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DIDÁCTICA
Yves Chevallard
•
AIQUE
manece ajeno al campo de conciencia del enseñante como mún —eterno aliado de todas las malas causas. Nos escanda-
tal: la conciencia didáctica es cerrada lizaremos de la afrenta lanzada contra el orden y los valores
porque el sistema didácti-
co es abierto. La clausura de la conciencia didáctica responde del mundo —qui. ro decir, de la institución, así el trabajo den-
subjetivamente a la autonomía relativa del sistema didáctico; tífico está hecho de minúsculas revoluciones copernicanas,
es la forma vivida de la condición de posibilidad de la ense- que son a su vez pequeños escándalos. Es verdad, mientras
ñanza. iEl sistema didáctico no existe sino para ser compati- tanto, que los 'primeros usos de un concepto se consideran
ble con su entorno; y esta compatibilización pasa por una dis- frecuentemente como cases "patológicos", porque se trata de
minución de la conciencia del entorno por parte de los agen- forzar las características con el propósito de ver o hacer ver.
tes del sistema! El destino del saber se juega en esta astucia De modo que la pertinencia del concepto, su utilidad o su ne-
del funcionamiento didáctico. Con respecto a él, sería inade. cesidad, aparecen ligados a casos límites y parecen no incluir
cundo habl— de génesis y filiaciones, de rupturas y reformu- más que lo ab. .ote o lo monstruoso. Si, pasando del hecho
laciones. Pues supondría dar cabida legítima a una cuestión al derecho, consideramos esos casos como los únicos a los
que no puede sostenerse. El saber que produce la transposi- que se aplica con justicia el concepto, también considerare-
ción didáctica será por lo tanto un saber exiliado de sus orí- mos exagerado e ilegítimo el uso sistemático del concepto —es-
genes y separado de su producción histórica en la esfera del ta ley de hierro del trabajo científico. (Aun en la década de
saber sabio legitimándose, en tanto saber enseñado, como al- 1920, el hombre común podía llegar a aceptar que la repre-
go que no es de ningún tiempo ni de ningún lugar, y no legi- sión, concepto freudiano, se aplicara a los locos, pero objeta-
timándose mediante el recurso a la autoridad de un produc- ba que era falso querer someter a él a las personas de bien.)
tor, cualquiera que fuere. "Pueden creerme", parece decir el Sin embargo, lo sabemos, la "resistencia" también puede in-
docente, para afirmar su rol de transmisor, que no puede vertir su curso, hacerse aceptación entusiasta, proselitismo
transmitir sino bajo la condición de no producir nada, "pue- ofensivo, ardoOpor propagar la "verdad", y así es como se co-
den creerme.porqt) Qno-se -tratrde-mí." Aversi6iidelarefia-- rrigen-las ecitaivocaciones..Entoncesca la.inversa,. se asignará
al corképto el territorio más vasto, la legitimidad más exten-
nuales hacia todo b que anclaría en una historia el saber que
sa; y, en el mismo movimiento, se creerá obligatorio asignar
ellos promueven. Lo que ha sido y ya no es, no existe siquie-
ra en el recuerdo: ése es el secreto del funcionamiento sin his- a lo patológico, que el concepto contribuyó primero a expli-
toria de la institución. El saber enseñado supone un proceso car, una extensión máxima. (Así es como el hombre común
de naturalización, que le - confiére la evidencia incontestable cultivado de nuestros días, henchido de psicoanálisis, procla-
de las cosas naturales; sobre esta naturaleza "dada", la escue- mará que "tod • ('''1115 neuróticos"). Existe una relación ar-
caica con el v.ber de la que sin duda no nos desharemos ja-
la espera ahora su jurisdicción, fundadora de valores que, en
adelante, administran el orden didáctico.
•
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más completamente. Emocionalmeni -• vivimos toda conquis- zado... De hecho, el debate no es en este caso más que apa-
ta de la verdad como reparación de tina pri ación inmemo- rentemente un debate técnico (¿Qué extensión conviene dar
rial, como una victoria obtenida, no sobre la ignorancia —que al proceso de transposición didáctica? ¿Hay que segmentar-
en definitiva es una cuestión de la que somos responsables—, lo? Y en ese caso ¿qué segmentación hay que mantener?). Ba-
sino sobre cierta voluntad de secreto, venida de nadie sabe jo la apariencia de una elección teórica, el enseñante no eli-
dónde pero evidente por su mismo misterio. ge, porque no tiene poder de elección. Retiene del proceso
Rechazo irritado, aceptación generosa: son las dos ver- el único momento en el que se sabe involucrado: la redacción
tientes de una misma emoción. En apariencia, también pue- del texto del saber —el cual, previamente, en la etapa de la re-
de prevalecer otro tono, caracterizado por una cierta sangre dacción (realizada bajo la ferina del manual o de notas del
fría, un laconismo en la confesión que deja poco espacio al profesor) no es más que un "rnetatexto", que no está escrito
debate. Dos reacciones, de las que utedo hacerme eco aquí, definitivamente en ninguna parte, que es una matriz de va-
completan e ilustran los análisis precedentes. El "concepto" riantes que le darán forma concreta. Mediante esta cómoda
será, en apariencia, fríamente admitido, como si fuera obvio. ignorancia, el enseñante aniquila las fases del proceso que no
Simplemente se considera que un día se ha agregado una sabe gobernar (y que, de hecho, gobiernan su "elección"). Y
nueva palabra a las palabras de la tribu. Simple agregado que ese movimiento de clausura de su campo de conciencia le
no altera la anterior economía del léxico. La "teoría" desem- permite sostener la ficción de la transparencia vivida —actua-
peña ahora el papel de homeostato //aeración de banaliza- da— del funcionamiento didáctico (es decir, de lo que perci-
ción, donde el concepto está vaciado, pierde su fuerza y, pues- be de éste), y de su capacidad de asumir su control a partir
to a funcionar en los enunciados más nimios, carece final- de las únicas variables directrices de las que dispone —en pri-
mente de objeto propio. En todo caso, sólo se impone el sig- mer lugar, el juego sobre el texto del saber.
nificante; es sólo el vocabulario lo que ha cambiado. Es ver- Pero también puede verse otra reacción, que en verdad
dad, se dirá, es verdad que hay transposición didáctica: larga- no me esperaba, proveniente de otro campo, el de los didac-
nicemos pues esas transposiciones didácticas! El activismo tas. "De acuerdo", dijeron algunos de ellos, "hay transposi-
obstruye el análisis y una cierta actitud reflexiva. Preparar ción didáctica"; y —también "de acuerdo"— hay que analizar
una-lección-sobre el-logaritmo -se -vuelve,- entonces,--hacer la-- - - ese proceso.(ya no.se trataba.aquf,por el momento, y en con-
transposición didáctica de la noción de logaritmo. Sin embar- traste con la preocupación inmediata de los Profeso.res, de'
go, preparar un lección es sin duda trabajar con la transposi- "fabricar" transposiciones didácticas). ¿Pero por qué hacer
v .9.
ción didáctica (o más bien, en la transposición didáctica); ja- partir el análisis del análisis del saber sabio? Aquello que es-
más es hacer la transposición didáctica. Cuando el enseñante bocé a prdpósito de la resistencia al concepto permite creo,
io interviene para escribir esta variante local del texto del saber aclarar esta sorprendente respuesta. La exclusión del saber
que él llama su CUTSO, o para preparar su cursa (es decir, para sabio, que hace posible el desfase temporal e institucional
c.
realizar el texto del saber en el desfiladero de su propia pala- que separa el saber sabio y sus avatares didácticos por parte
bra), ya hace tiempo que la transposición didáctica ha comen- del proceso de transposición, es aquello por lo cual el orden
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didáctico se constituye como cerrado sobre sí mismo. Este sabio, suprimiendo uno de los términos del problema plan-
modelo en pequeño que desearíamos ver sometido a nuestra teado, borra el problema prepara el retorno subrepticio y
única legislación, manifiesto unicamente ante nuestra mira- obcecado de la ficción unitaria que el concepto de transposi-
da, adopta aquí su autonomía en la conciencia para alejarse ción didáctica denuncia a :laves de la separación que señala
de lo que, en última instancia, funda su legitimidad. La afir- tercamente en el interior régimen del "saber". Por el contra-
mación del desinterés del análisis del saber sabio -arrojado rio, cuando se le asigna al balá.: sabio su justo lugar en el
así enteramente y sin pena a la historia ya la epistemología de proceso de transposición y, sin que el análisis de la transposi-
las matemáticas- manifiesta la infiltración, en la problemáti- ción didáctica sustituya indebidamente al análisis epistemoló-
ca del didacta, de los valores que organizan el punto de vista gico siriclo sensu, se hace evidente que es precisamente el con-
del docente. Nunca se insistirá demasiado al decir que la rup- cepto de transposición didáctica lo que permite la articula-
tura por la que se abre un nue*: espacio científico -el de la ción del análisis epistemológico con el análisis didáctico,ne
didáctica de las matemáticas, como espacio no reductible a convierte entonces en guía del buen uso de la epistemología
los diversos territorios ya delimitados (los de la psicología, la para la didáctica. De ese modoslos epistemólogos nos apor-
sociología, etc.)- es una ruptura continuada, una operación tan el concepto de Pgemática. Pero éste se revela un arma
reiterada, que reencontramos en cada uno de nuestros gestos. muy útil para nuestro praposno: en el paso de tal elemento
Hijo pródigo, el didacta se siente permanentemente tentado del saber sabio al elemento que le . esponde -o mejor, del
de volver a la Morada del Padre y teme involucrarse con la cual él responde- en el saber enseñado, hay antes de nada un
problemática del enseñante. Más de una vez cae presa de la invariante (en general un significante: "conjunto", "distan-
acuciante nostalgia del alma males, de la que un día se apartó cia", etc.) y hay una variación, una separación, que constitu-
porque se le hizo necesaria una cierta distancia epistemológi. ye toda la CI Ja y que el examen de las problemáticas
ca y axiológica para poder reencontrarla finalmente de otra
respectivas -la problemática del elemento de saber en el sa-
manera -para poder hacerse didacta. ber sabio, la p ilemática del elemento de saber puesto en
• En sentido restringido lla transposición didáctica desig- correspondenc: t con el saber enseñado- hará surgir inevita-
na pues el paso dél saber sa io al saber enseñado. Pero la es- •) blemente. El ejemplo de la reforma de las matemáticas mo-
peohadad del tratamiento didáctico del saber puede com- dernas constituye un caso excepcional para desarrollar este
. p en ersemiejor a tráéés•de fa-confrontación de:los-E:16X tett" tipo de investigaciónes. Con mucha freCuencia el sibeiren-sé-
m:nos, tle-lá-ElEstancia qué los separa, más allá de lo que los fiado se encontró profundamente modificado, en pocos
La transpos ición didáctic
acerca e impone confrontarlos. En verdad, el "olvido" del sa- años, y hubo iiue transponer una inmensa cantidad de de-
beiiibio no oscurece en absoluto el desarrollo atento del mentes tomados del saber sabio (de las matemáticas de los
análisis del saber enseñado: no es más que el primer tiempo matemáticos). Sin embargo, contrariamente a ciertos casos
de la sustitución, en el análisis del saber enseñado, del análi- de transposición, que el especialista de la disciplina identifi-
sis del saber sabio, en h ilusión reencontrada de uha identi- ca con facilidad ya que proceden brutalmente de una descon-
dad feliz entre ambos. El distanciamiento ostentoso del saber textualización del< s significantes (seguida de su recontextua-
%ft -ce 1
24 2501c,
• lización en un discurso diferente), las numerosas transferen- tan completamente como durante el momento de la enseñan-
cias llevadas a cabo por la reforma permitieron conservar seg. za ("Pueden creerme, porque. no es mío..."). Pero comienza
mentos lo suficientemente amplios del - 'iscurso sabio corno indiscutiblemente en la comunidad académica. Asume en
para desviar la atención de los matemáticos que apadrinaban ella, es cierto, modalidades y funciones diferentes. Según las
la operación. Pero, si el contexto ": u...vo" era de ese mo- condiciones de la exposición del saber, este proceso debe dar
do parcialmente conservado, en relación con otro contexto, la lugar primero a la difusión y a partir de allí, a la producción
descontextualización efectivamente operada se volvía poco social de conocimiento. Más tarde, además, en la intimidad
identificable y no se identificaba como tal porque trascendía del funcionamiento didáctico, cumplirá una función entera-
el texto del saber, la red de las problemáticas y de los problemas mente diferente: de reproducción y de representación del sa-
en la que el elemento descontextualizado hallaba original- ber, sin estar sometido a las mismas exigencias de producti-
mente sus usos, su empleo, es decir, su sentido. Sabemos que vidad. El juego del saber adopta ahora un aspecto totalmen-
"neron necesarios algunos años para que los matemáticos te diferente.
percibieran este error.
Curiosamente hay que agregar, a los argumentos prece-
dentes, otro de sentido contrario. El saber sabio nos interesa
porque ciertas exigencias que intervienen en la preparación Hay más de un modo en que un concepto pierde su
didáctica del saber, están ya influyendo a partir de la consti- carácter incisivo. Son los usos que sabemos darle y que le da-
tución del saber sabio o a/ menos a partir de la formulación mos los que le otorgan su fuerza explicativa, su valencia epis-
discursiva de ese saber. Esto ocurre particularmente en el ca- temológica. Un concepto puede gastarse a fuerza de usos in-
so de la exigencia de despersonalización, a la que indudable- correctos. No basta, entonces, con plantear que hay transpo-
mente no hemos otorgado la merecida atención. Todo saber sición didáctica y dejar las cosas én ese punto. Preguntémo-
considerado in salta nascendi está vinculado a su productor y nos, más bien: "¿Por qué hay transposición didáctica?" La res-
se encarna en él, por así decirlo. Compartirlo, en el interior puesta —"Porque el funcionamiento diddclico del saber es dis-
clet la ,comunidad académica, -supone•unsciertotrado 'de "dég--- • '6)10 dellutici-onamiento:acadérnico, porquehay dos regíme-
personalización, que es requisito para la ftublicidad del saber. nes del saber, interrelacionacios pero no superponibles"— ha-
Se•olvida demasiado, por ejemplo, que lo que llamamos hoy ce surgir una nueva pregunta, que permite ampliar la temáti-
la mecánica clásica fue primero el saber personal, casi esoté- ca del cuestionamiento y profundizar el debate (para ahon-
rico, dé Isaac Newton, y que fue de las presiones de su entor- dar en profundidad es preciso ahondar en amplitud). La
no que nacieron finalmente los Principia. Y sabemos también transposición didáctica tiene lugar cuando pasan al saber en-
que Cantor pagó muy caro ese saber tan extrañamente ligado senado elementos del saber. ¿Pero por qué son necesarios
a su persona —hasta la locura— que, menos de un siglo des- esos flujos? Comúnmente, el saber enseñado vive muy bien
pués y furiosamente transpuesto ya era moneda corriente. Sin encerrado sobre sí mismo, en una plácida autarquía, protegi-
duda el proceso de despersonalización no se realiza nunca do por lo que hemos llamado la "clausura de la conciencia di-
.
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dáctica" —este distanciamiento, tan eminentemente funcional,
signado ordinariamente por el prograr •1 se forma un con-
del resto del mundo. Y cuando se lo observa, el funciona-
trato didáctico que toma ese saber como objeto de un proyec-
miento didáctico revela incluso una verdadera capacidad de
to compartido de enseñanza y aprendizaje y que une en un
producción de saber a los fines del autoconsumo. Esta cread-
mismo sitio a docentes y alumnos. El entorno inmediato de
vidad didáctica introduce muchas variaciones sobre los gran-
un sistema didáctico está constituido inicialmente por el sis-
des motivos de la más alta ascendencia (el único coseno de las
tema de enseñanza, que reúne el conjurm de sistemas didácti-
matemáticas hace surgir dosel grande y el pequeño, sin vio-
cos y tiene a su lado un conjunto diversificado de dispositivos
lar en nada la legalidad matemática y con toda legitimidad di- estructurales ce permiten el funcionamiento didáctico y
dáctica). Hasta cierto punto, el funcionamiento didáctico es, que intervienen en él en diversos niveles. Incluye, por ejem-
pues, capaz de proveer a sus propias necesidades en cuanto al plo, medios multiformes (oficiales y oficiosos) de regulación
saber que se va a enseñar. ¿Por qué, entonces, un día, en cier-
de los flujos de alumnos entre los sistemas didácticos, asegu-
to momento de su historia, esta apacible economía debe rando (entre ou..s funciones) la formación del conjunto de
abrirse a aportes que no son de su elaboración? ¿Por qué ese los sistemas didácticos de modo viable. No nos detendremos
funcionamiento aparentemente armonioso y sereno llega a aquí en esas cuestiones, que se corresponden esencialmente
entrar en crisis?.
a otras área, del análisis didáctico, en las que se plantean pro-
blemas igualmente profundos (que se refieren precisamente
a las condiciones de la constitución viable de los sistemas di-
dácticos tales como las de Ia heterogeneidad u homogenei-
dad de las clases). El sistema de enseñanza —la "miniatura" de
la que hablé anteriormente— posee a su vez un entorno, que
podemos denominar, si lo deseamos, la sociedad, la sociedad
figura 1
"laica", por contraste con esa suciedad de expertos que es el
sistema de enseñanza/educativo. Ese entorno se caracteriza
Será útil, para responder a esas preguntas, utilizar un evidentemente por una estructuración en extremo compleja.
pequeño esquema teórico cuyo provecho no se limita, cierta:, , en•una-primera'aproximación; no podemos-dejarde in-- • —
haremos en esta ocasión. Ya me he referido troducir en él una especificación muy simple: retendrem6s-
antes al sistema didáctico. Aquí está representado con sus tres
de él solamen'e a los "padres" y los académicos (los matemáti-
lugares (P: el enseñante, E: los alumnos, S: el saber enseñado)
cos) —y luego, por supuesto, la instancia politica, decisíonal y
y las interrelacignes entre ellos. Es predso ahora estructurar ejecutiva (el Ministerio, etc.), es decir el órgano de gobierno -o
más finamente lo que denominé su "entorno". Concretamen- del sistema de enseñanza. En este estadio de la descripción,
te, los sistemas didácticos son formaciones que aparecen cada
d decorado sólo está parcialmente reconstruido.
año hacia el mes de septiembre'*: alrededor de un saber (de-
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de la noosfera según los diferentes saberes enseñados, acerca tos a distancia, por un tiempo) de su acción y del movimien-
de los cuales los "especialistas" —no sil, I. .L, como acaba- to de conjunto donde se inscribía la historia
mos de ver— conservan como horirrrire principal, sino único, A decir verdad, habría buenas razones para justificar
el saber del que se consideran a cargo:, y se comprende enton- esta actitud: siempre las mismas. Puesto que un pleno reco-
ces la elección de la acción, aparente- nue deliberada, que va nocimiento equivaldría aquí a reabrir el campo de la.concien-
a efectuar la noosfera. cia didáctica de modo tal que se perciba la existencia de un
Porque la noosfera opta prioritariamente por un ree- más allá del sistema didáctico y a poner en peligro, más pro-
quilibrio por medio de una manipulación del saber. Es ésta, fundamente todavía, precisamente lo que se procura restau-
pues, la que va a proceder a la sc: iión de los elementos del rar —la autonomía relativa (es decir, ficticia) del funciona-
saber sabio que. designados como "saber a enseñar", serán miento didáctico. ¿Qué esperaba entonces la noosfera de una
entonces sometidos al trabajo de transposición; también es modificación del saber —tal vez al margen de ese propósito ,.
ésta la que va a asumir la parte -vjuible de ese trabajo, lo que tan poco confesable que el análisis hizo ver? Para responder ..
podemos llamar el trabajo írternade la transposición didác. conviene completar ahora la descripción del desequilibrio
tica, por oposición al trabajo interna, que se realiza en el in- entre el sistema de enseñanza y la sociedad. Hemos adopta-
\--
terior mismo del sistema de ensenanza, bastante después de do, en cada caso, el punto de vista de los académicos, el de
la introducción oficial de los nuevos elementos en el saber los padres, el de los enseñantes. Falta el punto de vista de los
enseñado. éCónici se opera esta selección, cuáles son sus ob- alumnos. Afirmé antes que el profesor, en su clase, se encon-
jetivos? Hemos visto que la selección que ha de hacerse no es traba relativamente protegido de la "crisis". Dr hecho, el pro-
sencilla, ya que. debe restablecer, en relación con el saber, fesor se encuentra finalmente con la crisis, que se le hace ma-
una dialéctica sutil —la "buena" din ,ncia— entre sistema y nifiesta adoptando la forma de los alumnos. Existe algo así como ---L,
entorno. Sin embargo, éste no es un objetivo para la noosfera. Sin una dualidad entre alumnos y saber enseñado; el desgaste del t
duda, los artífices de la reforma no reconocerían su estrate- saber es el saber que deviene viejo en relación con la socie-
-giruen- el-escenario que he descrito: es-más, lo condenarían r -• • '— dad; es también, dualmente, la sociedad que deviene vieja (des-
alegando que es fruto de un maquiavelismo mecanicista y li- gastada),-ir través de Sus niños, en relación con el saber. Concre- -1
geramente perverso. En todo caso, no considerarían que ese tamente, ese saber ya no "sirve", los alumnos ya no llegan a
esquema explicativo tenga nada que ver con sus intenciones absorberlo, la fresdura del (re)comenzar desaparece: a falta
conscientes y explícitas (o explicitables), incluso si, acordan- del poder para cambiar a los alumnos, se hace preciso cam-
La tran titnsicktit di dáctica
do con nuestra perspectiva, reconocieran finalmente en ese biar el saber. Así, el desgaste del saber se diagnostica simultá-
esquema no sólo una lectura verosímil de .1 escenario in- neamente (y dualmente), corno crisis de la enseñanza. Para el
consciente del que habrían sido, sin saberlo, los actores mis- enseñante, y para sus representantes en la noosfera, /a refor-
tificados (todo habría ocurrido como si...), sino el eftcto real, ma debe apuntar a eso: a permitir que se responda de manera
debidamente constatune (el saber enseña" r^ acercó real- satisfactoria a la "crisis de la enseñanza" que él experimenta
mente al saber sabio, los padres fueron efevñvamente pues- cotidianamenie, y resolver el problema de las dificultades de
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presenta la ocas:•In para una reforma de tos programas, los
aprendizaje —restaurar el deseo de saber (la famosa "motiva-
medios, y con ellos las ambiciones, adquieren otra dimen-
ción") y darle los medios para contrarrestar la progresiva ne-
sión. Ya no se trata de una simple reor:janización por permu-
crosis, a la que ve ganando terreno cada año...
tación sino de una verdadera refundación del conjunto dr los
Si nos deshacemos por un instante de la evidencia de
contenidos. Reelaborando e/ texto del saber, y especialmente
una expectativa tan familiar, as razones de esta actitud resul-
otorgando coa existelicia en el discurso a aspectos anterior-
tan sorprendentes. ¿En qué sentido una modificación del sa-
mente no egistraclos, se procuran, simultáneamente, las he-
ber enseñado puede, por ejemplo, suprimir las dificultades
rrannentas para un diagnóstiso y una o.edicación. Veremos
de aprendizaje? Descartemos una primera respuesta, de apa-
riencia simplista pero en absoluto subestimable: si surge una un ejemplo de ello.
En los años cincuenta, al igual que en los ochenta, los
dificultad, a propósito de tal o cual noción o tipo de ejerci-
:Mininos escriben obstinadamente, no todos y no todo el tiem-
do, es evidentemente posible suprimir esa noción o ese tipo
po, peto lo suficientemente a menudo como para que el pro-
de ejercicio. Ese mecanismo funciona precisamente en el cur- fesor se irrite y quiera remediarlo, la pseudo igualdad de este
so de la transposición didáctica, pero permanece general- modo: alEb= LI Si la delimitación de lo real matemático que
mente bajo una propicia falta de claridad que posibilita la au- a+c c
sencia de una conciencia clara del knómeno y de b asunción realiza el texto del saber no permite nombrar este error, o in-
de su intencionalidad. Incluso bloques enteros del saber ense- Sertarl o en un conjunto significativo de prácticas, a título de
ñados pueden resultar alcanzados por esta expulsión —fenó- desviación, es natural que resulte irritante —sin que se po-
meno de vaciamiento de contenidos que se observa en ciertas sean siquiera los medios para referirse a ello. Pero, con la in-
épocas de amplia apertura del sistema de enseñanza respecto troducción de H delimitación textual "moderna"- (ley de com-
de nuevos flujos de alumnos (en las fases de democratización posición, elemento neutro, operación inversa, etc.), la situa-
intensiva, por ejemplo), que suscita la inquietud y b oposi- ción se morlinea. Se podrá nombrar el error, constituirlo co-
ción de los "herederos" y que es correlativo, en períodos or- mo contratipo de un tipo de práctica legítima y autentificada
por el discurso matemático de enseñanza. He aquí, por , .lem-
dinarios, a la constitución de las orientaciones "básicas- del
plo, cómo un autor contemporáneo del movimiento de refor-
sistema de enseñanza. Una segunda respuesta, de compleji-
ma de los años sesenta aborda la dificultad que acabo de
rdad superion-parece aquí. másspertinente4bra darladehe
tnencionát: "EP procedimiento-def'shnplificación.---escribe— :
mos partir de una comprobación: después de enfrentarse con se basa en H noción de operación inversa 'en el interior de
tina dificultad repetida, el enseñante cree espontáneamente una familia' y el resultado ese] elemento neutro para esta fa-
en la posibilidad de que puede ser eficazmente resuelta a par- milia". (Las confusiones al respecto conducen a los errores:
tir de una reorganización del saber. En soledad, al frente de su
clase, el profesor pensará en retocar su curso, en general se- n+b b a n %
)"
=
=
a+C C a
gún una combinatoria simple (por ejemplo, alterará el orden
de dos elementos —la continuidad antes que los límites, mien-
tras que hasta entonces hacía lo contrario—). Pero cuando se -
lo 41
Esta breve cita es muy revel. •• a del trabajo operado etc.). A partir de allí, se hará que el alumno que incurra en
en la nuosfera. Afirma en principio la ditlad de volver a el error preste atención a la regla transgredida para disipar la
rotular, en el lenguaje de las matemáticas modernas, la vieja .. confusión que se supone está en la base de su error. Es esa la
noción de "simplificación". mencionada solamente entre co- gran esperanza que permite confiar, en compensación por
millas, que se ha propuesto reducir a la noción de operación las incertidumbres de un futuro aún incierto, en la perspecti.
inversa (en el interior de una familia"). Luego, la cita plantea, va de las modificaciones aportadas al saber enseñado. Toda
entre paréntesis (hasta tal punto la cosa parece darse por sen- reorganización del tekto del saber lleva en sí, orgánicamente,
tada), la virtud diagnóstica y la eficacia rapé:lijen de esta nue- un reacondicionamiento de la noseogralia en uso y abre de
va lectura de las prácticas Illalertlálials en la el:tse. Por un la- ese modo una vía de acceso, que se supone más eficiente, a
do, ésta permite identificar errores bici- •nocidos pero errá- la patología ordinaria del aprendizaje. Obviamente, el texto
ticos en relación con las clasificador:, aneriores. (Así, el del saber define los principios que el alumno debe respetar y
error que hemos tomado corno ejemplo se presenta ahora co- delimita entonces, en un momento dado, los errores que el
mo una transgresión de las reglas acerca de : • operación ¡mor. profesor podrá identificar y para los cuales dispondrá, con el
sa y el elemento neutro.) Por otra parte, esta transgresión sc im- diagnóstico de 'confusión", de la técnica del 'ataque direc-
puta a una confusión (por pant. del alumno). Pero, a ese diag- to"; y los errores que deberá renunciar a elucidar, para los
nóstico de confusión responde inmediv• queme, por parte cuales no podrá pronunciar el veredicto de confusión —para
del enseñante, la técnica curativa que consiste en insistir, a que haya confusión es preciso que haya también identifica-
través de la repetición y la exhortación verbales, en el princi- ción de, al menos, una ley". y aplicación de ésta en un caso
pio transgredido. El autor citado se refiere a ello como el ata- no pertinente— y para los cuales no habni más recurso que
que directo a los errores: "Me parece, escribe efectivamente, formular un diagnóstico tan inespecífico como el de la "falta
que los errores más grans provienen de la confusión entre de atención", exigiendo —medicación bien pobre— un poro
las operaciones de adición y de mullirHa-ación como así tam- más de atención, sin poder "atacar" nada más preciso. Así, el
bién de un desconocirniento del orden de las operaciones. So- nuevo texto del saber lleva en sí, intrínsecamente, los limites
lamente un 'ataque directo' a esas faltas permitirá esperar su de las esperanzas que hace nacer y que, muchas veces rápida-
41-,••••••••1~ .1«. •
corrección".:1 mente' perdidas, le Pcrpeíúan In embargo en una fe ingenua
El trabajo que la noosfera realiza para elaborar cl nue- siempre dispuesta a reanudarse. No está entre mis propósitos
vo texto del saber se consagra así a una estrategia de ataque proceder a una m'ata de esta expectativa indefinidamente
e sostenida: solamente se trata de reconocer su existencia, su
tti aquellas dificultades de aprendizaje cuya pregnancia entre
de
los enseñantes y su gran estabilidad hay que aceptar (como tenacidad, de identificar sus efectos, de subrayar su significa-
_ _un rroblema planteado a la dilicticr): toda dificultad obser- ción, tantb para los enseñantes como en la noosfera. Pan el
.9 veda debe primeramente ser identificada es decir, debe ser enseñante, la herramienta esencial de 311 práctica es el texto del
Pee reconocida como algo que viola una regla debidamente esta- saber (que deviene palabra a través de él). en las variaciones
decida (conmutatividad, distributividad, regla de los signos, que él se permite imponerle. Lis otras variables de gobierno
-12 4:1
de las que puede disponer —especialmente aquellas que no estereorii . !o, convertidos en consignas que designan y en-
están específica neme ligadas a contenidos de saber— son va- mascaran a la vez su sentido: de la "modernización" a la
riables subordinadas y le permiten sobre todo organizar la "apertura de la escuela a la vida" —expresión polémica que
puesta en marcha de su primer arma, el texto del saber. Éste, proclama atolondradamente, a sus espaldas, el cierre del orá
el único capaz de hacer existir a! enseñante en cuanto tal, es den didáctico. Sin embargo, los requisitos de compatibilidad
al mismo tiempo el principal instrumento terapéutico. Es a Son los más finales de satisfacer. Todo lo que se toma exitosa-
través de él e inmediatamente gracias a él, que el enseñante mente en préstamo del saber sabio, es decir, todo préstamo
actuará para modificar los efectos de la enseñanza o para ac- cuya inserción en el saber enseñado está fundado sobre el
tuar sobre lo que siga siendo patológico, a pesar a la enseñan- funcionamiento didáctico —ilo que supone de todos modus el
za dada. En consonancia con esta pura lógica de la acción, los complejo trabajo de la transposición didáctica!—; todo prés-
miembros de la noosfera aprecian cualquier reacomodamien- tamo tornado exitosamente del saber, logra satisfacer esos re-
to de la estructura del saber enseñado con el fin de renovar quisitos al menos parcialmente y, de algún modo, automáti-
los medios para prevenir y curar lo que este reacomodamien- camente. No es necesario querer responder a las exigencias de
to trae consigo. O más bien, las elecciones que tienen lugar compatibilidad para garles una respuesta. Este logro no pre-
en el saber sabio se guían por esta exigencia. Cualquier nue- supone en absoluto la clara conciencia de lo que éste realiza.
va noción que aparezca, cualquier nueva presentación que se Prácticamente toda la atención de la noosfera se orienta en
proponga, será evaluada, juzgada, promovida en función de otra dirección. Pero, debido a la insistencia en esta única preo-
su capacidad (supuesta) para tratar las dificultades más evi- cupación, las posibilidades de éxito se encuentran altamente
dentes. Así fue como la teoría de los operadores tuvo tam- comprometidas. La empresa es azarosa los resultados incier-
bién, junto a sus virtudes "ennoblecedoras" (de las que hablé tos, a menudo sospechosos. ¿Cómo asombrarse? Se habrá no-
antes), la ventaja de hacer pensar (por un razonamiento en cu- tado, así, c' legalismo un pávido que cimema la búsqueda de
yo análisis no puedo detenerme aquí) que era posible reforta- un "mejor" texto del saber. Aquí el error está considerado en
lecer gracias a ella la enseñanza de las cuatro operaciones, re- relación con una ley que, "por confushin" —y se subrayará el
solver, desplazando el problema por medio de un cambio en valor transaccional, de negociación, de esta expresión— el
- elzaber enseñadoclas dificultades con-las-cuales esa enseñan- -- alumno no habila.sabido. respetan Ja acción reparadora.con-
za venía tropezándose hasta entonces. siste en invitar al culpable a que respete b ley matemática, re-.
La actividad ordinaria de la noosfera busca en princi- cordándole sus términos y, si cabe, exhortándolo a recordar-
pio conscientemente un cambio; "terapéutico". Cambio no es los y a conformarse a ellos. Una concepción semejante tiene
sinónimo de modernización. El cambio es aqui' excepcional- muy poca relación con lo que se pretende cambiar. Y el análi-
mente buscado en; la perspectiva de una puesta al día del sa- sis didáctico no tiene uinguna dificultad para demostrar que,
ber enseñado. Los requisitos de compatibilidad quedan al bajo la cosmética de superficie del cambio de programas, la
margen de la intención reformadora. Citando afloran a la estructura pi-ottani:1 de la relación didáctica, por lo general,
conciencia del reformador es bajo la forma de un travestismo apenas resulta afectada por muy débiles alteraciones.
44
Con esto, el trabajo de la noosfera •tpenas
Puesto -Inc. entre el itroyecto —marr.ido por la designación
de. ..ber a enseñar— y su realización, un tercer orden de
1.
condiciones plantea obstácblus. Alineados junto a las condi-
ciones de compatibilidad y a aquellas nme la noosfera se impo-
ne a sí misma, se encuentran las que podríamos denominar
condiciones de componibilidad: con los elementos anteriores
(retornados del antiguo texto del saber) y los nuevos (tomados
del saber sabio), es preciso construir un texto nuevo, llevar a
¿Qué es la transposición didáctica?
cabo una integración aceptable de unos y otros. La noosfera
encuentra en ese punto el determinismo propio del funciona-
miento didáctico. Procura obstinadamente, por caminos a
menudo inciertos, la organización de una buena enseñanza. El se
órden didáctico, que no se pliega a nuestros deseos, viene a . 1.1. Todo proyecto social de enseñanza y de aprendizaje
constituye dialécticamente con la identificación y la designa-
recordarle que una enseñanza, antes de ser buena, debe ser
simplemente posible. De las condiciones uklácticas, la noosfe- ción de contenidos de saberes como contenidos a enseñar.
49
.2.4. Delimitando el saber ensew. • según conjuntos la teoría de conjuntos de los Matemáticos a la teoría de con-
más vastos, podemos comprender casi •-cuno una caricatura el juntos de la escuela primaria, surgieron diversos objetos por
efecto de transposición didáctica, en las situaciones en las las exigencias de la transposición didáctica: los "diagrama: de
que se produce una verdadera sustitución didáctica de objeto. Venn" constituyen en este sentido un ejemplo sorprendente,
Sobre ese tema, Michel Verret escribe lo siguiente: sobre el que puede leerse una apreciación desarrollada en
"Cuanto más distante es la forma escolar del contenido cuya Freudenthal (1993) pp. 332-335 y 341-350.•
enseñanza procura, MB probable es esta conversión de ,objeto. La
historia nos proporciona al menos das grandes qamplas de ello:, la 2.8. En lo que precede, la existencia de la transposi-
transformación de la literatura y de la magia adivinatoria en sus ción didáctica es explicada a través de algunos de sus efec-
figu).:1 Molan, en la escuela confuciana, la transformación de la tos más espectaculares (creaciones de objetos) o por medio
metnfisica cristiana en filosofía escolar en la Universidad ESCOM-sti. de sus inadecuadas disfunciones (sustituciones "patológicas"t
ea, transposiciones de /as que encontramos un es 2ivalenle en la en- de objetos).
señanza secundaria francesa en el siglo XVII, con la sustitución de
la enseñanza del latín acolar por la enseñanza del latín clásico; en 2.9. Pero existe otra manera de plantear el problema de
el sigla hm con la sustitución de la enseñanza del espiritualismo la existencia de la transposición didáctica: una manera de
universitario por la enseñanza de la filosofía a secas." (Verret, plantear ese problema que participa del principio de vigilancia
1975. pp. 177.178). epistemológita, que el didacta debe observar constantemente.
2.5. En lo que respecta a la enseñanza de las matemáti- E10. Así, cuando el docente diga: "Hoy, les he mostra-
cas, tenenios (en el siglo XVII) el testimonio -sin duda algo do a2 - b", el didacta se preguntará: "¿Cuál es este objeto de
singular- del propio Descartes: sobre ese tema, puede consul- enseñanza que el docente rotula como a2 - b'? ¿Qué relación
tarse, por ejemplo, a Mesnard (1966) (especialmente pp. 6-7 y entabla con el objeto matemático al que implícitamente refie-
89.91). re?" Allí donde el enseñante ve la identidad del fin (c1 objeto
designado como enseñable) y de los medios (el objeto de la
- 2.6..En el periodo contemporáneorevidentemente hay . - enseñanza, tal como lo ha moldeado la transposición didácti-
que mencionar la reforma de las matemáticas modernas, que se ca), el didacta plantea la cuestión de la adecuación: ¿no hay
proyecta a partir de los años cincuenta y va a realizar, en el acaso conversión de objeto? Y en ese caso, ¿cuál?
e
transposlión didáciica
3.
.z te (o al menos, en tanto el alumno que ha sido). Puesta en
52 53
tinto del objeta al que da lugar. De ese diodo, ejercen su normaliza. sis didáctico que es negativa y estéril: consiste en jugar a ate-
dad sin asumir la responsabilidad -epistemológica- de este poder morizar (iincluso a atemorizarsci). Para el diclacta. ésa es una
creador de normas. Si es/: ni; a veces, la aprobación o el rechazo de las muchas maneras de no llevar a cabo la ruptura necesa-
del especialista, sitúan esa apreciación como algo exterior a su pro- ria, de ahorrarse el doloroso trabajo que debería llevarlo más
yecta, y ajeno a su lógica interna. Esta apreciación es considerada allá del bien y del mal.
posteriormente o puede arnmpariar a dicha lógica, pero raramente
se integra en ella, por impasibilidad de tomarla en cuenta en sus im- 3.8. Este uso negativo del análisis didáctico pretendería
plicaciones (piste:notó:leas. Posee valor estético o mora4 interviene legitimarse como un uso critico. El que lo lleva a cabo. se ins-
en la recepción social del proyecto. No informa de ello a la estructu- talaría entonces en una posición desde la que resulta fácil la
ra ni a los contenidos sino de una manera mimética, en ún inten- objeción; pero sus "luces" no servirían para nada, excepto pa-
ta de acreditarlos frente a los poderes institucionalmente investidos." ra cegará su 'víctima": el profesor.
(Chevallard, 1978, pp. 4-5):
3.9. El uso *crítico", incluso autocritico, del análisis de
3.5. En el caso de que reconozca los hechos de transpo- la transposición didáctica es una primera reacción, sin duda
sición didáctica, creación o sustitución de objetos, el enseñan- inevitable, frente al reconocimiento de la existencia de la
te tendrá la horrible sensación de noe lo encontraron con las transposición didáctica. Para una ilustración más completa
manos en la masa. El análisis -salvaje o intencional-de la yease Verret 1975, pp. 182-190.
transposición didáctica es fácilmeute vivido como dercubri.
mienta de lo que estaba oculto, y de lo que había permanecido 3.10. Sebnin esa primera reacción, la transposición didácti-
oculto lo hacía porque era culpable. Culpable, en este caso, ca es percibida como algo malo: pecado irredimible de todo pro-
en relación con la 'verdad matemática". Culpable ante el ojo yecto de enseñanza o, en el mejor de los casos, mal necesario.
del Maestro, el matemático.
3.11. En esa perspectiva. el valor de una transposición
3.6. De allí que se observe una verdadera resistencia al ), didáctica se podría comparar con el reparo de la
construcción
. análisis didáctico, parecida nesa '1resistencia abpsicoanálisis" histórica,:en el seno de la -comunidad matemática, del objeto —
que, según Freud, es causada por la tejación psicológica que en- •) de saber cuya enseñanza sería, por ese medio, alcanzada La
gendra el rechazo (a ver, admitir, aceptar) o incluso las formas de los saberes sería
( construcción o la presentación didóciicas
más diversas del reconocimiento culrabiiizado. ( una versión más o menos degradada de su génesis histórica y z
/ de su estatuto actual (sin que hagamos referencia aquí a un hi-
. • 3.7. Es verdad que el didacta -o cualquier otro- puede potético isomorfismo de las génesis histórica y didáctica: es- ,
ponerse a revolver, a descubrir, ¿oh un fervor sádico¿ introdu-
• (. to requoina un trabajo adicional. más Preciso), Frente a la 4.
cir la sospecha de la mirada policial; escandalizar y obtener epistemología "natural", la enseñanza propondría, dejarlo. Ir-
cierto placer en hacerlo. Hay una manera r1n 'utilizar el análi- < una epistemología "artificial ", de menor valor.
.•
V•i
55
3.12. Las nociones que preceden pueden permitir que
nulo —es decir. 4ejando de ladu los callejones sin salida, los
< se conciba el paso de una reacción pesirnisra ante la transpo- Fracasos, pero odesplegando toda la riqueza de desarrollos
< sición didáctica (concebida por ejemplo como mal necesa-
fecundos y a veces olvidados— de la construcción histórica
fer2. rio), a una actitud optimista y dinámica, dispuesta ala bilis-
.< del saber.
/ queda de una "buena" transposición didrictica.
Posfacio
a la segunda edición
143
Creo que una de las razones tenaces de esa obstinación e ideal para establecer allí una suerte de cómoda segunda re-
< en defender el espacio propio al tiempo que se ignora al resto sidencia... Excepto algunas valiosas excepciones, emos intru-
del inundo —que la fuerza de las cosas nos obliga sin embargo sos se encontrarían deslegitimados de entrada. Dgese modo,
< a frecuentar—, fue el miedo de verse un día expulsados de esos la propuesta abría un espacio que podía conquistarse.
, verdes paraísos —de las matemáticas, de la física— en los que ca- Pero también fue muy mal comprendida. Estudiar lo \
da cual había crecido y madurado. Esforzándonos muy especial- que es específico del conocimiento, ¿sería usar solamente he-
/ mente por no mirar hacia afuera, conservando la orientación de rramientas "específicas" de ese conocimiento? La teoría —co-
nuestra mirada hacia el alma marer, alfa y omega de toda la em- mo nos lo enseñó Bachelard— no es el pleonasmo de la expe7 /
i presa, espenibamos ser vistos y amados finalmente por ella. El riencia. Ejemplarmente, Cuy Brousseau creó el concepto de
período en que vivimos debería acabar de denunciar la extrema contrato didáctico: herramienta para alcanzar "lo específi- •
) ingenuidad de una apuesta semejante. No puede ser el hijo pró- co", comprenderlo y dar cuenta de él. Pero se trata de una he- j
rini nar nuevamente a Cuy Brousseau?— hallarnos dema- ros. En el meijor de los casos, la reconstruye.
siadó estrecho el ropaje que nos ofrecía la didáctica y provo- De modo que reencontramos, por lo tanto, la cuestión
camos escándalo por haber propuesto relaciones inespera- de la especificidad. La (de la didáctica de las
das: en nombre de una imaginación sin límites, comparamos. matemáticas, por ejemplo) se construye. No es un dato:O -o.
por ejemplo, al alumno frente a un problema de matemáticas. bien es un paquete que la cultura ha atrapado, del que debe-
..
¡bella y excelente promesa a nuestro esfuerzo!, con un pesca- 1.1.11•1-41. mos aprender a cuidarnos y que tendremos que desactivar.
dor, un jugador de fútbol, un joven enamorado, una mujer Blasón irrisorio, en efecto: no nos justificarnos por una dis-tin7—
•
• g acicalándose y muchas cosas más. iMetáforas! Además, sin ci6n que sólo_fundamenta
_ la cultura. Esas pobres estratage-
.1
152 153
mas terminan por no engañar a nadie y nos hacen dudar de que el lenguaje corriente se baga eco, un eco indefinidamen-
nosotros mismos. Es preciso, por tanto continuar avanzando. te reiterado y distorsionado de esas tensiones. Los saberes in-
Se introduce, entonces, la n; )3 de saber. Podernos troducen así una dinámica en la sociedad y la cultura. No in-
considerarla en principio como una noción primera, que de- sistiré mucho en el hecho de que son además objetos de deseo.
signa una cierta Corma de organización de los conocimientos: Creo que eso sólo bastaría ya para reconocer en los sa-
las matemáticas son un saber, y también la física, etc. Pero no beres, tal como ellos emergen en el ámbito real antropológi-
todo conocimiento —en el sentido en que se esbozó más arri- co, un cierto tipo de objetos que sirven para designar, correlati-
ba— pertenece al orden del saber. La observación del lengua- vamente, en el campo de la antropología, el espacio de una
jc corriente (que fu; ina parte de los objetos de la antropolo- antropología de los saberes. Es allí donde,, como se verá, debe-
gía y puede proveer al antropólogo de lo didáctico un mate- remos situar rigurosamente la teoría de la transposición di-
rial tan digno de atención como cualquier otro) nos ayudará dáctica (de los saberes).
a formular esta distinción. Pero preguntémonos si semejante antropología "existe"
De cualquier persona que realiza delante de nosotros actualmente. Y para hacerlo, juguemos un poco con las pala-
una manipulación que juzgamos delicada, diremos gustosa- bras. Coloquemos el adjetivo cognitivo del lado del conoci-
mente que de eso sabe. Pero, si le preguntamos cómo se hace, miento; el adjetivo epistemohigico del lado de los saberes. En
nos dirá tal vez que en ello no hay nada que saber. Otro obser- lugar de antropología de los saberes, hablemos pues de antro-
vador podrá considerar, al contrario, que para lograr el mis- pología epistemológica. La sinonimia es . concebible, puede
mo resultado, es preciso saber muchas altar, afirmando así que aceptarse. Abreviemos nuevamente, según un procedimiento
ese simple "gesto" que se recorta de una práctica y nos sor- ya empleado, y digamos, entonces: antropología episteinológi-
prende es un objeto de saber o: al menos, que pone ese tipo ca o... epistemología a secas. iLa antropología de los saberes no
de objetos en juego. l'o diría que en un caso habría presunción sería otra cosa que la epistemología, esta vieja conocida)
de no-saber y, en el otro, presunción de saber. Confesemos sin ambages que no se trata.de un malaba-
Un cierto conocimiento, es decir, una cierta calidad de •rismo sino de un desafío. Porque hacer de epistemología el si- K.
relación con un objeto se hace ver, mientras que un saber nónimo de antropología de los saberes significa polemizar ple- (.
siempre es supuesto. Selitéleñta"ante- nosotrostmediante sus namente contra.la epistemología.actuah significa "aptropolo-
„
emblemas (su denominación, etc.) y lo reencontramos pre- gizaé" la epistemología, tal- como hemos "antropologizado
sente in absentia, como una potencialidad o una carencia, cuan- más arriba las didácticas.
do queremos "aprenderlo". En efecto, la epistemología actual nos proporciona una
-o En ese sentido, los salames son hipóstasis improbables. visión muy restringida de la vida de los saberes en la sociedad.
é La cuestión de su existencia no está jamás enteramente asegu- Lo que caracteriza a los saberes es especialmente su "multilo-
rada, es siempre discutible y también un espacio de conflic- cación”. Un saber dado S se encuentra en diversos tipos de
tos. La didáctica de las matemáticas Tés un saber? Ty cómo se instituciones I, que son para aquel, en términos de ecología
13 podría asegurar que lo es? No nos su:prendamos entonces de de los saberes, respectivos hábitats diferentes. Pero, si conside-
154
155
ramos esos hábitats, percibimos inmediatamente que el saber tudio casi excluyente de la producción de saberes y al estudio
en cuestión ocupa regularmente nichos muy diferentes. O, pa- de sus productores; que haya olvidado tanto su utilización co-
ra decirlo de Otro modo, que la relación institucional del con mo su enseñanza. Sin embargo, éstas no pueden ser expulsa-
S, Ri(S), a la que denominaré también la problemática de I en das de un estudio antropológico de los saberes. Sin duda, ca-
relación con S. puede ser harto diferente. Correlativamente, la da esfera posee su autonomía; pero esta autonomía es siem-
manera en que los agentes de la institución van a "manipular" pre relativa. Para comprenderlo mejor, avancemos todavía un
ese saber también será variable. poco más en nuestro trabajo lexicográfico.
En ese sentido, podemos distinguir cuatro grandes tipos En el cruce entre la antropología de los saberes y la an-
de manipulación de S y por ende, cuatro grandes tipos de tropología didáctica del conocimiento, se ubica la antropolo-
problemáticas relativas a S; pero en principio sólo considera- gía didáctica de los saberes, cuyo objeto és la manipulación
ré tres, aquellas con las que la cultura nos ha Familiarizado. los saberes con intención didáctica y, en particular, la enseñan-
La institución I puede 'tener, en relación con S, una pro- za de los saberes. Abreviemos también aquí. Así como hemos
blemática de utilización. Es así como el ingeniero, por ejem- hablado de didáctica del conocimiento (o didáctica cogniti-
plo, y por supuesto, todo aquel "utilizador" en el sentido ha- va), hablemos para resumir de didáctica de los saberes. Esta es
bitual del término, manipula las matemáticas. (En una misma a la vez una división de la antropología de los saberes o epis-
categoría, reúno aquí, subrayémoslo, todas las manipulacio- temología (en el sentido que le hemos dado) y de la didácti-
nes de S que no entran en las otras tres categorías anuncia- ca cognitiva. Denominaré en lo sucesivo a ésta —nueva abre-
das.) La institución I puede tener también, en relación con S, viatura— didáctica, sin más.
una problemática de enseñanza (incluso se hablará, en tanto Hecha esta observación, una de las más sólidas leccio-
no haya ambigüedad, de problemática didáctica). En ese caso, nes provistas por la didáctica (veremos cómo se despliega
los agentes de I manipulan a S al enseñado; o, más exacta- luego sobre las didácticas) es que la enseñanza de un saber,
mente, para enseñarlo. Finalmente, la institución I puede te- más ampliamente, su manipulación didáctica en general, no
ner, en relación con S, tina problemática de producción. Sus puede comprenderse en muchos de sus aspectos si se igno-
agentes manipulan a S para producir el saber S. ran sus utilizaciones y su producción. (Veremos cómo se es-
Por lo tanto, un saber puede ser utilizado, enseñado, pecifica este principio en el caso del estudio de los fenóme-
producido. En todas esas-modalidades; los-sabeeónedil(ifi--- ' nos de transposición didáctica).
guen de los sistemas institucionales de conocimientos", que Esa lección entiende que los modos de presencia social
podríamos llamar —la expresión, según creo, pertenece a Pie- de un saber nunca permiten que se los disocie completamen-
rre Bourdieu—saberes prácticos, que se ponen en funcionamiento, te, cualquiera sea el punto de vista desde el que se los abor-
se aprenden, se enriquecen, sin .ser sin embargo utilizados, enseña- da: no hay, en ese aspecto, "referencia privilegiada" ni mun-
dos, producidos. do cerrado. Desde el punto de vista de la antropología, un sa-
Resulta ahora bastante claro que la epistemología, tal ber se presentas corno una iota Edad:cuyos diferentes momen-
como existe, se haya consagrado hasta ahora con pasión al es- tos son igualmente vitales.
157
El olvido sobre el que se ha c: :do b epistemología ción de los saberes. de su presencia confirmada en varios ti-
actual debería también explicarse: puesto que no es más que pos de instituciones. Pero ¿de dónde provienen los saberes
un hecho cuya explicación corresponde a la antropología de presentes en una institución dada Si fueron creados en ella,
los saberes. Esto significa proponer un pi. :eina de epistemo- quiere decir que, casi siempre, se trata de una institución de
logía -de epistemología (en el sentido que le hemos dado) de producción de esos saberes.
la epistemología (actual)- del cual sólo expresaremos aquí Sin embargo, en la mayor parte de los casos, especial-
unas pocas palabras. mente en los de instituciones "utilizadoras", no ocurre de ese
Debemos ver en él, creo, el efecto de un cierto modo modo. Los saberes allí presentes son claramente exógenos. Vi-
que tiene la cultura de tratar a los saberes. Se valoriza y prio- ven en la institución a través de los agentes de ésta, que han
riza su producción. Su utilización per-mece opaca, ignorada. debido formarse en la institución para adecuar a ella sus ges-
Su enseñanza, más visible culturalmente que la utilización, es tos. Estos agentes deberán continuar su formación, formarse
sin embargo subestimada, considerada como una empresa con arreglo a nuevos saberes, formar a otras personas. Lo ve-
contingente y un mal necesario. En ese sentido, la epistemo- mos, estamos aquí en el corazón de la didáctica. En el cora-
logía en la que pensamos registra paávarnente un juicio de la zón del territorio didáctico, incluso si hemos abandonado el
cultura y, lo que es peor, al ejercerlo, refuerza sus consideran- terruño de las didácticas.
dos todavía más de lo que se acomode a ellos. Alejémonos ahora un poco de ese espectáculo, tome-
Eh la medida en que pretende 5er ciencia, la epistemo- mos distancia. Inmediatamente el paisaje cambia y nos en-
logía así concebida falta 'sus principios. Pero además, en tan- contrarnos de pronto entre conocidos. La mayor parte de las
to fuerza social, ahoga su potencial virtual y debilita su poder instituciones utilizadoras han segregado o suscitado, en su
de liberación. En efecto, cada vez son más las prácticas socia- entorno más o menos cercano, dispositivos de formación que
les que fundonmi "en relación con saberes"; son todavía nim es correcto llamar, genéricamente, escuelas. Escuelas -escue-
chas más las prácticas sociales que estarían en condiciones de las profesionales, se entiende. Todavía no hemos llegado a la
recurrir a más saberes. Pero el enclaustramiento cultural de enseñanza general-, es decir, instituciones que están exclusi-
- los saberes en la esfera de su producción, al que la epistdmo- vamente consagradas a la enseñanza de los saberes requeri-
ogía c,onsEibilympo„permith sincycoh..difieultad que _,dos. De.modo que.los saberes no son solamérite susceptibles de ,
tituciones en las que esas -prácticas sociales se desarrollan, - ser eriseñados; se enseñan y cada vez más... Porque la utiliza-
identifiquen o reconozcan sus necesidades de saberes, su natura- ción social de los saberes se ve influida por su enseñanza.
171
leZa y grado. En este aspecto. al ubicarse de entrada en un Esa es la forma moderna de la aclimatación institucio-
punto que la epistemología tradicional descuida porque la nal de los saberes. En ella consiste, por supuesto, lo esencial
cultura lo ignora, la antropología didáctica de los saberes -la de la pertinencia epistemotógica (en el campo de la antropo-
-- didáctica- produce un nuevo soniti.1, que la teoría de la trans- logía de los saberes) y de la fuerza social (en la producción de
posición didáctica amplifica. nuestras sociedades) de la didáctica.
He hablado anteriormente, en efecto, de b multiloca- Volvamos sin embargo a la 'cuestión del origen de los 17,
iss 159
saberes y reconozcamos que sólo hemos desplazado el proble- y su funcionalidad adecuadas. Y nunca se subrayaría lo su fi-
ma. Porque Ccle dónde provienen los saberes enseñados? Re- ciente en ese sentido hasta qué punto la manipulación trans.
tomaré aquí una respuesta cuya forma (si no su contenido, en positiva de los saberes es una condición sine qua non del fun-
su generalidad) ya había sido planteada en la primera edición cionamiento de nuestras sociedades, cuyo descuido, particu-
de esta obra: de las instituciones de producción. ¿Cómo llegan larmente en provecho de la pura producción de sabe', puede
ahora hasta las instituciones didácticas? Por el proceso de ser criminal.
transposición didáctica. Fascinados por Informa "escuela" y olvidando demasia-
Sin embargo, esta respuesta sólo sería un decir si no pro- do rápidamente laJugando que ella encierra, es decir, los sa-
fundizáramos en ella. Semejantes procesos suponen institucio- beres mismos, no nos hemos proporcionado los medios para
nes y agentes y un cierto tipo de manipulación de los saberes. , apreciar el, papel de los saberes y de su enseñanza en la for-
Mencioné hasta aquí tres grandes tipos de manipulación. El mación de nuestras suciedades, ni el lugar de una antropolo-
mayor aporte de la teoría de la transposición didáctica, su gía (didáctica) de los saberes en la antropología. Esa forma.
gran descubrimiento —me atrevo a escribirlo—, cuyas conse- sin duda, no tuvo que ser enteramente inventadas. Lleva en si
cuencias para la antropología de los saberes no hemos termi- diversas herencias: la del claustro, la del ejército. Pero son las
nado todavía de reconocer, es la revelación de un cuarto tipo de necesidades de saberes las que hay que seguir como la trayecto-
manipulación, la manipulación tmrupositiva de los saberes. Se ria principal de nuestra comprensión de esas cosas.
trata también, correlativamente, de poner de manifiesto insti- La escuela profesional es el retoño de las necesidades
tuciones de transposición de los saberes —las noosferrts—, esa de saberes de nuestras instituciones (utilizadoras). A su vez,
administración tan deseosa en hacerse olvidar, que parece eva- genéticamente. ésta precede a la enseñanza general. Esta últi-
porarse tan pronto como ha producido sus efectos y de la cual ma no es en principio otra cosa que el retoño de las enseñanzas
nos olvidamos habitualmente hasta el punto de negarla. pmfevionala., El río se remonta hasta su fuente. Esta génesis
Pero la transposición didáctica, tal como la evocamos río abajo y río arriba prosigue desde hace siglos y se deja ver,
aquí, debe analizarse en un marco más vasto. Hablaré más ge- hoy como ayer, ante quien sabe mirar
neralmente de transposición institucional: transposición hacia • Porque no se accede directamente a un saber, sin otra for-
una institución I que, en tanto I es una institución diddelica, mación. Ningún sistema de formación lo permite. Todos supo-
es pro
—piame— nte trans-posidóWritrfácticá:loiVicaces'os de iraní; 'hen una cierta homogeneidad de sus públicos; y esa homoge-
posición institucional exceden sin ninguna duda la transposi- neidad relativa debe ser creada por una formación previa. Ese
ción didáctica propiamente dicha: pero ya indiqué hasta qué es el objeto esencial de toda enseñanza general.
punto toda transposición institucional tiende actualmente a No sign.:ica que la formación —profesionalmente orde-
articularse en una transposición didáctica, que es uno de sus nada— con arreglo a un saber suponga un aprendizaje cada
momentos cruciales. Los procesos transpositivos —didácticos vez más precoz. (En ese criterio hay mucho más que una fa-
y más generalmente institucionales— son, tal como se imagi- bulación: fnntasma de nuestro tiempo). Porque la elección E
na, el resorte esencial de la vida de los saberes, de su diseminación de las materias, de la.. materias 'fundamentales" sobre las
160 161
cuales habrán de erigirse las formacioneb profesionales, es puesta que las otras a la cultura, a sus exigencias, a su control.
otra cuestión. A ntropológicamente, hay en efecto un "sistema Por lo tanto, la noción de pertinencia epistemológica debe
de saberes"; pero ese sistema no tient: el alcance que le presu- ser sustituida por otras dos, o incluso tres nociones.
ponía Auguste Comte (quien, creyendo derinir "lógicamente" En principio, por la de pertinencia cultural, que es una
la estructura a priori, sólo estaba rt :,istrando un cierto esta- forma debilitada (¿insulsa?) de la pertinencia epistemológica,
do histórico de cosas ). pasada por el filtro de la cultura. Todavía ayer —me refiero al
Su formación no se explica por medio de características siglo ;tem— "el dibujo" (técnico y artístico); hace ya tiempo, y
"intrínsecas" de los saberes. Deriva de la estructura de la pro- mañana quizás, "la informática", cuyo proyecto fracasó; hoy,
ducción, de la utilización, de la enseñanza de los diferentes sa- "la tecnología", mezquinamente instalada er)el Collége y cuyos
beres y también, por supuesto, de toda la red transpositiva las avatares sucesivos ("trabajos manuales", "educación manual y
noosferas, sin la cual los saberes no podrían vivir. técnica", etc.) confirman su inestabilidad esencial: tres "ma-
Cuando nos remontamos hacia arriba en los planes de terias" que le debieron su promoción, durable o pasajera7 a
estudio, particularmente cuando llegamos a la enseñanza ge- dicha pertenencia.
neral —en cualquier nivel de que se trate, es decir, más arriba Pero esa pertinencia cultural en sí misma y por sí sola,
de cada uno de esos niveles en los cuales se forma una deriva- es impotente. Como sujetos de la cultura que somos, sabernos
ción con propósitos de profesionalización—, tiende a distender- bien, incluso si nos disgusta, que ésta nunca podrá fabricar
se el vínculo, siempre indo tu y siempre polémicatnente man- más que saberes (enseñados) "de bajo perfil". Carece casi
tenido, entre necesidades de saberes de las profesiones —de las siempre de la legitimidad epistemológica que funda la confian-
prácticas sociales— y saberes efectivamente enseñados. za que podemos concederle a un saber en tanto que saber,
Ese vínculo puede deshacerse completamente. La ense- que le confiere su carácter de saber "auténtico", que le otor-
ñanza general, en especial, es esencialmente frágil porque es- ga su credibilidad. ¿Qué legitimidad epistemológica le acor-
tá constantemente confrontada con una cuestión de pertinen- darían ustedes, actualmente, a la 'didáctica de las matemáti-
cia ePislemobigica, que la histéresis institucional y las fuerzas cas, por ejemplo?
de la tradición no alcanzan a regular. Si se lo considera según Pero esa legitimidad, evaluada aquí en toda la amplitud
-el.lapso:demlgunas..clécadas; el mapu de los saberes "funda- ...del,espacio social, y,no en cualquier institución particular, se
mentales" —presentado ante cada getteración de alumnos co- superpone generalmente, pero no siempre, corno se verá, a la
mo menú impuesto— no cesa de modificarse. Pero esos movi- legitimidad cultural. Es entonces cuando reencontramos la no-
mientos incesantes son problemáticos en sí mismo. Porque la ción de saber sabio, que ha hecho chirriar tantos dientes.
:o pertinencia epistemológica, entendida en sentido estricto, y Tomen la palabra en el sentido que quieran; las mate-
cuyos criterios son a menudo indefinibles, debe ceder terre- máticas son ciertamente un saber sabio. Sin embargo, hemos
no en este caso. olvidado demasiado el hecho de que no siempre lo fueron.
o
La enseñanza general se distingue de las enseñanzas "Fango en el que se rewelcan los puercos", las definió docta-
profesionales por su mayor visibilidad cultural. Está más ex- mente un profesor de la Unieersidad parisina en el último ter-
162 tus
do del siglo xvi. Pero saber, sin duda (la ambigüedad es el sig- iEmpresa ludhle y que desde el principio entusiasma al
no entonces de que un cierto destino está en-juego), y que círculo de los iniciados! Así, Cotnte, que entonces no tenía
pretende absorber completamente en tres meses, cuando lu- más de veinte años, y accedió en in École Polytechnique a la en-
cha por obtener la cátedra de matemáticas del Collége Roya! señanza que Ntonge creara, y que sueña ron la América de
(nuestro actual College de France). Lo más interesante del caso Benjamin Franklin, a donde el nuevo saber todavía no había
es que el Colegio consiente, le concede el plazo de tres meses llegado, escribe febrilmente el 13 de octubre de 1816: "Lleva-
iy la cátedra! 8 ré a esos republicanos una ciencia completamente nueva pa-
Convengamos en que no es fácil concebirlo, tan profun- ra ellos". Pero la tentativa, tal como se pudo ver rápidamen-
da es la amnesia: las matemáticas no conquistaron en un día te fuera de Francia, resultó un fracaso a medias. Y hoy como
su legitimidad epislemolágica; ni, con más razón, su actual le- ayer, con o sin get metría descriptiva, el dibujo se presenta
gitimidad cultural que es una forma expandida de la anterior, culturalmente como un saber "medio". Como lo son también
un poco vacía, ambigua. Por lo demás, esta legitimidad le lle- y a pesar de todo el bien que les deseemos, la inforrhática o
ga a las matemáticas en la época clásica, al mismo tiempo que la tecnología de nuestras escuelas. El saber sabio no puede
éstas ganan su espacio en la enseñanza general, la de los co- autoproclamarse.
legios del Antiguo Régimen. Promoción cultural y promo- Indudablemente, el esquema presentado en la primera
ción social•van aquí a la par. edición de esta obra y que se mantuvo sin modificaciones en
Vemos que el título de sabio no pertenece jamás intrín- las páginas reproducidas más arriba, no es el esquema más ge-
secamente a un saber. Es otorgado por la cultura y puede per- neral de la transposición didáctica de los saberes, incluso res-
derse. En resumen, un saber no es sabio porque sus produc- tringida a la enseñanza general. Como se ha ido viendo esta
tores sean "académicos": es exactamente lo inverso lo que es última parece mantener obstinadamente un nicho propio pa-
cierto. ra acoger los saberes medios. Pero sucede que los numerosos
A pesar de eso, ese título es valioso y trae consigo mu- comentadores, enredándose más que en argumentos en los
chos privilegios. De ellos se derivan las estrategias de acade- melindres ideológicos de estas últimas décadas, no han sabi-
mización, perceptibles, en ciertos casos, a simple vista. De esa do entender que el carácter académico o no (o semiacadémi-
manera; cuando en los años que preceden a la Revolución, co, etc.) de los saberes a enseñar, es una condición crucial de
baspard Monge crea la geomeería descriptiva, no busca otra co- la ecología didáctica de los saberes; que existe toda una patolo-
sa que "academizar", coronar como verdadera ciencia, como gía didáctica específicamente asociada al carácter más o menos
ciencia indudable, ese monumento construido por los siglos, no sabio :el ssber que puede reivindicar una materia enseña-
el arte del dibujo (técnico), que ha obsesionado a la sociedad da, aunque más no fuera eligiéndola como epónima.
francesa como una promesa de futuro desde por lo menos la Es verdad que toda patología tiene sus beneficios se-
-o
segunda mitad del siglo xvit y que Monge pretendía instalar cundarios. Todo triunfo tiene su costado sombrío. Pero,
o _ .
duradertur.:nte en la más alta cultura otorgándole sus blaso- después de todo, pensándolo bien, es preferible recurrir a un
nes de nobleza científica. saber sabio. Porque la presencia de un saber de nobleza cul-
164 165
(ural incierta en la enseñanza general, se torna rápidamente ese punto de vista, no existe ningun derecho eternamente ad-
problemática. Y finalmente, la ense"rinza de ese saber se vuel- quirido. Pero ese valor vital que, en el análisis objetivo de la
ve tan incómoda que resulta casi hoposible. ecología didáctica de les saberes es preciso reconocer al ca-
La razón esencial de ese tipo t!•• "disfuncionamiento" rácter "académico" del saber a enseñar, revelará su verdade-
es, creo yo, simple y profunda a I:: vez. La enseñanza general ro alcance si examinamos el criterio esencial que subyace al
ea una cuestión que no atañe a una institución particular —la principio de "elección" de las materias "fundamentales".
de una "profesión", por ejemplo— sino a la sociedad en su Ya he dicho que los vínculos funeionales entre saberes
conjunto; o al menos, en un momento dado de su historia, a y prácticas sociales tienden a disolverse cuando nos encontra-
todo cuanto para ella es importante. La escuela no se autoriza mos en el terreno de la enseñanza general. La distancia, al
a sí misma, y menos todavía el docente: Incluso si se trata del mismo tiempo temporal y social, entré unos y otras no per-
ejercicio de gestos de apariencia "técnica". La sociedad está mite que su relación se vuelva ostensible. Pero todavía hay al-
con ella (y con él) o bien contra ellos. /La cuestión no es pri- go mejor, si es que puede calificarse así.
vativa de la Escuela; el principio vale de manera similar para Los saberes que consideramos "fundamentales" —nó sin
muchas otras de nuestras instituciones: la Policía, el Ejército, polémicas y riesgos de error, por supuesto— /o sin, ya, de una
Injusticia, por ejemplo.) cierta manera,fitera de la escuela, en cuanto a que, aun cuando
Lo que ocurre en la Escuela depende por tanto eininen- parecen indispensables para el funcionamiento de la sociedad,
teniente de la legitimidad que la sociedad le concede o le nie- para su reproducción o para su producción a mayor escala, su
ga. Y es entonces cuando se dan a conocer las virtudes de un efectividad no nos resulta en absoluto socialmente visible.
saber sabio. Porque el carácter sabio de un saber posee en sí Cada uno de nosotros puede conocer la efectividad de
mismo, en ese sentido, un • valor liberador. Da por cumplida la medicina o del derecho; pero no tratamos con el matemá-
una deuda de legitimidad "societal" del enseñante, aligera sus tico o el historiador como tratarnos con el médico, el juez o
gestos, le provee de una seguridad cultural fácilmente recono- el abogado, cuyos "gestos" reenvían para nosotros a supues-
cible. Contrariamente, cuando la deuda se hace demasiado tos saberes, presentes in absentia a través de ellos. En la medi-
pesada, alimenta una molestia evidente, difusa, inmanejable, da en que un saber no aflora en as prácticas ,sociales.más,ex-,...áts.
7 , que a veces se. manifiesta' en algunardiStipliiraTtPiñó un es- tendidas, en la medida en que la-opacidad del funcionamien-
: :: cado mental obsesivo que se expresa en profesiones de fe con to social nos oculta su efectividad, la cual sin embargo pre-
valor apologético, sempiternamente insistentes que algunas sentimos, lo consideramos como una de las piezas sobre las ri -
• veces se superponen usurpadoramente al tiempo mismo del .2
que se funda el juego social, como un fundamento. a
acto de enseñanza. Los saberes que consideramos fundamentales son sabe- .71
'
.0 Semejantes apologías florecieron 'araño en el campo res socialmente imprecisos, casi invisibles y por lo tanto, col- :g
•r. de las matemáticas g. Pueden reaparecer mañana, no sólo en turalmente frágiles. Por eso, al menos, artificial y voluntaria-
+ los alrededores del aula (donde no ..an cesado de estar), sino mente, la sociedad nos los hace ver en su Escuela, para forta-
en el aula misma, entorpeciendo el gesto de. docente. Desde lecerlos y ayudarlos a vivir. Porque la Escuela es ante todo :0.1
Pin 167
agua y el fuego, la carpa y el conejo io celebrar la boda cid
una vitrina de la sociedad, en la que ésta expone sus saberes
paraguas y la máquina de coser!
"sensibles"; un hábitat con una ecOlogía particular, priorita-
Sin embargo -creo haber insistido bastante en ello-
riamente organizada en torno a ellos y que, contra los moder-
eso no basta para fundar una especificidad didáctica. La que
nos adoradores de la Escuela-centrada-en-el-niño, nos recuer-
debe hablar aquí es, naturalmente, la teoría didáctica. Escu-
da que los individuos somos antes que nada seres sociales y
chémo.sla un instante.
por ende "escolentes" in.
En función de lo que precede, al menos, parece preci-
La Escuela, de la que decimos demasiado frecuente-
samente que habría que comenzar por observar no una opo-
mente que está fuera del mundo, se ubica así en el centro mis-
sición sino más bien una comunidad de destinos. Una y otra ma-
mo de la vida de las sociedades. La trayectoria escolar en ese sen-
teria, en efecto, se presentan en nuestra Escuela como mate-
tido es una visita guiada, max. o menos impuesta actualmen-
rias fundanienutles y por lo tanto, materias "notables". En
te, á los fundamentos epistemolágicos del todo social; un tributo
principio, es eso lo que las aproxima.
que pagamos colectivamente al funcionamiento de nuestras
Ustedes notarán quizás que he hablado de "materias";
sociedades.
la variante terminológica me es muy útil aquí. Porque ¿aca-
Llegamos así a percibir el tipo de aportación que pro-
so podemos hablar verdaderamente de saber, a propósito
mete a nuestro conocimiento de las sociedades -quiero decir,
del francés? ¿'El francés", es un saber del estilo de las ma-
la manera en que los hombres viven- una antropología didác-
temáticas? -
tica de los saberes. Vernos también que la variedad de los sa-
Efectivamente, todo parte de allí. La lengua, "la lengua
beres, la fragmentación estructurada de los conocimientos
que habitases", es conocida por el hablante nativo, como una
que éstos instituyen, el sistema que forman y su grado de in-
tegración e inclusive su existencia misma, no se encuentran práctica social, a la que llamaré el habla utilizando la termino-
logía de Sattssure pero sin estar enteramente de acuerdo con
en absoluto programados en una presunta "naturaleza intrín-
dicha concepción. "La lengua" -el francés, por ejemplo- es
seca" o preformados en una supuesta especificidad a priori
aquí lo que llamo un dominio de realidad. Los actores de esa
de los saberes. "Lo que es específico del conocimiento" no es
un punto de partida del trabajo del didacta: es un centro de
institución que es la sociedad francesa, poseen una ciertaprác-
_ tica social -"hablar francés", es decir "hablar", simplemente-
referencia. Y esa especificidad debe ser teóricameteiconquisti_ ,,,,„,,,,,_,
en relación con ese dominio de 'realidad que es "el francés , "la
taday elaborada.
lengua francesa".
, ¿Qué diferencia hay en nuestra enseñanza general entre
Esa práctica pone en evidencia conocimientos, pero no
"las matemáticas" y -el francés", por ejemplo? Culturalmente,
todavía un saber. Todos somos más o menos competentes en
esta pregunta sólo podría formularse como una humorada,
nuestra lengua. Y cualquier hablante nativo podrá reconocer
hasta tal punto los consideramos absolutamente opuestos.
que tal otro es más competente que él. Uno puede arreglár-
Aproximar las inzdemáiicta alfransis, se. dirá, es como -unir el.—__
selas más o menos bien con las p-alabras; pero allí no hay to-
davía nada que saber
•N. del T. El autor utilizo un juego de palabras juntando e/ prefijo •tror"
(de n'ataire) col) el sustantivo ¿tres (entes).
I US 169
La situación no tiene nada de o: nada de especí- sólo se había ocupado del latín. Ahora desea trabajar para la
fico respecto de ese dominio de realidad y - • esa práctica so- construcción del francés, en la que otros trabajaron antes que
cial relativa a ese dominio de realift.d. Tampoco es original - él. "Por lo tanto, no sin tener en cuenta el ejemplo de muchos
sin embargo se trata aquí del hecho L..encial- que en un mo- personajes excelentes -le escribe a su protector- emprendo
mento dado de la historia de la institución considerada, naz- ese trabajo. El que (...) recibirás no como algo perfecto en la
ca un saber de ese dominio de realidad (en este caso, la ler-igua) y demostración de nuestra lengua, sino solamente corno un co-
que sea, o se pretenda, congruente respecto a una cierta práctica mienzo de. Porque sé que cuando se ha querido tornar la len-
sur. 1 (en este caso, la del habla) de ese dominio de realidad, gua griega y latina en arte, la tarea no fue en absoluto [reali-
que organiza sus conocimientos e inspira su ejecución. zada) por un hombre sino por varios. Así se hará igualmente, •
Pero sin embargo podría ocurrir perfectamente que no para la lengua francesa; y poco a poco, por medio del traba-
existiera un saber semejante. Aun si constituyera, si extendiera jo de las gentes doctas, ésta podrá conseguir igual perfección
su imperio sobre el habla nativa, al cabo del tiempo también que las lenguas antedichas".
podría deshacerse, perderse completamente para renacer, en Nos encontramos aquí, un ejemplo entre otros, con
otro momento, con diversa fortuna. Basta con pensar en esas una declaración de nacimiento anticipada de nuestro "saber
lenguas de Francia que llamarnos regionales (o minoritarias, del francés". Que se pretende académica. Y que deviene aca-
marginales, marginalizaclas, etc.), que al ser consideradas por démica. Efectivamente, abandonemos esos Premieres catabais
sus propios hablantes como simples dialectos, se refugian en pour la langue franeaire II; y saltemos unos cuantos siglos.
una labor de resistencia, dejan de ser cultivadas, se evidencian Ese saber del francés respeta la ley de todo saber; hace
como pura habla y experimentarán, alqunas veces, en su hun- oír su diferencia, se establece a cierta distancia del habla fran-
dimiento, inciertos renacimientos letrados. cesa. Cuando el hablante nativo dice: "Ella se hizo llevar a ca-
Volvamos al francés: ¿dónde se oculta el saber que yo sa de su padre". Dumarsais, en 1810, restablece doctamente
evocaba? la verdad: "Ella ha hecho esto: alguien la conduce a casa de
Ese supuesto "saber del francés", o mejor dicho ese "sa. su padre"12. Poco importa cuán grotesca nos parezca esta ex-
ber del habla francesa" -volveré luego sobre esas expresiones plicación: ¡la extrañeza misma del enunciado oficia como
r ‘"' puripsas y un poco torpes-no nace por sí mismo. Ha sido , presunción de saber!
• O ki;,5 preciso alumbrarlo. Su nachnlento es una epopeya que une lo Ese saber
.".7 "tendrá, además, sus partes, que lo estructuran
5•J\/
político (Francisco 1 y la ordenanza de Villers-Cotterets, el 15 de modo que pueda aprenderse por etapas: gramática, luego
5 V.
- r.
de agosto de 1539) con lo poético (Du Bellay y su Pélense el retórica, al igual que anteriormente, el álgebra sucedía a la
illanration de la Tengue frantnise, en 1549). Una epopeya que aritmética. Lo hemos dicho ya; el modelo no es nuevo. Pero
supone sobre todo por parte de sus artífices, un deseo de sa- nos proporciona un saber que tendrá sus horas de gloria du-
.2 ber, una pulsión epistemofflica que busca su objeto bajo la rante largo tiempo y a partir de allí se impondrá. En adelan-
o
sombra formidable de los modelos dH grief• • y del latir'. te, podremos "saber el francés" y no conformarnos con ser
En 1540 se suma Etiennne Doler, quien hasta entonces simplemente más o menos buenos conocedores. También no-
•
170 171
(Iremos enseñar el francés, es decir, enseñar ese "saber del fran- Enseñar el francés se torna poco a poco imposible. El
cés" que varios siglos produjeron y que hemos visto vacilar. malestar se instala. Tomará tiempo recuperarse. Sin embar-
Se trata de una larga saga que recientemente se ha in- go, hay recuperación. Desde hace algunos años, la antigua re-
tentado "desinfla?, mostrando lo arbitrario de sus solapados tórica levanta cabeza y retorna a la Escuelal3. Renace de sus
artificios. Dado que, súbitamente desde el final del >cm, en al- cenizas un saber del francés que busca hoy, quizás °Mi/
gunas décadas, la pertinencia cultural de esa gran construc- mente, una investidura espistemológica y cultural la cual
ción se derrumba. La retórica, que la "estilística" prolongará carecería totalmente de valor.
débilmente, se muere. La legitimidad epistemológica pronto
se resquebraja. Al ampliarse el imperio del continente de las No importa cuán pobre parezca a los ojos del especia-
ciencias, su imperialismo abre nuevos territorios; la lingüísti- lista mi breve crónica de los hechos, aquí la detendré, para
ca pretende instalarse en ellos, denunciar al intruso, expulsar volver a ocuparme de la enseñanza de una didáctica de los sa-
al falsario. Finalmente se desvanece la legitimidad cultural, beres. No hay nada de original en ello, repitámoslo una vez
que actualmente sólo conocemos fragmentariamente, del más. Dije que las matemáticas y el francés son materias nota-
"buen uso" caro a Vaugelas, herido de muerte desde hace bles. Como punto de partida están las prácticas sociales: prác-
treinta años por el relativismo lingüístico que convierte en pa- ticas matemáticas, por un lado; prácticas del lenguaje, por
res a todos los usuarios de la lengua. otro. Son prácticas que la Escuela, a través de los saberes que
¿Enseñar "el francés" a todos los niños franceses? ¿Qué procuramos enseñar en ella, tiene como misión mantener,
enseñar en lo sucesivo? ¿Un saber ilegitimo? ¿O bien un saber enriquecer, desarrollar, fortalecer, porque" , digámoslo sin ver
de reemplazo? ¿Acaso la lingüística, ságoma nuova convincen- güenza. la Escuela ocupa el corazón de la sociedad.
te, dominadora y segura de sí misma? Saussure, el padre fun- Las prácticas matemáticas y las prácticas de lenguaje
dador, había distinguido la materia (el habla) y el objeto (la len- son igualmente invisibles, pero por razmies opuestas. En un
gua). Pero esa operación equivalía a designar una parte por caso, la no visibilidad deriva de la opacidad social de una ac-
el todo: la lengua saussureana está en la lengua pero no es !o- tividad rara, improbable y sin embargo esencial. En el otro,
da la lengua. En especial --Saussure, en un sentido, nos lo ha- se identifica con la transparencia, con la inmediatez de una ac-
bía advertido— "la lingüística" (con sus divisiones) no es un sa- ,tividad,en "habientes", estamos todos sumergidos
&Tría ei.mejor de los—casos, un" saber saire el completamente y sin retorno. Pero ocurre que entre un saber
habla (veremos que la distinción no es oportunista). No pue- y una práctica hay una distancia nunca enteramente abolida.
sz.]
de retomar por su cuenta, incluso si es especificada como lin- (De modo que existe siempre una distancia entre la escuel,,
güística francesa, la función que tenía el antiguo saber del profesional y la profesión: el aprendizaje en el lugar de trabajo,
francés. (Sin embargo, por su apariencia normativista, la lin- la aculturación profesional, por más que la formación escolar o
- — giMatied de Chomsky hubiera podido pretender una transpo- tienda a reducir su papel, no dejan de ser necesarias.)
n sición didáctica funcionalmente adecuada; y no está establecí-
do que haya renunciado completamente a esa empresa.)
*N. del T. El autor utiliza un juego de palabras usando el verbo frarIrr
(hablar))? el susiontivo Erres (entes).
El saber de un dominio de realidad es un saber sobe as La empresa a decir verdad era arriesgada. Y podemos 173
prácticas sociales relativas a ese dominiv Je realidad, que po- sorprendernos con justicia de que haya resistido tanto tiem-
see indudablemente su pertinencia r ira esas prácticas. Pero su po a todos los asaltos. Porque los ejemplos no constituyen
congruencia respecto de ellas, aquello que lo constituiría en un una legión de contra-transposiCiones logradas. El sistema de
saber de esas prácticas, nunca está asegurada. Incluso en el ca- los saberes no es el pleonasmo del sistema de las prácticas.
so de las matemáticas, se hacen oír regularmente algunas ob- No son suficientes la suposición de un saber ni la necesidad
jeciones. (Ramus, en la segunda mitad del siglo XVI, hizo de y el deseo que tenemos de él o la denominación que se le
éstas un generoso camercio.) Sin embargo, la observación no otorga.
es sospechosa, Si bien queda por aclarar las matemáticas como En el siglo xvm se ha podido soñar con una ciencia del
saber, cuya construcción no se ordena según prácticas utiliza- ingeniero, título de una obra de Bélidor. A comienzos de nues-
doras de matemáticas (aunque reciba su estímulo), suelen estar troiglo, Durkheim, sin detenerse demasiado en ello y aun-
muy de acuerdo con éstas, un hecho que Eugen Wigner bauti- que ocupaba entonces en la Sorbona una cátedra con el mis-
zó otrora como la irrazonable efectividad de las matemáticas*. mo nombre, evoca la posibilidad de una ciencia de la educa-
Pero el saber de b lengua francesa que elabora la lin- ción, avatar hipotético, teórico y modernizado de la incans-
güística es sólo muy mediocremente saber del habla francesa. able pedagogía. ¡Cuántos deseos de saber puestos en palabras!
Ante todo y sobretodo, es un saber sobre "el francés". Henchi- Pero esa ciencia de la educación, de haber vivido, hubiera si-
do de legitimidad epistemológica, carece al respecto de perti- do criticada duramente por las actuales didácticas. La Escue-
nencia epistemológica. También carece —se trata de cosas re- la, profesional o general, no siempre tiene los medios episte-
lacionadas— de la pertinencia y la legitimidad culturales que mológicos para realizar sus ambiciones. La enseñanza del fran-
son las únicas que podrían instalarlo como vencedor, en la Es- cés, entre otras, experimenta todos los días esa situación.
cuela. -Porque, atrapado en la lógica moderna de las ciencias, He aquí; me parece, la manera en que podemos comen-
ese saber se presenta a priori como autónomo en relación con zar a elaborar, partiendo exclusivamente de los elementos de
las necesidades de la Escuela (las que a su vez son el eco de cier- teoría didáctica anteriormente enunciados, la diferencia espe-
tas necesidades sociatcs), miem i-as que el antiguo saber del cífica entre el francés y las matemáticas. Vemos la necesidad
francéaera,. casi por..definición,i
si.,puedo, decirlo, un:saber de-convocar para esa tarea, a-la didáctica de:los• saberes,: que:
de Escuela", constituido fuera de la Escuela —aunque a menu- .ilialécticamente, al tiempo que esclarece su especificidad, se
do no lejos de ella— pero hecho para la Escuela, fruto de lo nutre de las didácticas (de las matemáticas, del francés, etc.),
que he denominado una contra-transposición didáctica", ela- cuyas particularidades subsume en forma de universales que
borado desde un principio como un saber del habla francesa. permiten fundar la singularidad de aquellas. Como toda cien-
(La Grammaire de Port-Royal, obra didáctica demasiado desco- cia, las didácticas "particulares" sólo pueden fundarse y cons-
nocida como tal, nos lo dice sin ambages: "La gramática", es- truir su objeto avanzando; pero ese avance supone una solida-
criben sus autores en 1660, "es el arte de hablar".) ridad epistemológica que, hasta hoy, ya lo he dicho, no ha sido
suficientemente reconocida.
•Ñ. del T. En inglés en el original.