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LOS CONTRATOS DE JUEGO Y APUESTA

CONCEPTO Y DISTINCIÓN

Como ya hemos expuesto, el vocablo «juego», deriva del latín «iocus» (broma,
distracción), que expresa la idea de satisfacción o deleite, si bien es la palabra «ludus»
(diversión, pasatiempo), que acentúa el sentido de actividad fácil o que no requiere
esfuerzo, la que mejor traduce el término castellano «juego». En cambio, la palabra
«apuesta» proviene del verbo latino «apponere» (o adponere), que significa colocar,
poner con inmediatividad a algo.

La Real Academia de la Lengua Española acepta dos sentidos principales de la palabra


juego: 1. «Acción y efecto de jugar», y 2. «Ejercicio recreativo sometido a reglas,y en el
cual se gana o se pierde».

El primer sentido, que es el más amplio, nos remite al término jugar, que, a su vez, cuenta
con varios significados, de los que en este caso interesan los siguientes: 3. «Entretenerse,
divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en él
interés»/ 4.»Tomar parte en uno de los juegos sometidos a reglas, no para divertirse, sino
por vicio o con el sólo fin de ganar dinero»

A su vez, la Real Academia también acepta dos definiciones principales de la palabra


«apuesta»: 1. «Acción y efecto de apostar», 2. «Cosa que se apuesta».

Del término «apostar» se recogen, entre otros, los siguientes sentidos: 1. «Pactar entre sí
los que disputan que aquél que estuviere equivocado o no tuviere razón, perderá la
cantidad de dinero que se determine o cualquier otra cosa» 2. Arriesgar cierta cantidad de
dinero en la creencia de que alguna cosa como juego, contienda deportiva, etc., tendrá tal
o cual resultado; cantidad que en caso de acierto se recupera aumentada a expensas de las
que han perdido quienes no acertaron.

La doctrina tradicional se ha esforzado en formular un concepto de estas figuras


contractuales. SÁNCHEZ ROMÁN define el contrato de juego como «un contrato
principal, consensual, bilateral, oneroso y aleatorio, por el cual se convienen dos o varias
personas en que paguen, las que pierdan, cierta cosa a las que ganen. Por su parte,
CLEMENTE DE DIEGO define el de apuesta como «un contrato principal, bilateral,
aleatorio y consensual, por el que dos personas que tienen concepto distinto de un suceso
pasado o futuro y determinado, se comprometen a entregar una cantidad a otra.

JUEGO Y APUESTA
CLASES:
El Código legisla sobre "el juego y la apuesta" permitidos y no autorizados. De la
disquisición anterior deducimos que el código no legisla ni el juego ni la apuesta. Todas
las formas, lícitas y no lícitas resultan englobadas en la frase "el juego y la apuesta" que
son tratadas como si fueran un solo hecho o un solo concepto. Consideramos más
apropiado calificar la apuesta como el contrato en el cual ambas partes se someten a los
resultados de determinado hecho. El Código sin embargo engloba en una frase el juego y
la apuesta, reconoce tres clases de estas:

1) El juego y la apuesta permitidos.


2) El juego y la apuesta no autorizados.
3) El juego y la apuesta prohibidos.

Cada uno tiene un tratamiento especial; De conformidad con el nuevo sistema seguido
por el código vigente, mientras que los juegos permitidos y los prohibidos se encuentran
prefijados en las leyes, los no autorizados están en una zona neutral, pues no son
prohibidos ni permitidos. Estos últimos constituyen, por lo demás, los que se presentan
con mayor frecuencia, pues cubre un área muy amplia. Como ejemplo de los juegos no
autorizados podemos citar los eventos deportivos en general, o cuestiones relativas a
hechos o acontecimientos ya producidos o actuadas, en todos los cuales existen
competitividad, un interés económico de por medio y los factores determinantes en
beneficio del vencedor como son su destres física, su conocimiento, su memoria y otros
similares a los que se agrega un margen no cuantificado y colateral de suerte o azar. De
lo dicho se desprende que en nuestro código civil el juego y apuesta no autorizados tienen
una categoría propia. En efecto, si bien el vencedor carece de acción para reclamar su
pago, una vez efectuado voluntariamente tiene a su favor la “solutio retentio” y no está
obligado a la devolución. “El juez puede reducir equitativamente el monto de la
prestación cuando resulta excesiva en relación con la situación económica del perdedor."

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I. Juego y apuesta permitidos: Acción de cobro (Art. 1942): Los elementos
constitutivos del juego y apuesta permitidos son:
1) La obligación por parte de quien resulte perdedor, de satisfacer la prestación
previamente establecida. En la lotería, por ejemplo, el organismo competente hace
que se emitan y pongan en circulación billetes en los que figuran el monto de los
premios y la fecha del sorteo, entre otros aspectos. Al referirnos a los conceptos
generales se explicó que en el juego y apuesta permitidos actualmente, la
prestación a que se obliga el perdedor es de dar (sumas de dinero y también
especies). Nada impide, empero, que en el futuro se introduzcan dentro de esa
misma categoría prestaciones de hacer y hasta en teoría, aunque con remotas
posibilidades, de no hacer. Por ejemplo, podría darse que en el juego de bingo se
permita ofrecer como prestación la pintura de la casa del ganador de una
determinada cartilla. Como por otra parte hemos sostenido que el juego y apuesta
no autorizados es un contrato peculiar resulta evidente que dentro de su gama
podrán ofrecerse no sólo prestaciones de dar, sino también de hacer y no hacer.
Nada impide, en efecto, que en una competencia de ajedrez, quien resulte perdedor
le confeccione un retrato al vencedor (prestación de hacer) o se abstenga de jugar
durante un mes (prestación de no hacer) en la medida de que una u otra prestación
haya sido previamente convenida. Como sabemos, en ambos ejemplos el vencedor
carecerá de acción para exigir el cumplimiento de la prestación por parte del
perdedor.
2) La prestación debe tener carácter interesado (causa lucrandi) ya que si el resultado
de una competencia (deportiva, científica, etc.) sólo conduce a una satisfacción
inmaterial, no habrá habido concertación previa ni existirá juego y apuesta desde
una perspectiva contractual. León Barandiarán cita con acierto a Funaioli
manifestando que "si no hay resultado económico en cuanto a transmisión
patrimonial por parte de un jugador, que viene a ser el perjudicado, en favor de
otro jugador, que viene a ser el favorecido, el mundo del juego y aquel del derecho
constituyen no solamente dos categorías anteriores y diversas, sino un cierto
sentido, contrapuestas, incompatibles. El fenómeno lúdico y el fenómeno jurídico
serían insensibles recíprocamente".
3) La prestación comprometida resultará exigible una vez que se produzca un hecho
hasta entonces futuro o que tratándose de un acontecimiento ya realizado e
ignorado en su origen por las partes, quede luego debidamente esclarecido.

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Debemos aclarar que en la legislación sobre el juego y apuesta permitidos sólo se
da la primera de estas hipótesis. Ejemplo: la llegada a la meta de un caballo
vencedor en un hipódromo. No existe, en cambio, juego y apuesta permitidos en
que la prestación esté sujeta al resultado de un acontecimiento realizado, pero
desconocido por las partes. Empero, se le consideró en el texto para la
eventualidad de que pueda darse en el futuro. Además y desde luego, este matiz
se presenta frecuentemente en el juego y apuesta no autorizados (ejemplo: si dos
estudiantes de Derecho apuestan una co-mida respecto a quién era Presidente del
Perú cuando se promulgó el Código Civil de1952: Ramón Castilla o José Rufino
Echenique).
4) Aunque no lo señale el artículo 1492, por su misma organización empresarial el
juego y apuesta permitidos están acompañados por actos de carácter preparatorio,
como son la adquisición de billetes, boletos, cartillas o fichas. Adicionalmente
cabe indicar que en ciertos casos sus mecanismos son sofisticados. Así sucede con
el empleo de totalizadores en los hipódromos, pues en realidad quien juega es la
masa apostadora (asistente o no al espectáculo hípico) de modo que la institución
que hace empresa (entre nosotros, el Jockey Club del Perú) se limita a recolectar
las apuestas y cumplir con el pago de los resultados, reteniendo un porcentaje que
no sólo asegura sus costos y el pago de tributos, sino también una significativa
ganancia. El segundo párrafo del artículo bajo comentario carece de razón de ser,
y su inclusión se debe a que el autor no estuvo presente en la ponencia sustitutoria
que estaba cambiando toda la estructura del contrato de juego y apuesta, al
separarlo en permitidos, no autorizados y prohibidos. En efecto, la regla de
equidad contenida por este segundo párrafo (evitar la ruina del perdedor) se
explicaba en el Código Civil de 1936, ya que conforme al artículo 1772 el que
perdía en juego y apuesta de los no prohibidos quedaba obligado al pago. Pero
como esto no es así en el Código actual (artículo 1943) no vemos cómo pueda
aplicarse esa regla de equidad si el juego y apuesta permitidos están circunscritos
a los que se organizan de un modo empresarial y con un riesgo calculado.

1.1.- Efectos de los juegos permitidos


Con relación a los efectos que el Código Civil ha atribuido a los juegos permitidos
podemos mencionar los siguientes:

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1.2.- Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda
Sí se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado en un
juego permitido, sin embargo también se admite la reducción judicial de la deuda cuando
resulta excesiva en relación con la situación económica del perdedor. Es decir, aun así el
juego sea lícito, el legislador ha considerado necesario proteger al perdedor. La reducción
judicial de la deuda proveniente de juegos permitidos ya se contemplaba en el Código
Civil de 1936, señalándose en su ARTÍCULOS 1772 lo siguiente: "El que pierde en juego
o apuesta de los no prohibidos queda obligado al pago. El juez puede, sin embargo reducir
la obligación en lo que excediere de los usos de un buen padre de familia". En nuestra
opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería ser posible por
un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas al riesgo propio del
contrato, tal como lo dispone el ARTÍCULOS 1441, numeral 2, del actual Código Civil;
pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a circunstancias propias del
contrato no debería constituir la situación económica del perdedor un criterio válido para
que este pueda reducir su deuda, pues tal circunstancia no necesariamente era un hecho
cierto y conocido por el ganador. En este aspecto, el Código Civil funge de paterna lista
y el efecto de la norma podría seguir una dirección opuesta a la deseada pues podría
estimular que quienes tienen una complicada situación económica se agencien de grandes
cantidades de dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango de probabilidades será
mayor la oportunidad de obtener pingües ganancias, pues podrían aprovecharse de la
reducción judicial para aminorar sus deudas. La situación económica del perdedor solo
puede ser invocada como excepción y no como acción. En consecuencia, la reducción
judicial no podría solicitarla una persona que ya pagó la deuda a través de una demanda
de reducción de deuda de juego y solicitar por lo tanto su devolución parcial. El último
párrafo del ARTÍCULOS 1942 señala que el juez puede reducir la prestación, en
consecuencia, si esta ya se cumplió, la obligación está plenamente extinguida y no tendría
entonces título para repetir al que pagó la deuda de juego permitido aunque pretendiera
invocar su situación económica.

1.3.- Excepción para no pagar lo perdido


En un proceso judicial donde el ganador demanda el cobro de lo ganado en un juego
permitido, el perdedor no podrá eximirse de pagar; sin embargo, como lo indicamos
anteriormente, podrá solicitar la reducción de la deuda invocando su situación económica.
La figura de la reducción judicial también está contemplada para las obligaciones con

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cláusula penal. Conforme al ARTÍCULOS 1346, el juez, a solicitud del deudor, puede
reducir equitativamente la pena cuando sea manifiestamente excesiva o cuando la
obligación principal hubiese sido en parte o irregularmente cumplida.

1.4.- Acción para recuperar lo pagado


El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego
demandar su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es
irrelevante que pueda probar que el monto de la prestación resultó excesiva con relación
a su situación económica, pues la reducción judicial solo puede ser invocada como
excepción, cuando el deudor actúa como demandado.

Juego y apuesta no autorizados: falta de acción y de repetición (Art.1943)


El que paga voluntariamente una deuda emanada del juego y la apuesta no autorizados,
no puede solicitar su repetición, salvo que haya mediado dolo en la obtención de la
ganancia o que el repitente sea incapaz. Según lo explicado en los conceptos generales el
Código Civil en vigencia tiene una estructura peculiar en lo que se refiere al juego y
apuesta, pues se aparta de la legislación tradicional o clásica y hace una categórica
distinción entre los permitidos, no autorizados y prohibidos. Ya hemos señalado que el
sistema utilizado tiene indudable contenido ético, pero también reconocemos que podría
objetarse y en todo caso discutirse en lo que se refiere al trato dado al juego y apuesta no
autorizado, pues son los que se presentan con mayor frecuencia en la vida diaria.
Pondremos algunos ejemplos: Pedro se enfrenta a Juan en un partido de tenis y convienen
en que el perdedor le pagará una suma de dinero o le entregará un bien determinado o le
prestará un servicio o se abstendrá de hacer algo. Carlos tiene una discusión con Santiago
sobre el resultado del encuentro final del Campeonato Mundial de Fútbol realizado en
Argentina en 1978 y hacen una apuesta relacionada con cualquiera de las prestaciones
antes mencionadas, o sea de dar, hacer o no hacer.

Julia afirma que Juana de Arco falleció el 30 de mayo de 1431, en tanto que Cecilia
sostiene que fue el 30 de mayo de 1430, y surge otra apuesta vinculada con un hecho del
pasado y sujeta también aun efecto o consecuencia lucrativa. En todos estos casos, como
en tantos otros similares no existe prohibición legal, puesto que no se trata de juegos de
envite y azar, pero tampoco están permitidos y se hallan, de consiguiente, en una posición
intermedia, ya que si de una parte el vencedor carece de acción para exigir el pago, por
otro lado el perdedor que satisfizo la prestación no puede reclamar su devolución (de ser
ello posible), pues el primero goza de la solutio retentio. Estos efectos, tan distintos,

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responden a la filosofía impuesta en el Código, que desalienta al juego y apuesta, pero
concede una solución decorosa para el perdedor, satisfactoria para el vencedor y lo que
es tanto o más importante, coherente con el acontecer diario, con los usos y costumbres y
el valor moral de la palabra empeñada. Para que funcione la solutio retentio es
indispensable que el pago haya sido hecho por el perdedor en forma voluntaria. De otro
modo el acto sería anulable por error, violencia o intimidación. No hemos mencionado al
dolo como factor de anulabilidad, pues el artículo1943 lo señala expresamente y desde
luego su inclusión es inobjetable, pues faltaría el alea y la ley no puede proteger a quien
ha empleado artificio o argucia para obtener un resultado que le favorezca. Como apunta
León Barandiarán, "debe haber ausencia de fraude de parte del ganancioso, o sea, que el
resultado del juego no se deba a acciones dolosas de aquél, y así el primer tahúr puede
verse constreñido a restituir lo que se le haya pagado "Finalmente, habrá también lugar a
repetición si quien ha pagado es incapaz. Se trata, en este caso, de que no exista
aprovechamiento por falta de razonamiento, inexperiencia o inmadurez del perdedor.

No se ha establecido en esta hipótesis si la incapacidad es absoluta, de modo que el


precepto se extiende también a la relativa. Esta es una deficiencia que deberá ser corregida
en el futuro, por cuanto el acto jurídico practicado por incapacidad relativa del agente
sólo es anulable, a tenor de lo dispuesto en el artículo 221, inciso 1, del Código Civil,
Opina León Barandiarán que "... la falta de capacidad para realizar un acto jurídico, como
es un pago, importa la impugnabilidad de éste. Si esta es una regla general, con tanto
mayor razón tendrá aplicación en el caso contemplado, de una obligación imperfecta,
como es la derivada de una deuda de juego del tipo considerado en el artículo 1768 (del
Código Civil de 1936), en que no se permite la exigibilidad de la obligación, sino sólo la
no repetición de lo pagado.

Juego y apuesta prohibidos: Nulidad del pago (Art. 1944)


En este novedoso dispositivo apreciamos el fundamento ético a que hiciéramos mención
en los conceptos generales y en la oscilación de un péndulo imaginario nos encontramos
con el extremo en virtud del cual se fulmina con la nulidad el juego y apuesta prohibidos
por mandato expreso de la ley: no existe acción y hay lugar a la repetición, en el supuesto
de haberse hecho el pago. Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida
expresamente por una ley van a estar sujetos a los efectos indicados en el ARTÍCULOS
1944. La regla en nuestra legislación civil ha sido prohibir los juegos, especialmente los
juegos de azar y esto se advierte desde el albor de la República. En efecto, el General San

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Martín, durante su protectorado, en enero de 1822 expidió un decreto por el que se
consideraba al juego como un delito que ataca la moral pública y arruina las familias.
Asimismo, tal decreto dispuso que se sancione penal mente a los dueños de las casas
donde se jugaba y también a los jugadores, y para incentivar la búsqueda de centros de
juego se premiaba a los denunciantes con la mitad del dinero encontrado en las mesas de
juego. Posteriormente, ese mismo año y mes, el General emitió otro decreto concediendo
la libertad a los esclavos que denunciaran el desarrollo de juegos en las casas de sus amos,
recibiendo también la mitad del dinero encontrado en las mesas de juego. La existencia
de juegos prohibidos en nuestra legislación ha obedecido fundamentalmente a razones de
orden religioso y moral. Los que han sido objeto de esta prohibición, ya los hemos dicho,
han sido los juegos de azar y entre los argumentos invocados en su oportunidad para tal
decisión estaban los siguientes: que atentan contra la ética del trabajo, que promueven
una injusta disposición de la riqueza personal desestimulando la solidaridad entre las
personas y que fomentan la corrupción de las entidades estatales. La distinción entre el
juego y apuesta permitidos, no autorizados y prohibidos es, pues, notoria. En los primeros,
hay acción para que el vencedor exija al perdedor el pago de la prestación convenida. En
los segundos, no existe acción, pero el vencedor tiene a su favor la solutio retentio y no
está obligado a devolver lo que el perdedor pagó espontáneamente. Finalmente, en el
tercer caso no hay acción y si el perdedor ha pagado al vencedor, tiene el derecho de
repetición, pues dicho pago es nulo de pleno derecho.

Lo expuesto en la parte final del párrafo anterior significa que quien pagó no necesita
recurrir a los tribunales para que declaren la nulidad, pues ésta opera jure etde iure. Desde
luego, si el perdedor entregó al vencedor dinero o especies y no se le devuelve tendrá que
interponer la correspondiente acción restitutoria, o una indemnizatoria si por la naturaleza
de las cosas no cabe restitución, lo que sucedería cuando la prestación fue de hacer o de
no hacer. La legislación peruana en materia de juego y apuesta prohibidos está referida al
envite -cuya definición fue dada en los conceptos generales, y aparece en el Decreto Ley
N° 7051de 18 de marzo de 1931.Conforme a sus disposiciones, "la prohibición del juego
de envite es absoluta en toda la República. Quienes trafiquen con dicho juego ejerciendo
el rol de banqueros, empresarios, talladores, etc., serán reprimidos administrativamente
por la autoridad prefectoral, con multa de mil a cinco mil soles y además, juzgados como
vagos y expulsados del territorio nacional, si fueran extranjeros. El dinero y los efectos
encontrados en mesa o en poder de los jugadores serán decomisados. Los clubes, centros

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sociales o establecimientos en que se sorprenda la práctica del juego de envite serán
clausurados y sólo podrán reabrirse mediante un depósito en efectivo de diez mil soles el
cual, en caso de reincidencia y sin perjuicio de la clausura definitiva será aprovechado
por el Estado. Por último, incurre en responsabilidad por negligencia y será destituido,
quedando inhabilitado durante un año para el servicio, el funcionario de policía o
autoridad política en que se sorprenda algún foco de juego de envite y tratándose de casos
de corrupción de funcionarios, los responsables serán reprimidos con arreglo al artículo
243-A del Código Penal (adicionado por el artículo 10 del Decreto Ley N° 25836 de
noviembre de 1992).También es pertinente referirnos a la Ley N° 10293 de 24 de
noviembre de 1945, que prohibió la explotación del juego de las carreras de galgos, cuya
concesión la tenía la Empresa Lima Kennel Park S. A. y sanciona igualmente el juego de
ruleta y demás formas de azar empleadas en establecimientos o por Vendedores
ambulantes, con excepción delas tómbolas debidamente autorizadas con fines sociales.
Del contenido de las normas citadas se desprenden dos comentarios:

1) En la práctica la ley no se cumple y el juego de envite se realiza impunemente en


clubes, centros sociales y por ambulantes, debiendo advertir que el
funcionamiento de casinos está permitido por la Ley N° 27153, pero requiere el
otorgamiento de autorización expresa.2) El Decreto Ley N° 7051 y la Ley N°
10293 no se ajustan a las exigencias de nuestra época y es imperiosa la dación de
una nueva ley que regule esta problemática.

2.1 Consecuencias civiles de los juegos prohibidos


Las consecuencias civiles de los juegos prohibidos son las siguientes:

2.2 Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda


No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado y si esto
ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están afectados con la
nulidad absoluta; inclusive, como lo indica el ARTÍCULOS 220 del Código Civil, tal
circunstancia puede ser alegada también por el Ministerio Público. Al ser nulo este
contrato, significa además que existe acción para recuperar lo pagado en un juego
prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la nulidad cuando esta resulta
manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia de una deuda derivada de un juego
prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana que gestiona y colecta en el país apuestas
para loterías del exterior demanda a un cliente local el cobro de una deuda generada por
la adquisición de varios billetes de esta lotería extranjera. El cliente -que desconoce estas

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normas- trata de evitar el pago con otros argumentos. El juez, en aplicación de las leyes
que regulan el juego de lotería y del ARTÍCULOS 1944 del Código Civil, podrá sin que
le sea solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia del cobro de la deuda.
La reducción judicial no es posible en estos casos.

2.3 Excepción para no pagar lo perdido


Sí existe, pues el juego es nulo. Efectivamente, en el supuesto que un organizador de
juegos prohibidos demande judicialmente el pago de una deuda proveniente de un juego
prohibido, el juez no debería admitir la demanda, pero si esto ocurriera, el demandado
podría invocar su inexigibilidad por ser un juego prohibido.

2.4 Acción para recuperar lo pagado


Sí existe. Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para repetir lo
pagado en un juego prohibido. Entonces, el deudor que pagó voluntariamente una deuda
proveniente de un juego puede luego demandar su devolución. A nuestro criterio, la
participación en un juego prohibido debe afectar a todas las partes contratantes. Es
interesante la solución del Código Civil Federal de México, que sanciona parcialmente al
perdedor en un juego prohibido. Al respecto señala lo siguiente: "ARTÍCULOS 2765.-
El que paga voluntariamente una deuda procedente del juego prohibido, o sus herederos,
tiene derecho de reclamar la devolución del 50% de lo que se pagó. El otro cincuenta por
ciento no quedará en poder del ganancioso, sino que se entregará a la Beneficencia
pública"

PLAZOS Y CADUCIDAD:
Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949).- Esta disposición es novedosa, pues ni en
el Código Civil de 1852 ni en el de 1936 se estableció un plazo de caducidad para las
acciones derivadas de los contratos de juego. Carlos A. Fonseca Sarmiento refiere, para
la caducidad extingue la acción y el derecho, y en este caso la regla general es que tiene
un plazo de un año. Los juegos usualmente son instantáneos o de corta duración, por ello
el plazo podría haberse reducido aún más, por ejemplo a la mitad, sin que por ello se
afectara los intereses de las partes. Usualmente, las leyes especiales que regulan
modalidades específicas de juegos, regulan a estos en sus aspectos de Derecho
Administrativo (requisitos para obtener una autorización y funciones administrativas del
Estado para controlar el juego) y de Derecho Tributario (obligaciones tributarias
derivadas del juego regulado), pero no contienen disposiciones de carácter civil y mucho
menos referidas a la prescripción y/o caducidad delas acciones derivadas de una

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controversia suscitada en un contrato de juego. Max Arias Schreiber en su libro exegesis
refiere que se ha establecido un plazo de caducidad para reclamar el pago de la deuda
originada en el juego y apuesta permitido y no rige por lo tanto la regla general sobre
prescripción de la acción personal, para mayor estabilidad de las entidades encargadas de
la organización de los juegos y apuestas permitidos. Desde luego este plazo podrá ser
mayor o menor, en caso de que la ley especial así lo disponga. Para seguridad del
apostador, a su vez, el artículo bajo comentario dispone que el término inicial del plazo
de caducidad correrá a partir del momento en que el resultado se haya hecho público, para
lo cual y salvo forma específica prevista, se podrá utilizar el medio más conveniente
(publicación en el diario oficial o en cualesquiera de los que están en circulación,
transmisión radial o televisiva, etc.).Dejamos constancia de que el artículo 1949 ha
derogado en lo que concierne al plazo al artículo 17 del Decreto Supremo de 6 abril de
1964, sobre rifas, concursos y sorteos según el cual los premios no reclamados hasta los
90 días posteriores serán entregados a la Dirección General de Gobierno (Dirección
General del Interior), la que les dará su destino final.

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CONCLUSIONES
Hay apuesta o juego cuando cada una de las partes promete a la otra una prestación si las
circunstancias aleatorias que intervienen no le son favorables.

Las prestaciones que las partes se prometen recíprocamente, dependen del cumplimiento
de condiciones opuestas e incompatibles, en el sentido de que la eliminación de la
incertidumbre acerca de cuál de las dos prevalecera, ha de dejar a una sola de las partes
como deudora de la otra.

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BIBLIOGRAFÍA
 Albaladejo, Manuel,
Instituciones de Derecho Civil, Bosh, Barcelona, 1993
 Aparicio y Gómez Sánchez, Germán,
Código Civil, Concordancias, Lib. e Imp. Gil,Lima, 1943
 Arias Schreiber, Max:
 Anteproyecto de reforma del Código Civil.
 Exégesis, tomos I y II actualizados, con la colaboración de Carlos
CárdenasQuirós, Ángela Arias Schreiber Montero y Elvira Martínez Coco, Gaceta
JurídicaEditores, Lima, 1996
 Arias, José,
 Contratos civiles, teoría y práctica, Buenos Aires, 1939

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