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R ¿Qué es el alma?

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La respuesta que da la Biblia


En la Biblia, la palabra alma traduce el término hebreo néfesch y el
griego psykjé. El término hebreo puede significar literalmente “criatura que
respira”, y el griego suele transmitir la idea de “ser vivo”, “persona, individuo”. * Por
tanto, puede decirse que el alma se refiere al propio ser, a la criatura o la persona
en su totalidad; no a algo que tengamos en nuestro interior y sobreviva a la muerte
del cuerpo. Veamos algunos pasajes bíblicos que lo confirman.

Mito 1: El alma es inmortal


¿Cómo se creó el mito?
“Los primeros filósofos cristianos adoptaron el concepto griego de que el alma es
inmortal. Pensaban que Dios creaba e infundía el alma en el cuerpo al momento
de la concepción.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

¿Qué dice la Biblia?


“El alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:4, Reina-Valera, 1960.)

Las Escrituras describen así la creación de la primera alma humana: “Jehová Dios
procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento
de vida, y el hombre vino a ser alma [en hebreo, néfesch] viviente” (Génesis 2:7).

La palabra hebrea néfesch, que se traduce por “alma”, significa literalmente


“criatura que respira”. Cuando Dios creó a Adán, lo que infundió en su cuerpo
no fue un alma inmortal, sino la fuerza de vida, que se conserva por medio de la
respiración. Por lo tanto, cuando la Biblia habla del alma, se refiere al entero ser
vivo. Y ¿qué ocurre si el alma pierde la fuerza de vida? Dicho sencillamente,
muere (Génesis 3:19; Ezequiel 18:20).

Claro, cuando se adoptó la doctrina de la inmortalidad del alma, surgieron otras


cuestiones: ¿Dónde va el alma tras la muerte? ¿Qué le sucede al alma de las
personas malas? Todo esto dio lugar a la creación de otro mito: los malos son
atormentados en el infierno.

Examine estos versículos: Eclesiastés 3:19;Mateo 10:28; Hechos 3:23.

LA VERDAD:
Cuando una persona muere, deja de existir.

Adán no recibió un alma, sino que “llegó a ser un alma”


 Cuando Jehová creó a Adán, el primer ser humano, el relato bíblico señala
que “el hombre llegó a ser alma viviente” (Génesis 2:7, Biblia Textual).
Cabe destacar que Adán no recibió un alma, sino que llegó a ser un alma,
es decir, una persona.
 La Biblia dice que un alma puede tocar un cadáver (Levítico
5:2, Jünemann), alimentarse (Levítico 7:20, Katznelson), trabajar (Levítico
23:30, Huerin), desear con ansias comer carne (Deuteronomio
12:20, Nácar-Colunga, 1974) y obedecer leyes (Romanos 13:1, Reina-
Valera, 1909). Solo un ser en su totalidad puede realizar dichas acciones.

¿Es algo inmortal?


No. El alma ciertamente puede morir. Decenas de pasajes bíblicos así lo
demuestran. He aquí algunos ejemplos.

 La Biblia dice: “El alma que peque, ésa morirá” (Ezequiel 18:4, 20, La Biblia
de las Américas).
 Refiriéndose al castigo que le esperaba al israelita que cometiera alguna de
las ofensas más graves, la Ley decía: “Aquella alma será cortada”, o
“tajada” (Éxodo 12:15, 19; 31:14, Reina-Valera, 1909; Levítico 7:20,
21, 27, Biblia de Ferrara). En Levítico 19:8, La Biblia de las familias
católicas describe el mismo castigo con estas palabras: “Aquella alma
perecerá”.
 Algunos versículos bíblicos utilizan la expresión literal “alma muerta” al
hablar del cadáver de una persona (Levítico 21:11; Números 6:6). Aunque
en muchas traducciones de la Biblia se vierte esa expresión
como “cuerpo muerto” o “persona muerta”, el texto original en hebreo
contiene la palabra néfesch, es decir, “alma”.

Alma y vida
En la Biblia, alma también es sinónimo de vida. Por ejemplo, en Job 33:22 la
palabra hebrea para “alma” (néfesch) se usa como una expresión paralela de
“vida”. Y a veces, al hablar de personajes que estuvieron a punto de perder la
vida, la Biblia dice que su “alma” estuvo en peligro (Éxodo 4:19; Jueces
9:17;Filipenses 2:30).

Conocer ese sentido de la palabra alma nos ayuda a entender mejor algunos
versículos bíblicos. Por ejemplo, en Génesis 35:18 se dice que el alma de cierta
mujer fue “saliendo”, o como lo expresa la versión Torres Amat, que ella estuvo
“exhalando el alma”. Esta es una figura retórica que comunica la idea de que la
vida de aquella mujer estaba acabando. Por eso, algunas traducciones dicen en
este versículo que la mujer estaba “dando el último suspiro” (La Biblia
Latinoamérica, 2011).
¿Dónde se originó la creencia de que el alma es
inmortal?
Esta creencia —común hoy a muchas religiones cristianas— no se basa en la
Biblia; más bien, proviene de los antiguos griegos. De hecho, el Diccionario
enciclopédico del Cristianismo explica: “Esta concepción de alma deriva de la
antigua filosofía griega, según la cual, en el hombre, el cuerpo (sōma) está
separado del alma (psychḗ), de la que es instrumento. La Biblia, en cambio,
expresa una concepción no dualista que ve al hombre como una realidad unitaria”.

Dios está en contra de que las ideas humanas, como la creencia de que el alma
es inmortal, se mezclen con lo que él enseña. “Cuidado —advierte la Biblia—:
quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el
vano engaño según la tradición de los hombres.” (Colosenses 2:8.)

Mito 2: Las personas malas sufren


tormento en el infierno
¿Cómo se creó el mito?
“De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien más ha influido
en el pensamiento tradicional sobre el infierno.” (Historia de los infiernos, de
Georges Minois, página 64.)

“Desde mediados del siglo II d.C., algunos cristianos educados en la


filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar sus
creencias en los términos de esta [...]. La filosofía que más les convino
fue el platonismo.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su


eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal
descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí
sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ [...]. La pena principal del
infierno consiste en la separación eterna de Dios.” (Catecismo de la
Iglesia Católica, tercera edición revisada, página 242.)

¿Qué dice la Biblia?


“Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, [...] pues
no hay actividad ni planes, ni ciencia ni sabiduría, en el Seol adonde te
encaminas.” (Eclesiastés 9:5, 10, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)

Seol es una palabra de origen hebreo que se refiere a “la morada de los muertos”
y que algunas Biblias traducen por “infierno”. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre
el estado en que se encuentran los muertos? ¿Están siendo atormentados en el
Seol para pagar por sus pecados? No, pues el versículo dice que “no saben nada”.
En efecto, los muertos ni sienten ni padecen. Eso explica por qué el patriarca Job,
cuando estaba sufriendo una enfermedad muy grave, le pidió a Dios que lo
protegiera “en el infierno” (Job 14:13, Biblia Americana San Jerónimo). ¿Habría
hecho esa petición si el infierno fuera un lugar donde se torturara eternamente a
las almas? Claro que no. En la Biblia, el infierno (o Seol) es la sepultura colectiva
adonde va la gente al morir, un lugar simbólico donde no existe ninguna actividad.

Esta definición del infierno no solo concuerda con las Escrituras, sino que también
es más lógica. Al fin y al cabo, ¿qué horrible crimen podría cometer alguien para
merecer que el Dios de amor lo torturara por los siglos de los siglos? (1 Juan 4:8.)
Ahora bien, si el tormento del infierno es un mito, ¿qué hay del cielo?

Examine estos versículos: Salmo 146:3, 4;Hechos 2:25-27; Romanos 6:7, 23.

LA VERDAD:
Dios no castiga a las personas en el infierno

Por qué razón morimos?


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La respuesta que da la Biblia
Es normal hacerse esa pregunta, especialmente cuando fallece alguien querido.
La Biblia dice que lo que causa la muerte es el pecado (1 Corintios 15:56).

¿Por qué todos pecamos y morimos?


Los primeros seres humanos, Adán y Eva, perdieron la vida porque se rebelaron
contra el Creador (Génesis 3:17-19). Al pecar, se alejaron de Dios, “la fuente de la
vida”, lo cual solo podía llevarlos a la muerte (Salmo 36:9;Génesis 2:17).

Adán transmitió a sus descendientes el pecado, un defecto hereditario. La Biblia lo


explica así: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la
muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres
porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Como todos pecamos, todos
morimos (Romanos 3:23).

El fin de la muerte
Dios ha prometido que él “se tragará a la muerte para siempre” (Isaías 25:8). Pero
para ello, tiene que acabar con la raíz del problema: el pecado. Esto lo logrará
mediante Jesucristo, quien “quita el pecado del mundo” (Juan 1:29; 1 Juan 1:7).

Hay vida después de la muerte?


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La respuesta que da la Biblia


La Biblia dice: “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los
muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5; Salmo
146:4). Así que cuando alguien muere, deja de existir. Los muertos no pueden
pensar ni actuar ni sentir.
“A polvo volverás”
Dios le explicó al primer hombre lo que le sucedería al morir. Cuando Adán
desobedeció, Dios le dijo: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Adán
no existía antes de que Dios lo formara “del polvo del suelo” (Génesis 2:7). Y al
morir, volvió a ser polvo y dejó de existir.

Lo mismo sucede hoy. Refiriéndose tanto a los seres humanos como a los
animales, la Biblia explica: “Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al
polvo” (Eclesiastés 3:19, 20).

La muerte no tiene por qué ser el final de todo


La Biblia a menudo compara la muerte con un sueño profundo (Salmo 13:3; Juan
11:11-14; Hechos 7:60). Quien duerme profundamente no se entera de lo que
pasa a su alrededor. Del mismo modo, los muertos no tienen conciencia de nada.
Sin embargo, la Biblia enseña que Dios puede despertarlos y levantarlos a la vida
(Job 14:13-15). Para aquellos a quienes Dios resucite, la muerte no será el final de
todo.

¿Qué dice la Biblia sobre la eutanasia?


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La respuesta que da la Biblia


La Biblia no trata el tema de la eutanasia directamente. * Ahora bien, lo que
menciona sobre la vida y la muerte nos ayuda a tener un punto de vista
equilibrado. Según la Biblia, está mal ponerle fin a una vida, pero eso no significa
que haya que recurrir a medidas extremas para prolongar el proceso de la muerte.

La Biblia dice que Dios es nuestro creador, “la fuente de la vida” (Salmo
36:9; Hechos 17:28). La vida es muy valiosa para él, y por eso condena el
asesinato, tanto si le quitamos la vida a alguien como si nos quitamos la nuestra
(Éxodo 20:13; 1 Juan 3:15). Además, la Biblia indica que debemos tomar
precauciones razonables para proteger nuestra vida y la de los demás
(Deuteronomio 22:8). Está claro que Dios quiere que valoremos el regalo de la
vida.

¿Y si se trata de un enfermo terminal?


La Biblia no justifica que se ponga fin a la vida de una persona, ni siquiera cuando
su muerte es inminente o inevitable. El ejemplo del rey Saúl de Israel da prueba de
ello. Cuando lo hirieron mortalmente en una batalla, le pidió a su escudero que lo
ayudara a quitarse la vida (1 Samuel 31:3, 4). El escudero se negó, pero tiempo
después otro hombre dijo que él había ayudado a Saúl a cumplir su deseo,
aunque era mentira. David condenó a ese hombre por derramamiento de sangre,
pues veía ese asunto igual que Dios (2 Samuel 1:6-16).

¿Hay que prolongar la vida a toda costa?


En la Biblia no se dice que haya que alargar la vida de una persona si está claro
que su muerte es inminente. Por el contrario, ofrece un punto de vista muy
equilibrado. La muerte es nuestro peor enemigo, la consecuencia del pecado que
hemos heredado (Romanos 5:12; 1 Corintios 15:26). Aunque no deseemos morir,
tampoco debemos temer a la muerte, ya que Dios promete que resucitará a
quienes han fallecido (Juan 6:39, 40). Las personas que respetan la vida buscan el
mejor tratamiento médico posible. Ahora bien, eso no implica elegir tratamientos
que se limiten a alargar una vida que está llegando a su fin.

¿Es el suicidio un pecado imperdonable?


No, la Biblia no menciona el suicidio cuando habla de los pecados imperdonables.
Y, aunque se trata de un pecado grave, * Dios entiende perfectamente que hay
factores que pueden hacer que alguien tenga tendencias suicidas, tales como las
enfermedades mentales, el estrés extremo o incluso la propia genética (Salmo
103:13, 14). Mediante su Palabra, Dios consuela a las personas que están
angustiadas. Además, la Biblia promete que “va a haber resurrección así de
justos como de injustos” (Hechos 24:15). Esto muestra que también pueden
resucitar quienes han cometido errores graves, incluidos quienes se suicidan.

¿Y qué ocurre con la eutanasia animal?

La eutanasia animal no se puede comparar con la eutanasia aplicada a las


personas. Dios les da a los humanos la esperanza de vivir para siempre, pero a
los animales, no (Romanos 6:23; 2 Pedro 2:12). Es cierto que la Biblia condena el
trato cruel hacia los animales, pero le dio al ser humano autoridad sobre ellos
(Génesis 9:3). Dios espera que cuidemos con bondad a los animales, así que sus
dueños tienen que decidir cuál es la forma más compasiva de tratarlos, lo que
incluye la decisión de poner fin a su vida en caso de sufrimiento (Proverbios
12:10).

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