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YV. R. D E V I L L A j - U R R U T I A
E S P A N A.
EN EL
CONGRESO DE VIENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA. OFICIAL DE
MARQUES DE LABRADOR
MADRID
f ÍPOÜRAFÍA DE LA REVISTA DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS
Calle de las Infantas, n ú m . 42.
•1907
REV. DE A R C H . , BIBL. Y MUSKOS TOMO X V . — L Á M . I
E S P A Ñ A
EN EL
CONGRESO DE VIENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA. OFICIAL DE
•MARQUÉS D E LAB R A D Í R
MADRID
TIPOGRAFÍA DE LA REVISTA DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS
Galle de las Infantas, n ú m . 42.
1907
ESPAÑA EN EL C O N G R E S O DE VÍENA
SEGÚN LA CORRESPONDENCIA OFICIAL
i Mélanges sur la vie privée et publique du Marquis de Labrador, cents par lui-méme et
renfermant une revue de la politique de l'Europe depuis 1798 jusqu, au mois d'Octobre 1849 ce
des révélations tres importantes sur le Congres de Vienne. París, 1840.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VI EN A 3
i Dice Pizarro CD SUS Memorias (tomo II, pág. 1 2 1 ) : «De más de una Corte vinieron indicü!-
ciones.de que su sequedad [genial contribuía al entorpecimiento de los negocios, y aun Lord
Vvellington me'.hizo decir lo mismo.» 1
pocas veces se complican los negocies, y como hasta aquí no se había dado á este punto la ma-
yor atención, me pareció advertírselo, para que obrase de acuerdo.» '•'.)
ESPAÑA EN- KL CONGRESO DE VIESA 3
1 Cuenta el Conde de \-\ Garde en su libro Fiestas y recuerdos del Congreso de Viena que,
lamentándose un día Isabey en casa de Tallevrand. en París, de las consecuencias de una Res-
tauración que parí él había sido una ruina, puesto que le había quitado los destinos que á Na-
poleón debía; fijóse el Príncipe en el cuadro de Terburg, de la paz dé Munster, y señalándoselo al
artista le dijo: «Va á abrirse un Congreso en Viena; va va usted allí.» Asi lo hizo, y no tuvo por
qué arrepentirse, pues retrató á casi todos los soberanos v personajes que se reunieron en Viena,
que no fueron pocos, y su dibujo, que representa una sesión de los Plenipotenciarios del Con-
greso, mereció unánimes elogios. Grabó esta preciosa estampa John Godefroy, y su costo, de
40.000 francos, lo cubrieron los ocho Gobiernos firmantes, á razón de 5.ooofancos cada uno, por
. 10 ejemplares antes de la letra y 20 con letra. El precio anunciado en el prospecto era de 240 y 120
francos respectivamente el ejemplar, suscrito de antemano,'y el doble para los que después se
pusieran á la venta.
2 El retrato de Labrador que acompaña á este trabajo, y cuya reproducción debemos á la
amabilidad de su actual poseedor el Excmo. Sr. D. Aureliano de Beruete, es obra admirable
de D. Vicente López y fué pintado en Madrid en 1831 ó 1832 durante un viaje que Labrador, á
la sazón Embajador en Roma, hizo á la corte en uso de licencia, á poco de haber contraído ma-
trimonio.
En la Biblioleca Nacional hay otro retrato de Labrador, grabado por F. Lefman, busto per-
dido, sin letra, que corresponde á la misma época.
I SPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA <)
Patino. A los doce años de edad fué á Salamanca, donde permaneció más
de ocho, estudiando Matemáticas con D. Justo García; Derecho natural y
de gentes con el que después fué Ministro de Gracia y Justicia de C a r -
los IV y Marqués de Caballero, y poesía, á la que siempre tuvo gran afi-
ción, con Meléndez Váldés. C o m p u s o en sus mocedades u n poema, cuyos
versos no le parecían peores que otros que sirvieron á sus autores para
llegar á Embajadores y Ministros de Estado, y cita en su autobiografía,
para probar la quimera de la fraternidad universal, los cuatro versos si-
guientes, que son los únicos que de él se conservan, y bastan para que no
sintamos la pérdida de los demás:
aquel Pontífice, que en una bula le llamó «Ángel enviado del cielo para
su socorro». A la m u e r t e de Pío VI fué acreditado como Ministro pleni-
potenciario en R o m a cerca de Pío VII, y a u n q u e se le designó en 5 de Di-
ciembre de 1801 para Secretario de la Embajada de S. M. encargada de
ajustar las paces en A m i e n s , juntamente con D. L o r e n z o T e r á n , Ministro
residente en Genova, y D. Pascual Vallejo, Intendente de Ciudad Real, n o
llegó á desempeñar este cargo porque, n o m b r a d o Embajador extraordina-
rio en reemplazo del C o n d e de C a m p o Alange D. José Nicolás de Azara,
que lo era á la sazón en París, llevó como Secretario al de la Embajada en
Francia D . J u a n del Castillo y C a r r o z . De R o m a volvió L a b r a d o r á F l o -
rencia, cerca de la nueva Corte de Etruria, acompañando á S. M . la I n -
fanta D . María Luisa y á su hijo, p r i m e r o á Milán, donde lo recibió N a -
a
1 Los Diputados á Corte": cedieron sus dietas correspondientes al día que se supiera que el
Rey estaba en camino para la capital, p;ira dote de una doncella madrileña que se casara con el
granadero soltero más antiguo del ejercito español, buscando sin duda con este cruzamiento
aventajar la talla de los naturales de la villa y corte; y otro día de dietas para dote de la pri-
mera india que casara con un español europeo, en el primer lugar de los disidentes, que diera
á la nación, con motivo de la venida de Femando V I I , el cunsuelo de volver á su seno.
¡2 R E VISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
II
1 El tercero fué D. José Pizarro, único diplomático de aquella época con condiciones de tal;
pero falto de las necesarias para ser Ministro de Estado con Fernando VII, por io que se vio
obligado á dejar el Ministerio y no volvió á desempeñar ningún cargo público.
2 Despacho de Labrador á Cevallos de 13 Enero de I8I5.
K S P A Ñ A KN EL CONGRESO DE VIENA l5
/ 2
l8 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
1 Dimitió San Carlos por su mucha cortedad de vista la primera Secretaría de Estado en i5
•de Noviembre de 1 8 1 4 . En 6 de Octubre de I 8 I 5 fué nombrado Embajador en Viena, reiterándosele
la orden que se dio en 1802 al Principe de Castelfranco, de que se abstuviera de besarla manó
de 11 Enipcrairiz. porq :e los Embajadores Imperiales no hacían este acto de obsequio á la Reina.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 19
1 Despacho de 9 de Febrero de 1814. Según Pizarro, Fernán Núñox puso gran empeño en
..obtener este nombramiento, habiendo enviado con este objeto á Madrid á su hermano Luis.
2 En 2 de Mayo se dio á Pérez de Castro orden de ir á su destino.
22 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
III
Hemos dicho que España fué al Congreso de Viena sin ninguna orienta-
ción política ni premeditado plan sobre la dirección más conveniente á
nuestros intereses; pero no quiere esto decir que no se redactaran para
uso del negociador español instrucciones que, si no pueden compararse,
como documento diplomático, con las que se hizo dar T a l l e y r a n d , tienen
cierto valor como documento histórico, porque nos dan á conocer cuáles
eran las cuestiones que á los españoles preocupaban y cuál el criterio con
que pretendían resolverlas.
L a s primeras instrucciones fueron las que el Ministro interino de E s -
tado L u y a n d o comunicó á F e r n á n Núñez en 21 de Enero de 1814, las cua-
les parecieron dé perlas á nuestro Embajador, quien, con ayuda de ellas y
la de u n buen Secretario, como el S r . Pérez de Castro, creyó que podría
cumplir fielmente su misión. Estas «bases para la instrucción del negocia-
dor español que en representación de S. M. deberá intervenir en el C o n -
greso preconizado para establecer la paz de la Europa» se presentaron á
examen del Consejo de Estado, el cual, en 18 de Mayo, evacuó la consulta
q u e se le pedía con toda la latitud propia de esta clase de documentos ofi-
ciales en que las palabras a b u n d a n más que las ideas De esta consulta
debió tener conocimiento L a b r a d o r tan luego como fué n o m b r a d o P l e n i -
1 Los señores del margen son los Consejeros D. Andrés García, el Marqués de Astorga, el
Marqués de Castelar, D. Martín de Garay, el Conde de Vistaflorida, D. Francisco Xavier Cas-
taños, D. Pedro Cevallos, el Marqués de Piedrablanca, D. Justo María Ibar Navarro, D. José
Aycinena, D. Antonio Ranz Romanillos, D. Francisco Requena y D. Esteban Varea.
28 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
lo que debía ser nuestra política exterior, y siendo esta falta causa princi-
pal de desaciertos y torpezas.
El espíritu que informa las instrucciones de F e r n á n N ú ñ e z es el del
odio y t e m o r á los franceses que, ya como aliados, ya como enemigos,
habían sido causa de todos nuestros males. Después de declarar que E s -
paña no tenía miras de conquista, reduciéndose todas sus aspiraciones á
que fuera restituido y reconocido su legítimo Rey el Sr. D. F e r n a n d o VII
y su Real familia; que, una vez roto el Pacto de familia y el ominoso T r a -
tado de alianza hecho en San Ildefonso, la España contribuiría á sostener
el equilibrio europeo; que, siendo los intereses de Inglaterra los m i s m o s
que los de España en cuanto á la disminución de! poder de la Francia,
para mejor conseguirlo, uniría el Plenipotenciario español su voto y su in-
flujo al del Plenipotenciario inglés y haría el mayor esfuerzo para que
volviera la Francia á sus antiguos límites, anteriores á la Revolución; tra-
tan las instrucciones del estado en que deben quedar todos los países que
fueron usurpados por la Francia ó puestos bajo su indirecto dominio, y no
pudiendo dársele al Plenipotenciario reglas fijas, se le recomienda tenga
presente las siguientes bases: i . Debe quedar de tal manera restablecido
a
los cuales le había dicho que sólo España, que no había tratado con Napo-
león, podría hacer á la E u r o p a el servicio de apoderarse de aquel malvado,
y el segundo le había hablado en el mismo sentido de que correspondía á
Esparía el poner fin á la inquietud que agitaba á la E u r o p a mientras e s t u -
viese el tirano vivo y suelto . 1
IV
simo, para después de ajustadas las paces con Francia, ni cerca del E m p e r a -
dor de Austria, en la capital de cuyos Estados iba á juntarse el Congreso
para la negociación de la paz general. En la noche del 16 llegó á París, donde
encontró á D. Justo Machado, n o m b r a d o Secretario de la Embajada, y á
D. Francisco Bustillo que, como Agregado, debía también formar parte de
ella, y á su llegada supo las grandes instancias que se habían hecho al
Conde de F e r n á n N u ñ e z para'que firmase el T r a t a d o de paz de 3o de Mayo,
n o obstante que carecía de plenos poderes para hacerlo y que no había
sido llamado á ninguna de las conferencias que le precedieron. «Por for-
tuna — escribía L a b r a d o r á San Carlos —, las órdenes que V . E. le c o -
1
jetos preciosos que se habían llevado los franceses, artículo, á juicio de los
mismos aliados, inadmisible, tanto por humillante como por innecesario,
y el otro no menos inaceptable, en que se estipulaba que las disposiciones
del T r a t a d o no podrían causar en manera alguna perjuicio á los derechos
de propiedad, sucesión ú otros que la España pudiera tener que reclamar,
y c u y a discusión reservaba para el Congreso general. El primer p u n t o
n o ofreció dificultad, porque, acordada por Luis XVIII la restitución de
los manuscritos y alhajas, no h u b o necesidad de pedirla ni de estipularla s.
Les dispositions du présent Traite ne pourront porter préjudice en aucune maniere aux
droits de propriété, succession ou autres que l'Espagne peut avoír á réclamer et dont elle reserve
ladiscussion au futur Congrés general.
II
La Cour de France s'engagc á faire remettre aus Commissionnaires, qui seront nommés á
cet effet par Ja Cour de Madrid, tous les actes, manuscrits, papiers d'archives, effets précieux, & . ,
a
tant de la Couronne comme des particuliers, qui auront été enlevés d'Espagne pendant la guer-
re, ainsi que les objets précieux et curieux qui se trouvaient au Cabinet d'Histoire naturel de
Madrid et ceux des Maisons Royales á Aranjuez, el Pardo, St. Ildefonse et St. Laurent.
Les présents anieles additionnels et secrets auront la mime forcé et valeur que s'ils
ctaien insérés mot á mot au traite patent de ce jour.
3 Con su despacho núm. 13, de 26 de Junio de 1814, remite Labrador copia de un papel del
Marqués de Cilleruelo, como apoderado de S. M. y AA., respecto á la expoliación que sufrieron
los bi'enes y efectos de su dominio privado. Cuando Napoleón resolvió en Bayona la internación
en Francia de S. M. é Infantes, ordenó se formase una completa vajilla de plata, que existía en
Palacio, para el servicio de S. M. y AA., disponiendo al mismo tiempo que dichos señores nom-
brasen una persona de su confianza que pasase á Madrid revestida de los plenos poderes nece-
sarios para que se entregase de dichas prendas. Recayó el nombramiento en Cilleruelo, quien
recibió el 11 de Mayo de 1808 del Ministro de Relaciones exteriores Mr. de Champagny, los c o -
rrespondientes pasaportes, con una carta para el Gran Duque de Berg, que á la sazón se hallaba
38 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
de Lugar Teniente, y, no sólo tuvo lugar la entrega de la expresada vajilla, sino también la de
todos los cuantiosos efectos, que asi S. M. como los Infantes poseían en Madrid y sitios reales.
Un año después, el i.° de Mayo de 1809. se le comunicó á Cilleruelo un decreto del Rey intrusa
que ponía á cargo de la Dirección'de bienes secuestrados los pertenecientes á S. M. y AA., man-
dándole cesar en su encargo y trasladándole á la ciudadela de Pamplona y de allí á Francia,
desde cuya época nada había vuelto á saber de los preciosos efectos que se le habían confiado.
Esta vajilla con las armas antiguas de España, se la llevó José Bonaparte y la tenía en una
casa de París, según delación"de los mismos que la encajonaron y escondieron. Así se lo escribid
Labrador á Cevallos en carta particular de 6 de Septiembre de 1816.
ESPAÑA EN El. CONGRESO DE VIENA 3g
desearía que su augusto sobrino usase de clemencia con los que faltaron
á sus obligaciones, á lo que respondió que el Rey, su a m o , tenía el buen
corazón de todos los Borbones y en ocasión oportuna usaría de benigni-
dad con algunos que habían pecado solamente por débiles '. Pero como
todavía no hubiese usado de ella cuando terminó sus trabajos el Congreso
de Viena, recibió orden el Duque de Dalberg de proponer de parte del
Rey de Francia un artículo para suavizar la suerte de los portugueses y
españoles que se encontraban aún en Francia, y algunos de los cuales se
habían trasladado á Gante. Negóse L a b r a d o r á asistir á la reunión á que
había sido por Dalberg invitado y le contestó en términos de e x t r a o r d i n a -
ria dureza, manifestándole que, si d u r a n t e el Congreso hubiesen suscitado
los Plenipotenciarios esta cuestión haciendo la más insignificante r e c o -
mendación ó insinuación en favor de los partidarios de José Bonaparte, se
hubiera opuesto á ella y hasta se hubiera m a r c h a d o de Viena, en caso de
insistencia, publicando la razón que tenía su Gobierno para no admitir la
ingerencia de los extraños en asuntos que afectaban al ejercicio de la s o -
beranía . 2
No eran sólo los españoles afrancesados los que dieron que hacer á
L a b r a d o r en París. Otros españoles igualmente emigrados, pero de más
alta alcurnia, se dirigieron desde R o m a á su pariente el Rey Cristianísimo
en demanda de un socorro pecuniario que remediase la necesidad en que
se hallaban por el olvido y desamparo en que los tenía el Rey su hijo
D. F e r n a n d o VII. Había llegado á París D. Felipe Viérgol, portador de la
carta de Carlos IV para Luis X V I I I , y por él supo Labrador que ya había
hecho entrega de ella y que había sido el Rey padre socorrido con unas
letras por valor de i5o.ooo francos. G r a n contrariedad produjo al E m b a -
jador esta noticia, y a u n q u e él carecía de fortuna hubiera buscado el dinero
necesario para evitar este paso del Rey Carlos IV, si de él hubiese tenido
oportuno conocimiento. Pero ya era tarde, y cuando de esto le habló T a -
lleyrand sólo pudo darle como explicación de lo ocurrido el que se h u -
bieran perdido las cartas del Rey F e r n a n d o , de cuyo filial a m o r y respeto
podía dar testimonio el propio Príncipe que les había ofrecido su hospita-
lidad en Valencay. Según Viérgol, Godoy tenía en cautiverio á Carlos I V ,
que había cobrado verdadero odio al valido, y mientras aquél compraba
casas de campo, los criados del Rey tenían que remendarle á éste los dos
1 Tres años después casó el Infante con la Princesa Luisa Carlota de las Dos Sicilias, cuya
mano pidió Labrador siendo Embajador en Ñapóles.
2 Despacho de Labrador núm. 4, de 21 de Junio de 1814, á consecuencia del cual se dirigie-
ron en 22 de Julio cartas al Embajador en Londres y Ministros en Petersburgo y Berlín para que
pasasen una Nota pidiendo el apoyo de los respectivos Soberanos para las pretensiones de Es-
paña respecto á la devolución del Reino de Ñapóles y Estados de Parma.
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sucede, y la Francia continúa débil y encadenada por algunos años, sería el mnyor de los deli-
rios asociarse con una Potencia de que no se puede sacar apoyo en caso de necesitarse. Si la
Francia, por un favor de la Providencia, ahoga los partidos, y reuniendo los ánimos se dedica á
recuperar aquel poder á que e u á llamada por su riqueza natural, por su situación- geográfica y
por su población, en tal caso sus primeros designios serán renovar la guerra para engrandecerse
y vengarse de su actual humillación. Y la España por su alianza se vería comprometida en gue-
rras, resistidas por todas las razones que debe tener presente un Gobierno para no entrar en las
que no estén autorizadas por algún principio de interés. Dejo aparte las consideraciones que se
deducen del resentimiento de las Potencias enemigas naturales de la Francia.»
1 Despacho núm. 9 3 , de 5 de Agosto de 1814.
2 Despacho núm. 147, de 5 de Septiembre de 1814.
46 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
vida. E r a poeta fácil, pero de cortos vuelos, y prosista copioso, sobre todo
en el género epistolar, que cultivaba provechosamente con las damas. Su
conversación resultaba amenísima, porque <.n su larga vida había c o n o -
cido á mucha gente y visto m u c h a s cosas, que recordaba con fidelidad y
refería con gracia, siendo él mismo el protagonista de sus cuentos. E n -
viado por la gran María Teresa á Versailles para llevar á Luis XV la no-
ticia de la victoria de Maxen, alcanzó el n inado de Madame D u b a r r y y
figuró entre los adoradores platónicos de María Antonieta, á la sazón Del-
fina. Fué devotísimo de José II de Austria y de Federico II de Prusia y de
la E m p e r a t r i z Catalina de Rusia. Frecuentó á Voltaire y á Rousseau, y á
Madame Dudeffand y á Madame de Stáel y á las Princesas de Lamballe y
de Polignac, y no hubo personaje de su tiempo á quien no t r a t a r a con ma-
yor ó m e n o r intimidad. A c o m p a ñ ó á Catalina de Rusia en su expedición
á Crimen, y obtuvo, en recompensa de su ardimiento y de su celo, los fa-
vores que la incasta Emperatriz, hasta en sus deslices g r a n d e , otorgaba
con larga m a n o á cuantos acertaban á servirla á medida de su insaciable
y veleidoso deseo. Habíanle mimado sin rubor la fortuna y las mujeres, y
aunque ya aquélla le había retirado su protección, que es justo galardón
de gente moza, y éstas nada tuvieran que esperar ni que temer de sus s e -
niles arrestos, no le faltaba su pequeña corte femenina, á la que entretenía
con sus cuentos, y que contribuía inocentemente á fomentar las peligrosas
ilusiones del octogenario galán. No hemos de citar las damas ilustres que
en la lista de sus conquistas figuraron, y á cuyo recuerdo, como al de las
batallas en que había ganado á punta de espada todos sus giados militares,
se enardecía y remozaba el viejo Mariscal. Fué su desgracia el que no le
bastaran los recuerdos, y una noche que esperó d u r a n t e largo tiempo, al
pie de las murallas, á cierta beldad griega, que no acudió á la cita, vino la
muerte traidoramente envuelta en un cierzo glacial que le penetró hasta
los huesos, y dio con ellos, á los pocos días, en la sepultura. Con el P r í n -
cipe de Ligne desapareció una de las figuras más populares de Viena: c a -
ballero de otros tiempos, que había servido á tres generaciones imperiales
y en quien e n c a r n a r o n la galantería y el ingenio del siglo xvm. Su e n -
t i e r r o fué "una imponente manifestación de duelo, no sólo por los honores
militares debidos á su alta jerarquía, sino porque la universal simpatía
hizo su m u e r t e sentidísima.
tranquila por haber cumplido todos sus deberes y dichosa por sentirse de
nuevo Archiduquesa en las frondosas alamedas de S c h ó n b r u n n . Allí p e r -
maneció d u r a n t e el Congreso, alejada de las fiestas palatinas más por el
bien parecer que por su gusto, pero interviniendo desde su retiro en los
negocios que la tocaban de cerca, y cuyo gobierno, j u n t a m e n t e con el de
su Casa y Estado, había puesto en manos del General Conde de Neipperg
con el título de Caballero de honor de S. M., aunque otro más íntimo y
menos honroso le diera la malicia. Advertida por Neipperg del desposei-
miento que la amenazaba, imploró á título de d a m a desvalida la protec-
ción de Alejandro, que se jactaba de caballero y fiel cumplidor de su pala-
bra, y tal m a ñ a se dio para meterse en el corazón y ganarse la voluntad
del poderoso Monarca, que al Z a r debió el reinar en P a r m a , donde vivió
muchos años felices y tranquilos, casada ya con Neipperg, sin r e m e m b r a r
jamás los tiempos heroicos de la epopeya napoleónica, que estaba para ella
escrita en griego.
Alejandro en Viena y Luis XVIII en París fueron los dos Soberanos
que con Metternich y Castlereagh decidieron el negocio de P a r m a , único
que, por razón de nuestra Infanta, preocupó á España en el Congreso. Los
demás Reyes que á él asistieron tenían otros intereses y cuidados. El de
Prusia, fiel Acates de Alejandro, desbarató con su lealtad todas las conju-
ras, en que el Congreso fué fecundo, encaminadas á romper la alianza ruso-
prusiana. Al ventripotente é imperioso Rey de W u r t e m b e r g acompañábale
su hijo el Príncipe heredero, cuyos amores con la G r a n ^Duquesa Catalina
de Rusia despertaban universales simpatías. El agudo ingenio del Rey de
D i n a m a r c a le hacía pasar por el gracioso de la compañía; pero no le va-
lió para sacar ventaja alguna p a r a su r e i n o , por lo que, al despedirse de
Alejandro, como éste le dijera que se llevaba todos los corazones, pudo
responder con verdad y fina ironía: «Los corazones puede ser, pero no me
llevo ni un alma.» P o r último: el Rey de Baviera era la bondad misma, y
a u n q u e había servido como Coronel en el ejército francés, y después con
los aliados contra Napoleón, no contaba con n i n g ú n enemigo. Hallábase
en Viena en familia, con su augusta esposa y sus dos hijos, ya mozos,
y el segundo arrogantísimo; lo cual no fué obstáculo para que figurara
como protagonista en una a v e n t u r a amorosa que refiere el Conde de la
Garde.
Claro es que entre la m u c h e d u m b r e que había invadido á Viena no
todos eran Príncipes, ni muchos siquiera caballeros. Los Soberanos traje-
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 55
de Viena, aun los más sesudos y absorbidos por las graves tareas del Con-
greso, habían tomado por lema los versos de la Aminta:
VI
haya un Congreso, y todas las dilaciones para a b r i r l o son efecto del deseo
de ponerse de conformidad en la repartición y h a b l a r después c o m o de
cosa ya ajustada, que es precisamente el método de Napoleón B o n a p a r t e ,
cu va ambición y sistema han heredado los que se unieron p a r a d e r r i -
barlo» «Todo lo anunciado en el T r a t a d o de París y en nuestra decla-
ración son meras frases con que entretener á los poco reflexivos. El A u s -
tria, la Rusia, la Prusia, y á'su imitación o t r a s Potencias, m i r a n la r e u n i ó n
de Plenipotenciarios en Viena c o m o u n a ocasión de ponerse de acuerdo
los más fuertes para dividir entre sí los países ocupados p r e v i a m e n t e por
sus tropas, ó p a r a despojar, si es necesario, á los Soberanos que tienen
m e n o s medios de resistencia; es decir, en s u m a : que la E u r o p a sigue
afligida de la misma dolencia que la ha atormentado desde la Revolución
francesa. L a ambición de la m a y o r p a r t e de los Gabinetes y las torpezas
de algunos Ministros hacen del supuesto Congreso de Viena u n caos de
pretensiones complicadas, y no hay esperanza de que tenga el feliz r e s u l -
tado de asegurar p o r mucho tiempo la tranquilidad g e n e r a l » . 2
rios más cuerdos, son regularmente los más incapaces los que hacen más
l a r g o s discursos»
Aceptada en principio y en cuanto al procedimiento la autoridad de las
ocho Potencias signatarias del T r a t a d o de París, convínose al fin en que
aquellas directa ó principalmente interesadas en las grandes cuestiones
territoriales de las dos regiones en que podía considerarse dividida la E u -
ropa, formarían las Comisiones encargadas del estudio y solución de estos
problemas. A s i l a Comisión del N o r t e , á la que tocaba decidir, no sólo la
cuestión de Polonia y de Sajonia, sino las referentes á otros países, c o m o
el H a n o v e r , los Países Bajos, la D i n a m a r c a , la Suecia, se compuso de los
Plenipotenciarios de las c u a t r o Potencias aliadas, y en ella se dio después
entrada al de F r a n c i a . Los asuntos del Mediodía, ó sean los de Italia, i n -
teresaban al Austria en p r i m e r t é r m i n o , y á España y F r a n c i a por las
reclamaciones de estas dos últimas respecto á los Estados de P a r m a y al
Reino de Ñapóles; por lo que formaron parte de la Comisión c o r r e s p o n -
diente los Plenipotenciarios de estas tres Potencias, y además los de Ingla-
t e r r a y Rusia, á título de mediadores. N o m b r á r o n s e también Comisiones
para los asuntos de Suiza, p a r a el de la libertad de la navegación fluvial y
para el de la extinción del comercio de n e g r o s .
Veamos ahora cuál fué la política en que se inspiró el Gabinete de
Madrid y cuál la conducta de su representante en Viena d u r a n t e las lar-
gas y prolijas negociaciones que cristalizaron en el Acta final del famoso
Congreso.
Ya desde París había pedido L a b r a d o r i n s t r u c c i o n e s , que no se le d i e -
r o n , respecto á la actitud que debía observar en la cuestión polaca, y como
ésta había de ser la p r i m e r a de que se trataría y la que ofrecería mayores
dificultades, aunque no fuese, en este p u n t o , directo el interés de E s p a ñ a ,
insistió de nuevo nuestro Plenipotenciario, apenas llegó á V i e n a , en la con-
veniencia de que se le c o m u n i c a r a la voluntad del Rey , y así lo hizo C e -
2
denaba otra cosa, debía ser que lo que se conviniera entre los p r i n c i -
pales interesados no perjudicase á la restitución de Ñapóles al legítimo
Soberano, ni á la de T o s c a n a , ó un perfecto equivalente, al Rey de
Etruria
Y pocos días después, al manifestar la evidencia del proyecto de a g r e -
g a r la Rusia á su Imperio el Ducado de Varsovia. y de apoderarse la P r u -
sia de la Sajonia, al que n o se opondría el Austria si le prometían algún
territorio en Italia, encarecía la necesidad de conocer en este punto el
pensamiento de S. M. «El Plenipotenciario francés está resuelto á o p o -
nerse particularmente á la usurpación de la Sajonia, y yo me hallaré en
u n a situación s u m a m e n t e delicada, pues si r e ú n o mis esfuerzos con los
suyos, se arriesgará que la Rusia y la Prusia abandonen la justa causa de
las Casas de Sicilia y de P a r m a , y si me presto á la usurpación de la
Sajonia, desmentiré con hechos los principios de la legitimidad y de la
justicia que nos h a n hecho triunfar de los ejércitos y de las t r a m a s del
Atila corso. Se hace, por lo t a n t o , necesario que V. E. me diga cuál
es la voluntad del Rey nuestro señor en cuanto al engrandecimiento
de la-Rusia en Polonia y de la P r u s i a en Sajonia, pues en punto de tal
importancia, sin t e r m i n a n t e resolución del S o b e r a n o , no es posible que
un negociador acierte á desempeñar su comisión. Si el Plenipotenciario
inglés obrase de concierto conmigo, con el de F r a n c i a y con el de P o r -
tugal, para sostener la razón y las reglas del derecho p ú b l i c o , p o d r í a -
mos l u c h a r con ventaja; pero, ó se muestra indeciso, ó se inclina al
Austria. E n c u a n t o al Plenipotenciario sueco parece partidario de la
Rusia» . 2
1 Real orden de 2 2 de Octubre de 1814. Véase Becker: Relaciones entre España y Rusia. Un
proyecto matrimonial.
2 Despachos números 218 y 223, de 18 de Noviembre y 6 de Diciembre de 1814.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 75
VII
1 Falta descaradamente á la verdad Godoy en sus Memorias (redactadas por el abate Si-
cilia) al negar su proyecto de formarse, con el auxilio de Napoleón, un trono en los Algarbes,
siendo mediador en estos tratos el Embajador de España en París, Izquierdo. «Ni Izquierdo—dice
Godoy—recibió jamás encargo mío de pedir cosa alguna á Bonaparte, ni él de su propia idea se
adelantó á pedirle nada en mi provecho.» Pero sobre esta afirmación están los documentos origi-
nales que desmienten á Godoy, y, sobre todo, el Tratado de Fontainebleau, cuyas ratificaciones
se canjearon en San Lorenzo el 8 de Noviembre de 1807.
ESPAÑA EN El. CONGRESO DE VIENA 79
ció, dan por facilísima la concesión de todos aquellos territorios que les
parecen bien en el m a p a »
El 13 de F e b r e r o daba L a b r a d o r noticia de u n contraproyecto presen-
tado por Metternich, ofreciendo á la Reina de E t r u r i a los tres Ducados de
P a r m a , Plasencia y Guastala; pero conservando el Austria la ciudad de
Plasencia y la parte del Mantuano á la derecha del P o . «Pienso oponer á
estas pretensiones—escribía—el texto del T r a t a d o de París, é insistir por
que, además de conservar la ciudad de Plasencia, capital de uno de los tres
Ducados, se añada á ellos el mencionado territorio del Mantuano á la de-r-
recha del P o , territorio que contiene una población de 54.000 almas. Si lo
consigo habré logrado un triunfo, según el poco crédito que tenemos, no
porque en toda E u r o p a no se conozca por experiencia que ninguna nación
es capaz de tan grandes esfuerzos en casos apurados, y especialmente
cuando se trata de su honra, sino porque en los tiempos ordinarios no son
las naciones las que obran, y así, en vez de darles influencia en lugar de su
poder, se les da únicamente en proporción de la opinión que justa ó injus-
tamente hay de su sistema de Gobierno. Desde luego hay ya dos dificulta-
des vencidas, que son dos pasos adelantados: el primero, que no se trata
de indemnizar á la Casa de P a r m a dándola las Legaciones, ni tampoco se
destina parte alguna de ellas á la Archiduquesa María Luisa, y así se con-
servan al Papa, punto en que la religiosidad del Rey nuestro señor se h a -
lla tan empeñada. La segunda ventaja es que se da Luca á la A r c h i d u -
quesa María Luisa, sin que haya de heredarla su hijo, y así no queda la
descendencia del Atila francés ocupando ningún Estado» . 2
1 Despacho de 29 de Marzo de i 8 i 5 .
2 Despacho de 1 4 de Abril de I 8 I 5 .
3 Despacho de 10 de Enero de I8IÓ.
4 Despacho núm. 2 6 5 bis, de 23 de Mayo de i 8 i 5 . El verdadero inventor de la canditura del
Duque de Orleáns fué el Emperador Alejandro, que la propuso á Lord Clancarty, y si no pros-
peró fué por haberle negado su apoyo el Gabinete británico, aunque no se hubiese éste compro-
metido á restablecer én Francia la casa de Borbón, según lo declaró en las Cámaras al comuni-
carles el Tratado de 25 de Marzo.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA g3
ría Luisa, sobre cuyo ánimo ejercían u n a casi irresistible influencia los
criados toscanos, á los cuales, ya que no podían ir á Florencia á m a n d a r
y enriquecerse como antes, les sería m u y agradable poderlo hacer en
L u c a , aceptaría los artículos del T r a t a d o que él sé había negado á fir-
m a r 3; p e r o vino á tranquilizarlo la Real orden de 29 de Julio, participán-
1 Despacho de 22 de Junio de i 8 i 5 .
2 Por carecer de fortuna para seguir la carrera diplomática pidió Machado el Consulado de
París ó el de Marsella, y demostró después en el desempeño del primero su vocación para los
negocios, ó sea para lucrarse con el dinero ajeno.
3 Despacho núm. 389, de 30 de Junio de 1 8 1 5 .
106 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
rís. Contestó éste que no había recibido los tales ducados de oro ni había
vuelto á saber de ellos,y que era más n a t u r a l que se enviasen directamente
al Duque de San Carlos, nuestro Embajador de Viena, para que los distri-
buyese entre los interesados. Se resolvió de conformidad y se pasó una
nueva y a p r e m i a n t e orden al Ministerio de Hacienda, que demoró algún
tiempo el cumplirla, no por m e r o perecear administrativo ó accidental
vacío de las arcas reales, .sino por cierta repugnancia ingénita á todo apre-
s u r a m i e n t o , que reputamos propio de gente advenediza. Ello es que el d i -
nero llegó á Viena tardíamente, á usanza española, y fué, al fin, repartido
e n t r e Gentz y sus colaboradores. .
Desconsoladora es la impresión que deja en el á n i m o esta larga y fati-
gosa peregrinación á través de la correspondencia oficial de L a b r a d o r d u -
rante su estancia en Viena. N a d a , absolutamente nada consiguió el n e g o -
ciador español de cuanto á su tino, conocimientos y particular celo estuvo
encomendado; y aunque es verdad que empresas c o m o la de la r e c u p e r a -
ción de la Luisiana eran más propias de un caballero andante tocado de
vesania que de un varón sesudo llamado á d i r i m i r pacíficamente contien-
das diplomáticas, en otras menos arduas n o fué m e n o r el fracaso. E n él
cupo, ya lo hemos dicho repetidas veces, parte principal de responsabili-
dad al G o b i e r n o que, habiendo ido á Viena sin premeditado plan ni c o n -
certada alianza que respondieran á las exigencias de la realidad, no hacía
después sino lamentarse, por boca de Cevallos, de la incoherencia de la
política inglesa, de la indiferencia del Gabinete francés y de la e x t r a ñ a
conducta del E m p e r a d o r Alejandro en los asuntos de Italia. A u n en el caso
de q u e la habilidad del negociador, supliendo las deficiencias de sus i n s -
trucciones, hubiera obtenido p a r a la Reina de E t r u r i a , no ya los h e r e d a -
dos Estados de P a r m a , sino el propio G r a n Ducado de T o s c a n a , esta a d -
quisición, para la Infanta D . María Luisa valiosísima, hubiera sido de nin-
a
y que padecen una lamentable equivocación los que, por instintos de legu-
leyo ó práctica del foro, equiparan toda negociación á un pleito y la siguen
p o r los trámites ordinarios, sin advertir que no hay tribunal que falle, ni
más juez que el éxito. C o n t a b a L a b r a d o r con pocas simpatías y menos
VIII
Desde que se firmó en Viena el Acta final del Congreso hasta que la
suscribió España en París t r a n s c u r r i e r o n más de dos años. No p e r m a n e -
ció ociosa d u r a n t e este largo plazo n u e s t r a diplomacia, antes bien: i m p r i -
m i ó m a y o r actividad á sus trabajos la personal intervención del Soberano,
promovida por un Ministro extranjero que ejerció prepotente influjo sobre
el á n i m o de F e r n a n d o VII y dirigió á su antojo la política exterior de E s -
p a ñ a . No correspondió, sin e m b a r g o , el resultado á nuestros esfuerzos, y
toda aquella labor en pro de la Casa de P a r m a , como si no tuviera n u e s -
t r a política otros intereses que defender ni otros fines que perseguir que
los de la Infanta D . M a r í a Luisa, á cuya estulta vanidad habíamos ya sa-
a
i Cobraba como doble sueldo 72.00» duros, cantidad que hoy bastaría para pagar los suel-
dos y gastos de representación de todos nuestros Embajadores en el extranjero, excepto el de
París. '
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA IOQ
morías ('tomo'i, pág. 4 1 9 ) . AI dar cuenta Labrador de haber hecho entrega de ella al interesado,
manifiesta que era sólo hacerle la justicia que .merecía el decir que Pozzo di Borgo era el que
más había contribuido al restablecimiento de la Casa de Borbón en el Trono de Francia; re-
uniendo á estos méritos el haber sido acérrimo defensor de la causa de España. (Despacho nú-
mero 6 g , de 23 de Julio de 1 8 1 4 . )
• i D«spacho núm. 5o8, de 5 de Marzo de 1816.
ESPAÑA E N E L CONGRESO D E V I E N A 11 5
Cevallos: «Es muy sensible que este partido haya disgustado al Sr. Labra-
dor, según lo manifiesta en la acedía de su estilo, como si en estas luchas
de la política hubiese otro arbitrio que el de acomodarse á las circunstan-
cias y c o m p a r a r razones con razones y males con males, p a r a abrazar el
m e n o r . Considerando ocioso remitirle fórmula para hacer la accesión, se
le remitieron los poderes p a r a ella: habiendo determinado el Rey, con
acuerdo del Consejo de Estado, que su Embajador Plenipotenciario c o n -
descienda á la accesión, poniendo á salvo, p o r medio de u n a formal p r o -
testa, los derechos de S. M. y los de la Señora Reina de T o s c a n a , como Go-
b e r n a d o r a y tutora de su augusto hijo» Y como L a b r a d o r atribuyera la
accesión ilimitada á debilidad del G o b i e r n o , amedrentado, según c o s t u m -
bre, p o r los Representantes extranjeros en la Corte , repuso Cevallos:
2
i «Hasta los Ministros de las Potencias, á cuyas miras me he opuesto, han dado á mis Notas
y á mis discursos unos elogios que no creo merecen, á no ser que se comparen con lo hecho ge-
neralmente por los diplomáticos españoles, que en todos tiempos, y más ahora que nunca, han
sido, por la mayor parte, hombres incapaces de exponer sus ideas de palabra ni por escrito.»
(Despacho núm. 493, de 2 de Diciembre de I8I5.)
120 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
1 Pizarro pecó de lisonjero al llamar á la Reina hermosa. Más en lo cierto estuvo el autor
del pasquín fijado en la puerta de Palacio, que decía:
«Fea, pobre y portuguesa.
¡Chúpate esa!...»
122 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
Ya hemos dicho que por medio de Ugarte, ganado, Dios sabe cómo,
á la política rusa, había logrado Tatistscheff introducirse en la camarilla,
teatro adecuado para tan- mañoso personaje. P r o c u r ó , desde luego, g r a n -
jearse la voluntad del Rey, aprovechando la predilección que éste sentía
por el E m p e r a d o r Alejandro, y que no se había entibiado ni por las frus-
tradas bodas 3 ni por el apoyo que en el Congreso de Viena dispensó el
Zar a la mujer y al hijo de Bonaparte en perjuicio del derecho que á los
Estados hereditarios de la Casa de P a r m a asistía á la Infanta D . María a
España, y si nuestro anterior Gobierno hubiese acogido con ardor y cultivado con tino y previ-
sión las disposiciones de dicho Soberano á favor de S. M. y de la Nación, el Rey habría encon-
trado muy adelantada esta grande obra y, lejos de haber tenido el disgusto de ver en cierto
modo desairados sus Plenipotenciarios en el Congreso de Viena y Tratados de París, y lejos de
haber recibido la menor ofensa ó menoscabo en sus sagrados derechos ó los de su Real Familia,
habría podido sacar algunas ventajas importantes de las negociaciones pasadas, y la España hu-
biera ocupado el lugar brillante y glorioso que por tantas victorias ha merecido entre las Po-
tencias beligerantes contra Napoleón.»
1 Se le concedió el Toisón el 9 de Julio de 1816.
124 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
allié que je reclamerai et vos conseils et votre appui. J'espére que nos r e -
lations deviendront de jour en jour plus intimes. P o u r ma part je conti-
nuerai á prouver á V . M . les sentiments que je viens de.Lui e x p r i m e r » ' .
P a r a poner á prueba la amistad y la alianza del E m p e r a d o r Alejandro
ofrecíase desde luego al Rey el negocio de P a r m a , cuyo estado era el si-
guiente: El 17 de Octubre de 1815 escribió Cevallos á L a b r a d o r : «La
Sra. Reina de Etruria, después de haber r e h u s a d o el Estado de Luca y
demás que se la señaló y haber pedido con instancia al Rey, su augusto
h e r m a n e , que no desaprobase su resistencia, ahora me escribe que desea
lo que antes no quiso; y enterado S. M . de lo que me escribe la Reina,
ordena que V . E. apoye sus deseos.» Se excusó L a b r a d o r con la ausencia
de los soberanos y con que él no podía practicar estas gestiones sin d e s -
doro del Rey, y aconsejó á la señora Infanta que las hiciera ella directa-
m e n t e por medio del E n c a r g a d o de Negocios que tuvo en Viena . Meses 2
1 Del Acta de Accesión se conserva en el expediente una copia firmada por Tatistschcff.
quien declara haber recibido de S. M. C. el original, que transmitió á S. M. el Emperador Alejan-
dro el 31 de Mayo de 1816. Esta Accesión permaneció más de un año oculta, hasta que la descu-
brió Pizarro por un chisme diplomático del Ministro de Portugal con motivo del Toisón conce-
dido al de Rusia, y después de haber dado cuenta de ella al Consejo de Estado, la comunicó el 4
de Junio de 1817 á los Representantes de Austria y Prusia, aunque, por orden de S. M . , no se pu-
blicó en la Gaceta.
2 Despacho núm. 482, de 17 de Noviembre de.i8j5. En 20 de Diciembre se dio orden al Encar-
gado de Negocios de España en Viena, que protegiese confidencial y privadamente (después se
le dijo que oficialmente) al que se le presentara con poderes de la Reina de Etruria, y contestó el
Sr. Gutiérrez de los Ríos, en Despacho núm. 229, de 24 de Enero de 1816: «Supongo que la persona
me enterará del asunto, que es enteramente nuevo para mí.»
3 Despacho núm. 528, de 30 de Abril de 1816.
4 Despacho del Príncipe de Metternich al Príncipe Kaunitz, de Gorití á 30 de Abril de 1816.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 125
1 Hay una Nota de Pizarro que dice: «En 2 2 Octubre se dignó S. M. llamarme y luego
dirigirme el pliego adjunto núm. 2 con la esquelita y sobre de su puño, y autorizado para la
correspondencia reservada, aprobó la carta núm. 1.»
Los tres documentos figuran bajo una carpeta así rotulada por Pizarro: «4 Noviembre 1816.
Estos papeles me los dio S. M. para mi instrucción, pues ya no era menester negociación reser-
vada, pues S. M. se había dignado nombrarme Ministro.»
2 Reservada, confidencial. Muy señor mío: El Rey N. S. se ha dignado autorizarme para
seguir con V. S. la correspondencia reservada y transmitirle las órdenes que S. M. tenga á bien
darme, relativas á los importantes asuntos sobre que versa. Para asegurar por todos los medios
imaginables la reserva y el misterio necesarios en materias tan graves, es la voluntad de S. M.
que las cartas de V. S. vengan dirigidas á Don de Ugarte en la formay según lo convenido
entre V. S. y él, valiéndome yo del mismo conducto para la dirección de mis pliegos. En vista
de esta resolución de S. M., empiezo mi correspondencia señalando esta carta con el núm. 1, y
seguirán las demás por su orden. Dios guarde, etc. A D. Francisco de Zea Bermúdez.
3 Despacho cifrado núm. 7 2 , de 29 de Marzo de 1817, al que se contestó por Real orden
de 14 de Mayo, enviándole un duplicado de la de 2 4 de Octubre y encargándole averiguase
suavemente cómo había sido el extravio.
4 Aunque esto dice en sus Memorias (tomo 11, pág. i55), lo cierto es que las tales pretensio-
nes se encuentran expuestas y apoyadas en otras Reales órdenes suscritas por el propio Pizarro.
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 13I
dra, que ya había tenido que hacer notables reparos en Inglaterra; los Ca-
pitanes de navio n o m b r a d o s para su m a n d o no quisieron admitirlo, y fue-
r o n depuestos severamente; se probó evidentemente con u n reconoci-
miento facultativo, que esquivaron los Jefes d e Marina r u s o s , que los
buques estaban totalmente inútiles, más ó menos podridos en sus cascos,
con necesidad de jarcias, etc., etc., en una palabra, incapaces de navegar,
excepto una fragata que se llamó Marta Isabel y fué destinada á L i m a .
T o d o s los demás, incluso el navio Alejandro, en el que se gastaron más
de u n millón d e reales para que pudiera ir á Barcelona á esperar á la I n -
fanta D . a
Luisa Carlota, servicio que n o llegó á prestar, se sepultaron en
el Arsenal de la Carraca, en donde todos ellos fueron desguazados sucesi-
vamente, por podridos é inútiles, para leña para q u e m a r 3. Y así acabó,
1 Unos 68 millones de reales, según la equivalencia fijada en el mismo Tratado (art. 8.°). El
Sr. Saralegui, en su interesante y documentado folleto Un negocio'escandaloso en tiempos de
Fernando VII, calculando equivocadamente el rublo en 1 6 reales, en lugar de 5 , hace subir la
suma á 217.600.000 reales.
2 Pagadas las 400.000 libras esterlinas y desviados hacia otros gastos indispensables los
fondos de la Tesorería española, ajustóse por Tatistscheff y Ugarte un Convenio complementa-
rio para el reembolso de las sumas indeterminadas que no habíamos pagado, y que se fijaron en
5.300.000 rublos, de los cuales habíamos de entregar inmediatamente 2.600.000 francos que nos
-debían los franceses y las 1 7 7 . 0 0 0 libras esterlinas restantes, en doce plazos iguales en el año
de 1820.
• 3 Memorias inéditas de Vázquez Figueroa, reproducidas en las de Pizarro, tomo m, pá-
gina 427. A los ocho buques rusos expresamente comprendidos en el precio estipulado en el
Convenio de 17 de Agosto de 1 8 1 7 , hay que sumar tres fragatas, espontáneo regalo del Empe-
rador, que llegaron á Cádiz en Octubre de 1 8 1 8 , y de que no hacen mención en sus Memorias n
Figueroa ni Pizarro. De los cinco navios que figuraron en la escuadra rusa, uno, el Velasco, no
se estrenó; tresno prestaron más servicio, puede decirse, que el de permanecer amarrados
en la bahía de Cádiz, como unidades principales de la fracasada expedición al Rio de la Plata, y
el quinto, el Alejandro I, que llegó á arriesgarse en navegación de golfo, tuvo que retornar
presto podrido y averiado. De las seis fragatas, la María Isabel, destinada á Lima, fué apresada
mediante engaño, por los disidentes chilenos en el puerto de Talcahuano; la Astrolabio terminó
.como el Velasco, su vida sin salir de la Carraca, donde fueron también deshechas la Pronta y la
Mercurio, y las dos restantes, la Viva y la Ligera, en mal hora utilizadas, llegaron tras duras
pruebas á la Habana, reducidas sus maderas á fango ó polvo. E.1 precio en que fueron vendidos
en Cádiz en pública subasta los cascos de los cinco navios y tres fragatas, ascendió á 396.000 rea-
les. (Saralegui: Un negocio escandaloso en tiempos de Fernando VII.)
I 36 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
1 De esta caída jamás se levantó Pizarro, y ni volvió al Ministerio, como su colega Figueroa,
ni pudo obtener ningún puesto en su carrera, considerándose víctima de la persecución de los
masones. Se le atribuyeron los folletos que con el titulo de Arlequinada diplomática escribió un
tal Mora, de Cádiz, en los que se ridiculizaba de un modo harto transparente á los funcionarios
de la carrera;mas lo peor fué, que también se le imputó la paternidad de otro folleto, Tutili-
mundi, que contenía un artículo irrespetuoso para el Rey, que S. M. nunca le perdonó.
En cuanto á Tatistscheff, quedó mudado cuando la revolución de 1820 acabó con el influjo
político ruso en España; pero no perdió, con su puesto, la confianza de su Soberano ni las mañas
que en Madrid había adquirido, pues en Marzo de 1822 lo hallamos en Viena enviado por el Em-
perador Alejandro para entenderse, sobre la cuestión de Turquía, directamente con Metternich,
sin intervención del Embajador de Rusia, el Conde Golowkin, hechura de Capo d'Istria. (Véanse
sobre esta negociación las Memorias de Metternich, tomo ni, pág. 5 7 1 ) .
i38 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
diferente, todo el'bien y todo el mal que resultaren serán obra suya y de
las personas de quien se valga» 'i
L a resolución que recayó sobre tan descortés é irrespetuoso despacho
fué la siguiente: «Como todo el oficio escá dirigido á desvanecer ideas que
no existen, y fundado en preocupaciones aéreas, S. M. no h a tenido que
resolver acerca de él, y yo, por mi parte, á todo su contenido tengo c o n -
testado con mi conducta. Las glorias reportadas y por r e p o r t a r en la m e -
m o r a b l e negociación del Congreso n o se las envidio; su i m p e r t u r b a b l e
elación tampoco; si se hace algo, sólo aspiraré al modesto mérito de no ha-
ber contribuido á su entorpecimiento y, antes sí, á costa de sacrificios de
mi amor p r o p i o , h a b e r dejado campo á las hazañas de su vasto y c o n c i -
llante genio. — Déjese y sólo dígase que se ha recibido y leído y que nada
hay que prevenir en su contestación. (Esto fué lo que se contestó en 3 de
F e b r e r o de 1817 por orden del Jefe.) La respuesta severa que habría que
d a r , yo quiero como Ministro que se omita, por a m o r á la paz y al s e r v i -
cio. — Nota. Este h o m b r e tan g r a n d e , al contar toda la historia del C o n -
venio de 20 de N o v i e m b r e , se deja en el tintero que él mismo se ha hallado
con que se ha firmado con reservas, á pesar de sus insultantes observacio-
nes hacia Cevallos, y sin que él sepa de dónde venga esto, y no lo toca si-
quiera; quedando escrita tan fastidiosa altanería.»
Y al contestar L a b r a d o r al oficio en que se le anunciaba la ratificación
deLActa de accesión al referido T r a t a d o de 20 de N o v i e m b r e , hízolo en
estos términos: «Se ha m i r a d o como una ocurrencia feliz y un arbitrio de
finura política mi operación de hacer convenir al Ministerio francés en
admitir nuestra accesión con reservas, á pesar de la influencia poderosísi-
m a de las c u a t r o Potencias empeñadas en privarnos de las ventajas del
T r a t a d o para forzarnos á admitirlo p u r a y simplemente. Y mientras los
extranjeros me hacen la justicia de confesar que he p r o c u r a d o por este
medio hacer inútil su resistencia, veo en el oficio de V . E . que se me pinta
la ratificación c o m o un sacrificio que se ha hecho y como una, p r u e b a de
consideración hacia m i , que no era seguramente quien perdía, ni en c r é -
dito ni en utilidad, si la ratificación se hubiese negado ó dilatado» . Este 2
y que tiene valor de atribuirse á su finura la revolución feliz que, sin saber
cómo, ha encontrado en el Gabinete trances? ¡Si no lo h u b i e r a él c a c a -
reado al principio! ¿Y qué diremos de un h o m b r e que cita á la E u r o p a en
su abono, cuando la E u r o p a sabe que no ha hecho sino echarlo todo á
perder? Lo cierto es, que es el Rey nuestro señor el que por sí mismo ha
trabajado y va logrando r e a n i m a r sus relaciones diplomáticas, y que á Su
Majestad, y sólo á S. M., se deberá la gloria del éxito en un asunto tan des-
g r a c i a d a m e n t e manejado por nuestros diplomáticos, á no ser que la s o -
berbia pedante de este h o m b r e a ú n no malogre el fruto que visiblemente
va apareciendo de las tareas y afanes de S. M. por el bien de su Corona.
»En lo d e m á s , que se coloque antes que W e l l i n g t o n , y después de él y
de W e l l i n g t o n á nadie, es extraoficialmente una ridicula bocanada, y ofi-
' cialmente una insultante osadía.»
El último despacho de esta serie a n t i r r u s a fué el que dedicó L a b r a d o r
á contestar al oficio del i3 de E n e r o sobre la conveniencia de prescindir
de personalidades en los negocios diplomáticos.
«Por no a n d a r con generalidades ni rodeos, luego que se me haga ver
una ventaja considerable que hayamos logrado por influjo del Ministro
r u s o en esa Corte, aunque la idea que me han dado de su carácter p e r s o -
nal sus operaciones y la opinión general no es buena, seré el p r i m e r o á
d a r l e gracias; y si se creyese que no alcanza á p r e m i a r l o la alta condeco-
ración española que h a o b t e n i d o y es, según parece, la p r i m e r a dada á u n
Enviado, si se creyese, digo, que debe alzársele u n a estatua, desde luego
d a r é mi voto si se me pide, y aun ayudaré con mi dinero. P e r o mientras
n o se hable sino de méritos secretos, de buenas palabras y de promesas
por c u m p l i r , me atendré á la idea que me he formado por mí mismo'y en
que me han confirmado sus paisanos y los que lo han conocido en Otras
Cortes, y diré que no trata de nuestros negocios, sino de los suyos propios.
En cuanto á su c o m p a ñ e r o en esta Corte, he dicho antes de ahora que su
odio personal contra su paisano Napoleón Bonaparte me hacía esperar que
favorecería la pretensión de excluir á su hijo de la sucesión de P a r m a . E n
otros asuntos, aunque no lo tengo en la clase del de ahí, lo tengo por hom-
bre poco seguro en sus promesas, hidrópico de honores y riquezas p a r a sí
y su familia, y de aquellos de cuyas palabras no me fiaré»
L a resolución de Pizarro fué: «Pues diciéndolo S. M. que quiere que
se prescinda de personalidades vuelve á ellas con más fuerza, allá se las
1 Despacho núm. 593, de 27 de Enero de 1817.
I48 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
avenga con sus principios; por mí, si como Ministro del Rey acaso, disi-
m u l a n d o , peco de omiso, creo, sin embargo, que doy pruebas de p r u d e n -
cia y a m o r al servicio del Rey nuestro señor callando. Déjese.»
¿Cuál era, e n t r e t a n t o , el estado del negocio de P a r m a que con razón
calificaba P i z a r r o de embrollado, a u n q u e no t u v i e r a la misma razón al
a t r i b u i r al Rey el mérito de haberlo desembrollado y llevado á feliz t é r -
mino? Ya hemos visto que S. M., después de su accesión á la Santa
Alianza, había puesto este negocio en m a n o s del E m p e r a d o r Alejandro, en
Julio de 1816, expresándole sus deseos de que se reconociera á la Infanta
D . M a r í a Luisa el derecho de suceder en sus estados patrimoniales y se
a
»más con que se hallaba, quiso que, para avivar esta i n t e r r u m p i d a negocia-
ción, se adoptase u n sistema, que consistía en aislar al Austria indirecta-
mente y sin chocar con ella; estrechándose con I n g l a t e r r a , con Rusia, á la
que seguiría Prusia, y con F r a n c i a , con quien, por poco que se la tratase
bien, podríamos contar. A h o r a bien: para esto no era menester más que
cultivar á Inglaterra, con quien tantos lazos teníamos contraídos, y á R u -
sia, de quien, como veía el S r . L a b r a d o r , había pruebas materiales, y h a -
cer buena c a r a á las demás. En cuanto á proposiciones, ya las sabía el se-
ñor Labrador: i . , la reversión de los Ducados; 2 . , el millón para la Reina
a a
gan ociosos los talentos y sin ejercicio la instrucción y prendas de los de-
más Embajadores y Ministros de S. M. Además, yo soy de parecer que
con notas, ruegos y súplicas n o se conseguirá que el G o b i e r n o francés r e s -
tituya u n m a r a v e d í de lo que secuestró en 1792, ni de lo que recibió en
cambio de la T o s c a n a , y no e s acertado poner la negociación de ambos
puntos en m a n o s de quien está persuadido de que todo medio de r a z o n a -
mientos de p a l a b r a y por escrito es tiempo perdido. Si los tímidos y a p o -
cados Consejeros del Rey no se hubieren opuesto á la entrada de los ejér-
citos de S. M. en territorio francés antes de la batalla de W a t e r l o o , como,
de acuerdo con las Potencias aliadas, había yo propuesto desde Viena, la
permanencia de aquellas tropas en F r a n c i a , mientras el Gobierno de ésta
no satisfacía nuestras justas demandas, h u b i e r a sido el único medio de n e .
gociar con fruto; pero hablo de yerros que no admiten ya remedio. Me
basta la persuasión de que n o lograría nada e n c a r g á n d o m e de la negocia-
ción sobre los dos puntos indicados, p a r a insistir en que por n i n g ú n título
me h a r é cargo de ella; y luego que concluya la que tengo pendiente sobre
la sucesión de P a r m a , d a r é por finalizadas las comisiones con que salí de
España en 1814
2. a
E n cuanto á que la negociación sea en P a r í s , nada hay que encar-
g a r al Plenipotenciario.
3. a
No se t r a t a r á de la devolución, sino de la sucesión de los Ducados.
4. a
Hay ventaja en que quede intacto el a r t . 101, según el cual se da á
la Reina de E t r u r i a , y no á su hijo, el Estado de L u c a ; debiendo sacar L a -
b r a d o r cuanta ventaja pueda del feliz descuido ó error padecido en su redac
ción y t r a t a r de que la de la sucesión de P a r m a se haga en iguales t é r -
minos.
5." A u n q u e sería de derecho que se admitiese el orden de sucesión en
Castilla, en la de los Estados que van á afianzarse á la Reina de E t r u r i a ,
teniendo en cuenta las dificultades que r e ú n e n , entre ellas la del a r t . 7. del 0
allí lo trabaje, prepare y facilite para que, así, luego la forma oficial e n -
cuentre las menos contradicciones y dificultades posibles.
Aceptadas las bases propuestas por el Austria para entablar la n e g o -
ciación, según se lo hizo saber L a b r a d o r á V i n c e n t , pidió éste i n s t r u c -
ciones á Viena, y l u e g o ' q u e las h u b o recibido, las comunicó á nuestro
Plenipotenciario, quien las t r a n s m i t i ó á Madrid en copia que así rezaba:
a): Reconocimiento de la sucesión de Parma,'al fallecimiento de la Ar-
chiduquesa, á favor del hijo de la Infanta y de su descendencia masculina.
b). Reversibilidad del Ducado de Luca al G r a n Duque de T o s c a n a .
c). Los feudos de Bohemia b á v a r o - p a l a t i n o s q u e d a r á n á favor del
Príncipe Francisco Carlos, hijo de S. M. la Archiduquesa María Luisa,
al cual se le dará un título tomado de los dominios de la Casa de Austria.
d). El Austria conservará el derecho de guarnición en la ciudad de
Plasencia . 1
'4
158 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
prueba; que el Conde está instruido del estado adelantado en que toma la
negociación, y que S. M. está demasiado enterado por sí mismo del curso
de estas negociaciones para que pueda nadie atribuirse más ó menos p a r t e
de la que realmente le cabe en sus progresos; que he leído todo su despa-
c h o á S. M., en lo que nada he hecho de particular, pues lo mismo hago
con todos los de nuestros Agentes diplomáticos que sean de resolución,
sin que mi imparcialidad, que tanto a m o , h a y a tenido que ejercitarse en
esto; que se pasarán á Hacienda las órdenes más eficaces, como justísima-
mente reclama» . l
mente el respeto que se debe á las resoluciones de S. M.; pero yo tomo so-
b r e mí c e ñ i r m e á lo menos posible.» Y en el despacho del día siguiente
con el Rey e n c a r g ó S. M. á P i z a r r o previniera á L a b r a d o r que i n m e d i a -
tamente saliera de París p a r a su destino, como se le tenía m a n d a d o , y avi-
sara del p r o n t o cumplimiento de esta Real voluntad; habiéndose hecho así 1
austríaca en Plasencia.
Caminaba F e r n á n - N ú ñ e z enteramente de acuerdo con Pozzo di Borgo,
pero con el mayor sigilo, aparentando que no se entendían, a u n q u e no da-
b a n u n paso sin discutirlo antes j u n t o s , y dejando únicamente á W e l l i n g -
ton el manejo y dirección de todo; pues de este modo, lisonjeado el a m o r
propio del Duque y acallados sus celos por la intervención del Plenipoten-
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l63
nes del cariño, y, por último, tal el desconcierto que la doble diplomacia
había introducido en las gestiones de nuestros representantes en el extran-
jero, que no es extraño que la primera impresión que el T r a t a d o produjo,
al ser en Madrid conocido, fuera de amarga decepción y mal disimulado
enojo. En la respuesta que dio Pizarro á F e r n á n - N ú ñ e z no se revela el es-
tadista ni el diplomático. Hubiérala podido firmar Cevallos, y es la más
elocuente manifestación del estado de ánimo del Ministro, que r e c o n o -
ciendo en su fuero interno, que en lo substancial ningún perjuicio había 2
,
«7.° Que á la Francia haga V . E. sentir que á ella, como que su polí-
tica anterior ha sido causa de todos estos males por las transacciones n o
cumplidas de la T o s c a n a , toca aplicar la mano más que á nadie á lo d e l
millón; y así lo haga V . E. sentir á todos, sin resentimiento, pero con toda
la claridad que es debida, y con la eficacia necesaria para hacer fuerza y
producir convencimiento.
»8.° Que, por fin, es- menester que si S. M . ha de firmar, que en
artículos adicionales: i.°, se explique lo de la sucesión como en el C o n -
greso, y no fijándose al Señor Infante D. Carlos L u i s . Esto se conoce que
h a sido descuido y que n o h a habido intención, por consiguiente, es de ri-
gurosa justicia y no sufrirá dificultad; 2 . , que en otro artículo se arregle
0
usadas, y que las Cortes saben m u y bien á qué atenerse: reflexione que el
austriaco ha sido reprendido y no lo oculta. Al contrario, debe estar glo-
rioso, manifestarse contento y adquirir confianza y fuerza en sus pasos d i -
plomáticos, ahora más que nunca, y debe hacer valer la deferencia del Rey
d : firmar, pues para esto se usan de estos ardides lícitos, para dar realce á
lo que se concede, y antes quedarse en disposición de ver venir. Crea, pues,
q u e , lejos de perder, ha ganado con sus colegas.
» U l t i m a m e n t e , me dirá usted qué le sería agradable en esta ocasión
como demostración de la aprobación del Rey»
C u a n t o á las ratificaciones, se le anunciaba que irían puras y lisas, sin
reserva y con la fórmula establecida, por no haber tiempo para otra cosa;
pero que asegurara al Duque de Richelieu que se le satisfaría en la p r i -
mera ocasión. T r a t á b a s e de un punto de ceremonial establecido de común
acuerdo entre las Cortes de España y Francia desde el advenimiento de
Felipe V al t r o n o de España, según el cual, los Pares de Francia tenían en
la Corte de S. M. C. los mismos honores, rango y prerrogativas de los
Grandes de España, y recíprocamente tenían éstos en la Corte de Francia
las mismas distinciones y privilegios de los Pares del Reino. De aquí que,
concediendo el Rey de Francia á los Duques y Pares el título de Primo,
lo concedía igualmente á los Grandes de España, que eran de primera clase
y tenían título de D u q u e . Como F e r n á n - N ú ñ e z se encontraba en este caso
por el Ducado que usaba de Montellano, llamábale S. M. Cristianísima
Primo en el i n s t r u m e n t o de ratificación, y Richelieu esperaba que S. M.
Católica hiciese con él lo propio, renovando, después de una larga inte-
rrupción, un antiguo uso, que no podía menos de tener el consentimiento
de ambas partes . 2
suasiones y por el bien común; diciendo todos que era imposible hacer más
de lo conseguido; que el Austria deseaba tener de qué agarrarse para no fir-
mar, como que le va m u c h o en ello; que el triunfo de la sucesión es gran-
dísimo, pues estaba estipulada para el hijo de Napoleón en un T r a t a d o de
Rusia (esto no lo dijo el. ruso), Austria y Prusia; en fin: por la primera vez
desde tiempos más felices, el Rey ha sido cortejado y rogado por las Poten-
cias, lo que debe quedar para gloria del Rey nuestro señor á quien se debe
todo, pues es quien lo ha conseguido y trabajado, y no el Sr. Labrador, como
él se jacta hasta de oficio, ni yo, que nunca me jacto, ni Dios lo permita; y
para que conste que lo hecho ha sido preciso hacerlo, y se ha logrado más
de lo que debía esperarse, echada á perder la negociación, como lo estaba.»
Si grande había sido antes la aflicción de F e r n á n - N ú ñ e z al ver desapro-
bada su conducta, no fué menor su júbilo por los términos en que S. M.
le otorgaba ahora su más completa aprobación y le ratificaba su confianza.
Al dar las gracias, y en respuesta á la indicación que se le había hecho,
recomendó para el ascenso á su h e r m a n o el Brigadier D. José de los Ríos , !
y aparato exterior unos 6.000 duros. Las otras cinco cajas se hicieron en
Madrid, para que alcanzara el lucro á nuestros artesanos, y se le dijo á
F e r n á n - N ú ñ e z que su valor sería de 5.000 duros
A las cajas españolas acompañó una Real orden en que se le prevenía
á nuestro Embajador que las entregara al tiempo de recibir las que nos
estaban destinadas, toma y daca; que debía decir que todas eran de
100.000 reales y que exagerara también mucho las que él había m a n d a d o
á hacer en París para los Ministros de Estado; y, sobre todo, dar y tomar . 2
su lugar la C r u z chica de Carlos III sin placa, que era la que tenía su s u -
perior jerárquico el Oíicial mayor de la Cancillería de Berlín Y para
guardar una perfecta reciprocidad, n o se le dio al Oficial de Embajadas
D. Francisco Bustillo la Encomienda, sino la Cruz de Caballero de tercera
clase del Águila roja. Las otras cruces de Austria, Francia y Rusia se r e -
partieron por antigüedad entre los Sres. D. Manuel González Salmón,
primer Secretario de la Embajada en París; D. Justo Machado, Cónsul
general, y D. José Parada, Oficial de Embajada, destinado como Secreta-
rio á la de T u r í n . F u e r o n , ademas, condecorados con cruces rusas S a l m ó n
y Machado, á cambio de las españolas que se dieron, á petición de P o z z o ,
á dos Agregados á la Embajada de Rusia.
Los regalos de Cancillería dieron lugar á algunas dificultades, p o r q u e
el Duque de Richelieu manifestó que el regalo de Francia había sido siem-
pre de 24.000 francos, y los Plenipotenciarios de Inglaterra, Rusia y P r u -
sia, y después el dé Austria, entregaron cada cual 2.000 ducados de H o -
landa, que no equivalían exactamente á los 90.000 reales que se habían
calculado por nuestra parte. F e r n á n - N ú ñ e z pidió dinero al banquero para
pagar la diferencia, y al remitir á Madrid las cuatro primeras cartas de
crédito , contestó Pizarro: «Buen provecho, y no es mal refuerzo para e n -
2
trar en calor; pero dígase al Duque que hubiera sido mejor no alterar lo
dispuesto; pues no nos hemos de arreglar por lo que hacen ó dicen otros:
él cumplía con decir que no podía ampliar más. Está mandado abonar;
pero sírvale de gobierno para siempre» 3.
P o r último: nombrado Comisario por parte del Austria el Conde S a u -
ran, Embajador electo en Madrid, lo fué para recibir, en n o m b r e de España,
el Ducado de L u c a , el Embajador en T u r í n D. Eusebio Bardají y Azara,,
á quien se le previno que acelerase su viaje para abreviar cuanto fuese po-
sible la toma de posesión, que procediera en este acto con todo el pulso y
la prudencia que le caracterizaba y que tratase á la Reina con gran dulzura
y usando en todas ocasiones del mayor respeto y de las atenciones debidas
á su Real Persona 4.
No fué, sin embargo, el n o m b r a m i e n t o de Bardají m u y del agrado de
la Reina Infanta, que creía le tocaba á ella hacerlo y había puesto los ojos
Así acabó, sin gloria ni provecho para España, aquella laboriosa nego-
ciación, fruto de una diplomacia que se decía doble y pecaba de sencilla.
Parecía que sobre los asuntos de P a r m a pesaba una atávica fatalidad desde
que el amor materno de la Reina D . Isabel de F a r n e s i o no vaciló en sa-
a
crificar en lejanas guerras vidas é intereses españoles, para que uno de sus
hijos recobrara el Ducado, cuna de sus mayores. Años después compartía
con el Rey Carlos IV el trono de España una Princesa de P a r m a , nieta
también de D . Isabel de Farnesio, y su afán de que ambas sus hijas c i -
a
XII
concedía títulos sobre propiedades que estuvieran fuera de sus reinos, dis-
pensaría esta circunstancia en su favor, autorizándole á llamarse V a l l e -
g r a n d e ; pero á L a b r a d o r le pareció más conveniente conservar la p r i m i -
tiva denominación, que venía ya usando y con la que era conocido 3.
Razones de salud le movieron á rehusar la Embajada de Ñapóles, p a r a
la que fué n o m b r a d o en N o v i e m b r e de 1829, y continuó al frente de la de
R o m a . Allí contrajo matrimonio el 21 de Noviembre de i83o, c u m p l i d o s
ya los sesenta, con D . A n a María Carlota Evelina L a b o r d e , viuda de L a -
a
1 El 7 de Noviembre de 1829.
2 Despacho de 27 de Noviembre de 1829, acusando recibo del Real permiso para usar el íítulo
de Marqués.
3 Despacho d e 4 d e Marzo de 1 8 3 0 , al que se contestó en 28 de Abril, dejándole S. M. en
libertad de adoptar uno ú otro titulo.
16
l82 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
testa del Infante D. Carlos, que se disponía á reclamar por las a r m a s la Co-
r o n a tan pronto como falleciera el Rey F e r n a n d o VII, cuyo fin considera-
ban todos próximo. Muchos de los partidarios del Infante, que n a d a tenían
que perder, se habían declarado carlistas luego que apareció el manifiesto-
protesta. Otros más prudentes, en cuyo n ú m e r o se contó L a b r a d o r , aguar-
d a r o n , para hacer público su modo de pensar, á que el Gobierno d i s p u -
siera de los cargos que desempeñaban. Da lugar, además, á sospechar que
no fuera muy espontánea y m u y robusta la fe carlista de L a b r a d o r , la cir-
cunstancia de que sostuvo en el Congreso de Viena, y lo escribió en r e p e -
tidos despachos, que la ley sálica n u n c a había sido ley del Reino en E s -
p a ñ a , ni se había jamás regido por ella la sucesión á la C o r o n a en la r a m a
española de la Casa de Borbón, por lo cual pretendía, con manifiesto e r r o r
y olvido del T r a t a d o de Aquisgrán, que n o fuera aplicable'á los Estados
de P a r m a . Y casi nos atreveríamos á afirmar que si D. Francisco Martínez
de la Rosa, que reemplazó á Zea en él Ministerio de Estado én los c o -
mienzos de la regencia de D . María Cristina, n o hubiese dispuesto de la
a
como merced divina que aquilata á los predestinados, no cabe mayor des-
dicha, á nuestro juicio, que la de aquellos que se sobreviven á sí mismos
y siguen, como Labrador, contándose en el número de los vivos, cuando
no tienen con ellos otros lazos que los de la compasión que inspiran á sus
allegados.
LABRADOR POETA
«ADVERTENCIA
•que, pasados más de sesenta años, ven por p r i m e r a vez la luz pública.
A u n q u e pertenecen, por la clase del verso y por la materia, á las llamadas
poesías ligeras, no son como las que se conocen en castellano con este
n o m b r e . El autor no fué n u n c a poeta palabrero a b u n d a n t e de frases y
pobre de ideas; su sistema fué siempre emplear las menos palabras posi-
bles, p r o c u r a n d o que encerrasen muchas ideas.
»Aunque tiene el amor" que n a t u r a l m e n t e tienen todos á sus o b r a s ,
conoce m u y bien lo que á éstas les falta, que es la lima ó la esmerada y
prolija enmienda de los defectos que todas las obras del entendimiento
h u m a n o tienen, cuando no h a n sido m u c h a s veces puestas sobre el y u n -
que, como decían los antiguos: sin e m b a r g o , sin temor de ser acusado de
presuntuoso se atreve á decir que no teme la c o m p a r a c i ó n que pueda
hacerse de sus sonetos con los de n i n g ú n otro poeta castellano: m u c h o
principia: «Rubio el cabello y candido el semblante», y la otra: «Dichoso
menos teme la comparación con las dos odas filosóficas, una de las cuales
aquel que en n a t u r a l estado». E n castellano no se han publicado hasta
ahora versos de tanta fuerza y de tanta corrección, y si existe alguna com-
posición de esta clase, será indudablemente alguna imitación de las decla-
maciones vagas y verbosas de la m o d e r n a escuela francesa.
»Don Pedro Gómez Havela de L a b r a d o r fué el amigo y el c o n t e m p o r á -
neo de D. Vicente García de la H u e r t a , de D. Juan Pablo F o r n e r , de Igle-
sias, de Salas y de Q u i n t a n a , tres poetas extremeños, los únicos que han
sostenido en aquella época la h o n r a de la poesía y de la sonora y majes-
tuosa lengua castellana. Dos sólo quedan de aquella época: Q u i n t a n a y el
a u t o r . A u n q u e Quintana no es tan anciano, lo es también bastante; y así,
d e n t r o de poco, pertenecerá á la actual juventud española el cuidado de
conservar la honra y la pureza de la lengua castellana .» 2
»i El autor de estas poesías no ha sido nunca presuntuoso, ni podía serlo sin haber perdido
el juicio; pues ha leído, aunque en malas traducciones, las obras de Homero, y en purísimo latín,
las de Virgilio y Horacio; como las obras del Taso y del Ariosto; las de Moliere, de Corneille y
de Racine, y por grandes que sean las ilusiones del amor propio, mal podría compararse con
ninguno de aquellos grandes ingenios; pero en España, en el mismo tiempo en que se aumen-
taba la gloria de los poetas franceses, la poesía castellana había caído en un estado muy deplo-
rable y del cual no podrá salir sin grandes esfuerzos.
»2 Cuando falten D. Manuel Quintana y D. Pedro. Gómez de Labrador Havela, quedará á
cargo de los jóvenes poetas actuales la conservación y el aumento de la pureza y gloria de la
poesía española.»
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA l8o
SONETO
Llena la plaza está del Vaticano,
De la de Marte descendencia fiera;
No tiemble el orbe, no, del Papa espera
La bendición el gran pueblo romano
Desde el alto balcón, el Soberano
Bendecidor la vista extiende afuera,
Y cuando aquella muchedumbre viera.
Se aflige y dice al Cardenal Decano:
—Todo ese pueblo inmenso, ¿cómo, adonde
Para vivir su vida encuentra modos
En tan mísera edad como la nuestra?—
—Nadie lo sabe—el Cardenal responde—.
—Es prodigio de Dios, Padre de t o d o s -
Dijo el Papa, y extendió la diestra—.
Las dos odas filosóficas que, según L a b r a d o r , podían citarse como mo-
delos en su género, tienen.cierto sabor volteriano. C o m b a t e en u n a á la
superstición, y á ella, peste sagrada, atribuye cuantos h o r r o r e s han afli-
gido á la h u m a n i d a d y hasta el lastimoso y ciego fanatismo de los m á r t i -
r e s . Canta en la otra el estado n a t u r a l del h o m b r e , sin patria ni hogar,
sin leyes que coarten su albedrío, ni más freno en sus placeres que el
dolor, y sin que la impostura haya venido á decirle, de orden del cielo,
que es una virtud esa merced del padecer,
1
de que nos habla la Santa Doc-
tora de Avila, condenada recientemente á postumo y teatral padecimiento.
Oigamos la voz grave y sonora del poeta e x t r e m e ñ o :
REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
ODAS
En los cielos esconde su cabeza
Y los abismos con sus plantas pisa:
Rubio el cabello y candido el semblante Amigo del espanto y la tristeza,
Tiene este pueblo: mientras negra lana Perseguidor del juego y de la risa,
Y negro rostro aquél. Nación gigante Cuando suena su voz, naturaleza
Habita aquí, y allí nación enana. No conoce otra ley. Daráse prisa,
Cuál pueblo es labrador, cuál navegante Si ella el atroz decreto ha pronunciado,
Y cuál siendo pastor su vida gana: La madre á degollar el hijo amado.
Uno teje, otro pesca, otro de robo Es la superstición, peste sagrada,
Y sangre vive cual feroce lobo. Este del mundo bárbaro tirano.
El indio llora de amargura lleno ¡Cuánta sangre por él fué derramada!
Si una hormiga pisó cuando pasea, ¡Cuánto error inspirado al pecho humano!
Y el caribe, voraz, frío y sereno, Al alma del verdugo despiadada
Humana carne en asador voltea. El dio rencor, él dio fuerza á su mano
Acto es en Asia decoroso y bueno Y el lastimoso y ciego fanatismo
Lo que en Europa acción viciosa y fea: Del mártir fué, tal vez, obra del mismo.
¿Un uso ves aquí? ten por supuesto
Que hay en otro país un uso opuesto.
Sin Rey á quien doblar rodilla y frente II
No saben existir muchas naciones: Dichoso aquel que en natural estado
Di la palabra Rey ante otra gente Vive sin otra patria que una cueva
Y al filo del cuchillo el cuello expones. En la mitad de un bosque despoblado.
Combaten entre sí furiosamente En su sencillo pecho escrito lleva
Ley con ley, opinión con opiniones; Su gusto y su deber, y no consiente
Un solo monstruo hay que tiene imperio Ni más neeesidad ni más ley nueva.
En toda sociedad, todo hemisferio. Corre en seguida del placer que siente
A las ancas lo lleva el caballero Y sólo del dolor le para el freno,
Que córrelos desiertos de la Arabia:. Que no el temor de verse delincuente.
Rodea el orbe en pos del marinero No existe para él derecho ajeno.
Y con él trepa á la elevada gabia: Ni existe la virtud, ni el vicio existe;
Manda en la cueva del Lapón grosero Lo amargo es malo, lo agradable es bueno.
Y en los salones de Albión la sabia: Que la impostura con semblante triste
Encima de los tronos tiene asiento. No le vino á decir de orden del cielo
Voz en comicios, voto en parlamento. Que en maltratarse la virtud consiste.
SILVA
Las greñas por el rostro desparcidas, Es no favorecernos vez alguna,
Los tristes ojos de llorar hinchados, Porque tus dones son como ciruela
Las mejilla; heridas, De carne á lo primero
Los pechos arañados, De hueso á lo postrero.
Asi su desventura ¡Ay, ay! ¡euán veloz vuela
Lamenta una hermosura, La hora de placer, y cuánto dura
Moderna Dido en lágrimas deshecha, el siglo de amargura!
Por un Eneas de la misma fecha. Llevó el viento los cantos de alegría
¡Ay, ay! ¡cruel fortuna! Con que mi techo un tiempo resonaba,
¡Cuánto son necios tus adoradores! Sola la mesa está donde cenaba
El mayor y el mejor de tus favores En bulliciosa y dulce compañía;
ESPAÑA EN EL CONGRESO DE VIENA 19'
LETRILLAS
III Con mi Pepita
No necesita
En una siesta
De explicación.
La mi Pepita
Hallé sólita.
¡Qué tentación! IV
Yo le decia:
—Por ti me abraso Poquito á poco,
Y no haces caso Que en mi opinión
De mi pasión. Todo poeta
—Quién te creyera— Es balandrón.
Me respondía, Continuamente
Y se ponía Canta victorias,
Cual bermellón. Triunfos y glorias
Su linda mano De Su invención.
La tomo luego, Lo que ha pasado
La beso, y llego Con la Pepita
Al corazón. No necesita
—Suelta mi mano, De explicación.
Loco grosero; Lloró Pepita,
Si no te quiero. Y en un instante
¡Qué obstinación! Salió triunfante
Suelta mi mano, De su prisión:
Loco importuno, Y el carcelero,
Si viene alguno Duro y grosero,
¡Qué perdición! Humildemente
Suelta mi mano Pidió perdón
Si no, me enfado.— En todo lance
Yo eché el candado De confusión,
A prevención. Llora la hemhra,
Pobre Pepita, Cede el varón;
¡Cómo temblaba! Y en todo lance.
¡Cuál palpitaba Toda ocasión,
Su corazón! Triunfa la saya
Lo que yo hice Del pantalón.
EPIGRAMA
Montado en tu perrita
Está Cupido, Inés, y tú lo ves
Con faz risueña:
Mañana, el atrevido,
De la perrita
Pasará á la dueña.
I92 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
Introducción Pág. 5
I.—La representación de España en el Congreso de Viena. D. Pedro Gómez
Labrador. Datos biográficos. Su misión á Florencia como Encargado de Ne-
gocios y cerca del Papa Pío VI. Ministro Plenipotenciario en Roma y en la
Corte de Etruria. Acompaña á Fernando VII á Bayona. S u cautiverio en
Francia. Regresa á España y es nombrado Ministro de Estado en 1812. Ex-
pulsión del Nuncio Gravina. Acógese al bando absolutista y recibe á Fer-
nando VII en Valencia, donde redacta, con Villamil, el manifiesto y decreto
de 4 de Mayo de 1814. Es nombrado Consejero de Estado y Plenipotenciario
para el Congreso de Viena con título y rango de Embajador. , . . Pág. 7
II.—La situación de España en 1814. Falta de orientación de nuestra política
exterior. El Tratado de alianza con Inglaterra, firmado en Madrid el 5 de Ju-
lio de 1814, no tuvo para España objeto ni eficacia. Las Potencias del Norte,
aliadas por el Tratado de Chaumont, firman el de Fontainebleau de 11 de
Abril con Napoleón y el de París de 3o de Mayo con Luis XVIII, c u y o a r -
tículo 32 estipula la reunión del Congreso de Viena. Empiezan ya en París
las dificultades entre los aliados por el reparto del botín. Lamentable insu-
ficiencia de nuestra diplomacia. Ministerio del Duque de San Carlos ( 1 8 1 4 )
y de D. Pedro Cevallos (1815 y 1816). Nuestro espléndido aislamiento. Piza-
rro es nombrado por la Regencia, en Agosto de i 8 i 3 , Ministro en Berlín y
Plenipotenciario para la negociación de la Paz general en el Congreso de
Praga. Entra en París con el Cuartel general de los aliados y firma el Ar-
misticio de 23'de Abril. Llega á París el Conde de Fernán Núñez, Embajador
en Londres, nombrado en Enero de 1814, en reemplazo de Pizarro, Pleni-
potenciario para el Congreso de Chátillon. Misión de Fernán Núñez en París.
No le confirma en ella el Rey Fernando VII. Llegada de Labrador á París y
regreso de ¡Fernán Núñez á Londres sin haberse atrevido á firmar, por falta
de autorización y de instrucciones, el Tratado de 3o de Mayo. . ,. . Pág. 12
III.—Instrucciones para la paz general que se dieron á Fernán Núñez en 21 de
Enero de 1814. Consulta del Consejo de Estado de 18 de Mayo. Pide y ob-
tiene Labrador en 29 de Mayo instrucciones aclaratorias. Deficiencia de es-
tas instrucciones. Autorízase á Labrador á separarse de ellas en lo que le
parezca conveniente Pág. 27
IV.—Labrador en París ( 1 8 1 4 ) . Negociación del Tratado de paz con Francia de
20 de Julio. Artículo adicional secreto prometiendo los buenos oficios de
Francia en favor de los Borbones españoles desposeídos en Italia y para que
se indemnizara á España de las pérdidas que pudieran resultarle por la no
ejecución del Tratado de Madrid de 1801. Gestiones infructuosas de Talley-
194 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
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