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Estela Espezel, Seminario de Filosofía 2018. Noviembre 7 El poder y sus afines.

Michel Foucault: Omnes et singulatim. Modos de ejercer el poder:


centralizador e individualizante. Obediencia y sumisión.
Para Michel Foucault, el poder es una trama que atraviesa a toda la sociedad. Dice así:
“El hecho de que usted sea estudiante implica que ya está inserto en una cierta situación de
poder; yo, como profesor, estoy igualmente en una situación de poder; estoy en una situación de
poder porque soy hombre y no una mujer, y por el hecho de que usted sea una mujer implica que
está igualmente en una situación de poder, pero no la misma, todos estamos en situación… Bien,
si de cualquier persona que sabe algo podemos decir “usted ejerce el poder”, me parece una
crítica estúpida en la medida en que se limita a eso. Lo que es interesante es, en efecto, saber
cómo en un grupo, en una clase, en una sociedad operan mallas de poder, es decir, cuál es la
localización exacta de cada uno en la red del poder, cómo él lo ejerce de nuevo, cómo lo
conserva, cómo él impacta en los demás, etc.”
Otro concepto de Foucault sobre el poder -lo puse en el texto de agosto, aunque no llegué
a desarrollarlo oralmente, es el análisis de Deleuze en torno a la refutación de los postulados
tradicionales del poder. El poder no es una propiedad, sino una estrategia; no es algo que se
posee, sino algo que se ejerce. El poder es algo que está en juego. El Estado no es el lugar
privilegiado del poder, sino que su poder es un efecto de conjunto. El tercer postulado que refuta
Foucault es el de la subordinación, para el cual el poder estaría subordinado a un modo de
producción que sería su infraestructura. El poder no es una mera superestructura ya que toda
economía presupone unos mecanismos de poder inmiscuidos en ella. Foucault sustituye la
imagen negativa del poder que proyecta al poder como algo que oculta, reprime e impide; por una
imagen positiva en la que el poder produce. Por último, el quinto postulado es el de la legalidad,
según el cual el poder del Estado se expresa por medio de la Ley. Pero sólo si se entiende la Ley,
como una batalla perpetua, el ejercicio actual de estrategias.
Sin embargo, su objetivo no es analizar los fenómenos del poder, ni elaborar los
fundamentos de tal análisis. Más bien, lo que persigue es elaborar una historia de las diferentes
maneras por las cuales, en nuestra cultura, los seres humanos se convierten en sujetos. Pero
aquí entra en juego la doble significación de la palabra “sujeto”, según se la conjugue con el verbo
“estar” o con el verbo “ser”. En este sentido, se puede estar sujeto a alguien por el control y la
dependencia; o se puede ser sujeto al permanecer ligado a la propia identidad por conciencia o
autoconocimiento.
Foucault distingue dos técnicas de biopoder que surgen en los siglos XVII y XVIII; la
primera de ella es la técnica disciplinaria o anatomía política, que se caracteriza por ser una
tecnología individualizante del poder, basada en el escrutar en los individuos, sus
comportamientos y su cuerpo con el fin de anatomizarlos, es decir, producir cuerpos dóciles y
fragmentados. Está basada en la disciplina como instrumento de control del cuerpo social,
penetrando en él hasta llegar hasta sus átomos: los individuos particulares. Vigilancia, control,
intensificación del rendimiento, multiplicación de capacidades, emplazamiento, utilidad, etc. Todas
estas categorías aplicadas al individuo concreto constituyen una disciplina anatomopolítica. El
segundo grupo de técnicas de poder es la biopolítica, que tiene como objeto a poblaciones
humanas, grupos de seres vivos regidos por procesos y leyes biológicas. Esta entidad biológica
posee tasas conmensurables de natalidad, mortalidad, morbilidad, movilidad en los territorios,
etc., que pueden usarse para controlarla en la dirección que se desee. De este modo, según la
perspectiva foucaultiana, el poder se torna materialista y menos jurídico, ya que ahora debe tratar
respectivamente, a través de las técnicas señaladas, con el cuerpo y la vida, con el individuo y la
especie. El desarrollo del biopoder y sus técnicas constituyen una verdadera revolución en la
historia de la especie humana, ya que la vida está completamente invadida y gestionada por el
poder.

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En el Estado moderno la forma que adopta de poder es a la vez individualizante y
totalizante. Por eso va a decir Foucault que, desde Kant, el papel de la filosofía es mantener una
vigilancia sobre los poderes excesivos de la racionalidad política.
Para Foucault, el Estado moderno occidental ha integrado a sí mismo una vieja técnica de
poder originada en las instituciones cristianas y que él va a designar con el nombre de poder
pastoral. Es un poder individualizante, al contrario del poder legal Sin embargo, podemos
observar algunos cambios en el ejercicio de este poder pastoral a medida que se seculariza con
el fin de la era cristiana y el advenimiento del Estado moderno. Ya no se trata de conducir al
pueblo a su salvación en otro mundo, sino más bien de asegurarla en este mundo. En este
sentido, la palabra “salvación” adquiere diferentes significados: salud, bienestar, seguridad,
protección contra accidentes. Una serie de objetivos “mundanos” sustituyen a los fines religiosos
del pastoreo tradicional. El estado benefactor encuentra sus antecedentes en el pastorado.
El modelo de poder de los griegos no era el pastor de rebaños sino el piloto de navío, el
que maneja la nave. Son dos modelos, pues los gobernantes en los hechos no son
necesariamente así.

Modo de ejercer el poder PASTORADO: Pastor de ESTADO: Timonel de navío.


rebaños. Vida de los Conducción de la nave o de la
individuos. ciudad y los ciudadanos,
Relación ORIGINARIA: SECUNDARIA:
Dios/hombre Ser humano/Ser humano
Vínculo SUMISIÓN a la voluntad del ACATAMIENTO de las leyes y
pastor. normas de la ciudad.
Presencia INMEDIATA: MEDIATA:
la unidad depende de la acción provee a la ciudad de leyes
directa del pastor. que perduraran.
Meta SALVACIÓN DEL REBAÑO: SALVA A LA NAVE O A LA
solicitud constante: saciar el CIUDAD en los momentos de
hambre y la sed, y seguridad: peligro.
se arriesga para salvar la oveja
perdida.
Ejercicio del poder UNA DEVOCIÓN: día y noche UN DEBER: conducir la nave o
vela por el rebaño, por todos y la ciudad a puerto seguro.
cada uno de ellos.
Juego Juego del pastor y el rebaño Juego de la ciudad y el
ciudadano
Zonas geográficas Egipto, Israel, Cristianismo. Grecia, Roma.

El juego del pastorado cristiano de la Edad Media, conformado por estrategias tales como
la dirección de conciencia, la dirección espiritual y un vínculo de obediencia total de
autoconocimiento y sumisión al otro, se va transformando en los estados modernos con una
combinación de ambos juegos en gobernar a los individuos mediante su propia verdad. En esta
transformación intervienen diversos dispositivos.
Foucault ve en la arquitectura de cada época una de las estrategias del poder que actúan
sobre las personas y las influencian posiblemente más que las normas o leyes expresadas en
palabras. Antes del siglo XVIII, el arte de construir respondía sobre todo a la necesidad de
manifestar el poder, la divinidad, la fuerza. El palacio, la iglesia, las plazas fuertes constituían las
grandes formas en las se manifestaba el poderío, se manifestaba el soberano, se manifestaba
Dios. La arquitectura se ha desarrollado durante mucho tiempo alrededor de estas exigencias.

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Pero, a finales del siglo XVIII, aparecen nuevos problemas: se trata de servirse de la organización
del espacio para fines económico-políticos.
El panóptico es un modelo de prisión diseñado por el filósofo utilitarista de los siglos
XVIII y XIX, Jeremy Bentham. Aunque nunca fue construido tal cual su modelo, según Foucault,
sirvió para la construcción de la escuela, el hospital, el cuartel, la fábrica y todas las demás
instituciones modernas, a las que Foucault denomina lugares de encierro. Por lo de la prisión y
por la diferencia con la estrategia actual del poder: control al aire libre. Lo cierto es que Bentham
dijo que el panóptico se le ocurrió a partir de una visita que hizo su hermano a la Escuela Militar
de Paris y a los problemas de visibilidad que allí tenían. “Los temas de vigilancia, y en particular
de la vigilancia escolar, los controles de la sexualidad se inscriben en la arquitectura. En el caso
de la Escuela militar las paredes hablan de la lucha contra la homosexualidad y la masturbación.”
La Revolución Francesa a través de algunos de sus representantes aceptó
favorablemente el proyecto del panóptico. Se sabe que Bentham recibió como premio “Ciudadano
francés” en 1791. Pero, lo cierto es que no se lo ve a Bentham con la mirada de Foucault, sino
como un proyecto humanitario. Respecto a esto Foucault aclara que en el Panóptico se encuentra
esta frase: “Cada camarada se convierte en un vigilante” y la Revolución Francesa hubiera dicho
justamente lo inverso: que cada vigilante sea un camarada.
En una entrevista realizada a Foucault en 1980, publicada con el título El ojo del poder, él
explica el sentido que le da al panóptico en sus investigaciones.
El panóptico consiste en una edificación circular basada en el principio de ver sin ser visto.
En el centro tiene una gran torre, desde la cual el observador puede mirar dentro de cada una de
las celdas que se encuentran a su alrededor. Debido a la iluminación, sólo el guardián desde la
torre puede ver a los prisioneros, pero éstos no pueden ver al guardián. Como resultado de esta
situación, los presos deciden comportarse como si los estuviesen vigilando en cada
momento, ya que nunca saben cuándo están siendo observados en realidad y cuándo no.
El panóptico pasó inadvertido hasta que Foucault lo convirtió en un acontecimiento histórico
fundamental. Y consideró un hecho particularmente significativo el nombre que se le dio.
Bentham trajo algo que educadores, médicos y penalistas esperaban. Como también se puede
apreciar en la selección de textos acerca de la policía, que incluye en Omnes et Singulatim. El
panóptico es un dispositivo que favorece el ejercer bien y fácilmente el poder.
El mayor miedo del siglo XVIII es el espacio oscuro: las supersticiones religiosas, los
complots de los tiranos y los frailes, las ilusiones de ignorancia, las epidemias. El poder no podía
tolerar regiones de sombra. “Si se han interesado por el proyecto de Bentham se debe a que,
siendo aplicable a tantos campos diferentes, proporcionaba la fórmula de un “poder por
transparencia”, de un sometimiento por “proyección de claridad”. El panóptico es un poco la
utilización de la forma “castillo: (torreón rodeado de murallas) para paradójicamente crear un
espacio de legibilidad detallada.”
Además de la mirada, la palabra tiene un uso particular dentro del panóptico. Existen
tubos de acero que unen el inspector central con cada una de las celdas en las que se
encuentran pequeños grupos de prisioneros para trabajar la disuasión. Y asegurar la irrigación de
todo el cuerpo social de los efectos de poder llegando hasta sus más ínfimos resquicios.
Además lo característico de las sociedades que se instauran en el siglo XIX, es que no hay
un poder que radique totalmente en alguien, es una máquina en la que todo el mundo está
aprisionado, tanto los que ejercen el poder como aquellos sobre los que el poder se ejerce. Nadie
puede ser lo que era el antiguo rey, la fuente de todo poder. Si la máquina fuese tal que alguien
estuviese fuera de ella, o que tuviese él solo la responsabilidad de su gestión, el poder se
identificaría a un hombre y estaríamos de nuevo en un poder de tipo monárquico. En el
Panóptico, cada uno, según su puesto, está vigilado por todos lo demás, o al menos por alguno

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de ellos; se está en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de
un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias.
En la entrevista le preguntan a Foucault: “Además, ¿no es el panóptico de Bentham, en
cierto modo, la ilusión del poder?” Y así responde: “Es la ilusión de casi todos los reformadores
del siglo XVIII (…). Los reformadores creyeron que las gentes se harían virtuosas por el hecho de
ser observadas.”
Para terminar el texto de hoy, me voy a referir a los conceptos desarrollados por Foucault
en una conferencia realizada en 1976 en la Facultad de Filosofía de la Universidad del Brasil.
Publicada con el título Las redes de poder. En ella, clarifica las limitaciones que le encuentra a
la concepción jurídica formal del poder, pues le parece una concepción totalmente insuficiente en
la medida en que estriba en la prohibición. Va a intentar mostrar una concepción positiva de la
tecnología del poder sustentándose en otros pensadores que están abocados al desarrollo de una
nueva concepción. Y va a tratar de explicar los motivos que llevaron a la sociedad occidental a
una concepción del poder tan restrictiva que pone todo el peso en la oposición debes/no debes.
Responsabilizar a Kant por esto le parece un gran simplismo. Y destaca dos procesos históricos
que justifican cómo se instaló la concepción jurídica del poder en occidente.
Por un lado el poder monárquico se desarrolló apoyándose en instituciones jurídicas y
judiciales. El derecho romano es el instrumento que utiliza la monarquía para afianzar su poder y
disminuir el poder de los señores feudales en los siglos XIII y XIV. El poder monárquico como
poder del Estado está representado en el derecho. Pero, por otro lado, la burguesía busca en el
derecho un sistema de representación del poder común. El derecho le ofrece el vocabulario que
necesitaba para desembarazarse de la monarquía. Se utiliza el instrumento de la monarquía
contra ella misma.
“Para proporcionar un ejemplo sencillo, Rousseau, cuando hizo su teoría del Estado,
intentó mostrar cómo nace un soberano, pero un soberano colectivo, un soberano como cuerpo
social, o mejor, un cuerpo social como soberano a partir de la cesión de los derechos individuales,
de su alienación, y de la formulación de leyes de prohibición que cada individuo está obligado a
reconocer pues fue él mismo quien se impuso la ley, en la medida en que él mismo es miembro
del soberano, en la medida en que él es él mismo el soberano.”
Por eso Foucault piensa que es de esta concepción jurídica del poder, de esta concepción
del poder a través de la ley y del soberano, a partir de la regla y la prohibición, de la que es
necesario liberarse si se quiere realizar un análisis del poder más amplia, no desde su
representación sino desde su funcionamiento. Bentham puede aportar algo, pero también Marx,
en el libro II del Capital.
En el libro II del Capital, es el primer lugar en que encuentra no la existencia de un poder,
si no varios poderes.
Dice Foucault: Poderes quiere decir formas de dominación, formas de sujeción que operan
localmente, por ejemplo, en una oficina, en el ejército, en una propiedad de tipo esclavista, o en
una propiedad donde existen relaciones serviles. Se trata siempre de formas locales, regionales
de poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica. Todas
estas formas de poder son heterogéneas. No podemos entonces hablar de poder, si queremos
hacer un análisis del poder, sino que debemos hablar de los poderes o intentar localizarlos en sus
especificidades históricas y geográficas.
El poder político que se ejercía en la monarquía era un poder global y lacunar, muy
discontinuo, había muchos procesos que escapaban al control. Por ejemplo, el contrabando en el
siglo XVIII, la piratería. Las mallas de la red eran muy grandes.

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Otro problema del funcionamiento de los mecanismos de poder en la monarquía, es que el
poder era entonces, recaudador y predatorio, y no favorecía ni estimulaba el movimiento
económico. La historia se ha focalizado en las técnicas industriales que se inventaron en esta
época y dejo de lado el análisis de las invenciones en tecnología política. En esta área, Foucault
distingue dos tipos de tecnologías: 1. La disciplina, el mecanismo del poder vinculado al
panóptico, a la aspiración de ver todo y controlar todo. Las técnicas de individualización: cómo
controlar a las personas, pero también cómo intensificar su rendimiento, multiplicar sus
capacidades e instalarlo en el lugar donde es más útil.
El ejército prusiano sin duda es un ejemplo de esto, para Foucault, pero el explica algo en
relación a la escuela que tal vez es menos evidente para todos:
“Vean, por ejemplo, cómo ustedes están sentados delante de mí, en fila. Es una posición
que tal vez les parezca natural; sin embargo, es bueno recordar que ella es relativamente reciente
en la historia de la civilización y que es posible encontrar todavía a comienzos del siglo XIX
escuelas donde los alumnos se presentaban en grupos de pie alrededor de un profesor que les
dictaba cátedra. Eso implica que el profesor no puede vigilarlos realmente e individualmente: hay
un grupo de alumnos por un lado y el profesor por otro. Actualmente ustedes son ubicados en fila,
los ojos del profesor pueden individualizar a cada uno, puede nombrarlos para saber si están
presentes, qué hace, si divagan, si bostezan, etc. Todo esto, todas estas futilidades, en realidad
son futilidades pero son futilidades muy importantes, porque finalmente, al nivel de toda una serie
de ejercicios del poder, es en esas pequeñas técnicas que estos nuevos mecanismos pudieron
investir, pudieron operar.” Pensemos en la ubicación en círculo, aparentemente tan
desestructurada y supuestamente desjerarquizante. Y, desde esta mirada, se puede apreciar que
le control indivitualizante crece. Más aún con la moda actual de la educación emocional con la
que se pretende acceder a la intimidad emocional de cada alumno.
Esta tecnología desarrollada en las escuelas, que también se da en el ámbito laboral, es lo
que Foucault denomina anátomo-política, una política que apunta a los cuerpos de los individuos.
Junto a esta como se indica en la cita que incluí al comienzo de este texto, se encuentra la que
tiene por objeto las poblaciones. ¿Qué se entiende por población? Un grupo de seres vivos que
posee una natalidad, una mortalidad, una pirámide etaria, un estado de salud, puede perecer o al
contrario puede desarrollarse. Es la llamada bio-política: la vida se hace a partir del siglo XVIII,
objeto de poder, la vida y el cuerpo.
Y dice Foucault: …”el sexo se vuelve a partir de ese momento, el siglo XVIII, una pieza
absolutamente capital, porque en el fondo, el sexo está exactamente ubicado en el lugar de la
articulación entre las disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la población. El
sexo viene a ser aquello a partir de lo cual se puede garantizar la vigilancia sobre los individuos, y
entonces se comprende por qué es en el siglo XVIII y justamente en los colegios, que la
sexualidad de los adolescentes se vuelve un problema médico, un problema moral, casi un
problema político de primera importancia; porque a través, y so pretexto de este control de la
sexualidad se podía vigilar a los colegiales, a los adolescentes a lo largo de sus vidas, a cada
instante, aún durante el sueño.
Entonces, el sexo se tornará un instrumento de disciplinarización, y va a ser uno de los
elementos esenciales de esa anátomo-política de la que hablé, pero por otro lado es el sexo el
que asegura la reproducción de las poblaciones, y con el sexo, con una política del sexo podemos
cambiar las relaciones entre natalidad y mortalidad; en todo caso la política del sexo se va a
integrar al interior de toda esa política de la vida, que va a ser tan importante en el siglo XIX. El
sexo es el eje entre la anátomo-política y la bio-política, él está en la encrucijada de las disciplinas
y de las regulaciones y es en esa función que él se transforma al fin del siglo XIX, en una pieza
política de primera importancia para hacer de la sociedad una máquina de producir.”

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