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CONSIGNA I
1 MANETON en: Josefo contra Apión, I 73 – 92. Traductores: Profs Blanca Tausend y Ana María Fund.
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Por su parte, los Hicsos que venían instalándose en la zona desde hacía tiempo,
comenzaron a consolidar su presencia. Finalmente este proceso cristalizó con la toma de
Menfis y la creación de un nuevo poder político. Tradicionalmente se afirmaba que el
gobierno hicso era un fenómeno particular con características singulares y únicas. Sin
embargo hoy sabemos que en realidad fue el resultado de un sincretismo tanto cultural
como político y social entre el elemento asiático y el egipcio. Al contrario de lo que
asegura Manetón, no eran un pueblo bárbaro ni salvaje, ni tampoco todos eran nómades.
Se trataba de un mundo de “ciudades-guarniciones” que en gran parte respondían al
modelo que en la época del Bronce Medio correspondía a Palestina. Tampoco sostenían
una economía basada en el pillaje sino que mantenían estrechas relaciones comerciales
tanto con Chipre como con Siria e incluso con el Alto Egipto. Como dice Serrano
Delgado, “esa organización previa hubo de contar con unas bases de partida que crearan
las condiciones para la toma del poder”.2
Lo que sucedió fue que para este período que abarca desde 1720 AC hasta 1567
AC en el delta del Nilo se produjo un gran sincretismo en todos los planos entre culturas
diversas que produjo una serie de transformaciones tanto en el plano material como
ideológico. En las tumbas, si bien predominaba el elemento egipcio, se encuentran
algunos indicios de influencia asiática. A la presencia hicsa se le atribuye
tradicionalmente el ingreso del caballo y del carro de guerra, pero también de otras
producciones culturales como cerámicas e instrumentos musicales. Sin embargo, el
gobierno hicso también adoptó la tradición faraónica, la escritura jeroglífica y el
panteón egipcio no solo como formas de legitimar el poder, sino que hay que entender
dichos usos de la simbología estatal como parte del mismo proceso de sincretismo
cultural. Podemos decir en este sentido que los hicsos no inventaron una nueva
organización burocrática sino que más bien utilizaron la preexistente administración
egipcia con sus propios agregados. Quizá el mejor ejemplo de esto sea la Estela del Año
400 en conmemoración del dios Seth por la fundación de la ciudad de Pi-Ramses. En
ella figura la imagen del faraón vistiendo a la manera asiática lo cual refuerza la idea del
sincretismo cultural. Además, el hecho de que Seth3 aparezca en el nombre protocolar
en vez de Horus nos recuerda la influencia hicsa sobre la mentalidad egipcia.
2 SERRANO DELGADO J. M: “Los hicsos en Egipto”, en Revista de Arqueología, año XV, nº 154, Madrid 1994. Pág. 40
3 Dios asociado siempre al caos, al desierto y por tanto al otro, al extranjero, a lo que está más allá del orden cósmico que representa
Egipto. Cabe destacar que a partir de este período se asociará a esta divinidad con Baal, dios guerrero de procedencia semítica. El
panteón egipcio también sufrirá transformaciones con la introducción de dioses extranjeros como Astarté o Anat.
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CONSIGNA II
El ascenso de Babilonia durante la época de Hammurabi se dio en un contexto
previo de descentralización estatal y de un replegamiento de la vida urbana sobre las
aldeas rurales. Hammurabi, quien logró la máxima expansión territorial en
Mesopotamia hasta su época, tuvo que valerse de diferentes mecanismos de
legitimación para asegurarse el poder, ya que el uso de la coerción prolongada para
mantener la autoridad, no suele resultar permanentemente.
Uno de los mayores ejemplos de legitimación durante el reinado de este monarca
es el famoso código de leyes que lleva su nombre. Tanto en su prólogo como en su
epílogo se observa claramente la intención de legitimarse en el poder.
En primer lugar, ya desde el inicio del prólogo se trata de establecer un vínculo
entre el rey y el mundo celeste. Se observa como trata de emparentarse a la divinidad
local, Marduk, con las antiguas divinidades sumerias: “Enlil (…) estableció para
Marduk, el primogénito de Enkii, las funciones de Enlil sobre la humanidad”. A
continuación, señala que los mismos dioses que designaron al dios de Babilonia,
también lo eligieron a él para “promover el bienestar del pueblo”. De esta manera queda
claro el intento de Hammurabi por establecer una conexión genealógica y por tanto
parental con los dioses. Sin embargo, no sólo recurre a la tradición religiosa como
forma de legitimarse en el poder, también aprovechando la coyuntura económica y polí-
4 La Profecía de Neferty es un buen ejemplo de esta concepción dualista, que opone el Ma’at, es decir el orden, al caos, a Egipto,
contra el extranjero en el cual encuentra diferencias. “Los enemigos han aparecido en el este, los asiáticos han descendido a Egipto”.
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BIBLIOGRAFÍA