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TITULO: EL DILEMA MORAL Y LA MUJER EN LA SOCIEDAD.

IDEA PRINCIPAL: Nos encontramos todavía, a pesar de los adelantos en


educación, con estructuras patriarcales, que desafortunadamente atentan contra
la dignidad de la mujer; esto hace que los derechos e igualdad frente a la
sociedad no estén totalmente reconocidos.

ARGUMENTACION CRITICA: Sociológicamente, el ser humano es un ser por


naturaleza integrado a sus congéneres. Se unen para conseguir bienes en común
que garanticen su supervivencia. Con el tiempo estos bienes se han enfocado
básicamente en alimentos, salud, bienestar, y una supuesta armonía, basada en
la confianza. Armonía que se ve debilitada, por un papel desdibujado de la mujer
en el ámbito social. Patrones culturales, y pienso que sobre todo religiosos, han
contribuido a esta mirada irrespetuosa sobre la mujer y sus aportes en la
sociedad. Desde la antigüedad, solo se ha visto al hombre como el proveedor,
pero esta palabra proveedor, descalifica en cierto modo las labores silenciosas
pero muy importantes del quehacer femenil.

De ciertamente manera hemos vivido sin saberlo en algún tipo de


fundamentalismo, donde solo se cree lo establecido por jerarcas cuyo único
interés es someter y muchas veces abusar. Esto hace que esté prohibido el libre
pensamiento, el pensamiento reactivo, bajo sombras de castigo, perpetuando la
sumisión, de manera descarada y anárquica, cuyos resultados son la pérdida o
renuncia de las igualdades, de derechos, que si analizamos en la historia, no
tuvieron oportunidad alguna por lo menos con carácter de denunciar. Es posible
que se pensara, en desigualdades pero que nunca pudieron ser expresadas por
patrones culturales machistas. Como lo definió Durkheim ([1912]2001), en su tesis
fundamental, ”La religión refuerza la solidaridad en un grupo”, nos daba una idea
del comportamiento alrededor de las religiones, donde se podía ver el acatamiento
de preceptos, concertados sin elaboración critica, lo cual era aprovechado para
moldear conductas tanto en hombres como mujeres. Estos moldes para la mujer
resultan ser nocivos, pues casi que cosificaban a la mujer, relegadas al servicio
del hombre, a espacios limitados, con menos derechos, que al paso de los
tiempos fue tomado como un estado natural, culturas que fueron consumiendo
varias generaciones, en la discriminación.

Dentro de nuestras sociedades contemporáneas, han surgido nuevas visiones,


sobre el comportamiento frente al género, se expresa de manera diferente
dependiendo de la región, religión, o cultura. Tradicionalmente las sensaciones y
emociones tanto de hombres como mujeres, estaban demarcadas, “los hombres
no lloran”, “esto es pa machos”, “hace como nena”, los colores, los espacios en los
colegios, la fuerza y la delicadeza, reforzaban preceptos masculinos o femeninos,
ciertamente discriminatorios, en contra de la verdadera expresión humana y
natural.

Se ha ido reconstruyendo el modelo en función del ser humano, ya no en el sexo,


o el género. Aunque pareciera que el hombre tiene algunas ventajas sociales,
también es cierto que se presta para el abuso, el irrespeto y en si una forma
propiamente de esclavitud. Como lo relaciona Monteiro (2016), “no hay visión de
conjunto, que ponga en el centro de la agenda política el tema conciliación, trabajo
familia”. Actualmente se focaliza el servicio, basado en la dignidad, en la
integralidad de todo ser humano, sin pensar en razas, religiones, o sexos.
Propendiendo por una consciencia mas justa, mas inclusiva, aceptando las
diferencias, y respetando la naturaleza de todos ser vivo, que realmente garantice
una sociedad evolucionada y en plena armonía.

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