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El historicismo

Concepto Básico:

Es una tendencia filosófica, inspirada en las ideas de Benedetto Croce y Leopold von
Ranke, que considera toda la realidad como el producto de un devenir histórico. Concibe
al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal, que no puede ser captado por
la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la ciencia del espíritu. Según el
historicismo, la filosofía es un complemento de la historia. Su tarea consiste en llevar a
cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una exploración sistemática de los
hechos históricos.

Antecedentes
La llamada Escuela histórica del Derecho reconoce como antecedentes la idea jurídica de
los sofistas griegos en la antigüedad, y las de Giambattista Vico en la edad moderna. La
referida escuela alcanzó su más alto desarrollo en Alemania con las obras de Friedrich
Karl von Savigny, Georg Friedrich Puchta y Gustav von Hugo . Antes, en
Inglaterra, Edmund Burke en su ensayo Reflexiones sobre la Revolución Francesa (1790)
había criticado duramente dicho movimiento político, señalando la necesidad de inspirar
toda acción social en la historia, el hábito y la religión. La metodología del historicismo
indica que la filosofía es un complemento de la historia.

Objetivos
Su tarea consiste en llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una
exploración sistemática de los hechos históricos. Los hechos científicos, artísticos,
técnicos, políticos o religiosos pueden ser considerados hechos históricos porque tienen
importancia para la vida del hombre. El historicismo sostiene que no debe existir una
teoría histórica con esquemas previos que imponga sobre el pasado. Ranke postula que
debe ser el pasado el que hable; el historiador no tiene boca. Pone de manifiesto un
método, el filológico, que consiste en el recurso a los documentos escritos oficiales.
En el año 1824 Ranke publica "Historia de los Pueblos Romanos y Germánicos (1494-
1514)". Éste es el primer libro del tipo de historia historicista, y va a incluir el programa
ideológico de esa nueva historia. El contenido analiza un conflicto entre la monarquía
francesa y la española por los territorios de Italia, la tesis de Ranke es que Europa surge
como el conflicto entre los pueblos románicos y los germánicos. Lo importante del libro
es el método, el enfoque que da al asunto. Por eso publica un apéndice donde expone sus
métodos, a la vez que critica a los autores anteriores que habían escrito sobre esa historia,
por ejemplo, a Guicciardini, que en su Historia de Florencia hace algo que es insostenible,
que es recurrir a la novela, ya que Ranke cree que hay que acudir a los documentos para
saber con seguridad lo que había ocurrido (Ranke se basa para este libro en los informes
de los embajadores venecianos).

Principales exponentes
Entre los principales exponentes destacamos a escritores como Benedetto Croce, quien
además destacó como historiador y político. La teoría de Croce es fuertemente historicista
e influyó en autores como Antonio Gramsci y Giovanni Gentile. Según su teoría, la
historia tiene también un preciso horizonte gnoseológico, porque en primer lugar es
conocimiento, y conocimiento contemporáneo, por lo que la Historia no es el pasado, sino
que está viva en cuanto su estudio está motivado por un interés que surge en el presente.
La historiografía es también útil para comprender la racionalidad más profunda del
proceso del espíritu, no siendo un conocimiento abstracto, sino de hechos y experiencias
bien precisas. El conocimiento histórico nos ilumina sobre la génesis de los hechos. Otro
autor que sobresale es Giambattista Vico, abogado y filósofo de la historia napolitano.
Notable por su concepto de verdad como resultado del hacer (verum ipsum factum). Toda
su doctrina, todos sus puntos de vista en torno del conocimiento y de la historia, son
elaborados en oposición al cartesianismo —como quedó dicho—, y a la concepción de su
tiempo que hacía de la física la ciencia paradigmática. Su enfoque según el cual el hombre
puede conocer, en propiedad, lo que es producto de su hacer, lo lleva a sostener que la
Naturaleza, obra divina, puede ser pensada, pero no «entendida». Sólo Dios, que lo ha
hecho todo, puede tener una comprensión total de todo.
Datos :

El historicismo se contenta con ir estableciendo un nexo causal entre momentos


diferentes de la historia. Mas ningún hecho es, en cuanto causa, ya por eso histórico. Se
ha convertido en tal, póstumamente, con empleo de datos que pudieran hallarse separados
de él por milenios.
La sustitución del momento épico por lo que es el momento constructivo se revela
condición de la experiencia [del historiador materialista]. En ella se liberan las poderosas
fuerzas prisioneras del ‘érase una vez’ que es lo propio del historicismo. Pues la tarea
del materialismo histórico es llevar a cabo con la historia la experiencia que
es originaria para cada presente. El materialismo histórico se dirige hacia una consciencia
del presente que hace saltar por los aires el supuesto continuo de la historia.

El historicismo es una corriente de pensamiento que se basa en el estudio de la historia


para comprender todos los asuntos humanos, sin excepción. Esta doctrina sostiene que es
imposible tener una perspectiva que no tenga en cuento los hechos y eventos ocurridos, y
que la realidad en la que vive el ser humano es solo el producto de la historia que le
precede.
Para el historicismo el ser no es más que un proceso temporal y mutable, por lo que la
razón y el intelecto no pueden realmente comprenderlo. Por lo tanto, se basa en la historia
para explicar la realidad, siendo la filosofía la que profundiza en este devenir histórico
con el fin de explicar y sistematizar el conocimiento.
Para los historicistas, la verdad de las cosas no es innata ni independiente del sujeto que
las observa, sino más bien es el resultado de los valores, cultura y creencias relativas de
cada época.

De esta forma, el historicismo propone una comprensión del hombre a través de un


estudio del lugar de este en la historia y para la historia, y de la existencia humana con
todas sus estructuras, ideologías y entidades.

El historicismo surge a mediados del siglo XIX en Alemania como respuesta de cierto
grupo de pensadores ante las instituciones científicas y el ideal positivista, que tenían
tanto auge en el momento.
El primer libro considerado como historicista es Historia de los pueblos romanos y
germánicos (1494-1514) publicado en el año 1824 y escrito por Leopold Von Rake, quien
estudia y examina dichos hechos históricos con un método que se dedica a explicar en el
apéndice. Este método sería luego transmutado al método de análisis historicista.

Dichas figuras que dan inicio al movimiento historicista se basaban en que la historia no
debe ser vista como distintas acciones llevadas a cabo durante eventos aislados, sino más
bien como un conjunto, una totalidad que debía ser estudiada como tal.

El desarrollo del historicismo tomo lugar en todos los años que transcurrieron desde su
primera concepción hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El pionero en
dicho campo fue Wilhelm Dilthey, quien se atrevió a diferenciar por primera vez las
ciencias naturales de las ciencias del espíritu.

El historicismo comienza a tomar fuerza en manos de diversos pensadores, como Karl


Popper, Georg Friedrich Puchta y Benedetto Croce. Estos se convencen de aplicar el
método de análisis de dicha corriente no solo a la comprensión del ser, sino también a la
teoría política, al derecho y, por supuesto, a la filosofía.

El historicismo sostiene que la filosofía debe ser parte de este y no viceversa, y que los
filósofos tienen entonces que enfocarse en llevar a cabo exploraciones e investigaciones
filosóficas a profundidad que sean de utilidad para el conocimiento y la comprensión del
ser humano y su vida en el mundo.

Características del historicismo

Debido al hecho de que cada pensador crea sus propias reglas y límites, todo historicismo
cambia de acuerdo con el autor que se estudie.

No obstante, ciertas peculiaridades se presentan en casi todos los acercamientos al


historicismo, y estas características son las siguientes:

– Se basa en establecer una teoría de la historia.


– El procedimiento apropiado y más justo para estudiar los problemas concernientes al
ser humano y su existencia es la investigación histórica.

– Diferencia a las ciencias naturales de las ciencias del espíritu y propone dejar a un lado
la búsqueda de leyes naturales en el campo de las ciencias humanas.

– Todos los episodios históricos están conectados, y es a través de estos que se alcanza el
conocimiento. La historia es una sola y afecta el presente y el pasado humano.

– Es inherentemente contextual.

– Sostiene que cada individuo se ve afectado por la época en la que vive y la historia que
le precede.

– La investigación histórica resulta en la creación de leyes generales a través de la


inducción.

– Concibe al ser como producto de un devenir histórico.

– Considera que todo hecho científico, artístico, político e inclusive religioso forma parte
de la historia de una época específica de la existencia del ser humano

Representantes principales

La numerosa cantidad de historicistas que ha habido a lo largo del tiempo son evidencia
de cuánto auge tuvo esta escuela alguna vez.

A pesar de ser sumamente criticada por otras tendencias, el historicismo se mantuvo


fuerte por más de un siglo, antes de ser criticada por nuevas generaciones de filósofos
más contemporáneos.

El historicismo es apoyado por grandes nombres alemanes e italianos, entre los cuales se
encuentran los siguientes:
Wilhelm Dilthey

Pensador alemán que buscaba comprender la vida desde una perspectiva del mundo más
mundana y menos metafísica. Fue un gran psicólogo e historiador de las ciencias del
espíritu, y se dedicó a establecer diferencias entre estas ciencias y las naturales.

Creó el método historicista, con el cual pretendía eliminar el uso del método científico
cuando de ciencias del espíritu se tratase.

Se oponía a la idea de que la verdad era producto o manifestación de lo absoluto o un ser


superior, ya que sostenía con firmeza la idea de que toda interpretación es relativa y está
ligada intrínsecamente a la historia del interpretador.

Leopold von Ranke

Historiador alemán que publicó el primer libro de historia historicista. Es considerado por
algunos como el que dio inicio a esta corriente de pensamiento y del método histórico,
que se establecería como el necesario para adquirir todo conocimiento humano.

Para Ranke, el historiador debe permanecer en silencio y dejar que sea la historia la que
hable, siempre recurriendo a los documentos más originales que recuenten los eventos a
estudiar.

Benedetto Croce

Filósofo, político e historiador italiano. Mientras el historicismo tomaba forma en


Alemania, Croce se acerca a las mismas ideas desde el territorio italiano. Para Croce la
historia no es cuestión del pasado sino del presente, ya que está tan viva cuando ocurre y
cuando se recuerda.

Sostenía que la historia es el mejor medio a través del cual se puede alcanzar verdadero
conocimiento. De igual forma, con la ayuda de la historiografía, el hombre puede llegar
a comprender sus más insondables procesos espirituales y la razón detrás de estos.

El ambiguo significado de un concepto historiográfico «Historicismo» (en alemán


«Historismus») es un concepto ambiguo, que admite multitud de significados y que hoy
es más conocido por la relectura del concepto que en el clásico «La miseria del
historicismo» hizo Karl Popper (él mismo hijo de un historiador) que por su significado
original, aparecido en el s. 19. En resumen, puede considerarse que «historicismo»
significa: 1.- Un momento fundador de la historiografía (en el siglo 19 alemán) que se
caracterizó por reivindicar el documento histórico fiable (la fuente) por encima de la
aceptación acrítica de la tradición. 2.- Una concepción general del mundo que sitúa la
historia (y el supuesto destino histórico) en el centro de la vida política. El historicismo
es una actitud, más que una escuela, caracterizado por privilegiar el punto de vista
histórico sobre cualquier otro (moral, estético, etc.) cuando se trata de dar cuenta del
presente. Ambos significados, sin embargo, siempre han ido a la par y el uno ha reforzado
al otro. Ya la «Fenomenología del Espíritu» de Hegel los vinculaba implícitamente al
proponer una filosofía de la historia centrada en la odisea del Espíritu. Pese a pretender
una clara distinción entre «res fictae» (ficción poética) y «res factae» (discurso sobre la
verdad), el historicismo no ha estado a la altura de sus promesas. En el siglo 19 alemán,
«historicismo» fue un sinónimo de «positivismo». Ranke consideraba al hegelianismo
como un «panlogismo», y negaba el valor de la historia especulativa (—y el del derecho
natural, cosa que todavía provocaba las iras de un Leo Strauss en Derecho natural e
historia (1953), pero el historicismo positivista que proponía «dejar hablar a los hechos»
(Ranke) era una propuesta ingenua que no triunfó, tal vez porque establecer qué es un
‘hecho’ resulta una tarea más ardua de lo que parece y porque confundir los hechos con
los documentos lleva a un camino sin salida. Así el historicismo (manipulado por lecturas
de Herder, Fichte y Hegel), acabó convirtiéndose en una poética y en una especie de
«reina de las ciencias morales» (Droysen) cuyo pasatiempo básico era ejercer de tribunal
de la razón. En general, el historicismo ha tendido a constituir una especie de historia
irreflexiva a fuer de pretender mostrarse a priori y absolutamente razonable. La polémica
entre el economista Carl Menger y Gustav von Schmoller y el libro de Menger Los errores
del historicismo (1884) convirtió la palabra «historicismo» en sinónimo de ‘historia
historizante’, areflexiva, poco clara en el uso de los conceptos y tendente a una
presentación no problemática de los hechos. El historicismo significa una presentación
unilateral de los hechos históricos donde lo que sucedió deja de tener importancia o de
hacerse problemático para encajar en una versión de los hechos supuestamente tocada por
algún Espíritu Absoluto (preferentemente conservador).
•El historicismo es una tendenciafilosófica, inspirada en las ideas deBenedetto
Croce y Leopold von Ranke, que considera toda la realidad como el producto de un
devenir histórico. Concibe al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal,
que no puede ser captado por la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la
ciencia del espíritu. Según el historicismo, la filosofía es un complemento de la historia.
Su tarea consiste en llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una
exploración sistemática de los hechos históricos.

Objetivos
•Su tarea consiste en llevar a cabo una teoría de la historia.Esta se propone efectuar una
exploración sistemática de los hechos históricos. Los hechos científicos, artísticos,
técnicos, políticos o religiosos pueden ser considerados hechos históricos porque tienen
importancia para la vida del hombre. el historicismo, no debe existir una teoría histórica,
con esquemas previos que imponga sobre el pasado. Ranke postula que debe ser el pasado
el que hable, el historiador no tiene boca.
•El historicismo es una tendencia filosófica, inspirada en las ideas de Benedetto Croce y
Leopold von Ranke, que considera toda la realidad como el producto de un devenir
histórico. Concibe al ser esencialmente como un devenir, un proceso temporal, que no
puede ser captado por la razón. Concibe el devenir como historia y utiliza más la ciencia
del espíritu.

•Según el historicismo, la filosofía es un complemento de la historia. Su tarea consiste en


llevar a cabo una teoría de la historia. Esta se propone efectuar una exploración
sistemática de los hechos históricos. Los hechos políticos, científicos, técnicos, artísticos,
religiosos, etc., pueden ser considerados hechos históricos porque tienen importancia para
la vida delhombre.
Karl Popper definió al historicismo como: "Una aproximación a las ciencias sociales que
asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que asume que su objetivo
es alcanzable mediante el descubrimiento de los "ritmos", o los "patrones", las "leyes" o
las "tendencias" que subyacen a la evolución de la historia" (Introducción a La miseria
del historicismo). Popper criticó este tipo de historicismo, practicado, según él, por
filósofoscomo Hegel, Marx y Oswald Spengler.

•Marx sostiene que es la existencia social la que determina la conciencia de los hombres
y no a la inversa.

Benedetto Croce

Benedetto Croce (25 de febrero de 1866 – 20 de noviembre de 1952) fue


un escritor, filósofo, historiador y político italiano. Figura destacada del liberalismo, su
obra influyó en pensadores italianos tan diversos como el marxista Antonio Gramsci, el
fascista Giovanni Gentile o el liberal Piero Gobetti.

Biografía

Nació el 25 de febrero de 1866 en Pescasseroli, en la región italiana de los Abruzos, en


el seno de una familia adinerada: la rama materna, procedente de Pescasseroli y
establecida también en Apulia y Terra di Lavoro, estaba más ligada a los ideales liberales;
la paterna, de cuño borbónico, era originaria de Montenerodomo pero se había instalado
en Nápoles. Aunque su educación fue estrictamente católica, a los 18 años se convirtió
en ateo, no volviendo a profesar ninguna religión durante el resto de su vida.
En 1883, mientras estaba de vacaciones con su familia en la localidad de Casamicciola,
en la isla de Isquia, un terremoto destruyó la casa donde se alojaban. Su madre, su padre
y su única hermana murieron, mientras que él permaneció enterrado durante mucho
tiempo entre los escombros, sobreviviendo por poco. Tras este accidente heredó toda la
fortuna familiar, lo que le permitió vivir holgadamente el resto de su vida y dedicar todo
su tiempo a la filosofía.
El Historicismo[editar]
La teoría de Croce es fuertemente historicista; la historia tiene también un preciso
horizonte gnoseológico, porque en primer lugar es conocimiento, y conocimiento
contemporáneo, por lo que la historia no es el pasado, sino que está viva en cuanto su
estudio está motivado por un interés que surge en el presente.
La historiografía es, en segunda instancia, útil para comprender la racionalidad más
profunda del proceso del espíritu, no siendo un conocimiento abstracto, sino de hechos y
experiencias bien precisas. El conocimiento histórico nos ilumina sobre la génesis de los
hechos.
Croce critica a los iluministas, y en general a cualquiera que quiera individualizar los
absolutos que regulan la historia y la trascienden: la realidad es historia, en su totalidad,
y la historia es la vida misma, que se desarrolla autónomamente siguiendo sus propios
ritmos y sus propias razones. Es un camino progresivo que no debe constituir una certeza
sobre la que desanimarse: esta consciencia debe ser confirmada por un empeño constante
de los hombres, y sus resultados no son previsibles ni deben nunca darse por descontados.
La Historia se convierte entonces en la historia de la libertad, del modo en que el ser
humano evoluciona y realiza su existencia. La libertad se traduce en el plano político en
el liberalismo: una especie de religión de la libertad que es imprescindible en el progreso
histórico-político.
Leopold von Ranke

(Wiehe, Alemania, 21 de diciembre de 1795-Berlin 23 de mayo de 1886), fue


un historiador alemán, considerado uno de los más importantes del siglo XIX y nombrado
como uno de los padres de la historia científica.

Biografía

Leopold von Ranke nació en Wiehe, entonces reino de Prusia, hoy en el estado federado
de Thuringia, Alemania. Ranke fue educado en casa y en el Instituto de Schulpforta. Aún
siendo un niño demostró un fuerte interés en las culturas clásicas, lo que lo llevó a
perfeccionar el griego y el latín.
En 1814, Ranke entra en la Universidad de Leipzig, donde se concentró en Estudios
Clásicos y Teología, influenciado fuertemente por la Iglesia luterana. En Leipzig, se
convierte en experto en filología y comienza a traducir textos de autores clásicos del latín.
Historia historiética

Sello postal alemán de 1986


En 1824 Ranke publica Historia de los Pueblos Romanos y Germánicos (1.494-1.514).
Este es el primer libro del tipo de historia historicista, y va a incluir el programa
ideológico de esa nueva historia. El contenido analiza un conflicto entre la monarquía
francesa y la española por los territorios de Italia, la tesis de Ranke es que Europa surge
como el conflicto entre los pueblos románicos y los germánicos.
Lo importante del libro es el método, el enfoque que da al asunto. Por eso publica un
apéndice donde expone sus métodos, a la vez que critica a los autores anteriores que
habían escrito sobre esa historia, por ejemplo, a Francesco Guicciardini, que en su
Historia de Florencia hace algo que es insostenible, que es recurrir a la novela, ya que
Ranke cree que hay que acudir a los documentos para saber con seguridad lo que había
ocurrido (Ranke se basa para este libro en los informes de los embajadores venecianos).
Ranke obtiene un reconocimiento inmediato y es nombrado para ocupar la cátedra de la
universidad de Berlín. Se le considera como el gran maestro de la Historia de Alemania
y servirá como punto de referencia para todo el mundo; sus obras completas abarcan 54
volúmenes y en ellas habla de la historia de Prusia, de Inglaterra y de los papas, pero no
escribe una historia universal. Ranke lleva a cabo una enseñanza partiendo del método de
los seminarios, en los que adoctrina historiadores que trabajan codo con codo bajo el
maestrazgo de Ranke. Era para la mentalidad epistemológica de la época Alemania un
centro obligado de formación histórica.
Postulados de Ranke
No debe existir una teoría histórica, con esquemas previos que imponga sobre el pasado,
como se hacía anteriormente. Ranke dice que sea el pasado el que hable, el historiador no
tiene boca. Pone de manifiesto un método: el filológico, que consiste en el recurso a los
documentos.
Su historia tiene un componente religioso. Ranke fue un hombre al que le interesaba la
historia porque creía que era un vehículo para encontrar a Dios (consideraba que tenía
una presencia en la historia a la manera cristiana, que diera sentido a esta). Entendiéndose
como padre de la historiografía científica.
Crisis del Historicismo
. A) hablar de crisis del historicismo no aludimos a su desaparición o sustitución por otra
metodología en el ámbito de la Historia de las Ideas. Antes bien, señalamos un momento
crítico de su evolución que contribuyó a poner de manifiesto ciertas limitaciones teórico-
metodológicas y obligó a ref ormular y actualizar criterios y categorías para el estudio de
nuestras ideas. La pregunta que en 1968 formuló Augusto Salazar Bondy acerca de ia
existencia de una filosofía auténtica en nuestra América, puso en tela de juicio los
esfuerzos realizados por quienes se venían dedicando ai estudio de las ideas
latinoamericanas y motivó la respuesta inmediata de Leopoldo Zea, quien insistiendo en
la posición historicista de cuño gaosiano afirmóla existencia de una auténtica filosofía
latinoamericana, cuyo desarrollo ulterior resultaría garantizado por la exigencia de que
los latinoamericanos nos ocupemos, no tanto de enfatizar los regionalismos, cuanto de
practicar la reflexión filosófica sin más. Ambos autores fueron protagonistas de una
polémica que rápidamente trascendió el marco de su formulación inicial y que resultó
fecunda en la medida que puso de manifiesto las limitaciones del historicismo, aun de
aquel que con Gaos había alcanzado suficiente madurez y plasticidad para abordar el
estudio de nuestras ideas. Con la pregunta ¿Existe una filosofía de nuestra América? 7 ,
Salazar Bondy se propone dilucidar tres cuestio-nes: 1) Cómo ha sido el pensamiento
hispanoamericano y si ha contado con una filosofía original, genuina o peculiar; 2) cómo
debe ser (en sentido normativo) una filosofía hispanoamericana auténtica; 3) si es posible
tomar a lo hispanoamericano como 188 Adriana Arpiru tema para la constitución de una
filosofía propia y cuál es su significación. Tras la respuesta negativa de la primera de las
cuestiones planteadas, el peruano sostiene que no resultan convincentes los argumentos
que se han esgrimido para explicar la carencia de una filosofía original y genuina, basados
en el "genio de la raza", la aptitud, la juventud, la vocación artística antes que filosófica,
entre otros; aunque puede rescatarse como elemento positivo el hecho de que, tanto en el
pasado como en el presente, se haya puesto atención en los conflictos y procesos de la
historia, elemento que no podrá ser ajeno al futuro filosofar. El problema de la
inautenticidad es, en un análisis de mayor profundidad, el problema del hombre y de los
valores. Se trata de un sujeto histórico que expresa a través de la mixtificación sus
defectos y carencias, es decir que no logra una afirmación plena de sí mismo sino que es,
paradójicamente, la afirmación auténtica de un sujeto defectivo, que no vive
cumplidamente su existencia histórica y, consecuentemente, no logra una valoración
correcta de su realidad. El sujeto filosofante tiene una existencia alienada en su propia
realidad social y cultural, de ahí que su pensar sea un producto "sin sustancia ni efecto en
la historia". Pero la alienación no es vista por Salazar Bondy como un problema de
conciencia individual, sino como un problema estructural que afecta no sólo a nuestra
América, sino a todas las comunidades del Tercer Mundo y que se explica en términos de
subdesarrollo, dependencia y dominación. En última instancia, la inautenticidad de la
producción filosófica hispanoamericana es una más de las manifestaciones de la cultura
de la dominación, producida por la situación de dependencia en que nacieron las naciones
de esta América y que con variantes históricas se ha mantenido en lo sustancial hasta el
presente. Salazar Bondy incorpora los elementos de la Teoría de la Dependencia al
análisis, que no por ello deja de ser Desarrollo y crisis del historicismo 189 estrictamente
filosófico, para lograr la explicación concluyente de cómo la filosofía deja de cumplir su
cometido como conciencia veraz de la realidad. El rasgo de "vivir hacia afuera"
dependiendo de las decisiones de las potencias dominantes, se muestra a nivel filosófico
en la receptividad y el carácter imitativo de las ideas. También la condición deprimida de
la economía deja su huella en la falta de sello propio del pensamiento, que carece de vigor
suficiente para generar aportes originales. Al mismo tiempo se abre una brecha
infranqueable entre la cultura de élites, confeccionada según el modelo extranjero y la
cultura de las masas pauperizadas sujetas a tradiciones y creencias remotas. La frustración
es, consecuentemente, el sentimiento característico del intelectual que se debate en la
ambigüedad cultural generada por la dependencia. Al incorporar los elementos de la
Teoría de la Dependencia al análisis y explicación de la inautenticidad de la filosofía
hispanoamericana, Augusto Salazar Bondy lo hace desde una concepción antropológica
y axiológica que lo separa en muchos puntos de la tradición historicista gaosiana, en la
que él mismo se había formado. Dos cuestiones teóricas perfilan la exigencia de
renovación metodológica, ellas se refieren al hombre y los valores. El hombre se
comprende por su historia, su libertad y su originalidad, como un ser que se va
construyendo progresivamente, tanto en lo que respecta a su ser individual como social,
la comunidad no le es ajena, tampoco lo son su pasado y su corporalidad; desde ellos se
proyecta, "no hay hecho humano que comience de cero", pero el futuro es la "dimensión
principal del tiempo humano ... es el lugar del tiempo en el cual se cumple la obra
humana". Por lo mismo que es inacabada, la existencia humana es una tensión permanente
entre el pasado y el cuerpo, por una parte, los cuales pueden convertirse en lastre
comprometiendo seriamente la libertad, degradándola, enajenándola; y, por otra parte, la
apertura al surgimiento de una realidad inédita, cuya posibilidad 190 Adriana Arpini
emerge del trabajo como mediación y momento positivo de la praxis humana. Las
diversas formas de praxis humana están mediadas, a su vez, por valoraciones. Los valores
no son entendidos como entidades ontológicas fijas, sino como mediaciones, categorías
al estilo kantiano pero históricas, ligadas a la cotidianidad del existir. Cada individuo,
cada grupo social pone en juego su imagen de la vida de acuerdo con lo que considera
bueno o malo, beneficioso o perjudicial; así se integra la textura de la realidad social. En
el análisis realizado por el filósofo peruano se advierte, por una parte, la incorporación de
elementos críticos de la teoría de las ideologías, sobre todo en lo que respecta a las
nociones de encubrimiento, mixtificación, enajenación, falsa conciencia, entre otras; a
ello se agregan, por otra parte, elementos metodológicos procedentes del análisis
lingüístico que, si bien le permiten superar posiciones ontologistas tradicionales en la
consideración del problema de los valores, limitan las posibilidades del análisis al quedar
circunscripto dentro del marco de la lingüística de la frase. El análisis lingüístico resulta
estrecho en relación con la posibilidad de acceder, en aquellos discursos que presentan
mayor riqueza o densidad, al reconocimiento de otros discursos incorporados y referidos,
o bien desestimados y silenciados; discursos que están siempre presentes en el contexto
socio-histórico, fermento de toda producción escritural y que son expresión de sujetos
sociales diversos. Esta limitación impide a Salazar Bondy profundizar en la consideración
de la conflictividad social e histórica, y le lleva a rechazar en bloque la filosofía que
históricamente se ha desarrollado en Hispanoamérica, calificándola de expresión
inauténtica y, por lo tanto, encubridora y mixtificadora, propia de la situación de
dominación; sin advertir que el discurso filosófico forma parte de los acuerdos y
desacuerdos del entramado social que en él se hallan referidos en la forma de la alusión-
elusión, y que permite descubrir matices en la producción filosófica. Con esto queremos
señalar un hecho no advertido por Desarrollo y crisis del historicismo 191 Salazar Bondy
en virtud de la limitación mencionada, se trata de una característica de las formas
discursivas típicamente ideológicas, por la cual un mensaje enunciado a nivel histórico
(en este caso bajo la forma de texto filosófico) contiene de alguna manera el discurso
contrario, ya sea que lo refiera directamente, indirectamente, o que lo soslaye sin más. Se
le ha objetado al filósofo peruano que, al proponer la construcción de un pensamiento
filosófico auténtico, supone un comenzar de cero la reflexión sobre lo hispanoamericano.
Este es uno de los principales argumentos sobre los que se articula la objeción de
Leopoldo Zea a la postura de Salazar Bondy. Argumento que no compartimos, ya que la
autenticidad que éste reclama para la filosofía, se encuentra ceñida por ciertas exigencias
que constituyen los antecedentes históricos y el ámbito social e intelectual desde donde
es posible una reflexión genuina. Esas exigencias son, en primer lugar la de ser un
pensamiento riguroso y estricto, por la utilización de los métodos e instrumentos de
análisis más perfilados de la producción filosófica mundial, sin que ello signifique
hipostasiarlos o convertirlos en modelos absolutos; junto a ésta se halla la exigencia de
sumergirse en la sustancia histórica de nuestra comunidad, en búsqueda de los valores y
categorías que la sustentan y expresan positivamente, vigorizando su capacidad de
traducir necesidades y aspiraciones en acciones tendientes a cancelar el subdesarrollo y
la dependencia; esto requiere, además, un obrar conjunto, ordenado al logro de la unidad
hispanoamericana; finalmente la exigencia de una actividad filosófica señalada por su
carácter teórico estricto, no debe significar el divorcio de la práctica, a menos de hacer
peligrar su fecundidad. Exigencias todas que encaminan a la filosofía por "el filo acerado
que separa la autenticidad de la alienación", pero que no implican negar el pasado ni
desconocer la realidad para partir de cero. La dificultad que los resultados de la reflexión
de Salazar Bondy ofrece a la Historia de las Ideas no radica única ni 192 Adriana Arpíni
principalmente en que. como se ha sugerido, pretenda comenzar desde cero la reflexión
filosófica. Aunque, efectivamente, procede a descalificar en bloque la tradición filosófica
latinoamericana, la dificultad radica no tanto en la descalificación en sí, sino en el modo
cómo se procede a dicha descalificación. Por una parte, toma en cuenta exclusivamente
aquellas expresiones que representan un alto grado de especialización, lo que viene a
coincidir con la producción académica "normalizada". Expresiones indudablemente
valiosas, pero que no agotan el ámbito discursivo susceptible de ser abordado por la
Historia de las Ideas y que, muchas veces, llevan a desatender el problema de la función
social de las ideas. Por otra parte, el sujeto de aquella producción está representado por
el intelectual alienado en pos de las ideas procedentes de los centros considerados "de
avanzada" en cuanto a la creación intelectual; sujeto que, en el mejor de los casos,
consigue "adaptar" o "aplicar" la idea extranjera a la circunstancia propia, lo cual no
alcanza para superar la situación de alienación. Además, la limitación metodológica de
circunscribir el análisis a la linealidad de la frase, llevó a Salazar Bondy a la conclusión
polémica acerca de la inexistencia de una filosofía hispanoamericana auténtica. Otro
elemento contribuye a ello, la consideración de la ideología como engaño y del intelectual
como único sujeto portador de producciones discursivas. Sin embargo, el habernos
colocado en las puertas de esta problemática es lo que hace fecundo el pensamiento del
peruano, porque abrió la posibilidad de hallar la autenticidad en medio de la
inautenticidad, porque sospechó que aquellos "síntomas" -de los que habla en la
introducción de su Historia de las ideas en el Perú contemporáneo-, podían constituir la
instancia canceladura de prejuicios, mitos e ídolos y la apertura hacia una filosofía del
alba, afirmada con vehemencia. El hecho de cuestionar la existencia de una filosofía
hispanoamericana auténtica fue un detonante eficaz. La más conocida entre las reacciones
que motivó es, sin duda, la de Desarrollo y crisis del historicismo 193 Leopoldo Zea. Su
propuesta de una Filosofía americana como filosofía sin más 8 consiste en afirmar que la
existencia de una tal filosofía depende de que exista una cultura americana; en una mirada
retrospectiva advierte que ésta no ha sido más que una "imitación" de la cultura europea,
a la que nos adaptamos con dificultades, pues "sentimos grande" el traje ajeno, por lo
tanto nuestra filosofía ha resultado una "mala copia". El sentimiento de inferioridad surge
por la falta de una adaptación adecuada de las ideas europeas a nuestras circunstancias.
Sin embargo, al sobrevenir la crisis de la cultura europea, consecuentemente a las Guerras
Mundiales, el sentimiento de inferioridad se trueca en reconocimiento de nuestra propia
diferencia. De modo que aquello que había sido considerado como "mala copia"
constituye, en realidad, la forma propia en que nuestros pensadores han interpretado,
utilizado o adaptado las ideas europeas a la circunstancia americana. La originalidad
radica, entonces, en la "adaptación" de aquellas ideas a nuestras necesidades y
conveniencias. Zea esgrime el método histórico como medio adecuado de interpretación
de los diversos sentidos que un concepto puede tener. Sentidos que varían según el
ambiente cultural, la situación social, la educación, las creencias, los intereses de los
grupos que utilizan esos conceptos. Esto remite al tema de las ideologías, que es
incorporado por el autor mexicano desde la perspectiva de la sociología del
conocimiento9 . Ahora bien, la versión mannheimniana de la sociología alemana del
conocimiento se propone superar el relativismo histórico mediante la comprobación de
que él mismo está históricamente condicionado. De acuerdo con el concepto total de
ideología que propone Mannheim. todas la realizaciones humanas que pueden ser
consideradas como expresiones objetivas de la cultura, no son más que "reflejos" o
manifestaciones de un alma cultural cambiante en continuo despliegue. Con la afirmación
del vínculo que une pensamiento y ser, esta concepción se pone a salvo del relativismo,
al tiempo que consi- 194 Adriana Arpini dera posible hacer la historia total de las formas
de la conciencia en cuanto a su respectiva ligazón al ser. Con lo cual se recorta como una
forma de pensamiento historicista que no se aparta de la concepción diltheyana de las
ciencias del Espíritu. Por otra parte, desde esta visión de las ideologías, las
contradicciones de la realidad pueden ser interpretadas como antítesis entre ideas, estilos
de pensamiento o sistemas de cosmovisiones. Si la historia no es más que la sucesión de
mostraciones circunstanciadas de una naturaleza humana idéntica, entonces se dificulta
la posibilidad de descubrir a los sujetos sociales como protagonistas reales de la historia.
La dificultad para superar la posición esencialista, que Gaos había objetado porque
consideraba a la historia como un accidente de la naturaleza humana, conlleva la
dificultad para adoptar una posición crítica frente al problema de las ideologías,
reduciéndolo a una "historia sociológica del Espíritu". Retomando la polémica, Zea
organiza su respuesta a partir de la afirmación que presenta a la filosofía latinoamericana
como problema del hombre. El "Hombre" es definido por su "logos" universal y colocado
en una circunstancia, la americana. Circunstancia que debe ser entendida como histórica,
desde luego, pero accidental en relación con la naturaleza universal del "logos". Se
produce así un juego de historizacióndeshistorización del sujeto de la filosofía, que viene
a justificar la afirmación acerca de que lo "americano" -de la filosofía americana- es
producto de hacer filosofía sin más en una determinada circunstancia. Por otra parte,
siguiendo el hilo del pensamiento zeaniano, es la crisis del hombre europeo
contemporáneo y de su filosofía, que conlleva el reconocimiento de sus limitaciones -"el
europeo se reconoce como hombre entre los hombres"- la que induce la toma de
conciencia de las posibilidades del pensamiento latinoamericano. En el reverso de esta
toma de conciencia encontramos que la filosofía occidental "tropieza" con el hombre. Las
catástrofes de nuestro siglo han mostrado al hombre occidental Desarrollo y crisis del
historicismo 195 como el verdugo, el asesino, el subhombre; han provocado la duda (la
angustia, la culpa) acerca de la humanidad de quien se enajena en la red de sus propias
creaciones. En "contra" de esto se hace hombre el no-occidental, y en este sentido se
entiende el "tropiezo" del occidental. Zea nos describe dos caras de una misma moneda:
tropiezo de la filosofía occidental por un lado, toma de conciencia americana por el otro.
Detrás de ello el supuesto de la unidad esencial del hombre y la accidentalidad del acaecer
histórico. Con ello se acentúa una visión de la historia donde se esfuman los contornos
marcados por las diferencias, los conflictos, los momentos de negación, las rupturas
movilizadoras del devenir histórico. Visión que implica una superación convergente de
los posibles antagonismos evitando, así, el "partir de cero". Coincidimos plenamente con
la posición zeaniana que reclama no partir de cero, es decir, no pretender ingenuamente
negar el pasado y desconocer los lazos que nos unen a la tradición filosófica occidental.
Sin embargo, la historia de nuestras ideas no es ajena a la historia de los conflictos que
han atravesado y atraviesan en todas las direcciones a nuestras sociedades; historia que
contiene momentos de negación y de autoafirmación, que constituyen las distintas formas
de autorreconocimiento de¡ "nosotros"' latinoamericano en el dificultoso camino de la
efectiva desajenación. ¿Cómo superar, siguiendo el planteo zeaniano, la inautenticidad?
Si ella radica, en el terreno de la filosofía, en crear una idea de hombre que es ¡a negación
del hombre mismo, tanto en el subdesarrollo como en el supradesarrollo, lo esencial no
pasa -para Zea- por lo económico, lo político o lo social, sino que "lo esencial estará en
la actitud del hombre". Toda posibilidad de revolucionar las condiciones económicas o
sociales "será consecuencia de la previa autenticidad de nuestro pensamiento". Algunas
opiniones acerca de la polémica coinciden en 196 Adriana Arpini señalar que las
cuestiones planteadas por Augusto Saiazar Bondy no resultan cabalmente asumidas por
Leopoldo Zea, ya que son diferentes los supuestos que cada uno de ellos pone como punto
de partida y es diferente, también, la intención con que es utilizada en cada caso la
categoría de "autenticidad", de modo que el problema acerca de la existencia y
autenticidad de la filosofía latinoamericana quedaría sólo señalado10 . Consideramos
valioso destacar que, más allá del intento de determinar si la polémica queda o no
cancelada, el sólo hecho de haberse suscitado marcó un hito importante en nuestra
Historia de las Ideas. Efectivamente, la polémica cerró un ciclo en el desarrollo de esta
disciplina, el que estuvo signado teórica y metodológicamente por el historicismo y el
circunstancialismo, cuyas insuficiencias y limitaciones se pusieron de manifiesto a través
de la polémica. Entre los resultados positivos a que dio lugar nos interesa destacar que: -
Desde el punto de vista metodológico, la incorporación de elementos procedentes de la
filosofía analítica y del lenguaje abrió las puertas para explorar las ricas posibilidades
instrumentales de la lingüística y la semiótica. - Asumir la problemática de la dependencia
permitió colocar sobre reales bases históricas y socio-económicas el estudio de las ideas.
- Este se vio enriquecido también por los aportes de la teoría crítica de las ideologías por
un lado, y por otro, por el desarrollo de la amplia problemática sobre la crisis de la
moderna subjetividad, ambos críticamente incorporados. Todo ello significó: - La
necesidad de trascender los marcos académicos dentro de los cuales se cultiva
tradicionalmente la Historia de las Ideas. - La conveniencia de no circunscribirla
exclusivamente al ámbito de lo filosófico; es decir, evitar la simplificación de poner unas
junto a otras ideas concernientes a distintos campos epistemológicos y advertir que éstas
no son más que el
el histoncismo se halla ligado de una manera muy estrecha con el cultivo de nuestra
historia de las ideas. No sólo ha proporcionado el marco teórico, sino también las
herramientas conceptuales con que se abordó y aún se aborda el estudio de las ideas
hispanoamericanas. La función del histoncismo ha sido resaltada especialmente en el
terreno de las ideas filosóficas. En este sentido Arturo Ardao sostiene, en un artículo
escrito en 1946, que el histoncismo habría cumplido su función como "mvocador" de la
personalidad filosófica americana, y hallaría un antecedente en el siglo XIX en el
pensamiento de Juan Bautista Alberdi1 Encuentra Ardao una filiación común entre el
espíritu histoncista manifestado por Alberdi y el histoncismo que en el siglo XX ha
funcionado como herramienta ideológica y metodológica en la búsqueda de la
originalidad del pensamiento ame ncano a través de la reconstrucción de su pasado Sin
embargo, habrá que establecer algunas diferencias tanto en lo que respecta a la evolución
de la corriente histoncista misma, como en la manera que se aplicó para el estudio de las
ideas hispanoamericanas. En lo relativo a la evolución del histoncismo, consideramos que
no se lo puede tomar como un bloque homogéneo, pues en su propio desarrollo se
evidencian matices y diferencias a nivel teórico y metodológico que permiten establecer
etapas. Así proponemos distinguir una etapa de formación romántica, prehistoncista; una
etapa de formulación del primer histoncismo, ligada a la filosofía de la conciencia y a una
visión esencialista del pasado, como es la realizada por Dilthey y de la que participa
también Ortega y Gasset; una etapa de transición que introduce matices interesantes, tal
el intento de superación del histoncismo por la ética que propone Troeltsch, y una etapa
de madurez y radicalización de las tesis histoncistas como se advierte en la obra de
Groethuysen. Los elementos románticos que participan del histoncismo-evolución
histórica, espontaneidad, plasticidad, sentimien- Desarrollo y crisis de) hisíoricismo 181
tos, impulsos, pasiones, relatividad y diversidad de las formas históricas- son
incorporados, desarrollados o limitados en una formulación más acabada como lo es la
obra de Dilthey, exponente de! historicismo clásico, que se inscribe en el siglo XIX, entre
e! atardecer de la filosofía idealista y el afianzamiento de las ciencias de la naturaleza.
Frente a las insuficiencias del positivismo, Dilthey busca definir el ámbito peculiar de las
Ciencias del Espíritu. Persigue un doble objetivo: por una parte, establecer los
fundamentos epistemológicos de esas ciencias, de manera que puedan constituirse con
autonomía y asegurar ia validez universal de sus enunciados; por otra parte, pretende
hallar un método que permita asegurar la validez del conocimiento histórico. Su tesis "lo
que el hombre es, lo experimenta sólo a través de la historia"2 , implica la necesidad de
resolver ia contradicción planteada al reconocer que toda concepción del mundo se halla
históricamente condicionada y es, por tanto, limitada y relativa, al mismo tiempo que
insiste en el afán filosófico de buscar un saber de valor universa! y, mediante él, una
decisión acerca del enigma de la vida. La psicología, en la medida que procede al análisis
de la realidad entera de la vida psíquica, permite conocer al hombre en cuanto ante
histórico, convirtiéndose en el fundamento epistemológico de las Ciencias del Espíritu.
Su significación en !a articulación de las ciencias descansa en el hecho de que ia vida es
algo originariamente dado, cuyo examen histórico se logra mediante la revivencia o
comprensión del pasado, a través de los documentos en los cuales ha quedado plasmado
el análisis de los hechos espirituales realizado por ios poetas y los filósofos. La
hermenéutica, entendida en sentido amplio como comprensión del pasado y en sentido
estricto como interpretación de los documentos, viene a completar la apoyatura
epistemológica de las Ciencias del Espíritu. Sin embargo podemos señalar algunas
limitaciones. En la misma noción de vivencia se presenta la primera dificultad. 182
Adriana Arpira En ella se da la inmediata y completa identidad de sujeto y objeto. La
ausencia de mediación aproxima a Dilthey a una posición idealista, según la cual la
esencia del objeto es aprehendida directamente por el sujeto, afirmando asila primacía
ontológica de la esencia que se hace presente inmediatamente a la conciencia (espíritu).
La relación entre sujeto y objeto descansa en aquello que es común a ambos, la vida,
entidad esencial (abstracta) y fundamento último del ser y del conocer. Podríamos
esquematizar la comprensión diltheyana en tres momentos: en un primer momento se
produce el encuentro entre el sujeto presente (el historiador, "yo") y el objeto pasado
(productos del espíritu, "otro") como entidades diferentes; pero las diferencias históricas
son, desde la óptica esencialista de Dilthey, sólo accidentes; de modo que en un segundo
momento se procede a la eliminación de las diferencias y, por abstracción, a la afirmación
de la homogeneidad entre sujeto y objeto; en el tercer momento se produce la identidad
entre ellos, el "yo" es el "otro", ambos son "uno", la historia tiene un sentido único, de ahí
que sólo sea posible una lectura única de los documentos del pasado en los que el sentido
ha sido fijado, negando la posibilidad de nuevas reinterpretaciones del pasado desde cada
presente. De ahí también la importancia que otorga Dilthey a la hermenéutica en sentido
estricto, como método de interpretación de documentos y el lugar preeminente de la
filología en la fijación del sentido definitivo de los textos. Por otra parte, al asegurar la
identidad de la naturaleza humana y el sentido único de la historia se otorga primacía al
pasado, que juega como determinante del presente y del futuro. Con ello se niega la
posibilidad de irrupción de lo nuevo y se unifica el desarrollo histórico, dejando en la
sombra la diversidad de los sujetos protagonistas de la historia. Nos interesa señalar
además que, en esta perspectiva, cuando el historiador se dirige comprensivamente al
pasado, trabaja sobre los "productos del espíritu" tal como han sido Desarrollo y crisis del
historicismo 183 registrados en los documentos escritos. En ellos han quedado
permanentemente fijadas las manifestaciones de la vida. Así, la obra escrita es
considerada como un producto acabado, autónomo, es decir separable tanto del proceso
de su producción como del sujeto productor. Hemos señalado la existencia de un proceso
critico del historicismo3 , de modo que, al considerarlo en bloque a partir de sus
formulaciones iniciales, no se haría justicia a las diferencias que indican etapas
superadoras dentro de su misma evolución. Recordemos que una etapa de madurez en la
aplicación del historicismo, tanto a nivel teórico como metodológico, lo constituye la obra
de Bernhard Groethuysen, La formación de la conciencia burguesa en Francia durante el
siglo XVIII, publicado en 19274 . Esta obra es particularmente interesante para nuestro
objetivo desde el punto de vista de la teoría del análisis histórico y de la metodología
presentes en ella. El análisis de la realidad histórica es realizado desde una perspectiva
que acentúa la historicidad de todo lo humano. Las cosas humanas no sólo tienen historia,
sino que son historia, con lo cual se radicaliza la afirmación dütheyana acerca de que "el
hombre sólo se conoce viéndose en la historia". Las categorías utilizadas para el análisis
histórico (pueblo - burguesía, clérigo - seglar, etc.) acentúan el contraste, Id oposición, la
controversia; no sólo pone de manifiesto el dinamismo histórico, en cuanto al
advenimiento de una nueva situación epocal, sino que manifiestan en el momento mismo
de gestación, la diversidad y conflictividad social que le da impulso. Además
Groethuysen hace hincapié en el protagonismo histórico. No se trata de describir una
visión del mundo por comparación con otra, como algo ya dado, sino de apreciar cómo
el burgués, sujeto histórico, crea su mundo, se hace consciente de sí mismo y se diferencia
de los hombres del pasado, refutando a su adversario con la acción. Esta forma de encarar
el análisis histórico hace patente 184 Adriana Arpini la necesidad de una ampliación
metodológica, especialmente en lo que se refiere a la determinación de las fuentes. "Para
comprender al burgués hay que adueñarse de la dinámica misma del espíritu burgués y
liberarse de la idea de que la evolución del espíritu se limita a aquellos que escriben los
libros". Groethuysen propone reconstruir el discurso sin voz -es decir, el que no ha
alcanzado manifestación refleja en el libro escrito o en la obra de arte- a través del análisis
de documentos no tradicionales, como los sermones, en los cuales es posible descubrir el
discurso contrario al discurso expresado, no tanto por el contenido de sus formulaciones,
sino precisamente por la forma de la expresión. Hemos afirmado, por una parte, la
importancia del historicismo a nivel teórico y metodológico para el estudio de las ideas
latinoamericanas, y por otra la existencia de posiciones críticas dentro de la evolución
misma del historicismo, que han llevado a radicalizar sus tesis iniciales. Ahora bien,
consideramos que la afirmación de Arturo Ardao, acerca del historicismo como invocador
de la personalidad filosófica latinoamericana, debe ser estimada a la luz del proceso
crítico del historicismo, a fin de destacar los aspectos originales y fecundos a que dio
lugar su aplicación teórica e instrumental en al campo de nuestra Historia de las Ideas.
Nos remitimos para ello a la obra de José Gaos, quien desde los "Seminarios para el
Estudio del Pensamiento en los Países de Lengua Española", dictados en México hacia
1940, realiza uno de los esfuerzos más serios y fecundos orientados a la profundización
de la Historia de las Ideas Hispanoamericanas, utilizando para ello las herramientas del
historicismo. El historicismo de Gaos difiere notablemente de la formulación clásica de
Dilthey. El problema fundamental radica, a su juicio, en saber "si la historia es
simplemente de los accidentes de la naturaleza ahistórica del hombre, o de esa misma
naturaleza, negándola"5 . La respuesta de Dilthey resulta ser esencialista y ahistórica;
muestra decisivamente el límite del Desarrollo y crisis del historícismo 185 primer
historícismo. El historícismo gaosiano hace píe en el problema del sujeto histórico, el
hombre, que no es definido como poseedor de una naturaleza inmutable, sino por su
historicidad, es decir por el dinamismo permanente de tener que habérselas con los
problemas de su circunstancia; actividad en la que se va creando a sí mismo en la
búsqueda de soluciones teórico-prácticas. Esta consideración de lo humano, problemático
e histórico, pone distancia entre el historícismo gaosiano y la perspectiva sistemática de
la historia sostenida tanto por Dilthey como por Ortega. Además, permite la apertura al
planteo de lo posible, lo utópico, ya que la esencia humana no es algo dado y acabado,
sino algo por hacer, que orienta como un ideal a la existencia concreta, en las tres
dimensiones temporales. De la consideración gaosiana del sujeto se desprenden dos
elementos que juegan un papel importante en la renovación metodológica del
historícismo tal como es aplicado al estudio de la Historia de las Ideas
Hispanoamericanas. Ellos son, por un lado, concebir el análisis de las ideas del pasado
como un diálogo entre dos sujetos diferentes, cada uno a partir de su respectiva
circunstancia; y por otro lado, señalar el fenómeno de la mediación como un proceso por
el cual el sujeto histórico objetiva el mundo reemplazando los objetos por las palabras, en
el caso particular de la filosofía, por las categorías. El sujeto historiador es activo en los
tres momentos del método propuestos por Gaos: invención de textos, análisis y síntesis
de los mismos, articulación de la historia8 . En el segundo momento metodológico, el
análisis, advertimos que el texto, palabra escrita con intención comunicativa, es el lugar
a partir del cual se entabla el diálogo entre destinador (sujeto autor del texto) y destinatario
(en este caso el sujeto historiador). Sujetos diferentes, con sendos intereses, emociones y
mociones, cuyas circunstancias son también diferentes. De modo que lo expresado en el
texto no significa necesariamente lo mismo para ambos sujetos, toda expresión es 186
Adriana Arptni ambigua, susceptible de tantas interpretaciones cuantos sean los diálogos
que el texto suscite en cada encuentro escritorlector. Frente a la hermenéutica clásica que
sólo admite un sentido único del texto, Gaos propone una comprensión conjetural. En
síntesis, en el historicismo que Gaos aplica al estudio de las ideas hispanoamericanas
encontramos los rasgos de la madurez, ya que, por una parte, acentúa la historicidad del
sujeto intentando superar los vicios esencialistas; ello le permite, por otra parte, avanzar
en la propuesta metodológica sobre aspectos sumamente interesantes, tales como: la
ampliación de la noción de texto en lo que se refiere a los documentos para la Historia de
las Ideas, incorporando la problemática del dialogismo interno, que lo aproxima a la
cuestión de los "discursos referidos"; la consideración del texto como lugar de encuentro
y diálogo entre el autor y el historiador, que abre la posibilidad de múltiples
interpretaciones, es decir de la "interpretación conjetural" que permite superar la clausura
del texto impuesta por la hermenéutica clásica; la posibilidad de leer a través del texto el
contexto epocal del autor; la crítica al imperialismo de las categorías y la propuesta de
utilizar categorías autóctonas para la articulación de la historia, finalmente la
confirmación de la originalidad del pensamiento hispanoamericano, a partir de la
relativización de la noción de originalidad. Sin embargo podemos señalar limitaciones en
la propuesta gaosiana. Sobre todo en lo que se refiere a ia noción acrítica de sujeto, que
para el caso de la Historia de las Ideas es el historiador, el individuo que hace la Historia;
sujeto cuyas funciones, especialmente la de selección, no tiene otro respaldo más que el
puro interés personal. Con ello Gaos se acerca a una posición idealista que involucra,
también, el manejo de una noción poco ajustada de circunstancia y elude el tratamiento
de lo ideológico. Estas limitaciones anticipan la crisis del historicismo, que se manifiesta
en la polémica entablada entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea, ambos discípulos

Definición
La historia da origen a una rica problemática, que se despliega en múltiples cuestiones.
En primer lugar debemos distinguir dos aspectos: la historia como realidad y la historia
como ciencia.
"La historia como realidad consiste en un conjunto de acciones humanas realizada
sucesivamente en el tiempo y de sus resultados relacionados entre sí. La historia como
ciencia es el estudio crítico y la narración ordenada de esos acontecimientos".
La historia es un resultado en que se conjugan todas las modalidades que reviste la
realidad, la unidad y la diversidad, la necesidad y la libertad, el determinismo y la
contingencia, la fijeza de leyes universales con la movilidad de los acontecimientos
particulares, sujetos a múltiples circunstancias variables en imprevisibles que influyen en
el curso de los sucesos.
La historia es una realidad pero no toda la realidad es historia, ni es histórica, ni siquiera
tiene historia. La historia está integrada por hechos, sucesos o por acontecimientos como
resultado de las acciones humanas, pero no de todas, sino solamente de algunas
especialmente importantes, las cuales no desaparecen por completo en el pasado, sino que
perduran de algún modo, prolongando su acción en una especie de supervivencia en el
futuro.
La historia, son productos de resultados de las acciones de los hombres, bien sea
individualmente o bien en colectividades naturales o artificiales. La historia no la han
hecho ni el espíritu universal, ni el espíritu nacional sino hombres concretos, particulares
y existentes, mediante acciones realizadas en un tiempo determinado.
La historia requiere continuidad, y ésta, en el individuo aislado, solamente se da mientras
dure su vida, pues ella se constituye por acciones, relaciones que rebasan el orden físico
o biológico, entrando en el de la contingencia y, por lo mismo, en el de la libertad.
La historia no se repite jamás, y la han hecho casi siempre por separado, los distintos
grupos étnicos, raciales, sociales o políticos muchos de los cuales han vivido en un
aislamiento casi absoluto, sin influencias apreciables entre sí.
"Con esta visión de la historia se da inicio a la corriente que se llama Historicismo . Este
nombre fue dado por K. Werner en 1881 a la filosofía de la historia de Vico, esto
coinciden en subrayar el papel decisivo desempeñado por el carácter histórico o la
llamada historicidad del hombre y en ocasiones de la naturaleza".
El historicismo implica, por tanto, una comprensión del hombre en la historia y por la
historia, y toda la vida humana, con sus ideologías, sus instituciones y estructuras, habría
de comprenderse en función de la historia y según una perspectiva histórica.
El historicismo está muy relacionado con el aspecto antropológico, que adscribe la
historicidad al hombre y sus producciones bajo la influencia de las ciencias del espíritu,
al igual que con el aspecto cosmológico que, bajo la influencia del evolucionismo
extiende la categoría de lo histórico al mundo entero. Lo mismo cabe darse en una
relación del historicismo con lo gnoseológico, ontológico y religioso como con muchas
esferas de la teología actual.
REPRESENTANTES
1. Guillermo Dilthey.
a. Vida. Nació en Biebrich (Renania) en 1833-1911, hijo de un pastor de la iglesia
protestante. Estudió en la Universidad de Berlín donde en 1865 era ya docente privado de
filosofía. Fue profesor en Basilea, Kiel y Breslav. Durante toda su vida trabajó
intensamente en la elaboración de una historia universal del espíritu europeo.
b. Obras. Sus obras más importantes son:
"Introducción a las ciencias del espíritu", "Intento de una fundamentación del estudio de
la sociedad y de la historia", "Ideas sobre una Psicología descriptiva y analítica",
"Vivencia y poesía", "La estructuración del mundo histórico", "Los tipos de concepción
del mundo".
c. Pensamiento. Quiere entender la vida desde la vida misma, es decir, sin remontarse a
un grado superior como la metafísica o al mundo del valor abstracto lo cual lo han
convertido en un gran psicólogo e historiador de las ciencias del espíritu.
"Sicología: se vuelve contra las psicologías en unos por su método generalizador y
esquematizante y propone comprender la vida psíquica desde el terreno individual, en el
cual brota y crece y en este terreno individual hace hincapié en la estructura que no es
otra cosa que el estado de conciencia en el cual se reciben los acontecimientos y se dirigen
las formas de obrar. Sólo si se conocen estos estados de conciencia se puede decir que se
entiende al hombre".
La filosofía de la historia, lo mismo que en el hombre, hay una escritura también en las
ciencias del espíritu hay un tipo histórico que por medio de la comparación entre las
diversas formas de concebir el mundo, nos dan las manera de concebir o mejor de
interpretar los fenómenos históricos pues estos tipos son formas de vida misma, es la vida
la que está operando en ellos, por eso la mentalidad de Dilthey es puramente historicista,
pues donde no hay más que vida y ésta se concibe meramente como tiempo que fluye
incesantemente. Todo es singular y único sin cesar surge lo nuevo, pero sin que aparezca
lo normativo o universal. Aunque este tipo de filosofía es muy importante, Dilthey no
llegó a superar el relativismo que conlleva, aunque lo intentó repetidas veces, esto sólo
se logra Simmel pero su filosofía ejerció positivo influjo sobre todo en hombre como
Spranger.
2. Karl Popper.
a. Vida. Nació en Viena en 1902, es tenido como uno de los más grandes filósofos de la
ciencia. Además desde sus críticas abiertas al totalismo y al marxismo se ha constituido
en el mayor defensor de las ideas liberales de este siglo.
Es profesor en la Universidad de Nueva Zelanda y, más tarde, en la de London School of
Economics. En sentido estricto no pertenece al círculo de Viena, pero su obra está muy
próxima a los principios que allí se defienden.
b. Obras. Sus obras más destacadas son:
"La Sociedad abierta y sus enemigos", "La lógica de la investigación científica",
"Conjeturas y reputaciones y la miseria del historicismo".
c. Pensamiento. Para Popper en la problemática actual de la ciencia cabe distinguir dos
características fundamentales: la primera es considerar la ciencia como conocimiento
progresivo y la segunda consideración de la ciencia como conocimiento provisional.
Popper intenta el carácter provisional del conocimiento científico con su carácter
progresivo.
El conocimiento subjetivo hace referencia, en K. Popper a tres realidades: A las cosas o
actividades en sí mismas, a los sujetos de estas actividades y a las ideas que portan dichos
sujetos, por otra parte, la ciencia objetiva nos presenta unos sistemas de enunciados de
manera comunicativa y argumentativa. Hay otras dimensiones como la económica, la
jurídica y la política. Según Popper, todas estas características son propias de la ciencia.
El carácter empírico de los enunciados científicos los define basándose en la forma lógica
de la falsabilidad. "El concepto de explicación científica se reduce al de inferencia
deductiva, es decir, el grado de poder explicativos de una teoría, está en función del grado
de universalidad de la teoría y la aceptación de una teoría, se regula a priori por su
contenido lógico, es decir, su grado de corroborabilidad".
Todo este formalismo Popperiano no necesita de unas reglas metodológicas para ser
completado; así que, sólo la actitud refutadora del científico y su decisión hace que la
falsabilidad sea posible, el conocimiento básico aceptado por convención nos servirá para
medir el poder explicativo de una teoría, con todo ello tenemos a nuestra disposición los
elementos necesarios para hallar el grado de corroboración o de aceptabilidad de una
teoría: la falsabilidad, el poder explicativo y la refutación del científico.
Popper admite que dichas dificultades son insuperables y se pronuncia por el estudio de
la teoría del método deductivo de la contrastación, es decir, el deductismo.
Antes de dar por terminado el estudio de la inducción, Popper señala su intención
afirmando: "La teoría que he desarrollado se opone directamente a todos los intentos de
apoyarse en las ideas de una lógica inductiva. Podría describírsela como la teoría del
método deductivo de contrastar, o como la opinión de que una hipótesis sólo puede
contrastarse única y empíricamente después de que ha sido formulada".
Para Popper el trabajo del científico consiste en proponer teorías y en contrastarlas. En la
ciencia no interesa tanto el cómo se han ido dando las nuevas teorías, sino únicamente la
posible justificación o validez de las mismas.
Ante esta postura, deja todo un campo de posibilidades para que sea el científico quien
investigue la lógica del conocimiento; todo descubrimiento contiene un elemento
irracional, y para apoyar más este punto Popper cita a Einstein: "La búsqueda de aquellas
leyes sumamente universales a partir de las cuales puede obtenerse una imagen del mundo
por pura deducción. No existe una senda lógica que encamine a estas leyes. Sólo pueden
alcanzarse por la intuición, apoyada en algo así como una introyección de los objetos de
la experiencia".
3. Johann Gotfried Herder.
a. Vida. Nació en Mohrujen (Prusia Oriental) en 1744. Fue hijo de un maestro de escuela
pietista, estudió medicina en Königsberg, donde fue discípulo de Kant que entonces
explicaba Filosofía Wolffiana, geografía y astronomía, y que lo inició en los escritos de
Hume y Rousseau. Cursó después la carrera de teología y pasó a Rija, donde ejerció el
cargo de pastor protestante, y fue nombrando superintendente o presidente del Consistorio
del Clero Luterano, fue amigo de Hamann. Fue filósofo y literato, como filósofo hace una
filosofía de la historia y como literato es lírico, florido oratorio y brillante. Murió en
Weimar el 18 de Diciembre de 1803.
b. Obras. "Fragmentos sobre la nueva literatura alemana", "Tratado sobre el origen del
lenguaje", "Sobre la índole alemana y el arte", "Filosofía de la Historia para la formación
de la humanidad", "El Conocer y sentir del alma humana".
c. Pensamiento. Presenta su concepto de historia como una manifestación de la
humanidad, que desarrolla su posibilidades y su potencialidad en las etapas del proceso
histórico que consiste en un desarrollo biológico, semejante al de los organismos
vivientes, los cuales conservan su unidad y su continuidad a través de la sucesión de los
cambios y transformaciones como la infancia (oriente, historia de los patriarcas),
adolescencia (cultura egipcia y fenicia), juventud (Grecia, que representa la edad de las
artes, de la armonía, la curiosidad por saber, el patriotismo y la conquista de la libertad).
La virilidad corresponde a Roma (austeridad, dominio y poder), la madurez (irrupción de
los bárbaros, Edad Media), la senectud (decadencia). Su valor científico no es muy
grande, pero la ruptura que Herder hace con la historiografía de la ilustración, que se
complacía en presentar el pasado como una serie de etapas de progreso hasta culminar en
la plenitud de su propio tiempo.
Herder opone un ideal de formación fundamentalmente ético, tal como se dio en la
antigüedad, a la instrucción enciclopédica, práctica y mecánica que descuidaba formar
verdaderas personalidades y hombres libres. Su división y exposición de la historia carece
de valor científico, él dice que el hombre es una inteligencia servida por órganos. La
psicología debe basarse en la fisiología.
Tiene un sentimiento de Dios como realidad suprema y causa universal de todas las cosas:
"Dios está todo en sus obras. Hay que ver a Dios todo entero en cada cosa y en cada punto
de la creación". De aquí resulta un orden, una belleza y una armonía universal.
Herder dice que el espacio y la personalidad no pueden ser atributos de un ser finito, todo
viene de Dios y todo está sujeto a la causalidad universal divina, mediante una necesidad
racional. Por esto, todo es perfecto dentro del grado que le corresponda, tanto en el orden
físico como en el moral, toda la realidad es una expresión del poder, la belleza y la bondad
de Dios.
También nuestro filósofo dice que "todas las cosas del mundo tienen una filosofía o una
ciencia, esta filosofía no debe basarse en especulaciones abstractas ni metafísicas,
desligadas de la naturaleza y de la experiencia, sino en las intenciones de Dios que
aparecen esparcidas por la gran cadena de sus obras, en la naturaleza y en el mundo".
Herder propone que debe comprenderse el desarrollo de la humanidad en todos sus
aspectos, no sólo políticos y religiosos, sino también físicos, biológicos, poéticos, y
culturales. Para comprender tal desarrollo se hace necesario encuadrarlo dentro de la
totalidad del universo, porque la tierra es la habitación del hombre y escenario de la
historia. Él dice, que el universo es un sistema de fuerzas que actúan orgánicamente; toda
organización es un conjunto de fuerzas vivas que sirven a una fuerza principal, según las
leyes eternas de la sabiduría y de la bondad.
El hombre es la expresión más perfecta de la organización sobre la tierra, dotado de alma
espiritual, racional y libre; por ello, la balanza del bien y del mal, de lo falso y lo
verdadero, depende de él: él puede averiguar y debe elegir. La perfección del hombre
consiste en desarrollar en sí mismo la humanidad, la cual es imagen y expresión del
Creador. La religión es la suprema humanidad y la flor más sublime del alma humana.
Muchas de las ideas de Herder serán recogidas por Hegel al exponer su obra titulada
"Filosofía de la Historia".
CLASES DE HISTORICISMO
1. Historicismo Absoluto. La idea se desarrolla y determina a través de la historia que es
más que manifestaciones pasajeras integradas en el infinito devenir universal. Toda la
realidad es histórica, y en especial el hombre que es un ser esencialmente histórico, ya
por su movilidad y temporalidad, o ya por que es el único ser que llega a la conciencia
del devenir dialéctico de la idea.
De esta manera la historia sería el desarrollo de la humanidad, es decir, espíritu objetivo,
espíritu del mundo integrada como parte en el desenvolvimiento general de la idea que
evoluciona hasta convertirse en Dios: "la historia es por lo tanto, una revelación de Dios,
una teodicea, una justificación de Dios en el devenir del Absoluto".
2. Historicismo Relativista. Se fija más en la contraposición entre la naturaleza y espíritu
planteando varias ciencias entre las cuales atribuye a la historia un lugar preferente.
Reacciona también contra el positivismo, pero conserva su principio de que sólo existe lo
particular y concreto. Por ello no puede darse ningún sistema filosófico absoluto, porque
la historia nos atestigua el hecho de una pluralidad de sistemas, que sólo tiene un valor
en cuanto expresión de una conciencia en determinado momento del desarrollo histórico,
pues la historia misma está por encima de todo.
VISIONES DE LA HISTORIA
1. San Agustín (354-430). Como la vida individual, tampoco la vida social se funda
únicamente en la razón. La vida social humana, en toda su complejidad, resulta ser un
conjunto de acciones libres. Las voluntades humanas pueden tomar direcciones
encontradas; sin embargo, la historia universal tiene un sentido. Dios en su infinita
providencia y son fieles a la gracia que penetra y corona la naturaleza, son unidos por el
vínculo de la caridad (Amor Dei) y constituyen la ciudad de Dios.
Cuando son infieles a la gracia, la naturaleza se corrompe y las relaciones sociales se
convierten en discordia, la vida se fundamenta entonces en el egoísmo (amor sui) y los
hombres constituyen la ciudad terrena.
2. Juan Bautista Vico (1668-1744). El campo propio de la ciencia humana no es la
naturaleza, que es creación de Dios, sino la historia, con la sociedad, le lenguaje, la
literatura, las leyes y la política que son creaciones del hombre.
Vico se propone remontarse hasta los orígenes de la humanidad y hallar las leyes
generales que regulan el desarrollo, en que la dirección universalísima de la providencia
divina se combina con la libertad de los hombres y la variabilidad de las sustancias, pero
su erudición histórica, aunque grande para su tiempo es muy limitada y no abarca la
historia universal.
Ignora el oriente y se basa principalmente en la historia de Roma, el derecho y la literatura.
Dentro de esta limitación de horizonte se arriesga a trazar un esquema de filosofía de la
historia, excesivamente rígido e idealista, en que trata de armonizar, a su manera, el plan
general de la redención del hombre, tamo como lo enseña el cristianismo con su propia
interpretación de los hechos.
3. Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831). Dice que la historia tiene una
perspectiva universal, desorbitante sustancial del sistema, el proceso histórico aparece
como el auténtico desarrollo del espíritu ante que el parece subordinado el despliegue de
las mismas categorías del espíritu "la conciencia entre lo real y lo ideal se hace patente en
la filosofía de la historia. La historia es la explicación del espíritu en el tiempo; aquí la
razón deja que los intereses y pasiones de los hombres y de los pueblos actúen por sí
mismos".
La historia transcurre como algo factible, puede verse como un prejuicio de la teoría del
súper hombre de Nietzsche. La consideración filosófica de la historia tiene por objeto
mostrar que todos los acontecimientos en ella han transcurrido racionalmente, que la
razón rige el mundo y todo el curso de la historia.
Hegel no niega que la historia pueda aparecer como un enlace de los hechos contingentes
y mudables, y por tanto, falto de todo plan racional o divino y dominado por un espíritu
de miseria, de destrucción y mal.
El gran contenido de la historia universal es racional y tiene que serlo, una voluntad divina
rige el mundo, y no es tan impotente que no pueda determinarlo. La historia es la
realización del plan divino, una revelación. La filosofía de la historia va a ser el intento
de explicar la historia entera como un saber absoluto que incluye el mismo error.
La filosofía de la historia entonces significa una interpretación sistemática de la historia
universal, de acuerdo a un principio según el cual los acontecimientos históricos se
unifican en una interpretación sistemática de la realidad, y su sucesión se dirige hacia un
significado fundamental. La posición básica de Hegel se refiere a que el único
pensamiento que la filosofía aporta a la historia es el simple pensamiento de que la razón
rige el mundo y también la historia del mundo, la cual ha transcurrido racionalmente.
Hegel nos sitúa la historia en un campo propio. La historia descansa en la humanidad y
la humanidad en su hacerse se muestra en la historia, pues en ésta, está depositada una
dimensión de sentido que va más allá de la realidad natural y que, lejos de ser externa al
hombre, le interpela en el mismo acto de conocerla.
4. Jacques Bénigne Bossuet (1627-1704). Tiene una interpretación teológica de la
historia. Subraya dos aspectos de la historia universal: el desarrollo de la religión y el de
los imperios. Pues la religión y el gobierno político son los puntos en torno a los cuales
giran todos los asuntos humanos.
El estudio de la historia puede mostrar a los príncipes la inevitable presencia y la
importancia de la religión, en su sucesivas formas y las causas de los cambios políticos y
de las transiciones de unos imperios a otros.
Bossuet tiene intenciones apologéticas, en un primer momento esboza doce épocas para
la historia: Adán, o la creación; Noé, o el diluvio; La Vocación de Abraham; Moisés, o la
ley escrita; La Toma de Troya; Salomón, o la edificación del templo; Rómulo, o la
fundación de Roma; Ciro, o la restauración de los Judíos; Escipión, o la conquista de
Cartago; El Nacimiento de Jesucristo; Constantino, o la paz de la Iglesia y Carlo Magno,
o el establecimiento del nuevo imperio.
Bossuet dice que ningún hombre puede dirigir el curso de la historia de acuerdo con sus
propios planes y deseos. Los cambios históricos tienen sus causas particulares, y el modo
como operan esas causas no está previsto en todo caso, ni menos es querido por los
hombres. Pero al mismo tiempo la Providencia Divina se cumple en y por las operaciones
de esas causas particulares.
Bossuet reconocía, por así decirlo, dos planos históricos. Se tiene el plano de las causas
particulares, consideradas por el historiador; pero también se tiene el plano de la
interpretación teológica, según el cual se cumple la Divina Providencia en y por los
acaecimientos históricos. Así renueva Bossuet en el siglo XVII el intento de San Agustín
de desarrollar una filosofía de la historia.
ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO
Se ha afirmado que "el que no conoce la historia está condenado a repetirla", y esto es lo
que pretende el historicismo, conocer los procesos históricos de las cosas y de los seres
para entendernos mejor y así poder hablar de qué es lo que conoce.
Cuando hablamos de historicismo hablamos de experiencia, de hechos concretos, no de
aspectos teóricos o de hipótesis; el historicismo es siempre conclusión, fruto de vivencias.
En nuestros días, donde hay tanta posibilidad de escudriñar e investigar el pasado no es
mucho lo que esto cuenta para los acontecimientos presentes, porque el hombre actual
está buscando más el futuro, lo novedoso, lo que no se ha encontrado y no se conoce, en
cierta medida "esnobismo" latente, por tanto, mirar el pasado puede sonar a estancamiento
o anquilosamiento.
La historia es importante para ubicar las ciencias y contextualizarlas, pero llegar hasta ahí
no es importante como se sugiere para encontrar la verdad, se tiene la mentalidad que lo
pasado debe ser superado y lo que tiene para superar no es necesario retomarlo.
En esta época de cambio de milenio, la historia adquiere un papel protagónico, se reciben
los acontecimientos del siglo y del milenio, pero a manera de crónica, el hombre de hoy
tiene una memoria histórica muy deficiente; los grandes protagonistas para la humanidad
son los personajes de moda. Los hechos que conmovieron al mundo, que generaron
verdaderas revoluciones científicas y filosóficas, que originaron procesos sociales de
cambio no son importantes, y en ellos el hombre de hoy podría encontrar verdaderos
motivos de conocimiento e impulsos de descubrimientos de tipo psicológico, filosófico y
de otras ramas.
Sin ser el historicismo la panacea de la filosofía tendría muchas ventajas para nuestros
días si fuera más valorado y tenido en cuenta. Es urgente conocer la historia, las raíces y
así abrirnos espacio por las posibilidades, por los horizontes que permiten al hombre
encontrar su plenitud.

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