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La obra
Los estudios sobre el pensamiento de Foucault suelen dividir sus obras en etapas,
según la metodología usada (arqueología, genealogía, análisis crítico, hermenéutica) y en
temáticas, según el eje alrededor del cual giran (poder, sujeto, saber).
A pesar de estas esquematizaciones, en su obra hay una unidad en cuanto al espíritu o
la intención que animó sus investigaciones, el projèct genèral al que llama Historia crítica
del pensamiento. Este projèct genèral consiste en el análisis histórico de los modos de
subjetivación del ser humano en nuestra cultura –occidental y moderna-.
En su artículo “El ´proyecto general´ de Foucault”, Patxi Lanceros descubre y analiza un
“testamento” foucaultiano como es la entrada “Foucault” en el Dictionaire des
Philosophes editado por Denis Huisman en 1984, año de la muerte del pensador. El texto
está firmado por Maurice Florence: un seudónimo utilizado por Foucault. El recurso a esta
máscara es la oportunidad de expresar sintéticamente cuál fue el espíritu de sus
investigaciones.
Nos dice Lanceros: “Se trata, en definitiva, de recorrer la historia en busca (y a través)
de aquellos ámbitos en los que el sujeto se constituye como objeto de conocimiento y
acción: en ellos comparecen nociones y categorías cotidianas como ´locura´,
´delincuencia´ o ´sexualidad´.”
El trabajo de Foucault, tal como lo expresa Lanceros, “se aplica a esos espacios en los
que el sujeto no aparece como solución sino como problema, espacios en los que ´se
habla´ y ´se actúa´, discursos y prácticas que eluden el dogma del sujeto constituyente
para dar paso al vértigo de los sujetos diferencialmente constituídos.”
El conjunto de relaciones que se establecen socialmente, al que denomina prácticas
sociales, se mostrará como un conglomerado de saber-poder, analizable desde dos ejes:
a) el discurso mismo en su constitución; y b) las relaciones de poder detrás del discurso.
“La cuestión que plantea el análisis de la lengua, a propósito de un hecho
cualquiera de discurso, es siempre ésta: ¿según qué reglas ha sido contruido tal
enunciado y, por consiguiente, según qué reglas podrían construirse otros
enunciados semejantes? La descripción de los acontecimientos del discurso
plantea otra cuestión muy distinta: ¿cómo es que ha aparecido tal enunciado y
ningún otro en su lugar?” (La arqueología del saber, p.44)
Redes de poder
Foucault define la sociedad como una red de relaciones de poder. Todos estamos en
una situación de poder y lo que interesa es “saber cómo en un grupo, en una clase, en
una sociedad operan mallas de poder, es decir, cuál es la localización exacta de cada
uno en la red del poder, cómo él lo ejerce de nuevo, cómo lo conserva, cómo él impacta
en los demás, etc.” (Las redes de poder, p. 72)
En “La Voluntad de saber” -tomo I de Historia de la Sexualidad - define el poder como
”la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se
ejercen, y que son constitutivas de su organización”, un juego de relaciones móviles y no
igualitarias que a través de luchas y enfrentamientos incesantes, transforma, refuerza o
invierte esas relaciones. Esas luchas por el poder vuelven efectivas o cristalizan
institucionalmente ciertas configuraciones como hegemónicas; o por el contrario, generan
contradicciones, estados de poder diferentes, pero siempre locales e inestables.
El poder está en todas partes porque viene de todas partes, y se ejerce a partir de
innumerables puntos; “es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja
en una sociedad dada.” (La voluntad de saber, p.112-113) En esa trama de estrategias un
hombre, el Estado o una institución pueden “determinar más o menos la conducta de
otros hombres, pero nunca de manera exhaustiva o coercitiva.” 1
Esta concepción del poder relacional asume la puesta en marcha de estrategias o
formas de comportamiento de los agentes que trascienden la mera sumisión o la rebelión
frente a un poder omnipotente, represivo y centralizado. En este sentido, todos tenemos
una “cuota de poder” –consciente o no, explícito o no- dependiendo de la situación, es
decir, de la relación en un determinado contexto con otros agentes sociales.
El poder conforma una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social 2. En este
campo múltiple y dinámico de relaciones de fuerza se “producen” o “crean” dispositivos
asociados a prácticas sociales, saberes y sujetos.
1
Cfr. “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política”, en Abraham (1989)
2
Cfr. “Verdad y poder” (1977) en Microfísica del poder, p.182.
Repensar el poder
3
Cfr. su obra Vigilar y castigar.
4
“Una estética de la existencia”, en El yo minimalista, p. 133.
clases dominantes. Denominan ideología a ese reflejo, y a la legitimación de esas ideas
dominantes. La noción de ideología tiene, esencialmente, dos aspectos:
a) por un lado, su carácter de falsedad –contrapuesto, por lo tanto, a la noción de lo
verdadero-, y
b) por el otro, la dimensión social de la determinación del pensamiento, vinculada a las
clases dominantes –por lo que “las ideas dominantes de una época son las ideas de la
clase dominante” 5.
En la perspectiva marxista, las relaciones materiales de producción determinan
inequívocamente las representaciones o ideas -la conciencia de los hombres-6. La falsa
conciencia toma la “forma de aparición de las cosas” por la “esencia de las cosas”,
enmascara los intereses materiales de la clase dominante, y los productos de la
conciencia ideológica aparecen con la pretensión científica de proporcionar el
conocimiento.
Foucault estudia las prácticas sociales y discursivas para mostrar las distintas
conformaciones o dispositivos de poder que posibilitan el acaecimiento de nuevas
prácticas y discursos o sus resistencias. “[Las resistencias] constituyen el otro término en
las relaciones de poder.(…) nos enfrentamos a puntos de resistencia móviles y
transitorios, que introducen en una sociedad líneas divisorias que se desplazan…” (La
Voluntad de saber, p.117 ) Porque no hay poder sin que exista potencialmente rechazo o
rebelión.
Las prácticas sociales se asientan en una serie de condiciones de existencia –
económicas y políticas-, “que son como el suelo en que se forman el sujeto, los dominios
de saber y las relaciones de verdad.” (La verdad y las formas jurídicas, p. 112) ¿Estos
condicionamientos provienen o se ligan a los intereses de las clases dominantes, es
decir, tienen una dimensión ideológica?
Sostiene que estas condiciones políticas y económicas de existencia no son un velo o un
obstáculo, “...no se imponen desde el exterior al sujeto de conocimiento sino que son,
ellas mismas, constitutivas de éste”.
Por otro lado, la invisibilidad del poder, ¿forma parte de un juego de distorsión
ideológica? En una sociedad el saber es valorado, distribuido, repartido, y asociado a un
discurso cuya producción “está a la vez controlada, seleccionada y redistribuída por un
cierto número de procedimientos.” Los discursos no son ni verdaderos ni falsos, son
simplemente el emergente de una lucha, responden a una determinada configuración de
fuerzas siempre variable. Por lo tanto, su visibilidad o invisibilidad es simplemente parte
de esa configuración momentánea.
A pesar de analizar el poder en términos de lucha, Foucault se distancia de la noción
de ideología. Para él, “no hay, en el principio de las relaciones de poder, y como matriz
general, una oposición binaria y global entre dominadores y dominados, reflejándose esa
dualidad de arriba abajo y en grupos cada vez más restringidos, hasta las profundidades
del cuerpo social.” Su concepción del poder como distribuido desigualmente pero
inestable y móvil le permite afirmar que “las relaciones de poder no están en posición de
exterioridad respecto de otros tipos de relaciones (procesos económicos, relaciones de
conocimiento, relaciones sexuales), sino que son inmanentes” (La Voluntad de saber, p.
114)
Finalmente, el carácter móvil e inestable de las relaciones de poder impide la existencia
de un determinante fijo: dichas configuraciones son variables en función de las relaciones
de fuerza en la lucha por el poder.
El problema no es determinar cómo el poder subordina al saber y le hace servir a sus
fines, o cómo se relaciona de modo dominante con él y le impone contenidos,
distorsiones o limitaciones ideológicas, porque no hay saber en absoluta exterioridad con
las relaciones de poder.
En definitiva, no hay una distorsión ideológica propiciada por las clases dominantes
sino una conformación ontológica, constitutiva de las prácticas sociales, del conocimiento
5
C. Marx y F. Engels, La ideología alemana, Edit. Pueblos Unidos, 1968; cap. “Feuerbach”: 26, 35, 50.
6
Cfr. Barth, H., Verdad e ideología, FCE, México, 1946: 135-6.
y del sujeto que conoce. El conocimiento no es un instrumento ideológico del poder
dominante, sino que la construcción misma de los saberes se da en el seno de luchas en
las que la tensión de fuerzas en la red de poder genera, produce, crea saberes, prácticas
y sujetos.
Al igual que Marx, Foucault concibe la sociedad como un entramado conflictivo,
atravesado por luchas por el poder. Pero, a diferencia de Marx, no encuentra la raíz del
conflicto en el modo de producción capitalista, aunque esta sea una plasmación
hegemónica de las relaciones de poder desde hace más de dos siglos. El conflicto se
vincula a la conformación dinámica de la sociedad, más allá de la dimensión económica.
Foucault apuesta a un cambio en la política de la verdad que permita producir nuevas
verdades, conformando nuevas subjetividades, nuevas prácticas sociales y nuevos
saberes. Esta producción de nuevas verdades estaría posibilitada por: 1) la denuncia del
carácter de producto de las verdades (científicas, sociales, políticas, etc.); 2) la denuncia
de los condicionamientos sociales que hacen posible la producción de determinadas
“verdades”; 3) la desnaturalización de las prácticas sociales y la explicitación de las
relaciones de poder presentes en todas las relaciones sociales;y 4) la apuesta a una
nueva relación con la “verdad”, entendida como construcción histórica y por lo tanto,
modificable históricamente.
Reflexiones finales
Bibliografía
7
Cfr. “Verdad y poder” (1977) en Microfísica del poder: 189
ABRAHAM, Tomás, Los senderos de Foucault, Nueva Visión, Buenos Aires, 1989.
CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001.
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Cuadernos de ética nº 11/12, junio/diciembre de 1991.
FOUCAULT, M.[1966]: Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 26ª ed., 1997.
---------------- [1970] : La arqueología del saber, Siglo XXI, México, 19ª ed., 1999.
---------------- [1971]: El orden del discurso, Tusquets Ed., Bs. As., 4ª ed., 1992.
---------------- [1973]: La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 1980.
---------------- [1976]: Las redes de poder, Almagesto, Buenos Aires, 1993.
---------------- [1976]: Historia de la sexualidad.1: La voluntad de saber, Siglo XXI, México,
1999.
---------------- [1978]: Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 3ª ed., 1992.
---------------- [1984]: “Por qué hay que estudiar el poder: la cuestión del sujeto”, en AAVV,
Materiales de Sociología Crítica, La Piqueta, Madrid, 1986.
----------------- [1991]: Saber y Verdad, La Piqueta, Madrid, 1991.
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