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Aristóteles.

La filosofía occidental se asienta en la obra de los tres grandes filósofos griegos de la


Antigüedad: Sócrates, Platón y Aristóteles. Pese a la singular relación que los unió (Sócrates
fue maestro de Platón, quien lo fue a su vez de Aristóteles), la orientación de su pensamiento
tomó distintos caminos, y correspondería a Aristóteles culminar los esfuerzos de sus
maestros y ejercer la influencia más perdurable, no sólo en el terreno de la filosofía y la
teología, sino prácticamente en todas las disciplinas científicas y humanísticas. De hecho, por
el rigor de su metodología y por la amplitud de los campos que abarcó y sistematizó,
Aristóteles puede ser considerado el primer investigador científico en el sentido moderno de la
palabra.

Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles estableció las bases que
configurarían el pensamiento europeo: las teologías cristiana y musulmana del Medioevo
asumieron su metafísica; la física y la astronomía aristotélicas se mantuvieron vigentes hasta
el siglo XVII; sus estudios zoológicos, hasta el XIX; la lógica, hasta el siglo XX; sus apenas
cincuenta páginas sobre estética se siguen debatiendo en nuestros días. Su incuestionada
autoridad, reforzada desde la Baja Edad Media por el aristotelismo eclesiástico, llegó incluso a frenar el desarrollo de la ciencia. De tomarse
este hecho como una acusación, habría que dirigirla no al filósofo sino a sus dogmáticos seguidores; pero más razonable es tomarlo como
ilustración de la sobrehumana magnitud de su impronta y del abismal adelanto que representó su obra.

En la Academia de Platón
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad macedonia
cercana al monte Athos; de su población natal procede una designación habitual para
referirse al filósofo: el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas
III, padre de Filipo II de Macedonia y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco
pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios
fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello
invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina, y que
de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de
padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual podría mostrar
años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor. En el año 367, es
decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la
Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre
ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en
sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta
lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda crítica al platónico.
El Liceo de Atena: Poco después de la muerte de Filipo (336 a.C.), Alejandro hizo ejecutar a
un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el
carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de
Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el
Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia
platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Jenócrates de Calcedonia.

Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323,
fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que,
al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más
sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las
generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los
individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las
ciencias que los estudian. Los seres, afirma Aristóteles, pueden ser móviles e inmóviles, y al
mismo tiempo separado (de la materia) o no separado. La ciencia que estudia los seres
móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática,
y la de los seres inmóviles y separados, la teología.

La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de ta lla parecida.
Después de que, en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino integrase sus doctrinas en la teología
cristiana, la autoridad del Estagirita llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que
ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual
tendría que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos. Sin
embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su posterior
preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir,
parece un argumento de novela de aventuras.

Con la muerte de Alejandro en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo


(antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles
enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de
Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322.

En la siguiente exposición se pueden apreciar algunos de los principales aspectos de las


doctrinas o teorías del pensamiento aristotélico.
Física o filosofía natural
En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Universo esférico y finito que tendría a la Tierra como centro. La parte central está
compuesta por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua.
En su Física, cada uno de estos elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su peso relativo o "gravedad específica". Cada
elemento se mueve, de forma natural, en línea recta —la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le corresponde, en el
que se detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse.
Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben, conforme con la
lógica, estar compuestos por un quinto elemento, que él llamaba éter (aither), elemento superior que no es susceptible de sufrir cualquier
cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre se
lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en realidad, válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles
sostenía también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de forma más rápida que aquellos que son más ligeros
cuando sus formas son iguales, concepto equivocado que se aceptó como norma hasta que el físico y astrónomo italiano Galileo llevó a cabo
su experimento con pesos arrojados desde la torre inclinada de Pisa.
Biología
En zoología, Aristóteles propuso un conjunto fijo de tipos naturales (especies), que se reproducen de forma fiel a su clase. Pensó que la
excepción a esta regla la constituía la aparición, por generación espontánea (concepto que acuñó), de algunas moscas y gusanos "muy
inferiores" a partir de fruta en descomposición o estiércol. Los ciclos vitales típicos son epiciclos: se repite el mismo patrón, aunque a través
de una sucesión lineal de individuos. Dichos procesos son, por lo tanto, un paso intermedio entre los círculos inmutables de los cielos y los
simples movimientos lineales de los elementos terrestres. Las especies forman una escala que comprende desde lo simple (con gusanos y
moscas en el plano inferior) hasta lo complejo (con los seres humanos en el plano más alto), aunque la evolución no es posible.
Ética
Aristóteles creía que la libertad de elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y completo
de las cuestiones humanas, con lo que las "ciencias prácticas", como la política o la ética, se llamaban
ciencias sólo por cortesía y analogía.
Las limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos de
naturaleza humana y autorrealización. La naturaleza humana implica, para todos, una capacidad para
formar hábitos, pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y
opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos anhelan la "felicidad", es
decir, una realización activa y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede
ser alcanzado por muchos caminos.
La Ética a Nicómaco es un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad.
Aristóteles distinguía dos tipos de "virtud" o excelencia humana: moral e intelectual. La virtud moral es
una expresión del carácter, producto de los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud moral siempre es el punto medio entre dos
extremos menos deseables. El valor, por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad irreflexiva; la generosidad, por
su parte, constituiría el punto intermedio entre el derroche y la tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo, no están sujetas a estas
doctrinas de punto intermedio.

Política: Para Aristóteles, el mundo de la historia y de la cultura, y por lo tanto


también lo que se refiere a la ética y a la política, no se rige por leyes inalterables
como las demás ciencias; sino que sus principios generales se extraen de los actos de
conducta observados en los ciudadanos de una comunidad, y a lo largo de su historia.
Por lo tanto, como hay que atenerse a esa realidad humana, el grado de certeza que
se puede obtener depende de la variabilidad de las actitudes humanas. Aristóteles
consideraba que las que denominaba las "ciencias prácticas" como la política o la
ética, sólo pueden llamarse ciencias por cortesía o por analogía; porque la libertad de
elección del individuo hace imposible realizar un análisis preciso y completo de las
cuestiones a que se refieren. Para Aristóteles, la política es un examen del modo en
que los ideales, las leyes y las costumbres y las propiedades se interrelacionan en los
casos reales. La conducta individual debe ajustarse a los requisitos de la vida de la
sociedad política, pero también la política debe ajustarse a los criterios que resultan de
la tradición, la cultura y el sentido común. Los hombres, por su propia naturaleza tienen
que vivir necesariamente en una sociedad políticamente organizada. Sólo los animales y los dioses pueden vivir aislados. Para Aristóteles el
hombre es un "animal político" por naturaleza.

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