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LOS HITITAS

Hatti fue un reino de la Antigüedad situado en Anatolia Central que se desarrolló entre los
siglos XVII y XII a. C. y cuya capital fue Hattusa. Los hititas, también llamados hetitas o
heteos,fueron una población de origen indoeuropeo. Hablaban una lengua indoeuropea,
escrita con jeroglíficos o caracteres cuneiformes tomados de Asiria. Su reino reunió a
numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre ellas y llegó a crear un influyente
imperio gracias a su superioridad militar y a su gran habilidad diplomática, por lo que fue la
«tercera» potencia en Oriente Próximo, junto con Babilonia y Egipto. Perfeccionaron el carro
de combate ligero y lo emplearon con gran éxito. Se les atribuye una de las primeras
utilizaciones del hierro en Oriente Próximo para elaborar armas y objetos de lujo. Tras su
declive, cayeron en el olvido hasta el siglo XIX.

Arqueología de los hititas

Gracias a numerosas excavaciones, algunas tan importantes como el descubrimiento de lo que


sería similar a un "archivo nacional" en Hattusa, y muchas referencias en textos de origen
asirio y egipcio, se ha podido reconstruir su historia y llegar a descifrar su escritura.

En idioma asirio o acadio URUHa-at-ti

Por otra parte, los "hatti" eran un pueblo no indoeuropeo que vivía en la misma región que los
hititas, antes del primer imperio hitita, y cuya conquista por parte de los segundos provocó
que los asirios y demás Estados vecinos siguieran usando el nombre de "hatti" para denominar
a los nuevos ocupantes, pasando a significar "La tierra de la ciudad de Hattusa".2 La lengua
hática de los hatti siguió siendo usada ocasionalmente y para ciertos propósitos dentro de las
inscripciones en hitita.

El término proviene de las referencias bíblicas. Éste era llamado "Hittim", que Lutero traduciría
al alemán como "Hethiter", los ingleses lo convirtieron en "Hittites", mientras que los
franceses los denominaron primero "Héthéens" para acabar llamándoles del mismo modo que
los ingleses, "Hittites". "Hititas" es el término general que se emplea en español (también se ha
utilizado el de "heteos", pero es poco frecuente y está en desuso). Las referencias en la Biblia
sobre los hititas las encontramos en Josué (3,10), Génesis (15,19-21), (23,3) Números (13,29) y
Libro II de los Reyes (7,6).

En el libro 2 de Samuel (11, 1-21), se hace referencia a Urías el hitita, combatiente de los
ejércitos del rey David y esposo de Betsabé. Tras tomarla como concubina mientras Urías
peleaba con los amonitas, David, después de embarazar a Betsabé, provocó su muerte.

El descubrimiento de los hititas

A diferencia de los reinos contemporáneos de Babilonia, Asiria o Egipto, cuya memoria ha


estado presente en las sucesivas civilizaciones, el reino hitita forma parte de los olvidados por
la historia antigua de Oriente Próximo. Al igual que sumerios, elamitas o urartianos, no dejaron
apenas rastro en la memoria de los pueblos que posteriormente ocuparon sus tierras. Los
bajorrelieves de los hititas y de sus vasallos, como el del paso de Karabel en Kemalpaşa, son
bien conocidos desde la época antigua y medieval, pero su atribución fue problemática hasta
finales del s. XIX.3
En 1834 Charles Texier descubre las ruinas de una antigua ciudad cerca de la aldea turca de
Bogazköy (después identificada como su antigua capital, Hattusa). En 1839, en su libro
Description de l'Asie Mineure afirma que esas ruinas pertenecían a una civilización
desconocida.

En 1822, en Viajes por Siria y Tierra Santa, Johann Ludwig Burckhardt habla del encuentro de
una lápida con jeroglíficos desconocidos, algo que pasó en su momento inadvertido. Pero en
1863, los estadounidenses Augustus Johnson y el director Jessup seguirían las huellas de
Burckhardt en Hama hasta reencontrarla.

Entre 1870-80 se investigan diversos restos por el misionero irlandés Willian Wright, que
traslada algunas piedras a Estambul, y H. Skeene y George Smith, que descubren Karkemish y
encuentran restos de la "escritura desconocida", la misma escritura que encontraría en 1879
Henry Sayce en Esmirna.

En 1880, Sayce afirma en una conferencia ante la Society for Biblical Archaeology que todos
esos restos pertenecen a los hititas que menciona la Biblia. Cuatro años más tarde, William
Wright aporta nuevas pruebas a la tesis de Sayce y publica un polémico y atrevido tratado: El
gran Imperio de los Hititas, con el desciframiento de las inscripciones hititas por el profesor A.
H. Sayce.

Hacia el año 1887 se descubre en Amarna numerosa documentación egipcia de la época de


Akenatón, que incluye abundante correspondencia con las primeras alusiones directas a los
hititas y a los jebuseos. En 1888, Karl Humann y Felix von Luschan dirigen unas excavaciones en
Sendjirli y descubren una fortaleza hitita con numerosos bajorrelieves y toneladas de
esculturas y vasijas de barro cocido. Entre 1891 y 1892 William Flinders Petrie encuentra
tablillas en la misma "lengua desconocida", que se le llamaría primeramente "lengua Arzawa",
debido a las alusiones que se hacían al territorio de Arzawa. En 1893 el arqueólogo francés
Ernest Chantre descubre en Bogazköy fragmentos de tablillas en la misma lengua.

Pero el mayor descubrimiento lo hace Hugo Winckler entre 1905 y 1909 en una expedición a
Bogazköy, donde encuentra más de 10 000 tablillas de lo que parecía ser un "archivo nacional",
entre las cuales había textos bilingües, lo que permite descifrar numerosos documentos.
Winckler afirma que esas ruinas pertenecen a la capital, la cual acaba denominando Hattusa. A
partir de entonces, la investigación entre los años 1911 y 1952 se centra en descifrar la lengua
hitita, cuyas mayores aportaciones las hace Johannes Friedrich que, en 1946, publica un
Manual hitita y entre 1952 y 1954 un Diccionario de lengua hitita.

El punto culminante del descubrimiento de los hititas se produce durante las excavaciones
dirigidas por Kurt Bittel en Bogazköy y las de Helmut Bossert en Karatepe, donde se
encuentran nuevos textos bilingües que han ayudado a descifrar definitivamente la escritura
hitita y la fijación de fechas.

Historia

La historia hitita abarca aproximadamente quinientos años, desde el reinado de Labarna a


comienzos del siglo XVII a. C. hasta el colapso del reino a finales del siglo XIII a. C. o comienzos
del XII a. C. La historia del reino se divide en dos grandes periodos: Reino Antiguo
(comenzando con el reinado de Labarna) y Reino Nuevo (comenzando con el reinado de
Tudhaliya I/II). Otras divisiones adaptan la historia de los hititas al esquema de la historiografía
de los reinos del Antiguo Oriente Próximo y establece tres periodos: antiguo, medio y nuevo.
Sin embargo, en este caso, no hay unidad para definir cuándo termina uno y comienza el
siguiente.4

Orígenes

El origen de los hititas y sus «parientes» luvitas y palaítas —todos hablantes de lenguas
indoeuropeas—, establecidos en Anatolia en el segundo milenio antes de Cristo, es objeto de
un debate que se halla unido a los orígenes de los pueblos indoeuropeos. Una hipótesis
propone un origen autóctono, por lo que los hititas eran un pueblo indígena de Anatolia. Sin
embargo, la opinión predominante es que el origen de los indoeuropeos está en las estepas
del sur de Rusia de donde migraron los hititas: cruzaron los Balcanes, atravesaron los estrechos
que separan Asia de Europa y se asentaron en Anatolia Central. El conocimiento actual no
permite determinar si los hititas, luvitas y palaítas llegaron en oleadas sucesivas o al mismo
tiempo, o si quizá un pueblo que sería su ancestro común se dividió en varios grupos tras su
llegada a Anatolia. La datación de estas migraciones sigue siendo controvertida y algunos
estudiosos proponen periodos que se remontan hasta el tercer milenio antes de Cristo.5

Primeros reinos

Cualquiera que sea su origen, los primeros textos hititas conocidos se identifican al comienzo
del segundo milenio antes de Cristo en los archivos de los mercaderes asirios de Anatolia
Central donde establecieron varias colonias comerciales. La más importante fue la situada en
Kanes (actual Kültepe) en la que se han encontrado la mayoría de las tablillas.6 Su estudio
reveló la presencia de diversos principados que compartían Anatolia Central en el siglo XIX a.
C.: al norte estaban Hatti (alrededor de Hattusa) y Zalpa (cerca del mar Negro); al sur,
Buruskhattum (la Puruskhanda de los textos hititas posteriores, quizá la actual Acemhöyük),
Wahsusana, Mama y especialmente Kanes, en una región donde los hititas estaban más
concentrados.7 La importancia de esta última ciudad para los orígenes hititas se refleja en que
es a partir de su nombre que los hititas llamaban a su propio idioma (nesili, la lengua de Nesa,
otro nombre de la ciudad de Kanes).8

La primera dinastía «hitita» que ejerce la hegemonía en Anatolia Central viene de la ciudad de
Kussara —cuya ubicación se desconoce— bajo la dirección de dos reyes del siglo XVIII a. C.:
Pitkhana y Anitta. Establecieron su capital en Kanes y sometieron a los principales Estados
anatolios, entre los que se encontraban Buruskhattum, Hatti y Zalpa.9 Esta dinastía no
sobrevivió muchos años a Anitta y desapareció en circunstancias desconocidas.10

La aparición del gran reino hitita

Antiguo Oriente Próximo en tiempos de Hattusili I y Mursili I. La extensión de los reinos y la


ubicación de algunas ciudades son aproximadas.

El gran reino hitita, cuya dinastía dominó ininterrumpidamente gran parte de la península
anatólica durante más de cuatro siglos, se conformó en las últimas décadas del siglo XVII a. C.
Sus fundadores probablemante estuvieron emparentados con la dinastía de Kussara. La
naturaleza de la conexión es todavía oscura. El fundador de la dinastía parece que se llamó
Labarna. Este nombre se empleó después para referirse al monarca, de la misma manera que
los nombres César y Augusto se utilizaron para designar a las funciones más altas del Imperio
romano.11

El primer rey cuyos hechos son conocidos es Hattusili I, sucesor de Labarna y modelo hitita de
rey conquistador. Estableció su capital en Hattusa y proporciona el primer periodo de
expansión territorial al reino hitita al apoderarse de ciudades en el norte de Anatolia (Zalpa) y,
sobre todo, en el sur, ya que logró amenazar las posiciones de Yamhad (Alepo), el reino más
poderoso de Siria en aquellos días.12

Su nieto y sucesor, Mursili I, continuó con esta dinámica bélica al capturar finalmente Alepo y
hacer una incursión exitosa hasta Babilonia en 1595 a. C. Provocó así la caída de los dos reinos
más importantes de su época en el Antiguo Oriente Próximo, pero fueron éxitos efímeros.13
Fue asesinado por Hantili I, su propio cuñado, tras su regreso de la expedición babilónica. Esto
fue el preludio de un periodo de intrigas cortesanas y trastornos fronterizos que condujeron a
los hititas a una progresiva retirada territorial.14

La inestabilidad del reino

Los sucesores de Mursili I no lograron estabilizar la corte real, sacudida regularmente por
intrigas sangrientas durante gran parte del siglo XVI a. C. La situación fue restaurada por
Telepinu mediante la proclamación de un edicto en el que prescribía las reglas sucesorias del
reino —con el fin de evitar más derramamiento de sangre— y para instruir a sus súbditos en
las normas de la buena administración del Estado. En política exterior firmó un tratado de paz
con el reino de Kizzuwadna, frontero con Siria septentrional, que se convirtió en la potencia
dominante en el sureste de Anatolia.15

Los siguientes reyes se esforzaron por mantener relaciones pacíficas con Kizzuwadna, pero
este basculó hacia la órbita de la nueva potencia dominante en Siria: el reino de Mitanni,
gobernado por los hurritas, que se convirtió en rival de los hititas en la hegemonía sobre los
reinos de Anatolia Oriental. Al mismo tiempo surgió una amenaza por el norte donde las tribus
kaskas ocuparon las montañas del Ponto y dirigieron incursiones devastadoras al corazón de
Hatti. Las intrigas cortesanas continuaron hasta finales del siglo XV a. C. cuando Tudhaliya I/II
sube al trono.

La cronología de este periodo —llamado en ocasiones Reino Medio—17 está mal establecida y
el número de soberanos que ocuparon el trono se sigue debatiendo. De todas formas, el reino
se fortaleció frente a sus oponentes. La amenaza de los kaskas se contuvo mediante el
establecimiento de una zona fronteriza salpicada de guarniciones, alguna de las cuales se
conoce bien gracias a las excavaciones y las tablillas que han salido a la luz (en Tapikka,
Sapinuwa, Sarissa). Al sur, el reino de Mitanni estuvo en problemas durante este periodo por la
ofensiva egipcia que alcanzó su frontera sur. Kizzuwadna salió de su órbita para regresar a la
alianza con los hititas. Otros conflictos conducen a los reyes hititas al oeste de Anatolia, donde
el ascenso de los países de Arzawa amenazaba la hegemonía hitita en la región.18
Los reinados de Arnuwanda I y Tudhaliya III, durante la primera mitad del siglo XIV a. C., fueron
testigos del progresivo agrietamiento de la solidez del reino frente a sus rivales anatolios.19 En
el norte, los kaskas asaltaron varias plazas fuertes antes de tomar y saquear Hattusa, lo que
obligó a la corte real a retirarse a Samuha. En el oeste, los hititas no consiguieron instalar de
forma permanente su autoridad y retrocedieron con el tiempo; mientras, el rey de Arzawa
buscaba el reconocimiento como «gran rey» —que le situaba en igualdad de rango con el rey
hitita— del faraón Amenofis III, como se desprende de la correspondencia diplomática de las
cartas de Amarna. En el este, los reinos de Isuwa y Azzi-Hayasa amenazaban a los hititas. A
mediados del siglo XIV a. C. las grandes potencias de Antiguo Oriente Próximo parecían asistir
al final del reino de los hititas.20

El imperio hitita[editar]

Tudhaliya III designó heredero a un príncipe homónimo, conocido como Tudhaliya el Joven.
Fue suplantado por Suppiluliuma I (h.1350-1322 a. C.), probablemente su medio hermano.
Suppiluliuma I fue un jefe militar de gran valor que emprendió los primeros esfuerzos para
recuperar el reino hitita de la situación catastrófica en la que estaba. Recuperó Arzawa e Isuwa
y estableció el vasallaje de Azzi-Hayasa. Sus éxitos más notables tuvieron lugar en Siria donde
extendió considerablemente su influencia tras infligir dos severas derrotas a Mitanni, después
hundido por intrigas sucesorias. Los vasallos sirios de Mitanni se revelaron contra la influencia
hitita en la región, pero fueron sometidos y puestos bajo la tutela de virreyes hititas. Las
capitales de estos virreinatos fueron Alepo y Karkemish. Antes de comenzar un conflicto
abierto contra Egipto, se atrajo la fidelidad de algunos vasallos del faraón Akenatón como
Ugarit, Qadesh o Amurru. Sin embargo, los prisioneros deportados a Hatti durante los
primeros enfrentamientos trajeron una epidemia de peste que tuvo, como más conocidas
víctimas, al propio Suppiluliuma I y a su sucesor Arnuwanda II.21

El joven Mursili II (h.1321-1295 a. C.) tomó el poder en circunstancias difíciles. Sin embargo,
tuvo una capacidad militar sin igual en aquel momento que le permitió completar el trabajo de
su padre, Suppiluliuma I, al someter a los países de Arzawa y entregarlos a varios vasallos
fieles. Combatió contra los kaskas. Varios gobernantes vasallos de su padre, tanto de Anatolia
como de Siria, se rebelaron contra su autoridad, pero fueron derrotados. En el caso de los
sirios, fue posible gracias a la actuación de los virreyes de Karkemish, establecidos como
intermediarios de la autoridad del gran rey.22

Antiguo Oriente Próximo en tiempos de Muwatalli II. La extensión de los reinos y la ubicación
de algunas ciudades son aproximadas.

Las revueltas de los vasallos y la lucha contra Egipto, que experimenta un nuevo impulso bajo
los primeros reyes de la Dinastía XIX, fueron las principales preocupaciones militares de
Muwatalli II (h.1295-1272 a. C.), el siguiente rey. El choque contra Egipto se produjo en la
batalla de Qadesh (h.1274 a. C.) donde sus tropas y las de Ramsés II se irán sin una victoria
decisiva para ninguna de las partes.23
El sucesor designado por Muwatalli II es su hijo Urhi-Tesub quien ascendió al trono con el
nombre de Mursili III (h.1272-1267 a. C.). Su madre era una concubina, no la reina titular, por
lo que su legitimidad se vio debilitada. Su tío, Hattusili III, líder brillante que se distinguió en la
guerra contra los kaskas, le hizo sombra. La lucha por el poder que se desató entre los dos
bandos favoreció a Hattusili III (h.1267-1237 a. C.), que desterró a su sobrino.24 El reinado de
Hattusili III estuvo marcado por la voluntad de reconocer su plena legitimidad a los ojos de los
otros reyes. Consiguió concluir la paz con Ramsés II, que se casó con dos de las hijas del hitita.
El oponente más formidable para los hititas durante su reinado fue Asiria que surgió de los
despojos de Mitanni y colocó bajo su dominio la Alta Mesopotamia hasta el Éufrates.25

El siguiente rey, Tudhaliya IV (h.1237-1209 a. C.), reinó con el apoyo de su madre, la influyente
Puduhepa. Sufrió una dura derrota de Asiria, aunque no llegó a amenazar sus posiciones en
Siria puesto que Tudhaliya IV mantuvo el virreinato de Karkemish. La situación fue más
turbulenta en Anatolia Occidental al tiempo que el reino de Alasiya (isla de Chipre) fue
sometido. La dinastía gobernante vio su legitimidad cuestionada por la presencia de una rama
colateral de la familia real instalada en Tarhuntassa, regentada por otro hijo secundario de
Muwatalli II, Kurunta, y sus sucesores. Kurunta parece que llegó a hacerse con el trono hitita.
De ser así, fue desplazado por Tudhaliya IV poco después. Los reinados de Hattusili III y
Tudhaliya IV estuvieron también marcados por el embellecimiento de la capital Hattusa,
abandonada por Muwatalli II, y por la reforma cultual que llevó una mayor presencia de
elementos hurritas en la religión oficial, ilustrada por la remodelación del santuario rupestre
de Yazilikaya.26

El colapso del reino hitita y de sus estados vasallos[editar]

Arnuwanda III y después Suppiluliuma II sucedieron a Tudhaliya IV. La línea sucesoria de


Hattusili III se mantuvo al tiempo que se consolidaban las ramas colaterales de Karkemish y
Tarhuntassa, tal vez contribuyendo a un juego de fuerzas centrífugas que debilitó poco a poco
el poder hitita. En este periodo, las principales amenazas externas aparecieron en el oeste de
Anatolia y en las regiones de la costa mediterránea donde surgieron grupos de población que
los egipcios llamaron Pueblos del Mar. Las fuentes no permiten restaurar una imagen clara de
este periodo, pero está claro que los primeros años del siglo XII a. C. vieron al estado hitita
abrumado por estas nuevas amenazas. Otros factores pudieron haber contribuido a la crisis,
como la carestía persistente en Anatolia Central. La mayoría de los sitios de Anatolia y Siria de
este periodo muestran signos de destrucción violenta. Hattusa fue abandonada por la corte
real antes de ser destruida. El destino del último rey hitita conocido, Suppilulliuma II, es
desconocido. Los responsables de la destrucción en las costas de Siria parece que fueron los
Pueblos del Mar, pero para las regiones del interior la incertidumbre sigue existiendo. La
destrucción de Hattusa se atribuye a los kaskas o a los frigios que se hicieron con el lugar poco
después. Los descendientes de la dinastía real hitita establecidos en Karkemish y Arslantepe (la
moderna Malatya) sobrevivieron al colapso del gran reino y aseguraron la continuidad de las
tradiciones reales hititas.27
Los reinos neohititas[editar]

El paisaje cultural y político de Anatolia y Siria estuvo muy agitado durante el final del segundo
milenio antes de Cristo y el comienzo del siguiente. La lengua hitita se dejó de hablar. Los
reinos que sucedieron al gran reino hitita conservaron para las inscripciones oficiales el uso de
jeroglíficos hititas que de hecho transcribían en luvita. El antiguo país de Hatti fue ocupado por
los frigios, un pueblo recién llegado, que tal vez se pueda identificar con los mushki
mencionados en los textos asirios. Estos últimos todavía utilizaban el término Hatti para
referirse a los reinos establecidos en Siria y en el sureste de Anatolia que los modernos
estudios denominan neohititas debido a que dieron continuidad a las tradiciones hititas
mientras elaboraban una cultura original propia.28

Los reinos neohititas estuvieron representados por las dos ramas descendientes de los reyes
hititas establecidas en Karkemish y Arlanstepe, así como otras dinastías en Gurgum,
Kummuhu, Que, Unqi o en Tabal e incluso Alepo. La mayor parte de Siria quedó sin embargo
bajo el control de un nuevo grupo semita que emergió durante este periodo de crisis: los
arameos, establecidos en Samal, Arpad, Hamat, Damasco o Til Barsip. Por tanto se debe
considerar a los reinos neohititas y arameos un mosaico cultural y político que combina
elementos arameos y luvitas entre otros. Estos estados se enfrentaron a partir del siglo IX a. C.
a la expansión de la pujante Asiria a la cual trataron de resistir solicitando la ayuda de Urartu,
un nuevo estado surgido en Anatolia Oriental. Finalmente, se vieron superados y anexionados
al Imperio asirio durante la segunda mitad del siglo VIII a. C.29

Relaciones exteriores[editar]

Esfera de influencia: vasallos, virreyes y tratados de vasallaje[editar]

Tablilla de bronce en la que está inscrito el tratado entre Tudhaliya IV y Kurunta por el que el
primero concedía la soberanía de Tarhuntassa al segundo. Está fechado en 1235 a. C.

Además de los territorios administrados directamente por los hititas, había estados sometidos
su autoridad que disponían de su propia administración. Su soberanía debía ser aprobada por
el rey hitita, que se reservaba el derecho a intervenir en sus negocios. A pesar de esto, la
mayoría de vasallos poseía una autonomía considerable. En Anatolia, los principales vasallos
hititas fueron los países de Arzawa (Mira-Kuwaliya, Hapalla, el país del río Seha), Wilusa y
Lukka (la Licia clásica) al oeste; Kizzuwadna y Tarhuntassa al sur; Azzi-Hayasa e Isuwa al este; y,
durante ciertos periodos, los kaskas al norte. En Siria, tras el reinado de Suppiluliuma I, los
hititas poseían varios estados vasallos: Alepo, Karkemish, Ugarit, Alalakh, Emar, Nuhasse,
Qadesh, Amurru y Mitanni entre los principales.30 Entre estos reinos, algunos tenían un
estatus particular porque habían sido entregados a miembros de la dinastía real hitita: Alepo,
Karkemish y Tarhuntassa tuvieron sus propias dinastías colaterales; otros, como Hakpis,
confiado a Hattusili III antes de su ascenso al trono, solo obtuvieron ese estatus
temporalmente. La dinastía hitita de Karkemish representó un papel especial durante los
últimos años del reino. Su soberano intervino en los asuntos de otros estados sirios para
resolver disputas, tarea que normalmente recaía en los reyes hititas, pero que delegaron en
sus virreyes para aligerar su carga de tareas.31

Las relaciones entre los reyes y virreyes hititas y sus vasallos se refleja bien en los archivos
descubiertos en las excavaciones de Ugarit y Emar. Las autoridades hititas tenían que resolver
litigios entre sus vasallos para garantizar la paz y cohesión en Siria —problemas fronterizos,
matrimoniales, comerciales—, fijar los tributos y supervisar la vigilancia de posibles amenazas
externas. Se emitieron varios decretos para resolver este tipo de casos.32 Los textos de Ugarit
y Emar muestran otros representantes del poder hitita —que son parte del grupo de los «hijos
del rey», la elite hitita— enviados cerca de los vasallos.33

Para formalizar las relaciones con sus vasallos, los hititas tenían la costumbre de otorgar los
tratados (en hitita, ishiul- y lingais-; en acadio, RIKSU/RIKILTU y MAMĪTU) y ponerlos por
escrito, de forma similar a otras instrucciones destinadas a otros servidores del reino. Varias
decenas de estos tratados se han encontrado en Hattusa en el área del palacio o en el gran
templo, donde se archivaban cerca de las divinidades que los garantizaban. Mantienen un
modelo estable durante el periodo imperial: un preámbulo en el que se presenta a las partes
contratantes seguido de un prólogo histórico que reconstruye las pasadas relaciones entre
ellos y justifica el acuerdo de vasallaje; a continuación, se estipulan las obligaciones del vasallo
—por lo general, la exigencia de lealtad al rey hitita, la obligación de extraditar a las personas
que huyan de Hatti, algunas oblicaciones militares como participar en campañas militares
junto al rey o la protección de las guarniciones hititas y, a veces, la fijación del tributo a pagar o
la regulación de los conflictos fronterizos—; las partes finales prescriben el número de copias
del tratado y, en ocasiones, la necesidad de escribir en tablillas de metal (plata o bronce) y los
lugares donde iba a ser depositado (palacios y templos); sigue una lista de los dioses que
garantizan el acuerdo y, finalmente, las últimas palabras son maldiciones contra el vasallo que
viole el tratado. Algunos vasallos disponían de un estatus honorífico más alto que otros y
establecían tratados llamados kuirwana, que son formalmente tratados entre iguales, porque
estos vasallos eran descendientes de reyes de estados que en el pasado eran iguales que Hatti:
Kizzuwadna, antes de la incorporación al reino, y Mitanni.34

El rey hitita y sus «hermanos»[editar]

Tratado de Qadesh firmado entre Hattusili I y Ramsés II. Está fechado en 1269 a. C.

Desde los tiempos de Anitta y Hattusili I, los reyes hititas tomaron y vieron reconocido el título
de «gran rey» (en acadio, šarru rābu, la lengua diplomática de la época) que les colocaba en el
cerradísimo club de las potencias dominantes del Antiguo Oriente Próximo. Este rango se
reconoció en principio a los reyes que no tenían señor, que disponían de un poderoso ejército
y de numerosos vasallos. Se reconocieron mutuamente como «hermanos», excepto cuando las
relaciones entre ellos eran especialmente malas. Fueron, además de los reyes hititas, los de
Babilonia, los de Egipto y, en sucesivas épocas, los de Alepo, Mitanni, Asiria, Alasiya (a pesar de
su escasa fortaleza) y Ahhiyawa.35
Las relaciones diplomáticas entre los grandes reyes de la segunda mitad del segundo milenio
antes de Cristo se conocen por las cartas de Amarna desenterradas en las ruinas de la antigua
capital del faraón Akenatón36 y la correspondencia de varios reyes hititas encontrada en
Hattusa.37

El intercambio de mensajes se hacía mediante embajadores mensajeros porque no existían


embajadas permanentes. No obstante, algunos enviados podían estar especializados en el
trato con una corte concreta y quedarse allí durante meses o años. Estas misivas iban
acompañadas generalmente de un intercambio de regalos conforme al principio de la
donación y contradonación. Si los mensajes concernían a asuntos políticos, muchos trataban
de las relaciones entre los soberanos, que eran objeto de tensiones relacionadas con el
prestigio entre iguales que podían perder —en particular sobre la magnificencia y valor de los
regalos recibidos o enviados—, o de las alianzas matrimoniales que les unían. Los reyes hititas
se casaron varias veces con princesas babilonias, ya que estuvieron aliados largo tiempo con la
dinastía casita que dirigía entonces el reino mesopotámico. Hattusili III, por su parte, envió a
dos de sus hijas para que se casaran con Ramsés II. Esto reforzó la alianza entre ambas cortes y
fue objeto de largas negociaciones. Los tratados internacionales concluidos entre grandes
reyes eran también objetos de extensas negociaciones. El único caso bien conocido fue un
tratado entre Hattusili III y Ramsés II.

La guerra y el ejército para los hititas

La guerra estuvo muy presente en toda la historia hitita, hasta el punto de que es difícil
encontrar una ideología de paz en los textos. El estado ideal parece que fue el de la ausencia
de conflictos internos en el reino y en concreto en la corte real, potencialmente muy
desestabilizadores y destructivos, antes que la confrontación con los enemigos externos que
aparecen como normales. El enfrentamiento bélico se vio como la recreación de un juicio
divino —ordalía— en el que el futuro triunfador tenía los poderes divinos de su lado. En un
texto se describe un ritual que debía cumplir el soberano antes de una campaña para
comenzarla con buenos augurios. Por otra parte, el rey hitita nunca se presenta como el
instigador del conflicto, sino siempre como el atacado que tenía que reaccionar para restaurar
el orden.39

Cuando resultaba ganador del conflicto, el rey hitita establecía relaciones formales con el
vencido mediante la celebración de un tratado escrito, en vez de confiar en el terror, lo que se
suponía que garantizaría la estabilidad en la región.40 Esto no impedía que la guerra
continuara con destrucciones, pillajes y otras expoliaciones así como la deportación de
prisioneros de guerra y por tanto fuera una manera de acaparar riquezas.41

El ejército hitita estaba bajo el mando supremo del rey, el cual estaba en el centro de una red
de asesores que le informaban de todos los frentes militares activos y potenciales del imperio.
Esta información estaba basada en las guarniciones fronterizas y las prácticas de espionaje.42
El rey podía ponerse al frente de sus tropas o bien delegar en un general, sobre todo cuando
había varios conflictos simultáneos. Esto era un privilegio de los príncipes —en primer lugar de
los hermanos del rey (el jefe de la guardia real, MEŠEDI) y del hijo mayor—, de los altos
dignatarios como el gran mayordomo y, cada vez más con el tiempo, de los virreyes,
especialmente el de Karkemish. El rango inferior estaba compuesto por los jefes de los
diferentes cuerpos de tropas (carros, caballería e infantería), cargos que se dividían entre un
jefe de derecha y un jefe de izquierda.43 Otros oficiales importantes eran los jefes de torre de
guardia y los supervisores de los heraldos militares, que se ocupaban de las guarniciones —
principalmente las fronterizas—, y podían comandar los cuerpos del ejército. La jerarquía
militar descendía desde aquí a los oficiales que dirigían las unidades más pequeñas.44

El corazón del ejército se componía de tropas permanentes estacionadas en las guarniciones.


Estaban mantenidas por los suministros recogidos de los almacenes estatales y, tal vez
también, de las concesiones de tierras de servicio. Según las necesidades de determinados
conflictos, se hacían levas forzosas de tropas entre la población y los reyes vasallos tenían que
proporcionar combatientes.45 Además de los textos de instrucciones del MEŠEDI y los jefes de
torre de guardia, se conocen otros textos destinados a garantizar la competencia y, sobre
todo, la lealtad de los soldados. Están las instrucciones a los oficiales, anotadas para
asegurarse la fiabilidad de los que dirigen las tropas, y un ritual del juramento militar que
debían prestar los soldados y oficiales cuando entraban en servicio, mediante el que juraban
fidelidad al rey y en el que se describía en detalle un ritual análogo de maldiciones a las que se
exponían en caso de deserción o traición a la patria (actos que estaban, en todo caso,
castigados con la pena de muerte).46

La mayoría de las tropas del ejército hitita eran de infantería y estaban equipadas con espadas
cortas, lanzas y arcos, así como con escudos. Contrariamente a la creencia popular, el metal de
las armas hititas era el bronce y no el hierro. La infantería acompañaba a las tropas de élite, los
carros de combate, conocidos por las representaciones que hicieron los egipcios de la batalla
de Qadesh en las que se muestra su capacidad de emprender una ofensiva rápida. Tirados por
dos caballos, estos carros eran montados habitualmente por un conductor y un combatiente
armado con un arco, pero en las representaciones de Qadesh van acompañados por un tercer
hombre que porta un escudo. La caballería estaba poco desarrollada y servía quizá
principalmente para misiones de vigilancia y correos rápidos.47 Según los textos egipcios que
describen la batalla de Qadesh, las tropas hititas movilizadas en aquel momento —el apogeo
del imperio— se elevaban a 47 000 soldados y 7000 caballos, contando las tropas de los
vasallos. Sin embargo, la fiabilidad de estas cifras ha sido cuestionada.48 Durante la última fase
del reino, también podían movilizar fuerzas navales —en particular para la invasión de
Alasiya—, gracias a los barcos de sus estados vasallos costeros como el reino de Ugarit.49

Geografía[editar]

El corazón del Imperio hitita –llamado comúnmente País de Hatti– estaba situado en el recodo
del río Kizil Irmak (Marrasantiya en lengua hitita), donde se hallaba la capital Hattusa. Este
núcleo limitaba al norte con las tribus kaskas, al sur con Kizzuwadna, al este con Mitanni y al
oeste con Arzawa. En el momento de máxima expansión hitita, Kizzuwadna, Arzawa y una
parte importante del territorio gasga fueron incorporados al Imperio, que incluía, además, una
buena parte (o la totalidad) de Chipre y diversos territorios en Siria, donde el reino hitita
limitaba al este con Asiria y al sur con Egipto.
Algunas de las principales ciudades hititas han sido localizadas, entre ellas Nesa y la capital
Hattusa. Aún quedan ciudades por hallar, como, por ejemplo, Kussara, Nerik o Tarhuntassa. En
Siria estaban especialmente las ciudades conquistadas al antiguo reino de Iamhan de Alepo,
Karkemish y Qadesh.

Cultura

Es muy probable que a partir de grafismos, los hititas hubieran llegado a desarrollar su propia
escritura basada principalmente en pictogramas, pero aunque se encuentran pictogramas en
la zona hitita, aún no es viable relacionarlos directamente con la cultura hitita ni tampoco es
posible de momento calificarlos como una escritura sistematizada.

Lo que sí es corroborable es que los hititas adoptaron la escritura cuneiforme usada a partir de
los sumerios. Esta escritura les sirvió para su comercio internacional, aunque podía estar
"dialectizada" acorde al idioma hitita, si bien al usarla en gran medida de un modo próximo al
de los ideogramas resultaba inteligible para pueblos vecinos alófonos.

El arte hitita que ha llegado a nuestros días ha sido calificado desde el tiempo de los griegos
clásicos como un "arte ciclópeo" debido a la magnitud de sus sillerías y a las dimensiones y
relativa tosquedad de sus bajorrelieves y algunas pocas esculturas en bulto. Estas pocas
esculturas en bulto parecen haber recibido alguna influencia egipcia, mientras que los
bajorrelieves evidencian influjos mesopotámicos, aunque con un típico estilo hitita
caracterizado por la ausencia de delicadezas formales.

Sin embargo, el arte hitita más típico se observa en los pocos elementos metálicos
(especialmente de hierro) que han llegado hasta nuestros días. Aquí también se nota un arte
"rudo" y basto, aunque muy sugestivo por cierta estilización y abstracción de índole religiosa,
en la cual abundan símbolos bastante crípticos.

Lengua hitita[editar]

Artículo principal: Idioma hitita

La lengua hitita, también llamada nesita, es la más importante de la extinguida rama anatolia
de las lenguas indoeuropeas, siendo los otros miembros el luvita (especialmente el luvita
jeroglífico), el palaico, el lidio y el licio. Uno de los grandes logros de la arqueología y la
lingüística es el haber descifrado esta lengua extinta, que se considera la más antigua de entre
todas las lenguas indoeuropeas documentadas. Precisamente, al ser la más antigua, resulta
interesante por los elementos de los que carece y que se hallan presentes en lenguas
documentadas posteriormente.

Una de sus características principales es el gran número de palabras no indoeuropeas que


contiene, debido a la influencia de culturas de Oriente Próximo, como la hurrita o la cultura del
pueblo de Hatti, siendo especialmente acusada esta influencia en los vocablos de origen
religioso. Consta de la mayoría de los casos habituales en una lengua indoeuropea, dos
géneros gramaticales (común y neutro) y dos números (singular y plural), así como diversas
formas verbales.

Aunque parece que los hititas contaban con un sistema de pictogramas, pronto comenzaron a
usar también el sistema cuneiforme.

Religión y mitología[editar]

Un panteón abundante

El gran templo (templo 1) de Hattusa.

La religión hitita llegó a ser conocida como «la religión de los mil dioses». Contaba con
numerosas divinidades propias y otras importadas de otras culturas (muy especialmente, de la
cultura hurrita), entre las cuales se destacaba Tesub, el dios del trueno y la lluvia, cuyo
emblema era un hacha de bronce de doble filo (algo semejante, aunque puede ser casual, se
observa en la civilización minoica, con su labrix), y Arinna, la diosa del sol. Otros dioses
importantes eran Aserdus (diosa de la fertilidad), Naranna, diosa del placer y la natalidad y su
marido Elkunirsa (creador del universo) y Sausga (equivalente hitita de Ishtar).

Templos, culto y celebraciones[editar]

El rey era tratado como un humano escogido por los dioses y se encargaba de los más
importantes rituales religiosos, además de salvaguardar las tradiciones. Si algo no iba bien en
el país, se le podía culpar a él si había cometido el más mínimo error durante uno de esos
rituales, e incluso los propios reyes participaban de esta creencia; así, por ejemplo, Mursili II
atribuyó una gran peste que asoló el reino hitita a los asesinatos que llevaron a su padre al
trono, y realizó numerosos actos y mortificaciones para pedir perdón ante los dioses.

Rituales de magia[editar]

De numerosas tablillas hititas, conocemos unos rituales de tipo mágico que tienen por objetivo
manipular la realidad para convocar e influir en las fuerzas invisibles (los dioses y otros). Estos
procesos se utilizaban en una gran variedad de casos: durante los ritos de paso (nacimiento,
mayoría de edad, muerte); durante el establecimiento de vínculos garantizados por las fuerzas
divinas (compromiso con el ejército, acuerdos diplomáticos); para curar o expiar los diversos
males, a los que se atribuía un origen sobrenatural (enfermedades o epidemias que tienen por
origen una falta cometida, hechizos debidos a la malicia de un brujo o, más a menudo, de una
bruja, pero también peleas de pareja, impotencia sexual, una derrota militar, etcétera).50

Estos rituales movilizaban a muchos especialistas. En primer lugar a las «mujeres viejas»
(sumerograma, ŠU.GI; en hitita, hassawa), que parecen haber sido las expertas en rituales por
excelencia, pero también a los especialistas en adivinación, que completaban sus prácticas
habituales mediante rituales mágicos, y a los médicos exorcistas (A.ZU, que se podría traducir
por «físico»). En efecto, las prácticas médicas hititas combinaban remedios que a ojos
modernos revelarían medicina científica con otros que eran de orden mágico. Esta diferencia
no era apreciada por la gente de los tiempos antiguos.51

Los rituales mágicos de los hititas podían seguir varias reglas:

La analogía o simpatía que consistía en la utilización de objetos con los que se realizaban
actividades que simbolizaban el efecto de lo que querían conseguir, al tiempo que se recitaban
encantamientos que garantizasen su eficacia. Por ejemplo, durante el ritual de entrada en
servicio de los soldados, se aplastaba la cera para simbolizar lo que les sucedería en caso de
deserción; durante el ritual contra la impotencia sexual, el hombre entregaba en el ritual un
huso y una rueca, que representaban la feminidad (asimilados a la impotencia), y le daban un
arco y unas flechas que simbolizaban la virilidad reencontrada.

El contacto aseguraba la transferencia de un mal de una persona u objeto a otro objeto o


partes de un animal sacrificado. Esto se hacía con solo tocar o agitar el objeto que se suponía
captaba el mal alrededor de la persona tratada; o haciendo pasar a este último entre las partes
de objetos y animales que constituían una suerte de portal simbólico que permitiera disipar el
mal cuando era atravesado.

La sustitución era un proceso que permitía reemplazar la persona receptora del mal por un
objeto (a menudo una figurilla de barro que la representaba), un animal o incluso otra persona
en el caso de los reyes. El sustituto era después destruido, sacrificado o exiliado (práctica del
chivo expiatorio) llevando consigo el mal.52

Adivinación[editar]

La voluntad de los dioses era accesible a los hombres mediante la adivinación. Esto permitió a
los hititas conocer el origen de una enfermedad o una epidemia, de una derrota militar o de
cualquier mal. Las informaciones recopiladas así debían permitir luego ejecutar los rituales
adecuados. La adivinación también podía servir para juzgar la oportunidad de una acción que
quisieran realizar (iniciar una batalla, construir un edificio, etc...) en previsión de si tenían el
consentimiento divino, de si se realizaría en un momento propicio o perjudicial y, sobre todo,
para saber que iba a suceder en el futuro.
Existieron varios tipos de prácticas adivinatorias. La adivinación mediante los sueños
(oniromancia), que parece haber sido la más habitual, podía ser de dos tipos: o el dios se
dirigía él mismo al durmiente, o provocaba el sueño (incubación). La astrología está
atestiguada en textos encontrados en Hattusa. Los otros procedimientos de adivinación
oracular más habituales eran la lectura de las entrañas de ovejas (hepatoscopia), la
observación del vuelo de ciertas aves (augures), los movimientos de una serpiente de agua en
un barreño y un proceso enigmático consistente en echar a suertes objetos que simbolizaban
algo (la vida, el bienestar de una persona) supuestamente para revelar el futuro.

Por lo tanto, la adivinación podía ser producida en los hombres con los rituales precisos, o bien
emanar directamente de los dioses de forma espontánea y ser impuesta a los hombres que
debían después interpretar el mensaje. En todos los casos fue necesario apelar a especialistas
en adivinación. Algunos estaban especializados en ciertas prácticas concretas, como el BARU
en hepatoscopia o el MUŠEN.DÙ para la interpretación de los sueños. La «mujer vieja» realizó
también muchos de estos rituales.53

Mitos[editar]

Mitología hitita

En las ruinas de Hattusa se han desenterrado varios relatos mitológicos. El estado fragmentario
de la mayoría de ellos impide conocer su desenlace o incluso su desarrollo principal. Sin
embargo, algunas piezas se encuentran entre las más notables de la mitología del Antiguo
Oriente Próximo. La mayoría de estos mitos no tienen un origen hitita: muchos parecen tener
un fondo hattiano; otros tienen un origen hurrita (quizá más precisamente de Kizzuwadna).

Entre los mitos del primer grupo, un tema recurrente es el del dios desaparecido, cuyo ejemplo
más conocido es el mito de Telepinu. El dios epónimo desaparece poniendo en peligro la
prosperidad del país, de la cual era garante. La esterilidad golpea a los campos y animales; las
fuentes de agua se secan; reinan el hambre y el desorden. Los dioses investigan como hacer
volver a Telepinu, pero fracasan antes de que una pequeña abeja enviada por Hannahanna
consiga encontrarlo y despertarlo. El final del texto está perdido, pero es evidente que en él se
narraban el regreso del dios y de la prosperidad. Se conocen otros mitos que narran la
desaparición de otros dioses y que siguen este mismo patrón. Se refieren al dios Luna en el
mito de la luna que cayó del cielo, a varios dioses de la tormenta como el de Nerik, al dios Sol y
muchos más. Con frecuencia solo se conocen por historias fragmentarias o por los rituales en
los que se reproduce el desarrollo del mito y que permiten el regreso del dios y, por lo tanto,
asegurar la prosperidad del país. Estos mitos están claramente relacionados con el ciclo
agrícola y el retorno de la primavera. Simbolizan el regreso del orden frente a la
desorganización, el cual puede garantizarse mediante la aplicación de los mitos vinculados a
él.54
Otro mito anatolio importante es el de Illuyanka. Se conoce por dos versiones y relata el
combate del dios de la tormenta contra la gigantesca serpiente Illuyanka. La victoria del gran
dios se produce a pesar de los reveses iniciales y con la ayuda de otros dioses. Este mito se
inscribe en el tema de los mitos que tienen a una deidad soberana enfrentándose a un
monstruo que simboliza el caos —como en el ciclo de Baal de Ugarit, la epopeya babilónica de
la creación—. Al igual que este último, se recitó y tal vez se representó durante una de las
grandes celebraciones de primavera (la celebración purulli entre los hititas).55

El último gran mito, conocido por unas tablillas de Hattusa, es el ciclo de Kumarbi, mito de
origen hurrita dividido en cinco «canciones» (Sìr) desigualmente conocidas. Tiene por tema la
declaración del dios Tesub (el dios hurrita de la tormenta) ante varios adversarios, en primer
lugar Kumarbi que le suplanta en la primera historia: la canción de Kumarbi. La rivalidad entre
los dos termina en la canción de Ullikumi en la que Tesub debe derrotar a un gigante
engendrado por su enemigo mortal. Este ciclo mítico tiene un alcance más general que los
precedentes porque comienza con una narración del origen de los dioses y explica la creación
de su jerarquía y, en particular, la primacía del dios de la tormenta. Es también el que presenta
mayores paralelismos con la mitología griega, ya que la narración de los conflictos
generacionales de los dioses es muy cercana a la de la Teogonía de Hesiodo.56

De los mitos propiamente hititas que nos han llegado, tenemos a los humanos como
personajes principales, pero implicando también a los dioses. El mito de Appu cuenta la
historia de una pareja rica sin hijos que implora al dios Sol para que vaya en su ayuda. Esto, por
último, les permite tener gemelos, uno bueno y otro malo, que luego se volverán rivales
siguiendo un modelo conocido en otras culturas antiguas (como Caín y Abel en la Biblia). La
leyenda de Zalpa introduce un texto historiográfico en el que se relata la toma de esta ciudad
por Hattusili I y sirve sin duda para presentar el origen del conflicto. Relata como la reina de
Kanesh da a luz a treinta hijos que ella persigue tras su nacimiento y que sobreviven gracias a
la ayuda divina para crecer en Zalpa. Más tarde, están a punto de unirse a las treinta hijas que
la reina de Kanesh había tenido a continuación, momento en el que la historia se detiene.57

La muerte y el más allá[editar]

Siguiendo las concepciones que aparecen en varios textos encontrados en lo que fue el país de
Hatti, los hititas dividieron el universo en el Cielo —el mundo superior donde vivían los
grandes dioses— y un conjunto formado por la Tierra y el Infierno —el mundo subterráneo
descrito como «tierra sombría»—, al que llegaban los difuntos después de la muerte. Era
accesible desde la superficie de la tierra a través de las cavidades naturales que conducen
hacia las profundidades: pozos, pantanos, cascadas, grutas y otros agujeros (como las dos
cámaras de Nişantepe en Hattusa). Estos lugares podían servir como espacios para los rituales
relacionados con las deidades infernales. Como su nombre indica, la tierra sombría se veía
como un mundo poco atractivo en el que los muertos llevaban una existencia lúgubre.
Los textos hititas parecen fuertemente influidos por las creencias mesopotámicas en el más
allá, por lo que resulta difícil determinar en que medida reflejan las creencias populares
locales. Al igual que los habitantes del país de los dos ríos, los hititas pusieron el inframundo
bajo la protección de la diosa Sol de la Tierra (la diosa Sol de Arinna) que recoge aspectos de la
antigua diosa hatti Wurusemu. Esta se asoció a Lelwani, otra gran divinidad infernal hatti, y
asimilada a sus equivalentes sumeria y hurrita Ereshkigal y Allani. El mundo infernal anatolio
estaba poblado de otros dioses, sirvientes de esta reina del Infierno, en particular por unas
diosas que hilaban la vida de los hombres igual que las moiras de la mitología griega o las
parcas de la romana.58

Las prácticas funerarias conocidas son principalmente aquellas que conciernen a los reyes y a
los miembros de la familia real que se beneficiaron de funerales fastuosos y del ancestral culto
a los muertos.59 No se ha descubierto ninguna tumba real. Los soberanos y sus familias eran
incinerados y sus restos eran sin duda depositados en su lugar de culto funerario llamado
hekur. Quizá tengamos un ejemplo con la cámara B de Yazilikaya, que habría servido entonces
para el culto funerario de Tudhaliya IV y cuyos bajorrelieves podrían representar a las
divinidades infernales. Se ofrecían sacrificios regulares a los reyes y miembros de la familia real
difuntos y sus templos funerarios eran ricas instituciones dotadas de tierras y personal, como
en los grandes templos.60 Esta práctica de culto a los antepasados probablemente existía
también entre el pueblo, con el objetivo de asegurarse de que los muertos no volvieran para
atormentar a los vivos bajo la forma de fantasmas (GIDIM). Si era necesario, podían ser
expulsados mediante exorcismos.61

Los cementerios anatolios del segundo milenio antes de Cristo datan principalmente en la
primera mitad de este periodo, correspondiente a la época de las colonias asirias de
mercaderes y al antiguo reino hitita. Pocos cementerios del periodo del Imperio hitita se han
sacado a la luz. El más importante es el de Osmankayasi situado cerca de Hattusa. Estos
cementerios documentan las prácticas funerarias de las clases media y baja de la sociedad
hitita. La inhumación e incineración coexisten, pero la segunda tiende a aumentar en el
transcurso del periodo. Los enterramientos podían hacerse en tumbas de cista (sin duda para
los más ricos), en simples fosas o en grandes jarras llamadas con la palabra griega pithos (para
los menos ricos). La mayoría de las tumbas conocidas están situadas en las necrópolis, pero
algunas de ellas se encuentran en el interior de los muros de las ciudades, debajo de la
residencia de la familia del difunto, como también es común en Siria y Mesopotamia.

Los hebreos
Ubicación Geográfica:
Los hebreos, pueblo de nómades semitas, aparecieron en el Asia Anterior alrededor del siglo XIII a.C.
Estos se asentaron en la zona de Palestina, al sur de Fenicia. Esta zona esta delimitada al oeste, por el
mar Mediterráneo; al este, por el río Jordán y el Mar Muerto; al norte, por las montañas del Líbano y al
sur, por la península del Sinaí.
Es un territorio menos fértil que Egipto y Mesopotamia, pero presenta llanuras aptas para el pastoreo y el
cultivo, por lo que será codiciado por los vecinos del desierto.
Esta región se llamo primitivamente el país de Canaan debido a que sus primitivos pobladores fueron
los cananeos. Cerca del 1500 a.C. llegaron tribus de origen ario, los filisteos, y denominaron a la zona
Philistina , nombre del cual deriva la palabra Palestina. Posteriormente se asentaron los hebreos, singular
pueblo, que no formo un poderoso Estado o un Imperio, pero que sorteando avatares mantuvo su
vigencia hasta la actualidad.
Sociedad:
La sociedad israelita estaba íntmamente relacionada con su religión. El núcleo de la sociedad hebrea
es la familia. Esta es patriarcal. El padre es la máxima autoridad.
Existían también los esclavos; que se obtenían por compra o por ser prisioneros de guerra; no se los
trataba con crueldad.
En los tiempos de nómades, los hebreos vivían en tiendas con pocos muebles. Esta forma de vida les
facilitaba su traslado en búsqueda de pasturas para sus rebaños. Luego de asentarse en Palestina,
habitaron en casas de piedra, rodeados de hurtos, conformando poblados.
Gobierno:
Establecimiento en Palestina. Los jueces:
En el siglo XII a.C. los hebreos tuvieron algunos enfrentamientos con los cananeos.
Al establecerse en Palestina tomaron las costumbres sedentarias y agrícolas. En cuanto a
la organización política continuaron divididos en doce tribus, sin confirmar un solo estado. Su vinculo
primordial era el religioso. Cuando eran atacados por enemigos (momentos difíciles) las tribus aceptaban
eventualmente a un único jefe, llamado juez, que era, generalmente, un caudillo. Este unía a varias tribus
bajo su autoridad. Entre ellos se destacaron Gedeon, Sanson y Samuel.
Creación del Estado hebreo. Los reyes:
Afines del siglo XI a.C., estas unidades temporales se transformaron en una unidad permanente con la
creación del reino de Israel. Estos organizaron un solo Estado: nació la monarquía. En el plano
internacional era una época de florecimientos de pequeños reinos independientes. Los grandes Imperios
Antiguos habían decaído y todavía no había surgido el terrible poder asirio. Era un buen momento para
unirse y derrotar a los filisteos con los que disputaban la zona.
El primer rey, Saul, venció a los filisteos y floreció al Estado, su gobierno era acompañado por un Consejo
de Ancianos.
Su sucesor, David, ataco la ciudad de Cananea de Sión y se apropio de ella llamándola Jerusalén.
Posteriormente sometió a los filisteos y extendió los demonios de Israel, desde al Eufrates hasta el Mar
Rojo. Los hebreos consideraron esta época como la mas feliz.
Su hijo, Salomón, Alcanzo la fama por darle importancia a la justicia y por intensificar el comercio.
Organizo también, una flota para comerciar por el Mar Rojo. Parte de las riquezas se aplico a
la construcción del palacio y del templo de Yavhe en Jerusalén.
El cima. Los dos reinos:
La muerte de Salomón desencadeno una rivalidad entre las doce tribus que termino en la división del
reino en dos estados diferentes: a) las diez tribus del norte formaron el Reino de Israel, mas vasto y
fuerte, con su capital en Samaria.
b)Las dos tribus del sur formaron el Reino de Juda, con la capital en Jerusalén.
Como consecuencia de esta división hubo una decadencia económica y religiosa. Económica porque ya
no tuvieron el monopolio de las rutas de religión; y religiosa porque comenzaron a adorar el reino del norte
y asimilaron otras costumbres religiosas como los cananeos.
Como reacción ante esto, comenzaron a surgir los profetas, en defensa de la doctrina de Jehová.
El exilio. La perdida de la independencia política:
La división y las luchas internas provocaron debilidad en los dos reinos. Esto favoreció a los pueblos
vecinos que, primero los asirios y después los caldees, los invadieron, conquistaron y esclavizaron.
El retorno a Palestina. La comunidad religiosa:
Cuando Ciro el grande destruyo el imperio Neobabilonico, permitió a los hebreos a retornar a Palestina y
los persas les permitieron reorganizarse como comunidad religiosa de acuerdo con su política. Pero pese
a esto, no todos regresaron ya que temían ser esclavizados y se dispersaron por todo el mundo. Sin
embargo, quedaron unidos por su lengua, su religión y sus costumbres.
La diáspora:
Los romanos destruyeron Jerusalén y expulsaron a los israelitas. Estos se desgregaron por el
Mediterráneo y comenzó así la diáspora; la dispersión de judíos por el mundo.
La historia de los hebreos en Palestina había terminado. Pero la comunidad hebrea sobrevivirá
manteniendo intactas sus creencias y costumbres, gracias a su fe y a la alianza con su dios Yavhe.
Economía y actividades:
Los hebreos , establecidos en Palestina, se dedicaron a la agricultura y la ganadería.
El cultivo característico era el olivo y la vid, también obtuvieron legumbres y lentejas. El pastoreo de
ovejas, bueyes, cobras, caballos y camellos acompañaba la actividad agrícola. También
trabajaron cerámica y confeccionaron numerosos tejidos de lana y lino. Lomas importante de su actividad
económica fue el comercio. Esto se debía a que su lugar de asentamiento, Palestina, era una tierra
puente, es decir, un lugar de transito de mercaderes entre Mesopotamia y Egipto: exportaban aceite y
vino e importaban metales (cobre de Chipre, hierro de Australia, oro de Arabia ), marfil y espacias.
Religión:
La religión domino todos los aspectos de la cultura hebrea. La prohibición de representar la divinidad
estimulo la literatura y el resultado fue la BIBLIA. También denominada Sagradas Escrituras.
El ANTIGUO TESTAMENTO está escritos por los hebreos. Habla de las costumbres y pensamientos
morales de los israelitas. Luego los cristianos agregaron el NUEVO TESTAMENTO con la llegada de
Cristo y los orígenes del cristianismo.
La primera gran diferencia de la religión del pueblo hebreo con los demás del Cercano Oriente es que
cree en un solo Dios. Este es justo y bueno y exige a su pueblo el cumplimiento de una moralidad. No
tiene forma humana, esto significa que no puede ser representado. El hombre es inferior a El, pues Dios
lo hizo a su imagen, inmortal, pero como ha pecado debe ser castigado.
Otra diferencia es que Dios actúa con los hombres y no fuera del mundo de los hombres. Esto no significa
que no volvieran a caer periódicamente en el politeísmo. Esta caída se producía varias veces hasta que
alguien (como los predicadores) los esperanzaban nuevamente.
Arte:
La mayoría de las obras literarias fueron compiladas y organizadas durante el período de apogeo de la
monarquía y por obra del rey- poeta David.
Merecen especial mención los salmos, los proverbios, los cantos nupciales del cantor de los cantares, las
Crónicas, el Génesis, el Éxodo, los Jueces, los Reyes y otros libros denominados Sapiensiales, como el
Eclesiastés.
Valoraron la música y la emplearon en las ceremonias religiosas. El sofar fue un instrumento típico
hebreo, cuerno de macho cabrío utilizado para convocar a las ceremonias rituales. También utilizaron
cítaras, sistros panderos (adufes) y flautes, por mencionar los más popularizados.
No había pinturas ni esculturas por temor a que cayeran en la idolatría.
Fue destacada la arquitectura, dentro de ella los palacios y las viviendas de los nobles.
Legado cultural hebreo:
Aportes a la religiosidad:
a) Primera gran fe monoteísta.
b) Origen de las tres grandes religiones actuales: judaísmo, cristianismo e islamismo.
c) Antiguo Testamento.
Actualidad:
Nombre: Israel
Bandera: Sionista (1891). Fue adoptada como enseña nacional en 1948. Sus rayos azules hacen alución
a la alfombrilla judía utilizada por las oraciones. La estrella de David es el símbolo judío por excelencia.
Idioma: Hebreo y Árabe
Religión: Judía (89%), Musulmana (7%), Cristiana (4%)
Gobierno: República, democracia parlamentaria. Sistema unicameral
Moneda: Libra Israelí.

2.2 Periodos de su historia


El pueblo hebreo, a través de su historia, ha pasado por tres períodos: el de los Patriarcas,el de los
Jueces y el de los Reyes.

2.2.1 Período de los Patriarcas

Se llama así al período en que las tribus hebrea eran gobernadas por los ancianos a quienes se les
llamaban patriarcas. El Patriarca era el jefe, y como tal, ejercía la máxima autoridad sobre las personas y
bienes. También era el padre, juez, sacerdote y jefe del ejército.
Entre los patriarcas destacaron: Abraham, Isaac, Jacob, José y Moisés.

a. Abraham

Abraham fue el primer patriarca. Nació en la ciudad de Ur, en mesopotamia. La biblia nos relata que a los
75 años este patriarca oyó la voz de Dios, que le ordenaba abandonar la tierra de Ur para conducir a su
pueblo a la tierra prometida o país del Canaán. Los historiadores aseguran que dicho acontecimiento
ocurrió en el reinado de Hamurabi, hacia el años 2050 a.C.

b. Jacob

Jacob fue hijo de Isaac y Rebeca, llamado también Israel, que quiere decir el que lucha con Dios. Se casó
en Caldea y se trasladó a Palestina. Tuvo 12 hijos. Ellos fueron los fundadores de las 12 tribus de Israel.
Uno de ellos, llamado José, era el que tenía todas las preferencias de su padre, lo que generó la envidia
de sus hermanos, quienes lo vendieron a unos mercaderes. Estos, a su vez, lo vendieron a Putifar,
funcionario egipcio.
En cierta ocasión, el faraón Apopi había soñado que siete vacas gordas eran devoradas por siete vacas
flacas. Ante el fracaso de los mejores adivinos del imperio, José interpretó acertadamente este sueño,
manifestando que a siete años de abundancia, en el que se tendría que reservar los excedentes de
cosecha, le seguirían otros siete años de sequía y miseria. El faraón maravillado por la interpretación lo
nombró ministro. Después de algunos años, llegó la hambruna y miseria anunciadas. Un día, José
reconoció a sus hermanos que habían llegado en busca de granos. Este también se hizo reconocer, los
perdonó y los mandó que trasladasen a su anciano padre Jacob, para instalarlo en las fértiles tierras del
delta del río Nilo.

c. Moisés

Los israelitas se multiplicaron en Egipto y debido a su origen despertaron odio y recelo de los faraones.
Fueron sometidos a la esclavitud y a realizar trabajos forzados, como la construcción de gigantescos
templos, palacios, pirámides y caminos. En estas circunstancias apareció Moisés para liberar a su pueblo.
La Biblia manifiesta que el faraón ordenó, ante el incremento del pueblo hebreo que fueran sacrificados
los recién nacidos. Una mujer de la tribu de Levi escondió a su hijo en una cesta embreada y lo depositó
en el río Nilo, en el lugar en que acostumbraba bañarse la hija del faraón. La referida princesa encontró el
cesto con el niño, dispuso su rescate y le puso el nombre de Moisés, que quiere decir salvado de las
aguas.
Cuando este patriarca tenía cuarenta años, Dios se le apareció y le ordenó liberar a los hijos de Israel del
yugo egipcio.
La partida del pueblo hebreo hacia el desierto del Sinaí hasta la “tierra prometida”. En el viaje, Moisés
consolidó el monoteísmo religioso con la que hace que su pueblo crea en un solo Dios al recibir los 10
mandamientos de Jehová en el monte Sinaí.

Moises Exodo
Moises el éxodo
2.2.2 Periodo de los Jueces

También llamado del “afianzamiento nacional”. Los hebreos se constituyen como nación por primera vez.
Moisés murió antes de entrar en Canaán, la “tierra prometida”. Josué guió al pueblo en su conquista ya
que estaba ocupada por otros pueblos. La cultura hebrea logró tomar posesión en el siglo XII a. de C.
conducida cada tribu por un jefe militar y religioso llamado Juez. Adoptaron la forma de vida sedentaria
formando pueblos y ciudades.
Los Jueces que gobernaron Israel son:

Otoniel: (Jue 3:7-11)


Aod: (Jue 3:15)
Samgar: (Jue 3:31)
Débora (Y Barac): (Jue 4-5)
Gedeón: (Jue 6-8)
Tola: (Jue 10:1)
Jair: (Jue 10:3)
Jefté: (Jue 10:6-12:7)
Ibzán: (Jue 12:8)
Elón: (Jue 12:11)
Abdón: (Jue 12:13)
Sansón: (Jue 13-16)
Sacerdote Elí: (1Sam 4:18)
Samuel: (1Sam 7:15)
Entre los principales encontramos a los siguientes:

a. Débora

Uno de los primeros jueces fue una mujer , ella era profetisa y fue famosa por sentarse bajo una palmera
donde cualquiera podía buscar su consejo y desde donde emitía las órdenes de batalla.
Barak, el mayor guerrero de esa época, se negaba a ir a la batalla sin ella. Juntos dirigían a las tropas en
contra del ejército canaanita que era mucho más grande y que estaba apoyado por 900 carrozas de
hierro, mientras que Israel no contaba con ninguna.
En la víspera de la batalla, Barak dudaba si los guerreros israelíes podrían pelear frente a este oponente
tan fuerte, pero Déborah se mantuvo firme. Una tormenta inesperada se desató en el cielo y el aguacero
resultante convirtió el terreno en barro; el hierro de los carros quedó atascado y los canaanitas entraron
en pánico.
De esa forma, se cumplió la profecía de Déborah, que decía que “éste es el día en que Dios entregará a
Sisera en vuestras manos*.

b. Gedeón

El cual significa “Destructor”, “Guerrero poderoso”, fue un juez y guerrero del Antiguo Israel. Fue el quinto
de los jueces del pueblo judío y es considerado como uno de los más sobresalientes por la magnitud de
su “obra guerrera” contra uno de los pueblos enemigos de Israel: los madianitas. Hijo de Joás de la tribu
de Manasés.
En sustancia, la vida de Gedeón se sitúa tras el asentamiento de los judíos en el llano de Ofrá donde
habían asimilado los cultos idolátricos de las poblaciones aledañas. Tras esa infidelidad, Yahveh les
habría castigado enviando tribus nómadas y grupos de amalecitas y madianitas a hacerles la guerra. En
esos combates, dos hermanos de Gedeón habrían sido asesinados. Los israelitas se arrepintieron y
pidieron perdón. Yahveh envió a su ángel a hablar con Gedeón para anunciarle que sería el libertador de
su pueblo. Éste pidió una prueba, tras un diálogo algo sarcástico con el ángel. Este último le dio la prueba
que pedía abrasando un sacrificio con fuego milagroso. Al día siguiente Gedeón destruyó el altar de Baal
y ante la indignación del pueblo, Joás, su padre, le defendió diciendo que si Baal era dios, se encargaría
de castigar el sacrilegio. Desde ese día fue conocido como Gedeón Jerobaal.

c. Jefté

Hijo de Galaad, Jefté fue desheredado y expulsado por sus medio hermanos, por lo que se trasladó a la
región de Tob. Sin embargo Los ancianos de Galaad intentaron convencerlo que los liderara en la guerra
contra los amonitas, iniciada poco tiempo antes, a lo que Jefté se negó, a menos que después de la
guerra conservara la posición de liderazgo, cosa que los ancianos aceptaron.
Jefté, luego de haber amenazado a los amonitas juró que el primero que atraviese la puerta de mi casa
para salir a saludarme después de mi victoria sobre los amonitas, será para Yahveh y lo sacrificaré por el
fuego o cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Amonitas en
paz, será de Jehová, y le ofreceré en holocausto.
Luego ganó la batalla con facilidad. Al volver victorioso, lo sale a recibir su única hija. Él se lamenta (rasga
sus vestiduras), pues no puede echarse atrás en su promesa. Su hija le dice que debe honrar su
promesa. Le pide a su padre llorar su virginidad por dos meses, y vuelve a cumplir el voto, a diferencia del
sacrificio no realizado de Abraham (impedido por un ángel), el de Jefté sí fue consumado, pero no
precisamente como se infiere, sino como dedicación de su vida a Dios prescindiendo del matrimonio.

d. Sansón

Sansón fue un juez famoso por su fuerza de superhéroe y por conducir la pelea contra el mayor enemigo
de Israel: los filisteos.
Sansón, que juzgó a Israel por 20 años, fue uno de los que se enfrentó a los filisteos. Él era un nazir (que
es una forma de penitencia en la que la persona se abstiene temporalmente de cortarse el pelo y de
beber vino).
Para debilitar a los filisteos, fingió unirse a ellos, tomando deliberadamente a una mujer filistea como
esposa llamada Dalila, ella se dio cuenta de que Sansón era la principal amenaza para su pueblo.
Después de muchos intentos fallidos y muchas súplicas, ella finalmente logró que Sansón le revelase el
secreto de su fuerza sobrenatural, luego de lo cual le cortó el pelo mientras dormía. Como resultado, los
filisteos pudieron capturarlo, cegarlo y encerrarlo en prisión.
Cuando el cabello de Sansón creció, su fuerza sobrenatural regresó.
En la ejecución publica de sansón este derribó las columnas del templo, con lo que la construcción
colapsó, matando a todos los que estaban adentro.

sanson y Dalila
Sansón y Dalila
e. Samuel

En el tiempo en que apareció Samuel, el pueblo judío había pasado cerca de 400 años sin un liderazgo
central.Cuando Samuel era joven, viajaba por la tierra dictando la ley judía y dando consejos al pueblo,
pero ahora que había envejecido, ya no lo podía hacer. Mientras tanto sus dos hijos, que habían asumido
su rol, probaron no ser queridos por el pueblo.
Entonces fue enviada una delegación para pedirle a Samuel que ungiese a un rey en su lugar:
Y le dijeron “He aquí que tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora pues. Pon sobre
nosotros un rey que nos juzgue, como todas las naciones.
Samuel no lo quería hacer, pero Dios le dio el visto bueno y encontró un rey para el pueblo.
Y así es como se cerró el período de los Jueces. Samuel actuó como líder por 13 años y en los dos
últimos dirigió al pueblo judío junto con el primer rey judío, cuyo nombre era Saúl.

2.2.3 Período de los reyes

Se denomina así al período en que los hebreos eran gobernados por los reyes. Surgió por la necesidad
de unificar y defenderse contra sus enemigos, los filisteos de la costa y los nómades del desierto, para lo
cual contaron con un gran espíritu de solidaridad, unidad religiosa y el ejemplo de las grandes monarquías
de Egipto y Mesopotamía.
Los principales reyes fueron: Saúl, David y Salomón.

a. SAÚL
Fue nombrado rey a petición del pueblo. Durante su gobierno organizó un magnífico ejército, que le
permitió a la cultura hebrea vivir en paz y asegurar sus fronteras. Convertido en brillante guerrero,
combatió a los filisteos y a los nómades del desierto.

b. DAVID

Se hizo famoso por su valiente hazaña de dar muerte con su honda al gigantesco guerrero filisteo llamado
Goliat.
David fue un rey profeta, verdadero creador del Estado Hebreo. Fundó la capital del reino en los restos de
las fortaleza de jebús, a la que llamó Jerusalén, ciudad que fue símbolo de la unidad religiosa y política
del pueblo judío. Condujo con gran pompa a esta ciudadela el Araca de la Alianza.
Este era un cofre de cedro, donde los hebreos guardaban las Tablas de la Ley, que celosamente habían
conservado durante sus andanzas por el desierto.
El rey profeta había establecido un poderoso ejército con el cual sometió fácilmente a sus enemigos
(filisteos, moabitas, madianitas, amalecitas, amonitas y sirios). Durante su gobierno el dominio de la
cultura hebrea se extendió desde el río Eufrates hasta el mar Rojo, con excepción de Fenicia.
La aparente unidad del Estado de Israel fue turbada por conspiraciones palaciegas contra David, hasta el
punto de que su hijo Absalón se sublevó contra su autoridad. David puso vencerlo gracias a sus
mercenarios, quienes le dieron muerte. Esta muerte le causó profundo pesar y le inspiró admirables
poesías.

David y Goliat
David y Goliat
c. SALOMÓN

A la muerte de David le sucedió en el trono su hijo preferido Salomón. En su reinado, los hebreos
adquirieron un gran desarrollo material, particularmente en la actividad comercial, con cuyas riquezas
embellecieron su capital y construyeron el templo de Jerusalén, en siete años.
Este templo se edificó según las indicaciones de David, en el lugar donde se encontraba el Arca de la
Alianza, por artesanos cananeos y fenicios. Sus muros eran de grandes bloques de piedra y los
ensamblajes, de cedro dorado y esculpido.
El templo comprendía un recinto de acceso público; un patio atrio de los sacerdotes, en el cual había un
altar para los sacrificios y una fuente de bronce con agua para las purificaciones; y un santuario que se
dividía en dos cámaras: en una adornada por diez candelabros de siete brazos, se quemaba incienso; en
la otra, se guardaba el Arca de la Alianza.

2.3 El Cisma
Se denomina cisma a la división del pueblo hebreo en dos reinos: el de Israel y el de Judá. Esto se debió
a que las tribus de la región central y del norte se negaron a pagar los tributos implantados por Salomón.

2.3.1 El reino de Israel

Comprendía las diez tribus del norte y aclamaron por rey a Jeroboan. Este reino era mas extenso y
poderoso que Judá. Su capital fue la ciudad de Samaria.
Sus soberanos contraían matrimonio, en algunas oportunidades con princesas extranjeras, permitiendo la
penetración de nuevos religiosos.

2.3.2 El reino de Judá

Comprendía las dos tribus del sur: Judá y Benjamín, que permanecieron fiel a su rey Roboam, hijo de
Salomón y heredero legítimo del reino. Tenía por capital a la ciudad de Jerusalén. Conservaron y
desarrollaron las enseñanzas bíblicas.
Ambos reinos vivían en constantes contradicciones internas. Estas querellas generaron, en Israel y Judá,
la aparición de los profetas.

2.4 Los Profetas


Los profetas eran hombres de condición humilde; una especie de oradores populares, inspirados por
Dios. Lucharon ardorosamente por defender la pureza de la religión hebrea. Vivían retirados en el desierto
y en las montañas dedicados a la meditación y a la oración. Visitaban también a las tribus, predicando
profecías y penitencias o recordando al pueblo sus deberes para con Jehová. Anunciaban severos
castigos para aquellos que incumplieran el Decálogo de los mandamientos de Dios.
Los principales profetas fueron: Elías, Amós, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.

ELIAS

Este profeta acusó al rey Acab de Israel de haber traicionado la religión y profetizó su muerte, quien
efectivamente murió a los pocos años en una batalla campal.
AMOS

Fue un predicador religioso en el sur de Palestina. Fustigó el lujo de los potentados, su corrupción, su
avaricia y su crueldad para con los desposeídos.

ISAIAS

Vivió en Judá, exaltó el sentimiento religioso y profetizó la ruina de Samaria y Jerusalén.

JEREMIAS

Afirmó la universalidad de Jehová y anuncio la caída de Jerusalén en manos de Nabucodonosor. Escribió


sus famosos versos de dolor y tristeza en su obra denominada las “Lamentaciones”. Jeremías hizo de la
religión la base duradera de la nacionalidad judía, al margen de la independencia política.

EZEQUIEL

Apareció en la época del cautiverio, en Babilonia. Predicó la fe profunda en Jehová y el retorno del pueblo
hebreo a la libertad y el esplendor.

2.5 Dispersión de los Judíos


2.5.1 Los dos reinos fueron absorbidos por los grandes imperios.

Israel fue conquistado por el poderoso ejército asirio, en el año 722 a.C.
Judá, mantuvo su independencia por más de un siglo y se libró de la conquista asiria. En el año 597 a.C.
Nabucodonosor sometió al reino de Judá y redujo al cautiverio, en Babilonia, al rey y a las clases altas.
La destrucción del reino judío, repercutió sobre la vida política y sus propias creencias de los hebreos.
Como consecuencia aparecieron distintas sectas que se disputaban entre sí, como la de los fariseos,
saduceos y escenios.
Los fariseos, condenaban todas las prácticas supersticiosas y proclamaban la aplicación estricta del
mosaísmo o la “ley de Moisés”.
Los saduceos, también defensores del mosaísmo. Negaban la inmortalidad del alma y los castigos y
premios más allá de la vida. Además, aseguraban que la felicidad se conseguía con el goce de los bienes
terrenales.
Los escenios, fueron pequeñas comunidades defensoras de la ley de Moisés y de una moral
extremadamente severa.
La aparición de Cristo acentuó más estas diferencias religiosas, ya que muchos judíos abrazaron la nueva
religión cristiana y otros, la combatieron.

2 La Diáspora

La diáspora es el proceso de dispersión de los judíos. Esto se produjo en el gobierno del emperador
romano Tito, quien castigó una rebelión independentista judía, en el año 70 a.C. Después de apoderarse
y saquear Jerusalén, muchos judíos fueron vendidos como esclavos y otros expulsados de su país, fueron
diseminados por todo el imperio romano.

Los judíos no pudieron recuperar su libertad política, pues sufrieron sucesivas dominaciones de los
persas, griegos, romanos, árabes,turcos e ingleses. Sin embargo, mantuvieron su nacionalismo judío a
través de una fe profunda, sin mezclarse con poblaciones de origen distinto.

Los fenicios
Algunos grupos semitas, en XX a.C. originarios del desierto arábigo, llegaron al Eúfrates
medio. Cerca del 1350 a.C. avanzaron hacia el oeste en dirección a Palestina. En el siglo
XII a C. formaron reinos en zonas cercanas al mar Mediterráneo, Entre estos grupos
semitas se destacaron los fenicios y los hebreos.

Aunque con características propias, ambos pueblos, al ser vecinos de civilizociones tan
importantes como las de Mesopotamia y Egipto, recibieron muchos elementos
culturales de estas regiones. Costumbres, artes, ideas, posaron de un lugar a otro y de
un pueblo al otro. Sufrieron también el impacto de circunstancias externas
amenazantes, pero lograron desarrollarse sin excesivos sobresaltos antes de la
formación de los grandes imperios asirlo, neobabilónico y persa.

colonizacion fenicia

Los fenicios habitaron la región situada al Norte de Palestina y al Oeste de Siria, que
corre encajonada en una extensión de 200 Km. de largo y aproximadamente 35 a 40
kilómetros de ancho, entre el mar Mediterráneo y las montañas del Líbano.

De suelo abrupto y de clima cálido en los valles transversales y frío en las zonas
elevadas, el territorio es apto para la agricultura. Impedidos, sin embargo, de
internarse en las tierras adyacentes por la existencia de barreras naturales y la
presencia de otros pueblos más aguerridos, los fenicios se valieron de los árboles que
crecían sobre los montes, construyeron ágiles navíos y se lanzaron al mar
Mediterráneo.

Es una costa abierta que permite la navegación y en la que soplan vientos en dirección
a la isla de Creta y Egipto. Gracias a estas condiciones, los fenicios se convirtieron en
uno de los primeros navegantes de la historia, y también dieron origen a una de las
primeras civilizaciones marítimas, convirtiéndose en excelentes navegantes y hábiles
comerciantes. Así como el Nilo fue un estímulo para el desarrollo de a cultura egipcia y
el Tigris-Eufrates para a Mesopotamia, el mar Mediterráneo fue un elemento
primordial para el desarrollo de la cultura fenicia.

Evolución histórica Fenicia nunca formó un estado unificado sino que estuvo integrada
por ciudades-estados independientes entre sí y en ocasiones enfrentadas. En caso de
un enemigo común solían unirse en una confederación. En determinadas épocas,
algunas de las ciudades lograban tener la hegemonía, sin que desaparecieran las
demás.

Los fenicios también sufrieron varias dominaciones extranjeras: los asirios, los neo-
babilónicos y los persas. Sin embargo, esto no resultó un freno para sus actividades.
Tres ciudades lograron en distintas épocas la supremacía sobre las demás: Biblos,
Sidón y Tiro.
LOS PUEBLOS QUE LO HABITARON: De origen semita, los púnicos o fenicios, o sea
hombres colorados, provenientes de la región de Sinaí, adyacente del mar Rojo,
llegaron a ese territorio hacia el año 3000 a.C. y fundaron varias ciudades sobre la
costa, autónomas entre sí, las que prosperaron sucesivamente, merced al intenso
comercio que realizaron. Las principales fueron Biblos, Sidón y Tiro. Otras ciudades
fueron Acco y Berito (Beiruth).

Biblos: La primera en adquirir importancia fue Biblos (hoy Djenail) entre los años 250 y
1600 a.C., debido a la expansión del imperio egipcio, que hizo de esta ciudad el gran
puerto de exportación de los producto. originarios del Nilo, entre ellos el papiro que,
adquirido por los griegos fue identificado con el nombre de la ciudad y finalmente
atribuido como denominación a los libros. Biblos mantuvo excelentes relaciones con
los egipcios durante el período tinita.

Sidón: Entre los años 1600 y 1200 a.C. alcanzó gran esplendor la ciudad de Sidón,
cuyos habitantes llegaron a monopolizar el comercio en el Mediterráneo oriental,
como agentes del imperio egipcio. Así se establecieron en las islas de Chipre, Creta,
Rodas y otras del mar Egeo; también en el territorio de Grecia; y penetraron, por
último en el mar Negro. El apogeo de Sidón concluyó con el fin del imperio egipcio.
Aproximadamente en el año 1100 a.C. fue saqueada por los filisteos procedentes de
Creta.

Tiro: A partir de la decadencia de Sidón, entre los años 1200 y 900 a.C., adquirió
importancia la ciudad de Tiro, edificada en una isla próxima a la costa, a tal punto que,
al frente de las ciudades fenicias confederadas, llegó a dominar todo el comercio en el
Mediterráneo, desde el estrecho de Gibraltar hasta Egipto. En esta época los marinos
fenicios pasaron al océano Atlántico y llegaron hasta el mar del Norte y el mar Báltico.
Tiempo después, al servicio de los egipcios, dieron la vuelta al continente africano.

Además, sus caravanas de mercaderes recorrieron por tierra todo el mundo conocido,
convirtiéndose en el vehículo de comunicación entre los pueblos de la antigüedad y en
el máximo exponente de la navegación y el comercio del mundo conocido en aquel
entonces. Sin embargo, hacia el año 900 a.C., esta creciente prosperidad fue
interrumpida por el surgimiento de los imperios mesopotámicos, que terminaron por
someter a los fenicios. En el año 701 a.C., Tiro cayó en poder del rey de Asiria,
Senaquerib, y poco más de un siglo más tarde, en el año 574 a.C., Nabucodonosor, rey
de los caldeos, luego de sitiarla durante un año, la ocupó y arrasó.
Con Tiro cayeron las otras ciudades fenicias, las que quedaron subordinadas, primero a
los imperios mesopotámicos y luego al imperio persa, hasta que éste debió ceder ante
el poder avasallador de Alejandro Magno, en el año 333 a.C.

Sólo Cartago, fundada en el año 814 a.C., sobre la costa africana del Mediterráneo
occidental por un grupo de nobles fenicios salidos de Tiro, mantuvo su independencia
y disputó luego a los romanos la hegemonía sobre la región adyacente.

Colonias y factorías Los fenicios fueron uno de los primeros pueblos de la antigüedad
que fundaron colonias y factorías. Las colonias eran territorios conquistados o
adquiridos, donde se establecía una parte de la población fenicia en forma
permanente.

Las colonias se fundaron en los lugares más alejados y menos poblados, generalmente
del Mediterráneo occidental, como Kart-Hadatsch o Cartago y Utica, en la costa
africana; o Massalia (Marsella) en la costa Sur de Francia; o Gades (Cádiz), Málaca
(Málaga) e Hispalis (Sevilla), en la región meridional de España. Estas colonias
desarrollaron una vida independiente y, salvo las relaciones comerciales, no
mantuvieron una vinculación estrecha con las ciudades fenicias.

Con el tiempo, algunas desarrollaron una vida propia y compitieron incluso con su
ciudad fundadora. Entre las colonias más importantes se destacan Gades (Cadiz) en el
Sur de España, y Cartago en el Norte de África que siglos después disputara el dominio
del Mediterráneo con os romanos. Las factorías en cambio eran puertos de escala o
lugares de depositas de mercaderías sin una población permanente constituían sitios
de refugio para recuperarse en las largas travesías y recoger provisiones.

La mejor colonia: Los fenicios escogieron cuidadosamente el terreno para Cartago y


construyeron su puerto con gran destreza. Éste tenía dos secciones comunicadas por
un estrecho canal: una bahía exterior aproximadamente rectangular, de unos
quinientos metros por trescientos, y una interior de forma más o menos circular, de
unos trescientos metros de diámetro.
La bahía interior se reservaba para los barcos de guerra. En el centro había una isla que
albergaba el cuartel general naval, un elevado edificio desde el que se veía el mar sin
ningún obstáculo. Pero una muralla doble ocultaba con su altura los secretos del
puerto a las miradas curiosas de los visitantes extranjeros.

En la bahía interior podían atracar más de doscientos barcos de guerra. Las naves
entraban en ambas bahías directamente desde el mar, por una entrada única de unos
veinticinco metros de anchura, que para mayor seguridad se podía obstruir con
pesadas cadenas.

La ciudadela se encontraba en el barrio más antiguo de Cartago. Entre el puerto y la


ciudadela se abría una gran plaza pública parecida a un foro romano. Cerca se
levantaba el senado cartaginés. La ciudad era un laberinto de calles serpenteantes
atestadas de casas de hasta cinco o seis pisos de altura.

Cubría una extensión de unos setenta y cinco kilómetros cuadrados y una muralla
descomunal protegía sus treinta y cinco kilómetros de contorno. La muralla no fue
traspasada hasta el último día de Cartago, y ello con gran número de bajas por parte
de los invasores romanos. Su zona vital tenía una altura de ciento treinta metros y una
anchura de diez metros, estando coronada por altas torretas militares. En el interior
del recinto y al nivel del suelo, los establos albergaban trescientos elefantes de batalla.

A mayor altura, unas rampas servían de acceso a los establos para cuatro mil caballos.
También en la muralla, unas barracas cobijaban a los veinte mil soldados de infantería
y cuatro mil de caballería que guardaban la ciudad

Política , sociedad y economía. Fenicia nunca constituyó una nación unificada con un
gobierno centralizado, sino que conformó un conjunto de ciudades-estados prósperas,
confederadas y sujetas a la conducción alternativa de una de ellas, pero con el ejercicio
de una gran autonomía.

Los fenicios estuvieron divididos en múltiples ciudades-estados. Cada una de ellas era
independiente del resto con sus propias instituciones y sus intereses diferentes Cada
ciudad fenicia un rey. Su poder no era absoluto ya que existían otras instituciones
como el Consejo de Ancianos con el que deba compartir sus decisiones. Este consejo
estaba compuesto por 100 miembros ricos mercaderes. Su función era asesorar al
monarca en cuestiones de política y economía.
En la cúspide de la sociedad fenicia estaban los comerciantes adinerados, que
ocupaban los cargos de gobierno y manejaban los resortes del poder. El resto de la
población lo componían los artesanos, los cargadores y los tripulantes de las naves.
También había esclavos.

La agricultura se practicaba en terrazas escalonadas, en las laderas de las montañas, y


de ellas se obtenían, principalmente, el trigo, el olivo y la vid. Se realizaba también la
explotación forestal, aprovechando la abundancia natural de especies como el roble, el
pino, el abeto y, sobre todo, el cedro,’ que se convirtió en el símbolo de la región.

No obstante el eficaz aprovechamiento de esta riqueza del suelo, los fenicios volcaron
su actividad con mayor interés a la industria, el comercio y la navegación.

Los fenicios eran hábiles navegantes y comerciantes. Desarrollaron una importante


actividad mercantil convirtiéndose prácticamente en los dueños del Mediterráneo en
los siglos XI a VIII a.C. Además del comercio marítimo, recibían artículos por tierra,
generalmente pequeños, traídos de Arabia. Los fenicios fueron los intermediarios
entre Oriente y Occidente.

En cuanto a la industria, instalaron grandes talleres en los que trabajaron sobre la


materia prima existente en su territorio y en la que llevaron desde las más lejanas
tierras. De esa manera, empleando tecnología propia y ajena, se convirtieron en
grandes productores de armas, joyas, utensilios de hierro y de bronce, objetos de
cristal, telas teñidas, perfumes y, especialmente, de barcos, que provistos inclusive de
navegantes, sirvieron a todos los pueblos de aquella lejana época de la historia de la
humanidad.

Las mercaderías más importantes que comerciaban eran:

De España plata, hierro, plomo y estaño.

De Sicilia cereales y ana. De África marfil, oro y papiros.


De Arabia perfumes, telas e incienso.

De Fenicia maderas, tintes, misma tejidos y cerámicas.

Para sus transacciones utilizaban el trueque. Esto se debió sobre todo a que los
pueblos con los que comerciaban no conocían la moneda. Según referencias del
historiador griego Herodoto, los fenicios solían practicar el trueque mudo. ¿En qué
consistía? Era una manera original de negociar sin tener contacto directo con los
compradores. Los fenicios se acercaban a una costa, dejaban sus productos en la playa
y regresaban a sus naves.

Los habitantes del lugar se aproximaban para observar las mercaderías, ponían unto a
ellas el valor que consideraban justo, ya sea en mercancías o en metales preciosos, y se
retiraban. Los fenicios entonces se dirigían nuevamente a la playa, y si el precio les
parecía adecuado, lo tomaban y dejaban la mercadería. Si el precio no los convencía,
volvían a sus barcos a esperar otra oferta. Las relaciones comerciales de los fenicios
fueron de tal magnitud que podría afirmarse que todo el mundo antiguo comerció con
ellos.

Desarrollaron además una importante industria artesanal. Pero, ¿qué entendemos por
industria? La entendemos como toda labor productiva que transforma las materias
convirtiéndolas en bienes determinados, aptos para su uso o consumo. La forma final
de estos bienes y sus propiedades son diferentes de la original.

Hablamos de industria cuando el fruto del olivo es transformado en aceite, la lana en


hilo y tejido, cuando se trabajan los metales y la cerámica, cuando se construyen
barcos. En la actualidad existen numerosas ramas industriales de variada índole, desde
las más simples hasta las más complejas. En el panorama industrial, los fenicios
realizaban diversas labores.

El armado de los barcos Elementos fundamentales para su gran poderío marítimo, los
construían de dos tipos: ‘redondos” para el comercio, naves pequeñas con dos bancos
de remeros; y largos’, para la guerra. Los barcos ‘largos’ tenían, en la proa, un espolón
puntiagudo que servía para embestir, y tres filas de remeros, por lo que se llamaban
barcos trirremes”.
El trabajo de los metales

Con oro y plata fabricaron alhajas; con el bronce, armas y utensilios de uso doméstico.
También utilizaron el cobre y el estaño para distintos objetos.

El tejido y el teñido de telas

Sus tejidos eran muy apreciados en las zonas que comerciaban, sobre todo por sus
colores. Teñían las telas utilizando un colorante obtenido de un caracol del
Mediterráneo, el múrice.

La producción del vidrio

Fabricaron vidrio transparente y coloreado; con él realizaron objetos de variada


utilización y muy apreciados en el Cercano Oriente.

El arte Los fenicios combinaron elementos de diferentes culturas. En arquitectura:

Construyeron templos y palacios, utilizaron La piedra como Los egipcios y siguieron los
diseños de La Mesopotamia.

En escultura y pintura: Se advierte la influencia asiria, egipcia y cretense. Son


características las figuras de dioses de piedra y cerámica. Los colores utilizados para
pintar fueron sobre todo el rojo y el verde.En escultura y pintura:

Los fenicios se destacaron en a talla del marfil. Realizaban con este material variados
objetos valiosos, presentes en palacios reales y residencias lujosas: estatuas de dioses,
adornos de tronos y de mobiliario, cetros, mangos para instrumentos o abanicos. El
marfil, relacionado con el oro, se convirtió en consecuencia en un distintivo de os
grupos sociales pudientes.

El arte fenicio: Una esfinge


La religión: Baal y Astarté Los fenicios eran politeístas. Adoraban a los astros y sobre
todo a las estrellas que los guiaban para la navegación en las noches. Reconocían como
dios supremo al Sol, llamado Baal. La Luna también era divinizada, y considerada su
esposa. Se llamaba Astarté y simbolizaba la fecundidad. Baal era considerado el
protector del comercio. Se levantaban altares en su honor y esculpían su imagen en las
proas de los barcos en forma de toro o de hombre con cuernos de toro. En Cartago se
le ofrecían sacrificios humanos, generalmente de recién nacidos quemados vivos.

También tenían dioses de la vegetación, quienes morían en invierno y resucitaban en


primavera a semejanza de los ciclos naturales. Uno de ellos era Adonis, representado
como un joven de gran belleza, adorado en Biblos. Posiblemente por influencia egipcia,
colocaron a sus muertos en sarcófagos, cubiertos con máscaras y rodeados de objetos
de uso personal, para su utilización en la otra vida’.

El alfabeto: un aporte fenicio y componente más novedoso de la civilización fenicia fue


el alfabeto. El alfabeto, es decir, la serie de letras que forman un idioma, fue la última
etapa de un proceso de evolución de la escritura. Representa una gran simplificación
respecto de los complicados sistemas existentes hasta su surgimiento. El alfabeto
fenicio contaba con puntos para las vocales y 20 ó 30 signos que representaban los
sonidos simples de las consonantes.

Por lo tanto, la escritura fenicia resultaba más fácil que la jeroglífica o la cuneiforme,
ambas con cientos de signos y figuras. Esto tuvo, por una parte, una consecuencia de
carácter social; leer y escribir” ya no fue patrimonio de un grupo selecto y
especializado, como los escribas de Egipto, sino que se hizo accesible a una mayor
cantidad de personas.

Por otra parte, estos mercaderes lo llevaron por todo el mundo conocido y fue
adoptado por los diferentes pueblos con los que tomaban contacto. La mayor parte de
los alfabetos de Asia central y de Europa, incluyendo el griego, tuvieron su origen en el
fenicio y puede decirse que también es la base del abecedario actual.

Su Legado:

* En la vida política, su metodología de fundación de nuevas colonias.


* En la vida económica, los modelos de comercio y navegación marítima. El teñido de
telas y la fabricación de vidrio transparente.

* En la ciencia, el alfabeto y la divulgación de la escritura.

SOBRE EL CARACTER DE LOS FENICIOS Y LAS CAUSAS DE SU PROSPERIDAD: Los fenicios


desempeñaron preponderante papel en la historia de la civilización antigua. De
temperamento poco belicoso, sin que esto quiera decir que no usaran de la fuerza
cuando a ello se vieran precisados; afincados en un territorio alejado de las zonas de
fricción entre los imperios antiguos del Oriente; sin más salida que las rutas marítimas
y gozando paz, eran todas las mentadas circunstancias más que suficientes para que
unas gentes de vocación marinera y comercial, a ellas se entregaran libremente.

A este determinismo geográfico se debe, sin duda alguna, que un pueblo no muy
numeroso, asentado sobre un país minúsculo situado a trasmano de las grandes rutas
de la antigüedad, haya sido el vector más eficiente de la civilización y cultura de su
época. No era la abnegación su cualidad más relevante; pero con el trueque interesado
de sus fruslerías por los géneros valiosos que adquiría arteramente de los incautos
indígenas de los países en que enclavaba sus factorías, iba, insensiblemente,
introduciendo hábitos de civilización y prácticas de cultura y arte en sus atrasados
clientes. Y si las cosas materiales pueden tener evaluación positiva, por crecida que
sea, los bienes morales que proporciona la civilización, están por encima de toda
tasación.

Así, mientras los opulentos imperios orientales empleaban toda su pujanza en


destruirse mutuamente en sangrientas guerras, con destrucción de ciudades y
trasplantes de pueblos en masa; mientras Egipto se mantenía hermético en su
civilización privativa y los países del Sur y Extremo Oriente asiático constituían un
mundo aparte, el pequeño pueblo fenicio llevaba las luces de la cultura por todo el
mundo conocido. Cobraba bien su misión, es cierto, pero esos modos de pagar, por
caros que parezcan, son siempre, comparándolos con los beneficios adquiridos, menos
onerosos que la más gloriosa y triunfal de las guerras.

Por todas las razones expuestas, Fenicia llegó a ser la nación más próspera del
Mediterráneo, alcanzando esta época de florecimiento una duración de más de cinco
siglos (del XI al VI antes de Jesucristo). Su comercio marítimo, principalmente
sostenido por Tito, no tenía otro competidor que el de Cártago, colonia fenicia
emancipada, de la que ya nos ocuparemos. Y en cuanto al terrestre, se efectuaba por
medio de caravanas, con la Arabia, el Asia central y el norte de la India, a través de los
caminos de Babilonia, con los países caucásicos y con la Escitia, atravesando Armenia.

Eran también los fenicios un pueblo manufacturero. Producían excelentes tejidos de


lino, planta que importaban de Egipto. Eran también muy estimados orfebres y las
copas de oro y plata y los trabajos artísticos en bronce y otros metales eran muy
apreciados en su época. Descollaron también en el arte de teñir las telas, para lo cual
contaban como materia prima con la famosa púrpura. Fabricaban el vidrio y fueron
maestros expertísimos en las construcciones navales y en las exploraciones mineras.
Pero más que la posesión de un genio inventor, lo que caracterizó al pueblo fenicio fue
su facultad de asimilación y transformación de los conocimientos y adelantos que iba
adquiriendo en su trato con los demás pueblos que, hábilmente modificados,
presentaba luego como propios.

De todas las cualidades que poseían los fenicios, la preponderante fue su habilidad
como marinos. En este punto no hubo quien les superara. Pero llevados de su afán
utilitario y con el fin de monopolizar las ventajas que ello pudiera proporcionarles,
mantenían en secreto cuantos descubrimientos lograban en sus navegaciones. Sus
pilotos guardaban la mayor reserva acerca de las rutas que recorrían, así como de los
movimientos de corrientes y régimen de los vientos y, con tal proceder, evitaban
competencias perjudiciales. Así se sostuvieron hasta el siglo vi antes de Jesucristo, en
cuya época se vieron obligados a acatar la soberanía de Asiría, con el consiguiente
menoscabo que sumisiones de esa naturaleza originan. Después vino a perjudicarles
grandemente el desarrollo del comercio marítimo de Cártago.

La fundación de Alejandría y su engrandecimiento al crear una marina comercial, rival


de la de Fenicia, causó mucho quebranto a este país, que ya en el siglo ni antes de
Jesucristo, había amenguado en riquezas y prosperidad.
Los fenicios eran astutos, falaces, crueles y sensuales. Las riquezas que lograron
adquirir les hicieron propensos al lujo y a los placeres

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