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Introducción.
La Biblia indica claramente que los cristianos deben vivir por fe; sin embargo, la mayoría ni
siquiera tiene una definición clara de la fe en Dios. Lea ahora: Hebreos 11:6. A Él le complace
cuando sus hijos ponen su confianza en Él. La fe es tan importante que Dios nos da muchos
ejemplos a través de las Escrituras: Abraham, Gedeón, Noé, Moisés, Rahab, y muchos más. Varios
se arriesgaron a tener fe a pesar de la angustia que sufrieron. Dios usa el dolor en nuestra vida para
atraer nuestra atención. No cambiamos cuando vemos la luz; sino al sentir su calor. Dios permite
que vivamos circunstancias dolorosas que nos mueven a depender de Él. Hay cosas que solo
aprendemos por medio del sufrimiento, como seres humanos falibles, somos muy tercos para
aprender de otra manera. Pero también el sufrimiento en nuestra vida es para darnos un ministerio
a los demás. A continuación, hablaremos de cómo desarrollar una asombrosa fe, pero también
aprenderemos que Dios quiere usar y "reciclar" la angustia en nuestra vida para que ayudemos a
otros, pero tenemos que abrirnos y con sinceridad reconocer nuestro sufrimiento. Si no aprendemos
a hablar del dolor, el sufrimiento ha sido en vano.
Rahab había mentido muchísimas veces, así que decidió engañar a los soldados que estaban a su
puerta. Para algunas personas la mentira de Rahab a los hombres del rey les resulta un gran
problema. No la juzguen muy duro. Ella sólo había creído en Dios por corto tiempo. Algunos de
nosotros hemos sido cristianos por muchos años, y aún luchamos con ese hábito.
Rahab era una mujer pagana. Ella no tenía conocimiento de la fe en el Dios verdadero, pero había
oído historias convincentes acerca del poder del Dios de los israelitas, ¡y ellos estaban en camino!
Percibimos la intensidad en su voz cuando llegó a un acuerdo con los hombres allí en el techo,
Vr.12-13. A pesar de su vida, ella aún se preocupaba por su familia, aún tenía esa chispa de
humanidad. Su familia tal vez la despreciaba, pero ella quería ser un canal de salvación para ellos.
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SERIE: LA GRAN FE DE UNA GENTE COMUN
En uno de los más milagrosos y memorables acontecimientos en la Biblia, Dios dio a su pueblo
un extraño plan de batalla: debían tocar trompetas y marchar alrededor de la ciudad por siete
días. Durante esos días, el pueblo de Dios caminó, esperó, y adoró.
Cuando los muros de la ciudad cayeron en el séptimo día, el ejército invasor la rescató a ella y a
su familia. Rahab fue un medio insólito para cambiar el curso de la historia. ¿Quién hubiera
imaginado que los propósitos divinos de Dios para su pueblo descansarían en la fe de una mujer
de la calle?
a- Después de que cayeron los muros de Jericó, Rahab se casó con un israelita, y fue la tátara
tatarabuela del rey David. Cuando Mateo documenta la genealogía del Mesías en su Evangelio, él
incluye a Rahab en el linaje de Jesús, Mt. 1:5. Alguien marginado llegó a ser antepasado del
Salvador del mundo. Además, en Hebreos se incluye en la galería de los héroes de la Fe He. 11:31,
y Santiago la menciona en su epístola como un gran ejemplo de fe fuerte, vibrante, y viva Stg.2:25.
¿Puede Dios cambiar la identidad y el destino una persona viciada? Sí, esa fue precisamente la
experiencia de Rahab quien no dejó que el pasado dictara su futuro, quien pasó de la casa de
vergüenza a la galería de la fama. Su identidad y su destino fueron transformados por la gracia de
Dios.
Rahab confió en la verdad que había recibido, y Dios abrió de par en par las puertas del cielo para
derramar bendición sobre ella y su familia.
Ella solo oyó historias acerca de los milagros de Dios, algunos de muchos años y otros recientes,
pero eso fue suficiente.
Conclusión.
Nadie está fuera del alcance del poder transformador del amor de Dios, ni está demasiado perdido,
demasiado malo, ha sido muy herido, o no tiene esperanza. La Biblia contiene la asombrosa
historia de los brazos abiertos de Dios, listos a recibir a cualquiera que responda, pero la historia
no termina en la última página de la Biblia. Él sigue cambiando vidas hoy. La gracia de Dios nos
da un maravilloso sentido de calor y seguridad, pero Dios no quiere que nos quedemos allí.
Tenemos el privilegio de "anunciar sus virtudes" en todo lo que decimos y hacemos. Nuestro
corazón se llena con su Espíritu, no sólo para nuestro bien sino para inspirarnos a que toquemos la
vida de quienes nos rodean. ¿Podemos ver a las personas como Dios las ve?
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