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Lorenzo però non si è recato a Napoli da turista; egli è una sorta di figliol
prodigo che ritrova nella città i luoghi della sua memoria, le radici della sua
cultura: «Lorenzo cada vez se enteraba más de Nápoles y encontraba con
sobresalto el eco español. // No quedaba más que un eco oscuro, empozado,
pero vivo y vibrante.»13 (11), un'eredità che mostra, sin dalle prime pagine,
l'importanza del ruolo del passato nella vita dei personaggi.
L'aspetto più cupo della città costituisce per il protagonista una chiave di
lettura delle opere del pittore Ribera:
En esa memoria de otro tiempo que queda en los que continúan viviendo
y en los que se repite la memoria de los muertos, ese sobrecogimiento de las
pestes mortíferas tenía su efecto en los momentos más plácidos,... Ese asalto
de lo que puede volver a pasar en racimos de muerte, angustiaba a la ciudad
aglomerada, sin especificarse el sentido de aquel soplo en una aprensión
oscura de muerte que nublaba la lamparilla de los corazones y tendía
caminos de crespón en el fondo de los vicos. // Era tan verdadero aquel
pueblo, que estaba dispuesto siempre para la catástrofe: el mar, el terremoto,
la nube espesa, el cólera... (14-15)
-Ese humo del Vesubio, siempre tendido sobre vuestro cielo, es como un
presagio de muerte que da miedo. // -Nada de eso -repuso Lucía-... Además,
fíjese también que es el cielo por el que más bandadas de aves pasan y ese
es un presagio de vida... El caso es ponerse a vivir la vida... Aceptar pronto
todas sus alegrías y sus dolores... (70)
Los viejos aquellos que habían salido veinte años en la gran comparsa y
hasta habían soportado la lluvia que quiere desorganizar las procesiones, y
habían sufrido la esperma de las velas en su traje de etiqueta, y la risa entre
admirativa y supersticiosa de las multitudes, miraban al intruso con torvedad
cristiana, es decir, poniendo de lenidad entre su intención y su mirada18.
(154)
Pero lo español allí no era capital24, era un detalle, pues cuanto más
conocía a Nápoles Lorenzo, más encontraba en aquella ciudad la ciudad
excesiva, que ha pasado por todos los tiempos. Por eso daba tan poca
importancia al día y lo pasaba como un escalón más en la escalera sin fin. //
Aquel «ir tirando» de todos, sin aspaviento, sin dar importancia al tiempo
pequeño, era lo que daba tipo a Nápoles de las telas de araña en que no se
para mientes -¡valiente pequeñez para miradas ruines!-. El alma grande de
Nápoles iba de un tiempo remoto, en el pasado a otro tiempo remoto en el
porvenir y lo demás le resultaba filfa y ruindad. // Era hermoso encontrarse
toda la credulidad de antaño entre desgarrones de realidad. Entre ceniza el
tizón vivo del más antiguo tiempo. (12-13)25
Otro escalofrío retoñó en el fondo de Lorenzo que la cogió del brazo con
violencia. // -¡Qué brusco eres! Me has hecho daño. // Toda la cortesía de la
tarde se había descompuesto. Los enemigos irreconciliables vibraban de
enemistad bajo su sincero amor. // -Tienes manos de torturador. // -No es
para tanto... No seas tan delicada... Ni que tuvieses carne de cera. // -Eres el
español que vuelve... Bien me lo dicen todos. (150)27
Al peinar sus cabellos largos echaba hacia atrás el ayer. // Y el peine decía
una y otra vez: // <<el ayer a la espalda>> // <<el ayer a la espalda>> // <<el
ayer a la espalda>> Y el peine seguía diciendo <<los días tristes deben salir
entre mis púas como los pelos sobrantes, los pelos que en cada peinado
deben caer>>. // Pelos invisibles y pelos visibles fuera, fuera. // Y se la veía
sentirse aliviada, completamente aliviada y curada del ayer, después del
peinado con el peine mojado en aguas frescas y sonrosadas. (175-176)
In realtà Lucía, più che mai, è depositaria dell'eredità del vittimismo del
suo antenato. Il primo a rendersi conto di ciò è proprio Lorenzo, che crede di
aver compreso il mistero della sua essenza all'interno di una chiesa: «En una
da aquellas iglesias encontró Lorenzo la solución de aquel enigma que era la
incandescencia de Lucía.» (119) Si sofferma ad osservare le figure dell'altare
1
Ramón si reca per la prima volta a Napoli nel 1909, con Carmen de Burgos; la seconda durante
la prima Guerra mondiale.
2
Automoribundia (1888-1948), Ediciones Guadarrama, Madrid 1974, p. 450.
3
La morte, insieme all'erotismo e alla religione, costituisce una delle costanti della narrativa dello
scrittore madrileno. Su questo argomento cfr. J. Begoña Rueda, El tema de la muerte en la obra
de Ramón Gómez de la Serna, Salamanca 1975 e Mª. L. García-Nieto, El mundo imaginativo de
Ramón Gómez de la Serna, Tesi Dottorale, Salamanca 1973.
4
Ibidem, p. 450.
5
Ibidem, p. 454.
6
Ibidem, p. 451.
7
L'intera storia si incentra su uno strano personaggio, don Giovanni, la cui unica occupazione è
passeggiare all'interno della galleria. L'opera, in realtà, manca di una vera e propria azione ed è
un espediente per disegnare uno spaccato di Napoli e dei personaggi che popolano la galleria.
L'epilogo, che viene a interrompere bruscamente la monotonia delle sequenze narrative, sfiora
l'assurdo: don Giovanni rimane ucciso da un lampadario che si stacca dal tetto.
8
Il tratto più peculiare di gran parte dei protagonisti maschili dei romanzi di Gómez de la Serna è
la loro continua ricerca dell'unità dell'essere, perduta al momento della nascita. Essi, sradicati
dalla società, in cui sono inseriti loro malgrado, dedicano la vita alla ricerca di un medio ser, una
donna, che, puntualmente, delude le loro aspettative. Si tratta di una costante della narrativa di
Ramón, le cui caratteristiche sono state analizzate, con particolare riferimento alle opere giovanili,
da Fidel López Criado, in El erotismo en la novela ramoniana, Espiral Hispanoamericana, Madrid
1988.
9
Ramón ricorre spesso ad un tratto fisico per caratterizzare i suoi personaggi; a questo proposito
basti ricordare La viuda blanca y negra (1917) o La Nardo (1930).
10
Il parallelo tra Lorenzo e don Juan viene proposto da R. Ruiz in La mujer de ámbar y las tres
etapas de Kierkegaard, in G. Paolini (Ed.), La Chispa '89: selected proceedings, New Orleans
1989, pp. 269-275.
11
In particolare il Narratore si sofferma sull'aspetto dei membri della famiglia Smili e di
Nazarena.
12
Su questo aspetto non siamo del tutto d'accordo con Anthony Percival che, citando Eugenio
D'Ors, afferma nel suo saggio Ramón Gómez de la Serna's 'La mujer de ámbar': 'la novela libre'?:
"Gómez de la Serna's mode of describing, evoking and presenting character, situation and space
calls to mind the efforts of a whimsical literary cartoonist, sometimes content to doodle. As an
observer, he is quirkly, and Eugenio D'Ors went so far as to point out that Ramón 'se encuentra
tan ayuno de cualidades de observación verdadera, como rebosante de fantasía transmudadora.
El suyo no es espejo deformador, sino un espejo mágico.' " (A. Percival, cit. p. 201, in Studies on
Ramón Gómez de la Serna, Dovehouse Editions Canada 1988, pp. 199-208; le parole di E. D'Ors
sono tratte da Novísimo glosario, Madrid, Aguilar, 1946, p. 811). La Napoli che ci viene
presentata è in effetti una città reale, le cui sfaccettature più recondite vengono colte con acutezza
da Ramón, che trasmette alle pagine del romanzo una forte carica autobiografica.
13
La mujer de ámbar, Espasa Calpe, Madrid 1981, p. 11.Le citazioni tratte dal romanzo, a partire
da questo momento, saranno indicate solo con il numero della pagina.
14
Si legge a p. 218: "...es inútil volverse contra la muerte, la otra burla feroz de la vida...". La prima
burla a cui si riferisce il Narratore è l'inganno perpetrato dalla donna. Alcuni anni dopo, in
Automoribundia, l'autore riprenderà lo stesso concetto: "Contra la muerte no tenía más consuelo
que esa observación de los contrastes de la vida, de su impasible burla, de su continuidad de portal
que se queda atrás y tienda que sigue sus transacciones." (cit. p. 309).
15
I suoi timori verranno confermati. Sia i fratelli di Lucía, che Lucía stessa manifestano una certa
violenza. I primi finiscono in galera, mentre la ragazza colpisce un cartomante con uno stiletto.
16
Il momento in cui Lorenzo si rende conto della vera "identità" della ragazza viene raccontato
con dovizia di particolari: Lorenzo si trova in una chiesa e, tra le figure straziate dalle fiamme che
compongono l'altare, crede proprio di riconoscere la fidanzata.
17
Ricordiamo che Lorenzo afferma che grazie a Napoli può comprendere la pittura di Ribera che
rimase colpito da una città in cui "la religión y la muerte imperan" (57).
18
Le parole del Narratore racchiudono l'evidente avversione che Ramón sente ancora, in quegli
anni, nei confronti della religione cattolica. È frequente infatti riscontrare un atteggiamento
ironico e, a tratti, sprezzante su questo aspetto. Riportiamo due esempi; il primo è tratto dalle
pagine dedicate alla descrizione del lunedì delle anime. Alla loro vista pensa Lorenzo: "<<Ni
siquiera camisetas de verano tienen las ánimas>>..." (54); o ancora: "En ese paseo de los lunes
por el Nápoles lleno de las lamparillas de sus ánimas, sentía Lorenzo ganas de buscar para ellas
un doctor que las envolviese en el apósito consolador en que se faja a los operados después de la
primera cura. La urgencia de una policlínica para ánimas desalaba la tarde poblada de los
altarcitos para niños de barba blanca, dedicados con toda seriedad al juego con aquellas almas
presentes de nuevo en el mundo sólo los lunes,..."(56).
19
Raffele cambia il suo atteggiamento nei confronti di Lorenzo nel momento in cui si rende conto
che è stato con Nazarena.
20
Ricordiamo che durante un processo subito da un fratello di Lucía, Raffaele pugnala uno dei
testimoni dell'accusa.
21
García-Nieto sottolinea l'importanza di Heidegger nella formazione del concetto di tempo. A
partire da Essere e tempo si è sviluppata tutta una corrente alla cui influenza Ramón non rimase
estraneo. Il tempo personale è l'ossessione dolorosa e lacerante che Gómez de la Serna nasconde
sotto la superficie, sotto la maschera dell'umorismo e dell'erotismo. (cfr. Mª. L. García-Nieto
Onrubia, El mundo imaginativo de Ramón Gómez de la serna, Tesis doctoral, Salamanca 1973)
22
È un'opera fondamentale per la comprensione di Ramón; si tratta infatti del romanzo che, oltre
a segnare il culmine nella traiettoria artistica dello scrittore ne rappresenta la sintesi più completa,
in quanto contiene tutte le tematiche ricorrenti nella sua scrittura.
23
El hombre perdido, Espasa Calpe, Madrid 1962, p. 78.
24
Il segno della dominazione spagnola, poco visibile in superficie, viene invece sentito da
Lorenzo; ciò viene messo in luce soprattutto da un passo tratto dalla descrizione del culto delle
anime: "A Lorenzo le parecía ver almas de españoles en aquellas guerrillas de ánimas, como si
aquélla fuese la última huella de la influencia española en Nápoles, los vestigios candileros de
almas antiguas, retazos de condenados conquistadores que aún penan arbitrariedad de
desafueros." (56).
25
La sopravvivenza del passato nel presente viene messa ulteriormente in rilievo dal Narratore
attraverso l'eccessivo credito che i Napoletani concedono alle tradizioni e, soprattutto, alla
superstizione.
26
Sul carattere del protagonista e sui motivi che lo hanno spinto a recarsi a Napoli, afferma R.
Mazzetti Gardiol: "He apparently has no purpose in Naples other than simply to be there. Unlike
Ramón, he is a weak character, vacillating constantly between lofty ideals and sensuous desires."
(R. Mazzetti Gardiol, Ramón Gómez de la Serna, Tawyne Publishers, Inc., New York 1974, p.
48).
27
Sempre a questo proposito si legge a p. 131: "Era brusco, osado, incongruente. Quería saber.".
28
Come si è visto, Ramón non perde l'occasione per dimostrare una certa ironia nei confronti della
religione cattolica; più avanti, l'immagine delle anime sarà paragonata a un bersaglio di luna park:
"...aquel altar con algo de tiro al blanco de feria."(122).
29
A. del Rey Briones, La novela de Ramón Gómez de la Serna, Editorial Verbum, Madrid 1992,
p. 54.
30
Ibidem, p. 71.
31
A. Percival, Ramón Gómez de la Serna's La mujer de ámbar, in N. Dennis (a cura di), Studies
on Ramón Gómez de la Serna, Dovehouse Editions Canada 1988, pp. 199-208, cit. p. 207. Il
corsivo è nostro.
32
Per la definizione di "realismo progressista", cfr. R. Jakobson, Il realismo nell'arte, in T.
Todorov (a cura di), I formalisti russi, Einaudi, Torino 1968, pp. 97-107.