Você está na página 1de 5

1

GOBIERNO DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES


MINISTERIO DE EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO
DR. JOAQUÍN V. GONZÁLEZ
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
CÁTEDRA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA ANTIGUA (EGIPTO Y ORIENTE)

Profesor: Martín Cifuentes


Alumno:
Comisión: 1º D
Año lectivo: 2010
Parcial domiciliario Nº 3

CONSIGNA I

La llamada “Invasión de los Hicsos” que tuvo lugar durante el reinado de la


Dinastía XIII (1720 AC) se ha considerado desde la óptica tradicional como una
irrupción repentina y violenta de los pueblos asiáticos que habitaban el corredor sirio-
palestino en la tranquilidad del Egipto unificado del Reino Medio. Para justificar esta
postura la vieja historiografía tomaba el relato de Manetón1 quien describía a los Hicsos
como un pueblo de salvajes dedicados al hurto, a la guerra y al saqueo. Sin embargo
hoy en día se descarta esta visión, que en gran parte descansa sobre la idea que los
propios egipcios se hacían de los Hicsos. Actualmente se habla más bien de un lento
proceso de infiltraciones progresivas de estas poblaciones asiáticas en el delta del Nilo
que a la larga trajeron como consecuencia profundas transformaciones culturales,
políticas y administrativas dentro del propio territorio egipcio.
Siguiendo la idea de las infiltraciones progresivas, podemos rastrear este proceso
ya en tiempos del Reino Medio. La centralización llevada a cabo por el estado como
fruto de una nueva unificación territorial ayudó a fortalecer el sentido de unidad en el
plano ideológico, lo cual se ve plasmado en la intención de establecer fronteras bien
definidas. Amenemhat I y sus sucesores son un claro exponente de esta iniciativa.
Mostraron un gran interés por la construcción de una serie de fortificaciones en la
frontera sur a la altura de la segunda catarata y del “Muro del príncipe” en la zona del
Delta. Es así como ya desde este período comenzó a consolidarse una nueva mentalidad
en oposición al otro, es decir a lo que se consideraba como no-egipcio.

1 MANETON en: Josefo contra Apión, I 73 – 92. Traductores: Profs Blanca Tausend y Ana María Fund.
2

Por su parte, los Hicsos que venían instalándose en la zona desde hacía tiempo,
comenzaron a consolidar su presencia. Finalmente este proceso cristalizó con la toma de
Menfis y la creación de un nuevo poder político. Tradicionalmente se afirmaba que el
gobierno hicso era un fenómeno particular con características singulares y únicas. Sin
embargo hoy sabemos que en realidad fue el resultado de un sincretismo tanto cultural
como político y social entre el elemento asiático y el egipcio. Al contrario de lo que
asegura Manetón, no eran un pueblo bárbaro ni salvaje, ni tampoco todos eran nómades.
Se trataba de un mundo de “ciudades-guarniciones” que en gran parte respondían al
modelo que en la época del Bronce Medio correspondía a Palestina. Tampoco sostenían
una economía basada en el pillaje sino que mantenían estrechas relaciones comerciales
tanto con Chipre como con Siria e incluso con el Alto Egipto. Como dice Serrano
Delgado, “esa organización previa hubo de contar con unas bases de partida que crearan
las condiciones para la toma del poder”.2
Lo que sucedió fue que para este período que abarca desde 1720 AC hasta 1567
AC en el delta del Nilo se produjo un gran sincretismo en todos los planos entre culturas
diversas que produjo una serie de transformaciones tanto en el plano material como
ideológico. En las tumbas, si bien predominaba el elemento egipcio, se encuentran
algunos indicios de influencia asiática. A la presencia hicsa se le atribuye
tradicionalmente el ingreso del caballo y del carro de guerra, pero también de otras
producciones culturales como cerámicas e instrumentos musicales. Sin embargo, el
gobierno hicso también adoptó la tradición faraónica, la escritura jeroglífica y el
panteón egipcio no solo como formas de legitimar el poder, sino que hay que entender
dichos usos de la simbología estatal como parte del mismo proceso de sincretismo
cultural. Podemos decir en este sentido que los hicsos no inventaron una nueva
organización burocrática sino que más bien utilizaron la preexistente administración
egipcia con sus propios agregados. Quizá el mejor ejemplo de esto sea la Estela del Año
400 en conmemoración del dios Seth por la fundación de la ciudad de Pi-Ramses. En
ella figura la imagen del faraón vistiendo a la manera asiática lo cual refuerza la idea del
sincretismo cultural. Además, el hecho de que Seth3 aparezca en el nombre protocolar
en vez de Horus nos recuerda la influencia hicsa sobre la mentalidad egipcia.

2 SERRANO DELGADO J. M: “Los hicsos en Egipto”, en Revista de Arqueología, año XV, nº 154, Madrid 1994. Pág. 40

3 Dios asociado siempre al caos, al desierto y por tanto al otro, al extranjero, a lo que está más allá del orden cósmico que representa
Egipto. Cabe destacar que a partir de este período se asociará a esta divinidad con Baal, dios guerrero de procedencia semítica. El
panteón egipcio también sufrirá transformaciones con la introducción de dioses extranjeros como Astarté o Anat.
3

A partir de la dinastía XVIII el estado egipcio se militariza cada vez más. El


poder estatal se concentra en manos de una burocracia militar y sacerdotal cada vez mas
reducida. La idea que se había formado Egipto sobre el extranjero comenzó a dar frutos.
Si bien en el Delta hubo un gran sincretismo, no fue así en el sur, que permaneció
alejado de la influencia asiática directa. La unificación retomada nuevamente desde
Tebas, se valió de la concepción del asiático que se venía forjando ya desde el Reino
Medio. El nuevo estado entendió la unificación de “las dos tierras” como si se tratase de
la expulsión4 del bando enemigo. El espíritu de conquista y de guerra sería la
característica predominante en las siguientes generaciones de faraones. Ya no alcanzaría
con reestablecer y mantener el orden interno. De ahora en adelante habría que combatir
al caos.

CONSIGNA II
El ascenso de Babilonia durante la época de Hammurabi se dio en un contexto
previo de descentralización estatal y de un replegamiento de la vida urbana sobre las
aldeas rurales. Hammurabi, quien logró la máxima expansión territorial en
Mesopotamia hasta su época, tuvo que valerse de diferentes mecanismos de
legitimación para asegurarse el poder, ya que el uso de la coerción prolongada para
mantener la autoridad, no suele resultar permanentemente.
Uno de los mayores ejemplos de legitimación durante el reinado de este monarca
es el famoso código de leyes que lleva su nombre. Tanto en su prólogo como en su
epílogo se observa claramente la intención de legitimarse en el poder.
En primer lugar, ya desde el inicio del prólogo se trata de establecer un vínculo
entre el rey y el mundo celeste. Se observa como trata de emparentarse a la divinidad
local, Marduk, con las antiguas divinidades sumerias: “Enlil (…) estableció para
Marduk, el primogénito de Enkii, las funciones de Enlil sobre la humanidad”. A
continuación, señala que los mismos dioses que designaron al dios de Babilonia,
también lo eligieron a él para “promover el bienestar del pueblo”. De esta manera queda
claro el intento de Hammurabi por establecer una conexión genealógica y por tanto
parental con los dioses. Sin embargo, no sólo recurre a la tradición religiosa como
forma de legitimarse en el poder, también aprovechando la coyuntura económica y polí-

4 La Profecía de Neferty es un buen ejemplo de esta concepción dualista, que opone el Ma’at, es decir el orden, al caos, a Egipto,
contra el extranjero en el cual encuentra diferencias. “Los enemigos han aparecido en el este, los asiáticos han descendido a Egipto”.
4

tica, utilizó su carisma para lograr el apoyo necesario. El período paleobabilónico se


caracterizó por ser un período en el que se produjo una reestructuración de las
relaciones sociales. Como resultado de dicho proceso surgió una nueva masa de
dependientes del rey. Para Hammurabi era primordial asumir frente a estos nuevos
sectores una posición de líder carismático, atento a las necesidades de sus súbditos:
“Los grandes dioses me llamaron y así me convertí en el benéfico pastor cuyo cetro es
justo”. De ahora en más el rey asumiría la postura de soberano de justicia que apacienta
y vela por sus súbditos cual fiel pastor. Al hacer esto estableció lazos de patronazgo con
sus dependientes directos, ya que estos le deben su prosperidad. Como dice Marcelo
Campagno, el patrón por lo general se distingue de sus clientes por su condición
económica más elevada. Este les provee unos beneficios materiales a cambio de los
cuales aquellos le otorgan su lealtad. Es una relación que nunca se da entre parientes,
sino entre sujetos de distinta condición social.
Por último diremos que el Código de Hammurabi fue sin lugar a dudas redactado
no sólo con la intención de legitimar el poder del monarca, sino también con fines
propagandísticos: “Consigné mis preciosas palabras en mi estela”. La erección de varias
estelas con el código inscripto a lo largo del reino tiene una significación simbólica.
Que en cada rincón, prevalecerá la justicia por el rey allí estará presente bajo la forma
de sus leyes.

BIBLIOGRAFÍA

- BIETAK, Manfred (Extracto) “Canaanites in the Eastern Nile Delta”, en


RAINEY, A. Egypt, Israel, Sinai. Archeological and Historical Relationship in
the Biblical Period, Tel Aviv, 1980, pp 41-56. Traducción: Ana Carolina Hosne
y María de la Paz Estevez (estudiantes de la cátedra, año 1997) Revisión técnica:
Lic. Marcelo Campagno. Cátedra Historia Antigua I (Oriente). Profesora Titular:
Dra. Perla Fuscaldo.
- CAMPAGNO, Marcelo, “Tres modos de existencia política: Jefatura,
patronazgo y estado”, en: CAMPAGNO, Marcelo, (Comp), Parentezco,
patronazgo y Estado en las sociedades antiguas, Buenos Aires, UBA; 2009, pp
341-351.
- DE BERNARDI, Cristina, “Representaciones fundantes de la legitimidad y la
legalidad del poder en el código de Hammurabi”, en DE BERNARDI, Cristina,
5

DIAZ MOLANO, (Comps) Luis, Estado, sociedad y legalidad en la época


hammurabiana, Rosario, Protohistoria, 1999, pp 19-40
- FLAMMINI, Roxana, “Egipto y sus periferias en el Reino Medio”, en :
DANERI, Alicia y CAMPAGNO, Marcelo (Comps), Antiguos contactos,
Relaciones de intercambio entre Egipto y sus periferias, Buenos Aires, Eudeba,
2004, pp 71-96
- SAN MARTÍN, Joaquín y SERRANO DELGADO J. M. Historia Antigua del
próximo Oriente. Mesopotamia y Egipto, Madrid, Akal 1998 pp 277-292
- SERRANO DELJADO J. M: “Los Hicsos” en Revista de Arqueología, año
XV, Nº 154 y Nº 155, Madrid, 1994, pp, 37-43 y 24-31

Você também pode gostar