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Colección Un-decir

Psicoanálisis con niños.


Particularidades, límites y
enseñanzas

***
Marhsa Blair, Diego Londoño, Patricia Muñoz,
Luis Fernando Palacio, Ricardo Rojas,
Beatriz Zuluaga
Colección Un-decir
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Colaboraron en esta edición:


Marhsa Blair
Diego Londoño
Patricia Muñoz
Luis Fernando Palacio
Ricardo Rojas
Beatriz Zuluaga

Revisión técnica general: Gloria E. Gómez B.

Ilustración de portada:

Impresión y diagramación:
L. Vieco e hijas Ltda
PBX: 2559610
Medellín, Colombia

2013, Asociación Foro del Campo Lacaniano de Medellín


Calle 51 N° 79-03 Medellín Colombia4-80
Tels: 4215804 – 2345218
Correo Electrónico: foroslacan@une.net.co /
foroslacanmedellin@gmail.com

Primera edición: septiembre de 2013


ISBN:
Hechos todos los depósitos legales
Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial.
Contenido

Presentación ......................................................................................7

Seminario

La neurosis infantil: ¿un tiempo para comprender?...........................9

¿Qué es la estructura clínica? en el niño:


autismo, psicosis y neurosis..............................................................25

Recorridos de la neurosis infantil.....................................................45

El trauma y las teorías sexuales infantiles........................................57

El complejo de castración ...............................................................65

Un ejemplo de discusión diagnóstica: el Hombre de los lobos........75

Artículos relacionados

¿Es el padre un mito?.......................................................................81

Posición del niño en psicoanálisis..................................................103

El niño analizante / los padres como terceros /


sujeto pleno del inconsciente.........................................................117
Presentación

Este libro recoge primero que todo las siete conferencias


dictadas por Martine Menès en Medellín sobre psicoanálisis con
niños, los días 9 y 10 de septiembre de 2011: encontramos la
conferencia pública que giró alrededor del tema de la neurosis
infantil como tiempo para comprender y luego las seis conferencias
del seminario propiamente dicho:
Primera conferencia: ¿Qué es la estructura clínica? en el niño:
autismo, neurosis y psicosis
Segunda conferencia: Recorridos de la neurosis infantil
Tercera conferencia: Manifestación de la entrada en lo
simbólico. El for-da
Cuarta conferencia: El trauma y las teorías sexuales infantiles
Quinta conferencia: El complejo de castración
Sexta conferencia: Un ejemplo de discusión diagnóstica. El
caso del Hombre de los lobos
Además, se incluyen otros tres artículos de la misma autora
relacionados con el tema, fruto de su amplio y persistente
desempeño clínico como teórico sobre la infancia, desplegado
en su trabajo en diferentes instituciones en Francia como en su
consulta privada:
¿Es el padre un mito?
Posición del niño en psicoanálisis
El niño analizante / los padres como terceros / sujeto pleno del
inconsciente
Esperamos que este material sea del mayor interés para los
lectores.

Gloria E. Gómez B.
Por el Foro del Campo Lacaniano de Medellín
La neurosis infantil:
¿un tiempo para comprender?

¿De que manera el pequeño humano que acaba de nacer, que


aún no habla pero que es hablado –a veces de tiempo atrás–, que
no es más que necesidad que aspira a estar vivo, se convierte en
el sujeto que desea, sujeto de un discurso que lo divide y lo hace
un hablante para lo mejor como para lo peor? ¿Cómo un ser
que nace puede devenir un sujeto capaz de amar, de aprender,
de entrar en el lazo social? Dicho de otra manera ¿Hay aquí
condiciones y cuáles son ellas, para que un organismo vivo
devenga un humano?
Freud desprendió su respuesta a partir de lo que su
experiencia clínica ponía en evidencia en el contexto cultural de
su época, en el que el modelo de la familia conyugal dominaba.
Para él, entonces, la vía regia del devenir sujeto es aquella del
Complejo de Edipo, pero es sólo a partir de los años 1920, con
la elaboración completa de dicho Complejo que Freud lo coloca
en el centro de lo que nombra «neurosis infantil», para designar
un período de construcción de la estructura clínica en la cual
cada uno entra salvo posiblemente el niño autista, pero que sólo
el neurótico atraviesa.

La elaboración de Freud del concepto de «neurosis infantil»


Freud menciona por primera vez el mito de Edipo en la
Carta 71 (del 15 de octubre de 1897) a Wilhem Fliess1, y hará
numerosos desarrollos sobre la organización de lo que llama
entonces un complejo nuclear antes de darle el nombre de
Complejo de Edipo en 1910 en el artículo Un tipo particular de

1 Freud S. Correspondencia con Fliess, Carta 71 (15-10-1897) en Obras


Completas vol. I (Buenos Aires: Amorrortu, 1997) p. 307.
10 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

elección de objeto en el caso del hombre. Designa con ello el proceso


complejo durante el cual se organiza la vida pulsional del niño,
en el que las diversas pulsiones parciales –orales, anales y fálicas–
deben unificarse para que el sujeto pase de la sexualidad infantil
perversa polimorfa a una sexualidad adulta; atrevámonos a
darle el término «falomorfo», es decir orientada por el falo (lo
que quiere decir hetero / sexual, es decir orientada por el otro,
heteros, distinto, separado.
Freud dedujo la «neurosis infantil» a partir de reconstrucciones
en los análisis que él llevaba con adultos. Luego va a buscar
confirmación en la observación de niños, entre los suyos, y el
famoso Juanito.
Pero hay una dificultad que no facilita la localización del
salto que hace Freud entre su conceptualización del Complejo
de Edipo –marcada con su propio imaginario y con el de su
época–, y aquella que concierne a un tiempo estructural en
el centro del cual coloca la relación a la pérdida y a la falta.
La dificultad viene de lo que –efecto de un work in progress
o imprecisión en las traducciones–, los términos de Neurosis
Infantil» y de neurosis del niño parecen recubrir a menudo en
Freud las mismas realidades psíquicas. El caso del Hombre de
los lobos que le sirvió para ilustrar una neurosis, que él nombra
simplemente infantil porque la ubica en la infancia de ese
sujeto, es explícito a este respecto. Encontramos entonces en
la infancia de ese célebre paciente, algunas manifestaciones de
una «neurosis infantil» constructiva, como las de una neurosis
del niño constituida continuándose en una neurosis del adulto;
diagnóstico que por otra parte será ampliamente discutido.
Señalemos entretanto que Freud sin embargo, ya hablaba en
1909 de una «neurosis de la infancia por excelencia» para designar
la fobia de Juanito; en efecto, este caso habría merecido llamarse
«historia de una neurosis infantil». Freud había declarado, a
propósito del episodio fóbico en Juanito, que él había intentado
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 11

atribuir a esta neurosis infantil una importancia totalmente


especial (subrayo) como tipo y como modelo» porque, cito: «la
multiplicidad de los fenómenos de la represión neurótica y la riqueza
del material patógeno no obstaran para derivarlos de muy pocos
procesos relativos a idénticos complejos de representación»2.
Es el papel de la represión el que será retenido por los
freudianos que se interesan por el psicoanálisis con niños, del
cual Serge Lebovici fue en Francia uno de sus representantes. Él
retomará la distinción entre la neurosis infantil elevada al rango
de un modelo y la neurosis en el caso del niño, realidad clínica
indiscutible (puesto que) en este último caso, los síntomas
neuróticos del niño no son llevados por la represión secundaria,
contrariamente a lo que se observa en el modelo de la neurosis
infantil.
Freud le da una última definición en su Conferencia 34
(1933), describiéndola como una fase de desarrollo del niño
que encuentra su resolución a la entrada en la fase del estado
latente; esta fase absorbe el período edípico, período neurótico
‘normativo’ (según la ‘norma varonil’: juego de palabras en
francés) que introduce el pequeño sujeto en el lazo social,
en el discurso corriente, en las leyes de la transmisión, en las
investiduras relacionales, dicho de otra manera en un mundo
ordenado por la significación fálica.
La Neurosis Infantil es entonces un episodio regular del
desarrollo que se manifiesta algunas veces durante un tiempo
bastante corto y precisa; Freud incluso en 1938 en el Compendio
de psicoanálisis dice que puede pasar inadvertido.
Es paradójico el nombrar neurosis a un proceso que, por el
contrario, se presenta como normalizador y designa un trabajo
psíquico en su aspecto dinámico «de construcción del sujeto».

2 Freud S., “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso <Juanito>)”


(1909) en Op. Cit., vol X, p. 117.
12 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

La elección de este término se explica por la historia de su


descubrimiento y por su patente manifestación con síntomas que
son del registro neurótico (fobia, angustia). Su interés recae mas
sobre una atención más estrecha sobre los procesos en juego en
la infancia que sobre el mito edípico que los pone en escena, de
una parte porque el Complejo nuclear en el centro de la Neurosis
Infantil es el Complejo de Castración, por otra parte, porque el
sujeto puede ser inducido a dicho Complejo por modalidades
relacionales diferentes que los de la familia conyugal. A menudo
los antropólogos llamaron la atención sobre los pueblos en los
que la función separadora es introducida por otro vector que
aquel del padre, y nosotros psicoanalistas, debemos estar atentos
a las eventuales creaciones que las nuevas formas de parentesco
podrían introducir en lo que seguimos, por facilidad o por un
automaton, llamando función paterna.
Así, la Neurosis Infantil tiene un carácter lógico y universal,
en la que el Complejo de Edipo freudiano no es sino una
modalidad de efectuación.

Neurosis infantil, una fase del desarrollo


La infancia es el tiempo para comprender, luego del
instante de ver y a la espera del momento de concluir. Es lo
que Freud indica al instalar el período de latencia en el cual
la represión se impone antes que el sujeto se confronte, en el
momento de la pubertad, al encuentro efectivo con la sexualidad
genital. Momento de concluir, en el cual la estructura clínica si
no quedó definida hasta allí, va a revelarse (desencadenamientos
de la adolescencia).
La Neurosis Infantil es el tiempo que le hace falta al niño
para pasar de lo no completo imaginario mortífero con un Otro
inquebrantable, a la dialéctica del ser y del tener. Este pasaje
supone que el niño encuentra y trata a su manera, la falta en el
corazón de su ser. Es el tiempo que le hace falta al niño para pasar
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 13

de una posición de objeto adjuntado al goce del Otro a aquel de


tener sin tener; forma de hablar de la castración que constituye
el verdadero punto nodal de la estructura y el visto bueno para
la sexuación, para acostumbrarse a habitar su sexo. Lacan, al final
del seminario 1, designa este período de construcción psíquica
como un psicoanálisis espontáneo, que no necesita la presencia
de un psicoanalista; en todo caso en la mayoría de los casos.
Cito: «esta neurosis infantil es exactamente la misma cosa que un
psicoanálisis»3. De hecho, a menudo el trabajo psicoanalítico
con un joven niño consiste en empujarlo a relanzar su trabajo
psíquico de elaboración.

Las etapas de la neurosis infantil


¿Cómo el sujeto infans, primordialmente llamado a ser
objeto real para el Otro, se extrae de esta posición primordial
que al mantenerse, le haría correr el riesgo de la psicosis?
Lacan, en las notas destinadas a Jenny Aubry, escribe que el
niño << realiza la presencia eso que Jacques Lacan designa como
el objeto “a” en el fantasma materno»4. Es una posición, digamos
de origen. Todo recién nacido aparece primero como objeto,
viva encarnación de un deseo, resto de real de un organismo
enrollado en el corazón del cuerpo materno. Lo que Donald
Winnicott llama la preocupación materna primaria recubre el
tiempo que hace falta para que la madre aleje, y aleje de ella,
este objeto real que se presta tan naturalmente a saturar su
falta y esto, sea cual sea su estructura precisa Lacan. Cito: «El
niño satura de este modo, sustituyéndose a este objeto el modo de
falta en el que se especifica (el deseo de la madre) sea cual fuere la

3 Lacan J., Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud (1953-1954) (Barcelona:


Paidós, 1983) p.283.
4 Lacan J., “Nota a Jenny Aubry”, en Intervenciones y Textos 2 (Argentina:
Manantial, 1991) p. 56.
14 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

estructura especial de este deseo»5. Es un tiempo en el que el bebé


es el centro, es el objeto mismo de la existencia de su madre.
Para ayudar al niño a dejar este lugar de origen, hace falta una
función separadora. Lacan declara en el Seminario R.S.I. que,
en efecto los niños son unos objetos a para toda madre y que
en una inter-dicción, en dos palabras, viene a ‘liberarlos’: «de
lo que (la madre) se ocupa, es (…) de objetos “a” que son los niños
ante los cuales el padre (…) interviene, excepcionalmente en el
buen caso, para mantener en la represión (…) la versión que le es
propia de su perversión, sola garantía de su función de padre»6. La
función paterna se interpone, crea una distancia entre el deseo
de la madre y la respuesta del niño, impide a la madre gozar
(en la acepción jurídica del término) de su producto sobre una
vertiente estrictamente narcisista haciéndola encarnar su objeto
causa. Al señalar que Lacan no escribe el padre, sino su función,
deja pensar que ya dicha función puede ser soportada por otro
vector que el padre, incluso por una nominación, lo que coloca
al agente de la oferta en el discurso acogiendo al niño más que
en una persona.
Antes retomaré cada uno de los momentos cruciales del
recorrido que el bebé efectúa, desde su llegada al mundo hasta
su instalación en una estructura clínica singular:
1er tiempo: El sujeto aparece en la distancia que se revela entre
la estricta necesidad orgánica de un objeto (alimento, cuidado...),
y el deseo que no apunta más a ese objeto sino que se dirige al
Otro, a la madre en este caso, dirá Lacan. De golpe, la captura
en el lenguaje transforma el organismo, que el pequeño humano
es al nacimiento, en cuerpo hablante, no sin que una caída del

5 Ibid.
6 Lacan J., Seminario R.S.I (1974-1975) lección del 21 de enero de 1975,
versión Folio.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 15

viviente se produzca; no todo del ser será tomado en cuenta por


el lenguaje, pérdida que estará en el origen del objeto a.
Desde entonces, la necesidad es adjuntada al deseo primero
del Otro, transportado por la demanda que para expresarse,
debe tomar y adoptar las palabras del Otro. Es la operación de
la Bejahung, que es la aceptación de la entrada en la estructura
del lenguaje (y a lo que el autista dice no), que Freud describe en
su texto sobre la denegación.
La Bejahung hace la selección entre lo que es bueno y lo
que no, e inaugura el proceso de distinción entre el yo y el otro
(con minúscula) que se vuelve evidente con la organización
pulsional. La construcción de los circuitos pulsionales: comer,
retener o soltar, mirar y escuchar, depende de la entrada en la
cadena significante, lo que explica que los comportamientos
vitales estén a menudo tan perturbados en el caso de los autistas,
e incluso en el de los psicóticos primarios.
2° tiempo: La consecuencia del recorrido no será sino
una serie de pérdidas estructurantes: desprendimiento de los
objetos pulsionales, abandono de la omnipotencia infantil (que
tiene que ver con la posición perversa polimorfa descrita por
Freud), aceptación de su sexuación, etc. Todas estas separaciones
(trauma benéfico) son tantas experiencias fenomenológicas de
la castración, que están en el corazón de la Neurosis Infantil, o
sea de la inscripción del niño en la estructura.
La entrada eficiente en dicha Neurosis es el reconocimiento
de la posibilidad de la ausencia del compañero materno. En
efecto, no es sino a partir de la alternancia presencia / ausencia
que el niño puede plantearse algunas preguntas sobre lo que él
es; a partir de las preguntas sobre el deseo de su madre. Freud
lo descubrió observando a su nieto de alrededor de 18 mese,
cuando juega con su bobina que hace aparecer y desaparecer,
acto que acompaña con significantes opuestos: Fort (partió), Da
(helo aquí); manifestación de la captura en lo simbólico. Todos
16 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

los clínicos de la infancia han señalado que el niño psicótico no


juega nunca a dicho juego que las versiones del juego al escondite
ponen en escena; en efecto para ello hay que haber ubicado la
falta materna y no vivir más como el objeto que colma.
El ‘peluche’ es un objeto del Fort-da que representa el vínculo,
más que la madre ausente (incluso es utilizado en su presencia) y
el objeto real, primario, mítico, definitivamente perdido, la Cosa
freudiana. Lacan hará de este objeto, nombrado transicional por
Winnicott, el precursor del objeto a.
3 ° tiempo: El descubrimiento de que el otro (con minúscula)
puede estar ausente va a dar un sentido a la falta en el Otro (con
mayúscula), de lo cual el niño ya está advertido a causa de la
impotencia significante. El trauma estructural es el encuentro
de la falta en el Otro, y por deducción lógica el encuentro de su
propia impotencia, de sus límites y en el horizonte, de su muerte
programada. La revelación de que el Otro (con mayúscula), no
existe, es decir que no hay respuesta para todo, que hay una
ausencia en lo simbólico, una barra sobre el Otro, es lo que hará
decir a Lacan que cualquiera que sea su estilo, los padres son
siempre traumáticos.
Freud ya colocaba la revelación de la falta en el tiempo lógico
de la captación del deseo del Otro, es decir, en el encuentro de
lo sexual que introduce en el campo psíquico del sujeto un real
extranjero para todas sus representaciones. No existe ninguna
palabra para decir lo que es la sexualidad, ella queda siempre un
poco externa al animal humano, no bastante animal justamente
para conformarse con el instinto.
El descubrimiento de la diferencia de los sexos va a servir
de explicación paradigmática, así como imaginaria para afrontar
el trágico descubrimiento de lo incompleto, de la imposible
relación. El niño entra en la Neurosis Infantil por la vía sexual.
Hasta allí, incluso si es llamado niño o niña, él es un bebé.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 17

Una de las primeras manifestaciones patentes de la


Neurosis Infantil es la curiosidad sexual, que no es sino una de
las expresiones de las preocupaciones existenciales que el niño
expresa a veces explícitamente; esta necesaria curiosidad lleva a
la elaboración de las teorías sexuales infantiles construidas sobre
la base del saber pulsional; el niño las elabora para intentar dar
un sentido a lo real que se le escapa, y hacerlas pasar al registro
ordenado por el significante fálico. Así, entra en el primer
tiempo del Edipo por la vía imaginaria de la teoría sexual
infantil del todo-fálico. El falo imaginario representa el objeto
de la privación (la chica no lo tiene) o de la frustración (el chico
podría ser privado de eso). El efecto es inmediato: angustia de
castración que se traduce en el miedo de perder el goce para el
niño, y el miedo de perder el amor para la niña.
El tiempo central de la Neurosis Infantil es el tiempo
del desarrollo a partir de esta partición imaginaria de una
realización simbólica de la falta que Lacan simbolizará con la
letra Φ, significante enigmático sin significado, sólo de la falta,
de lo no completo, de los límites tan difíciles de soportar. Cito
a Lacan: «Este símbolo, Φ,…lo designé brevemente,… símbolo
del lugar donde se produce la falta de significante»7, dicho de otra
manera en el lugar de la barra sobre A.
El niño se plantea la pregunta por su existencia a partir
del atisbo de la castración materna, atisbo de un real que
horroriza (uno de mis pacientes, hablando de sus dificultades
desfallecimientos sexuales, dice que a veces en la mitad de la
cama está tan aterrado como si hubiese visto el Yeti; Freud se
conforma con evocar una bestia mucho más pequeña, pero que
podría tener el mismo efecto: la araña) o que deja estupefacto
(cf. la cabeza de Medusa). Lacan identifica esta falta al agujero

7 Lacan J., Seminario 8. La Transferencia (1960-1961) (Buenos Aires: Paidós


2003) p. 270.
18 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

en el saber, al agujero en el lenguaje, al ‘no hay’, referencia vacía,


falta en el Otro del lenguaje (S de A tachado) que obliga a cada
sujeto a inventar su respuesta sintomática o sinthómatica. Esta
última construcción es en referencia a la estructura borromea:
hay el anudamiento freudiano de los tres registros por el síntoma
edípico podríamos decir, y el anudamiento por el sínthoma, otra
nominación que permite igualmente un anudamiento estable
y no es sino simple suplencia como en el caso de la psicosis.
El trauma de la castración viene finalmente a interpretar el
traumatismo inicial de ser sin recursos; dicho de otra manera,
una angustia existencial es tratada por una angustia estructural.
Lacan subraya que el abandono inicial no es tanto la angustia
vital, que sin embargo existe, sino el de tener que vérselas con un
agujero en lo Simbólico. El viviente es recortado, organizado por
el lenguaje, pero los significantes no bastan, ellos fallan con un
resto de real. Es decir, que hay de estructura un goce imposible
a poder tomar en cuenta vía el significante, pérdida de ser; es la
angustia de castración la que da un sentido a lo insoportable de
lo real del cual el sujeto es víctima. Es el tratamiento que este
hace de ello, lo que decidirá su estructura clínica: no poder saber
nada (forclusión en la psicosis), saber pero rechazar (desmentida
en la perversión), saber y quedar allí pasmado (síntomas de la
neurosis).
4° tiempo, la salida: ante la falta atisbada, ante el traumatismo
de lo que Freud llama la castración, el niño busca al responsable.
Es allí, en este momento, que aparece la necesidad de un agente;
el niño busca mucho más de cerca e inculpa, en general, al
partenaire de la madre (el padre en el mito edípico). ¿Cómo hacer
de este gentil padre un monstruo necesario? Teniendo el recurso
a un suplemento paterno (incluso un sustituto, la presencia real
de un padre que no se impone para que la operación sea efectiva),
si se puede decir, proponiéndole un asistente para esta penosa
tarea. Aparecen los síntomas fóbicos pasajeros de la neurosis
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 19

infantil que no toman, sin embargo, valor de certeza: el niño


sabe muy bien que no hay un lobo bajo su cama, pero a pesar
de todo... la prudencia se impone. Es un reclamo para atraer la
angustia y desviarla de lo insoportable de la castración. Estas
fobias deben diferenciarse de los terrores fóbicos de la psicosis,
la mayoría de las veces sin un objeto fóbico preciso y que están
más ligadas con situaciones.

«Neurosis infantil», neurosis en el niño


La disolución de la Neurosis Infantil supone la aceptación
de sus límites existenciales (de ser mortal) y sexual (de ser de
un sexo). Ella permite el paso hacia intereses lejos de lo íntimo
familiar: los saberes y los lazos privilegiados de afecto. Cuando
el trabajo de la neurosis infantil encuentra obstáculos psíquicos
insuperables, puede aparecer, desde la infancia, una neurosis
verdadera, estructurada.
La Neurosis Infantil, en su acepción de pasaje neurótico
inevitable en el tiempo de construcción de la personalidad,
no designa entonces un estado patológico y no evolucionará
forzosamente hacia una organización neurótica ulterior.
Ella es la mayoría de las veces reprimida durante el período
de latencia, para reaparecer o no, en la pubertad. Debe
diferenciarse de la neurosis constituida que también se
puede encontrar en el niño. El equilibrio psíquico depende
de la capacidad del pequeño sujeto para resolverla y para
«disolverla», como lo decía Freud del Complejo de Edipo:
«al extrañamiento del yo respecto del complejo de Edipo. (…)
Pero el proceso descrito es más que una represión; equivale,
cuando se consuma idealmente, a una destrucción y cancelación
del complejo»8.

8 Freud S., “El Sepultamiento del complejo de Edipo” (1924) en Op. Cit, vol.
XIX, p.185.
20 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

El término de infantil sitúa temporalmente este período,


antes del período de latencia que Freud arranca, no es un azar,
a la edad del juicio, 6/7 años. Es un accidente de la Neurosis
infantil, una dificultad que tiene que ver con la problemática de
la castración que provoca la neurosis demostrada; se trata de una
imposibilidad que signa la psicosis.
A veces, sin embargo, resulta extremadamente difícil, salvo
al tener un testimonio sobre las consecuencias como en el caso
del Hombre de los lobos, decidir si se trata de una Neurosis Infantil
particularmente ruidosa o ya con una neurosis en un niño. Freud
simplemente resaltaba a propósito de este Hombre de los lobos,
que si su «si nuestro paciente no hubiera sumado a la perturbación
en el comer y a su zoofobia la batería obsesiva, su historia no habría
diferido llamativamente de la de los otros mortales»9. Las fobias
de la infancia, concomitantes al Complejo de Castración,
son muy comunes entre aproximadamente los 2 y los 7 años
y pueden desaparecer sin dejar rastro; así como los terrores
nocturnos igualmente son una manifestación de la angustia que
desaparecen en el mismo período. En cuanto a Juanito, el niño
más célebre del psicoanálisis ¿es posible decidir, con la lectura de
la observación que Freud dejó, si él presenta un episodio fóbico
particularmente agudo en una Neurosis Infantil común, o si se
instala en una neurosis que Freud nombra histeria de angustia
y que dará su tono a toda su vida de adulto? Freud declara que
tales fobias son muy frecuentes entre los niños, que están ligadas
a la angustia infantil y que Juanito no estuvo más enfermo que
muchos otros niños, ya que, dice, el niño debe encararen el curso
de su educación de niño civilizado, dificultades inevitables,
superar los componentes instintivos de su naturaleza. Según
Freud, Juanito tuvo la posibilidad de ser a causa de su trabajo
analítico, liberado de estas trazas que pueden causar, en grados

9 Freud S., “El Hombre de los Lobos” (1909) en Op. Cit., vol. XVII, p. 91.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 21

diversos, una deformación del carácter o una disposición a la


neurosis posterior. Diferencia muy explícitamente entonces en
sus comentarios ulteriores, Neurosis Infantil y neurosis del niño.
Y, es como lo subraya Michel Silvestre en su artículo sobre la
neurosis infantil*10, que Freud retomando en Inhibición, síntoma,
angustia, el caso Juanito (único niño a quien él recibió en tan
solo dos ocasiones) con quince años de distancia, que confirma
la idea de una Neurosis Infantil estructural, al releer el caso con
todos los componentes del Complejo de Edipo: “Hans parece
haber sido un muchachito normal con el llamado complejo
Edipo “positivo”11. Es con esta relectura que Freud ilustra la
modificación de su teoría de la angustia, poniendo la angustia
de castración como motor de la represión y no a la inversa.
La Neurosis Infantil es el tiempo que hace falta para la
construcción del fantasma; es un hecho de desarrollo del cual
la neurosis del niño signa el fracaso. Si el sujeto fracasa allí, se
vuelve neurótico obsesivo (llamado a un padre terrible, donde
el afecto se liga a representaciones neutras que se vuelven
obsesivas), o histérico (llamado a un padre idealizado, donde el
afecto se desprende sobre el cuerpo o se transforma en angustia),
o aún se estanca en una posición fóbica (placa giratoria de la
estructura en la que el objeto fóbico suple a la carencia paterna).
El neurótico, sea cual sea su edad, está siempre en lo infantil:
continúa confundiendo demanda y deseo a esperar, continúa
viviendo en el sentimiento de frustración o de privación (lo que
no tiene: amor, inteligencia, bienes...). La Neurosis Infantil está
marcada con la represión, pero sus trazas son latentes bajo el
fantasma que es allí la cicatriz. Estas pueden ser un elemento de
ubicación diagnóstica en ciertos casos límite

10 Silvestre M., “La neurosis infantil según Freud”, en Mañana el Psicoanálisis y


otros textos (Buenos Aires: Manantial, 1987).
11 Freud S., “Inhibición, síntoma y angustia” (1924) en Op.Cit, vol. XX, p. 102.
22 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Conclusión provisional
Para concluir, retomaría lo más esencial que Freud
descubrió: la importancia del período de la infancia del
sujeto y la incidencia del deseo, de aquellos que lo acogen en
el mundo, sobre las condiciones de su desarrollo. Señalemos
que la indiferencia es lo que puede entrabar más al niño, los
fenómenos de hospitalismo lo demostraron suficientemente.
La constatación freudiana versa sobre el impacto de los deseos
combinados que preceden al niño y lo acompañan en la vía de
humanización: deseo respecto del niño, pero al igual el deseo
que une a la pareja paterna; realidad que demanda actualmente
una redefinición. Esta hipótesis simple supone dos individuos
en relación con un tercero, el niño salido de esta relación en
la que puede, no siempre para bien, alojarse. Es entonces a
la posición sexuada inconsciente, a la orientación del deseo,
cualquiera que sea el sexo anatómico del objeto del deseo, lo que
Lacan nombrará sexuación; el sujeto puede estar en una posición
femenina aunque en un cuerpo masculino, aquí los transexuales
constituyen la prueba extrema, por lo que Freud se interesa y no
por una norma cualquiera heterosexual dominante.
Desterremos de paso la ilusión de que el amor basta para
que un niño se estructure de manera armoniosa. Esta condición
que parecía deseable no es sólo insuficiente, sino que a veces
va hasta entrabar la operación de separación necesaria para la
individuación.
Colette Soler, en los Prolegómenos a las Jornadas sobre el
Parentesco en cuestión, retoma los postulados implícitos de la
respuesta freudiana para el Edipo; tres en total *12:

12 Soler C., “El parentesco en cuestión: filiación, adopción, nominación.


Primeros prolegómenos”, en Florilegios del mensual (Medellín: Asociación
Foro del Campo Lacaniano de Medellín, 2010).
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 23

•• Inscribe el engendramiento de los cuerpos en la serie de las


dos líneas simbólicas;
•• Las dos figuras mayores (padre y madre) calcaban la división
de los sexos;
•• Vuelve disimétrica las funciones paternas y maternas,
haciendo de la madre el objeto primordial de la libido, y del
padre el representante de la prohibición.
Este anudamiento de lo biológico y de lo simbólico, de la
parentela y del sexo, de la ley y del deseo, ¿cómo se efectúa para
el niño contemporáneo? Si no es más el Complejo de Edipo
el operante que asegura la puesta en escena de la castración,
¿qué es lo que viene a humanizar el deseo? ¿Cuál es, o puede
ser, el modo de realización de la subjetivación? ¿Lo heteros, lo
no idéntico, puede aparecer por la vía de otra diferencia que
esa, paradigmática, de la diferencia de los sexos cuya borradura
progresiva es sensible en nuestra sociedad? ¿Está la identidad
sexuada en vía de devenir una variable obsoleta en una
promoción generalizada de la individualización entrañable a la
teoría queer? ¿Cómo el «nuevo» sujeto, llevado a definirse en ese
contexto, va a lograr distinguirse de otra manera que mediante
el recurso a posiciones identificatorias que promueven el reino
de las pequeñas diferencias y que hacen el lecho de las grandes
segregaciones generalizadas?
Se trata de resaltar, en lo sucesivo, cómo las sociedades se las
arreglan para continuar creando lo inter-dicto/entre-dicho del
pacto. La declinación del poder del padre de la realidad, obliga
a depurar la función paterna y a realizar lo que esta sostiene.
La cuestión impuesta por la modernidad es la del vector de
la separación desde que éste no es más el pater familias de las
épocas de antes de la ciencia. En efecto, las costumbres cambian
y la ciencia con su eficacia objetiva, tiende a retirar los límites de
24 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

lo imposible y de la diferencia. El padre ya no es necesario para


la procreación. ¿Lo es él, y él solo, para la subjetivación?
Lacan replanteó muy temprano el Edipo freudiano «que no
podría mantenerse mucho tiempo en cartelera» y del cual hace un
«sueño de Freud [que] como todo sueño necesita ser interpretado». En
1975, indica el más allá de Edipo en una función de nominación,
un decir que nombra: el lenguaje, responsabilidad de todos, es
allí padre de cada uno y engendra el «nuevo» sujeto, el hijo y la
hija del discurso.
Se trata entonces aquí de buscar lo que hace la eficacia del
Complejo (es decir etimológicamente del nudo, de la red, del
cruzamiento), a saber el hecho de situar la relación a la falta con
el fin de hacer, de un individuo orientado por la única ley de su
omnipotencia imaginaria, un sujeto de deseo correlacionado a la
ley. Es por la vía de eso que todos los analistas todavía coinciden
en nombrar, después de Freud, la castración.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas


¿Qué es la estructura clínica? en el niño:
autismo, psicosis y neurosis

Comenzaré por dar de la estructura una definición general:


ella es un conjunto constituido por elementos organizados de
manera original, singular, de tal forma que la movilidad de uno
necesariamente conlleva modificaciones del todo1. Más, ¿qué
entendemos por estructura en psicoanálisis?
En primer lugar, la estructura del lenguaje de la cual nadie
escapa, ni siquiera los autistas que sin embargo se ponen a
prueba a partir de ella, y en la cual el viviente se aliena para
volverse humano. La estructura del lenguaje se vuelve entonces
homóloga a la estructura del sujeto del inconsciente, tanto en
Freud que lo representa por sus tópicas; la primera: Inconsciente
/ Pre-consciente / Consciente, y la segunda luego de 1920: Ello
/ Yo / Superyó; instancias éstas últimas que son en gran parte
inconscientes como lo serán en un primer tiempo en la
enseñanza de Lacan.
En efecto, Lacan será abiertamente estructuralista en
primer momento. El inconsciente está <dirá> estructurado como un
lenguaje2. Al principio de su enseñanza se apoya en la lingüística
de Ferdinand de Saussure, pero su concepción del significante

1 Según el Diccionario de André Lalande, la estructura es «…un todo formado


de fenómenos solidarios, tal como cada uno depende de los otros y no puede
ser lo que él es, sino en y por la relación con ellos» Cf. Vocabulaire technique et
critique de la philosophie (Paris: P.U.F, 1980).
2 Lacan J., en el Seminario 3. Las psicosis (Barcelona: Paidós, 1984) p. 26,
dice: «…la estructura es (…) un grupo de elementos formando un conjunto
covariante, abierto, es una manifestación del significante».
En el Seminario 5. Las formaciones del inconsciente (Buenos Aires: Paidós,
1999) p. 51, dice: «Esta estructura del inconsciente recubre lo que el
análisis lingüístico nos permite ubicar como siendo los modos esenciales de
formación del sentido, en tanto que éste es engendrado por las combinaciones
del significante». 
26 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

lo aleja de éste: para Lacan, el significante situado encima de


la barra, S / s, tiene un carácter aleatorio; hay independencia
entre el significante y el significado. Un significante S1,
solo, no es portador de ninguna significación, el sentido del
significado se estabiliza a partir de la conexión de al menos dos
significantes, S1 - S23. Los principios de composición del texto
del inconsciente son los mismos que los del lenguaje, el cual
se organiza según las leyes de la sustitución significante sobre
el doble eje de la metáfora y de la metonimia. La metáfora –
una palabra por otra– recuerda la condensación freudiana en
la que dos representaciones, son reagrupadas en una única, que
presenta un punto común. La metonimia, en la cual un elemento
representa la cosa, reenvía al desplazamiento freudiano en el que
un representante surge detrás de otro y al cual éste está ligado
por contigüidad.
Entonces, para definir un sujeto efecto del lenguaje, pero
asimismo efecto de lo real, Lacan va a representar la estructura
con figuras topológicas a partir del Seminario La Identificación
(1961/62). Su preocupación es poder dar cuenta de la captura de
lo real que está allí, pero que no puede describirse íntegramente
por las palabras como ocurre con el sexo, la muerte, los objetos
de la pulsión4. Lo Real, es lo que no depende del significante
pero no puede agarrarse sino gracias a él. A este respecto

En el Seminario La lógica del fantasma (lección del 12–04–67) versión Folio,


avanza: «La estructura, es que el sujeto sea un hecho de lenguaje».
3 En particular dos textos presentan esta posición: Función y campo de la palabra
y del lenguaje en psicoanálisis (1953) y La instancia de la letra en el inconsciente
(1957).
4 Lacan J., Seminario 16. De un Otro al otro (Buenos Aires: Paidós, 2008) p.
28 dice: “La estructura debe entenderse en el sentido de que es lo más real (...)”.
Y, p. 266: “S (A tachado) es exactamente, si esta se encuentra en algún lugar y es
plenamente articulable, lo que se llama estructura”. Seminario 20. Aún, (Buenos
Aires: Paidós, 2007) p.16, dice: «demuestro la estricta equivalencia entre
topología y estructura».
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 27

parafraseo a Lacan en Radiofonía (1970): la estructura es el efecto


del lenguaje sobre lo real del individuo viviente5.
A partir de los años 1970, son los nudos borromeos los
que representan las instancias psíquicas constitutivas del
inconsciente –Real, Simbólico, Imaginario– y sus modos de
goce. Lacan inscribe en continuidad los tres registros con los
cuales el sujeto está en conexión: Real, Simbólico, Imaginario.
La primera referencia a estas categorías data de la conferencia
que pronunció en 1953, en la entonces recién creada Sociedad
Francesa de Psicoanálisis (S.F.P.), es decir en la misma
época en la que da preponderancia a la cadena significante.
Lacan retomará luego estas categorías en un anudamiento
borromeo6 que se puede considerar como incluyendo la primera
formalización de la estructura por parte del lenguaje, pero que
añadiendo el inconsciente real, a saber, la parte del ser que resiste
a ser capturado por el lenguaje. La subjetividad está soportada
por diferentes elementos que se entrecruzan para formar una
trenza, cada acontecimiento convoca las tres dimensiones que
constituyen el sujeto, al que Lacan nombra ‘palabreanteser’
[parlêtre] a partir de 1974 para responder del inconsciente-
lenguaje y del inconsciente real. La estructura está representada
por la manera como las tres dimensiones –Real, Simbólico
e Imaginario– se encuentran o no anudadas, por un cuarto
nudo, ese del síntoma; formación metafórica que resulta de la
represión (Lacan hará del Edipo el síntoma de la neurosis), o

5 Lacan J., Psicoanálisis Radiofonía & Televisión (Barcelona: Anagrama, 1980)


pp. 16-19.
6 Lacan J., Seminario La identificación (1961-1962) lección del 30-05-1962,
versión Folio, dice: «… el significante es corte (…) el corte engendra la superficie
(...) punto de entrada, de inserción del significante en lo real (…) el sujeto tiene la
estructura de la superficie al menos topológicamente definida». En el Seminario
Los no engañados erran (lección del 19-02-1974) versión Folio, dice:  «Mi
estructura se confiesa (resulta) nudo borromeo».
28 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

por el sínthoma (construcción que permite un enganche de estos


tres registros). La estructura clínica testimonia de la posición
del sujeto en la estructura, de su singular anudamiento.
Si el sujeto está estructurado como un lenguaje, el
palabreanteser [parlêtre] está estructurado como un nudo
borromeo, es efecto del lenguaje y de lo real que escapa a toda
significación.
Existe entonces bipolaridad de la estructura:
•• Por una parte, los significantes fundamentales tomados del
Otro por el lenguaje pulsional –volveré luego a esto– y por
los rasgos unarios de los ideales: es el inconsciente lenguaje,
hecho de lo reprimido equivalente al inconsciente freudiano.
El sujeto del significante es el sujeto de la represión, de la
realidad sexual del inconsciente en Freud, y el de la cadena
de significantes en Lacan. Sujeto tachado por un deseo
aferrado al objeto a, que aparece entre dos significantes (S1
→ S2) y a través de la ventana de su fantasma.
•• Por otra parte, los significantes que Lacan denomina
“encarnados”7, aislados, que no representan al sujeto sino
que son trazas de goce incorporados por lo articulado sin
significado en la pura enunciación, entre los dos tiempos
del sonido al significante (S → S1). Son las marcas de la
lalengua, en una sola palabra, inconsciente real fuera de
sentido.
Lacan sostiene hasta el final (véase Televisión) el
inconsciente-lenguaje, incluso si él mismo no hace mucho caso
a esto en los últimos años de su enseñanza, consagrando mas
bien sus esfuerzos en dar cuenta, digamos a falta de algo mejor,
de un otro nivel del saber inconsciente: El sujeto de la cadena
significante solo logra saber migajas del saber reprimido, de los

7 Lacan J., Seminario El acto analítico (1967-1968) lección del 13-03-1968,


versión Folio.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 29

significantes deducidos de la cadena de significantes que son


accesibles a través de la interpretación; mas el sentido es infinito
como las asociaciones mismas. Pero, existe otro saber sin sujeto
–fuera de sentido– del orden de lo escuchado, él está presente
en Lacan en su reinterpretación del cogito cartesiano con la
disociación pensamiento / ex-sistencia8, allí donde yo pienso –
sujeto– no soy; inconsciente o más bien, ello. Y, allí donde yo
soy ello, yo no pienso. Su representación en términos de Freud
podría ser el grado 0 del sujeto donde se deposita un saber
núcleo/hueso real del inconsciente, ombligo del inconsciente
antes de la captura del organismo por el significante, momento
de lo que Freud nombra experiencia primera de satisfacción
con su correlato estructural de falla, de insatisfacción. Se trata
del llamado del viviente operando en la Bejahung, ese saber
radicalmente olvidado anterior a la captura en los significantes,
en el saber que el Otro propone y que se impone al mismo
tiempo. La primera identificación freudiana al padre primitivo,
nunca alcanzable pero estructuralmente lógico –su ausencia
es patente en el autismo– podría ser parte de este núcleo/hueso
real. ¿Acaso no se dice que la voz del padre se oye desde la vida
intrauterina?

La estructura clínica
La estructura, se revela en las estructuras clínicas: neurosis,
psicosis y perversión. El autismo, fuera de la estructura,
constituye una pregunta. La debilidad mental representa el
suspenso entre las estructuras.
La idea del anudamiento revoluciona la concepción de la
locura, puesto que el equilibrio, lo que se llama la normalidad,
consiste así en la estabilidad de la estructura clínica, en la
conservación de su construcción. Lacan utilizará a Joyce para

8 Ibid., lección del 17-01-68.


30 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

ilustrar un anudamiento estable en la psicosis: éste escritor


inventa una nueva forma de escritura a partir de lo que,
posiblemente, se le impone. El re/nombre que él le debe, el
nombre que él se hace allí, le sirve de cuarto círculo, de sínthoma.
La estructura clínica se realiza en la relación del sujeto
al mundo desde los primeros momentos de la vida, con la
incorporación (Bejahung que supone de entrada una elección)
de los significantes que vienen del Otro: «El inconsciente es el
discurso del Otro, donde hay que entender el ‘del’ en el sentido de
determinación objetiva»9. Sus tres modos de aparición –Neurosis,
Psicosis y Perversión– desprendidos por Freud sirven siempre
de referencia, si bien existe aún debate en nuestros días sobre
las denominadas “nuevas patologías”, sobre la existencia de
“estados límites”. La estructura clínica no puede inferirse de
la simple observación de signos (comportamientos, estados,
etc.) que bien pueden recubrir estructuras diferentes10. Ella se
deduce a través de su actualización en el lenguaje, el cual es
testigo de la disposición de los significantes entre sí, y a través
de lo que aparece del enfoque del goce. Al igual que la posición
de enunciación del sujeto, respecto a lo que éste dice, dicha
estructura clínica no es la misma según la estructura: aprieto de
la represión en la neurosis, sin vergüenza de la desmentida en la
perversión, certeza de la negación en la psicosis. En efecto, cada
estructura clínica se encuentra caracterizada por un operador
constitutivo que revela la “decisión” del sujeto: la represión
en la neurosis puede definirse por un “no querer saber”; la
desmentida –mecanismo de defensa propio de la perversión–
podría resumirse en la fórmula: “saber, pero a pesar de todo…”,

9 Lacan J., “Subversión del sujeto y dialéctica el deseo” (1960), en Escritos 1


(México: Siglo XXI, 1972).
10 Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis” (1958) en Escritos 2 (México: Siglo XXI, 1980): «Ninguna formación
imaginaria es específica, ninguna es determinante en la estructura».
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 31

y la forclusión en la psicosis depende de un mecanismo de


exclusión: “No poder saber nada”. 11

Diagnóstico de la estructura
La localización diagnóstica puede hacerse en varios niveles.
Para ilustrarlo tomaré el ejemplo de los trastornos del lenguaje,
motivo de frecuente consulta en el niño:
•• Al nivel de dicho fenómeno considerado como lesión: se
trata de la orientación organicista médica, donde el trastorno
es atribuido a un déficit de orden neurológico, genético
e incluso hereditario. La dimensión de la necesidad, en
una perspectiva reparadora, es la que guía el tratamiento.
Sobre el plano subjetivo, el efecto que se produce es que
se añade una identificación más al sujeto, por ejemplo:
«Es un disléxico, un disfásico». La referencia a la estructura
desaparece y el síntoma es reducido a un estado fisiológico.
•• Al nivel de los atributos, de las características: se trata de la
orientación psicológica, donde el fenómeno es considerado
como reacción a un acontecimiento (etiología accidental:
por ejemplo, tartamudea porque sufrió un shock), o el testigo
de un déficit (etiología genética: habla mal por inmadurez
de una función). La dimensión de la demanda domina
aquí la acción terapéutica con una perspectiva adaptativa
en la mayoría de los casos. Sobre el plano subjetivo, la
consecuencia es la des-responsabilizar al sujeto que resulta
considerado como producto de efectos exteriores al mismo,
y/o como víctima pasiva. La estructura desaparece detrás de
una inflación imaginaria. Las explicaciones abundan según

11 La forclusión es la ausencia de un significante fundamental, el Nombre-


del-Padre, el cual hace punto de capitón a la cadena significante por un
efecto metafórico, permitiendo que ella tome sentido. No se puede ubicar la
forclusión sino por sus efectos en particular sobre el discurso.
32 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

la perspectiva evolutiva desarrollista (esto va a arreglarse


cuando crezca), ambiental (es la falta de un medio carencial),
cultural (orientación de la etnopsiquiatría).
· Al nivel del discurso donde la naturaleza, la dirección
y el lazo enunciado/enunciación revelan la estructura clínica:
se trata de la perspectiva psicoanalítica donde el fenómeno
clínico es considerado como la producción sintomática de un
sujeto, surgido del impacto de su encuentro con el Otro, con
sus significantes, con sus objetos12, con lo real; fenómeno que
testimonia de un proceso que traduce una actividad o un estado
del inconsciente.
El analista se orienta aquí sobre los fenómenos de lenguaje
y de la palabra, así como sobre la naturaleza de la transferencia13,
sobre su vertiente repetición (su doble vertiente en la
transferencia: repetición y producción de saber) que indica la
relación del sujeto al Otro del lenguaje, y que entonces permite
orientar sobre la estructura:
•• Ante la indiferencia, el evitamiento, podemos preguntarnos
si el Otro existe para este sujeto desconectado. La cuestión
del autismo (estar fuera de discurso) o la de la deficiencia
mental (estar flotando entre dos discursos) se plantea aquí.

12 Tréhot J., “Du sujet en difficulté” en Revue Confluences n°48 (ANCE:


diciembre 2000): «El sujeto no emerge y no entra en relación con el Otro,
sino por el intermediario de sus objetos, monedas de intercambio entre él
y este Otro. Estos objetos están anudados a las grandes funciones vitales
(respiración, ingestión, excreción…) y suponen el tratamiento del Otro, es
decir todos aquellos que para el sujeto toman figura del Otro».
13 Lacan J., Seminario El acto psicoanalítico (1967-1968) lección 27-03-1968,
versión Folio, señala que si el analista se preocupara más «… eso le daría una
manera diferente de aproximar la diversidad de casos. Quizás, a partir de ese
momento llegaría a encontrar una nueva clasificación clínica diferente que
aquella de la psiquiatría clásica que él no ha podido tocar ni hacer tambalear
y por una buena razón hasta el presente, es que él no ha podido hacer otra
cosa que seguirla».
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 33

•• La sospecha (desconfianza), la sumisión (sideración) señala


un Otro omnipotente, perseguidor o que lo sabe todo, un
Sujeto sospechado Saber, compañero del psicótico.
•• En la provocación, el sujeto se ofrece como objeto al Otro
supuesto gozar de eso; posición que evoca la perversión.
•• Y, finalmente, la suposición donde el sujeto supone un
saber (sobre su propio goce) al Otro, que quiere reducir
a la impotencia (petrificación en la neurosis obsesiva),
o desafiar (escepticismo en la histeria), testimonia una
posición neurótica.

Dificultades de ubicación en la clínica con el niño


¿Cómo ubicar la estructura clínica del niño? ¿En qué
momento podemos hablar de estructura en él? Respondería: eso
depende de los niños. ¿A qué edad el sujeto ya no es un niño?
Respondería: en la pubertad; el niño es el pre-púber.
En el psicoanálisis con niños, hay respecto a lo que anterior
algunas dificultades particulares a causa de la inmadurez
lingüística y sexual, la distinción entre organización psicótica y
estados neuróticos ya demostrados no es siempre fácil. Mientras
que el pequeño sujeto no encuentre aquello frente a lo cual no
tiene respuesta, la falla psíquica puede pasar inadvertida: un sujeto
de estructura psicótica, no desencadenada, puede presentarse bajo
una forma de normalidad flagrante, mientras que un neurótico
puede aparecer con una sintomatología ruidosa.
Estoy cada vez más tentada a plantear frente a muchos
niños, una hipótesis en suspenso de diagnóstico que orienta
la conducción de la cura pero que deja lugar a la sorpresa; a
menudo esto se impone por defecto de ubicación de pasos
estructurales de la “neurosis infantil” y más cuando Lacan da
en su última enseñanza otra ubicación de construcción que esa
del Edipo, a saber, el anudamiento borromeo que permite dar
34 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

cuenta de formas de anudamiento estable con una nominación


singular que hace las veces de Nombre-del-Padre.
El diagnóstico en suspenso permite dar tiempo –al tiempo
lógico– más que cronológico que sin embargo cuenta. Por ejemplo,
¿a partir de cuándo y de qué, no hablar se vuelve sintomático?
Un niño que no utiliza el lenguaje no es forzosamente un autista.
El diagnóstico en suspenso permite también que aparezcan los
meandros de la construcción que, a veces toman los niños muy
marcados por el encuentro efectivo con la obscenidad de lo real.
Conviene diferenciar los efectos que marcan el goce del Otro
–maltrato, carencias masivas, abusos sexuales, delirios de los
padres..., o la identificación a los rasgos de locura de un padre– de
la posición subjetiva del niño. Tengo a este respecto el recuerdo
de una niña, de aproximadamente dos años de edad, que siendo
acogida en una guardería infantil después de una estancia en
el hospital, encamada en mutismo y que es presentada como
autista y está destinada a ser orientada hacia una institución
especializada. Sin embargo, algo contradecía este diagnóstico:
su mirada, intensa, presente, cognitiva. Del fondo del cuarto
en el que había estado encerrada durante meses, ella había
establecido un circuito pulsional escópico apoyándose en este
mínimo de Otro que le servía de partenaire, y que era entonces
el suficiente necesario para salvarla de una segura morbidez. Es,
en primer lugar, con la mirada que pudo establecer relaciones,
captar los objetos y entrar en el orden del discurso. La última
vez que la vi, teniendo siete años, era una niña corriente que
vivía con su familia adoptiva y asistía a una clase regular de
segundo de primaria.
En conclusión, planteo la cuestión que está para mí en
el corazón de la clínica. En la representación borromea de la
estructura –que se puede decir incluye la primera formalización
de la estructura-lenguaje– de una parte, la función de la
nominación reemplaza aquí la de la metáfora paterna; de otra
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 35

parte, otros anudamientos –de uno en uno– diferentes al del


Nombre-del-Padre, son posibles. Desde entonces, si aún se
puede hablar de neurosis, sería de neurosis sin p(er)adre-versión,
y si aún se puede hablar de psicosis no desencadenada, ya no
podemos hablar de locura sino de psicosis normal, a lo sumo.
Los niños que crecen en análisis a veces nos enfrentan
a sorpresas terapéuticas. Un niño puede hacer en su cura un
trabajo de elaboración que va a determinar su instalación en una
estructura clínica.

Autismo
Es Eugène Bleuler quien introduce en 1911 la palabra
autismo, término que será retomado por diferentes autores
como rasgo ligado a la esquizofrenia del niño. El autismo será
aislado como «enfermedad» en 1943 por Leo Kanner, quien lo
diferencia de la psicosis infantil. En 1944, Hans Asperger a su
vez define una forma de autismo no deficitario caracterizado por
dificultades de sociabilidad y por capacidades intelectuales fuera
de normas específicas, concentradas a menudo en un dominio;
un cierto número de superdotados se incluirían allí.
Hasta los años 1980, los diagnósticos de autismo Kanner
o Asperger sólo fueron formulados muy rara vez. Pero, desde
entonces progresivamente asistimos a una proliferación de
dicho diagnóstico, a menudo planteado por los mismos padres.
Susceptibilidad genética o no, el niño autista puede intentar
construirse y el psicoanálisis lo aborda, en primer lugar, como
un sujeto.
Los autistas parecen no ver el otro, rechazan escucharlo
(se tapan los oídos), entran en pánico si alguien intenta una
aproximación, y aún más si uno inicia un gesto hacia ellos
(rechazo al contacto). A menudo, nos parecen sordos puesto que
no quieren oír nada. Toda presencia puede ser intrusiva. Por el
simple hecho de estar allí, el otro hace un llamado y eso se les
36 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

vuelve insoportable. Ellos mismos no llaman. El autista se aísla


en una especie de vida atrincherada, en el mejor de los casos, si es
posible decirlo, es totalmente indiferente a la presencia del otro,
inclusive de su madre, que no existe sino pegada a él. Margaret
Mahler habla de una «negación alucinatoria» de la percepción14.
Rechazan la presencia del otro, la voz y la mirada en
particular que constituyen para estos niños un verdadero
peligro. Todo cambio en la disposición de su mundo fijo puede
desencadenar terror y pánico.
El estilo de presencia que el analista propone es de un
registro particular y supone que se les preste a estos niños una
escucha, una palabra, un ser sujeto y una dirección. Encontrar
algo para decirles, implica también que se intenta oírlos.
¿El autista es pre-estructura en una estructura específica?
No hay construcción del objeto que resulte real; el objeto no
pasa nunca al estatuto de objeto causa perdido.
Al nacer, el bebé es tomado por sensaciones. Poco a poco
con la ayuda del otro, interpreta el mundo que lo rodea. Las
primeras sensaciones vienen de la boca, del tubo digestivo, del
vientre. El bebé es totalmente esa boca o este vientre. La toma
de conciencia de la separación, antes de poder representarse
el objeto ausente, traumatiza al niño que se hunde, se pone a
chupar su lengua, intenta colmar los agujeros para no vaciarse.
François Tustin diría que el pecho perdido arrancó la boca
del niño autista, yéndose. Este niño busca con toda la fuerza,
volviéndose a taponar su boca como todos sus otros orificios,
reencontrar el objeto perdido; real. Por este hecho, su cuerpo
resulta indiferenciado, no tiene límites, no está separado del
cuerpo de los otros. Los autistas esperan de nuestras manos
hacer lo que podrían hacer ellos mismos, se sirven de eso de
manera instrumental. El objeto autista sirve para mantener

14 Mahler M., Psychoses infantiles (Paris: Payot, 1979) pp. 71-84.


Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 37

un estado casi alucinatorio. El menor cambio es insoportable


porque el mundo está fragmentado no en objetos, sino en de lo
real sin lazo. No hay ninguna alienación significante, de allí la
ausencia de lenguaje o la existencia de un lenguaje puramente
factual.
El niño autista parece no alcanzar la alienación. Colette
Soler formula la hipótesis de que el autismo se queda más allá
de la Bejahung; no entra en la alienación significante. Sólo existe
como significado en el discurso del Otro. Rechaza pasar por las
palabras del otro luego de demandar como lo precisaba Lacan.
Ahora bien, la alienación es la primera captura en el lenguaje,
ella está en el fundamento de «toda una serie de alienaciones» que
Lacan resaltará: a la imagen del espejo, al deseo del Otro, etc.
La irrupción del lenguaje y de su función, a la vez alienante
y separadora, provoca la caída de un objeto primero. El niño
tiene en primer lugar la ilusión de poseerlo como siendo uno
de sus objetos. El niño autista no puede soportar la caída
del objeto, lo que tiene por consecuencia volver imposible
o distorsionado los montajes pulsionales. Las funciones del
cuerpo no son tocadas por la dialéctica de la oferta y de la
demanda que transforma la pura necesidad en deseo. De ahí
todas las distorsiones pulsionales: nada de limpieza a nivel de
los esfínteres, comportamientos alimenticios aberrantes, sueño
perturbado, voz falseada y mirada evasiva.
Los agujeros no tienen borde. La boca puede babear
constantemente o quedar herméticamente cerrada y los ojos
yendo en todas las direcciones; el goce permanece como amo
del cuerpo, no canalizado, ni traducido por la libido; de donde
las actividades de autodestrucción, de automutilación y de
sexualidad sin reserva.
Los autistas pueden erguirse como autómatas, incluso
pueden ponerse a hablar como grabadoras pero sin que su
discurso se aferre a una cadena de significación, el niño autista
38 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

habla siempre y cuando esto no sea para comunicar, en estos


casos, él no teme ser menoscabado por el menor riesgo de
subjetivación, de allí su posibilidad de comunicarse vía el
computador.
Ahora bien, aquí la conducción de la cura analítica es
exactamente lo contrario del objetivo ortodoxo: se trata
de inventar modalidades de presencia para permitirle al
niño la alienación que le fue hasta allí imposible. En ser lo
suficientemente firme, como François Tustin ya ha señalado,
para llevarlos a confrontarse con la separación (por ejemplo,
Milagro en Alabama).
Tampoco tiene imagen especular: su reflejo nunca es
reconocido como tal, a falta de la inscripción significante que
acompaña e instala la división entre I (A) e i (a). La imagen del
otro, que no puede ser la del semejante, deviene la del doble. Esta
división en lo real explica igualmente que el autista se hable a sí
mismo, y que viva al otro como una especie de prolongación de
él mismo, lo cual induce a esos fenómenos de transitivismo, de
captaciones imaginarias, o de confusión de las fronteras entre el
cuerpo del Otro y su propio cuerpo.

La psicosis infantil primaria


A menudo la psicosis infantil es identificada más tarde que el
autismo, porque el bebé sí presenta sin embargo particularidades
(por ejemplo E., que duerme excesivamente, o por el contrario
se queda fijo con sus ojos constantemente abiertos) no inquieta
demasiado a su entorno.
En la psicosis infantil primaria, se puede plantear la
hipótesis que contrariamente a lo que ocurre en el autismo,
la operación de alienación (la Bejahung: juicio de atribución,
el decir sí a ciertos significantes del Otro) se cumple, pero no
se completa por la operación de juicio de existencia (ningún
asidero en la realidad). Siguiendo a Lacan, es la operación de
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 39

separación la única que permite que se cree un intervalo entre


los significantes; una falta donde el sujeto dividido aparece,
y la cual resulta imperfecta porque la función separadora del
Nombre-del-padre es desfalleciente. Las consecuencias de todo
esto se pueden localizar en los tres registros:
Simbólico: Los trastornos del lenguaje son constantes:
ecolalia, cantinela, uso metonímico de la lengua, neologismos
(dificultad para diferenciarlos de las palabras de los niños)…
Estos trastornos testimonian la captura en la cadena de los
significantes pero sin deslizamiento entre S1 y S2; se produce una
congelación del sujeto bajo un significante que lo representa. El
niño psicótico está en el lenguaje, puede incluso comunicarse a
mínima pero no está en el Discurso. La operación metafórica
del Nombre-del-Padre que introduce en el orden fálico no
es posible, incluso si existe bajo la Bejahung una forma de la
primera identificación al padre15.
Es posible que la madre pueda llevar al niño en dirección
del enigma de su deseo, dirigirlo hacia el tercero que le abrirá
la vía de un deseo propio, pero esto no es tan simple dado que
la elección oscura del sujeto está en juego (a madre psicótica
no forzosamente niño psicótico): el niño es siempre objeto del
fantasma materno, pero hace falta que él no se quede en este
lugar16.
Imaginario: El otro puede servir de apoyo, de suplencia, de
modelo, de contenedor al niño privado de la palabra separadora.
Esto puede ir hasta un semblante tenaz de normalidad. En
el extremo, encontramos niños As if {como sí}, obedientes y
apacibles; mecanismo de compensación que proporciona no el
modo de empleo, sino el modelo; la dificultad es aquí con el

15 Lacan J., Seminario 3. Las psicosis (1955-1956) (Barcelona: Paidós, 1984).


16 Lacan J., “Nota a Jenny Aubry” (1969) en Intervenciones y textos 2 (Argentina:
Manantial, 1991).
40 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

diagnóstico diferencial de la neurosis obsesiva. Helène Deutsch,


quien creó esta expresión, habla de sus pacientes señalando que
bajo su aspecto muy adaptado, algo cojea: «para el analista que los
observa, se vuelve evidente, rápidamente, que todas estas relaciones
están desprovistas de la menor traza de calor; la expresión de los
sentimientos no subsiste más que en la forma y toda experiencia
interior ha sido eliminada». El lazo no existe sino en la presencia
real del otro. Es de destacar que una parte de estos sujetos, al
ser atendidos en la adolescencia, testimonian de su sentimiento
de no ser como los otros, de ser diferentes. Además, se trata de
niños y jóvenes que siendo a menudo maltratados por los otros,
presentan la más grande indiferencia por su cuerpo (v.g. Joyce)
que a falta de estar construido y afectado por el significante,
les es extranjero. Lacan en Una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis, habla de «una identidad reducida
a la confrontación con su doble psíquico, pero que además hace
patente la regresión del sujeto, no genética sino tópica, al estadío
del espejo, por cuanto la relación con el otro especular se reduce
allí a su filo mortal»17
Real: El psicótico está directamente conectado con el fuera
de sentido del mundo, su cuerpo no está regulado por las pulsiones
aunque en menor medida que el autista. La vida, la muerte, el sexo,
son enigmas absolutos, sin significación, sin existencia incluso y
en el peor de los casos únicamente son fuente de una angustia
terrorífica. Las frecuentes descompensaciones en el momento
crucial de un encuentro efectivo con un acontecimiento de lo
real (por ejemplo, adolescencia con la pubertad), testimonian la
imposibilidad de este sujeto para hacer entrar ese encuentro en
su mundo.

17 Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la


psicosis” (1958) en Escritos 2 (México: Siglo XXI, 1991) pp. 549-550.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 41

En el Discurso de clausura a las jornadas sobre las psicosis


en el niño, hay una indicación fundamental de Lacan sobre
la conducción de la cura: anima a los psicoanalistas a hacerse
los secretarios del alienado, es decir, a tomar todo lo que el
sujeto psicótico cuenta al pie de la letra; a recibir todo como
significante: el grito, el gesto, la mínima mirada, Lacan anima a
hacer esto con el significante ligado a otros. Lo que quiere decir
que el psicoanalista es un secretariado activo, que se adapta a
su “cliente”: comentarios, atención mesurada, silencio, etc… La
clínica borromea permite teorizar lo que hay allí de invención
necesaria en la cura de un psicótico. Algo, un cuarto nudo que
permita que sostengan juntos los otros tres; nombre otro de la
suplencia, que permite al sujeto psicótico sostenerse en el marco
de la realidad y el lazo social.

Las psicosis construidas por el niño


Autismo y psicosis primaria llevan la mayoría de las veces
a la esquizofrenia. A veces ésta se instala (bouffée delirante, ej:
Esteban que canta en el patio de recreo) sin que los signos
precursores puedan ser ubicados: niño denominado ansioso,
solitario, poco sociable, con un pensamiento rígido, un poco
raro...
El niño mismo se vive dentro de un sentimiento ominoso.
Los trastornos del pensamiento aparecen en el discurso: lentitud...
«ausencias»... dificultad en recibir y en emitir los mensajes de
comunicación. Trastornos cualitativos (hermetismo, saltar de un
tema al otro, respuestas «desviadas», ilógicas, rarezas) y menos
frecuentemente se da mutismo o logorrea; el niño puede tener
aquí voces pero raramente alucinaciones (Ej. Jerónimo: “La
plancha avanza hacia mí”).
Lo vivido afectivo es particular: frialdad, repliegue o, al
contrario, mezcla: crisis de diversa tonalidad ansiosa, excitada,
42 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

agresiva. En el caso del adolescente: aislamiento, inactividad,


ausentismo escolar y hasta su rechazo.
A menudo, pensamos menos en la paranoia en el joven,
sin embargo, los sentimientos encontrados con contraste de
omnipotencia y de persecución, dominan en la convicción tan
absoluta que podríamos cualificarla de delirante (Ej. Sara)
que a menudo atañen a esta estructura caracterizada por el
egocentrismo, la ausencia de consideración por los otros, la
convicción de poder realizar todo (omnipotencia), carácter
sombrío, susceptible y convicción de ser mal tratado.
El mecanismo metapsicológico sigue la descripción
freudiana de proyección y de cambio en la situación: No lo amo,
lo odio, no soy yo quien lo odia, es él18. El apaciguamiento edípico
que regula la rivalidad gracias a un contrato social (prohibición
del incesto y del parricidio) fracasa. El sujeto se queda en la
rivalidad mortífera del estadio del espejo y del enfrentamiento
con el otro. Estas reacciones paranoicas a menudo tienen un
arraigamiento muy precoz, Lacan se refiere a la relación a la
madre que a menudo es el objeto perseguidor. ¿El niño se quedó
en la posición paranoica del lactante descrita por Melanie Klein?
En la psicosis maníaco-depresiva esto se ve también
al presentarse la mayoría de las veces bajo la forma de un
estado maníaco. El niño es ubicado como inmaduro, nervioso,
hiperactivo, demasiado familiar (sin cierta reserva). Está
invadido por sus emociones y una excitación mental que lo
desborda, evalúa mal las posibilidades reales de acciones que
emprende. Pero los estados depresivos profundos existen
también en el niño: pasan inadvertidos o no son tomados en

18 Freud S., “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia


(dementia paranoides) descrito autobiográficamente” (1909) en Obras
Completas, vol. XII (Buenos Aires: Amorrortu, 1980) pp. 58-59.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 43

serio, sin embargo los suicidios de niños menores de 11-12 años


no son tan raros y generalmente se producen.
Un matiz para concluir. Hay que tener cuidado con la
contaminación psicótica sufrida por un niño que vive en
simbiosis con un pariente delirante, y es muy dependiente de
este. El niño se adhiere con demasiada convicción a las ideas
delirantes de su padre, a un delirio de persecución por ejemplo
(Ej. agresión sexual: Sandra). En un cierto número de casos, el
diagnóstico debe mantenerse bajo una forma hipotética, lo que
orientará una prudencia en la conducción de la cura.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas


Recorridos de la neurosis infantil

La impotencia originaria propia del lactante, lo coloca en una


absoluta dependencia de los adultos tutelares; él nace en un
medio ambiente cuya realidad está para construir. Al principio
el otro no existe, en cambio el Otro se impone como todo
poderoso, como voluntad incontrolable a la cual el mismo se
encuentra sometido. El Otro, con el cual el infans (el niño
que aún no habla) tiene que vérselas inicialmente es el Otro
primordial no tachado. El reconocimiento de «la impotencia
del Otro, para responder, se debe a un impasse y este impasse –lo
conocemos- se llama la limitación de su saber»1, es el trabajo que se
desarrollará en el recorrido de la «neurosis infantil».
En parte, el despertar psíquico del bebé depende de
su asidero en la demanda de Otro, que le presta un «deseo
particularizado» como lo escribe Lacan en sus Nota sobre el niño,
enviada a Jenny Aubry2. El niño emerge en «relación a un deseo
que no sea anónimo»: de una parte, el deseo de una madre que le
otorga «un interés particularizado, así sea por la vía de sus propias
faltas», el niño es investido de acuerdo al lugar que ocupa en
el fantasma materno; por otra parte, el deseo de un padre que
transmitiendo un nombre, hace posible la introducción de la
ley que limita el goce. Es por el sesgo de la inconsciencia del
Otro (A mayúscula; los padres no son aquí sino sus vectores)
que el sujeto hace su entrada en el mundo y que también puede
aceptar o rechazar de cierta manera el lugar que le es designado;
elección forzada, dice Lacan.

1 Lacan J., Seminario La Identificación (1961-1962) lección del 21 de marzo


de 1962, versión Folio.
2 Lacan J., “Nota sobre el niño” en Intervenciones y textos 2 (Argentina:
Manantial, 1991) p. 56
46 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Pero, si ninguna interpretación de su llamado le es propuesta


al niño, si no hay ninguna palabra que vehicule el deseo que
otro le propone, el niño no tarda en caer en un estado de apatía
que lo lleva a la muerte real o psíquica por aniquilación de toda
capacidad de desear, lo que lo hace un débil y/o un psicótico.
Es lo que se constata en los estados llamados de marasmo
descritos por Spitz en el hospitalismo, donde el bebé queda
en el desamparo inicial de su llegada al mundo. El, «es», ni
siquiera como objeto in-afectado; nada viene a hacer pantalla
a la absurdidad del no sentido de su existencia, este ‘horror de
saber’ que es núcleo/hueso del inconsciente. Sigo a Lacan en el
seminario El acto analítico: «el sujeto no es nada y no quiere saberlo
(…) Este no saber es el núcleo/hueso del inconsciente».3

La incorporación significante
En el primer tiempo de su existencia, período del narcisismo
originario, el recién nacido intenta continuar viviendo según el
principio de placer, es decir sobre el modelo de la satisfacción
de la vida intrauterina, no pudiendo soportar por mucho tiempo
los estados de tensión ligados a las necesidades fisiológicas. La
separación que representa el nacimiento, lo sumerge en un
mundo que el debe para sobrevivir física e intelectualmente,
descubrir y adoptar. Va a humanizarse volviéndose sujeto de
deseo y no solamente sujeto de satisfacción.
A merced de la repetición de las experiencias el bebé se
da cuenta que existen reacciones a sus manifestaciones: está
en la prensión (que se puede llegar a oír como un equívoco con
aprensión = temor) del Otro; aquel se construye por el lenguaje en
el cual él entra, o mejor que entra en él. Todas las palabras vienen
del Otro, el niño las recibe como inscripción indeleble, forma

3 Lacan J., Seminario El acto analítico (1967-1968) lección del 12 de mayo de


1965, versión Folio.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 47

de experiencia que nunca re/conocerá pero de la que se apropia


según su anhelo; se trata del mecanismo que describe la Bejahung
freudiana, retomado por Melanie Klein en sus desarrollos sobre
la actividad precoz de incorporación y de rechazo de los objetos.
Freud describe en su texto sobre la Verneinung (la
denegación)4 la manera como aparece el sujeto, en tanto
resultado de una construcción lógica. La Bejahung es una
afirmación primordial que consiste en decir sí a la entrada en
la cadena significante, o sea en lo Simbólico; dicha entrada se
hace sobre el modo de la incorporación. En el primer tiempo
de la existencia, el del autoerotismo, el mundo exterior es
indiferenciado, concretamente el pulgar o el pecho son, sin
distinción, los objetos del niño. El lactante flota en el goce
interrumpido por impresiones de malestar ante las cuales se
encuentra sin recurso, resultando totalmente dependiente del
Otro; hay que señalar que el bebé es de manera precoz, muy
sensible a esto y a aquellos que lo rodean. El Yo, dice Freud,
se constituye haciendo una selección entre lo que recibe,
rechazando lo que provoca el displacer, incorporando lo que es
fuente de placer. Este proceso al que llama juicio de atribución no
decide de la existencia del objeto en cuestión; la alucinación en
este momento lógico tiene un estatuto de realidad.
El sujeto se constituye incorporando los significantes
(lenguaje: simbólico) a condición de enganchar allí una
experiencia de placer (fijación de goce: real) y sin preocuparse
de la naturaleza de la realidad de la experiencia.
Es sólo en un segundo tiempo que el infans selecciona entre
representación y materialidad, por el sesgo del juicio de existencia.
Según Colette Soler, es factible formular la hipótesis que el

4 Freud S., “La denegación” (1925) en Obras Completas, vol. XIX (Buenos
Aires: Amorrortu, 1978).
48 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

autista se queda a la puerta de esta distinción, balanceándose


entre puro viviente y sujeto, entre realidad y alucinación.
Lacan hace de la Bejahung, de la aceptación de la entrada en
la cadena significante, el punto inaugural del surgimiento de la
estructura inconsciente5.
Pasar por los significantes del Otro supone una doble
pérdida, el viviente se vuelve sujeto pero con significantes
impuestos, que además fracasan en decir todo sobre el viviente:
Una pérdida real de goce (de su uso) del lado sujeto, encuentra
una falta simbólica del lado Otro, que se escribirá A tachado.
Luego, con el paso de viviente a hablante, se produce una
pérdida de ser de donde se origina la Cosa freudiana, el objeto
a lacaniano. Dice Lacan en el Seminario el Acto psicoanalítico:
«entre S y S1... al nivel de la repetición primaria se produce esta
pérdida, esta función del objeto perdido alrededor del cual gira la
primera tentativa operatoria del significante…»6.
Así, la castración comienza desde la incorporación de
los significantes, de la cual Melanie Klein da cuenta con
su afirmación de un Edipo precoz; la pulsión de muerte se
origina en la incompatibilidad del significante y del viviente,
en la tendencia a retornar a un ser de puro goce anterior a la
alienación al significante.

El cuerpo del deseo


En los primeros circuitos se establecen las pulsiones
por apuntalamiento a partir de una necesidad orgánica, ellos
transforman el organismo en cuerpo; serán los vehículos del
deseo.

5 Lacan J., Seminario Problemas cruciales para el psicoanálisis (1964-1965)


lección del 3 marzo 1965, versión Folio.
6 Lacan J., Seminario El acto psicoanalítico (1967-1968) lección 13 de marzo
1968, versión Folio.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 49

La palabra ‘pulsión’ escogida para traducir el trieb freudiano


(introducido en 1905 en los Tres ensayos sobre la teoría sexual)
designa «el representante psíquico de una fuente continua de
excitación que proviene del interior del organismo, (a diferenciar)
de la excitación exterior y discontinua». La pulsión es un concepto
«en última instancia de los dominios psíquico y físico» que da cuenta
de su intrincación. Está caracterizada por cuatro elementos:
su empuje constante (la libido, nombre de la energía psíquica
vital como sexual, del latin libido: ganas, vivo deseo), su fuente
originada en el cuerpo, su fin que busca siempre la satisfacción,
y su objeto por el cual el fin será alcanzado; el objeto al que se
apunta es variable y los fines son múltiples, de lo cual da cuenta
la perversión polimorfa del niño7.
La pulsión no es el instinto, es «conocimiento sin saber», es
actuar sin representación mental correspondiente a un proceso
vital necesario y automático; es un «saber que no implica el menor
conocimiento»8 y se apoya en las experiencias de satisfacción
experimentadas.
El circuito pulsional se construye en bucle pasando por
el partenaire del bebé, el Otro del lenguaje, cuya demanda se
expresa en palabras: come, se limpio, escucha, mira... El lenguaje
pulsional recorta el organismo siguiendo las zonas erógenas que
intervienen en las primeras demandas, traduciendo en-cuerpo
[en-corps / ancore]9, la captura inicial del ser en el lenguaje.
Precisamente Freud señaló en Algunas consideraciones para un
estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas,
que el inconsciente recortaba el cuerpo según su propia lógica

7 Freud S., “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Op. Cit., vol. XIV.
8 Lacan J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” (1967-1968) en
Escritos 2 (Argentina: Siglo XXI Editores, 1975) p. 783.
9 N. T: Equívoco entre en-corps [en-cuerpo] y encore [aún], palabras que en
francés son homófonas. Encore [Aún] es el término con el cual Lacan arma
el título de su Seminario 20.
50 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

y no según la realidad de la anatomía, texto en el que describe


una parálisis del brazo correspondiente a la idea que se hace el
paciente del brazo y no a la realidad neurológica.10
El deseo surge por el sesgo de la falta, ante la imposible
concordancia entre lo esperado y lo obtenido, en la distancia
entre las primeras demandas de reencontrar siempre la misma
satisfacción y las respuestas obtenidas que son siempre diferentes,
y su causa se localiza en el objeto definitivamente faltante. Se
trata de un proceso psíquico interno, dinámico, distinto de la
necesidad, independiente de la satisfacción concreta donde
aquel se constituyó. Freud ya decía que el placer de chupar
tomaba rápidamente apoyo sobre la necesidad de alimentarse;
en efecto, ningún alimento puede satisfacer la demanda oral, los
trastornos de la alimentación así lo demuestran.
El mismo Freud tomó el ejemplo de la pulsión oral para
apoyar su demostración: ante primer grito –mítico– de necesidad
del lactante, necesidad fisiológica pre-pulsional y tensión sin
objeto reconocido, la madre o quien hace sus veces, responde
por un deseo: el de dar leche, cuidado, ternura, así como por
una demanda: «acepta lo que te propongo». El bebé descubre lo
desconocido de lo que él desea, vía las palabras del Otro; de allí se
comprueba que el deseo del sujeto, es el deseo del Otro. El Otro,
nombrando el objeto que da como respuesta, asigna un nombre
al goce, y por este hecho lo circunscribe y menoscaba. Así, en el
momento siguiente de la sensación desagradable, el lactante se
apoya en este primer ‘recuerdo’ y demanda el mismo placer (n) y el
mismo objeto «alucinado». Es esta una ilustración de la Bejahung;
el objeto es interiorizado aun cuando su existencia resulte
imposible. Más aún, su segundo grito es dirigido a su partenaire.
Ahora bien, siempre hay un desfase cualitativo entre la
experiencia de satisfacción n y la experiencia de satisfacción n+1.

10 Freud S., “Algunas consideraciones para un estudio comparativo de las


parálisis motrices orgánicas e histéricas” (1893) en Op. Cit., vol I.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 51

Entre el goce esperado y el goce obtenido, hay una distancia que


va a fijar el sujeto a la demanda del Otro (de allí la escritura de
la pulsión $ tachado rombo D: $◊D).11
Lacan precisa que el deseo encuentra su causa –mítica,
virtual– a partir de la pérdida del goce original; lugar en lo
sucesivo vacío del objeto a que deviene objeto causa. El objeto
a, perdido, es resto gozado del encuentro siempre fallido entre
el S2 del Otro que responde, imponiendo su respuesta incierta
de estructura, a un grito fuera de sentido haciendo un S1. El
objeto a es resto de goce, plus-de-gozar exteriorizado que escapa
a la significación que es su producto. El objeto en juego en la
pulsión: objeto oral, anal, escópico e invocante, no es el objeto a,
sino aquello que valoriza su plus-de-gozar.
La pulsión tiene entonces una doble cara: una vertiente
significante correlacionada con la demanda del Otro, y otra
de goce condensada sobre un objeto. El bebé sale de lo real de
ser puro viviente, de criatura hablada por el Otro, para volverse
sujeto de deseo.
Es en este momento que Freud sitúa la entrada en el
Complejo de Edipo. Melanie Klein supone que el niño entra en
el mismo, desde la toma de conciencia de su existencia separada,
o sea mucho más precozmente. En el fondo, es también lo que
suponía Freud planteando la primera identificación a un padre
que se podría decir real, pero de la cual dependerá la inscripción
en lo simbólico.
Las importantes manifestaciones de la ‘neurosis infantil’
comienzan más tarde, digamos en el curso del segundo año de
vida, pero sus preliminares están inscritos desde antes.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas

11 Lacan J., “Posición del inconsciente” (1960) en Escritos 2, (México: Siglo


XXI Editores, 1975).
Manifestación de la entrada en lo Simbólico: el Fort – da.

Uno de los primeros juegos del niño consiste en hacer desaparecer


y aparecer un objeto. Con esta actividad crea mentalmente la
permanencia del objeto y al mismo tiempo intenta dominar su
soledad, imaginando la presencia incluso en la ausencia; fuera
de su vista, el objeto siempre existe. Este juego se acompaña de
las primeras oposiciones significantes simbólicas: partida/helo
aquí; allá/no allá, etc. (Sn → Sn+1): donde el primer significante
(Sn) no toma sentido sino en función del segundo (Sn+1). El
Fort / Da, observado por Freud en su nieto que juega con una
bobina en ausencia de su madre, testimonia dice Lacan: “de un
punto de inseminación de un orden simbólico que preexiste al
sujeto infantil [vehiculizado por el lenguaje] y según el cual va a
ser preciso estructurarse”1. Este niño de 18 meses juega a la vista
de su abuelo a hacer aparecer y desaparecer una bobina atada por
el extremo de una cinta. Freud interpreta: el niño juega a repetir
la alternancia ausencia/presencia de su madre y así consigue
dominar la angustia de separación, simbolizándola por el juego.
Dicho juego es entonces una respuesta a la hiancia introducida
por la ausencia; la bobina es un objeto que se desprende
mientras que es retenido por el niño. Pero dice igual Lacan en
el Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
que «el niño tapona el efecto de la desaparición de su madre,
haciéndose su agente […] es secundario […] El conjunto de
la actividad simboliza la repetición, pero de ningún modo la
de una necesidad que clama porque la madre vuelva […], Es la
repetición de la salida de la madre como causa de una Spaltung”
en el sujeto. Busca aquello que, esencialmente, no está, en tanto

1 Lacan J., “La dirección de al cura y los principios de su poder” (1958) en


Escritos 2 (México: Siglo XXI, 1990) p. 574.
54 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

que representado»2. Gracias a este juego, el niño eleva el objeto


a la dimensión simbólica: la palabra (mamá) se desprende del
objeto (cuerpo de la madre), hay muerte de la Cosa y sustitución
por un significante; es decir que el niño renuncia a la madre
como objeto, como cosa, y opera una recuperación de goce vía
el lenguaje (producción de vocablos) y por la acción (hacer
aparecer y desaparecer). El Fort / Da constituye una respuesta
a lo real traumático de la inadecuación estructural de la madre,
que tan «suficientemente buena» como sea nunca está en absoluta
armonía con su niño. El objeto transicional pone de presente
esta fusión imposible, prueba de ello es que el niño incluso
recurre a esto aún en presencia de su madre. Su prototipo real,
dice Lacan, es la placenta3, esta envoltura entre madre e hijo que
no pertenece, ni al uno ni al otro, y que Lacan hará la precursora
del objeto a.
Los juegos de escondite que apasionan al niño a partir
del primer año, escenifican la misma cuestión de la ausencia
materna refiriéndola a alcanzar hasta su existencia incluso, por
su propia desaparición. La cuestión de la falta materna abre
para el sujeto esa de su propia falta. ¿Por qué está en el mundo?
¿Puede el otro perderlo?
Es a partir de la constatación de las ausencias repetidas
de su madre, que el niño comienza a plantearse preguntas y a
buscar explicaciones. Si simbolizar a la madre (es esto lo que
el juego del Fort Da indica) permite hacerla funcionar a ella
como significante (lo que Lacan escribirá, DM, en la primera
parte de la fórmula de la metáfora paterna: NdP / DM DM
/ x), asegura su permanencia psíquica, sin embargo esto no le
permite encontrar respuesta a lo desconocido, a la x, del deseo de

2 Lacan J., Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
(1964) (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 70.
3 Lacan J., “Posición del inconsciente” (1964) en Escritos 2, Op. Cit.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 55

la madre. El niño puede sostenerse en una respuesta imaginaria


y consagrarse a encarnar esta x del deseo materno, si él confunde
los objetos pulsionales de la demanda y el oscuro objeto del
deseo; lo que representa el fondo del fantasma del neurótico
que tiene la convicción de que el Otro quiere gozar de él. La
identificación imaginaria: ser una mierda siendo ella preciosa,
una buena pasta, una oreja atenta, una mirada detenida..., lo
que se sigue puede estabilizarlo, pero para la per(adre)versión,
anudamiento ordinario, hace falta que haga un vuelta de más.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas


El trauma y las teorías sexuales infantiles

¿Qué es lo que empuja a saber / ver-eso1?


Desde el relato de la creación del mundo referido en la
Biblia, el saber está ligado a la prohibición sobre las cuestiones
sexuales. Recordemos la historia de Adán y Eva, que se cuenta
probablemente desde hace más de 5000 años. Dios instala esta
joven pareja en el paraíso terrenal y les hace recorrer el lugar
presentándoles todo eso de lo que ellos pueden hacer uso:
animales, plantas, árboles, salvo uno del que les prohíbe comer
sus frutos; se trata del árbol del conocimiento. Eva, tentada por
la serpiente-diablo que la hace creer que así podrían igualar al
mismo Dios, come la manzana ofreciéndosela a Adán que no
la rechaza. Y «entonces... ellos vieron que estaban desnudos»
(Génesis 3,7), y se conocieron. Dicho de otro modo, adquieren
el conocimiento prohibido. En la Biblia, “conocerse” significa
“tener una intimidad sexual”. He aquí, de golpe, situado el
problema: el conocimiento es privativo de Dios, entonces de los
grandes (de las personas mayores). Reivindicarlo es un abuso de
poder susceptible de castigo. Más aún, cuando lleva a un saber,
pero por cierto, sobre la sexualidad, o sea lleva a dos dominios
radicalmente alejados: el primero, dependiendo del espíritu; el
segundo, de lo más animal del cuerpo.
Es Freud quien formalizó que el deseo de saber se originaba
en el mismo lugar que la realidad sexual, realidad sin embargo
tan difícil de aprehender por el pensamiento. ¿Cómo se las
arregla el humano con esta gran distancia?

1 N. T: las palabras ‘ça-voir’, en francés (ver-eso, en español), tienen doble


significado a causa de su homofonía con la palabra ‘savoir’ (saber, en español).
Visto así, el título podría ser entendido también como “¿Qué es lo que
empuja a saber?”
58 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

La vocación para la investigación encuentra su apogeo con


la entrada del pequeño hombre en lo que él nombró como el
complejo de Edipo, y del que Lacan retendrá sólo lo esencial: el
descubrimiento de los límites, los del otro y de los suyos propios,
los sentimientos de inquietud, de temor, de reivindicación que
acompañan esta constatación. Es lo que, tanto uno como otro,
nombran castración y que evidentemente no hay que tomar en
su sentido literal, sino en el de la limitación esencial, referida al
ser mismo.
Si la apetencia intelectual deriva del desplazamiento y de
la sublimación de las pulsiones, ésta va a desarrollarse gracias
a una curiosidad inicialmente sexual porque ella se origina en
las primeras emociones sensuales y en el deseo de saber lo que
sucede. Las investigaciones comienzan en medio de la cama...
de los padres. Muy pronto, el niño capta que hay allí una
mezcla de misterio y de prohibición. Por este hecho, el deseo
de saber encuentra uno de sus fundamentos principales en lo
que amenaza con obstaculizarlo. ¿Es por esto que la curiosidad
está considerada como un defecto? ¿Porque ésta recuerda su
terreno sexual de origen, el de una intimidad que debe quedar
escondida?
Niña y niño tienen, en principio, un apego privilegiado a
su madre (o a quien hace sus veces). Dicho sea de paso, no es
seguro que las modificaciones actuales de las configuraciones
familiares cambien fundamentalmente este proceso. La madre,
biológica o no, es la persona que se ocupa del niño con un interés
y un deseo particularizados; ella es alguien para quien el niño es
un sujeto singular, con un lugar excepcional, en el sentido de un
lugar único e irreemplazable.
Pero la madre por más que considere a su niño como un
objeto precioso, no lo hace en todo caso y en el mejor de los
casos, su objeto único. Ella es también un ser que desea más
allá de él. En efecto, la madre no es sólo madre, ella es llamada
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 59

en otro lugar en tanto que mujer, y es ese otro lugar el que va


a intrigar a su niño y a provocar a la vez su frustración y su
curiosidad. Ya no es la demanda de la madre la que señala lo
que a ella le falta, la que sería colmada por la leche que el niño
acepta tragarse o la caca que él le ofrece; la que se regocija con
estas pequeñas satisfacciones es la madre del amor, la madre
pulsional. La madre del deseo, ésta, se aleja del niño. Una de
las consecuencias de esto es que la pregunta que inaugura la
“neurosis infantil” y que no dejará de insistir en el corazón de
toda neurosis, estriba en el ser mujer, indefinible.
El niño no podrá salirse de la fusión original y devenir
un sujeto separado y pensante (pensándose), si ella misma no
se separa de él aceptando que él no colma toda su capacidad
deseante. Su madre no está como él lo creía a su servicio; y no
es, como lo creía, todo para ella. Por su rechazo de ser toda para
su niño, ella le prohíbe quedarse como objeto de su deseo y
aguzando su curiosidad, ella le abre la vía hacia su deseo, el de
él. La implicación sobre la capacidad de pensar es importante:
Lacan, en el Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, define al débil como un sujeto “mal separado”; que
queda particularmente sometido al Otro2.
El principio separador que sostiene su movimiento de
tendencia a la autonomía frente a su madre, y que prohíbe a
la madre apropiarse exclusivamente de su niño, puede ser
introducido por el padre o por otro compañero de la madre. Es
decir por la persona, incluso por el objeto (a entender no en el
sentido de la cosa, sino en el del fin), que orienta el deseo de la
madre más allá de su niño.

2 Lacan J., Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
(1964) (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 215) español o frances.
60 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Una invención singular: las teorías sexuales infantiles


El niño se revela un investigador infatigable frente a lo que
se le presenta como enigma. Que los adultos sean impotentes,
la madre inclusive, provoca la avalancha de preguntas referentes
a los objetos y situaciones –« ¿Qué es esto? ¿Cómo se llama esto?
¿Y, por qué?»– detrás de las cuales está la verificación de la falta
en el Otro. El niño filosofa porque sus preguntas ciernen cada
vez más las cuestiones existenciales; comprende que su madre
tampoco sabe todo sobre todo, como ningún otro adulto, y
entonces inventa sus propias respuestas; esto son las teorías
sexuales infantiles.
Según Freud, en Los tres ensayos sobre la teoría sexual (1915),
el niño inclinándose con curiosidad por los misterios de la vida,
despierta su inteligencia. Y, si el niño renuncia a esto, no es sin
daño duradero a su deseo de saber3. Hay que aportar un matiz:
¿Se trata del deseo del saber, en el sentido de los conocimientos,
no del deseo de saber que caracteriza al analista y que es el
rebasamiento del horror de saber?
Precisamente, las teorías sexuales infantiles son
construcciones intelectuales para recubrir, rechazar lo Real del
cual el sujeto no quiere saber nada: la imposible proporción
sexual, la imposible vida eterna, la irremediable soledad del
sujeto. Se trata de teorías sobre el goce, son un mito individual y
al mismo tiempo que vale para todos, para tratar lo Real; tienen
un carácter universal para todos los niños que entran en una
neurosis infantil común, por su parte, los niños psicóticos se
quedan en su umbral o se estancan en la convicción de teorías
sexuales delirantes. Ellas se ejercitan a propósito de las realidades
de la existencia, de las cuales el niño comienza a tener cierta
conciencia y se fundan sobre su saber pulsional:

3 Freud S., “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) en Obras Completas,
vol. VII (Buenos Aires: Amorrortu, 1980).
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 61

•• Oral: a propósito de la fecundación. La mamá se tragó algo


que se volverá un bebé en su vientre, el padre deposita una
semilla por un beso, etc.
•• Anal: a propósito del parto. El bebé sale del vientre como lo
hacen las heces. El nacimiento es imaginado a la manera de
las funciones excrementicias.
•• Fálico: la diferencia de los sexos es en primer lugar
percibida como la ausencia de un órgano del lado de la niña,
y como riesgo de pérdida del mismo órgano del lado del
varón. Los niños conocen sin embargo, incluso desde antes,
esta diferencia apoyándose en referencias visuales de los
atributos sexuales secundarios: la longitud del cabellos, las
vestimentas… Pero cuando la diferencia anatómica sexual se
revela a sus ojos, esto lo explican en términos de mutilación
efectiva o posible. El niño que ha comprendido que va a
crecer aún y transformarse, concluye que el órgano faltante
puede aumentar; y durante mucho tiempo está persuadido
del hecho que las mujeres adultas son unos hombres como
los otros si bien un poco diferentes.
Es la edad de las pesadillas, el miedo de ser abandonado
aparece; esta es una de las primeras modalidades de aparición
de la angustia de castración. Más aún, el niño ignora por mucho
tiempo el rol del padre pero comprende que éste tiene su parte en
la aparición de los bebés. Es también la edad de los despertares
nocturnos silenciosos, no siendo raro encontrar al niño acostado
al pie del lecho conyugal. A partir de esta observación silenciosa,
o en ausencia de la pareja parental, el niño no deja de imaginar;
basándose en las observaciones que él hizo en otro lugar, fabrica
un escenario nombrado por Freud como ‘escena primitiva’; la
idea que se trata de una lucha es un mito interpretativo de
Freud, como lo es el Edipo. La escena primitiva extrae en
realidad su peso traumatizante de lo absoluto desconocido que
62 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

ella representa para al niño, del enigma de un goce que se le


escapa totalmente; desamparo ante la exclusión de la cual él es
entonces objeto.
Lo que es notable es que siendo completamente ignorante
de las realidades sexuales, el niño interpreta lo que él ve
o adivina, con los elementos de su experiencia y de su saber
infantil. En efecto, las construcciones teóricas inventadas por el
niño son homogéneas a sus experiencias conocidas y habituales;
él no tiene ninguna idea de lo que es la sexualidad adulta, el
encuentro con la realidad sexual es siempre una experiencia
traumatizante porque ella está fuera del alcance de su posibilidad
de representación.
Hace algunos años en una emisión televisiva se presentó
una secuencia «de educación sexual» en un grupo de niños de
4 a 5 años. El presentador del programa con grandes detalles
intentaba mostrar lo que era la diferencia de los sexos: los
niños fueron invitados a dibujar el niño y la niña desnudos y
sexuados, para probar que habían comprendido. Algunos niños
refractarios, amablemente fueron devueltos sobre el camino del
conocimiento y terminaron por plegarse a la consigna, unas veces
borrando y otras añadiendo trazos. Sin embargo, discretamente
un niño –que seguramente debió gastar el borrador– añadía tan
pronto como el adulto había dado la espalda un trazo rápido
a su dibujo. Uno de los animadores se dio cuenta y un poco
desconcertado, trató de nuevo de convencer al niño: «¡Pero
finalmente sabes muy bien que las damas no tienen pipi!».
Entonces, el niño se levantó y en voz baja pero decidida frente
a la cámara declaró: «Mi mamá, si». Hace falta, en efecto, un
cierto tiempo para admitir que la madre, personaje excepcional,
percibida como todopoderoso, también está limitada y es allí
que aparece en el horizonte el horror de saber.
Accediendo al conocimiento, cada niño pierde como Adán y
Eva el paraíso. La angustia de castración encuentra allí un punto
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 63

de fijación, ella viene para interpretar y para sintetizar todos los


estados de angustia que la preceden y que están ligados a la
dependencia infantil: angustia de abandono, de pérdida de amor,
de violencia. Probablemente algunos recuerdan su decepción
ante el hecho que los padres no pueden responder a todo, que
su potencia está limitada; los por qués del niño se quedan sin
respuesta. A partir del momento en que no existe referencia
absoluta, que no hay otro que sepa todo, cada uno debe encontrar
en soledad sus propias respuestas, si es que las hay… Y, todavía
hay que llegar a aceptar estar marcado por la incompletud. El
saber que se perfila al horizonte, más que cualquier otro, viene a
hacer mella al sentimiento de omnipotencia. El principio de la
vida humana es la de un ser solo y mortal, trágico descubrimiento
que no deja de tener algún efecto; el niño encuentra la muerte
y su irreductibilidad, incluso si es bajo una forma imaginada
como es de dormir un sueño sin fin.
La proximidad entre querer saber y encontrar, en la
búsqueda empujada por esta voluntad, las realidades brutas de
la existencia –la sexualidad y la muerte–, es lo que hará decir a
Lacan que lo que es primero es menos el deseo que el horror
de saber. Horror de saber, indica, del cual hay que haber dado
la vuelta por sí mismo, para poder sobrepasarle.4 Este camino
pasa por la castración, que es en primer lugar esa del Otro; así es
enunciado por Lacan en el Seminario De un Otro al otro: «dar la
vuelta a eso a lo que se reduce el sujeto supuesto saber»5.
Es necesario que el sujeto pueda lograr llegar al límite del
saber del Otro, tacharlo. En del seminario La identificación,
Lacan reinterpreta el sueño freudiano del padre que «no sabía
que él estaba muerto»: no se trata ni siquiera, dice, de una forma

4 Lacan J., “Nota italiana” en Otros Escritos (Buenos Aires: Paidós, 2012).
5 Lacan J., Seminario 16. De un Otro al otro (1968-1969) (Buenos Aires:
Paidós).
64 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

de negar el anhelo edípico como lo pensaba Freud: el deseo


profundo del soñador es preservar el Otro de la castración, no
quiere saber que el padre está muerto porque entonces debería
saber que él mismo es mortal.6 La angustia de castración es sólo
la versión soportable, de lo hombresticado [d’hommestiquée]7
imaginaria, de la angustia existencial fundamental en el corazón
de cada uno, fundamento del horror de saber.
Concluiré provisionalmente sobre una distinción
diagnóstica. Cada elemento de la Neurosis infantil representa
una referencia diagnóstica. Por ejemplo, la ausencia del juego de
‘escondite’ señala una dificultad para distinguirse. Los pequeños
psicóticos pasan a veces en la cura analítica, del acto real de
tentativa de simbolización de la ausencia (encender / apagar la
luz, por ej.) al esbozo de la puesta en escena del Fort / da en la
que ellos son, ellos mismos, el objeto. Y, a propósito de las teorías
sexuales infantiles hay que diferenciar las manifestaciones a
veces espectaculares de estas investigaciones, de los pasos al acto
exhibidos sin reserva, en la psicosis, incluso de la indiferencia
total de la cuestión que pasa más inadvertida, sin aparente razón.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas

6 Lacan J., Seminario La identificación (1961-1962) lección del 21 de marzo


de 1962, versión Folio.
7 N. T: neologismo armado con las palabras del francés homme [hombre] y
domestisqué [domesticado].
El complejo de castración

El trauma de la castración
La niña y el niño tienen en primer lugar un afecto privilegiado
por su madre o por quien hace sus veces. La madre, biológica
o no, es la persona que se ocupa de ellos con un interés y un
deseo particularizados, ella es alguien para quien el niño es un
sujeto singular con un lugar excepcional, en el sentido de un
lugar único e irreemplazable.
Freud hace nacer la inteligencia, a partir del deseo de saber
que provoca en el niño el encuentro con la falta materna, la cual
va a revelarle a cambio su propia falta. ¿Cómo ocurre esto? La
madre por más que considere a su hijo como un objeto precioso
no lo hace en todo caso, en el mejor de los casos, su objeto
único, ella también es un ser que desea más allá de él: tiene otros
amores, otros intereses, otras investiduras, que regularmente la
alejan de su hijo, lo cual es deseable porque así el niño podrá
extraerse de la fusión original: devenir un sujeto separado de
ella, considerar que si ella se separa de él, ella misma acepta que
él no colma toda su capacidad de desear; su madre no está como
él la creía a su servicio, no es toda para él.
Una madre no es solo madre, puesto ella es llamada a otro
lugar en tanto que mujer y es ese otro lugar el que va a intrigar
a su hijo, a provocar a la vez su frustración y su curiosidad.
El principio separador que sostiene el movimiento de auto-
nominación del niño frente a su madre, y que prohíbe a la madre
apropiarse exclusivamente de su niño, puede ser introducido
por el padre o por otro compañero de la madre, es decir por la
persona, incluso por el objeto (a entender no en el sentido de la
cosa, sino en el sentido del fin), que orienta el deseo de la madre
más allá de su hijo.
66 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Dado su rechazo a ser toda para su niño (condición del


Fort-da) ella le prohíbe a éste ser solo objeto de su deseo –ese
de ella– lo cual aguza su curiosidad, le abre la vía hacia su deseo
–el de éste–.
No es la demanda de la madre la que señala eso de lo
cual ella falta –falta que sería colmada por la leche que el niño
acepta tragar, o la caca que le ofrece, y que se regocija de estas
pequeñas satisfacciones– es la madre del amor y de la pulsión; la
madre del deseo se aleja del niño. Así, una de las consecuencias
es que la cuestión que inaugura la «neurosis infantil» –que no
terminará por tanto de insistir en el corazón de toda neurosis–
se apoya en el ser mujer indefinible. ¿Es decir que el niño que
deviene palabreanteser [parlêtre] está, en un primer tiempo, en el
discurso histérico? Freud consideraba la neurosis histérica como
el prototipo de la neurosis, al hacer de la neurosis obsesiva en la
mujer un «dialecto de la histeria».

La fase fálica
Freud describe en Sobre la organización genital infantil1,
lo que entiende por fase fálica y primacía del falo: en los dos
sexos, en el momento de la entrada en el Complejo de Edipo, un
solo órgano sexual es reconocido y entonces existe, el macho; la
diferencia de los sexos es interpretada en la lógica de las teorías
sexuales infantiles como diferencia entre fálico o castrado. Hasta
aquí el desarrollo psicosexual es el mismo para los dos sexos.
Con la entrada en el estadio fálico, la madre es el objeto de la
demanda tanto para el niño como para la niña.
Lo que Freud llama Complejo de Castración es inducido
por la función imaginaria; la visión de la ausencia de pene es
la que confronta al niño con su propia castración, quien va a

1 Freud, S., “La organización genital infantil” (1923) en Obras Completas,


vol. XIX (Buenos Aires: Amorrortu, 1979) p. 145.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 67

aplicarse a la tarea de aprehender lo que la realidad le presenta.


El fantasma de castración constituye la respuesta que imagina
para dar sentido a la diferencia de los sexos. Freud relacionó este
Complejo de Castración con las prohibiciones que concernían
a la masturbación y pensó, en primer momento, que una
liberalización de las costumbres entrañaría una erradicación
de las patologías; no podemos decir hoy que la experiencia le
hubiera dado la razón.
En Esquema del psicoanálisis, texto tardío que se puede
considerar como una puntuación conclusiva de su obra, resume
su posición así:
… es con y en el transcurso de la fase fálica que la sexualidad
infantil alcanza su apogeo y se acerca a su sepultamiento. Niño
y niña van desde entonces a conocer un destino separado. Todos
dos comenzaron por poner su actividad intelectual al servicio
de la investigación sexual, todos dos adoptaron la hipótesis de la
universalidad del pene. (...) El varoncito entra en la fase edípica
y se pone a manipular su pene entregándose a fantasmas sexuales
relativos a una actividad cualquiera de su pene con respecto a su
madre. Luego, bajo el efecto combinado de la amenaza de castración
y de la comprobación de la falta de pene en la mujer, el niño padece
el más grande trauma de su vida iniciador del período de latencia
con todas sus consecuencias. La pequeña niña, después de tentativas
vanas por rivalizar con el niño, reconoce su falta de falo o mejor
la inferioridad de su clítoris, lo que tiene sobre la formación de su
carácter consecuencias duraderas »2.
La angustia de castración permite interpretar toda angustia
anterior, existencial y ulterior, insinuando el temor de pérdida
para el sujeto macho. ¿Esto lo volvería más vulnerable frente a la
angustia? Señalemos que dos tercios de los jóvenes que consultan

2 Freud S., “Esquema del psicoanálisis” (1924) en Op. Cit., vol. XXIII, p.
145
68 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

son varones. El despecho de ser privada, para el caso del sujeto


femenino, ¿es lo que la haría más vulnerable a la depresión,
afecto del cual las mujeres se quejan más frecuentemente que los
hombres? De esta experiencia ineludible, dos puntos esenciales
deben subrayarse:
•• El complejo de Castración como universal
•• La disimetría de lo vivido de la castración según los sexos.

Del complejo, a la función


A este representante de la falta, el tercero que interviene en
la relación madre / niño, Lacan lo nombra falo3 –al igual que
Freud– pero lo desprende de su origen anatómico y lo hace puro
significante del deseo; lo escrito Φ que no tiene significado.
Pero para Lacan la falta es, en primer lugar, una pérdida de
ser concomitante a la alienación significante relacionada con la
Bejahung; el niño inscribiéndose en los significantes, aportados
también por el Otro, pierde una parte de su ser. El primer
encuentro con la falta, prototipo de la castración, es el encuentro
con el agujero en la cadena significante y la impotencia de los
significantes para recubrir todo lo real. Lacan desprende el
esbozo de la significación fálica: ella es tratamiento de la falta y
no su revelación como en Freud.
En un primer tiempo de su enseñanza, Lacan coloca el falo
en el lugar de la x del deseo de la madre (DM / x), captada a
partir de la alternancia de la presencia materna, y al deducir de
eso su función de apertura al campo del deseo. El falo, escrito
Φ, se convierte en un operador más que en un representante

3 Lacan cuando habla al respecto en “De una cuestión preliminar a todo


tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2 (México: Siglo XXI,
1990) p. 537, dice: «Esta función imaginaria del falo, Freud la develo como
pivote del proceso simbólico que da el último toque en los dos sexos al
cuestionamiento del sexo por el complejo de castración».
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 69

producido por una operación significante, metafórica; la


metáfora del Nombre-del-padre. Su vertiente imaginaria, esa
del Complejo más que aquella de la Castración, escrita -φ. Para
él, la función fundamental del Complejo de Edipo es la de
introducir la castración simbólica; incluso reduce el Complejo a
la Castración: el complejo de Edipo es castración4. Esta operación va
a modificar radicalmente la posición del sujeto-niño en cuanto
a su propio deseo para hacer de él un ser sexuado. La castración,
evidentemente, no concierne al órgano real no es sino cuando la
castración simbólica no tuvo lugar, es decir en la psicosis, donde
el sujeto puede mutilarse en la realidad.
Por otra parte, Lacan no va a apoyarse en el padre del
Edipo para desprender el matema de Nombre-del-padre, sino
más bien sobre el padre del otro mito freudiano, el del asesinato
de un padre primitivo. Es a partir de este padre de la horda
primitiva, que Freud describe en Tótem y tabú5 como violento,
celoso, que conserva todas las mujeres para él, que expulsa a
sus hijos a medida que crecen, que Lacan desprende la función
esencial del padre, que es simbólica; función de separación y de
organización de los lazos: ¿Qué es un padre?, es el padre muerto,
escribe algunas líneas antes de su constatación de que «el Edipo
no podría mantenerse en cartelera indefinidamente»6. Una vez
asesinado por sus hijos, el padre deviene un puro significante –
un tótem, un blasón– de donde se origina la Ley. La interdicción
del incesto, que permite la instalación de la diferenciación de las
generaciones y empuja a las alianzas exogámicas, funda las reglas
del contrato social. El padre simbólico, el de la prohibición,
es puro significante. La designación del Nombre-del-padre,

4 Lacan J., Seminario 4. La relación de objeto (1956-1957) (Buenos Aires:


Paidós, 1994) p. 371.
5 Freud S., “Totem y tabú” (1913) en Op. Cit., vol XIII.
6 Lacan J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” (1960) en Escritos 2
(México: Siglo XXI, 1980).
70 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

utilizada por Lacan en la primera parte de su enseñanza,


obligatoriamente no pasa por un padre en la realidad y reenvía
a un lugar de tercero excluido. No es el nombre patronímico,
aunque pudiese serlo si llega el caso de cumplir esta función
simbólica; si él designa el deseo de la madre en el sentido en
el que ella adjudica a un niño, precisamente no anónimo, el
nombre de un hombre particular: por ejemplo, un niño que no
conocería de su padre desaparecido sino el nombre que éste le
dio –inscribiéndolo así en su filiación–, el reconocimiento (a
entender que es la existencia del sujeto niño la que entonces está
puesto en tela de juicio), puede apoyarse en este signo simbólico
para volverse sujeto, para crecer en su sexuación.
La paternidad es una función, cualquiera puede alojarse en
este lugar. El lazo de filiación no tiene nada que ver con el lazo
de procreación; al contrario de la maternidad que, aún hasta
nuestros días, se ancla en lo real. Por cierto, la eficacia de dicha
función se debe en parte al modo de presencia que su eventual
representante en la realidad, el partenaire de la madre, sostiene
ante ésta. En este caso, contrariamente a las ideas recibidas, su
presencia demasiado pesada, por ejemplo, de un padre que toma
como un jefe no sólo de familia puede ser tan desconcertante,
en el sentido fuerte del término, como su ausencia que la
nostalgia moderna señala con el dedo. La función paterna
presenta esta ambivalencia de ser un mal necesario: pacifica por
su aspecto lógico y patógeno porque el padre concreto siempre
es desfalleciente, impotente para proteger al niño de los estragos
maternos –como en la inmensa mayoría de los cuentos de
hadas–, o aplastante por ser demasiado poderoso de una manera
u otra.

Buscar a un responsable
La fobia pasajera de la Neurosis Infantil viene a paliar el
desfallecimiento estructural de la función paterna, del agente de
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 71

la castración cualquier éste sea; de aquí la presencia de la fobia


en el curso de aquella; ella sostiene la elaboración de la metáfora
paterna que se ha vuelto sutil, y por lo cual Lacan la denomina
la carencia paterna, la del significante mismo, no la ligada a la
ausencia real de un padre. La cuestión aquí, en primer plano, es
el defecto estructural de un hombre para encarnar la función
simbólica paterna, lo que ilustra la fobia de Juanito quien hace
un llamado, en vano, al padre severo para que lo ayude a liberarse
de sus deseos incestuosos. En efecto esta operación simbólica
reposa, por un lado, en el lugar que la madre reserva en su deseo
a un hombre; una madre que no indica nada al horizonte de
su deseo, favorece en su hijo el fantasma de ser el objeto que la
complementa, y por otro lado, sobre la manera como el padre
sostiene su lugar de hombre deseando a una mujer.
Es también una novedad lacaniana –si bien ya esta presente
en Freud en su observación de Juanito, en la cual pueden
verificarse las consecuencias de un padre entrabado en su deseo
sexual por su mujer–, de poner el acento no sólo sobre el deseo de
la madre sino también sobre el del padre: un hombre, vale como
padre, sólo si él hace de una mujer el objeto que causa su deseo,
según la fórmula del seminario R.S.I: «un padre tiene derecho al
respeto, si no al amor, sólo si dicho amor (…) es per(adre)versamente
orientado, (si) hace de una mujer (…) causa (de) su deseo. Mujer que
le sea afín para hacerle niños y para que de éstos... el se haga cargo del
cuidado paterno»7. Este padre del deseo obliga por este hecho al
niño, a orientar hacia él sus preguntas y a localizar en su lugar el
falo. Esta definición no contradice la metáfora8 de la cual Lacan
se sirve en 1975 para reescribir el Edipo freudiano, sino que
precisa su operatividad clínica.

7 Lacan J., Seminario R.S.I, (lección del 21-01-1975) versión Folio.


8 Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis” (1958) en Escritos 2, Op. Cit.
72 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

La metáfora, es una formalización que consiste en un juego


de sustitución en la cadena significante y coloca el sujeto, no
bajo la ley de un padre sino bajo aquella del significante. El
Nombre-del-padre (NdP) actúa como tercero que permite dar el
sentido, vía la significación fálica (A / Φ), a la incógnita (x) del
deseo de la madre (DM):

NdP DM  NdP A
DM x Φ

DM, designa a la madre deseante. NdP, el lugar o sea la


cadena significante misma de donde es extraído el significado
Φ del deseo x de la madre. A, designa el otro primordial o sea
el conjunto unificado de los significantes. Vemos bien aquí el
papel de la fobia donde el operador es un significante, NdP o
lobo.
La angustia correlacionada a un significante deviene un
síntoma, lo que precisamente se llama la fobia y que puede durar
más allá de la Neurosis Infantil; ella dura siempre un poco más,
todo el mundo o casi todo tiene una pequeña fobia a causa de
«la sustitución», del enganche de la angustia a la cadena. Esta
localización de la angustia sobre una situación tiene como
beneficio la reducción de la angustia a una parte del mundo,
haciéndola eventualmente evitable.
Queda una último momento crucial, que consiste en dejar
de atribuir el falo, en no esperarlo más como un don que viene
del padre, y no asumirlo tampoco sobre el plano imaginario
como signo de potencia (versión macho) o de privación
(versión femenina), sino sobre el plano simbólico como «título a
disposición» del cual el sujeto podrá hacer uso. El falo, dice Lacan
en 1972, es el error común que permite el lazo social9 para que
acepte el ser engañado allí.

9 Lacan J., Seminario 19. …O peor (1971-1972) (Buenos Aires: Paidós, 2012).
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 73

En el Seminario Aún, Lacan introduce un viraje adicional


al hacer del falo una función Φ, un operador, para inscribir la
sexuación, en la cual la elección es más independiente del sexo
anatómico que de los discursos que lo acompañan. La mujer
se construye no solamente a partir de la función fálica sino
igualmente a partir de la posición disímil en cuanto al goce.
La función fálica viene a «para sexuar» el goce, canalizarlo en
la sexualidad, pero no todo, en el sujeto que se coloca lado
mujer definido no tanto por la falta fálica sino además por el
Otro goce. Veremos que esta redefinición de la sexualidad de
la mujer conduce a una relectura dando un nuevo enfoque a
la per(adre)versión del Complejo de Edipo freudiano. Asi,
las identificaciones sexuadas resultan fundadas a partir de la
relación al goce y no solamente al falo.
Lo que es universal, demuestra Lacan con este primer
distanciamiento con relación al mito edípico es el Complejo
de Castración, que otras formas míticas pueden introducir en
culturas alejadas de la cultura occidental patriarcal y monoteísta;
sesgo otro que ese del Complejo de Edipo en nuestras familias
modernas. Es por lo cual Lacan rebautiza a Edipo, per(adre)
versión, para justamente significar que este no es sino una
versión particular de la falta universal. Uno de los avatares
lógicos de esta versión edípica de la castración es la sujeción
al amor del padre, a partir precisamente de la convicción que
sólo él detenta el falo. Lo que sobre la vertiente íntima vuelve,
para el niño, la virilidad problemática, y para la niña, la elección
de un hombre siempre decepcionante pues éste nunca está a la
altura del padre fantaseado todopoderoso; lo que conduce sobre
la vertiente pública a instituir y a seguir a un amo, sea príncipe,
gurú o autócrata.
El Edipo ya no es solamente, como en Freud, un remedio
iatrogénico que permite la civilización no sin malestar, y
que conlleva en su función normativa de anudamiento, sus
74 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

determinaciones patógenas pero es el mismo un síntoma10. Sólo


la cuestión de la falta resulta universal e intemporal.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas

10 Aparicio S., “Consideraciones lacanianas sobre la decadencia del padre”, en


De una generazione a la otra (Roma: Biblink-Editori, 2005).
Un ejemplo de discusión diagnóstica: el
Hombre de los lobos

El caso del Hombre de los lobos publicado en 1918 y nombrado1

por Freud como una neurosis infantil, mientras que Lacan habla
de estado limita antes de formular la hipótesis de una psicosis,
es un ejemplo célebre de discusión diagnóstica.
Para este paciente, Freud describe un episodio fóbico que
precede a una neurosis que se proseguirá en la edad adulta y que
califica de neurosis obsesiva; ella vendría después de un complejo
nuclear (de Edipo), de estructura «naturalmente» fóbica,
relativamente común. A la edad adulta, Sergueï desarrolla, según
Freud, una neurosis obsesiva francamente declarada. Este caso
es tanto más interesante ya que la distinción neurosis obsesiva /
psicosis no resulta siempre simple.
Según Freud, habría en el caso de Sergueï tres tiempos
neuróticos: 1. Una «neurosis infantil» en la que dominan
las fobias. 2. Una neurosis del niño en la que se destacan los
ritos, las ideas obsesivas, las angustias masivas. 3. La neurosis
obsesiva en la edad adulta. Este diagnóstico será cuestionado
por Ruth Mack-Brunswick última analista del Hombre de los
lobos, quien formula un diagnóstico de psicosis que más tarde
Lacan confirmará.
¿Pero se hubiese podido hacer esta hipótesis desde la
infancia?
Freud comienza por relacionar un episodio fóbico aparecido
hacia los 4 años aproximadamente: el niño tenía un miedo
espantoso de la imagen de un lobo que se encontraba en un
libro de cuentos; antes no tenía ningún miedo de los lobos si

1 Freud S., “De la historia de una neurosis infantil” (1918) en Obras Completas,
vol. XVII (Buenos Aires: Amorrortu, 1979).
76 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

bien estos se hayan presentes en las historias que le contaban.


Sergueï se interesa, sin manifestar inquietud, por las historias
de lobos que pierden su cola, pero sin temer la castración
realizada en los cuentos. La imagen volverá de allí, al sueño de
los lobos que tienen colas inadecuadas (de zorro). Entre tanto,
Sergueï da prueba de una curiosidad sexual común; se dedica a
investigaciones alrededor de la diferencia de los sexos (práctica
juegos sexuales con su hermana de más edad), plantea preguntas
sobre el nacimiento. Él tiene poco más de tres años cuando,
indica Freud:
Responde en un todo a nuestras expectativas enterarnos de que
con sus primeras excitaciones genitales se inició su investigación
sexual y que pronto recaló en el problema de la castración. En eta
época pudo observar a dos niñas - su hermana y una amiga de
esta - en el acto de orinar (...) Desautorizó la idea de que ahí veía
corroborada la herida con la que amenazaba la ñaña, y se entregó
a la explicación de que era la “cola de adelante” de las niñas. (…) se
ocupaba de pensamientos relativos a la castración (…) en la época
en que se realizó esta investigación no conoció angustia ninguna
frente al lobo2.
Hasta allí, se trata de la descripción de un posible inicio de
«neurosis infantil». Freud resalta que si su «paciente, no hubiera
sumado a su perturbación en el comer y a su zoofobia la beatería
obsesiva, su historia no habría diferido llamativamente de la de otros
mortales»3.
Pero, aparece un poco después de los 4 años, el famoso
sueño: la ventana se abre precipitadamente y Sergueï percibe
en el marco a seis o siete lobos que lo miran; tienen colas de
zorro. El niño se despierta gritando, «preso de un gran terror de
ser comido». Es después de la pesadilla que él se vuelve fóbico, no

2 Ibid., pp. 24-25.


3 Ibid., p. 91.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 77

del lobo (significante) sino de una imagen precisa del mismo, lo


que le da a este miedo otro estatuto que el de la fobia infantil, en
la que el objeto fóbico es un significante agente de la castración.
Luego aparece una sintomatología ruidosa, dice Freud: «en
su primera infancia estuvo dominado por una grave perturbación
neurótica (...) como una histeria de angustia (zoofobia); se traspuso
luego en una neurosis obsesiva de contenido religioso»4, acompañada
por ritos, compulsiones, inoportunos pensamientos obsesivos
y por terrores fóbicos de los cuales la tonalidad sobrepasa
ampliamente las fobias que estructuran la infancia.
Freud interpreta el sueño como un recuerdo pantalla de la
escena primaria: es, dice, como siempre en un segundo tiempo
en asociación con otros acontecimientos y otros descubrimientos
que conciernen a las realidades sexuales, que esta escena toma
un carácter traumatizante. Los ojos del niño se abren, como
la ventana, y él mira, cómo los lobos blancos lo miran, la ropa
blanca en la oscuridad. Las colas inadecuadas testimonian de la
castración (operada por el sastre: aquel que talla, en uno de los
cuentos oídos en la primera infancia), y el miedo a ser comido
sería un desplazamiento de la angustia de castración.
Pero no podemos plantear la hipótesis que en esta pesadilla,
la angustia de castración recubre la angustia primaria de ser
devorado por el Otro no tachado; Otro todopoderoso a la
merced del cual está el niño. Si el enigma del deseo de la madre
surge allí, ningún significante viene a responderlo.
Lacan subrayará, en uno de sus comentarios del caso, que
la escena primaria tiene su carácter traumatizante al poner de
manifiesto a la mirada, con el acto sexual, con la sexualidad; la
angustia surge no por la presencia fálica sino por su desaparición

4 Ibid., pp. 9-10.


78 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

al introducir el Complejo de Castración.5 Cuando el recurso a


la significación fálica está excluido para el Hombre de los lobos, él
mira el horror de lo Real que lo fija.
Por otra parte, la alucinación del dedo cortado –antes de
cumplir los 5 años–, aparecida después de escuchar un relato
en el que se trata de un dedo supernumerario cortado con una
hacha en una bebé, ilustra bien como nada viene para Sergueï a
dar sentido a la falta; esto es, dice Lacan, un fenómeno psicótico.
El niño había oído a su madre quejarse al médico, delante de él,
de hemorragias; así, concluye, si las mujeres no tienen pene, es
que les fue cortado en la realidad. Cito el extracto: «Tenía cinco
años… De pronto note con indecible terror que me había seccionado el
dedo meñique de la mano… me desmoroné sobre el banco inmediato
y permanecí ahí sentado […] Al fin me tranquilicé miré el dedo, y
entonces vi que estaba completamente intacto»6. Para Freud, este es el
momento en el que el sujeto se sitúa con relación a la Castración,
después de una serie de observaciones sobre su realización y
existencia. Pero señalemos que Freud emplea a este respecto,
el verbo del cual Lacan extraerá la Verwerfung, la forclusión en
el Seminario Las psicosis7, para ilustrar el mecanismo propio de
la psicosis, al que define como un fracaso en la simbolización
primordial. «El Hombre de los lobos <escribe Freud en el apólogo>
rechazó, verwarf, de su conciencia el descubrimiento de la castración
materna»8
La castración no puede desde entonces presentarse en
la realidad sino como una herida, y no como una operación
estrictamente simbólica, comenta Lacan desde el Seminario 1:

5 Lacan J. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales (1964) (Barcelona:


Paidós, 1983) p. 67.
6 Freud S., “De la historia de una neurosis infantil” en Op. Cit. p.79.
7 Lacan, J., Seminario 3. Las psicosis (1955-1956) (Buenos Aires: Paidós, 1984)
pp. 23-25.
8 Ibid.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 79

Veamos al hombre de los lobos. (...). La castración, que es


precisamente lo que no ha existido para él, se manifiesta en la forma
que él se imagina: haberse cortado el dedo meñique (...) Aquello de lo
cual no se atreve a hablar (...) Ya no hay otro. Existe algo asó como
un mundo exterior inmediato, manifestaciones percibidas en lo que
llamaré un real primitivo, un real no simbolizado (...) se trata en
efecto de un fenómeno de psicosis.9
Lacan confirmará en el Seminario Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis, que podrían manifestarse en este
acontecimiento para el Hombre de los lobos las premisas de una
psicosis que se revelará en la edad adulta10. La falta no encontró
significado que la estabilice y puede realmente soportarse en el
cuerpo.
Podemos también interpretar como un efecto secundario
de la angustia de castración, que vuelve imposible la separación
de las heces asimiladas a un pedazo de cuerpo, la encoprexis de
Serguéi (que habría interrumpido la famosa relación sexual
entre sus padres defecando).
Dicho de otra manera, siguiendo a Lacan, una hipótesis en
suspenso de psicosis habría podido ser planteada a la edad de 5
años. Siempre en el Seminario 1, Lacan plantea la hipótesis que
no hubo para El hombre de los lobos, Bejahung, lo que explica que
el mundo le resulta exterior como lo Real primitivo, lo Real no
simbolizado.
Entonces terminamos con la hipótesis de partida: La
Bejahung es precisamente el paso de entrada en la neurosis infantil.

Traducción: Marsha Blair y Ricardo Rojas

9 Lacan J., Seminario 1. Los Escritos Técnicos de Freud (1953-1954) (Barcelona:


Paidós, 1983) p. 97.
10 Lacan J., Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales (1964) en Op. Cit.,
p. 62: “… el accidente tardío de su psicosis”.
¿Es el padre un mito?

Está claro, la civilización tiene ahora más dolor de padre que


dolor de madre. Incluso es a la degradación del lugar tradicional
del padre a lo cual muchos –incluyendo psicoanalistas–atribuyen
las andanzas y desviaciones del sujeto moderno. “Cuando los
padres se acostumbran a dejar hacer lo que quieran a los niños,
cuando el hijo ya no toma en cuenta sus palabras, cuando los
maestros tiemblan ante sus alumnos (...), cuando los jóvenes
desprecian las leyes porque no reconocen por encima de ellos
a ninguna autoridad, esto es (...) el principio de la tiranía”.
Reconozcamos allí el reino del niño perverso polimorfo,
todo a su exclusivo e imperativo goce. ¿Hijos de los tiempos
modernos? Pues no. Esta cita es de Platón en La República y
data de alrededor 4 siglos antes de Cristo. Qué deducir de esto
entonces, sino que la llamada al padre es insistente. ¿Pero el
padre, existe?
Se admite que se necesita un tercero para designar el
horizonte más allá de la satisfacción primaria que el niño
encuentra en sus primeras experiencias. La introducción de la
falta, la imposición de límites, dejando un lugar a la posibilidad
del deseo pasan con Freud y sus sucesores a través de la vía/
voz del padre. Es la atracción del padre hacia su esposa y el de
ella hacia su hombre, los que impiden que el niño sea la “nuda
propiedad” de su madre, que impiden que la madre tenga el goce
indivisible –para devolverle el punto de vista jurídico que Lacan
les atribuía– a su hijo. Por lo tanto, ¿Qué puede representar
el principio de separación y por lo tanto de subjetivación en
un momento de la civilización, donde la pareja y la familia
tradicional se están desplomando? ¿Es posible pensar en la
función paterna sin padre? ¿Es posible prescindir del padre
mítico, a quien Platón, Freud, y todos los neuróticos después de
82 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

ellos, están deseando, un padre quien se haría cargo del sentido


de la vida de sus hijos, liberándolos de la culpa de existir y la
vergüenza del deseo?
Freud busca en los mitos donde la muerte del padre, siempre
asesinado por el hijo, el origen central de la regulación del deseo.
Pero el padre, en su humillación –la del Complejo de Edipo
como en la del tirano doméstico, en la versión de Tótem y tabú,
las dos sumatoria de las figuras clásicas de la familia– fabricaba
la neurosis generalizada en la cual Freud encontró las raíces de
su teoría. ¿El psicoanálisis propone desde entonces otra pista
que esté librada de la ilusión de un padre ideal, para dar las
claves del malestar actual en la civilización, no sólo de su lectura,
sino también de su tratamiento?
Lacan, a partir de la lectura de los mitos freudianos que
responden de la función paterna, ha tomado este interrogante
para despejar lo esencial, el principio separador (la castración)
e identificador (la nominación). Se aventuró más allá del Edipo
para renovar la clínica psicoanalítica.

Edipo, un mito freudiano


En el complejo de Edipo, del cual Freud habla desde las
cartas a Fliess, es decir al comienzo de su trabajo y el cual
él deduce a partir de su propia introspección, el padre es un
hombre engañado, doblemente engañado. Que sea Layo que no
quiere ningún hijo; Yocasta se embaraza de él sin que lo sepa. O
Pólibo que se deje engañar por la astucia de su esposa. ¿Edipo,
era él un padre? No. Recuerdo aquí lo esencial del mito; todas
las versiones datan de aproximadamente 425 A.C.1
Layo rey de Tebas, no debe tener un heredero. Así ha dicho
el oráculo de Febo: “Guardaos de la siembra, a pesar de los
dioses, del surco generador. Si procreas un hijo, el niño te matará

1 Las fenicias de Eurípides. Edipo-rey (tiranos) y Edipo en Colono de Sófocles.


Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 83

a ti y toda tu casa se echará


​​ a perder en la sangre”. El acuerdo
con Yocasta, su esposa, es “nada de hijos”. Y tiene relaciones
con ella “contra natura”, lo cual se considera una falta. Esta es la
segunda transgresión de Layo, pero es de la primera que resulta
la prohibición de engendrar. Alude Esquilo en Los siete contra
Tebas, haciendo decir al coro: “Pienso en el antiguo error que
dura hasta la tercera generación.”
Notemos que el psicoanálisis anglosajón ha generalizado
la idea de que se necesitan tres generaciones para “producir” un
psicótico.
Esta primera falta de Layo es haber privado a un padre
de heredero. Alejado del trono después de la muerte de su
padre Lábdaco (tiene un año), se le asigna a Pélope y es criado
junto con su hijo Crisipo (caballo de oro). Y ocurre que Layo
se enamoró de este cuando joven. Lo secuestra y transgrede la
prohibición teniendo una relación incestuosa con él. Crisipo es
de hecho su hermano por adopción. Por culpa de la vergüenza,
éste se suicida, privando a su padre Pélope de heredero legítimo.
Por lo tanto, no es el destino ciego el cual golpea a Layo de
la prohibición de engendrar. El es castigado precisamente allí
donde pecó. Los dioses sólo ratifican la maldición de Pélope:
el linaje de los Labdácida debe desaparecer. Así dicen: “Layo el
Labdácida (...) Zeus el Crónida ratifica de Pélope la maldición
fatal. Tu le arrebataste a su hijo, él te ha maldecido.”2
Pero una noche de borrachera Layo se deja llevar, o bien
Yocasta saca ventaja de su condición y fue ella quien lo habría
llevado al abuso de la bebida, (en este punto las versiones
difieren), y Edipo es concebido.
Tres días después de su nacimiento, Layo ordenó que fuera
condenado a muerte. Él le pide a un pastor que se encargue del
niño, el cual por delicadeza, simplemente perfora sus pies para

2 Poema de Eurípides, aproximadamente 500 A. C.


84 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

colgarlo de un árbol en el monte Citerón, lugar reservado para


los criminales (donde Edipo terminará su vida). Lo que parece
cruel en realidad le deja una posibilidad de supervivencia ya que
estar en exposición sobre la tierra, como era habitual en este
caso, no deja ninguna oportunidad para escapar de los apetitos
de los animales salvajes. La prueba es: un pastor pasa, lo recoge y
lo conduce a Corinto, donde lo confía a Mérope, reina sin hijos.
El nombre que se le da, Edipo, da evidencia del real enmarcado
por el simbolismo de la nominación. En efecto, Edipo significa
pie hinchado, lo cual remite a sus orígenes, pero sin darse cuenta,
únicamente del lado del signo real, de la huella grabada en su
cuerpo, ya que nadie le ha hablado de las causas de las cicatrices
(ni él mismo lo ha preguntado, podemos deducir, que deja un
espacio para su responsabilidad). Este nombre hace referencia
al padre de Edipo por el acto que está en el origen del signo
(pies hinchados) y al abuelo paterno por la “memoria” ausente,
registrada en la carne como en los fenómenos psicosomáticos,
de transmisión del significante. En efecto, Lábdaco significa “el
cojo” porque el abuelo de Edipo sufría de cojera.
No hubo suerte: Edipo encuentra en las condiciones de
esta adopción una segunda fase de la falla de la función paterna.
No reconocido por Layo como hijo (el niño griego debe ser
declarado dentro de los ocho días después de su nacimiento),
Pólibo no lo nombra tampoco como hijo por adopción. Una vez
más, hay dos versiones del acontecimiento:
- O es Mérope quien hace creer a Pólibo que dio a luz al
niño, lo que dice mucho sobre su relación…
- O bien la pareja está de acuerdo en mentir a Edipo y lo
hace pasar por hijo legítimo.
Edipo no tiene un padre que se centre sobre su ser las tres
fases del padre:
- Ni padre simbólico: ni Layo, ni Pólibo lo ponen en el
lugar indicado cuando lo nombran; lo que tiene por efecto el
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 85

hecho de que Edipo no sepa quién es su padre. Layo no puede


transmitir una ley a la cual él mismo no se somete; Pólibo se
calla, la razón no es clara.
- Ni padre real, aquel que se encarga de su compañera, como
Lacan dijo: Layo rechaza en darle a su esposa un hijo; Pólibo, no
parece saber cómo hacer uno.
- Queda el padre imaginario: Layo nunca se dará a conocer
como padre. Pólibo es tal vez un buen padre, pero eso no es
suficiente para ganar el amor y el respeto. Recordemos que
“un padre no tiene derecho al respeto sino al amor (...) sólo si
hace de una mujer objeto a quien cause su deseo (y acepta de)
dar atención paterna”3 de los niños que esta relación trae. Esto
claramente no es el caso de Layo, ni de Pólibo cuyo silencio
persistente precipitará la tragedia de Edipo.
En una de las versiones antiguas del mito, Edipo deja
Corinto en busca de los caballos robados y aprovecha la
oportunidad para ir a preguntar al oráculo el cual le revela la
maldición que le ha sido impuesta.
En la versión de Sófocles, es tratado por un borracho de
“hijo supuesto” y va a consultar al oráculo para saber más.
Ambas versiones coinciden en el resultado. Edipo huye de
los que él cree son sus padres. En la encrucijada de tres caminos
a Corinto, Delfos y Tebas, se produce una colisión entre dos
carruajes y uno de los conductores adversos mata a los caballos
de Edipo. De rabia, éste se agarra del enganche de su oponente
y en el altercado mata el pasajero real. Primera parte del oráculo
cumplido.
Edipo envía a Pólibo los caballos que obtuvo. Se ve que
intenta sin saberlo anular la culpa paterna regresando un caballo
robado al padre.

3 Lacan, J. Seminario R.S.I. (lección del 21-05-1975) versión Folio.


86 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Todo el mundo conoce lo que sigue. Edipo se da cuenta


de la castración en el real. Y perpetúa la imposibilidad
de mantener su linaje, maldiciendo a sus hijos quienes le
negaron su apoyo mientras ellos están ocupados matándose
unos a otros para ocupar el lugar ahora vacante, del poder.
Esto es un fracaso total de la metáfora paterna: ningún entre-
dicho4 viene a ordenar la filiación poniendo a cada uno en su
lugar. Edipo pasa por todos los tiempos de una neurosis infantil
pero en tiempo real, y en la realidad, no en el fantasma. Sus
deseos edípicos se expresan en una certeza sobre el origen:
“Yo soy el hijo de mis padres” al contrario de la novela familiar
ordinaria del neurótico la cual declina en diversas formas el
fantasma de ser el hijo de padres más prestigiosos. Esta falta
de imaginación lo hace alejarse de sus supuestos padres porque
cree que es posible que se haga realidad la predicción. Su falta
está ahí, en la intención. No sólo se satisface de soñar como un
neurótico que se apoya sin saber en su fantasma inconsciente.
Él cree que puede actuar. Su sentimiento de culpabilidad arde
cuando un castigo de los dioses recae sobre Tebas, debido a
una falta no expiada: el asesinato de su rey. Edipo no dejará de
encontrar al culpable en una búsqueda en la que se siente más y
más íntimamente concernido. Cito sus palabras reportadas por
Sófocles: “Soy yo, Ego Phano (quien pondrá a la luz), el criminal.”
¿Qué es lo que le hace falta a Edipo para llegar a ser
edípico? No engañado por el padre-versión5, está condenado
a vagar (en su máximo esplendor en Edipo en Colono) y a la
ceguera real. Después de todo, hacer su Edipo es bueno, pero
rebasarlo es incluso mejor. Lo que le falta a Edipo, es el cuarto
término, tomando la función paterna, quien anuda los tres

4 N. T: en el texto original en francés « inter-dit », interdicción. La descomposición


de esta palabra en francés crea el juego de palabras inter-dicho.
5 N. T: «père-version» (en el original perversión), palabra separada que crea el
juego de palabras “padre” (père) y “versión” (versión).
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 87

elementos constitutivos de la estructura, lo real, lo simbólico y


lo imaginario. Voy a volver.

¿Para qué sirve un padre según Freud?


Lacan designa al Edipo como el mito de Freud, su sueño6,
una especie de novela familiar personal en la cual se basó para
reflexionar sobre el futuro del sujeto. Freud deduce una primera
versión de la función paterna: el padre es el que impide que la
madre y el niño den vueltas, es el que se interpone en el camino,
limita el fantasma de omnipotencia del deseo del niño, evita que
la madre reintegre su producto, como está escrito en la Biblia.
Esto es lo que se llama castración.
El Complejo de Edipo es un remedio iatrogénico que
permite la civilización, pero al mismo tiempo crea su malestar.
Proporciona una clave universal para la vida en sociedad
mientras que su función normativa lleva sus determinaciones
patógenas. No me extenderé aquí más sobre este punto7.
El segundo mito sobre el Padre de Freud, aparece después
de 1913 en Tótem y tabú, el cual es retomado más tarde en Moisés
y la religión monoteísta en 1934. Si el Edipo constituye una
demostración del goce prohibido por la función de separación
del padre, este nuevo mito proporciona el mecanismo de
esta prohibición: la nominación y la identificación. La horda
primitiva vive bajo el dominio de la figura feroz y temerosa de
un macho todopoderoso. Los hijos, exasperados de ser privados
de todo, y subordinados a este ser quien se ocupa únicamente
de su propio goce, hacen una alianza para matarlo y para
finalmente hacer uso de los bienes celosamente guardados para
su uso exclusivo. Las mujeres son la cuestión más valiosa. Ellos lo

6 Lacan, J., Seminario 17. El reverso del psicoanálisis (Barcelona: Paidós, 2009).
7 Menès, M., Un trauma bénéfique, la «névrose infantile » (Paris: Editions du
Champ Lacanien, 2006).
88 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

matan y se lo comen, ingurgitando su poder y sus prerrogativas.


Eso es lo que ellos creen, porque una vez cometido el acto, esta
pequeña banda es embargada de un malestar y no es capaz de
disfrutar de una libertad duramente ganada. El sentimiento
de culpa acaba por hacer su entrada en escena y, con ella,
comienza la humanización. El grupo comenzará a pensar y a
buscar una solución para superar la inhibición y aprovechar
las nuevas oportunidades, evitando caer en la rivalidad mortal.
Los hermanos entonces establecen reglas de alianza. Un signo
distintivo representará el padre asesinado, es decir, ponerlo en
circulación de forma simbólica: será un tótem, un escudo, un
nombre patronímico, una nominación. Gracias a este signo, los
miembros de una misma familia se reconocen como aliados. Así
se habría puesto en marcha la prohibición que es el origen de
la organización de la vida familiar y social: la prohibición del
incesto, de donde derivan las demás prohibiciones.
Tengamos en cuenta que el mito de la horda corrige la
ilusión que sostenía el mito del Edipo, dando la impresión hasta
el castigo final que el asesinato del padre permitiría el goce. Freud
interpreta una cultura patriarcal donde, oficialmente, el orden se
mantenía a partir del lugar que ocupaba el padre. El orden al
cual se hace referencia aquí se debe entender en todo el sentido
del término: la orientación hacia la exogamia, la aplicación de
las generaciones (que permite al sujeto ver dónde está y de
situarse en conocimiento de causa) y la gestión de las relaciones
interpersonales (básicamente la prohibición del incesto, la
obligación de respetar a sus genitores). Pienso aquí en esta
chica, de la cual me habla un colega durante un control, que vive
dentro de una familia donde las prohibiciones fundamentales
son gravemente desconocidas. Su comportamiento sexual es
extremadamente provocador; ella desaparece después de una
sesión, donde cuenta con una mezcla de júbilo y de protesta,
los juegos sexuales iniciados con sus hermanos mayores; ella
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 89

escucha a la psicóloga decirle: “Tú puedes decir no”, con algunas


explicaciones sobre los usos en las relaciones intrafamiliares.
Tengamos en cuenta que ‘tú puedes’ no es ‘tú debes’ que podría
no tener ningún efecto de acción ya que funciona como un
imperativo del superyó el cual no libra ningún sentido. El ‘tú
puedes’ es un dato cuasi-jurídico sobre la base de un marco
que regula; prohibiciones (inter-dichos) que apuntan tanto a
autorizar una palabra decisiva como a prohibir un goce por fuera
de la ley. Esto es para esta joven una revelación que le permitirá
un apaciguamiento significativo, mientras que la prohibición
que ella se autoriza a emitir tendrá, por añadidura, un efecto de
límite en su entorno.

La función paterna más allá del padre


Freud amplió la noción de padre más allá del papá; por
ejemplo, él también se la atribuyó a los profesores a quienes
recomendaba seguir un psicoanálisis personal, único paso
susceptible de permitir un acceso suficiente a su propio
inconsciente para evitar ir a buscarlo en el otro. Esperaba de los
educadores, en el sentido más amplio, una acción profiláctica
mientras que clasificaba en uno de sus últimos textos Análisis
terminable e interminable8, la educación como una de las misiones
imposibles, junto con el arte de gobernar o el de psicoanalizar.
Sin embargo, tiene reservas: la misión será aún más imposible
puesto que el que se encarga de ella está guiado por un ideal del
superyó.
En cuanto a los “nuevos síntomas”, Freud los describe en
su prólogo al libro de Aichhorn, Juventud abandonada en 1925.
Él habla de un niño “descarriado y asocial”, dominado por sus
pulsiones, para el cual debemos pensar un apoyo terapéutico

8 Freud, S. “Análisis terminable e interminable” (1927), en Obras Completas, vol


XXIII. (Buenos Aires: Amorrortu, 1991).
90 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

y educativo asociados. Esta gestión específica escapa al marco


tradicional del psicoanálisis, pero puede ser aclarada por éste, y
no solamente porque sus actores son analizados. Esto fue una
indicación que se ha seguido en una serie de instituciones de
salud creados después de la guerra del 39-45 [en Francia, los
CMPP: centros médico-psico-pedagógicos, son prueba de ello].
Es cierto que en estos lugares se encuentran muchos niños con
carencias de lo simbólico. ¿Podría en realidad ser debido a que su
número va en aumento, lo que podría estar relacionado con una
civilización que solapa el deseo sobre la necesidad? ¿O es porqué
molestan demasiado al ideal de la felicidad capitalista el cual
llama al “psi” para que ayude a normalizar a los recalcitrantes?
La pregunta sigue abierta, dejando a su paso la necesidad del
psicoanálisis de mantener su “extraterritorialidad”9.

Lacan más allá del mito del Edipo


Hay desde los primeros seminarios de Lacan un cambio
notable con respecto al Edipo freudiano. Desde 1938 hasta el
final del texto Los complejos familiares10, Lacan preveía que el
declive de la familia patriarcal causaría “efectos psicológicos”.
Y el complejo de Edipo, en función del contexto de discurso y
del sistema de alianza en el cual aparece, “no podrá mantenerse
durante mucho tiempo en cartelera.”
Allí donde Freud colocaba al padre, o la ampliación, un
padre, Lacan estructuralista pone inmediatamente a la vista
la función, despejándola de la persona del padre. Esta es la
castración, la cual introduce la función esencial de la falta que
en Freud provenía del padre. Ella se encuentra en el centro del
proceso de subjetivación, introducida de acuerdo con Lacan por

9 Lacan, J. “Proposición del 9 de octubre 1967 sobre el psicoanálisis de la


Escuela”, en Otros Escritos (Buenos Aires: Paidós, 2012).
10 Lacan, J., “Los complejos familiares”, en Otros Escritos, Op. Cit.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 91

el Nombre-del-Padre. Y el Nombre-del-Padre es una metáfora,


es un primer nombre del no, pero habrá otros.
Hace de este término, por primera vez en el período de
los textos de los Escritos, un significante que se remite al padre
muerto freudiano, el de la horda primitiva, poderoso, fálico; al
origen de los símbolos. La metáfora paterna es una alternativa
significante quien instala en el lugar desconocido del deseo de
la madre, el falo, un significante que nombra el significado de
la ausencia materna detrás de la primera simbolización, aquella
que indica el juego Fort-Da.

Nombre-del-Padre Deseo de la Madre (X) A


------------------------- ------------------------- → Nombre-del-Padre (---------)
Deseo de la Madre (X) Significado al sujeto Falo

Es decir, el falo es el significante del deseo. Hay que tener en


cuenta que convirtiéndose en un puro significante, él puede ser
introducido en el campo metafórico sin pasar por la diferencia
real entre los sexos y por otro agente que no sea el padre. Este
movimiento permite la desnaturalización de la función así como
salir de la necesidad de una pareja parental heterosexual.
A la alienación de los niños al deseo de la madre, la metáfora
paterna ofrece alienación al significante del deseo de la madre,
Ф, que cubre la incógnita, x. El riesgo es una sobreestimación de
la función fálica y la idealización del padre. Esta es la naturaleza
iatrogénica del Edipo: el padre es síntoma. La histérica se
compromete a buscar, a dar consistencia a un padre que no
sea impotente, y el obsesivo nunca deja de escapar de un padre
imaginario que al contrario ve como omnipotente; ambos tratan
de salvar a un padre mítico a la altura de su función, es decir,
quien daría a su hijo todas las respuestas. Por consiguiente, la
misión es imposible debido a la imposibilidad significante de
superar lo real (la muerte, el sexo, la existencia...).
92 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Sigo con la diferencia lacaniana entre el padre de la realidad


y la función paterna. En 1963, en una única conferencia sobre
los nombres del padre, Lacan sostiene la posibilidad de una
proliferación de Nombres-del-Padre. Sin embargo, debemos ir
más allá con el fin de dar cuenta de un contexto de la civilización,
es decir, de discurso, claramente modificado.
En 1972, en la lección del 21 de junio del Seminario …o
peor11, Lacan plantea que el sujeto es hijo del discurso—es el
discurso quien le dice quién es—es lo que pone la función
de padre dentro de la función misma del lenguaje. Él la sitúa
primero en un “nombrar a...”. En la lección del 19 de marzo 1974
del Seminario Les non dupes errent12 título en el cual hay que
escuchar el equívoco: aquel que no se deje engañar por el padre,
erra, él señala que: “...la madre es suficiente generalmente a (...)
indicar el camino” de esta forma de designación. Lacan dice que
este proceso parece a punto de reemplazar: “…a este momento
de la historia donde somos (...) lo que es el Nombre-del-Padre.”
Pero, se trata más de una asignación que dé una nominación, ya
que se mantiene exclusivamente del lado del enunciado; lo cual
es lo que hace a su límite. El ‘nombrar a...’ está en la lógica de
una relación dual con la madre, o el enunciador. Así, el sujeto
que será nombrado por los medios, la escoria o la chusma, a
ser delincuente desde los 3 años como lo sugiere un informe,
aunque controvertido, del INSERM (Instituto Nacional de
Salud e Investigación Médica), corre el riesgo de permanecer
fijado en esta identificación imaginaria que se impone como
ideal, tan paradójico como esto parezca.
Lacan prosigue: va a ampliar la función de metaforización
a la de la nominación. Las consecuencias clínicas son decisivas.

11 Lacan, J. Seminario 19. …o peor (1971-1972) (Buenos Aires: Paidós, 2012)


p. 230.
12 Lacan, J., Seminario Les non dupes errent (lección del 19-03-1974) versión
Folio.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 93

En 1975, en su Conferencia de Ginebra sobre el síntoma13 redefine


la función paterna como función de nominación, la cual tiene
un efecto de subjetivación y no de identificación. Y, “el padre,
es aquel que nombra”. Por lo tanto, no sólo el significante que
representa al padre puede ser cualquiera, sino que hay un paso
del Nombre-del-Padre, al Padre del nombre.
Esto definitivamente separa esta función de cualquier
encarnación. Esto es, probablemente, lo que permite a Lacan
de decir que la pendiente que conduce fácilmente del padre a lo
peor, como se ve en los casos extremos, se puede evitar. Debido
a que es la persistencia del amor por un padre, la cual hizo de
cama de servidumbre del discurso totalitario de cualquiera
que se ajuste a este lugar, este último hace un llamado a una
transferencia ciega.
Esta función de “nominación” que acaba de definir, no
es una metáfora que anude el simbólico y el imaginario (al
igual que la metáfora del Nombre del Padre haciendo pasar
el falo imaginario al significante), pero es un decir que hace
acontecimiento, toca lo real, instituye y, de hecho, distingue
al sujeto. La función que nombra, forma intransitiva, la cual
permite “hacerse (representar por) un nombre”, depende de la
sola enunciación. Ella es el lugar mismo del padre, lo que le da al
enunciador un papel clave, ya fuese él el padre. “La función del
padre, es el acto de nombrar”, dice Lacan en la lección del 13 de
abril de 1975, del Seminario el Sinthome14. La verdad sale de la
boca del enunciador. No es ningún secreto que el niño es sensible
a los estragos—Lacan dijo al principio—de las mentiras de sus
padres, por así decirlo, él no se deja engañar por el enunciado y
entiende la enunciación.

13 Lacan, J. “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2


(Buenos Aires: Manantial, 1985) p. 143.
14 Lacan, J. Seminario 23. El Sinthome. (Buenos Aires: Paidós, 2006).
94 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

Al mismo tiempo, propone Lacan en La Tercera15, y en sus


últimos seminarios a partir de 1975 (R.S.I. y el Sinthome) una
nueva herramienta para escribir la estructura de una manera
que no sea en una relación exclusiva a la metáfora edípica.
Los nudos borromeos ponen al mismo nivel real, simbólico e
imaginario y tienen como interés introducir en la estructura,
hasta entonces bajo la hegemonía del simbólico, la dimensión
del real y la necesidad de anudar los tres registros. Los tres
círculos R.S.I, unidos por un cuarto nudo. Este es el sinthome,
renombrado así por Lacan, que es único para cada quien y de los
cuales el complejo de Edipo es una versión: la padre-versión, la
cual asegura un cierre estable de la estructura. En comparación
con el enfoque clínico estrictamente estructural, los límites
de la normalidad son obviamente desplazados, volviendo a la
estabilidad del anudamiento, pero los límites entre las estructuras
permanecen sin embargo relevantes.
Cualquier construcción que anude pueden servir como
metáfora. El padre es sólo un caso especial de operador de la
función paterna. El Nombre-del-Padre, permite que un nudo en
particular, nudo borromeo normal, que Lacan escribe “norma-
macho”16, un síntoma menos singular que otro porque organiza
un lazo social banalizado. Lo que el nudo particular, de a uno en
uno, no autoriza, causando más bien la individualización.
Así que pasamos del padre del no, lo que es el padre
edipiano—el complejo de Edipo es un síntoma relacionado con
un contexto discursivo particular, cuyo padre era el pivote—a
la necesidad de un ‘padre’ del nombre; pasamos del Nombre-
del-Padre al Nombre-del-Sínthome. Este es probablemente uno
de los sentidos de poder prescindir del Nombre del Padre. “Se

15 Lacan, J., “La tercera”, en Intervenciones y textos 2 , Op. Cit.


16 N. T.: de nuevo un juego de palabras esta vez con el vocablo « normal »,
“norme-mâle”.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 95

puede prescindir de él con la condición de utilizarlo”17, es decir,


encontrarlo allí donde está, en el discurso. Esto hace eco de la
entrada en el inconsciente del padre de la primera identificación
de acuerdo con Freud, aquel que yace en el baño inicial de
lenguaje, en lalengua en una palabra, enunciación pura.

El padre, es lo que nombra


La pregunta entonces es: ¿qué hace que una operación de
enunciación sea eficaz es decir que el sujeto esté representado
por un nombre que le sea propio?18 ¿Cuál es la naturaleza de
esta nominación? ¿Cuál puede ser el agente de la nominación?
El consentimiento de la madre es llamado, pero no lo suficiente
como para introducir el Nombre-del-Padre por el enunciado,
también es necesario el encuentro con una posición de
enunciación que sea eficaz, y que el sujeto acepte e integre como
en el modo de la Bejahung19 esta nominación.
Comencemos por su naturaleza: este nombre, que hace el
estilo y el cual Lacan reconoce en la obra de Marguerite Duras,
“su nombre de Venecia en Calcuta desierto”, es sin significación,
e igualmente fuera de sentido, contrario al nombre patronímico
el cual guarda un sentido (lo cual se presta al delirio) y el cual
no es sino una circunstancia de la nominación. Por lo tanto, el
nombre propio a cada uno es un hoyo, lo real en lo simbólico.
Estamos en el reverso del discurso religioso, es la carne que se
hace verbo y no a la inversa: el sujeto está constituido por la
producción de un nombre síntoma que lo encarna y el cual él
encarna.

17 Lacan, J. Seminario 23. El Sinthome, Op. Cit., p 133.


18 Soler, C., “Nomination et contingence”, en Revue de psychanalyse du Champ
lacanien, La parenté : filiation, nomination, février 2006, n° 3 (Paris: EPFCL-
France, 2006).
19 Freud, S. “La denegación” (1925) en Op. Cit., vol XIX.
96 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

A continuación, el agente: es necesario uno porque uno


mismo no se puede auto-nombrar, se necesita un tercero para
hacerse eco, y ratifique el anudamiento del nombre propio
del sujeto al cual designa. Esto puede venir del lado social,
del colectivo ampliado (por ejemplo, los lectores para Joyce) o
privado (grupo de referencia). En todos los casos, el agente está
en el lenguaje, con el sustento de una palabra que se dirige.
Ahora bien, el enfermo de la posmodernidad, es el lenguaje.
La lengua cada vez más y más factual y limitada pone en primer
plano el ideal de la individualidad y el pragmatismo. La palabra
designa simplemente la cosa, el equívoco se pierde.
Estamos asistiendo a un desenredo de las tres formas del
saber20 las cuales constituyen el discurso: el logos, demostrativo
objetivo donde la verdad se arraiga en el enunciado, el mythos,
saber narrativo expresivo donde la verdad se encuentra en la
enunciación, y los metis, saber práctico eficaz donde la verdad
está en el acto. Domina hoy en día la forma metis, es decir la
búsqueda de la más grande eficacia.
Sin embargo, las formas del discurso son relativas a
las formas del saber. A cada forma de relación con el saber
corresponde un tipo de discurso diferente. ¿Hasta qué punto
el sujeto de la enunciación se ve afectado? Recientemente una
paciente trilingüe desde su más tierna infancia me dijo que ella
no era la misma según el idioma que utilizara.
Ya en el Seminario sobre la Identificación, Lacan hace
hincapié en la identidad entre el inconsciente del sujeto y su
nominación precoz. Dice: “Lo que el sujeto no puede saber es el
nombre de lo que él es como sujeto de la enunciación. En el acto
de enunciación, hay esta nominación latente concebible como
el primer núcleo como significante... de ese corazón hablante

20 Amorim, M. Raconter, démontrer, survivre. Formes de savoir et de discours dans


la culture contemporaine (Paris: Erès, 2007).
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 97

del sujeto al cual llamamos el inconsciente.”21 Esto significa que


la nominación designa allí lo que hay de más precoz en lo que
el sujeto atrapa de los significantes, la materialidad misma de
lalengua antes de que entienda su sentido, y esto es lo que viene
a hacer el núcleo del inconsciente. Estas letras antes que las
palabras, se convierten en el ombligo del sujeto, el amarre de la
cadena significante, al mismo tiempo que se mantienen unidas
al real (del Otro), lo cual son inicialmente.
¿Se puede ‘trasplantar’ una palabra eficaz, una palabra que
nombre? Como lo es la nominación que Lacan llama a su gusto,
aquella de un sentido primario del discurso la cual no es palabra
para llevar al acto, para ‘hacer’, (lo que queda como ‘nombrar a’),
sino palabra/acto que subjetiva, palabra performativa que toca lo
real? ¿Cómo inventarse un nombre propio, salir del anonimato,
del ‘todos parecidos’ el cual segrega y excluye a aquellos que
son nombrados, y también a aquellos que se encierran en esa
espiral? En su nota a Jenny Aubry22, Lacan posicionaba en el
“interés particularizado”, es decir no anónimo, que transmiten
los padres al niño, una condición de su subjetivación. ¿Puede
uno encontrar una extensión de esta condición por fuera del
campo familiar hacia el campo sociocultural para aquellos que
no han recibido o no han encontrado en la palabrería primordial
las condiciones mínimas de una inscripción particularizada, la
cual los individualice y los apacigüe?

Del mito al relato


Concluyo trayéndoles una pequeña experiencia en
la cual se hizo una apuesta para pensar en un modelo de
atención dirigido por el discurso psicoanalítico. Hemos

21 Lacan J., Seminario La Identificación (lección del 10-02-1962) versión


Folio.
22 Lacan, J., Nota sobre el niño, en Otros Escritos, Op. Cit.
98 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

llamado este proyecto ‘mitos y relatos’ antes de que nos


diéramos cuenta de que esto se entiende como RSI23.
Un psico-pedagogo y yo misma, nos reunimos alrededor de
la lectura en voz alta, de uno de nosotros, de la Odisea de
Homero, con 5 a 6 jóvenes de 12 a 15 años. En otras palabras,
nosotros (los adultos), asumimos el rol de transmisores (agente)
a partir del discurso (un tercero), de una historia (logos) los
cuales suscitan el relato personal (mythos). Estos jóvenes
están desorientados en la vida, con un fracaso escolar más o
menos grave, adeptos a los conflictos arreglados a las malas,
indiferentes más que insumisos a toda regla, sólo se expresan
con frases-palabras, formulas estereotipadas, efectos de sonido,
insultos. Todos fueron remitidos por problemas de la conducta
y dificultades del aprendizaje. Tienen grandes dificultades en
seguir una psicoterapia individualmente, teniendo poco uso de
la verbalización y no viendo mucho interés en ello.
Su actividad mental parece ocupada en deshacerse de lo que
podría ser molesto para ellos, y para ello, el pasaje al acto es la
respuesta espontánea. Su constante preocupación es mantener
un imaginario de omnipotencia y escapar a toda representación
de una falta. A falta de una simbolización adecuada, el real
de la existencia se presenta en su forma más cruda: la muerte,
la mutilación, el abandono, para los cuales sólo la fuerza
reivindicada protege. Los videojuegos en los que pasan mucho
tiempo explotan estas fijaciones.
¿Qué ofrecer a estos jóvenes cuando vienen sin demanda,
ellos son enviados por la demanda exterior porque hacen
síntoma? Ellos mismos no se quejan de nada sino del otro, viven
en el aquí y el ahora, parecen poco afectados, y parecen ignorar

23 Es decir Real, Simbólico e Imaginario. ¿Esas tres ocurrencias del nudo


borromeo podrían representar los lugares de las tres posiciones de la
enunciación: metis, logos, mythos?
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 99

todo sentimiento de culpa. Relativamente insensibles a los


efectos de la palabra, se expresan con una pobreza de lenguaje y
de imaginación, donde los estereotipos dominan.
Nos basamos en la clínica psicoanalítica: puesta en marcha
instituyente de la nominación por otra vía/voz que aquella del
padre, permitiendo el anudamiento de la metáfora paterna o la
construcción de un sinthome particular. Cada uno es primero que
todo hijo o hija del discurso, eso es lo que nosotros apoyamos
y lo que nos sostiene. Trabajar con este tipo de “pacientes” es
lo contrario de la cura psicoanalítica. Se trata principalmente
de iniciar la subjetividad allí donde aparentemente no hay sino
des-responsabilización y confusión. El reto está en el uso del
relato mítico, una función de transmisión y de integración de la
civilización; de hecho, el mito describe los mismos problemas
que enfrentan los jóvenes y a partir de su escucha, ellos pueden
tomar la palabra, tan poco elaborada como ésta sea. El rollo de
papel en el cual pueden inscribir o dibujar se vuelve el soporte
de otro relato, un relato sobre el relato incluyendo la historia
singular de cada joven.
El mito también tiene una función orientadora: hace entrar
en la temporalidad (el mismo curso del relato tiene un antes y
después), en la permanencia (el escrito es siempre el mismo),
ofrece un formato de las violencias, incluyendo las del real (la
muerte, el sexo, etc.). Esto tiene un efecto de revelación para
los jóvenes que tienen más dificultades de inscribirse en una
continuidad, en salir de lo inmediato. Así a lo largo de las
sesiones y la lectura se presentan preguntas fundamentales
como -¿Qué es un padre?—, ¿Qué es el amor entre un hombre
y una mujer?—¿qué es la amistad, la lealtad? Mientras que los
afectos (miedo, tristeza) relacionados con estas situaciones, las
consecuencias de los actos, comienzan a expresarse.
Estos jóvenes están inmersos en el baño del lenguaje el
cual a menudo les ha fallado. Los significantes se repiten y
100 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

se renuevan, organizando y siguiendo una regla que contrasta


con el caos imaginario de las significaciones supuestas. Una de
las participantes dio un ejemplo de los efectos de degradación
de los lazos que implica el uso de un lenguaje privado. En un
intercambio de última hora, ella interpela a un joven con una
palabra desconocida. Éste le replica vivamente: “Yo no estoy
hablando, Mohamed”. Después, él se ausenta durante dos
sesiones consecutivas. Cuando regresó, explicó con dificultad y
coraje la manera en cómo se había avergonzado de su respuesta
racista. La chica, que no había aprehendido la réplica en este
sentido, se va violentamente, sin poder verbalizar su ira-retraso,
de la sesión. Tomará un nuevo tiempo de elaboración para que
ella entienda que una palabra incomprendida por el otro (se
trata de la palabra que ella inventó) puede ser recibida como un
insulto, y provocar como en un espejo una respuesta violenta.
Esto es precisamente lo que le sucede a menudo y de lo cual se
queja mucho, pero situándose siempre como víctima, sin darse
cuenta de la parte que toma en estos conflictos.
Ulises ha demostrado ser un destacado representante
de la inventiva individual, de la metis, apta para prestarse
a la identificación. Personaje pretencioso y dentro de la
omnipotencia, que curiosamente se parece a nuestros pequeños
héroes. Su viaje es el tiempo que se necesita para inscribirse en
la deuda humana, y esto requiere una integración de su nombre.
Ulises se nombra dos veces. La primera vez es un auto-
nominación, ejemplar ilustración de la astucia metisiana que
lo salva. Se hacía llamar “Nadie” para engañar a Polifemo, el
cíclope caníbal, aquel que no sabe jugar con la lengua y toma la
palabra al pie de la letra. No se trata para Ulises de establecer
una nueva identidad sino más bien de ocultarse detrás de una
identidad falsa. Pero no puede dejar de reivindicar su verdadero
nombre, cuenta la historia por orgullo, lo cual lo conlleva a ser
reconocido por otro padre, el de los Cíclopes, Poseidón. Hecho
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 101

que le valió la maldición de deambular por 10 años, lo cual se


convirtió en su viaje de regreso.
La segunda vez es cuando él se delata, traicionado por su
emoción al evocar un pasado que se remonta a su historia, a su
filiación. Se convirtió en un mendigo sin nombre, al igual que
nuestros contemporáneos sin hogar. Sin embargo, “Nadie” no es
sin nombre, Ulises pronuncia de nuevo “el nombre dado por su
padre, su madre y toda su ciudad y su entorno”, como cuenta el
relato. Esta nominación renovada por el Otro de la comunidad
aprueba la reapropiación de su nombre y le permite recuperar
su lugar. Este es también el momento en el cual Ulises se hace
ver como padre a Telémaco, aquel que dejó cuando bebé no sin
antes haberle dejado su nombre a manera de reconocimiento.
Así este personaje moderno se presta no solamente a la
identificación imaginaria, sino también, como apostamos, a
ilustrar la nominación simbólica.
Este interrogante de la función estructurante de la
nominación, Quentin, joven participante, va a formularlo
literalmente. Al comienzo de la sesión, cuando se le pide a los
jóvenes que den a conocer lo que quieran compartir, Quentin,
después de su relato habitual y jactanciosos de su omnipotencia:
“Yo, yo los asusto, yo golpeo más fuerte que todos, yo, yo hago
sangrar….” cambia de tono y declara, afectado: “No me gusta
cuando dicen Quentin Lecapitaine (elegí este apellido ya que
se refiere al suyo); lo cual es molesto, me molesta”. No puede
explicar más.
Después de leer el episodio entre Ulises y el Cíclope,
Quentin comenta: “Lo que más me gusta es que diga que su
nombre es Nadie porque Nadie, es nadie”.
Yo comento: “y tú, ¿preferirías ser Nadie a ser un capitán?”
Quiero saber si Quentin reduce su apellido a su significación,
es decir, si pliega el simbólico (el apellido no tiene sentido, es
del orden de la letra) sobre el imaginario (tomarse literalmente
102 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

el apellido, adherir a su significado y hacer que funcione como


un imperativo). Estar de acuerdo en ser representado por su
apellido lo hace un nombre particular, el nombre propio el
cual hace del sujeto que lo lleva un significado. El método de
enganche es diferente dependiendo de la estructura clínica del
sujeto: se resorbe en la psicosis (ser un capitán), encuentra en
el método una identidad que le puede pesar (ser el hijo de un
padre fallido, o de un padre famoso también) u honorarlo en la
neurosis.
Quentin responde: “Es el apellido de mi padre, no quiero a
mi padre. Yo preferiría llamarme X… (que es el apellido de su
madre). Él no me regaló nada para mi cumpleaños”.
El dedo se coloca sobre la llaga del fracaso paterno: un
padre que no celebra el nacimiento de su hijo, ¿lo reconoce como
hijo? Quentin está enfermo de su nombre propio, rechaza este
apellido que le viene de ese padre decepcionante especialmente
de haberlo dejado confrontado a la intimidad de una madre que
desvaloriza abiertamente a su marido. Pero incluso ese reproche
revela que el padre está allí como un tercero y que Quentin se
ubica bien bajo su apellido, así fuese en la reivindicación.
Es este mismo joven que unas cuantas sesiones más tarde
analizó con una lucidez “de la cual muchos adultos no son
capaces”, decirle a su madre, a la cual le explicó la situación, el
malentendido entre él y la joven muchacha insultada/insultante.
Evidencia de que tomó la medida de lo que hablar significa.
De la función que nombra, paterna, del discurso, nosotros
somos todos responsables, todos enunciadores potenciales del
nombre, olvidadizos de un padre quien sería el único en tener
esa facultad.

Traducción: Diego Londoño


Posición del niño en psicoanálisis

¿Qué es lo que hace síntoma para un niño?


Primero que todo, ¿qué es un niño? Es un pequeño sujeto
dependiente de personas grandes quienes son en general sus
padres, y que generalmente no viene solo donde el analista. Esta
es una definición mínima pero suficiente.
La mayoría de las veces, lo que hace síntoma para quien lo
remite y/o trae a consulta: el padre, el educador, el profesor... no
hace síntoma para el niño. Por el contrario, aquello puede ser un
punto de identificación ideal: I(A). Así, este joven que es remitido
por la escuela, debido a su comportamiento agresivo hacia otros
niños, mientras que es más bien tímido y desconfiado con los
adultos. Las primeras entrevistas revelan el carácter violento del
padre tanto de palabras como en los actos. El joven también
opone un silencio prudente como obstinado. Frente a tanta
reserva, intento una apertura audaz y le digo: “Así que parece
que tu golpeas como tu padre...”. El niño responde con orgullo:
“Así somos en mi casa.” Además, este rasgo de Ideal es a veces
expresado por el mismo padre, aunque sea indirectamente o en
forma de negativa. Se trata de un padre, o de una madre, que se
queja en detalle del comportamiento del niño, le pide al consultor
qué hacer para que eso se arregle, y hacia el final de la entrevista, en
la puerta, con una sonrisa desmintiendo todo el discurso anterior,
dice con placer no disimulado: “Yo era así a su edad.”
No es suficiente que el niño sea una molestia para los demás,
es necesario que esta molestia le moleste a él mismo, lo perturbe,
puesto que para él eso no necesariamente hace síntoma y mucho
menos demanda. Es imposible prescribir una psicoterapia como
se prescribe un antidepresivo. Es necesario que el niño sea
impugnado por aquello que le resulta realmente embarazoso —
104 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

lo que a menudo pasa desapercibido para el entorno—y que él


esté dispuesto a hablar con un desconocido quien no es, a priori,
nadie para él. Ningún niño, salvo excepción, hace transferencia
hacia el psicoanálisis, del cual la mayoría de las veces no sabe
nada.
En otras palabras, se trata de que el niño al principio de un
recorrido analítico, del cual queda por definir los límites (lo que
hace borde) y las fronteras (las cuales se atraviesan) en la condición
de transferencia necesaria aunque insuficiente a cualquier
apertura del inconsciente. Por esta cuestión de la transferencia
en los niños, doy por hecho, debido a la controversia entre Anna
Freud y Melanie Klein, que el niño puede ser analizado. Los
límites de su cura toman posición en relación con el deseo,
atrapado en el real del Otro, y al goce no determinado aún por
el encuentro con la sexualidad heterosexual —con el sentido del
otro—, y no en una imposibilidad de transferencia.
Por lo tanto existe una condición previa a cualquier
tratamiento posible del niño, es despejar lo que hace síntoma
para los padres, pero no necesariamente para el niño, lo que
dificulta su vida mental, lo perturba o lo angustia. La petición
explícita viene de un tercer elemento: la familia, la escuela, la
sociedad... Pero esta no es la petición explícita que le interesa
al psicoanalista, sino la implícita, la cual puede ser expresada
eventualmente por un rechazo. Es por esto que también esto
vaya en contravía del sentido del inconsciente de pedir el
consentimiento del niño, consentimiento que por lo demás está
muy de moda, para encontrarse con un psicoanalista. El único
consentimiento que le importa a la psique, es el de la castración.

El hijo síntoma que representa la verdad de la pareja


parental
La expresión “ser un síntoma” para los padres puede ser
aclarada mediante la lectura de las Notas sobre el niño, escrito por
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 105

Lacan en octubre de 1969 a Jenny Aubry. Esta es contemporánea


al Seminario El reverso del psicoanálisis, en el cual el objeto a se
ve reforzado por una significación de plus de goce, que viene a
adicionarse a la de objeto causa del deseo.
Se trata aquí de escritos cortos, para los cuales no es posible
determinar un orden, y que aparecen en Intervenciones y textos 21
como un solo texto. Ésta inicia con “el síntoma del niño (quien)
está en posición de responder a lo que hay de sintomático en
la estructura familiar.”2 En el manuscrito se ve que Lacan raya
“equivalente al síntoma de sus padres.” Probablemente porque
no puede haber un síntoma común en los dos sujetos, aunque
se trate de una pareja; por el contrario, el arreglo sobre el cual
se sostiene la familia reposa sobre el síntoma externo que
representa el hijo y el cual básicamente crea el vínculo entre el
padre y la madre.
“El síntoma puede representar la verdad de la pareja
parental.” El hijo puede ser síntoma en el sentido metafórico,
enigma de las dificultades de los padres a tratar con lo imposible,
uno de los cuales es el imposible de la proporción sexual; o en el
sentido metonímico, allí donde la disfunción es un rasgo que va
de generación en generación, como lo señala la declaración del
niño: “Así somos en casa.”
Es cierto que la constelación significante determina la
posición del sujeto en tanto inducida por el discurso parental,
incluso antes de que se materialice como un ser vivo. “Es por eso
incluso, a grandes rasgos, por lo que habrá error sobre la persona, es

1 Lacan J. “Dos notas sobre el niño” (1969) en Intervenciones y textos 2 (Buenos


Aires: Manantial, 1991) p.55.
2 Ibid.. Como aparece en la fórmula del fantasma: S barrado punzón a (primera
aparición durante la construcción del grafo del deseo, a principios de 1957,
sino que a es solamente el objeto otro).
106 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

decir, sobre los méritos de sus padres, en su Ideal del yo” 3, escribe
Lacan en Observación sobre el informe de Daniel Lagache texto
anterior en once años a las notas a Jenny Aubry. El niño se
encuentra bajo los significantes del deseo del Otro, dicho de
otro modo, como significantes de sus ideales. ¿Qué hace él de
estos ideales?
Voy a presentar como pequeña ilustración clínica, las
declaraciones de un ‘niño grande’, puesto que tiene más de 30
años. Él viene donde un analista precisamente por esto: él es
el hijo de... Sus padres son tildados por él como ‘formidables’,
ellos viven una vida de aventura enriquecedora, mientras él
permanece en el umbral; suerte de Peter Pan admirativo pero
triste. Ninguna compañía amorosa lo acompaña, la más mínima
dificultad profesional lo hace entrar en crisis al borde del
colapso, las relaciones sociales son una prueba para su inhibición.
Se consuela con una comida que nunca le hace falta, pero la
cual lo arrastra hacia un goce autista con efectos de desunión.
Primer hijo y único durante 12 años, niño tímido de una joven
madre y un padre ocupado con una carrera profesional brillante,
pronto se encuentra relegado en el otro extremo de la casa
por éste, quien le​​ da al mismo tiempo como misión salvar a
la pareja parental con esta palabra entrañable, que me atrevo
a decir: “solo tú puedes tener éxito”. Lo cual él se dedicará a
hacer: tercer nudo atando uno a otro al que da soporte mientras
acepta su distanciamiento de la familia. Atraviesa en solitario
la adolescencia, encargándose de los asuntos familiares y de los
hermanos menores quienes llegaron tarde en su vida. Adulto, él
no puede hacer nada frente al otro sexo al cual trata de abordar
como un ‘osito de felpa’, protector, posición poco propicia para
los desahogos libidinales. Su entrada en el dispositivo analítico

3 Lacan J., “Observación sobre el informe de Daniel Lagache” (1960) en


Escritos 2 (México: Siglo XXI, 1991) p. 633.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 107

se da a partir de la posición de hijo síntoma de una pareja


parental, el cual estallará cuando salga de casa a la edad de 20
años.
Lacan hace del síntoma del hijo representante de la verdad
de la pareja parental “...el caso más complejo”, al mismo tiempo
que dice “el más abierto a nuestras intervenciones”, antes de
enunciar el segundo caso (sobre el cual vendré más adelante),
el niño ya no está asociado a los fantasmas compañeros de la
pareja parental, sino únicamente al de la madre.
Esta declaración me ha parecido siempre paradójica.
¿Por qué es el caso más complejo, si se supone que es el más
abierto a la intervención del analista? Ciertamente es complejo,
porque hay varias subjetividades involucradas, y la intervención
del analista causa la posibilidad de movimientos dentro de
ese sistema. Pero si se le deja al niño el espacio para hacer su
camino, aquel puede desprenderse de ser manifestación, en el
registro fálico, de los embrollos de sus padres y tratar su propia
relación con la castración.
De hecho, el reto del analista es la posibilidad de que el
niño, incluyendo los niños grandes que traen a su análisis su
neurosis infantil con retraso, opere un trabajo de separación. El
niño puesto por la fuerza inconsciente de sus predecesores, en
un lugar determinado, no es, sin embargo, el producto pasivo de
la historia familiar como la teoría sistémica intenta reducirlo.
Él, es, creador de su inconsciente, haciendo una selección en
la impregnación inicial por parte del discurso del Otro; elige a
partir de una decisión insondable.
¿Para qué le sirve el analista al niño cuando es estorbado por
el peso de las palabras y la ausencia de palabras de sus padres? A
revisar los elementos del expediente, aquel que heredó por haber
nacido en una historia familiar, y reconocerse en él o separarse
del mismo. Los propósitos del análisis con el niño podrían ser,
que éste pase de ser un síntoma a tener un síntoma, el cual él no
108 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

dirige a cualquiera sino a un adulto que se supone lo va a ayudar


a hacer frente, y quien le permitirá en el momento adecuado
recorrer lo que queda de camino en la estructura para que sepa
algún día hacer con su síntoma.

El niño, objeto síntoma correlativo del fantasma materno


En el segundo caso evocado por Lacan en las notas a Jenny
Aubry, el de la elección de la instalación en la estructura, es
más limitada para el niño prisionero de su identificación con
el objeto del fantasma materno: “La articulación se reduce
en mucho cuando el síntoma que llega a dominar compete a
la subjetividad de la madre”. Hasta el niño psicótico “realiza
la presencia como el objeto a en el fantasma” 4, ‘ofrecido’ al
fantasma materno cuando la ausencia de mediación lo deja en
sintonía directa con el deseo materno.
¿Quién lo ofrece? Es, escribe Lacan, la función del padre de
interponerse, para crear una distancia entre el deseo de la madre
y la respuesta del niño, para evitar que la madre goce, en el
sentido jurídico del término, de su producto bajo una vertiente
narcisista haciéndolo encarnar en su objeto causa. Nótese que
Lacan no escribe el padre sino su función, lo que sugiere que la
función ya conocida puede ser apoyada por otro vector que no
sea el padre.
Nótese también que el problema viene de una posición
fija, determinada, podríamos preguntarnos, del ya mencionado
fantasma materno ya que cada niño aparece por primera vez
como un objeto, una encarnación viva del deseo, resto de real de
un organismo adujado en el corazón del cuerpo materno. Lo que
Winnicott llama preocupación materna primaria, comprende el
tiempo necesario para que la madre se distancie y distancie de
ella este objeto real, que se presta de forma natural para saturar

4 Lacan J. “Dos notas sobre el niño”, Op. Cit., pp. 55-56.


Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 109

su falta, y esto sin importar cual sea su estructura, precisa Lacan.


Este es un momento en el cual el bebé concentra, “es el objeto
mismo de la existencia” 5 de su madre. Pero para ayudar al
niño a salir de este lugar de origen, se necesita una función de
separación. Lacan dice en el Seminario R.S.I. que los niños son
objetos a de cualquier madre, y el inter-dicho (prohibición) en
dos palabras, viene a ‘liberarlos’: “De lo que ella (la madre) se
ocupa, es (...) de otros objetos a minúscula que son los hijos
junto a los cuales el padre (...) interviene, excepcionalmente en
el buen caso, para mantener en la represión (...) la versión que
le es propia por su perversión, única garantía de su función de
padre.” 6
¿La posibilidad de la eficacia de esta función, también
depende de la estructura de la madre, de la cual Lacan habla
a partir de ese momento: El niño “Satura de este modo,
sustituyéndose a ese objeto, el modo de falta en el que se
especifica el deseo (de la madre), sea cual fuere la estructura” 7
Lacan sigue: el niño enfermo se presta — ¿Es una opción,
prestarse?— particularmente bien a esta carga dándole cuerpo
a “la obligación de ser protegido”. Este es un punto que podría
aclarar una serie de casos del síndrome de Munchausen por
poder: Si la madre es neurótica, el síntoma somático del niño
“testimonia su culpabilidad”; si es perversa, él le sirve como
un fetiche, instrumento de goce; si es psicótica, él encarna la
forclusión, es para ella un puro real, un cuerpo “embarazoso”.
Hay entonces tres posibles lugares diferentes para el niño:
en el fantasma, en el escenario, en el delirio materno. ¿En
qué medida le queda un grado de libertad al niño quien no
consciente necesariamente, a revelar el objeto causa de una

5 Ibid., p. 56.
6 Lacan J. Seminario R.S.I. (1974-1975) lección 21 enero 1975, versión Folio.
7 Lacan J. “Dos notas sobre el niño”, Op. Cit., p. 56.
110 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

madre neurótica, a encarnar el objeto de goce de una madre


perversa, a identificarse con el objeto de residuo/maravilla de
una madre psicótica?
La intervención del analista es más difícil en ese caso, ya
que se trata de apoyar el movimiento de separación por parte
del niño, y menos actualidad como en el primer caso; representar
la posibilidad de la falta, para que el niño pueda aprovechar la
oportunidad de pasar de ser el objeto que completa la imagen
de la madre a tener su propia respuesta fantasmática de la falta,
es decir, a entrar en la lógica de la castración.
Les presento rápidamente el caso de un joven adolescente,
A., quien vivió una situación que evoca un síndrome de
Munchausen por poder, y el cual podría ilustrar esta posición de
niño abandonado al goce materno. Él es enviado para atención
psicológica a un centro de atención médico psico-pedagógico
(CMPP) a la edad de 14 años. Desde la edad de 8 años, es seguido
por una sospecha de miopatía que varios exámenes practicados
desde hace años nunca han confirmado nada. Durante 6 años,
no se salvará de ninguna investigación científica hasta que una
biopsia le negará entonces cualquier nueva hospitalización.
¿Por qué esta suposición? Debido a que el niño se presentaba
como apático, quejándose de estar cansado, y postrado durante
horas bajo el pretexto de un dolor en las piernas. ¿Postrado
dónde? Muy a menudo, en o sobre la cama materna abandonada
por el padre desde hace mucho tiempo.
Después de varios años de desesperación, los médicos lo
dirigen a la APF (Asociación de Paralíticos de Francia). El
psicólogo que lo recibe refuta el diagnóstico médico, mantiene
como una posibilidad lo demás, evoca una causalidad psíquica y
aconseja al joven una psicoterapia.
A. se presenta como un adolescente masivo, la voz falseada,
corto de razonamiento, con un contacto frustrante. “Nosotros”
es su lugar de enunciación y designa la pareja que forma con
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 111

su madre. Esta fórmula anuncia su posición: está en fusión con


ella. Hasta que aparece un lapsus, o al menos una enunciación
que yo señalaría como un lapsus: para designar a su sobrino, dice,
“mi nieto”. Lo corrijo haciéndole notar su confusión y dándole
algunas explicaciones generacionales. Sus enunciados cambian,
utiliza menos ‘nosotros’, o específica ‘con mamá’.
Ella, a su vez, trata de mantenerlo en una posición de
dependencia infantil, diciéndole que tiene el razonamiento de
un niño de 5 años y que no puede hacer nada solo. También
ella adhirió, en gran medida, a los supuestos organicistas que
explicaban los problemas de su hijo, los cuales de alguna manera
justificaban el control que ejercía sobre él. A cambio, él se le
opone con una ira clástica cuyo relato evoca inevitablemente la
imagen de una pareja de ancianos.
Le habla poco, pero no por nada. Él des-idealiza a un padre
al que imaginaba como un Papá Noel intemporal, debido a sus
apariciones tanto esporádicas como generosas, y toma al mismo
tiempo una cierta distancia de su madre. Cuando le señalé que
fue a la edad de 8 años cuando su padre dejó de verle y cuando
comenzaron sus trastornos sintomáticos, respondió: “Suena
lógico, no hice la misma correlación. Tal vez veía demasiado a
mamá”.
Su cambio de posición se resume entre dos sueños, uno a
la entrada del tratamiento: “Me gano la lotería y le doy todo a
mamá”, donde dice abiertamente que proporciona el objeto de
goce (dinero ganado) a su madre, y uno de salida del mismo:
“Le digo a mamá —esa es tu amiga— Ella me dice —voy a tu
habitación (porque no quiere verla)— yo respondo: ‘Detente’”.
¿Cómo interpreta él este sueño? Él cierra la puerta de su
habitación a su madre, le prohíbe gozar de su espacio privado y
la despide hacia otro horizonte, hacia su amiga.
Conjuntamente, abandona la posición perjudicial que
tomaba. A los15 años, convocado por la Comisión que establece
112 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

el nivel de discapacidad, declaró firmemente que no era un


discapacitado, lo cual será acogido y ratificado, provocando la
suspensión de la ayuda que venía con dicha etiqueta. Cerca a
los 17 años, obtiene una cualificación profesional BEP ​​de buen
nivel.

El hijo de una pareja


La segunda (o lo que sigue después de la) nota, precisa
las posiciones parentales que dejan un lugar a un hijo como
metáfora del amor de una pareja. Éstas anticipan aquellas que
Lacan define en el Seminario R.S.I. El niño aparece aquí en
“relación con un deseo que no sea anónimo”: el deseo de una
madre que le brinda un “interés particularizado, así lo fuese
a través de sus propias faltas”; el deseo de un padre quien
transmitiendo un apellido permite la introducción de la ley que
limita el goce. Aquí tenemos, en pocas líneas, un resumen de las
condiciones encarnadas del Edipo freudiano; Lacan habla allí
de la subjetividad de los padres que delegan los principios de “la
constitución subjetiva”8 del niño.
La madre, en términos de su estructura psíquica, va a
esperarlo en un lugar preciso, pero del cual podrá luego alejarse.
Se trata de la existencia o no de un padre, de una función de
mediación, la cual hará soporte de la estructura del niño; la
ausencia de esta función facilita las condiciones de instalación
en la psicosis. De hecho, el niño se orienta a partir de una falta
materna y si ésta se le niega, desmiente o forcluye, él se ve
obligado a “saturar” esa falta.
Juanito, el famoso niño del psicoanálisis, podría haberse
convertido en un fetichista, dijo Lacan, al ser él mismo tomado
como niño metonímico de la falta materna. Pero Juanito

8 Lacan J. “Dos notas sobre el niño”, Op. Cit., p.56.


Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 113

se creará una fobia, para ayudar a distanciarse de su lugar de


síntoma verdad de la pareja parental.
Cuando Freud comienza su observación, Juanito tiene entre
dos y tres años; su padre respondió a los deseos del amo: cual
discípulo aplicado, transmite en detalle las acciones y gestos de
su hijo, a Freud, quien reclama material in vivo para corroborar
sus tesis sobre la sexualidad infantil. Antes del inicio de su fobia,
Juanito vive feliz en una proximidad total, incluso física, con
su madre: ella lo lleva consigo a todas partes, incluso durante
sus necesidades corporales íntimas. Él se halla atrapado en la
ilusión de que puede colmar el deseo de ésta, sin embargo, él
busca bajo la presión de la realidad (la manifestación de su pene,
el nacimiento de su hermana), el significado de estos enigmas.
Le pregunta a su madre: “¿Tienes tú también un ‘hace-pipí’?”
“Por supuesto”, responde ella sin dudar. Respuesta que no deja
entrever ninguna falta, más allá de la madre misma y del niño
que la completa. Sin embargo, Juanito vio y lo sabe. Él insiste en
su pregunta y aparece por primera vez el significante de su fobia:
“Ya que eres tan grande, tú debes tener un “hace-pipí” como un
caballo”. Pero la madre reitera su negativa, lo cual puede hacer
suponer que se trata de una relación de rechazo en cuanto a la
castración.
Juanito quiere conducir a su madre a interesarse, no en lo
que él es (apéndice imaginario) sino en lo que él tiene. Un día
de baño, él le pide ponerle talco a su pene lo cual ella evita
cuidadosamente; su intento fue un total fracaso. La respuesta
de la madre fue: “Esconde eso que es una cochinada.” A
continuación, va a interrogar el papel de su padre. Sin embargo,
éste cumple mal con la función de titular legítimo del falo, y
Juanito debe implicar un elemento externo para llevar a bien
su Edipo: “El caballo de angustia”, como lo llamará Freud. El
padre trata de imponerse como aquel que posee el pene real, pero
sus tentativas prohibitivas son infructuosas, sobre todo, cuando
114 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

trata de sacar a su hijo del lecho conyugal. Juanito encuentra el


enigma del deseo de su madre, sin mucho apoyo por el lado del
padre, quien también se hace desestimar por lo que tiene.
Si el padre mantiene una palabra vana frente a su esposa, es
porque él mismo recula frente a la castración. De ahí un “decir
no”, el cual no tiene peso, y la negativa a enojarse a pesar del
llamado de Juanito quien le pide expresar más rabia. Por culpa
de la ausencia de reacción de su parte, ¿Juanito termina por
suponer que, su lugar con su madre, arregla a este hombre quien
tampoco se separó de su madre? Y con la cual pasaba a solas con
Juanito una gran parte de los domingos. Cuando Freud estaba
preocupado si Juanito pudo haber observado la famosa escena
primitiva, la respuesta fue: “Por supuesto que no”. ¡Pero Juanito
durmió en una habitación con sus padres hasta la edad de 4
años! Y Lacan concluye que si Freud no se sorprende mucho
más que eso, es que sabe a qué atenerse, después de haber oído
las largas quejas de la madre, quien estaba en análisis con él,
sobre la poca solicitud de su marido. Ese padre quien no puede
ser el padre amenazante, vector de la castración, padre que
prohíbe, al cual Juanito hace un llamado, sólo podrá ser el padre
del amor pre-edípico al cual el niño ama en la continuidad al
amor por su madre, como una extensión de la madre. Juanito
lo ve como una especie de doble. Con el tiempo empieza a
suponer que para éste también está prohibido poseer a la madre,
y comienza a fantasear una serie de infracciones de ese padre-
hijo. Esto significa que él considera que su padre está, a nivel
de la transgresión de la prohibición del incesto, en su misma
situación.
El padre, a propósito del relato de Juanito estrujando una
pequeña jirafa de papel, comete un lapsus que traiciona su
propio fantasma: deja escapar un desliz en el cual su esposa
es la gran jirafa quien lo somete a su ley. De hecho, después
de interpretarle a Juanito que esa pequeña jirafa es la madre, o
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 115

más bien sus genitales (interpretación que Freud confirma en


la nota), él se contradice a sí mismo llamando a su mujer “gran
jirafa”. La contradicción no escapa a Juanito, quien comienza a
formarse una opinión sobre un padre tigre de papel y una madre
cuyo falo es sólo una jirafa arrugada.
La cuestión de la diferencia de sexos, está felizmente
restablecida por la observación que Juanito lanza ahora sobre
su hermana pequeña. De acuerdo con la lógica de la respuesta
de su madre y la ausencia de desmentido de su padre, Juanito
preguntó cuándo el “hace-pipí” de su hermana Anna crecerá.
Nunca, se le respondió, lo cual confirma sus dudas, pero lo
propaga en un desconcierto absoluto sobre el sexo de su madre.
El testimonio se detiene en una salida edípica atípica:
Juanito se casa con su madre y pone a su padre allí donde lo
encontró, dice Lacan, es decir, en las faldas de su propia madre.
Juanito no se enfrenta a su padre, y le otorga la misma felicidad
que él reclama para sí mismo. Pero, ¿podemos concluir, a partir
de lo que sabemos sobre el resto de su vida, que él encontró
una solución mediante la identificación con su síntoma de
hijo-síntoma de la pareja parental? Esta hipótesis se desprende
de la observación de Lacan quien considera que el puesto de
director de Ópera, donde Juanito hará una reconocida carrera,
sin incidentes, le dará la oportunidad de completarse a su vez de
muchos pequeños girls-phallus.

Los fines del análisis con niños


¿Hay un fin de análisis posible para un niño neurótico?
Se trata de que él retome el rumbo de su neurosis infantil allí
donde la dejó; el equivalente de un psicoanálisis espontáneo,
escribe Lacan en el Seminario Los escritos técnicos de Freud, sobre
Juanito: “esta neurosis infantil es exactamente lo mismo que un
116 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

psicoanálisis”9. Por haber retrocedido enseguida reconocido la


falta, ¿lo hará un engañado un poco más informado sobre la
apariencia del Nombre-del-Padre, un sujeto más adecuado para
identificarse con su síntoma y para darse un estilo más que un
impedimento?, sólo la continuación podrá decirlo. Y a veces
sólo hay una.

Traducción: Diego Londoño

9 Lacan J., Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud (1953-1954) (Barcelona:


Paidós, 1983) p. 283.
El niño analizante / los padres como
terceros / sujeto pleno del inconsciente1

¿Qué es un niño?
El niño es por entero un sujeto, es entonces un sujeto analizante;
desde luego, si y solamente si encuentra un analista.
Extraigamos lo que hay de específico en este encuentro. Me
parece que lo esencial es que el niño no puede venir solo a sus
sesiones, o si lo hace, lo hace de una manera excepcional; además
difícilmente lo hace sin un mínimo acuerdo de sus padres. En
primer lugar él elije libremente sus movimientos, y como lo
escribe Freud y no sólo a propósito de los niños: «En suma, no es
indiferente que un individuo llegue al análisis por anhelo propio o lo
haga porque otros lo llevaron»2.
¿Hasta que punto puede entonces un niño plantear su
propia pregunta? Si él tiene como tarea interrogar la parte que
le incumbe en un trabajo con un psicoanalista, es necesario
además que este encuentro sea posible. Detengámonos en esta
definición mínima del niño: es una persona acompañada por
alguien, del cual depende.

1 El titulo en francés es intraducible en su literalidad al español ya que opera


a partir de la homofonía: “L’enfant analysant à parents tiers / à part entière”.
« à parent tiers » es homofónico con « à part entière ». «Parents tiers » se
puede traducir como: « los padres como terceros » con respecto a la relación
niño-analista. « à part entière » hace referencia al niño como pleno sujeto del
inconsciente.
2 Freud, S., “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”
(1920), en Obras Completas, vol. XVIII (Buenos Aires: Amorrortu, 1997) p.
144.
118 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

¿Qué es una demanda?


La demanda, en la cual los clínicos de la infancia se han
interesado tanto, parece no plantear ningún problema especial
aparte de aquel que representa lo particular, el uno por uno.
Cada quien tiene una modalidad singular de presentar su
demanda, que puede ser la de hacerla presentar por un otro.
Por lo demás, siempre es otro quien indica al sujeto que hay
algo que no funciona: otro real, partenaire, colega, etc; o el Otro,
por intermedio de las dificultades para mantenerse frente a su
falla: depresión, culpabilidad… Digamos que para el niño esto
es moneda corriente en lo que concierne a la demanda explícita.
Pero no es éste el nivel de la demanda que interesa, aquel que
interesa al psicoanalista; el analista plantea la hipótesis que el
niño tiene una demanda, y si no es así, él escucha solamente
aquella que presentan los padres. Después, para que el niño
se convierta en analizante, es necesario que éste dirija no su
demanda sino su síntoma, ese que pasa siempre desapercibido,
el que verdaderamente molesta, con el cual va a producir una
pregunta, y constituir en síntoma analítico. En este punto
las entrevistas preliminares son algo preliminar que tiene su
función, como ocurre con cualquier otro sujeto que encuentra
un analista.

¿Qué hacer con los padres?


Las respuestas a esta pregunta dan cuenta del lugar que el
clínico concede al niño: ¿Sujeto independiente, autónomo o
producto de una constelación familiar particular? ¿El niño no
es más que respuesta al deseo de sus padres, o respuesta de él
mismo, hijo de su tiempo, como lo dice un proverbio chino, o
“hijo del discurso”, como lo dice Lacan3?

3 Lacan, J., Seminario 19. …O peor (Buenos Aires: Paidós, 2012) p. 230.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 119

Dichas respuestas dan cuenta también de la idea que el


clínico tiene del rol de los padres en la construcción psíquica
del niño. ¿Sus modificaciones psíquicas pueden conllevar
modificaciones paralelas en su niño?
La oferta que se le hace al niño no es la misma, si el clínico
se pone a operar con su escucha, o con la de la familia, teniendo
la ingenua esperanza de reeducar el inconsciente parental con el
fin de hacerlo menos nocivo.
El niño es, dice Lacan, respuesta de lo real frente a la
preexistencia de los significantes, el es responsable, si bien no de
todo

[…] Nosotros aceptamos en efecto una parte de determinismo que


remonta al menos a dos generaciones anteriores al sujeto […] ya
su existencia es litigada, inocente o culpable, antes de que venga al
mundo […] Es por eso incluso, a grandes rasgos, por lo que habrá
error sobre la persona, es decir, sobre los méritos de sus padres, en su
Ideal del Yo; mientras que en el viejo proceso de justificación en el
tribunal de Dios, el nuevo monigote a un expediente de antes de sus
abuelos: bajo la forma del Superyó de ellos.4

La constelación significante determina al sujeto como


efecto del discurso parental antes incluso de que esté presente
como viviente. Pero él es en parte, desde luego forzado,
responsable de su deseo, objeto del deseo del Otro sin duda,
pero también creador de su inconsciente. El analista propone
al niño examinar los elementos de la historia, y, a partir de
allí, su propia elección. El niño no puede percibir como él está
determinado sino comprende de qué manera está concernido

4 Lacan, J., “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: ‘Psicoanálisis


y estructura de la personalidad’”, en Escritos, vol. II (Buenos Aires: Paidós,
2012) p. 622.
120 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

en el desorden; desorden del cual no se queja, por lo demás, la


mayor parte del tiempo.

¿Cual es el interés de realizar las entrevistas preliminares


con los padres y el niño?
Sin duda el niño no inventa el significante, él lo recibe5.
El niño es tomado en tiempo real en el discurso del Otro
parental, encarnado en la figura tutelar de la autoridad. Es de los
ascendientes (y más, de donde surge la escritura de Otro como
lugar de los significantes) que viene la lalengua quien fabrica y
que fabrica al pequeño sujeto, el hablaser: el niño es efecto del
discurso.
Es notable la incidencia de los fantasmas parentales en la
construcción psíquica del niño: éste es allí recibido y se encarna
ahí como objeto. Las relaciones de cada padre a la ley simbólica,
de la madre a la palabra del padre, del padre a la madre como
causa de su deseo, esclarecen el lugar que se le ha otorgado. ¿Pero
esto no satisface, sobre todo, la sed de comprensión del clínico,
que viene a obstruir su deseo de saber, el cual no concierne más
que al saber del inconsciente del sujeto llamado a hablar?
¿Y qué puede hacer el niño con este despliegue de los
significantes de su llegada cuando asiste a las entrevistas? ¿En
qué un esclarecimiento sobre las coordenadas de su elección
forzada puede ayudar a entrar en un trabajo analítico? Si el
psicoanálisis introduce la idea del niño sujeto, es porque ella lo
concibe como susceptible de una cierta libertad con relación a
eso que lo determina, incluso si es una libertad “vigilada”. ¿Si se
invita a hablar a los padres de sus fantasmas, este niño podría
resultar modificado? ¿Y si él permanece excluido de todo ese
discurso, cuando los padres están solos, qué hará el analista con

5 Lacan, J., Seminario 24. El fracaso del Un-desliz es el amor (Coyoacán: Ortega
y Ortiz, 2008) p. 183.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 121

las informaciones sobre su paciente que no provienen de él


mismo?.
Es verdad que en el curso de los encuentros entre el analista
y la familia, el niño escucha con frecuencia por primera vez la
historia de su llegada al mundo; su preexistencia. ¿Que puede
originar el interés de escuchar los padres en compañía del niño?
Darle la oportunidad de escuchar enunciar las expectativas que
lo precedieron, la demanda que ha recibido. La anamnesis no
es simple rememoración sino una construcción. El relato que
hacen los padres no es verdad histórica sino saber inconsciente
que introduce al niño en su propia historia. Esto puede tener
un efecto esclarecedor, incluso de interpretación algunas veces
salvaje, sobre el lugar que tiene para sus padres. Es notable, por
lo demás, que el pequeño sujeto delante del cual se habla se
considere como ausente –algunas veces los padres van hasta
precisar que él no sabe nada de todo esto, y cuando se les
recuerda que él esta ahí, ellos afirman que él no escucha– el niño,
entonces, hace con este material lo único que él puede hacer: lo
olvida, ¡inmediatamente!, dicho de otra manera, produce una
represión. Y cuando la palabra gira de nuevo alrededor de esta
cuestión, días, semanas, meses más tarde, y cuando el analista
precisa: “Pero, recuerda que tus padre dijeron esto cuando nos
reunimos”, el niño queda sorprendido. No, él no había escuchado
nada, él no lo sabía, él viene ahora a saberlo. Y, es verdad, es la
verdad del inconsciente, que no se trata con la buena voluntad y
que no se puede expresar formalmente.
Hay entonces un antecedente lógico que supone esclarecer
aquello que produce el síntoma para los padres y aquello que
entrama la vida psíquica del niño, pero que no necesariamente
produce un síntoma en él. Algunas veces se analiza únicamente el
niño-síntoma de los padres, es decir, se escucha exclusivamente
a los padres, se habla de aquello que ha permanecido a la espera
en ellos, lo cual proyectan y actualizan en la infancia de su
122 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

primogenitura, dejando que el niño realice, como él puede, su


trabajo de construcción psíquica en su intimidad secreta.
En otros casos, se tratará de liberar al niño, lo que más se
pueda, de un discurso que lo concierne sólo en parte y acompañar
en la soledad terapéutica sus esfuerzos para tratar su propia
cuestión y sus propios impases, al lado de los de sus padres, los
cuales no son despreciables pero que, sin embargo, constituyen
un molde del cual el niño podrá liberarse.

El niño analizante
Entonces es el niño analizante el que trabaja en el análisis.
Si las entrevistas preliminares con los padres tienen una utilidad,
es sobre todo para estimar cuánta libertad le queda al niño para
hacer un trabajo de análisis, para poder sostener la continuación
de la cura; es mejor evaluar su capacidad –la de los padres– para
renunciar al uso del niño, no tanto en el plano simbólico, sino
en el del goce. Como le escribe Jacques Lacan a Jenny Aubry6
en su primera nota sobre el síntoma del niño, la intervención
psicoanalítica depende del lugar que ocupa el niño: que éste
represente la verdad de la pareja parental, en cuyo caso la pareja
tiene el interés de que nada cambie; o que él sea indispensable
como síntoma que complementa la castración materna, caso
en el cual será necesario hacerlo salir de su posición de objeto
correlativo del fantasma materno. Con respecto a esto último, es
muy posible que la madre ponga obstáculos, no consienta a ello.
Que el niño entre en un trabajo analizante supone que
haya dejado al padre y la madre, en todo caso, como parternaires
todopoderosos, depositarios de un saber absoluto. Es necesario
que él pueda pasar de ser el síntoma de sus padres a tener un
síntoma, a partir del cual hace una demanda cuando se dirige

6 Lacan, J., “Nota sobre el niño”, en Otros escritos (Buenos Aires: Paidós, 2012)
p. 393.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 123

a un analista como sujeto supuesto saber. Del lado del analista,


hay un empuje para que el niño realice un vínculo entre su
estado y su síntoma, empuje que se realiza en la transferencia.
Tenemos una idea de esto en el mito interpretativo dado por
Freud a Juanito la única vez que lo ve: «…hacía mucho tiempo,
antes que él viniera al mundo, yo ya sabía…»7.
Es responsabilidad del analista darle un lugar al sujeto-
niño y a su discurso por encima de la demanda de los padres,
lo cual supone una lógica previa: lograr su transferencia para
que ellos consientan confiarle su niño a alguien con quien no
hace nada, actividad sobre la cual, por lo demás, él mismo no
les dará ningún informe; en suma, provocar una transferencia
de transferencia. De hecho, cualquier adulto ocupa para el niño
el lugar de sujeto supuesto saber; es necesario que uno de los
padres lo designe como tal para el niño. Por ejemplo, la madre
de Piggle, de 2 años y medio, le habla de ir a ver a Winnnicott
porque él es alguien que es ducho en “mamá negra” y “babacar”,
que son los significantes que designan el terror de esta pequeña
niña. O Melanie, con casi 10 años, declarándome a la segunda
sesión que “Papá dijo que usted podía ayudarme. No lo sé. Se lo
pregunto…”.
Es necesario que los padres puedan renunciar a su demanda
con respecto al niño y darle un lugar a la demanda del niño.
Una vez que la confianza transferencial ha sido establecida, el
marco analítico debe ser aceptado sin condición por ellos: no
hay ningún secreto compartido con ellos, ninguna prohibición
para decir allí donde la regla es decir lo que pasa por la cabeza,
pero tampoco obligación, por supuesto.
El análisis no concierne más que al niño, los padres no serán
recibidos o lo serán solamente en presencia del niño, y no para

7 Freud, S., “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, en Obras Completas,


vol. X (Buenos Aires: Amorrourtu, 1997) p. 36
124 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

resolver cualquier problema educativo o de comportamiento,


sino a partir del sentido de aquello que aparece en el material
y/o para sostener el trabajo de su niño, por ejemplo, ayudarles
a soportar eso que se les escapa. Lo que significa también que
estas reglas no pueden ser reglas si no se pueden contravenir; la
excepción se impone en una clínica que tiene como referencia
lo particular.
La enseñanza de Lacan a partir de los años ‘67 puede
esclarecer esta cuestión del trabajo con los padres. Allí el acento
esta puesto, no sobre la relación del niño al falo, sino sobre su
lugar como resto de un deseo8. Objeto-saldo de una cuenta que
se debe considerar, más allá del tratamiento del goce familiar,
en relación con un “goce nuevo” que el falo no logra cernir. En
eso que Lacan llama “el niño generalizado” en su Discurso de
clausura de las jornadas sobre el niño9, la persona mayor es aquella
que es responsable de su goce, e igualmente es el niño, quien
crea el inconsciente en la transferencia haciendo pasar el goce
al significante. Si es en tanto que niño o niña que él aborda
esta operación ética, él no esta allí más que como hijo o hija del
discurso, responsable del “resto”.

Maniobras de la transferencia, particularidades anexas


Es del lado de la estrategia que hay particularidades en el
trabajo analítico con los niños. Del lado del tratamiento de la
transferencia, no concierne el pequeño sujeto, sino a los adultos
tutelares, ya que él no viene solo, esto es incluso, ya lo hemos
dicho, aquello que lo define. Él no esta libre en su acto, depende
para la continuación de sus encuentros con el analista, de sus

8 Lacan, J., Seminario 17. El reverso del psicoanálisis (Buenos Aires: Paidós,
2009) p. 192.
9 Lacan, J., “Alocución sobre las psicosis del niño”, en Otros Escritos, Op. Cit., p.
389.
Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas. 125

padres, tanto para el eventual pago de las sesiones, como para


el consentimiento de que tales se mantengan en el tiempo.
Es necesario entonces que el analista asegure la transferencia
de los adultos, que son quienes deciden, que también ellos de
manera conexa desarrollen una neurosis de transferencia. Esto
por lo demás es lo que explica los deslizamientos de la cura del
niño a uno de los padres, lo cual no es raro. Pero es mucho más
frecuente la gran dificultad en la cual se encuentra el analista
del niño cuando se trata de dirigir, incluso por su pedido, un
padre hacia el psicoanálisis con alguien diferente a él mismo. A
continuación es necesario que el analista asegure la permanencia
de esta neurosis paralela. Es el colmo: una especie de práctica
del psicoanálisis al revés si quiere que se mantengan las
condiciones necesarias para la continuación de la cura del niño.
Dicho de otra manera, el analista se mantiene, para el padre,
en un mesurado lugar de sujeto supuesto saber: ni demasiado,
ni muy poco. ¿Es posiblemente lo que Freud entendía como la
necesidad de «…aunar al análisis del niño algún influjo analítico
sobre sus progenitores…»?10. Freud va hasta considerar que los
padres algunas veces cuando «…se erigen en portadores de la
resistencia, a menudo peligra la meta del análisis o éste mismo…
»11, señalamiento que extiende al conjunto de los pacientes, no
reservándola sólo a los niños. Considera que la resistencia de
un marido, por ejemplo, viene a reforzar la de la esposa. El
problema con los niños, explica él, es que los padres reclaman
que se les “dé” un niño dócil, que no les cause ninguna dificultad.
Ahora bien, «El médico puede lograr, sí, el restablecimiento
del hijo, pero tras la curación él emprende su propio camino
más decididamente, y los padres quedan más insatisfechos que

10 Freud, S., “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”, en Op. Cit.,


vol, XXII, p.137.
11 Ibíd.
126 Psicoanálisis con niños. Particularidades, límites y enseñanzas.

antes»12. Al respecto, no se puede más que constatar la diferencia


con la posición educativa pregonada por Anna Freud.

Traducción: Luis Fernando Palacio

12 Freud, S., “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”,


en Op. Cit., vol. XVIII, p.144.

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