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NATIONAL DEFENSE UNIVERSITY

WILLIAM J. PERRY CENTER FOR


HEMISPHERIC DEFENSE STUDIES
TERRORISM AND COUNTERINSURGENCY COURSE

INSURGENCIA NO POLÍTICA: LA EXPERIENCIA EN


CENTROAMÉRICA Y MÉXICO. UNA APROXIMACIÓN
PRELIMINAR

Carlos Murillo Zamora

VERSIÓN PRELIMINAR
FAVOR NO CITAR SIN CONSULTAR CON EL AUTOR

Washington DC, Mayo 2014


Históricamente la violencia relacionada con movimientos sociales, sobre todo con la insurgencia,
se ha considerado de naturaleza política; sin embargo las nuevas dinámicas y la naturaleza de
nuevos actores sociales hace necesario revisar tanto el concepto de violencia como las situaciones
que están generándose y repercuten en el ámbito político y en general del Estado. El propósito es
revisar los conceptos tradicionales de insurgencia, a partir de ello valorar la naturaleza y dinámica
de los grupos del crimen transnacional organizado, utilizando en particular los ejemplos de
organizaciones centroamericanas y mexicanas, identificando las consecuencias que estos puedan
tener sobre el Estado, para comprobar que se trata de un nuevo tipo de insurgencia no política (en
la medida que no necesariamente buscan tomar el control del poder político; pero sí crear las
condiciones que garanticen su sobrevivencia).

Por ello se plantea como pregunta orientadora de este documento: ¿Cuál es la naturaleza,
dinámica y principales características de los grupos del crimen transnacional organizado, como las
maras y los carteles de narcotráfico que operan en Centroamérica y México, que los convierte en
un nuevo tipo de insurgencia no política y tienen consecuencias para la naturaleza del Estado?

Tal cuestionamiento permite plantear dos hipótesis, que conducen a comprobar por qué el
fenómeno es una insurgencia no política, en el sentido de que no responde a la misma naturaleza
de lo que bien puede denominarse la insurgencia clásica. La primera hipótesis sugiere que los
grupos del crimen transnacional organizado, como carteles de narcotráfico y maras, son una forma
de insurgencia que busca modificar la naturaleza del Estado para obtener el espacio necesario que
garantice conservar sus beneficios económicos y sociales, pero sin necesariamente tomar el poder
político, ello bendice a replantear el concepto para para que abarque todas las manifestaciones del
fenómeno.

En caso de resulta tal afirmación válida, entonces se deriva una segunda hipótesis en los
siguientes términos: como se trata de un nuevo tipo de insurgencia no política, con variantes
significativas respecto a las formas tradicionales, estas tienen repercusiones en materia de
seguridad y defensa, por lo que deben ajustarse las políticas públicas sobre lucha contra el crimen
transnacional organizado.

Con el propósito de comprobar esas afirmaciones en la primera sección de este documento hago
referencia al fenómeno de la violencia. Luego abordo lo relativo a la insurgencia y los cambios
que muestra. En una tercera sección me refiero al crimen transnacional organizado (CTO), a partir

2
de lo cual analizo el caso de los carteles de narcotráfico y las maras como un nuevo tipo de
insurgencia. En la sección quinta hago referencia a las repercusiones que tiene el CTO en la región.
En el último apartado planteo algunas consideraciones generales en las que aludo a las dos
hipótesis.

Violencia en el contexto de inicios del siglo XXI

Según el diccionario de Cambridge (inglés) violencia se define como «acciones extremadamente


contundentes que son dirigidas a causar dolor a la gente o probablemente causar daño»; por
consiguiente no se trata solo de una acción física, sino también sicológica y de otra naturaleza.
Cuando esa violencia está dirigida a lograr modificaciones en el escenario político se le denomina
«violencia política», que para Donatella della Porta,1 en su expresión extrema se define como «…la
perpetuación de asesinatos por grupos pequeños y clandestinos (o aún individuos particulares)
orientada a (más o menos claramente establecidos) objetivos políticos». De ahí que pueda ser
determinada la intensidad de la violencia, medida tanto por el número de personas muertas y
heridas como por los daños causados a la infraestructura, más allá de la motivación (política,
económica, étnica, cultural, religiosa) que la oriente, definiendo si se realiza por un actor que opera
en la clandestinidad o visibilizado.2 Entonces se trata de violencia organizada, no del acto
espontáneo ejecutado por un individuo o pequeño grupo como reacción a un evento coyuntural.

Ahora bien, cuando se analiza la cuestión de la violencia, generalmente se tiende a pensar en


términos del conflicto y como la expresión de una situación concreta, cuando en realidad es
necesario reconocer que se trata de un proceso dinámico y redefinición a través del escenario del
conflicto, incluso considerando su micro-dinámica.3 Debe reconocerse que ese escenario no es una
simple dicotomía o situación binaria, sino que se construye a partir de la mezcla de identidades y
acciones, junto con las interacciones que se producen entre los distintos actores, quienes tienen
múltiples y contradictorios motivos e intereses que conducen a una amplia gama de tipos de

1
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, (New York: Cambridge University Press, 2013) 2. Para
esta autora se trata de violencia política clandestina.
2
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 3-5.
3
. Jean-François Ratalle, Radical Islam and the Chechen War Spillover: A Political Ethnographic Reassessment
of the Upsurge of Violence in the North Caucasus since 2009 (PhD’s Dissertation, University of Ottawa. 2013), 10.

3
acciones, eventos, procesos y fenómenos, por lo cual no se puede dar por hecho que toda violencia
es monocausal, sea esta política o no.4

La violencia política, de acuerdo con John Darby,5 requiere de una entidad política existente
que utilice la violencia –y no la protesta como recurso dominante– con el propósito de generar
cambios, principalmente, en el sistema político, constituyendo una actividad organizada y no
acciones esporádicas. Entonces la característica diferenciadora de la violencia política6 es que se
trata de violencia organizada y está dirigida contra el Estado, que en las últimas dos décadas, de
acuerdo con Mary Kaldor,7 ha generado una «nueva guerra», para diferenciarla de la perspectiva
clásica de esta, que de acuerdo con la visión clausewitziana se refiere a la continuación de la
política por otros medios, en cambio

…las nuevas guerras implican un desdibujamiento de las distinciones entre guerra (normalmente
definida como la violencia por motivos políticos entre Estados o grupos políticos organizados), crimen
organizado (la violencia por motivos particulares, en general el beneficio económico, ejercida por
grupos organizados privados) y violaciones a gran escala de los derechos humanos (la violencia contra
personas individuales ejercida por Estados o grupos organizados políticamente).8

Aunque no hay que obviar que también los Estados recurren a la violencia, aunque a veces se le
denomine «violencia estructural» o «violencia estatal», considerando que el Estado es el
detentador del monopolio legítimo de la violencia, según la tesis weberiana, pero en general de
violencia política.9

Por otra parte, es necesario reconocer que existen variaciones de comunidad en comunidad en
cuanto a la manifestación de la violencia, lo que conduce a considerar su micro-dinámica. Esto ha
sido observado por distintos grupos de especialistas, quienes investigan los significados e
interpretaciones de la violencia en grupos y comunidades específicas a través del análisis

4
. Ratalle, Radical Islam and the Chechen War Spillover: A Political Ethnographic Reassessment of the Upsurge
of Violence in the North Caucasus since 2009, 12.
5
. John Darby, «Political Violence: An Overview», en The Ashgate Research Companion to Political Violence,
editado por Marie Breen-Smith, (England: Ashgate Publishing), 18.
6
. John Darby, «Political Violence: An Overview», 17.
7
. Mary Kaldor, Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, (Barcelona: Tusquets Editores, 2001)
15.
8
. Mary Kaldor, Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, 16.
9
. John Darby, «Political Violence: An Overview», 23-24.

4
cuantitativo.10 Por ello, como lo señala della Porta,11 se puede hablar de «violencia política
clandestina» que corresponde a un fenómeno sociológico específico, que tiene que ver con la
decisión de operar desde los espacios de la clandestinidad, pero haciendo necesario observar el
fenómeno tanto desde el nivel organizacional, como desde lo micro y macro, considerando también
lo relacional, constructivista y emergente.12

Lo anterior es relevante porque evidencia que la violencia se manifiesta en esos tres ámbitos,
es decir hay violencia relacional, violencia construida y violencia emergente. En el primer caso se
trata de las interacciones entre los actores en el contexto de la violencia y entre estos y las acciones
políticas no violentas, de forma que la expresión se produce «…en el curso de las interacciones
físicas y simbólicas entre movimientos sociales y no solo sus oponentes, sino también sus
potenciales aliados».13 En segundo lugar la violencia resulta de una construcción a través de
procesos cognitivos y afectivos, por lo que tiende a ser principalmente simbólica, ocurre en
contextos en los que hay recursos culturales que les son favorables, y las narrativas son relevantes,
al igual que las expresiones cuantificables.14 Mientras que en tercer lugar la violencia «…tiene un
carácter emergente que no puede ser explicado por un modelo causal», ello porque «el uso de la
violencia se desarrolla en la acción», por lo que «…nuevas divisiones, identidades e intereses son
creados, debilitados o fortalecidos durante la lucha», de ahí que «…las motivaciones también
cambian en la acción», resultando procesos emergentes.15 Entonces se debe anotar que:

[a]unque los macro-, meso- y micro-análisis existentes han generado interesante conocimiento acerca
de las precondiciones ambientales para la violencia, las características de los grupos violentos y los
compromisos individuales con la violencia, ninguno provee una explicación global para el fenómeno
complejo de la violencia política. Los macro-análisis fallan al considerar los procesos intermedios
entre estructuras generales y conductas individuales, los meso-análisis nos dan una interpretación
voluntarística de la violencia como una elección estratégica ejecutada por grupos individuales u
organizaciones, y los micro-análisis tienden a atribuir este fenómeno político puramente a factores
sicológicos.16

10
. Ratalle, Radical Islam and the Chechen War Spillover: A Political Ethnographic Reassessment of the Upsurge
of Violence in the North Caucasus since 2009, 16-17.
.11 Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 5.
12
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 5, considera que cuando se observa la violencia política
deben establecerse las relaciones e interacciones entre los distintos actores; la construcción social de la realidad por
los actores participantes en los conflictos sociales y políticos; y el surgimiento en el marco de los macro y micro
sistemas y lo meso-sistemas pues ahí es en donde ocurren los eventos y las acciones.
13
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 19.
14
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 19-20.
15
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 20.
16
. Donatella della Porta, Clandestine Political Violence, 21.

5
Esto se hace más evidente cuando se trata de nuevas formas de violencia organizada.17 Para los
efectos, en términos generales la violencia organizada se refiere al

…uso intencional y sistemático del terror y la brutalidad para controlar individuos, grupos y
comunidades. A través del uso de fuerza arrolladora, causa temor e impotencia entre sus víctimas. Sus
métodos incluyen causar severo dolor y sufrimiento, asesinato, intimidación, amenaza y en algunos
casos destrucción de una comunidad, grupo étnico u oposición política. Los gobiernos usualmente
dirigen organizaciones militares, de policía y políticas para ejecutar la violencia organizada, o aquellos
grupos pueden actuar independientemente en la opresión de individuos, grupos y comunidades. Los
grupos de oposición pueden también aterrorizar y brutalizar poblaciones civiles a fin de obtener poder
al crear temor y desorden social.18

La violencia organizada ha sido utilizada por la humanidad a lo largo de la historia con distintos
propósitos, incluso puede resultar socialmente productiva, como cuando se usa para defender
derechos de propiedad.19 El problema surge cuando esa forma de violencia se utiliza con los fines
mencionados en la cita anterior; lo cual se genera en sociedades sin Estados o con Estados
debilitados o desarticulados que favorece su uso por parte de movimientos sociales, sobre todo
insurgentes, lo cual da lugar a las guerras civiles y revolucionarias, pero también en situaciones en
donde la coerción es provista por grupos privados y no estatales.20

En el contexto de la violencia organizada y las «nuevas guerras», como ya indiqué al referirme


a la violencia construida, se generan identidades. Incluso Mary Kaldor21 considera que los
objetivos de esos conflictos están relacionados con la «política de identidades», en claro contraste
con los objetivos geopolíticos de la guerra tradicional. A ello se agrega la diferencia entre la
violencia interna y la interestatal (esta generalmente se manifiesta a través de la guerra, pues el

17
. Según el proyecto de seguridad humana (véase http://www.hsrgroup.org/our-work/security-stats/Organized-
Violence.aspx, revisado 3 de mayo de 2014) la violencia organizada hace referencia a los conflictos armados estatales,
conflictos armados no estatales y violencia unilateral usada por gobiernos o grupos organizados contra la población
civil.
18
. Véase el portal http://www.web.ca/~rivo/eng-organisedviolence.html, revisado 3 de mayo de 2014.
19
. Robert Bates, Avner Greif y Smita Singh. «Organizing Violence». The Journal of Conflict Resolution. 46, No.
5 (2002): 599.
20
. Cfr. Robert Bates, Avner Greif y Smita Singh. «Organizing Violence».
21
. Mary Kaldor, Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global, 21. La autora señala que la «política
de identidades» se refiere «…a la reivindicación del poder basada en una identidad concreta, sea nacional, de clan,
religiosa o lingüística. En cierto sentido, todas las guerras implican un choque de identidades: británicos contra
franceses, comunistas contra demócratas. Pero lo que quiero decir es que, antes, esas identidades estaban vinculadas
o a cierta noción de interés del Estado, o a algún proyecto de futuro, a ideas sobre la forma de organizar la sociedad
[…]. La nueva política de identidades consiste en reivindicar el poder basándose en etiquetas; si existen ideas sobre
el cambio político o social, suelen estar relacionadas con una representación nostálgica e idealizada del pasado».

6
Estado agredido considera que la acción proviene desde otro actor estatal), lo cual provoca
complicaciones para describir situaciones en las cuales la violencia es ejecutada por un actor no-
estatal.22 Pero también hay que diferenciar la naturaleza de la violencia, aunque sea ejecutada por
actor político y resulte organizada, porque puede ser política, económica o social, aunque es común
que haya un traslape entre esos tres tipos de violencia, entonces lo que le da su carácter de violencia
política organizada es que el fin de las diferentes acciones que se utilicen sea el modificar la
situación existente en la comunidad y «…obtener o mantener el poder político».23 Por ello es
necesario tener en cuenta las variables subjetivas y situacionales que intervienen en la generación
y determinación de la violencia política. 24

Insurgencia: un fenómeno en transición

Tradicionalmente la insurgencia, entendida como «…actores no estatales que buscan transformar


su sociedad políticamente en alguna forma significativa y que también usan la violencia
estratégicamente para alcanzar un fin político», pudiendo actuar en forma clandestina o
movilizando a las masas como apoyo al movimiento insurgente,25 se ha concebido como un
fenómeno doméstico. Como tal el grupo insurgente busca debilitar el «control y legitimidad del
gobierno, mientras incrementa el control y legitimidad insurgente».26 Ello hace que la legitimidad
se convierta en un factor clave de este tipo de organizaciones, por cuanto como «forma de lógica
relacional» es parte del espectro de control social en la medida en que los actores participantes –
subordinados– consideran válida y creíble la gestión que realizan los grupos que ejercen el poder
o buscan replantear la relación de poder.27 Pues estos tratan de ganar simpatía entre la población,

22
. John Darby, «Political Violence: An Overview», 19.
23
. John Darby, «Political Violence: An Overview», 21.
24
. John Darby, «Political Violence: An Overview», 22.
25
. Christopher Dallas-Feeney. The Social Fitness of Insurgencies: The Organizational Payoff for Legitimated
Power, (Dissertation for the degree of Doctor of Philosophy, The George Washington University, 2013) 14; véase
también sobre la definición de insurgencia Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in
World Politics, (Ithaca: Cornell University Press, 2011), 11.
26
. Christopher Dallas-Feeney. The Social Fitness of Insurgencies: The Organizational Payoff for Legitimated
Power, 15. Se diferencia de los grupos terroristas en que los insurgentes buscan controlar un espacio territorial; sin
embargo Dallas-Feeney incluye entre los insurgentes «…a organizaciones que no se posicionan como un usurpador
del gobierno titular, sino que reclaman existir para resistir la influencia militar o política e incursiones de naciones
extranjeras» (ibídem).
27
. Christopher Dallas-Feeney. The Social Fitness of Insurgencies: The Organizational Payoff for Legitimated
Power, 17.

7
de forma que su lucha sea validada en términos de generar una mejor condición de vida, ante lo
cual hay disposición a someterse a la coerción que ejerce quien detenta el poder.28

Relacionado con ello está el factor de «mentes y corazones», que opera tanto para los
movimientos insurgentes que buscan el apoyo popular, como para los gobiernos que aspiran a
legitimar sus operaciones contrainsurgentes. Por ello es necesario considerar el rol de la violencia
y la búsqueda del apoyo en situaciones de insurgencia;29 lo cual solo menciono aquí, pero sin
profundizar, por razones de espacio, a pesar de la relevancia que tiene esta cuestión para
comprender el éxito o fracaso de los movimientos insurgentes y particularmente con el caso de las
proto-insurgencias.

La otra consideración que es necesario tener en cuenta cuando se hace referencia a la


insurgencia es que se le ha vinculado a concepciones ideológicas particulares, sobre todo al
leninismo, maoísmo, castrismo e islamismo fundamentalista, por lo que su concepción y
caracterización está en función de lo que explican y proponen esas ideologías; de ahí que «…sin
estas ideologías las teorías de la motivación y la acción insurgente colapsan como una casa de
cartas».30 Entonces la insurgencia se convirtió en un fenómeno estrictamente basado en la
desafiliación política de quienes la impulsan, respecto al orden establecido. Ello tiene sentido
cuando la observación se hace en el contexto de las «guerras revolucionarias»; pero no cuando el
contexto está en función de otros actores e intereses.

Por otra parte, es necesario aludir al apoyo a los movimientos insurgentes, porque este resulta,
en palabras de un estudio de RAND31 de un «gran caldero de actividades», en el cual se pueden
observar no solo procesos políticos, sino también de seguridad, sociales y económicos,
interconectados. Es decir, el contexto y entorno en que se produce la insurgencia debe ser
considerada en su observación, no pudiendo simplemente extrapolarse los resultados de una

28
. Según William Bach «…la coerción solo será efectiva en la medida en que es implementada en el marco más
amplio de la reforma política y es impulsada por el conocimiento de lo que la población local define como coerción»
William Bach, Youth Gangs and Insurgency Theory: Perceptions of Legitimacy and Coercion amongst a Disaffiliated
Populace, (Thesis of Master of Arts. Tacoma, WA; The Pacific Lutheran University, 1996), 38.
29
. Charles Mahoney, Hearts and Minds or Blood and Guts? Strategy, Terrorism, and the Growth of Proto-
Insurgencies, (Dissertation for the degree of Doctor of Philosophy. Los Angeles, CA: University of California) 2-3.
30
. William Bach, Youth Gangs and Insurgency Theory: Perceptions of Legitimacy and Coercion amongst a
Disaffiliated Populace, (Thesis of Master of Arts. Tacoma, WA; The Pacific Lutheran University, 1996), 34.
31
. Paul Davis et al, Understanding and Influencing Public Support for Insurgency and Terrorism, (Santa Monica,
CA: RAND National Defense Research Institute. 2012), 4.

8
experiencia a otros escenarios; puesto que existen dinámicas y singularidades que repercuten de
forma particular en los procesos sociales como la insurgencia, tanto desde una perspectiva
cualitativa como cuantitativa de la observación que se haga.32 De ahí la necesidad de entender por
qué las insurgencias no florecen con la misma dinámica, ni presentan las mismas características,
ni tampoco lo hacen de forma instantánea o automática cuando en un escenario se presentan
coyunturas similares a otras situaciones.33 Entonces resulta conveniente diferenciar entre
insurgencias y proto-insurgencias, que en palabras de Daniel Byman corresponde con
«…pequeños grupos violentos que buscan ganar el tamaño necesario para alcanzar más
efectivamente sus metas y usar recursos tales como la movilización política y la guerra de
guerrillas también como el terrorismo».34 La cuestión es que grupos proto-insurgentes que no
logran evolucionar, pueden permanecer en esa fase preliminar de proto-insurgencia, buscando
generar los espacios necesarios para su sobrevivencia.

Entonces se trata de una confrontación asimétrica, que se diferencia de los conflictos entre
gobiernos y grandes movimientos insurgentes revolucionarios, por lo cual deben ser entendidos
como lo que son: proto-insurgencias, en donde la ratio de tropas a los integrantes de estos grupos
puede ser de 100:1 o superior a favor del gobierno.35 De ahí pueda considerarse que adoptan un
principio de la denominada «guerra de baja intensidad», en la cual el objetivo del retador no es
derrotar al adversario en el corto plazo, sino debilitarlo y sobre todo deslegitimarlo; pues la victoria
no es solo militar, sino lograr –en el mediano y largo plazo– aniquilar la fuerza política y moral.36

32
. El estudio de RAND considera que al estudiar la insurgencia debe tenerse en cuenta que los registros históricos
resultan heterogéneos porque provienen de distintos escenarios, no se puede limitar a una observación a través de
modelos conceptuales que priorizan los factores cualitativos y es necesario profundizar sobre causalidades y
correlaciones; véase Paul Davis et al, Understanding and Influencing Public Support for Insurgency and Terrorism,
6.
33
. Daniel Byman, Understanding Proto-Insurgencies, (Santa Monica, CA: RAND National Defense Research
Institute. 2007), 1. Ello explica por qué algunos grupos que parecen débiles pueden llegar a ser movimientos
insurgentes y triunfar; mientras que otros con grandes recursos al inicio, fracasan; ello resulta del hecho que hay
«…factores que contribuyen al éxito del movimiento, los cuales incluyen políticas ideacionales, uso de la violencia
sin alinearse con potenciales contribuyentes, administrar un apoyo estatal y respuesta gubernamental», por lo que
«[las] consecuencias de fracasar al considerar las diversas condiciones que contribuyen al desarrollo de insurgencias
puede ser devastador», ibídem 2.
34
. Daniel Byman, Understanding Proto-Insurgencies, 5. Por su parte, Charles Mahoney señala que se trata de
«…una organización que buscar controlar una parte o la totalidad de un Estado soberano a través de medios ilegales,
tiene menos de 1000 miembros y no controla territorio en su inicio», Charles Mahoney, Hearts and Minds or Blood
and Guts? Strategy, Terrorism, and the Growth of Proto-Insurgencies, 8.
35
. Charles Mahoney, Hearts and Minds or Blood and Guts? Strategy, Terrorism, and the Growth of Proto-
Insurgencies, 9-10.
36
. Debo señalar que aquí uso el concepto de «guerra de baja intensidad» al contrario de lo que propone su
concepción de una estrategia implementada por Estados Unidos utilizada como recurso contrainsurgente; véase, entre

9
Aunque en general los estudios citados sobre la proto-insurgencia hacen referencia a grupos
domésticos, sin acciones claramente transfronterizas.

Por consiguiente, la situación de la insurgencia –y de la citada proto-insurgencia– varía al


generarse fenómenos transnacionales, porque los Estados tienen ventaja para usar la fuerza cuando
operan en su propio territorio, pero su poder está limitado cuando se trata de traspasar sus
fronteras.37 Esto ocurre cuando los gobiernos enfrentan a grupos rebeldes transnacionales,
definidos como «…grupos opositores armados cuyas operaciones no están confinadas al territorio
geográfico del Estado-nación que desafían».38 Para los efectos de este trabajo considero rebelión
como sinónimo de insurgencia, pues los fines de ambos tipos de grupos son similares; ello porque
la «rebelión» es «…una estrategia para ganar concesiones del gobierno» e incluso demandar su
remoción o bien lograr «reformas políticas, económicas o sociales significativas», que utiliza la
violencia para alcanzar las metas.39

Por otra parte hay que considerar que los grupos y redes sociales transnacionales muestran un
dinamismo mucho mayor y capacidad de movilización a través de los distintos espacios de las
comunidades políticas (polities), en claro contraste con los Estados, que no son tan móviles y
flexibles40. Ello aplica tanto para grupos con objetivos estrictamente políticos, como para otros
movimientos, incluidos los ilícitos. Esto alcanza niveles críticos en el caso de los Estados débiles,
pues carecen de recursos suficientes para tener un control real y efectivo sobre la totalidad del
territorio,41 lo que genera mayores espacios para que los actores rebeldes desarrollen sus
actividades y adquieran mayor legitimidad.

Crimen transnacional organizado: un tipo de insurgencia

muchos textos que analizaron este tema, José Castro y Déborah Barry, «La guerra de baja intensidad y la militarización
de Centroamérica», Iztapalapa, No. 20 (1990).
37
. Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in World Politics, (Ithaca: Cornell
University Press, 2011), 7.
38
. Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in World Politics, 15.
39
. Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in World Politics, 19.
40
. Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in World Politics, 34.
41
. Idean Salehyan, Rebels without Borders. Transnational Insurgencies in World Politics, 45.

10
Conforme se ha consolidado el fenómeno del CTO, también conocido como «delincuencia
organizada transnacional» y «grupo criminal organizado»,42 este abarca cada vez más actividades,
generando amenazas a la sociedad y los Estados, redefiniendo la dinámica política y social y no
solo la económica. Ello lo resume la UNODC43 en los siguientes términos:

Hay muchas actividades que pueden calificarse de delincuencia organizada transnacional, entre ellas
el tráfico de drogas, el tráfico ilícito de migrantes, la trata de personas, el blanqueo de capitales, el
tráfico de armas de fuego, productos adulterados, flora y fauna silvestres y bienes culturales, e incluso
algunos aspectos de la delincuencia cibernética. Ese flagelo plantea una amenaza para la paz y la
seguridad humana, da lugar a la violación de los derechos humanos y socava el desarrollo económico,
social, cultural, político y civil de las sociedades de todo el mundo.
Ese mismo informe agrega:

[si] bien la delincuencia organizada transnacional es una amenaza mundial, sus efectos se hacen sentir
a nivel local. Cuando la delincuencia organizada echa raíces puede desestabilizar a países y regiones
enteras, socavando así la asistencia para el desarrollo en esas regiones. Los grupos delictivos
organizados también pueden trabajar conjuntamente con delincuentes locales, lo que agrava
fenómenos como la corrupción, la extorsión, la asociación ilícita y la violencia, así como una variedad
de delitos más complejos a nivel local. Las pandillas violentas también pueden convertir los cascos
urbanos en zonas peligrosas y poner en peligro la vida de los ciudadanos.
Ello quiere decir que el CTO está en el escenario político y no solo en el económico, social y
ambiental –pues la diversidad de expresiones de estos grupos [véase tabla 1] repercute en diversos
ámbitos de acción del Estado–, porque, por ejemplo, en el caso de América Latina y el Caribe se

Tabla 1
Expresiones y potenciales efectos del crimen transnacional organizado

Expresión del CTO Efecto potencial Estimación de personas o


producción (anuales)
Tráfico de personas Violaciones de los derechos 70,000 víctimas
humanos
Tráfico de migrantes Migración irregular y Más de tres millones de
vulnerabilidad de migrantes desplazamientos

42
. Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Delincuencia organizada transnacional. La
economía ilegal mundializada, (Revisado 3 de mayo de 2014. Disponible: https://www.unodc.org/documents/toc/
factsheets/TOC12_fs_general_ES_HIRES.pdf), aunque se considera que la instancia que introdujo el concepto fue la
Cumbre del G7 en Nápoles (1994), porque antes se vinculó más a la noción de «guerra contra las drogas» de la
Administración Reagan y los asuntos de la mafia recibía otro tratamiento; véase Amandine Scherrer, G8 against
Transnational Organized Crime, (England: Ashgate Publishing) 22. El concepto de «crimen organizado» no es nuevo,
porque desde principios del siglo XX se consideró en alguna normativa estadounidense (ibídem, 23-4) y se supone
que aparece en 1919 en Chicago, véase United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), The Globalization of
Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, (New York; United Nations Office on Drugs and Crime.
2010), 25.
43
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional. La economía ilegal mundializada.

11
Narco-actividad (cocaína Adicción, CTO, violencia, 756 toneladas enviadas desde países
y heroína) corrupción, desestabilización de productores
gobiernos y otras
Tráfico de armas Asesinatos y desestabilización Al menos 60,000 unidades
política
Tráfico de recursos Desforestación, cambio climático, Al menos 10 millones de metros
naturales más pobreza rural, corrupción, cúbicos, toneladas entre marfil,
crimen organizado, impacto cuernos y otras piezas
ambiental
Contrabando de Muertes, pérdidas económicas a Miles de millones de artículos y
falsificaciones y fabricantes, efectos en tratamientos medicamentos
mercancías médicos, evasión de impuestos
Piratería marítima Desestabilización de gobiernos, 217 ataques contra embarcaciones
impacto en el comercio local e en 2009
internacional
Cibercrimen Efectos depresivos sobre la 1.5 millones de víctimas y 50,000
economía, pérdidas comerciales, nuevas imágenes anuales de
explotación infantil pornografía infantil
Fuente: adaptación de UNODC 2010.

considera que «…constituye el desafío regional más importante para la seguridad» en la medida
que esos grupos «…han logrado expandir su presencia más allá de sus países de origen, buscando
nuevos refugios, abriendo nuevos corredores […], creando “zonas” de intercambio comercial en
las cuales facciones criminales locales se integran al mercado internacional…», por lo que están
«…llevando la violencia y la corrupción a nuevas dimensiones y territorios».44 Obligando a los
cuerpos policiales y otras instancias de seguridad a buscar mecanismos apropiados para
mantenerse vigilantes de la dinámica de los grupos criminales y las regiones geográficas y
comunidades que están siendo penetradas por estas actividades, y que en general son áreas que
han sido descuidadas por la gestión gubernamental y generan grupos humanos excluidos.45 Ello
está provocando un cambio en la dimensión espacial del aparato estatal y de la fragmentación de
las sociedades.

De acuerdo con UNODC la magnitud de las acciones y consecuencias del CTO se hace cada
vez más evidente, lo cual resume en los siguientes términos:

44
. Garzón, Juan C. «La diáspora criminal: la difusión transnacional del crimen organizado y cómo contener su
expansión», en La diáspora criminal: la difusión transnacional del crimen organizado y cómo contener su expansión,
(editado por Juan C. Garzón y Eric L. Olson. Washington DC: Wilson Center, 1. Disponible en:
http://www.wilsoncenter.org/sites/ default/files/LA_ DIASPORA_CRIMINAL_0.pdf, revisado 3 de mayo de 2014).
45
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 26-27.

12
[el] número de seres humanos viviendo juntos en el planeta crece todos los años, y así ocurre con el
volumen de intercambios entre ellos. La vasta mayoría de estos intercambios son legítimos y benéficos,
pero una parte significativa no lo es. El crecimiento del crimen global es una amenaza al Estado de
derecho, sin el cual no puede haber desarrollo mundial sostenible. Los mercados transnacionales
criminales entrelazan el planeta, movilizando drogas, armas, tráfico de mujeres, basura tóxica, recursos
naturales o partes de animales protegidos. Cientos de miles de millones de dólares de dinero sucio
fluyen a través del mundo todos los años, distorsionando las economías locales, corrompiendo
instituciones y alentando conflictos…46
La situación es compleja, porque el CTO muestra un gran dinamismo y capacidad de adaptación
en el marco de la red de factores intervinientes e interactuantes, de ahí que el tema se haya
convertido en un asunto de relaciones internacionales, un factor importante de la economía
mundial y una realidad para todos los pueblos del mundo, minando el Estado de derecho y la
gobernabilidad, además de los efectos directos en los individuos y la sociedad, por lo que debe ser
ubicado «…en el centro de nuestro entendimiento de un mundo globalizado».47 Por ello ha llegado
a ser, por ejemplo, objeto de análisis por parte del Grupo de los 8 (G8) desde mediados de la década
de 1990; específicamente por un «grupo de expertos senior» a partir de la Cumbre de Nápoles
(1994), ratificado en la Cumbre de Halifax (1995), con la intención de definir mecanismos para
cooperación bilateral y multilateral, junto con acciones prácticas para combatir el CTO, de forma
que se convirtió un año más tarde en el denominado Grupo de Lyon.48 Ello evidencia la
preocupación de los líderes de las economías más grandes sobre las consecuencias que tienen las
actividades de estos grupos no solo sobre lo económico, sino sobre lo político. Lo anterior
favorecido por la dinámica de la revolución del transporte y las telecomunicaciones y la
globalización, como lo reconoció el citado grupo de expertos cuando anotó en 1996: «…el
crecimiento y progreso económico en el mundo interdependiente de hoy está atado con el proceso
de globalización. La globalización provee grandes oportunidades para el futuro, no solo para
nuestros países, sino para otros también… La globalización también posee desafíos para las
sociedades y economías».49 Esos otros son precisamente actores subestatales, como lo vinculados
al crimen organizado. De ahí que se constituye un tema de la agenda internacional casi de
inmediato tras el fin de la Guerra Fría.

46
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 19.
47
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 21.
48
. Amandine Scherrer, G8 against Transnational Organized Crime, 2.
49
. Comunicado de la Cumbre de Lyon de 1996, citado por Amandine Scherrer, G8 against Transnational
Organized Crime, 21.

13
Pero como indiqué en una sección anterior el CTO es un proceso y se reconfigura durante la
implementación de sus acciones, reconfiguración que se produce tanto en su estructura
organizacional, que ha provocado «…la emergencia de nuevas generaciones de delincuentes, más
jóvenes y con una mayor disposición a romper la disciplina mantenida por las estructuras
tradicionales».50 En buena medida ello ha dificultado su conceptualización; por ello de acuerdo
con la UNODC no existe una definición precisa. Uno de los primeros intentos de caracterización
fue el de la citada Cumbre de Nápoles, que considero que el CTO comprendía:

i. organización de grupos con propósitos criminales;


ii. presencia de vínculos jerárquicos o personales que permiten la conducción del grupo
por ciertos individuos;
iii. el lavado de ganancias ilícitas;
iv. potencial para incursionar en nuevas actividades más allá de las fronteras nacionales; y
v. cooperación con grupos transnacionales organizados.51

Por lo que la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada trasnacional
y sus protocolos52 (artículo 2) identifica como principales características de los grupos criminales
organizados: i) grupo estructurado de tres o más personas que existe durante cierto tiempo; ii)
actúa con el propósito de cometer acciones delictivas que son punibles por al menos cuatro años
de prisión; y iii) busca obtener beneficios materiales o financieros. Por consiguiente, de acuerdo
con la UNODC, el CTO constituye una amenaza a la paz y la seguridad humana, viola los derechos
humanos y mina el desarrollo económico, social, cultural, político y civil de las sociedades. Para
ello recurre a diversas formas de acciones ilícitas, tales como tráfico de drogas y actividades
conexas (tanto la narco-actividad –producción y distribución de drogas ilícitas–, como el lavado
de dinero y otros hechos directamente vinculados), el tráfico de personas y órganos humanos y el
contrabando de mercancías de diversa naturaleza, entre otras actividades.

50
. Garzón, Juan C. «La diáspora criminal: la difusión transnacional del crimen organizado y cómo contener su
expansión», 9.
51
. Amandine Scherrer, G8 against Transnational Organized Crime, 23.
52
. También conocida como Convención contra el Crimen Organizado Transnacional y está vigente desde el 29 de
setiembre de 2003. Los tres protocolos que forman parte de la convención son: i) para prevenir, reprimir y sancionar
la trata de personas, especialmente de mujeres y niños; ii) contra el tráfico ilícito de migrantes pro tierra, mar y aire;
y iii) contra la fabricación y tráfico ilícito de armas de fuego, sus piezas y componentes y municiones.

14
En ese sentido el portal de la UNODC53 señala, sobre las repercusiones del CTO:

[el] crimen organizado se ha diversificado, alcanza proporciones globales macro-económicas; bienes


ilícitos pueden ser llevados de un continente a otro, traficados a través de otro y mercadeados en un
tercero. El crimen transnacional organizado puede permear agencias e instituciones gubernamentales,
alentar la corrupción, infiltrar empresas y políticos y dificultar el desarrollo económico y social. Y está
minando la gobernabilidad y la democracia por empoderar a aquellos quienes operan fuera de la ley.
La naturaleza transnacional del crimen organizado significa que las redes criminales forjan vínculos a
través de las fronteras también como superan las diferencias culturales y lingüísticas en la comisión
de su crimen. El crimen organizado no está estancado, sino que se adapta conforme nuevos crímenes
emergen y como las relaciones entre las redes criminales llegan a ser más flexibles y más sofisticadas,
con un alcance mayor alrededor del globo.
Por otra parte, es necesario aludir al vínculo entre crimen y terrorismo, el cual existe, de acuerdo
con Tamara Makarenko,54 a lo largo de un «continuum dinámico» que comprende la interacción
organizacional y operacional de los dos tipos de actores. De este planteamiento interesa para los
efectos de este artículo el uso del terrorismo por parte del CTO; aunque por las transformaciones
que está teniendo el fenómeno del crimen organizado no se puede descartar que pueda producirse
a corto plazo alianzas estratégicas entre actores criminales y terroristas. De ahí que desde la
perspectiva de un contexto político se debe tener en cuenta que «…la existencia de cualquier
conexión crimen-terror simplemente resalta el hecho que la implementación de la ley, la seguridad
doméstica y la seguridad nacional están intrínsecamente vinculadas entre sí», lo cual depende de
múltiples factores, incluida la naturaleza geográfica de la región, las relaciones interestatales y el
grado de estabilidad/inestabilidad que favorece la legitimidad de los actores no estatales, pues en
el fondo se trata de maximizar ganancias.55

Se debe diferenciar entre los distintos grupos del CTO, pues mafias como la Yakuza japonesa
o la Tríada china o la Bratva rusa responden a intereses nacionales aunque tenga presencia

53
. Véase http://www.unodc.org/unodc/en/organized-crime/index.html#what_organized_ crime, revisado 8 de
mayo de 2014.
54
. Tamara Makarenko, “Criminal and Terrorist Networks: Gauging Interaction and the Resultant Impact on
Counter-Terrorism”, en Five Dimensions of Homeland and International Security, editado por Eshter Brimmer.
(Washington DC, Johns Hopkins University, 2008) 57. De acuerdo con esta autora «…el crimen y el terrorismo como
concepto y entidades se mueven en varios planeas analíticos: primero, a través de la creación de alianzas entre
entidades distintas; segundo, a través del uso operacional de las tácticas de terror por un grupo de criminales o de
tácticas criminales por un grupo terrorista; y tercero, a través de la convergencia de tácticas criminales y terroristas en
un grupo particular, creando así una entidad híbrida» (ibídem). Véase también Tamara Makarenko, “The Crime–
Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational Organised Crime and Terrorism”, Global Crime. (6,
No. 1, 2004) 130.
55
. Tamara Makarenko, “Criminal and Terrorist Networks: Gauging Interaction and the Resultant Impact on
Counter-Terrorism”, 59.

15
prácticamente a escala global; mientras que otras redes criminales no tienen lealtad a un Estado
particular, sino que su prioridad es garantizarse el espacio para sus actividades y explotar el clima
de inestabilidad.56 Esto ha conducido a que en la relación entre crimen y terrorismo aparezcan
cuatro tipos de grupos: alianzas, motivaciones operacionales, convergencia y el «hoyo negro»;57
por lo que la UNODC58 considera que se debe tener en cuenta el desarrollo de «estructuras de
células» en la vinculación entre crimen y terrorismo.

Por consiguiente, se está frente a un fenómeno de redes complejas, superpuestas y traslapadas,


pues vinculan no solo a grupos de una misma categoría, sino a organizaciones de distintas
naturaleza y diversos objetivos, al mismo tiempo que combina grupos jerárquicos tradicionales,
como la mafia, con nuevos marcos institucionales y organizacionales, generando –como mencioné
antes– nuevos tipos de conflictos armados. Pero también nuevos canales comunican a los actores
criminales locales con otros transnacionales, reconfigurando las relaciones políticas, sociales,
económicas y culturales; lo cual puede considerarse –más a manera de hipótesis que de hecho
concreto–, como lo hace UNODC,59 que «…es más seguro decir que los grupos han llegado a ser
menos importantes que los mercados con los cuales están vinculados». Lo anterior porque «…la
delincuencia organizada transnacional es, más bien, sistémica o basada en el mercado», por lo que
se debe reconocer que cuando hay «…oferta y demanda, la eliminación de los intermediarios
particulares no es suficiente para destruir el mercado».60 De ser correcta esa hipótesis, significa
que se está reconfigurando la economía, al incorporar como un factor determinante –por el tamaño
de las transacciones en términos monetarios– una actividad ilícita; ya se trate de bienes ilegales,
como cocaína, o de bienes legales pero comercializados en forma ilícita, como por ejemplo
diamantes que son vendidos en el «mercado negro». Pero también significa un replanteamiento de
las organizaciones, que en el caso de los esquemas criminales transnacionales muestran un alto

56
. Tamara Makarenko, “Criminal and Terrorist Networks: Gauging Interaction and the Resultant Impact on
Counter-Terrorism”, 61.
57
. Tamara Makarenko, “The Crime–Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational Organised
Crime and Terrorism”, 131. Para esta autora los «hoyos negros» tienen lugar cuando «…las situaciones en las cuales
Estados débiles o fracasados alientan la convergencia entre crimen trasnacional organizado y terrorismo, y finalmente
se genera un espacio seguro para las operaciones continuas de grupos convergentes» Tamara Makarenko, “The Crime–
Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational Organised Crime and Terrorism” 138.
58
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 28.
59
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 28.
60
. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Delincuencia organizada transnacional
en Centroamérica y el Caribe, (Nueva York: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. 2012), 21.

16
grado de descentralización y liderazgo difusos,61 pero no por ello resultan menos eficientes en
términos de generación de ganancias y control de mercados. Prueba de esto es que se estima que
solo el comercio de drogas ilícitas generó en 2009 alrededor de 3.6% del PIB global, equivalentes
a US$2.1 billones –según estudios del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional citados
por la agencia de ONU; de los cuales el 2.7% es lavado a través del sistema financiero.62 Este
mismo estudio de la UNODC señala que los modelos utilizados muestran que unos US$26,000
millones anuales cruzan las fronteras del mercado en donde se generan las ganancias, reitero, solo
en el caso del narcotráfico. Esto, lógicamente, alienta la expansión del crimen organizado y la
aparición de nuevos grupos; mientras que para economías pequeñas como las centroamericanas,
la circulación de esos flujos tiene efectos significativos; lo cual, por supuesto, tiene repercusiones
políticas y sociales.63

En el caso de Centroamérica y el Caribe, el reporte de UNODC de 201064 estima que la principal


amenaza proviene del tráfico de cocaína, operado por carteles colombianos y mexicanos, con
vínculos locales; lo cual está provocando violencia, corrupción e intimidación, junto con la pérdida
de control territorial por parte de los gobiernos. Lo grave de la situación es que su tendencia es
creciente, lo cual ofrece un horizonte poco halagador. A pesar de ello esta agencia de ONU
considera que a pesar de la gravedad de la situación, el caso centroamericano no ha recibido la
atención suficiente, pues el Istmo tiene una tasa de violencia mayor que en otras regiones y los
grupos criminales están evolucionando hacia organizaciones multi-criminales, redireccionando
sus inversiones a otras actividades distintas al narcotráfico.65

Carteles de Narcotráfico y Maras: nuevas expresiones de insurgencia

61
. Sobre esta cuestión véase Oli Brafman y Rod Beckstron. The Starfish and the Spider. The Unstoppable Power
of Leaderless Organizations, (New York: Portfolio, 2007).
62
. UNODC, Estimating Illicit Financial Flows Resulting from Drug Trafficking and Other Transnational
Organized Crimes, (New York; United Nations Office on Drugs and Crime. 2011), 7. Aunque este mismo estudio cita
investigaciones que ubican ese porcentaje entre 2.3% y 5.5%.
63
. Esto por cuanto en el caso de Estados Unidos se estima que para el año 2000 el comercio de drogas provocó
una evasión fiscal de US$779,000 millones, equivalente a un 8.0% del PIB; véase UNODC, Estimating Illicit
Financial Flows Resulting from Drug Trafficking and Other Transnational Organized Crimes, 20.
64
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 237.
65
. UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat Assessment, 238.

17
Como indiqué en la sección anterior, en la región mesoamericana (México y Centroamérica) el
CTO muestra un creciente dinamismo, tanto para incorporar nuevas actividades ilícitas como para
establecer alianzas estratégicas entre distintos grupos. Esto ha hecho que la violencia aumente de
manera casi exponencial y se generen tasas de muertes violentas en muchas zonas de cada uno de
los países superiores a 70 muertos por cada 100,000 habitantes (véase gráfico 1).

Gráfico 1
Tasa de muertes violentas en México y Centroamérica 2009

Fuente: UNODC, The Globalization of Crime. A Transnational Organized Crime Threat


Assessment, 238.
A lo anterior se agrega el hecho del control territorial entre las distintas organizaciones del crimen
transnacional, sobre lo cual prácticamente solo se ha trabajado en el caso de las carteles mexicanos
(véase gráfico 2). Por lo que es una tarea pendiente el mapear la situación en Centroamérica, tanto
para los carteles de drogas como para las maras.

Gráfico 2

18
Fuente: Stratfor, Mexican Drug War Update: Fourth Quarter Forecast (Stratfor, disponible:
http://www.stratfor.com/analysis/mexican-drug-war-update- fourth-quarter-forecast, 2012;
revisado 15 de mayo de 2014).

Ello hace que la situación política, económica y social en Centroamérica se haya tornado compleja,
como bien lo resume un reporte de Stratfor66 en los siguientes términos, que aunque extensos
considero válido citar:

[un] maremoto de crimen violento está envolviendo las frágiles democracias de Centroamérica,
desalentando la inversión extranjera y perjudicando el crecimiento económico. Las altas tasas de
criminalidad y las lentas economías están ventilando el descontento social y la inestabilidad política.
Para mantener el orden los gobiernos están reforzando la policía civil con personal militar. Pero esto
no reducirá significativamente la actividad criminal violenta. Analizando la década pasada, los
crímenes violentos por traficantes de drogas y miles de jóvenes pandilleros –involucrados en cosas
desde secuestro, extorsión y piratería de marcas hasta contrabando de armas y tráfico de personas– han
llegado a ser la amenaza más grande a la seguridad del desarrollo económico y la estabilidad política
de Centroamérica. En países tales como El Salvador, Guatemala y Nicaragua [sic], miles de criminales
que superan en número y poder de fuego a las pobremente equipadas agencias encargadas de
implementar la ley de los gobiernos. En respuesta, algunos gobiernos han ordenado al personal militar
reforzar la policía civil. Militarizar la aplicación de la ley conducirá a una escalada en los abusos de

66
. Stratfor, Special Report: Central America’s Crime Wave, (Stratfor, disponible en:
http://www.stratfor.com/analysis/special-report-central-americas-crime-wave, 2001; revisado 15 de mayo de 2014).

19
los derechos humanos y no frenará la proliferación del crimen organizado. En realidad, el resultado
será que el crecimiento económico, el empleo y la inversión sufrirán… Al mismo tiempo, las presiones
sobre la gente pobre para emigrar ilegalmente a los Estados Unidos se incrementarán. La militarización
de las funciones policiales ya está ocurriendo.

Si de esa descripción de Stratfor se eliminan las pocas expresiones que aluden al crimen
organizado, más parece un resumen de la situación de los países centroamericanos a finales de la
década de 1970 y principios de la de 1980 cuando se enfrentaba a los movimientos guerrilleros e
insurgentes. Y es necesario señalar que desde 2001, fecha de ese análisis, la tasa de muertes y la
violencia se ha incrementado de manera significativa, como detallo a continuación; de ahí que se
puedan clasificar como i) grupos vinculados al territorio; y ii) de carácter transnacional, que están
vinculados.67 Según el citado estudio68 los vínculos entre organizaciones son importantes, porque
por ejemplo en el caso de Los Zetas operan en países como Guatemala (véase gráfico 3),
generalmente, a través de representantes y aliados locales; lo cual ha favorecido la aparición de
grupos territoriales nacionales. Por ejemplo en Costa Rica69 se supone que existe una especie de
«carteles ticos», con vínculos políticos, que intermedian entre los grupos colombianos y
mexicanos, por lo que dejaron de ser simples proveedores de combustibles para las naves que
transportan droga del sur al norte; por lo que ahora forman parte del negocio.

Gráfico 3
Grupos del crimen organizado territoriales en Guatemala, 2012

67
. UNODC). Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 21. De acuerdo este informe
« Estos dos tipos de grupo tienen un carácter completamente diferente. Los grupos territoriales están enfocados en
controlar el territorio y exigir cuotas dentro del mismo. De hecho, los grupos de tráfico, apenas son grupos, más bien
son redes de proveedores, transportistas y receptores, como cabría encontrar en cualquier cadena de suministro lícita.
En la región, a menudo los expertos se refieren a ellos como transportistas. Gran parte de la violencia actual en la
región se relaciona con el creciente control de los grupos territoriales sobre el tráfico transnacional. Esto genera
conflictos entre grupos territoriales y transportistas, pero también entre los mismos grupos territoriales» (ibídem).
68
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 23-24.
69
. Esto resultó de una conversación con un costarricense vinculado a cuerpos de seguridad, quién solicitó que no
mencionara su nombre.

20
Fuente: UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 24.

De acuerdo con UNODC70 entre las dos maras, MS13 y M18, y en los países del «Triángulo del
Norte» el número de integrantes se estima en 54,000 y son una variante de los grupos territoriales
del crimen organizado clásicos. Se trata de un fenómeno más cultural y principalmente, según el
citado reporte, típicos de las pandillas callejeras. Sin embargo, como señaló más adelante en esta
sección, esa situación parece estar cambiando y esto no puede descartarse sobre todo tras el pacto
entre el gobierno salvadoreño y las maras de marzo de 2012; pues ello le otorgó a esos dos grupos
la categoría de actores con capacidad de interlocución y negociación con instancias estatales.
Ahora le corresponde al gobierno de Salvador Sánchez Cerén, que asume el 1 de junio, definir si
renegocia un nuevo pacto o cambia de política.

Una primera consideración, antes de revisar algunas estadísticas, es que en Centroamérica, a


diferencia de lo que cité en la sección anterior sobre el rol del mercado en el CTO, los grupos
criminales son el «núcleo del problema», pues son anteriores al boom del narcotráfico y por ende

70
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 27-28. Dudley señala que
existen docenas de pandillas del tipo mara, pero que destacan la Mara Salvatrucha o MS13 y el Barrio 18 o M18.
lSteven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and Maras»,
en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 41.

21
se espera que perduren a esa situación; pues son resultado de una serie de factores, tales como
pobreza, marginalización, falta de acceso a servicios básicos, familias disfuncionales, rápida y
desorganizada urbanización, repatriación de miembros de pandillas desde Estados Unidos y la
cultura de la violencia.71 A ello se agrega la conversión de grupos insurgentes con una base
ideológica en actores criminales, aprovechando las «estructuras y tácticas de tiempos de guerra»,
la información de inteligencia que poseen y las rutas de contrabando establecidas durante las luchas
civiles en las décadas de 1970 y 1980.72

Hasta la fecha no se ha demostrado que exista una correlación o una relación de causalidad
entre la violencia y el narcotráfico –pues las redes del CTO han operado en Centroamérica por
décadas–;73 sin embargo, conforme aumentó la cantidad de cocaína que se queda en
Centroamérica, a partir de mediados de la década de 2000, producto del éxito que tuvo la política
mexicana para disminuir el trasiego de droga hacia Estados Unidos, la tasa de homicidios en el
Triángulo del Norte ha aumentado (véase gráfico 4). Por eso es que el citado informe de la
UNODC74 reconoce que no existe claridad acerca de si desaparece el tráfico de cocaína la violencia
disminuya o desaparezca. Por lo que cualquier solución pasa por el «fortalecimiento y desarrollo
del Estado» y lograr mejorar la gobernabilidad, al mismo tiempo que «lograr esta meta depende
del establecimiento de orden a corto plazo, lo que requerirá medidas que reduzcan la capacidad y
los incentivos de los actores criminales para enfrentar y subvertir al Estado».75 Pero también
requiere revertir el proceso de militarización de la policía y policialización de las fuerzas armadas
(resultado de la asignación de acciones propias de los cuerpos policiales).

Gráfico 4
Tasas de homicidio en el Triángulo Norte, 2000-2011

71
. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 41.
72
. Cynthia Arnson y Eric Olson. «Introduction» en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle,
edited by Cynthia Arnson y Eric Olson. (Washington DC: Woodrow Wilson International Center for Scholars, 2011,
disponible en www.wilsoncenter.org/lap revisado 17 de mayo de 2014) 6; también Steven Dudley, «Drug Trafficking
Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and Maras», en Organized Crime in Central
America: The Northern Triangle, edited by Cynthia Arnson y Eric Olson. (Washington DC: Woodrow Wilson
International Center for Scholars, 2011, disponible en www.wilsoncenter.org/lap revisado 17 de mayo de 2014), 18.
73
. Cynthia Arnson y Eric Olson. «Introduction» en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle,
3.
74
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 13.
75
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 13.

22
Fuente: UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 12.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que esta cuestión continúa siendo considerada como un
asunto de delito común y se fomentan programas de prevención del delito en términos del crimen
organizado clásico y que solo genera «violencia criminal», sin ningún contenido político. Solo se
introduce una variante respecto a evitar que el éxito de un programa en un país conduzca al
desplazamiento de los grupos organizados a los Estado vecinos, y se trata de coordinar
internacionalmente las acciones que se deriven de las políticas públicas de prevención y combate
de la delincuencia organizada.76 En esos términos es que se plantea la denominada «Estrategia de
Seguridad de Centroamérica» (ESCA), adoptada el 8 de abril de 2011 por la Comisión de
Seguridad de Centroamérica. La ESCA tiene como componentes estratégicos: i) combate al delito
(comprende: delincuencia organizada, combate al narcotráfico, deportados con antecedentes
penales o ex-convictos, pandillas, homicidio, combate al tráfico ilícito de armas, terrorismo,
corrupción, otras temas policiales, aspectos legales); ii) prevención (comprende: violencia juvenil,
violencia armada, violencia de género, tráfico ilícito de migrantes y trata de personas, consumo de
drogas, lo local, seguridad regional y cambio climático); iii) rehabilitación, reinserción y seguridad

76
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 13.

23
penitenciaria; y iv) fortalecimiento institucional: coordinación y seguimiento de la estrategia
regional.

Esa persistencia de la tesis de que el CTO es simple delincuencia, la cual se atribuye al problema
de los flujos de drogas ilícitas –a partir de los cuales se generan todos los escenarios de violencia–
se produce a pesar de la afirmación de la UNODC77 respecto a que «[la] delincuencia es el principal
asunto de política pública en varios países centroamericanos, decidiendo elecciones y cambiando
la relación entre la población y sus gobernantes» y al hecho de que «…la mayoría de la actividad
de la delincuencia organizada en esta región está interrelacionada». No hay que perder de vista
que los países centroamericanos en realidad no se recuperaron de la crisis política de las décadas
de 1970 y 1980, tras la firma de los acuerdos de paz en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, por
lo que los problemas no resueltos de ese periodo se sumaron las nuevas condiciones sociales y
económicas.78 Es decir, no se completó la desmovilización e inserción en la sociedad de los grupos
insurgentes, por lo que muchos de sus integrantes se encontraron con dos espacios con los cuales
interactuar: carteles del narcotráfico y maras. Entonces se genera un híbrido entre personas con
distintas identidades y cosmovisiones, con individuos que provenían de grupos territoriales y otros
que no buscaban ese control, pero si espacios de maniobra para su sobrevivencia y sus negocios.79
Ello se ve complementado con el auge de los carteles mexicanos, su creciente penetración en el
Istmo para disputar el control con los carteles colombianos y en general la compleja situación en
México, que en buena medida empujo a los grupos del crimen organizado a desplazarse hacia el
sur y a incursionar en nuevas actividades, que provocó un conflicto más violento.80 El escenario
se hace más competitivo, pues hoy se trata de un mayor número de actores criminales en un
territorio más reducido, frente a cuerpos policiales militarizados y una combinación de políticas
de combate al delito más duras.

77
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 15.
78
. Cfr. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 18.
79
. Se debe tener cuenta la afirmación del UNODC acerca de que «…la producción de droga está a menudo
conectada con la insurgencia», UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 17.
80
. Esta situación la resume el informe de la UNODC en los siguientes términos: « Cuando el Gobierno mexicano
intensificó la labor de los organismos de aplicación de la ley contra los diferentes grupos criminales, se creó
inestabilidad tanto entre estos grupos como en el interior de su propia estructura financiera y operativa. Las luchas de
sucesión provocaron que muchos se fragmentaran, con varias facciones enfrentándose contra sus antiguos
compañeros. Los grupos debilitados se convirtieron en objetivos para otros deseosos de adquirir territorio de
contrabando primordial. Se rompió el equilibrio de poder y el resultado fue el conflicto violento», UNODC.
Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 18.

24
Ahora bien, tanto en el caso de los carteles de narcotráfico y de las maras hay que tener en
cuenta que su estudio presenta algunos obstáculos epistemológicos y que la mayoría de los análisis
resultan del uso de fuentes secundarias y particularmente estadísticas, lo cual genera un problema
de confiabilidad.81 Pero a ello se suma una cuestión metodológica, porque se tiende a explicar el
fenómeno en términos de la delincuencia común, cuando, de acuerdo con William Bach es posible
establecer un paralelo entre las pandillas y los insurgentes, aun en la teoría sobre insurgencia de
Larry Cable, por lo que es factible comprender las percepciones populares de legitimidad y la
capacidad de acciones coercitivas en torno a esos dos fenómenos desde una misma perspectiva.82

Tanto los carteles del narcotráfico como las maras han incorporado nuevas dinámicas para
mantener su vigencia y ejercer un mayor control sobre sus actividades. Por ejemplo, en Honduras
las maras han recurrido al reclutamiento forzoso, y en caso de negativa de menores de edad, estos
son ejecutados; solo en el mes de abril de 2014 ha habido seis asesinatos.83 Ello es parte también
de los esfuerzos por el control territorial entre los dos principales grupos: Mara Salvatrucha y Mara
18, quienes ocupan barrios enteros, en donde están vinculados al tráfico de personas, drogas y
extorsión.84 Pero también se considera que hay evidencia que estas organizaciones se han
transnacionalizado, estableciendo presencia o alianzas con grupos en Calgary, Canadá y Maui,
Hawai.85 A ello se suma el hecho de una significativa evolución tras los atentados del 9-11 y la
escasa o nula preparación de los cuerpos policiales y ausencia de políticas públicas en los países
centroamericanos para enfrentar este tipo de amenazas, junto con las políticas de mano dura,

81
. William Bach, Youth Gangs and Insurgency Theory: Perceptions of Legitimacy and Coercion amongst a
Disaffiliated Populace, (Thesis of Master of Arts. Tacoma, WA; The Pacific Lutheran University, 1996), 8.
82
. Se hace referencia al trabajo de Larry Cable sobre «United States Air Force Operations School, Revolutionary
Warfare Text. Reinventing the Round Wheel», William Bach, Youth Gangs and Insurgency Theory: Perceptions of
Legitimacy and Coercion amongst a Disaffiliated Populace, (Thesis of Master of Arts. Tacoma, WA; The Pacific
Lutheran University, 1996), 114.
83
. ABC. «Conmoción en Honduras por los casos de niños asesinados por negarse a entrar en las “maras”» en ABC,
7 de mayo de 2014, sección internacional. Disponible en: http://www.abc.es/internacional/20140507/abci-conmocion-
honduras-casos-ninos-201405070842.html. (Revisado 9 de mayo de 2014)
84
. «Las maras no solo compiten por las zonas de influencia y sectores de negocio, sino también por atraer nuevos
miembros. Según la Fundación Compartir Honduras, casi 34 000 jóvenes forman parte de bandas criminales. Sin
embargo, muchos mueren en enfrentamientos entre las pandillas y son pocos los que llegan a los 30 años de vida. Por
eso se necesitan continuamente reclutar a nuevos miembros», Denis Düttmann, «Las “maras” hondureñas crean terror
por asesinatos de niños» en El Comercio, 8 de mayo de 2014, disponibles en
http://www.elcomercio.com/mundo/violencia-maras-Honduras-El_Salvador-asesinatos-ninos-
Alexa_0_1134486601.html (revisado 9 de mayo de 2014).
85
. Stratfor. Mara Salvatrucha: The New Face of Organized Crime? (Stratfor, disponible:
http://www.stratfor.com/analysis/mara-salvatrucha-new-face-organized-crime, 2006; revisado 15 de mayo de 2014).
En este análisis también se hace referencia a una eventual alianza al Qaeda-MS13, aunque si bien no se descarta del
todo, se considera que existen muchos obstáculos por razones ideológicas y por la naturaleza de estos dos grupos.

25
provocó que «…las maras desafíen la autoridad de los gobiernos en la región directamente a través
de amenazar con matar a jefes de Estado y ejecutar sangrientos golpes en represalia contra los
civiles».86

Como indiqué arriba, si la cuestión del CTO se mira en términos de delincuencia común y
generador de «violencia criminal», por supuesto se concluye, como lo hace la UNODC,87 que el
tráfico de drogas por sí solo no genera violencia y que no existe clara evidencia de la integración
plena –aunque pueda existir algún tipo de alianzas– entre distintos grupos criminales que dé lugar
a un nuevo tipo de actor. Pero de lo que existe evidencia es que la violencia se genera por
variaciones en el equilibrio de poder entre las organizaciones criminales, nacionales y
transnacionales, razón por la cual

[c]ualquier cambio en el status quo, incluso cuando éste resulta de la necesaria y legítima acción de
los organismos de aplicación de la ley, puede contribuir a la inestabilidad y a la violencia entre los
grupos territoriales. Cualquier evento que cambie el panorama del tráfico, incluyendo eventos no
relacionados, puede precipitar enfrentamientos dentro de estos grupos y entre ellos, como por ejemplo
el golpe de Estado contra Zelaya en Honduras, los cambios en la demanda de droga, o el cambio de
rutas provocado por un desastre natural.88

Ello, sin duda, como indiqué antes, debe contextualizarse, porque existen particularidades en cada
país que hacen que las dinámicas entre estas organizaciones y las consecuencias sean diferentes.
Incluso la dinámica de la violencia es distinta en cada caso y si se trata de actores de la distribución
al menudeo, de los transportistas o de los operadores al por mayor. A ello se agrega quién es el
verdadero detentador del control territorial, al existir zonas en cada país en las que el gobierno
prácticamente renunció a tener presencia.89 Por lo que también se trata de un problema de
gobernanza, pues la presencia de actores subestatales que tienen control territorial y por ende
detentan el poder en sus zonas de influencia, genera un deterioro de la gestión pública y resta la
legitimidad al gobierno, pues entre las principales obligaciones estatales está la seguridad
ciudadana y la ciudadanía se siente desprotegida; lo cual no es mayor problema para los sectores

86
. Stratfor. Mara Salvatrucha: The New Face of Organized Crime?.
87
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 65.
88
. Sobre la cuestión del golpe de Estado contra Zelaya véase también Cynthia Arnson y Eric Olson. «Introduction»
en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 8.
89
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 67.

26
de altos ingresos, que recurren a la seguridad privada –hoy en toda el Istmo hay más efectivos
privados que policías–, lo cual no pueden hacer los otros sectores de la población.90

Repercusiones del CTO en Centroamérica y México

Las consecuencias del CTO en los países centroamericanos y en México alcanzan proporciones
significativas, pues no se trata solo de los niveles de criminalidad y la tasa de muertes violentas,
sino de los efectos sobre la dinámica política, económica, social y en el Estado de derecho. Por
ello en esta sección resumo brevemente algunas de esas repercusiones.

Ejemplos de la relación entre líderes políticos e individuos y grupos del crimen organizado son
múltiples. Kevin Casas,91 expresidente de Costa Rica y actual subsecretario de la OEA, reseña este
tipo de situaciones en los siguientes términos:

[la] política ha sido ampliamente un magneto para el dinero de la droga en América Latina. En los
años 1970, los políticos costarricenses fueron acusados de aceptar contribuciones del finado Robert
Vesco, un financista estadounidense quien se asentó en Costa Rica después de escapar de un proceso
en su país. Vesco, algo de cuyo dinero llegó del contrabando de heroína, fue uno de los principales
contribuyentes del partido ganador de la campaña electoral de 1974, de acuerdo con el antiguo
presidente costarricense, José Figueres.

También hubo casos más serios en Colombia y México, en donde el rol de los barones de la droga en
las campañas ha sido un secreto a voces desde los años 1970. En Colombia, en particular, la elección
del señor de la droga Pablo Escobar al congreso en 1982 fue un momento sobrio también como
ridículo.

Para Casas lo que está ocurriendo es que los traficantes de drogas están compitiendo con las élites
económicas tradicionales por influir en los detentadores del poder político, sobre todo a través del
financiamiento político; mientras que lo que buscan los grupos del CTO es «comprar protección
política» para garantizar el espacio para sus negocios.92 Sin embargo esto no sucede solo con los

90
. UNODC. Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 71. Y agrega este informe:
«El pobre, por supuesto, no puede contratar a otros que provean su seguridad. Debe protegerse directamente, y el
surgimiento de grupos de vigilancia es uno de los claros indicadores de fallo estatal. Las personas simplemente
rescinden el monopolio de la seguridad en manos del Estado, un contrato invalidado por falta de cumplimiento».
91
. Kevin Casas, «Dirty Money». Americas Quarterly, (Spring 2010. Disponible:
http://www.americasquarterly.org/casas-zamora, revisado 17 de mayo de 2014).
92
. Kevin Casas, «Dirty Money». Americas Quarterly.

27
gobernantes, sino cada vez ocurre con los jueces. Por ejemplo, en Costa Rica, según el matutino
La Nación,93 la presidenta de un tribunal de juicio recibió dinero por liberar a un narcotraficante,
que fue detenido en 2011 con dos toneladas de cocaína y se supone que está vinculada a otros
casos en que los detenidos recibieron facilidades para ser liberados o evitar ir a juicio. Esto ocurre
en todos los países de la región, por lo que existe un alto grado de penetración de la policía,
aduanas, ejército, sistema penitenciario y otras instancias gubernamentales en Centroamérica.94

Lo anterior lleva a Vanda Felbab-Brown95 a advertir que el tráfico de drogas «…no solo es la
manifestación más lucrativo del crimen organizado, sino también uno de los más insidiosos en
términos del desafío que representa a los Estados alrededor del mundo», pues las organizaciones
vinculadas al narcotráfico «…han emergido como la principal amenaza a la gobernabilidad
democrática –porque minan la habilidad de los Estados para ejercer soberanía a través de la
corrupción de la implementación de la ley y el proceso político o porque son activos competidores
de la lealtad política de la población».

Pero los grupos del CTO, sobre todo los carteles de la droga no se conforman con tener esa
influencia en el ámbito político, sino que tienen control sobre territorios, en los cuales los
gobiernos tienen una presencia mínima y cuando esta se produce es básicamente represiva,
generando una pérdida de legitimidad de los órganos oficiales ante la población. Ello conduce a
que «…el crimen y la ilegalidad no serán vistos simplemente como una aberrante actividad social
a ser suprimida, sino como una competencia en la gestión pública entre los actores
gubernamentales y no gubernamentales».96 En ese mismo sentido se pronuncian Cynthia Arnson
y Eric Olson97 cuando afirman que las acciones del CTO constituyen «…la más seria amenaza a
la gobernabilidad democrática, los derechos humanos y el Estado de derecho» en la región, por
ello tras un ataque de Los Zetas en mayo de 2011 en la zona de El Petén, Guatemala, el presidente

93
. La Nación, «Jueza recibió más de ¢20 millones para liberar a narco», La Nación, San José, 17 de mayo de 2014,
6A.
94
. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 34.
95
. Venda Felbab-Brown. «Narcotics International, Inc.» Americas Quarterly, (Spring 2010. Disponible:
http://www.americasquarterly.org/node/1507, revisado 17 de mayo de 2014).
96
. Venda Felbab-Brown. «Narcotics International, Inc.» Americas Quarterly.
97
. Cynthia Arnson y Eric Olson. «Introduction» en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle,
1.

28
Álvaro Colom declaró estado de sitio, como se había hecho entre diciembre 2010 y febrero 2011
en Alta Verapaz.

La percepción sobre el rol social del grupo criminal, sobre todo del líder del cartel, como ocurre
con el grupo mexicano «Los Caballeros Templarios», comienza a cambiar y adquiere una
dimensión social y cultural, que lo legitima ante la población. Así aparecen expresiones como las
narco-novelas y los narco-corridos que facilita la construcción y legitimación del narcotraficante
como persona, en torno al cual se desarrolla una cultura, que tiene efectos antropológicos y en las
estructuras sociales.98

El narcocorrido rinde culto y eterniza la figura del «patrón» o jefe del cartel, como también de
quienes lo protegen, así como del sicariato o «asesinato por encargo».99 Esto le permite al jefe
narcotraficante no solo legitimarse, sino mostrar su poder económico, justificando el recurso a la
violencia para garantizar la sobrevivencia del negocio frente a sus «enemigos naturales»: el Estado
y los otros grupos del CTO; a ello ayudan los medios de comunicación como catalizadores, por lo
que «[se] establece una relación directa entre las economías políticas del negocio ilícito y de la
representación mediática/cultural».100

Por otra parte, como ya mencioné, hay una tendencia a considerar la relación entre crimen
organizado y pobreza, aunque no se haya comprobado empíricamente. Ello permite argumentar
por parte de los líderes del CTO que la organización le ofrece a la población las oportunidades
para subsistir que el gobierno no brinda, como lo señala Servando Gómez Martínez, «La Tuta»,
líder de la «Hermandad de los Caballeros Templarios», en uno de una serie de videos difundidos
en redes sociales y entrevistas ofrecidas a medios de prensa,101 al referirse a la crisis política,

98
. Mark Edberg, El Narcotraficante. Narcocorridos & The Construction of a Cultural Persona on the US-Mexico
Border, (Austin, TX: University of Texas Press. 2003), 12-13. Véase también Alex Schlenker, «Narcotráfico,
narcocorridos y narconovelas: la economía política del sicariato y su representación visual», Urvio Revista
Latinoamericana de Seguridad Ciudadana, (No. 8, setiembre 2009, disponible
http://flacsoandes.org/dspace/bitstream/10469/2926/3/RFLACSO-U08-06-Schlenker.pdf, revisado 17 de mayo de
2014), Mark Edberg considera que ello obliga a replantear algunos conceptos y premisas, porque los modelos
construidos para explicar algunas relaciones sociales, como por ejemplo las que incluyen la pobreza, no son apropiados
para explicar la relación entre sectores de bajos ingresos y la figura de los líderes del CTO; Mark Edberg, El
Narcotraficante. Narcocorridos & The Construction of a Cultural Persona on the US-Mexico Border, 14.
99
. Alex Schlenker, «Narcotráfico, narcocorridos y narconovelas: la economía política del sicariato y su
representación visual», Urvio Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana, 76.
100
. Alex Schlenker, «Narcotráfico, narcocorridos y narconovelas: la economía política del sicariato y su
representación visual», Urvio Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana, 77.
101
. Véase el video «“La Tuta” líder Los Caballeros Templarios entrevista» disponible en
https://www.youtube.com/watch?v=adz_lDG0fKw revisado 17 de mayo de 2014. También el video «El testimonio

29
económica y social de México, que hace necesario el establecimiento de un verdadero Estado de
derecho. Este recuento evidencia que estas organizaciones no tienen solo «fines empresariales»,
sino que adoptan posiciones sobre temas políticos y argumentan velar por los intereses de la
población, puesto que luchan por ofrecer medios para que la gente pueda superar la condición de
pobreza extrema.

También es necesario tener en cuenta que conforme aumenta el trasiego de drogas y las
actividades de los distintos grupos criminales, sobre todo las maras, el consumo se incrementa,
pues los carteles prefieren pagar con producto y no, como en el pasado, con efectivo,102
particularmente los denominados transportistas, quienes han diversificado sus actividades, pues
ya no se dedican solo al movimiento de droga, sino que lo complementan con el de personas, armas
y otras mercancías. Muchos de estos transportistas son grupos locales en cada país, que tienen
conexiones con los de los países vecinos, particularmente en el caso del Triángulo del Norte,
aunque también existen grupos pequeños en los otros tres países centroamericanos.103

Ello viene a demostrar que todo el Istmo, junto con México, es escenario de la convergencia de
múltiples organizaciones del crimen trasnacional, pues no se trata solo de la lucha entre carteles
mexicanos por controlar las rutas centroamericanas, sino también entre estos y los grupos locales
en cada país.104

Respecto a las consecuencias para el desarrollo de los países centroamericanos, por el tamaño
de estas economías –en contraste con la de México–, la criminalidad y la violencia constituyen un
pesado lastre para impulsar los cambios que el Istmo necesita, tras el fin de las guerras civiles. El
informe del Banco Mundial sobre crimen y violencia en Centroamérica105 considera que es
evidente la profundidad de esta situación cuando se observa que mientras que España y los seis
países centroamericanos tienen una población similar (alrededor de 40 millones de personas), en

de un pistolero de Los Caballeros Templarios» disponible en https://www.youtube.com/watch?v=knV7iQHCiks


revisado 17 de mayo de 2014.
102
. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 25.
103
. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 26-27.
104
. Steven Dudley, «Drug Trafficking Organizations in Central America: Transportistas, Mexican Cartels and
Maras», en Organized Crime in Central America: The Northern Triangle, 33.
105
. Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A Development Challenge.
(Washington DC: The World Bank, 2011), 1.

30
aquel la tasa de muertes en 2006 fue de 336 y en los segundos de 14,257 personas. De ellas la
mayoría son jóvenes, particularmente hombres, y por la cultura que predomina son potenciales
fuentes de ingresos para sus familias. Esto afecta en mayor grado a Guatemala, El Salvador y
Honduras (véase gráfico 5), en donde la tasa de homicidio es en torno a 50 por cada 100,000
habitantes.106 Por lo que es necesario tener en cuenta los costos directos, tanto económicos como
sociales.

Gráfico 5
Tasa de homicidios por áreas subnacionales

Fuente: Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A
Development Challenge, 3.

De acuerdo con ese informe los costos en salud por el crimen y la violencia en el Triángulo Norte
son: El Salvador 1.99% del PIB, Guatemala 1.43 y Honduras 1.31%, por encima de la media
latinoamericana; mientras que en Nicaragua son de 0.96%, Panamá de 0.63% y Costa Rica de
0.58%.107 A ello hay que sumar los costos que tienen las empresas en términos de gastos en
seguridad y pérdidas por daños, días no laborados, robos y otras actividades del CTO, que de

106
. Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A Development Challenge.
(Washington DC: The World Bank, 2011), 1.
107
. Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A Development Challenge.
(Washington DC: The World Bank, 2011), 5.

31
acuerdo con el Banco Mundial para los países centroamericanos se ubica en 3.7% de sus ventas.108
Por consiguiente, la criminalidad está afectando de manera significativa el crecimiento económico
de estos países.109

Si se considera, como lo cité antes, que los niveles de violencia son mayores en aquellas rutas
de mayor trasiego de droga y de presencia de grupos del CTO, entonces se puede deducir que la
costa caribeña de Centroamérica (véase gráfico 6) enfrenta mayores obstáculos para el crecimiento
económico (sin olvidar que históricamente en Centroamérica esta región es la que ha tenido menor
desarrollo social y económico).

Gráfico 6
Intensidad del tráfico de droga

Fuente: Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A
Development Challenge. (Washington DC: The World Bank, 2011), 13.

108
. Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A Development Challenge.
(Washington DC: The World Bank, 2011), 6.
109
. Se estima que si la tasa de homicidio se reduce en un 10% el potencial de crecimiento de la economía sería de
1.0% anual en El Salvador, de 0.7% en Guatemala y Honduras, 0.3% para Nicaragua y Panamá (no se menciona a
Costa Rica), véase Rodrigo Serrano, y Humberto López. Crime and Violence in Central America: A Development
Challenge. (Washington DC: The World Bank, 2011), 9.

32
A lo anterior hay que sumar los costos de la atención de la población en prisiones, cuyo número
ha aumentado de manera significativa, generando una sobrepoblación carcelaria. Solo en el
Triángulo del Norte, para el 2011, la población en prisiones era de 48,687 personas.110

En definitiva la situación del crimen organizado y la violencia en Centroamérica y México


constituye un fenómeno con profundas repercusiones para los países y debe observarse desde una
perspectiva apropiada. A lo cual me refiero en la última sección de este trabajo.

Algunas consideraciones finales

La violencia ha adquirido nuevos rasgos y dinámicas, sobre todo cuando se trata de violencia
organizada, ya sea con fines políticos o no. Sin embargo, por la creciente interacción entre los
distintos ámbitos y niveles de acción es cada vez más común que existan traslapes e
interconexiones. Por ende, el estándar tiende a ser que la violencia sea simultáneamente política,
económica, social, cultural y étnica, operando con conexiones desde lo local hasta lo global. De
ahí la necesidad de explicar la violencia a través de las diversas variables causales e intervinientes
que determinan y condicionan la violencia.

Algo similar sucede con la insurgencia, en donde tradicionalmente se le concibió como un


fenómeno doméstico, si acaso con apoyo externo. Hoy en la práctica son pocos los movimientos
insurgentes con suficiente autonomía e independencia de actores no estatales externos para
considerarlos realmente nacionales. Por ello se hace necesario hablar de movimientos
trasnacionales. Otro aspecto a considerar es que en el pasado la insurgencia se fundamentaba,
dándolo a conocer a quienes la apoyaban, en concepciones ideológicas; con ello se evidenciaba su
firme propósito de tomar el control del poder político para reformar el Estado. Ello le daba su
carácter abiertamente político y dirigido a la ruptura del orden establecido. Por supuesto, no
significaba que no hubiera intereses económicos, sociales, culturales y étnicos, porque lo político
no está limitado a la política como ámbito específico de acción.

Producto de la compleja naturaleza y dinámica de los movimientos insurgentes es que se hace


necesario aludir a la proto-insurgencia, que puede reflejar mejor el fenómeno de algunas

110
. UNODC, Delincuencia organizada transnacional en Centroamérica y el Caribe, 78.

33
manifestaciones del CTO. Por ello convendría profundizar en futuros trabajos sobre la vinculación
entre estos dos fenómenos, lo que no hice en esta oportunidad por razones de espacio.

El desarrollo acelerado y profundo del CTO ha hecho que haya dejado de ser una simple
cuestión de violencia y criminalidad, sino que los grupos organizados tienen metas de largo plazo
y constituyen una clara y firme amenaza a la sociedad y el Estado, redefiniendo lo político,
económico, social y cultural. Por consiguiente no se puede desconocer su naturaleza política,
aunque no proclama tener como meta el ejercicio directo del poder político. Lo que resulta evidente
es que busca influir en los tomadores de decisiones gubernamentales para garantizar el espacio de
maniobra que le permite seguir operando y obteniendo ganancias.

Por otra parte, la acción del CTO está poniendo en evidencia la capacidad –o más bien la
incapacidad– de los gobiernos para tener control de todo el territorio, creando espacios anómicos,
que están reconfigurando la dimensión espacial y fragmentando a las sociedades.

El problema es que el CTO se concibe como delincuencia con la variante de organizada. Ello
le resta importancia a la compleja naturaleza. Prueba de ello es que a los carteles y a las maras, a
diferencia de por ejemplo la mafia, no les interesa operar clandestinamente. Por el contrario, estas
organizaciones hacen uso de las redes sociales y argumenta tener una función social. Por supuesto
se trata de actos delictivos, pero que por sus repercusiones no se pueden seguir tratando como
«delincuencia común organizada», pues gozan de legitimidad y hasta de apoyo popular.

Se entiende que para los gobiernos es un problema darles un estatus distinto al de la


delincuencia, pero debe aceptar que es un fenómeno muy diferente a la criminalidad del pasado y
más bien responde a la dinámica propia de los movimientos insurgentes. Por ello hice referencia
al «continnum dinámico» propuesto por Tamara Makarenko, porque permite observar la
diversidad de recursos con que cuenta el CTO, incluido el terrorismo. Asimismo es necesario
reconocer las repercusiones sobre el mercado, particularmente en el caso de los carteles de la
droga.

Por la magnitud y repercusiones del clima de violencia que persiste en Centroamérica y México
es comparable con las décadas de 1970 y 1980 en el Istmo, producto de las guerras civiles. Por
supuesto la naturaleza de los grupos es distinta; pero el uso de recursos que generan violencia y la
búsqueda de apoyo popular y de legitimidad tiene coincidencias importantes. Es buena medida en

34
ambos fenómenos (los movimientos del siglo pasado y los grupos del CTO de esta centuria) opera
un trasfondo de fragilidad del Estado, incapacidad del gobierno para atender las demandas de los
diversos sectores de la sociedad, crecientes niveles de pobreza y exclusión y falta de oportunidades
laborales, entre otros.

Cuando se observan la naturaleza y dinámica de los grupos del CTO se comprueba que son más
que «delincuencia organizada», pues sus fines van más allá de la simple acción ilícita, buscando
consolidar sus espacios de maniobra a través de la corrupción y de la presión a sus aliados en la
estructura política de toma de decisiones del aparato gubernamental. Ello conduce a cambios en la
gestión pública, tanto en lo político, como en lo económico, social y cultural. Por consiguiente, al
igual que la insurgencia política que predominó en Centroamérica en las décadas de 1970 y 1980,
así como en el sur de México entre 1994 y 2000, el CTO está obligando a una reforma del Estado
y de la sociedad para contrarrestar los efectos de esos negocios. Esto permite considerar que se
trata de un tipo de insurgencia que no tiene un fin abiertamente político, aunque se hace uso de los
recursos políticos para contribuir a crear las condiciones propicias para la consolidación de sus
actividades. Por ende, hasta el momento los carteles de la droga y las maras no han expresado
públicamente que tengan intención de tomar el control del Estado, pero tampoco se puede descartar
que ante la fragilidad institucional y el grado de penetración de las diferentes instancias y actores
políticos, pueden intentarlo en el futuro. Por consiguiente, la primera hipótesis resulta válida.

Ahora bien, de lo indicado en este documento se evidencia que los gobiernos están adoptando
algunas acciones individuales y en conjunto para combatir el CTO, pero siempre en función del
concepto de «delincuencia común organizada», no reconociéndola como un nuevo tipo de
insurgencia. Ello está provocando algunos cambios en las políticas públicas, por ejemplo en el
caso de Centroamérica con la ESCA, adoptada en el marco del SICA, evidenciando los efectos en
seguridad y defensa. Sin embargo, no hubo oportunidad de profundizar en estos aspectos, a través
de la revisión de las variaciones en el presupuesto militar y el número de soldados, solo se
mencionó el proceso de militarización de la policía y la policialización de las fuerzas armadas. Por
consiguiente, estimo que no se comprobó en todos sus extremos la segunda hipótesis, pero
tampoco se descartó; de ahí que se requiere desarrollar un análisis sobre estos cambios.

Por lo anterior es que considero que este trabajo es una aproximación al fenómeno del CTO
como insurgencia no política, lo cual hace necesario profundizar en este tema en el futuro.

35
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