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El intercambio de dones en el mundo griego:

Reciprocidad, imprecisión, equivalencia y desequilibrio


Gygax
Este texto analiza los principios y características básicas del intercambio de dones en el mundo
griego.
La práctica del intercambio de dones (don / contra-don) se asocia principalmente al mundo
homérico, esta acción de dar y recibir regalos tiene un lugar central dentro de la Ilíada y la Odisea. Sin
embargo no se trata de una invención poética, sino, algo demostrado en testimonios de dones en los
períodos más antiguos de la sociedad griega.
En épocas posteriores, el intercambio de dones perdió relevancia siendo menor en cantidad. El
desarrollo del comercio abrió nuevas vías de obtención de bienes. En las polis los dones eran más
problemáticos que en las comunidades de transición a la polis:
El don entregado a un magistrado podía ser tomado como un soborno.-
Un don a un miembro de la asamblea podía verse como la compra de un voto.-
Un don recibido de un extranjero podía ser visto como una traición a la patria, Etc.

Si bien el nacimiento de una conciencia ciudadana y la disolución de las relaciones de clientelismo


resultaron en beneficio de las instituciones a las polis, además contribuyó a que el intercambio de
dones fuera menos aceptado. A pesar de esto, el intercambio de dones nunca desapareció del mundo
griego, siguió jugando un papel importante entre las elites de las poleis griegas.-
A todo esto cabe destacar que en el campo griego el intercambio de dones no disminuyó tanto
como en la polis, instituciones arcaicas de profundo arraigo como el evegertismo influyeron en esto.-

Gygax define don: “La palabra “don” es usada en un sentido amplio, que incluye tanto bienes
como servicios” (Pág. 112)

Tras esto Gygax procede a analizar los mecanismos básicos del funcionamiento, explicar algunos
de sus principios y las características más universales del intercambio de dones en el mundo griego.-

Aspecto 1 La reciprocidad:

La entrega de un don en el mundo griego inducía al receptor de tal a corresponder con un contra-
don. En otras palabras “dar” implicaba “recibir” y viceversa, un intercambio de “Una mano lava la
otra”. Este principio no es exclusivo de la cultura griega, se encuentra en muchas culturas
premodernas. Hasta cierto punto, la inclinación a corresponder dones es un fenómeno universal,
¿Quién no se ha sentido alguna vez que debía corresponder a un regalo? El intercambio de favores es
una constante en nuestras vidas.
De todas formas, entre nuestro mundo y el griego hay notables diferencias. En el mundo griego
predominaba la idea de que el don no era gratuito, y ello era reconocido de forma abierta sin que esto
fuera problemático, a menudo el donante no tenía reparos en recordar que esperaba algo a cambio.-
La difusión de la noción de gratuidad del don está relacionada en parte con la moral
judeocristiana, y en parte con la “modernidad” de la economía y el estado.-
El don se asocia en mayor medida al intercambio y además al igual que en la mayoría de las
sociedades, los dones generaban sentimientos contrapuestos en el receptor, estos podían ser positivos o
negativos, a saber:
1) Sentimiento positivo: el receptor se sentía objeto de un acto de solidaridad y generosidad.-
2) Sentimiento negativo: el receptor se sentía en deuda con el donante y como consecuencia
de ello dependiente de él hasta que no hubiese saldado la deuda.-

A esto hay que añadir que la presión que suponía que el donante y (según las circunstancias) el
resto de la comunidad esperasen o inclusive exigiesen un contra-don.-
En las fuentes griegas hay muchas referencias al endeudamiento que provocan los dones, y a
menudo presentan a este endeudamiento como al “negativo”.-
Para entender los mecanismos básicos del intercambio de dones, debemos tener en cuenta otras
características además del aspecto fundamental del endeudamiento.-

Aspecto 2 La imprecisión:

El plazo de correspondencia de los dones era, a diferencia de lo que ocurre en el intercambio


comercial, indeterminado, y, aunque se podía corresponder de inmediato (Como a veces vemos que
hacen algunos héroes de los poemas homéricos, o los representantes de los estados en las relaciones
públicas), a menudo transcurría cierto tiempo. Entre los griegos, los cuales no tenían esta noción de
gratuidad (de los dones), este factor contribuía a que el intercambio de dones, en contraste con el
intercambio comercial, fuese una práctica dotada de una cierta aureola de generosidad. Además
existía la posibilidad de que el donante no llegase a ser correspondido (Como consecuencia de
algún tipo de interferencia durante el tiempo de espera).-
Al mismo tiempo la imprecisión no era solo temporal, el receptor solía corresponder con un
contra-don diferente y de un valor cuya equivalencia respecto al don era vaga. Esta imprecisión
también ayudaba a alimentar la noción de generosidad, ya que transmitía la idea de que las dos
partes no tenían en cuenta quien salía ganando.

Aspecto 3 La Equivalencia:

Detrás de esta imagen de flexibilidad, sin embargo, existía una práctica de cálculo por parte de las
dos partes. El receptor, para saldar la deuda contraída, tenía que corresponder con un mínimo
equivalente, y el donador, para sentirse realmente correspondido, esperaba un contra-don de estas
características. Por lo tanto solo un contra-don equivalente o superior hará que el donador se sienta
correspondido.
Ahora bien, el cálculo de lo que era equivalente era complejo, no solo porque dones y contra-
dones solían ser diferentes, sino también porque se tenían en cuenta otros aspectos además del
valor material, por ejemplo el valor simbólico.

Además de lo anterior existen otras dificultades: ¿Cómo hay que juzgar lo justo? ¿Mirando la
cantidad o la calidad del servicio prestado, o mirando, más bien, al favorecido? También deudas
contraídas anteriormente y no reciprocadas entraban igualmente en el cálculo de equivalencias.
Conjuntamente el riesgo asumido por el donante a no ser correspondido o serlo de una forma
inadecuada, y el propio tiempo de espera podía inducir a que el receptor añadiese al contra-don un
“plus” por estos conceptos.-

Aspecto 4 Desequilibrio:

Debido a la costumbre de corresponder con contra-dones de naturaleza diferentes y que resultaban


de equivalencia imprecisa, reestablecer el equilibrio en la relación entre donante y receptor no era
sencillo. Si bien podía ocurrir fácilmente que el donante considerara al contra-don superior o inferior a
su don, también el receptor podía aprovecharse de la imprecisión que envolvía al contra-don para
desequilibrar intencionalmente la relación en su favor sin que sus intenciones resultasen obvias.-
Más aún el reequilibrio también podía verse impedido por un contra-don abiertamente superior al
don, aprovechando, simplemente, la oportunidad que proporcionaba la obligación de corresponder.

La facilidad con la que el contra-don podía inclinar la balanza en sentido contrario en vez de
reequilibrar la relación entre las dos partes, daba pie a cadenas de dones y contra-dones.
Conclusión:

En el mundo griego el intercambio de dones estaba caracterizado por un fuerte sentimiento de


reciprocidad, propio de una sociedad que en sus estadios iniciales, no podía permitirse ambigüedades
respecto a la obligatoriedad de corresponder a los dones y al derecho de ser correspondido. La
evolución de dicha sociedad la llevó a descansar cada vez menos en el intercambio de dones, nunca
llegó a crear una economía, un estado, o una moral que permitiesen un desarrollo del don puro,
gratuito, libre de contraprestaciones.
Más allá de la reciprocidad en este intercambio influían otros principios o “reglas” que hacían de
esta práctica una actividad compleja, difícil de entender de no tener en cuenta numerosos aspectos.
Intercambios que a primera vista podrían parecer desinteresados por la desigualdad de los
elementos intercambiados eran en realidad actividades en las que no sólo se tenían en cuenta el valor
material, sino también, el valor simbólico; el grado de generosidad del donante; el beneficio del
receptor; las deudas anteriores no correspondidas; el tiempo transcurrido, y, finalmente, el riesgo
asumido por el donante a no recibir nada a cambio.
El sentimiento de deuda impulsaba no solo a hacerlo de una forma de corresponder sino que
reestableciese el equilibrio entre ambas partes.

Mantener al intercambio de dones dentro de los límites del intercambio de generosidades


interesaba tanto al donante como al receptor, el acto de dar y corresponder no se reducía solo a este
práctica, sino que, en definitiva era una forma de mantener relaciones continuadas con semejantes,
relaciones estas que podían llegar a ser, ellas mismas, el objetivo principal del intercambio, por encima
de los elementos intercambiados.-

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