tradu-
cidos en vagas, incoherentes y aun contradictorias instrucciones, no exi-
m e n , sin e m b a r g o , de responsabilidad al negociador, que dio hartas p r u e -
bas de que carecía de los n a t u r a l e s dones y adquiridos conocimientos que
debe r e u n i r el diplomático digno de este n o m b r e . U n o de los requisitos de
todo p u n t o necesarios p a r a negociar con fruto es el conocimiento, no sólo
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA IO7

de los asuntos, sino de las personas que han de tratarlos, y este c o n o c i -


miento faltóle en absoluto á L a b r a d o r . T u v o en la más alta estima sus p r o -
pios méritos y m i r ó con el más profundo desprecio á sus colegas, e x t r a -
ñ a n d o y molestándole la fama, en su opinión injustificada, d e q u e algunos
gozaban. Parecíale increíble que la suerte de las más poderosas monar-
quías estuviese confiada á Ministros tan incapaces y tan torpes. De los
grandes talentos que á T a l l e y r a n d generalmente se le suponían, sólo le re*
conocía la imperturbable serenidad p a r a sustentar las más claras p a t r a ñ a s
y las más manifiestas injusticias. A Metternich lo llamaba el descrédito de
su Corte, y lo tenía por ligero, frivolo, poco delicado y aun venal, no h a -
llando en él ninguna de aquellas prendas sobresalientes que dan superiori-
dad á un hombre sobre o t r o . Castlereagh pecaba de indeciso y débil; Nes-
selrode, por la cortedad de su entendimiento. Y si con esta severidad j u z -
gaba á los Ministros de Negocios extranjeros de las grandes Potencias, y
especialmente á los que, como T a l l e y r a n d y Metternich, pasaban y siguen
a ú n pasando, á pesar del voto c o n t r a r i o de L a b r a d o r , por maestros en el
arte de negociar, calcúlese lo que pensaría y diría de los demás: los unos,
además de necios é ignorantes, tercos y orgullosos, y palaciegos los otros,
q u e no sabían más que hacer cortesías, e m b a r a z a n d o cpn sus reparos r i -
dículos las determinaciones del Congreso T e n i e n d o L a b r a d o r tan m e n -
guada como equivocada idea de sus colegas, no e r a fácil que se entendiera
•con ellos ni que lograra captarse las personales s i m p a t í a s , tan necesarias
p a r a suplir la falta de autoridad del negociador ó la flaqueza del Gobierno
á quien se representa; resultando, según hacía observar Gentz, que L a b r a -
dor defendía su causa con u n a altanería que no c u a d r a b a con n u e s t r a e x -
t r e m a debilidad.
A este desconocimiento de las personas con quienes t r a t a b a a c o m p a ñ ó
otro e r r o r no menos grave y funesto respecto á la m a n e r a de negociar.
Sabido es de cuantos pertenecen al oficio, que en los asuntos diplomáticos
el habla es preferible al escrito, cuando es sincero el deseo de concierto , 2

y que padecen una lamentable equivocación los que, por instintos de legu-
leyo ó práctica del foro, equiparan toda negociación á un pleito y la siguen
p o r los trámites ordinarios, sin advertir que no hay tribunal que falle, ni
más juez que el éxito. C o n t a b a L a b r a d o r con pocas simpatías y menos

1 Despacho núm. 263, de 24 de Enero de I8I5.


2 «Parler yaut mieux qu'ccrire quand on désire franchement s'entendre.» Lettre de Met-
ternich ¡1 Nesselrode. Memoires du Prince de Metternich, tomo nt, pág. 58i. . ;
108 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

amistades entre sus colegas. C o m o carecía de fortuna propia y aspiraba á


que el sueldo 1
se la p r o p o r c i o n a r a , vivía en la m a y o r estrechez y evitaba
el trato de las gentes que pudiera producirle gastos que estimaba super-
finos, con lo que dicho se está que no dio en Viéna comidas, ni fiestas, ni
correspondió á ningún agasajo, malquistándose con muchos m u y sensibles
á tales atenciones. F a l t á r o n l e , pues, las ocasiones que á los diplomáticos
suelen con tanta frecuencia ofrecérseles p a r a t r a t a r amistosamente los
asuntos, y como se vio reducido á las relaciones oficiales, y no sabía, ade-
más, conversar ni discutir, porque su sequedad r a y a b a en grosería, y l u -
chaba en francés con el imperfecto conocimiento de la lengua, tuvo que
apelar forzosamente al sistema de notas, que, si bien quedaban unas sin
respuesta y otras sin efecto, tenían la ventaja de que constaba, por lo m e -
nos, de algún modo, á los ojos del Gobierno, el celo con que había defen-
didodos intereses que le estaban encomendados. Y esto que sucedió hace
u n siglo en Viena, se repitió años después en otras partes con el mismo
desastroso resultado.

VIII

Desde que se firmó en Viena el Acta final del Congreso hasta que la
suscribió España en París t r a n s c u r r i e r o n más de dos años. No p e r m a n e -
ció ociosa d u r a n t e este largo plazo n u e s t r a diplomacia, antes bien: i m p r i -
m i ó m a y o r actividad á sus trabajos la personal intervención del Soberano,
promovida por un Ministro extranjero que ejerció prepotente influjo sobre
el á n i m o de F e r n a n d o VII y dirigió á su antojo la política exterior de E s -
p a ñ a . No correspondió, sin e m b a r g o , el resultado á nuestros esfuerzos, y
toda aquella labor en pro de la Casa de P a r m a , como si no tuviera n u e s -
t r a política otros intereses que defender ni otros fines que perseguir que
los de la Infanta D . M a r í a Luisa, á cuya estulta vanidad habíamos ya sa-
a

crificado provincias, navios y millones en el vergonzoso t r a t a d o de San


Ildefonso, vino á p a r a r en que se reconociera á la Reina viuda de E t r u r i a
y á su hijo el Infante D. Carlos Luis el derecho de suceder en los Estados
de P a r m a , á la m u e r t e de la E m p e r a t r i z M a r í a Luisa, lo cual h u b i e r a
podido alcanzarse sin desprestigio alguno y con m e n o r trabajo en Viena,

i Cobraba como doble sueldo 72.00» duros, cantidad que hoy bastaría para pagar los suel-
dos y gastos de representación de todos nuestros Embajadores en el extranjero, excepto el de
París. '
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA IOQ

si rio lo h u b i e r a estorbado la torpe intransigencia de L a b r a d o r , por Ceva-


llos compartida y aprobada.
J u n t a m e n t e con este negocio de P a r m a , que merece capítulo aparte,
porque en él ejercitó F e r n a n d o VII sus especiales aptitudes diplomáticas
con aplauso de P i z a r r o , aunque con escaso fruto, siguieron e n c o m e n d a -
dos á L a b r a d o r todos los asuntos relacionados con la paz general, que era
lo que él precisamente deseaba y se p r o p o n í a al salir de Viena para París,
adonde llegó con la m a y o r p r e m u r a en la noche del 25 de Julio . l

Llevaba cartas reales, a u n q u e no credenciales, p a r a los Soberanos alia-


dos, y al entregarlas, el único que no se limitó á expresiones generales fué
el E m p e r a d o r de Austria, que le dijo, en cuanto á la restitución de los Es-
tados de P a r m a á la Reina de E t r u r i a , que desearía vivamente complacer
al Rey por el cariño que tenía á un pariente tan cercano y por la g r a n d e
afición que siempre tuvo á España, aumentada por nuestra gloriosa resis-
tencia á la invasión francesa; pero que su situación era penosísima, como
padre de la Archiduquesa María Luisa y tutor del hijo de S. A. I.; que se
alegraría de que pudiese hallarse algún otro Estado que dar al Infante don
Luis, ya que en punto á P a r m a no había podido hacer más que sujetarse
á lo que resolviese el Congreso; y concluyó diciendo que t r a t a r a este
asunto con el Príncipe de Metternich. Del Canciller, que era quizás quien
había inspirado estos escrúpulos á su S o b e r a n o , no pudo sacar más que
reconvenciones por no haber querido aceptar las Legaciones de Bolonia y
F e r r a r a en equivalencia de P a r m a , y el sofisma de que no era asunto que
pudiera ya tratarse con el Austria, por ser u n a cuestión europea ó u n a
cuestión rusa, pues, alternativamente, se sirvió de estos dos juegos de pala-
b r a s . No obtuvo m a y o r fruto de sus diligencias con los demás Ministros de
las Potencias aliadas, por lo que creía que no podía hacerse otra cosa que
no firmar el T r a t a d o de Viená y publicar las razones por las cuales no se
firmaba, con los documentos que demostraban la irregularidad, la falta de
justicia y la prepotencia con que se procedió . 2

E n este estado de ánimo, y sin que le h u b i e r a servido de lección ni de


escarmiento el fracaso de Viena, r e a n u d ó L a b r a d o r su sistema de negociar
por escrito, y pasó en 16 de Septiembre u n a Nota á los Ministros de las
c u a t r o Cortes aliadas, pidiendo asistir á las Conferencias que celebraban.
A u n q u e habían prometido llamarle á ellas, no lo hicieron, porque, según

1 Despacho núm. 396, de 26 de Julio de I8I5.


2 Despacho núm. 433, de 22 de Septiembre de I8I5.
í 10 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS 7 MUSEOS

decían, querían ponerse antes de acuerdo sobre lo que habían de exigir de


la F r a n c i a ', y cuando ya lo estuvieron, le c o m u n i c a r o n las bases del con-
venio que habían resuelto proponer á S. M. Cristianísima, las cuales p a -
recieron á nuestro Embajador demasiado duras. De la indemnización de
g u e r r a se hacían cinco partes, t o m a n d o u n a cada u n a de las cuatro aliadas
y repartiéndose la otra entre las demás naciones que habían t o m a d o parte
en la última g u e r r a , en-cuyo n ú m e r o no estaba la España comprendida . 2

Nombróse también u n a Comisión, á la que fué L a b r a d o r invitado, p a r a


e x a m i n a r los artículos del T r a t a d o de París que no habían sido cumplidos;
proponiéndose nuestro Plenipotenciario suscitar, cuando se t r a t a r a de los
artículos secretos, la cuestión de la Luisiana, por entender que no nos ha-
bía prestado la F r a n c i a el convenido apoyo p a r a obtener la restitución de
la T o s c a n a á la Reina de E t r u r i a ó, á falta de ella, u n a adecuada indemni-
zación 3.
Como en el proyectado convenio nada se decía especialmente de la
frontera de España, dirigió L a b r a d o r en i.° de Octubre otra N o t a á los
aliados, pidiendo que, si no se estuviera á tiempo de proponer á la Francia
la cesión ó devolución de Mont-Louis, Bellegarde 4 ó alguna otra forta-
leza fronteriza, se diera á España, de la indemnización de guerra^ la c a n -
tidad suficiente para r e p a r a r á Rosas, G e r o n a , Puigcerdá y Berga . E r a 5

tan evidente la razón que nos asistía al r e c l a m a r p a r a la f ron tere, de F r a n -


cia por la parte de España las mismas disposiciones que'se habían a d o p -
tado respecto á las demás fronteras, y que habían de traducirse por un au-
xilio pecuniario para la reparación de nuestras derruidas plazas fuertes, y
fué tan eficaz el apoyo que Castlereagh y Capo d' Istria prestaron á nues-
t r a pretensión, que, á pesar del empeño con que la combatió H u m b o l d t ,
acordaron los aliados que participase E s p a ñ a de la indemnización de gue-
r r a , y que de los 700 millones de francos en que se había fijado se nos die-
ran cinco millones por gastos de g u e r r a y siete millones y medio para la
reparación de fortalezas . 6

A l g u n a dificultad h u b o p a r a el pago de esta última cantidad, porque


en el poder otorgado por el Director del Real Giro á la Casa Baguenault

1 Despacho núm. 4 3 1 , de ig de Septiembre de : 8 i 5 .


2 Despacho muy reservado núm. 4 4 2 , de 22 de Septiembre de I8I5.
3 Despacho núm. 4 4 6 , de 27 de Septiembre de i 8 i 5 .
4 Las Memorias que sobre estos dos fuertes escribió el Genera] Cástañes llegaron tardía-
mente á poder de Labrador, según participó éste en despacho'n.°485, de 1 7 de Noviembre de i8i5.
5 Despacho cifrado núm. 4 5 1 , de 3 de Octubre de i 8 i 5 .
6 Despachos cifrados números 4 5 9 y 4 6 4 , de 10 y 21 de Octubre de i 8 i 5 .
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA III

y C.% de P a r í s , se expresaba que debía emplear las cantidades que p e r c i -


biese, sin distinguir las que lo fuesen por gastos de guerra de las destina-
das exclusivamente á la reparación de las plazas fronterizas, en satisfacer
la asignación señalada por el Rey á su augusto padre y los sueldos de los
empleados de S. M. en las Cortes extranjeras. Hecha la o p o r t u n a a c l a r a -
ción, se verificó el pago, y las cantidades fueron giradas á Madrid por los
banqueros y puestas á disposición del Ministerio de la G u e r r a . !

El 3 de Octubre quedaron ajustados los preliminares de paz, y decía


L a b r a d o r que si los aliados nos excluían en la distribución de la i n d e m -
nización de g u e r r a no h a b r í a en el T r a t a d o cosa alguna que nos i m p o r -
tase, y no c o n c u r r i r í a m o s sino para sancionar las cesiones y sacrificios pe-
cuniarios de la F r a n c i a en favor de otras Potencias. L a intención de las
cuatro aliadas era que cada una de las demás ajustase con la F r a n c i a los
artículos adicionales que le interesasen, como se hizo en el T r a t a d o a n -
terior; pero cuando la F r a n c i a hubiese firmado su T r a t a d o general con
las cuatro Potencias aliadas, era imposible que se prestase después á cesio-
nes de territorio ni á sacrificios pecuniarios en favor de España . Pidió, 2

pues, instrucciones, que le fueron comunicadas, por Real orden de 16 de


O c t u b r e , en los siguientes t é r m i n o s :
«S. M. n o halla reparo en que suscriba V . E . á las cesiones ventajosas
que haga la F r a n c i a en favor de las cuatro Potencias aliadas, pues una vez
que la F r a n c i a se conforma, ningún daño se le sigue de que la España sus-
criba á sus acuerdos. De esta condescendencia por nuestra parte á los de-
seos de las en pretensión principales Potencias puede resultarnos la v e n -
taja de que ellas se interesen en el apoyo de nuestras reclamaciones. T a l vez
no cogeremos este fruto; pero perderemos seguramente hasta la esperanza
de cogerle si nos resistimos á suscribir. Esto supuesto, lo que importa por
la consideración del h o n o r , que no queda m u y airoso cuando se firma lo
que otros han discutido y acordado, es rodear las cosas de modo que nues-
t r a condescendencia sea m u y deseada por las otras Potencias y l u c r a t i v a
p a r a la n u e s t r a . La condescendencia en este caso no es esencialmente
injusta, pues que recae sobre el consentimiento de la Francia, á quien
incumbe rehusar los sacrificios que se exigen de ella, y m i r a d a desde el
punto de vista de la política, es laudable, porque puede sernos p r o v e -
chosa.»

1 Despacho núm. 52i de 16 de Abril de 1816.


2 Despacho núm. 453, de 6 de Octubre de I8I5.
112 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

No contentos los aliados de C h a u m o n t con haber renovado en Viena


aquel pacto, por el Convenio de 25 de Marzo, firmaron en P a r í s , el 7 de
Noviembre, u n nuevo T r a t a d o , cuyo objeto no era otro, según L a b r a d o r ,
que el m a n t e n e r la preeminencia que pretendían tener sobre las demás
naciones. Proponíase nuestro Embajador, si se le invitaba á adherirse á
este T r a t a d o , dar la m i s m a respuesta que dio respecto al anterior de 25
de Marzo ; p e r o , sospechándolo acaso los aliados, no le dieron ocasión
I

para lucir en desabridas notas su atrabiliario h u m o r y sus conocimientos


jurídicos.
El Gobierno vio con gusto que no se nos hubiese llamado á figurar en
el Congreso de los Soberanos reguladores de los Estados menos poderosos.
«Los políticos de salón celebrarían este convite como u n a declaración del
distinguido rango de la E s p a ñ a , y cuando, en cambio de tan fugaz tonillo,
nos viesen comprometidos en g u e r r a s dispendiosas, entonces nos acusarían
de que, á t r u e q u e de u n alimento de la vanidad, habíamos comprometido
la prosperidad esencial del Estado, á que tan c o n t r a r i a es la g u e r r a . Lejos
de m i r a r como u n mal el que las Potencias no nos diesen la intervención
que debían en sus acuerdos, debíamos considerarlo como u n a ventaja, por-
que, sobre d a r n o s u n derecho á la queja, nos conservaban, por su irregular
conducta, el de excusarnos de e n t r a r en sus diferencias, y podríamos robus-
tecernos con la neutralidad tanto como ellos se debilitasen con la guerra» . 2

A lo que sí nos invitaron fué á adherirnos al T r a t a d o de paz con F r a n -


cia, que se firmó el 20 de Noviembre, y habiendo pedido L a b r a d o r i n s -
trucciones 3, se le comunicó la determinación de S. M . , de acuerdo con el
parecer u n á n i m e del Consejo de Estado, de que accediese al T r a t a d o con
las protestas conformes á los inconvenientes que ofrecía la accesión no
modificada, y que si las Potencias n o la admitían de este m o d o , tratase
con el Gabinete francés de hacer extensivas á España las indemnizaciones
pactadas en favor de las Potencias contratantes, incluso las que se h a b í a n
concedido excepcionalmente á I n g l a t e r r a , debiendo, además, r e c l a m a r las
que nos pertenecían por la enajenación de la Luisiana, navios y millones
que se dieron por la T o s c a n a , como asimismo las que eran de cargo del
Gobierno francés por la inobservancia del T r a t a d o secreto de París del
año 1814 4 .

1 Despacho núm. 4 6 6 , de 21 de Octubre de I 8 I 5 .


2 Real orden de 3 de Noviembre de I 8 I 5 .
3 Despacho núm. 4 8 9 , de 2 4 de Noviembre de i 8 i 5 .
4 Real orden de 1 8 de Diciembre de I 8 I 5 .
ESPAÑA E N E L C O N G R E S O D E VIENA. I I 3

E n cumplimiento de estas instrucciones, pasó L a b r a d o r el 16 de E n e r o


u n a Nota á los Plenipotenciarios de las Cortes aliadas accediendo al T r a -
tado de 20 de Noviembre, con exclusión del artículo u , que confirmaba
las disposiciones del Congreso de Viena y el 22 celebró u n a conferencia
con el Duque de Richelieu, Ministro á la sazón de Negocios extranjeros,
entregándole u n a Nota verbal que e n u m e r a b a las reclamaciones de
nuestro Gobierno contra el de F r a n c i a . E r a n éstas de tres clases: las que
e m a n a b a n del T r a t a d o de Basilea (levantamiento de secuestros); las que se
basaban en el incumplimiento del T r a t a d o de 1801 (devolución de la L u i -
siana, navios y millones que se dieron por el G r a n Ducado de T o s c a n a ) ,
y las procedentes del T r a t a d o de 20 de Julio de 1814. E n t r e estas últimas
figuraban las dos siguientes: la restitución de los cuadros y objetos de arte
que se llevaron los Generales y empleados franceses, de los cuales había
todavía un g r a n n ú m e r o en poder de los Generales Soult y Sebastiani, de-
biendo éstos responder con sus bienes del valor de los c u a d r o s q u e h u b i e -
sen enviado á Inglaterra ó á otros puntos del extranjero , y la restitución
2

de los diamantes de la C o r o n a , la vajilla y todo lo que la Corte tenía de


precioso y se llevaron José Bonaparte y M u r a t . C o m o el artículo de los
diamantes era de la m a y o r importancia, y éstos debían hallarse en m a n o s
de M a d a m e M u r a t , á quien había dado asilo el Gobierno austríaco, Su Ma-
jestad Cristianísima podría exigir de la Corte de Viena que la obligase á
restituirlos 3.

Al cabo de algunos días manifestó de palabra el Duque de Richelieu á


L a b r a d o r , sin e n t r a r en el fondo de la cuestión, que era imposible á la
F r a n c i a satisfacer reclamaciones que, como las nuestras, pasaban de i5o
millones de francos y habían parecido excesivas, no sólo á los Ministros
de S. M . Cristianísima, sino también á otros extranjeros é imparciales.
Sospechaba L a b r a d o r q u e el Ministro extranjero á quien Richelieu se refe-
ría fuese P o z z o d i Borgo, h o m b r e intrigante y falso, en cuyo favor fué tan
e x t r a o r d i n a r i a m e n t e sorprendida la bondad del R e y nuestro señor para
que le diese la G r a n C r u z de Carlos III 4.

1 Despacho núm. 4 9 5 , de 2 3 de Enero de I 8 I 5 .


2 En poder de Soult estaban los cuadros de Murillo pertenecientes al Hospital de la Cari-
dad de Sevilla, y Sebastiani tenia puesto en su Catálogo, por el precio de 30.000 francos, el So-
corro de Genova por el Marqués de Santa O l í * , de Pereda, que decoró el Salón de los Reinos
en el Palacio del Buen Retiro. (Despacho núm. 5 i 8 , de 6 de Abril de 1 8 1 6 . )
3 Despacho núm. 496, de 23 de Enero de 1816.
4 Despachos números 497 y 502, de 5 de Febrero de 1816. La Gran Cruz de Carlos III fué con-
cedida á Pozzo di Borgo en Julio de 1814 á propuesta de Pizarro, según refiere éste en sus Me-
114 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

A las nuevas instancias de L a b r a d o r para obtener respuesta á su carta


del 22 de E n e r o , contestó Richelieu que la había enviado á informe del
Embajador en Madrid, lo que molestó s o b r e m a n e r a á nuestro P l e n i p o t e n -
ciario, de suyo quisquilloso y espantadizo, pues temió que el Gobierno
francés quisiera trasladar esta negociación á Madrid, «creyendo que sería
fácil al Príncipe de Laval sorprender en asuntos públicos, como habia sor-
prendido á favor de su-propia persona, elevada por el Rey nuestro Señor
á la Grandeza de E s p a ñ a poco tiempo después que había insultado á nues-
tro Gobierno y á n u e s t r a nación en una carta que, d u r a n t e la usurpación
de Bonaparte en el año último, se publicó en El Monitor y en todas las
Gacetas de E u r o p a . E r a , además, notorio, que antes de la venida del Rey
Cristianísimo no tenía medio alguno de subsistencia y, no obstante, en el
Real decreto, por el cual, el Rey nuestro Señor, lo hizo Duque y G r a n d e
de España, se dijo que era por la beneficencia ejecutada con los prisione-
ros españoles, á quienes no pudo dar más que la limosna de unos pocos
francos» . l

Y así pasaron días, semanas y aun meses, insistiendo L a b r a d o r en r e -


c l a m a r respuesta escrita á su Nota, y entreteniéndole Richelieu con b u e -
nas palabras y corteses evasivas, que á L a b r a d o r se le antojaban unas v e -
ces evidente prueba de que nada hallaba Richelieu que contestarle, y otras
le parecían manifiestos indicios de mala fe, que harían menester la i n t e r -
vención de los aliados para obligar al Gabinete francés á cumplir sus com-
promisos internacionales. P o r fin le e n t r e g ó Richelieu, el 15 de Mayo, la
tan esperada respuesta, en la que, partiendo del principio de que la g u e r r a ,
n o sólo suspende, sino que anula los T r a t a d o s anteriores, y, por consi-
guiente, las obligaciones de ellos derivadas que no se hubiesen puesto de
nuevo en vigor por el T r a t a d o de P a z , sostenía que el Rey Cristianísimo
no podía tener respecto á E s p a ñ a más obligaciones que las que le fueron
impuestas por el T r a t a d o de 20 de Julio de ••18-14. Y en cuanto al supuesto
i n c u m p l i m i e n t o d é l o s artículos secretos de este T r a t a d o , hacía observar
en p r i m e r t é r m i n o q u e , al comprometerse S. M. Cristianísima á u n i r sus
esfuerzos á los de S. M. Católica para obtener u n a indemnización por las

morías ('tomo'i, pág. 4 1 9 ) . AI dar cuenta Labrador de haber hecho entrega de ella al interesado,
manifiesta que era sólo hacerle la justicia que .merecía el decir que Pozzo di Borgo era el que
más había contribuido al restablecimiento de la Casa de Borbón en el Trono de Francia; re-
uniendo á estos méritos el haber sido acérrimo defensor de la causa de España. (Despacho nú-
mero 6 g , de 23 de Julio de 1 8 1 4 . )
• i D«spacho núm. 5o8, de 5 de Marzo de 1816.
ESPAÑA E N E L CONGRESO D E V I E N A 11 5

pérdidas que pudiesen resultar á España por la no ejecución del T r a t a d o


de 18oi (cambio de la Luisiana por la T o s c a n a ) , era evidente que no se le
imponía la obligación de satisfacerla, pues si así fuese, hubiese sido, no sólo
tuperfluo, sino ridículo que la F r a n c i a tratase de obtener de otros lo que
de ella dependía. La F r a n c i a , a d e m á s , n o se comprometió á obtener esta in-
demnización, sino á emplear sus buenos oficios para alcanzarla, y es noto-
rio que empleó para ello toda su influencia m o r a l . A este tenor se rebaten
los a r g u m e n t o s y se rechazan las reclamaciones de la N o t a española; m a -
nifestándose, respecto á los cuadros en poder de los [Generales franceses
(uno de ellos desterrado de F r a n c i a ) , que no estaba en manos del G o -
bierno, con arreglo á las leyes, proceder al e m b a r g o de los bienes de estos
subditos franceses, según en la Nota se pedía, y en cuanto á¡los diamantes
de la C o r o n a , que se suponía estaban en manos de Madame M u r a t , tenía
el Rey de España m a y o r derecho que el de F r a n c i a á reclamarlos de la
Corte de Viena, y podía hacerlo con m a y o r decoro.
Monstruoso pareció á L a b r a d o r el principio en que la Nota se fundaba
de que la g u e r r a anula los T r a t a d o s , pues sólo los suspende, y con la paz
queda todo en él mismo pie en que estaba antes de la g u e r r a j y c o m o era per-
der el tiempo t r a t a r de convencer á quien tenía la m a l a fe de negar lo que
j a m á s se había puesto en duda, propuso que se recurriese á los aliados
para que obligasen al Gobierno francés á ejecutar el T r a t a d o de 1 8 1 4 , y
que, respecto á las reclamaciones fundadas en los T r a t a d o s de Basilea y de
Madrid, en las cuales no se consideraban autorizados á intervenir los E m -
bajadores y Ministros en P a r í s , se solicitara por conducto de los de S. M . e n
Viena, Londres, Berlín y Petersburgo la intervención de aquellas cuatro
Cortes como arbitros ó como auxiliares. Había convenido con el Embaja-
dor inglés Sir Charles S t u a r t que S. M . nombrase desde luego los Comi-
sarios liquidadores, con arreglo al artículo 5.° del Convenio de I8I5, y
L a b r a d o r proponía que lo fueran el Secretario de la E m b a j a d a , D . M a n u e l
González Salmón y el Cónsul general D . Justo Machado '; propuesta que
mereció la aprobación del Ministerio, habiéndose también n o m b r a d o C o -
misario, en concepto de letrado, al Consejero de Hacienda D. Jacobo
Parga.
F u é Cevallos de opinión que se extendieran las instrucciones para e s -
tos Comisarios por el Presbítero D. Domingo de D u t a r i , como tan p r á c -
tico en estas materias, habiéndosele asimismo encargado que redactara la
i Despacho núm. 530, de 20 de Marzo de 1816.
116 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

respuesta al Duque de Richelieu. P a r a formar juicio del estilo diplomático


de D u t a r i , que hubiera deleitado al Hidalgo manchego recordándole las
intrincadas rabones de Feliciano de Silva, basta el siguiente párrafo de su
contestación á Cevallos: « L a razón que obligue á la F r a n c i a á admitir la
justicia de nuestras reclamaciones es menester esperarla y solicitarla de
otra razón más ejecutiva y más coactiva, es decir, de la fuerza moral y
colectiva de todas las Potencias que h a n celebrado los T r a t a d o s , y con
ellas el Rey que los ha hecho suyos por el acto de la accesión ilimitada.
Sea el hilo que ha de coser la tela de nuestras reclamaciones la justicia bien
presentada y sostenida por los Comisarios del Rey. L a aguja que i n t r o -
duzca este hilo será la representación m o r a l de las Potencias c o n t r a t a n t e s
y agregadas, que, supuesta la adhesión, no pueden negar ni deben e s c a -
sear al Rey»
El 24 de J u n i o participó L a b r a d o r á los aliados y al Ministro de Nego-
cios extranjeros francés el n o m b r a m i e n t o de los Comisarios españoles, y
al acusar Richelieu recibo de esta Nota, en 10 de Julio, manifestó que,
a u n q u e pudiera alegar que no teníamos derecho á invocar las estipulacio-
nes de un T r a t a d o al que no habíamos.concurrido, se hallaba S. M. C r i s -
tianísima dispuesta, por sus deseos de paz y de concordia, á recibir y a c e p -
tar la accesión de España . Diez días después dirigió Richelieu u n a Nota,
2

n o ya á L a b r a d o r , sino al Conde de Peralada, Embajador de S. M. en Pa-


rís, pidiéndole el Acta de accesión del Rey Católico al T r a t a d o de 20 de
Noviembre 3.
Esta cuestión de la accesión traía preocupado é inquieto á Cevallos,
que tampoco hallaba satisfactorias las respuestas que dieron las Cortes
aliadas á la Nota en que L a b r a d o r les comunicó la accesión de España al
T r a t a d o de 1815. El Austria, sobre todo, deseaba que esta accesión fuera
ilimitada, para poner con ella t é r m i n o á la enojosa discusión sobre los Es-
tados de P a r m a . El 14 de J u n i o leyó Cevallos en el Consejo de Estado una
prolija y difusa exposición sobre este asunto, de la que se remitió copia á
L a b r a d o r , determinándose que la accesión fuera ilimitada, pero con p r o -
testa 4. Contestó L a b r a d o r que no había podido entender la exposición y
que se le enviase extendida la fórmula de la accesión . A lo que replicó
5

1 Carta de Dutari á Cevallos, de 1 7 de Julio de 1816.


2 Despacho núm. 534.
3 Despacho núm. 5 3 7 , de 20 de Julio de 1816.
4 Real orden de 10 de Julio'dc 1816.
5 Despacho núm. 542, de 10 de Agosto de 1816.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 117

Cevallos: «Es muy sensible que este partido haya disgustado al Sr. Labra-
dor, según lo manifiesta en la acedía de su estilo, como si en estas luchas
de la política hubiese otro arbitrio que el de acomodarse á las circunstan-
cias y c o m p a r a r razones con razones y males con males, p a r a abrazar el
m e n o r . Considerando ocioso remitirle fórmula para hacer la accesión, se
le remitieron los poderes p a r a ella: habiendo determinado el Rey, con
acuerdo del Consejo de Estado, que su Embajador Plenipotenciario c o n -
descienda á la accesión, poniendo á salvo, p o r medio de u n a formal p r o -
testa, los derechos de S. M. y los de la Señora Reina de T o s c a n a , como Go-
b e r n a d o r a y tutora de su augusto hijo» Y como L a b r a d o r atribuyera la
accesión ilimitada á debilidad del G o b i e r n o , amedrentado, según c o s t u m -
bre, p o r los Representantes extranjeros en la Corte , repuso Cevallos:
2

«No es miedo el que nos ha impelido á acceder, sino deseo de no a v e n t u -


r a r el suceso de nuestras reclamaciones. Hasta ahora se ha hecho resisten-
cia á los arreglos del Congreso, pero sin fruto alguno. A h o r a se trata de
contemporizar con las Potencias por ver si se saca alguno, que es el único
partido que nos queda» 3. U n a de las cosas que más debieron molestar á
L a b r a d o r fué el que se le previniese de Real orden se pusiera de acuerdo
con el C o n d e de Peralada en sus gestiones 4. « T e n g o necesidad de des-
canso — contestó —, por lo cual deseo dar por concluida mi comisión luego
que los Comisarios n o m b r a d o s se hallen admitidos por la F r a n c i a , y S. M.
podrá servirse, para lo que o c u r r a en adelante, ó de su Embajador, ó de
quien sea su Real voluntad; pudiendo V. E. hallarse convencido de que
de ponerme yo de acuerdo con el Conde de Peralada no puede resultar
utilidad alguna, pues la dificultad n o está solamente en convenirse en lo
que ha de hacerse, está en la m a n e r a , y es difícil ó imposible, ni que él
ejecute lo que yo diga, ni que yo haga lo que á él le parezca, ni, en fin, que
nos entendamos» . 5

Este desacuerdo entre el Ministro y el Embajador, a h o n d a d o y a g r a -


vado por la que Cevallos llamaba cortésmente acedía de estilo de Labra-
d o r , llevaba trazas de acabar con la misión extraordinaria que, por c o n -
descendencia de la Secretaría de Estado, más que por necesidad ó c o n v e -
niencia del servicio, seguía aún desempeñando nuestro Plenipotenciario en

1 Real orden de 26'de Agosto de 1 8 1 6 .


2 Despacho núm/546, de 20 de Agosto de 1816.
3 Real orden cifrada de 2 de Septiembre de 1816.
4 Real orden de 1 2 de Julio de 1 8 1 6 .
5 Despacho núm. 544, de 10 de Agosto de 1816.
10
118 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

el ya fenecido Congreso de Viena, cuando la buena estrella de éste hizo


que llegara á P a r í s L o r d W e l l i n g t o n y le facilitara el medio de salir airoso
del mal paso á que le había traído su soberbia, ayudada por su falta de
tino y de crianza.
E n u n a comunicación que dirigió el D u q u e de Ciudad Rodrigo á L o r d
Castlereagh dándole cuenta de la conferencia que con L a b r a d o r había
celebrado el 24 de Agosto-, decíale que nuestro Embajador parecía conven-
cido de la imposibilidad en que se hallaba el Rey de E s p a ñ a de lograr sus
pretensiones en Italia y de ponerse, con respecto á la F r a n c i a , en el mismo
pie que los aliados, si antes no firmaba y ratificaba el T r a t a d o de Viena,
accediendo después al de París de 1815; pero podría tener el Rey inconve-
nientes p a r a obligarse á las estipulaciones de dicho T r a t a d o sin tener la
seguridad de obtener el logro de sus pretensiones; por lo cual, si las nego-
ciaciones tuviesen feliz resultado, podrían firmarse el mismo día, a u n q u e
con diferentes fechas, tres instrumentos: el p r i m e r o , p a r a la ratificación
del T r a t a d o de Viena; el segundo, p a r a la accesión al de París, y el tercero,
entre las cuatro Potencias, la E s p a ñ a y la F r a n c i a , para arreglar la suce-
sión á los Ducados de Italia. Al remitir al Ministerio de Estado copia de
esta comunicación, decía L a b r a d o r que si el Gobierno inglés diese á L o r d
W e l l i n g t o n la comisión de arreglar con él estos puntos, tendríamos más
fundada esperanza de lograr todo lo que permitía la situación en que nos
habían puesto la ajena injusticia y la propia debilidad, pues, además del
buen sentido y rectitud de aquel h o m b r e extraordinario, su parecer era
del m a y o r peso para su Gobierno y p a r a todos los demás
Se apresuró Cevallos á solicitar, por conducto de F e r n á n N ú ñ e z , la
autorización que L a b r a d o r pedía p a r a W e l l i n g t o n , y que le fué á éste con-
cedida en 26 de Septiembre, p a r a que pudiese t r a t a r en favor de E s p a ñ a el
arreglo de la firma del T r a t a d o de Viena . Y en la propia fecha daba
2

W e l l i n g t o n aviso á L a b r a d o r de que, por el Ministerio británico, se había


pasado oficio á las Cortes aliadas, y especialmente á la de Viena, p a r a i n -
ducirla á convenir en declarar que el Rey de E t r u r i a debía suceder en los
Estados de P a r m a por falta de la Archiduquesa 3.
Con esto dio L a b r a d o r el asunto por bien enderezado y p r ó x i m o á su
t é r m i n o , y ya creía llegado el m o m e n t o de recoger el fruto de sus afanes

1 Despacho núm. 547, de 26 de Agost» de 1816.


2 Despacho de Fernán N ú ñ e z , n ú m . 1060, de i.° de Octubre de 1816,
3 Despacho cifrado núm. 55i,;de i.° de Octubre de 1816.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA IIQ

y desvelos, y se veía e m p r i m a n d o con su Rey por obra y gracia del T o i -


són y embolsando las sendas cajas de oro, enriquecidas con exquisitas mi-
niaturas y deslumbradores solitarios, con que los Soberanos aliados y el de
F r a n c i a habían de agasajarle, y se complacía mentalmente en la lectura
de las gacetas, que llevarían su n o m b r e á los más recónditos ámbitos de
la tierra, acompañado de los más halagüeños adjetivos, y pensaba con
lícita delectación en la posteridad que, confirmando el parecer de sus con-
temporáneos, lo consagraría como el primero de los Embajadores, no sólo
entre los españoles, para lo cual se necesitaba poco, á su juicio dada la
incapacidad de que en todos tiempos había dado pruebas nuestra d i p l o -
macia, sino e n t r e todos los del m u n d o , antiguos y modernos, cuando ocu-
rrió lo que n u n c a puede preverse en E s p a ñ a , a u n siendo lo que aquí con
más frecuencia ocurre: una crisis ministerial. Salió de la P r i m e r a S e c r e -
taría de Estado D. Pedro Cevallos, enviado como Embajador á Ñapóles,
y e n t r ó en ella el Ministro Plenipotenciario de S., M. en Berlín D. José
García de León y P i z a r r o . Y no sólo trajo el nuevo Ministro al Ministe-
rio, como siempre sucede en España, ideas propias, que para parecerlo
han de contradecir necesariamente las del predecesor, sino que en este
caso la entrada de Pizarro fué fruto de intrigas extranjeras y significó el
triunfo de la política personal del Rey y de su doble diplomacia. P r o n t o
dio L a b r a d o r con su desatinada conducta la medida de su altanería y su
torpeza y justificó sobradamente el inesperado y p r e m a t u r o fin que tuvo
su misión extraordinaria; quedándose sin el T o i s ó n , sin los brillantes y
sin los adjetivos presentes y futuros con que había soñado.

Había tomado F e r n a n d o VII como modelo de Reyes al bíblico D a -


vid, no tanto por su flaqueza en resistir las tentaciones de la carne,
como por la doblez que en la carta de Urías se revela; pero mientras
el Santo Rey tuvo tiempo de arrepentirse y de implorar en elocuentes

i «Hasta los Ministros de las Potencias, á cuyas miras me he opuesto, han dado á mis Notas
y á mis discursos unos elogios que no creo merecen, á no ser que se comparen con lo hecho ge-
neralmente por los diplomáticos españoles, que en todos tiempos, y más ahora que nunca, han
sido, por la mayor parte, hombres incapaces de exponer sus ideas de palabra ni por escrito.»
(Despacho núm. 493, de 2 de Diciembre de I8I5.)
120 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

salmos la misericordia divina, no dio el nuestro señal ninguna de a r r e -


pentimiento, y llegó al término de su pecadora vida con la tranquilidad
del justo y en la más completa impenitencia. De su doblez, por lo que
alas relaciones diplomáticas se refiere, tenemos hartas pruebas d o c u -
mentales, y aun autógrafas, entre los papeles del Congreso de Viena que
en el Archivo del Ministerio de Estado se custodian. Complacíase en ejer-
citarla, más que en beneficio de su reino, en daño de sus Ministros de E s -
tado y Embajadores, que estuvieron á merced de un diplomático e x t r a n -
jero, intrigante, osado y sin escrúpulos, que aprovechó su cargo para m e -
drar y enriquecerse, t o m a n d o parte en tramoyas y negocios cuyas salpi-
caduras llegaron hasta el t r o n o . El Bailío Tatistscheff, Ministro Plenipo-
tenciario de Rusia, que á él nos referimos, logró, por medio de Ugarte,
personaje de condición tan ruin como su origen, introducirse en la cama-
rilla y en el favor del Rey, que conservó durante seis años, ejerciendo en
la sombra funciones de valido y siendo el verdadero arbitro de la política
exterior de España, d é l a que S. M. andaba tan ayunó como la mayor
parte de sus Consejeros. C u a n d o alguno de éstos dejaba de dar gusto al
r u s o , porque estorbaba sus planes ó no tenía con él las condescendencias
á que Tatistscheff creía tener derecho, podía estar seguro de que sus días
estaban ya contados, y que en aquel que menos lo esperara, al regresar á
media noche del regio alcázar, saboreando el exquisito h a b a n o , obsequio
dé S. M., y llena la cabeza del h u m o de la lisonja cortesana, siempre grata
y en la boca de u n Rey irresistible, hallaría en su casa el decreto de la
cesantía, acompañado quizás de u n a orden de prisión ó de destierro. G r a n
parte tuvo Tatistscheff en la caída de Cevallos, y obra exclusivamente
suya fueron el favor y la desgracia de Pizarro, que éste refiere ingenua-
mente en sus Memorias, y que, por su íntimo enlace con la negociación de
los T r a t a d o s de Viena, en cuanto á nuestra adhesión á ellos se refiere,
constituye u n o de los capítulos más curiosos de esta historia.

A los matrimonios portugueses del Rey y del Infante D . Carlos con


sus primas h e r m a n a s las Princesas D . a
María Isabel y D . a
María F r a n -
cisca de Braganza, hijas del entonces Regente D. J u a n V I y de la Infanta
D . Carlota Joaquina, h e r m a n a de Carlos I V , matrimonios propuestos por
a

el Ministro de Indias Lardizábal y negociados en el Brasil por u n Oficial


de Marina y u n fraile franciscano, el General Vigodet y el P . Cirilo, á
espaldas y disgusto del Ministerio de Estado, se ha atribuido generalmente
la caída de Cevallos; pero á ella ayudó no poco el Ministro r u s o , aunque
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 121

sea su intervención menos conocida. El Encargado de Negocios de España


en Río Janeiro D . Andrés Villalva creyó interpretar los deseos de su jefe,
opuesto al proyectado enlace regio, ponderando en despachos la falta de
salud de la futura Reina, que se aseguraba padecía ciertas erupciones en
la cabeza, y hasta emitiendo juicios descorteses acerca de su mérito p e r -
sonal. La guerra entre la diplomacia oficial y la secreta no por sorda fué
menos encarnizada é indecorosa, y el resultado de este desconcierto fué
a p r e s u r a r la venida de las Princesas, que llegaron á Cádiz sin dote y sin
ajuar, pero con n u m e r o s a servidumbre, y estuvieron á punto de ser allí
detenidas, depositadas en u n convento y devueltas al Brasil por acuerdo
del Consejo. P e r o , al fin, celebráronse las bodas y fué con gran entusiasmo
recibida en la Corte la nueva Reina, que desmintió con su robusta y agra-
dable presencia cuanto en su desventaja se había propalado Para conme-
m o r a r el fausto suceso repartió el Rey con enriqueña largueza toda clase
de mercedes, que llenaron dos Gacetas extraordinarias. Otorgáronse sin
tasa grandezas de España y títulos de Castilla, Cruces grandes y chicas,
entre ellas nueve Toisones de oro y un buen manojo de codiciadas llaves,
con u n sinnúmero de destinos en la magistratura y la administración; pero
en donde la prodigalidad llegó á su colmo fué en punto á recompensas m i -
litares, como si se tratara del t é r m i n o feliz de u n a gloriosa campaña. Con
cuatro Capitanes Generales, 17 T e n i e n t e s Generales, 42 Mariscales de
C a m p o y 72 Brigadieres se enriqueció la copiosa plana m a y o r de nuestro
Ejército, premiándose en los m á s , á falta de servicios, el buen deseo de
prestarlos. P a r a Cevallos, que ya tenía el T o i s ó n de o r o , se agotaron en
u n Real decreto las alabanzas en términos tales, que debieron hacerle creer
que había llegado al apogeo del favor y la privanza. P o r eso h u b o de serle
más dolorosa la dimisión que, por encargo del Rey, le anunció á los pocos
días Castaños, el cual cuenta, que afirmándose Cevallos con los puños en
el sillón ministerial, respondió « q u e ni la religión ni el bien del Rey le
permitían dejar el Ministerio», t o m a n d o , sin duda, en serio el lema que
para el escudo de sus a r m a s acababa S. M. de concederle. Y mientras Ce-
vallos abandonaba la P r i m e r a Secretaría de Estado y tomaba el camino de
Ñapóles, mal de su grado y á instancias de Pizarro, apremiado á su vez

1 Pizarro pecó de lisonjero al llamar á la Reina hermosa. Más en lo cierto estuvo el autor
del pasquín fijado en la puerta de Palacio, que decía:
«Fea, pobre y portuguesa.
¡Chúpate esa!...»
122 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

por la diplomacia rusa el autor de los matrimonios portugueses, L a r d i -


zábal, que parecía llamado á recoger el fruto de su negociación, salía tam-
bién del Ministerio para Valladolid, donde fué encerrado y procesado por
supuesto desacato al Rey . 2

Ya hemos dicho que por medio de Ugarte, ganado, Dios sabe cómo,
á la política rusa, había logrado Tatistscheff introducirse en la camarilla,
teatro adecuado para tan- mañoso personaje. P r o c u r ó , desde luego, g r a n -
jearse la voluntad del Rey, aprovechando la predilección que éste sentía
por el E m p e r a d o r Alejandro, y que no se había entibiado ni por las frus-
tradas bodas 3 ni por el apoyo que en el Congreso de Viena dispensó el
Zar a la mujer y al hijo de Bonaparte en perjuicio del derecho que á los
Estados hereditarios de la Casa de P a r m a asistía á la Infanta D . María a

Luisa, Reina de E t r u r i a . Dióse Tatistscheff aires de poseer en absoluto la


confianza de su augusto a m o , lo cual, andando el tiempo, llegó á ser cierto,
y mostróse dispuesto á emplear su influencia en servir al Soberano cerca
del cual se hallaba acreditado, haciendo que el E m p e r a d o r tomase en sus
manos los negocios que al Rey interesaban y que recobrase nuestra N a -
ción, con el apoyo de Rusia, el lugar preeminente que entre las de Europa
le correspondía, y del que se veía privada por las torpezas de los Ministros
y Embajadores españoles. P a r a asegurar el éxito de su empresa contaba
con su colega de.París, Pozzo di Borgo, h o m b r e de gran talento, sagacidad
y travesura, y con el Encargado de Negocios, recién n o m b r a d o Ministro
residente de España en San P e t e r s b u r g o , D . Francisco Z e a B e r m ú d e z , d i -
plomático tan ambicioso como intrigante, cuyos intereses y aficiones coin-
cidían con los del r u s o , y cuya intervención podía ser decisiva, poniendo
en boca del E m p e r a d o r Alejandro y haciendo que llegase á oídos del Rey
cuanto inventaba Tatistscheff y convenía á sus planes 4.

1 Pozzo di Borgo escribía á Tatistscheff, en 30 de Noviembre de 1816: «Eloignez Cevallos et


au plus tót: les anglais se servent de lui et nous jalousent ouvertement: j'en ai vu des preuves.»
2 En una carta, que fué interceptada, decía Lardizábal á Abadía: «que esto estaba muy
malo y que de América debía venir el piloto que nos salvase del naufragio», aludiendo á la fu-
tura Reina. Esta frase dio lugar á su desgracia.
3 Recibió Labrador en Viena el encargo de que, si no podía obtener para el Rey la mano de
la Gran Duquesa Ana, gestionase la de su hermana Catalina. Esta Princesa, viuda del Duque de
Oldemburgy prometida al heredero y después Rey de Wurtemberg, era la misma que, según
nuestro Embajador, tenía muy mal concepto de España, p o r n o d e c i r que se había expresado
con Talleyrand en términos harto inconvenientes respecto al Rey, á su hermano el Infante Don
Carlos y á su tío el Infante Don Antonio.
4 Vino Zea á Madrid en uso de licencia, y en un papel cerrado que entregó á Cevallos el 6
de Junio de 1816, se decía: «El interés y bienestar de la Monarquía española exigen que el Rey
nuestro Señor coloque á la Rusia en la primera línea de susaliados. Yo sé, á no poderlo dudar,
que el Emperador Alejandro se hallaba animado en 1812 de iguales sentimientos con respecto-á
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 123

El primer negocio en que puso m a n o Tatistscheff, y al que dio afortu-


nado y provechoso remate, fué la accesión del Rey á la Santa Alianza, lle-
vada á cabo sin conocimiento ni sospecha de Cevallos, negocio que le v a -
lió el T o i s ó n de oro, alta merced hasta entonces nunca concedida á un
Ministro Plenipotenciario E n 3 i de Marzo de 1816 escribía el E m p e r a -
dor de Rusia á F e r n a n d o VII acusándole el recibo de una carta enviada
por conducto de Tatistscheff, en que el Monarca español contestaba favo-
rablemente á las indicaciones que el Ministro ruso le había hecho en n o m -
bre de su Soberano, para que accediera al T r a t a d o de alianza fraternal y
cristiana concluido en París el 26 de Septiembre del año anterior, y á esta
carta del E m p e r a d o r respondió el Rey, según borrador escrito en francés
por Tatistscheff, en los siguientes t é r m i n o s :
«La lettre de V . M. I. du 3r M a r s a excité dans m o n cceur une satis-
faction que je m ' e m p r e s s e de L u i exprimer. Place par la Providence dans
une position difficile, c'est á Elle aussi que je dois l'appui que je recois de
votre amitié. E n m e tendant la main, Sire, c o m m e vous le faites, vous me
verrez marcher ferme á travers les embarras dont je suis environné. Dans
l'intérieur de l'Espagne, avec l'aide de Dieu, l'ordre sera retabli: j ' y t r a -
vaille sans cesse; la situation des Colonies c o m m e n c e aussi á donner l ' e s -
poir que leur unión avec la mére-patrie sera raffermie. Q u a n t aux rela-
tions de l'Espagne avec les autres Puissances, d é s q u ' o n saura en E u r o p e
que V . M. désire la prospérité de cette Monarchie et q u ' E l l e m'accorde
u n intérét personnel, les difficultés disparaitront. Je me piáis, Sire, á vous
offrir cet espoir, c o m m e uñ h o m m a g e que j'aime á rendre á votre p u i s -
sance et á votre gloire.
»J'applaudis sincérement au projet de V . M. de placer la tranquillité
future du m o n d e sous Fégide sacre de FEvangile. La pensée sublime qui
a inspiré l'Acte de la Sainte Alliance est digne de l'admiration des hom-
m e s . Puisse le ciel bénir vos soins! J'ai remis á M. de Tatistscheff m o n
acte d'accession á cette unión fraternelle et désormais c'est comme votre

España, y si nuestro anterior Gobierno hubiese acogido con ardor y cultivado con tino y previ-
sión las disposiciones de dicho Soberano á favor de S. M. y de la Nación, el Rey habría encon-
trado muy adelantada esta grande obra y, lejos de haber tenido el disgusto de ver en cierto
modo desairados sus Plenipotenciarios en el Congreso de Viena y Tratados de París, y lejos de
haber recibido la menor ofensa ó menoscabo en sus sagrados derechos ó los de su Real Familia,
habría podido sacar algunas ventajas importantes de las negociaciones pasadas, y la España hu-
biera ocupado el lugar brillante y glorioso que por tantas victorias ha merecido entre las Po-
tencias beligerantes contra Napoleón.»
1 Se le concedió el Toisón el 9 de Julio de 1816.
124 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

allié que je reclamerai et vos conseils et votre appui. J'espére que nos r e -
lations deviendront de jour en jour plus intimes. P o u r ma part je conti-
nuerai á prouver á V . M . les sentiments que je viens de.Lui e x p r i m e r » ' .
P a r a poner á prueba la amistad y la alianza del E m p e r a d o r Alejandro
ofrecíase desde luego al Rey el negocio de P a r m a , cuyo estado era el si-
guiente: El 17 de Octubre de 1815 escribió Cevallos á L a b r a d o r : «La
Sra. Reina de Etruria, después de haber r e h u s a d o el Estado de Luca y
demás que se la señaló y haber pedido con instancia al Rey, su augusto
h e r m a n e , que no desaprobase su resistencia, ahora me escribe que desea
lo que antes no quiso; y enterado S. M . de lo que me escribe la Reina,
ordena que V . E. apoye sus deseos.» Se excusó L a b r a d o r con la ausencia
de los soberanos y con que él no podía practicar estas gestiones sin d e s -
doro del Rey, y aconsejó á la señora Infanta que las hiciera ella directa-
m e n t e por medio del E n c a r g a d o de Negocios que tuvo en Viena . Meses 2

después, hallándose el E m p e r a d o r en Milán, envió allí la Reina de E t r u r i a


á Goupy, al cual n o quiso recibir en audiencia S. M . I., haciéndole saber,
por medio de Metternich, que lo ofrecido á S. M . Etrusca en R o m a por
Lebzeltern era lo m i s m o que se había dispuesto en el Congreso de V i e -
na 3. Y en despacho dirigido por el Canciller imperial al Príncipe K a u -
nitz, Embajador de Austria en Madrid, le dio orden de negarse á toda
discusión con el Gobierno de S. M. C. sobre este asunto, como ya arre-
glado por el Congreso 4 .
Parecía la ocasión oportuna para acudir al E m p e r a d o r de Rusia, como
lo hizo el R e y , reclamando su intervención en favor de la Reina de E t r u -
ria, por no haberse podido entender con el Gabinete de Viena. E n las
conversaciones que habían tenido lugar, tanto en R o m a como en Madrid,
los Ministros austríacos parecían dispuestos á doblar la pensión señalada

1 Del Acta de Accesión se conserva en el expediente una copia firmada por Tatistschcff.
quien declara haber recibido de S. M. C. el original, que transmitió á S. M. el Emperador Alejan-
dro el 31 de Mayo de 1816. Esta Accesión permaneció más de un año oculta, hasta que la descu-
brió Pizarro por un chisme diplomático del Ministro de Portugal con motivo del Toisón conce-
dido al de Rusia, y después de haber dado cuenta de ella al Consejo de Estado, la comunicó el 4
de Junio de 1817 á los Representantes de Austria y Prusia, aunque, por orden de S. M . , no se pu-
blicó en la Gaceta.
2 Despacho núm. 482, de 17 de Noviembre de.i8j5. En 20 de Diciembre se dio orden al Encar-
gado de Negocios de España en Viena, que protegiese confidencial y privadamente (después se
le dijo que oficialmente) al que se le presentara con poderes de la Reina de Etruria, y contestó el
Sr. Gutiérrez de los Ríos, en Despacho núm. 229, de 24 de Enero de 1816: «Supongo que la persona
me enterará del asunto, que es enteramente nuevo para mí.»
3 Despacho núm. 528, de 30 de Abril de 1816.
4 Despacho del Príncipe de Metternich al Príncipe Kaunitz, de Gorití á 30 de Abril de 1816.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 125

á la Reina de Etruria por el Congreso de Viena, y lo que el Rey deseaba


era que este millón se convirtiera en soberanía territorial, para lo cual el
Ducado de Luca podría aumentarse con el de Massa y Carrara, y si no
bastase, podría añadirse una parte de la T o s c a n a . La Archiduquesa Beatriz
se resarciría con la renta destinada por la Corte de Viena á la Reina de
Etruria, y en cuanto al G r a n Duque de T o s c a n a , no podría negarse á esta
cesión territorial cuando por el Acta final del Congreso había adquirido
los Presidios y el Principado de Piombino, que jamás poseyó. «Esto sólo
puedo esperarlo—escribía el Rey—de la intervención de V . M. Vos, S e -
ñ o r , que habéis concebido el noble pensamiento de r e u n i m o s por los sa-
grados lazos de la moral de nuestro divino Maestro, debéis también recti-
ficar la marcha de los que e n t r e nosotros pudieran separarse del buen
camino, y mantener la observancia de los principios que hemos proclama-
do. L a Santa Alianza es posterior al Congreso de Viena, y ella es la que
de aquí en adelante debe guiarnos.» Pasaba después S. M. á otro asunto
que, por su naturaleza, pertenecía á la política general de la Europa. E r a
éste el de la sucesión de Cerdeña. El Rey no tenía hijos y el Príncipe de
Carignan era el único pariente colateral llamado á sucederle. Si llegase á
faltar este Príncipe, último vastago de la Casa de Saboya, sería de temer
que la Corte de Viena reclamase la Corona de Cerdeña para u n m i e m b r o
de la Familia Imperial, y podrían evitarse guerras sangrientas y trastornos
arreglando desde luego la sucesión eventual del Piamonte, y llamando al
t r o n o de Cerdeña al Rey de E t r u r i a y sus descendientes, á la extinción de
la línea masculina de la Casa de Saboya

Al propio tiempo (el 9 de Julio) escribía el Rey al E m p e r a d o r de A u s -


tria autorizando á D. Francisco Zea Bermúdez, su Ministro Residente en
San Petersburgo, para que, tratando con la persona que S. M. I. y R . d e -
signase para el m i s m o objeto, arreglasen todos los puntos pendientes,
especialmente el relativo á la Reina de Etruria y su hijo.
Dio el E m p e r a d o r de Austria la callada por respuesta, mientras que el
de Rusia dejaba al cuidado de Tatistscheff el hacer presente á S . M. algu-
nas observaciones respectó á la marcha que debía imprimirse á esta nego-
gociación, porque, compartiendo el E m p e r a d o r los votos del Rey respecto
al establecimiento de la Infanta D . María Luisa, y hallando conforme al
a

interés general el proyecto relativo al Príncipe su hijo, deseaba que la dis-

1 Carta del Rey, de 3 de Julio de 1816.


126 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cusión y decisión de estos dos puntos se ajustasen á formas que nó dieran


lugar á celos y desconfianzas entre las Potencias aliadas
Un papel de Tatistscheff para el Rey, sin firma y con fecha del jueves 5
de Septiembre, muestra recelos de que pudiera llegar el Gabinete de Madrid
á u n acuerdo con el de Viena sin la intervención del Z a r , en cuyas manos
había puesto el Rey estos asuntos, por lo que era menester que de todo se
le diese inmediato conocimiento al E m p e r a d o r A l e j a n d r o y se evitara que
la Secretaría de Estado practicase gestiones contrarias á las de S. M . I. . 2

L a s de Pozzo di B o r g o , en París se limitaron á u n a s indicaciones


m u y ligeras y m u y vagas, que no tuvieron el apetecido resultado, y esto
hizo que el Rey, después de escribirle al Z a r una amistosa carta particular
para anunciarle la llegada de la Reina y la felicidad que su enlace le p r o -
metía 3, se dirigiera á él de nuevo el 16 de Octubre, manifestándole que, al
solicitar su apoyo en favor de la Reina de E t r u r i a , había resuelto desde
luego seguir las ideas que S. M . I. le sugiriera. Había aceptado, pues, la
intervención de la Francia en este asunto y había encargado á Mr. de T a -
tistscheff que se entendiera con su colega en París para apartar todos los
obstáculos que pudiesen impedir al Gabinete de las Tullerías el ofrecer
sus buenos oficios. P e r o había una dificultad, nacida de la doble d i p l o m a -
cia, y el Rey se excusaba cerca del E m p e r a d o r en los siguientes términos:
«Je me suis expliqué franchement avec M r . de Tatistscheff sur les d é -
marches qui ont été faites, tant á L o n d r e s q u ' á París: il vous aura infor-
m é , Sire, combien je regrette qu'elles ayent eu lieu. Des rapports d ' u n e
n a t u r e délicate m ' i m p o s e n t souvent u n e contrainte qui gene la marche
des affaires: j ' e s p é r e , avec l'aide de Dieu, sortir de ees e m b a r r a s : votre

1 Carta del Emperador Alejandro, de Czarskoye-Selo, 10 de Agosto de 1816.


2 «Le Courrier du Duc de Sun Carlos doit avoir apporté quelques propositions relatives a la
Reine d*Etrurie. II est absolument nécessaire de les comparer avec les demandes que Votre Ma-
jesté a fait á l'Empereur. Si la Cour de Vienne offre moins, il faut ne point accepter; si elle offre
davantage, il faut sa'ns perte de temps en avertir l'Empereur, afin qu'il puisse . en tirer profit
pour vos intéréts. Dans tous les cas, daignez, Sire, vous rappeler, que vous avez prié l'Empereur
de se charger de la conduite de cette affaire et que vous avez voulu qu'elle se fit directement
entre Vous et Lui. II faut done éviter que la Secrétairerie d'Etat, agissant de son cóté, ne fasse
quelque démarche contraire á celle que l'Empereur aura fait pour Vous obliger.»
3 Monsieur mon Frére. Je ne me bornerai point aux Communications de l'étiquette pour
vous faire part de l'arrivée de laReine ma femme et du bonheur que me promet mon unión avec
elle. Je trouve d a n s m a j e u n e épouse un excellent naturel jointaux agrémenS de la figure: un
attachement mutuel assurera, je I'espére, notre felicité reciproque. Vous venez de me donner,
Sire, tout recemment encoré des preuves certaines de votre amitié: je crois vous temoigner celle
que je vous ai vouée, en vous entretenant de ce qui me touche d'aussi píes: je rccevrai avec une
satisfaction particuliére l'expresion de l'intérét que veus y prendrez. Sur ce je prie Dieu, Mon-
sieur mon Frére, qu'il vous ait en sa sainte et digne garde. Votre boh frére et allié Fefdinánd,
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 127

amitié, Sire, pourra en avancer l'époque: en attendant elle me soutiendra


dans le chemin difficilé que la Providence m ' a tracé.»
P o r aquellos días hallábanse en Madrid, en uso de licencia, dos d i -
plomáticos españoles que influyeron de distinto m o d o , pero decisiva
m e n t e , en la caída de Cevallos. El revoltoso Zea había tomado desde
luego parte principalísima en la intriga t r a m a d a por Tatistscheff, con la
ayuda de Ugarte, y de ella vino también á ser el más poderoso, aunque
en un principio inconsciente auxiliar, P i z a r r o . Había éste llegado á la
corte con licencia que el Rey le había concedido, contra el parecer de C e -
vallos, y claro está que quien se había visto postergado y a r r u m b a d o en
Berlín por las ruines suspicacias y envidias de su jefe, no había de g u a r -
darle inmerecidas consideraciones. Púsose Zea en relación con Pizarro,
que había tenido la suerte de agradar al Rey por su conocimiento de la
política europea y de los Soberanos y Ministros extranjeros, le colmó de
atenciones y agasajos, y cuando el avivado resquemor de los agravios, por
una parte, y por otra el bálsamo de la lisonja, á manos llenas d e r r a m a d o ,
hubieron producido su natural efecto, vino Zea un día con gran misterio á
casa de Pizarro y le dijo que el Rey quería que le extendiese y firmase
una plenipotencia para el E m p e r a d o r de Rusia, siendo también propósito
de S. M. tener una doble diplomacia. E r a la idea tan absurda que parecía
imposible hubiese nacido en cabeza de diplomático, fuera éste español ó
ruso; pero instado vivamente de parte del Rey, indicó Pizarro que lo
más que podía hacerse, en razón de los altos objetos que se anunciaban,
era que el Rey diese á Zea una carta autógrafa para el E m p e r a d o r A los
pocos días volvió Zea á visitar á P i z a r r o para encargarle, de orden del
R e y , que escribiera esta carta y fuera con él á llevársela á S. M., que
quería hablarle. Escrita la carta en términos afectuosos, recomendando
genéricamente la política de S. M. y acreditando personalmente á Zea,
que ya lo estaba oficialmente cerca del E m p e r a d o r de Rusia, se la llevó
Pizarro al Rey, quien la aprobó é insistió en que admitiera aquél el e n -
cargo de dirigir la proyectada doble diplomacia.

Partió Zea para Rusia , y el 2-2 de Octubre se presentaron á Pizarro


2

1 Memorias de Pizarro, tomo 1 1 , pág. 14.


2 De su paso por París nos da noticia Labrador en su despacho núm. 553, de i.° de Octubre
de 1816, manifestando haberle enterado, en cumplimiento de la Real orden de i 5 de Septiembre,
de la negociación relativa á la Reina de Etruria, aunque dudaba llegase á tiempo de dar ningún
paso, pues hacía ya un mes que el Gabinete británico había comunicado al de Rusia nuestras
proposiciones.
128 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Tatistscheff y Ügarte, con un despacho dirigido á Zea en forma de i n s -


trucciones, al que acompañaba un papel escrito y rubricado de la Real mano,
que decía: «Palacio, 22 de Octubre de 1816. Pizarro: Quiero que firmes la
adjunta carta para Zea, ó bien la copies de tu letra, y hecho que sea, te
veas con Ugarte ó bien con el Ministro de Rusia, pues tiene que despachar
un correo.» El despacho que, á pesar de su m u c h a extensión, vamos á co-
piar íntegro porque da cabal idea del estado del negocio y de las ilusiones
que en el ánimo del Rey había infundido Tatistscheff, estaba así redactado:
«Reservado Confidencial. N ú m . 2.
»Muy señor mío: De orden del Rey N . S. voy á enterar á V . S. del
resultado que ha tenido la negociación pendiente sobre la reclamación ó
indemnización del Reino de E t r u r i a .
» V . S. fué enterado de que el Rey se había dirigido por sí directa y
confidencialmente al E m p e r a d o r de todas las Rusias, pidiéndole su apoyo
y protección para que, en lugar de sus antiguas posesiones de la Casa de
P a r m a , se la recompensase, además del Ducado de Luca y Piombino que se
le concedió por el Congreso de Viena, con el Ducado de Masa y Carrara,
y si éstos no bastaban á formar la renta de un millón de francos anuales,
se añadiese la sucesión eventual de Cerdeña ó Saboya.
»Esta proposición del Rey N . S. ha tenido la fortuna de ser acogida
bajo los auspicios del m a g n á n i m o y siempre generoso corazón del E m p e -
rador, el cual, deseoso de que el Rey quede enteramente servido, ha d i s -
puesto que la Corte de Francia sea una Potencia mediadora que presente
á las cuatro grandes Potencias la proposición para su decisión, con el c a -
rácter de estar desnuda de todo a m a ñ o y oculta inteligencia, quedando d e
este modo el E m p e r a d o r en entera libertad para hablar como juez y servir
al Rey con toda la plenitud de sus deseos y de su poder.
» T a n feliz resultado ha tenido el primer paso que ha dado el Rey N . S., y
consiguiente á él comunicó sus órdenes el E m p e r a d o r Alejandro á su M i -
nistro en París Pozzo di Borgo, á fin de que conferenciase sobre el p a r -
ticular con el Ministro de Estado D u q u e de Richelieu. A los primeros pasos
se manifestó éste poniendo algunos reparos para poder admitir la mediación,
no por falta de voluntad para servir al Rey y al E m p e r a d o r , sino porque la
conducta del Ministerio español había conducido los negocios tan fuera del
orden de los T r a t a d o s y de la justicia, que había llegado al punto de inco-
m o d a r al Gabinete de S. M. Cristianísima, provocándole y preparándole
á que tomase providencias poco agradables y nada conformes á las r e -
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA I2Q

laciones amistosas que desea conservar el Rey N . S. con S. M . Cristia-


nísima.
»Pozzo di Borgo ha escrito á M r . Tatistscheff enterándole de estas ocu-
rrencias, y éste se lo ha manifestado al Rey N . S., el cual, animado de los
indudables sentimientos pacíficos que le adornan, trata de cortar todo
disgusto entre ambos Gabinetes, y consiguiente á ello ha autorizado á
M r / T a t i s t s c h e f f para que, en su Real n o m b r e , escriba á Pozzo di Borgo,
lo que verá V . S. por la adjunta copia.
»A vista de esta autorización y de los justos y prudentes términos en
que va concedida, será m u y regular que el Gabinete de Francia no rehuse
ofrecer su mediación entre el Rey y las cuatro grandes Potencias.
»Pero es indispensable que V . S. sepa que al m i s m o tiempo que el Rey
hacía sus pasos confidenciales con el E m p e r a d o r sobre este negocio, el Mi-
nistro de Estado daba otros pasos diferentes por medio de los E m b a j a d o -
res de L o n d r e s y París, pidiendo otras concesiones menos ventajosas al
Rey, y, sin duda, estos pasos, lejos de adelantar el negocio, lo han parali-
zado; m a s , noticioso S. M. de ello, está dispuesto á tomar las medidas con-
venientes para que en lo. venidero no sucedan acontecimientos de tal n a -
turaleza, cuyos conceptos puedan ser equívocos á los ojos del E m p e r a d o r .
E n t r e t a n t o confía S. M . que V . S. buscará todos los medios que le s u g e -
rirá su celo para excusarle cerca del E m p e r a d o r , y que le h a r á todas las
explicaciones y aclaraciones imaginables para a u m e n t a r el decoro y b r i -
llantez del R e y N . S., que es lo primero de que siempre se ha de cuidar.
»De este modo se encuentra V . S. enterado de todo para que, con cono-
cimiento de causa, coopere V . S. por su parte, á fin de que tengan efecto
las promesas hechas al Rey N . S. por el E m p e r a d o r Alejandro.
»He hablado á V . S. del punto sobre el cual la Corte de Francia debe
presentar la proposición á la decisión de las cuatro grandes Potencias, y
ahora lo h a r é de la que el E m p e r a d o r Alejandro se ha reservado hacer per-
sonalmente á la primera reunión de los Soberanos. Esta es sobre la suce-
sión eventual de Cerdeña, que fué otra de las indemnizaciones que pidió el
Rey N . S . cuando se dirigió al E m p e r a d o r , como dejo insinuado y V . S . sabe.
»Pero, supuesto que este punto se lo ha reservado el E m p e r a d o r para
proponerlo y tratarlo personalmente con los Soberanos en la primera r e -
unión, m e limitaré á hacer observar á V . S . que es preciso que, cuando el
E m p e r a d o r salga á verificarla, se lo haga V . S. á la memoria, p r e s e n t á n -
dole bajo de u n punto de vista, no sólo la justicia de esta solicitud, sino la
I 30 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

utilidad recíproca á ambos Soberanos por las fundadas y poderosas r a z o -


nes manifestadas y demostradas en el sabio papel que el Rey puso al E m -
perador, el cual ha aplaudido la sabiduría de las miras de nuestro augusto
Soberano.
»No quiero concluir esta carta sin llamar la atención de V . S. sobre
que sería oportuno que cuando el E m p e r a d o r saliese á verificar la reunión
de los Soberanos buscase V . S. un motivo cohonestado para seguir y per-
manecer en aquel punto, porque esto, no sólo facilitaría el feliz éxito de la
negociación pendiente y de algunas otras que podrán ocurrir, sino que le
presentaría la buena ocasión de hacer observaciones cerca de los • S o b e r a -
n o s , que podrán ser m u y favorables al R e y N . S. y su Reino.
« S . M. confía que el celo y actividad de V . S. corresponderá á la con-
fianza que le ha depositado para continuar a u m e n t a n d o su benevolencia.
«Dios guarde á V. S. m u c h o s años. Madrid, i 5 (tachado y encima 24)
de Octubre de 1816»
Autorizado ya Pizarro para la correspondencia reservada, así se lo
anunció á Zea en carta que aprobó S. M . , y con el preinserto despacho,
2

copiado y firmado, entregó al Rey y éste á Tatistscheff para que hiciera


llegar ambos documentos á Zea, el cual no se dio por enterado de ellos y
declaró después de oficio 3 que no los había jamas recibido; teniendo por
cierto Pizarro que n o salieron de Madrid y que este fué uno de los medios
reprobados con que Tatistscheff y Ugarte alimentaban las ilusiones y bue-
nos deseos del Monarca, porque no era posible que se presentaran al E m -
perador de Rusia tales pretensiones, ni que S. M . I. las fomentara 4.

1 Hay una Nota de Pizarro que dice: «En 2 2 Octubre se dignó S. M. llamarme y luego
dirigirme el pliego adjunto núm. 2 con la esquelita y sobre de su puño, y autorizado para la
correspondencia reservada, aprobó la carta núm. 1.»
Los tres documentos figuran bajo una carpeta así rotulada por Pizarro: «4 Noviembre 1816.
Estos papeles me los dio S. M. para mi instrucción, pues ya no era menester negociación reser-
vada, pues S. M. se había dignado nombrarme Ministro.»
2 Reservada, confidencial. Muy señor mío: El Rey N. S. se ha dignado autorizarme para
seguir con V. S. la correspondencia reservada y transmitirle las órdenes que S. M. tenga á bien
darme, relativas á los importantes asuntos sobre que versa. Para asegurar por todos los medios
imaginables la reserva y el misterio necesarios en materias tan graves, es la voluntad de S. M.
que las cartas de V. S. vengan dirigidas á Don de Ugarte en la formay según lo convenido
entre V. S. y él, valiéndome yo del mismo conducto para la dirección de mis pliegos. En vista
de esta resolución de S. M., empiezo mi correspondencia señalando esta carta con el núm. 1, y
seguirán las demás por su orden. Dios guarde, etc. A D. Francisco de Zea Bermúdez.
3 Despacho cifrado núm. 7 2 , de 29 de Marzo de 1817, al que se contestó por Real orden
de 14 de Mayo, enviándole un duplicado de la de 2 4 de Octubre y encargándole averiguase
suavemente cómo había sido el extravio.
4 Aunque esto dice en sus Memorias (tomo 11, pág. i55), lo cierto es que las tales pretensio-
nes se encuentran expuestas y apoyadas en otras Reales órdenes suscritas por el propio Pizarro.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 13I

No podía ocultársele á P i z a r r o cuanto de descabellado y peligroso h a -


bía en la doble diplomacia de cuya dirección había tenido la debilidad de
encargarse, y así se decidió á combatir aquella arriesgada novedad en u n a
exposición que, por fortuna suya, no llegó á entregar al R e y , á quien e s -
taba destinada. De esta suerte, entre los dos candidatos indicados para re-
coger la herencia del desahuciado Cevallos, el uno Bardaxí, apoyado por
Castaños, la pandilla de la Duquesa de Benavente y la Secretaría de Esta-
do, y el otro Pizarro, que tenía en su favor al Ministro ruso, al Capitán de
Guardias Alagón, en una palabra: á la camarilla y á los portugueses, ó sea
á los partidarios de las bodas reales, triunfó P i z a r r o , y con su n o m b r a -
miento para el Ministerio de Estado cesó, aparentemente, la doble diploma-
cia. Lo que no cesó fué el influjo de Tatistscheff, á quien, siguiendo u n
plan de amistosa confianza, se le comunicaban con la debida reserva los
despachos recibidos en la Secretaría y se le consultaban las resoluciones
y notas á que daban lugar con lo que cobró mayores vuelos su d e s m e -
dida ambición y se hizo su prepotencia insoportable.
El cambio de Ministro fué bien recibido en París, donde se esperaba
que á él siguiera el cambio de Embajador, pues Peralada, que era en España
realista neto, habíase afiliado en Francia al bando de los que profesaban
análogas ideas, en oposición á las del propio Rey Luis XVIII y su Gobier-
no, y andaban siempre anunciando próximos levantamientos y trastornos.
Lejos de contribuir á suavizar asperezas y á estrechar relaciones que p o -
dían y debían ser de cordial amistad entre ambas Cortes, era el Embaja-
dor, con su conducta en Francia y con los equivocados informes que daba
á su Gobierno, u n elemento de discordia, y mantenía ésta viva con minu-
cias y nonadas que, en su poquedad de espíritu y cortedad de e n t e n d i m i e n -
to, tomaban las proporciones de grandes problemas internacionales. E n t r e
los candidatos que aspiraban á recoger la herencia de Peralada, indicaba
Pozzo di Borgo al Duque de San Carlos, á la sazón Embajador en Viena , 2

como la persona que sería mejor recibida en la Corte 3.


Contestó Tatistscheff que Peralada vendría á Madrid con licencia, y
sabiéndose ya aquí que en París se deseaba que fuese reemplazado por San

1 Memorias de Pizarro, tomo n, pág. i56.


2 Llegó á ser, andando el tiempo y repetidamente, Embajador en París, donde murió de
una indigestión de langosta que tomó en casa de Mme. Grand, la divorciada esposa de Talley-
rand, de quien andaba prendado, y á la que procuró satisfacer con la banda de María Luisa,
según cuenta Pizarro en sus Memorias (tomo n, pág. 2 3 1 ) .
3 Carta de Pozzo di Borgo á Tatistscheff, de 30 de Noviembre de 1816.
I32 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Carlos, procuraría complacerlo en punto tan importante para las futuras


relaciones entre ambos países. Este cambio podría retrasarse algo, porque
exigía ciertos arreglos
En efecto: la combinación diplomática que tenía Pizarro en estudio, y
en la que entraron las Embajadas de París, L o n d r e s , Viena y Ñapóles y
la extraordinaria que desempeñaba L a b r a d o r , no se llevó á cabo sino tres
meses después, lo cual prueba que las tales combinaciones han sido en
todo tiempo cosa que se h a cocido á fuego lento y han dado m u c h o que
pensar y que sentir á los encargados de amasarlas; aunque, al revés de lo
que hoy hubiera sucedido, no resultó entonces más que una víctima, el
Embajador en París, el. Conde de Peralada, que fué propuesto p a r a l a E m -
bajada en Petersburgo. P o r q u e Tatistscheff, que por mera devoción al
Rey se desvivía en servirle, creyó que podría hacerlo con m a y o r eficacia
si se le acreditaba como Embajador cerca de S. M. C , y convencido tam-
bién de ello F e r n a n d o VII, se lo pidió al E m p e r a d o r Alejandro en carta
de gabinete, en que proponía á su augusto amigo que, para dar el l u s -
tre conveniente á la representación diplomática entre ambas Cortes, d e -
seaba S. M. n o m b r a r u n Embajador cerca de S. M . I., y para dar una
prueba de su delicadeza, le proponía al Conde de Peralada, G r a n d e de Es-
paña, ó á D . José Palafox, Capitán general é ilustre defensor de Z a r a -
goza, sobre el que S. M . fijaba su particular atención, y que S. M. elegiría
al que mereciera la preferencia del Emperador, esperando al m i s m o tiempo
que, en debida reciprocidad, conservase S. M. I. en Madrid á M r . T a t i s t s -
cheff con el carácter de Embajador. Esta carta se envió por conducto de
Zea, á quien en un oficio mandado á poner por el Rey, según cuida de a d -
vertir Pizarro, y escrito y copiado por éste de su p u ñ o , se le indicaba que
convenía á la delicada conducta del Rey y á las leyes de fina amistad y
decoro, que S. M. I., al responder á S. M. fijando su elección, enviase
desde luego las nuevas credenciales de Embajador á Mr. Tatistscheff, sin
esperar á nuestro Embajador, sobre lo cual se le hacía el más positivo e n -
cargo, por lo que interesaba al decoro de S. M.; añadiéndose que la m u -
danza en nada alteraba la posición de Zea, que seguiría en el mismo pie,
mereciendo la confianza de S. M. . C o m o el E m p e r a d o r se hallaba en el
2

sitio imperial de Zarcoe-zelo, entregó Zea la carta de gabinete al Secretario

1 Carta de Tatistscheff á Pozzo di Borgo, de i 5 de Diciembre de 1816. De letra de Pizarro:


«S. M. la oyó y me mandó le dijera á Tatstischeff la aprobaba.»
2 Real orden de 26 de Marzo de 1817.
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de E s t a d o , Conde de Capo dTstria, para que la hiciera llegar á su alto


destino, manifestándole cuanto se le prevenía y aunque no consta la
respuesta de S. M. I., debió ser negativa, como era de p r e s u m i r , dado que
la Rusia se hallaba á la sazón representada en las demás Cortes por M i -
nistros Plenipotenciarios como Pozzo en París y Stackelberg en Viena.
T u v o , pues, Tatistscheff que renunciar á las ilusiones que se había for-
m a d o respecto á la Embajada, y dio nuevos r u m b o s á su insaciable ambi-
ción y siempre despierta t r a v e s u r a .
D u r a n t e los primeros meses de su Ministerio creyó P i z a r r o i n g e n u a -
m e n t e que era el Rey quien dirigía por sí m i s m o toda n u e s t r a política e x -
terior, sirviéndole el Ministro r u s o de adecuado i n s t r u m e n t o para la r e a -
lización de sus planes, y así lo expresaba con sincera admiración en sus
resoluciones sobre los despachos de L a b r a d o r , m u c h a s de las cuales no
se trasladaron al interesado y fueron meros desahogos ministeriales para
conocimiento de la Secretaría y de los que en lo futuro hubieran de r e -
girla. Poco á poco fué convenciéndose de lo contrario, a u n q u e su respeto
monárquico le impidiera confesarlo, é intentó resistir aquella ingerencia
extraña que se ejercitaba en vergonzosas socaliñas, preparatorias del m á s
escandaloso negocio.
Hallábase Pizarro de jornada en la Granja, cuando se le presentó T a -
tistscheff, m u y campante y solícito, con pliegos de Zea, rogándole diera
de ellos inmediata cuenta al Rey, porque se trataba de la concesión de bu-
ques de guerra para nuestra expedición á América, y añadiendo que, para
hacer más agradable la sorpresa á S. M., debería m o s t r a r s e él m i s m o sor-
prendido. El oficio de Zea sólo contenía la noticia de la cesión de cuatro
navios como acto de amistad íntima de parte del E m p e r a d o r , y sin la más
r e m o t a expresión que indicase compra ó venta . L e y ó Pizarro el despacho
2

al Rey y le felicitó, sin sospechar que aquella concesión, hecha á espaldas


del Ministerio de Estado y con carácter de sorpresa, era un premeditado
y alevoso negocio, con sus puntas y ribetes de estafa, de que iba á ser víc-
tima n u e s t r a esquilmada Hacienda.
El 27 de Septiembre de 1817.zarpaban del puerto de Reval y el 21 de
F e b r e r o de 1818 fondeaban en el de Cádiz, después de una arribada á I n -
glaterra para reparar averías, los cinco navios y tres fragatas que c o m p o -
nían la escuadra rusa, al m a n d o del Contraalmirante Moller. L a Gaceta,

1 Despacho reservado, de 13 de Mayo de 1817.


2 Memorias de Pizarro, tomo 11, pág. 159
12
1 34 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

en u n artículo de oficio, trabajado por Ligarte de propia Minerva, cuidaba


de anunciar al público que en una negociación que el Rey había entablado
y continuado por sí mismo hasta su feliz conclusión, había adquirido para
la España la propiedad de la referida escuadra, debida á sus desvelos, sin
otro sacrificio que el del justo pago en dinero efectivo del valor legítimo
de los buques de que se componía; y aun para este desembolso había b u s -
cado S. M. el medio de irlo efectuando en términos que no fuera preciso
gravar con dicho objeto á sus vasallos. Si la Providencia favorecíalos jus-
tos designios de S. M., se vería renacer el comercio con la seguridad;
prosperar la agricultura é industria con la fácil salida de sus productos;
crecer las rentas del Estado; restablecer el orden en los dominios de A m é -
rica, y los españoles de a m b o s hemisferios, todos unidos y todos h e r m a -
nos, bendecir al Soberano, á cuya sabiduría y desvelos serían deudores
de tantos beneficios; y que desde el extremo meridional de Europa, s i m -
patizando con los sentimientos nobles y generosos del augusto E m p e r a d o r
del N o r t e , había sabido buscar en tan apreciable amistad un auxilio nece-
sario para remediar los males de su pueblo
Mientras llegaba el m o m e n t o de que disfrutaran los españoles de los
beneficios que la sabiduría del Rey les preparaba por medio de aquella es-
cuadra rusa de feliz presagio, recibió P i z a r r o u n oficio de su compañero
el Ministro de la G u e r r a Eguía, para que la cantidad íntegra, sin d e s -
cuento alguno, de la indemnización que debía pagar Inglaterra á los sub-
ditos españoles perjudicados por la abolición del tráfico de negros, y que el
T r a t a d o de Madrid de 23 de Septiembre de 1817 fijó en 400.000 libras es-
terlinas, se pusiese en L o n d r e s en m a n o s de u n extranjero. Habíase esti-
pulado por Tatistscheff y Eguía, en u n Convenio firmado el 11 de Agosto
de 1817, cuyo original nunca vio P i z a r r o , suponiendo estaría en el M i n i s -
terio de la G u e r r a , que la escuadra vendida á España, y compuesta de
2

1 Gaceta de Madrid, 27 de Febrero de 1 8 1 8 .


2 La nota que acompaña á este Convenio, inserto en la Colección de Cautillo, dice asi:
«Este Tratado se ha traducido de una copia publicada en uno de los números del periódico i n -
glés Morning Cronicle de Diciembre de 1 8 2 3 . Se ha buscado en los Archivos del Ministerio de
Estado, pero sólo se encontró la convicción de que no existía en él ni en los demás Ministerios.
Quizá él mismo Fernando VII lo extravió para evitar los cargos que amagaron por parte de las
Cortes contra Eguía y Ugarte, ambos favoritos de aquel Monarca, y de los cuales, el primero
firmó el Tratado actual, y el segundo el Convenio complementario de 27 de Septiembre de 1819,
que se ha copiado de un papel presentado por el Ministerio de Rusia, con motivo de reclamar el
pago total de las sumas estipuladas. En estos negocios no parece que hubo la limpieza necesaria,
por lo que no es extraño hayan desaparecido los comprobantes y con ellos los papeles de una y
otra negociación.»
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA .135

cinco navios de línea de 74 cañones y tres fragatas, cuyo porte no se había


determinado todavía, se evaluaba en i3.600.000 rublos 1
en inscripciones
del Banco, para cuyo reembolso cedería S. M. C . á S. M . I. las 400.000
libras esterlinas' que había d e satisfacer Inglaterra, según el aún n o fir-
m a d o T r a t a d o de Madrid, y el resto lo iría [pagando en sumas indetermi-*
nadas, de manera que se hubiera~completado la cantidad total para i.° de
M a y o , es decir, á los siete días d e haber fondeado los buques rusos en
Cádiz . E n t r e tanto, empezó la voz pública á m u r m u r a r de la tal e s c u a -
2

dra, que ya había tenido que hacer notables reparos en Inglaterra; los Ca-
pitanes de navio n o m b r a d o s para su m a n d o no quisieron admitirlo, y fue-
r o n depuestos severamente; se probó evidentemente con u n reconoci-
miento facultativo, que esquivaron los Jefes d e Marina r u s o s , que los
buques estaban totalmente inútiles, más ó menos podridos en sus cascos,
con necesidad de jarcias, etc., etc., en una palabra, incapaces de navegar,
excepto una fragata que se llamó Marta Isabel y fué destinada á L i m a .
T o d o s los demás, incluso el navio Alejandro, en el que se gastaron más
de u n millón d e reales para que pudiera ir á Barcelona á esperar á la I n -
fanta D . a
Luisa Carlota, servicio que n o llegó á prestar, se sepultaron en
el Arsenal de la Carraca, en donde todos ellos fueron desguazados sucesi-
vamente, por podridos é inútiles, para leña para q u e m a r 3. Y así acabó,

1 Unos 68 millones de reales, según la equivalencia fijada en el mismo Tratado (art. 8.°). El
Sr. Saralegui, en su interesante y documentado folleto Un negocio'escandaloso en tiempos de
Fernando VII, calculando equivocadamente el rublo en 1 6 reales, en lugar de 5 , hace subir la
suma á 217.600.000 reales.
2 Pagadas las 400.000 libras esterlinas y desviados hacia otros gastos indispensables los
fondos de la Tesorería española, ajustóse por Tatistscheff y Ugarte un Convenio complementa-
rio para el reembolso de las sumas indeterminadas que no habíamos pagado, y que se fijaron en
5.300.000 rublos, de los cuales habíamos de entregar inmediatamente 2.600.000 francos que nos
-debían los franceses y las 1 7 7 . 0 0 0 libras esterlinas restantes, en doce plazos iguales en el año
de 1820.
• 3 Memorias inéditas de Vázquez Figueroa, reproducidas en las de Pizarro, tomo m, pá-
gina 427. A los ocho buques rusos expresamente comprendidos en el precio estipulado en el
Convenio de 17 de Agosto de 1 8 1 7 , hay que sumar tres fragatas, espontáneo regalo del Empe-
rador, que llegaron á Cádiz en Octubre de 1 8 1 8 , y de que no hacen mención en sus Memorias n
Figueroa ni Pizarro. De los cinco navios que figuraron en la escuadra rusa, uno, el Velasco, no
se estrenó; tresno prestaron más servicio, puede decirse, que el de permanecer amarrados
en la bahía de Cádiz, como unidades principales de la fracasada expedición al Rio de la Plata, y
el quinto, el Alejandro I, que llegó á arriesgarse en navegación de golfo, tuvo que retornar
presto podrido y averiado. De las seis fragatas, la María Isabel, destinada á Lima, fué apresada
mediante engaño, por los disidentes chilenos en el puerto de Talcahuano; la Astrolabio terminó
.como el Velasco, su vida sin salir de la Carraca, donde fueron también deshechas la Pronta y la
Mercurio, y las dos restantes, la Viva y la Ligera, en mal hora utilizadas, llegaron tras duras
pruebas á la Habana, reducidas sus maderas á fango ó polvo. E.1 precio en que fueron vendidos
en Cádiz en pública subasta los cascos de los cinco navios y tres fragatas, ascendió á 396.000 rea-
les. (Saralegui: Un negocio escandaloso en tiempos de Fernando VII.)
I 36 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

rendida, no al peso de los años, sino al de su propia p o d r e d u m b r e , aquella


poderosa flota que el generoso desprendimiento del E m p e r a d o r Alejan-
dro I puso á disposición de su amigo y aliado el Rey F e r n a n d o VII. para
la reconquista de América. L o que jamás se supo fué el paradero de los
68 millones de reales que, con n o menos generoso desprendimiento por
parte de España, puso F e r n a n d o VII á disposición de los amigos y aliados
que intervinieron en tan .escandaloso negocio.
A u n antes de que este asunto de los barcos le abriera por completo los
ojos á Pizarro respecto al alcance de la alianza rusa y de la intriga q u e
Tatistscheff traía entre m a n o s , se había percatado de que la doble diplo-
macia seguía funcionando en Palacio, no ya en provecho, sino en d a ñ o
suyo. Halagábase al R e y haciéndole creer en la próxima reconquista d e
América, en el inmenso poder que por medio de Rusia iba á adquirir la
Monarquía, en la abundancia de fieles, vasallos y extranjeros, que le s e r -
vían en secreto por p u r o a m o r á su persona, en el p r o n t o descubrimiento
y completa extirpación de todos los revoltosos, y lo que m a y o r satisfac-
ción producía en el Real á n i m o era la idea de que todo esto lo hacía y o b -
tenía por sí mismo, sin ayuda ni conocimiento de sus Secretarios de E s -
tado y del Despacho.
Los que formaban entonces el Ministerio se dividían, como buenos es-
pañoles, en dos encarnizados bandos: el u n o , compuesto de Eguía y Loza-
n o , titulábase el partido del R e y , y, á pesar de estar en minoría en el
Consejo, era el que en Palacio gozaba de m a y o r influjo; en el otro figura-
ban Pizarro, Garay y Figueroa, los más capaces y los más h o n r a d o s , mo-
tejados de partidarios de la Reina.
Las relaciones de Tatistscheff con P i z a r r o se habían ido enfriando á
medida que uno y otro se fueron conociendo. C o m p r e n d i ó el Ministro
r u s o que no era el español el dócil i n s t r u m e n t o con que había soñado para
la realización de sus planes políticos y financieros, y acudió á Pozzo di
Borgo, que era quien desde París dirigía en grande la política española,
pintándole á Pizarro como u n Ministro díscolo y menos manejable de lo
que había creído. Contestó Pozzo en una carta destinada á producir su
efecto en Palacio, manifestando que no se hallaba contento con la d i r e c -
ción del Gabinete español. De las explicaciones que con este motivo m e -
diaron entre Tatistscheff y P i z a r r o quedaron ambos interlocutores poco
satisfechos, formando el p r i m e r o la resolución de deshacerse del segundo.
Convencido P i z a r r o , no sólo por la actitud de Tatistscheff, sino por las
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA

noticias que por diferentes conductos, y alguno tan autorizado como el de


Alagón, llegaban á su oído, de que no había de serle posible m a n t e n e r s e
en la Secretaría de E s t a d o , p r o c u r ó salir de ella voluntaria y decorosa-
m e n t e , aprovechando la ocasión que le ofrecía la reunión del Congreso de
Aquisgrán. Propuso á S. M . que le confiara esta misión, n o m b r a n d o en su
ausencia otro Ministro ó eligiendo como interino á Casa Irujo ó Heredia,
a m b o s m u y capaces. Aprobó el Rey la idea; pero no cuidó Pizarro de pre-
venir á la Reina, la cual, atribuyendo la misión de Pizarro á intrigas de
sus enemigos, se opuso resueltamente á ella, y cuando el Ministro llevó,
con tanta prisa como júbilo, su n o m b r a m i e n t o á la firma del Rey, le c o n -
testó S. M. de u n m o d o lisonjero que n o quería que se fuese, y que lla-
mase á otro para el C o n g r e s o . Al dar las gracias á la Reina por la b o n d a -
dosa intervención que le perdía, le tranquilizó la augusta señora, a s e g u -
rándole del ánimo firme del Rey en su favor. P a r a que se cumpliera lo
q u e decía el Ministro de Gracia y Justicia Lozano: «Piensa Pizarro salir
á Embajada: no, señor; ha de ser mal.»
El 14 de Septiembre de 1818, después de haber entregado Figueroa al
Rey los datos relativos al reconocimiento de los barcos rusos y de haber
recibido de S. M . dos mazos de buenos cigarros; de haber sacado Garay
en el despacho un asunto que siempre había salido mal, y de haberse mos-
t r a d o el Rey con Pizarro tan bondadoso como de c o s t u m b r e , al regresar
aquella noche á su casa los tres Ministros, se vieron sorprendidos por el
decreto de destitución, acompañado de una orden de destierro que alcan-
zaba á sus familias y habían de cumplir antes del amanecer. A la mañana
siguiente pasó el Rey por casa de los tres desterrados p a r a cerciorarse de
q u e sus órdenes habían sido p u n t u a l m e n t e cumplidas. Y Tatistscheff se
manifestó con el C u e r p o diplomático m u y sentido de la caída de Pizarro

1 De esta caída jamás se levantó Pizarro, y ni volvió al Ministerio, como su colega Figueroa,
ni pudo obtener ningún puesto en su carrera, considerándose víctima de la persecución de los
masones. Se le atribuyeron los folletos que con el titulo de Arlequinada diplomática escribió un
tal Mora, de Cádiz, en los que se ridiculizaba de un modo harto transparente á los funcionarios
de la carrera;mas lo peor fué, que también se le imputó la paternidad de otro folleto, Tutili-
mundi, que contenía un artículo irrespetuoso para el Rey, que S. M. nunca le perdonó.
En cuanto á Tatistscheff, quedó mudado cuando la revolución de 1820 acabó con el influjo
político ruso en España; pero no perdió, con su puesto, la confianza de su Soberano ni las mañas
que en Madrid había adquirido, pues en Marzo de 1822 lo hallamos en Viena enviado por el Em-
perador Alejandro para entenderse, sobre la cuestión de Turquía, directamente con Metternich,
sin intervención del Embajador de Rusia, el Conde Golowkin, hechura de Capo d'Istria. (Véanse
sobre esta negociación las Memorias de Metternich, tomo ni, pág. 5 7 1 ) .
i38 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Hemos visto cómo subió y cómo cayó P i z a r r o á impulsos de e x t r a ñ o


valimiento. Veamos ahora cómo dirigió la política exterior de E s p a ñ a en
los primeros meses de su Ministerio, d u r a n t e los cuales negoció nuestra
accesión á los T r a t a d o s de Viena, j u n t a m e n t e con la sucesión de la Casa
de P a r m a en sus antiguos Estados patrimoniales.
Pertenecía Pizarro á la c a r r e r a diplomática y, no, sólo había desempe-
ñ a d o con lucimiento, desde Agregado hasta E n v i a d o , diversos puestos en
el extranjero, sino que también había pasado por todos los de la S e c r e t a -
ría antes de llegar á ser Ministro de Estado en 1812, en los revueltos días
de las Cortes de Cádiz. P o r q u e o c u r r í a entonces con frecuencia lo que es
hoy caso rarísimo y objeto de censura, á saber: que se confíe la c a r t e r a
de Estado á las técnicas y pecadoras manos de un diplomático de c a r r e r a .
Diplomáticos de profesión fueron casi todos los Ministros de Estado de la
Regencia, los de F e r n a n d o VII y los de los p r i m e r o s años del gobierno de
D . M a r í a Cristina, y lo propio sucede todavía en otros países que, si
a

parecen poderosos, prósperos y bien administrados, como los Imperios


alemán y austríaco y aun el r e m o t o del Japón, que de aprendiz ha pasado
á ser maestro, se hallan, sin e m b a r g o , en este p u n t o , en u n lamentable
atraso. Nada h a y , en general, más c o n t r a r i o á los principios de buen g o -
bierno que entregar determinados Ministerios á gente del oficio, que va á
ellos con ideas preconcebidas, fruto de una r u t i n a r i a experiencia; y si esto
es u n mal cuando se t r a t a del ejército ó de la justicia, que c o n t i n ú a n en
España siendo monopolio de militares y abogados, agrávase considerable-
mente en el Ministerio de Estado, donde el diplomático profesional, que
tiene una visión parcial de los intereses colectivos, está expuesto á cons-
tantes fracasos por carecer del conocimiento de aquellos supuestos nacio-
nales en que se apoya toda política extranjera, conocimiento que no se
adquiere sino estando en intimo é incesante contacto con ellos . H a b r á
l

quizás quien piense que la alta dirección de la política exterior, ó sea la


orientación del Gabinete, no es función privativa del Ministro de Estado,
sino del Jefe del Gobierno, el cual ha de estar mejor enterado que nadie
de la totalidad de la política interior; siendo, por consiguiente, un M i n i s -

1 El Diario Universal: «Nuestra política exterior. Un Ministro de Estado permanente.»


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 38 i

tro profesional que sepa su oficio, precioso auxiliar para un Presidente


del Consejo que conozca el suyo. P e r o esto, que podrá ser cierto en otros
países, aplicado á España resulta e r r o r crasísimo. El Ministro debe y
suele ser un h o m b r e superior, sin especial aptitud ni afición para n i n g ú n
d e t e r m i n a d o cargo, pero con m i r a d a escudriñadora y penetrante, que,
como el águila, se cierne sobre todos los asuntos, y no desciende jamás á
ras de tierra, donde las impurezas de la realidad agostan las más fecundas
iniciativas ministeriales. ¿Qué sería de éstas si el Ministro tuviese cabal
idea ó siquiera sospecha de la inanidad de sus propósitos? ¿ C ó m o habría
de resolver con imparcialidad y acierto los asuntos, si los conociera de
a n t e m a n o y le estorbaran, c o m o pesada impedimenta, los prejuicios que
nacen del estudio y la experiencia? El tirador de oficio, ducho en estoca-
das aprendidas en la sala de a r m a s , s u c u m b i r á en el terreno cuando tenga
que habérselas con un h o m b r e que reúna, á la dosis de valor en todo es-
pañol ingénita, otra igual de ignorancia de la esgrima y del peligro, que
no deje n i n g ú n resquicio al miedo. Hay que reconocer, en fin, por m u -
cho que nos duela, qué es tan poca la afición y el interés que en E s p a ñ a
despiertan las cuestiones exteriores, que aquellos que á su estudio han de-
dicado, no sólo sus ocios, sino la m a y o r y mejor parte de su vida, han
dado con ello prueba de cierta inferioridad m e n t a l , descubierta y divul-
gada por la prensa, y se han hecho acreedores al justo menosprecio de sus
conciudadanos.

T u v o P i z a r r o la fortuna de que los gaceteros y diaristas de su tiempo


no se habían aún percatado de la importancia de su misión, ni constituido
en casta sacerdotal, por lo que ejercían piadosa y b l a n d a m e n t e las funcio-
nes docentes de su ministerio. Hubiéranle si no sacado á relucir que n o
sabía el castellano, pues no era posible que lo h a b l a r a sin dificultad y lo
escribiera sin tropiezo quien también leía, escribía y hablaba otras l e n -
guas e x t r a ñ a s , defecto grave en un Ministro de Negocios extranjeros.
Y hubiéranle echado en c a r a que no era comen.sal ni tertuliano del P r í n -
cipe de la Paz; ni acompañaba en coche al elegante Urquijo; ni figuraba
en el c o r r o de los que oían absortos al sabio A z a r a , ni se extasiaba con las
suculentas notas diplomáticas de Cevallos, n u t r i d a s con textos latinos de
Grocio y de la Biblia; ni era, en suma, paniaguado de ningún corifeo, ni
formaba parte de ningún b a n d o , pandilla ó taifa, y siendo así, ¿cómo h a -
bía de conocer la política interior de España, los recursos de la nación y
sus aspiraciones para !o por venir?
' '4° REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Ello es que P i z a r r o contó con la benevolencia de la prensa; pero n o


con la de sus antiguos c o m p a ñ e r o s de la P r i m e r a Secretaría, donde el ré-
gimen flojo y perezoso de Cevallos había creado un espíritu de ambición
é intriga en los oficiales, n i n g u n a subordinación y g r a n relajación en la
asistencia y el trabajo, unido á u n ruin sentimiento de envidia, que siem-
pre presidió en aquel d e p a r t a m e n t o , y á la ineptitud de muchos que al fa-
vor debían sus puestos y en ellos se consideraban intangibles. Resentíase,
además, el trabajo de la m a l a distribución de negociados, que es una de las
cosas que se m i r a n con indiferencia, aunque de ellas penda casi siempre
el acierto. Buscábanse los negociados en que se aguza el entendimiento en
ingeniosas combinaciones de personal para favorecer á los amigos, ó los
que inducen á cierta familiar p r o p i n c u i d a d con los Jefes, fuente copiosa de
bienandanzas y provechos, ó los que ofrecen, con escasa fatiga, rica cose-
cha de apetecidas cruces extranjeras. Aquellos negociados en que no se
daban empleos, ni cruces, ni habilitaciones y sobresueldos, y en que no
se g a n a b a n consideraciones y amigos, se llamaban hueso, y dábanlo á roer
á los desheredados de la fortuna que, con verdadera vocación diplomática,
trabajaban por afán de gloria, m a d r e de aciertos, si no de recompensas.
P r o c u r ó P i z a r r o poner en esto algún remedio, a u n q u e sin lograrlo, p o r -
que el mal tenía hondas raíces y e r a n los más inútiles los más protegidos
y más firmes; pero lo que sí consiguió fué malquistarse con muchos y que
se m u r m u r a r a descompuestamente de él en la Secretaría.
Poca fué, pues, la ayuda que halló en ella, y no mayor la que le p r e s -
t a r o n nuestros Embajadores en el extranjero, que se consideraban, los
unos, á título de c o m p a ñ e r o s , t a n t o como él, y los otros, que acababan de
ser sus jefes, más que él; distinguiéndose entre todos, por el tono d e s p r e -
ciativo, orgulloso, descomedido é insolente de su correspondencia, don
Pedro Gómez L a b r a d o r . Dirigíase todo á manifestar el m a l efecto que ha-
cía en e l e x t r a n j e r o la llamada Camarilla, principalmente dirigida por el
Ministro ruso; siendo los ingleses los p r i m e r o s que de esto se recelaban y
quejaban. A los despachos a c o m p a ñ a b a cartas desacatadas é insufribles,
que a c a b a r o n , al fin, con la paciencia de P i z a r r o y le obligaron á dar á
L a b r a d o r la merecida respuesta, que puso t é r m i n o á la correspondencia
particular. No fué menos violenta é insolente la correspondencia oficial,
porque L a b r a d o r no entendía de delicadeza y achacaba á miedo la e x c e -
siva prudencia de P i z a r r o , el cual se desahogaba en las incumplidas reso-
luciones con que acotaba los despachos.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 141

Apenas se hizo cargo del Ministerio, previno Pizarro á L a b r a d o r q u e


no promoviese la negociación sobre acceder al Acta de Viena y al T r a t a d o
de París de 2 0 de N o v i e m b r e hasta que se hubiese e x a m i n a d o con más
m a d u r e z este importante negocio L a accesión al T r a t a d o de París se hizo
después, excluyendo de ella, en el Acta que se entregó el 2 de D i c i e m b r e
al Ministro de Negocios extranjeros de F r a n c i a , los artículos 99 y io5 d e l
A c t a de Viena, relativo, el p r i m e r o , á la cesión de los tres Ducados á la
Archiduquesa María Luisa, y el segundo, á la recomendación hecha al Rey
sobre la restitución de Olivenza ; y en cuanto á la accesión al T r a t a d o de
2

Viena, se le repitió q u e ' n o diera paso alguno, admitiendo sólo, para c o -


municarlas al Rey, las proposiciones claras que acaso le hicieran, fueran
cuales fueren, sin aprobarlas ni desecharlas 3,
-

Antes de que llegara á su poder esta Real orden había escrito de n u e v o


L a b r a d o r á L o r d W e l l i n g t o n para activar el negocio de P a r m a 4, y esto
motivó la siguiente resolución de P i z a r r o :
«Sabe S. E. que á mi entrada en el Ministerio estaba tan e m b r o l l a d o
este asunto, que S. E. m i s m o dijo que no lo entendía. E n este estado, para
d a r u n giro diferente al asunto y por otras consideraciones reservadas á
S. M., le previne que n o diese paso en lo de la accessión al Reces de Viena;
prevención que le repetí. Hubiera sido de desear que S. E. lo hubiese h e -
cho así y no hubiese excitado ni promovido el asunto con la Nota que pasó
á L o r d W e l l i n g t o n , según dice en su n ú m . 573, pues, además de la orden
del Rey nuestro señor, que es antes que todo, lo persuadía así la necesidad
de ver venir, p a r a , entonces, más decentemente desembrollar lo e m b r o l l a -
do. E n vista de todo, es menester que sobre la accesión suspenda toda
gestión de su parte y sólo se contente con oir y t r a n s m i t i r lo que se le
diga» .5

Dos despachos nada menos dedicó L a b r a d o r á contestar á esta Real


orden, dando rienda suelta á la cólera que su lectura le produjo. Manifiesta
en el p r i m e r o que jamás dijo que no entendía el asunto, sino la exposición
de Cevallos, la cual había dado á leer al Conde de Peralada, al General
Álava, á Salmón y á Machado, á cada u n o s e p a r a d a m e n t e , y todos confe-
saron que no la entendían, así como tampoco la entendió L o r d Castlereagh.

1 Real orden de 3 de Noviembre de 1816.


2 Despacho núm. 56i, de 3 de Diciembre de 1816.
3 Real orden de i5 de Diciembre de 1816.
4 Despacho núm. 573, de 1 7 de Diciembre de 1816.
5 Real orden de 4 de Enero de 1 8 1 7 . "
142 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

«Ni yo he embrollado el asunto de la accesión — añadía — ni V . E, lo ha


desembrollado resolviendo que suspendiese el d a r l a hasta e x a m i n a r dete-
n i d a m e n t e el p u n t o . Bien lejos de poderse comenzar la negociación en
Madrid, toca á su fin aquí, y el único arbitrio será: ó firmar, si las c u a t r o
Potencias nos conceden lo que hemos pedido, ó declarar que hemos m u -
dado de parecer»
E l segundo despacho -decía así: «Yo entiendo y conozco perfectamente
el negocio, como que es obra mía, y V . E . no tiene nada que hacer para
desembrollarlo. Dice también V . E . que por el estado del asunto y por
causas reservadas á S. M . conviene darle otro giro, y así, que no lo p r o -
m u e v a y me ciña á oir y á referir ó t r a n s m i t i r lo que me digan. Ignoro
qué nuevo giro pueda darse á una negociación entablada con plenos po-
deres, aprobada por S. M., admitida por las principales Cortes, y que, se-
gún todas las apariencias, está p a r a concluir con felicidad. En cuanto á
las causas reservadas á S. M., si no son conocidas de V . E. y del Consejo
de Estado, tiene V . E . la mejor ocasión de hacer uso de su talento y de
emplear su celo haciendo presente á S. M. cuan fácil es que se abuse de su
Real confianza y se perjudique á su servicio y al bien de la m o n a r q u í a si
en negocio de tanta trascendencia no son oídos los que por oficio y obliga-
ción han de entender de ello. He tenido los plenos poderes de S. M. para
el T r a t a d o de París de 1814 y p a r a el Congreso de Viena, como los tengo
para la negociación actual, y habiendo desempeñado tan importantes y
delicadas comisiones con utilidad y h o n r a del Estado, no parece que pueda
h a b e r en el negocio mismo de que estoy encargado punto alguno secreto
p a r a mí, ni que habiendo comenzado á t r a t a r como Embajador y P l e n i -
potenciario, pueda, en el nuevo giro que V . E. cree que debe darse á la
negociación, t r a n s f o r m a r m e en simple agente y relator de lo que me digan.
No puede ser tal el sentido del oficio de V . E . , aunque tales sean las pala-
b r a s . Ni V . E . es capaz de h a c e r m e t a m a ñ a injuria, ni yo de sufrirla. Des-
pués de este desahogo, concluyo con decir á V . E. que el acierto ó los y e -
r r o s de la negociación de P a r m a n o pueden c o r r e r sino por cuenta mía, y
que el buen éxito será debido á mis pasos y á la intervención del L o r d
W e l l i n g t o n , que con su autoridad ha podido vencer la propensión de L o r d
Castlereagh por los planes del Ministro austriaco Metternich, principal
autor de la usurpación de P a r m a . Si á V. E. le fuese posible a b a n d o n a r
la negociación en el punto en que se halla y entablar o t r a , dándole un giro

1 Despacho núm. 582, de 14 de Enero de 1817.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 143

diferente, todo el'bien y todo el mal que resultaren serán obra suya y de
las personas de quien se valga» 'i
L a resolución que recayó sobre tan descortés é irrespetuoso despacho
fué la siguiente: «Como todo el oficio escá dirigido á desvanecer ideas que
no existen, y fundado en preocupaciones aéreas, S. M. no h a tenido que
resolver acerca de él, y yo, por mi parte, á todo su contenido tengo c o n -
testado con mi conducta. Las glorias reportadas y por r e p o r t a r en la m e -
m o r a b l e negociación del Congreso n o se las envidio; su i m p e r t u r b a b l e
elación tampoco; si se hace algo, sólo aspiraré al modesto mérito de no ha-
ber contribuido á su entorpecimiento y, antes sí, á costa de sacrificios de
mi amor p r o p i o , h a b e r dejado campo á las hazañas de su vasto y c o n c i -
llante genio. — Déjese y sólo dígase que se ha recibido y leído y que nada
hay que prevenir en su contestación. (Esto fué lo que se contestó en 3 de
F e b r e r o de 1817 por orden del Jefe.) La respuesta severa que habría que
d a r , yo quiero como Ministro que se omita, por a m o r á la paz y al s e r v i -
cio. — Nota. Este h o m b r e tan g r a n d e , al contar toda la historia del C o n -
venio de 20 de N o v i e m b r e , se deja en el tintero que él mismo se ha hallado
con que se ha firmado con reservas, á pesar de sus insultantes observacio-
nes hacia Cevallos, y sin que él sepa de dónde venga esto, y no lo toca si-
quiera; quedando escrita tan fastidiosa altanería.»
Y al contestar L a b r a d o r al oficio en que se le anunciaba la ratificación
deLActa de accesión al referido T r a t a d o de 20 de N o v i e m b r e , hízolo en
estos términos: «Se ha m i r a d o como una ocurrencia feliz y un arbitrio de
finura política mi operación de hacer convenir al Ministerio francés en
admitir nuestra accesión con reservas, á pesar de la influencia poderosísi-
m a de las c u a t r o Potencias empeñadas en privarnos de las ventajas del
T r a t a d o para forzarnos á admitirlo p u r a y simplemente. Y mientras los
extranjeros me hacen la justicia de confesar que he p r o c u r a d o por este
medio hacer inútil su resistencia, veo en el oficio de V . E . que se me pinta
la ratificación c o m o un sacrificio que se ha hecho y como una, p r u e b a de
consideración hacia m i , que no era seguramente quien perdía, ni en c r é -
dito ni en utilidad, si la ratificación se hubiese negado ó dilatado» . Este 2

despacho quedó sin respuesta, porque nó se comunicó á L a b r a d o r la r e s o -


lución de P i z a r r o , que decía: «No era preciso ratificar porque él hubiese
firmado. No se le ha pintado como un sacrificio, sino c o m o u n a confianza

1 Despacho núm. 583, de 20 de Enero de 1817.


y
2 Despacho núm. 5 9 1 , de 27 de Enero de 1817.
144 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

en su talento, y á la verdad q u e esto no merecía u n a respuesta tan desco-


medida é i m p o r t u n a . L a accesión al T r a t a d o del 20 de Noviembre no es
finura suya, sino u n a verdadera sorpresa p a r a él, que a h o r a se alaba con
falsedad é imprudencia. El orden de firmar estos actos se le comunicó por
mí y él lo ignoraba. P e r o déjese todo para no hacer lo que se debía.»
Mientras F e r n a n d o V I I , guiado por Tatistscheff, estrechaba con el
E m p e r a d o r Alejandro y se hacía en España incontrastable el influjo r u s o ,
combatíalo L a b r a d o r en sus despachos sin tino ni medida. E m p e z ó q u e -
jándose de que no podríamos jamás hacernos respetar, ni hacer, como
correspondía al servicio del Rey y del Estado, m i e n t r a s en n u e s t r a Corte
tuviesen los Embajadores y Ministros extranjeros tanta influencia, m i e n -
tras se les permitiese mezclarse en nuestros asuntos y se temiese que si no
les d á b a m o s gusto en todo iba á caer sobre nosotros la E u r o p a entera . l

L e aseguró P i z a r r o que el influjo extranjero no prevalecería en el ánimo


del Rey sobre nuestros verdaderos intereses ; pero no tranquilizó esto á
2

L a b r a d o r , que había sabido por persona m u y inmediata al E m p e r a d o r de


Rusia que, á pesar de lo que decía en París Pozzo di Borgo y de lo que
d i r í a en M a d r i d Tatistscheff, aquel S o b e r a n o se mantenía siempre en su
propósito de favorecer los intereses de la Archiduquesa María Luisa y de
su hijo, por la mal entendida generosidad que tan cara había costado ya y
que podía a c a r r e a r nuevos males 3.
«Dígasele — contestó P i z a r r o — que, en cuanto á Rusia, no puede con-
trapesar la comunicación confidencial de un allegado al E m p e r a d o r de
Rusia á las p r u e b a s de o t r a naturaleza qué tiene S. M. de los s e n t i m i e n -
tos del E m p e r a d o r ; que, por tanto, sin despreciar especies, p a r a la p r e -
caución conveniente, no lleve ésta al e x t r e m o de acaso desperdiciar las
disposiciones que encuentra en Pozzo, encargo q u e d e orden del Rey nues-
t r o señor le repito m u y encarecidamente 4. No h a y que d a r , desde luego,
por supuestas cosas que, á lo menos, debemos manejarlas/ como dudosas,
p a r a no e c h a r n o s exclusivamente en un partido; que, pues las c u a t r o Po-

1 Despacho núm. 55a, de 16 de Noviembre de 1816.


2 Keal orden de 28 de Noviembre de 1816.
3 Despacho núm. 5 7 3 , de 17 de Diciembre de 1816.
4 Pozzo escribía á Tatistscheff en 30 de Noviembre de 1816: «Labrador ne me parle jamáis
d'affaires, ce qui est une faute de sa part. II faut que je devine et me r e g l e d'aprcs vos lettres.»
A lo que contestó Tatistscheff en i 5 de Diciembre: «Labrador ayant eu ordre de ne faire
aucune demarche á Paris avant d'avoir recu de nouvelles instructions, se sera probablement
abstenu de conlérer sur les affaircs avec les Membres du Corps diplomatique: s'il a mis plus de
reserve avec vous qu'avec les autres, il faut l'atnbuer á ses dispositions personnelles.»
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 145

tencias se manifiestan unidas y acordes, a u n q u e sepamos cómo se c o m b a -


ten indirectamente, nuestra conducta es explorarlas todas, agasajarlas á
todas, ver si en sus rivalidades hallamos en ellas alguna perspectiva de ven-
taja, c o m p a r a r l a s con las que las otras enuncien y aprovechar u n m o m e n t o
para a r r a n c a r la sanción de las que más cuenta traigan»
Volvió L a b r a d o r á la carga con el siguiente despacho:
«Estoy de acuerdo con V. E. en p u n t o á las equivocaciones que es fá-
cil padecer acerca de las disposiciones de otras Potencias cuando, para
formar juicio, no hay más que presunciones y conjeturas; bien que siempre
aconsejará la prudencia que se dé algún valor á las que se fundan en h e -
chos anteriores, y si por la conducta de la Rusia en el Congreso de Viena
se ha de formar juicio de lo que podrá esperarse de ella en p u n t o á los tres
Ducados, no puede caber duda en que debemos desconfiar de que sostenga
ahora los derechos del Soberano legítimo, cuando en V i e n a , no solamente
fué la principal empeñada en que se diesen aquellos Estados á la Archidu-
quesa María Luisa, sino que hizo cuanto pudo p a r a que se declarase la
sucesión en ellos al hijo de Napoleón Bonaparte, hasta tal p u n t o , que el
E m p e r a d o r A l e j a n d r ó s e detuvo hasta más de media noche en u n a posada
cerca de Viena, esperando que se declarase así, y a m e n a z a n d o q u e , de lo.
c o n t r a r i o , no enviaría ni un soldado c o n t r a B o n a p a r t e . C o m o las presun-
ciones nada valen cuando hay hechos que las desvanecen, yo celebraré que
la Corte de Rusia demuestre con ellos que h a mudado de sistema, y, e n -
t r e t a n t o , desconfío m u c h o de las promesas de sus agentes, tanto más que
el carácter personal de sus Ministros en París y en M a d r i d a u m e n t a n mis
recelos. Sé que uno y otro han ponderado como un g r a n favor el que su
a m o no recibiría al insurgente T o l e d o , que divulgaron iba á ofrecer el
Imperio de México al G r a n Duque Constantino; pero ignoro con qué h e -
chos verdaderos h a y a manifestado la Rusia que ha renunciado á su empeño
de favorecer á la Archiduquesa María Luisa, único asunto en que yo creo
que puede sernos favorable ó contraria, pues, según mi m a n e r a de pensar,
el decantado poder de aquel Imperio es ninguno á m u y pocas l e g ú a s d e su
frontera, que nunca pasará sin la voluntad del Austria y de la Prusia; y,
en cuanto á su m a r i n a , es un hecho que apenas puede salir del Báltico y
del m a r Negro, y que n u n c a h a estado en disposición de pelear sino con
la t u r c a . No por esto aconsejaré yo que tratemos mal á aquella Potencia;
pero quisiera que se diese u n justo valor á las magníficas promesas de sus

i Real orden de 4 de Enero de 1817.


I46 ' REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

agentes, y, por mi parte, he tratado demasiados negocios para no saber


disimular, aun cuando tenga tan mala idea, c o m o l a q u e t e n g o , de los
agentes extranjeros con quienes he de negociar» . l

P i z a r r o , que aún no había perdido la paciencia, contestó con su h a b i -


tual m o d e r a c i ó n :
«Estoy persuadido de cuanto contiene su c a r t a ; pero repito lo dicho, en
cuya balanza la prudencia exige g u a r d a r el medio; y pues reconoce V. E, la
necesidad de disimular las propias opiniones en el trato diplomático, estoes
lo que basta y lo que el Rey quiere y le encarga; en lo demás, pues quisiera
que diésemos su justo valor al poder y promesas rusas, está V. E. servido.
E l Rey nuestro señor tiene motivos de estar muy ilustrado sobre puntos
como éstos, y puede V . E . estar seguro de la sabiduría de S. M., así como
de las personas que le rodean; bien que S. M. piensa que en los negocios
diplomáticos las personalidades preocupan, y así desea que sus servidores
prescindamos de ellas y nos dirijamos á la esencia de los negocios» . 2

Llegó en esto el cambio de actitud de R u s i a , que contradecía c u a n t o


L a b r a d o r pensaba y había dicho; pero, lejos de darse por vencido, p a r e -
cióle la ocasión propicia para c a n t a r sus propias glorias y recabar entre
ellas la que los rusos querían atribuirse:
«Esta mudanza del E m p e r a d o r de Rusia no e x t r a ñ a r é yo—decía—que-
se la atribuyan ese Ministro ruso ó el de aquí, aunque es cierto que el
asunto de la sucesión de P a r m a se hallaba olvidado y se m i r a b a como cosa
perdida, hasta que mi resistencia á firmar el Acta de Viena y dar la a c c e -
sión p u r a y simple al T r a t a d o de 2 0 de N o v i e m b r e de 1 8 1 5 obligó á las
c u a t r o Potencias á e n t r a r conmigo en negociaciones. De m a n e r a , p a r a de-
cirlo sin rodeos, que si se logra declarar la sucesión de P a r m a en favor
del legítimo S o b e r a n o , se deberá principalmente á mí y al h a b e r i n t e r v e -
nido en el asunto el L o r d W e l l i n g t o n , que con su autoridad h a forzado
al Gabinete británico á p r o m o v e r l o con eficacia en las Cortes de Rusia y
Austria» 3.
Nada respondió P i z a r r o ; mas acotó el despacho de esta suerte:
«¿Qué decir de un h o m b r e que él mismo confiesa que ha padecido e q u i -
vocación y que, en lugar de callar, vuelve á la m i s m a animosidad? que
dale que dale con este Ministro ruso cuando se le habla del E m p e r a d o r ?

1 Despacho núm. 574, de 26 de Diciembre de 1816.


2 Real orden de 13 de Enero de 1817.
Despacho núm. 592, de 27 de Enero de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA I47

y que tiene valor de atribuirse á su finura la revolución feliz que, sin saber
cómo, ha encontrado en el Gabinete trances? ¡Si no lo h u b i e r a él c a c a -
reado al principio! ¿Y qué diremos de un h o m b r e que cita á la E u r o p a en
su abono, cuando la E u r o p a sabe que no ha hecho sino echarlo todo á
perder? Lo cierto es, que es el Rey nuestro señor el que por sí mismo ha
trabajado y va logrando r e a n i m a r sus relaciones diplomáticas, y que á Su
Majestad, y sólo á S. M., se deberá la gloria del éxito en un asunto tan des-
g r a c i a d a m e n t e manejado por nuestros diplomáticos, á no ser que la s o -
berbia pedante de este h o m b r e a ú n no malogre el fruto que visiblemente
va apareciendo de las tareas y afanes de S. M. por el bien de su Corona.
»En lo d e m á s , que se coloque antes que W e l l i n g t o n , y después de él y
de W e l l i n g t o n á nadie, es extraoficialmente una ridicula bocanada, y ofi-
' cialmente una insultante osadía.»
El último despacho de esta serie a n t i r r u s a fué el que dedicó L a b r a d o r
á contestar al oficio del i3 de E n e r o sobre la conveniencia de prescindir
de personalidades en los negocios diplomáticos.
«Por no a n d a r con generalidades ni rodeos, luego que se me haga ver
una ventaja considerable que hayamos logrado por influjo del Ministro
r u s o en esa Corte, aunque la idea que me han dado de su carácter p e r s o -
nal sus operaciones y la opinión general no es buena, seré el p r i m e r o á
d a r l e gracias; y si se creyese que no alcanza á p r e m i a r l o la alta condeco-
ración española que h a o b t e n i d o y es, según parece, la p r i m e r a dada á u n
Enviado, si se creyese, digo, que debe alzársele u n a estatua, desde luego
d a r é mi voto si se me pide, y aun ayudaré con mi dinero. P e r o mientras
n o se hable sino de méritos secretos, de buenas palabras y de promesas
por c u m p l i r , me atendré á la idea que me he formado por mí mismo'y en
que me han confirmado sus paisanos y los que lo han conocido en Otras
Cortes, y diré que no trata de nuestros negocios, sino de los suyos propios.
En cuanto á su c o m p a ñ e r o en esta Corte, he dicho antes de ahora que su
odio personal contra su paisano Napoleón Bonaparte me hacía esperar que
favorecería la pretensión de excluir á su hijo de la sucesión de P a r m a . E n
otros asuntos, aunque no lo tengo en la clase del de ahí, lo tengo por hom-
bre poco seguro en sus promesas, hidrópico de honores y riquezas p a r a sí
y su familia, y de aquellos de cuyas palabras no me fiaré»
L a resolución de Pizarro fué: «Pues diciéndolo S. M. que quiere que
se prescinda de personalidades vuelve á ellas con más fuerza, allá se las
1 Despacho núm. 593, de 27 de Enero de 1817.
I48 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

avenga con sus principios; por mí, si como Ministro del Rey acaso, disi-
m u l a n d o , peco de omiso, creo, sin embargo, que doy pruebas de p r u d e n -
cia y a m o r al servicio del Rey nuestro señor callando. Déjese.»
¿Cuál era, e n t r e t a n t o , el estado del negocio de P a r m a que con razón
calificaba P i z a r r o de embrollado, a u n q u e no t u v i e r a la misma razón al
a t r i b u i r al Rey el mérito de haberlo desembrollado y llevado á feliz t é r -
mino? Ya hemos visto que S. M., después de su accesión á la Santa
Alianza, había puesto este negocio en m a n o s del E m p e r a d o r Alejandro, en
Julio de 1816, expresándole sus deseos de que se reconociera á la Infanta
D . M a r í a Luisa el derecho de suceder en sus estados patrimoniales y se
a

elevara mientras tanto su pensión á un millón de francos, convirtiéndola


en soberanía territorial, para lo c u a l habían de añadirse al Ducado de
L u c a los de Massa y C a r r a r a , y a u n , si necesario fuere, p a r t e de la T o s -
cana. O t r a aspiración del Rey era que se declarase la sucesión eventual de
la C o r o n a de Cerdeña en favor de la Casa de P a r m a , á la extinción de la
línea masculina de la casa de Saboya. L a respuesta del E m p e r a d o r , b e n é -
vola, pero no explícita, dejaba al cuidado de Tatistscheff el exponer algu-
nas observaciones respecto al modo de conseguir estos fines sin suscitar los
recelos y desconfianzas de las Potencias aliadas; y por otra c a r t a del Rey
al E m p e r a d o r , se viene en conocimiento de que el plan propuesto por el
Z a r ó por su M i n i s t r o en Madrid fué el de que la F r a n c i a interviniera
como mediadora haciendo suyos los deseos del M o n a r c a español, p a r a lo
cual, lo p r i m e r o que se necesitaba era que cesara la tirantez de relaciones
que á la sazón existía e n t r e la Corte de Madrid y la de las T u l l e r í a s . '

Mientras el Rey, á espaldas de Cevallos, seguía esta negociación con el


E m p e r a d o r de Rusia y entregaba la dirección del asunto en F r a n c i a á Pozzo
di Borgo, que n a d a hizo, bien porque le faltaran instrucciones de San P e -
tersburgo, bien porque no hallara en P a r í s el t e r r e n o propicio, llegó á esta
última capital, á fines de Agosto, L o r d W e l l i n g t o n , que á ruegos de L a b r a -
d o r , y autorizado después por su Gobierno, á petición del nuestro, se e n -
cargó de intervenir en nuestro favor Cerca de las Potencias aliadas, y lo
llevó á cabo con la m a y o r eficacia. T r a t á b a s e de que España diera su a c -
cesión incondicional á los T r a t a d o s de Viena y de P a r í s de i8i5, á trueque
de que se estableciera la reversibilidad de los Estados de P a r m a en favor
de la Reina [de E t r u r i a , doblando la pensión que con el Ducado de L u c a
se le había asignado: esto es lo que pedía L a b r a d o r en n o m b r e del G o -
bierno.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 149

Dándose por desentendido de estas gestiones, acudió el Rey de nuevo, en


Octubre, al E m p e r a d o r Alejandro, y c u a n d o , poco después, presentó á éste
Zea sus credenciales de Ministro Residente, manifestóle S. M. I. que no
habría tenido r e p a r o alguno en p r o c u r a r atraer la negociación bajo su inme-
diata dirección si nuestro Gobierno no hubiese r e c u r r i d o , por otra p a r t e , ,
á la intervención de la G r a n Bretaña, la cual había ya dado pasos sobre el
particular, y que en este estado de cosas no convenía m u d a r de sistema,
sino, antes bien, aprovechar los buenos oficios de la Inglaterra p a r a no
dar lugar á que se resintiera en el caso de terciar la Rusia. Añadió el E m -
perador que daría instrucciones á Pozzo di Borgo para que apoyara la ne-
gociación que de orden del Rey había entablado L a b r a d o r en París, y de
la que se mostró S. MI perfectamente enterado '.
G r a n sorpresa y no poco disgusto causó á P i z a r r o la lectura de este
despacho de Zea, que parecía ignorar la negociación secreta seguida direc-
tamente por ambos Soberanos, de la que debía tener noticia por el despa-
cho de 24 de Octubre, escrito por orden de S. M. y enviado por un extra-
ordinario ruso: «Es menester—escribía P i z a r r o — , y quiere S. M., p a r a
o b r a r con seguridad en materia tan g r a v e , que S.M. I. diga si, supuesta esta
explicación, es su intención p e r m a n e c e r en la idea de dicho despacho, es
decir, que la F r a n c i a medie, ó si,han ocurrido en esto algunas variaciones
que le determinen á dejar c o r r e r la interposición inglesa en la forma p r o -
puesta por W e l l i n g t o n , p a r a no desazonar ó dar celos á la Inglaterra,
puesto que la confianza amistosa é íntima con que S. M. se h a franqueado y *
confiado al influjo poderoso de S. M. I.en tan i m p o r t a n t e negocio le mueve
á no separarse en' nada de lo tratado reservadamente e n t r e Soberanos, y
p a r a estoes menester tener un conocimiento seguro de las intenciones de
S. M, I. en el m o m e n t o , que puede ser p r ó x i m o , de tener que responder á
las propuestas que haga la Inglaterra. Dígale también á S. M. I. que
S. M. G. ha estado esperando el resultado de lo tratado y la oferta de la
mediación de la F r a n c i a , y que Pozzo, en lugar de esto, sólo ha hecho unas
indicaciones m u y ligeras y m u y vagas, sin nada que pudiese a n u n c i a r que
tenía instrucciones consiguientes á dicho despacho de 24 de Octubre y car-
tas de S. M. anteriores, ni de trabajar en el citado sentido, lo que S. M. no
ha podido explicarse y le ha tenido en u n a expectación incómoda» . 2

1 Despacho de Zea, de 26 de Noviembre de 1816.


2 Real orden reservada de 4 de Enero de 1817.
l5o REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Apretaba L a b r a d o r , por su parte, á Lord W e l l i n g t o n , y pareciéndole


poco tan ilustre vocero, se decidió á e m p u ñ a r la p l u m a y á dejarla c o r r e r
en una Nota que, en defensa de nuestras pretensiones, dirigió á los P l e n i -
potenciarios de las Potencias aliadas en París y de la que dio traslado á los
Representantes de S. M. en dichas Cortes p a r a que le prestasen el debido
apoyo, el cual, ya por la m a n e r a i r r e g u l a r de plantear la negociación, ya
por la deficiencia de Ios-negociadores, resultó en unos casos ineficaz y en
alguno c o n t r a p r o d u c e n t e
P o r fin le anunció el Duque de Ciudad Rodrigo que, según despachos
que había recibido de P e t e r s b u r g o su G o b i e r n o , el E m p e r a d o r A l e -
jandro consentiría en la exclusión del hijo de Bonaparte de la sucesión de
P a r m a . Oyó S. M. con gusto esta noticia, y en vista de ella y de las d e -
2

»más con que se hallaba, quiso que, para avivar esta i n t e r r u m p i d a negocia-
ción, se adoptase u n sistema, que consistía en aislar al Austria indirecta-
mente y sin chocar con ella; estrechándose con I n g l a t e r r a , con Rusia, á la
que seguiría Prusia, y con F r a n c i a , con quien, por poco que se la tratase
bien, podríamos contar. A h o r a bien: para esto no era menester más que
cultivar á Inglaterra, con quien tantos lazos teníamos contraídos, y á R u -
sia, de quien, como veía el S r . L a b r a d o r , había pruebas materiales, y h a -
cer buena c a r a á las demás. En cuanto á proposiciones, ya las sabía el se-
ñor Labrador: i . , la reversión de los Ducados; 2 . , el millón para la Reina
a a

de E t r u r i a , y si se podía, ,1o m á s de ello en posesiones como Maása y C a -


r r a r a , en fin: en cuanto se pudiera, libertar la consignación del fisco a u s -
tríaco; 3 . , las demás ventajas que se pudiesen sacar en esta c o y u n t u r a ,
a

principalmente pecuniarias ó de navios; pero esto en tercera línea, y 4. , a

si se pudiera a r r a n c a r á las Potencias una declaración solemne desahu-


ciando al hijo de Napoleón de toda subsistencia soberana é independiente
en el m u n d o político 3.

L a noticia de W e l l i n g t o n sobre el cambio de actitud del E m p e r a d o r


Alejandro se vio bien p r o n t o confirmada por Pozzo di Borgo, quien p a r -
ticipó á L a b r a d o r que el Conde de Stackelberg, Ministro de Rusia en
Viena, había recibido orden de apoyar nuestras pretensiones. E r a p r o b a -
ble que el asunto viniera á parar á la Conferencia de los Plenipotenciarios
de las cuatro Potencias en París¿ y la m a y o r dificultad consistiría, á juicio

1 En Berlín, la nota de nuestro Encargado de Negocios D. Carlos Pozzo dj Borgo motivó


una respuesta del Príncipe Hardenberg que molestó en extremo á Pizarro.
2 Despacho núm. 58i, de 4 de Enero de 1817.
3 Real orden de 17 de Enero de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 15 I

de L a b r a d o r , en obtener del Austria el aumento de la renta que con el


Estado de L u c a señaló el Congreso de Viena á la Reina de E t r u r i a . El
aumento territorial de Luca reputábalo ahora imposible. C u a n d o el A u s -
tria ocupaba la Italia propuso que se indemnizase á la Casa Real de P a r m a
con la provincia de Bolonia y parte de la de F e r r a r a hasta formar un E s -
tado no inferior á la T o s c a n a ; pero la Reina de E t r u r i a respondió, como
tutora del joven Rey, que antes se reduciría con S. M. á pedir limosna
que á recibir n i n g ú n territorio que hubiese sido de la Santa Sede, y esto
mismo escribió de su puño el Rey
Avisó en esto el Duque de San Carlos que el Gobierno austríaco estaba
dispuesto á concluir la negociación sobre la sucesión de P a r m a , á cuyo
efecto comunicaba sus instrucciones al General Barón de Vincent; pero
que no creía que la Corte de Viena consintiese en a u m e n t a r la r e n t a s e -
ñalada á la Infanta por el Congreso de Viena, punto que nuestro E m b a -
jador consideraba secundario, pareciéndole que con firmar el Acta de
Viena lograríamos ocupar el lugar que nos correspondía e n t r e las grandes
Potencias. «Esta frase—decía L a b r a d o r al remitir copia de la carta de San
Carlos—es la misma que me han repetido en Viena y aquí continuamente,
y que han hecho resonar también en Madrid, variando solamente las e x -
presiones y hablando de nuestro aislamiento político y de nuestra exclu-
sión de la Confederación europea» . Lo cual movió á P i z a r r o á escribir
2

la siguiente nota marginal: «Demasiado sé lo que quieren decir esas frases;


pero, sin e m b a r g o , si son frases no más, y frases capciosas, si tampoco nos
importa firmar esta Acta, ¿por qué está tan celoso y a l a r m a d o S. E. sobre
concluir y se ha dado tanto movimiento en estos días? ¿por qué está ya en
muchas cartas suyas asegurándose la exclusiva de la gloria que va á-re-
portar con su conclusión? Gracias al Rey, que si no, e n t r e los dos P e d r o s ,
buena la teníamos.»
Habíase encargado á L a b r a d o r , por Real orden de 6 de E n e r o , que si-
guiese por Notas la negociación sobre ejecución del T r a t a d o de Basilea y
cambio de P a r m a y la Luisiana por la Toscana, á lo que contestó:
«A pesar de mi ardiente celo por el Real servicio, no puedo e n c a r g a r m e
de estos dos asuntos, que m i r o como interminables, y habiendo ya más de
dos años y medio que estoy empleado en Comisiones gravísimas, tengo
absoluta necesidad de descanso, y es justo, por otra p a r t e , que no se t e n -

1 Despacho núm. 584, de 20 de Enero de 1817.


2 Despacho núm. 586, de 24 de Enero de 1817,
l52 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

gan ociosos los talentos y sin ejercicio la instrucción y prendas de los de-
más Embajadores y Ministros de S. M. Además, yo soy de parecer que
con notas, ruegos y súplicas n o se conseguirá que el G o b i e r n o francés r e s -
tituya u n m a r a v e d í de lo que secuestró en 1792, ni de lo que recibió en
cambio de la T o s c a n a , y no e s acertado poner la negociación de ambos
puntos en m a n o s de quien está persuadido de que todo medio de r a z o n a -
mientos de p a l a b r a y por escrito es tiempo perdido. Si los tímidos y a p o -
cados Consejeros del Rey no se hubieren opuesto á la entrada de los ejér-
citos de S. M. en territorio francés antes de la batalla de W a t e r l o o , como,
de acuerdo con las Potencias aliadas, había yo propuesto desde Viena, la
permanencia de aquellas tropas en F r a n c i a , mientras el Gobierno de ésta
no satisfacía nuestras justas demandas, h u b i e r a sido el único medio de n e .
gociar con fruto; pero hablo de yerros que no admiten ya remedio. Me
basta la persuasión de que n o lograría nada e n c a r g á n d o m e de la negocia-
ción sobre los dos puntos indicados, p a r a insistir en que por n i n g ú n título
me h a r é cargo de ella; y luego que concluya la que tengo pendiente sobre
la sucesión de P a r m a , d a r é por finalizadas las comisiones con que salí de
España en 1814

Llegaron de Viena las instrucciones que aguardada el Barón Vincent,


en las que, después de r e n d i r tributo el Príncipe de Metternich á las for-
mas concillantes y amistosas del D u q u e de San C a r l o s , que contrastaban
con las de L a b r a d o r , se fijaban cuatro puntos previos p a r a abrir la n e g o -
ciación, á saber: que las disposiciones del Congreso respecto á P a r m a
y á L u c a se considerasen irrevocables; 2. , que la reserva del a r t . 99
0

respecto á la reversibilidad se refería á la suerte de los Ducados después


del fallecimiento de la Archiduquesa M a r í a Luisa; 3.°, que el E m p e r a d o r
estaba dispuesto á t r a t a r , desde luego, este asunto con el asentimiento de
las partes interesadas, y 4 . , que no procederá sino de acuerdo con sus
0

aliados, pareciéndole París el lugar más conveniente p a r a seguir las d e l i -


beraciones . 2
.
Pidió L a b r a d o r á su vez instrucciones, y se le c o m u n i c a r o n por Real
orden de 6 de F e b r e r o las siguientes:
1. a
E n que se trate desde luego el asunto, como a h o r a consiente el
A u s t r i a , hay u n g r a n interés de nuestra parte, y quiere el Rey que se p r o -
mueva.

1 Despacho núm. 58g, de 24 de Enero de 1817.


2 Despacho núm. 590, de 27 de Enero de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA I 53

2. a
E n cuanto á que la negociación sea en P a r í s , nada hay que encar-
g a r al Plenipotenciario.
3. a
No se t r a t a r á de la devolución, sino de la sucesión de los Ducados.
4. a
Hay ventaja en que quede intacto el a r t . 101, según el cual se da á
la Reina de E t r u r i a , y no á su hijo, el Estado de L u c a ; debiendo sacar L a -
b r a d o r cuanta ventaja pueda del feliz descuido ó error padecido en su redac
ción y t r a t a r de que la de la sucesión de P a r m a se haga en iguales t é r -
minos.
5." A u n q u e sería de derecho que se admitiese el orden de sucesión en
Castilla, en la de los Estados que van á afianzarse á la Reina de E t r u r i a ,
teniendo en cuenta las dificultades que r e ú n e n , entre ellas la del a r t . 7. del 0

T r a t a d o de Aquisgrán de 18 de Octubre de 1748, por el que se dieron los


Ducados al difunto D. Felipe y sus sucesores varones, S. M . se limitó á
dejar á la dirección de L a b r a d o r el ver si puede, confidencialmente, p r o -
poner algo en este p u n t o .
6.° El aumento de la renta hasta el millón es punto s u m a m e n t e r a -
cional y necesario, y, á pesar de la opinión del Embajador en Viena, por
lo que S. M. sabe sobre esto, por el curso de la negociación y por la o p i -
nión que ha formado y repite el Sr. L a b r a d o r , S. M. cree que este a u -
m e n t o podrá obtenerse mediante el apoyo seguro de Inglaterra y Rusia,
el de F r a n c i a y el de P r u s i a . P o r lo mismo quiere S. M. que L a b r a d o r
insista en él, poniéndose de acuerdo con los Plenipotenciarios inglés y
ruso. En cuanto al modo, S. M. m e m a n d a repetirle el e n c a r g o de que:
1.°, p r o c u r e que se substituya en Estados como Massa y C a r r a r a el millón,
en todo ó en p a r t e , tratándolo con los otros Plenipotenciarios y conferen-
ciándolo con ellos, y 2. , si absolutamente las Potencias se negaren á apo-
0

yarlo, t e n d r á lugar la idea del S r . L a b r a d o r de fijar el millón en los feu-


dos de Bohemia, puesto que es punto m u y importante sacar esta consig-
nación de la dependencia y riesgos de la T e s o r e r í a austríaca.
7. 0
S. M. quiere que se insista por V . E. en que las Potencias apoyen
nuestras reclamaciones con F r a n c i a , tanto en cuanto al convenio del 20
de N o v i e m b r e , como en lo relativo al T r a t a d o de Basilea; sin que este
punto sea objeto de g r a n resistencia, ni p r i m a r i o en las discusiones, p r o -
c u r a n d o sólo presentarlo y que quede pendiente y e n t r e g a d o su, éxito á la
suerte futura de nuestras relaciones con F r a n c i a .
S. M. quiere que el Sr. L a b r a d o r p r o c u r e , p r i m e r o , ponerse de a c u e r d o
con los dos Ministros influyentes W e l l i n g t o n y Pozzo, y la F r a n c i a ; que
l54 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

allí lo trabaje, prepare y facilite para que, así, luego la forma oficial e n -
cuentre las menos contradicciones y dificultades posibles.
Aceptadas las bases propuestas por el Austria para entablar la n e g o -
ciación, según se lo hizo saber L a b r a d o r á V i n c e n t , pidió éste i n s t r u c -
ciones á Viena, y l u e g o ' q u e las h u b o recibido, las comunicó á nuestro
Plenipotenciario, quien las t r a n s m i t i ó á Madrid en copia que así rezaba:
a): Reconocimiento de la sucesión de Parma,'al fallecimiento de la Ar-
chiduquesa, á favor del hijo de la Infanta y de su descendencia masculina.
b). Reversibilidad del Ducado de Luca al G r a n Duque de T o s c a n a .
c). Los feudos de Bohemia b á v a r o - p a l a t i n o s q u e d a r á n á favor del
Príncipe Francisco Carlos, hijo de S. M. la Archiduquesa María Luisa,
al cual se le dará un título tomado de los dominios de la Casa de Austria.
d). El Austria conservará el derecho de guarnición en la ciudad de
Plasencia . 1

P o r un artículo adicional del T r a t a d o ajustado en Viena el 20 de M a y o


de 1815 entre el Austria y la C e r d e ñ a , se convino en que, cuando llegase
el caso estipulado por el T r a t a d o de Aquisgrán de 1748 y confirmado por
el de París de 1783, respecto á la reversibilidad del Ducado de Plasencia
á la Casa de Saboya, la ciudad de Plasencia pasaría á ser propiedad del
A u s t r i a , que indemnizaría á la Cerdeña con u n a parte de P a r m a ú
o t r o Estado limítrofe, equivalente en población y r e n t a á la ciudad de
Plasencia . 2

Sabedora la mal aconsejada Reina de E t r u r i a de que al fin consentían


las Potencias en declararla heredera en los Estados de P a r m a , no desper-
dició la ocasión que se le ofrecía de dar una prueba más de su simpleza
pidiendo que se le diera en propiedad y no i n t e r i n a m e n t e el Ducado de
L u c a , para c o n t i n u a r poseyéndolo después de r e c u p e r a r l o s Estados d e s ú s
mayores 3. P e r o , por más que el a m o r y los deseos del Rey lo l l e v a r a n á
promover cuanto fuera en ventaja de su augusta h e r m a n a , halló S. M. en
esta idea dificultades insuperables y que debilitarían toda la fuerza de lo
que iba adelantado, con la variación ó a u m e n t o de nuevas d e m a n d a s de
imposible consecución 4 .
Seguíase la negociación de P a r m a con la solemne lentitud que tan
bien sienta á esta clase de asuntos y que t a n t o contribuye á realzar su im-
1 Despacho núm. 623, de i 5 de Marzo de 1817.
2 Despache núm. 622, de i 5 de Mazo de 1817.
3 Despacho núm. 618, de 8 de Marzo de 1817.
4 Real orden de 25 de Marzo, de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l55

portancia. Y así tuvo el Ministro suficiente vagar para ocuparse, al p r o -


pio tiempo, en llevar á cabo la combinación diplomática que tenía en es-
tudio, y cuya base había de ser la provisión de la Embajada en París, que
siempre ofreció, como la Legación en Lisboa, singular atractivo p a r a los
políticos con aficiones diplomáticas. Proponíase, además, Pizarro acabar
con la misión extraordinaria de L a b r a d o r , que costaba al Estado 72.000
duros y que podía ser perfectamente desempeñada por el Embajador en
París, con notable economía para el E r a r i o y ventajas p a r a el servicio.
Había L a b r a d o r solicitado u n a Embajada, en instancia dirigida á P i z a r r o
en 7 de Diciembre de 1816, en la que, al exponer sus méritos, decía: «Los
protocolos del Congreso de Viena prueban si los derechos de S. M. y de
su Real familia han sido en ningún tiempo defendidos con m a y o r firmeza
y dignidad. Puedo decir, sin jactancia, que nunca Embajador ni n i n g ú n
h o m b r e público ha hecho en favor del género h u m a n o más que yo, pues
sin mi oposición á lo ajustado y firmado por las cinco más fuertes P o t e n -
cias de E u r o p a , no reinaría en F r a n c i a la augusta Familia de Borbón, ó
no reinaría el Príncipe legítimo de ella, ó lo que es lo mismo, no habría
paz en E u r o p a ni se habría puesto coto á la revolución.» Aspiraba n u e s -
tro D. P e d r o , aunque en su instancia no lo dijera, á quedarse en la E m -
bajada de París, que sospechaba iba á vacar por no ser Peralada persona
grata, ni para el Gobierno francés, ni para Pozzo di Borgo, y como él se
consideraba cien codos por encima de cuantos Embajadores habían venido
ó pudieran venir al m u n d o , sin excluir al p r i m e r o de todos, que, según
D. Cristóbal de Benavente fué el Ángel enviado por Dios, en misión es-
pecial, para echar á nuestros primeros padres del P a r a í s o , no admitía la
hipótesis de que pudiera serle preferido ninguno de los que á la sazón r e -
presentaban á S. M. en las Cortes extranjeras. Los otros dos candidatos
eran el Duque de San Carlos y el Conde de F e r n á n - N ú ñ e z , que hacía ya
tres años, ó sea antes del n o m b r a m i e n t o de Peraíada, venían solicitando
el puesto, y aunque tenía el primero en su favor la valiosa r e c o m e n d a -
ción de Pozzo di Borgo, aventajábale en entendimiento y hacienda el se-
g u n d o , que fué quien, protegido por P i z a r r o , obtuvo la Embajada de Pa-
rís. A F e r n á n - N ú ñ e z reemplazó en Londres San Carlos, y éste tuvo por
sucesor en Viena á D. Pedro Cevallos; habiéndose n o m b r a d o á L a b r a d o r
Embajador de familia en Ñapóles, que era donde estorbaba menos. Varias
y aun encontradas fueron las opiniones que se manifestaron cuando la

1 Benavente y Benavides: Advertencias para Reyes, Príncipes y Embaxadores, Madrid, 1643.


I 56 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

combinación, firmada en 17 de M a r z o de 1817, se hizo pública. A los que,


como F e r n á n - N ú ñ e z , habían obtenido el codiciado puesto, parecíales de
perlas y n o se cansaban de elogiar el acierto con que había procedido el
Ministro; pero los m e n o s afortunados, que se habían quedado sin E m b a -
jada ó, por lo menos, sin la que apetecían, daban al aire lamentaciones é
improperios y hacían á P i z a r r o blanco de sus iras. T e r r i b l e s fueron las
de L a b r a d o r , afrentado-por la que consideraba una injusta postergación,
y no menos dolido del perjuicio que á sus intereses se causaba, dándole
como dotación en Ñapóles la mitad de la señalada á las otras tres E m b a -
jadas que acababan de proveerse; rrias, a u n q u e crecido de enojo, p r o c u r ó
r e p r i m i r l o , en c u a n t o su i r a c u n d o carácter se lo permitía, p a r a no expo-
nerse á perder, con la p r e b e n d a diplomática que venía disfrutando, el sa-
zonado fruto de la negociación de P a r m a , que ya veía al alcance de su m a n o .
No se concibe cómo L a b r a d o r , de suyo espantadizo, no se percató de
las intenciones h a r t o t r a n s p a r e n t e s de P i z a r r o , ni de los avisos que para
irlo p r e p a r a n d o á bien m o r i r le fueron enviados. Después de haberle a n u n -
ciado en 10 de Marzo que S. M. había dispuesto pasara á la Embajada de
París el Conde de F e r n á n - N ú ñ e z , le participó P i z a r r o , el 26 del propio mes,
que en el n o m b r a m i e n t o de F e r n á n - N ú ñ e z había tenido S. ¡VI. por objeto
m u y principal el que siguiera la negociación sobre la mediación entre
nuestra Corte y la del Brasil, por haber invadido los portugueses las p r o -
vincias españolas del Río de la Plata, a s u n t o en el que había empezado á
entender L a b r a d o r . Y como nada se le dijera del de la sucesión de P a r m a ,
manifestó L a b r a d o r en 19 de A b r i l que esta negociación se hallaba parada
1

por no haber él recibido contestación á su despacho dando cuenta de la


nueva pretensión del Austria respecto al derecho de guarnición en Plasen-
cia. Con este oficio se cruzó la Real orden de 14 de Abril, en que se le
decía que, siendo m u y u r g e n t e su presencia en Ñapóles y m u y convenien-
te el reunir en una mano todas las negociaciones con la E u r o p a , había
determinado el Rey enviar al Conde de F e r n á n - N ú ñ e z los plenos pode-
res p a r a los negocios del Congreso, y esperaba que diera á dicho Conde
todos los antecedentes de las negociaciones puestas hasta entonces á su
cuidado.
C u m p l i m e n t ó L a b r a d o r el Real mandato entregando á F e r n á n - N ú ñ e z
todos los papeles que tenía en su poder , y manifestó que no era necesario
2

1 Despacho núm. 6jj5.


2 Despacho núm. 047, de 20 de Mayo de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA I 57

que se le enviaran credenciales, bastando que F e r n á n - N ú n e z participase á


los Plenipotenciarios de las cuatro Potencias y al de F r a n c i a que se hallaba
revestido de los plenos poderes de S. M. para tratar los asuntos p e n d i e n -
tes. « E n lo que no sé si h a b r á dificultad ó reparo — a ñ a d í a — será en fir-
m a r s e el Convenio que se haga, pues las cuatro Cortes aliadas han puesto
por condición precisa que haya de firmarse al mismo tiempo el A c t a del
Congreso de Viena, y será necesario que se firme p o r otro que por mí r

que asistí á él y firmé los protocolos, de lo que no creo haya ejemplo en


ningún T r a t a d o , á no ser por m u e r t e del negociador, y yo, como V. E. verá
por esta carta, vivo y espero vivir. Si yo fuese de aquellos empleados o r -
dinarios que no ven en todos los negocios sino sus personas, haría p r e -
sente la humillación y el desdoro que se me causaban, y que, lejos de m e -
recerlo por lo hecho hasta aquí, era acreedor á u n premio e x t r a o r d i n a r i o
por haber obligado al A u s t r i a á consentir en que se declare la sucesión de
P a r m a , Plasencia y Guastala á favor de u n a r a m a de la familia Real de
n u e s t r o S o b e r a n o , que era el p u n t o difícil y esencial de la negociación y
para cuyo logro han sido necesarios los mayores esfuerzos. Los d e m á s
puntos son i n c o m p a r a b l e m e n t e más fáciles y de mucha m e n o r i m p o r t a n -
cia, y estarían felizmente concluidos, como el p r i m e r o , sin dilaciones que
n o han dependido de mí. Esto y m u c h o m á s h a r í a yo presente si n o t u -
viese por m á x i m a c o n s t a n t e el no h a b l a r n u n c a de m í cuando se t r a t a del
servicio de S. M. y del Estado, y si n o fuese tan rico de mis propios m e -
recimientos y trabajos, que puedo ver, sin inquietud, que se aprovechen
otros de lo hecho por m í . D e b o , no obstante, pedir á V . E . que, en p r u e b a
de que procede conmigo sin pasión ni parcialidad, lea á S. M . esta c a r t a
y le dé cuenta del estado en que, en virtud de su oficio, paso la negocia-
ción á m a n o s del C o n d e de F e r n á n - N ú ñ e z , p a r a que concluya y firme u n
convenio p r o n t o á concluirse p o r m í y en que dejo vencido todo lo que:
h a b í a de difícil y de i m p o r t a n t e .

» E n cuanto á ser u r g e n t e mi presencia en Ñapóles, como V . E . dice en


su oficio, estoy p r o n t o á p o n e r m e en camino luego que se me habilite, pues,,
como en oficio separado diré, n o solamente n o tiene este banquero orden
ni fondos para pagarme lo correspondiente á mi nuevo n o m b r a m i e n t o , sino
que se níe deben todos los extraordinarios de Viena y viajes desde el 1814» '..
Se le contestó de Real orden: «Que S. M. lo h a oído con satisfacción y
está m u y persuadido de su celo, de que ahora acaba de dar u n a apreciable.
1 Despacho núm. 643, de 1 7 de Mayo de 1817.

'4
158 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

prueba; que el Conde está instruido del estado adelantado en que toma la
negociación, y que S. M. está demasiado enterado por sí mismo del curso
de estas negociaciones para que pueda nadie atribuirse más ó menos p a r t e
de la que realmente le cabe en sus progresos; que he leído todo su despa-
c h o á S. M., en lo que nada he hecho de particular, pues lo mismo hago
con todos los de nuestros Agentes diplomáticos que sean de resolución,
sin que mi imparcialidad, que tanto a m o , h a y a tenido que ejercitarse en
esto; que se pasarán á Hacienda las órdenes más eficaces, como justísima-
mente reclama» . l

Llegó esta Real orden á su destino en los días en que firmaba F e r n á n -


Núñez el T r a t a d o sobre la sucesión de P a r m a , j u n t a m e n t e con los de
Viena y París de I 8 I 5 , con lo que recreció el enojo de L a b r a d o r , y dióle
suelta en el siguiente despacho:
«He recibido el oficio de V. E. de 26 de Mayo ú l t i m o , y por él me he e n -
terado de que había leído V. E. al Rey nuestro señor mi carta n ú m . 643. De
este modo, c u a n d o V . E. h a b r á dado cuenta del Convenio firmado por mi
sucesor en la negociación de P a r m a , habrá notado S. M. que la declaración
de la sucesión de aquel Estado, que es lo que hay en el Convenio de i m -
portante, de útil y de decoroso, era un punto arreglado ya por mí algunos
meses antes. Y como la asignación de la r e n t a que ha de gozar la Casa de
P a r m a mientras llega el caso de la sucesión, y el goce del Estado de L u c a
se hallan en el Convenio en los mismos términos en que los había dejado
el Congreso de Viena, así como la concesión de guarnición austríaca es
conforme á lo pretendido por el E m p e r a d o r de Austria, es claro q u e en
la revocación de mis plenos poderes no ha ganado nada el servicio de S. M.,
pues que n o se ha adelantado ni en un solo punto m á s de lo que yo he he-
cho. Es probable que, habiendo yo vencido la gravísima dificultad de la
sucesión de P a r m a , habría superado igualmente la de la guarnición de Pla-
sencia y conseguido el a u m e n t o de r e n t a hasta un millón, y el t r a t a m i e n t o
Real para el Sr. Infante, como lo conseguí en el Congreso de Viena p a r a
su augusta m a d r e . En todo caso, si se tenía por conveniente hacer el C o n -
venio en los términos que se h a hecho, h u b i e r a sido suficiente que se me
hubiese dado orden p a r a ello, y h u b i e r a quedado firmado por mí antes de
lá llegada de mi sucesor á P a r í s , con lo cual se habría evitado la e x t r a -
ñeza general que ha causado la revocación de mis plenos poderes y el des-

1 Real orden de 26 de Mayo de 1817.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l5o

d o r o que se me ha seguido, y se confirmará con la publicación del C o n -


venio. En París, en donde todo el C u e r p o diplomático sabe que lo único
•conseguido es o b r a mía, h a y , no obstante, quien se atreve á publicar que
lo que yo no había alcanzado en dos años lo ha obtenido mi sucesor en
quince días. De aquí puede inferirse lo q u e sucederá en E s p a ñ a si al tiempo
de publicarse el Convenio no se publica u n a noticia del estado en que yo
dejé la negociación. Si V. E. m e dice que esta pretensión mía n o es c o n -
íorme á lo practicado hasta ahora, yo responderé que también es cosa
nueva la revocación de los plenos poderes en el p u n t o de concluirse
u n a negociación y sin que el negociador haya dado motivo alguno de
queja... la reparación de mi honor requiere que se publique ahí, como
llevo insinuado, lo hecho por mí en el asunto, y que se me autorice á
publicar en las Gacetas extranjeras una relación con los documentos
necesarios. Espero que la justicia de S. M. no me niegue este medio de
poner en salvo la buena opinión que á costa de tantos trabajos he a d q u i -
rido»
Al propio tiempo que enviaba este despacho á la Secretaría de Estado,
escribía L a b r a d o r reservadamente al Rey, por conducto indirecto ( p r o b a -
blemente el de D. Pascual Vallejo), u n a c a r t a en q u e , en tono triunfante
rogaba á S. M. pidiese este despacho, que sin duda P i z a r r o le h a b r í a ocul-
t a d o , y que lo hiciese leer en el Consejo de Estado, con otras mil extrava-
gancias, hijas de su herido a m o r propio. Dióle el Rey la c a r t a á P i z a r r o ,
preguntándole qué podría hacerse, y a u n q u e hubiera sido m u y fácil al Mi-
n i s t r o , si le hubiesen a n i m a d o ruines propósitos, vengarse del Embajador,
perdiéndolo p a r a siempre sólo con enseñar al Rey algunas de las cartas
insultantes hacia la Real persona que L a b r a d o r le había escrito, se c o n -
tentó, por toda venganza, con repetir á S. M. la lectura del famoso oficio,
q u e oyó con m u y justo fastidio, y con aconsejarle se dignara responder á
L a b r a d o r dos renglones benignos, aunque asegurándole que S. M. había
m u y detenidamente visto ei tal despacho, pues basta u n a sola letra del S o -
b e r a n o p a r a llenar de un gozo á u n alto y antiguo empleado y servirle de
consuelo y recompensa . 2

De oficio se contestó al despacho, con arreglo á la siguiente resolución:


« H e leído todo al Rey nuestro señor, y S. M. no tiene por conveniente ni
arreglado que haga publicación alguna sobre lo que dice; debiéndole servir

1 Despacho núm. 65r, de ig de Junio de 1817.


2 Pizarro: Memorias, tomo 11, pág. 124.
l6o REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

de bastante satisfacción lo que se le h a dicho acerca de la de S. M. con r e s -


pecto á su celo ¡Qué osadía! ¡Qué pobreza! ¡Qué ignorancia!»
No se dio L a b r a d o r por satisfecho ni vencido, é interpretando la c a r t a
de S. M . , más que como recompensa á su celo, como estímulo á su r e b e l -
día, replicó: «Debo hacer presente que la humillación que m e ha resultado
de la revocación de los plenos poderes es manifiesta á toda la E u r o p a , y lo-
que V. E . me ha dicho de estar S. M . satisfecho de mi celo consta sola-
mente al Oficial de la Secretaría que ha extendido el oficio, á V . E . que lo
h a firmado y á mí que lo he recibido. Además saldrá el Convenio firmado-
por mi sucesor, y se le a t r i b u i r á por el público lo que hay en él de útil y
decoroso, a u n q u e se me debe á mí. C u m p l í sin dilación ni réplica la o r -
den de S. M . de cesar en la negociación y de e n t r e g a r los papeles al n u e v o
Plenipotenciario, y ejecutada de esta m a n e r a la Real voluntad, debe q u e -
d a r m e el recurso de r e c l a m a r , n o sobre lo dispuesto por S. M. y p u n t u a l -
m e n t e obedecido por m í , sino sobre el agravio que creo me hizo V . E . e x -
poniendo que convenía r e v o c a r m e los plenos poderes, pintándolo sin d u d a
como cosa llana y sin inconvenientes, pues de otro modo S. M . , que t a n t o
ama. la justicia, no h u b i e r a t o m a d o u n a determinación que h a causado el
m á s grave perjuicio al buen n o m b r e de u n tan fiel servidor como yo. C r e í
que al tiempo de publicarse el Convenio podría hacerse u n a advertenciai
sobre el estado en que lo dejé, ó si en ello había inconveniente que se m e
podía permitir hacerla en las Gacetas extranjeras; pero no habiéndose
aprobado n i n g u n a de estas proposiciones, se me dejaría sin arbitrio a l -
guno p a r a r e p a r a r el d a ñ o recibido, si las pruebas que S. M. da c o n t i n u a -
mente de su justicia n o me hiciesen esperar que me la h a r á completa» .. 2

C o n este oficio fué u n a n u e v a c a r t a al Rey, que envió L a b r a d o r por


u n personaje que la recomendó m u c h o , y en la que, pareciéndole sin d u d a
poca recompensa para sus servicios la bondadosa carta de S. M . , pedía al-
g u n a otra gracia más pública y de m a y o r substancia que la Real misiva.
No debió ser la pretensión bien acogida, á juzgar por la Real orden con
q u e fué contestado, en 14 de Agosto, el despacho de L a b r a d o r , diciéndole:
«Me ha m a n d a d o S. M . hacer saber á V. E. que ha oído con desaprobación
su c a r t a relativa á r e c l a m a r sobre u n a determinación tomada por S. M .
con pleno conocimiento y v o l u n t a d suya.» A lo que añadía Pizarro en su
resolución la siguiente «Nota. S. M. me m a n d ó le hiciese entender seria-

j Real orden de 7 de Julio de 1817.


2 Despacho núm. 658, de 26 de Julio de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l6l

mente el respeto que se debe á las resoluciones de S. M.; pero yo tomo so-
b r e mí c e ñ i r m e á lo menos posible.» Y en el despacho del día siguiente
con el Rey e n c a r g ó S. M. á P i z a r r o previniera á L a b r a d o r que i n m e d i a -
tamente saliera de París p a r a su destino, como se le tenía m a n d a d o , y avi-
sara del p r o n t o cumplimiento de esta Real voluntad; habiéndose hecho así 1

y cuidando de advertir P i z a r r o : «Reservado. S. M . manifestó m u c h o d e s -


agrado por la conducta y detención del S r . L a b r a d o r , á pesar de lo que se le
tenía insinuado, que juzgaba S. M. m a s q u e suficiente para su celo; pero yo
ciño m i orden á estos términos, como suficientes p a r a el objeto, queriendo
m á s bien ser reconvenido por blando que sospechado de la más remota par-
cialidad.—Nota. F u é espontaneidad de S. M . , y yo nada había hablado.»
Había ya recibido el b a n q u e r o de París la orden de pagar á L a b r a d o r
su habilitación; pero n o los atrasos que r e c l a m a b a , lo que motivó nuevas
quejas y reproches del i r a c u n d o D. P e d r o , y habiéndosele manifestado
2

que S. M. no gustaba de invectivas y que se pusiera c u a n t o antes en c a -


m i n o p a r a su nuevo destino 3, contestó: «Mientras se halle V. E. a u t o r i -
zado por el Rey nuestro señor, como lo está a h o r a , p a r a c o m u n i c a r m e las
Reales órdenes, cumpliré éstas con la puntualidad debida, a p a r t a n d o los
ojos del estilo en que V. E . las extiende, que es m u y propio suyo» 4.
Llegó, al fin, el m o m e n t o , p a r a L a b r a d o r dolorosísimo, de tener que
a b a n d o n a r aquel P a r í s en que había sentado sus reales animo manendi, y
al que había de volver años después, no ya erguida la d u r a cerviz de a d -
venedizo y triunfante E m b a j a d o r , sino agobiado, más que por la senectud,
por la desgracia, que le había a r r e b a t a d o empleos y h o n o r e s , familia y for-
t u n a , y q u e le había dejado, con exquisita crueldad, la vida por castigo,
h a s t a que se apiadó de él la m u e r t e y, rendida su alma á Dios, hallaron sus
e x t r e m e ñ o s huesos, á orillas del Sena, cristiana sepultura. Y así como tres
a ñ o s antes se restituyó á L o n d r e s F e r n a n - N ú ñ e z , asaz mohino por h a b e r
tenido que ceder á L a b r a d o r la p l u m a con que se disponía á firmar el T r a -
tado de París de 1814, así t a m b i é n , con más visible enojo, porque era m e -
n o r su crianza, partióse L a b r a d o r p a r a Ñapóles el 3 de Septiembre, n o
habiéndolo hecho antes, según manifestó al Gobierno, por causa de la peste
que reinaba en Italia . 5

1 Real orden de 16 de Agosto de 1817.


2 Despacho núm. 653, de 4 de Julio de 1817.
3 Real orden de 14 de Julio de 1817.
4 Despacho núm. 6 6 1 , de 26 de Julio de 1817.
5 Despacho núm. 662, de 2 de Septiembre. Avisa haber recibido hacía tres días la Real or-
den de 16 de Agosto, y que saldría al siguiente para Ñapóles.
IÓ2 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

«Risum teneati atniciü!—exclama P i z a r r o al leer este d e s p a c h o — .


Olvida el Sr. L a b r a d o r que no h a y peste en Italia, que se le envía al d e l i -
cioso Ñapóles, que el S r . Cevallos siente dejar; que él ha blasonado, y
consta, de que difería su salida de París porque W e l l i n g t o n quería confe-
renciar con él y ha dicho que el Rey Luis XVIII no quería dejase de pasar
en París su santo! Olvida que la Italia está llena de Príncipes, Ministros,
personajes, etc., etc., ó ha perdido el juicio, ó cree que escribe á los h o -
tentotes. Esto lo digo porque debe q u e d a r aquí algo de la verdad, que con-
trapese á la audacia de ciertos hombres de estos tiempos, para quienes la
voluntad del Rey es un juego (de hecho) y que sólo blasonan su celo y sus
servicios p a r a pedir disparates ó p a r a quejarse. Al leer su carta se diría
que enviaban á Argel á este sujeto. ¡Qué contraste con el D u q u e de San
Carlos, que ciertamente no va á país sano, agradable ni barato, y que, á
pesar de su clase y relaciones, no ha molestado á S. M. y ha obedecido al
m o m e n t o . Conste esto, porque alguna vez se descubra esta hipocresía p o -
lítica e n toda su fealdad, y porque yo no temo ni me oculto de e s t a m p a r
lo que es cierto.
»En lo demás respóndasele enterado.'»

A g u a r d ó F e r n á n - N ú ñ e z , para entablar Ja negociación oficial, la llegada


de L o r d Wellington á París, que tuvo lugar el i.° de Junio, estimando, de
acuerdo con Pozzo di Borgo, que la presencia del D u q u e de C i u d a d - R o -
drigo allanaría las dificultades que ofrecía el a s u n t o .
C u a t r o eran Jos puntos discutibles, según las instrucciones que en 14
de Abril se enviaron á F e r n á n - N ú ñ e z : i.°, el a u m e n t o de 5oo.ooo francos
para completar el millón de r e n t a en favor de la Reina de Etruria; 2 . , q u e 0

la sucesión se rigiera por la ley española y n o por la ley sálica; 3.°, el t r a -


tamiento de Majestad para el Infante D. Carlos Luis, y 4. , la guarnición0

austríaca en Plasencia.
Caminaba F e r n á n - N ú ñ e z enteramente de acuerdo con Pozzo di Borgo,
pero con el mayor sigilo, aparentando que no se entendían, a u n q u e no da-
b a n u n paso sin discutirlo antes j u n t o s , y dejando únicamente á W e l l i n g -
ton el manejo y dirección de todo; pues de este modo, lisonjeado el a m o r
propio del Duque y acallados sus celos por la intervención del Plenipoten-
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l63

ciario de Rusia, aprovechábase su vivo interés por la España, su gran i n -


fluencia política y sus especiales aptitudes de amigable componedor.
C o n el Barón Vincent trató F e r n á n - N ú ñ e z el a s u n t o , con la amistosa
confianza que le parecía el mejor modo de negociar; habiéndole manifestado
el Plenipotenciario austríaco que se veía obligado, respecto al p r i m e r
p u n t o , á negarse al a u m e n t o de la renta, como contrario á lo estipulado
por el Congreso de Viena. Si se creía que la Reina de Etruria debía disfru-
tar de m a y o r renta, á los aliados tocaba el proporcionársela y no al A u s -
tria, que ya se imponía u n sacrificio al atender al establecimiento del hijo
de la Archiduquesa María Luisa, privado de la herencia de P a r m a . E n
cuanto al orden de sucesión, confirmado por el T r a t a d o de Viena el de
Aquisgrán de 1748, que establecíala ley sálica, no podía hacerse ahora nin-
guna alteración. El tratamiento de Majestad para el Infante se le resistía al
General Vincent, porque igual derecho tendría para reclamarlo el hijo de
la Archiduquesa; pero, a u n q u e sin instrucciones sobre el particular, n o
tendría inconveniente en aceptar lo que la mayoría decidiera. P o r último:
de la guarnición de Plasencia hacía el Austria una condición sine qua non.
W e l l i n g t o n , Richelieu y Pozzo reconocían que no podía alterarse el
orden de sucesión establecido por el T r a t a d o de Aquisgrán. Respecto al
tratamiento de Majestad para el Infante, el Plenipotenciario de Inglaterra
S t u a r t se oponía á ello, porque su Corte jamás reconoció el Reino de
E t r u r i a ; pero el principal inconveniente nacía de Luis X V I I I , por temor á
que el Austria diera después igual tratamiento al hijo de Bonaparte, que se
hallaba en el m i s m o caso, pues tan Rey de R o m a fué como el Infante de
E t r u r i a . E r a tan decidida la voluntad de S. M. Cristianísima de no hacer
mérito de lo que sobre este punto decidió Bonaparte, que, á pesar de h a -
berse declarado el título de Majestad á la Archiduquesa María Luisa, jamás
se lo quería dar en cartas particulares, evitándolo con los de cariño, como
sobrina querida, etc.
L a guarnición de Plasencia la consideraba el D u q u e de Ciudad-Rodrigo
como necesaria para la seguridad de la Italia, y aunque el de Richelieu c o -
nocía que era una b a r r e r a contra la Francia, su voto, unido al n u e s t r o , n o
podría contrarrestar los de los demás.
El interés general de la E u r o p a en que el hijo de Napoleón no pudiera
j a m á s figurar como Soberano y el partido t o m a d o por el Austria de encar-
garse del establecimiento futuro del hijo de la Archiduquesa en Bohemia,
como simple particular, eran razones poderosas para que ninguno de los
164 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Plenipotenciarios se atreviera á insistir sobre el a u m e n t o de los 5oo.ooo


francos para la Reina de Etruria, temiendo que el Austria se volviera atrás;
por lo que fué preciso sacar para la Infanta otras ventajas que no pusieran
e n peligro u n a negociación ya demasiado prolongada.
Conocido, pues, el t e r r e n o , decidió F e r n á n - N ú ñ e z , de acuerdo con
Pozzo di Borgo, n o hablar del tratamiento de Majestad, reconocido de he-
cho en favor de la Infanta, ni de la sucesión establecida con arreglo á la ley
sálica, y procuró sacar algún partido de su consentimiento á la guarnición
d e Plasencia, exigiendo la entrega.del valor líquido productivo del Estado
de Luca en el tiempo que había mediado desde el Acta final del Congreso
d e Viena hasta la toma de posesión de la Infanta, cantidad que habría de
a u m e n t a r s e con la entrega de los 5oo.ooo francos anuales correspondientes
á la m i s m a época. A y u d a d o F e r n á n - N ú ñ e z por W e l l i n g t o n , obtuvo el
asentimiento del General Vincent, si bien salvando este p u n t o por N o t a s ,
en el acto de firmar, como F e r n á n - N ú ñ e z salvaría el de la guarnición de
Plasencia, por falta de instrucciones de los respectivos Gobiernos.
Arreglada así la cuestión de la renta y teniendo datos secretos para t e -
m e r que quizás llegase pronto contraorden á Vincent, para no concluir tan
i m p o r t a n t e asunto, fijó F e r n á n - N ú ñ e z secretamente con Pozzo la intro-
ducción y forma del T r a t a d o , se desentendió de ello con W e l l i n g t o n y dejó
que Pozzo se lo entregara en b o r r a d o r al D u q u e , el cual la dio á conocer
c o m o cosa suya á Vincent y F e r n á n - N ú ñ e z , siendo por a m b o s aprobada.
De esta suerte, no encontró el D u q u e de Ciudad-Rodrigo sino u n a aproba-
ción por parte de los Plenipotenciarios, sin que ninguno de ellos viera en
el tenor de las expresiones más que los deseos de conciliación que anima-
b a n al ilustre caudillo y que merecieron la calurosa adhesión de Pozzo di
Borgo, verdadero autor del T r a t a d o .
El 6 de Junio firmóse el Protocolo, y como fueron tantas las copias q u e
•de él hubieron de sacarse, n o pudieron firmarse hasta el 12, a u n q u e con la
fecha del 10 el T r a t a d o de P a r m a , y con las del 8 y 9 los de accesión á los
T r a t a d o s de Viena y de París de 1815.
Al remitir á M a d r i d los documentos originales, decía nuestro Embajador:
«No me toca e x t e n d e r m e con V . E . para hacerle ver el celo, actividad,
e s m e r o y firmeza que he usado para llenar sus intenciones. Siento no haber
podido obtener m á s ; pero creo firmemente que he logrado un triunfo que
otro quizás no hubiera obtenido, pues, aunque no se haya logrado el a u -
m e n t o hasta el millón de francos, si S. M. la Infanta impone las cantidades
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 165

que percibirá, sobre la vida de la Archiduquesa, como'el interés será más


fuerte que el regular, poco le faltará para completar el millón, pues juzgo se
acerque el referido interés á más de 3oo.ooofrancos, que juntos á los 5oo.ooo
-que quedan afianzados sobre las mismas fincas de que habla el Acta final de
V i e n a , harán más de 800.000 francos de renta anual hasta la muerte de la
Archiduquesa, época en la cual tomará posesión de sus Estados de P a r m a .
»Debo llamar la atención de V . E . sobre la parte principal que ha tenido
e n este feliz resultado el Duque de C i u d a d - R o d r i g o . La moderación y nin-
guna ostentación del General Pozzo di Borgo también ha sido el funda-
m e n t o principal para reunir las opiniones, pues no entrando los celos, que
ya estaban demasiado visibles, se ha podido sacar partido del genio y ca-
rácter conciliador, así como nobles sentimientos del General Vincent;
siendo ciertamente una fortuna q u e éste haya sido el Plenipotenciario
a u s t r í a c o . P o r estas razones me atreveré á indicar á V. E. que alguna d e -
mostración del aprecio de S. M. para estos tres personajes siempre sería
m u y conveniente, tanto más cuanto V . E . sabe que no hay regalos por la
firma de estos T r a t a d o s , según se estableció en Viena»
Razón tenía el Conde de F e r n á n - N ú ñ e z al creer que había prestado á
E s p a ñ a un servicio firmando el T r a t a d o , ya fuese éste, según decía, p r o -
ducto de su colaboración con Pozzo di Borgo; ya, como parece más p r o -
bable, obra del ruso por el español aprobada. Ni en ello h u b o intriga ni
faltó á su deber por ligereza n u e s t r o Embajador, contra quien formula Pi-
zarro en sus Memorias una censura, que h u b o de retractar oficial y pala-
d i n a m e n t e . Pero eran tales las ilusiones que se habían forjado el Rey y su
p r i m e r Ministro con la alianza rusa y el prometido apoyo del Zar omnipo-
tente; tan grande el empeño de F e r n a n d o VII de satisfacer á la pedigüeña
Infanta D . María Luisa, más por halagos de la vanidad que por sugestio-
a

nes del cariño, y, por último, tal el desconcierto que la doble diplomacia
había introducido en las gestiones de nuestros representantes en el extran-
jero, que no es extraño que la primera impresión que el T r a t a d o produjo,
al ser en Madrid conocido, fuera de amarga decepción y mal disimulado
enojo. En la respuesta que dio Pizarro á F e r n á n - N ú ñ e z no se revela el es-
tadista ni el diplomático. Hubiérala podido firmar Cevallos, y es la más
elocuente manifestación del estado de ánimo del Ministro, que r e c o n o -
ciendo en su fuero interno, que en lo substancial ningún perjuicio había 2
,

1 Despacho núm. 82, de 12 de Jumo de 1817.


2 Pizarro: Memorias, tomo 11, pág. 126.
166 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

veíase burlado en las esperanzas que con el Rey había compartido, y b u s -


caba un culpable en el inexperto Embajador para hacerle sentir todo el
peso de su autoridad ministerial y diplomática. He aquí los términos en
que lo h i z o :
«Enterado S. M. m u y por m e n o r del contenido de todo., no ha podido,
menos de hacer desde luego las observaciones siguientes:
>>i. a
Que en materia tan grave, el orden exigía que antes de firmar hu-
biese V . E. fijado con los demás Plenipotenciarios el ultimátum, y tomán-
dolo ad referendum, me lo hubiese enviado V . E . , para ver lo que S. M. r e -
solvía, sin arriesgar la firma.
»2. A
Que esto era más preciso cuando sabe V. E. que la condición
del millón de francos de renta era principalísima, sine qua non y de p r i m e r
orden; de modo, que ha. excedido V . E . sus facultades en pasar absoluta-
mente por ella y firmar; lo q u e á la verdad es notable.
»3. a
Que así como puso V . E.. la reserva suya en lo de la guarnición
de Plasencia, sobre lo que se le repitió que no hiciese grande empeño, d e -
bió V . E . haberla puesto en lo del millón, que era, con la reversibilidad,
el artículo más esencial, y así se ponían en recíproca dependencia lo del
millón con los atrasos, ya que no se consiguiera el u n o y el otro. E s decir:
que ha faltado V . E . á sus instrucciones firmando lo de los 5oo.ooo f r a n -
cos, pues se le encargó que fuesen un millón, y también ha faltado V. E. r e -
servándose lo de la guarnición, sobre la que no se le había puesto dificul-
tad, invencible; pero esto último n o se le desaprueba, porque al fin es algo;
pero sí lo p r i m e r o .
»4. a
Que el artículo que fija la reversibilidad en la Señora Infanta de-
bía estar extendido como el del Congreso, es decir: declarando la reversi-
bilidad para la Señora Infanta y su descendencia masculina, sin n o m b r a r á
su hijo, pues, así como está en el T r a t a d o , si, por desgracia, este Príncipe
faltare, podrían agarrarse del texto para disputar la sucesión á otro segun-
dogénito, si lo hubiere.
»5. a
Que no ha podido menos de reparar S. M. que, con toda la p r o -
tección de las tres grandes Potencias y del L o r d W e l l i n g t o n , nada h e m o s
conseguido, sino lo que fijó el Congreso y no quisimos sancionar; nada se
ha adelantado sino los atrasos, que eran de ley.
»6. a
Que lo del millón lo había considerado el Sr. D . P e d r o L a b r a -
dor como conseguido, pues, a u n q u e el Austria se rehusase á conce-
derlo, L o r d Wellington mil veces se explicó como de cosa ganada; la
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA I 67

Rusia lo tenía ofrecido votar; el D u q u e de San Carlos avisó que Metternich


dijo que, a u n q u e no podía consentirlo, pasaría por lo que decidiesen los
Plenipotenciarios; y con la Francia debíamos contar, de m o d o que, puesto
á votación el asunto, lo contábamos ganado.
»7- a
Que la suerte de Napoleón, á pesar de las explicaciones privadas
del Austria, no queda fijada, ni suficientemente garantida por las P o t e n -
cias, pues no se hace mención de él en estos actos solemnes.
» E n vista, pues, de todo, S. M . m e m a n d a prevenir á V . E . que, sin
alarmar de hecho, sobre la ratificación ó no ratificación del T r a t a d o , sobre
la que S. M. se toma el tiempo de meditar, y que no urge, puesto que hay
reservas recíprocas, trate V . E. con d u l z u r a y armonía, pero con claridad
y franqueza, de hacer privadamente sus observaciones á los Plenipotencia-
rios, aconsejándoles y proponiéndoles todos los medios fáciles de c o n v e n -
cimiento para nuestra ratificación, y que, haciendo entrever indirectamente
la posible no ratificación de nuestra parte y haciendo mérito de haberse
excedido V . E. de sus facultades por pura condescendencia y que lo h a n
c o m p r o m e t i d o , trate V . E. de zanjar los puntos siguientes:
Q u e diga V . E. que sea á cargo del Austria' ó de todas las P o -
tencias, como aquélla propone, el del millón es punto que debe arreglarse,
pues no es posible pasar por él.
»2.° Que á Pozzo di Borgo sólo le diga V. E. que el E m p e r a d o r había
hecho esperar á S. M . que esta consignación se subrogaría en los Esta-
dos de Massa y C a r r a r á , y que no se halla vestigio de haberse intentado.
»3.° Q u e habiendo pasado V . E. por lo de los 5oo.ooo francos, e x c e -
diéndose de sus instrucciones, la no ratificación no puede ni debe recaer
sobre nuestro Gobierno ni sobre V . E. y por eso es menester reformarlo,
tratándolo bajo este concepto con los demás Plenipotenciarios, como para
ponerse V . E. á cubierto.
«4.° . Que el artículo de la reversión debe ser en general para todos los
descendientes varones de la Señora Infanta, y no ceñirse, como está en el
T r a t a d o , á sólo el Señor Infante actual.
»5.° Que en.caso de no obtenerse lo del millón (á lo menos dejando
abierto el campo á ulterior negociación fundada en esperanzas), S. M . usa-
r á , para n o ratificar, de la.reserva de V . E . sobre la guarnición (que h a
sido buena para esto).
»6.° Q u e la suerte de Napoleón se fije, excluyéndolo de toda esperan-
za, de un modo solemne y garantido.
I 68 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

«7.° Que á la Francia haga V . E. sentir que á ella, como que su polí-
tica anterior ha sido causa de todos estos males por las transacciones n o
cumplidas de la T o s c a n a , toca aplicar la mano más que á nadie á lo d e l
millón; y así lo haga V . E. sentir á todos, sin resentimiento, pero con toda
la claridad que es debida, y con la eficacia necesaria para hacer fuerza y
producir convencimiento.
»8.° Que, por fin, es- menester que si S. M . ha de firmar, que en
artículos adicionales: i.°, se explique lo de la sucesión como en el C o n -
greso, y no fijándose al Señor Infante D. Carlos L u i s . Esto se conoce que
h a sido descuido y que n o h a habido intención, por consiguiente, es de ri-
gurosa justicia y no sufrirá dificultad; 2 . , que en otro artículo se arregle
0

lo del millón y, cuando no otra cosa, que se diga que se tratará de a u m e n -


t a r hasta u n millón la asignación; 3.°, que en otro artículo se fije la suerte ó,
p o r mejor decir, la exclusión absoluta de Napoleón hijo de toda esperanza.
»g.° Que con estas adiciones no habrá dificultad en ratificar, y con la
esperanza de la facilidad de estos objetos se están extendiéndolos actos. Si
n o , valiéndonos de la reserva de V . E . , h a r e m o s valer nuestros derechos.
»io. Que m e diga V . E . si para estos actos de ratificaciones se ha
usado de todo el ceremonial de tapas bordadas, sellos de plata, etc., pues
es imposible en tan poco tiempo hacerlo todo siendo tantos: me dirá V . E .
también el n ú m e r o de los ejemplares que ha de firmar S. M...
»n. Que no enseñe V . E. ni confíe á nadie estas instrucciones, sino
penétrese bien de ellas, estudíelas, empápese en ellas y luego vaya y hable
á cada uno de los Plenipotenciarios en su lengua, en la inteligencia d e que
sobre esta reserva se le hace á V . E. reponsable de cualquiera facilidad.
»i2. Que responda V . E. sobre todos estos puntos lo más pronto que
le sea posible.
»i3. Que respecto á que esos señores anuncian ya deseo de obtener"
señales de aprobación del Rey n u e s t r o señor, les h a r á V . E . entender con
delicadeza que, zanjado así el p u n t o , S. M . se complacerá en ello, y m e
indicará V. E. lo que acaso podría hacerse por cada u n o , excitando su
emulación y u n cierto noble interés, q u e á todos los h o m b r e s estimula, y
más á los m á s p u n d o n o r o s o s .
»i4. Q u e , a u n q u e en realidad S . M . no ha podido aprobar que fir-
mase V . E. con tanta priesa, sin anunciar el proyecto del T r a t a d o y p a -
sando por lo que le estaba señalado como esencial en las instrucciones,
S. M . se dará por m u y bien servido si ahora, por su conducta diestra,
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 169

procura V . E. mejorar el asunto, consiguiendo lo que se le encarga; y para


esto será m u y del caso que V. E . , sacrificando algo su a m o r propio, pon-
dere el descubierto en que se ha puesto por sobrada condescendencia,
manifieste que duda si se ratificará ó no el Tratado, pues nada se le dice
acerca de esto y sólo se le han hecho observaciones sobre haber excedido
sus instrucciones, y encargos, para que se enmiende, etc.; pues esto es un
ardid permitido en diplomacia, y en el caso actual no altera la verdad del
hecho; y como los Plenipotenciarios no pueden dejar de reconocer, si
V. E. hace bien su papel, que tiene razón, puede esto contribuir á t r a e r
algún remedio» . :

Afligido al m a y o r extremo quedó el Conde de F e r n á n - N ú ñ e z por la


desaprobación de su conducta, cuando creía que nadie hubiera alcanzado
más de lo que él había conseguido, gracias á la reputación de conciliante
que se había granjeado d u r a n t e los cinco años de su misión en L o n d r e s ,
y se apresuró á dar cumplida contestación á los cargos que de Real orden
se le hacían.
Encargábanle sus instrucciones que presentara pronto firmados los
T r a t a d o s . G r a n d e fué la cautela y maña que h u b o que emplear para n o
malograr la negociación, y á tal punto q u e , para que n o se volviera atrás
el austríaco, se firmó el T r a t a d o en el m i s m o b o r r a d o r del Protocolo, n o
pasándosele á n u e s t r o Embajador por la imaginación el t o m a r tiempo p a r a
consultar á Madrid. Al acabar de firmar el Protocolo llamó aparte el E m -
bajador de Inglaterra S t u a r t á F e r n á n - N ú ñ e z , y dándole un abrazo, le dijo:
«Le doy á usted la enhorabuena, pues no sabe usted lo que acaba de hacer
y de conseguir; hace diez días que h e visto las órdenes de Metternich al
Barón Vincent, según las cuales, siendo la influencia de la Rusia en el
Gabinete español u n punto de demasiada consecuencia en Europa, c o n -
vendría que procurase dar largas á la negociación sobre la sucesión de-
P a r m a , para no enlazar todavía á la E s p a ñ a en la gran Confederación; por
lo que he escrito á L o r d Castlereagh á ' L o n d r e s diciéndole que sentía
anunciarle que n o se compondría tan pronto este asunto; juzgue u s t e d ,
pues, si tendré motivo para darle la enhorabuena, a u n q u e quede, con gusto-
mío por falsa la noticia que di á L o n d r e s . » T a m b i é n sabía esto el D u q u e
de Ciudad Rodrigo, y a u n q u e no con tanta claridad, se lo había indicado á
Fernán-Núñez.

1 Real orden de 22 de Junio de 1817.


170 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

Cita éste los términos de sus instrucciones de 14 de Abril, de los que


n o se desprende que lo del millón de renta fuese condición sine qua non,
como lo era lo de la sucesión de P a r m a según el fuero de España. El Ple-
nipotenciario austríaco dijo que no firmaría nada si se le pedía mayor
s u m a , por corta que fuese, de la estipulada. El General Pozzo apoyó al
nuestro; pero viendo que el prusiano se a r r i m a b a al de Austria, que el de
Inglaterra, por su parte, callaba y que Richelieu decía que no tocaba á la
Francia el pagar por lo que otros no tenían, h u b o que valerse del medio
de los atrasos, que proporcionaba á la Infanta unas cantidades que, pues-
tas á fondo perdido por una vida, le darían 3oo.ooo francos más de renta,
y así sólo faltarían unos 200.000 francos al millón. «En este estado — dice
F e r n á n Núñez —, viendo el punto principal de la sucesión asegurado; que
el hijo de Napoleón quedaba excluido, y recordando que había existido
un Tratado muy oculto, que V. E. no ignora, firmado por dos grandes
Potencias, en el que quedaba fijada la sucesión en este niño, con e x c l u -
sión de la línea de Borbón de E s p a ñ a , ¿quería V . E. que vacilásemos por
sólo la cantidad de 200.000 francos?»
Respecto á la guarnición de Plasencia, se le había dicho que no acce-
diera á ella, pues tal era la intención del E m p e r a d o r de Rusia y hallaría
apoyo en el General Pozzo, y ahora se le reconvenía por habérsele e n c a r -
gado que no hiciera en ello grande empeño. No acertaba á explicarse la
contradicción; pero se alegraba de haberle proporcionado al Gobierno este
medio para no ratificar.
El artículo del T r a t a d o de Viena que fijaba la reversibilidad para la
Infanta y su descendencia habla sólo de L u c a , y no se refería á los Estados
de P a r m a , á los que son aplicables, en este p u n t o , los T r a t a d o s de A q u i s -
grán y de París de 1748 y 1763. En otro caso, por falta de sucesión m a s -
culina del Infante D . Carlos L u i s , podrían pasar á los hijos que pudiera
tener la Reina Infanta de un segundo matrimonio, siendo llamada á s u c e -
der una línea extraña en perjuicio de las Casas de Austria y de C e r d e ñ a .
T o d o s los Plenipotenciarios estuvieron en ello de acuerdo.
L o s atrasos conseguidos no los consideraba de ley, como el Gobierno
de S. M., el Plenipotenciario austríaco, y si los consintió fué sólo por el
influjo decidido de L o r d Wellington y con la consabida reserva.
«Si el Sr. L a b r a d o r — escribía F e r n á n N ú ñ e z — ha considerado como
conseguido el a u m e n t o hasta u n millón, no lo he hallado en su c o r r e s -
pondencia; y si tan seguro era, ¿por qué n o m e lo dijo ó por qué no lo
ESPAÑA EN EL CONGKESO DE VIENA 1JI

dejó ya arreglado en el largo tiempo que ha tenido este asunto á su c u i -


dado? El Duque de Wellington es falso que haya dicho mil veces que era
cosa ganada, pues él m i s m o me dijo de desistir de lo que no podía lograrse.
Si la Rusia ofreció votarlo, puedo decir que Pozzo pensó apoyarlo; pero
que en la conferencia, notando que nadie le sostenía y conociendo que
sería mover los celos, ya demasiado existentes, se retrajo de ello, pues el
Plenipotenciario prusiano al instante empezó á hacer señas al austríaco,
q u e no se nos escaparon á los que estábamos con la desconfianza necesa-
ria y la vigilancia más que regular para que no se advirtiese estábamos de
a c u e r d o Pozzo y yo.»
P o r último: si la suerte del hijo de Napoleón no quedó fijada, no fué por
olvido, sino por la oposición del D u q u e de Richelieu, que declaró no pondría
su firma en ningún documento en que se nombrase á este niño, pues S. M.
Cristianísima no quería oir hablar de él, ni menos recordar que existía.
Contestados así todos los cargos contra él formulados por lo que no
había hecho, e m p u ñ ó F e r n á n - N ú ñ e z un incensario, h a r t o m á s modesto
que el botafumeiro que para su uso diario gastaba L a b r a d o r , é incensó
al oficiante, á cuya diplomática sagacidad y conciliante espíritu se debía
el T r a t a d o con sus i n n ú m e r a s ventajas.
Figuraban entre éstas, como las primeras, las que se referían á la Reina
d e E t r u r i a , cuyos derechos á la sucesión de P a r m a fueron reconocidos en
favor de su hijo, y cuya renta tuvo, con los recuperados atrasos, conside-
rable a u m e n t o . P e r o esto no impidió que á la muerte de F e r n a n d o VII su
hija D ! Isabel U n o fuera reconocida como Reina de España por el hijo de
a

la Reina Infanta, y que más tarde u n Duque de P a r m a , m u y desemejante


d e aquel expugnador de A m b e r e s por cuyas venas corría sangre-de Car-
los V , viniera á España á t o m a r parte, á título de afín, en contiendas civiles.
E n cuanto al hijo de Napoleón, terror de los Borbones, era u n aguilu-
c h o enteco, condenado á t e m p r a n a m u e r t e é incapaz de alzar el vuelo m á s
allá de los estrechos límites que á su ambición habían fijado sus guardia-
n e s , ni de pensar en más conquistas que aquellas en que se c o n s u m i e r o n
sus juveniles ardores y sus escasas fuerzas.
L a única ventaja para España, tangible é inmediata, fué que con la
firma del T r a t a d o se nos entregaron las cantidades que nos correspondían
de la contribución de guerra que pagaba la Francia y que habían sido por
los aliados retenidas, para obligarnos á acceder incondicional mente á los
T r a t a d o s de Viena y de París. V e r d a d es que quien con ello se lucró prin-
I72 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

cipalmente no fué el Erario, sino el Cónsul General en París D . Justo M a -


chado, que pocos años después se alzó con los papeles y el dinero (unos-
nueve millones de francos, según Pizarro) y se fugó con todo á L o n d r e s ,
de donde pasó á Holanda, y allí vivió beatamente, apartado de los n e g o -
cios, sin querer entrar en componendas ni monipodios con el Gobierno, y
contentándose con gastar espléndida y h o n r a d a m e n t e su fortuna, lo cual le
valió m u c h a s amistades, hasta de Príncipes de la sangre, además de la d e l
Ministro de S. M. C . en la Corte de los Países Bajos.
P o r lo que hace á la entrada de España en la Confederación europea,,
tuvo por apreciable consecuencia la visita que nos hizo u n ejército francés
al m a n d o del D u q u e de Angulema, encargado de restablecer el orden y de
darnos u n buen Gobierno, cosa de que h e m o s andado siempre m u y nece-
sitados, y en la que pusieron m a n o , con escaso acierto, los bien intencio-
nados hijos de San L u i s .
P e r o todas estas ventajas obtenidas con la firma del T r a t a d o no impidie-
r o n que pasara F e r n á n - N ú ñ e z por la gran humillación, que su Gobierno l e
i m p u s o , de tener que acudir á losMinistros de Austria, de Rusia y de la G r a n
Bretaña, para manifestarles el temor de que no fuera ratificado, por no haber-
se él ajustado á sus instrucciones. Nada t u v o que fingir, como P i z a r r o le en-
cargaba, pues su cara y sus palabras d e m o s t r a b a n á lo vivo su sentimiento.
Consiguió que Richelieu los citara á una conferencia en casa de Sir
Charles Stuart, y habló á todos en particular para que asistieran; presen-
tándose, aunque con bastante r u b o r , á decir lo que se le había mandado, y
con la m a y o r sumisión concluyó pidiendo se extendiera u n Protocolo e n
los términos que llevaba preparados. L o s primeros en oponerse fueron los.
Plenipotenciarios de Austria y Prusia, que pidieron no se le escuchase, n i
se firmase un Protocolo sobre u n T r a t a d o ya firmado, y del que tres C o r -
tes, Austria, Francia y la G r a n Bretaña, habían m a n d a d o extender las r a -
tificaciones; pero, al fin, convinieron en que se extendiera con la d e c l a r a -
ción del Plenipotenciario austríaco y la que acababa de recibir el D u q u e de
Richelieu de boca de Luis X V I I I ; siendo la conclusión la siguiente: « A u n -
que los Plenipotenciarios creen q u e , habiendo obrado con arreglo á sus
instrucciones y plenos poderes al ajustar el T r a t a d o de 10 de Junio, n a
puede éste ser invalidado, queriendo dar una prueba de deferencia á la C o r t e
de España y á su Embajador el Conde de F e r n á n - N ú ñ e z , han convenido-
en comunicar inmediatamente á sus respectivas Cortes este Protocolo»

1 Despacho núm. i 5 g , de 4 de Julio de 1817. Reservado.


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 178

El noble sacrificio de a m o r propio que hizo F e r n á n - N ú ñ e z en obse-


quio y servicio del Rey fué apreciado por S. M., que quedó m u y satisfe-
cho de esta última y costosa prueba de su celo y de la manera con que
había concluido tan difícil é importante negociación, aprobándola en todas
sus partes por completo. «Por mi parte — añadía Pizarro—¿qué podré de-
cirle después de esto sino darle un millón de gracias?»
V e a m o s ahora cómo explicó la contradicción que resultaba entre tan
laudatoria aprobación y la anterior reprensión, más severa que justificada:
«Sólo para ilustración del punto, y no porque ya sirva para nada, voy á
hacerle algunas observaciones, que siem pre sirven para el giro de los negocios:
»Lo de la sucesión para todos los hijos de la Señora Reina de Etruria
se sabía m u y bien era repugnante é imposible; pues, evidentemente, el ob-
jeto del artículo del Congreso hablaba en la línea Borbónica, como que ya
era viuda la Señora Infanta; pero el Sr. L a b r a d o r hizo algunas indicacio-
nes sobre esto, y era debido dejar purificado de todo ambaje el expediente
al tiempo de concluirlo: por esto se hizo este encargo.
»E1 a u m e n t o del millón se presentó, en efecto, como cosa hecha, y así
lo había presentado el S r . Labrador de oficio: por eso, usárase ó no de la
expresión sine qua non, debió considerarse como tal é imprescindible; pero
como lo de los atrasos lo suple casi del todo y es cosa de que no hago m e -
moria se haya hecho mención en la negociación, y como era urgente fir-
mar, queda completamente cubierto.
»La necesidad de firmar sin consultar, repito está comprobada por otros
conductos también, y por eso queda aprobado el paso, aunque es caso sin-
gular que no debe servir de ejemplar.
»Lo de la reserva de la guarnición, se repite, fué bien hecho; una r e -
serva convenía, pues la ponía el austríaco y fué paso discreto: en lo demás
no hay contradicción. Zea dijo que el E m p e r a d o r Alejandro encontraba
violenta la guarnición, y yo lo avisé como material; pero como yo no p o -
nía en esto el último esfuerzo, y verbalmente insinuó el Ministro ruso que
el E m p e r a d o r vería con gusto que por esta causa no se rompiese la nego-
ciación, lo advertí así; de modo que no hay contradicción, y está en regla.
»Lo de Napoleón hijo y el protocolo de aumento de la pensión son
triunfos conseguidos fuera del T r a t a d o , y por éste y por el celo del Conde
sólo hay que decir muchas gracias.
»E1 bochorno que ha padecido y disminución de confianza para con sus
colegas no debe abultarlo ni afligirle: reflexione que estas son cosas m u y
i5
174 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

usadas, y que las Cortes saben m u y bien á qué atenerse: reflexione que el
austriaco ha sido reprendido y no lo oculta. Al contrario, debe estar glo-
rioso, manifestarse contento y adquirir confianza y fuerza en sus pasos d i -
plomáticos, ahora más que nunca, y debe hacer valer la deferencia del Rey
d : firmar, pues para esto se usan de estos ardides lícitos, para dar realce á
lo que se concede, y antes quedarse en disposición de ver venir. Crea, pues,
q u e , lejos de perder, ha ganado con sus colegas.
» U l t i m a m e n t e , me dirá usted qué le sería agradable en esta ocasión
como demostración de la aprobación del Rey»
C u a n t o á las ratificaciones, se le anunciaba que irían puras y lisas, sin
reserva y con la fórmula establecida, por no haber tiempo para otra cosa;
pero que asegurara al Duque de Richelieu que se le satisfaría en la p r i -
mera ocasión. T r a t á b a s e de un punto de ceremonial establecido de común
acuerdo entre las Cortes de España y Francia desde el advenimiento de
Felipe V al t r o n o de España, según el cual, los Pares de Francia tenían en
la Corte de S. M. C. los mismos honores, rango y prerrogativas de los
Grandes de España, y recíprocamente tenían éstos en la Corte de Francia
las mismas distinciones y privilegios de los Pares del Reino. De aquí que,
concediendo el Rey de Francia á los Duques y Pares el título de Primo,
lo concedía igualmente á los Grandes de España, que eran de primera clase
y tenían título de D u q u e . Como F e r n á n - N ú ñ e z se encontraba en este caso
por el Ducado que usaba de Montellano, llamábale S. M. Cristianísima
Primo en el i n s t r u m e n t o de ratificación, y Richelieu esperaba que S. M.
Católica hiciese con él lo propio, renovando, después de una larga inte-
rrupción, un antiguo uso, que no podía menos de tener el consentimiento
de ambas partes . 2

Advirtió también Pizarro que acaso no podrían ir las ratificaciones con


todos los requisitos exteriores, como bulas de plata, tapaderas bordadas,
etcétera, porque exigían tiempo y no era cosa de detener un asunto tan
grave por puras fórmulas.
Y en el despacho de F e r n á n - N ú ñ e z , al que se contestó según' minuta
de P i z a r r o , escribió éste lo siguiente:
«El Embajador de Inglaterra, el de Francia y el de Rusia me han h e -
cho formales comunicaciones por orden expresa' de sus Cortes para per-
suadirme y rogar al Gabinete español que ratifique, con las mayores per-

r Real orden de 1 7 de Julio de 1817.


2 Despacho núm. 130, de 28 de Junio de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA ,175

suasiones y por el bien común; diciendo todos que era imposible hacer más
de lo conseguido; que el Austria deseaba tener de qué agarrarse para no fir-
mar, como que le va m u c h o en ello; que el triunfo de la sucesión es gran-
dísimo, pues estaba estipulada para el hijo de Napoleón en un T r a t a d o de
Rusia (esto no lo dijo el. ruso), Austria y Prusia; en fin: por la primera vez
desde tiempos más felices, el Rey ha sido cortejado y rogado por las Poten-
cias, lo que debe quedar para gloria del Rey nuestro señor á quien se debe
todo, pues es quien lo ha conseguido y trabajado, y no el Sr. Labrador, como
él se jacta hasta de oficio, ni yo, que nunca me jacto, ni Dios lo permita; y
para que conste que lo hecho ha sido preciso hacerlo, y se ha logrado más
de lo que debía esperarse, echada á perder la negociación, como lo estaba.»
Si grande había sido antes la aflicción de F e r n á n - N ú ñ e z al ver desapro-
bada su conducta, no fué menor su júbilo por los términos en que S. M.
le otorgaba ahora su más completa aprobación y le ratificaba su confianza.
Al dar las gracias, y en respuesta á la indicación que se le había hecho,
recomendó para el ascenso á su h e r m a n o el Brigadier D. José de los Ríos , !

recomendación que fué tramitada muy particularmente por el Ministro de


Estado al de la G u e r r a .
N o pareció esta á S. M. adecuada recompensa, y el 23 de Agosto de 1817
se dignó expedir, y se comunicó á F e r n á n - N ú ñ e z , el siguiente decreto:
«El Rey nuestro señor, con el plausible motivo del dichoso alumbramiento
de la Reina nuestra señora, y en atención á los trabajos, servicios y m é -
ritos contraídos por V . E. en sus Embajadas en las Cortes de Londres y de
París y en las negociaciones del Congreso de Viena, terminadas felizmen-
te, ha venido en hacerle á V. E. merced de que varíe su denominación y
se titule Duque de Casa F e r n á n - N ú ñ e z , en lugar de Conde de F e r n á n - N ú -
ñez, como antes se titulaba.»
M u y agradecido el Duque á la Real merced, no quiso, sin e m b a r g o ,
usar la Casa con que fué agraciado, por lo que un mes después, el 24 de
Septiembre, se pasó orden á la C á m a r a «para que se reforme la palabra
Casa en el título de Duque concedido á F e r n á n - N ú ñ e z , pues no querién-
dolo él, y no siendo el objeto de S. M. sino hacerle merced, ha querido no
disminuya su Real concesión una palabra innecesaria.»
Canjeadas las ratificaciones de los tres T r a t a d o s , renovó S. M. á F e r -
2

1 Despacho núm. 226, de 29 de Julio de 1817.


2 Las de Inglaterra se enviaron con el Despacho núm. 242, de 2 de Agosto de 1817; las de
Austria, Francia y Rusia con el núm. 325, de 26 de Agosto, y las de Prusia con el núm. 549, de 4
de Noviembre de 1817.
I76 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

n á n - N ú ñ e z su satisfacción por ver fenecido este asunto y se publicó un


anuncio en la Gaceta con arreglo á esta Nota de Pizarro: «Ahora hágase un
anuncio para la Gaceta, discreto, noble y sencillo, en que se haga ligera-
mente entender que S. M. ha tenido el gusto de ver por fin terminado este
asunto; y de modo que, sin dejar de hacer el debido elogio del celo y acti-
vidad del Embajador signatario, no se ofenda el amor propio del S r . L a -
brador, pues una cosa es que él se porte tan, de todas maneras, mal c o n -
migo, y otra que yo salga de mis principios de nobleza en cuanto publique
el Gobierno, y urbanidad y decencia en lo que toca á sus servidores» . 2

Al canje de las ratificaciones acompañó el de los regalos, punto i m p o r -


tantísimo, ampliamente discutido en n u m e r o s o s Despachos. Habíase conve-
nido que la España daría sendos joyeles á los cinco Plenipotenciarios que,
con el de España, firmaron el T r a t a d o de 10 de Junio sobre P a r m a y á los
Ministros de Estado de los cinco Gabinetes por la accesión á los T r a t a d o s
de Viena y de París, firmados el 8 y 9 de Junio; que los regalos de Canci-
llería, de 90.000 reales, no se darían sino por el T r a t a d o de 10 de Junio; y
que á los primeros Secretarios de las cinco Cortes se les concedería la C r u z
de Carlos III á título de reciprocidad. C o m o consecuencia de esto, el M i -
nistro de Estado recibiría cinco cajas de oro con los retratos de los respec-
tivos S o b e r a n o s y otras cinco F e r n á n - N ú ñ e z , y la primera Secretaría de
Estado una suma de 450.000 reales por los regalos de Cancillería. Cuanto
á las cruces, debían darse cuatro de Carlos III con placa chica, que los e x -
tranjeros llamaban de C o m e n d a d o r , y como la Embajada inglesa no reci-
bía cruces, ni las daba su Corte, pero no quería perder su derecho, ofreció
el Embajador 1.000 libras esterlinas para los Secretarios de la Embajada
de España (que F e r n á n - N ú ñ e z distribuyó entre Machado y Bustillo por el
trabajo que igualmente habían tenido), debiendo, á cambio de este regalo,
hacérsele uno de 90.000 reales para la Secretaría de dicha Embajada in-
glesa, con lo cual no eran cinco, sino seis, los regalos de Cancillería que
de Madrid habían de enviarse 3.
Mandáronse á hacer en París las cinco cajas para los Ministros de E s -
tado, con el retrato cuyo modelo se envió y del que habían de sacarse cua-
tro copias; no debiendo pasar de 90.000 reales el valor de cada caja, ni de
80.000 el de la de Prusia; pero súrepresentar todas en su elegancia, f o r m a

1 Real orden de n de Septiembre de 1816.


2 Se publicó en la Gaceta del 16 de Septiembre de 1817.
3 Despacho núm. 237, de i.° de Agosto de 1817.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 177

y aparato exterior unos 6.000 duros. Las otras cinco cajas se hicieron en
Madrid, para que alcanzara el lucro á nuestros artesanos, y se le dijo á
F e r n á n - N ú ñ e z que su valor sería de 5.000 duros
A las cajas españolas acompañó una Real orden en que se le prevenía
á nuestro Embajador que las entregara al tiempo de recibir las que nos
estaban destinadas, toma y daca; que debía decir que todas eran de
100.000 reales y que exagerara también mucho las que él había m a n d a d o
á hacer en París para los Ministros de Estado; y, sobre todo, dar y tomar . 2

Y se dio orden á Correos 3 para que del fondo de donativos eclesiásticos, y


en calidad de reintegro, se entregaran, para un gasto del real servicio,
234.900 reales al diamantista D. Manuel L u q u e t y Matute, á quien ya se
le habían adelantado 60.000 reales. Los joyeles para el Austria, la Rusia y
la Francia costaron unos 80.000 reales; el de la G r a n Bretaña, 55.000, y el
de Prusia, que no figura en esta cuenta, 45.000. Las cajas de oro importa-
ban de 3 á 5.000 reales; la hechura de la guarnición y sobrecaja de tafi-
lete, 3.000; los retratos del Rey, 640, y unos 70.000 los brillantes, salvo la
caja para Inglaterra, que sólo los tenía por valor de 49.000 reales.
E n cuanto á los regalos que recibió Pizarro de las Potencias, el de A u s -
tria era el mejor, pues en poco n ú m e r o contenía solitarios m u y aprecia-
bles; el de Inglaterra, por otro estilo, era rico; el de Rusia tenía gran brillo
y elegancia, aunque menos valor; el de Francia era modesto; y el de P r u -
sia se distinguía por lo módico 4.
La Infanta D . María Luisa, acalorada contra el T r a t a d o por Vargas
a

Laguna, á instancias, sin duda, de su paisano Labrador, escribió á Pizarro


una expresiva carta, contándole la ruin intriga, y le envió su retrato y el
de su hijo el Infante, excusándose del poco precio, que al fin no era tan ni-
mio, de la guarnición de brillantes . 5

Las cruces de Carlos III se otorgaron á Mr. de Rayneval, primer D i -


rector de la Cancillería de Francia y Consejero de Estado (lo cual indica
que eran entonces los funcionarios más modestos, ó las cruces más estima-
das que ahora), y á los primeros Secretarios Consejeros de las Legaciones
de Austria, Rusia y Prusia, Barón Binder, Mr. S p i e s y M r . Schoell. La de
este último fué devuelta por el Gobierno prusiano pidiendo se le diera en

1 Real orden de 14 de Agosto de 1817.1


2 Real orden de 18 de Septiembre de 1817.
3 En 19 de Septiembre.
4-JPizarro: Memorias, tomo 1 1 , pág. 1 2 7 .
5 ídem id., pág. 128.
I78 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

su lugar la C r u z chica de Carlos III sin placa, que era la que tenía su s u -
perior jerárquico el Oíicial mayor de la Cancillería de Berlín Y para
guardar una perfecta reciprocidad, n o se le dio al Oficial de Embajadas
D. Francisco Bustillo la Encomienda, sino la Cruz de Caballero de tercera
clase del Águila roja. Las otras cruces de Austria, Francia y Rusia se r e -
partieron por antigüedad entre los Sres. D. Manuel González Salmón,
primer Secretario de la Embajada en París; D. Justo Machado, Cónsul
general, y D. José Parada, Oficial de Embajada, destinado como Secreta-
rio á la de T u r í n . F u e r o n , ademas, condecorados con cruces rusas S a l m ó n
y Machado, á cambio de las españolas que se dieron, á petición de P o z z o ,
á dos Agregados á la Embajada de Rusia.
Los regalos de Cancillería dieron lugar á algunas dificultades, p o r q u e
el Duque de Richelieu manifestó que el regalo de Francia había sido siem-
pre de 24.000 francos, y los Plenipotenciarios de Inglaterra, Rusia y P r u -
sia, y después el dé Austria, entregaron cada cual 2.000 ducados de H o -
landa, que no equivalían exactamente á los 90.000 reales que se habían
calculado por nuestra parte. F e r n á n - N ú ñ e z pidió dinero al banquero para
pagar la diferencia, y al remitir á Madrid las cuatro primeras cartas de
crédito , contestó Pizarro: «Buen provecho, y no es mal refuerzo para e n -
2

trar en calor; pero dígase al Duque que hubiera sido mejor no alterar lo
dispuesto; pues no nos hemos de arreglar por lo que hacen ó dicen otros:
él cumplía con decir que no podía ampliar más. Está mandado abonar;
pero sírvale de gobierno para siempre» 3.
P o r último: nombrado Comisario por parte del Austria el Conde S a u -
ran, Embajador electo en Madrid, lo fué para recibir, en n o m b r e de España,
el Ducado de L u c a , el Embajador en T u r í n D. Eusebio Bardají y Azara,,
á quien se le previno que acelerase su viaje para abreviar cuanto fuese po-
sible la toma de posesión, que procediera en este acto con todo el pulso y
la prudencia que le caracterizaba y que tratase á la Reina con gran dulzura
y usando en todas ocasiones del mayor respeto y de las atenciones debidas
á su Real Persona 4.
No fué, sin embargo, el n o m b r a m i e n t o de Bardají m u y del agrado de
la Reina Infanta, que creía le tocaba á ella hacerlo y había puesto los ojos

1 Despacho núm. 654, de g de Diciembre de 1817.


2 Despacho núm. 524, de 2 4 de Octubre de 1817. La carta del Austria fué enviada con el
Despacho núm. 669, de 13 de Diciembre de 1817.
3 Real orden de 8 de Noviembre de 1817.
4 Real orden de 5 de Octubre de 1 8 1 7 .
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 179

en otra persona. Atribuíalo, además, á Vargas L a g u n a , de cuyos enredos


se consideraba víctima y á quien suponía las más aviesas intenciones; por
lo cual, apenas llegase á su noticia que Bardají había tomado posesión
de Luca, detrás iba ella para arreglar las cosas del Estado de que era
dueña .l

Así acabó, sin gloria ni provecho para España, aquella laboriosa nego-
ciación, fruto de una diplomacia que se decía doble y pecaba de sencilla.
Parecía que sobre los asuntos de P a r m a pesaba una atávica fatalidad desde
que el amor materno de la Reina D . Isabel de F a r n e s i o no vaciló en sa-
a

crificar en lejanas guerras vidas é intereses españoles, para que uno de sus
hijos recobrara el Ducado, cuna de sus mayores. Años después compartía
con el Rey Carlos IV el trono de España una Princesa de P a r m a , nieta
también de D . Isabel de Farnesio, y su afán de que ambas sus hijas c i -
a

ñeran corona, movióla á imponer España cuantiosos pero incruentos sa-


crificios, para que, trocando la Casa de P a r m a sus Estados patrimoniales
por el Reino de Etruria, cambiado después por el imaginario lusitano, lle-
gara á ser Reina la Infanta D . María Luisa, que murió en 1824 g o b e r -
a

nando el Ducado de Luca, convertido en merienda de camaristas florenti-


nos. Enséñanos esta lamentable historia que aun las más grandes virtudes,
como el amor de la familia, incubador de purísimos goces y de dichas sin
cuento en el seno del hogar, pueden ser para la patria causa de infinitos
males, cuando se ejercitan á costa de la nación, sacrificando sus altos inte-
reses objetivos en aras de otros más subjetivos y más bajos. N o es dado á
todos imitar el ejemplo heroico de G u z m á n el Bueno, que se cita como
único aun en aquellos belicosos y remotos tiempos en que el corazón del
guerrero había adquirido la dureza del férreo peto que incesantemente le
cubría. Hoy somos más sensibles y más blandos. La hazaña de G u z m á n
nos horroriza, y en cambio, por lo h u m a n a , nos conmueve la paterna
bondad de Carlos IV, entregando á Napoleón provincias enteras y navios
de guerra y millones de francos por ver á su hija, la ingenua Infanta doña
María Luisa, ciñendo la corona real de Etruria.

1 Carta de la Reina María Luisa á Pizarro. Roma, 2 de Noviembre de 1817, inserta en el


Apéndice á las Memorias de Pizarro, tomo m, pág. 368.
i8o REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

XII

Qué se hizo D. Pedro Gómez L a b r a d o r desde que, frustrada su misión


y rebosando ira, abandonó mal de su grado la capital de F r a n c i a , hasta
que vino á m o r i r en ella muchos años después, octogenario y achacoso,
desmemoriado y ciego, sin fortuna ni empleo y exonerado de todos sus
honores y condecoraciones?
Apenas llegó á Ñapóles, cúpole la honra de pedir la m a n o de la P r i n -
cesa D . Luisa Carlota, hija del Príncipe de Calabria D. Francisco Jenaro,
a

heredero del trono de las Dos Sicilias, y de la Infanta D . María Isabel,


a

para el Infante D. Francisco de Paula, h e r m a n o de F e r n a n d o V I I , verifi-


cándose el regio desposorio en Ñapóles el i5 de Abril de 1819 y represen-
tando al Infante contrayente el Príncipe de Salerno D. Leopoldo, tío d é l a
novia.
La revolución triunfante en 1820 dejó á L a b r a d o r sin Embajada, y
en 1823 perdió la plaza de Consejero de Estado, que le quitó F e r n a n d o V I I .
Purificado y restituido á la gracia del M o n a r c a , obtuvo en 26 de J u n i o
de 1827 la Embajada en R o m a , adonde no llegó hasta-el 17 de F e b r e r o
de 1829, presentando sus credenciales á Su Santidad el día 29. Aquel m i s m o
año pasó á Ñapóles á pedir para el Rey F e r n a n d o VII la m a n o de la P r i n -
cesa D . María Cristina, hija de los Reyes de las Dos Sicilias D. F r a n -
a

cisco 1 y D . María Isabel; verificando su entrada pública en Ñapóles con


a

gran pompa y lucimiento el 6 de Septiembre. Ese mismo día dio una c o -


mida de 5o cubiertos y el día 8 un baile de 700 p e r s o n a s , al que
asistió el Príncipe Leopoldo con la Archiduquesa su esposa. Estas misio-
nes extraordinarias eran muy buscadas por los Grandes, p r i m e r o , por el
h o n o r de desempeñarlas, y luego, por las cuentas que presentaban y en que
incluían vajillas de plata y porcelana, cristalería, coches y caballos, libreas
de gala, además del coste de las comidas é iluminaciones. Cita L a b r a d o r
varios casos, cuya exactitud no hemos podido c o m p r o b a r , y que sólo á t í -
tulo de chisme diplomático reproducimos. U n o de un Embajador que, á
principios del siglo, pidió la m a n o de una Princesa para un Príncipe de As-
turias, y presentó tales cuentas, que le sobraron 60.000 duros, con los que
compró una casa en Madrid. O t r o de un G r a n d e que, como Embajador en
Lisboa, puso en cuenta desde la vajilla hasta las escobas. Y, por ú l t i m o , el
del Embajador en Viena, que, cuando la coronación del E m p e r a d o r L e o -
ESPAÑA EN.EL CONGRESO DE VIENA I8T

poldo II, c o m p r ó tal n ú m e r o de velas de cera de Venecia, que se a l u m b r ó


con ellas d u r a n t e seis años la Embajada. L a b r a d o r llevó de R o m a su ser-
v i d u m b r e , coches y caballos, dio la comida y baile de costumbre y envió-
al Gobierno una cuenta que no pasaba de 100.000 francos; con lo cual
creyó haber dado u n buen ejemplo á los cortesanos; pero éstos lo t o m a -
ron m u y á mal y lo tacharon de orgulloso y de que echaba á perder el
oficio.
E n recompensa de esta misión le concedió el Rey el Toisón de Oro
y S . M. Siciliana le agració con el título de Marqués. Y como no se e x p r e -
sara la denominación, porque en Italia era m u y frecuente hacer recaer
los títulos sobre los apellidos, no siendo tal la c o s t u m b r e de E s p a ñ a , r e -
presentó á S. M . por medio de su Secretario de Estado y Ministro de la
Real Casa, Marqués Ruffo, para que la merced que se le había hecho fuera
con el n o m b r e de M a r q u é s de Vallegrande, que era el de u n a propiedad
que poseía en España, en lo que no le parecía pudiera haber ninguna difi-
cultad . Contestóle el Marqués Ruffo que, a u n q u e el Rey su señor n o
2

concedía títulos sobre propiedades que estuvieran fuera de sus reinos, dis-
pensaría esta circunstancia en su favor, autorizándole á llamarse V a l l e -
g r a n d e ; pero á L a b r a d o r le pareció más conveniente conservar la p r i m i -
tiva denominación, que venía ya usando y con la que era conocido 3.
Razones de salud le movieron á rehusar la Embajada de Ñapóles, p a r a
la que fué n o m b r a d o en N o v i e m b r e de 1829, y continuó al frente de la de
R o m a . Allí contrajo matrimonio el 21 de Noviembre de i83o, c u m p l i d o s
ya los sesenta, con D . A n a María Carlota Evelina L a b o r d e , viuda de L a -
a

l i m a n , joven, hermosa é instruida, según L a b r a d o r , que, tanto por su padre


D . Juan Pedro L a b o r d e , como por su m a d r e D . Felicidad T e r e s a B a u d r i ,
a

pertenecía á una de las familias más distinguidas y opulentas de la isla de


Santo Domingo, donde su padre y sus tíos m u r i e r o n peleando contra los
negros.
Se le concedió en M a r z o de 1831 un año de licencia para venir á E s -
paña, que hubo de p r o r r o g a r por no permitirle el estado de salud de su
esposa hacer aceleradamente el viaje de regreso. Dignáronse los Reyes ser
padrinos del niño, que también estaba en camino y vino al m u n d o en M a r -

1 El 7 de Noviembre de 1829.
2 Despacho de 27 de Noviembre de 1829, acusando recibo del Real permiso para usar el íítulo
de Marqués.
3 Despacho d e 4 d e Marzo de 1 8 3 0 , al que se contestó en 28 de Abril, dejándole S. M. en
libertad de adoptar uno ú otro titulo.
16
l82 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

sella el 10 de Septiembre, no pudiendo resistir los esfuerzos de u n parto


largo y laborioso. Luego que pasó el peligro en que estuvo su mujer, la
dejó en Montpellier, y él continuó su viaje á R o m a , encargándose de nuevo
de la Embajada el 23 de Abril de i833, después de dos años de ausencia.
Al despedirse en Madrid de la Reina solicitó L a b r a d o r para su esposa
la banda de María Luisa, y habiéndolo recordado oficial y p a r t i c u l a r m e n t e
al Ministro, que lo era Zea, le contestó éste, en carta de i3 de Agosto:
«S. M. la Reina, cuando di c u e n t a , había dispuesto no concederla más
que á las personas contenidas en u n a lista formada al efecto. V m d . c o -
noce demasiado bien las Cortes p a r a no p r e v e r cuanto puede ¡'haber m e -
diado en la formación de aquella lista. En ellas los ausentes tienen siem-
pre el peor lugar.» U n a de las agraciadas con la banda fué la mujer de
Zea, y L a b r a d o r se desahogó diciéndole «que, aunque hubiese llegado a n -
tes su pretensión, no se habría logrado por las influencias de palaciegas,
que por viejas, feas y tontas, son enemigas de la juventud, de la h e r m o -
s u r a y de la instrucción».
Muy revuelta a n d a b a en aquellos días la política en España. H a b í a sido
jurada Princesa de Asturias la que debía ser bien p r o n t o D . I s a b e l II,con pro-
a

testa del Infante D. Carlos, que se disponía á reclamar por las a r m a s la Co-
r o n a tan pronto como falleciera el Rey F e r n a n d o VII, cuyo fin considera-
ban todos próximo. Muchos de los partidarios del Infante, que n a d a tenían
que perder, se habían declarado carlistas luego que apareció el manifiesto-
protesta. Otros más prudentes, en cuyo n ú m e r o se contó L a b r a d o r , aguar-
d a r o n , para hacer público su modo de pensar, á que el Gobierno d i s p u -
siera de los cargos que desempeñaban. Da lugar, además, á sospechar que
no fuera muy espontánea y m u y robusta la fe carlista de L a b r a d o r , la cir-
cunstancia de que sostuvo en el Congreso de Viena, y lo escribió en r e p e -
tidos despachos, que la ley sálica n u n c a había sido ley del Reino en E s -
p a ñ a , ni se había jamás regido por ella la sucesión á la C o r o n a en la r a m a
española de la Casa de Borbón, por lo cual pretendía, con manifiesto e r r o r
y olvido del T r a t a d o de Aquisgrán, que n o fuera aplicable'á los Estados
de P a r m a . Y casi nos atreveríamos á afirmar que si D. Francisco Martínez
de la Rosa, que reemplazó á Zea en él Ministerio de Estado én los c o -
mienzos de la regencia de D . María Cristina, n o hubiese dispuesto de la
a

Embajada de R o m a en favor de D . Evaristo Pérez de Castro, h u b i e r a con-


tado la Reina D . Isabel II con u n entusiasta partidario en la persona del
a

Marqués de L a b r a d o r , que no habría negado su concurso al nuevo r é g i -


ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 183

m e n en la Embajada de R o m a , «que m i r a b a como u n a honrosa jubilación,


que le permitía continuar sirviendo al Rey con distinción y sin fatigas su-
periores á sus fuerzas»
El 29 de Septiembre de i833, sin que le a y u d a r a nadie á bien m o r i r ,
rindió su alma á Dios F e r n a n d o V I I , siendo su m u e r t e , según preveía el
propio Rey, especialmente sentida por los cómicos, que tuvieron que c e -
r r a r los teatros . Y el 22 de F e b r e r o del siguiente año se c o m u n i c ó á
2

L a b r a d o r el n o m b r a m i e n t o de Pérez de Castro para sucederle, como E n -


viado extraordinario y Ministro Plenipotenciario en R o m a .
E n despacho de 11 de Abril dio cuenta L a b r a d o r de que el día q había
presentado, al Cardenal Secretario de Estado, al Secretario D. Paulino
R a m í r e z de la Piscina, como Encargado de Negocios, cesando en la E m -
bajada, según se le prevenía en oficio de 14 de M a r z o , y añadía: «El m i s m o
día en que llegó la noticia del fallecimiento del S r . D. F e r n a n d o VII
manifesté al C a r d e n a l S e c r e t a r i o de Estado mi determinación de cesar en
la Embajada, y la misma manifestación hice pocos días después al S u m o
Pontífice; pero Su Santidad me respondió que, estando resuelto á no r e -
conocer el nuevo orden de sucesión á la C o r o n a introducido por el difunto
Rey, y deseando, no obstante, conservar sus relaciones con España, e r a .
indispensable q u e yo continuase como E m b a j a d o r , en v i r t u d de las c r e -
denciales de aquel Soberano. C ó m o este deseo de Su Santidad era confor-
m e á lo que se practica en tales casos, debí c o n f o r m a r m e con él y c o n t i -
n u a r , á pesar mío, en el desempeño de la Embajada; pero protestando
siempre que era en fuerza de las credenciales del difunto M o n a r c a . »
L a contestación á este despacho fué una Real orden, fecha en Aranjuez
á 6 de Mayo, por la que quedó privado de todo sueldo y empleo y exone-
r a d o de todos sus honores, condecoraciones y demás distinciones que g o -
zaba en el Estado. Y así acabó la c a r r e r a diplomática y política de don
P e d r o Gómez L a b r a d o r .
Establecióse en París, donde murió á poco su mujer de hidropesía y
donde él vivió largos años entregado á la devoción y h a r t a n d o de d e s v e r -
güenzas á los picaros liberales que gobernaban á España.
El Duque de Sotomayor, Embajador de S. M . , escribía al G o b i e r n o en
8 de F e b r e r o de i85o, que D . Pedro L a b r a d o r había dado muchas mues-

1 Carta de Labrador á Zea, 4 de Julio de 1833.


2 Habiéndosele dicho al Rey pocos días antes de su muerte que hacían sus apasionados
oraciones por su salud, contestó: «Lo creo; en especial los cómicos, porque no se cierren los
teatros.» (Memorias de Pizarro, tomo 1 1 , pág. 3 4 8 . )
184 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tras de que sus facultades intelectuales, en razón á su m u c h a edad ó á


otras causas, se hallaban g r a v e m e n t e alteradas. E n t r e ellas cita la c a r t a ,
de que a c o m p a ñ a u n ejemplar litografiado, dirigida á D. F r a n c i s c o Martí-
nez de la Rosa, en la que, después de acusarle de haber falsificado el
testamento de F e r n a n d o V I I , manifiesta haberse hallado casi privado d e
razón d u r a n t e quince años, á consecuencia de los procederes del S r . M a r -
tínez de la Rosa hacia él, por la impresión que le produjo el verse acusado-
de traidor y felón, y que habiendo recuperado la energía de su alma, l a n z a
á dicho señor el vehemente apostrofe que le dirige. Considerada la situa-
ción en que se hallaba el S r . L a b r a d o r , algunas personas de su intimidad;
y familia adoptiva (los hijos de su difunta esposa, que con él vivían y le
asistían) 1
habían rogado al Secretario de la Embajada D. Antonio Luis de
A r n a u , de quien era a n t i g u o amigo L a b r a d o r , que informase á la familia
de éste, y así lo hizo en carta á D . P e d r o Mendoza y L a b r a d o r , sobrino
del M a r q u é s , en que se decía: «Las facultades intelectuales se hallan e n t e -
r a m e n t e t r a s t o r n a d a s , á que se agrega su casi completa ceguedad. Inconse-
cuente en sus procederes hasta con las personas de su m a y o r cariño, h a
dado en la m a n í a de e n t r e g a r s e á gastos e n t e r a m e n t e superfluos, que h a n
agotado las s u m a s que tenía á la m a n o para atender á su subsistencia y
gastos indispensables. E n t r e otros hechos, que podría citar á usted, le d i r é
ú n i c a m e n t e tenía decidido dar u n g r a n baile el domingo próximo á todos
los habitantes de la Place V e n d ó m e , donde vive , y que con m u c h a difi-
2

cultad se ha conseguido aplace la ejecución de esta idea hasta el promedio


de la C u a r e s m a . E n todo caso, y en presencia del carácter entero y poco
manejable de dicho señor, me parece sería conveniente que, si usted, ó al-
guno de la familia se decidiese á venir á P a r í s , se avistase con cualquiera
de los amigos del Sr. L a b r a d o r (en particular con el S r . D . F e r n a n d o de
Navia, con el S r . Marqués de la Granja ó conmigo) antes de presentarse
á él, p a r a concertar el pretexto que hubiere de alegarse como causa del,
viaje.»

Esta es la última noticia que de D. P e d r o Gómez L a b r a d o r hallamos


en su expediente personal. El 1 7 de Junio de aquel mismo año de i85o tu-
vieron fin su padecer y su vida, y a u n q u e estas sean p a l a b r a s que p u e -
dan cristianamente considerarse como sinónimas estimándose el padecer

1 La Señorita Aglae y su hermano Edmon La timan.


2 Vivia y murió Labrador en la Plaza Vendóme, núm. 16, piso primero.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l85

como merced divina que aquilata á los predestinados, no cabe mayor des-
dicha, á nuestro juicio, que la de aquellos que se sobreviven á sí mismos
y siguen, como Labrador, contándose en el número de los vivos, cuando
no tienen con ellos otros lazos que los de la compasión que inspiran á sus
allegados.

Madrid Julio 1906.


APÉNDICE

LABRADOR POETA

Dábamos ya por perdidas ó por imposibles de hallar las Poesías juve-


niles de D. P e d r o Gómez L a b r a d o r , que n o h a b í a m o s encontrado ni en la
Biblioteca Nacional ni en parte a l g u n a , cuando el Sr. Duque de S o t o m a -
yor ha tenido la bondad, que le hemos en e x t r e m o agradecido, de poner
á nuestra disposición un ejemplar de ellas, dedicado por el autor á la m a -
dre del Sr. Duque, Embajadora á la sazón en París, en testimonio de la
amistad que le había unido con varios Duques de la Roca, ascendientes de
dicha señora.
Impresas en P a r í s por E. T h u n o t y C . , en i85o, estas Poesías
a
juve-
niles de D. Pedro Góme\ Havela de Labrador, llevan u n a advertencia de
su autor que sirve, j u n t a m e n t e con sus versos, para c o m p l e t a r el concepto
que de él nos habíamos formado por su correspondencia diplomática.
T a n t o por esta circunstancia como por la de ser el libro que posee el señor
Duque de Sotomayor v e r d a d e r a m e n t e r a r o y curioso, hemos creído que
no holgaría en este trabajo el r e p r o d u c i r , como apéndice, la a d v e r t e n c i a
y algunas poesías de diversos géneros, en que el diplomático poeta nos da
la medida de su presunción y de su insuficiencia. Dejemos, pues, la pala-
bra al propio L a b r a d o r :

«ADVERTENCIA

»Don P e d r o G ó m e z Havela de L a b r a d o r acabó sus estudios en el año d e


1785 y estuvo poco más de tres años sin ser empleado. Este tiempo fué el
único de su juventud en que pudo entregarse libremente á su pasión por
la poesía; entonces fué c u a n d o compuso los sonetos y demás poesías líricas
I 88 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

•que, pasados más de sesenta años, ven por p r i m e r a vez la luz pública.
A u n q u e pertenecen, por la clase del verso y por la materia, á las llamadas
poesías ligeras, no son como las que se conocen en castellano con este
n o m b r e . El autor no fué n u n c a poeta palabrero a b u n d a n t e de frases y
pobre de ideas; su sistema fué siempre emplear las menos palabras posi-
bles, p r o c u r a n d o que encerrasen muchas ideas.
»Aunque tiene el amor" que n a t u r a l m e n t e tienen todos á sus o b r a s ,
conoce m u y bien lo que á éstas les falta, que es la lima ó la esmerada y
prolija enmienda de los defectos que todas las obras del entendimiento
h u m a n o tienen, cuando no h a n sido m u c h a s veces puestas sobre el y u n -
que, como decían los antiguos: sin e m b a r g o , sin temor de ser acusado de
presuntuoso se atreve á decir que no teme la c o m p a r a c i ó n que pueda
hacerse de sus sonetos con los de n i n g ú n otro poeta castellano: m u c h o
principia: «Rubio el cabello y candido el semblante», y la otra: «Dichoso
menos teme la comparación con las dos odas filosóficas, una de las cuales
aquel que en n a t u r a l estado». E n castellano no se han publicado hasta
ahora versos de tanta fuerza y de tanta corrección, y si existe alguna com-
posición de esta clase, será indudablemente alguna imitación de las decla-
maciones vagas y verbosas de la m o d e r n a escuela francesa.
»Don Pedro Gómez Havela de L a b r a d o r fué el amigo y el c o n t e m p o r á -
neo de D. Vicente García de la H u e r t a , de D. Juan Pablo F o r n e r , de Igle-
sias, de Salas y de Q u i n t a n a , tres poetas extremeños, los únicos que han
sostenido en aquella época la h o n r a de la poesía y de la sonora y majes-
tuosa lengua castellana. Dos sólo quedan de aquella época: Q u i n t a n a y el
a u t o r . A u n q u e Quintana no es tan anciano, lo es también bastante; y así,
d e n t r o de poco, pertenecerá á la actual juventud española el cuidado de
conservar la honra y la pureza de la lengua castellana .» 2

La imparcialidad obliga á r e c o r d a r que esta Advertencia la escribió


L a b r a d o r en i85o, octogenario y desmemoriado y con el pie en el estribo

»i El autor de estas poesías no ha sido nunca presuntuoso, ni podía serlo sin haber perdido
el juicio; pues ha leído, aunque en malas traducciones, las obras de Homero, y en purísimo latín,
las de Virgilio y Horacio; como las obras del Taso y del Ariosto; las de Moliere, de Corneille y
de Racine, y por grandes que sean las ilusiones del amor propio, mal podría compararse con
ninguno de aquellos grandes ingenios; pero en España, en el mismo tiempo en que se aumen-
taba la gloria de los poetas franceses, la poesía castellana había caído en un estado muy deplo-
rable y del cual no podrá salir sin grandes esfuerzos.
»2 Cuando falten D. Manuel Quintana y D. Pedro. Gómez de Labrador Havela, quedará á
cargo de los jóvenes poetas actuales la conservación y el aumento de la pureza y gloria de la
poesía española.»
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l8o

d e la m u e r t e . Pero no fué su presunción mera chochez y achaque propio


de los años, sino dolencia crónica que siempre padeció, y que si le hizo
considerarse, como poeta, digno émulo de Q u i n t a n a , le había ya hecho,
como diplomático, m i r a r con m a r c a d o menosprecio á cuantos se j u n t a r o n
en V i e n a para ajustar las paces.
C u a n t o á los versos, no tienen en su abono la excusa de los muchos ni
dé los pocos años. F u e r o n pecados juveniles de esos que, como las a v e n -
t u r a s amorosas, comunes y corrientes, de muchos T e n o r i o s primerizos, no
interesan, por su vulgaridad, más que á sus autores, y sólo deben tener,
p o r penitencia, un piadoso olvido. A u n q u e L a b r a d o r calificó sus poesías
de ligeras, pocas son las que merecen este n o m b r e ; las sublimes pecan de
ridiculas y las satíricas y jocosas se distinguen por su chabacanería. D i v í -
dense en sonetos, odas, silvas, anacreónticas, letrillas, epitafios y e p i g r a -
m a s , y empieza el libro con el siguiente soneto, que no es mejor ni peor
que los demás, aunque, á nuestro juicio, no pueda c o m p a r a r s e con n i n g u n o
de los sonetos castellanos que antes de L a b r a d o r eran tenidos por clásicos.

SONETO
Llena la plaza está del Vaticano,
De la de Marte descendencia fiera;
No tiemble el orbe, no, del Papa espera
La bendición el gran pueblo romano
Desde el alto balcón, el Soberano
Bendecidor la vista extiende afuera,
Y cuando aquella muchedumbre viera.
Se aflige y dice al Cardenal Decano:
—Todo ese pueblo inmenso, ¿cómo, adonde
Para vivir su vida encuentra modos
En tan mísera edad como la nuestra?—
—Nadie lo sabe—el Cardenal responde—.
—Es prodigio de Dios, Padre de t o d o s -
Dijo el Papa, y extendió la diestra—.

Las dos odas filosóficas que, según L a b r a d o r , podían citarse como mo-
delos en su género, tienen.cierto sabor volteriano. C o m b a t e en u n a á la
superstición, y á ella, peste sagrada, atribuye cuantos h o r r o r e s han afli-
gido á la h u m a n i d a d y hasta el lastimoso y ciego fanatismo de los m á r t i -
r e s . Canta en la otra el estado n a t u r a l del h o m b r e , sin patria ni hogar,
sin leyes que coarten su albedrío, ni más freno en sus placeres que el
dolor, y sin que la impostura haya venido á decirle, de orden del cielo,
que es una virtud esa merced del padecer,
1
de que nos habla la Santa Doc-
tora de Avila, condenada recientemente á postumo y teatral padecimiento.
Oigamos la voz grave y sonora del poeta e x t r e m e ñ o :
REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ODAS
En los cielos esconde su cabeza
Y los abismos con sus plantas pisa:
Rubio el cabello y candido el semblante Amigo del espanto y la tristeza,
Tiene este pueblo: mientras negra lana Perseguidor del juego y de la risa,
Y negro rostro aquél. Nación gigante Cuando suena su voz, naturaleza
Habita aquí, y allí nación enana. No conoce otra ley. Daráse prisa,
Cuál pueblo es labrador, cuál navegante Si ella el atroz decreto ha pronunciado,
Y cuál siendo pastor su vida gana: La madre á degollar el hijo amado.
Uno teje, otro pesca, otro de robo Es la superstición, peste sagrada,
Y sangre vive cual feroce lobo. Este del mundo bárbaro tirano.
El indio llora de amargura lleno ¡Cuánta sangre por él fué derramada!
Si una hormiga pisó cuando pasea, ¡Cuánto error inspirado al pecho humano!
Y el caribe, voraz, frío y sereno, Al alma del verdugo despiadada
Humana carne en asador voltea. El dio rencor, él dio fuerza á su mano
Acto es en Asia decoroso y bueno Y el lastimoso y ciego fanatismo
Lo que en Europa acción viciosa y fea: Del mártir fué, tal vez, obra del mismo.
¿Un uso ves aquí? ten por supuesto
Que hay en otro país un uso opuesto.
Sin Rey á quien doblar rodilla y frente II
No saben existir muchas naciones: Dichoso aquel que en natural estado
Di la palabra Rey ante otra gente Vive sin otra patria que una cueva
Y al filo del cuchillo el cuello expones. En la mitad de un bosque despoblado.
Combaten entre sí furiosamente En su sencillo pecho escrito lleva
Ley con ley, opinión con opiniones; Su gusto y su deber, y no consiente
Un solo monstruo hay que tiene imperio Ni más neeesidad ni más ley nueva.
En toda sociedad, todo hemisferio. Corre en seguida del placer que siente
A las ancas lo lleva el caballero Y sólo del dolor le para el freno,
Que córrelos desiertos de la Arabia:. Que no el temor de verse delincuente.
Rodea el orbe en pos del marinero No existe para él derecho ajeno.
Y con él trepa á la elevada gabia: Ni existe la virtud, ni el vicio existe;
Manda en la cueva del Lapón grosero Lo amargo es malo, lo agradable es bueno.
Y en los salones de Albión la sabia: Que la impostura con semblante triste
Encima de los tronos tiene asiento. No le vino á decir de orden del cielo
Voz en comicios, voto en parlamento. Que en maltratarse la virtud consiste.

No siempre se cierne L a b r a d o r en las alturas líricas de Q u i n t a n a . A l -


g u n a vez fustiga con la sátira de Quevedo á sus c o n t e m p o r á n e o s , y de u n a
de sus silvas tomamos las siguientes sentidísimas quej'as de u n a dama del
T u s ó n , que así se l a m e n t a b a , á orillas del Betis, del a b a n d o n o en que la
había dejado su rufián a m a d o r :

SILVA
Las greñas por el rostro desparcidas, Es no favorecernos vez alguna,
Los tristes ojos de llorar hinchados, Porque tus dones son como ciruela
Las mejilla; heridas, De carne á lo primero
Los pechos arañados, De hueso á lo postrero.
Asi su desventura ¡Ay, ay! ¡euán veloz vuela
Lamenta una hermosura, La hora de placer, y cuánto dura
Moderna Dido en lágrimas deshecha, el siglo de amargura!
Por un Eneas de la misma fecha. Llevó el viento los cantos de alegría
¡Ay, ay! ¡cruel fortuna! Con que mi techo un tiempo resonaba,
¡Cuánto son necios tus adoradores! Sola la mesa está donde cenaba
El mayor y el mejor de tus favores En bulliciosa y dulce compañía;
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 19'

El trono do reinamos las mujeres


Queda allí, pero faltan los placeres. Dile también que si su ausencia dura
Día tres de Setiembre, día aciago ¿Quién podrá retener el triste llanto?
Del cual memoria hago ¡Estéril juventud, vana hermosura!
Con horror y erizado todo el pelo, ¡Ni viuda, ni casada, ni soltera!
Tú nos trajiste nuestro amargo duelo. ¡Ay! ¿q;é será de mí? Lo que Dios quiera.

P e r o donde L a b r a d o r dio rienda suelta á su musa traviesa y retozona


fue' en las letrillas, y las que v a m o s á reproducir bastan p a r a formar idea
de la m a n e r a como c o m p r e n d í a y practicaba la forma ligera:

LETRILLAS
III Con mi Pepita
No necesita
En una siesta
De explicación.
La mi Pepita
Hallé sólita.
¡Qué tentación! IV
Yo le decia:
—Por ti me abraso Poquito á poco,
Y no haces caso Que en mi opinión
De mi pasión. Todo poeta
—Quién te creyera— Es balandrón.
Me respondía, Continuamente
Y se ponía Canta victorias,
Cual bermellón. Triunfos y glorias
Su linda mano De Su invención.
La tomo luego, Lo que ha pasado
La beso, y llego Con la Pepita
Al corazón. No necesita
—Suelta mi mano, De explicación.
Loco grosero; Lloró Pepita,
Si no te quiero. Y en un instante
¡Qué obstinación! Salió triunfante
Suelta mi mano, De su prisión:
Loco importuno, Y el carcelero,
Si viene alguno Duro y grosero,
¡Qué perdición! Humildemente
Suelta mi mano Pidió perdón
Si no, me enfado.— En todo lance
Yo eché el candado De confusión,
A prevención. Llora la hemhra,
Pobre Pepita, Cede el varón;
¡Cómo temblaba! Y en todo lance.
¡Cuál palpitaba Toda ocasión,
Su corazón! Triunfa la saya
Lo que yo hice Del pantalón.

Y así como hemos empezado por copiar el soneto que encabeza el l i b r o ,


v a m o s á hacer lo propio con el epigrama que es digno remate del mismo:

EPIGRAMA
Montado en tu perrita
Está Cupido, Inés, y tú lo ves
Con faz risueña:
Mañana, el atrevido,
De la perrita
Pasará á la dueña.
I92 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

¿ P a r a qué aducir más pruebas de la culpabilidad de L a b r a d o r como


reo de lesa poesía? Si no c o m p a r t i ó , como diplomático, los laureles de
T a l l e y r a n d en el Congreso de Viena, t a m p o c o alcanzó, como poeta, la
fama de Q u i n t a n a ; pero m u r i ó con la interior satisfacción de q u e sus
versos fueran por él considerados como los mejores q u e se habían escrito
e n lengua castellana y con el íntimo convencimiento de que sus servicios
diplomáticos habían sido tales que apenas hubiera bastado para r e c o m -
pensarlos la G r a n d e z a de E s p a ñ a .
ÍNDICE

Introducción Pág. 5
I.—La representación de España en el Congreso de Viena. D. Pedro Gómez
Labrador. Datos biográficos. Su misión á Florencia como Encargado de Ne-
gocios y cerca del Papa Pío VI. Ministro Plenipotenciario en Roma y en la
Corte de Etruria. Acompaña á Fernando VII á Bayona. S u cautiverio en
Francia. Regresa á España y es nombrado Ministro de Estado en 1812. Ex-
pulsión del Nuncio Gravina. Acógese al bando absolutista y recibe á Fer-
nando VII en Valencia, donde redacta, con Villamil, el manifiesto y decreto
de 4 de Mayo de 1814. Es nombrado Consejero de Estado y Plenipotenciario
para el Congreso de Viena con título y rango de Embajador. , . . Pág. 7
II.—La situación de España en 1814. Falta de orientación de nuestra política
exterior. El Tratado de alianza con Inglaterra, firmado en Madrid el 5 de Ju-
lio de 1814, no tuvo para España objeto ni eficacia. Las Potencias del Norte,
aliadas por el Tratado de Chaumont, firman el de Fontainebleau de 11 de
Abril con Napoleón y el de París de 3o de Mayo con Luis XVIII, c u y o a r -
tículo 32 estipula la reunión del Congreso de Viena. Empiezan ya en París
las dificultades entre los aliados por el reparto del botín. Lamentable insu-
ficiencia de nuestra diplomacia. Ministerio del Duque de San Carlos ( 1 8 1 4 )
y de D. Pedro Cevallos (1815 y 1816). Nuestro espléndido aislamiento. Piza-
rro es nombrado por la Regencia, en Agosto de i 8 i 3 , Ministro en Berlín y
Plenipotenciario para la negociación de la Paz general en el Congreso de
Praga. Entra en París con el Cuartel general de los aliados y firma el Ar-
misticio de 23'de Abril. Llega á París el Conde de Fernán Núñez, Embajador
en Londres, nombrado en Enero de 1814, en reemplazo de Pizarro, Pleni-
potenciario para el Congreso de Chátillon. Misión de Fernán Núñez en París.
No le confirma en ella el Rey Fernando VII. Llegada de Labrador á París y
regreso de ¡Fernán Núñez á Londres sin haberse atrevido á firmar, por falta
de autorización y de instrucciones, el Tratado de 3o de Mayo. . ,. . Pág. 12
III.—Instrucciones para la paz general que se dieron á Fernán Núñez en 21 de
Enero de 1814. Consulta del Consejo de Estado de 18 de Mayo. Pide y ob-
tiene Labrador en 29 de Mayo instrucciones aclaratorias. Deficiencia de es-
tas instrucciones. Autorízase á Labrador á separarse de ellas en lo que le
parezca conveniente Pág. 27
IV.—Labrador en París ( 1 8 1 4 ) . Negociación del Tratado de paz con Francia de
20 de Julio. Artículo adicional secreto prometiendo los buenos oficios de
Francia en favor de los Borbones españoles desposeídos en Italia y para que
se indemnizara á España de las pérdidas que pudieran resultarle por la no
ejecución del Tratado de Madrid de 1801. Gestiones infructuosas de Talley-
194 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

rand en favor de los españoles afrancesados._Fjrma del Tratado y satisfac-


ción que produce en la Secretaría de Estado^que propone á Labrador para
la Gran Cruz de Carlos III. El Rey se limita a expresarle lo m u y satisfecho
que está por este servicio. Canje de ratificaciones y regalos. Envía Luis XVIII
el Saint-Esprit á Fernando VII y al Infante D. CarlosfLa situación política
europea según los despachos de Labrador. La nueva política de Talleyrand.
Inteligencia y subsiguiente alianza de Francia con Inglaterra. España la ig-
nora y desaprovecha Pág. 35
_V.—Viena durante el Congreso. Fiestas. La redoute del 2 de Diciembre. Las hon-
ras de Luis XVI. Muerte del Mariscal Príncipe de Ligne. Soberanos y Minis-
trosde Estado. La vida en Viena. La representación de España. . . . Pág. 48
VI.—Congreso de Viena (1814-1815). Conducta de los aliados. Protocolo de 22
de Septiembre. Labrador estrecha con Talleyrand. Incidente Casa-Flórez en
París. Quejas de la Corte de Madrid por el proceder de la de Francia en este
asunto y por la falta de apoyo á nuestras reclamaciones en Viena. Cuestio-
nes de procedimiento discutidas por los Plenipotenciarios de las ocho Poten-
cias signatarias del Tratado de París. Reuniones de negociaciones. Asuntos
de Polonia y Sajonia. Instrucciones contradictorias de Cevallos. Proyecto
de alianza con Rusia, basada en el matrimonio de Fernando VII con una
Gran Duquesa hermana del Zar. Encárgase .'después á Labrador que no ma-
nifieste ningún empeño conocido y coopere á la contradicción iniciada por
Francia. Ordénasele, por último, que pida la restitución de la Toscana como
medio de obtener la de la Luisiana. Nada hace Labrador; pero se jacta de
que á él y á Talleyrand se debe el acuerdo, que se le autoriza á firmar, res-
pecto á la conservación de la Sajonia Pág. 61
VIL—Congreso de Viena ( 1 8 1 4 - 1 8 i 5 ) . Negocio de la Luisiana. A s u n t o d e Italia.
Ñapóles. Genova. Proyecto de erigir el Genovesado en Reino para la Casa de
Parma. Pide Labrador, en Nota á Metternich, la restitución de la Toscana.
Pretensiones de la Infanta D . María Luisa de incorporar Luca y Massa Ca-
a

rrara á los Estados de Parma. Envía á Viena á Mr. Goupy c o m o Encargado


de Negocios. Respuesta negativa de Metternich respecto á la Toscana, adju-
dicada al Gran Duque. Proyecto de Talleyrand de devolver Parma á la In-
fanta y dar Luca á la Emperatriz María Luisa con un millón de francos de
renta. Contraproyecto de Metternich, por el que conservaría el Austria la
ciudad de Plasencia y la parte del Mantuano á la derecha del Po. La Empe-
ratriz acude al Zar para conservar Parma. Evasión de Napoleón de la Isla de
Elba. Impresión que causa á los Soberanos. Declaración del Congreso de i 3
de Marzo. Tratado de 25 de Marzo renovando el de Chaumont. Es invitada
España á adherirse. Respuesta de Labrador. Nuestra cooperación militar.
Borrador de Wellington. Nueva declaración del Congreso propuesta por T a -
. lleyrand y frustrada por Labrador, que se atrtbuye la gloria de haber sal-
vado la Europa. El asunto de Parma queda arreglado en una conferencia de
Castlereagh, á su paso por París, con Luis XVIIL>aceptando éste el acuerdo
de los aliados. La Emperatriz poseerá durante su vida los Estados de Parma,
estableciéndose, entre tanto, la Infanta en Luca. Indignación de Labrador.
Dirige una Nota á Metternich reclamando Parma. Niégase á firmar el Acta
final de q de Junio. Aprueba Cevallos su conducta. Artículo relativo á la
abolición del comercio de negros. Cuestiones de precedencia resueltas por el
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA i 5
9

Congreso. Sale Labrador para París el u de Julio. Recomienda á sus cola-


boradores el Secretario de Embajada Machado, que es nombrado Cónsul
General en París, y el Agregado Bustillo, que es ascendido á Oficial de Em-
bajada en Viena. Regalos á Gentz y los Sacretarios del Congreso. Errores de
concepto por parte del Gobierno y de conducta por parte del negocia-
dor Pág. 76
VIII.—Labrador en París ( I 8 I 5 - I 8 I 6 ) . Pide y no logra ser admitido á las confe-
rencias de los aliados. Plazas fronterizas. De la contribución impuesta á
Francia se señalan á España cinco millones de francos por gastos de guerra
y siete y medio para reparación de fortalezas. Tratado de 20 de Noviembre
firmado por los aliados con Francia para el que se pide la adhesión de Es-
paña. Consulta del Consejo de Estado. Adhesión de Labrador excluyendo el
articulo 11 que confirmaba el Acta final de Viena. Nota de las reclamaciones
contra Francia entregada por Labrador al Duque de Richelieu. Contesta éste,
al cabo de cuatro meses, rebatiendo los argumentos de aquél. Propone La-
brador acudir á los aliados. Nómbranse Comisarios para entender en las re-
clamaciones contra Francia, á Salmón, Machado y Parga y encárgase al
Presbítero Dutari la redacción de las instrucciones y de la respuesta á Riche-
lieu. Exposición de Cevallos al Consejo de Estado sobre la cuestión de la ac-
cesión. Desacuerdo entre Labrador y Cevallos. Llegada á París de Welling-
ton. Se encarga de este asunto. Salida de Cevallos del Ministerio de Es-
tado. • Pág. 108
IX.—La doble diplomacia de Fernando VII (1816-1818). El bailío Tatistscheff,
Ministro de Rusia, arbitro de la política exterior de España. Ayúdanle en sus
empresas Pozzo di Borgo y Zea BermúdelQ Parte que tuvo en la caída de Ce-
vallos, atribuida generalmente á los matrimonios portugueses.[Accesión de
Fernando VII á la Santa Alianza. Correspondencia del Rey con el Empera-
dor. Solicita aquél la intervención de éste en el negocio de Parma. Aprove-
cha Tatistscheff la presencia en Madrid de Zea y de Pizarro para lograr la
caída de Cevallos. El Rey encarga á Pizarro la dirección de la doble diDlo-
macia. Instrucciones á Zea, que firma, por orden del Rey, Pizarro, á espaldas
de Cevallos. Bardajíy Pizarro candidatos al Ministerio de Estado. Reemplaza
este último á Cevallos. Aspira Tatistscheff á ser Embajador en Madrid. Píde-
selo el Rey al Emperador, sin conseguirlo. El negocio de los barcos rusos. «.
Enfríanse y tuércense las relaciones de Tatistscheff con Pizarro. Caída de Pi-
zarro Pág. 1 1 9
X.—La política de Pizarro en el Ministerio de Estado respecto á la accesión á
los Tratados de Viena y París y sucesión de la Casa de Parma en sus Esta-
dos patrimoniales. Desacatada correspondencia oficial y particular de Labra-
dor con Pizarro. Accesión condicional de España al Tratado de París de
20 de Noviembre. Despachos de Labrador combatiendo á Tatistscheff y la
política rusa. Mudanza en la actitud del Emperador de Rusia. Atribuyela
Labrador á él y á Wellington.'El negocio de Parma. Gestiones de Welling-
ton y de Labrador en nombre.del Gobierno español. Prescinde de ellas el Rey
y acude al Zar. Este manifiesta á Zea que es preferible no mudar de sistema
y aprovechar los buenos oficios de Inglaterra,que apoyará Pozzo di Borgo.
Sorpresa y disgusto de Pizarro. Instrucciones de Pizarro á Labrador y de Met-
ternich al Barón Vincent. Lleva á cabo Pizarro una combinación diploma-
REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

tica, nombrando á Labrador Embajador de familia en Ñapóles y disponiendo


se encargue de la negociación general el Conde de Fernán Núñez, trasladado
de la Embajada de Londres á la'de París. Entrega Labrador los.papeles á
Fernán Núñez y pide se publique en las Gacetas el estado en que deja la ne-
gociación. Acude en queja directamente al Rey. Últimos despachos de La-
brador. Pártese para Ñapóles el 3 de Septiembre de 1817 Pág. i3&
XI.—-La misió.n de Fernán Núñez en París (1817). Encárgase de la negociación
general. Procede de acuerdo con P o z z o di Borgo; pero con el mayor sigilo y
dejando á Wellington la dirección. Convencido Fernán Núñez de su impo-
sibilidad de obtener se resolvieran, c o m o deseaba el Gobierno, los cuatro
puntos aún discutibles, dirige sus esfuerzos para conseguir se paguen á la
Infanta los atrasos de la pensión y renta de Luca. Acepta el Austria y se
firma con fecha 10 de Junio el Tratado de Parma, y con las del 8 y.g los de
de accesión á los Tratados de Viena y de París de 1815. Desencanto que
produce en Madrid el Tratado de Parma. Se desaprueba por Real orden la
conducta de Fernán Núñez y se le encarga manifieste á los Plenipotencia-
rios que no se ratificará el Tratado si no se modifica por medio de artículos
adicionales. Contesta Fernán Núñez á los cargos que se le hacían, explica
la razón que tuvo para firmar en seguida y enumera las ventajas del Tra-
tado. Humillación por que hace pasar el Gobierno á Fernán Núñez. Este sa-
crificio de amor propio le válela aprobación de S. M. en una Real orden en
extremo laudatoria, no logrando Pizarro salvar la contradicción entre ésta
y la anterior. Hace el Rey á Fernán Núñez merced del título de Duque.
Canje de ratificaciones y regalos. Recibe Pizarro cinco cajas de oro con los
retratos de los respectivos Soberanos y otras tantas Fernán Núñez, y la S e -
cretaría del Estado una suma de 450.000 reales por regalos de Cancillería.
Cajas que regala España á los cinco Ministros de Estado y á los cinco Ple-
nipotenciarios firmantes, encargadas las primeras en París y las segundas en
Madrid. Canje de cruces para los Secretarios de Embajada. Nombramiento
de Comisarios para la toma de posesión de Luca: por parte del Austria, el
Conde Sauran, Embajador nombrado para Madrid, y por parte de España
el Embajador en Turín Bardají. Descontento de la Infanta D . María a

Luisa Pág. 162


XII.—Labrador en Ñapóles. Pide la mano de la Princesa D . Luisa Carlota
a

para el Infante D. Francisco de Paula. Deja la Embajada en 1820. Es nom-


brado para la de Roma en 1827. Embajador extraordinario en Ñapóles en
1829. para pedir la mano de la Princesa D . María Cristina para Fer-
a

nando VII. El Rey le hace merced del T o i s ó n y S. M. Siciliana del título de


Marqués. Casa en Roma, en i83o, con D . Ana Laborde. A la muerte de
a

Fernando VII es nombrado para sucederle en Roma, c ó m o Ministro Pleni-


potenciario, D. Evaristo Pérez de Castro. Entrega Labrador la Embajada
al Secretario y da cuenta de ello en un despacho, al que recibe por respuesta
la Real orden de 6 de Mayo de 1834 privándole de todo sueldo y exonerán-
dole de todos sus honores, condecoraciones y demás distinciones. Establé-
cese en París, donde pierde á su mujer, la vista, el juicio y la fortuna, y
muere, ya octogenario, en 185o Pág. 180
APÉNDICE.—Labrador poeta Pág. 187
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