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Laura Massolo
1
A Cecilia
2
Desde la extrañeza
EN LA PLAYA
Aquí, en la playa, están las cadenas suspendidas, los desechos, las rupturas, y los
abandonos.
Por lo demás, la espuma deja un muestrario que recoge pupilas, dedos, bolsas,
gotas, iodo, sal; y pena.
También,
está mi asombro.
3
RARO
Raro.
Maduró como un reloj atado,
no brotó en su momento,
fue perforando cavidades con la velocidad de una sombra,
y en lugar de arena soltó pan, goma, sustancias viscosas.
Además, la erosión, en calma, limpiamente, tuvo la piedad de una llovizna.
Raro.
Raro.
Rarísimo.
ERRADO Y ERRANTE
Y una se queda
ensayando
este solo paso de danza,
guardando prolijamente la locura
en gotas de sal.
5
PARA SEGUIR
Después
una se encuentra con una y no sabe a qué cosa de nosotros perteneció la idea de
alguna vez la dicha
Y una se pregunta
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ILUSA
¿Y qué querías?
¿Un lago? ¿La cuenca de azogue y el reflejo?
¿El tejido apretado? ¿El cordón? ¿La telaraña?
¿Y qué esperabas?
¿La lluvia? ¿La boca dispuesta a recoger las gotas?
¿Un cielo nuevo, inabarcable, abierto, con los astros clavados?
Ilusa:
Esto es aceite y él es pájaro
La costa es áspera y se rompen las señales
Tu sol es un fósforo y el amor es volátil
No llueve
El agua que te moja es sobrante de algún riego difuso
La gloria anuncia pequeñas dosis de música
sin concierto
Es tan ligera la luz que apenas toca objetos o sombras que se escurren
El tuyo es molde cóncavo
Y él es viento
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EL LADRILLO
Si por su origen se parece al hombre puede ser el fin del hombre cuando se arma
en bóveda;
DESPRENDIMIENTO
Tuvo que andar con él a cuestas porque las manos estaban anegadas y solamente
las horas se movían;
disparó por las habitaciones,
juntó cortezas y piñas y ramas en el fuego, calentó los ojos, las medias y la escoba.
Y habló por teléfono.
Era curioso
que se asomara y se perdiera,
que atara rudimentos sin desprenderse, que se poblara de señales o engordara,
como si se alimentara de los pies.
Y entonces fue
un poema.
9
Por ahora
dejo testimonio de un pedazo radiante de mi tiempo,
de la complicidad con el músculo de agua,
del canto
y de los adjetivos que confirman obviedades y fracasos.
Desde la cruz
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LA CRUZ
La cruz es una proporción sin proporciones, la pesadez exacta que dobla las
rodillas, lo que arrastramos por los días o la estatura plena del dolor.
Puede ser veleta desganada, dos palos que se cruzan, madera que acompaña en
la pared o mapa de un camino.
Y puede ser
una mole frente a la llanura,
una muerte por tajo,
la sociedad de las asfixias con las cargas,
un sobre con cáncer.
La cruz es un lastre bifurcado de acuerdo con el dedo que señala o la fecha que
nos corresponde.
Sombra limpia y vertical o raya horizontal donde cuelgan los brazos después de
las correas.
Esa forma de amor que se lleva con los hombros desiertos o esa forma de amor
que se encarna en el hijo que no sabe realidades.
Un beso con intención de juramento o un final o un bosque sin respiraciones.
Un ácido que flota en la columna vertebral o dos bandas de vidrio incrustadas en
la carne.
La mano que se arriesga en la ternura
o los clavos listos para convertir la mano en garra
LA CAMA
Bolsa y caja.
O paisaje débil de cumbres.
O tantas cosas.
Es el muelle.
El día, la vigilia, los días de rumor y vigilancia,
los gatos, las esperas,
la ropa y la blancura, los martillos;
el grito, el estertor, las eclosiones. Y a veces el descanso.
Es la vida
y es la muerte.
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ES EN EL ESTÓMAGO
Se fue mi madre.
Rabiosa se fue.
Se fue porque no leo, porque no le obedezco, porque no.
Y lloro.
Pero sé que tengo que lavar los platos y hay unos platos enredados en fideos que
se vuelven negros.
Es tinta.
Eso es tinta dice mi madre que se fue y no es que haya vuelto sino que tiene la
voz entre las ollas.
No sé qué quiere, no sé qué quiere, no sé qué quiere,
revuelvo la basura la mugre las cáscaras de papa las colillas mojadas una fruta
podrida un libro mi libro el próximo todos los poemas.
Me siento tan culpable por la tinta. Es un arroyo y lo trago. Es un serrucho para las
horas. Es aceite que gotea la mesa.
y me despierto.
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PASTA
PHILOS
Vuelan
Cuchillitos
Filos
Partes crecidas de mí
Pedacitos
Espadas
Mansa
Buena
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DESPREOCUPADA MENTE
Ella corría
como los que andan sin interrogantes:
descalza y desnuda.
Corría.
Y al regreso.
Una vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez
Y aunque no fuera evidente (las retinas jamás captan el hambre de los huesos),
adentro, en la velocidad y en la sordera, contra las ondas y libre de toda
paradoja, ella corría con un cúmulo de glorias enroscado en las venas
como si hubiera decretado la sana paranoia de creer en el derecho, en lo
impecable, en el estallido próximo tan cercano tan cercano.
Ella corría.
Entonces no eran necesarios ni la órbita ni el cielo. Ni saber en qué momento el
río fue un pulmón que respiró el aliento y tragó pájaros, ni quién pudo
pinchar los ojos de los bosques, ni dónde guardaron el vapor, ni cómo se
clavaron esos dedos secos y extendidos en la garganta que modulaba,
distraídamente, felicidades que por lo visto eran de agua, todas de agua;
ni el zarpazo o el dolor o la carne rota o el aullido que se hamacaba en una
cara espantada de reflejos y atrás, escondida, vieja, sin dientes, arrugada y
pútrida, una especie de pregunta que nunca nadie quiso contestar porque
mejor que no y mejor correr correr correr.
Y qué importa y correr y no es nada y correr y ya pasó y correr. Y ella corría y
corría y corría. Y más rápido y corría y más viento y corría y más sudor y
corría y más promesa y corría y el rectángulo y corría y los pechos y corría
y los brazos y corría.
Y una pared
De golpe
Y el choque
seco
Y una muerte
20
oscura
oscura
La última
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EL ALMANAQUE
En cada celda, un día, separado de los otros por el tabique del sueño,
por la madrugada y el poniente,
por un acontecer de cambios y giros y rodeos en la tierra y en el cielo,
por un orden que forma cadenas y cadenas y organiza humanidades,
climas rigurosos, aires cálidos,
fronteras y principios,
desahogos y revuelos.
Y el último cuadro,
sentado a la derecha del tablero,
ha de venir a juzgar los errores y el acierto,
y los malogrados.
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EL DIARIO
era una pasta desgarrada del árbol y molida y amasada con tiempo y aplastada y
enrollada en un cilindro
seca
obediente
blanca
frágil
muda
nadie sospechó que un rollo grueso y quieto pudiera negarse a tomar forma de
monstruo de masacre de infierno de tortura de cárcel de asesino de
ladrones de chiste de jet set de propaganda de guerra de vampiro
nadie
y fue de noche
y fue justo en la hoja del horario de los vuelos debajo del pronóstico del clima y
después de todos los horóscopos
voló
se hizo amplio como un cielo
cubrió las máquinas los hombres las rodillas los rodillos se lanzó como una lluvia
mezcló todas las tintas rompió los engranajes lloró por las palabras gritó
por las banderas aulló entre los motores
hizo una mezcla de silencios y de asombros con muecas que taladraban bocas
abiertas y azoradas con ruidos de metal y piezas rotas y chorros de colores
por el piso
y chispas
y una oscuridad
y cuando vinieron chupando amaneceres los camiones y los puestos y los ojos
se quedaron
sin saber
qué
pasó
con las noticias
.
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EL APOCALIPSIS DE CACHO
La primera plana dice: peces muertos, masas pestilentes en el mar, agua sin vida.
Duro, Cacho, pedalear en este invierno.
Y la corneta.
Los Ajenjo están borrachos. Vomitaron la tercera parte de la noche una noche
entera de cerveza.
Olor amargo.
Está oscuro. Ni la luna.
El horizonte va comiendo cada luz. Viene de rojo. El sol es flaco. El sol es negro.
Dale, Cacho, falta poco.
Y otro rollo matutino pega justo en el culo de la gorda que salía para misa.
Te putea.
Aguante, Cacho, la clientela.
Toque y toque la corneta.
Siete veces toque y toque la corneta.
En la esquina se retuerce una mujer. Está pariendo. Pide ayuda. Grita que un
dragón quiere robar a su bebé.
Cacho piensa en la locura.
Vuelve al puesto.
Toma un mate.
Los clasificados venden sueños y un planeta.
Lloran cómicos la página de atrás.
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Por suerte, descansa el frío: el trago caliente viaja en la bombilla y, más o menos,
amanece.
Una milonga taraitaitá en la radio.
Después de todo,
no pasa nada.
Como siempre.
EL ESPECTÁCULO
Y caen
y caen.
Cae una mujer que doma fieras con un látigo de plumas con un pañuelo blanco
con un cartel con sangre.
Y caen y corren y corren y caen y corren y tropiezan, caballos y ratones y marchas
y serpientes y gorilas y gases lacrimógenos y perros y gatos y memorias.
Nadie aplaude.
Nadie.
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CONTRA LA CALLE
Qué era.
De dónde.
Absolutamente nada.
Como si el poema
sin lastimaduras
Digamos que es dulce comer la masa insípida con todos los sentidos,
y es una leyenda subsistir como aventura;
y es un prodigio sujetar
la victoria en la mirada floja,
la miga en el estómago,
la risa
en la boca desdentada.
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POEMA ROSA
no puede ser paloma paz ni punta roma si la guerra y la verdad van en el diario
que vende un paralítico
tengo
el paladar espina
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UNA TRISTE
“Y así ella se alimente de frutas amarillas o de peces plateados, siempre vomita nieve.”
Jorge Boccanera (Sordomuda)
En esa época
jamás
miró a las criaturas de ceniza ni a las figuras descosidas
Tampoco abrió el panel exhaustivo de los ojos para llorar una piedad
Porque era triste resbalaba en las palabras y confundía el musgo con la nieve o
desgarraba los ojales del vestido con tijeras de dos puntas de azúcar
Porque era triste anduvo con las garras por el filo de la vena y se cortó en un tajo
de perfume o suturó la nada con la nada
Pero es verdad:
hizo poesías
Ahora las guarda en un ropero con lavandas en una carpeta estampada de
muérdagos
Se ha vuelto subversiva y escribe palabrotas o piensa en la injusticia y no perdona
el más común lugar común
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Enajena una porción del hemisferio izquierdo y canta sus demandas como puede
Es consciente del hambre de cada ser hambriento y no cruje guitarras
Usa un misil de uñas destempladas para vomitar dolores
Con una espátula recoge la sal de las mucosas y pinta una bandera en los harapos
Cuando era triste tenía un par de guantes verdes para no arder las manos en la
llaga
Come amargura
Desde la oscuridad
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LA OSCURIDAD
La oscuridad se toca con los dedos y se oye como se oyen los límites y se ve como
se ven los silencios. Se huele, como se huelen los presagios.
LA CENIZA
Algo, que antes era sólido, ahora es forma informe, inestable, frágil,
certificado de lo ardido.
DEVOLUCIÓN
No me devuelvan
otra cosa
que mi nombre.
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LA UÑA
Transparencia
túnica
muralla diminuta
la ternura en los pechos cargados
un ruido en las pequeñeces que se escarban
la masticación de una duda
la mansedumbre alerta en el recelo de los gatos
una espera que dibuja lunas en las palmas
una lengua metálica cuando se terminan las palabras
la percusión de la impaciencia
esa lámina blanda capaz de ahondar las grietas
las hojas de la mano escribiendo fisuras
eso que rasca cicatrices
el final de una caricia en la punta de los dedos
el placer clavado en otro cuerpo
los rasguños
lo que se resquebraja
el desgarro
las despedidas arañando los vidrios
muchas desesperaciones en franjas lívidas la crispación el arrebato la
prolongación de un grito en el acceso de locura el extremo la garra un
estilete para cortar la carne en lonjas lo que se arranca en las torturas la
última defensa entre la asfixia
las disecciones
un olor a humo
el genocidio
pedazos
entre la ceniza
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MUEBLES VIEJOS
OBLIGADA MENTE
No se prepara un milagro
No acontecerá ninguna mutación
No se llenarán los huesos que desplazan la figura por la casa
El gesto agrio se volverá más agrio cuando se afilen los días
Habrá un momento delgado y negro como la boca de un embudo para tragar
todos los sermones Y la sopa demasiado caliente y el hielo demasiado frío
los intestinos atorados y el gato que desparrama la basura y el cielo
cargado y los ruidos de la siesta y la plata que no alcanza y la herramienta
que se robó un fantasma
Habrá una finitud
Un último suspiro
Habrá un minuto
Una baba sorda en la garganta
Un aliento al revés
Y será cuando caiga esta gota o cuando caigan todas cuando la radio anuncie la
temperatura cuando explote una sirena cuando no pase nada cuando se
frote un último fósforo en la caja cuando las arañas miren desde el techo
con una infinidad de ojos cuando se apriete el depósito del baño cuando
emerja otro ser húmedo desde cualquier vagina cuando sea la muerte que
será
sin acontecer y sin sorpresa
Esa obviedad
ese desconocimiento
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LA VELA
EN LA OCASIÓN
a Carlos Pereiro
“...Algunos nombres, pocos, que puedan, digan, parezcan, una llave falsa para una
puerta falsa que fue en la memoria el tiempo del amigo o el amado”
Jorge García Sabal
Para guardar las letras en el libro blanco jugó una carrera contra la ceniza
Empujó la máquina
apretó la carga
hizo rosarios en las páginas con los contenidos de una relojería penetrante de
vocablos y condensó la fiebre de todos los rincones de todos los poemas
mientras las células se mojaban de frío
casi
le ganó al tiempo
sin embargo
de los dedos salieron como eternidades como ejércitos
a declarar lo persistente
Aconteció la muerte
y aunque la muerte se había proclamado casi en calma desató el golpe
insospechado del dolor cuando escribe un final en las esperas
cada hoja fue una pala removiendo arena y en cada grano hubo un indicio de
latido y de cada latido se descolgaron las palabras y de cada palabra
gigantesca resucitó el significado de la urgencia
y tembló en la voz cada palabra que la voz desenterró del libro blanco
y temblaron unos círculos rojos sin confesar si eran disparos
o impresiones
o vestigios
o sangre
no
en el libro blanco
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EL PIE
Algún día
voy a ir
descalza
por la calle.
45
LA CENA
Él habla y dice
explica
que ni siquiera cuando dijo dijo porque si dijo que sí era que no por dentro y que
además
la confusión
los gritos
algún fantasma
Van y vuelven y revuelven la causa la pregunta el portazo la ceguera
el daño
Él habla
dice que si dijo ya no dice
y que ahora dice
que se fue la escarcha
que basta
que ya
y alarga las manos por la mesa
y ella come por primera vez después de cinco hendiduras de cinco días salvajes de
cinco muertes de cinco formas de tragar veneno y desaliento
y dudas
46
se guarda en la mano
tibia
tibiamente
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HASTA HOY
A Graciela Marchesini
Ella es tan mía, tan ajena y tan extraña como este poema.
Siempre me gustó besar sus dedos inútiles y puros.
Ella es suave. El algodón es tan sordo como tibio.
Cuando la cargué, era redonda y rubia.
Y caminé.
Nos dibujaron kilómetros de papeles con espigas.
Y caminé. Y caminé.
Imaginé un tránsito con muy pocas estrellas o con soles diminutos encerrados en
frascos.
Después, mis manos llevaron infinitamente la cuchara, lavaron metros y metros
de sábanas, perforaron tiras y tiras de remedios, y se juntaron a rezar; más
que nada, se llenaron de lenguajes
raros, unívocos,
de pajaritos sueltos en el aire de la casa, de Faroleras extenuadas de pasar por el
cuartel, de mensajes que hablaban por mi nena que no habla.
Los que zumban condolencias quieren apretar mis manos.
Piensan que se agrisaron de ceniza.
Yo siento que se volvieron luminosas.
Cuando el médico dijo de la cruz, pensé cada manera tierna y primitiva de lograr
una respuesta.
Inventé dejar la cruz flotando, al viento, y guardar toda la luz en donde fuera.
Envejezco.
De tanto en tanto dejo instrucciones, por si tuviera que ausentarme.
Lo inexplicable,
es que todo se ilumine.
50
ÍNDICE
Desde la extrañeza
En la playa 2
Raro 3
Errado y errante 4
Para seguir 5
Ilusa 6
El ladrillo 7
Desprendimiento 8
Poema para respirar 9
Desde la cruz
La cruz 11
La cama 13
Es en el estómago 14
Pasta 16
Philos 17
Despreocupada mente 18
Desde la oscuridad
La oscuridad 33
La ceniza 34
Devolución 35
La uña 36
Muebles viejos 37
Obligada mente 38