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“Los adultos no caben en los bancos de las escuelas hechas para los niños, no se pondrán los románticos
guardapolvos blancos, ni pasarán al frente a dar lección: Sus padres no les firmarán el boletín de
calificaciones, no recitarán de memoria los ríos de Asia que “les sirven para la vida” pero no para su
trabajo, no dispondrán de las mejores horas del día para el aprendizaje, y es probable que afronten la
actividad educativa en condiciones de fatiga. No permitirán que se ignore o desvalorice su experiencia,
no admitirán no ser escuchados y no tolerarán metodologías que no los involucren”
Oscar Blake
Por lo general desarrollamos nuestra tarea como Educadores de Adultos con sujetos cuya
autoestima es carente, nosotros como integrantes activos de la sociedad, tenemos como
obligación ayudar a transformar esta situación. Sí, transformar, porque es en este lugar y
a estos sujetos a quienes debemos brindar las herramientas para que el malestar y la falta
de autoestima sean convertidos en autodesarrollo, autoconocimiento, autocontrol,
autoestima y confianza.
2) Algunos de los alumnos que concurren al centro 127 han sido durante su niñez y
adolescencia habitantes de zonas rurales o poblaciones pequeñas del interior del país. Se
trata de personas que no han podido concurrir nunca a una escuela o lo han hecho por un
breve período, como consecuencia de haber trabajado en el campo desde muy pequeños.
3) Estos sujetos, como ciudadanos, están atravesados por lo que María Teresa Sirvent
(1995), denomina “múltiples pobrezas”. Este concepto es una reinterpretación de la
noción misma de pobreza. Las múltiples pobrezas no se agotan en el diagnóstico de las
carencias que hacen a la satisfacción de las necesidades tradicionalmente llamadas
básicas u obvias, tales como trabajo, vivienda, salud y educación, sino que abarcan una
compleja realidad en relación con la satisfacción de necesidades fundamentales, pero no
tan obvias, como son, entre otras, la necesidad de protección, de desarrollo del
pensamiento reflexivo, de participación política, de creación y de valoración de sí mismo
y del grupo de pertenencia. Desde esta perspectiva, cualquier necesidad humana que no
es adecuadamente satisfecha revela pobreza social y puede generar patologías colectivas
cuando rebasa límites críticos de intensidad y duración.
Los alumnos inscriptos son operarios del Frigorífico SWIFT – Minerva Foods y
habitantes de V. G. Gálvez. Las edades de los mismos oscilan entre los 20 y 60 años. Al
igual que con la edad, el nivel académico de cada sujeto pedagógico es muy variado,
encontrándose en el mismo grupo alumnos analfabetos puros y alumnos que solamente
deben completar su último año de primaria. Tal y como lo plantea el diseño encontramos
en un mismo grupo: diversidad de edades, metas, experiencia de vida, situaciones
familiares, etc.
Tomando del mismo, para describirlas, algunas de las características que se presentan en
los adultos inscriptos en este centro, tenemos:
• El proyecto de vida: El adulto tiene sus intereses están puestos en el hoy, en sus
necesidades y proyectos cotidianos. El aprendizaje es muchas veces un bien en sí mismo,
y la escolaridad no es un factor determinante para trazar su proyecto de vida, el que
probablemente ya haya ido tomando forma a lo largo de su historia en otras esferas de la
misma.
La conciencia de la necesidad del uso racional de los recursos y del tiempo para contribuir
con el éxito de las tareas emprendidas.
Actividades para valorar las cualidades positivas propias como las del resto de sus
compañeros, la ilusión que conlleva poseer un proyecto de vida propio, la importancia de
conseguir sus propias metas o que descubran sus cualidades positivas y sean capaces de
reconocerlas. Las mismas son principales actividades vinculadas a la narración de hechos
de su vida cotidiana, qué saben hacer, para valorar los conocimientos que ellos poseen
acerca del campo o de su actividad laboral, describiendo estas tareas y narrando historias
oralmente y por escrito, siempre interrelacionándolos con contenidos curriculares dentro
de las amplias posibilidades que el diseño brinda. Sobre todo para que el alumno soslaye
esa barrera que ha creado acerca de que el “ser alguien” tiene que ver con un conocimiento
académico que solamente se imparte en las aulas, que pueda valorar y resignificar los
conocimientos que él posee; ya sea, por haberse criado en el campo o por las actividades
que ha realizado a lo largo de su vida. Que aprecien quienes son y quienes son los demás
a partir de ellas. También ejercicios o actividades que tengan en cuenta sus metas a futuro,
sus proyectos y anhelos. Todos estos, como ya he dicho, desde la narración oral y escrita
teniendo en cuenta siempre la creatividad del alumno, en este presentarse, conocerse,
conocer a los otros y a la realidad que los rodea. Por último, el recurso y las actividades
más relevantes son aquellas que se dan por medio de la lectura reflexiva y critica de textos
acordes a cada temática.
Dentro de este planteo su contenido debe orientarse hacia la comprensión de una vida en
democracia, es decir, como un elemento dinámico y sólido para la construcción de
ciudadanía y dirigida al bien común.
Por esto y por las características del sujeto y su contexto debemos pensar un currículum
que promueva el análisis del “[...] lenguaje de los docentes, los ejemplos que utilizan para
explicar las materias, sus actitudes hacia las minorías o culturas, las relaciones sociales
entre alumnos, las formas de agruparlos [...], los estereotipos que se divulgan a través de
los libros, lo que se exige a través de la evaluación [...] En toda experiencia de adquisición
se entrecruzan creencias, aptitudes, valores, actitudes comportamientos, porque son
sujetos reales los que le asignan significados desde sus vivencias como personas [...]”,
tanto como la participación de todos y cada uno de los actores en la toma de decisiones.
Hoy entendemos que la alfabetización no es una acción puntual ni una etapa sino un
proceso de aprendizaje que se realiza y perfecciona a lo largo de toda la vida. En ese
marco proponemos que, en vez de tomar —por la negativa— la categoría analfabetismo
como base para diferenciar distintos niveles de apropiación y manejo de la lengua escrita,
tomemos —por la positiva— la categoría alfabetismo como base para diferenciar dichos
niveles y competencias en torno a la lectura y la escritura.
“La competencia que nos interesa como maestros o profesores tiene mucho más que ver
con la competencia cultural de que nos habla Bourdieu, ligada al capital simbólico de una
clase social, que no es el mismo en el mundo rural que en el urbano, ni entre la gente que
lleva muchos años viviendo en la ciudad que la que lleva pocos, o en una familia patriarcal
que en otra en la que los dos padres trabajan fuera de la casa y se tratan como iguales. Y
es el capital cultural, ese capital simbólico que emerge de la trayectoria de vida, el que va
a ir configurando el habitus, ese sistema de disposiciones durables, que, a través de
experiencias y memorias, va a posibilitar o a obstaculizar la creatividad, la capacidad de
innovación de los sujetos.
• Etc.
12) En confluencia con lo que se afirma a lo largo de todo el documento, para sostener
una educación inclusiva y de calidad teniendo en cuenta las características de los adultos
que asisten a mi centro, las modificaciones o cambios que se establecen se vinculan con
condiciones de flexibilización. Flexibilización tanto en lo que respecta a la carga horaria
escolar, como a los contenidos y la adaptación de los mismos. Siempre reparando en que
los alumnos poseen diferentes ritmos de aprendizaje, diferentes horarios de llegada,
problemas relacionados con la anterior experiencia escolar (fracaso) que se expresan en
inseguridad, timidez, bloqueos y autoafirmación negativa.
Centro 127