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ÍNDICE
1.1. Planteamiento..................................................................................... 3
1.2. Sociedad extranjera constituida con la intervención de una Autoridad
española. ................................................................................................. 3
1.3. Sociedad española constituida en el extranjero. ....................................... 5
7. BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................... 16
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1.1. Planteamiento.
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control de legalidad, debe aplicar, al igual que los Tribunales, las normas de
conflicto del sistema español (art. 12.6º del C.c.). Ahora bien, la obligatoria
aplicación de la norma de conflicto no implica la misma obligación con relación al
Derecho extranjero designado por ésta. Cuando el Derecho extranjero debe ser
aplicado en el marco de un procedimiento judicial se establecen determinadas
cargas sobre los interesados en cuanto a su prueba (art. 281 de la LEC). Esta
solución, sin embargo, no es operativa en el ámbito de la aplicación extrajudicial
del Derecho extranjero. Así, pese a que la regulación notarial no contiene ningún
precepto general referido a la aplicación del Derecho extranjero por los Notarios, el
art. 168, regla Cuarta R.N. permite que éstos apliquen la normativa extranjera
cuando les sea conocida en relación con la capacidad de los otorgantes extranjeros.
Parece defendible que esta prescripción particular sea generalizada para cubrir la
laguna de regulación existente. Así, el Notario que, en virtud de la obligación que se
deriva de los arts. 9.11º y 12.6º, párrafo 1º C.c., deba verificar la legalidad de la
constitución de una sociedad de acuerdo con un Derecho extranjero, podrá hacerlo
sin necesidad de aportación de los interesados cuando conozca dicho Derecho. El
problema será que este conocimiento del Derecho extranjero es una hipótesis de
difícil realización, pues el Notario es un técnico experto en su propio Derecho, pero
no en el Derecho de otros Estados. El escaso calado que, por lo general, tendrán los
conocimientos de Derecho extranjero del jurista ha sido puesto de manifiesto en
relación con la obligación de aplicación del Derecho extranjero por el Juez, pero es
trasladable al caso de los Notarios. Es de suponer que menudearán los supuestos
en los que el Notario que deba aplicar normativa extranjera desconozca ésta. Ante
este supuesto ¿qué deberá hacer el Notario?
Se ha apuntado que, desde un punto de vista lógico y a partir del art. 12.6º, C.c.,
en los casos en los que no se hubiere probado el Derecho extranjero, no debería
producirse una decisión sobre el fondo. Para la actividad notarial, esta conclusión
implicaría que el Notario no otorgaría el documento solicitado. Esta solución se
enfrenta en la aplicación judicial del Derecho a la dificultad de que el art. 24 CE
impediría que el Juez se abstuviera de pronunciarse sobre el fondo por no existir
prueba del Derecho extranjero. Esta dificultad no se aprecia en el ámbito
extrajudicial, por lo que debemos concluir que si el Notario no conoce el Derecho
extranjero y éste no le es probado suficientemente por aquél a quien interese, no
debe contribuir con su oficio al otorgamiento del documento, esto es, de la escritura
de constitución de sociedad de acuerdo con un Derecho extranjero o de cualquier
modificación posterior a la constitución. Esta interpretación, además, facilitaría la
circulación de los documentos notariales españoles, ya que la Autoridad receptora
del documento puede suponer que la legalidad del documento que se le presenta ya
ha sido controlada, no de acuerdo con el Derecho material del Notario autorizante,
sino a partir del Derecho designado por la norma de conflicto del ordenamiento al
que pertenece el Notario (en nuestro caso, el DIPr. español).
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3. NULIDAD DE LA SOCIEDAD
La lex societatis también debe tenerse en cuenta cuando se discute la corrección de
la constitución de la sociedad, bien para solicitar la nulidad de la misma o para
cualquier otra consecuencia. En estos supuestos, se dará una correlación forum-ius
cuando la corrección en la constitución se verifique a título principal. Efectivamente,
es común que se establezca como criterio de competencia exclusiva (art. 22.1 LOPJ
y 23.2 del Reglamento (CE) 44/2001 del Consejo de 22 de diciembre de 2000,
relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones
judiciales en materia civil y mercantil, DO, núm. L 12, de 16 de enero de 2001) el
domicilio de la sociedad, lo que implica que los tribunales españoles sólo podrán
conocer a título principal acerca de estas cuestiones cuando la sociedad en cuestión
se encuentre domiciliada en España y, en consecuencia, se trate de una sociedad
española.
La solución es clara cuando nos encontramos ante una sociedad con domicilio en un
Estado miembro del Reglamento 44/2001. Si, por el contrario, la sociedad tiene su
domicilio en un Estado no miembro, la solución no es tan evidente, ya que en tal
caso resultará de aplicación el Derecho de origen autónomo español, es decir, la
LOPJ, cuyo art. 22.1 establece la competencia exclusiva de los tribunales españoles
"en materia de constitución, validez, nulidad o disolución de sociedades o personas
jurídicas que tengan su domicilio en territorio español, así como respecto de los
acuerdos o decisiones de sus órganos". Expresamente, el precepto no contiene
ningún criterio negativo de competencia para los supuestos en los que el domicilio
de la sociedad se encuentre fuera de España, lo que permite argumentar que,
aunque el art. 22.1 LOPJ no otorgue competencia a los tribunales españoles, ésta
podría derivarse del resto de foros incluidos en el art. 22 de dicho cuerpo legal
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Así, cuando la lex societatis sea la lex fori, la aplicación de las normas de policía
relativas a la autocartera en el ámbito del estatuto contractual se hará de forma
directa. Si la lex societatis no se corresponde con la lex fori será preciso acudir a la
técnica de "aplicación" de normas imperativas de un tercer Estado, tal como viene
recogida en el art. 7.1 del Convenio de Roma de 1980, sobre ley aplicable a las
obligaciones contractuales, y como ha sido desarrollada jurisprudencialmente. En el
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5.1 Representación.
La sociedad no puede actuar por sí misma, sino que precisa que determinadas
personas físicas puedan vincularla con sus actuaciones, predicándose los actos de
éstas como actos de la sociedad. Esta representación orgánica de la sociedad se
rige por la lex societatis, que determina las personas físicas por medio de las cuales
actúa la sociedad y el ámbito en el que ésta queda vinculada por los actos de
aquéllas (Cf. STS (Civil) de 19 de febrero de 1993, R.A.J., núm. 997. Vid. también
Sents. T.S. (Civil) de 17 de marzo de 1992 (R.A.J., núm. 2.195, R.E.D.I., 1992, vol.
XLIV, pp. 669-670) y de 16 de julio de 1991 (ibid., pp. 244-245). Este mismo
Derecho fijará, igualmente, la vinculación de la sociedad por los actos realizados
ultra vires por sus representantes. Precisamente, este último punto, decisivo para
la garantía de la seguridad en las transacciones, ha sido objeto de regulación en el
marco del proceso comunitario de armonización del Derecho de sociedades, siendo
el principio inspirador de esta regulación la ampliación de los supuestos en los que
la sociedad queda vinculada por los actos de quienes ostentan la representación
orgánica de la misma.
El interés que presenta la existencia en el Derecho de origen autónomo de una norma que regule la
excepción del interés nacional de una forma más amplia de la que lo hace el art. 13 del Reglamento
Roma Ihacen el art. 11 del Convenio de Roma y el artículo 13 del Reglamento Roma I, en especial,
incluyendo a las personas jurídicas, se aprecia a la luz del caso alemán: como es sabido, cuando el
legislador alemán reformó su sistema autónomo de DIPr. en 1986 incorporó a éste el contenido del
Convenio de Roma de 1980, de tal forma que la excepción del interés nacional se configura en el art. 12
de la EGBGB de la misma forma que en el Convenio de Roma, es decir, reducido a las personas físicas.
Esta limitación del tenor literal de la norma no ha impedido a la doctrina alemana considerar que el
precepto resulta aplicable también respecto a las personas jurídicas en razón de la necesaria protección
del tráfico. No cabe duda, sin embargo, que, aunque admitamos dicha interpretación del art. 12 EGBGB,
una interpretación tan distanciada del tenor literal de la norma no es deseable.
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carácter general que vincula mediante sus actuaciones a la sociedad, sino por
medio de otra persona que recibe el poder de representar a la sociedad mediante
una actuación de aquéllos que sí ostentan la representación orgánica de la
sociedad. Dicha representación no se rige por el art. 9.11º C.c. (lex societatis), sino
por el art. 10.11º C.c. (representación voluntaria), sin que exista ninguna
especificidad por el hecho de que la persona representada sea una sociedad, y sin
que en este caso quepa aplicar la doctrina del "interés nacional" para ampliar los
supuestos de vinculación de la sociedad representada.
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7. BIBLIOGRAFÍA
Arenas García, R.: Registro Mercantil y Derecho del comercio internacional, Madrid,
Centro de Estudios Registrales, 2000.
Fernández Rozas, J.C.: “La aplicación del Derecho extranjero por los Notarios”,
A.A.M.N., t-XXXV, 1994, pp. 171-209
Loussouarn, Y. y Trochu, M.: "Conflits de lois en matière de sociétés", J.-Cl. dr. int.,
fasc, 564-C, 2, 1982
Loussouarn, Y.: "La condition des personnes morales en droit international privé",
R. des C., 1959-I, t-96, pp. 443-552
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Rodríguez Adrados, A.: “Formación del instrumento público, validez, eficacia y libre
circulación del negocio jurídico así documentado, incluso en las relaciones de
Derecho internacional privado”, R.D.N., 1977, núms. XCVII-XCVIII, pp. 109-308
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