Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Aquí vemos a Juan abordar la falsedad de la creencia de que no tenemos III. MENTIRA 3: DICE NO QUE NO COMETE PECADO (vs. 10)
pecado. La negación de la existencia del pecado en nuestras vidas es auto 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no
engaño y embota nuestra capacidad para arrepentirnos del pecado. está en nosotros.
El pecado siempre rompe la comunión con Dios. La rebelión contra la verdad Por tercera vez, Juan se ocupa de las afirmaciones de sus opositores y los
de Dios siempre nos lleva al error y auto engaño. No engañamos a nadie sino miembros de la iglesia que podrían ser engañados por ellos. Cita lo que dicen:
nosotros mismos. Tenemos que ser honestos sobre el pecado que está en nuestras “No hemos pecado”,
vidas para que podemos tratarlo con eficacia.
Una persona puede reconocer la permanencia natural del pecado como un
Hemos visto que en el versículo 6 el autor acusa a sus opositores de afirmar tener poder interior y sin embargo negar que haya pecado personalmente. Al decir
comunión con Dios aunque andaban en tinieblas, al parecer ellos lo negaban, que no hemos pecado tiene como resultado que hacemos de Dios un mentiroso.
“No tenemos pecado”, contestaban. La Biblia afirma que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de
Dios. En 1 Juan 1:9 recomienda la confesión de pecados cometidos por parte de
Ellos afirmaban que no necesitaban ser limpiados del pecado porque no tenían los cristianos. Por eso el que dice que no ha pecado le hace a Dios mentiroso. Es
pecado que limpiar. Esta actitud era la que Juan consideraba pecaminosas. mejor confesar que negar el pecado.
La negación de pecados pasados y presentes es una barrera impenetrable para
disfrutar de la comunión.
CONCLUSIÓN
Hoy hemos visto algunas mentiras propuestas por el apóstol Juan para
desenmascar al falso creyente. Es un llamado de atención para evaluarnos a
nosotros mismos cómo estamos andando en nuestra vida cristiana, y que
tenemos la libertad para poder acercarnos a Dios confiadamente para recibir
su perdón.