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COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA.

QUE ES COMPONER Según el diccionario de la


Real Academia de la Lengua:
COMPONER (Del lat. compone˘re). 1. tr. Formar de
varias cosas una, juntándolas y colocándolas con
cierto modo y orden. 2. tr. Constituir, formar, dar ser
a un cuerpo o agregado de varias cosas o
personas. Apl. a las partes de que consta un todo,
respecto del mismo, u. t. c. prnl. 5. tr. Ordenar,
concertar, reparar lo desordenado, descompuesto o
roto.
Componer en genérico no es sino un proceso por el
cual un determinado grupo de “cosas” se unen, se
colocan, se juntan pasando a formar una nueva
entidad o grupo mediante un sistema de “orden”. Si
nos centramos en la composición arquitectónica
tendremos que definir a su vez cada una de las
partes de la anterior definición para poder concretar
la composición como herramienta, es decir, de que
“cosas” estamos hablando en composición
arquitectónica, que entendemos por orden referido
a la arquitectura, y cuáles son los sistemas y los
resultados que podemos esperar.

1.1 DIFERENCIAS ENTRE ARQUITECTURA Y SU REPRESENTACIÓN

Otro de los problemas que presenta la composición arquitectónica es que, de


manera inmediata, opera sobre los elementos de representación de la arquitectura
y no sobre la arquitectura misma. En ese sentido el uso del dibujo o de las
maquetas como instrumentos de representación de la arquitectura conlleva la
posible confusión entre las reglas de composición propias de esas disciplinas y las
de la arquitectura en sí misma, más aún cuando en muchos casos esas reglas
tienen la misma manera de identificarse e incluso de operar sobre los elementos.
La arquitectura comparte herramientas compositivas primarias con disciplinas
como la pintura o la escultura, pero es necesario no perder de vista los objetivos
finales de los procesos de composición para evitar que la herramienta de
resultados propios de otras disciplinas y que no tienen por qué coincidir con los de
la arquitectura. Es importante que cuando tomamos una determinada decisión de
orden que influya en los elementos de la arquitectura no perdamos de vista que
están afectando a elementos espaciales que han de cumplir con unas funciones
determinadas, hecho que no puede quedar supeditado a la tiranía del orden plano
o volumétrico sin reflexión alguna, aplicando criterios exclusivamente visuales que,
sin lugar a duda, son fundamentales en nuestra disciplina, pero que operan con
una formación diferente y con unos objetivos sutilmente distintos. Con toda esta
reflexión no estamos pretendiendo subordinar el orden visual al resto de objetivos,
sino sólo poner sobre aviso que la composición arquitectónica ha de intervenir
sobre muchos aspectos diferentes y, por lo tanto, para resultar correcta debe
resolver todos ellos. Sin embargo, en ocasiones es fácil dejarse llevar por los
criterios compositivos que afectan directamente a la herramienta que estamos
empleando para representar la arquitectura, y confundir la belleza del dibujo, por
ejemplo, con los objetivos de la arquitectura. En este mismo sentido no debemos
confundir geometría con composición, no es lo mismo geometrizar la arquitectura
que componerla, no es lo mismo geometrizar la representación de la arquitectura
que dotar de orden intrínseco a la arquitectura.

1.2 ELEMENTOS SOBRE LOS QUE ACTUA LA COMPOSICIÓN

Si volvemos sobre la definición de composición


que estamos utilizando para trabajar, podremos
comenzar por definir las “cosas” sobre las que
actuamos, y que son, en sí, los elementos de la
composición arquitectónica. Debemos distinguir
dos tipos de elementos, los propiamente físicos
y aquellos que intrínsecamente no lo son pero
que acabarán teniendo finalmente una
definición física. Elementos físicos son aquellos
que definen materialmente la arquitectura,
como pueda ser una pared, un pilar o una
puerta. Elementos no físicos son, por ejemplo,
las funciones que se han de incluir en un
edificio, y que se agruparan según una
determinada composición funcional que, a su
vez, quedará representada por los espacios
que elijamos para su realización o por las
partes del espacio que ha de acogerlas a todas
ellas. Tanto unos como los otros, ya se trate de
llenos o de vacíos, vamos a representarlos
mediante una serie de elementos matemático-
geométricos (PUNTO, LINEA, PLANO Y
VOUMEN) con los que operaremos de manera
abstracta o simplificada para obtener una representación de la realidad que
queremos conseguir, representación que se concretará en un dibujo, en una
maqueta. Se produce así un proceso de ida y vuelta en la arquitectura consistente
en la simplificación del mundo material para su redefinición, para intervenir sobre
ella, y posteriormente proceder a la modificación de la realidad física. Pasemos a
ver algunos ejemplos de estas abstracciones de la realidad que utilizamos como
elementos primarios:
 El Punto como elemento primario más sencillo nos indica posición, suele
relacionarse con lo singular o con lo principal.
 La Linea nos marca dirección y longitud, nos puede aportar tensión, ya sea
horizontal, vertical o diagonal, y combinada con el punto nos puede aportar
sentido a la dirección.
 El Plano nos marca longitud y anchura, nos delimita superficie y nos aporta
la posibilidad de la forma, al tiempo que nos define posición y orientación
con respecto a si mismo.
 Y, por último, el Volumen que nos define forma/espacio de los elementos
arquitectónicos.

1.3 FUNDAMENTOS DE LA COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA.


ORDEN.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua:

ORDEN (Del lat. ordo, -ı˘nis). 1. amb.


Colocación de las cosas en el lugar que les
corresponde. 2. amb. Concierto, buena
disposición de las cosas entre sí. 3. amb. Regla
o modo que se observa para hacer las cosas.
8. m. Relación o respecto de una cosa a otra.
10. m. Arq. Cierta disposición y proporción de
los cuerpos principales que componen un
edificio.
PROPORCION (Del lat. proportı˘o, -˘onis). 1. f.
Disposición, conformidad o correspondencia
debida de las partes de una cosa con el todo o
entre cosas relacionadas entre sí. 4. f. Mayor o
menor dimensión de una cosa. 5. f. Mat.
Igualdad de dos razones. Proporción aritmética, geométrica.
Si volvemos nuevamente a la definición de composición sobre la que estamos
trabajando, vemos que cobra especial importancia la idea de orden que se aplica a
la arquitectura. El concepto de orden que vamos a utilizar, de hecho, va mucho
más allá del orden físico de los elementos que componen la propia arquitectura.
La idea de orden implica una determinada idea de arquitectura, y conlleva por
tanto la necesaria intervención de la voluntad del hombre para su definición. Es el
hombre el que da sentido con sus intenciones a la definición de la arquitectura, ya
que esta es realizada para el hombre y por el hombre, e incluso en el caso de que
se opte por el caos, esta voluntad existe en el hombre que actúa conforme a su
decisión y para los demás hombres que han de coexistir con esa realidad
transformada. Por lo tanto, asumimos que si no existe transformación, o si no
existe voluntad alguna del hombre en esa transformación, no puede darse la
composición arquitectónica.
A partir de este punto la composición
arquitectónica puede basarse en reglas o
principios muy diversos, principios que han ido
variando conforme a las diferentes
aproximaciones filosóficas que de la realidad ha
ido considerando el propio hombre. Así, las leyes
de orden han tenido referencias a lo natural, a lo
absoluto, a lo matemático, a la idea de dios, etc.
Esta aproximación a la idea de orden queda
referenciada en los niveles más básicos y por
ello abstractos de la propia arquitectura, pero por
debajo de estos siempre ha coexistido con la
arquitectura la geometría como sustento y apoyo
con el que desarrollar el orden interno de los diferentes niveles de la composición
arquitectónica. Es importante no confundir las leyes geométricas de orden con la
composición arquitectónica, ya que aplicamos las leyes matemáticas de la primera
como soporte y ayuda para lograr una determinada idea de orden de la segunda.
En ese sentido podemos recurrir a relaciones tan antiguas como la razón áurea, o
tan recientes como el Modulor, sistema de medidas y de relaciones propuesto por
Le Corbusier en base a dos series basadas en la “antigua” proporción áurea. Un
sistema de orden fractal o uno basado en los números primos, entre otros
posibles, dan resultados diversos a aquellos basados en las relaciones “clásicas”
entre las partes, resultados que pueden resultar más o menos reconocibles para el
sujeto que los vive, en tanto ya existan en la propia naturaleza, en el mundo físico
que nos rodea, o no. Va a ser entonces prerrogativa del proyectista el elegir una
determinada idea o ideas de orden que afecten a las decisiones de organización
de la arquitectura que se está generando. Sistemas de orden que intervienen
desde lo más abstracto y conceptual de esas relaciones hasta los aspectos
prácticos de mayor detalle y, por supuesto, en la elección de determinados
sistemas compositivos y las relaciones que se establezcan entre ellos.
1.4 SISTEMAS DE COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA
Llegados a este punto vamos a proceder a tomar de la defi nición de composición
inicial tres de los elementos constituyentes: orden+juntar+nuevos elementos.
Dejamos aparte la “cosa”, que como ya hemos visto puede ser ella misma
(unidades de un determinado tema arquitectónico) o los elementos de
representación que utilizamos para trabajar con ella. Existen una serie de
principios o sistemas que nos van a permitir operar con los elementos existentes
para, por medio de una determinada idea de orden y de un proceso de unión o
transformación de los mismos, obtener nuevos elementos más complejos que los
anteriores, que deben de responder de manera adecuada a las necesidades
internas de cada aspecto de la arquitectura con el que estamos trabajando.
Habitualmente se han realizado tres clasificaciones para estas operaciones con la
forma: principios ordenadores, principios transformadores y sistemas de
agrupación, según actúen en diferentes niveles relativos a los elementos primarios
o a los elementos resultantes. Estos sistemas o principios no son excluyentes
entre sí, y, de hecho, en ocasiones pueden ser complementarios e incluso
coincidentes, aunque trabajen a distintos niveles. Tampoco son categorías
cerradas, en tanto puede haber más sistemas dentro de cada clasificación que
aquí se aporta, y la combinación de varios sistemas puede dar lugar a sistemas
más complejos que lleguen a ser algo distinto, más allá que la mera suma de las
partes.
Sistemas Ordenadores. Eje, Simetría, Jerarquía, Ritmo/Repetición, Pauta…
Sistemas Transformadores. Adición, Sustracción, Multiplicación, División,
Fractales, Distorsión Formal…
Sistemas de Agrupación. Nucleares, Lineales/Axiales, Radiales,
Escalonados, en Trama/Malla, Conexos, Articulados, Aleatorios, Matemáticos, de
Pliegues, de Bandas, Agrupados…
Capítulo aparte merece el “sistema” de composición arquitectónica basado en la
forma como a priori. En realidad actúa de manera intrínsecamente diferente a lo
que hemos visto hasta este punto. En esos casos la forma es fruto de una decisión
apriorística del proyectista, decisión que puede resultar más o menos culta, o
apropiada, o basada en la intuición, y más o menos efectiva en su resultado, pero
que indefectiblemente no pasa por el proceso de analizar las necesidades para
obtener un resultado determinado que las satisfaga, sino que sobrepone a todo
ello la necesidad del creador de que la forma anteceda a todo lo demás. En este
sentido podemos encontrarnos desde las más variadas asimilaciones
antropomórficas o zoomórficas hasta los objetos y formas más caprichosas,
pasando por los objetos geométricos más puros. En todos los casos se busca, por
encima de todo, la pregnancia de la forma, anteponiéndola a su verdadero
sustrato o ser.
No se está defendiendo aquí que existan formas erróneas, sino maneras
equivocas de llegar a ellas. Una flor siempre es hermosa y la naturaleza las hace
crecer conforme a principios a veces iguales, a veces diversos, pero siempre da
por resultado una flor que cumple con la esencia de sí misma. Un edificio puede
ordenarse intrínsecamente como una fl or, puede funcionar estructuralmente como
los pétalos de una fl r (incluso podemos hacer que huela como una or), pero no es
su objetivo el ser una flor, ni siquiera el parecerse a la flor… siempre será un
edificio que se parece a un edificio que se compone como una (determinada) flor.
1.5 NIVELES DE COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA.
La composición afecta a la arquitectura, de
manera evidente, en todos sus aspectos visuales,
pero también la afecta en aquellos aspectos que
no se ven. Así, pues, podemos hablar de
composición de un alzado o de una planta, pero
también existe sistema de orden en una
estructura, con independencia de que esta sea
vista o no, o composición funcional de un edificio,
aunque esta solo se aprecie en la bondad de su
uso y no la veamos con nuestros ojos. Por lo
tanto, hablaremos de composición funcional,
estructural, espacial y formal, con independencia
de que cada una de ellas afecte o no a
determinados aspectos visuales del resultado
arquitectónico. Uno de los grados de libertad que
ha introducido la arquitectura moderna ha sido el
de la independencia física, y por lo tanto
compositiva, de los diferentes aspectos de la
arquitectura entre sí. No necesitamos hacer
coincidir el orden estructural con el funcional y el
espacial, lo cual nos otorga un mayor grado de
libertad y, consecuentemente, mayor riqueza de
resultados. Pero ello nos otorga, al tiempo que
más posibilidades, la necesidad de controlar aun
más las nuevas relaciones entre las partes. De
esta manera podemos utilizar el mismo sistema
de composición para la estructura y el espacio o,
por el contrario, utilizar sistemas diferentes que
pueden o no estar coordinados entre sí, y el
resultado, según nuestras decisiones, variará
enormemente. La importancia de esta
circunstancia ya fue recogida en su día por Le Corbusier en los cinco puntos para
la nueva arquitectura. De hecho Le Corbusier no hacia sino poner de manifiesto
algunos de los grados de libertad mas importantes que se obtenían a raíz de la
independencia entre espacio, función, estructura y visualidad de la forma,
llámense planta libre (función), sección libre (estructura) o fachada libre (forma).
Las nuevas libertades constructivo-estructurales generaban nuevas posibilidades
compositivo-proyectuales, o por lo menos por primera vez se tenía consciencia y
como tal se expresaba la existencia de esa libertad, dándole un cuerpo teórico y
una base sobre la que comenzar a trabajar con ella. La composición afecta de
diferente manera a cada uno de estos aspectos de la arquitectura, siendo
diferentes las reglas que debemos observar a la hora de concretar una idea de
orden correcta para cada uno de los aspectos que debemos tratar. A su vez
hemos de ser capaces de coordinar estas ideas de orden entre sí para poder
obtener un todo coherente que llamaremos arquitectura.
En este sentido, al contrario de lo que pueda parecer, la composición como
herramienta de proyecto ha cobrado mayor importancia aun si cabe en la
definición de la arquitectura moderna, siendo la herramienta que nos permite
avanzar con seguridad más allá de las nuevas fronteras abiertas, fronteras que
apenas acabamos de cruzar, y tras las cuales sin claridad de objetivos nos
resultará fácil perdernos en la confusión de los múltiples caminos abiertos. La
arquitectura ha necesitado muchos siglos para explotar la mayor parte de las
posibilidades de los sistemas compositivos-geométricos limitados a la coincidencia
entre espacio, estructura y función, moviéndose siempre en los límites de aquellos
que la forma le permitía. Tanto más habremos de necesitar para explorar el nuevo
campo que se nos ha abierto y que apenas comenzamos a intuir, pero para
realizar con éxito esta nueva empresa debemos tener siempre presente cuales
son las bases sobre las que estamos trabajando y cuáles son las reglas que nos
van a impedir avanzar de manera errática.

2 Densidad de población
La densidad de población es un concepto de geografía que se utiliza para indicar
la relación que hay entre la cantidad de personas que viven en un territorio y la
extensión de éste. Por lo tanto, si tenemos un territorio pequeño pero con mucha
población, tendremos una densidad alta; pero, si por el contrario, tenemos pocos
habitantes y un territorio grande, la densidad será baja.
La fórmula para calcular la densidad de población es la siguiente:

Su valor generalmente está dado en habitantes por km².


Es importante tener en cuenta que la densidad de población no indica
exactamente que esas sean las personas que viven por cada kilómetro cuadrado;
se trata, solo, de una cifra que permite hacerse una idea aproximada de cuánto
territorio está habitado en un determinado lugar.
2.1 Las densidades demográficas y sus problemas
En sentido general, puede decirse que las mayores y grandes densidades de
población de las grandes ciudades del mundo, presentan problemas distintos y
hasta opuestos a los de las zonas rurales de emigración. Si en las ciudades se
agudizan día a día los problemas urbanos típicos (vivienda, transporte, fuentes de
trabajo, servicios urbanos, seguridad ciudadana, marginalidad, etc.), en el medio
rural no se pueden desarrollar proyectos de desarrollo económico o de
infraestructura por falta o escasez de mano de obra. En un libro de Ester Boserup
se señala que con el aumento de la población y de la producción agrícola, la
concentración de la población en centros urbanos resulta prácticamente inevitable.
Boserup también señala que el cambio tecnológico de la agricultura se produce al
llegar a un punto crítico la tasa de densidad de población con lo cual, no sólo
aumenta la concentración demográfica en las ciudades, sino que se modifica
también la situación en el campo con el desarrollo técnico, el aumento de la
producción y, sobre todo, la diversificación de la economía, con el inicio y
crecimiento de empresas industriales y de servicios. La diferencia entre las dos
opciones marca un proceso de cambio a nivel mundial que se ha venido
produciendo en los pasados 100 a 150 años: la disminución de la población
campesina por el éxodo rural obliga a los agricultores que quedan a adquirir más
tierras (las de los emigrantes) que tendrán que poner a trabajar con el empleo de
una mayor cantidad de máquinas (aumento del capital) y sobre todo, también los
obligan a un cambio en los tipos de cultivo que les permitan una mayor
productividad y un rendimiento por hectárea más elevado.

2.2 Los países con menor densidad de población


Como hay lugares que tienen densidades altas de población, hay países en los
cuales la densidad es mucho menor. Puede ser por distintas razones como
el clima, en la Antártida la única población son los científicos o turistas que residen
temporalmente (por cuestiones de salud), la densidad de población es inferior a un
habitante por kilómetro cuadrado (km2), al igual que el Sahara Occidental cuya
densidad de población es de 1,15 habitantes por kilómetro cuadrado (aunque la
cifra es irrelevante, ya que la mayoría de la población reside fuera del país).
También uno de los problemas puede ser la escasez de los recursos (trabajos,
mano de obra, alimentos, etc.), como en Australia que la densidad de población es
de 3 habitantes por kilómetro cuadrado. En 2018 los cinco países con menor
densidad de población son los siguientes:
 Mongolia, con 2 hab/km².
 Australia, con 3 hab/km².
 Islandia, con 3 hab/km².
 Namibia, con 3 hab/km².
 Libia, con 4 habitantes/km².
 La región autónoma de Groenlandia tiene una densidad de 0.026
hab/km².

2.3 Países más densamente poblados


A nivel global, los cinco países más densamente poblados y su número de
habitantes por kilómetro cuadrado son:
 Macao con 21.346 hab/km2
 Mónaco con 15.323 hab/km2
 Singapur con 8.188 hab/km2
 El Vaticano con 2.273 hab/km2
 Baréin con 1.857 hab/km2
En Latinoamérica, los cinco países más poblados y su número de habitantes por
kilómetro cuadrado son:
 Ecuador con 57 hab/km2
 Colombia con 42 hab/km2
 Venezuela con 34 hab/km2
 Brasil con 24 hab/km2
 Perú con 24 hab/km2
En Centroamérica, los cinco países más poblados y su número de habitantes por
kilómetro cuadrado son:
 Barbados con 680 hab/km2
 Haití con 384 hab/km2
 Puerto Rico con 368 hab/km2
 Granada con 325 hab/km2
 El Salvador con 293 hab/km2
CONCLUSION
Luego de concluir este trabajo podemos inferir que:

 La composición como herramienta de proyecto ha cobrado mayor


importancia aun si cabe en la definición de la arquitectura moderna, siendo
la herramienta que nos permite avanzar con seguridad más allá de las
nuevas fronteras.
 La arquitectura ha necesitado muchos siglos para explotar la mayor parte
de las posibilidades de los sistemas compositivos-geométricos limitados a
la coincidencia entre espacio, estructura y función, moviéndose siempre en
los límites de aquellos que la forma le permitía.
Bibliógrafa

 ARQUITECTURA. Forma, espacio y orden, Ching, Francis D.K., Ed.


Gustavo Gili.
 ARQUITECTURA. Temas de composición, Roger C. Clark, Michael Pause.
Ed. Gustavo Gili.

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