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Liturgia penitencial de la Palabra para la imposición de la ceniza

en ausencia del ministro ordenado

Propuesta de esquema para la Celebración (1)

Introducción

“El miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos
inician, con la imposición de la ceniza, el tiempo establecido para la purificación
del espíritu. Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha
mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición
del hombre que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su
voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestra compasivo
con él. Con este mismo signo comienza el camino de su conversión, que
culminará con la celebración del sacramento de la penitencia en los días que
preceden la Pascua.

La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer o durante la misa o fuera


de la misma. En este caso, se inicia con la liturgia de la palabra y se concluye con
la oración de los fieles. El miércoles de ceniza es un día penitencial obligatorio
para toda la Iglesia y que comporta la abstinencia y el ayuno” (2).

La innumerable asistencia de fieles que acuden para participar en el rito de la


imposición de la ceniza este miércoles, en las ciudades con un elevado índice de
población bautizada, exige que haya numerosas celebraciones de la Palabra
durante todo el día (3). En estos casos no siempre se cuenta con suficientes
ministros ordenados, sacerdotes o diáconos, tanto para presidir debidamente
todas las celebraciones que son necesarias en diferentes lugares de la parroquia,
como para confesar a los fieles que buscan el sacramento de la reconciliación
cuando asisten a esta celebración.

Debido a la gran concentración de población en las metrópolis, y ante la dificultad


de que el sacerdote atienda directamente a las celebraciones de la imposición de
la ceniza, ha ido dando lugar a la necesidad de que los párrocos designen algunos
laicos, para cooperar dirigiendo celebraciones de la Palabra para la imposición de
la ceniza, fuera de la Liturgia de la Eucaristía en la que el párroco bendice la
ceniza, o de las celebraciones de la Palabra presididas por un presbítero o un
diácono.

Con el fin de que estos actos de culto se lleven a cabo con la dignidad y la piedad
debidas, en un tiempo razonable para los fieles, la Comisión de Liturgia de la
Arquidiócesis de México ofrece para el Miércoles de Ceniza, esta propuesta
de Liturgia Penitencial de la Palabra, para la imposición de la ceniza en ausencia
del Ministro ordenado; de acuerdo con lo establecido por la Instrucción Inter
Œcumenici(4) y conforme a las indicaciones de la Iglesia presentadas en el
Leccionario y el Misal(5).
Este libreto para la celebración ha sido preparado con una doble finalidad.
Primera, proporcionar a los párrocos la información indispensable para llevar a
cabo celebraciones bien orientadas, conforme a la costumbre de la Iglesia y sin
abusos. Como también, para designar, capacitar y proporcionar a los laicos el
material necesario para que cooperen dirigiendo la liturgia de la Palabra para la
imposición de la ceniza, como les corresponde.

Segunda, hay que tomar en cuenta que muchos miembros de la Iglesia, desde los
cristianos de los primeros siglos hasta nuestros días, han practicado bajo diversas
circunstancias y en distintas épocas, la costumbre de imponerse ceniza por su
cuenta. Hoy también, algunos fieles que no pueden asistir a la Liturgia del día por
algún impedimento verdaderamente grave, como pueden ser la enfermedad, la
edad avanzada, etc., manifiestan su deseo de imponerse la ceniza, pidiendo a los
mismos fieles que se les lleve de la que se ha bendecido en la iglesia al lugar
donde se encuentran. Esta práctica debe ser orientada como un acto mediante el
cual se unen a la comunidad de creyentes que se dispone a iniciar un camino.

En todo caso, el párroco debe ayudar a los fieles para que comprendan con
claridad, que tales celebraciones tienen carácter supletorio y no pueden
considerarse como la mejor solución a las nuevas dificultades, o como una
concesión hecha para su comodidad (6). También debe darles a entender sin
reserva, que un gesto ritual, como la imposición de la ceniza, exige como
condición indispensable para encontrarnos con el Señor, la proclamación de la
Palabra y la oración en unidad con la Iglesia, de manera que este gesto religioso
no se convierta en una forma de manipulación, de vanidad religiosa, o de
costumbre sin sentido cristiano.

No está de más recordar que el miércoles de ceniza se prohíben las misas rituales
y de difuntos (7).

Celebración comunitaria
de imposición de la ceniza (8)

Selección de los colaboradores laicos

El Párroco, o el encargado ordinario de la comunidad, designará a los laicos a


quienes confiará el cuidado de las celebraciones, tomando en cuenta, cuando los
halla, la función de los acólitos y lectores ya instituidos por la Iglesia para el
Servicio ordinario del altar, y de la palabra de Dios. Se debe tener en
consideración el testimonio de los laicos, y la consonancia de su vida con el
Evangelio, todo lo cual facilita el que puedan ser bien vistos y aceptados por la
comunidad a la cual han de servir. Para evitar la confusión y el desaliento de los
fieles, no se llame a dirigir estas celebraciones, por ejemplo, a católicos
divorciados y vueltos a casar, que no han alcanzado de la Iglesia y sus tribunales
la nulidad canónica de su primer matrimonio.

Condiciones y Criterios para la colaboración


Los laicos a quienes se les confía la celebración, se designan para colaborar
solamente en ese día y su elección será manifestada públicamente a la
comunidad. Conviene hacer por ellos una oración especial en alguna celebración
anterior, conforme a lo que se propone más adelante en la oración de envío.

El Párroco tendrá el cuidado de impartirles una formación oportuna y de preparar


con ellos la celebración. En algunas diócesis (9), los ministros extraordinarios de la
comunión eucarística son muy bien aceptados por los fieles, como colaboradores
en la celebración de la Liturgia del Miércoles de Ceniza.

Funciones que desempeña el Laico

Los laicos designados aceptarán la tarea que se les ha confiado no tanto como un
honor, sino más bien como un encargo, y en primer lugar como un servicio a los
hermanos, bajo la autoridad del párroco o encargado. Su tarea no les pertenece
de suyo, sino que es supletoria, puesto que la ejercen “cuando lo pide la
necesidad de la Iglesia, al faltar los ministros” (10).

Harán “sólo y todo aquello que concierne al oficio a ellos confiado” (11). Ejercerán
“su propia tarea con sincera piedad y con orden, tal como conviene a su oficio y
como justamente lo exige de ellos el pueblo de Dios” (12).

El laico que dirige la reunión se comporta como uno entre iguales, tal como se
hace en la Liturgia de la Horas cuando no preside un ministro ordenado, y tendrá
que aparecer ante los fieles como el delegado del sacerdote responsable de la
parroquia o comunidad. Si es preciso lo hará constar al principio de la celebración.
Debe quedar claro para él y para los fieles que no se trata de un ministro
ordenado.

Por esta razón el laico NO PODRÁ NI deberá:

 Usar las palabras, los gestos y los lugares que son propios del Presbítero o
el diácono (por ejemplo, la bendición sobre el pueblo haciendo la señal de
la cruz con la mano, el uso del agua bendita, ocupar la sede presidencial,
etc.);
 hacer ritos directamente relacionados con la Misa (por ejemplo: los saludos,
sobre todo “El Señor esté con ustedes”, y la fórmula de despedida);
 hacer la homilía;
 bendecir la ceniza, que deberá estar ya bendita por el ministro ordenado
(13).

Vestimenta del laico

Lleve el laico una vestimenta que no desdiga de su oficio; si es acólito o lector


instituido, revístase únicamente de alba o de túnica. Deberá ocupar “un lugar
discreto en el presbiterio o en la nave, desde donde se le pueda ver y escuchar
bien” (14).

Otras funciones en la celebración

Al preparar la celebración de la Palabra, el encargado procurará distribuir


adecuadamente algunas funciones entre los fieles, como son las de: monitor,
salmista, intencionistas, cantor, los encargados de imponer la ceniza, y de ser
necesario organizar algunos edecanes para la recepción y conducción de la
asamblea. Debe también cuidar la disposición del lugar y el ornato.

Objetos para la celebración y distribución del espacio celebrativo

Los recipientes que contienen la ceniza dispuesta, previamente bendecida por el


ministro ordenado, deberán estar sobre una mesa cuya única preparación
consistirá en estar cubierta con un mantel del color litúrgico correspondiente, es
decir, morado, nada más. Nunca la ceniza bendita deberá ser colocada sobre el
altar; a este respecto recuérdese lo siguiente: “El altar, en el que se realiza el
sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales, es además la mesa del
Señor… es también el centro de acción de gracias en que se realiza la Eucaristía”
(15), razón por la que no es adecuado colocar otros objetos sobre él.

Se encenderán las velas y las luces acostumbradas para las otras celebraciones.

Comentarios relativos a la Palabra de Dios

Para que los participantes puedan meditar la Palabra de Dios, téngase alguna
explicación de las lecturas o un sagrado silencio para la reflexión. Dado que la
homilía está reservada al sacerdote o al diácono, el laico sólo podrá leer la breve
homilía preparada por el párroco, o el Obispo sobre la Cuaresma.

Notas pertinentes

Conviene tener presente y hacer saber a los fieles anticipadamente de ser posible,
las indicaciones relacionadas con el tiempo de Cuaresma, el Miércoles de Ceniza
y la imposición de la ceniza, sobre todo las dictaminadas por el Obispo.

Es muy apremiante que el Párroco dé a los laicos que impondrán la ceniza las
instrucciones necesarias sobre los niños que, no teniendo aún la edad del uso de
razón, son presentados para recibir ceniza por los papás. Y tener presente que
adquirir una costumbre sin entender su significado, lleva a acostumbrarse a no
entender lo que se hace.

Imposición privada de la ceniza


Sólo se deberá llevar la ceniza a quienes la pidan, o bien a quienes tengan la
costumbre de participar, pero que por una verdadera causa grave se vean
impedidos de asistir a la Liturgia de la comunidad y quieren unirse a la celebración
penitencial de la Iglesia. Y debe estar consciente del significado que tiene este
signo.

No hay motivo para imponer ceniza a quien no lo pide, o a quien carece de


conciencia para entender el amplio significado de la penitencia, que no se agota
en el gesto de imponerse ceniza.

Quien desea imponerse la ceniza en particular, debe disponerse reflexionando


acerca del significado de la conversión y las situaciones de pecado a las que debe
dar la espalda en el tiempo de cuaresma, con el fin de prepararse a celebrar la
Pascua de resurrección. Tenga la atención de detenerse un momento ante la
presencia de Dios, y unido a la intención de la Iglesia, escuche la Palabra, haga
las oraciones y siga el rito de la imposición de la ceniza en ausencia del ministro.

El párroco puede investigar con anticipación quiénes son los fieles que
ciertamente se encuentren bajo algún impedimento grave para asistir a la
celebración comunitaria, y les enviará una persona y el texto necesario para el rito
de la imposición. Es aconsejable que envíe a uno de los laicos previamente
asignados para imponer la ceniza; o bien que haga saber con claridad a los fieles,
quién y bajo qué condiciones se puede imponer la ceniza en particular,
proporcionando el texto para la imposición de la ceniza, o una copia de las
indicaciones que haya de parte del Obispo.

En todos los casos la ceniza se impone sobre la cabeza, recordando el gesto


bíblico que consistía en cubrirse enteramente de sayal y ceniza desde la cabeza
hasta los pies. no es correcto y por lo mismo no está permitido utilizar cualquier
tipo de sello, corcho o cosa semejante.

Notas litúrgicas para el conocimiento


de todos los fieles

NOTA IMPORTANTE. Durante la imposición de la ceniza se sugiere que se


comunique a la Asamblea el sentido penitencial de la ceniza, y las normas sobre el
ayuno y la abstinencia para la Arquidiócesis de México, leyendo estas NOTAS
LITÚRGICAS, mientras el pueblo va saliendo.

Imposición de la ceniza como signo de penitencia

El hecho de cubrirse con ceniza en señal de penitencia y de duelo aparece con


frecuencia en el Antiguo Testamento. Sin embargo, desde los primeros siglos de la
Iglesia, algunos cristianos, por propia iniciativa, se cubrían de ceniza los días de
penitencia comunitaria, y durante los 40 días anteriores a las celebraciones
pascuales. Esta práctica se extendió mucho tiempo después, para aquellos
pecadores que hacían penitencia reconociendo públicamente sus pecados. Hace
aproximadamente mil años (16) se decretó que todo bautizado se impusiera
ceniza, como señal de penitencia y preparación para celebrar la Pascua.

La Penitencia y el Ayuno en la Iglesia Universal

Hoy la Iglesia nos recuerda que por ley divina todos los fieles están obligados a
hacer penitencia (17). Y con el fin de que todos los fieles estén unidos en una
celebración común de la penitencia, la Sede Apostólica ha fijado los viernes de
todo el año y el Miércoles de Ceniza como los días en que ha de
observarse obligatoriamente. Y ha fijado como días de ayuno obligatorio este
miércoles y el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor (18). El ayuno es el único
signo obligatorio.

Imposición de la Ceniza y su significado actual

La penitencia acompañada del signo de la imposición de la ceniza, actualiza en


nuestra historia la Pascua redentora de Cristo para prepararnos a la celebración
del paso que Cristo dio por todos nosotros en su Pasión, Muerte y Resurrección,
rescatándonos de las tinieblas del odio, del pecado y de la muerte y llevándonos a
la luz admirable de la vida eterna en el amor.

La cuaresma es tiempo para unirnos en un ejercicio intenso y consciente de


conversión, crucificando la carne con sus pasiones y sus apetencias, muriendo al
odio, a la vanidad de las cosas mundanas y a nosotros mismos, de manera que,
mediante la oración, el ayuno y la caridad, estemos mejor preparados para
resucitar con Cristo a la vida nueva, de la que comenzamos a participar el día de
nuestro Bautismo.

La imposición de la ceniza exige el uso de razón para entender lo que es la


penitencia, este ordinariamente se alcanza alrededor de los seis años. Por
esto, los infantes menores de seis años no están obligados a la penitencia,
ni a la ceniza. Por supuesto, tampoco lo están los no bautizados.

NORMAS SOBRE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA

Se debe observar abstinencia de carne y ayuno: el miércoles de ceniza y el


Viernes Santo.

El ayuno obliga a hacer una sola comida durante el día, pero no prohíbe tomar
un poco de alimento por la mañana y por la noche, ateniéndose en lo que respecta
a la calidad y a la cantidad a las costumbres locales aprobadas. Obliga a todos
los jóvenes y adultos entre los 18 y los 59 años (19).

La abstinencia prohíbe el uso de toda clase de carnes, incluida la


llamada carne blanca, de pollo o de alimentos marinos, pero no el uso de huevos,
lacticinios y cualquier condimento a base de grasa de animales. El sentido de la
abstinencia es de purificación, y sobre todo de renuncia al pecado para agradar a
Dios las buenas obras de caridad hacia el prójimo y oración. Ésta obliga a todos
los mayores de 14 años, que se encuentren sanos.

Se debe observar abstinencia de carne todos los viernes del año.

Sin embargo, el Episcopado mexicano (20), consciente de la situación económica


de muchos fieles, dispone la posibilidad de suplir esta abstinencia de
carne (excepto en miércoles de ceniza y Viernes Santo):

 Por la abstinencia de otro alimento de especial agrado.


 Por una obra de caridad especial.
 Por una obra de piedad especial.
 Por otro sacrificio significativo.

RITOS INICIALES

Reunido el pueblo, el encargado de dirigir se sitúa en su lugar conforme a las


indicaciones anteriores. Si el Santísimo Sacramento está reservado hará
genuflexión. Si no lo está hará una inclinación profunda al altar, pero en ningún
caso lo besará. Se puede entonar un canto apropiado o se proclama la Antífona
de entrada.

En la imposición individual de la Ceniza, se inicia el momento de oración con la


Oración Colecta.

Antífona de entrada

Sab 11, 24-25. 27

El monitor, si se omitió el canto de entrada, invita a todos a proclamar de pie la siguiente


antífona:

Señor, tú tienes misericordia de todos y


nunca odias a tus creaturas; borras los pecados
de los hombres que se arrepienten
y los perdonas, porque tú, Señor,
eres nuestro Dios.

El encargado, terminado el canto o la proclamación de la Antífona, se santigua diciendo:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.

Saludo

El encargado, para saludar a los presentes deberá usar únicamente la siguiente invitación
a bendecir al Señor:
Los saludo a todos ustedes como delegado de nuestro párroco (o sacerdote
encargado). Bendigamos juntos al Señor que nos convoca para alimentarnos con
su Palabra y para prepararnos mediante la penitencia a la celebración de las
fiestas pascuales.

R. Bendito seas por siempre, Señor.

El Monitor hará a continuación la siguiente introducción, con las siguientes palabras u


otras semejantes:

Monición

Hermanos y hermanas, unidos a la Iglesia Universal, iniciamos hoy los cuarenta


días de preparación para la celebración de la Pascua de la resurrección del Señor,
que es la fiesta más grande de la fe. Empezamos un tiempo que pone el énfasis
en la conversión, una etapa del año en la que nos ejercitamos en la renuncia al
mundo, a la carne, al pecado y al demonio; tiempo en que la Iglesia manda la
penitencia, que consiste en oración, abstinencia y caridad, acompañados del
arrepentimiento por nuestros pecados. Así nos unimos a la muerte de Cristo, para
resucitar con él, al mismo tiempo que nos fortalecemos en él para vencer al mal en
nuestras vidas.

La ceniza que hoy vamos a imponer sobre nuestra cabeza como signo de
penitencia, nos recuerda que este mundo material y temporal es pasajero y no
vale la pena depender de él. Mientras que hay que someter todo a la vida nueva y
eterna que Cristo nos regaló el día del Bautismo, por los méritos de su gloriosa
Pasión y Resurrección. Dispongámonos a participar con atención.

Oración colecta

El encargado dice luego:

Oremos.

Todos oran en silencio durante unos instantes. El encargado entonces, sin extender las
manos, dice la oración Colecta:

Que el día de ayuno con el que iniciamos,


Señor, esta Cuaresma, sea el principio
de una verdadera conversión a ti,
y que nuestros actos de penitencia
nos ayuden a vencer el espíritu del mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
El monitor, terminada la Oración Colecta, indica a la asamblea que tome asiento y todos
se sientan.

El salmista pasa al ambón a recitar el Salmo responsorial, con el fin de disponer a la


asamblea para escuchar el Evangelio.

En la imposición individual el salmo se recita con alguna persona que acompaña, o bien
se medita en silencio.

Salmo responsorial

Del salmo 50

R. Misericordia, Señor, hemos pecado.

1. Por tu inmensa compasión y misericordia,


Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos
y purifícame de mis pecados. R.

2. Puesto que reconozco mis culpas,


Tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti solo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo. R.

3. Crea en mí, Señor, un corazón puro,


un espíritu nuevo
para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mi tu santo espíritu. R.

4. Devuélveme tu salvación, que regocija,


y mantén en mí un alma generosa.
Señor, abre mis labios
y cantará mi boca tu alabanza. R.

El monitor, terminado el Salmo, indica a la asamblea que se ponga de pie.

El encargado se dirige al ambón, omite el saludo y dice solamente:

Escuchen, hermanos, el santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar


sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no
tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando des limosna, no
lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las
calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su
recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda
lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve
lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los
hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de
las plazas, para que la gente los vea. Yo les aseguro que ya recibieron su
recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora ante tu Padre, que está allí en lo secreto; y tu Padre, que ve lo
secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como
esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note
que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en
cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la
gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que
ve lo secreto, te recompensará”.

El encargado al final de la proclamación comunitaria del Evangelio, dice:

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti, Señor Jesús.

El monitor, terminada la proclamación del Evangelio, invita a sentarse a la asamblea.

El encargado lee la breve homilía escrita por el párroco, o sacerdote responsable de la


comunidad, o por el Obispo. Esta es seguida de un breve momento de silencio.

Los encargados de imponer la ceniza, al concluir le lectura, se preparan dirigiéndose al


lugar desde el cual impondrán la ceniza a los fieles, a menos que el Párroco haya
indicado que la ceniza se impone antes de salir, como rito final.

Generalmente acuden multitudes a las celebraciones penitenciales de la Palabra, en las


situaciones antes mencionadas. En estos casos la entrada de un grupo de fieles se
obstaculiza con la salida del otro, o resulta un desorden cuando los fieles desean volver a
su asiento. Por lo tanto, cada Párroco con los encargados, hará las adaptaciones que
considere necesarias después de la homilía, tomando en cuenta que nada impide que
después de la Oración Conclusiva tenga lugar la imposición de la ceniza, según convenga
más para el provecho de los fieles y la mayor organización de la celebración.

Imposición de la Ceniza

El monitor invita enseguida a la asamblea a ponerse de pie.

Los encargados de imponer la ceniza, la imponen exclusivamente sobre la cabeza a


todos los que se acercan a recibir la ceniza, y dicen a cada uno:

Arrepiéntete y cree en el Evangelio ( Mc 1, 15).

Después de recibir ceniza se continua de pie con la Plegaria universal, seguida de la


recitación del Padre Nuestro.
Los intencionistas pasan con las intenciones escritas al lugar donde se van a recitar
después de la invitación que hace el encargado. En el caso de la imposición individual se
recita todo hasta la Conclusión del Rito, inclusive.

Plegaria universal

El encargado, terminada la imposición, dice:

Demos gracias a Dios nuestro Padre, que nos concede el don de iniciar hoy el
tiempo cuaresmal; roguémosle que, durante estos días de salvación, la acción de
su Espíritu purifique nuestros corazones y los llene de su amor, y digámosle:

R. Danos, Señor, tu Espíritu Santo.

Los intencionistas proponen las peticiones pasando uno tras otro.

1. Por la Santa Iglesia de Dios, para que Él bendiga su penitencia, la proteja


de los ataques del enemigo, y la muestre a los hombres como instrumento
de Salvación. R.
2. Por nuestros gobernantes, para que Dios les conceda la sabiduría de su
Espíritu, a fin de que promuevan mejores condiciones de vida entre sus
gobernados. R.
3. Para que el Señor se apiade de todos los hombres, y les conceda el
arrepentimiento a cuantos viven apartados del bien. R.
4. Por todos nosotros, para que la práctica humilde y digna de las obras de
piedad que realizamos en esta cuaresma, nos libre de las intenciones
vanas, y nos alcance una recompensa en el Reino del Padre eterno. R.

El encargado, terminadas las peticiones, concluye diciendo:

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, digamos confiadamente a nuestro


Padre:

Padre nuestro…

Conclusión del Rito

El encargado, concluye la celebración con la fórmula que se sugiere a continuación:

Oración Conclusiva

Señor, abre nuestro corazón


a la justicia y a la caridad
para que observemos así
el único ayuno que tú quieres,
y que conduce a nuestra salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén

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