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México cuenta con una amplia y diversa cartera de mecanismos para

financiar la infraestructura, que está disponible tanto para el sector


público como para el privado. El mercado ha evolucionado
positivamente, por lo que hoy en día existen múltiples instrumentos,
desde los tradicionales hasta los más novedosos.
Este escenario cobra relevancia si se toma en cuenta que México, la
segunda economía más grande de Latinoamérica, tiene rezagos en
materia de infraestructura, una situación que pudiera poner en riesgo
el aprovechamiento de los esfuerzos hechos por las autoridades por
impulsar reformas en aras de atraer capitales y potenciar el desarrollo
nacional.
Hoy en día hay alternativas financieras que pueden mitigar el impacto
de las reducciones presupuestales del gobierno, aumentar la
participación del sector privado –y con ello, las oportunidades de
negocio- e impulsar las potencialidades del país.
Quizá el instrumento de financiamiento de infraestructura con capital
o participación privada más conocido, al alcance de los gobiernos,
son las Asociaciones Público Privadas (APP) en cualquiera de sus
modalidades. Adicionalmente, existen otros instrumentos igualmente
útiles como los fideicomisos de infraestructura y bienes raíces (fibras),
el fideicomiso de inversión en energía e infraestructura (Fibra E), el
financiamiento bancario y las colocaciones públicas, por mencionar
algunos.
APPs
La figura de la Asociación Público Privada ha sido ampliamente
usada en México y en los últimos años ha recibido un impulso
importante. Además, con la promulgación de la Ley de Asociaciones
Público Privadas, se esperan más proyectos con mayor participación
privada, inversión y responsabilidad en sectores como salud,
seguridad pública y educación, por mencionar algunos.
Nota: Esquema público-privado para carreteras en 2016
Las APPs permiten construir de manera rápida las obras que la
federación o los gobiernos estatales y municipales requieren para
alcanzar sus compromisos, brindar bienestar a la población y
fomentar el desarrollo económico. Es importante tomar en cuenta que
este mecanismo suele implicar contratos relativamente complejos, en
los que deben establecerse especificaciones, garantías, actividades,
niveles de servicio y mecanismos de supervisión.
Fibras
Otra alternativa relativamente joven es el fideicomiso de inversión en
bienes raíces e infraestructura (Fibras), que consiste en la
monetización de aquellos activos que ya generan dinero. Por ejemplo,
hoteles, centros comerciales, aeropuertos, tramos carreteros o
vialidades de cuota propiedad de estados y municipios, gasoductos,
acueductos y refinerías que generan rentas, por ejemplo.
En la actualidad, son utilizados por las empresas privadas, aunque,
sin duda, podrían ser aprovechados por las nuevas empresas
productivas del Estado. Las fibras, de las que hay varias listadas en la
Bolsa Mexicana de Valores (BMV), colocan bonos y certificados entre
los inversionistas institucionales y el gran público, quienes obtienen la
liquidez necesaria para financiar el desarrollo de nuevos activos.
De este instrumento, se desprende la Fibra E , una iniciativa de
reciente data ideada para contrarrestar la caída en los precios
internacionales del petróleo y la volatilidad en los mercados
energéticos, y que permitirá a las empresas del sector obtener
recursos para concretar sus planes de inversión.
Nota: Fibra E, una forma de democratizar la inversión en
infraestructura
Su función es monetizar instalaciones del sector energético que están
generando recursos económicos; la meta es proporcionar la liquidez
que, posteriormente, funcionará como un mecanismo para financiar
otros proyectos. Refinerías, petroquímicas, centros de distribución,
oleoductos y plantas eléctricas son ejemplos de activos que son
promovidos a través de este vehículo.
Banca privada y de desarrollo
Está el financiamiento tradicional a través de la banca privada y de
desarrollo, un modelo utilizado con frecuencia por los gobiernos y
empresas. Los sectores público y privado pueden recurrir a esta
opción, puesto que la mecánica es bien aceptada, relativamente
sencilla, con costos, riesgos y plazos conocidos de antemano y con la
posibilidad de crear competencia entre los financiadores en beneficio
del costo del financiamiento. Para el caso concreto del sector público
se debe atender a la normatividad vigente en materia de
endeudamiento público.
¿Qué aspectos considerar en la búsqueda de financiamiento?

1. Análisis del entorno nacional e internacional


2. Evaluación de la viabilidad y conveniencia de la obra
3. Integración al plan de negocio y las estructuras
4. Asistencia antes y después de la convocatoria a licitación
5. Definición de la fuente de financiamiento más conveniente

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Las entidades responsables -gobierno y empresas- necesitan
recursos económicos, por lo que deben evaluar los mecanismos de
financiamiento del mercado, contando con la asesoría adecuada para
definir el instrumento financiero más conveniente.
Es vital que las empresas presten especial atención a la hora de
escoger cuál es el mecanismo que mejor respalda la obra que
comenzarán, considerando tres elementos:
 el análisis de riesgos,
 la evaluación de responsabilidades y
 la planeación operativa.

El acompañamiento multidisciplinario en todas las etapas de un


proyecto de infraestructura, desde el concurso hasta el final de la
construcción, es fundamental tanto para el éxito del país que
disfrutará la obra, como para la empresa detrás de ella.
En años recientes se ha puesto el acento en el desarrollo de
infraestructura social como motor de la economía, en concreto con la
construcción de obras en municipios para fomentar el desarrollo local
y estructurarlo en regiones que estimulen la competitividad en la
producción.
México enfrenta un importante reto en la construcción de
infraestructura para el desarrollo económico en vista de que varios de
los países con los que ha firmado tratados comerciales ya han puesto
en marcha la modernización de infraestructura como uno de los
soportes fundamentales para ser competitivos en la economía global.

Al contrastar la lista de necesidades que los gobiernos subnacionales


tienen en el renglón de infraestructura y los recursos de los que
disponen, la diferencia resulta demasiado grande, por lo que la
búsqueda de opciones adicionales para el financiamiento de
proyectos de obra pública se convierte en un reto constante.
ALTERNATIVAS FINANCIERAS
Los gobiernos locales cuentan con diferentes fuentes para financiar
obras de infraestructura y el desarrollo de proyectos para la
prestación de servicios públicos.
Los recursos provienen de los ingresos propios, generados por la
recaudación de impuestos locales; las aportaciones federales a las
entidades federativas y municipios (Ramo 33) y las participaciones
federales (Ramo 28); así como los convenios de reasignación de
recursos y excedentes de ingresos federales.
Los municipios reciben recursos del Ramo 33, específicamente
provenientes del Fondo para Infraestructura Social y del Fondo de
Fortalecimiento Municipal, orientados a la inversión social, seguridad
pública, saneamiento financiero y obra pública. También se cuenta
con los recursos generados de los mismos proyectos, es decir, una
obra se financia con el dinero que genere la operación del proyecto,
tal es el caso de una autopista de cuota, de plantas generadoras de
energía o de instalaciones como gimnasios o albercas operadas por
el gobierno local.
Para la obtención de recursos para el financiamiento de obra pública
de una forma más rápida se puede recurrir al esquema de
endeudamiento bancario y bursátil, previamente aprobado por las
legislaturas locales o las juntas de cabildo (según se establece en el
Artículo 117 constitucional), y para ello se cuenta con diferentes
mecanismos:
La deuda pública garantizada, que consiste en la colocación de
Certificados Bursátiles y la contratación de deuda con la banca
comercial, cuyo pago se garantiza con los ingresos futuros del
municipio emisor.
Asimismo, la deuda pública no garantizada ofrece los activos del
proyecto financiado como respaldo y se contrata con la banca
comercial y de desarrollo.
Entre estos mecanismos también están los programas federales de
crédito y el anticipo de transferencias, que consiste en el adelanto de
recursos federales a las entidades y se da generalmente a finales de
cada año, así como los fondos comunes y fondos revolventes, que
son herramientas de autofinanciamiento mediante instrumentos
crediticios preferenciales.
Hay que considerar por supuesto la participación del sector privado
en asociaciones público privadas (APP), esquema en el cual la
iniciativa privada (IP) puede participar en diferentes actividades
relacionadas con el ciclo de vida de los proyectos y la capacidad de
los mismos de producir recursos para el pago del financiamiento bajo
diferentes modalidades, como empresa de riesgo compartido,
cooperativa, franquicia, subcontratación o tercerización y
arrendamiento, entre las más comunes.
MÁS SOLUCIONES
Gerardo Salazar Viesca, director general de Banco Interacciones,
indica que la inversión en infraestructura pública contribuye a elevar
la calidad de vida de los habitantes de las zonas donde se decide
invertir y se mejoran las condiciones de competitividad, eficiencia y
productividad, lo cual redunda en un crecimiento en el producto
interno bruto (PIB).
Asimismo, los municipios también disponen de esquemas de asesoría
y de acompañamiento para hacer un uso más eficaz de los recursos
que destinarán a la construcción de infraestructura.
“Nosotros apoyamos a los municipios en el diagnóstico de sus
problemas y sus necesidades más urgentes, no sólo se trata de
ofrecer servicios financieros, también somos consultores y
acompañamos a los gobiernos locales. Contamos con una oferta de
servicios que contribuyen al desarrollo de obra pública con los
recursos destinados para ello en diferentes esquemas”, explica
Salazar Viesca.

Una alternativa más para financiar proyectos es propuesta por el


director general de Supervisión Financiera de la Comisión Nacional
del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), David Plascencia
Perdomo, quien destaca que existe la opción de que fondos “ociosos”
de este sistema puedan invertirse en proyectos de infraestructura a
través de instrumentos estructurados, es decir, en financiamientos a
proyectos que permitan obtener beneficios económicos para los
trabajadores mexicanos.
La “capacidad ociosa” disponible en las Administradoras de los
Fondos para el Retiro (Afore) es de 289 mil 245 millones de pesos
(mdp) que pueden destinarse al financiamiento de infraestructura,
“esto es un reto en términos de llevar a las afore a que inviertan de
una forma responsable en una administración de liquidez, sería
cuestión de explorar las experiencias internacionales que ya existen y
ver si se puede adoptar un modelo nacional”, señala.
Por otra parte, para que los municipios puedan acceder a
financiamiento a través de la deuda pública deben contar con una
buena calificación crediticia, la cual es un indicador de la solvencia
financiera del solicitante y es evaluada a partir del historial de pagos
realizados a tiempo y su responsabilidad en la administración de
créditos anteriores.
En México se presentan dos ángulos completamente opuestos sobre
el uso de esquemas de financiamiento: mientras que por un lado
existen municipios que no desean utilizar ningún tipo de esquema
para el desarrollo de infraestructura y se mantienen rezagados,
existen otros ayuntamientos que han abusado de estas herramientas
y se han sobreendeudado.
Uno de los mayores problemas para fortalecer la modernización en
infraestructura es que los esquemas institucionales disponibles para
la interlocución entre el sector público, el sector privado y la banca
privada y de desarrollo, han sido relegados en los últimos años.
La comunicación informal e intermitente entre el Gobierno Federal y
las empresas de la construcción dificultan la planeación a largo plazo
y la ejecución de políticas de infraestructura que provean mayores
beneficios sociales y económicos, por lo que el municipio se vuelve
protagonista en este escenario para ser el impulsor del desarrollo.

Una de las acciones más importantes dentro de la administración de


los recursos económicos, pero que es poco usual llevarla a cabo, tanto
en personas como en pymes, es la de evaluar la gestión financiera.

Lo común en las personas y en algunas empresas, usualmente pymes,


es hacer una retrospectiva mental rápida de lo que ha sucedido durante
un período determinado y si se crearon excedentes, entonces fue
positivo. Mientras que si hubo un resultado distinto, entonces fue
negativo. Sin embargo, cuando estas conclusiones parten solo de
dichas premisas se pueden caer en el error de obviar aspectos
relevantes al manejo de las finanzas.

La gestión financiera
Hablar de gestión financiera es hacer alusión a tomar decisiones
relativas a la administración del dinero. Esta puede estar basada en
dos principios: 1- Optimización de recursos y 2- Generación de valor.

La optimización de los recursos tiene que ver con la forma en cómo se


usa el dinero de la mejor manera posible. Esto se traduce en tener un
consumo inteligente; en donde las diferentes acciones de erogación de
dinero están vinculadas a la planificación y a la satisfacción de las
necesidades personales como de la empresa, teniendo como base
aquello que sea prioritario.

En segundo lugar se encuentra la generación de valor, la cual vela por


la forma en que la gestión financiera se encamina hacia la creación de
excedentes que permitan el desarrollo de proyectos de inversión
enfocados a la generación de riqueza. Es importante aclarar a qué nos
referimos con esto último, ya que este término puede prestarse a
confusión.

La generación de riqueza no tiene que ver con la acumulación de


muchas cosas, sino con la capacidad que se tenga de crear utilidades
y que estas se multipliquen. Es decir, la riqueza se da cuando se el
dinero produce dinero luego de haber cubierto las diferentes
necesidades.

Por lo tanto, cuando hablamos de la gestión financiera es enfatizar la


toma decisiones que estén basadas en la optimización de recursos y
la generación de valor; y que estos principios moldeen la forma en que
se encausan los recursos financieros.

¿Cómo evaluar la gestión financiera?

Tomando como base lo antes planteado; las preguntas que se pudieran


presentar son ¿Cómo evaluar la gestión financiera? ¿Cómo lograr
identificar el nivel de éxito de las acciones tomadas?

Para ello se hace necesario establecer parámetros que definan qué es


y qué no es éxito. En otras palabras se necesitan crear indicadores o
índices de rendimiento. Los cuales servirán como punto de referencia
a la hora de evaluar la forma en que se ha administrado el dinero.

La creación de ellos estará sustentada en los objetivos


financieros planteados por la persona o empresa. Es decir, cada
objetivo, al ser cuantificado, se torna en un indicador. Por lo que, es
determinante que estos cumplan las siguientes características, deben
ser: Claros, medibles y alcanzables.

¿Por qué deben cumplir con esas características? Porque sin ellas se
pueden prestar a confusión y, al final de la jornada, el esfuerzo que se
haya hecho habrá sido en vano.

La creación de objetivos servirá como no solo como una meta, sino que
al mismo tiempo, se prestarán como indicadores para medir el éxito
de la gestión financiera.

Evaluación de la gestión financiera en la práctica


La gestión financiera, en resumidas cuentas, es tomar decisiones y que
ellas estén fundamentadas en la optimización de los recursos y en la
generación de valor. Para ello se hace necesario
plantearse objetivos y que estos sirvan como punto de referencia a la
hora de evaluar el desempeño financiero.

Para lograr esto sugerimos los siguientes pasos:

 Crear los objetivos


 Cuantificarlos (Hacerlos tangibles en índices)
 Elaborar las estrategias
 Luego de implementación de las estrategias y obtener un
resultado hacer una comparativa respecto de los indicadores.
 Partiendo del rango de tolerancia establecido y la distancia entre
el resultado y el indicador hacer los ajustes correctivos o de
mejora en la gestión del dinero.

Evaluar la gestión financiera es sinónimo de control y de planificación


en la administración del dinero. En donde, tanto la persona o empresa,
identifica cuáles son sus puntos fuertes (para continuarlos) y los débiles
(para mejorarlos).

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