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EL USO DE CONTRAFUEGOS EN LA EXTINCIÓN DE INCENDIOS

FORESTALES

. Rodríguez de Velasco (Fotos cedidas por el autor)

1. INTRODUCCIÓN

Una característica que distingue el trabajo de los especialistas en incendios forestales y el


de otros bomberos, estriba en la utilización del ataque indirecto, generalmente mediante la
eliminación de combustible en líneas de defensa y cortafuegos, así como el uso del fuego en
contrafuegos y quemas controladas para atenuar, limitar e incluso anular el avance de un
frente.

Centrándonos en el contrafuego, su uso entraña dificultades y riesgos y su aplicación,


requiere unos amplios conocimientos del comportamiento del fuego. Usualmente van a ser
los retenes y brigadas los que directamente van a aplicar estas técnicas, por lo cual es
conveniente insistir en su instrucción al respecto.

Cuando recurrimos al ataque indirecto como método de lucha, nos enfrentamos a fuegos
escapados o grandes incendios, con múltiples frentes en los que ha fracasado el ataque
directo por su rápida evolución o eventualmente por un retraso en la disposición de medios.
En cualquier caso, estaremos utilizando los procedimientos más antiguos y tradicionales,
aplicables cuando hay una desproporción entre la intensidad o extensión del incendio y los
medios disponibles para su extinción. En estos casos, la disyuntiva es verlo arder o atacar
con fuego estratégicamente dispuesto.

El uso del contrafuego precisa el estricto cumplimiento de los tres condicionantes siguientes:
1.- Garantizar que la SEGURIDAD de los especialistas o de cualquier posible usuario del
monte, no se compromete con el uso del fuego.
2.-Utilizar las TÉCNICAS adecuadas a las condiciones que van a determinar el
comportamiento del incendio y del contrafuego.
3.-Analizar la OPORTUNIDAD del momento de su inicio, ajustando al avance y geometría
del frente, el desarrollo previsible del contrafuego

2. LA SEGURIDAD.

La atención a la seguridad en una actividad de alto riesgo como es la extinción de


incendios, ha de presidir todas y cada una de las decisiones que se adopten. Pero cuando
estas decisiones implican condenar áreas, que presumiblemente van a ser consumidas por el
fuego, anticipando su quema, se asumen directamente todas las responsabilidades que
puedan derivarse de esa actuación. Esa asunción de responsabilidad, que es inherente a
cualquiera de las decisiones tácticas que se adopten, ha de ir acompasada con las medidas
de control que garanticen el no generar otros riesgos adicionales como consecuencia de la
práctica de contrafuegos.
De forma muy general los riesgos posibles se derivan de tres circunstancias
interrelacionadas:
1.-Actuación fuera de la estrategia general, decidida unilateralmente por un grupo de forma
descoordinada.
2.-Pérdida de comunicaciones entre los especialistas intervinientes, con el consiguiente
desconocimiento de la ubicación de los grupos de trabajo.
3.-Técnica inadecuada en cuanto al análisis del comportamiento del fuego en el incendio y
del contrafuego .

De cualquiera de estas circunstancias, puede derivarse una situación de peligro por afección
de una vía de escape o alteración del frente de avance del incendio que comprometa la
seguridad de las personas.

3. LA TECNICA.

Las tácticas a adoptar para la lucha contra el fuego han de estar en consonancia con su
comportamiento, que a su vez irá determinado por la topografía, los factores meteorológicos
y los modelos de combustible. Dicho de otra forma, los métodos de extinción dependerán de
la inflamabilidad, altura y disposición de los combustibles, junto a las pendientes y
encañonamiento del terreno, así como temperatura, velocidad del viento y humedad relativa.

En una situación de incendio escapado, que afecte a combustibles de cierta altura, con
inflamabilidad alta, continuidad en su disposición, terreno quebrado y condiciones
climatológicas adversas, destacando la presencia de viento; puede establecerse que el
control de ese incendio requerirá métodos de ataque indirecto, entre los que habrá de
pensarse en la aplicación de técnicas de contrafuego.

La utilización de contrafuego ha de estar incluida dentro de la estrategia general del plan de


extinción, en el que deberán definirse con el mayor detalle posible las características de la
operación. Esto permitirá analizar las circunstancias más favorables en cuanto a su momento
de inicio y las posibles alternativas frente a situaciones climatológicas cambiantes. Una vez
incluido en el plan, la variabilidad que caracteriza los fenómenos relacionados con el clima,
exige una capacidad de maniobra a los grupos de trabajo para modificar la aplicación del
contrafuego, en consonancia con la situación en tiempo real. Cualquier iniciativa en este
sentido requiere la comunicación a la Dirección del Plan.
Como marco en el que incardinar las técnicas del contrafuego, podemos establecer la foto
fija de un gran incendio, caracterizado por un extenso frente de avance, desarrollando mayor
velocidad en cabeza que en cola, con un contorno más o menos irregular en función del
terreno y de los combustibles presentes.

En este gran incendio, la estrategia de lucha más simple, será su división en sectores a los
que aplicarles la reducción del frente de cabeza, mediante el ataque a sus flancos y en lo
posible orientar el avance hacia zonas de fácil control. Si el plan tiene éxito, finalizará con el
confinamiento del frente mediante ataque directo o contrafuegos.

Frecuentemente nuestra operación de contrafuego, en el sector del incendio donde nos


encontremos, irá incluida dentro de un conjunto de tareas en otros sectores que requerirán
la atención de recursos que se estime procedente por la dirección de extinción.
Consecuentemente otro de los considerandos que debemos establecer, es el de la posibilidad
de disposición de medios en el momento elegido para el inicio. Puede darse la circunstancia
de que en condiciones de viento o topografía desfavorables, la situación de calma o de
imposibilidad de actuación en otros frentes, determine una disponibilidad de medios que
facilite la iniciación del contrafuegos y equilibre la adversidad de otros factores.

Una situación digna de ser analizada con detenimiento, es la de un fuego descendente por
una ladera en el que el contrafuego se acomete a favor de la pendiente para encontrarse con
el frente. Cuando el combustible que mantiene el fuego en su descenso es de sotobosque y
existe cobertura arbórea que no ha sido alcanzada por las llamas al avanzar en contra
pendiente, el contrafuego a favor de pendiente puede incrementar la altura de llama y
provocar un fuego de copas que genere una situación más desfavorable que la inicial.
Uno de los elementos que influyen decisivamente en las tácticas de lucha es la altura de
llama. Con una altura de llama superior a 3,5 metros ha de pensarse en la utilización de
ataque indirecto, con o sin contrafuegos, pues ha de descartarse el ataque directo que desde
tierra es muy difícil y peligroso y desde el aire probablemente poco eficaz.
Si las circunstancias nos obligan al ataque indirecto y dentro de éste nos planteamos la
posibilidad de contrafuegos; salvaguardadas ya las condiciones de seguridad que hemos de
preservar en primer y destacado lugar, los aspectos técnicos a considerar son los siguientes:

1.- Garantizar el avance del contrafuegos en la dirección conveniente, mediante el apoyo de


líneas de defensa, de controlo barreras naturales.
2.- Reforzar las condiciones que dificulten el progreso del contrafuego hacia los grupos de
trabajo situados en la línea de inicio. Para ello se establecerán barreras húmedas, aplicando
retardantes con vehículos de extinción, si los accesos y el desarrollo del incendio permiten su
acercamiento o con apoyo aéreo continuado y dirigido desde tierra, para el establecimiento
de la barrera de longitud y anchura adecuadas en el lugar preciso.

3.- Una vez establecido el punto o línea de inicio y las condiciones de seguridad y defensa
más adecuadas, hemos de elegir el momento de aplicación de la quema más propicio. Para
ello ha de buscarse la sincronización de las condiciones meteorológicas más favorables y la
posición relativa del frente de avance que queremos controlar, previendo el frente de
encuentro de ambos.

4. CONCLUSIONES.

Poniendo en consideración todos los factores descritos, nuestro análisis ha de llevarnos a


contraponer el comportamiento del frente de fuego a controlar y el frente de contrafuego.
Como regla general la intensidad y el comportamiento del fuego inducido ha de ser más
favorable que el que pretendemos controlar, en otro caso lo razonable es esperar la llegada
del frente, observando su evolución en el tiempo.

Ante situaciones poco claras para el uso de contrafuegos, es preferible esperar una evolución
favorable. Conviene insistir en que con el uso de contrafuegos nos hacemos responsables
directos de cuantos daños y situaciones de peligro puedan generarse, en consecuencia su
práctica ha de ir precedida de la certeza y confianza en la seguridad, la técnica, la
oportunidad y la adecuación de los medios dispuestos.

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