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Introducción
“El miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos
inician, con la imposición de la ceniza, el tiempo establecido para la purificación
del espíritu. Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha
mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición
del hombre que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su
voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestra compasivo
con él. Con este mismo signo comienza el camino de su conversión, que
culminará con la celebración del sacramento de la penitencia en los días que
preceden la Pascua.
Con el fin de que estos actos de culto se lleven a cabo con la dignidad y la piedad
debidas, en un tiempo razonable para los fieles, la Comisión de Liturgia de la
Arquidiócesis de México ofrece para el Miércoles de Ceniza, esta propuesta
de Liturgia Penitencial de la Palabra, para la imposición de la ceniza en ausencia
del Ministro ordenado; de acuerdo con lo establecido por la Instrucción Inter
Œcumenici(4) y conforme a las indicaciones de la Iglesia presentadas en el
Leccionario y el Misal(5).
Este libreto para la celebración ha sido preparado con una doble finalidad.
Primera, proporcionar a los párrocos la información indispensable para llevar a
cabo celebraciones bien orientadas, conforme a la costumbre de la Iglesia y sin
abusos. Como también, para designar, capacitar y proporcionar a los laicos el
material necesario para que cooperen dirigiendo la liturgia de la Palabra para la
imposición de la ceniza, como les corresponde.
Segunda, hay que tomar en cuenta que muchos miembros de la Iglesia, desde los
cristianos de los primeros siglos hasta nuestros días, han practicado bajo diversas
circunstancias y en distintas épocas, la costumbre de imponerse ceniza por su
cuenta. Hoy también, algunos fieles que no pueden asistir a la Liturgia del día por
algún impedimento verdaderamente grave, como pueden ser la enfermedad, la
edad avanzada, etc., manifiestan su deseo de imponerse la ceniza, pidiendo a los
mismos fieles que se les lleve de la que se ha bendecido en la iglesia al lugar
donde se encuentran. Esta práctica debe ser orientada como un acto mediante el
cual se unen a la comunidad de creyentes que se dispone a iniciar un camino.
En todo caso, el párroco debe ayudar a los fieles para que comprendan con
claridad, que tales celebraciones tienen carácter supletorio y no pueden
considerarse como la mejor solución a las nuevas dificultades, o como una
concesión hecha para su comodidad (6). También debe darles a entender sin
reserva, que un gesto ritual, como la imposición de la ceniza, exige como
condición indispensable para encontrarnos con el Señor, la proclamación de la
Palabra y la oración en unidad con la Iglesia, de manera que este gesto religioso
no se convierta en una forma de manipulación, de vanidad religiosa, o de
costumbre sin sentido cristiano.
No está de más recordar que el miércoles de ceniza se prohíben las misas rituales
y de difuntos (7).
Celebración comunitaria
de imposición de la ceniza (8)
Los laicos designados aceptarán la tarea que se les ha confiado no tanto como un
honor, sino más bien como un encargo, y en primer lugar como un servicio a los
hermanos, bajo la autoridad del párroco o encargado. Su tarea no les pertenece
de suyo, sino que es supletoria, puesto que la ejercen “cuando lo pide la
necesidad de la Iglesia, al faltar los ministros” (10).
Harán “sólo y todo aquello que concierne al oficio a ellos confiado” (11). Ejercerán
“su propia tarea con sincera piedad y con orden, tal como conviene a su oficio y
como justamente lo exige de ellos el pueblo de Dios” (12).
El laico que dirige la reunión se comporta como uno entre iguales, tal como se
hace en la Liturgia de la Horas cuando no preside un ministro ordenado, y tendrá
que aparecer ante los fieles como el delegado del sacerdote responsable de la
parroquia o comunidad. Si es preciso lo hará constar al principio de la celebración.
Debe quedar claro para él y para los fieles que no se trata de un ministro
ordenado.
Usar las palabras, los gestos y los lugares que son propios del Presbítero o
el diácono (por ejemplo, la bendición sobre el pueblo haciendo la señal de
la cruz con la mano, el uso del agua bendita, ocupar la sede presidencial,
etc.);
hacer ritos directamente relacionados con la Misa (por ejemplo: los saludos,
sobre todo “El Señor esté con ustedes”, y la fórmula de despedida);
hacer la homilía;
bendecir la ceniza, que deberá estar ya bendita por el ministro ordenado
(13).
Se encenderán las velas y las luces acostumbradas para las otras celebraciones.
Para que los participantes puedan meditar la Palabra de Dios, téngase alguna
explicación de las lecturas o un sagrado silencio para la reflexión. Dado que la
homilía está reservada al sacerdote o al diácono, el laico sólo podrá leer la breve
homilía preparada por el párroco, o el Obispo sobre la Cuaresma.
Notas pertinentes
Conviene tener presente y hacer saber a los fieles anticipadamente de ser posible,
las indicaciones relacionadas con el tiempo de Cuaresma, el Miércoles de Ceniza
y la imposición de la ceniza, sobre todo las dictaminadas por el Obispo.
Es muy apremiante que el Párroco dé a los laicos que impondrán la ceniza las
instrucciones necesarias sobre los niños que, no teniendo aún la edad del uso de
razón, son presentados para recibir ceniza por los papás. Y tener presente que
adquirir una costumbre sin entender su significado, lleva a acostumbrarse a no
entender lo que se hace.
El párroco puede investigar con anticipación quiénes son los fieles que
ciertamente se encuentren bajo algún impedimento grave para asistir a la
celebración comunitaria, y les enviará una persona y el texto necesario para el rito
de la imposición. Es aconsejable que envíe a uno de los laicos previamente
asignados para imponer la ceniza; o bien que haga saber con claridad a los fieles,
quién y bajo qué condiciones se puede imponer la ceniza en particular,
proporcionando el texto para la imposición de la ceniza, o una copia de las
indicaciones que haya de parte del Obispo.
Hoy la Iglesia nos recuerda que por ley divina todos los fieles están obligados a
hacer penitencia (17). Y con el fin de que todos los fieles estén unidos en una
celebración común de la penitencia, la Sede Apostólica ha fijado los viernes de
todo el año y el Miércoles de Ceniza como los días en que ha de
observarse obligatoriamente. Y ha fijado como días de ayuno obligatorio este
miércoles y el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor (18). El ayuno es el único
signo obligatorio.
El ayuno obliga a hacer una sola comida durante el día, pero no prohíbe tomar
un poco de alimento por la mañana y por la noche, ateniéndose en lo que respecta
a la calidad y a la cantidad a las costumbres locales aprobadas. Obliga a todos
los jóvenes y adultos entre los 18 y los 59 años (19).
RITOS INICIALES
Antífona de entrada
Saludo
El encargado, para saludar a los presentes deberá usar únicamente la siguiente invitación
a bendecir al Señor:
Los saludo a todos ustedes como delegado de nuestro párroco (o sacerdote
encargado). Bendigamos juntos al Señor que nos convoca para alimentarnos con
su Palabra y para prepararnos mediante la penitencia a la celebración de las
fiestas pascuales.
Monición
La ceniza que hoy vamos a imponer sobre nuestra cabeza como signo de
penitencia, nos recuerda que este mundo material y temporal es pasajero y no
vale la pena depender de él. Mientras que hay que someter todo a la vida nueva y
eterna que Cristo nos regaló el día del Bautismo, por los méritos de su gloriosa
Pasión y Resurrección. Dispongámonos a participar con atención.
Oración colecta
Oremos.
Todos oran en silencio durante unos instantes. El encargado entonces, sin extender las
manos, dice la oración Colecta:
LITURGIA DE LA PALABRA
El monitor, terminada la Oración Colecta, indica a la asamblea que tome asiento y todos
se sientan.
En la imposición individual el salmo se recita con alguna persona que acompaña, o bien
se medita en silencio.
Salmo responsorial
Del salmo 50
Imposición de la Ceniza
Plegaria universal
Demos gracias a Dios nuestro Padre, que nos concede el don de iniciar hoy el
tiempo cuaresmal; roguémosle que, durante estos días de salvación, la acción de
su Espíritu purifique nuestros corazones y los llene de su amor, y digámosle:
Padre nuestro…
Oración Conclusiva