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Cacao, la historia Detrás del “alimento

de Dioses”

El origen del cacao, de la primera planta encontrada, ha sido motivo de


discusiones bizantinas entre países que se disputan el honor de ser el primero
donde esta semilla se dio en el planeta. Podríamos referirnos, por ejemplo, a
un estudio reciente de la Universidad de Pensilvania, el cual sostiene que el
cacao proviene de Honduras, dejando de lado la teoría de su origen en México
o Ecuador. Dichas investigaciones presentadas en 2007 se desarrollaron
gracias al análisis químico de residuos extraídos de vasijas de cerámica
encontradas en la parte baja del valle de Ulúa en “Puerto Escondido”, un sitio
arqueológico hondureño. De acuerdo al informe “Química y evidencia
arqueológica de las primeras bebidas de cacao”, el liquido achocolatado
encontrado en la vasija había sido preparado entre los años 1400 a 1000 antes
de Cristo, unos 500 años antes de lo que previamente estaba documentado.

Por otro lado, investigaciones hechas al AND mitocondrial del cacao criollo
(o de fino aroma) revelan que su aparición surgió en Venezuela,
específicamente en el Sur del Lago, región compuesta por los estados Zulia,
Mérida, Trujillo y Táchira.

De esta manera, lo aseguran los investigadores Humberto Reyes y Liliana


Capriles de Reyes en su libro “El cacao en Venezuela” (2000), cuando
expresan que aunque “sin duda alguna y amparados en la teoría sobre el
origen del cacao, como proveniente de la zona noroccidental de Venezuela,
debió ser allí donde se encontraron las primeras plantas silvestres de este
fruto; así como la explotación de esas plantas de cacao debió sucederse en la
parte meridional de la cuenca del Lago de Maracaibo, antes de la llegada de
los españoles”. Asimismo, indican que durante ese entonces las comunidades
indígenas “timotes” en Mérida y “cuicas” en Trujillo, ya preparaban bebidas
llamada “chorote” a base de la semilla de cacao.

Por su parte la Cámara Venezolana del Cacao (Capec) menciona que “los
primeros datos sobre el cacao en Venezuela se remontan a finales de 1600,
cuando se cataloga como un producto generado en Mérida y exportado a
España. Dicho cultivo se extendió a las costas de Aragua, Barlovento y
Sucre”. De igual manera, detallan que durante el período 1701 – 1703, los
volúmenes exportados llegaron a 600 Tm/año, alcanzando unas 2.230 Tm/año.

De ambas teorías podemos concluir, que los orígenes del cacao en Venezuela
están ligados a la cultura indígena, tal cual como ocurrió en México o
Ecuador, siendo después influenciada por los europeos con su llegada al país.
Éstos a su vez, descubrieron el potencial de la valiosa semilla, insertándolo en
sus fincas y plantaciones para su posterior uso en los intercambios
comerciales mediante las exportaciones.

Con el paso del tiempo ocurrieron hechos importantes, tales como la


implementación en 1729 de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, principal
compañía especializada en el comercio internacional del cacao, privilegio
concedido por la Corona Española y eliminado con su disolución en 1785. En
el año 1799 comienzan las primeras investigaciones sobre el cacao por parte
de Alejandro de Humboldt, quien encontró la planta en estado silvestre en la
zona del Casiquiare.

Según la Capec, a mediados del año 1800 se genera un estancamiento en la


producción de cacao con un promedio de 5.000 Tm/año, cuando el café lo
reemplaza como mayor generador de ingresos, cifra que fue nuevamente
incrementada entre los años 1900 y 1920 cuando el cacao alcanza volúmenes
de 22.000 Tm/año.

Todos y cada uno de los acontecimientos históricos anteriormente nombrados,


surgieron durante el tiempo en que aún no habían sido explotados los primeros
pozos petroleros. Una época en donde productos como el cacao, el café o la
caña de azúcar, alcanzaban cifras de exportación interesantes y eran
considerados los tesoros agrarios mejores valorados en el país. Hoy la tarea es
volver a reconciliarnos con nuestras raíces, con nuestra tierra que tantas
cosechas y prosperidad nos ha dado. Es momento de “sembrar
verdaderamente el petróleo”, a través de la educación y pertenencia que puede
generar nuestro cacao, el mejor del mundo.

Por Joselina Rodríguez

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