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Índice
Presentación ................................................................... 5
Monologismo de lo múltiple
Fabio Akcelrud Durão ................................................... 25
La identidad dialógica como vindicación de lo secundario
Victor Ivanovici ............................................................... 47
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz:
dos líneas estilísticas en la novela latinoamericana
Begoña Pulido Herráez ................................................. 77
Las cronotopías literarias en la concepción bajtiniana.
Su pertinencia en el planteo de una investigación
sobre narrativa argentina contemporánea
Pampa Olga Arán .......................................................... 119
El cutis patrio de Eduardo Espina:
poética neobarroca y fábula de identidad nacional
Mirian Pino .................................................................... 143
Presentación
Françoise Perus
Monologismo de lo múltiple 25
Monologismo de lo múltiple
Los conceptos no son sólo herramientas; las teorías no son sólo edi-
ficios del pensamiento. En ambos se cristalizan cambios de tiempo
y de espacio, ya sea en relación con las transformaciones por las
que pasan durante su período de formación (que, no raramente, co-
inciden con la vida de su autor), a su proceso de envejecimiento (su
choque con la historia), o a la migración a otras regiones (su con-
frontación con otras tradiciones y formas de existencia). Para dar
cuenta de esos procesos, es necesario que el crítico se convierta en
arqueólogo, de forma que pueda identificar las capas de sentido,
los rastros dejados por esas alteraciones en el interior de ideas y
sistemas. Luego, sin embargo, debe metamoforsearse en ingeniero
y volcarse hacia los usos a que se prestan conceptos y teorías a par-
tir de su momento específico de enunciación, su aquí y ahora, pues
son esos los parámetros últimos para la averiguación, no sólo de la
validez, sino del valor de cualquier pensamiento organizado.
Concebida como algo en movimiento, la obra de Bajtín1 in-
volucra diversas coordenadas espacio-temporales; posee un crono-
1
En relación al ya clásico problema de la autoría, considero los textos de
Volosinov y Medvedev como integrantes del cluster Bajtín, un núcleo por encima
del individuo.
26 Fabio Akcelrud Durão
2
Esto puede ser verificado al compararse, por ejemplo, los libros
introductorios publicados en Brasil (Faraco, 2003; Fiorin, 2006) y en Estados
Unidos (Holquist, 2002).
28 Fabio Akcelrud Durão
3
Es interesante percibir aquí un reflejo de la división internacional del tra-
bajo, pues generalmente es el llamado primer mundo el que proporciona las tec-
nologías interpretativas, y el tercero, la materia bruta cultural para ser leída.
Monologismo de lo múltiple 31
4
La edición norteamericana del libro de Dostoievski implícitamente recono-
ce eso al añadir un apéndice explicativo con los autores y obras mencionadas en
el libro, listados alfabéticamente.
Monologismo de lo múltiple 33
5
El término es utilizado aquí en el sentido de Jameson (1981).
6
Para una descripción de la dominación por la felicidad (Durão, 2004).
36 Fabio Akcelrud Durão
7
http://faculdade.fatema.br/tema/tema45/L%EDgia%20Regina%
20Maximo%20Cavalari%20Menna.pdf
8
http://www.intercom.org.br/papers/nacionais/2006/resumos/R1821-1.pdf
9
http://www.intexto.ufrgs.br/n13/medeiros_art.html
10
http://paginas.terra.com.br/arte/PopBox/kamiquase/ensaio30.htm
11
http://www3.unisul.br/paginas/ensino/pos/linguagem/0102/20.htm
12
http://www.teses.usp.br/teses/disponiveis/8/8149/tde-05102007-145251/
13
http://www.unasp-ec.edu.br/biblioteca/tcc/arquivos-conteudo/arquivos-
indice/tcc-letras%5Ctccsimoneeestela.doc
14
Para no mencionar el aspecto compensatorio que puede estar en juego. El
sentimiento de inferioridad, común en países subdesarrollados encontraría en el
carnaval un motivo de orgullo: “tenemos eso, que ellos no tienen”.
Monologismo de lo múltiple 37
15
Fue esto lo que intenté mostrar en mi Modernism and Coherence (2008a).
Monologismo de lo múltiple 39
16
En este sentido, es interesante comparar el concepto de dialogismo con el
de campo de fuerzas (Kraftfeld) de Adorno. En relación con la dialéctica, es im-
portante no confundir la versión empobrecida practicada en la Unión Soviética
de Bajtín con la rica tradición que va de Hegel a Jameson, pasando por Marcuse,
Benjamin y Bloch, entre otros.
17
Aquello que escapa a tal esquema es permitido que exista en nichos especí-
ficos: decir lo que se quiera en internet, pero filtrar al máximo aquello que va a
la televisión abierta.
44 Fabio Akcelrud Durão
Referencias
BAKHTÍN, M. (1981). The Dialogic Imagination, in M. Holquist (ed.),
trad. C. Emerson and M. Holquist. Austin: University of Texas
Press.
___________ (1984a). Problems of Dostoevsky’s Poetics, trad. C.
Emerson. Minneapolis: Minnesota University Press.
___________ (1984b). Rabelais and His World, trad. H. Iswolsky.
Bloomington: Indiana University Press.
___________ (1990). Marxismo e Filosofia da Linguagem, trad. M.
Lahud y Y. F. Vieira. São Paulo: Huicitec.
BARROS, Diana L. P. y José Luiz Fiorin (orgs.) (1994). Dialogismos,
Polifonía, Intertextualidades. São Paulo: EDUSP.
Monologismo de lo múltiple 45
Victor Ivanovici
Universidad de Salónica
1
He aquí un caso entre muchos, en que yo mismo he tenido que enfrentarme
a aporías casi insuperables, suscitadas por “mi” Bakhtín-en-rumano. Como me
señalan amigos conocedores del ruso, el concepto de ‘slovo’, una de las claves
de la teoría bakhtiniana sobre la polifonía novelesca, reviste en la lengua meta,
en ocasiones, la forma de cuvânt [‘palabra’] y, en otras, la de discurs [‘discurso’]
(Bakhtín, 1963/1970 passim [1929]) y, por otro lado, (Bakhtín, 1982 passim
[1975]). El significado corriente del vocablo en cuestión es ‘unidad léxica’, pero
Bakhtín destaca su propia acepción de slovo, que sería el “lenguaje vivo y con-
creto, considerado en su conjunto” y opuesto a la “lengua como objeto específi-
co de la lingüística” (Bakhtín, 1963/1970 [1929]: 252). Esto da pie a pensar que
el semantismo respectivo se cubre con el de habla o hablar, según Saussure o
más bien según Coseriu, al juzgar por enunciados puntuales del lingüista rumano,
como el siguiente: “Si identificamos el hablar con el habla (Rede), todo el len-
guaje considerado como actividad concreta es habla”, etc. (Coseriu, 1962: 97)
—que, en efecto, suena muy “a lo Bakhtín”. Sin embargo, no hay más remedio
que descartar dicha versión, dado que para el concepto de ‘habla’ el ruso utiliza
el término reè’. Por su lado, discurso, parece bastante cercano al significado ‘ha-
blar’; pese a ello, tal uso no puede generalizarse como equivalente de slovo, pues
hay por lo menos una esfera conceptual —la teoría de la narración— donde, en
la lengua de salida, el lexema románico se remite obligatoriamente al famoso
sjužet [‘argumento’].
50 Victor Ivanovici
2
Más acá y más allá de ello, el autor no deja de ensalzar el “papel fecundo”
desempeñado por la doctrina respectiva, que “ha logrado plantear los problemas
más importantes de la ciencia de la literatura [...], con tanta acuidad que [...]
actualmente ya no se los puede ignorar”. Es más: Bakhtín denuncia sin contem-
placiones las prácticas de “algunos marxistas”, de “asestar al Formalismo golpes
por la espalda, sin atreverse a hacerle frente”, manifestando a la vez que toda
crítica a la Escuela Formal debería llevarse a cabo “sobre su propio terreno”
(1992: 230).
La identidad dialógica como vindicación... 51
3
Un ejemplo muy ilustrativo es el de la “lengua moldava”, instituida por
ukase tras la anexión de la provincia rumana de Besarabia al imperio soviético
(1940), con el solo objeto de marcar una supuesta diferencia profunda y radical,
que separara el moldavo del rumano “metropolitano”.
52 Victor Ivanovici
Saúl no reaccionaba del mismo modo ante otras injusticias que te-
nía al frente, acaso ni siquiera las advertía. La situación de los in-
dios de los Andes, por ejemplo —que eran varios millones en vez
de los pocos miles de Amazonia [...] [Lo que le enardecía] era sólo
aquella específica manifestación de inconsciencia, irresponsabili-
dad y crueldad humanas, la que se abatía sobre los hombres y los
árboles, los animales y los ríos de la selva [...] (Hablador: II, énfasis
mío).
56 Victor Ivanovici
4
Principalmente, según la clásica definición de Erving Goffman, la
“descualificación” del individuo estigmatizado en cuanto a su “aceptación so-
cial” (Goffman/sin., ed. electrónica).
La identidad dialógica como vindicación... 57
5
Dicho sea de paso, la distinción entre el simple diálogo y el dialogismo
(donde también interviene la heteroglosia) me parece que aporta mayor afina-
miento del corpus conceptual y terminológico bakhtiniano.
58 Victor Ivanovici
6
Las esclarecedoras definiciones de Graciela Reyes tienen su origen en las
consideraciones de Wayne Booth sobre el autor implícito o ideal (Booth, 1976
[1961]: 106-111).
7
Por razones de comodidad, atribuyo el nombre de autor empírico al actante
novelesco que se cubre con el implícito, sin desde luego pasar por alto la
distancia ontológica que los separa. El entrecomillado tiene justamente el
papel de señalarla. En el mismo orden de ideas, salvo mención expresa, utili-
zo el vocablo autor con el significado de autor implícito (a fin de evitar repeti-
ciones tediosas).
La identidad dialógica como vindicación... 59
8
Según Bakhtín, una de las formas de dialogizar la novela, de organizar su
polifonía, son los géneros interpolados que, normalmente, conservan “su elasti-
cidad estructural y su autonomía, así como su especificidad lingüística y estilísti-
ca” (Bakhtín, 1982: Discurso/181 et ss. [1975]). Tales géneros interpolados pue-
den ser tanto “literarios” (o sea pertenecientes al repertorio retórico de la literatura
ficcional), como “extraliterarios” (no homologados como tales). A mi modo de
ver, el reportaje (en cuyo molde el autor vierte su metarrelato) debe ser clasifica-
do en la segunda categoría.
60 Victor Ivanovici
greso. Unas veces acude a los ardides tan antiguos como probados
de la captatio benevolentiæ, que desconciertan al contrincante
sacándolo del contexto polémico; otras veces, a evasivas que fre-
nan su ímpetu ofensivo; otras, a maniobras diversionistas, como
por ejemplo el apocarse para sacar fuerzas de flaquezas. Véase,
respectivamente: “Caracho, ya me solté otra vez. Hablemos de
Sartre, anda”; “Te tengo que pedir disculpas […] He hablado
como una cotorra y no te dejé abrir la boca. Ni siquiera has po-
dido contarme tus planes para Europa”; “No creas que los idea-
lizo. Para nada”; y, por último: “De repente ser medio judío y
medio monstruo me ha hecho más sensible que un hombre tan
espantosamente normal como tú a la suerte de los selváticos”;
“Bueno, un judío está mejor preparado que otros para defender
el derecho de las culturas minoritarias a existir […] Después de
todo, como dice mi viejo, el problema de los boras, de los
shapras, de los piros, es nuestro problema hace tres mil años”
(Hablador: II; IV).
A consecuencia de esto, el antagonista comienza a claudicar
y a transigir. En concreto, vemos al autor actual tomar sus dis-
tancias para con el que fuera entonces (aprovechando justamen-
te el desfase entre su imagen, desplegada diacrónicamente, y su
voz, que se ciñe a una etapa determinada del relato):
9
Tránsito que, para llegar a su término, también debe (como ya he dicho)
incorporar el factor heteroglósico.
La identidad dialógica como vindicación... 61
[los habladores] Son una prueba palpable de que contar historias pue-
de ser algo más que una mera diversión […] Algo primordial, algo de
lo que depende la existencia misma de un pueblo. Uno no siempre
sabe por qué lo conmueven las cosas, Mascarita. Te tocan una fibra
secreta y ya está (Hablador: IV).
10
En el mismo sentido va su diatriba contra los gringos del Instituto Lingüís-
tico de Verano, salvedad hecha del tono que, de condescendiente y burlón para
con el amigo, se vuelve vehemente al tratarse de quienes “se incrustan en las
tribus para destruirlas desde adentro, igualito que los piques” (Hablador: IV).
La identidad dialógica como vindicación... 63
11
Lo aseguran críticos que han rehecho el recorrido documental del autor
(empírico) (Volek, loc. cit.).
64 Victor Ivanovici
4. La identidad dialógica
12
Según los Formalistas (Eikhenbaum, Vinogradov y otros) y según Bakhtín
mismo, el skaz (< skazat’ = ‘decir’) significa la simulación de una comunicación
directa entre el narrador y su destinatario, prescindiendo de la escritura; significa
a la vez las estrategias utilizadas para trasponer tal performance narrativa oral en
la literatura escrita, no sólo como procedimiento sino también como modalidad
de identificación estilística.
La identidad dialógica como vindicación... 65
13
Para la imagen de Mascarita hay que remitirse, naturalmente, al metarrelato.
66 Victor Ivanovici
14
Mi terminología remeda ex professo las locuciones source language (‘len-
gua-fuente’) y target language (‘lengua-meta’), utilizadas en teoría de la traduc-
ción.
La identidad dialógica como vindicación... 67
15
Aludo a la taxonomía antitética souciers versus ciblistes, propuesta por el
teórico francés Jean-René Ladmiral (1986).
68 Victor Ivanovici
16
Véase la escena en que un borracho pretende impedirle la entrada en una
cantina, increpándole: “Con esa cara, no debías salir a la calle, asustas a la gen-
te” (Hablador: II).
17
Las tribus amazónicas suelen exterminar a los anómalos de nacimiento: “Yo
no hubiera pasado el examen, compadre. A mí me hubieran liquidado” (Habla-
dor: II).
18
La persona, según Jung, es “un complejo funcional que cobra existencia
por razones de adaptación”, y por tanto “cumple con los requerimientos y se
ajusta a las opiniones de la sociedad” (1971: 465).
La identidad dialógica como vindicación... 69
[...] lo llamo con una palabra que inventé para él. Un ruido de loros,
pues [...] Él lo aprendió y lo repite muy bien: Mas-ca-ri-ta, Mas-ca-
ri-ta, Mas-ca-ri-ta... (ibid., énfasis mío).
19
Recordemos que este aspecto, que Bakhtín no desarrolla explícitamente,
puede sin embargo inferirse al cotejar su teoría con la del pensador rumano Virgil
Nemoianu.
72 Victor Ivanovici
puede, sin embargo, inferirse al cotejar su teoría con la del pensador rumano
Virgil Nemoianu.
La identidad dialógica como vindicación... 73
Referencias
Edición
VARGAS LLOSA, (1987). El hablador. Barcelona: Seix Barral (col. Bi-
blioteca Breve). [Hablador: + capítulo* ].
Referencias teóricas, críticas y otras
BAKHTÍN, M. (1963 [1929]). Problemy poetiki Dostojevskogo [Proble-
mas de la poética de Dostoievski], trad rum. de S. Recevschi.
Bucarest: Ediciones Univers.
___________ (1974 [1965]). Tvorestvo Fransua Rable i narodnaja
kul’tura srednevekov’ja i Renesansa [La obra de François Rabelais
y la cultura popular durante la Edad Media y el Renacimiento],
trad. rum. de S. Recevschi. Bucarest: Ediciones Univers.
___________ (1982 [1975]). Voprosy literatury i estetiki [Cuestiones
de literatura y estética], trad. rum. de Nicolae Iliescu. Bucarest:
Ediciones Univers.
___________ (1982 [1975]). Slovo v romane [El discurso en la novela].
___________ (1992 [1928]). Formal’nyj metod v literaturnovedennii.
Kritieskoje vvedenije v sociologieskuju poetiki [El método for-
mal en la ciencia de la literatura. Introducción crítica a la poética
sociológica], trad. rumana y prólogo de Paul Magheru. Bucarest:
Ediciones Univers.
___________ y Vladimir Piskunov (1979). “Despre estetica
cuvîntului” [Sobre la estética de la palabra (‘¿discurso?)’].
BOOTH, Wayne (1976 [1961]). The Rhetoric of Fiction, trad. rum. de
Alina Clej y ª tefan Stoenescu. ediciones Univers, Bucarest: Edi-
ciones Univers.
*
Señalado con números romanos.
74 Victor Ivanovici
1
En adelante las citas de la novela irán en el cuerpo del texto con su página
respectiva entre paréntesis.
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz 83
2
Para Carpentier, la proporción es una de las formas particulares de lo ma-
ravilloso americano, según el prólogo de El reino de este mundo: “lo maravilloso
comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada altera-
ción de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de
una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas ri-
quezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la reali-
dad” (1989: 15).
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz 85
riores sobre ese nuevo mundo, las fuentes culturales de las re-
presentaciones, y con los relatos fundamentales de la cultura
occidental-europea sobre sí misma. Hay una sola voz, la del
narrador-personaje, pero en ella resuenan múltiples relatos, re-
presentaciones ya codificadas (no individuales sino culturales).
Los pasos perdidos resulta ser así una summa cultural sobre el
modo en que América ha sido percibida, y una reconsideración
de los relatos más importantes de la cultura occidental sobre sí
misma, entre ellos la Biblia y la Odisea.
El primer capítulo de la novela (de los seis que contiene) se
abre con una cita del Deuteronomio. La Biblia, el gran relato de
la cultura occidental, el de sus orígenes, sirve de obertura: “Y
tus cielos que están sobre tu cabeza serán de metal; y la tierra
que está debajo de ti, de hierro. Y palparás al mediodía, como
palpa el ciego en la oscuridad”. La cita recoge una amenaza de
lo que les espera a los que no cumplan los mandamientos de la
ley de Dios: la oscuridad, la muerte. El recuerdo de esa amena-
za preside Los pasos perdidos. Pero, asimismo, el Deuteronomio
es un relato de los orígenes, de la fundación de una nueva socie-
dad a partir del pacto con Dios y de las leyes que deben regir a
fin de que el hombre se llene de bendiciones. La Biblia es, igual-
mente, el inicio de la escritura, el primer libro para la cultura
occidental cristiana.
El otro gran relato es la Odisea, libro de viajes como el que
estamos leyendo. El protagonista de Los pasos perdidos se per-
cibe a sí mismo, a veces como un conquistador, otras como un
Ulises arrostrando pruebas y dificultades en la búsqueda del ca-
mino que le lleve de regreso a las raíces de la autenticidad. Sólo
que ni él es Ulises, ni Rosario es Penélope.
La forma de la narración en Los pasos perdidos responde a
esa exterioridad que mencionábamos: el narrador se traslada
desde una capital moderna, occidental (Nueva York) a un país
sudamericano; de allí viaja a la selva más recóndita en un viaje
que se percibe como de regreso a los orígenes del hombre y de
la música. El viaje es un ir desgajándose de los valores de la
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz 89
3
El epígrafe que precede al segundo capítulo de Los pasos perdidos es de la
obra de Shelley que lleva el mismo título que la cantata que pretende componer
el protagonista: “Ha! I scent life!”, “Puedo oler la vida”. El capítulo comienza
con la llegada del narrador y Mouche a la “gran ciudad tropical”. Es el comienzo
del viaje, y el comienzo de la recuperación de la vida: “[…] pienso que aún no
me he acostumbrado a la idea de hallarme tan lejos de mis caminos acostumbra-
dos. Y a la vez hay como una luz recobrada, un olor a espartillo caliente, a un
agua de mar que el cielo parece calar en profundidad, llegando a lo más profun-
do […] Al amanecer, cuando volábamos entre nubes sucias, estaba arrepentido
de haber emprendido el viaje […] Me sentía preso, secuestrado, cómplice de
algo execrable […] Pero ahora, una rara voluptuosidad adormece mis sentidos”
(1980: 43-44).
90 Begoña Pulido Herráez
Todos los relatos que pone a dialogar Los pasos perdidos es-
tán elaborados en el centro de la cultura occidental, por ello, más
que referirse a su aparente objeto de la representación: la auten-
ticidad americana, la novela resulta ser un balance de la cultura
que produce tales discursos, y una summa del complejo diálogo
que América Latina ha ido construyendo desde la Colonia alre-
dedor de sus herencias e identidades.
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz 95
4
Algunas de las ideas que se incluyen en este temprano trabajo, escrito cuan-
do Asturias vive todavía en Guatemala, son de raíz positivista y las podemos
encontrar “casi tal cual” en diversas obras del siglo XIX latinoamericano: en el
Facundo de Sarmiento (referido al gaucho, no al indio), en la novela ya mencio-
nada de Clorinda Matto de Turner, Aves sin nido, o en La charca, del puertorri-
queño Manuel Zeno Gandía. Dice Asturias: “El indio no pudo, ni ha podido, ni
podrá incorporarse de un golpe a la cultura avanzada que tiene la minoría. Su
situación es la de un niño que de la noche a la mañana se hubiese tornado adulto
Entre Los pasos perdidos y Hombres de maíz 97
que había para desterrar este atraso era la reforma agraria (el
cambio en el régimen de la tierra), la educación y como corola-
rio la aculturación: dejar de ser indio. En Francia, Asturias des-
cubre no tanto al indígena presente y vivo, que sólo podía ser
percibido bajo condiciones de explotación y sometimiento, sino
al mítico, al que surge de los textos que, aunque elaborados du-
rante la Colonia, hablan del origen y la cosmovisión de los pue-
blos prehispánicos: el Popol Vuh (o El libro del consejo) y los
Anales de los Xahil. Estudia antropología en La Sorbona junto
con George Raynaud y contribuye a la traducción de los textos.
Su conocimiento de las culturas prehispánicas es por tanto un
conocimiento letrado, no vivo, como sucedió en general con los
ladinos de Guatemala, que aun cuando compartían país, espa-
cio, con los indígenas, desconocían (y despreciaban también) su
cultura. La perspectiva que predominaba era la que expresa el
novelista en su tesis como abogado. Asturias rescata en buena
medida una cultura muerta, la que ha dejado testimonio en los
libros, y es mediante el proceso de mitificación que encontra-
mos en sus ficciones como las va a convertir en algo vivo para
historia (en una cierta filosofía, por supuesto) parecía seguir una
línea progresiva y ascendente, el mito reaparece cíclicamente
repitiendo las mismas luchas ancestrales. La combinación entre
mito e historia resulta ser así en América Latina una solución
artística al conflicto entre la tradición y la modernidad, deri-
vado de la imposibilidad de haber dado forma a una idea pro-
gresiva de la historia. La influencia del mito en Asturias afec-
ta al lenguaje novelesco, a la cosmovisión o pensar de los
personajes, y a la composición (el modo de elaboración y
estructuración de los capítulos, la forma del tiempo, el espa-
cio y los personajes).
En la novela el tiempo combina las formas cíclicas del mito
con las lineales del tiempo histórico. Los capítulos están colo-
cados sucesivamente pero las acciones no siguen una cronolo-
gía o una causalidad. Especialmente los dos últimos capítulos:
“María Tecún” y “Correo-Coyote” (este último el más largo de
todos, abarca casi la mitad de la obra) pueden parecer desliga-
dos del resto, las conexiones son más indirectas, aun cuando
existen. Los protagonistas (Goyo Yic y don Nicho, el Correo-
Coyote) aparecen en un principio más cercanos a un pensar mí-
tico; ambos tienen por ejemplo sus nahuales, pero paulatinamen-
te se van ladinizando a medida que entran en relación con un
mundo mercantilizado (Goyo Yic se convierte en vendedor am-
bulante y Correo-Coyote termina regentando un hotel en la cos-
ta). Estos dos capítulos se desarrollan en un espacio menos indí-
gena, en una aldea como Pisigüilito, en un pueblo como San
Miguel de Acatlán, o en la propia capital. “Correo-Coyote” tie-
ne otro protagonista, además de don Nicho, que es el arriero
Hilario Sacayón. Acompañándolo por sus derroteros entre San
Miguel y la capital entramos en contacto con el mundo y el ha-
bla campesina-mestiza. Hilario es un cuentero, y por él sabemos
de leyendas, chistes y diálogos picarescos y costumbristas. La
vieja lucha parece haberse perdido en una realidad de aparien-
cia más comunitaria-occidental y menos tribal; pero quizá es
sólo una apariencia, como en la muerte del cacique de Ilóm, pues
102 Begoña Pulido Herráez
Uno cree inventar muchas veces lo que otros han olvidado. Cuando
uno cuenta lo que ya no se cuenta, dice uno, yo lo inventé, es mío.
Pero lo que uno efectivamente está haciendo es recordar: vos recor-
daste en tu borrachera lo que la memoria de tus antepasados dejó en
tu sangre.
La vida más allá de los cerros que se juntan es tan real como cual-
quier otra vida. No son muchos, sin embargo, los que han logrado ir
más allá de la tiniebla subterránea, hasta las grutas luminosas, sobre-
pasando los campos de minerales amarillos, enigmáticos, fosfores-
centes, de minerales arcoíris fijo, verdes fríos inmóviles, jades azu-
les, jades naranjas, jades índigos, y plantas de sonámbula majestad
acuática. Y los que han logrado ir más allá de la tiniebla subterránea,
al volver cuentan que no han visto nada, callan cohibidos dejando
entender que saben los secretos del mundo que está oculto bajo los
cerros (1981: 215).
5
Dante Liano (loc. cit) ha hablado de dos registros narrativos en la obra:
“Un registro, al que llamaremos ‘registro de narración lírica’, está lleno de recur-
sos literarios (paralelismos de clara fundación popol-vúhica, reiteraciones obse-
sivas, enumeraciones cervantinas), de ritmo lingüístico que en la suma de
aliteraciones e iteraciones fónicas conforman un ambiente óptico, todo dentro de
una temática de índole estrictamente onírica […] En el ‘registro de narración
realista’ el estilo es el llamado tradicional, esto es, basado en la descripción y en
el diálogo, sin saltos temporales bruscos, sin mayor derroche de recursos litera-
rios. Es fuertemente diferente al primer registro”. El primero se emplearía según
Liano para expresar el mundo maya, y el segundo expresaría el mundo ladino.
Quizás habría que añadir que el primer registro impera en el comienzo de la obra
(todo el primer capítulo) pero va siendo absorbido por el segundo, que predomina
casi totalmente en los siguientes capítulos. Este segundo va absorbiendo aspec-
tos estilísticos de la cultura popular de raíz hispana. Los protagonistas de estos
capítulos no son propiamente indígenas, quizá tampoco son ladinos, sino indíge-
nas “campesinizados” y por tanto ladinizados, como el arriero Hilario, o el pro-
pio Goyo Yic, que participan de una cultura híbrida, con rasgos de las dos origi-
nales, y se expresan en un lenguaje “popular”, no letrado, tampoco indígena.
108 Begoña Pulido Herráez
Así decían los indios más viejos, con el movimiento senil de sus ca-
bezas bajo las avispas. O bien decían, sin perder su compás de viejos:
Antes que la primera cuerda de maguey fuera trenzada se trenzaron el
pelo las mujeres. O bien: Antes que hombre y mujer se entrelazaran
por delante hubo los que se entrelazaron del otro lado de la faz. O: El
Avilantaro arrancó los aretes de oro de las orejas de los señores. Los
señores gimieron ante la brutalidad” (1981: 18).
6
Situación similar sucede en Brasil en la zona de los sertones, como recono-
ció Mario Vargas Llosa en La guerra del fin del mundo.
114 Begoña Pulido Herráez
Referencias
1
Corpus en el que pueden practicarse cortes cronológicos o tipologías des-
de diferentes criterios, más o menos fundamentados. Para comenzar el proyecto
mencionado seleccionamos doce novelas publicadas a partir de 1995. Por dife-
rentes razones, ese año marca una inflexión que se conecta con otras instancias
políticas del discurso sobre la dictadura (ley de indulto, discurso de los arrepen-
tidos, etc.) y que repercuten en novelas clave como Villa de Luis Gusmán.
Las cronotopías literarias... 121
2
Citamos “Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela. Ensayos
sobre poética histórica”. Teoría y estética de la novela (1989 [1936-1937]).
3
Citamos “La novela de educación y su importancia en la historia del realis-
mo” [s/f]. Estética de la creación verbal (1982).
124 Pampa Olga Arán
4
He presentado un trabajo sobre este concepto tan elusivo como enigmático
de cronotopo real en el VII Congreso Nacional y II Congreso Internacional de la
Asociación Argentina
Las cronotopías literarias... 127
mente icónica.5 Por eso Bajtín dirá que es una forma semiótica,
es decir un signo en su más pura materialidad significativa que
hace comprensible aun el pensamiento más abstracto “[…] la
entrada completa en la esfera de los sentidos solo se efectúa a
través de la puerta de los cronotopos” (1989: 408).
En las “Observaciones finales” que se agregaron tardíamente
(1973), al ensayo “Formas del tiempo” (1989 [1936-1937]) se
añade someramente la consideración de los cronotopos del au-
tor y del lector como aspectos de la dialogización semántica in-
herentes a la obra literaria en el Gran Tiempo y no solamente
referidos al mundo representado dentro de la novela que es su
acepción dialógica primera. Cabe decir que el autor tanto como
el lector, forman parte del universo productor de sentido de la
obra en su devenir histórico, temporalizado, pero deben ser con-
siderados como instancias diferenciadas del universo textual, en
una frontera, susceptible de ser analizada en sus implicancias,
pero que no puede dejar de ser reconocida. Nunca hay, en estos
escuetos apuntes, una clara conceptualización del autor/lector
como estrategia interna al texto que sostiene el acto narrativo y
se vincula tangencialmente con los referentes empíricos, pero sí
existe la intención de mostrar que habitan en contextos diferen-
tes que están in-tensamente dialogizados, en esa dialéctica
intersubjetiva sin clausura que es como se comprende mejor la
idea del dialogismo.
Si bien a Bajtín no le interesa en este caso la profundización
del vínculo de la cronotopía textual con el autor creador (como
5
Icono: “Cualquier cosa, sea lo que fuere, cualidad, individuo existente o
ley, es un Icono de cualquier otra cosa en la medida en que es como esa cosa y en
que es usado como signo de ella” (Peirce, 1974: 30). En elaboraciones posterio-
res (contenidas en La semiosis social, cuya primera edición data de 1987), Verón
retoma la tricotomía semiótica propuesta por Peirce (símbolo / ícono / índice),
pero afirmando que no se trata ya más de “tipos de signos”, sino de “niveles de
funcionamiento” de la semiosis, que operan simultáneamente en cualquier “pa-
quete textual” de materia significante (Verón, 1998: 140-150). Lo utilizamos en
este sentido.
Las cronotopías literarias... 131
6
Bajtín quiere evitar la importancia dada por la historia literaria al
biografismo como determinación de cualquier índole para la interpretación de la
obra. El autor real debe siempre luchar con su tentación de intervenir en el mun-
do creado, pues es el creador y está presente siempre, pero no como imagen re-
presentada, en cualquier elemento de la obra (1990 [1920-1924]). En la novela
hay siempre una palabra enmascarada o palabra bivocal en tanto conciencia crea-
dora y, lo mismo que sucede en cualquier enunciado lingüístico, el yo del enun-
ciado no es el mismo que el de la enunciación, aun en el caso de una posición
autobiográfica (1989).
132 Pampa Olga Arán
7
Los ejemplos son aleatorios y tienen finalidad didáctica, no responden a
ninguna novela o corpus en particular.
Las cronotopías literarias... 135
Referencias
Corpus inicial
Mirian Pino
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Introducción
1
Recomiendo, para revisar este aspecto, la lectura de las cartas de Néstor
Perlongher enviadas a Osvaldo Baigorria, que aparecieron con el título de Néstor
Perlongher. Un barroco de trinchera (2006).
2
La lectura barroca es una actividad en volumen, tal como la aborda Nicolás
Rosa en el capítulo “Lecturas impropias”, en La lengua del ausente (1997).
144 Mirian Pino
3
Adopto el término de las reflexiones de Gilles Deleuze en Leibniz y el ba-
rroco (1989) en las cuales el par pliegue y despliegue se caracterizan por su con-
tinuidad infinita. En este sentido, me parece sugerente la figura, adoptada por
Deleuze, del origami como arte de pliegue sobre papel y los efectos del movi-
miento radial en la lectura. El procedimiento es primordial para entender el
neobarroco en América Latina y sus posibilidades de cruce con la carnavalización
en el texto de Espina.
4
Tal como se consigna en la bibliografía de Bajtín, coloco las fechas de las
ediciones que he consultado para este artículo.
5
El texto cuya edición en castellano data de 1997 contiene las reflexiones
bajtinianas de la década de 1920.
6
Todas las citas de El cutis patrio (2006) que haré en este estudio corres-
ponden a la que aparece en las referencias al final del texto.
El cutis patrio de Eduardo Espina... 145
7
La fábula de identidad nacional supone un conjunto de prácticas
cohesionadas a través de la unidad de lengua y pueblo creador; canal de los mi-
tos patrios el territorio y sus habitantes son significados a través de esta unidad
que se logra mediante fuertes lazos identitarios. La comunidad imaginada, en
términos de A. Giddens, implica la presencia de la nación y el territorio junto
con la religión como dispositivos de cohesión de los ciudadanos. Asimismo, es
lo que permite determinar la existencia de argentinidad, uruguayidad, etc. No es
casual que el autor haya escrito el ensayo Historia universal del Uruguay (1998),
texto que significa una reflexión en torno a esta problemática.
8
Un ejemplo de operaciones que desmontan un territorio único, como así
también la “unidad de lengua” lo podemos encontrar en la poética chicana; un
ejemplo revelador es Borderlands/La frontera (1987) de Gloria Anzaldúa.
9
La investigadora Julia Duelli de la Universidad Nacional de Córdoba se ha
dedicado al tema del neobarroco como poética de resistencia en Cristina Peri
Rossi, en su tesis de licenciatura defendida en la Escuela de Letras de la Facultad
de Filosofía, UNC (2005).
146 Mirian Pino
10
Octavio Martínez estudió la relación de lo que denomina “crónica colisa”
en doce textos de Pedro Lemebel. En su tesis, defendida en la Escuela de Letras
de la Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC (2007), desarrolla la hipótesis
sugerente de una doble marginalidad de género y su articulación poética
neobarroca como correa de transmisión de esa problemática.
El cutis patrio de Eduardo Espina... 147
11
Iris Zavala se ha referido a las posibles articulaciones de la teoría bajtiniana
con las propuestas de Jacques Lacan en lo tocante al otro como categoría
epistémica y la importancia del lenguaje como dimensión fundante en el sujeto
(1997: 181-224).
El cutis patrio de Eduardo Espina... 149
12
Esta categoría desarrollada de manera esclarecedora por Ángel Rama a par-
tir del discurso literario puede ser leída a la luz de la dialogía bajtiniana en cuan-
to al carácter polémico que se inscribe en ella por efecto de los contactos cultu-
rales. Éstos implican asumir, desde América Latina, críticamente, la “palabra
ajena”.
13
El texto está precedido de un tramo del frontispicio Adonis y Cupido de
este pintor renacentista. El injerto pictórico anticipa ya las aventuras a través del
claroscuro del texto que los lectores atravesaremos.
150 Mirian Pino
14
El exilio político y su relación con la escritura que Adorno plantea en la
segunda parte, “Tras el espejo”, de Mínima moralia, encuentra en la poética del
autor uruguayo un buen ejemplo para matizar la relación entre identidad, la con-
dición de ciudadano americano y la escritura. Es este sentido, sostengo que esta
perspectiva es llevada a cabo por los continuos plegados barrocos del Sur.
El cutis patrio de Eduardo Espina... 151
15
Nicolás Rosa expresa, a través de Deleuze: “Si bien es cierto que la genea-
logía no se confunde con la cronología, las lecturas genealógicas implican la bús-
queda del texto fuente, […], la proliferación del tronco en ramas, funda una ge-
nealogía descentrada, rizomáticas, espléndida en la iridiscencia de sus fibrillas y
en porosidad de sus rizomas, una verdadera lectura botánica […]” (1997: 74).
El cutis patrio de Eduardo Espina... 153
16
Utilizo este término en el mismo sentido que transculturación, es decir,
como regulador de la economía de la tensión en el discurso que las palabras
atraen.
154 Mirian Pino
17
Deleuze (1989) opera de esta forma a través de “plica”, “ex”/”plica”.
18
Néstor Perlongher (1997: 94) propone el término desujetamiento para esta
dispersión del yo lírico.
El cutis patrio de Eduardo Espina... 155
19
Expresa Sarduy: “[…] la anamorfosis, […], se presenta como una opaci-
dad inicial y reconstituye, en el desplazamiento del sujeto que implica, la trayec-
toria mental de la alegoría, que se capta cuando el pensamiento abandona, la
perspectiva directa, frontal, para situarse oblicuamente con relación al texto, como
ya lo sugería Galileo” (1972: 67).
156 Mirian Pino
20
Nótese la relación de esta perspectiva en la poética de Espina, próxima a la
dialogía bajtiniana.
El cutis patrio de Eduardo Espina... 157
terna del texto. Al menos son cuatro los poemas donde es posi-
ble registrar la apelación y la presencia del lector: “Las trenzas
entretenidas”, “Diana de los aconteceres”, “Lectores de este poe-
ma” y “Homenaje a la mano de los demás”. En el primer poema
recientemente mencionado leemos: “Y los lectores, asno ilustre
a su trébol, / pisan la trampa a un tris del padrastro. / El mapa
empantana pátinas para no ir, / pero aquí, albedrío de épocas
cautivas, / cunde oída la quietud, tatuada estatura […]” (2006,
LTE: 22). La cadena fónica que se establece a través de la forma
infinitiva del verbo (no ir se escucha como no oír) y la participia
(oída) busca en la sonoridad la ocurrencia a los lectores atrapa-
dos en la búsqueda de los sentidos a partir de las genealogías:
mapa empantana. En el segundo poema citado la voz expresa:
“Leen lo que pueden” (2006, LEP: 63). En este sentido, podría
pensarse que si la función escópica se interroga a partir de qué
veo cuando digo que veo, en estos versos podríamos, por exten-
sión, interrogarnos acerca de qué escucho cuando digo que es-
cucho. Nicolás Rosa asegura que:
3. La cultura de la risa
Sanchan ladro
Eduardo Espina
hace con mala leche (un libro que pudiera ser total)”, “La duda
de los poros dura poco (Esta vez el país estuvo, ésta también)”,
“Poesía (también) eres tú”, “Poema con final feliz (dicen que
comieron perdices)”, “Elogio del pez espada (en inglés es
swordfish)”, etc.
Los diversos registros de lengua desintegran el sentido úni-
co; el arco de la potencia sobre el material pre existente es va-
riado: diluye el mito griego del tiempo, instala la otra versión de
las figuras heroicas, de autores consagrados, arremete con los
lugares comunes como las muletillas coloquiales (mala leche),
reescribe poemas canónicos del romanticismo español al injer-
tar el paréntesis en medio del enunciado y la burla que elige
como blanco a la forma poética becqueriana y la rima conso-
nántica, al expresar que: “hipo rima con periplo” (2006: 81).
Asimismo, potencia la risa a través de la traducción término a
término, etc., o tuerce esta relación como el epígrafe que prece-
de este apartado, donde modifica el pasaje cervantino “Ladran
Sancho, señal que cabalgamos” por “sanchan ladro”. Estas for-
mas de entablar el diálogo con la tradición cultural propone tam-
bién fuertes operaciones transculturadas si pensamos en el filó-
sofo Wittgenstein y su deambular por nuestro Sur: “Quietud de
cuanto después aparecía / al pasar del azar a la razón siguiente /
Es él, a leer en los lirios la duración. / Va de la lavanda a la
banda oriental […]” (2006, Vejez de Wittgenstein: 198). Desde
esta perspectiva, la atracción por las diversas formas de injerto
forman también parte del yo, situado en el umbral de la ausen-
cia/presencia, un trabajo que deriva hacia las formas de leer la
tradición cultural, los lenguajes sociales en una operación de
constante interlectura que destituye sentidos consagrados. En
otros, como “Personajes populares (¿Qué dedo es el gordo del
pie?” la risa modula hacia el absurdo ya que al uso cotidiano
del nombre del dedo se le injerta la forma verbal y la pregunta
retórica para que el verso devenga en absurdo. La convivencia
de los diversos tonos en ECP quiebra la grandilocuencia, ya que
temas o motivos de la épica histórica son mirados a través de un
160 Mirian Pino
Conclusión
[…] yo me miro a mí mismo con los ojos del mundo.
Bajtín
Referencias
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162 Mirian Pino
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critos. España: Anthropos.
Dialogismo y textos historiográficos... 163
*
Los temas abordados en este artículo tienen un desarrollo más amplio en
mi libro Árbol de historias. Historia y literatura en Severo Martínez y Luis
Cardoza y Aragón. Antigua, Guatemala: Ediciones del Pensativo/ICSyH-BUAP
[en prensa].
1
En este apartado, el objeto de atención de Bajtín es el texto como enun-
ciado.
164 Ana Lorena Carrillo
2
Mariátegui elabora un ejemplar modelo de interpretación histórico-social
de su país en el que se inserta integralmente la crítica de la cultura, la literatura y
la historiografía literaria en el Perú.
Dialogismo y textos historiográficos... 167
3
Cornejo Polar, Antonio (1982; 1989; 1994), y otros estudios más de su
amplia bibliografía; la mayor parte publicada entre 1975 y 1995. El concepto de
heterogeneidad, definido en torno a la literatura indigenista da cuenta de “la ín-
dole plural, heteróclita y conflictiva” de dicha literatura, en la que convergen en
un solo espacio textual, dos sistemas socioculturales diversos.
4
El crítico uruguayo Ángel Rama reelaboró el concepto de transculturación
introducido por Fernando Ortiz a partir de lo que llamó transculturación narra-
tiva en los procesos literarios latinoamericanos. El concepto de transculturación
introducido por Fernando Ortiz para significar el carácter heterogéneo de la so-
ciedad y la cultura cubana y, principalmente, la naturaleza de las relaciones entre
las diferentes culturas que la componen, demostró capacidad heurística para cap-
tar las relaciones de interpenetración e intercambio en culturas que entran en
contacto, resultado de las cuales surge una realidad cultural inédita y diferente a
las que le dieron origen.
5
Lienhard, Martín (2003). Lienhard usa el concepto de alternativa para la
literatura propia de sociedades de matriz colonial, en las cuales las prácticas cul-
turales se eligen dependiendo de las relaciones de poder que reproducen las con-
diciones y situaciones de encuentro étnico-social.
6
Pratt, Mary Louise (1997). Pratt utiliza el concepto de contacto para litera-
turas y zonas cuyas sociedades presentan copresencia, interacción, trabazón de
comprensión y prácticas entre culturas en el contexto de relaciones de poder
asimétricas de tipo colonial. Aunque no significante de realidades específicamente
latinoamericanas, sino coloniales en general, el concepto pertenece al campo de
la reflexión latinoamericanista sobre cultura, literatura y relaciones inter-
culturales.
168 Ana Lorena Carrillo
7
Especialmente en Cornejo Polar (2003).
Dialogismo y textos historiográficos... 169
8
Aunque Guatemala, las líneas de su mano fue escrita como una síntesis
histórica, se inscribe en un proyecto más amplio cuya intención fue ilustrar la
situación de Guatemala a la luz de los acontecimientos de 1954 que dieron fin a
la revolución democrática de 1944. De este modo, la obra queda estrechamente
vinculada a La Revolución Guatemalteca, obra paralela de Cardoza y Aragón
publicada casi simultáneamente a la primera, en la que trata en detalle lo aconte-
cido en los diez años transcurridos entre una y otra fecha. (Cardoza y Aragón,
1955).
174 Ana Lorena Carrillo
9
Spiegel reconoce la afinidad de su planteamiento con la premisa de Bajtín
según la cual forma y contenido son indisociables y con la del discurso verbal
como fenómeno social (1994: 158). No obstante, es reacia a reconocer en el as-
pecto formal del texto señales de lo que considera sólo puede encontrar en el
contexto histórico-social extra textual. Por ejemplo, considera que el contexto
político-social del texto que estudia está del todo ausente en él y prefiere enton-
ces buscarlo únicamente en los datos históricos extratextuales. En la premisa de
Bajtín, lo social del discurso no sólo señala hacia el contexto de éste, sino tam-
bién hacia su interior.
Dialogismo y textos historiográficos... 177
10
Perus (loc. cit.). Esta idea de los cortes verticales ilustra gráficamente el
sentido de tradición y también de serie literaria que Hans Robert Jauss proponía
en su conocida conferencia en la que fundamenta su teoría y estética de la recep-
ción (1987: 55-58).
178 Ana Lorena Carrillo
Referencias
Françoise Perus
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Existe sin duda —¿o existió?— una moda Bajtín que, como cual-
quier otra, no está exenta de excesos. Éstos conducen por lo ge-
neral al estancamiento y al desgaste de los aspectos más
novedosos y creativos de la propuesta original. En el ámbito de
la literatura y la crítica literaria latinoamericanas, esta moda y
no pocas imitaciones irreflexivas han conducido a la aplicación
indiscriminada de las categorías más llamativas elaboradas por
el teórico y crítico ruso a partir del examen de otras literaturas,
las europeas particularmente. Así, en la literatura latinoameri-
cana casi todo se volvió de pronto carnavalesco o polifónico,
por el sólo hecho de presentar una diversidad de lenguajes y pun-
tos de vista confrontados en el espacio de la ficción, con pres-
cindencia de un narrador en tercera persona que impusiera su
propia concepción del mundo narrado, de la forma de los perso-
najes, de las relaciones de éstos entre sí y de la correspondencia
supuesta entre el mundo narrado y la realidad extratextual. La
conversión de categorías analíticas sumamente complejas e
interrelacionadas entre sí en simples adjetivos adosados a unos
182 Françoise Perus
1
La lectura atenta de este texto de Bajtín resulta imprescindible para la pun-
tualización de varios de los problemas abordados aquí, en forma necesariamente
sucinta y orientada hacia una reflexión particular: la de las posibilidades e impo-
sibilidades del dialogismo y su figuración en relación con textos literarios lati-
noamericanos.
Posibilidades e imposibilidades del dialogismo... 189
2
La idea de una “excepcionalidad” deriva necesariamente hacia cuestiones
de esencia, y desemboca, asimismo, en una problemática identitaria que cierra y
estanca las posibilidades de desarrollo de diálogos fecundos, tanto dentro del
ámbito latinoamericano, como de este mismo ámbito con el resto del mundo.
Ambas formas de diálogo no son, desde luego, independientes la una de la otra,
sino que se hallan interrelacionadas. Implican, sin embargo, la adopción de una
“perspectiva”, a la vez histórica y teórica, que centre la problemática del
dialogismo desde este espacio-tiempo particular, al cual hechos históricos y sus
muy diversas consideraciones han venido configurando como América Latina.
La globalización no es una pantalla virtual, ante la cual cada quien pudiera insta-
larse desde un no lugar, para dedicarse a pepenar y revolver “información” a su
antojo. Bajo esa designación engañosa, se operan descentramientos históricos
sumamente
Posibilidades e imposibilidades del dialogismo... 197
3
La formulación es del propio Bajtín.
204 Françoise Perus
4
En el análisis que sigue del cuento de Rulfo, utilizo un trabajo previo mu-
cho más desarrollado, inédito aún, por formar parte del volumen que estoy
preparando acerca
206 Françoise Perus
5
Acerca de esta caracterización de la forma de la enunciación del narrador
en tercera persona y su identificación con Camilo, el cantinero, no puedo exten-
derme aquí, por falta de espacio. Sin embargo, me parece necesario introducir
aquí una distinción necesaria entre la noción bajtiniana de género discursivo,
definida en términos del intercambio social-verbal, y la actividad psíquica que
le subyace —en este caso la remembranza—, acerca de la cual Bajtín dice en
realidad muy poco. En el cuento de Rulfo, los dos narradores rememoran, vale
decir que traen la vivencia pasada al presente de la enunciación, abriéndola, o
no, a nuevas significaciones posibles. Los géneros discursivos a los cuales acu-
den son, sin duda, distintos, pero su diferenciación y el valor de su contraposi-
ción en la composición artística del cuento, no se entiende plenamente sino por
referencia a la actividad rememorativa. Esta distinción necesaria guarda estrecha
relación con la constitución de las voces-conciencias, no como ideólogos, sino
como modalidades de la percepción sensible que moldea la conciencia, no sin
entrar en conflicto —al menos en el presente caso— con las ideas. En otros cuen-
tos de Rulfo, esta relación entre percepción sensible e ideas se presenta de mane-
ra distinta. Por falta de espacio no me puedo extender aquí sobre este problema,
que con todo considero necesario destacar para la valoración de los aportes de
Rulfo, y su deslinde con la polifonía dostoievskiana.
208 Françoise Perus
[...] Pero mire las maromas que da el mundo. Usted va para allá aho-
ra, dentro de pocas horas. Tal vez ya se cumplieron quince años que
me dijeron a mí lo mismo. ‘Usted va a San Juan Luvina’. En esa épo-
ca tenía yo mis fuerzas. Estaba cargado de ideas... Usted sabe que a
todos nosotros nos infunden ideas. Y uno va con esa plasta encima
para plasmarla en todas partes. Pero en Luvina no cuajó eso. Hice el
experimento y se deshizo...
San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero
aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto
hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio; pues en cuanto
uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no se oye sino el silen-
cio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a
mí. Conmigo acabó. Usted que va para allá comprenderá pronto lo
que le digo... (1987 [1953]: 123-124, énfasis mío).
A manera de conclusión
6
Me refiero aquí muy concretamente al ensayo de Bajtín intitulado “Dos
líneas estilísticas de la novela europea” (op. cit). La concepción historiográfica
que priva en dicho ensayo habría de relacionarse con las aproximaciones a una
perspectiva similar por parte de algunos críticos latinoamericanos, entre otras las
del peruano Antonio Cornejo Polar (1994).
Posibilidades e imposibilidades del dialogismo... 217
Referencias
Resúmenes*
Monologismo de lo múltiple
Fabio Durão
Monologisme du multiple
*
Agradecemos a Dominique Bertolotti las traducciones al francés de los re-
súmenes, y a Scott Hadley, las versiones en inglés.
220 Resúmenes
Monologism of Multiple
Victor Ivanovici
Miriam Pino
Françoise Perus
Victor Ivanovici
Mirian Pino
Françoise Perus