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Artículo:
UN NUEVO PARADIGMA DE LA TEOLOGÍA CATÓLICA.
Las dimensiones histórico-cósmicas del Misterio Cristiano
Síntesis
Por siglos el paradigma griego de pensamiento nos ha condicionado a creer que la eternidad
espacial estática es lo perfecto y lo temporal lo imperfecto, para el mundo semita y por lo
tanto bíblico es todo lo contrario, lo perfecto es lo vital, así, no es el espacio lo que determina
la realidad si no el tiempo. Es aquí donde la Nouvelle Théologie y la Teología Científica
hacen desaparecer el paradigma de la neoescolástica, porque ellas reconocen que si Dios se
revela en la historia es deber de los teólogos leer teológicamente la evolución cósmica y no
quedarse en un modelo de mundo creado que es definitivo y cerrado.
Mientras que el plus de la Nouvelle Théologie está en interpretar el mensaje cristiano a la luz
de la historia desde lo escatológico, los teólogos de la ciencia buscan comprender el misterio
cristiano desde el paradigma de la nueva ciencia, que ha dejado de ser metafísico-
especulativo a empírico experimental, el gran escollo que tienen es superar la multiplicidad
de conceptos cristianos que están más arraigados en una metafísica griega que en la
revelación bíblica.
EL VATICANO II
Este Concilio fue como un parto, en él confluyeron dos tendencias de la teología católica:
La modernidad tuvo el impulso de secularizar la sociedad, el Papa Leon XIII busca conjurar
este impulso con la encíclica Aeterni Patris, documento plagado de teología neoescolástica,
que ha sido por mucho tiempo y aún quedan rezagos, la teología oficial del catolicismo,
teología que lo observa todo bajo principios inmutables y universales, inmodificables, a-
históricos y en algunos casos a-científicos; es el Vaticano II entierra esta “teología de la
conclusión” como la ha llamado Gerald A. McCool y que brevemente resumiré.
Las publicaciones inician en 1853 por Kleugen y los volúmenes se llamarán der Voizeit
palabra que se refiere a los viejos tiempos a la premodernidad, es decir, a la teología pre-
cartesiana, equivocadamente Keuglen asume la escolástica de Francisco Suárez con el
pensamiento de Santo Tomás, olvidando que Suárez es ya un pensador moderno
posiblemente más que Descartes. En definitiva, ese intento que hace de restaurar la vieja
teología es inútil, fue un ejercicio especulativo estéril, sin sentido del desarrollo de la historia,
algo más aristotélico que cristiano, esta teología centró su atención en las posibilidades
metafísicas de la naturaleza humana abstracta, prescindiendo de su fin sobrenatural.
HENRI DE LUBAC
Compara la teología neo-escolástica con un museo, todo está organizado, catalogado, los
términos son precisos, hay una respuesta para cada objeción, por supuesto, claro para los
clérigos y oscuro para los laicos.
Con su libro y explicación sobre el sobrenatural supera esa teología insípida, seca, se retorna
al fuego y a la claridad de la Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia y se le da valor al
paradigma hebreo de pensamiento que es histórico, escatológico y temporal.
J.B.METZ
Reconoce a Santo Tomás como precursor del pensamiento moderno, pues a diferencia de los
griegos que tienen una visión cosmocéntrica, la de Tomás es antropocéntrica, aunque en
realidad no demuestra como este realiza el cambio de la perspectiva espacial griega hacia la
perspectiva histórico-temporal bíblica.
Aquí la pregunta fundamental es: ¿cómo los avances y descubrimientos físicos, biológicos
y cosmológicos afectan la revelación?
En definitiva el dinamismo cósmico no es tan ciego e impersonal como aparenta ser, nosotros
no hemos todavía comprendido totalmente su gramática, su lenguaje, hay mucho por
explorar, hay mucho por comprender y es que en el cosmos existe la misma libertad de la
cual los humanos gozamos, junto con el cosmos somos parte de un proceso histórico y
caminamos en ese ritmo evolutivo juntos en una especie de comunión, es el hombre como
ser pensante quien debe renovar esa nueva manera de ver el mundo y las cosas creadas, un
modo que integre el hecho del pensamiento a la historia del universo.
El cambio paradigmático está en que se pasa de una teología fundada en la metafísica del
eterno más-allá a una metafísica del futuro, es decir, de una metafísica del pasado a una del
futuro escatológico, una trascendencia temporal y no espacial. Dios gobierna el mundo
dirigiéndolo hacia el futuro.
La misma Iglesia hace parte de ese proceso, ella nace como en un parto lleno de gozo y de
dolor y es por eso que la iglesia tiene el reto de una nueva teología con una nueva visión de
la moral, ya no fundamentada en una metafísica del pasado y en un eterno presente, si no en
la escatología como respuesta o negación al proceso creador de Dios.
Análisis
Si humana y socialmente es difícil desligarnos del complejo griego, por supuesto, sin dejar
de valorar su inmensa riqueza y reconociendo la grandeza de sus aportes, lograr un cambio
teológico no va ser nada fácil, por varias razones:
Pero, ya dejando lo que puede ser negativo y si en verdad queremos llenarnos de esperanza,
aquí van algunas pistas para este cambio paradigmático, por supuesto, que todas ellas son
inspiradas por lo leído y escuchado del autor.
La teología católica debe ser una teología en evolución, la creación no es un hecho epifánico,
Dios sigue hablando en la historia, estamos en camino y debemos estar abiertos a esa novedad
de Dios que sigue conduciendo el cosmos a ese destino escatológico en el cual tendrán a
Cristo por cabeza, la reflexión teología debe superar lo espacial y ser más temporal.
La teología debe dejar la especulación ideológica, desembarazarse del complejo tomista, de
ser tan auto-referencial y aventurarse a aceptar lo que la ciencia va definiendo, aceptar de
buena gana que naturaleza no es como la entendíamos, como suponíamos, ella es más
compleja e indeterminada y por lo tanto, si queremos responder al mundo de hoy, a eso de
ser luz y sal, debemos de soltar los guantes y ser más propositivos, ser una teología puente,
y no una teología muralla, para usar una alegoría del Papa Francisco; sobre todo el cambio
de paradigma debe darse en hacer una teología con los pies en la tierra, apegada a la historia,
ya han pasado los tiempos de hacer teología anacrónica o lo peor una teología para un hombre
arquetípico, idealizado, inexistente y también para una iglesia idealizada que es más
entelequia que realidad.
Obviamente la ciencia no tiene todas las respuestas, y es ese vacío que la teología debe llenar,
hoy en día existen muy serios teólogos que con un espíritu renovado y humildad demuestran
que toda cima ética conquistada por la ciencia es una cima que ya había sido conquistada por
la teología.