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=B)(e}S CREO los NUMEROS Primera edicién: octubre de 2006 Segunda impresién: octubre de 2006 Tercera impresién: febrero de 2007 Cuarta impresi6n: abril de 2007 Quinta impresién: mayo de 2008 Sexta impresién: julio de 2009 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizaci6n escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informatico, y 1a distribucién de ejem- plares de ella mediante alquiler o préstamo piblicos. El editor hace constar que ha sido imposible lovalizar a todos y cada uno de los autores, cedentes y herederos de esta obra, por lo que manifiesta la reserva de derechos de los mismos. ‘Titulo original: GOD CREATED THE INTEGERS: The Mathematical Breakthroughs that Changed History Los titulos originales de los ensayos que conforman este volumen se hallarén en la «Nota sobre esta edicién». La traduccién castellana de las distintas seeciones «Vida y obra» ha corrido a car- go de Ubaldo Iriso Ariz. Los datos sobre el resto de traducciones se registran también en la men- cionada «Nota». Discfio de la cubierta: Bill Jones Realizacién: Atona, SL © 2005, by Stephen Hawking © 2006 de Ia traduccién castellana para Espafia y América: Critica, S. L., Diagonal, 662-664, 03034 Barcelona editorial@ed-critica.es www.ed-critica, ISBN: 978-84-8432-753-0 Depésito legal: B. 27.728-2009 2009 - Impreso y encuadernado en Espaiia por EGEDSA 20 EUCLIDES PROPOSICION | ‘Si hay un niimero cualquiera de magnitudes respectivamente equimiltiplos de cuales- quiera otras magnitudes iguales en mimero, cuantas veces una sea miiltiplo de otra, Sean un ntimero cualquiera de magnitudes AB, TA respectivamente equimiltiplos de cualesquiera otras magnitudes E, Z iguales en nimero, ang pe — z-—1 Digo que. cuantas veces AB sea miiltiplo de E, tantas veces lo serdn también AB, TAde E. Z. poderosa tentacién para los mejores comentadores del libro V, Tanto es asf que un criterio tradicional de la ‘calidad de una versién o un comentario de los Elementos ha sido justamente el grado de comprensi6n y de ‘penetracién mostrado con respecto a esta teoria, Simson, por ejemplo, en su cuidada edicién de 1756, se con- ‘sidera obligado a explicitar o aadir cuatro axiomas a las definiciones cuclideas: «l) Las cantidades equimul- ‘iplices de una misma cantidad, o de cantidades iguales, son entre s{ iguales; II) Las cantidades, de las cuales ‘una misma cantidad es equimultiplice o cuyas equimultiplices son iguales, son también iguales entre sf; IIT) La multiplice de una cantidad mayor es mayor que la equimultiplice de una menor; IV) La cantidad, cuya multiplice es mayor que la equimultiplice de otra, es mayor que ést» (R. SIMSON, ed. espafiola, Madrid, 1774, pags. 144-149 —vid. el listado de la «dntroducciGn generale a EUCuDES, Elementos I-IV (nim, 155 de la B.C.G.), VI, ntim. 16—. Sobre la reconstruccién hoy establecida de su nticleo conceptual y deductivo pue- iden verse I, MUELLER, Philosophy of Mathematics and Deductive Structure in Euclid's Elements, Cambridge (Mass.)-Londres, 1981, 3, §§ 3.1-3.2. pags. 134-148; L. ViGa. La trama de la demostracién, Madrid, 1990, 4.$4.2, pags. 329-330). La teoria tiene, en fin, fa trascendencia histGrica que le han deparado las circunstancias de su recepeiGn y transmisién, en particular a través de las versiones aribigo-latinas de la Edad Media, No estaré de mas re- ‘cordar que Ia depuraciGn de algunas interpolaciones y confusiones debidas a esta tradicién y difundidas por la inflayente edicién de Campano —por ejemplo, una definicién espuria y abstrusa de «proporcién conti nua»—, asi como la explicitacién progresiva de los supuestos operativos en la teorfa, marcaron el desarrollo dela critica textual de los Elementos antes de la —digamos— «revolucidn filol6gica> dels. X1X; las edicio- g > i 756) antes mutestras. Cuenta, ade inter afiadido de haber contribuido a una incipiente matematizaci6n de la filosofa natural a través de, por ejemplo, ‘Bradwardine (en la primera mitad del s. xu) y Oresme (en la segunda mitad del s. x1v). E incluso, de creer a Lipschitz ya Dedekind (amén de algunos historiadores de nvestro iempo, no habia sido oo la modes -enel conjunto ordenado de los niimeros acsouul ots mia que esta ccxishsins edie a iaiae luna Faz6n entre magnitudes inconmensurables pudiera suponer en el contexto de la definicidn V, 5: bastaria (segiin dicen ¢s0s historiadores) asociar a una relacidn a/ irracional una particién en dos clases de nimeros racionales m/n, los que son tales que mb > ma y los que son tales que mb < ma. Pero esta adaptacién de la de~ finicidn euclidea, aun siendo algebraicamente viable, no dejarfa de ser un trasplante demasiado forzado en un marco tan alejado de los Elementos como los problemas de fundamentaciin y reducci6n de la teorfa ma- temética dels xx. Por lo demis, la teorfa del libro V no necesita galas ajenas para brillar con luz propia en el contento de Jos Elementos. Y bien se puede terminar esta desmesurada nota con lo que dice Simson como remate de sus ‘anotaciones al libro V: «..coneluida ya la enmienda del libro V, por fin de élasiento gustosisimo a In opinion de Cl, Barrow: es a saber “que nada hay en toda la Obra de los Elementos inventado con mayor sutileza, es tablecido con mas solidez, ni tratado con mas exactitud que la doctrina de las proporcionales”» (R. SIMSON, op. cit., pag. 322).

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