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EL SUICIDIO Y LOS

SUICIDIOS
COLECTIVOS

José Alonso Andrade Salazar


Libia Alvis Barranco
Evangelina Pérez Corzo
Martha Sierra Franco
El Suicidio y los Suicidios Colectivos
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Primera edición

Colombia 2017 © ®
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Las opiniones expresadas en este libro son de completa


responsabilidad de los autores y no comprometen la
integridad de la institución que avala su publicación.

El suicidio y los suicidios colectivos.

D.R. ® 2017 por Universidad Popular del Cesar, Colombia.


Sello Editorial: Universidad Popular del Cesar (958-8409)
Imagen de portada: Miguel Durán Prada.
Editor: José Andrade.
Corrección de estilo: Cenaida Rubiela Alvis Barranco.
Impresión: Upar Multiartes. Valledupar - Cesar

ISBN: 978-958-8409-87-0

® Reservados todos los derechos, el contenido de esta obra está


protegido por la ley, en ella se establecen penalidades y multas
ante la reproducción sin autorización de estos contenidos.

Depósito legal: Biblioteca Nacional de Colombia, Biblioteca del


Congreso (Álvaro Patiño –Keyla Meneses), Biblioteca Central de
la Universidad Nacional, Biblioteca Pública municipal de

Autores: José Alonso Andrade Salazar; Libia Alvis Barranco;


Evangelina Pérez Corzo; Martha Sierra Franco.
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Agradecimientos.

Agradecemos de forma especial el aporte de los estudiantes


Jonathan Murcia Donado y Pedro Luis Medina Pulido del
semillero de investigación “Por la conservación de la vida” de la
Universidad Popular del Cesar (UPC); asimismo a los estudiantes
investigadores: Ingrid Vanessa Reyes Triana, Andrés Camilo
Penagos Marín y Catherine Estrada Sánchez del programa de
psicología de la Universidad de San Buenaventura Medellín,
quienes contribuyeron a la fase de recolección de información de
este libro.
El Suicidio y los Suicidios Colectivos
TABLA DE CONTENIDO

PRÓLOGO...................................................................................... 9
INTRODUCCIÓN.......................................................................... 13
CAPÍTULO 1. DESCRIPCIÓN DEL FENÓMENO......................17
El suicidio un drama de todos los siglos.........................................17
Dimensiones y cifras del problema................................................. 21
Colombia: Cifras alarmantes..........................................................25
Principales países en riesgo............................................................ 33
Factores psicosociales asociados a la conducta suicida.................35
Mitos del suicidio.............................................................................41
Conductas del espectro suicida...................................................... 44
La ideación suicida.........................................................................46
Parasuicidio....................................................................................49
Psicopatología asociada a la conducta suicida............................. 54
Perspectivas teóricas y modelos explicativos del suicidio..............60
Colombia: aspectos jurídicos asociados al suicidio...................... 79
CAPÍTULO 2. INFLUENCIA GRUPAL Y SUICIDIO
COLECTIVO... ..............................................................................83
Dinámica de grupos........................................................................84
Acercamiento histórico al fenómeno del suicidio colectivo............89
Suicidios grupales en tres culturas prehispánicas
(Mayas, Incas y Aztecas).................................................................94
Sacrificios humanos y suicidio en la cultura Azteca...................... 95
Suicidio grupal en la cultura Maya................................................98
Suicidio grupal en la cultura Inca................................................100
Actualidad del suicidio en pueblos indígenas latinoamericanos..102
CAPÍTULO 3. RITUALIDADES COLECTIVAS.......................106
Suicidio Colectivo como rito de autodestrucción grupal..............106
Condiciones que propician los suicidios colectivos-religiosos.....114
Suicidio por imitación y suicidio grupal.......................................115
Cibersuicidio y clubes de suicidas japoneses...............................118
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Pacto suicida en el eje Cafetero........................................... 121


CAPÍTULO 4. PREVENCIÓN DE CONDUCTAS SUICIDAS... 122
Objetivos de la prevención............................................................. 122
Pedagogía y prevención de las conductas suicidas....................... 124
Programas preventivos con indicadores de efectividad................. 126
CAPÍTULO 5. REFLEXIONES FINALES ............................ 124
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS........................................... 133
PRÓLOGO

¿Actualmente estás solo o, a futuro, te quedarás solo?


¿Actualmente estás deprimido o, a futuro, lo estarás?
¿Podrías llegar a pensar en el suicidio, o lo has pensado
seriamente?
¿Eres feliz, … o predominantemente infeliz?

Te pido que le destines unos segundos a responder una a uno los


anteriores interrogantes. Constituyen cuatro preguntas esenciales
que toda persona, desde su juventud, debería hacerse cada cierto
tiempo; cada seis meses, al menos. En particular, por una muy
poderosa razón: la soledad, la depresión, el suicidio y la
infelicidad han llegado para quedarse en nuestra sociedad
occidental. Todos nosotros estamos expuestos a ellas, sin remedio.
O sí, con un remedio: el de entenderlas. Para, desde su
entendimiento, evaluar con regularidad si ya llegaron a nosotros, a
fin de tomar las medidas del caso. Cuando lo hacemos a tiempo
hay mucho por hacer, parecido a lo que ocurre con el cáncer.

El libro que tienes frente a ti aborda esa crucial pregunta, la


cuestión del suicidio; busca desenredar el ovillo de su gran
misterio. Y es que si hay algo misterioso y paradójico es la
decisión de terminar con la propia existencia. Misterioso y
paradójico puesto que a todos los seres vivientes --sin ninguna
excepción, incluidas las babosas, las euglenas, los virus y por
supuesto las plantas— los rigen dos únicas leyes universales.

La primera, esencialísima: si está en peligro tu vida; huye, corre,


grita, ataca, escúrrete, aún sacrifica alguno de tus miembros, lo
que fuere, siempre y cuando preserves tu única posesión
irrecuperable: ¡tu propia existencia! Y esta ley rige desde las
plantas en adelante. Quien la incumple muere doblemente. Muere
él, y mueren los genes de sus padres, abuelos, bisabuelos, …
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Representa el mayor fracaso evolutivo que cualquier ser viviente


pueda soportar. En verdad, vivir no es sino oponerse con todas las
fuerzas de nuestros corazones a salir del prolongadísimo juego de
la vida.

La segunda ley: como sea, reprodúcete.


A diario millones de seres vivientes pierden la lucha contra otro
más eficiente, audaz y peligroso depredador, --seres heterótrofos,
incapaces de obtener su energía metabólica por sí mismos--.

Supervivir un solo día en una llanura repleta de depredadores


constituye una inmensa conquista. Entre las tortugas marinas, solo
uno de cada mil arriba a la edad adulta, las restantes novecientos
noventa y nueve perecen, inclusive unas antes de abandonar su
delicado caparazón. Unas más temprano, otras más tarde.

De allí el celo inmenso que la vida pone en todos los mecanismos


perpetuadores de la existencia de sus hijos. En gran medida los
ojos, los oídos, los brazos, las piernas, las alas, … y un largo
etcétera son geniales diseños destinados a lograr escuchar, ver,
desprenderse, correr, volar. Todo a fin de cumplir el primer y
esencial imperativo vital: supervivir.

¿Qué podrían pensar las madres tortugas si luego del tremendo


esfuerzo de todas y todos, unas --previo a alcanzar la adultez y
antes de reproducirse-- decidiesen quitarse la vida por su propia
mano?

¡Quedarían aterradas!

Ellas y cualquier especie de seres vivientes. Ya lo hemos dicho,


vivir consiste en “…Si está en peligro tu vida: huye, corre, grita,
ataca, escúrrete, aún sacrifica alguno de tus miembros, lo que
fuere, siempre y cuando preserves tu única posesión
irrecuperable: ¡tu propia existencia! Y esta ley rige desde las
plantas en adelante”, y con mayor razón para los humanos, el
sumun de la creación, que han conquistado el mundo de cabo a
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

rabo. ¿Cómo es posible que un ser humano decida concluir su


existencia? Y sí, comenzó a ocurrir y todo parce indicar que las
cifras van en sostenido aumento. ¿Por qué? No tengo la respuesta.

Te invito a explorar y consultar el libro El suicidio y los suicidios


colectivos. Vale la pena. Viene del trabajo coordinado de cuatro
profesionales con una vasta experiencia, que se dieron a la tarea de
leer cientos y cientos de diversos libros, publicaciones e
investigaciones sobre la enigmática pregunta: ¿por qué se
suicidan los seres humanos?, violando la ley más general y
universal que rige desde los modestos virus hasta los pedantes
humanos.

Y ahora, no solo como una decisión personal, incomprensible y


única, sino también grupal y colectiva, o sea con otros.

En realidad, la respuesta es más compleja de lo que cualquiera de


nosotros desearía escuchar. Eso sí, su juiciosa lectura te ahorrará
cientos y cientos de otras lecturas. Porque aparte de su magnífica
fundamentación es un libro escrito en un lenguaje llano, directo,
sencillo, comprensible.

Además, concluye con un interesante y necesario capítulo acerca


de las posibles rutas para prevenir el suicidio que se están
implementando en diversos lugares del mundo.

Afectuosamente,

Miguel de Zubiría
El Suicidio y los Suicidios Colectivos
INTRODUCCIÓN

El suicidio como fenómeno ha acompañado a la humanidad en su


desarrollo social, ideológico, político y religioso, presentando
diversas modalidades de acuerdo al escenario en el que emerge,
así para algunos grupos puede relacionarse a una práctica de
expiación de la culpa o de recuperación del honor, ser asumido
como método de reparación o castigo ante una falta, además de
una elección ceremonial en la que se admite morir a costa de una
causa, o con el fin de “apaciguar” fuerzas trascendentales, o
emerger a modo de efecto de la influencia de un líder cuyos
preceptos ideológicos incluyen la muerte como “salvación” y
perdón ante faltas y pecados. También puede estar vinculado con
aspectos ideológicos imbricados en el sistema de representaciones
e ideas filosóficas que la persona o el grupo tiene acerca de la
muerte; a modo de precedente para castigar a otros; o como
medida-solución ante problemas que el sujeto y/o el colectivo
considera irresolubles.

En este libro se parte de la hipótesis de que el suicidio es un


fenómeno complejo dada la interrelación e interinfluencia
inevitable de la multiplicidad de condiciones y factores que lo
suscitan, de modo que la forma adecuada de comprenderlo es a
través de una mirada relacional, que no se ahogue en archipiélagos
explicativos y transite hacia una mirada conjunta y
transdisciplinar.

Asimismo se exploran varios elementos: la definición de


conductas del espectro suicida, las cifras que dan cuenta del
fenómeno, modelos explicativos importantes, aspectos rituales
de la conducta suicida, la influencia de líderes religiosos en dicha
decisión, además de aspectos relacionados con el suicidio
indígena, puesto que la historia muestra que en este grupo
poblacional el suicidio grupal representa un problema innegable.
Por último y a modo de corolario se sugieren pautas generales para
su prevención.

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

El suicidio a nivel global produjo más de un (1) millón de muertes


por año aproximadamente hablando, es decir, dos (2) suicidios
cada minuto, lo cual supera la suma de muertes por guerras,
homicidios y catástrofes en el mundo (OMS, 2014) . El suicidio no
es solamente un problema de salud, es también de forma diversa y
compleja una situación humana que afecta la salud, calidad y
expectativa de vida de ecosistemas, personas, grupos,
comunidades y sociedades. Ergo, es un fenómeno de impactos
globales que debe ser visto a partir de las relaciones entre
explicaciones, causas, consecuencias, procesos y elementos
emergentes. La preocupación por describirlo y explicarlo en sus
múltiples facetas, dada la inmensa literatura disponible, es
muestra de su elevado nivel de incidencia sobre el curso y
desarrollo de la humanidad, misma que ha presenciado,
practicado y reproducido la autoeliminación bajo diversas lógicas
y motivaciones. Para el caso de este libro, la aspiración explicativa
se dirige a abordar solo una pequeña parte de su espectro: las
conductas suicidas grupales, las cuales preocupan y mantienen
alerta a personas, instituciones y a la sociedad en general. Así, el
objetivo de este documento es brindar una mirada modesta al
fenómeno del suicidio como fenómeno grupal, dada la notable
extensión de estas prácticas en adolescentes y jóvenes, y a razón
de los efectos e influencia negativa que tiene sobre personas y
colectivos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012) el


suicidio es la tercera causa de muerte entre individuos de 15 a 44
años en muchos países, y la segunda entre niños, niñas,
adolescentes y jóvenes de 10 a 24 años, cifras en las que no se
incluyen los intentos fallidos de suicidio, que son un 20% más
comunes.

Se calcula que a nivel comparativo el suicidio se estimó en 1,8% a


nivel mundial en 1998, y se cree que en el 2020, es decir, dos
décadas después, mostrará un incremento del 2,4% en los estados
con economías elevadas de mercado, así como también en los
viejos estados socialistas (OMS, 2012;2014).

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Expertos indican que es preciso conocer los factores protectores


que disminuyen los riesgos de conductas suicidas en personas,
grupos, familias y comunidades, enfocando la atención a lo local,
potencializando las herramientas, mecanismos e insumos
preventivos disponibles, y generando acciones conjuntas para
aminorar su incidencia.

José Alonso Andrade Salazar

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

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CAPÍTULO 1. DESCRIPCIÓN DEL FENÓMENO

El suicidio un drama de todos los siglos.

El suicidio tiene antecedentes que se remontan a la existencia


misma de la humanidad, sin embargo, sus características y
prácticas varían de acuerdo a la cultura, creencias y la estructura
socioeconómica del contexto en que emerge. Como fenómeno
individual se puede decir que es connatural a la condición
humana, dado que se ha conocido su existencia en todas las
sociedades, presentando peculiaridades por cultura a razón de la
intencionalidad, periodos históricos, coyunturas sociopolíticas,
sistema de creencias y demás razones asociadas a su
implementación (González-Cobo, 2015).

Existen suicidios rituales para apaciguar fuerzas de la naturaleza,


purificar el alma, solucionar un conflicto (Quintanar, 2008),
conseguir la expiación a situaciones relacionadas con el honor
implicadas en la guerra y los conflictos, actos de sacrificio
ceremonial, etc., (Hernández & Rubio, 2010). Actualmente, el
suicidio es un problema de salud pública a nivel mundial, y como
tal no se reduce al signo, síntoma o la patología mental, puesto que
es un concepto-conducta conocido por personas y colectivos, que
cuenta con un valor afectivo y ético innegable; motivo por el cual
tiene para cada persona una connotación singular y un significado
existencial (Moron, 1992). El mismo autor considera que los
discursos en torno a las razones de su existencia incluyen el aporte
médico, psicológico, sociológico, y antropológico
–especialmente- además, de toda la información que brinde el
contexto, la familia, los vínculos sociales, el sistema ideológico
entre otros.

La Etimología de la palabra Suicidio según el diccionario de la


Real Academia española (DRAE, 2016) proviene del lat. mod.
suicidium, y este del lat. sui “de sí mismo” y -cidium “cidio”. La

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

palabra suicidio indica a su vez: Acción y efecto de suicidarse.


Respecto al uso de esta palabra es importante mencionar que fue
Sir Thomas Browne, quien la acuñó en su obra Religio medici
(1642), a partir de la conjugación de las palabras latinas sui (uno
mismo) y caedere (matar), de modo que suicidio significa:
matarse a uno mismo, lo cual deja abierta la idea de que pueden
haber acciones de auto-eliminación lentas y progresivas que
incluyen las ideas de autodestrucción, es decir cuando una persona
atenta gradualmente contra su vida al asumir un estilo vital nocivo
para sí mismo. En general, el suicidio revela la elección humana
de causar la cesación de la propia vida (Shneidman, 1985). Para la
Organización Mundial de la Salud (2014) el suicidio es “un drama
evitable”, por lo que su estudio y comprensión es más que una
necesidad, un requerimiento para pensar en la prevención como
medida de primera mano para disminuir la incidencia sobre la
humanidad, especialmente en poblaciones cada vez más jóvenes.
Las cifras muestran que una parte importante de suicidas tiene más
de 50 años, afecta al doble de hombres que de mujeres, y que
factores amorosos, económicos y morales constituyen la fuente
motivacional de una parte importante de las ideas y acciones de
autoeliminación. Cabe mencionar que aunque en algunos países,
como por ejemplo la India, la tasa sea mayor en mujeres que en
hombres, a menudo las causas y referentes motivacionales son
convergentes a nivel global.
A continuación se expondrá una breve explicación del desarrollo
del suicidio a lo largo de la historia de algunas culturas, con el fin
de ofrecer luces acerca de la globalidad del fenómeno. El suicidio
ha presentado distintas apreciaciones en diferentes culturas, tales
como en Asia y especialmente en la India, donde se ha visto
influenciado desde siglos atrás por el brahmanismo y la práctica
suicida de los sabios en busca del nirvana, es decir de la liberación
de todos los males, ejemplo de ello es que a menudo durante las
fiestas estos personajes decidían suicidarse. Por otra parte, en el
Tíbet – India esta doctrina se fortaleció por el buda Siddhartha
Gautama y en ella se distinguieron dos tipos de suicidas: por una
parte, el que buscaba la perfección y por otro el que huía ante el
enemigo. En Japón el concepto de honor incitaba a los hombres a
hacerse el harakiri, suicidio ritual llevado a cabo para recobrar el
honor personal-familiar o también para alcanzar la divinidad. Por

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

otra parte, en Egipto se pedía a la muerte la liberación, y por tanto


se reunían en grupos con el fin de buscar los mejores medios
para morir. En Grecia, particularmente en Atenas, se castigaba el
suicidio privando al cadáver de sepultura, y su mano derecha era
amputada y enterrada en otro lugar (Moron, 1992).

De igual forma en Roma los suicidas fueron numerosos, sobre


todo en el periodo de la decadencia del imperio. Por otra parte, en
Galia y Germania se evidenciaron suicidios religiosos con el fin
de abrir ante ellos las puertas del Walhalla, por tanto, hombres de
todas las edades y géneros se suicidaban, o se mataban entre
amigos al finalizar los banquetes y celebraciones y las viudas se
sacrificaban sobre los cuerpos de sus esposos desaparecidos
(Moron, 1992). En contraste a lo descrito, el cristianismo prohibió
el suicidio, al sustentar entre sus creencias deberes a cumplir como
el “no matarás” ni a otro ni a ti mismo. En la edad media en
Francia, San Luis estableció la primera pena laica ante el suicidio
y como resultado fueron pocos los suicidas que lamentar del siglo
V al siglo XI. En cambio, en los siglos XII y XIII se evidenciaron
muchos casos de suicidios a causa de la heeji catara que incita a
algunos de sus miembros denominados “perfectos” a realizar el
suicidio sagrado. La represión de dichos actos fue violenta tanto a
nivel religioso como secular.
De acuerdo con Moron (1992), en el siglo XVII la represión ante
el suicido fue enérgica, pues se consideró un crimen de “lesa
majestad divina y humana”; en el siglo XVIII las nuevas ideas
ponen en boga el suicidio Montesquieu y Rousseau y después en la
encyclopedie cuyo espíritu general fue derrumbar los prejuicios y
hacer triunfar la razón. Se presume que la palabra suicidio, tiene su
origen en el abate Prévost (1734), de quien la retomaría el abate
Desfontaines (1737), “siendo incluida por la academia francesa de
la lengua en 1762 como el acto del que se mata así mismo”
(Clemente & González, 2013, pág. 19) posteriormente fue
retomada por enciclopedistas siendo más elaborada en sus
definiciones, lo cual tardó hasta el siglo XIX aproximadamente.
En dicha época se pretendían oponer dos escuelas, cada una
defendiendo y postulando una tesis sobre la determinación de
suicidarse; por un lado, una con un enfoque psiquiátrico buscó un

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

principio de explicación dentro del individuo (Esquirol), mientras


la otra tomó una perspectiva más sociológica, buscando sus causas
en el entorno social (Durkeim, 1992). Esquirol fue el fundador del
enfoque psiquiátrico, el cual estudió la frecuencia de la reacción
suicida en el estudio de la patología mental, ésta teoría fue
retomada por la mayoría de los psiquiatras y algunos de ellos
ampliaron sus postulados, al evidenciar entre los suicidas un
porcentaje del 90% de ciclotímicos y un 10% de híper-emotivos,
por tanto, concluyó que el suicidio se encontraba asociado a la
locura.

Por el contrario, para Emile Durkheim quien representa la escuela


sociológica, el suicidio constituye un fenómeno constante que no
se puede explicar únicamente por los actos individuales, sino que
debe incluir los actos en conjunto tales como influencias
familiares, sociales y religiosas. Sin embargo, en oposición a
Durkheim aparece Halbwachs el cual separa el sacrificio suicida
para tomarlo como principio de definición sociológica,
estableciendo entonces que es necesario tomar en cuenta la actitud
de la sociedad y los diferentes juicios que ella aporta sobre actos
exteriormente semejantes. Por otra parte, la posición sociológica
marxista hace del suicidio un fenómeno ligado a la estructura
capitalista de la sociedad. Afirma entonces que en una sociedad
sana idealmente comunista no habría suicidios.

Dimensiones y cifras del problema.

Según datos revelados por la OMS (4 de septiembre de 2014)


anualmente más de 800.000 personas se quitan la vida, lo cual
representa aproximadamente un suicidio cada 40 segundos.
También indica que el 75% de los suicidios ocurren en países en
vías desarrollo cuyos ingresos per cápita son medianos y bajos, es
decir en países con pobreza y extrema pobreza en los que existen
claras deficiencias en los procesos de equidad e igualdad social.
La entidad refiere que los métodos habituales para quitarse la vida
son: intoxicación con plaguicidas, ahorcamiento y el uso de armas

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

de fuego. Los datos más veraces respecto a dichas formas de


autoeliminación provienen de países como Australia, Canadá,
Estados Unidos, Japón, Nueva Zelandia y otros países europeos,
donde limitar el acceso a dichos medios que facilitan la conducta
suicida, contribuye notablemente a su prevención y de suyo, a la
disminución de las tasas de suicidio. Por lo demás, para reducir las
defunciones por suicidio es imprescindible un compromiso de los
gobiernos nacionales respecto del establecimiento y aplicación de
un plan de acción coordinado. En la actualidad, según los datos
disponibles, sólo 28 países tienen estrategias nacionales de
prevención del suicidio, razón por la cual sigue afectando de
manera directa a las poblaciones más vulnerables,
particularmente a grupos poblacionales con índices elevados de
marginalidad y discriminación.

Cabe anotar que en el tema de la prevención, en la divulgación de


noticias respecto al suicidio a menudo aparecen descripciones
inapropiadas, sensacionalistas y exacerbadas del fenómeno, lo
que demuestra un manejo inadecuado de los eventos por parte de
los medios masivos de comunicación (MASS MEDIA), aspecto
en el que a menudo caen también las personas que hacen uso de
las tecnologías de la información y de la comunicación (TICS),
dado que pueden ser usadas para difundir los suicidios como
opción ante los problemas, lo que produce una mayor recreación
de estas muertes, además de posibles imitaciones del acto suicida
por parte de personas que se encuentran en riesgo. El suicidio es un
problema de salud pública de tipo global presente en todos los
países del mundo, sin embargo, suele ser diferente en cada región
dadas las características socioculturales y políticas que imperan
en cada territorio. Por ejemplo, en la India el suicidio es la mayor
causa de muerte femenina lo cual contrasta con América y Europa,
donde es una de las principales causas de muerte masculina. Al
respecto se debe considerar que en todas las latitudes el suicidio
tiene una vinculación directa con problemas mentales que afectan
la calidad y expectativa de vida de personas y colectivos, así “en la
India se considera que el suicidio es un problema social. Los
trastornos mentales son una de las causas menos comunes de
suicidio y se les atribuye una relevancia equiparable al conflicto
'familiar o a una relación amorosa” (Vijayakumar, 2005, p.8)

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Cada año se suicidan en la India más de 100.000 personas.


La tasa de suicidio en India, que era de 5/100.000 a finales
de los años 60 del siglo pasado, se ha duplicado, y en el año
2000 llegó a ser de 10.8/100.000. La gravedad del problema
se ha visto subrayada por el hecho de que casi el 69% de los
suicidios en la India son llevados a cabo por personas que
pertenecen al grupo de edad entre 15 y 44 años, es decir, el
grupo en edad productiva tanto social como económica
(Ministry of Home Affaire, 2000 citado por Vijayakumar,
2005).

La Organización Mundial de la Salud (2014) señala que las tasas


de suicidio han aumentado un 60% los últimos 50 años en países
en vía de desarrollo, y especialmente entre personas jóvenes,
siendo la depresión la causa más representativa de dicho flagelo.
La entidad indica que para el año 2030 constituirá la mayor causa
de perdida de años de vida saludable después del VIH/SIDA para
Norte américa y Suramérica. En el mundo hay más suicidios que
homicidios y en la región Andina el suicidio, es frecuente en
población joven (5-19 años) lo cual lo ubica entre las tres (3)
primeras causas de mortalidad (OMS, 2014). Es la principal causa
de muerte prematura y predecible que afecta vidas productivas y
reproductivas a nivel mundial, porque corta la continuidad de las
generaciones y los legados culturales y sociales. Se constituye a su
vez en un problema de salud pública que puede ser prevenido, ya
que sus causas, consecuencias y procesos pueden ser rastreados,
identificados y comprendidos de forma multidimensional
(relacional). El suicidio afecta de forma especial a las poblaciones
más vulnerables del planeta y se constituye en un delito en 25
países del mundo. La OMS sugiere que es necesario reducir la tasa
de suicidio en un 10% al 2020, dado que se constituye en la
segunda causa de mortalidad en jóvenes de 15 a 29 años.

En el mundo las tasas han presentado la siguiente variabilidad en


los últimos años: de 1990 a 2011 la tasa se duplicó pasando de 2,2 a
4,9 suicidios por cada cien mil habitantes, así la OMS reitera que
en el año 2020 el suicidio representará un 2,4% de la carga global
de morbilidad a nivel mundial. Para el año 2012 la tasa fue de 11,4

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

(804.000 suicidios); en el año 2013 de 8.1 por cada 100 mil


hombres y de 1.7 suicidios por cada 100 mil mujeres, mientras que
en el año 2014 la tasa fue de 14,5. En Colombia las tasas por año
fueron las siguientes: para el caso del suicidio como manera de
muerte, se encontró que en el año 2011 este fenómeno representó
el 7% de las muertes violentas con 1.889 casos y una tasa de 4
suicidios por 100.000 habitantes, en el año 2012 la tasa fue 4,1.
Así, de los 1.901 suicidios registrados durante el 2012, el 81%
correspondió a hombres y el 19% a mujeres, lo que indica que por
cada mujer se suicidan cuatro hombres. Durante el año 2013, el
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2013)
registró 1.810 casos de suicidio en el territorio nacional, es decir
3,84 por cada 100.000 habitantes. Según la distribución por
grupos de edad, las tasas más altas de suicidio se presentaron en
los grupos etarios correspondientes a 18-19 años (6,74), 20-24
años (6,54), 25-29 años (5,63), 30-34 años (5,55) y en la población
adulto mayor en el grupo correspondiente a los 70-74 años (5,43),
además en el año 2014, se evidenciaron 4,33 casos por cada
100.000 habitantes (Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses, 2014, p. 129).

El suicidio representa la mitad de muertes violentas entre


hombres, pero el 71% de muertes violentas en mujeres (OMS,
2014) aspecto que muestra que en la actualidad el suicidio no se
constituye en un problema de género, sino en un fenómeno
complejo que incumbe directamente a la relación entre individuo,
sociedad y especie. Las ideas y toda manifestación de conductas
suicidas no se reducen a la cantidad de muertes o sobrevivientes
registrados, tampoco al número de casos atendidos en los centros
hospitalarios, siendo un fenómeno multimodal, global y
multidimensional, que requiere una mirada conjunta y
transdisciplinaria, así como también, el concurso articulado de
diversos actores sociales, grupos, comunidades e instituciones
para trabajar en pro de la prevención, intervención y seguimiento,
aspecto en el que lo global (políticas interinstitucionales,
lineamientos mundiales, iniciativas preventivas globales, etc.),
debe articularse a lo local, es decir, a las medidas preventivas de
protección implementadas por grupos, asociaciones, centros de
atención y comunidades, entre las cuales es posible referir: las

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

iniciativas locales acerca de la promoción de estilos de vida


saludable, el fortalecimiento de las asociaciones comunitarias, la
participación local en la toma de decisiones políticas, la educación
en el respeto por la convivencia, las representaciones socio-
culturales acerca de la vida, las políticas públicas y todas aquellas
acciones que desde una condición practica permiten el
fortalecimiento de los vínculos, redes y solidaridades.

A pesar que el grupo poblacional con mayor vulnerabilidad es el


de los jóvenes y adultos, se ha observado que en la actualidad
existe un incremento de suicidios entre los hombres de la tercera
edad (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
2014; OMS, 2014). Sin embargo, es notable que los promedios de
muertes auto-infligidas entre la gente joven han ido aumentando,
de tal manera que se constituyen en el grupo poblacional que
representa un elevado riesgo en una tercera parte de los países a
nivel mundial. En Norteamérica y Europa factores como la
depresión y los trastornos por ingestión de alcohol, además de los
trastornos psicológicos y psiquiátricos asociados a estas dos
causas, constituyen los mayores factores de riesgo de suicidio
(OMS, 2000). La Organización Mundial de la Salud (2014)
refiere que en algunos países asiáticos tienen especial
predominancia las conductas impulsivas antes que las dos causas
mencionadas, lo que no evita que se constituyan en peligros
latentes y manifiestos. No obstante, es preciso descartar que los
factores psicológicos, ambientales, biológicos, culturales y
sociales inciden en el fenómeno de forma reticular y articulada,
revelando su elevada complejidad además, de dar luces para
conocer los múltiples aspectos que también promueven su
contención, condición que hace del suicidio un fenómeno evitable
y prevenible (Andrade, 2016).

Colombia: Cifras alarmantes.

En Colombia teniendo en cuenta el estudio de las variables socio-


demográficas del suicidio para el año 2011 realizado por el
Instituto de medicina legal y ciencias forenses (Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2011), el porcentaje más

24
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

elevado de suicidios se presentó en hombres (80,62 %, 1.523


casos) y 366 casos en mujeres (19,38%). De esta manera se pudo
establecer que la relación de suicidios fue de cuatro (4) hombres
por cada mujer. Respeto al año anterior (2010), tanto en hombres
como en mujeres hubo un aumento de 25 casos (Macana, 2011).
Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (2012) en el rango etario de adultos jóvenes de 20 a 34
años se observa un mayor número de casos (38,42%), con
predominio del fenómeno en el grupo de 20 a 24 años (15,83%),
seguido con 12,60%, por el grupo de 25 a 29 años, permaneciendo
en los últimos años esta tendencia. La participación porcentual de
9,98 correspondió a la población adulta entre 30-34 años; 7,00%
en el caso de los adultos mayores entre 40-44 años y un 6,82% a la
población adolescente de 15 a 17 años en los casos de suicidio, que
disminuyó respecto al año 2011 (7,25%) manteniendo un
porcentaje promedio a los años anteriores 6,86% en el 2010,
6,93% en el 2009 y en el 2008 el 5,97%. También, se destaca, el
aumento en la tasa de suicidios por 100.000 habitantes en la
población etaria de 80 años, al pasar de 5,73 en 2010 y en el 2011
de 6,04; disminuyendo notablemente en el año 2012 (1.94%).

La población que falleció en el año 2011 por suicidio poseía


niveles básicos de educación, mayormente en primaria (489
casos), seguido de educación secundaria (487); no obstante,
predominó un número importante de casos de los que no existe
información al respecto (710 necropsias, 37,58%). Respecto al
estado conyugal, el suicidio en Colombia no mostró un
comportamiento estable en los últimos años, prevaleciendo el
estado civil soltero en el 31,55%, seguido de la unión libre (18%) y
en el 33,6% de los casos no hubo información del estado civil
(Macana, 2011). En el caso de las personas desempleadas, se
presentaron las mayores cifras de suicidio de todos los demás
niveles (9,79%), y fue más característico en hombres con 8,42%
del total. Estudiantes y personas relacionadas con trabajos
agrícolas, forestales, pecuarios y pesqueros, ocuparon
respectivamente el segundo y tercer puesto; así, para esta variable
la más elevada frecuencia en mujeres se presentó en la categoría
de mujeres encargadas del hogar o amas de casa con un 26,5%. En

25
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

los hombres el método más usado fue el ahorcamiento (44,98%),


seguido por el proyectil de arma de fuego (16,87%) y la
intoxicación (16,61%). En las mujeres prevaleció la intoxicación
(37,70%) y el ahorcamiento (35,24%). La plena identificación de
las posibles causas por las que las personas se suicidaron escapan
la mayoría de veces al alcance de los datos que se recibe para el
instante de la ejecución de la necropsia médico-legal, de tal forma
que en el 53,63% de los casos no se tuvo esta información.

En los casos en que si hubo alguna información sobre esta variable


se pudo asegurar la predominancia como causa referida, en los dos
sexos, del conflicto de pareja (205 casos, 23,4%) y, la enfermedad
física o mental con 23,17% en segundo lugar. La continuidad del
fenómeno del suicidio en el año 2011, mostró una inclinación
estable, salvo para el mes de enero donde se demostró un
importante incremento del 28,7% en relación con los otros meses.
El mes con el mínimo número de casos (7,41%) fue febrero, en el
año anterior. En los años siguientes no se observó una constante
respecto a dicha variable, pues ha sido inestable su mecánica de un
año a otro. En el 2011 la ocurrencia de días de los suicidios fue:
domingos (19,74 %), lunes (15,14%) y sábados (13,98%,), entre
las 00:00 y las 02:59 am en el 49,44% de los casos. La mayoría de
suicidios se llevaron a cabo en lugares privados como viviendas
(57,12%), otros lugares fueron: alojamientos, fincas, haciendas y
hospedajes. El departamento con más frecuencia de eventos fue
Antioquia (313 sucesos), seguido por Valle del cauca (184),
Cundinamarca (114) y Santander (116).

Para el año 2012 el Instituto Nacional de Medicina Legal y


Ciencias Forenses (2012) refiere que la ciudad que registró el más
alto número de fallecimientos por suicidio fue Bogotá con 246
casos (27,18%), seguida por Medellín con 139 casos (15,35%),
Cali con 73 casos (8,06%), Barranquilla con 48 casos (5,30%),
Pereira con 37 casos (4,08 %), Cartagena y Pasto con 33 casos
(3,64%) cada una, e Ibagué con 31 casos (3,42%). El (2012) señala
que en este año un total de 3.539 personas murieron como
consecuencia de suicidio, lo que representó un 11,3% más de

26
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

victimas que el año anterior en el que se produjeron 3.180 eventos


en el país. Un dato a tomar en cuenta es que el suicidio entre los
jóvenes entre los 15 y los 29 años aumentó del año 2011 al año
2012 en un 25%, así de 244 se subió la cifra a 305 suicidios en
dichas edades. Por lo anterior la OMS (2014) apunta en su informe
que esta franja de edad tiene en todo el mundo el suicidio como
segunda causa principal de muerte, antecediendo a los accidentes
de tránsito. En Colombia para el año 2012 el suicidio se constituyó
en “la cuarta forma de muerte violenta en nuestro país, con una
tasa de 4,08 por 100.000 habitantes” (Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2012, p. 325).

De acuerdo con la entidad, en Colombia en el año 2013 la


tasa de suicidio respecto al año 2012 bajó de 4,2 a 3,5 c/100
mil habitantes, sin embargo, las cifras mostraron que en dicho
año cada dos (2) días se suicidaron nueve (9) personas, de los que
ocho (8) de cada diez (10) fueron hombres; las regiones
identificadas con mayor número de suicidios fueron Antioquia
(329 casos), Bogotá (236), Valle del Cauca (158), Cundinamarca
(116) y Santander (86), mayormente en ciudades capitales como:
Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla e Ibagué. Se identificó que el
lugar frecuente de suicidio fue la casa (50%), y en las mujeres
fueron los días martes y domingo en las horas de la tarde
“oscureciendo”, y en los hombres los sábados y jueves al
mediodía (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, 2013).

De igual forma en Colombia las ideas suicidas y el Suicidio


infantil se han visto asociados a la indiferencia de padres de
familia, y aspectos como negligencia, problemas entre los padres
– separaciones y violencia intrafamiliar-, abandono de uno de
los padres o de ambos, dificultades académicas, matoneo escolar
especialmente de ciberbullying, maltrato infantil y abuso
sexual; otros factores asociados son: grupos subversivos,
desplazamiento forzado, depresión – aislamiento – desconfianza
en el futuro y en los adultos. El método común en los suicidios
infantiles es el ahorcamiento, caídas, envenenamiento y disparo

27
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

con arma de fuego. En todos los grupos etarios analizados durante


los 5 años en Colombia, el principal riesgo de suicidio se
concentra en adolescentes y jóvenes, aun cuando las tasas sean
especialmente representativas en adultos y adultos mayores
(Revista Semana 2015, septiembre 2017).

De igual forma en el año 2014 el sistema de medicina legal


colombiano reportó en su informe una tasa de muerte por suicidio
de 4,33 casos por cada 100.000 habitantes, la cual se
muestra similar a la reportada durante los últimos nueve (9) años.
En el año 2014 se realizaron 1.878 necropsias a causas del
fenómeno del suicidio. En la última década se presentaron 1.833
casos por año y una tasa promedio anual de 4,09 casos por cada
100.000 habitantes. De igual forma se observó para el año 2014 un
comportamiento alto en el grupo de edad entre los 20 y 24 y entre
los 25 a 29 años (277 y 237 casos respectivamente); el mayor
número de casos ocurrió en hombres en el grupo de edad entre los
20 a 24 años (235 casos) y en mujeres entre los 15 a 17 años
(48 casos); la mayor tasa por 100.000 habitantes (6,50) se presentó
en los grupos de edades entre los 20 a 24 y 70 a 74 años. De igual
forma se determinó que en los factores como la escolaridad de las
víctimas, continúa predominando la escolaridad básica primaria y
secundaria tanto en hombres como mujeres, con 39,75% y
39,42%, seguida de profesionales, con 7,98%, es decir, 97 casos.

Los principales estados conyugales para los suicidios reportados


por el Sistema de Información Medicolegal Colombiano
(Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
2014), fueron en su orden: soltero (736 casos), unión libre (350
casos) y casado (224 casos). Entre los mecanismos más comunes
se siguen presentando tanto en hombres como en mujeres: agentes
generadores de asfixia mecánica (ahorcamiento) –1.056 casos
(56,23%) –, seguidos por el agente tóxico –387 (20,61%) –, de los
cuales la intoxicación por envenenamiento por agentes químicos
tuvo 319 casos, y, finalmente, por proyectil de arma de fuego
–303 casos (16,13%) –. Respecto a la razón del suicidio, el
conflicto con la pareja o expareja reportó un 28,46%, seguido de

28
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

razones de salud y económicas. La vivienda como escenario


suicidiógeno reportó el 76,58% de casos, con una prevalencia de
casas ubicadas en la zona urbana (77,42%), cabe anotar que el
domicilio sigue siendo el escenario donde la víctima (tanto
hombre como mujer) opta por quitarse la vida. El
comportamiento por mes de este fenómeno registra que junio,
septiembre y octubre tuvieron las cifras más altas; en hombres,
mientras que en las mujeres fue febrero. En cuanto al día de la
semana, domingo, Lunes y Martes tienen las cifras más altas:
18,13%, 16,74% y 14,57%, respectivamente. Las horas más
críticas se encuentran en la mañana entre las 09:00 y las 11:59, y
en la tarde entre las 15:00 y las 17:59. El punto más bajo se
presenta entre las 00:00 y las 02:59.

Para el año 2015 las cifras a nivel nacional reveladas por la


Encuesta Nacional en Salud Mental realizada en un total de
16.147 personas preocupan dada la vulnerabilidad nacional
respecto al suicidio; es así que el 13% de los adolescentes
encuestados en Colombia admitió tener 3 o 4 síntomas de
ansiedad reiterativos, mientras que el 16% afirma poseer más de 4
síntomas de depresión, la cual se constituye en un factor de riesgo
para la aparición de conductas suicidas. Del mismo modo muestra
que el 29,3% de adolescentes estuvo expuesto a una experiencia
potencialmente traumática en su vida, y que de ellos el 88,1%
considera que dicha experiencia le causó traumas psicológicos,
constituyéndose en un factor de riesgo potencial y real para el
desarrollo de conductas disruptivas y de riesgo psicosocial. El
estudio encontró que la ideación suicida entre adolescentes fue del
6,6% (5,7 en hombres y 7,4% en mujeres), mientras que el intento
de suicidio fue de 2,5% (2,1 en hombres y 2,9 en mujeres). Por su
parte el plan suicida fue del 1,8% (1% en hombres y 2,5% en
mujeres). Es preciso mencionar que el estudio halló evidencia que
de los ocho (8) trastornos evaluados en la encuesta, 5 de cada 100
adolescentes puede padecer alguno de ellos.

La Encuesta también demostró que el 37,6% de adolescentes que


presenta ideación suicida intenta terminar con su vida, aspecto al

29
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

que debe sumarse como factor de apuntalamiento de dichas ideas:


el consumo de sustancias psicoactivas (SPA), acoso escolar,
experiencias traumáticas, trastornos de la alimentación, depresión
y ansiedad. Grosso modo en promedio, diez (10) de cada cien
(100) adultos cuyas edades están entre los 18-44 años, al tiempo
que doce (12) de cada cien (100) adolescentes en Colombia
presenta algún problema que sugiere la manifestación de
unaenfermedad o trastorno mental. Análogamente el estudio
revela que en los adultos entre 10-44 años, las ideas suicidas se
encuentran presentes en siete (7) de cada cien (100) personas
(5,5% hombres y 7,6% mujeres), lo que muestra una
vulnerabilidad especial en las mujeres colombianas. Estas ideas
suicidas se encuentran equivalentemente en el 6,5% de sujetos
mayores a 45 años. Cabe mencionar que los pensamientos
suicidas en adultos se incrementan cuando su estado civil es
separados o viudos. Otro dato importante es que el 40,3% de las
personas que planean suicidarse se encuentran en condición de
pobreza. En la ilustración 1. se puede observar el resumen de los
resultados del estudio nacional en salud mental del año 2015.

Principales países en riesgo.

La Organización Mundial de la Salud declaró que en el año 2012,


la tasa estimada de suicidio en la Región de África fue similar a la
media mundial de 11,4 por 100.000 habitantes. La comparación
entre las estimaciones de los años 2000 y 2012 revela un
incremento del 38% en las tasas de suicidio de dicha Región. En
África las tasas de suicidio son concretamente elevadas entre los
adultos mayores, así como también es visible entre los jóvenes.
Cabe anotar que la ingesta de plaguicidas se constituye en uno de
los métodos de suicidio frecuentes en todo el mundo, además de
un motivo de especial preocupación en las zonas rurales agrícolas
de la Región Africana. De acuerdo a la entidad en las tasas de
suicidio por cada 100.000 habitantes, Groenlandia ocupó el
primer lugar en el año 2014 con un promedio de 83 personas por
cada 100.000 habitantes, seguido por Rusia (34,3), y Lituania
(31). De igual forma refiere que el primer país latinoamericano

30
Estudio nacional en Salud mental 2015 (ENSM, 2015)

19.564 hogares Estructura del estudio


visitados estudio observacional-descriptivo
de corte transversal Salud Mental;
13.555 hogares Problemas Mentales;
encuestados Población civil, no institucionalizada Trastorno Mentales;
Acceso a servicios y medicamentos
16.147 personas en salud mental; y
evaluadas grupos poblacionales Valoración de estados de salud

Niños (7 a 11 años) Adolescentes (12 a 17 años) Adultos (18 años y más) tan ansiosos como
los niños y niñas
12,2% tiene un problema mental jovenes
Problemas de ansiedad y
de distracción/distraibilidad tan deprimidos como los
TX alimentarios 9,1% 18,3% de jóvenes fe víctima de jóvenes y adolescentes.
consumo de alcohol 5,2% desplazamiento forzado
4,7% enfermedad Mental
disfunción familiar 34%
déficit de atención, 13% - 3 o 4 síntomas de ansiedad 7,9% de personas entre
ansiedad por separación y 16% más de 4 síntomas de depresión 18-44 años (7,8% VIF) Trauma x conflicto
ansiedad generalizada armado 15,8%
29,3% expuesto experiencia 21,0% violencia escolar
potencialmente traumática
44,7% de la población Abuso de alcohol 2,3%
infantil requiere Ev formal 17,8% presenció violencia
ideación suicida 6,6% entre sus padres
(5,7 hombres y 7,4% mujeres) riesgo TEPT IC: 3,1% al 3,3%
27,6% un sintoma,
10,5% dos síntomas 12,9% fue víctima de
6,6% tres sintomas o más intento de suicidio 2,5% Ideas suicidas 7/100
agresión física en la escuela
(2,1 hombres y 2,9 mujeres) (5,5% hombres y 7,6% mujeres)
lenguaje anormal, 7,2% en las enfermedades
asustarse, nerviosismo, plan suicida 1,8% diagnosticadas en la escuesta
cefaleas (1% hombres y 2,5 mujeres)

31
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 1. Resumen resultados Estudio nacional en salud mental 2015.


El Suicidio y los Suicidios Colectivos

que aparece en la lista de tasas elevadas de suicidio es Uruguay en


el puesto 22, con un promedio de 16,5 suicidios, seguido de Cuba
(12,3) y Chile en el puesto 49 con 11,2 suicidios por cada cien mil
habitantes. Igualmente en su informe global sobre suicidio
menciona que los 10 países con la tasa más altas en el mundo
son: Groenlandia (83.0), Rusia (34.3), Lituania (31.0),
Kazajistán(29.2), Eslovenia (28.1), Corea del Sur (28.1), Guyana
(26.4), Hungría (25.9), Letonia (24.3), y Ucrania (23.8).

Los suicidios fueron la causa número 15 de muerte en todo el


mundo, constituyendo el 1,4% del total de defunciones a
nivel global (OMS, 2014), aspecto que revela la necesidad de
incorporar mejores medidas de prevención y asistencia a la
población en riesgo eventual, posible o manifiesto, para lo
cual es necesario la educación y comprensión de los
factores de riesgo y de protección, el conocimiento de los
síntomas depresivos, la prevención de enfermedades mentales
asociadas, y la implementación de estrategias y recursos para
solucionar adecuadamente los problemas y conflictos que pueden
derivarse en suicidios, así como también el fortalecimiento de las
acciones, medidas y prácticas institucionales enfocadas en pautas
protectoras-preventivas (Pérez Barrero, 1999; Andrade, 2012;
Pérez, Téllez, Vélez, & Ibáñez, 2012). La OMS reitera que las
tentativas de suicidio tienen una frecuencia entre 10 y 20 intentos
por cada suicidio, y van desde intentos leves hasta severos (60
mil), así, a mayor daño corporal mayor es el daño emocional, la
infelicidad o la enfermedad mental asociada. En las familias y
amigos las consecuencias emocionales suelen ser a largo plazo,
porque el suicidio genera un impacto emocional profundo en los
sobrevivientes, mismos que requieren de asistencia y
seguimiento, para evitar suicidios en cadena o el desarrollo de
patologías mentales graves en los dolientes (Andrade, 2012).

El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses


(2013; 2014) señala que a nivel global, regularmente los suicidas
prefieren métodos tales como: ahorcamiento, intoxicación por
venenos especialmente insecticidas, lanzarse al vacío, o el disparo
de arma de fuego, lo cual es más común en hombres que en

32
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

mujeres. Para el año 2013 en Latinoamérica este último fue


prevalente en países como Bolivia y Chile (12,2% C/U),
El Salvador (13,6), Uruguay (12,1), y fue menor en países como:
Brasil (5,8), México (4,2) y Perú (3,2). La organización mundial
de la salud informó que en Europa se encuentran las tasas más
elevadas especialmente en España (5,1), Francia (12,3), Alemania
(9,2) y Rusia (19,5), mientras en américa el suicidio es prevalente
en Estados Unidos (12,1). Afirma igualmente que las mayores
tasas a nivel mundial las tiene Guyana (44,2) y Corea del Norte
(38,5), además señala que la tasa más baja (0,4) se produjo en
Arabia Saudita (Periódico El Tiempo 4 de septiembre de 2014).
En Colombia los meses: Febrero, Mayo y Octubre son elevados en
suicidios, para los hombres los días Martes y Domingo en la tarde
“oscureciendo”, mientras que para las mujeres el Sábado y Jueves
al medio día; en mujeres preadolescentes y adolescentes las
causas asociadas son: rupturas afectivas, desamor, infidelidades y
sentimientos de culpa ante sus padres.

Factores psicosociales asociados a la conducta suicida.

Es imposible disociar el aspecto bio-psico-antropo-socio-cultural


del fenómeno suicida, ya que eso implicaría fraccionar o
jerarquizar un acto que muestra per se múltiples características y
complejidades. En este sentido el suicidio revela fallas en el
funcionamiento sistémico de la interrelación persona-familia-
comunidad-sociedad-cultura, que afectan el sentido de realidad de
los sujetos, grupos y organizaciones respecto a la vida y su
conservación (Andrade, 2016). Ergo, es preciso comprender el
suicidio a partir de la interrelación de diversos factores que al
tejerse de manera conjunta permiten superar la estrechez de miras
y los sesgos respecto a su interpretación, lo cual evidencia su
condición relacional y compleja. Entre los principales elementos
que sirven de base a la comprensión relacional del suicidio se
encuentran: factores Morales (ideas rígidas o conflictivas acerca
de los valores, la valentía, lo ético y moral, el honor o del castigo);
Religiosos (creencias místicas acerca de la vida y la muerte, ideas-
pensamientos sectarios de tipo mortuorio, pesimismo ante la vida,
fatalismo-catastrofismo, pensamiento apocalíptico –ideas y

33
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

temores acerca del fin del mundo-); Rituales (sacrificio necesario


para adquirir/calmar fuerzas o poderes, como necesidad de
expiación de culpas, como acción de dominio e idea de control,
apaciguamiento, o de establecer un acuerdo con las fuerzas de
la naturaleza); Emancipatorios (suicidio como fin ante:
presiones socio-familiares, chantaje, acoso en diversos ámbitos,
estrés, o como estrategia efectiva para aplacar fuerzas
espirituales/sobrenaturales); Políticas (suicidio cuyo objetivo es:
demostrar el poder/fuerza de la decisión –elegir, presión política
que desmoviliza o diezma la voluntad de las víctimas –conflictos,
masacres, muerte, adoctrinamiento-, suicidio como ruptura del
ordenamiento, exclusión).

Es importante mencionar que los factores mencionados,


aumentan su nocividad cuando se interrelacionan de acuerdo a las
crisis sociales, por lo que a nivel de investigación resulta cada vez
más necesario determinar las especificidades socio-culturales que
pueden aumentar su incidencia. La investigación acerca de las
diversas manifestaciones del acto suicida orienta los resultados
hacia un enfoque multidimensional de tipo multifactorial, en el
que prima la relación interinfluyente y reticular entre: factores
epidemiológicos (edad, género, etnia, estrato, dependencia al
consumo de sustancias, enfermedad, etc.); particularidades
personales (desesperanza, dificultades para resolver problemas,
psicopatología, tipo de personalidad, intentos previos;
impulsividad, agresión, etc.); estresantes características intra -
familiares (suicidios en familiares, separación/divorcio
de los padres, disfunción familiar, etc.); y socioculturales
(Exclusión y señalamiento social, suicidios locales, aprobación
del suicidio). En las Ilustraciones 2 y 3 se muestran los factores
que se interrelacionan e influyen en la conducta suicida.

34
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 2. Conducta suicida: Factores en interrelación.

Ilustración 3. Condiciones multifactoriales que influyen en la conducta suicida

35
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Grosso modo el suicidio desde una perspectiva sistémica se


comprende como una falla importante en el funcionamiento
sistémico de la interrelación entre persona-familia-comunidad-
sociedad-cultura, dado que entre ellos no se produce un
intercambio satisfactorio entre energía, procesos e información
(Andrade, 2014), como puede observarse en la Ilustración 4.

Ilustración 4. Factores Inter-sistémicos asociados al suicidio.

El suicidio es un problema Bio-psico-socio-antropo-cultural y


Bioético que incrementa las muertes trágicas y ocasiona una
disminución en la calidad y expectativa de vida de las
comunidades (Andrade, 2016). De suyo es un fenómeno complejo
que incluye la comprensión de factores como la angustia, el
sufrimiento y la confusión, mismos que a menudo dirigen al
individuo a optar por la muerte, lo que causa un impacto en su
familia y comunidad que suele dejar en los sobrevivientes una
huella de inquietud y desasosiego permanente, puesto que afecta
tanto social como psicológicamente a las personas cercanas y a
quienes los rodean (Suk, et al, 2009). La definición de suicidio es
polisémica y se encuentra construida a partir de diversas
categorías del comportamiento. Como acto auto infligido para
causarse la muerte se ve estructurado a partir de tres (3) fases: el
deseo suicida, la idea suicida y el acto suicida (Nizama, 2011),
entendido como el acto de matarse voluntariamente a sí mismo

36
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

(Córdova, Rosales, Caballero, & Rosales, 2007); grosso modo, el


suicidio es la acción intencionada de quitarse la vida, por lo que
aquellos actos en los cuales el sujeto no está totalmente
consciente de su auto elimininación, no pueden considerarse
como suicidios, ejemplo de ello son los pacientes afectados por
graves enfermedades mentales como psicosis y esquizofrenia en
los que la realidad se ve gravemente alterada al igual que sus
procesos volitivos.

Es necesario diferenciar suicidio de autolesión, ya que la


autolesión es un término más amplio que compete al
envenenamiento o daño intencional auto infligido, que
podría poseer una meta o resultado fatal en el individuo
protagonista (OMS, 2011). De acuerdo con el manual de
Clasificación Internacional de Enfermedades, (CIE-10), el
suicidio es un acto con resultado mortal, deliberadamente
iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando el
resultado letal y donde la muerte es un instrumento para obtener
cambios deseables en la vida personal, familiar y en el medio
social. Entre las causas principales asociadas al suicidio se
encuentran: dilemas amorosos de difícil solución, dificultad para
resolver conflictos y para socializar, escasa comunicación
afectiva entre padres e hijos, pocas habilidades pro-sociales
(personas, animales y medio ambiente, humillaciones narcistas,
depresiones profundas y duelos patológicos (Andrade, 2014).
Otros motivos son: dificultad para planificar un proyecto de vida,
perspectiva oscura del futuro, desesperanza flotante, apatía
social, soledad y aislamiento, sensación de incompletud
constante “vacío de la existencia” así como también recesiones y
crisis económicas, intolerancia entre naciones, comunidades,
familias o grupos religiosos, incertidumbre respecto al futuro en
la juventud y el deseo expansionista de poder de los grupos
políticos y militares (Andrade 2012, 2014). De acuerdo con
Garaigordobil el riesgo suicida puede asociarse directamente a
conductas antisociales y evitativas representadas en el esquema
de la Ilustración 5.

37
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 5. Condiciones que potencian el riesgo suicida (Garaigordobil, 2005)


29
El concepto de conducta suicida hace alusión a una sucesión de
conductas conectadas con ideas tendientes al suicidio, la tentativa
de suicidio y el suicidio consumado, en el que subsisten diversas
manifestaciones y expresiones humanas de naturaleza
autodestructiva. Beck, Rusch, Shaw, y Emery (1993) han
precisado que el suicidio es una acción intencional auto-
ocasionada que pone en riesgo la vida, y que da como resultado la
muerte, sin embargo existen posiciones que entienden la conducta
suicida como toda acción en la que el sujeto intencionalmente se
origina una lesión, independiente de la letalidad, del método
empleado y del conocimiento real de su actuar, y aun cuando
produzca o no el deceso del individuo (Nizama,2011). Para
Oquendo et al., (2007) existe un riesgo mayor de suicidio en el
futuro en varones con episodio depresivo mayor, historial de
agresividad, hostilidad y antecedentes de abuso de sustancias
psicoactivas (SPA); dicho riesgo es análogo en mujeres con
síntomas depresivos, antecedentes de malos tratos infantiles,
pocas razones para vivir y trastorno límite de la personalidad;
asimismo es seis veces mayor el riesgo de suicidio cuando existen
tentativas de suicidio previas. De acuerdo a lo expuesto la
ideación suicida eleva gravemente el riesgo de suicidio en el
futuro (Schneider, Philipp & Muller, 2001).

38
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Cabe anotar que los varones suelen ser menos receptivos a la ayuda
personal y profesional, a comparación de la mujer que suele buscar
ayuda antes de pasar al acto, y mientras en la mujer prima el
parasuicidio asociado a la hostilidad, en los hombres prevalece la
impulsividad lo cual hace que cada intento sea cada vez más
riesgoso (Oquendo, et al, 2007). Es preciso mencionar que entre
las preocupaciones vinculadas al suicidio se encuentran los costos
materiales asociados, ya que en la familia existe una preocupación
por la elevada responsabilidad del cuidado y prevención de
reincidencias, lo que genera a su vez gastos médicos, psicológicos,
psiquiátricos, además de gastos de contención de las recaídas, de
atención hospitalaria y en el caso de muerte gastos de sepelio
(Andrade, 2014).

La relación del suicidio con diferentes síntomas clínicos y


psicológicos tales como la depresión, baja autoestima y abuso de
alcohol entre otros, y con la emergencia de ideas o intentos
suicidas debe ser considerada como un importante anuncio de
riesgo alto de suicidio, aun cuando la psicopatología y estado
alterado de conciencia asociada sea poco percibida por la persona
afectada. El evento suicida o la suicidalidad puede ir desde una
idea ocasional o aguda (asociada a cuadros como depresión o
esquizofrenia) hasta una suicidalidad crónica la cual es
característica de trastornos graves de la personalidad como el
limítrofe; en este sentido es importante considerar que todos las
conductas y pensamientos suicidas, ya se trate de leves gestos o de
intentos tienen que ser tomados con seriedad (Vargas & Saavedra,
2012).

En la suicidalidad existen circunstancias o “facilitadores” –


precipitantes de la conducta suicida, entre los cuales se
encuentran: la publicidad no-preventiva, la televisión en la que
aparecen suicidios o noticias que lo hacen parecer “normal”; la
sobre-Idealización de lo mortuorio asumida como beneficio y
descanso ante las penurias de la vida; la idea de que el suicidio
soluciona problemas y que es atractivo y normativo, además de
realizar ensayos del acto suicida, y tener acceso a armas y recursos
letales (Casullo, Bonaldi & Fernández, 2000).

39
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Mitos sobre el suicidio.

Existen muchas ideas asociadas a la conducta suicida y algunas de


ellas pueden ser ciertas, falsas o aproximadas, así mismo las
explicaciones frecuentes religiosas, ideológicas, psiquiátricas o
psicológicas, y de ellas se derivan muchos mitos respecto a sus
causas y consecuencias, mismos que contribuyen al desarrollo
del imaginario social sobre dicha conducta. Por ello antes de
explicar cuáles son los mitos frecuentes es preciso aclarar que el
suicidio no es una enfermedad mental, puesto que no todas las
personas deprimidas se suicidan, tampoco es un fenómeno nuevo
y que debe ser visto de forma transdisciplinar. (Andrade, 2016).
Veáse Ilustración 6.

No es solo una
reacción a Acontecimiento Componentes:
No es una entidad situaciones que vital presente en biopsicosociale
psicopatológica producen todas las culturas s-culturales-
malestar o y épocas filosóficos
angustia

Ilustración 6. Aclaraciones acerca del suicidio


Alrededor de la problemática de la conducta suicida los
individuos han creado diversas representaciones sociales frente al
verdadero significado del suicidio, por tanto es de vital
importancia conocer la existencia de dichas creencias erróneas
las cuales se denominan Mitos del suicidio, y que de alguna
manera sesgan la adecuada interpretación y reconocimiento del
intento suicida en los adolescentes. Los mitos entonces, como ya
fue mencionado son considerados como criterios equivocados que
entorpecen la prevención de dicha conducta, por lo que se hace
necesario difundirlos para que sean erradicados y se faciliten las
acciones preventivas (Pérez, 2005). Dichos criterios
culturalmente aceptados e interiorizados la mayoría de las veces
por la población son considerados juicios de valor erróneos
respecto al suicidio, a los suicidas y a los que intentan el suicidio

40
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Según lo expresa Pérez (2005) existen 4 mitos generales


asociados a la conducta suicida: 1) “el que lo dice no lo hace”.
Criterio equivocado, ya que conduce a minimizar las amenazas
suicidas, que pueden considerarse erróneamente como chantajes,
manipulaciones, alardes, etc. Ello se rebate con el criterio
científico: todo el que se suicida expresó lo que ocurriría con
palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta; 2) “los que
atentan suicidarse no desean morir, sólo hacen el alarde”. Criterio
errado, porque condiciona una actitud de rechazo a quienes
atentan contra su vida, lo que entorpece la ayuda que estos
individuos necesitan. Se antepone a ello el criterio científico que
explica que aunque no todos los que intentan el suicidio desean
morir, es un error tildarlos de ostentosos, pues son personas a las
cuales les han fracasado sus mecanismos útiles de adaptación y no
encuentran alternativas, excepto el atentar contra su vida; 3) “si de
verdad se hubiera querido matar, se hubiera tirado delante de un
tren”. Éste es un criterio equivocado que refleja la agresividad que
generan estos individuos en aquellos que no están capacitados
para abordarlos.

En contraste el criterio científico aclara que todo suicida se


encuentra en una situación ambivalente, es decir, con deseos de
morir y de vivir, de modo que el método elegido no refleja los
deseos de morir de quien lo utiliza, y proporcionarle otro de mayor
letalidad es calificado como un delito de auxilio al suicida
(ayudarlo a que lo cometa), y es penalizado en el Código Penal
vigente en Colombia; y 4) “el sujeto que se repone de una crisis
suicida no corre peligro alguno de recaer”. Este criterio es
equivocado y conduce a disminuir las medidas de observación
estricta del sujeto y la evolución sistematizada del riesgo de
suicidio.

Proporcionalmente la posición científica es que casi la mitad de


los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el
suicidio, lo intentaron antes (Pérez, 2005).

41
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Conductas del espectro suicida.

Se denominan conductas del espectro suicida todas aquellas


manifestaciones conscientes y deliberadas que tienen personas o
grupos con una clara intencionalidad destructiva, que son elegidas
para causar un daño a sí mismo, y también en otros, y que tienen
como finalidad directa y/o indirecta la muerte autogenerada
(suicidio) (Andrade, 2016) y también llamar la atención a través
de amenazas y/o acciones en las que se atenta contra la propia
vida, pero donde no existe un deseo claro de morir (parasuicidio o
intento suicida); tramitar un dolor emocional o un conflicto a
través de auto flagelarse a través de cortes en la piel (cutting) o
implementar otras “conductas automulitantes”; el generar ideas
reiterativas acerca de la muerte que van evolucionando de acuerdo
al estado emocional-situacional de la persona (ideación suicida);
el hablar deliberadamente de la muerte y generar una actitud de
aprobación de la muerte como importante o necesaria, misma que
no evoluciona aun hacia una idea parcial o concreta de suicidio, y
también aquellos actos deliberados que no representan un peligro
mortal pero que se realizan con fines de prueba, auto-
estigmatización o de curiosidad (gesto suicida); sentir empatía por
el suicidio de otros, admirando éste tipo de muerte o asociarlo a
actos de valentía y sacrificio necesarios para lograr ciertos
objetivos (identificación suicida). A ello se suma si el suicidio no
se lleva a cabo por alguna circunstancia que lo evita o interrumpe
de su final trágico (suicidio frustrado); cuando se simula el deseo
de morir con el fin de conseguir algo a cambio de ello (simulación
suicida); si existe una frecuencia elevada de actos peligrosos con
intención suicida o que pueden desembocar en un suicidio
(Comportamiento autodestructivo crónico) y cuando a través de
palabras en momentos de desajuste emocional la persona amenaza
con quitarse la vida (amenaza suicida).

42
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 7. Conductas del espectro suicida.

Como puede observarse en la Ilustración 7. las conductas del


espectro suicida tienen relación entre sí, y no necesariamente
deben ser vistas como pasos a seguir o estructuras de acciones que
fundamentan de modo obligatorio todo acto suicida. Aunque a
menudo exista una clara relación en el siguiente proceso: gesto
suicida-ideación suicida-parasuicidio-intento suicida-suicidio,
ello no constituye una relación sine qua non, motivo por el cual, es
preciso tomar en cuenta su innegable valor relacional, es decir,
emergente, recursivo y organizacional, lo que permite a una
persona no solo transitar a través de un proceso, sino también,
generar un proceso particular. En el suicida se detectan: a) los
actos fatales o suicidio consumado; b) los intentos de suicidio
sumamente letales aunque fallidos, con intención y planeación del
suicidio; y c) los intentos de mínima letalidad, usualmente
asociados a una posición psicosocial crítica (Mann, 2003). En
torno a lo expuesto la conducta suicida es toda aquella conducta
que se realiza con objeto de llevar a cabo, de una manera
consciente o inconsciente la muerte (Mansilla, 2010). Teniendo en
cuenta lo anterior, la suicidalidad puede entenderse como un
espectro que engloba a las ideas y deseos suicidas (ideación
suicida), los comportamientos suicidas sin resultado de muerte
(intentos suicidas) y los suicidios consumados o terminados. A
continuación se explican aquellas conductas más representativas
en el ámbito académico.

43
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

La ideación suicida.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2009),


la ideación y tentativas suicidas pueden ser observadas como
etapas previas al suicidio, esto permite ver que existe un progreso
desde los pensamientos hasta la acción en la que se ha elaborado
un acto intencionado y auto infligido que amenaza contra la vida y
con resultado el fallecimiento; es decir; la tentativa de suicidio
incorpora además condiciones en las que el individuo ha
ejecutado una acción en la que atenta contra su vida con la
intención de darle fin, o dar esa apariencia, y sin que tenga
concretamente como desenlace la muerte. Se debe diferenciar la
tentativa de suicidio del suicidio frustrado, ya que este último hace
alusión a la circunstancia en que un individuo realiza una acción
que terminará con su vida pero un componente imprevisto ajeno a
su deseo coarta la consumación del suicidio (Shneidman, 1992).
En cuanto los pensamientos suicidas son aquellos que incorporan
comportamientos que tienden a una probable amenaza vital pero
sin que la acción se haya ejecutado. En su más clara expresión el
suicidio podría catalogarse como un proceso que se origina con la
ideación en sus diversas expresiones (preocupación
autodestructiva, planificación de un acto letal, deseo de muerte),
que discurre por el intento suicida y termina con el suicidio
realizado (Sánchez, et al, 2010).

La ideación suicida es un fenómeno complejo en el que


intervienen especialmente factores personales, familiares social-
comunitarios y escolares (Cheng, et al, 2009) y abarca un extenso
espacio de razonamiento que puede procurar las siguientes formas
de presentación: 1) el deseo de morir. En éste primer momento la
persona suele indicar su inconformidad con su manera de vivir,
manifestando querer desaparecer directa y/o indirectamente,
además de mostrarse apesadumbrado y pensativo; esta fase
primaria se considera el origen del ingreso del sujeto a la ideación
suicida. Es común también la representación suicida,
consistente en fantasías pasivas de suicidio (imaginarse
ahorcado, entre otros); 2) la idea suicida sin un método
determinado (Shneidman, 1985). La anterior referencia la idea

44
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

de autodestrucción sin un planteamiento o planeación definida de


la acción, por lo que en dicho caso el individuo desea suicidarse y,
al preguntarle cómo ha planificado quitarse la vida, responde que
no lo sabe; 3) La idea suicida con un plan o método indeterminado
o no-específico aún. Es cuando el individuo desea suicidarse y, al
preguntarle como ha de quitarse la vida, responde que de cualquier
forma, e incluso comenta sobre varias posibilidades sin mostrar
predilección por alguna en particular; 4) La idea suicida con un
método determinado sin planificación. El individuo comenta sus
intenciones suicidas a través de un método específico, pero sin
haber elaborado un plan estructurado y finalmente 5) La idea
suicida planificada o plan suicida (Goldney et al, 2009; Farberow,
1980). En la Ilustración 8 se pueden observar los tipos de ideación
suicida.

En éste último nivel la persona sabe cómo, cuándo, dónde, por qué
y para qué ha de desarrollar el acto suicida, y toma por lo general
las debidas precauciones para no ser sorprendido. Se le conoce
también como plan suicida, y es sumamente grave por la
posibilidad inminente de perpetrar el suicidio con éxito (Andrade,
2012). En el momento que la amenaza se presenta teniendo las
herramientas y medios disponibles para su realización, pero sin
llevarla a cabo, es considerada por algunos como un gesto suicida
(tener las pastillas en la mano sin tomarlas) y jamás debe restársele
importancia, ni ser valorada de forma despectiva o como un alarde
(Pérez, 1999). Existe una expresión temprana de vulnerabilidad,
es la ideación suicida y cubre desde expresiones vagas de ínfimo
valor de la vida hasta deseos autodestructivos más explicados
como planes suicidas. Pueden tomar una cualidad perseverante y
aliarse a múltiples variables psicológicas como autoestima baja,
depresión y sensación de no controlar la propia vida (locus de
control externo). Generalmente se asocia a una prevalencia de
patología psiquiátrica (Gómez, 2008) y es el paso anterior a la
acción de quitarse la vida, misma que comúnmente se advierte a
través de las amenazas por medio de verbalizaciones y escritos.

En los estudios de autopsias psicológicas (Jiménez, et al, 1998) se

45
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

muestra que en algunos casos no se encontró evidencia de otros


comportamientos destructivos previos al suicidio, los cuales
demostrasen un proceso de planeación e intención, proceso
conocido como ideación suicida (Ver Ilustración 8). La ideación
suicida, según Beck, Kovacs, y Weissman, (1979) constituye tipos
de pensamientos que aparecen reiterativamente en los sujetos, y
que regularmente suelen ser exteriorizados de forma repetitiva
teniendo como base ideas acerca de la muerte, que ocupan de
forma continua un espacio principal en su cotidianidad y en su
desarrollo social.

Ilustración 8. Tipos de ideación suicida.

Según Mansilla (2014) los pensamientos intrusivos y reiterativos


acerca de la muerte auto infligida, expresan en realidad las formas
deseadas de morir, así como también la muerte de objetos,
experiencias o circunstancias que la persona pretende acabar.
Entre las manifestaciones habituales que dan muestra de la
presencia de ideación suicida se encuentran: las verbales
“directas e indirectas”; simbólicas (dibujos, música, expresiones
artísticas); escritas (cartas, poemas, grafitis, neologismos);
corporales (cortes, tatuajes, dibujos en la piel, cambios posturales)
y espaciales: frecuenta el lugar de muerte; sociales: aislamiento,
mayor locus de control interno, introversión, adicción a la música
depresiva; religiosas como baja creencia en lo espiritual;
procedimentales: lleva consigo una soga, veneno o cuchillas
cuchilla, ambientales, asociadas al consumo de SPA, dado que
suelen tener una intoxicación alcohólica previa con el fin de medir
la tolerancia y/o conseguir el valor (Andrade, 2014). Otras
manifestaciones son: angustia, temor, zozobra y obsesión-

46
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

cavilación por el tema de la muerte lo cual es mayor en personas


susceptibles de impresionarse, una elevada identificación con
suicidas, afectación de su apariencia física: peor vestido, muy
austero es decir, cada vez son menores las necesidades
ambientales manifiestas y por ello no piden “nada” y se
comunican poco. (Farberow, 1980).

Parasuicidio

El término parasuicidio fue acuñado por Kreitman, Philip, Greer


y Bagley, (1969) con la finalidad de indicar y abarcar aquellas
conductas suicidas sin un desenlace fatal, es decir que no
terminaban en el suicidio de forma independiente al grado de
letalidad que tuviesen, tomando en cuenta conductas auto-lesivas
de baja intensidad e intencionalidad suicida, hasta conductas de
elevada letalidad para el sujeto. Por dicha razón el parasuicidio
suele ser comúnmente llamado: suicidio frustrado, aun cuando
muchos autores utilicen de forma indistinta intento de suicidio y
parasuicidio (Mardomingo, 1994; Welch, 2001).

Por otra parte expertos en el tema del suicidio prefieren denominar


parasuicidio a todo acto potencialmente mortal en contra de uno
mismo que no resulta en la muerte en lugar de denominarlo
intento suicida o suicidio fallido (Fernández, González, & Lasa,
1996; Diekstra, 1989; 1993; Hawton & Van Heeringen, 2009),
los parasuicidios deben ser tomados con gran seriedad dado que
constituye un indicador de riesgo elevado común entre
adolescentes, mismos que pueden reintentar esta conducta y no
tener la misma suerte de fallar o de ser rescatados (Stassen, 2007;
Silverman, Berman, Sanddal, O'Carroll, & Joiner, 2007). Por lo
anterior es importante distinguir entre suicidio y parasuicidio.
Según Hawton y Van Heeringen (2009) el suicidio es un acto
premeditado cuyo desenlace es fatal, intentado y/o consumado
con claridad de conciencia y conocimientos de las consecuencias
derivadas, motivo por el cual busca a través de éste la muerte. Por
otra parte se encuentra el intento de suicidio o parasuicidio, cuyo
desenlace no suele ser fatal aunque el intento sea delibrado con la

47
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

finalidad de obtener cambios en su propia situación vital a través


de las consecuencias físicas esperadas de dicho intento (OMS,
2014).

El parasuicidio es un problema de salud pública de elevada


incidencia y consecuencias biopsicosociales a largo mediano y
corto plazo (Harris & Barraclough, 1997; OMS, 2013), el método
más usado es la ingesta de psicofármacos como Benzodiacepinas
y antidepresivos, antipsicóticos. Cabe mencionar que casi el 50%
de personas con conductas parasuicidas ya tiene tratamiento
psicológico y psiquiátrico, además de diagnóstico previo de
depresión y trastorno de personalidad, y casi el 40% de estas
personas ya lo había intentado (Maris, 1992). Es preciso señalar la
importancia de la adecuada identificación de casos de riesgo dado
que la mayoría de suicidas acude al médico general antes que al
psiquiatra o al psicólogo.

Aunque no hay cifras fiables sobre las dimensiones del


parasuicidio (Borgues, 2010; Cheng,et al, 2009; Lai, & Shek,
2009; OMS, 2009) en una persona que realiza parasuicidio, el
riesgo de muerte por suicidio en el futuro es cuarenta (40)
veces mayor (Isometsä, Henriksson, Aro, & Lönnqvist, 1994). En
conclusión el parasuicidio se constituye en un predictor
importante de suicidio, en el que se debe tomar en cuenta la
interinfluencia de factores familiares-social-comunitarios con los
trastornos de menor riesgo como el retardo mental y demencia y
con otros de elevado riesgo tales como, la depresión grave, el
trastorno bipolar y la esquizofrenia. El parasuicidio presenta una
baja letalidad y elevada impulsividad, y suele ser común en
adolescentes, mujeres jóvenes, depresivas, manipuladoras y
chantajistas emocionales (Harris & Barraclough, 1997).

De acuerdo a lo que enuncia Kerkhof y Arensman (2002) el


parasuicidio es un acto instrumental motivado por los cambios o
modificaciones en las circunstancias externas, de modo que la
persona tiende a manipular las contingencias vitales a través de su
conducta parasuicida, llegando a recibir reforzadores que elevan
la posibilidad de recurrencia de dicha conducta en situaciones

48
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

análogas. Las causas del suicidio según lo explican Berman y


Jobes (1997) están ligadas a las conductas de escape-evitación, a
lo que debe sumarse factores cognoscitivos, emociones y la
cognición de sus propios problemas y soluciones. Lo anterior
quiere decir que el individuo solamente ejecuta la acción en un
momento de emoción incontrolable en donde no estudia las
consecuencias fatales de dicha decisión, por tanto no desea la
muerte sino calmar o cesar el dolor momentáneamente (Welch,
2001). La diferencia no siempre es fácil de establecer, puesto que
reside en el deseo real de morir de quien realiza el acto. En efecto,
no todos los intentos de quitarse la vida son suicidios frustrados
puesto que en muchos casos, sobre todo en las etapas jóvenes
como en la adolescencia (Ver Ilustración 9), detrás de esos actos
no se esconde un deseo ni una intención verdadera de morir, sino el
deseo de provocar una reacción y crear en su propio ambiente
algunos cambios necesarios a través de una acción más o menos
dramática, por lo tanto en algunos casos el intento de suicidio
puede considerarse solamente como una estrategia del individuo
para llamar la atención de los demás.

Ilustración 9. Perfil habitual del adolescente parasuicida (Andrade, 2014)

El intento de morir y el suicidio son las dos maneras más típicas de


este comportamiento, aunque no las únicas (Pérez, 1999).
Desafortunadamente, existe un sesgo en considerar estos dos
aspectos como los más nocivos, y no incluir otras conductas del
espectro suicida que ubicándolas y teniéndolas en consideración
de forma pertinente, evitarían que los dos anteriores sucedieran. El
parasuicidio, denominado intento suicida, tentativa de suicidio,
intento de autoeliminación (IAE) o autolesión intencionada
(deliberate self harm), ha sido catalogado como aquella acción
sin resultado de fallecimiento en que un sujeto deliberadamente se

49
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

daña a sí mismo, también llamado suicidio fallido. La conducta


suicida no letal, también llamada intento o gesto suicida, es la
situación donde el individuo ya ha efectuado actos concretos que
han originado un deterioro o perjuicio físico u orgánico pero que
no termina con su muerte. Se puede decir que cualquier intento de
suicidio, por pequeño que pueda parecer presenta una gran
peligrosidad. De nuevo, en los procesos investigativos con
autopsias psicológicas en múltiples casos es conocida la existencia
de intentos previos de suicidio antes de la muerte.

Todos los actos suicidas con el objetivo de causar la propia muerte


pero que no alcanzan su propósito son llamados intentos de
suicidio (Michel & Valach, 1997), e incluyen eventos en que los
individuos que intentan suicidarse son sorprendidos “a tiempo”
logrando ser salvados; y casos en que intentan suicidarse pero
emergen sentimientos contradictorios acerca de la muerte en el
preciso momento de querer quitarse la vida, por lo que dicho
intento puede frustrarse. Por consiguiente a aquellas acciones
auto-líticas deliberadas con diferente grado de intención de morir
y de lesiones que no tienen un final letal, pueden ser denominadas:
intentos de suicidio (Mansilla, 2010). Es pertinente considerar que
la ideación y los intentos suicidas tienen características
particulares en cada sujeto, por lo que la heterogeneidad de
motivaciones y sucesos desencadenantes, generan a su vez una
diversidad grupal de componentes activadores que actúan de
forma reticular y mantienen-refuerzan las ideas suicidas, cuando
no, las transforman en sentimientos que postergan e inhiben dicha
conducta.

Las ideas suicidas se conforman a menudo de pensamientos


asociados a desvalorización de la vida, desesperanza, opiniones
acerca del futuro como algo oscuro y de poca confianza,
pesimismo ante la vida y la certeza de que no se podrá resolver un
problema de forma eficaz (Shneidman, 1980; Wasserman, et al.,
2010; Andrade, 2012), los cuales en conjunto o de forma singular
pueden conllevar a la persona a la planificación de un acto mortal,
reforzados frecuentemente por deseos relativamente intensos de
muerte y/o fantasías de suicidio (Gonzalez-Forteza, Berenzon-

50
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Gorn, 1998; Hawton & Van Heeringen, 2009). Los


comportamientos de autolesión pueden ir desde manifestaciones
comunicativas sin una intención clara o evidente de muerte,
hasta intentos vinculados a una compleja trama de eventos
dramáticos de los que se esperan ciertos efectos en los demás, o en
algunos casos se relacionan con problemas mentales de pacientes
psiquiátricos (Schneider, Philipp, & Müller, 2001; Kerkhof, &
Arensman, 2002). Veáse Ilustración 10.

Ilustración 10. Perfil habitual de la mujer con riesgo parasuicida


(Mirón, Sáenz, Blanco y Fernández, 1997)

Psicopatología asociada a la conducta suicida.

Existe entre la enfermedad mental y el suicidio una relación


proporcional que ha sido evaluada a través de autopsias
psicológicas y la revisión del historial clínico de la persona
suicida (Isometsä, 2001). Dicha información suele indicar
que al menos el 90% de los suicidas mostraban evidencia de
uno o varios trastornos psiquiátricos, y que a su vez, a mayor
cantidad de patologías mentales, era evidente un mayor
riesgo de suicidio (Beautrais, et al, 1996). Asimismo se ha
demostrado que los riesgos de suicidio son más altos en la
fase temprana de la enfermedad psiquiátrica o psicológica,
así como también, en el primer semestre después de dar de
alta a un paciente de un ingreso psiquiátrico (King, et al,
2001). De la misma manera, La Organización Mundial
de la Salud (OMS, 2014; 2015) revela en sus estudios
que el gran número de individuos que realizan suicidio
evidencian un trastorno mental diagnosticable, y que en

51
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

estos pacientes psiquiátricos es común el suicidio y las


conductas suicidas. Sin embargo el suicidio también se
vincula a enfermedades físicas que afectan la calidad de vida
de las personas y con ello su estabilidad psicológica, en cuyo
caso los factores físicos, sociales y psicológicos deben
asumirse como intervinientes en el fenómeno.

En la conducta suicida la relación frecuente con los


diagnósticos psiquiátricos corresponde a los trastornos
afectivos donde sobresale la depresión , señalada como el
diagnostico de mayor frecuencia en individuos que
presentan comportamientos suicidas. En estas
circunstancias si los individuos llevan un tratamiento y un
seguimiento farmacológico apropiado el problema de
depresión es tratable y en consecuencia se puede prevenir el
suicidio, ya que este es un riesgo de mucho cuidado en la
depresión no reconocida y no tratada. Es mayor el riesgo al
inicio o final del episodio depresivo, debido a que en la fase
de estado, el retardo psicomotor y la inhibición bloquean el
paso a la acción (Miró, Barbería, Correas, y Fernández,
2007). En consecuencia el insomnio persistente, agitación,
ataques de pánico, sintomatología psicótica asociada a la
depresión y deterioro en la memoria son características
clínicas específicas asociadas a un riesgo elevado de suicidio
en la depresión. De igual manera, están presentes factores
que aumentan en forma considerada el riesgo: ser varón
menor de 25 años, presentar síntomas maniacodepresivos,
tener manía psicótica y estar en fase depresiva de un
trastorno bipolar (Isometsä, Henriksson, Aro & Lönnqvist,
1994; Willour, et al., 2007).

Referente a la esquizofrenia, cabe señalar que poco después


de haber sido dados de alta en el hospital los pacientes
esquizofrénicos son propensos a cometer suicidio, en fases
de sintomatología tempranas, cuando están confusos o
perplejos; en etapas tempranas de la recuperación, cuando
externamente están controlados sus síntomas pero

52
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

internamente se presentan vulnerables; y en fase temprana


de una recaída al sentir que su problema ha sido superado,
pero en cambio se repiten los síntomas. En esta clase de
pacientes, está presente una sucesión de circunstancias que
elevan el peligro de suicidio, como el ser joven varón sin
empleo, cuando se producen recaídas recurrentes o miedo al
deterioro (particularmente en aquellos con capacidad
intelectual muy elevada), existencia de síntomas reales de
suspicacia y falsas ilusiones, y padecer síntomas depresivos.
El uso de los neurolépticos es otro aspecto a tener en cuenta.
Estudios como el de Johnson, Pasterski, Ludlow, Street, &
Taylor (1983) o los elaborados con los antipsicóticos
atípicos de menor efecto secundario, revelan que el riesgo de
suicidio puede reducirse positivamente (Palmer, Henter, &
Wyatt, 1999).

Existe una atención especial en cuanto a los trastornos de


personalidad, ya que pueden definir la conducta suicida de
diferentes maneras: predisponiendo a grandes trastornos
mentales como depresión o alcoholismo, induciendo a
dificultades en las relaciones personales y en el ajuste social,
precipitando acontecimientos vitales no deseados o
menoscabando la capacidad de enfrentar un trastorno físico
o mental. Isometsä, et al, (1994) manifiestan que en una gran
cantidad de pacientes con trastornos de personalidad que se
suicidan, se asocian trastornos de abuso de sustancias,
depresión o las dos, y esta asociación es más grande en los
trastornos de personalidad como el border-line, histriónica,
narcisista y antisocial. En el estudio realizado por Harris y
Barraclough (1997) los trastornos de personalidad
incrementan hasta seis (6) veces el peligro de suicidio.

En el estudio realizado por Baxter y Appleby (1999) se


consiguen resultados aún más elevados que los de Harris, se
encuentra entonces que con frecuencia está asociado al
suicidio el trastorno de personalidad límite y el antisocial.
Sin embargo, los trastornos de personalidad histriónica y

53
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

narcisista de igual manera están relacionados directamente


con el suicidio, preferiblemente cuando se presenta
tendencia a manifestar comportamientos impulsivos y
agresivos. En un 16,8% presentan trastornos de
personalidad los hombres y las mujeres en un 15,2%,
cuando se han presentado comportamientos autolesivos y de
autoagresión deliberada (Hawton, et al, 2006).

Se calcula que cerca del 20% de pacientes que sufren


trastorno de crisis de ansiedad y fobia social intentan
infructuosamente realizar suicidio, aunque, si se asocia a
depresión crece el peligro de que el intento llegue a ser un
suicidio consumado (Lecrubier, 2001; Khan, Leventhal,
Khan, & Brown, 2002), postura que Fawcett (1997) e
Isometsä, Henriksson, Aro y Lönnqvist (1994) reafirman
como válida. Para otros investigadores aumenta entre 6-10%
según estudios de Harris y Barraclough (1997), de acuerdo a
los diferentes trastornos de ansiedad (trastorno obsesivo
compulsivo, trastorno de pánico, ansiedad neurótica). Sin
embargo, existen investigaciones en las que no se percibe un
aumento importante del riesgo de suicidio (Beautrais, et al.,
1996). Entre los trastornos de ansiedad, en el orden de
mayor a menor nivel de asociación a la conducta suicida se
encuentran: trastorno de pánico, el obsesivo compulsivo, los
trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia) y los
somatomorfos. Existe una relación mórbida entre aspectos
como los suicidios consumados, las tentativas de suicidio y
las personas que sufren trastornos mentales de acuerdo a
estudios realizados a tal efecto.

De forma similar el suicidio se halla estrechamente


vinculado al trastorno por consumo de sustancias y los
trastornos del humor, especialmente de la ingesta de alcohol
y en menor dimensión otras drogas, mismos que se
constituyen en factores de riesgo vital además de predictores
de posibles comportamientos suicidas futuros (Garrison,
Mckeown, Valois, & Vincent, 1993; Delgado, 1999; Guibert,

54
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

2002; Andrade & Victoria, 2011; Borges, Orozco, & Medina,


2012). El abuso con el alcohol es un factor presente entre el 25% y
el 50% de los suicidios en alcohólicos, aunque un 15% de ellos lo
hacen usando otras sustancias y métodos. De acuerdo a Harris y
Barraclough (1997) se estima en seis veces más el riesgo de
suicidio en los hombres blancos de mediana edad, solteros o
separados de sus parejas, con conflictos laborales y/o
económicos y aislados de la sociedad, que en la población general.
Además de que las enfermedades médicas, trastornos de ánimo,
trastornos de personalidad, intentos auto-líticos previos o
trastornos del control de impulsos (Gorwood, 2001) ciertamente,
pueden ir asociados al evento suicida.

El trastorno adaptativo no siempre es predictor indispensable de


suicidio, pues se trata más bien de una variable compleja en las que
se debe tener en cuenta la intensidad, duración, cantidad o
contexto social de emergencia de los síntomas. Para los adultos
mayores este trastorno es fuente de desajuste y de riesgo suicida, a
razón de acontecimientos vitales estresantes, problemas de salud,
de pareja, laborales, enfermedades largas y complicadas, muerte
de algún componente de la familia (Conner & Conwell, 2001).

El suicidio ha sido ampliamente estudiado en el campo teórico, por


lo tanto, varios aspectos se han relacionado con el acto suicida, sin
embargo, entre los factores más comúnmente asociados se
encuentra la depresión. Moya (2007) afirma que los factores
sociales, familiares y psicológicos tienen una gran importancia en
el desarrollo de la depresión. Igualmente, el Ministerio de
Sanidad, Política Social e Igualdad de España (2011) encontró
una correlación entre la depresión y la conducta suicida en
población joven y adulta que ubicaba a estos grupos etarios como
población de riesgo de conductas suicidiógenas. Por su parte
Garduño, Gómez y Peña, (2011) argumentan que en los jóvenes la
depresión puede conducir a una ideación o al acto suicida,
mencionan que “todos los suicidios y los intentos suicidas hablan
de una crisis emocional, de una perturbación, de un desacuerdo
social” (p.12) es decir, de un estado anímico decaído en los
jóvenes.

55
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 11.. Psicopatología asociada al suicidio.

Como se puede observar en la Ilustración 11 la depresión parece


desempeñar un papel fundamental en el desencadenamiento del
suicidio, por lo que podría adoptarse en los planes preventivos
como un factor vital para preservar la vida de los jóvenes.

Perspectivas teóricas y modelos explicativos del suicidio

Una de las teorías que aún tiene vigencia en el ámbito académico


es la teoría sociocultural de suicidio de Emile Durkheim (1992)
quien afirmó que los acontecimientos sociales entre ellos el
suicidio, deben ser estudiados como objetos, es decir, como
ealidades exteriores al sujeto. Así, la tasa de suicidio no se reduce a
las motivaciones individuales, de modo que es dable considerar
que no son los individuos los que se suicidan, sino que lo hace la

56
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

sociedad a través de ciertos individuos. Durkheim señala que


probablemente todos los suicidios son resultado de perturbaciones
en la relación entre la sociedad y el sujeto, y establece con base en
ello cuatro formas de suicidio: 1) el suicidio egoísta donde se
presenta un trastorno en la integración en la colectividad social y
un exceso de individualización de la persona, se produce siempre
que se da una desintegración de las estructuras sociales; 2)
suicidio altruista, donde la persona no cree que se pertenecerse a
sí mismo, creyendo que el yo está ubicado fuera de sí mismo; 3)
suicidio anómico, que depende de un fallo o dislocación de los
valores sociales que lleva a una desorientación individual y a un
sentimiento de falta de significación en la vida y por ultimo; 4)
suicidio fatalista, que es caracterizado por una reglamentación
excesiva, constituyéndose en el suicidio que los sujetos cometen
cuando su porvenir esta implacablemente limitado. La tentativa es
ese mismo acto pero interrumpido antes de que sobrevenga la
muerte” (p. 5), el autor señala asimismo que el suicidio tiene una
causalidad social por lo que su modelo explicativo tiene un corte
socio-político.

El suicidio para Durkheim (1992) es “todo caso de muerte que


resulte, directa o indirectamente, de un acto, positivo o negativo,
realizado por la propia víctima a sabiendas de que debía producir
ese resultado. La tentativa de suicidio es el acto así definido, pero
nterrumpido antes de que sobrevenga la muerte” (p. 103). Por
tanto sin importar el medio o las herramientas utilizadas por el
individuo, lo que define al suicidio es la muerte prevista mediante
la realización del acto que la conllevaba de manera inmediata o
dilatada, pero con igual resultado fatal:

Aunque representemos el suicidio como una acción positiva y


violenta que implica cierta carga de fuerza muscular, puede
ocurrir que una actitud puramente negativa o una simple
abstención produzcan idéntica consecuencia. Se mata uno de
la misma manera rehusándose a alimentarse, que
autodestruyéndose por otros mecanismos como el hierro o el
ifuego, y tampoco se considera totalmente necesario que

57
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

el acto realizado por el paciente haya sido el antecedente


inmediato de la muerte, para que ésa pueda ser considerada
como efecto suyo; la relación de causalidad puede ser
indirecta, sin que el fenómeno cambie de naturaleza
(Durkheim, 1992, pp. 100 -101).

La propuesta de Durkheim es categórica en el momento que


sustenta que cada organización social proporciona un tributo a la
muerte bajo la forma de una tasa más o menos constante de
autoeliminación de algunos de sus integrantes, es decir que cada
sociedad está regularmente encaminada a generar un contingente
categórico de muertes voluntarias (Durkheim, 1992). Para
Durkheim no existen sociedades en las que no existan suicidios,
aunque las tasas cambien y se tornen diferentes de un país a otro.
Se determina entonces que las causas que decretan este acto, son
siempre de diversa naturaleza en cada caso. Por tanto, Durkheim
plantea que cada suicidio siempre contiene una idea que se
relaciona en proporciones variables con el egoísmo, el altruismo y
la anomia. Así, según lo sustenta, en todas las sociedades
existen estas tres corrientes de pensamiento, y cuando se
posibilita el equilibrio entre las mismas el agente moral protege al
individuo en contra de toda idea y acción dirigida a la conducta
suicida. Pero, cuando una de ellas se incrementa en cierta medida
de intensidad en detrimento de las otras, se convierte en
suicidiógena, por tanto da paso a tres manifestaciones
cualitativamente diferentes del suicidio: el suicidio egoísta, el
suicidio altruista y el suicidio anímico.

Desde una mirada neurobiológica (hipótesis serotoninérgica) los


individuos que parecen tener una cierta fragilidad hacia el suicidio
presentan un descenso en los niveles de serotonina en el cerebro.
Específicamente se han detectado niveles bajos de un metabolito
de serotonina, el 5HIAA (acido 5 hidroxindoleacético) en el
líquido cefalorraquídeo en personas con riesgo potencial de
suicidio . Los comportamientos suicidas han sido vinculados con
otros descubrimientos bioquímicos como: la hipocolesterolhemia
con altos niveles de cortisol sérico (controversias y datos
contradictorios al respecto) (Vevera, 2006) la excesiva actividad
del sistema noradrenérgico (Van Heeringen, 2003), la
hiperactividad del eje hipotálamo-hipofiso-suprarrenal

58
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

(Gitrowics & Kolodziej-Maciejewska, 2001). Recientes datos


han demostrado cómo los porcentajes reducidos de ácido
docosahexaenoico y pequeñas proporciones de Omega -3 en el
perfil lipídico son en individuos deprimidos predictores de riesgo
suicida (Sublette, Hibbeln, Hanga, Oquendo, & Mann, 2006).
Según los aspectos neurobiológicos las alteraciones o cambios de
personas con ideación suicida pueden presenafé dorsal del
tronco cerebral, dado que ambos reducen la producción de
serotonina y aumentan la producción de GABA, lo que pone en
elevado riesgo de suicidio a personas depresivas y/o con rastarse
en 2 regiones: 1. Corteza prefrontal orbital; 2. Núcleo del Rgos
de irritabilidad e impulsividad.

En el aspecto genético prevalecen interrogantes en los que se


sospecha que el riesgo de suicidio es debido a factores genéticos o
si está relacionado con los ambientes familiares o sociales. En
realidad se estima que en los suicidas existen variantes en
numerosos genes, los cuales inciden en su vulnerabilidad ante
situaciones de estrés, y aun cuando dicha predisposición no sea
suficiente, no es recomendable pasarla por alto. Por esta razón se
requiere un desencadenante como por ejemplo, un episodio de
estrés agudo, trastornos mentales o enfermedades crónicas.
Asimismo se ha evidenciado por medio de estudios familiares,
gemelares y de adopción el influjo de la herencia poligénica.
Otros estudios han señalado que el riesgo de suicidio es más alto
en los individuos cuya familia ha tenido antecedentes de suicidio
(Fu, et al., 2002). Ha sido comprobado que la tendencia suicida es
definida en una zona del cromosoma 2 (Willour, et al., 2007).

Desde una perspectiva cognitiva Beck, Rusch, Shaw y Emery


(1993) afirman que la intencionalidad del suicida genera una
cognición continua de muerte, impresa de dudas e
inconformismos. Así dicha idea fluctúa entre la intención de morir
en un extremo y en el otro la intención de seguir viviendo. De
hecho cuando se realiza el intento para seguir viviendo se usa la
conducta suicida para conseguir determinados cambios
interpersonales, o para lograr que otros ciertamente entreguen la
suicida pueden ser: escapar de la vida, liberarse de un “distress”

59
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

emocional inaguantable o por otro lado evitar sentirse aprisionado.


En algunos momentos la intención parece ser confusa, siendo una
ambigüedad entre el ansia de vivir y el deseo de morir. De esta
manera, los intentos de suicidio menos graves, tal vez, están
asociados con motivos manipulativos, así como con bajos niveles
de desesperanza y depresión. La conducta suicida grave para
Beck, Rusch, Shaw y Emery (1993) está correlacionada
fuertemente con la desesperanza y la depresión. No obstante lo
crucial en esta última es el lazo entre la depresión y el intento de
suicidio. Beck, Kovacs y Weissman (2004) consideran que los
comportamientos suicidas en los individuos deprimidos emanan
de ciertas distorsiones cognitivas, como la excesiva visión
negativa de sí mismos, el futuro y el mundo (triada cognitiva);
así propenden no solo a engrandecer sus problemas, sino que no
creen que poseen la habilidad para resolverlos. Igualmente, estos
individuos no toleran de forma adecuada la incertidumbre y
están más dispuestos a estudiar la idea de que la solución a sus
problemas es la muerte.

De acuerdo con Beck el at. (1993) y con Riskind et al. (2000)


en gran medida el punto de inicio de los comportamientos suicidas
es la depresión. Desde esta perspectiva y a su juicio, la triada
cognitiva, los esquemas mentales y los errores cognitivos son los
tres componentes básicos y más importantes que la producen y
mantienen; es preciso anotar que la teoría cognitiva de Beck en el
tópico del suicidio es denominada también: teoría cognitiva
del suicidio de Beck, dado que la concepción de estas conductas
según este autor, parte desde el enfoque de la terapiaracional
emotiva (TRE), que hace referencia al comportamiento suicida y
su relación con la depresión como efecto de problemas en la forma
que las personas perciben y distorsionan la realidad que vivencian.
Es así que en dicha problemática el individuo crea o imagina
categorías mentales en función de experiencias vividas, las cuales
estructuran, dirigen y orientan la conducta del sujeto, por lo que si
esta conducta es desadaptada, el individuo percibe una imagen
distorsionada de la realidad en la que vive y se desenvuelve
diariamente, de igual forma construye conceptualizaciones que se

60
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

implementan como puntos de vista negativos sobre sí mismo, su


entorno y el futuro.

En esta línea de desarrollos explicativos quien hace un mayor


énfasis en la participación de la cognición a partir de la
desesperanza como parte de los comportamientos suicidas, es
Abramson, Alloy, Whitehouse, Gibb, & Cornette, (2002) quienes
manifiestan que cuando un individuo tiene la seguridad que las
buenas cosas son improbables de pasarle o que las malas cosas
sucederán y que no podrá hacer nada para evitarlas, la relación
entre depresión-desesperanza está creada. Este elemento
cognitivo hará probable la participación del suicidio como el
último recurso que las personas tienen, o bien para salir de la
situación desesperada, o para sentir que aun poseen un último
sentido de control en sus vidas. Los investigadores estiman que la
suicidalidad o riesgo elevado de presentar conductas suicidas,
emerge a lo largo del continuum de pensamientos suicidas
primarios o básicos, hasta la robustez y consolidación de
dichos pensamientos en los que se incluye un plan y se prepara
el suceso, es decir hasta el suicidio consumado. Ulteriormente,
sugirió un modelo de diátesis estrés, en el que los sucesos
negativos vitales coadyuvan a la formación y el mantenimiento
de calificaciones negativas o deformadas de sí mismo y el futuro,
que conducen a la desesperanza, la que a su vez incrementa el
riesgo de conductas suicidas ya que es el origen del desarrollo
de síntomas depresivos.

Por otro lado, Lester (1994) propone desde la teoría del


aprendizaje social que el comportamiento suicida también puede
aprenderse, así, este comportamiento tiene su origen en la niñez,
cuando para integrarse a los valores normales un individuo falla, a
saber, hacia la vida y la muerte. Una determinada educación
desprotectora y experiencias tempranas de frustración
determinan los patrones de pensamiento y las asociaciones de un
individuo con deseos de suicidio, desempeñando un rol
primordial en el auto-castigo y la interpretación del dolor. En
concreto, la represión de la agresión y la idea de que ésta se vuelve

61
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

contra sí mismo impulsan el desarrollo de pensamientos suicidas.


Tomando en cuentan el ambiente de la persona, se encuentra que el
entorno refuerza la conducta autodestructiva, dado que ésta se
vincula a un grupo de expectativas inconclusas.

Complementariamente Michel y Valach (1997) comentan que el


comportamiento suicida puede analizarse en términos de la teoría
de la acción por lo que una persona en ocasiones puede fallar en su
deseo de alcanzar ciertos objetivos propuestos a lo largo de la vida,
lo que le generará fracasos constantes y con ello, frustraciones que
pueden incrementar su carga emocional negativa con el tiempo;
así como fracasos en áreas importantes de la vida como el trabajo,
la relación de pareja, el estudio, la identidad personal y las
relaciones sociales desencadenan regularmente una conducta
suicida. Estos autores opinan que en la jerarquía de metas del
sujeto el suicidio puede alcanzar la mejor posición, porque puede
sentirse como una solución posible y al alcance. De suyo a lo
largo de la vida puede reaparecer la conducta suicida como una
eventual meta o solución, en instantes de vital crisis que aumentan
el riesgo tras uno o varios intentos de suicidio.

Otra opción explicativa es de tipo sistémica-compleja (Veáse


Ilustración 12). Esta perspectiva entiende el fenómeno del
suicidio como un evento en el que confluyen diferentes momentos
y niveles de realidad, es decir que no se reduce a un modelo
explicativo o tendencia explícita al ojo del investigador
(Andrade, 2016). Así en el suicidio suceden innumerables
eventos que se escalan desde diversos escenarios de interacción
biológica y que tienen un correlato en la vida social de los sujetos,
especialmente en la calidad de las decisiones que toman respecto a
su propia vida. La multiplicidad de componentes del fenómeno,
evidencia que debe ser asumido como un evento de elevada
complejidad, dada la particularidad de las asociaciones que dicho
acto implica. En general el suicidio puede ser descrito como un
evento en el que prima la autodestrucción del sistema, a razón de
una creciente necesidad de cortar el intercambio de información y
de insumos para la supervivencia en los sujetos. Dicha elección se

62
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

torna autodestructiva porque no posibilita la reproducción


autopoiética del sistema, con lo que el organismo no solo muere en
el acto suicida sino que también, lo hace paulatinamente en un
proceso autodestructivo e insidioso. El suicidio como fenómeno
complejo debe ser comprendido en las múltiples redes de
relaciones que lo sostienen y reproducen, aludiendo también, a la
dimensión antropoética (Morin, 2003), que puede proteger a los
sujetos de su propia autodestrucción. La complejidad no es el
augurio de una dificultad explicativa, ni la respuesta ante los
vacíos de paradigmas reduccionistas que lo encasillan en la
dinámica circular de la causa y el efecto, y a cambio de ello plantea
un desafío que evoca la relación entre individuo-sociedad-especie
bajo una perspectiva global y dialógica (Andrade, 2016; 2017).

Ilustración 12. Suicidio perspectiva sistémica-compleja (Andrade, 2016).

En esta línea de pensamiento es preciso considerar que la muerte


es un suceso inevitable y que para tener referencia de la vida se
debe vivir en el reconocimiento de la muerte, es así que Heráclito
de Éfeso afirmó que la muerte es un proceso natural, en cuyo caso
la frase “vivir para la muerte y morir para la vida” expresada por
éste filósofo muestra que la muerte es un proceso e inevitable, y
que el mismo hecho de vivir implica la degradación y el cambio
permanente. Lo anterior se puede asociar a un fenómeno natural,
en el que las cégeneran todas las condiciones biológicas para
autodestruirse, proceso al que se denomina apoptosis celular,
en éste tipo de suicidio biológico se acallan o silencian genes

63
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

vitales, los cuales se METILAN1 (acallar ciertos componentes


vitales), así ciertos aminoácidos, neurotransmisores o enzimas
dejan de ser producidos, en cuyo caso la célula muere, evento que a
su vez abre paso al recambio celular propio del proceso de mitosis
o división de la célula, donde una célula se particiona en dos o más,
legando y trasmitiendo a las nuevas células información y
procesos valiosos para el organismo.

Cabe mencionar que los genes suelen ser acallados de acuerdo a


las circunstancia s bio-psico-sociales en los que son contenidos o
suprimidos, y que esto puede ser nocivo cuando se trata del
suicidio. Estudios revelan que el acallamiento de un gen asociado
a la producción de serotonina –en el caso de los suicidios- genera
un aumento considerable de la producción del GABA (Poulter, et
al, 2008), un neurotransmisor íntimamente asociado al
comportamiento depresivo y que se vincula al comportamiento
suicida (Andrade, 2014; Blandón, Andrade, Quintero, & García,
2015).

Poulter, et al. (2008) señala que el tejido cerebral de los suicidas


está cerca de diez (10) veces más metilado en contraste con
un cerebro normal, y que en la metilación se afecta
notablemente el funcionamiento bioquímico del receptor GABA,
el cual es un neuroinhibidor por excelencia. Gutiérrez, Contreras,
& Orozco (2006) indican que en una franja de la corteza
frontopolar el GABA deja de estar estable, y que dicha área se
encuentra relacionada con la toma de decisiones trascendentales
acerca de la vida, la culpa, el humor y la consolidación de
trastornos y estados depresivos. Nótese que en el anterior discurso
se hace visible la perspectiva integradora sistémica-compleja,
dado que en esta explicación dialogan varios discursos: el
genético-cerebral, psicobiológico y antroposocial, y es a partir de
la interconfluencia entre ellos que el suicidio puede ser
comprendido en función de las múltiples asociaciones de estos

1
La metilación es un proceso inevitable que facilita el recambio celular viabilizando la
muerte de las células así, “la metilación o silenciamiento de genes es un proceso normal de
selección en la que cada célula elige de entre sus 40.000 genes, solamente aquellos que
necesita para su funcionamiento sistémico” (Blandón y Andrade, 2015, p. 17).

64
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

componentes. Lo anterior no es un modo de reducir el fenómeno a


partes claramente definibles, sino una propuesta de inclusión y de
articulación de posturas que pueden parecer divergentes a primera
vista, y de las cuales debe excluirse la disyunción, las jerarquías y
las escalas de categorización y procesos. En cuyo caso cada nivel
de realidad en el que existen y emergen responde de forma
articulada y análoga a los cambios que en cada dominio suceden,
mismos que en conjunto pueden tornar a las personas proclives al
suicidio.

Otra tendencia explicativa es la del Modelo cúbico de suicidio


(Shneidman, 1992) que indica que la persona suicida pretende
cesar la situación conflictiva por medio de tres situaciones: la
disminución del dolor psicológico intolerable; el control y
mejoramiento de la indefensión-desesperanza producto de la
ambivalencia afectiva, la necesidad de escape y la intención de
solucionar el problema por cualquier medio; y por medio de la
disminución de los patrones de afrontamiento ineficaces. (Ver
Ilustración 13).

De igual forma Shneidman conjuga los componentes psíquicos


como son el dolor y la perturbación, con la presión ejercida por el
ambiente y confecciona de la misma manera un modelo teórico
representado por el cubo suicida, es decir que el suicidio se sitúa
en la concatenación del dolor y la perturbación máxima con una
elevada presión ambiental negativa. Por “dolor” se entiende el
dolor psicológico que resulta de ciertas necesidades psicológicas
frustradas. Shneidman llama “perturbación” al estado alterado o
perturbado que presentan estos individuos, e incluye también la
constricción de la percepción y la impulsividad. Por último,
denomina 'presión' al conjunto de aspectos interiores y
ambientales que afectan al individuo. Para cada una de estas
variables diseñó una escala de puntuación de gravedad que
comprende desde uno (el mejor estado) hasta cinco (gravedad).

Shneidman expuso su modelo de forma gráfica, mediante un cubo


con 125 cubos; 25 de ellos en cada plano, por tanto, con 5 cubos en
cada fila y columna. A cada una de las 3 caras visibles del cubo

65
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

corresponde una variable: dolor, perturbación y presión (Acosta,


et al., 2009). El cubo en el que confluyen los grados de gravedad
de cada variable (cubo 5-5-5), representaría a los individuos
suicidas. Expone además que existen otros factores implicados
(demográficos, familiares, antecedentes suicidas, etc.), pero los
considera periféricos, es decir, de considerable menor
importancia.

Ilustración 13. Esquema del Modelo cúbico del suicidio de Shneidman (1992)

Por último, el modelo cubico de suicidio propuesto por


Shneidman propone un enriquecimiento de la perspectiva
psicológica con los aportes de las orientaciones sociológicas y
enlaza con los modelos psicosociales explicativos del suicidio
(Villardon, 1993). Para Shneidman (1980; 1992) el suicidio
presenta diez (10) características básicas: Se busca una
solución; cesar la conciencia del problema; mermar el dolor
psicológico intolerable; tramitar las necesidades psicológicas
frustradas; aminorar la relación entre indefensión-desesperanza:
implica ambivalencia, constricción, necesidad de escape e
intencionalidad, además de patrones de afrontamiento ineficaces.

66
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

De acuerdo al enfoque psicoanalítico el suicidio se explica a


través del concurso de fuerzas destructivas en el inconsciente de
las personas que se encuentran en permanente conflicto y generan
un desequilibrio o desajuste interno-externo, que en cierta medida
conducen a una reversión de las tendencias agresivas, que
posteriormente pueden incrementarse y producir autolesiones,
cuyos motivos son inconscientes (Arango y Martínez, 2013).Por
otra parte el enfoque humanista determina que las personas con
esta problemática presentan una afectación fenomenológica
fondo y forma distorsionados, mal interpretados, apuntalados,
donde la mayoría de las veces pierden el sentido de vida, es decir;
que la persona genera una desvitalización de la proyección
positiva donde entra en una etapa de cuestionamiento y choque
propio entre lo que se ha anhelado ser y lo que es en el aquí y en el
ahora. En muchas ocasiones las experiencias frustantes y las
interpretaciones ambivalentes o confusas de estas vivencias,
incrementan la permanencia de factores de riesgo y relaciones
negativas ya sea por influencias externas negativas internalizadas
como proposiciones y soluciones óptimas o por deterioro del auto-
concepto y autorreferencia negativa (Jinkis, 1996).

En esta orientación de desarrollos explicativos sobre el acto


suicida aparece el modelo de superposición de Blumenthal
(1988), cuyos estudios se enfocaron hacia el intento suicida y el
suicidio consumado. El autor considera que ambas acciones son
debidas en su mayoría a trastornos mentales que tienen como
fondo la relación entre estresores (eventos vitales, dificultades
financieras –especialmente-, pérdidas y depresión) y
vulnerabilidad (pesimismo, desesperanza, impulsividad,
agresividad) y que se relacionan entre sí. Entre los factores que se
superponen y que conllevan al acto se encuentran: factores
bilógicos, rasgos de la personalidad, factores psicosociales o
ambientales, trastornos mentales, historia familiar y genética. Este
modelo se encuentra clasificado entre los modelos actuales de tipo
multidimensional, junto al modelo cúbico de Shneidman (1992) y
el modelo arquitectónico de Mack (1986).

67
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Por otra parte, el modelo Arquitectónico de Mack (1986)


mencionado anteriormente se fundamenta en el estudio del
suicidio consumado en jóvenes y se constituye de varios
elementos. El primer elemento es el macrocosmos, que es la
influencia que posee la cultura, la actividad económica, los
factores sociopolíticos y el sistema educativo en el individuo. El
segundo elemento hace referencia a la vulnerabilidad biológica o
factores genéticos en el sujeto. El tercero son las experiencias
tempranas que tienen influencia sobre etapas tempranas del
desarrollo. Como cuarto elemento se menciona la organización
de la personalidad, la autoestima. El quinto destaca las relaciones
del individuo, que incluye a los padres, el grado de separación,
identificaciones, lazos con otros adultos y relaciones con los
amigos. A estos siguen la psicopatología, que establece la
existencia de cuadros depresivos y alcoholismo; la ontogenia, que
referencia la relación existente entre el desarrollo y la muerte, y
por último las circunstancias vitales, constituidos por factores
precipitantes biológicos y socio-familiares.

Otro modelo necesario a mencionar es el Modelo Estrés-Diátesis


que se basa en principalmente en la relación de multicausalidad
presente en el riesgo suicida y que estaría ocasionada por la
interacción de los genes y el ambiente. Para este modelo, el factor
genético posee una particular relevancia. Mann, Waternaux,,
Haas, & Malone, (1999) sostienen la posible hipótesis de la
existencia de una trasmisión familiar (posiblemente genética) de
cierta propensión a externalizar la agresividad y una tendencia a
tener conductas suicidas. Por tanto, señalan que el riesgo suicida
no está únicamente determinado por la posibilidad hereditaria de
cierta enfermedad psiquiátrica en los individuos, sino también, por
la posible propensión a experimentar una mayor ideación suicida,
una tendencia a actuar de manera impulsiva y, como consecuencia,
una potencialidad a cometer un acto suicida. Por otro lado, tal
como los autores lo mencionan, en el suicidio se evidencia la
presencia de un patrón de comportamiento caracterizado por la
impulsividad y la agresividad; advierten también, la posible
presencia de otros factores de riesgo asociados a la conducta
suicida tales como, traumatismo craneal, baja actividad

68
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

serotonínica, alcoholismo, abuso de sustancias, tabaquismo, entre


otros.

También es posible encontrar el modelo procesual de estrés y la


conducta suicida, este modelo de estrés como proceso de
afrontamiento, fue estructurado en un principio por Lazarus y
Folkman (1991) y ha demostrado ser una buena herramienta para
conceptualizar y comprender las conductas suicidas, entendidas
estas en su interrelación con el ambiente externo e interno del
individuo suicida. Dicho modelo inicial afirma que la conducta
suicida tiene inicio distal o inmediato y contiene un conjunto de
estresores significativos que pueden ser estresores vitales,
crónicos, agudos o cotidianos. Diversos estudios han demostrado
que las personas con alguna de las conductas del espectro suicida
experimentan más estresores en su diario vivir, es decir más
eventos vitales recientes además de un incremento significativo de
este tipo de eventos justo antes de la aparición de la conducta
suicida.

El modelo del suicidio como proceso es denominado como el


segundo modelo explicativo del acto suicida, éste es enfocado
como un proceso en el que intervienen las características propias
del sujeto y su interacción con el medio ambiente. Desde esta
perspectiva, es posible señalar la presencia de un continuo
destructivo, que puede presentar un bajo riesgo suicida hasta un
alto riesgo suicida. Es necesario tener en cuenta que no existe una
secuencia determinada de antemano, sino una posible
aproximación a algunas de las “etapas” que aparecen antes del
intento suicida o suicidio consumado. Lo apropiado, es identificar
aquellas conductas de riesgo, evaluar el potencial suicida de cada
sujeto y prevenir un desenlace evitable. El continuo destructivo se
encuentra delineado por: ideación suicida, ideaciones suicidas
crónicas, amenazas suicidas, gestos suicidas, estilo de vida
arriesgado, plan suicida vago, plan suicida específico y letal e
intento suicida serio de alta letalidad.

69
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Otro de los modelos explicativos es el modelo de “ecología


Humana” que entiende la vulnerabilidad psicosocial de los
jóvenes a partir de la confluencia de diversos factores entre los que
se encuentran: las condiciones ecológicas, socioculturales y el
estado de las interacción con otros e instituciones, tomando en
cuenta la antropología de la muerte en casos de autodeterminación
(suicidio), factores que conjuntamente determinarían gran parte
de las vulnerabilidades frente a conductas de riesgo. El modelo
psicosocial del suicidio de Peña (2015) citado en Blandón, et al.
(2015) parte de la perspectiva sociológica de Emilie Durkheim
(1992) “que en su investigación sobre el suicidio muestra
teóricamente el problema de cohesión social que implica esta
problemática, que ya se hacía visible en la época del autor” (p.34).
Tomando como referencia la perspectiva de Durkheim se plantea
que el acto suicida no puede mirare meramente como un fenómeno
social que resulte solo de factores psicológicos o biológicos lo cual
puede verse desde un punto individualista, sino que su explicación
tiene que ser consecuencia de la relación sujeto-sociedad y por lo
tanto dicha explicación debía darse desde las ciencias sociales y su
subjetividad debería estar basada en las ciencias naturales.

En este sentido conviene a la sociedad no dejar de lado la


labor de continuar realizando aportes científicos reflexivos,
rigurosos y objetivos para avanzar en el intento de comprender
comportamientos humanos que generen “problemáticas” como el
suicidio, tratando de abordar un enfoque moderno que pretenda
verazmente revisar y explicar su causalidad. El modelo
psicosocial aspira al integracionismo entre el posicionamiento y
enfoque sociológico, el individuo, la sociedad, el sujeto, el
vínculo, el acto suicida, los factores de riesgo y protección
psicosocial, el interaccionismo simbólico y la fenomenología
(Peña, 2015), por lo que asume el suicidio como un fenómeno
complejo y multidimensional, cuya posibles comprensiones
pueden darse de acuerdo a la articulación interdisciplinaria
(Andrade, 2016). De igual forma otros modelos que intentan
explicar la causalidad de dicho fenómeno como la teoría de la
externalidad/internalidad de Rotter, la teoría de la desesperanza

70
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

aprendida (Seligman), el Modelo de la aculturación (Berry, y


Kim); la Teoría de los constructos personales (Kelly), el modelo
biopsicosocial de la teoría de la mente (Baron-Cohen, Leslie, &
Frith, 1985), y el modelo Traumatogénico (Casullo, Bonaldi &
Fernández, 2000).

Asimismo se encuentra el modelo Futilidad-Vacuidad (Andrade,


2014) que surge a partir del análisis de documentos acerca del
suicidio desde una perspectiva psicodinámica, y de historias
clínicas de personas con riesgo suicida, motivo por el cual presenta
una orientación psicoanalítica. Para comprender éste modelo
resulta útil integrar la idea que la persona puede experimentar una
o varias de las siguientes condiciones vitales: la Futilidad que es la
poca o ninguna importancia de una cosa experimentada por las
personas bajo la idea de “no ser de aquí ni de allá”; la Desolación,
que está compuesta por dos instancias: 1) la Destrucción y/o el
rechazo de vínculos cohesionantes necesarios para la
supervivencia, y 2) la presencia de intensos sentimientos de dolor,
abatimiento, amargura y tristeza; la Levedad: denota una falta
considerable de importancia, empatía y conexión con la gravedad
de los eventos que suceden a su alrededor; la vivencia del Mundo
como un lugar Inhóspito, que referencia una sensación
permanente de incomodidad, de sentir el mundo como un espacio
poco acogedor, inseguro, intolerante, excluyente, inhospitalario o
abortivo; y por último la Muerte o desintegración psíquica, misma
que reitera la grave pérdida del sentido de realidad, la crisis
existencial, y la disminución de los factores protectores y de las
habilidades para la vida.

Cabe anotar que la interacción de dos (2) o más factores eleva


los riesgos de suicidio, mismo que es en gran medida el emergente
de la alteración del aspecto matrístico de la convivencia con otros
y consigo mismo, lo que produce el sentido de Vacuidad o
sensación de vaciado experimentado por los suicidas.

La propuesta es etiopatogénica y se da con base en la confluencia


de diversas condiciones vitales, de modo que el suicidio responde

9
71
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

a la conjunción reticular de factores determinantes conscientes e


inconscientes en las personas afectadas. Entre estos factores se
encuentran dos (2) problemas: 1) la manifestación de un
elevado monto de ansiedad de separación respecto a objetos,
personas, situaciones y circunstancias que constituían para la
persona una fuente vital de estímulos gratificantes; y 2), un
innegable complejo de abandono que emerge análogo al primer
estado (Andrade, 2014). Estas condiciones vitales y las
situaciones que de ella se derivan, alteran la disposición protectora
de la persona es decir, el registro matrístico relacionado con la
protección, la comunalidad y la solidaridad consigo mismo y con
otros (Maturana, 1990; 1997).

Cabe anotar que frecuentemente de los momentos vividos en


torno a estas dos circunstancias en la persona emergen tres (3)
situaciones vinculadas cada una a su propia fuente de conflicto: a)
perder el objeto de amor (frustración); b) la aflicción por la
pérdida (privación); c) la esperanza frustrada de recuperar lo
perdido (castración). El análisis de casos evidenció que las
personas que se encuentran en cualquiera de estos tres niveles de
conflicto (o en la combinación de ambos o en todos) suelen
vivenciar dos (2) temores básicos: 1) el temor a ser aniquilado, lo
que significa para ellos enfrentar el rechazo, ser ignorado por
otros, o verse desvitalizado, es decir, la anulación real, simbólica
e imaginaria de su condición humana; y 2) el temor a ser
perseguido, que significa para ellos, ser agredidos,
reducidos, aminorados y coaccionados por otros y perder su
libertad e identidad.

Las personas con riesgo suicida suelen verse igualmente


expuestas a dos (2) limitaciones que le resultan ineludibles: a) la
imposibilidad de remplazar sus objetos de amor, y con ello
integrar sus pérdidas con nuevos objetos (relaciones, personas,
situaciones), y b) la creencia de que las figuras de apego los han
abandonado o que no es posible contar, referir o acceder a ellas
(Dependencia frustrada).

72
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Existe en el acto suicida una configuración matrística fundamental


alterada, lo que quiere decir que la función protectora de otros
y auto-protectora de sí se ve fragmentada por la emergencia de
situaciones que desbordan la capacidad de respuesta personal a
presiones de diversa índole (Andrade, 2014). Lazarus (1981)
denominó dicha condición como estado de crisis; en la cual es
notable la incapacidad para reconocer e implementar métodos,
estrategias o condiciones que le permitieran a los sujetos
abandonar su estado, razón por la que muchas personas en crisis
también elegían quedarse presos de sus estados emocionales
confusos. Un primer elemento vinculado a la explicación del
suicidio que aquí se propone, indica que cuando la función
matrística se rompe, la madre deja de cumplir con su función
precursora, que para Margareth Mahler (1984) tiene como
finalidad instaurar la confianza básica. Dicha situación es
desencadenante de actitudes vitales ligadas al complejo de
abandono, desprecio y auto desprecio, sentimientos de desarraigo,
y a menudo puede generar en las personas con riesgo suicida la
idea de que su familia tiende más a expulsarlos que a contenerlos
(Andrade, 2014).

Un segundo elemento es la vivencia que sus padres están ausentes


aun cuando están vivos, dado que el cuidador primario proyecta un
modelo inapropiado de rol, lo cual genera a su vez un yo ideal e
Ideal del yo deformados, y con ello una percepción inapropiada
del futuro, que puede parecer a muchos un lugar oscuro y
dotado de innumerables dificultades que anulan los beneficios
(Andrade, 2014). Un tercer elemento es la dependencia, la cual
tiene dos componentes: 1) la dependencia frustrada, que de
acuerdo a Bolwby (1998) se establece desde el nacimiento porque
todos los seres humanos necesitan depender de otro, y luego
relativizar esa dependencia para así tomar decisiones personales; y
2) la dependencia emocional, en la que la persona no se define
como un ser independiente y tiene un apego negativo o patológico;
aquí Mahler (1984) aporta la idea que cuando el sujeto no rompe el
cascarón puede generar un complejo de destete que más tarde
desemboque en dependencias emocionales hacia sus objetos

9
73
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

de amor, cuando no, en una aversión importante a los apegos,


connotada por desesperanza, desconfianza y limitaciones sociales
de mayor valía. Las personas con riesgo suicida presentan
problemas graves en ésta área, y en muchos los problemas
asociados al acto suicida tienen un componente emocional
relacionado con las primeras figuras de apego, que según Bolwby
(1998) son importantes para el correcto desarrollo del infante,
puesto que fallas en las relaciones de apego pueden desecadenar
estados emocionales críticos, derivados de la forma en que las
personas se vinculan y desprenden de sus objetos de amor. El
cuarto elemento es la falta de un dialogo amoroso y positivo con el
mundo (ecologizado), mismo que se encuentra ausente en las
personas con riesgo suicida, dado que sienten que su existencia es
ilegítima, lo que desencadena grados elevados de depresión,
angustia y ambivalencias psicoafectivas nocivas. El no desarrollar
un pensamiento ecologizado produce una ecología mental
patológica, lo que torna a los sujetos proclives a perder la
conexión con las consecuencias de sus actos y los efectos en su
entorno. Lo anterior produce a menudo sentimientos de abandono
y frustración elevados. Estas personas suelen ser híper-sensibles a
frustraciones y a la crítica, además de tener escaso contacto con la
realidad y una actitud de resistencia ante cambios (Andrade,
2014).

74
MODELO FUTILIDAD-VACUIDAD 3-2-2

Implica 1. Perder el objeto de amor


la persona Frustración
1. Futilidad
enfrente
Tanato-hogares 2. Aflicción por la pérdida
3 frutraciones Privación
2. Desolación

A. Elevada ansiedad de separación 3. Esperanza frustrada de recuperar lo perdido


Castración
3. Levedad

B. Complejo de abandono 2 temores básicos 1. Ser aniquilado


4. Lo Inhóspito
rechazado, ignorado, desvitalizado

2. Ser perseguido
5. Muerte-desitegración
psíquica FRUSTRACIONES TEMORES LIMITACIONES
Agredido, reducido, aminorado
2. Limitaciones ineludibles

La interacción de 2
o más factores eleva
los riesgos de suicidio ALTERA CONFIGURACIÓN 1. Remplazar e integrar sus perdidas
MATRÍSTICA FUNDAMENTAL

2. Nulas o Pocas figuras de apego sustitutivas


MADRE: función PADRE: Modelo Dependencia Dialogo
precursora adecuado de rol independencia amoroso 1.1 Ausencia de Nuevos
2.1 Dependencia frustrada objetos de amor
confianza básica Identificación + Apego-desapego Con el mundo

Colaboración, igualdad, respeto, participación,


libertad, legitimidad, dialogo, reparación
cooperación, y democracia neomatrística

75
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 14. Modelo explicativo del suicidio Futilidad- Vacuidad (Andrade, 2014)
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Colombia: Aspectos jurídicos asociados al suicidio.

El suicidio no puede ser punible en las personas ya muertas, sin


embargo resulta importante que a nivel de autopsia psicológica o
en la evaluación forense, se determinen los móviles que de alguna
manera, pudieron tener relación con dicho suceso. Uno de los
aspectos que llama la atención es la idea de que la persona pudo ser
coaccionada e incluso incentivada a quitarse la vida, en este caso el
delito y el peso jurídico recae sobre la persona que obliga, motiva e
induce el suicidio, lo cual está tipificado de acuerdo a La Ley 599
de 2000 (Congreso de la República Colombiana, 2000) del Código
de Procedimiento Penal Colombiano en su Libro II-Parte Especial
de los Delitos en Particular, Título I, Delitos contra la vida y la
integridad personal Capítulo II del Homicidio Artículo 107 como
inducción o ayuda al suicidio, cuyas penas fueron aumentadas por
el artículo 14 de la Ley 890 de 2004, a partir del 1° de enero de
2005. El texto con las penas aumentadas es el siguiente:

El que eficazmente induzca a otro al suicidio, o le preste


una ayuda efectiva para su realización, incurrirá en
prisión de treinta y dos (32) a ciento ocho (108) meses.
Cuando la inducción o ayuda esté dirigida a poner fin a
intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o
enfermedad grave e incurable, se incurrirá en prisión
de dieciséis (16) a treinta y seis (36) meses.

Dicho esto, los jefes de las sectas y agrupaciones religiosas


extremistas que inducen al suicidio en sus adeptos incurren en el
delito de inducción o ayuda al suicidio, y una vez se haga la
imputación de cargos y se reúnan ls pruebas suficientes la persona
debe ser procesada por dicho delito, en este sentido se debe tomar
en cuenta lo siguiente:

Lo que se castiga es que la determinación del sujeto


agente, sea de tal magnitud que provoque el suicidio.
En esto hay que recordar que si el hecho no cumple con
el requisito de la tipicidad (que se configure el acto tal
como lo contempla la norma penal) no puede el
legislador castigarlo. Sin embargo, si la consumación

76
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

no se da, pero el acto había iniciado ya su ejecución,


debe considerarse que se encuentra el tipo penal
descrito, porque con el solo principio de ejecución y el
empleo de todos los actos preparatorios necesarios
para llegar a su consumación, se entiende que la

También se deben precisar aspectos derivados del deseo de morir


aun cuando una persona sea inducida a quitarse la vida o cuando
ella misma lo precise bajo su voluntad y sin coacción, así, de
acuerdo a Gómez y Sáenz (2000) la escuela de Rocco, considera
que el derecho a la vida no significa una facultad arbitraria, sino
que es un derecho inalienable y que su titular no tiene la capacidad
de disponer del mismo, en contraprestación de lo señalado por la
escuela positivista de Enrico Ferri (1887) que propugna por el
derecho a la muerte, como campo que no puede ser intervenido por
la Ley penal, por pertenecer a la esfera privada de cada sujeto.

Asimismo, en la regulación jurídica de este delito se encuentra


operante el capítulo I, del Genocidio, Artículo 101 que refiere al
Genocidio y cuyas penas fueron aumentadas por el artículo 14 de
la Ley 890 de 2004, vigente a partir del 1° de enero de 2005. El
texto con las penas aumentadas es el siguiente:

El que con el propósito de destruir total o parcialmente un


grupo nacional, étnico, racial, religioso o político que actúe
dentro del marco de la ley, por razón de su pertenencia al
mismo, ocasionare la muerte de sus miembros, incurrirá en
prisión de cuatrocientos ochenta meses (480) a seiscientos
meses (600); en multa de dos mil seiscientos sesenta y seis mil
punto sesenta y seis (2.666,66) a quince mil (15.000) salarios
mínimos mensuales legales vigentes y en interdicción de
derechos y funciones públicas de doscientos cuarenta (240) a
trescientos sesenta (360) meses. La pena será de prisión de
ciento sesenta (160) a cuatrocientos cincuenta (450) meses,
la multa de mil trescientos y treinta y tres punto treinta y
tres (1.333.33 ) a quince mil (15.000 ) salarios
mínimos legales vigente s y la interdicción de derechos y
funciones públicas de ochenta (80) a doscientos setenta (270)

77
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

cuando con el mismo propósito se cometiere cualquiera de


los siguientes actos: 1. Lesión grave a la integridad física o
mental de miembros del grupo. 2. Embarazo forzado. 3.
Sometimiento de miembros del grupo a condiciones de
existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o
parcial. 4. Tomar medidas destinadas a impedir nacimientos
en el seno del grupo. 5. Traslado por la fuerza de niños del
grupo a otro grupo.

Igualmente, se debe tener en cuenta el Artículo 102. Apología del


Genocidio, el cual fue modificado por el artículo 7 de la Ley 1482
de 2011 (Congreso de la República, 2011) mismo que figura
actualmente de la siguiente manera:

El que por cualquier medio difunda ideas o doctrinas que


propicien, promuevan, el genocidio o el antisemitismo o de
alguna forma lo justifiquen o pretendan la rehabilitación de
regímenes o instituciones que amparen prácticas
generadoras de las mismas, incurrirá en prisión de noventa y
seis (96) a ciento ochenta (180) meses, multa de seiscientos
sesenta y seis punto sesenta y seis (666.66) a mil quinientos
(1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas de ochenta (80) a ciento ochenta (180) meses.

78
CAPÍTULO 2. INFLUENCIA GRUPAL Y SUICIDIO
COLECTIVO

Los grupos son una parte fundamental de la vida de los seres


humanos, en ellos se producen fenómenos inherentes a la especie
que marcan la forma del individuo de constituir sus
representaciones internas, aspectos motivacionales, dinámicas
propias de la sociedad y la forma de articulación de lo afectivo que
se juega en lo social a través del lenguaje (Andrade, 2015). Los
grupos se ubican y operan en un contexto específico, por lo que su
dinámica funcional y comportamiento cambiará dependiendo del
ambiente (Fiske & Goodwin, 1994). Dado lo anterior, no se
puede decir que los grupos sean entidades estáticas y constantes,
en ellos se producen distintos procesos dinámicos de índole
psicológica que permiten el ajuste de nuevas significaciones
sociales acerca de un tema particular que les convoca, por
ejemplo, el suicidio. Debido estos procesos es posible reconocer
algún tipo de avance en el devenir del grupo y su finalidad,
haciendo que los acontecimientos internos de éste permitan una
dinámica singular, generando así una identidad que le permita ser
reconocido de forma colectiva.

La conformación de grupos es una condición indispensable para el


proceso de socialización humana, es un aspecto tan constituyente
que el grupo familiar pasa a jugar un papel fundamental, pues de
éste dependerá el ingreso a lo social y lo cultural; marcando en
gran medida la estructura psíquica con la que el sujeto se
constituye, que puede ser vista de forma explícita cuando el grupo
se mueve dentro del principio de realidad, aunque puede tomar un
carácter distorsionado que se deslice incluso dentro de las
estructuras neuróticas o psicóticas (Bauleo, 1975). De allí que el
término re-socializar, ponga en evidencia de forma directa la labor
inherente a la colectividad en su operación y desarrollo de una
tarea, pues es allí donde los grupos enfrentan la adversidad a

79
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

través del discurso que contiene resistencias, palabras, silencios y


ejemplos, resaltando cómo el lenguaje sostiene de forma dinámica
el conflicto. Es por ello que cada miembro logra reconocer de
forma subjetiva el síntoma en sí mismo y en el otro, generando así,
la tensión y la tenacidad ante el cambio.

Dinámica de grupos.

Los grupos forman parte de la vida de personas, grupos y


comunidades, así al hablar del sujeto como individuo gregario, es
dable reconocer que en éste la interinfluencia grupal, la presión de
pares, y las acciones colectivas determinan en gran medida los
pensamientos, emociones y elecciones con las que interactúa en lo
social. En el ámbito de los factores de riesgo implicados en la
conducta suicida, es preciso mencionar que cada sujeto emerge y
se configura en la interioridad-intimidad de los vínculos y
relaciones colectivas, de modo que a partir de la vivencia interna
de experiencias de sostén, apoyo, identidad, pertenencia, y
reconocimiento e incluso de rechazo y adherencia, logra no solo
determinar la forma y contenido de dichos vínculos, sino también
el sentido que dichos lazos otorga. Es así que algunos grupos
generan conductas pre-suicidas, o de acercamiento a los riesgos
auto-líticos movidos especialmente por la presión directa e
indirecta que sus pares aplican como criterio de pertenencia
(Andrade, 2016).

Algunos grupos realizan pequeños cortes en el cuerpo, se


mutilan, llevan a cabo conductas de riesgo extremo, o buscan y
comparten información de métodos efectivo-letales de suicidio a
través de redes sociales. Asimismo, son cada vez más comunes
los suicidios en línea, compuestos por varias personas que
conforman grupos suicidas virtuales, quienes anhelan dejar un
testimonio o evidencia a la que tildan a menudo de valiente o
extrema, para que otras personas los imiten y vean desde una
lógica destructiva que el suicidio puede asumirse como una
solución ante problemas de la vida.

80
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Tal y como lo definen Pichón Rivière y Quiroga (1970) en los


grupos se producen relaciones vinculares, de modo que el vínculo
es la estructura interaccional compleja, que incluye dos o más
sujetos que dinamizan su existir en la vida cotidiana, para lo cual
requieren de su mutua interrelación, y que hacen efectiva a través
de los procesos de comunicación y aprendizaje que generan. El
vínculo se funda motivacionalmente en función de las necesidades
y anhelos de los sujetos, y se desarrolla en una relación dialéctica
de acuerdo a dos dimensiones: la intersubjetiva (representación
inconsciente de otros y del mundo, y de la relación con y entre
estos objetos) y la intrasubjetiva (representaciones del yo respecto
a sí mismo), ambas generadoras del mundo interno en el que se
inscribe esa red interaccional. En el caso del suicidio como acto
colectivo, y partiendo de la relación entre dimensión intra e
intersubjetiva el sujeto define su tendencia autodestructiva de
acuerdo a la distorsión, ambivalencia, fluctuación o
resignificación de tres dimensiones interconectadas: sujeto de
deseo (que desea algo de lo que no es totalmente consciente),
sujeto de vínculo (que existe en contigüidad y relación con otros,
que se vincula y enlaza) y sujeto social (que tiene una naturaleza
colectiva y gregaria, que genera y reproduce lo social).

Como puede observarse en la Ilustración 15. el suicidio grupal


emerge de acuerdo a una desestructuración de la relación entre
dichos estamentos, pero no puede considerarse como efecto del
mismo, sino a modo de reorganización del sentido que el sujeto le
da a su deseo, el vínculo y lo social, aspectos que en las conductas
autodestructivas asumen una redefinición mortuoria.

De acuerdo a la definición de grupo de Enrique Pichón Rivière


(1975; 1988) el grupo se define como un conjunto restringido de
personas que al encontrarse ligadas por constantes de tiempo y
espacio, y al estar articuladas por su mutua representación interna,
se proponen en forma explícita o implícita el desarrollo de una
tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de
múltiples y complejos mecanismos de asunción y adjudicación de
roles. Lo anterior quiere decir que ese conjunto restringido está
regido por principios que organizan el acontecer grupal, definidos

81
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Ilustración 15. Grupos y suicidio grupal: dimensiones y relaciones.

como: la cohesión, la constelación de necesidades-tarea objetivo y


la mutua representación interna entre sus miembros (Andrade,
2011). En este punto es dable inferir que en los grupos de suicidas,
la interacción establecida sobre la base de necesidades recíprocas
tiene efectos anulativos sobre la capacidad de los miembros para
tomar distancia de las conductas destructivas.

Dado que la identificación con el problema o ideología del otro


opera como un potente modificador del mundo interno, quienes
sienten comprometidos su existir y razón de ser en la relación
grupal, se tornan más vulnerables a sacrificios, con tal de no perder
el reconocimiento ganado o precisarse dádivas, además de un
mayor grado de respeto y pertenencia grupal. Para que se
conforme un grupo suicida deben existir las siguientes
condiciones: una búsqueda de sentido en personas que precisan
cierto vacío existencial; indefiniciones respecto a su labor y rol en
el mundo; un motivo potencial o real de suicidio, que resulta
análogo y compartido entre varias personas; experiencias de
dolor, decepción, depresión, angustia existencial, que se tornan
recalcitrantes e insoportables; una elevada susceptibilidad a la
influencia, “sugestión” que puede desencadenar acciones de
histeria colectiva o de “inundación psicoafectiva”; necesidades,
demandas y deseos comunes que en su sobre-identificación
mórbida fundan procesos de identidad, adhesión y pertenencia,
dado que ello unificará las decisiones y guiará las acciones a seguir
por los miembros con el fin de lograr el objetivo que se persigue; y

82
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

por último, un sujeto que actúa a modo de potenciador de


acciones, es decir, de una persona que convoca personalmente o
través de una red social a otros, con la finalidad de buscar métodos
efectivos y justificaciones ideológicas para quitarse la vida
grupalmente.

El grupo suicida se organiza gracias al proceso de interacción


íntima entre sus miembros, que implica que compartan un
espacio-territorio, un tiempo de reunión, la ejecución de
actividades, y primordialmente, una tarea u objetivo común que
los convoca y reúne. Análogamente, la tarea auto-destructiva con
la que el sujeto se proyecta sobre el mundo externo y su contexto
inmediato, involucra el desarrollo de estrategias que dan dirección
al quehacer del grupo modificando sus acuerdos y conveniencias.
Munné (2000) señala que el comportamiento interpersonal
envuelve formalmente una relación, mientras que
conductualmente conlleva la interacción, aspectos que en
conjunto dan forma a la interinfluencia. De dicha relación
interpersonal se consolida la matriz de “estructuras” que modula
simbólica y afectivamente la interacción actual. Como
consecuencia de la fuerza potenciadora de las conductas
emergentes en la interacción, se produce según Munné un
conjunto de formas o modos de influencia, que para el caso del
suicidio colectivo, resultan fatales en cuanto, capacidad volitiva y
toma de decisiones respecto a la muerte auto-infringida.

La perspectiva psicológica sostiene que en las agrupaciones


sociales ingresan individuos a menudo vulnerables o
predispuestos psicológicamente a la influencia de otros, y ya que
pueden ser fácilmente sometidos a métodos de persuasión
coercitiva, suelen ser captados por grupos que los retienen y
adoctrinan, desfigurando su personalidad para llevar a cabo sus
fines, que van desde el vandalismo, el consumo de sustancias
psicoactivas, la ejecución de conductas de riesgo y el suicidio.

En los suicidios colectivos los múltiples factores que pueden


predisponer o propiciar el ingreso de las personas a grupos
suicidas, se relaciona también con los contenidos y formas de

83
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

expresión de los mensajes, los cuales suelen encontrarse en


sintonía a los esquemas mentales, necesidades, intereses,
imaginarios y valores existenciales del individuo (Andrade,
2011). Tómese como ejemplo que la insatisfacción de las personas
con las religiones, credos o grupos sociales, puede orientarlos a la
búsqueda de nuevas sensaciones, incorporar ideologías o realizar
prácticas asociadas a la identidad y sentido vital buscado. En este
aspecto a través de lo que la influencia religiosa suscita, algunos
líderes grupales buscan generar en sus adeptos nuevos estados de
conciencia o de trance, que los tornen propensos a procesar la
información, de una manera más mágica que racional, aspecto que
a su vez los vuelve sectarios y fanáticos. Tomando en cuenta que
dicho perfil emocional, tiende al altruismo exagerado, estas
personas son más vulnerables y susceptibles de manipulación y
dominio.

Así, la cercanía con el “reclutador” de estos grupos, sumado al


grado de convencimiento que posea, elevan gravemente la
posibilidad de la afiliación al grupo, especialmente cuando dicho
individuo se gana su confianza, lo convence y a menudo lo
intimida, proceso en el que intervienen las siguientes variables:
ascendencia (educativa, personal o profesional), respetabilidad,
grado de parentesco o de camaradería y estado emocional del que
se pretende convencer. De lo anterior se entiende que la persona
influenciada, puede experimentar como efecto altos niveles de
malestar subjetivo tales como, ansiedad, angustia, desorientación,
culpabilidad trastornos psicofisiológicos, entre otros, que pueden
ser superados, cediendo a la disciplina que el grupo genera o a
través del autocontrol (González, Ibáñez & Muñoz, 2000).

Otro de los aspectos que constituye un factor de ingreso a un grupo


es la juventud o etapa del ciclo vital, ya que el individuo se
encuentra aún en las etapas evolutivas de construcción, definición
o estabilización de su identidad personal, tornándose más
receptivo a toda clase de opciones de comportamiento, y en
particular a aquellas alternativas que brinden una distinción clara
y rápida por sobre otros grupos. Dicho aspecto elevará la
posibilidad de hallar en otros colectivos, la afiliación o

84
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

pertenencia requeridas, especialmente cuando el individuo viene


de un sistema familiar desintegrado o disfuncional son problemas
de sobreprotección, autoritarismo, malos tratos, comunicación
interpersonal coercitiva, carencias afectivas y de apoyo.
Asimismo en algunos individuos la poca orientación acerca de
estrategias para solucionar conflictos, las escasas habilidades para
la vida, además de una deficiente educación emocional y
cognoscitiva, puede tornarlo propenso a desadaptaciones de tipo
social de edades tempranas, de tal manera que de adulto puede
sentirse amenazado por la presión que impone la sociedad,
además de desilusionado, insatisfecho con la vida, con problemas
de desarraigo, carente de valores sólidos, y finalmente, falto de
interés en su desarrollo individual, por lo que incorporarse a un
grupo emerge como una solución alcanzable y admisible, incluso
y aunque éste eleve los riesgos vitales de forma exponencial.

Acercamiento histórico al fenómeno del suicidio colectivo

Al igual que todas las conductas humanas el suicidio es un acto


complejo, especialmente cuando se trata de colectividades que se
quitan la vida. El suicidio colectivo ritual no tiene antecedentes
históricos como comportamiento social, es independiente del
estrato socioeconómico y cultural de los participantes, involucra
tanto a hombres como a mujeres y niños y no depende de razas,
religiones, escolaridad, edad o nivel intelectual (Erdely, 1994),
por tal motivo se considera que el suicidio es en gran medida
consecuencia de una serie de factores sociales, demográficos,
ambientales, económicos, psicológicos, históricos e incluso
filosóficos, que se manifiestan y agrupan tanto en el colectivo de
una sociedad como en las experiencias individuales de cada uno
de sus integrantes.

En la actualidad el suicidio se asocia habitualmente a formas de


depresión clínica, sin embargo, existen otras formas de suicidio
que no tienen un sustento en trastornos psiquiátricos (Oquendo, et
al., 2007). En la Europa Antigua, sobre todo durante el Imperio
Romano, el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto

85
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

honroso. Así, el filósofo romano Séneca lo ensalzaba como el


último acto de una persona libre. Sin embargo, para San Agustín,
el suicidio era un pecado mortal. Varios de los primeros concilios
de la Iglesia cristiana decretaron que no se celebraría ningún
funeral por ninguna persona que se hubiera suicidado. En las
legislaciones medievales se ordenaba la confiscación de todas las
propiedades del suicida y el cadáver sufría todo tipo de
humillaciones.

Actualmente, el suicidio, está condenado en las religiones


cristiana, judía e islámica, pese a ello, las sociedades modernas
continúan manteniendo unos niveles de suicidio muy elevados,
producto en parte, de la permisividad social y del considerable
grado de tolerancia al respecto que se registra en la actualidad. Tal
vez, el suicidio colectivo más conocido de la historia ocurrió en
Masada, una meseta del desierto de Judea. Tras un prolongado
sitio las tropas de Lucio Flavio Silva, conformadas por una legión
romana, cuatro cohortes auxiliares y dos alas de caballería, se
tomaron la meseta. Los judíos acorralados en Masada,
quienes hacían parte de uno de los grupos que se habían resistido
al dominio romano, optaron por morir por su propia mano antes
que normas socio-existenciales que lo enmarcan. El relato de los
hechos lo hizo el historiador Flavio Josefo, quien dijo: “Cuando
allí se toparon con el montón de muertos, no se alegraron, como
suele ocurrir con los enemigos, sino que se llenaron de admiración
por la valentía de su resolución y por el firme menosprecio de la
muerte que tanta gente había demostrado con sus obras” (citado
por Fernández, 2009, p. 35). Asimismo los suicidios rituales de
algunos monjes budistas (o los samuráis en la historia de Japón), el
harakiri era una parte clave del bushido, es decir del código de
los guerreros samurái. El acto podía ser voluntario, usado por los
guerreros para evitar caer en manos del enemigo o para expiar un
fallo al código del honor, u obligatorio, por mandato de un señor
feudal (daimyo), shogun o tribunal en caso de que un samurái
cometiera un delito de asesinato, robo, corrupción, etc.

En tal caso, lo habitual era poner al acusado bajo la


custodia de un daimyō de confianza, concediéndosele un plazo

86
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

para la consumación del harakiri (Fernández, 2009; Crol, 2013).


De no producirse, el reo era automáticamente ejecutado. Lo
normal era que se efectuase el harakiri a su debido tiempo, ya que
la familia de un ejecutado heredaba su deshonor y era despojada
del patrimonio a su cargo, lo que significaba perder la pertenencia
a la casta samurái y prácticamente morir de hambre en muchos
casos. Las mujeres nobles podían enfrentarse al suicidio por
multitud de causas: para no caer en manos del enemigo, para
seguir en la muerte a su marido o señor, al recibir la orden de
suicidarse, etc. Técnicamente, el suicidio de una mujer no se
considera harakiri o seppuku, sino «suicidio» a secas, jigai en
japonés. La principal diferencia con el harakiri es que, en lugar
de abrirse el abdomen, se practicaban un corte en el cuello,
seccionándose la arteria carótida con una daga de doble filo
llamada kaiken. Previamente, la mujer debía atarse con una cuerda
los tobillos, muslos o rodillas, para no padecer la deshonra de
morir con las piernas abiertas al caer.

Existen actos suicidas grupales tales como los suicidas del


dramático episodio protagonizado en Uganda por la secta
“Restauración de los Diez Mandamientos”, en el que resultaron
muertos centenares de personas. El movimiento para la
Restauración de los Diez Mandamientos, en sus siglas
MPRDDM, surgió como una versión más de los grupos
carismáticos que reclaman tener visiones de la Virgen María y que
eventualmente se convirtió en una escisión de la Iglesia Católica
de Uganda. Sus líderes más visibles eran Credonia Mwerinde, el
sacerdote Dominic Kataribaabo y Joseph Kibwetere.
Teológicamente, el grupo que llegó a reclamar tener cinco mil
miembros, tenía una fuerte identificación con las tradiciones
místicas y ascéticas del catolicismo histórico. Asimismo,
incorporaba elementos sincréticos propios de la cultura y mitos
populares de Uganda. En este aspecto entre los signos más
evidentes del ascetismo están las prácticas cotidianas a que se
sujetaban los miembros del movimiento: una sola comida al día,
largas jornadas de trabajo, abstinencia sexual absoluta, privación
del sueño y prohibiciones para hablar, comunicándose por
períodos sólo a través de signos manuales. Obtener la membresía

87
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

en el movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos


implicaba renunciar a las comodidades terrenales y donar el dinero
a los líderes. El elemento místico es más prominente aún: El grupo
era esencialmente aparicionista y se guiaba por supuestas visiones
donde la Virgen María daba mensajes directos a sus principales
líderes, algunos de los cuales también funcionaban como oráculos
vivos en otras categorías (Erdely, 1994).

Otros eventos son el suicidio con cianuro de los 914 seguidores de


“El Templo del pueblo” en Guyana en 1978, el suicidio colectivo
de casi mil (1.000) personas en Jonestown, Guyana. Es preciso
mencionar que en esa nefasta tarde, cientos de personas incluidos
niños y niñas, acataron la orden del reverendo Jim Jones de ingerir
cianuro de potasio licuado en un refresco. Así mismo, aquellos que
se negaron a tomar la sustancia fueron asesinados por la guardia
armada paramilitar de Jones. El resultado de estas acciones fue de
914 personas muertas, miembros de la secta Templo del Pueblo,
incluyendo al propio líder de la agrupación (Tobias & Lalich,
1994). Cabe anotar que el evento de Jim Jones originó la era
moderna de los suicidios rituales colectivos, mismos que elevaron
al fin del milenio, dadas las creencias apocalípticas que dicha
fecha asocia. Quince años más tarde, el 19 de abril de 1993, David
Koresh, dirigente de la secta “Los Davidianos”, se auto-inmoló
junto a más de 87 miembros (entre ellos 18 niños y niñas), cabe
anotar que doce (12) Semanas antes, Koresh y 528 de sus
seguidores habían protagonizado un enfrentamiento armado con
la policía, mismo que dejó seis agentes federales y cuatro
miembros de la secta muertos así como también 20 personas
heridas. El lugar de los hechos fue el Rancho Monte Carmelo, en
Waco-Texas.

Se presentó también el suicidio colectivo de 53 personas en 1994,


pertenecientes a la secta “Templo del Sol” (Suiza y Canadá) y en
la sociedad esóterica secreta conocida como Orden Solar, donde
sus miembros se auto inmolaron como parte de un rito de alto
contenido simbólico que incluía el fuego porque habían abrazado
la idea de que sólo así podrían llegar al planeta Sirius.

88
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Se suma a lo anterior el atentado de “La Verdad Suprema” (AUM


SHINRYKYO), secta responsable del atentado en el metro de
Tokio el 20 de marzo de 1995, donde perdieron la vida 12 personas
y fueron heridas 5.500, utilizando el gas neurotóxico sarín (un
producto veinte veces más tóxico que el cianuro), hechos por los
que fueron detenidos el líder de la secta y 100 adeptos; y para
terminar, el suicidio colectivo en 1997 de 39 personas, miembros
de la secta “Heavens-Gate”, en el rancho de Santa Fe de San
Diego de California (González, Ibáñez & Muñoz, 2000). Por lo
tanto, se considera un fenómeno de la era post-moderna no
exclusivo de un nivel de desarrollo social en el comportamiento
de las colectividades, puesto que las personas toman decisiones
desde su individualidad, pero existe todo un entorno que va
condicionando hacía la elección de una u otra posibilidad.

Suicidios grupales en tres culturas prehispánicas (mayas, incas


y aztecas)

El suicidio a lo largo de la historia ha fomentado la disgregación


social como problemática que perjudica tanto a nivel individual
como de orden social. Las distintas culturas que han poblado el
planeta han estimado el suicidio de diferentes formas, y aunque
algunas de las explicaciones resultan ser similares, cada cultura ha
modificado su concepción del suicidio generando su propia
aproximación cosmogónica con el paso de los años, retomando o
abandonando posturas anteriores (Diekstra, 1983). A nivel
cultural la autoinmolación o el autosacrificio es una de las formas
de suicidio prehispánico que tiene diferencias notables con el
suicidio de la actualidad, dado que “en lo que concierne a los
pueblos indígenas prehispánicos, el suicidio está subordinado a lo
que representaban la existencia y la muerte”, así para estos pueblos
la muerte era un cambio de estado, y por ello salir y entrar de él, no
implicaba el desarrollo de apegos asociados a las conductas de
muerte en la actualidad. En este sentido Johanson explica que en el
escenario cultural-indígena la muerte tiene un carácter genésico y
regenerador, en el que los sacrificios y actividades punitivas
favorecen el mantenimiento y el equilibrio de la vida, en cuyo caso
morir tiene un significado de acuerdo al “guion” mítico-ritual” que

89
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

la legitima. En este sentido Johanson opina:

Según los momentos, las circunstancias, las culturas y los


puntos de vista adoptados, el hecho de auto infligirse
(u otorgarse) la muerte o suicidarse, ha sido percibido
y valorado de diversas maneras. En términos muy generales
podemos afirmar que va en contra del instinto vital y de las
normas socio- existenciales que lo enmarcan. Atañe
fundamentalmente al individuo pero está estrechamente
vinculado con la colectividad humana en la que éste se
integra y con los valores éticos y religiosos que prevalecen en
determinada sociedad (Johanson, 2014)
.

Sacrificios humanos y suicidio en la cultura Azteca

Aunque existen referencias del suicidio en las culturas


prehispánicas las fuentes documentales acerca de estos eventos
son relativamente escasas cuando no, contradictorias (Johanson,
2014). En gran medida los sacrificios ejecutados por la cultura
Azteca tenían un fin ceremonial de apaciguamiento de las fuerzas
de la naturaleza, pues ellos creían que sin la sangre de las personas
que se sacrificaban se perdería el equilibrio que permitía la
reproducción de su cultura, motivo por el cual el acto de sacrificio
era un hecho necesario para la supervivencia. Para Johanson
(1991; 2002; 2014), en el mundo prehispánico el autosacrificio no
era una muerte violenta, sino más bien una ofrenda sagrada para
los dioses, es decir, un sacrificio digno para alcanzar un fin. Si bien
se pueden señalar diferencias notables entre el suicidio desde la
perspectiva de la ciencias sociales y humanas respecto a las
ceremonias sacrificiales, es dable conceder a dichos eventos un
elemento en común o hilo conductor, en el sentido que ambos son
elegidos y convenidos por los sujetos que mueren, y con la
diferencia que existe una coacción ideológica en quien se presta
como sujeto de sacrificio, la cual pesa por sobre los niveles de
elección de los sujetos pero que en últimas se decanta en una
participación activa de la víctima, en cuyo caso el sacrificio puede
ser considerada una variante del suicidio presente en las culturas
prehispánicas (Johanson, 2014; Talavera, 2015).

90
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

En el mundo prehispánico el sacrificio humano fue una práctica


religiosa que caracterizó a muchos pueblos, siendo los Azteca en
la historia humana la cultura que sacrificó más víctimas para
honrar a sus dioses; para ellos esta ceremonia era primordial en la
esencia de la vida en el cosmos, se entiende como el secreto del
sacrificio de la vida humana a la religión. El sacrificio de los
dioses ofreciendo sus miembros y su sangre para mantener el sol
en el cielo y a la tierra bajo sus pies en pos del bien del mundo era
común en la fe azteca, así el dios Xipe Tótec cortó su propia piel
para darle al pueblo la cosecha de maíz sin la que morirían,
pidiendo a cambio sacrificios semejantes, tales como la piel
humana (Fernández, 1992). Se aprecia en el arte azteca y la
ritualidad con referencia a este dios, la práctica de vestir la piel de
otra persona; la cara sin piel transformada en una máscara, sus
manos colgantes y los sacerdotes aztecas se veían vestidos con
piel humana para honrar a dicho dios (Tarantino & Cohen, 2010).
La idea de arrancar la piel se asociaba a la regeneración y el
renacimiento, que pudo estar asociado a un proceso natural como
por ejemplo, en las serpientes que cambian de piel y no mueren
sino que reviven, así cada año en primavera los prisioneros de
guerra eran entregados al sacerdote de Xipe Tótec quien removía
la piel en un solo proceso, para luego vestirse con ella.

Éste hecho que para la vista occidental puede parecer macabro,


para los aztecas simbolizaba la vida y resurrección. Los sacerdotes
vestían las pieles durante veinte días simbolizando la vida en lo
aparentemente muerto como el ejemplo de la semilla que germina
de una planta muerta de maíz, para posteriormente destruirlas
(Tarantino & Cohen, 2010).

Es preciso mencionar que no existían resistencias, confusiones o


disidencias respecto a los roles en este tipo de sacrificios, ya que
cada año a uno de los prisioneros de guerra se le concedía el
honor de personificar al dios de la hechicería, la guerra y la
noche, es decir al gran Tezcatlipoca el cual debía de morir en un
ritual sagrado (Barjau. 1991) así, los sujetos cautivos eran
examinados cuidadosamente por los sacerdotes aztecas para
escoger al más perfecto físicamente que personificaría al dios.

91
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Después de elegido era tratado como una deidad mayor , vistiendo


la armadura y el tocado, se le enseñaba a tocar la flauta ritual, su
cuerpo era pintado de negro azulado-el color de dios- y se le
hacían reverencias a su paso y en las procesiones; en el último mes
de vida se complacía con mujeres hermosas para satisfacer su
divino apetito sexual. Al finalizar su tiempo de reinado se
conducía hasta los escalones de la pirámide de sacrificio, donde
subía voluntariamente rompiendo las flautas sagradas a medida
que escalaba, lo cual simbolizaba el fin de su reinado en la tierra y
su ingreso a la eternidad; luego, al llegar al altar del sacrificio su
corazón era arrancado de su pecho por el sacerdote, despedazando
el cuerpo del elegido con el que los sacerdotes aztecas se
alimentaban de forma reverencial, de esta forma el pueblo azteca
se alimentaba del cuerpo y el alma del hombre-dios (Paiva, 2005).
De acuerdo con Johanson el suicidio en la época prehispánica
puede ser concebido como una variante del sacrificio, así el acto
de quitarse la vida de forma voluntaria fue llamado
nenomamictiliztli en las sociedades precolombinas, a la vez que se
constituía en una práctica vinculada al autosacrificio, que
permaneció vigente antes y después de la Conquista (Johanson,
2014).

En este sentido Johanson opina que la muerte en el mundo


prehispánico era conocido como nenomamictiliztli en el mundo
náhuatl y cada muerte referenciaba un escenario de recepción del
cadáver, así, el Mictlán estaba reservado para quienes fallecían de
forma natural; El Tlalocan era el sitio para quienes morían
ahogados; La Casa del Maíz o Cincalco era para quienes se
suicidaban colgados; La Casa del Sol fue para quienes morían en
la guerra o se sacrificaban de otras maneras, asimismo reitera que
el suicidio era transversal a las castas y liderazgos, de modo que
existe referencia del suicidio de gobernantes como Tlacahuepan,
Moquíhuix, Tlahuicole y Chimalpopoca. Las formas de suicidio
tienen una connotación asociada a lo que se buscaba, sin embargo,
cuando éstas se vieron influenciadas por los estigmas e ideas
evangelizadoras sus valores asumieron una connotación extrema,
generándose nuevas asociaciones, al respecto.

92
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Resulta interesante constatar que existe la creencia en


Yucatán que si alguien se ahorca, este hecho tiene como
consecuencia una intensa sequía en la región. La relativa
facilidad con la que se ahorcaban los indígenas y la “gloria”
que alcanzaban al morir de esta manera, suscitó una
reacción por parte de los frailes para evitar que se
despoblara Mesoamérica. Buscaron invertir el valor del
suicidio, explicándolo por una supuesta influencia del
Maligno y atribuyéndole la causa de las sequías. Esta idea
permanece hoy en Yucatán: “Cuando alguien se ahorca,
creen que el diablo ronda la comunidad y por varios meses
habrá intensa sequía” (Johanson, 2014, pág. 54).

Suicidio grupal en la cultura Maya

Entre las diferentes culturas del mundo, las ubicadas en el México


prehispánico practicaban el ahorcamiento o estrangulación que
era relacionado con la fertilidad, la fecundación y otros factores de
reproducción. La diosa lunar Ixtab, entre los mayas, relacionada
con el maíz, era conocida como la diosa de la horca (Cruz, 2005).
Era posible, tal vez, que en este entorno se encontrara
una diferencia fundamental a nivel mítico - simbólico -
religioso entre una muerte por estrangulación realizada como
castigo, y un suicidio por ahorcamiento. Si el suicidio resultaba
beneficioso, esta muerte se consideraba nefasta. Ejemplo de ello
es el caso de Huémac que se suicidó en la cueva del Cincalco
estuvo relacionado, ya sea como consecuencia o como causa con
la sequía y como último efecto con el término del imperio Tolteca;
es posible que entre los que figuran en el códice de Dresde como la
diosa Ixtab también estén vinculados con la sequía (Orilla, 1996).
La distinción muerte por castigo/muerte auto infligida en este
entorno de muerte por estrangulación es capital ya que tiene
consecuencias opuestas. La muerte aplicada a un individuo en este
entorno podía servir a los intereses de una colectividad ya que el
simbolismo religioso de la estrangulación por castigo era
comparable a un sacrificio.

En la antigüedad los Mayas pensaban que la horca era una forma


noble de morir y que los suicidas por esta razón iban directamente

93
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

al cielo, ya que tenían una diosa especial llamada Ixtab – diosa de


la cuerda o del suicidio- protectora de los que se mataban
voluntariamente por motivos religiosos o de honor; considerada
el patrón especial de las personas que habían sufrido muerte
violenta o los que se suicidaban en la horca y cuya misión era
conducir las almas de los suicidas directamente al paraíso, donde
comían, bebían y descansaban bajo la sombra de Yaxshe, el árbol
placentero. Se reunía a las mujeres que morían en batalla, como a
las que fallecían de parto o victimas sacrificiales (Loar, 2013). El
suicidio era un ritual honorífico para los mayas, organizado acorde
a reglas puntuales, usaban el veneno de plantas y animales
preparados, así como el zumo de la yuca ponzoñosa, pero es
conocido que el más usado eran las sogas o lianas por respeto al
culto a Ixtab, la diosa del suicidio. En los pocos textos que han
sobrevivido al tiempo se encuentra el código de Dresde donde
aparece la diosa Ixtab representada por una imagen femenina
suspendida del cuello por una cuerda que pende del cielo, con los
ojos cerrados y un círculo negro en una mejilla que personifica la
putrefacción de la carne (Burtlett, 2009).

También es representada en una figura rodeada de tablas donde se


registraban eclipses, lo cual la relacionaba con los eclipses de sol y
de luna dándole una significación astronómica. En este sentido
como el sol desaparece aparentemente durante un periodo de
tiempo detrás de la órbita de la luna, la diosa es considerada un
emblema de la muerte y el renacimiento; se asocia igualmente con
la diosa Ytabay mentirosa que aparece en la noche con la forma de
un hermoso cabello largo que representa el placer de la mujer a los
hombres jóvenes que los seduce y luego los pierde en el bosque,
los que regresan lo hacen suspirando por su amor. El retrato de
Ixtab se observa en páginas que tienen relación con los eclipses, se
describe como una variante de la diosa de la luna que también está
conectada con los eclipses y debido a sus malévolas costumbres
se consideraba como una expresión de Cizín, el Diablo. (Parker &
Stanton, 2006).

94
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Suicidio grupal en la cultura Inca

La religión en la organización social y económica del imperio


inca, ideológicamente unificaba a todos sus miembros y
robustecía su poderío, en la misma forma que el imperio se
agigantaba por las guerras y anexiones, el inca se imponía, sobre
los dioses locales. El culto al sol “Inti “era importante por ser la
deidad imperial y paternal, de la cual se creía hijo el inca. El
sacrificio humano en este imperio fue un elemento importante en
la política integradora y en su organización socioeconómica, para
ellos la “capacocha” era un rito ceremonioso donde participaban
la mayor cantidad de personas de todos los lugares, así estaba
dedicada al sol y se presentaba en todas las ocasiones especiales,
como la coronación del nuevo Inca, el nacimiento de uno de sus
hijos, la celebración de triunfos de guerra o situaciones en que
peligraba la salud del Inca o la pérdida de su poder. También se
celebraba en alteraciones cósmicas como terremotos, desastres
naturales, sequias o revueltas sociales, que los obligaban a buscar
la protección de las montañas recuperando con ello el equilibrio
entre la gente y sus dioses, y reforzando a su vez la autoridad del
emperador y consolidándose su imperio; el significado de la
palabra “capacocha” en quechua deriva de “quapac” que significa
realeza o poder y “hucha “que significa pecado, culpa o desorden
cósmico (Silva, 1971).

En estos lugares se realizaban rituales donde se ofrendaban niños


de hasta 10 años de edad, junto con imágenes antropomorfas y
zoomorfas en plata, oro y conchas marinas, lo mismo que textiles
y cerámicas fabricadas para el ritual, que eran trasladadas por los
“curacas”, jefes locales y sacerdotes, desde su lugar de origen
hasta el Cuzco, donde un miembro de las comunidades incas,
entregaba su hijo al Inca para que fuera sacrificado al sol. Como
premio el soberano le daba bienes económicos adquiriendo
prestigio social en la comunidad y poderes mágicos vitales para
continuar su reproducción y la vida en la tierra. Los niños que se
elegían eran varones hermosos y representativos o adolescentes
niñas, para ello debían trasladarse al Cuzco donde un festival que
duraba varios días (capacocha), era presidido por el emperador,
acto seguido oficiales, sacerdotes, los niños y sus familias se

95
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

dirigían hacia el lugar de la ofrenda, eran lugares sagrados del


imperio, sitios congelados o cubiertos de nieves perpetuas en el
tope de una montaña (Tarantino & Cohen, 2010).

En estos lugares se inmolaban y sepultaban las ofrendas, donde a


su vez el Inca se comunicaba con el sol y la deidad le regalaba
dones mágicos y el poder de dar a su pueblo posesiones
materiales. Así, la “capacocha” se transformaba en un sistema de
control social y cultural en posesión del estado garantizando la
supremacía del imperio. De otro lado, el sacrificado se convertía
en una momia sagrada, con poderes vitales y fecundantes que
fluían a sus familiares y protegían a su comunidad. Al menos
veinte (20) niños sacrificados se han hallado enterrados en las
montañas en los llamados lugares sagrados, algunos eran
envenenados, otros sofocados, otros golpeados certeramente en
la cabeza y otros que siendo drogados eran llevados a la cumbre
donde abandonados morían de frio, se encontraron cerca de
utensilios elaborados en forma artística en conchas marinas, oro y
plata. (Tarantino & Cohen 2010).

Actualidad del suicidio en pueblos indígenas latinoamericanos


En varios pueblos indígenas de Colombia se están presentando
situaciones de suicidio, encontrándose reportes principalmente en
el pueblo Tule, y el pueblo Wounaan en el departamento de Chocó,
también, en este mismo, se conoce que entre los 23 pueblos que
existen, se estaría padeciendo una ola de suicidios en las
comunidades de los pueblos Cubeos, Curripacos, Desanos y
Tucanos. Sin embargo, las mayores cifras de los casos se registran
en el pueblo Embera manifestándose una fuerte incidencia en
edades de 13 y 17 años, en los que predomina el género femenino.
De acuerdo a los estudios realizados por UNICEF (2011) los casos
de suicidio que se han presentado en el departamento de Antioquia
especialmente en los pueblos Embera Dobida y Embera Katío han
sido reportado por los medios de comunicación debido a
las denuncias reportadas por las autoridades indígenas, que datan
desde el año de 1995 en la zona de Urabá en Antioquia, lugar en
el que se conoce el primer caso de suicidio divulgado por las

96
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

organizaciones indígenas, donde por causas desconocidas una


menor de 14 años se suicidó.

Teniendo en cuenta las colectividades que presentan mayor


incidencia de suicidio, se puede decir que si bien, el pueblo
Embera se ubica principalmente en 8 departamentos en Colombia,
los casos más pertinentes han ocurrido en Antioquia,
especialmente en la zona de Urabá; en Córdoba y en Chocó (zona
del bajo Atrato y Darién), se sabe que las familias que en su gran
mayoría hacen parte de la etnia Embera Katío están enclavadas
en estas tres zonas mantienen comunicación e intercambio
continuo. Según los informes de la UNICEF (2011) las
comunidades con mayor incidencia de suicidios reportados
comprenden el municipio de Murindo en el departamento de
Antioquia, las zonas del bajo Atrato, que comprende los
municipios de Carmen de Darién (Curavado), Riosucio en el
departamento del Chocó y los asentamientos Embera Katio en el
sur del departamento de Córdoba. Actualmente el Estado
Colombiano patrocinó varios programas de salud desarrollado en
la población indígena, sin embargo no se ha logrado abordar
completamente la problemática del suicidio en esta comunidad.
Según expresa la UNICEF (2011), el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (ICBF) dio a conocer el caso de intento de
suicidio de nueve personas entre jóvenes y adultos presentado en
el municipio de Carmen del Darién en la comunidad de Alto
Guayabal en el año 2009. A razón de ello, el ICBF entonces
desarrolló un proceso de intervención en tres familias de la
comunidad que vivieron este proceso con un equipo
interdisciplinario conformado por un psicólogo, un trabajador
social, una enfermera y un antropólogo.

De acuerdo al proceso de intervención se identificaron como


factores de riesgo; la violencia intrafamiliar relacionada
esencialmente con el abuso físico y verbal, el abuso sexual, la
explotación de menores, una marcada tendencia al abuso y
consumo de sustancias psicoactivas (SPA), antecedentes de
intentos de suicidio y suicidio consumado, desesperanza
aprendida y la significativa presencia de conflicto armado
(Andrade, 2015), Dentro de las condiciones sociales que conduce

97
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

a la desesperanza se encontró que el trabajo en los cultivos, lavado


de ropa, preparación de alimentos, la elaboración de artesanías
para la venta y el cuidado de los hermanos menores se comienza a
temprana edad por los jóvenes; en especial de las niñas, así como
la acentuación del conflicto armado (Arias, 1989). No
obstante, el aumento de sectas religiosas en las comunidades
ha sido muy notorio, caso particular; el que los curas católicos
hayan tomado el rol de Jaibana para trabajar el tema de la
wawamia, para imponer respeto, suponemos que deba ser por
temor, pues estos usan dos poderes y muchos espíritus. Aunque
había muchos, han mermado los jaibanás por la proliferación de
sectas religiosas, como también han disminuido los casos de
wawamia en los cuales han recurrido al exorcismo. De modo que,
los religiosos que laboran en estas zonas en derechos humanos
presentan incoherencias al señalar que los casos de suicidio y
wawamia se mostraron como protesta porque la empresa minera
estaba acabando el hábitat de las etnias indígenas; sin embargo, es
preciso mencionar que para tramitar dicho conflicto fue trasladado
un médico tradicional del amazonas para tratar estos fenómenos.

Por otra parte, cuando se presenta el suicidio en las comunidades


estas aducen que las causas se deben a fenómenos espirituales, sin
embargo también manifiestan que ésta no es una tradición del
pueblo Embera, por lo que el evento no tiene que ser asistido sólo
desde la medicina tradicional, ya que cuando los suicidios han
tratado de volverse grupales la intervención tradicional ha
ayudado a contener su agravamiento, ante lo cual las comunidades
afirman que las medidas tradicionales no fueron suficientemente
eficaces, dado que las personas de la comunidad siguen
quitándose la vida, de manera aislada, pero en forma continua en
la misma región de influencia, lo que incrementa el peligro que
dichas prácticas se expandan hacia otras regiones Embera. El
suicidio en estas comunidades no es solo de adolescentes, ya que
también han intentado quitarse la vida menores de ocho (8) años,
hasta adultos de 40 y más años. Con mucha preocupación los
informes obtenidos muestran que la mayor cantidad de suicidios y
de intentos suicidas son realizados entre las edades de 13 y 17
años. El resultado más grave lo presentan las madres, que viven
en desigualdad respecto a los privilegios masculinos, así, son las

98
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

encargadas de cuidar de los hijos, además de ser víctimas de


numerosas situaciones de violencia física y psicológica por parte
de sus compañeros; en ellas son mínimas o casi nulas las
oportunidades de educación, además de que la estructura
patriarcal suele endosar en su rol, un elevado número de
responsabilidades dentro de sus casas y por fuera de ellas, tales
como cocinar, educar y criar a sus hijos, lavar su ropa, velar por las
necesidades del hogar: hacer artesanías, cuidar enfermos, sembrar
y cosechar. Lo anterior es determinado por las mujeres como uno
de los elementos que ocasionan más suicidios en mujeres
indígenas que en los hombres (Organización Indígena de
Antioquia - OIA, 2008).

Igualmente, son evidentes algunos síntomas que manifiestan los


individuos antes de realizar los suicidios como la desesperación,
llanto, ira y tristeza. Los Embera llaman a estos estados wawamia,
y para los estudiosos este fenómeno se describe como un cuadro de
perfil psicosomático que señala alteraciones a niveles afectivo y
anímico de los indígenas; el llanto, ideas delirantes, tristeza e ideas
suicidas son las manifestaciones que presenta, acompañadas
igualmente por vómito, insomnio, fiebre, diarrea que conducen a
un individuo a tener alucinaciones y convulsiones. Las
alucinaciones presentan similitudes, así alguien (una persona, un
animal o un jai) lo persigue o porque recibió una maldición de
alguien. Es en este escenario general en el que confluyen los
deseos e intentos suicidas. Aquí precisamente se atribuye la
concurrencia de un jai a los cambios súbitos de ánimo en personas
que estaban sanas y se observaban normales y tranquilas. La
característica más común de suicidio en los pueblos indígenas es el
ahorcamiento, bien sea de forma sentada o de forma colgada,
con trapos o sogas. Respecto a dicha situación es dable anotar
que no hay registros de datos en medicina legal que avalen que
realmente el deceso de estos individuos, haya sido un caso de
suicidio y no un homicidio planeado, cuando se han encontrado
personas ahorcadas de manera sentada y con la soga muy cercana o
cuando se les encuentra ahorcada a baja altura y sin la silla bajo sus
pies, algunos estudios realizados han generado dudas del tipo de
muerte, llegando a sospechar sobre si fue un presunto suicidio con
más características de homicidio (Sepúlveda, 2008).

99
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

100
CAPÍTULO 3. RITUALIDADES COLECTIVAS

Suicidio Colectivo como rito de autodestrucción grupal.

El suicidio colectivo como rito de autodestrucción grupal es un


evento religioso y novedoso que hizo una aparición drástica a
finales del siglo XX, a través de cultos que bajo su sistema de
creencias y el efecto de la sugestión colectiva indujeron en sus
adeptos tendencias auto líticas que teleológicamente terminaron
en suicidios colectivos (Masferrer, 2000). Cabe mencionar que a
pesar de la novedad de estas prácticas en el escenario
contemporáneo, existen antecedentes de suicidios agrupados de
tipo ritual (Sarro & De La Cruz, 1991), ejemplo de ello es el
suicidio masivo de muchos discípulos de Confucio tras haberse
quemado sus libros sagrados, o los actos suicidas de la cultura
Maya ya desaparecida. Dicho fenómeno en la actualidad ha
perdido su valor sacrificial, y se encuentra íntimamente ligado a
eventos muy peculiares derivados del terrorismo sectario
apocalíptico, encargado de dar continuidad a ideologías religiosas
emergentes, que se tornan más nocivos debido a la crisis religiosa y
la fragilidad del sistema de creencias propia de la sociedad
contemporánea. En ese sentido los suicidios colectivos han
aumentado en frecuencia y notoriedad desde 1978.

Investigadores como Arranz, Bosque, Bellido y Navarro (1992)


consideran que el Trastorno de personalidad y conducta tiene una
elevada relación con los suicidios, especialmente con aquellos
ejecutados en entornos grupales, y aunque la ciencia médica
ubique como causa principal de suicidio la depresión clínica
(Leenaars, 1996); existen ambientes donde la creencia religiosa y
los fines destructivos que ésta persigue se apoderan de la voluntad
individual tornando proclives a sus adeptos a elegir la muerte
autoinfligida, actividad que puede ser llevada a cabo por diversos
medios cuando un método de muerte no funciona. Desde
una etiología multifactorial la American Psychiatric
Association (APA, 2013) considera que es posible hablar de una

101
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

multicausalidad respecto al suicidio, pero de una equifinalidad la


cual es la muerte, de modo que el suicidio no es una enfermedad o
un trastorno específico y su emergencia está determinada por
diversos factores que interactúan en el plano de la vida emocional
y afectiva de cada persona. Es importante mencionar que los
suicidios colectivos rituales no ocurren solamente en sociedades
altamente industrializadas, pues pueden ser parte de la condición
ritual de un colectivo indígena, o determinar la actividad tribal de
una comunidad específica. Investigadores como Langone (1988),
Lifton (1989) y (Hochman, 1990) afirman que las agrupaciones
religiosas con una cultura ideológica que va desde lo sectario a la
praxis de rituales autodestructivos, utilizan técnicas coercitivas de
manipulación psicológica, con las que logran motivar acciones de
hecho, que terminan en suicidio colectivo por motivos religiosos,
particularmente a razón del grado de vinculación a agrupaciones
cuyos líderes basan su adoctrinamiento en ideales mesiánicos de
corte apocalíptico.

El estudio de este tipo de suicidio incluye la idea de trascendencia,


que mal comprendida conlleva a algunas personas a auto
inmolarse por razones religiosas de tipo extremista, sin embargo
cuando esta inmolación es entre varias personas del mito
individual se pasa al rito de muerte colectiva, condición que está
precedida a menudo por actos sistemáticos de eliminación de
disidentes y atentados terroristas y delincuenciales que se
presentan a los adeptos como pruebas de fe, previas al
cometimiento de actos terroristas (Masferrer, 2000; Villamarín,
2015). Estas organizaciones religioso-terroristas realizan actos de
violencia a gran escala en contra de la sociedad civil, y en ellos
subsisten intereses religiosos con base en antiguas profecías,
nuevas visiones apocalípticas, ideales abstractos o sectarios
acerca de la sociedad de consumo capitalista, entre otros, así
como también, intereses culturales, económicos y políticos,
puesto que las sociedades y grupos que se ven afectados por
estas organizaciones, representan un obstáculo para la
diseminación de las creencias que sostienen el pensamiento
ideológico del grupo terrorista. Es preciso mencionar que la
generación de actos suicidas grupales, requiere de los contenidos

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

rituales y míticos que sostienen las ideas religiosas, y las


ideologías que determinan dichas prácticas.

En este sentido es preciso tener claridad acerca de las relaciones


entre ritos y mitos, con el fin de transitar hacia una comprensión
del suicidio ritual-colectivo. económico y político, puesto que las
sociedades y grupos que se ven afectados por estas
organizaciones, representan un obstáculo para la diseminación de
las creencias que sostienen el pensamiento ideológico del grupo
terrorista. Es preciso mencionar que la generación de actos
suicidas grupales, requiere de los contenidos rituales y míticos que
sostienen las ideas religiosas y las ideologías que determinan
dichas prácticas. En este sentido es preciso tener claridad acerca de
las relaciones entre ritos y mitos, con el fin de transitar hacia una
comprensión del suicidio ritual-colectivo.

Para Theodor H. Gaster (1952, 1956), el mito son todas aquellas


historias que se encuentran relacionadas con los ritos, de modo que
ambos fenómenos se comprenden como consustanciales. En
contraste a esta posición Frazer (1981; 1993) expone que el rito
habría aparecido previamente al mito, con el fin de explicarlo y
darle sentido, pese a ello “hoy día los investigadores, en lugar de
preocuparse, de si fue el ritual lo que originó el mito o al contrario,
prefieren centrarse en las relaciones que se pueden establecer entre
ambos fenómenos” (Ardevol, 2004, pág. 287). Esta postura es
asumida en este libro respecto al suicidio grupal, del cual interesa
conocer no solo las causas y consecuencias, sino también las
relaciones explicativas que facilitan su comprensión relacional.
La relación entre mito y rito en los colectivos suicidas, es
innegable y visible en el carácter iniciático, y las ideas de
renacimiento, misión, repetición, trascendentalidad, retribución
existencial y el contacto trascendente con el mundo espiritual a
través de la muerte. Mirceat Eliade (2014) considera que la
relación entre mito y rito referencia la renovación como retorno al
origen, al respecto opina:
Los mitos y los ritos iniciáticos del regressus ad uterum
evidencian el hecho siguiente: el «retorno al origen»
prepara un nuevo nacimiento, pero éste no repite el

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

primero, el nacimiento físico. Hay propiamente


renacimiento místico, de orden espiritual; dicho de otro
modo: acceso a un modo nuevo de existencia (que comporta
madurez sexual, participación en lo sagrado y en la cultura;
en resumen, «abertura» al Espíritu). La idea fundamental
es que, para acceder a un modo superior de existencia, hay
que repetir la gestación y el nacimiento, pero se repiten
ritualmente, simbólicamente; en otros términos: se trata de
acciones orientadas hacia valores del Espíritu y no a
comportamientos referentes a la actividad psicofisiológica
(Eliade, 2014, pág. 73).

Para Philippe Laburthe-Tolra y Jean-Pierre Warnier (1998) el mito


involucra un ser, estar y representarse en el mundo en el que se
entiende la vida en relación a la actividad trascendente, lo que
implica el ejercicio de la capacidad creadora, simbolizante y
reconstructiva del ser humano, al tiempo que asegura la
religiosidad de una experiencia connotada como sagrada. En este
sentido la racionalidad, el discurso y el lenguaje como dimensión
humana indica la no-trascendencia o el aspecto profano de dicha
realidad, mientras en su dimensión simbólica el mito conecta a
las personas trascendentalmente (Hospers, 1982). De esta manera
los mitos dan cuenta de la génesis del cosmos, de los Dioses, de los
hombres, de los animales y plantas y se constituyen en
conductas sagradas por las que una comunidad histórica y
religiosamente se acerca al universo, a fin de entrar en armonía
con él, el rito e s entonces un proceso donde lo religioso se
manifiesta a través del ritual (Gaster, 1961), aspecto que involucra
la experimentación de lo sagrado en quienes participan de la
ritualidad; por ello el suicidio ritual implica la necesidad de
experimentación de lo sagrado en un afán de religar una parte
trascendental de su ser, que cree el suicida se encuentra disociada
por efecto de la religiosidad, la religión misma y la cultura
(Masferrer, 2000; Retamar, 2008).

Desde otra mirada el Estado o grupo político resulta lejano al


individuo, es desmedidamente indeterminado, por ello no
coadyuva a la unificación social, y es por el contrario fuente de
impedimento y rivalidad. Indistintamente, la religión suele caer
en el moralismo y la culpa, de modo que el acto de juzgar al otro

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

desde la lógica del castigo constituye su papel predominante


(Ordóñez, 2010). En este sentido el suicidio ritual es el acto de
desprendimiento y ruptura de un orden social económico y
políticamente construido para la reproducción de la vida en un
escenario continuo de dominación. Ergo, dicho sistema no
aceptaría el suicidio como el ejercicio de la muerte bajo una
dimensión política, dado que en éste prima el valor de la vida
como reproducción de lo político y sociocultural, más que el rito
sacrificial desde una perspectiva tradicional antropológica. Levi
Strauss (1962; 1963) vincularía lo sagrado y lo profano por medio
de las identificaciones sucesivas de los conceptos religiosos que le
den sentido al acto suicida en sí mismo. Cabe resaltar que la
pérdida es real para el individuo, puesto que él la vive o la revive
en el momento presente, y es entonces cuando se fragilizan su
apego a la vida y los lazos que tiene con la sociedad. Como
consecuencia su sentimiento de vacío, de frustración e
impotencia resulta ser más fuerte que el amor a la vida, y por ello
el sujeto se derrumba al no hallar opciones válidas para continuar.

Para Edgar Morin (1994) existe entre los seres humanos una
fascinación especial por la inmortalidad como posibilidad ideal
de continuar con la existencia, y de ello la humanidad ha
desarrollado diversos medios para fortalecer dicha idea. Esta
pretensión es evidente en la construcción de tumbas y espacios
mortuorios elaborados para conservar los cadáveres, proceso que
busca en últimas apartar la imagen muerta del cuerpo físico,
luchar contra su descomposición y causar un impacto de
permanencia a los que quedan aún vivos. El cadáver trasciende
hacia la inmortalidad dirigiéndose a destinos fúnebres en los que
encuentra la reunión con su fuente matriz, con la physis y los
dioses, condición que se constituye en un nuevo escenario de
lucha en contra de la descomposición y putrefacción. En
contraste, la muerte ha generado protagonismos y rechazos al
interior de las sociedades occidentales modernas, encarnizadas en
esconder cualquier relación con la descomposición del cuerpo y el
horror que la muerte suscita. Por ejemplo, la niñez se suele
proteger de la experiencia mortuoria y de lo fúnebre, aun cuando
la sociedad tiene conciencia de que enfrentará su aparición en
cualquier momento. En las sociedades contemporáneas, explica

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Morin, existe una lógica de la ocultación de lo mortuorio de


acuerdo a necesidades culturales específicas, y a las ritualidades
que le dan sentido a la muerte, lo cual marca una relación entre lo
humano y lo ausente (el saber acerca de la muerte).

Con la transformación de las sociedades y de la cultura, las


nociones de muerte e inmortalidad se han ido intelectualizando,
así, el anhelo de alcanzar eternidad, trascender el tiempo, y
no aceptar la muerte física, se constituyen en una constante
antropo-socio-cultural; al tiempo que, en un interrogante
religioso-espiritual, presente en todas las épocas, y que a menudo
implica temor, repudio o evasión (Morin, 1984). Con la muerte el
hombre confronta lo impredecible, aspecto que se contrapone al
mundo predecible y seguro que éste planifica; de suyo, la muerte,
suele ser rechazada individual y colectivamente, en cuanto atenta
contra el mundo material-controlado, mismo que es pensado
como el único nivel de realidad que existe (Morin, 1977). Llama
la atención que en la sociedad occidental el temor que despierta la
muerte tiene su asiento en las representaciones e imaginarios
sociales, y en la poca información personal que se tiene de la
muerte, siendo entonces incognoscible por el ser humano. Cabe
precisar que las experiencias de muerte son visibles por doquier, y
alimentan la fantasía y el imaginario acerca de la existencia
corporal y el sentido de trascendencia, puesto que trascender
la muerte tendría como corolario deseado: la eternidad
(Ordóñez, 2010).

El suicidio desde una perspectiva grupal, requiere del análisis de


las diversas formas de interacción al interior de los colectivos, que
surgen en escenarios de religiosidad y se decantan en algunas
agrupaciones en ritos colectivos de muerte, así el acto de quitarse
la vida, tiene una significación religiosa, trascendental, sacra y a la
vez profana, que contrasta con las manifestaciones de
conservación de la vida, a través de la permanencia en un sistema
ideológico que sostiene social, moral y psicológicamente a los
sujetos. Aproximarse a la dinámica del rito implica entender
las posturas sociológicas, desde las cuales éste es parte esencial
de la vida de las personas, siendo la ritualidad religiosa una

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

manifestación análoga a las diversas prácticas, visibles en los


diversos fenómenos sociales que la componen. El suicidio grupal
desde esta mirada, puede ser comprendido como el efecto
resultante de la proyección e interiorización de la fragilidad del
sistema de creencias que sostienen la sociedad y la cultura,
especialmente en sus componentes religiosos que van más allá
dela mera practica de los ritos sacramentales, y seinstauran en la
significancia que dichos ritos comportan para las colectividades
que los asumen desde el punto de vista de la trascendencia a través
de la anulación de lo vivo en sí mismos, es decir en el suicidio.

El rito desde su concepción etimológica está definido como un acto


religioso o de religare (volver a unir) de características
ceremoniales, lo cual indica de manera implícita la existencia de
normas y conductas establecidas desde un lugar de religiosidad
per se. Al ser un acto religioso, el rito representa la parte
trascendental de la actividad humana, a través de un intrincado
sistema de creencias y prácticas sobre la existencia, lo moral y lo
sobrenatural. Las religiones en un escenario de ritualidad,
implican la presencia de formas específicas de manifestación del
fenómeno religioso, que va desde la superstición hasta el temor y
la adhesión ciega al sistema de creencias y prácticas asociadas,
mismas que giran en torno a la naturaleza trascendental de fuerzas
que son superiores al propio ser; mismas que dominan su accionar
y lo organizan en torno a una actividad preestablecida. Para James
(2006) la multiplicidad de las experiencias religiosas y su elevado
nivel de adhesión en los seguidores, provienen de la cercanía en el
contacto con agrupaciones que las practican, y del carácter
“entusiasta, liberador o mesiánico” de quienes las lideran.

Emile Durkheim, (1992) considera que lo religioso es social por


excelencia, y como tal ha evolucionado modificando su estructura
y conservando sus funciones, además de su permanencia
coinciden en su exterioridad, es decir, en relación a la mente
individual bajo el criterio de obligatoriedad. Para el autor el
aspecto fundamental de la religión, lo compone el escenario en el
que confluyen lo sacro y lo profano (religioso y no-religioso) como
categorías de división universal entre los hombres, las cosas y las

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

ideas, aspectos del cual la sociedad surge como una sustancia


real o “materia prima” de la concepción humana de divinidad.
Grosso modo, para Durkheim todo ser humano tiene religión, así,
esta naturalidad ubica la religión en dos categorías primordiales, a)
las creencias simples o complejas que tienen un carácter común:
ser sacras o profanas; b) y los ritos que emergen en las
sociedadeshomogéneas -tomando en cuenta que existen ritos en
todas las sociedades-, a través de cuadros de organización (lucha
por el poder y dicotomías del poder) y la estructura social con base
en clanes (individuos reunidos en función de un mismo emblema o
símbolo: Totem), estos elementos se presentan en todas las
culturas y constituyen la base estructural llamada sociedad.

Condiciones que propician los suicidios colectivos-religiosos.

En el caso del suicidio grupal según lo expone Erdely (1994) en el


fenómeno de autoinmolación colectiva inducida por ideas
religiosas, se presentan elementos, factores o condiciones
continuas y necesarias que permiten la reproducción de los
hechos. Entre ellos se encuentra como factor inicial de riesgo el
distinguir/admirar a una persona considerada “especial”, que trae
un mensaje divino que se debe cumplir “en este mundo”; dicha
persona es escogida entre muchas para realizar una misión
redentora que comprende el ámbito espiritual (vida después de la
muerte) y el material (política y sociedad), y por ello el pastor u
orientador se convierte en el líder mesiánico. A ello debe sumarse
la idea que nadie más podría realizar esta misión, nadie diferente a
él; así, el mesías es considerado divino, aunque sea un ser humano,
se le adjudican poderes sobrenaturales para perdonar los pecados,
iluminar el alma de las personas, dar vida eterna, curar, entre otras
potencialidades. Consecuentemente, sugiere por igual que para
que ocurra un suicidio colectivo ritual, un segundo factor de riesgo
necesario es la existencia de una colectividad dispuesta a obedecer
ciega e incondicionalmente a su líder religioso, lo que quiere
decir: una disposición continua e incondicional en la forma como
el grupo religioso se somete voluntariamente a las órdenes de
su liderazgo sin importarle la naturaleza de los mandatos que
reciben (Erdely, 1994).

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Singer (citado por Erdely 1994) afirma entre sus postulados que
existen tres condiciones que definen la adhesión a estos grupos:
las técnicas psicofisiológicas persuasivas; la influencia social del
grupo o presión de pares, que tornan proclives a ciertos individuos
a situaciones de obediencia y sectarismo sin condiciones; y
laexperiencia del suceso religioso que puede ser producto de una
vivencia mística exacerbada, la interpretación de su situación
existencial comparada con las vivencias del grupo, además de un
enfrentamiento-cuestionamiento con la sociedad (imaginaria o
real), o la inclusión de otra variante explicaría respecto a la vida, la
muerte, y la trascendencia, introducidas en el imaginario colectivo
a través de la orden emitida por el líder. Para la psiquiatría medica
dichos líderes presentan múltiples ambiciones mesiánicas
derivados de sus patologías mentales y manipulaciones, aspecto
que los perfila como individuos con notables dificultades de
contacto con el mundo real (Goldman, Skodol, McGrath, &
Oldham 1994).

Suicidio por imitación y suicidio grupal.

Otra perspectiva que explica la conducta suicida a partir de la


influencia que los suicidios tienen en otros es el de Suicidio por
imitación que afecta a personas, grupos y comunidades. En el
suicidio por imitación una persona induce en forma
sorprendente al suicidio, a una persona o grupo, cuyas
características son: conductas altruistas, imitativas y dependencia
emocional (Andrade, 2012). Es así como los suicidios en grupo
implican habitualmente un número voluminoso de individuos, o
también del suicidio de dos sujetos, cuya relación de intra-
dependencia representa una forma extrema y descompensada de
sobre-identificación con otro individuo a quien admiran y siguen
en todas circunstancias. Sin embargo se presentan casos
especiales como el suicidio contagioso –que no es
necesariamente grupal- y sucede cuando un individuo conocido
o popular se suicida (artistas, líderes, filósofos, etc.), lo que
produce un aumento significativo de la conducta suicida, efecto
que se conoce también como síndrome de emulación o “efecto

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Werther” (Mansilla, 2010). Respecto a la ideación suicida a nivel


grupal, es importante mencionar que en gran medida ésta se
encuentra implícita en el acto mismo de pertenecer a colectivos
religiosos con características sectarias y extremistas en sus
postulados ideológicos, razón por la que la ideación es un proceso
per se, propio de la relación que se establece entre cada integrante
y la célula religiosa. En este sentido los patrones de
comportamiento suicida, se convierten en parte de la naturalidad
con la que viven la experiencia de lo divino, y la sacralización del
acto de muerte.

Este tipo de conductas se puede comprender a través del efecto


Werther o Síndrome Yukko estudiado desde la década de los 70´s.
Cabe anotar que David Phillips en 1974 –psicólogo- acuña el
término “Efecto Werther”: suicidio por imitación. De otra parte,
tras el suicidio de Kurt Cobain guitarrista y cantante del grupo
Nirvana, muchos adolescentes copiaron esta conducta y se
suicidaron. Por tanto, la connotación de suicidio por imitación se
originó principalmente en el momento en el que un grupo de
individuos siguieron o imitaron las mismas acciones “suicidas”
cometidas por sus figuras modelo. Otro antecedente del suicidio
por imitación es notable en la novela de Goethe publicada en
1774, en la que el protagonista se suicida por amor y muchos
jóvenes de la época lo imitaron, o en Japón (1986) cuando a
razón del suicidio de la cantante adolescente Yukiko Okada,
se dieron 28 suicidios imitativos de adolescentes. Kaplan y
Sadock (2000) sustentan su teoría del suicidio por imitación bajo
el presupuesto de que éste opera bajo el “efecto de identificación”,
el cual involucra aspectos vicarios del comportamiento como la
atención, retención, motivación y reproducción de las conductas
autodestructivas.

Para los autores, los individuos bajo el efecto de identificación


suelen interiorizar los sentimientos, emociones y
comportamientos de su figura modelo, llegando a sentir una
empatía problemática por las dificultades y dilemas de sus ídolos,
misma que puede ser reproducida en su propia vida y extenderse a
nuevos individuos que se enganchan con los dilemas de aquel que

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

se ha identificado como figura admirada, lo que genera a su vez


una cadena de eventos que puede desencadenar suicidios
individuales o colectivos por imitación. Estos individuos en su
mayoría son adolescentes, y suelen reconocerse por presentar un
perfil de comportamiento particular connotado por aislamiento
social, experiencias asociadas al Bullying como víctima,
trastornos de ansiedad, depresión, consumo de sustancias
psicoactivas (SPA), entre otros (Wasserman, 1984; Pérez, Téllez,
& Ibáñez, 2012). Kaplan y Sadock (2000) afirman que entre las
principales formas de contagio se encuentran: los medios masivos
de comunicación (MASS MEDIA) que entregan una información
ambivalente respecto a la muerte auto infringida, la experiencia o
conflicto similar a la del suicida, la sobre-identificación con los
suicidas, distorsiones cognitivas acerca de la fama, popularidad
postmorten, el pensar que el suicidio es un acto artístico,
filosófico, o el seguir atentamente el suicidio de filósofos,
escritores, modelos o personajes a quienes se admira. Entre los
pensadores conocidos en la academia cuyo suicidio ha motivado
la autoeliminación en otros, se encuentran: Séneca, Sócrates,
Foucault, Guilles Deleuze, Sartre, Kierkegaard, Virginia Woolf,
Raymond Roussel, Alfonsina Storni y Hemingway.

Cibersuicidio y clubes de suicidas japoneses

Al presente, a razón del desarrollo de las tecnologías de la


información y la comunicación (TIC), las personas pueden,
en ocasiones hacer uso inadecuado de las herramientas que estas
proporcionan con el fin de generar mayores interacciones con
otros, y de encontrar respuestas a múltiples necesidades. Es así
como el uso creciente de estas herramientas para consultar
inquietudes en relación al suicidio han generado el aumento de
ideas y pensamientos suicidas en quienes a menudo buscan ayuda
y hallan un sentido negativo y/o positivo a sus dilemas
existenciales (Biddle, Donoovan, Huvton, Kapur & Gunnell,
.2008). A este proceso es posible llamarlo “Cibersuicidio” y
cambiando incluso las formas de realizarlo como sucede con
los pactos suicidas por Internet encontrándose como
principales consumidores de este medio a los jóvenes, en quienes

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

el suicidio es una de las principales causas de muerte. También son


frecuentes las consultas de personas con problemas de salud
mental y/o física, que mediante el uso de blogs, páginas web, o de
las redes sociales suelen ser aconsejadas e inducidas al suicidio
por quienes vivencian problemáticas similares (Durkee,
Hadlaczky, Westerland, & Carli, 2011). Además, se encuentra un
riesgo altamente significativo de cometer actos suicidas en
personas con cuadros clínicos de depresión con una visión
negativa de sí mismos, el mundo y los demás; estas personas a
menudo interactúan en foros suicidas y comparten esa visión
negativa de su entorno, lo que reduce las posibilidades de brindar
ayuda oportuna (Moreno & Blanco, 2012).

El Cibersuicidio implica la indagación en la web de métodos


rápidos y eficaces de muerte, la búsqueda de respuestas ante dudas
que pueden llevarlos a cometer, postergar o evitar el suicidio, y la
exploración de soluciones extremas a los problemas cuando se
tiene una crisis personal que deteriora la calidad de las
interacciones consigo mismo y con otros. De igual manera, se
producen “pactos suicidas” por internet, en cuyo caso la persona
que quiere suicidarse no desea hacerlo solo, y busca a través de
las redes sociales pares con la misma intensión para suicidarse
colectivamente, ya sea de forma online o en un lugar
convenido por todos. Es preciso mencionar que en los pactos
suicidas llevados a cabo o convenidos por Internet no existe
una vinculación afectiva previa en los sujetos, dado que “muchos
no se conocen, nunca se han visto ni tienen historias en común
antes de conectarse a través de la Red” (Moreno & Blanco, 2012,
p. 4). Las personas que concertan suicidarse suelen acordar el
mismo método de muerte y buscan que se dé al mismo tiempo,
dejando en la mayoría de los casos evidencia en video, textual, o
fotográfica del evento. Los primeros contactos se producen
frecuentemente por las redes sociales, y en ellos prima una especie
de líder que orienta el evento suicida. Al respecto es preciso
mencionar que,
La realidad actual supone por un lado, que los jóvenes son
los principales consumidores de Internet y que por otro
lado, en este grupo de edad el suicidio es una importante
causa de muerte. Sabemos además que las personas con

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

depresión son la principal causa de suicidio y que una


característica de la depresión es que los pacientes ven el
presente y el futuro de forma negativa. Cuando personas
jóvenes, deprimidas, interactúan en foros suicidas y
comparten esa visión negativa del futuro y del presente
disminuyen las posibilidades de ayuda y aumentan las
posibilidades de ayuda y de disminuir las alternativas
saludables que esa persona puede encontrar (Moreno y
Blanco, 2012, p.2).

En la cultura asiática el suicidio como un acto ritual de reparación


del honor, se consideró honorable en los tiempos del Japón Feudal,
puesto que fue parte fundamental como estrategia militar de los
soldados nipones en la II Guerra Mundial y formaba parte de la
ética de los guerreros samurái, ya que darle término a la vida
se consideraba como la mejor salida ante el dolor, el deshonor o el
fracaso (Moron, 1992). Actualmente, gracias a los avances de
las tecnologías de la información y de la comunicación, la
conexión entre personas ha adquirido una connotación global,
aspecto del que las redes sociales son su principal experiencia
comunicacional; sin embargo, dichas herramientas pueden ser
muy nocivas cuando no se utilizan de manera adecuada,
especialmente por líderes promotores del suicidio colectivo,
experiencia que ha tenido antecedentes en varias partes del mundo
en especial en Japón. A través del internet se convoca a individuos
de diferentes edades a realizar rituales que a menudo terminan en
la muerte. Estas situaciones son visibles por ejemplo en la historia
de vida de Mitsuyo Ohira, un adolescente que sobrevivió a su
intento de suicidio, y relata que los jóvenes a través de la red
expresan lo que sienten a nivel emocional, buscando ayuda pero
suelen encontrarse con personas que los inducen al suicidio
(Jiménez, 2007).

Como consecuencia aumentan los factores de riesgo y la


desprotección suele verse reforzada por la empatía con la
situación emocional análoga de otros. Los suicidios colectivos se
tornan comunes en personas adictas a las redes sociales que
prefieren los contactos virtuales a cambio de contactos reales. De
estas relaciones pueden derivarse clubes de suicidio, a los cuales
se ingresa cuando existe una clara intención de acabar con la

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

propia vida, y se requiere tener claridad acerca de los métodos más


efectivos para auto eliminarse. Muchas charlas virtuales
negativas, afirma Ohira (2002), pueden evitarse si se tiene una
menor dependencia a las redes sociales y al internet, de modo
que la persona puede aprovechar su tiempo libre en actividades
productivas para su vida. El autor indica, además, que algunas
conversaciones entabladas en las redes sociales producen
reuniones y encuentros que tienen como finalidad ingresar a una
congregación o club cuyo propósito es la autodestrucción a
través del suicidio. Lo anterior sucede como última medida
cuando los adolescentes y jóvenes han agotado las estrategias o
herramientas para solucionar los conflictos, lo cual indica
también, sentimientos de abandono, frustración y una enorme
soledad que suele llenarse a través de una vida más virtual que real
(Ohira, 2002).

Pacto suicida en el eje Cafetero

El suicidio ha ido creciendo a lo largo del tiempo, y la región


Quindiana no ha estado exenta de esta problemática que ha
ocupado un lugar importante en las estadísticas nacionales. Al
respecto Restrepo (2013) expone un aspecto poco explorado: el
pacto relación con el suicidio; en su artículo, informa acerca de los
clubes de suicidio, conformados principalmente por jóvenes de
Armenia y otras zonas aledañas. El “club de los suicidas” en
Armenia se constituyó al igual que otros clubes del mismo tipo
entre los años 30 y 40, y consistían en grupos de jóvenes
pertenecientes a las clases altas de la ciudad que se comprometían
mediante un juramento de palabra a suicidarse si su nombre salía
durante un sorteo realizado delante de los otros miembros. Este
pacto era impulsado por el alcohol, las drogas y la música
melancólica que acompañaba sus encuentros en los bares
regionales, en donde generalmente se consumaba el acto suicida.
Sin embargo, no sólo en el Quindío se tiene registro de este tipo de
clubes, también en Manizales se registraron cerca de 200 suicidios
de jóvenes que habían hecho “el pacto” en el cafetín.

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Los jóvenes pertenecientes a estos clubes afirmaban la idea
suicida primordial con música que fomentaba el despecho para
finalmente concluir con sus vidas. No obstante, Restrepo (2013)
afirma que actualmente el despecho no es la principal motivación
para quitarse la vida, si no que ahora la crisis económica y la falta
de oportunidades en el país llevan a los jóvenes a tomar esta
decisión que contribuyen al aumento de suicidios en la región y el
país.

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

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CAPÍTULO 4. PREVENCIÓN DE CONDUCTAS
SUICIDAS

Objetivos de la prevención.

Por prevención puede entenderse aquella estrategia o


acercamiento que reduce la probabilidad de algún riesgo que
disminuye el impacto negativo de ciertas condiciones o conductas
desfavorables en personas, grupos y comunidades. La prevención
del suicidio va más allá del acto suicida dado que su objetivo es el
de evitar la confluencia actual o futura de interacciones negativas
entre factores, mecanismos y situaciones de riesgo. Por dichas
razones se debe fijar la atención en las estrategias a implementar
para abordar, disuadir, aminorar, mitigar y contener las diversas
manifestaciones del comportamiento suicida (ideación,
amenazas, gestos suicidas y tentativas de suicidio, etc.). Para esto
es recomendable reducir los factores de riesgo y a la vez, reforzar
los factores de protección, influyendo tanto en el estado
psicológico como en el medio ambiente físico y las condiciones
culturales (Andrade, Bonilla, & Valencia, 2010). En la prevención
se trata de mermar al máximo la presencia de factores de riesgo
vital, que son también indicadores de vulnerabilidad psicosocial a
nivel, personal, familiar social y comunitario.

Del mismo modo los factores de protección están asociados a la


disminución de la vulnerabilidad en salud en los ámbitos ya
nombrados, en cuyo caso la prevención puede implementarse
desde los diversos escenarios de salud, en los que se puedan
incorporar programas y medidas de asistencia local efectivas. En
el ámbito grupal la prevención puede encaminarse desde el
hogar, cuando a los hijos se les orienta acerca de las compañías, los
amigos elegidos, así como también, generando en ellos
sentimientos de seguridad y solidaridad con lo vivo. Cardozo
Dubini, Fantino y Ardile s (2011) consideran que el autocuidado

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

sumado a la promoción del desarrollo saludable involucra las


siguientes características:

1. Sortear dificultades: Convivir con Factores de riesgo es


inevitable; Ser victima de ellos es evitable a través de Estrategias
efectivas de protección; 2. Afrontar los riesgos: Prever
consecuencias; Asumir las consecuencias; Controlar nuevos
riesgos y verificar las consecuencias emergentes.

Una adecuada prevención deber ser intersectorial,


interinstitucional, pluridisciplinar, transdisciplinar y contextual,
al tiempo que tiende a fortalecer e incorporar los insumos y
experiencias de la comunidad para que se constituyan en
coadyuvantes de las medidas preventivas. La OMS afirma que
entre más conocimiento se tenga del problema, mayores serán las
medidas que se pueden incorporar para contener su incidencia. De
acuerdo a lo expuesto, es cada vez más necesario conocer no solo
las formas de presentación de las conductas del espectro suicida,
sino también, las estrategias y métodos que influyen para que éste
se produzca (OMS, 2000; 2012; 2014).

Ilustración 16. Habilidades implicadas en la prevención de las conductas


suicidas (Cardozo, Dubini, Fantino, & Ardiles, 2011)

118
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Pedagogía y prevención de las conductas suicidas.

Toda pedagogía de la vida es primero una pedagogía natural


acerca de lo vivo; en ella el sujeto se vive a sí mismo, se entiende
a sí mismo, halla su lugar en el universo, se asombra de
su diversidad, entrelaza su vida con otras formas de vida, se
construye y (de) construye en lo social en un bucle auto-eco-
organizacional (Andrade, 2014). Así una pedagogía con base en el
estudio de los elementos predictores de la empatía social tales
como: la consideración por los demás, un auto concepto social
positivo, el control de la conducta agresiva, un auto concepto
socio-académico, así como también el desarrollo de habilidades
sociales desde la infancia y la adolescencia, dichas habilidades
cuando se trata de niños, niñas y adolescentes deben enfocarse en
la participación activa de su proceso de desarrollo, la construcción
de normas sociales; en enseñarles cómo pensar en vez de qué
pensar, proveer herramientas para la solución de problemas,
facilitar la toma de decisiones, trabajar el control emocional
(Niremberg, 2006) y en la construcción de ciudadanía y
convivencia (Andrade, 2014). Las Habilidades para la vida son
una Herramienta útil para el crecimiento personal y social que
incrementa en los sujetos la capacidad para vivir mejor y
transformar las condiciones de desigualdad socio-cultural
(Mantilla & Chahin, 2006). Desde un escenario pedagógico es
preciso trabajar la educación con base en habilidades para la vida,
educar en una pedagogía de lo vivo, fortalecer los factores
protectores del suicidio y de otras conductas de riesgo, generar una
conciencia biológica ambiental, sólida y hospitalaria, además de
acciones de autocuidado y cuidado de otros seres humanos y
especies.

Respecto a los factores protectores del suicidio es preciso


mencionar que éstos se pueden clasificar en ocho (8) factores: 1)
Religiosos asociados al castigo divino, el temor a Dios y a la idea
que Dios siempre salvará de las penurias sin importar cuáles sean;
2) Actitudinales –Prejuicios: con base en la idea de lo que van a
pensar los otros; el temor a desaprobación social y a los rumores
negativos acerca de que su decisión, “es débil y egoísta… no tenía

119
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

el control de su vida, etc.”, 3) Normativos: vinculados a


Responsabilidades socio-familiares, con una institución, consigo
mismo y con otros (hijos, padres, mascotas, etc.); 4) Habilidades
de supervivencia compuestos por su capacidad de resiliencia, la
motivación intrínseca para vivir, y las estrategias de
afrontamiento; 5) Objeciones Morales derivadas de lo que
entiende como moralmente incorrecto, la posible estigmatización
a los que quedan, los cuestionamientos acerca de lo que es ético y
no-ético, y aspectos asociados a lo estético de la muerte; 6)
Fatriales, constituidos por la preocupación por los hijos, la idea de
que éstos van a quedar solos, que otros los van a cuidar y el deseo
de verlos crecer; 7) Temores asociados al Miedo al suicidio tales
como, el temor a la muerte y lo desconocido, el hecho de quedar
vivo con limitaciones, lesionado o deforme, el estigma acerca de
que “se trata de un acto de cobardía”; y 8) Prospectivos: ligados a
metas inconclusas, proyectos en curso que no puede
abandonar, promesas que debe cumplir, y objetivos vitales
renovables (Andrade, 2012; Linehan, Goodstein, Nielsen, &
Chiles; 1983; Oquendo, Graver, Baca-García, Morales, De la
cruz, & Mann, 2000). (Veáse Ilustración 17).

Ilustración 17. Factores protectores de la conducta suicida grupal/individual.

120
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Existen dos enfoques preventivos frecuentes: 1. Centrados en


la Población de alto riesgo como consumidores de SPA, pacientes
psiquiátricos-psicológicos, privados de la libertad,
desempleados, y 2. Centrados en la población en su conjunto
(Lewis, Hawton & Jones, 1997), especialmente en factores
de comunidades y la sociedad en general, además de amigos,
pareja, docentes y vecinos, que en conjunto constituyen la red
primaria de sostén y asistencia a la persona en riesgo de suicidio.
Otros actores vinculados en la prevención son los investigadores,
la academia, el personal clínico, educadores, organizaciones
políticas, y colectivos sociales, además de voluntarios,
sobrevivientes del suicidio, y las comunidades religiosas
(Andrade, 2014). De manera general se debe propender por
generar mayores y mejores abordajes en salud mental, a
través de acciones en educación efectivas, medidas de
protección, justicia social, oportunidad laboral, recreación
organizada, políticas públicas y otros ámbitos de desarrollo que
propendan por el mejoramiento de las condiciones de vida, y la
promoción de estilos saludables entre la población desde las
más tempranas etapas de la vida (Macana, 2011; UNICEF, 2011;
Cifuentes, 2013).

Programas preventivos con indicadores de efectividad.

Aunque son varios los programas preventivos en Colombia que


han demostrado ser eficaces en el tratamiento y prevención de las
conductas del espectro suicida, es importante señalar la
importancia de programas que dada su continuidad, han generado2
indicadores de logro exitosos. Es así que el programa SISVECOS
de la Alcaldía mayor de Bogotá Colombia (2012) surge con el fin
de ayudar en los procesos de intervención con población en riesgo
de suicidio y de pacientes identificados como posibles
reincidentes. Debido a ello propone en su programa de atención
los siguientes lineamientos:

a) Valoración del Caso: El psicólogo deberá hacer un análisis


funcional del comportamiento para analizar las dimensiones del
problema con el fin de confirmar el caso sospechoso, identificar la

2
Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Conducta Suicida – SISVECOS, disponible en:
http://www.saludcapital.gov.co/DSP/Paginas/SISVECOS.aspx
121
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

conducta suicida, su riesgo, evento desencadenante, establecer los


recursos (a nivel individual, social y económico), la red social de
apoyo y factores protectores. b) Realización de asesorías y
seguimiento en casa: Estas visitas comprenden acciones de
información, asesoría, compromisos, comunicación, educación y
canalizaciones (servicios de salud énfasis salud mental, programas
comunitarios u otros según información arrojada de la lectura de
necesidades). c) Evaluación de la efectividad de la asesoría:
Momento en el que se genera con la participación de la familia el
seguimiento del caso hacia la identificación de cambios positivos
que afectan favorablemente la salud mental del individuo
identificado y su red de apoyo familiar y social. d) Monitoreo del
caso: se realizará tres meses después del cierre para identificar
cualquier tipo de riesgo y verificar el estado de salud mental del
paciente identificado (p. 4).

De acuerdo con la entidad, el programa SISVECOS o sistema de


vigilancia epidemiológica de la conducta suicida, busca identificar
los casos de carácter mórbido, asociados a la conducta suicida y
con ello disminuir los suicidios consumados así como también los
nuevos intentos. Los dos (2) objetivos principales son: “valorar los
casos de conducta suicida donde se identifica el nivel de riesgo y la
definición del caso del evento suicida. (…) y Realizar el
seguimiento domiciliario a nivel individual y familiar del evento
de la conducta suicida” (p. 2).

Del mismo modo, a nivel internacional se encuentra el programa


“sobrevivir a los adolescentes / prevención del suicidio” cuyo
objetivo es la interrupción del riesgo suicida, al tiempo que evita la
cadena causal de la conducta suicida, cerrando la brecha de
servicios asistenciales para niños y adolescentes en riesgo elevado.
Dicho programa consta de tres componentes: la formación de los
estudiantes, un programa de formación de los padres, formación
de un guardián de los miembros del personal de la escuela y la
comunidad. El objetivo es ayudar a los estudiantes a encontrar
maneras positivas de hacer frente a los distintos factores de estrés
en la vida, a ser capaz de reconocer la depresión y conductas
suicidas en sí mismos y en sus compañeros, además de responder
adecuadamente a sus amigos con problemas y a saber a dónde ir

122
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

para obtener ayuda. La directora del programa, Cathy Strunk,


experta en prevención de suicidio desarrolló e implementó un plan
de estudios multiclase en 2001 inclinado principalmente a la
prevención de suicidio incluyendo adolescentes, padres y
miembros de la comunidad para ayudar a reconocer los factores de
estrés que contribuyen a la depresión y los comportamientos
suicidas, explicando los métodos de adaptación y conductas de
mala adaptación en respuesta a estos factores de estrés.

Análogamente en el programa de información sobre la depresión


adolescente (ADAP) la principal tarea es educar a los estudiantes
de la escuela secundaria, los maestros y los padres acerca de la
depresión. Este programa tiene como misión un plan de estudios
disponibles a nivel nacional para los profesionales basados en las
escuelas a incorporar en sus clases, y busca de igual forma instruir
a los estudiantes de secundaria, profesores y padres sobre la
depresión en adolescentes y la forma de procesarla. Otro de los
programas exitosos es “SOS” o “Los signos de suicidio” el cual es
un programa de plan de estudios y el cribado basado en la escuela
que ha demostrado la disminución de los intentos de suicidio,
entre otros resultados positivos, en los adolescentes. SOS Los
signos de suicidio, es un programa de prevención basado en la
escuela secundaria, que incluye la detección y la educación. Los
estudiantes son examinados con el fin de detectar la depresión y
riesgo de suicidio y sometidos a la ayuda profesional.

El programa preventivo titulado“Care” o “cuidados”, está


basado en la intervención en la escuela, y la crisis, breve
evaluación para los jóvenes en riesgo de suicidio. El protocolo de
atención está diseñado para capacitar a los jóvenes y comprometer
el apoyo social mediante la conexión de los jóvenes en riesgo de
suicidio con una persona que cuida de su vida personal o desde el
entorno escolar. De igual forma se contacta a los padres para
instruirlos en la prestación de apoyo y comprensión durante el
proceso de evaluación de riesgos. El objetivo de la atención es
disminuir las conductas suicidas y los factores de riesgo
relacionados, y aumentar los activos personales y sociales,
mediante el uso de un enfoque de prevención individual ejecutado
por personal entrenado en la escuela. Del mismo modo la misión

123
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

del programa titulado “teenscreen” de la Universidad de


Columbia es asegurar que todos los padres cuenten con la
oportunidad de que sus adolescentes reciban una revisión
voluntaria de salud mental y chequeo. El objetivo fundamental es
ayudar a los jóvenes y sus padres a través de la detección temprana
de problemas de salud mental, como la depresión. Control de la
salud mental es muy precisa en ayudar a los padres a encontrar los
adolescentes con los factores de riesgo conocidos para el suicidio.
En dicho programa los padres juegan un papel crucial en la
identificación de los trastornos emocionales y mentales de sus
hijos.

En consonancia con lo anterior, la “Estrategia de prevención del


suicidio juvenil” es un programa creado con la iniciativa del
Gobierno Estatal de Australia para proporcionar un enfoque
coordinado para la prevención del suicidio en la juventud. Los
objetivos de la Estrategia Nacional de prevención de Jóvenes
Suicidas eran los siguientes: prevenir la muerte prematura por
suicidio entre los jóvenes, reducir las tasas de lesiones y las
autolesiones, reducir la incidencia y prevalencia de ideación
suicida y el comportamiento; y, mejorar la capacidad de
recuperación, el ingenio, el respeto y la interconexión de los
jóvenes, sus familias y comunidades. La principal estrategia de
dicho programa se basa en el entendimiento que el suicidio juvenil
es un fenómeno complejo, causado por una serie de factores que
interactúan; entre ellos factores biológicos, psicológicos, sociales
y culturales. Esta comprensión se refiere extensamente como el
modelo biopsicosocial. La estrategia también ha tratado de
promover, los principios del enfoque de salud pública para
mejorar la salud y el bienestar de la población.

Otra iniciativa es “source of strength” o Fuentes de fuerza, el cual


es uno de los primeros programas de prevención de suicidio que
utiliza líderes entre compañeros para mejorar los factores de
protección asociados con la reducción de suicidio. En este
aumentar la percepción positiva de apoyo de los adultos para los
jóvenes suicidas y la aceptabilidad de la búsqueda de ayuda. Entre
la población general de estudiantes del programa aumentó la

124
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

percepción positiva de apoyo de los adultos para los jóvenes


suicidas y la aceptabilidad de la búsqueda de ayuda y percepción
positiva de apoyo de los adultos aumentó más en los estudiantes
con antecedentes de suicidio. Fuentes de la fuerza es el primer
programa de prevención de suicidios que involucra líderes de
grupo para mejorar los factores de protección asociados a la
reducción de suicidio en la población escolar.

Finalmente “SEYLE” o Saving and Empowering Young Lives in


Europe, es un programa de promoción de la salud para los
adolescentes, implementado en las escuelas europeas. Sus
principales objetivos son: llevar a los adolescentes a una mejor
salud a través de la disminución de la toma de riesgos y el
comportamiento suicida, y utilizar los insumos gubernamentales
para promover la salud y prevenir la asunción de riesgos, además
del comportamiento violento y suicida en la juventud. Los
objetivos generales de Seyle son: a) Recopilar información sobre
la salud y el bienestar de los adolescentes europeos, y producir una
base de datos epidemiológicos para los adolescentes en Europa
que contenga datos sobre los estilos de vida saludables de los
estudiantes y en situación de riesgo (por ejemplo, sustancias y
alcohol, la violencia, la conducción imprudente, etc.), y su
relación con la salud en pro del bienestar, la superación de la
depresión y la resignificación de las tendencias suicidas, etc. b)
Realizar intervenciones en los adolescentes que conduzcan a una
mejor salud a través de una disminución en el riesgo suicida. Con
todo y esto busca comparar las tres clases de estrategias de
intervención: 1) Promoción de la salud en general mediante el
aumento de la auto-eficacia de los adolescentes; 2) la detección de
casos de adolescentes en situación de riesgo mediante la
educación de los padres, los maestros, otros adultos; y 3) la
detección de casos de adolescentes en situación de riesgo
mediante el uso de habilidades de los profesionales. Así como
también: c) Evaluar los resultados de las intervenciones en
comparación con un grupo control en los adolescentes desde una
perspectiva multidisciplinar que incluya aspectos sociales,
psicológicos y económicos.

125
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

126
CAPÍTULO 5. REFLEXIONES FINALES

El suicidio es consecuencia de una serie de factores sociales,


demográficos, ambientales, económicos, psicológicos, históricos
e incluso filosóficos, que se manifiestan y agrupan en el colectivo
de una sociedad, y en las expresiones individuales de cada uno de
sus integrantes. Como todas las conductas humanas el suicidio es
un acto complejo, por lo que no puede dejar de considerarse bajo
distintos ángulos y perspectivas. En este sentido es necesario
adoptar medidas globales de prevención del suicidio individual y
colectivo que incluyan los mecanismos e insumos locales,
contribuyendo así al control de las conductas de riesgo implícitas
en su emergencia, tales como el abuso o dependencia alcohólica,
el consumo de otras sustancias psicoactivas, el mal uso de los
equipos electrónicos, la influencia negativa de pares, la
percepción de los riegos vitales asumidos como juegos o retos, y el
desconocimiento de las medidas para contenerlo y prevenirlo
adecuadamente, factores a los cuales deben sumarse la restricción
y limitaciones en el acceso a armas de fuego, el uso de entrevistas
y protocolos que ayuden a detectar el riesgo suicida, además de
antecedentes familiares de suicidio, enfermedades psiquiátricas,
principalmente la depresión mayor. Se debe igualmente estar
alerta a eventos elevadamente estresantes, a la pérdida del sentido
vital a causa de duelos, lesiones graves, enfermedades terminales
y eventos abrumadores, además de tomar en cuenta como factor
de riesgo de ideación suicida, las constantes verbalizaciones
(digitales y analógicas) de los deseos de morir.

Aparte de ello, vale la pena resaltar dos roles preventivos


importantes: el rol de la familia y el rol de acción inter-
institucionalidad en la Promoción de la salud mental, dado que el
suicidio y el intento suicida a nivel individual y grupal,
constituyen eventos vitales que repercuten en el sistema familiar y
su funcionamiento, por lo cual son considerados como emergentes
de previas crisis familiares debido a la desorganización y
disfuncionalidad de la familia. No obstante, en gran medida el

127
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

hecho de que el suicidio se asocie a eventos críticos en la familia,


no implica que se dejen de tomar en cuenta otros factores que
añadidos a la inestabilidad del núcleo pueden elevar los factores
de riesgo para la persona que se encuentra en riesgo suicida. En tal
sentido, no se debe considerar que el suicidio halla su primer
registro en la familia, ya que la conducta suicida se deriva de la
conjunción reticular de diversos factores, lo que puede suscitar en
una persona la idea de querer morir y posteriormente el suicidio
consumado. En conclusión, es importante al momento de
comprender el suicidio, valorar el funcionamiento familiar
saludable, y la percepción que cada miembro tiene de las
interacciones que allí se producen, pero tomando en cuenta el
aporte que otras circunstancias, personas, eventos o situaciones
pueden tener.

En ese sentido es relevante destacar que la disfunción familiar es


un factor de riesgo significativo, pero no es el único. Diversos
estudios demuestran que en la mayoría de los núcleos familiares
de los pacientes que realizaron intento suicida se evidenció la
presencia de crisis familiares, con predominio de las crisis por
desorganización y desmoralización, además de un marcado
deterioro de las relaciones familiares. La promoción de salud para
prevenir la conducta suicida debe involucrar no sólo a los
profesionales de la salud pública, sino a otras personas que se
relacionan más con los pacientes como los familiares, maestros y
amigos. En consecuencia la familia debe cumplir roles
formativos, espirituales y educativos, y no únicamente limitarse a
la función asistencialista de crianza y de proveer bienes
materiales, de tal manera que en los hijos se formen principios,
valores, sentimientos, actitudes y hábitos que les sirvan como
factores protectores, ya que tal como se explicó los hijos no deben
constituirse en “huérfanos, hijos de padres vivos”. La sociedad, el
Estado y las instituciones sociales no solamente deben
preocuparse por aspectos como la competitividad y
productividad, ya que, en realidad su función primaria es
promover principios, valores y sentimientos superiores para el
desarrollo personal, a través del ejemplo corporativo y la
responsabilidad social.

128
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

Para el caso de las personas en riesgo de suicidio, cabe precisar


que en el círculo social íntimo de cada sujeto (familia, pareja,
amigos, consejeros, etc.), se enseñan, comparten y difunden
valores como la lealtad, solidaridad, el altruismo y la fraternidad,
mismos que sirven de soporte para los factores protectores y las
estrategias de resignificación de la adversidad, con los cuales es
dable y optimo superar el dolor y el sufrimiento; pero si estos
elementos no están presentes o se duda de poder acceder a ellos, la
persona puede generar una sensación de vaciamiento social y
moral, que lo puede impulsar –en casos específicos- a quitarse la
vida. Estos factores tienen primeramente un registro en las
estructuras familiares y se refuerzan en los procesos de
socialización secundaria de cada persona, de modo que, los
factores de protección y los factores de riesgo psicosocial,
asociados a la conducta suicida pueden surgir de acuerdo a las
conexiones externas, la percepción y vivencia interna de la vida y
las relaciones consigo mismo y con otros (ecología mental), la
interpretación particular de las experiencias vividas, la esperanza
o des-esperanza en el futuro, la motivación y persistencia para
luchar ante las adversidades, los valores incorporados en el hogar
y por fuera de éste, la ideología creada y asumida como garante de
la toma de decisiones, y la relación entre pares, entre otros
aspectos.

Es importante mencionar que la prevención es asumida como un


continuum en el que más que etapas existen acciones articuladas a
recursos disponibles y estrategias de contención, con las cuales se
movilizan recursos, prácticas y rutas que son coadyuvantes en el
abordaje y prevención del fenómeno. Se encontró que la
población en mayor riesgo son los adolescentes y jóvenes; dicho
esto, con el fin de prevenir la idea e intento suicida en esta
población resulta conveniente estar atentos a una serie de señales,
intentos y recaídas, como por ejemplo: prestar atención a los
indicios o supuestos poco evidentes (marcas de sangre, cortes en
la piel, autoaislamiento, llanto fácil, acoso escolar, etc.). De igual
forma es necesario disminuir el auge de información positiva
sobre el suicidio, a más de incrementar la información preventiva
y de factores protectores en los medios masivos de comunicación,

129
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

a lo que se debe sumar el hecho de construir redes de apoyo


comunitario en los escenarios de encuentro. Dichas redes tienen la
propiedad de generar sostén emocional para familias en crisis,
aprovechar los recursos comunitarios disponibles para hacer una
adecuada contención, prevención y remisión de casos a través de
una ruta crítica elaborada de manera conjunta con instituciones
aledañas o que se encuentren en la comunidad misma. También es
de vital importancia capacitar a los maestros y otras personas de la
comunidad en mecanismos de identificación de casos y contar con
un apoyo en salud mental en el colegio, que funcione anexa a la red
de apoyo interinstitucional, para poder atender casos críticos
desde una lógica inter y pluridisciplinar.
Igualmente se deben generar estrategias de «multiplicación» de
información preventiva en espacios de amplia concurrencia
barrial, tales como tiendas de barrios, peluquerías, centros de
encuentro, casas de acción comunal, etc., y sumado a esto, la
familia y las instituciones también pueden generar acciones
preventivas locales y con ello hacer parte de dichas estrategias de
prevención, que pueden orientarse a comprender e identificar las
circunstancias que lo propician a fin de crear una sensibilidad
especial para identificar tempranamente situaciones de riesgo. Es
preciso contar con planes (protocolos) de contención, actuar
rápidamente ante los casos emergentes y las recaídas, remitir
(tener claridad en las rutas de atención crítica), controlar los
factores de riesgo externos (consumo de sustancias psicoactivas,
malas compañías, ambientes peligrosos, redes sociales, etc.), y
tanto en el hogar como en la institución educativa se sugiere
fomentar el afecto inducido, la comunicación asertiva entre
padres e hijos, reinstaurar la confianza básica en el otro y la
expresión de la ternura en el hogar, para lo cual es necesario
acompañar a los miembros de la familia en las frustraciones
propias de la convivencia sin invadir sus espacios, ni tomar
decisiones por ellos. Por último, es necesario reconocer al otro
como un legítimo otro en la relación de convivencia, estar atento a
los indicios previos de la ideación suicida como por ejemplo las
palabras de cansancio vital, la pertenencia a clubes de personas
depresivas o introvertidas, los mensajes escritos o dibujados al
final del cuaderno (anotaciones peligrosas de corte mortuorio),
entre otros.

130
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

El suicidio individual y colectivo, los factores psicológicos,


ambientales, biológicos, culturales y sociales inciden de forma
reticular y articulada; aspecto que revela su elevada complejidad y
además orienta la comprensión del fenómeno de acuerdo a los
múltiples aspectos que también promueven su contención,
asistencia y prevención, lo cual hace del suicidio un fenómeno
evitable y prevenible (Andrade, 2016). Es importante considerar
que en la actualidad el suicidio no se constituye en un problema de
género, sino en un fenómeno complejo que incumbe directamente
a la relación entre individuo, sociedad y especie. El suicidio como
fenómeno complejo y multidimensional, implica la articulación
interdisciplinaria, el diálogo de saberes, la transdisciplinariedad,
la lógica difusa, la incertidumbre en contraste a una definición
reduccionista, además de una actitud dialógica que incluya los
antagonismos complementarios, como oportunidades de generar
nuevas miradas que superen la causalidad simplista asociada a la
explicación circular causa-efecto. Por ejemplo, a nivel
psicopatológico el suicidio no debe reducirse a la depresión y la
angustia, al sufrimiento y la confusión, dado que puede ser
pensado en función de la interinfluencia conjunta de estas
condiciones en menor o mayor grado en cada sujeto.

Igualmente, es dable mencionar que la conducta suicida se deriva


de la conjunción reticular entre múltiples condiciones biológicas-
antropo sociales-culturales, de modo que no es correcto reducirlo
a modelos explicativos específicos a nivel disciplinar, sino más
bien, transitar hacia el diálogo entre modelos, disciplinas y
posturas, a fin de superar la estrechez de miras respecto a su
comprensión. En este sentido el suicidio figura como un fenómeno
complejo, dada la interrelación e interinfluencia entre la
multiplicidad de condiciones, elementos, situaciones,
interrelaciones y factores que lo suscitan, en cuyo caso, la forma
conveniente de acercarse a su comprensión es a través de una
mirada relacional, que no se ahogue en archipiélagos explicativos,
y que a cambio de ello transite a hacia una mirada conjunta y
transdisciplinar. Es oportuno considerar que tanto la ideación
como los intentos suicidas cuentan con características específicas
en cada persona, de modo que la multiplicidad de motivaciones y
sucesos detonadores de la conducta produce al tiempo una
diversidad relacional de dispositivos activadores del intento de

131
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

suicidio; así las conductas del espectro suicida tienen relación


contigua, y no se restringen a un conjunto de pasos en cadena,
estrictos o rígidos implicados en una condición procesual. La
ideación suicida es un fenómeno complejo en el que intervienen
especialmente factores personales, familiares socio-comunitarios
y escolares.

En suma el suicidio como fenómeno complejo debe ser


comprendido a partir de las múltiples redes de relaciones que lo
sustentan y trascriben, indicando además, que posea una
dimensión antropoética que cuando se activa tiene la propiedad de
salvaguardar a las personas y grupos de su propia autodestrucción.
Grosso modo, al igual que todas las conductas humanas el
suicidio personal y/o grupal constituyen una preocupación de
saludo global que debe suscitar acciones locales en pro de su
contención, mitigación y prevención. Es importante mencionar
que el suicidio colectivo ritual resulta autónomo al estrato
socioeconómico y cultural de los colaboradores. El suicidio es en
gran medida consecuencia multifactorial de la interrelación entre
factores socio-históricos, ambientales, genéticos, demográficos,
religiosos, económicos, técnicos, psicológicos, políticos,
ideológicos y filosóficos, cuya interrelación asociativa con crisis
vitales y sociopolíticas, resulta significante y destructiva para
personas y colectivos. El suicidio colectivo es la puesta en escena
de un rito de autodestrucción grupal sostenido sobre componentes
míticos asociados a la incertidumbre frente a la muerte y la
certidumbre de la reunión, resurrección o compensación divina,
aspectos que se constituyen a la vez en motivadores de la conducta
suicida grupal, y que suelen ser apuntalados en el discurso de
líderes mesiánicos que se autoproclaman salvadores o mesías.

El suicidio grupal es un evento religioso y novedoso que hizo una


aparición drástica a finales del siglo XX, a partir de acciones de
cultos cuyo sistema de creencias alentó el suicidio en masa de
grupos e incluso de comunidades, sin embargo a nivel tradicional
las comunidades tribales realizaban sacrificios individuales y
colectivos, en los que la persona accedía a perder la vida y con ello
favorecer la calma de sus dioses, propiciar buen tiempo de
siembra, y acercarse a la divinidad, en este sentido el sacrificio
puede ser considerado una variante del suicidio presente, de

132
El Suicidio y los Suicidios Colectivos

manera frecuente en las culturas prehispánicas. Para concluir, los


suicidios colectivos rituales no suceden exclusivamente en
sociedades altamente industrializadas –escenario en el que son
comunes-, puesto que pueden ser parte de la condición y actividad
ritual de un colectivo indígena, así como también, podrían en
ciertas condiciones socioculturales determinar la actividad tribal
de una comunidad específica.

Como complemento a lo anterior, es preciso mencionar que el


conocimiento del fenómeno sumado a estrategias de prevención
eficaces que tomen en cuenta la condición socio-cultural de las
comunidades y se ejerzan desde un ámbito local se constituye en
el mejor remedio para disminuir la elevada incidencia del
suicidio. En este sentido el plan de prevención debe ser una
herramienta utilizada por todos los profesionales que interactúan
con adolescentes o grupos vulnerables con el fin de reducir o
disminuir el impacto negativo de ciertas condiciones o conductas
desfavorables en personas, grupos y comunidades, evitando la
confluencia actual o futura de interacciones negativas entre
factores, mecanismos y situaciones de riesgo vital; motivo por el
cual se debe fijar la atención en estrategias preventivas cuyo fin
sea abordar integral e integradamente a las personas y grupos en
riesgo, a fin de aminorar, mitigar y contener las diversas
manifestaciones del comportamiento suicida (ideación,
amenazas, gestos suicidas y tentativas de suicidio, etc.). Por otra
parte, para una adecuada prevención se debe tener presente la
inter-cooperación de los siguientes escenarios: intersectorial,
interinstitucional, pluridisciplinar, transdisciplinar y contextual,
con el fin de que sus acciones fortalezcan e incorporen los insumos
y experiencias necesarias para consolidar medidas, saberes y
practicas preventivas. Dado que según la OMS entre más
conocimiento se tenga del problema, mayores serán las medidas
que se pueden incorporar para contener su incidencia, motivo por
el que es cada vez más necesario conocer no solo las formas de
presentación de las conductas del espectro suicida, sino también,
las estrategias y métodos que influyen para que éste se produzca.

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El Suicidio y los Suicidios Colectivos

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